Boniface-fma-f Sauquet

  • October 2019
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LA VANGUARDIA 13

OPINIÓN

MARTES, 19 AGOSTO 2008

Pascal Boniface

Guerra en Georgia

L

a mayoría de comentarios de los medios de comunicación occidentales sobre el conflicto que opone Georgia a Rusia a propósito de Osetia del Sur dibujan un enfrentamiento desigual entre una gran potencia y un pequeño país democrático que merece una respuesta solidaria. Las cosas son seguramente un poco más complicadas, más allá de la valoración del carácter del régimen georgiano. Si bien es verdad que desde hace tres o cuatro años se asiste a un regreso con brío de Rusia a la escena internacional y Moscú emplea crecientemente un lenguaje de fuerza, es realmente Georgia la que tomó la iniciativa de desencadenar las hostilidades lanzando un ataque contra los separatistas osetios el mismo día de la apertura de los Juegos Olímpicos. El presidente Saakashvili ha cometido un grave error de análisis. Ciertamente se las ha arreglado para consolidar su poder interno galvanizando la unión nacional. Sin embargo, ¿esperaba que Moscú no reaccionara? ¿Confiaba en que en caso contrario contaría con un respaldo firme de sus aliados occidentales, con Estados Unidos a la cabeza? ¿Quería obligar a Washington a actuar a su pesar aprovechando los últimos meses de la presencia de George W. Bush en la Casa Blanca? No era menester ser un gran experto para saber que el Kremlin no se sentiría suficientemente impresionado por la tregua olímpica como para permitir que las fuerzas georgianas reconquistaran Osetia: habría sido una enorme confesión de debilidad que el nuevo presidente Medvedev no podía ni quería permitirse. Rusia había lanzado advertencias suficientemente numerosas como para disipar cualquier iluP. BONIFACE, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París

Los rusos no han desdeñado la oportunidad de mostrar que su declive estratégico de los años noventa ha acabado sión o espejismo. La correlación de fuerzas militares se inclina indiscutiblemente en favor de Moscú, sabiamente consciente de que en el peor de los casos los países occidentales respaldarán moralmente a Tiflis pero evitarán cuidadosamente involucrarse directamente en el plano militar, postura que les enfrentaría a Rusia. Lo más previsible, en consecuencia, es que el control directo de Rusia o bien por aliados interpuestos sobre Osetia o sobre

la otra región separatista georgiana Abjasia se reforzará especialmente. Cabe preguntarse si el gesto irreflexivo del presidente Saakashvili anuncia el final de las esperanzas de ver restablecida la soberanía georgiana en estos territorios. Los países occidentales alegarán indudablemente la necesidad de respetar la integridad territorial de Georgia. Pero, aparte de que no disponen de instrumento específico alguno para imponerla a Rusia, esta última cuidará de recordar en todo momento que tal principio no se juzgó sacrosanto en el caso de Serbia cuando la mayoría de ellos reconocieron la independencia de Kosovo. Georgia puede asimismo ir arrinconando su sueño de ser admitida en el seno de la OTAN. Desde luego, podrá afirmar que la amenaza rusa que invoca desde hace mucho tiempo para justificar el ingreso en la Alianza Atlántica ha resultado ser muy tangible. Sin embargo, mediante su iniciativa el presidente georgiano no ha incrementado indudaMESEGUER blemente los deseos de algunos países miembros de la Alianza de admitir en su seno a un país capaz de desencadenar un conflicto armado con Rusia. La guerra ha regresado aparatosamente a Europa. No obstante, y aunque lo peor no debe descartarse nunca, este conflicto debería poder solucionarse a través de una mediación internacional plausiblemente en términos mucho más próximos a los deseados por Moscú que por Tiflis. Los rusos no han desdeñado la oportunidad de mostrar a las claras que su declive estratégico de los años noventa (mientras asistían impotentes a las sucesivas ampliaciones de la OTAN y a la guerra de Kