Bourdieu, P. Sobre La Television.pdf

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Pierre Bourdieu

Sobre la television Traduccion de Thomas Kauf

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Tit ulo de la edi cion original: S ur la te levision , s uivi de L'ernprise du jou rna lis m e Lib er Editi ons Paris , 1996

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© EDITORJAL ANAGRAM A, SAl. 1997 _.. Pedro de la Cre u, 58 080 34 Barcel ona

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ISBN: 84-339-05 47- 3 Dep os ito Legal : B. 47 120-200 1 Pr in ted in Sp ai n Libe rd u plex, S.L. . Con st itu cio, 19, 08014 Ba rcelona

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He decidido ofrecer por television estas dos confe­ rencias para tratar de ir mas alla de los lfrnites de la audiencia normal de un curso del College de France. Pienso, en efecto, que la television, a traves de los dife­ rentes mecanismos que intento describir de forma su­ cinta -un analisis profundo y sistematico habria exigi­ do mucho mas tiempo-, .l2Qn e_.t:.~. _rI?-~_ serio peligr,oJ .as diferentes esferas de la pro 9-l,-Lc_<;:iQJL~JJLt.111~al: arte, lite­ i:-atura~aenCla , filoso'fi~, ' ~:l;re c h o ; creo incluso, al con­ trario de 10 que pi ensan y 10 que dicen, sin duda con la mayor buena fe, los periodistas mas conscientes de sus

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Prim era edici on : octub re 1997 Segu ndo edicion: septi em bre 1998, Tercera edicion : enero 2000 Cuarta edici on : diciem bre 200 1

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Publicado co n la ayudadel Minist erio [ranees de la Cult u ra

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1. E st e texto es la transcripci6n revisada y corregida de la gra­ baci6n integra de dos program as realizados el 18 de m arzo de 1996 en el m arco de un ciclo de conferencias dadas en el College de France y re trans m itidos por Pa ris Premiere en mayo de 1996 (s So­ bre la tel evis ion » y «E l campo p eriodistico y la television ». College de France - CNRS audiovisual). H e reproducido en el anexo el texto de un articulo (in icial mente publicad o como introducci6n de un nurnero de ACles de la rech erch e en sciences so ciales dedicado a la influencia de la televisi6n) que presenta, de forma m as rigurosa, los temas de esas dos conferencias.

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BREVE POSDATA NORMATIVA

Poner de rnanifiesto las imposiciones ocultas a las que estan sometidos los periodistas y a las que, a su vez, someten a todos los productores culturales no significa -vhace {alta decirlo?- denunciar a unos responsables, poner en la picota a unos culpables. I Significa tratar de brindar a unos y otros una posibilidad de liberarse, me­ diante la toma de conciencia, del dominio de esos meca­ nismos y, tal vez, exponer el programa de una accion concertada entre artistas, escritores, cientificos y perio­ distas, que ostentan el (cuasi} monopolio .de los instru­ mentos de difusion. 5610 una colaboracion de esas ca­ racteristicas permitiria trabajar eficazmente con la vista puesta en la divulgacion de los logros mas universales de la investigaci6n y tambien, en parte, en la universali­ zacion prdctica de las condiciones de acceso a 10 uni­ versal.

1. Para evitar causar la impresi6n de presentar WlOS argurnen­ tos «prendidos con alfileres» 0 que parezcan caricaturas, 10 que siempre es un peligro cuando se publican fuera de su contexto de­ claraciones grabadas 0 textos impresos, hemos tenido que renun­ ciar en numerosas ocasiones a reproducir documentos que habrian conferido mayor fuerza a nuestras argumentaciones y que, adernas, 'habri an recordado al lector, gracias a su capacidad para poner de manifiesto la importancia de cosas que nos parecen triviales al sa­ carlas del ambiente que nos resulta familiar, numerosos ejemplos equivalentes que pasan inadvertidos debido a la rutina de la mirada cotidiana.

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LOS JUEGOS OLfMPICOS: PROGRAMA PARA UN ANAl-ISISl

(Que entendemos exactamente cuando hablamos de juegos olimpicos? £1 referente aparente es la mani­ festaci6n «real», es decir; un espectaculo propiamente deportivo, una confrontaci6n entre atletas procedentes de todo el mundo que se lieva a cabo en nombre de unos ideales universalistas, y un ritual, de marcado to no nacional, cuando no nacionalista, con desfile de los equipos de los divers os paises y entrega de meda­ lias solemnizada con banderas e himnos. £1 referente oculto es el conjunto de las representaciones de este espectaculo que filman y difunden las televisiones de los diferentes paises, las cuales realizan una selecci6n nacional de la materia bruta, que se supone indiferen­ ciada nacionalmente (puesto que la competici6n es in­ ternacional), presente en el estaclio. Un referente do­ blemente oculto, puesto que nadie 10 ve en su totalidad y nadie ve que no 10 ve, ya que cada telespectador pue­ 1. Este texto resume Wla ponencia presentada en la reuni6n anual de la Sociedad Filos6fica para el Estudio del Deporte, cele­ brada en Berlin el 2 de octubre de 1992.

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de tener la ilusi6n de ver el espectaculo olimpico en su verdad. Dado que cada televisi6n nacional otorga tanto mas espacio a un atleta 0 una practica deportiva cuan­ to mas satisfacci6n pueda dar al orgullo nacional 0 nacionalista, la representaci6n televisiva, aunque se presente como una mera grabaci6n, transfonna la com­ petici6n deportiva entre atletas procedentes de todo el mundo en una confrontaci6n entre los campeones (en el sentido de combatientes debidamente delegados) de diferentes naciones. Para comprender este proceso de transmutaci6n simbolica, habria que analizar en primer lugar la construcci6n social del espectaculo, de las propias competiciones, asi como de todas las manifestaciones que las rodean, por ejemplo, los desfiles de apertura y de clausura. Despues, habria que analizar la produc­ ci6n de la imagen televisada de ese espectaculo, que, en tanto que soporte de cufias publicitarias, se con­ vierte en un producto comercial sometido a la 16gica del mercado y, por consiguiente, ha de concebirse de modo que alcance a la audiencia mas amplia posible y retenga su atenci6n el mayor tiempo posible; para ello, adernas de tener que ofrecerse a las horas de mayor audiencia en los paises econ6micamente dominantes, ha de atender las exigencias de los espectadores y amoldarse a las preferencias de los diferentes publicos nacionales por este 0 aquel deporte e incluso a las ex­ pectativas nacionales 0 nacionalistas, mediante una selecci6n sagaz de los deportes y las pruebas suscepti­ bles de aportar exitos a sus ciudadanos y satisfaccio­ 120

nes a su nacionalismo. De 10 que resulta, por ejemplo, que el peso relativo de los diferentes deportes en las organizaciones deportivas internacionales tiende a de­ pender cada vez mas de su exito televisivo y de los be­ neficios econ6micos subsiguientes. Los constrefiimien­ tos de la difusi6n televisada tarnbien influyen cada vez mas en la selecci6n de los deportes olimpicos y de los lugares y los momentos que se les asignan, asi como en el propio desarrollo de las pruebas y las cererno­ nias. Asi, en los Juegos de Seul los horarios de las fina­ les decisivas de atletismo se establecieron (al cabo de unas negociaciones sancionadas por fabulosas contra­ partidas econ6micas) de forma que coincidieran con las horas de maxima audiencia en Estados Unidos, al principio de la programaci6n de noche. Por 10 tanto, habria que tomar como objeto el conjunto del campo de producci6n de los juegos olimpicos en tanto que espectdculo televisado 0, mejor aun, en el lenguaje del marketing, en tanto que «uteri­ silio de cornunicacion». es decir, el conjunto de las relaciones objetivas entre los agentes y las institu­ ciones comprometidos en la competencia por la pro­ ducci6n y la comercializaci6n de las imageries y los discursos sobre los juegos: el Comite Olimpico Inter­ nacional (C01), progresivamente convertido en una gran empresa comercial con un presupuesto anual de veinte millones de dolares, dominado por una reduci­ da camarilla de dirigentes deportivos y de representan­ tes de las grandes marcas industriales (Adidas, Coca­ Cola, etcetera), que controla la venta de los derechos de retransrrllsi6n (estimados, para Barcelona, en 633.000

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millones de dolares) y de patrocinio, asi como la selec­ cion de las ciudades olimpicas; las grandes comparuas de television, sobre to do americanas, que compiten (a escala nacional 0 de area lingiiistica) por los derechos de retransmisi6n; las grandes empresas multinaciona­ les (Coca-Cola, Kodak, Ricoh, Philips, etcetera), que compiten por los derechos mundiales para la asocia­ cion en exclusiva de sus productos con los juegos olim­ picos (en tanto que «proveedores oficiales»),l y, por ul­ timo, los productores de Imagenes y de comentarios para la television, la radio y la prensa (que fueron diez mil en Barcelona), inmersos en unas relaciones de competencia susceptibles de orientar su trabajo indivi­ dual y colectivo de construccion de la representacion de los juegos, seleccion, encuadre y montaje de las imageries, elaboracion del comentario. Habrfa que analizar, final mente, los diferentes efectos de la in ten­ sificacion de la competencia entre las naciones que la television ha producido a traves de la planetarizacion del espectaculo olimpico, como la aparicion de politi­ cas deportivas estatales orientadas hacia los exitos in­ 1. A los patrocinadores les propusieron un «paquete de comu­ nicacion completo basado en la exclusiva por categoria de producto y la continuidad del mensaje a 10 largo de un periodo de cuatro afios. EI program a para cada uno de los setenta y cinco partidos in­ cluia la publicidad en el estadio, el titulo de proveedor oficial, el uso de mascotas y ernblernas, asi como posibilidades de franqui­ cia». Por 70 millones de francos, cada patrocinador tenia la posibi­ lidad, en 1986, de poseer su parte del «m ayor acontecimiento televi­ sa do rnundial» con una «exposicion unica, mucho mas importante que en cualquier otro deports». (Vease V. Simson y A. Jennings, Main basse sur les 10, Paris, Flarnmarion, 1992, pag. 137.)

ternacionales, la explotaci6n simb6lica y econ6mica de las victorias y la industrializacion de La producci6n de­ portiva, que implica recurrir al dopaje y a form as auto­ ritarias de entrenamiento.' Del mismo modo que, en la produccion artistica, la actividad directamente visible del artista oculta la ac­ cion de todos los agentes, criticos, directores de gale­ ria, conservadores de museo, etcetera, que al competir, y a traves de esa misma competencia, contribuyen a producir el significado y el valor de la obra de arte y, mas profundarnente, la creencia en el valor del arte y del artista, que esta en la base de to do el juego artisti­ co.? en el juego deportivo el carnpeon, velocista de los cien metros lisos 0 atleta de decatlon, no es mas que el sujeto aparente de un espectaculoque en cierto modo se representa dos veces;' la primera para todo un conI. El deporte de alta competicion utiliza cada vez mas una tee­ nologfa industrial que tiende a transfonnar el cuerpo humano en una rnaquina eficaz e inagotable mediante la aportaci6n de diferentes ciencias biol6gicas y psicol6gicas. La l6gica de la competencia entre los equipos nacionales y los Estados impone cada vez mas el recurso a estirnulantes prohibidos y a metodos de entrenarniento sospecho­ sos . (Vease J . Hoberman, Mortal Engines. The Science of Performan ce and the Dehumanization of Sport, Nueva York, The Free Press, 1992 .) 2. Vease Pierre Bourdieu, Les regles de l'art, Paris , Ed. du Seuil, 1992. (Las reglas del arte, Barcelona, Anagrama, 1995, traducci6n de Th. Kauf.) 3. Un indicador brutal del peso real de los diferentes actores del showbusiness olimpico son los obsequios entregados por las au­ toridades coreanas a las diferentes personalidades, cuyo valor iba n de 1.100 dolares para los miembros del cor a 110 dolares para los atletas. (Vease V. Simson y A. Jennings, Main basse sur les 10, op. cit., pag. 201 .)

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junto de agentes, atletas, entrenadores, medicos, orga­ nizadores, jueces, cronometradores, escen6grafos de todo el ceremonial, que contribuyen al buen desarrollo de la competici6n deportiva en el estadio, y la segunda para todos los que producen la reproducci6n en irna­ genes y en discursos de ese espectaculo, las mas de las veces sometidos a la presi6n de la competencia y de todo el sistema de coerciones que les impone la red de relaciones objetivas en la que se hallan inmersos. S610 a condici6n de llevar a cabo una investigaci6n y una reflexion, con el objetivo de hacer aflorar a la conciencia los mecanismos que rigen las practicas de los agentes comprometidos en esta construccion social ados niveles, podrian asegurarse quienes participan en el acontecimiento global que designamos cuando ha­ blamos de «ju egos olirnpicos» un dominio colectivo de esos mecanismos, cuyos efectos padece cada uno de ellos, 10 cual repercutirfa en la acci6n que ejercen sobre los dernas agentes y propiciarfa el florecimiento de las potencialidades de universalismo, actualmente en peli­ gro de extinci6n, que contienen los juegos olimpicos.' I . Cabrfa imaginar, por ejemplo, una «Carta olfrnpica » que de­ finiera los principios a los que han de obedecer los agentes com pro­ metidos en la producci6n del espectaculo y en la producci6n de la representaci6n de este espectaculo (empezando, evidentemente, por los dirigentes del COl, que son los primeros en aprovecharse de las transgresiones de los imperativos de desinteres que supuestamente han de hacer respetar), 0 un jurado olfmpico que comprometiera no solo a los atletas (prohibiendoles, por ejemplo, las manifestacio­ nes nacionalistas como la de dar una vuelta de honor envueltos en la bandera nacional), sino tambien a los que producen y comentan las imageries de sus hazafias ,

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POSFACIO . EL PERIODISMO Y LA POLITICA

(C6mo explicar la virulencia extrema de l'i~ . I.~_':l ~~ _ ciones que el analisis expuesto en las paginas prece­ ~ a sus~it~d;; -~~tre'los periodistas franceses mas destacados --del' S610 puede ser- por'que, pese a todos mis desmentidos anticipados, se han sen­ tido aludidos (por 10 menos aquellos a los que se men­ cionaba, directamente 0 de manera indirecta, a traves , I de quienes estan pr6ximos a ell os 0 se les asemejan). I La virtuosa indignaci6n que han manifestado es, sin ii, duda, imputable , por una parte, a1 efecto de la trans­ cripcion: esta hace desaparecer inevitab1emente e1 acom­ panamiento no escrito de 1a palabra, e1 tono, los ges­ tos, la mfrnica, es decir, todo 10 que, para un espectador de buena fe, marca 1a diferencia entre un discurso. movido por e1 afan de hacer comprender y de conven­ cer, y un panfleto polernico, que es 10 que 1a mayorfa de ellos creyeron ver. Pero se explica, sobre todo, por

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1. Sabre la television ha sido objeto de una amplia controversia

que moviliz6 a todos los grandes periodistas y editorialistas de la

prensa escrita y las caden as de televisi6n frances as durante meses .

perfodo en que eI libro encabez6 las listas de bestsellers. (N. del T.)

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ciertas ~e..dade.s_lJJ,.IJY-._~~r_'!..~t~r:f~ti,c~ de la VISIOn periodistica (y que les llevaron hace tiempo a encoleri­ "zarse 'por un libro como La misere du monde):-p-...Qr _~~lD.RJ.Q J J~...-PI9.p~nsi Qn .-a_ identifica r lo nU~.'l.Q con.lo que se suele llamar: _~r.:~...Y.da~ione.$2.k.9 Ja tendencia a

Y, sin embargo, es este metodo el que me gustaria ilustrar de nuevo, tratando de mostrar, aun arriesgan­ dome a nuevos malentendidos, c6mo el campo perio- cv-r > dis!jco ...P.I
p-ri~if;gi~-;f-~~p;to~ma~ _4i.I~£@,IP~nt;-~~ibi~--del n:1!!l~Q.~Ioc@~~~~~:d~~~,J?~ ~~.i~d~o;~~1i~~;~tos~_ acciQJ1~~, ..en .una .R~r:~PJ~£t iva_.que

bre todo, sus malas

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en detri­

menlo -de Jas.:.estnJ.Ulli:a~.:.-!::.s...m~iWi§plos-mv:isi.bles

(en este caso, los del fcampo.'periQdi~~) que orientan los actos y los pensamientos y cuyo conocimiento pro­ picia mas bien la indulgencia comprensiva que la con­ dena indignada; 0, asirnisrno, la inclinaci6n a intere­ sa rse mas por las «conclusioness (supuestas) que por el proceso mediante el cual se ha llegado a ellas. Nun­ ca olvidan~ a aquel periodista que, cuando se publico mi libro La noblesse d 'Etat, balance de diez anos de in­ vestigaciones, me prapuso participar en un debate so­ bre las escuelas superiores en las que se forman los cuadros dirigentes de la administraci6n publica, en el que el presidente de la Asociaci6n de Antiguos Alum­ nos hablaria «a favor » mientras yo 10 haria «en con­ tra », y que no comprendi6 que me negara a hacerlo. Del mismo modo, 10 que han hecho las «grandes plu­ mas» que han arremetido contra mi libra ha sido, lisa y llanamente, obviar el metodo que he utilizado (y, en particular, el analisis del mundo periodistico en tanto que campo), reauciendolo asi, sin darse cuenta, a una ~ne-aetomas de posici6n banales, aderezadas con unos cuantos destellos poiemicos , ----

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gran audiencia, un espectaculo poco estimulante, in­ ' clus~ci~pri~~nte , y dificil de tratar, que hay que con­ vertir en interesante. De am la tendencia, que se obser­ va en todas partes, tanto en Estados Unidos como en Europa, a sacrificar cada vez mas al editorialista y al reportero de investigaci6n en beneficio del animador buf6n, a sustituir la informaci6n, el analisis, la en­ trevista profunda, la discusi6n de expertos, el repor­ taje, por la mera diversi6n y, en particular, por las charlas intrascendentes de los talk shows entre interlo­ cutores adictos e intercambiables (a algunos de los cuales, delito imperdonable, he mencionado, a titulo de ejemplo). Para comprender de verdad 10 que se dice y, sobre todo, 10 que no se puede decir en esos inter­ cambios ficticios, habria que analizar pormenorizada­ mente las condiciones de selecci6n de aquellos a los que en Estados Unidos llaman los panelists: estar siem­ pre disponibles, es decir, siempre dispuestos a acudir y a participar, asf como a seguir el juego aceptando res­ ponder a todas las preguntas, incluso las mas dispara­

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tadas 0 las mas sorprendentes, que los periodistas se plantean (es la definicion misma del tuttologo); estar dispuestos a todo, es decir, a todas las concesiones (so­ bre el tema, sobre los dernas participantes, etcetera), a todos los compromisos y a todas las componendas para figurar y para asegurarse asf los beneficios direc­ tos e indirectos de la notoriedad «rnediatica»: prestigio en los 6rganos de prensa, invitaciones a dar lucrativas conferencias, etcetera; procurar, en particular en las entrevistas previas que suelen hacer los productores, sobre todo en Estados Unidos, pero tarnbien cada vez mas en Europa, a fin de seleccionar a los panelists, for­ mular unas tomas de posici6n sencillas en terminos claros y brillantes, evitando cargar con el lastre de complejos conocimientos (siguiendo el lema The less you know, the better off you are, es decir, «Cu an to me­ nos sepas, mejor para ti ll). Pero los periodistas que invocan las expectativas del publico para justificar esta politica de simplifica­ ci6n demag6gica (en todo punto contraria al prop6sito democratico de informar, 0 de educar divirtiendo) no hacen mas que proyectar sobre el sus propias inclina­ ciones, su propia vision: particularmente cuando el te­ mor de aburrir les induce a otorgar prioridad al com­ bate sobre el debate, a la polernica sobre la dialectica, y a recurrir a cualquier medio para privilegiar el en­ frentamiento entre las personas (los politicos, en par­ ticular) en detrimento de la confrontaci6n entre sus argumentos, es decir, 10 que constituye el nucleo fun­ damental del debate: deficit presupuestario, reducci6n de los impuestos 0 deuda externa. Dado que 10 esen­ 128

cial de su competencia consiste en un conocimiento del mundo politico basado mas en la intimidad de los contactos y las confidencias (e incluso de los rumores y los cotilleos) que en la objetividad de la observaci6n o la investigaci6n, son propensos, en efecto, a circuns­ cribirlo todo a un terreno en el que son expertos, y es­ tan mas interesados por el juego y los jugadores que por 10 que esta en juego, mas por las cuestiones de mera tactica politica que por la sustancia de los de­ bates, mas por el efecto politico de los discursos en la logica del campo politico (la de las coaliciones, las alianzas 0 los conflictos entre personas) que por su contenido (a veces incluso llegan a inventarse y a irn­ poner a la discusi6n meras cortinas de humo, como, durante las ultirnas elecciones en Francia, la cuesti6n de saber si el debate entre la izquierda y la derecha te­ nia que celebrarse con la participaci6n de dos interlo­ cutores -Jospin, lider de la oposici6n de izquierdas, y Juppe, primer ministro, de derechas- 0 de cuatro -Jos­ pin y Hue, su aliado comunista, por un lado, y Juppe y Leotard, su aliado centrista, por el otro-; esta ultima opci6n, arropada con engafiosas apariencias de neu­ tralidad, era una imposici6n polftica, pensada para favorecer a la coalici6n conservadora, ya que se espe­ raba que se pusieran de manifiesto eventuales divergencias entre los partidos de izquierda) . Debido a su posi­ ci6n ambigua en el mundo politico, en el que son unos actores muy influyentes, pero sin pertenecer por ella a el como miembros de pleno derecho, yen el que estan en disposici6n de ofrecer a los politicos unos servicios sirnbolicos indispensables que estes no pueden asegu­ 129

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rarse por sf solos (salvo, hoy en dia, colectivamente, en el ambito literario, donde hacen funcionar a tope la mecanica del «hoy por ti, manana por mi»), son pro­ pensos a seguir los puntos de vista de Tersites' y a adoptar una forma espontanea de la filosofia de la sos­ pecha que les induce a buscar las causas de las tomas de posici6n mas desinteresadas y de las convicciones mas sinceras en los intereses asociados a determina­ das posiciones en el campo politico (como las rivalida­ des en el seno de un partido 0 de una «corriente»). Todo eso les lleva a producir y a proponer, ora en los considerandos de sus comentarios politicos, ora en las preguntas de sus entrevistas, una visi6n cinica del mundo politico, vis to como una especie de ruedo a merced de los manejos de unos ambiciosos desprovis­ tos de convicciones, guiados por los intereses relacio­ nados con la competencia que los enfrenta. (Bien es verdad, dicho sea de paso, que 10 hacen estimulados por la acci6n de los consejeros y los consultores politi­ cos, intermediarios encargados de asesorar a los politi­ cos en esta especie de marketing politico explicitamen­ te calculado, pero no forzosamente cinico, que cada vez resulta mas necesario para triunfar en politica ajustandose a las exigencias del campo periodfstico, autentico caucus que interviene cada vez mas en la creaci6n de los politicos y de su reputaci6n.) Esta aten­ ci6n exclusiva al «microcosmos» politico y a los he­ chos y efectos que le son imputables tiende a producir

una ruptura con el punta de vista del publico, 0, por 10 menos, de sus sectores mas preocupados por las conse­ cuencias reales que las tomas de posici6n politica pue­ den tener en su existencia y su mundo social. Ruptura que resulta considerablemente acentuada Y, ampliada, en particular entre las estrellas de la televisi6n, por la distancia social que va asociada a los privilegios econ6­ micos y sociales. Es bien sabido, en efecto, que desde los afios sesenta, en Estados Unidos y en la mayoria de los paises europeos, las estrellas rnediaticas perciben, adernas de unos sueldos extremadamente elevados -del orden de 100.000 dolares y mas en Europa, y de varios millones de dolares al otro lado del Atlantico-;' los emolumentos a menudo exorbitantes derivados de su participaci6n en talk shows, de las giras de conferen­ cias, de las colaboraciones regulares en la prensa y de las «tertulias», especialmente con ocasi6n de reuniones de grupos profesionales (tanto es asi, que la dispersi6n de la estructura de la distribuci6n del poder y los privi­ legios en el campo periodistico no para de crecer en la medida en que, al lado de los pequefios empresarios capitalistas, que han de conservar y aumentar su capi­ tal simb6lico mediante una politica de presencia per­ manente en antena -necesaria para mantener su cuota en el mercado de las conferencias y las «tertulias»-, se desarrolla un amplio subproletariado condenado por la precarizaci6n a practicar la autocensura) ," 1. Vease James Fallows, Breaking the News, How Media Under­ mine American Democracy , Nueva York, Vintage Books, 1997. 2. Vease Patrick Champagne. «Le journalisme entre precarite et concurrence ", Liber, 29 de diciembre de 1996.

1. Heroe griego que particip6 en la guerra de Troya. Se dis tin­ guia por su cinismo y su bajeza morai. (N. del T.)

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A estos efectos se suman Ios __d e la .com p eten cia dentro del c-ampo' periodfsticoa los-que-ya he aludido, como .la.obsesion-per-la -primieia -informativa yla-ten­ dencia a privilegiar siJL9is~usion la informacion mas riuevayde.. trias a{fi~-i l- acce so, 0 el afan de ernulacion, alentado por la competencia, por conseguir la inter­ pretacion mas sutil y mas paradojica, es decir, con fre­ cuencia la mas cinica, sin olvidar las predicciones que confian en la ayuda de la amnesia a proposito de la evolucion de los asuntos de actualidad, es decir, los pronosticos y los diagnosticos vacios y poco costosos (sim ila r es a las apuestas deportivas) que se emiten con la seguridad de la mas absoluta impunidad porque es­ t an protegidos por el olvido engendrado por la discon­ tinu idad casi perfecta de la cronica periodfstica y la ra­ pida rotacion de los confonnismos sucesivos (los que, por ejemplo, han llevado a los periodistas de todos los pafses a pasar, en unos meses, despues de 1989, de la exaltacion de la esplendida eclosion de las nuevas democracias a la condena de las espantosas guerras etnicas), Todos estos mecanismos se aunan para producir un efecto global de despolitizacion 0, mas exactamen­ te, de desencanto de la polftica. La busqueda de la diversion tiende , sin que haya necesidad de desearlo explfcitamente, a desviar la atencion hacia un espec­ taculo (0 un escandalo) cada vez que la vida polftica hace que surja una cuestion importante, pero de apa­ riencia fastidiosa , 0, mas sutilmente, a reducir 10 que se suele llamar la «actu a lida d » a una rapsodia de acontecimientos di vertidos, a menudo situados, como 132

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en el caso ejemplar del juicio de O. J. Simpson, a me­ dio camino entre el suceso y el show, a una sucesion sin pies ni cabeza de acontecimientos carentes de pro­ porcion yuxtapuestos por las casualidades de la coinci­ dencia cronologica: un terremoto en Turqufa y la pre­ sentacion de un plan de restricciones presupuestarias, una victoria deportiva y un juicio sensaciona1ista, los cua1es se reducen al absurdo reduciendolos a 10 que e1 instante pennite ver, a 10 actual , desgajandolos de to­ dos sus antecedentes 0 sus consecuentes. La falta de interes por los cambios imperceptibles, es decir, por todos los procesos que, como 1a deriva de los continen­ tes, pasan inadvertidos y resultan imperceptibles en e1 instante actual, y que tan solo dejan sentir sus efectos con e1 tiempo, contribuye a multiplicar los efectos de amnesia estructural propiciados por la logica del pen­ samiento al d fa y la competencia que impone la iden­ tificacion de 10 importante y 10 nuevo (la primicia infonnativa) para condenar a los periodistas, a esos jornaleros de 10 cotidiano, a ofrecer una representa­ cion del mundo en la que predominan absolutamente la instantaneidad y la discontinuidad. Por falta de tiempo y, sobre todo, de. interes e informacion (su la­ bor de documentacion se limita las mas de las veces a la lectura de los artfculos de prensa dedicados al mis­ mo terna), no pueden esforzarse para procurar que los acontecimientos (por ejemplo, un acto de violencia en una escuela) se vuelvan realmente inteligibles resi­ tuandolos en el sistema de relaciones en el que se in­ sertan (como la estructura familiar, a su vez vinculada al mercado de trabajo, a su vez vinculado a la polftica 133

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en materia de impuestos, etcetera). Sin duda, se ven estimulados, en este aspecto, par la propension de los politicos, y en particular de los responsables guberna­ mentales, a los que los periodistas estimulan a su vez, a hacer hincapie en sus decisiones y en su esfuerzo par darlas a conocer, en las empresas a carta plaza, can «efectos publicitarios», en detrimento de las acciones sin efectos inmediatamente visibles. Esta vision carente de sentido historico e incapaz de infundirlo, atomizada y atomizadora, alcanza su realizacion paradigmatica en la imagen que ofrecen del mundo los telediarios, sucesion de historias en apariencia absurdas que acaban pareciendose entre sf, desfile ininterrumpido de pueblos menesterosos, reta­ hila de acontecimientos que, surgidos sin explicacion, desapareceran sin que sepamos su solucion -ayer Bia­ fra, hoy el Zaire, manana el Congo-, y que, despojados de este modo de toda necesidad politica, solo pueden, en el mejor de los casas, suscitar un vago in teres hu­ manitario. Estas tragedias carentes de vinculos que se suceden sin perspectiva historica no se distinguen real mente de las catastrofes naturales, tornados, in­ cendios forestales, inundaciones, que tarnbien estan muy presentes en la «actualidad» porque son perio­ dfsticamente tradicionales, par no decir rituales, y, sa­ bre todo, faciles y poco costosos de cubrir. En cuanto a sus vfctimas, son tan poco idoneas para suscitar una solidaridad a una indignacion propiamente polfticas como los descarrilamientos ferroviarios y demas acci­ dentes. De este modo es, efectivamente, la logica del campo periodistico, sabre todo a traves de la forma 134

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particular que toma en ella competencia y de las ruti­ nas y los habitos de pensamiento que impone sin dis­ cusion, la que produce una representaci6n del mundo prefiada de una filosofia de la historia en tanto que su­ cesion absurda de desastres respecto a los 'cuales no se entiende nada y sabre los cuales nada cabe hacer. Este mundo lleno de guerras etnicas y de adios raciales , de violencia y de delincuencia, no es mas que un entorno de amenazas incomprensible y preocupante ante el cual 10 mejor que se puede hacer es retirarse y prote­ gerse. Y, cuando va unida a expresiones de desprecio etnocentrico a racista (como ocurre a menudo, parti­ cularmente en el caso de Africa a de los «barrios peri­ fericos»), la evocacion periodfstica del mundo no esta hecha para movilizar y politizar; al · contrario , solo puede contribuir a aumentar los temores xenofobos, del mismo modo que la ilusion de que la delincuencia y la violencia no paran de crecer propicia las ansieda­ des y las fobias de quienes temen par su seguridad. El sentimiento de que el mundo, tal como 10 presenta la television, resulta inaprensible para el cornun de los mortales se une a la impresion de que - un poco como en el deporte de alto nivel, que provoca una ruptura parecida entre quienes 10 practican y los espectadores­ el juego politico es un asunto de profesionales para impulsar, sabre todo entre la gente menos politizada, un desapego fatalista, favorable, evidentemente, al mantenimiento del orden establecido. Hay que tener, en efecto, una fe muy profunda en la capacidad de «r e­ sistencia» del pueblo (capacidad innegable, pero lirni­ tada) para suponer, como hace cierta «cri tica cultural» 135

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Hamada «posmoderna», que el cinismo de los produc­ tores de televisi6n, cada vez mas pr6ximos a los publi­ citarios en sus condiciones laborales, en sus objetivos (la consecuci6n de la audiencia maxima y, por 10 tanto, de ese «poquito mas » que permite «ven der mejor») y en su modo de pensar, pueda hallar su limite 0 su anti­ doto en el cinismo activo de los espectadores (ilustra­ do en particular por el zapp i ng ): considerar universales la aptitud para adoptar la actitud de emulaci6n critica y reflexiva que caracteriza a los juegos estrategicos del tipo «yo se que ttl sabes que yo se» y la capacidad de oponer una «Iectu ra » de tercer 0 cuarto grado a los mensajes «ir on icos y metatextuales » que engendra el cinismo manipulador de los productores de televisi6n y los publicitarios, significa, en efecto, caer en una de las formas mas perversas de la ilusi6n escolastica en su forma populista.

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FlACSo . Bibliofd

Prefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 1. EL PLAT6 Y SUS BASTIDORES. . . . . . . . . . . . . . . Una censura invisible . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ocultar mostrando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La circulacion circular de la informacion. . La urgencia y el «fast thinking». . . . . . . . . . Unos debates verdaderamente falsos

o falsamente verdaderos. . . . . . . . . . . . . . Contradicciones y tensiones 2. LA ESTRUCTURA INVISIBLE Y SUS EFECTOS . . . . Cuotas de mercado y competencia . . . . . . . Una fuerza de banalizacion . . . . . . . . . . . . . Unas luchas arbitradas por el Indice

de audiencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La influencia de la television La colaboracion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Derecho de entrada y deber de salida. . . . .

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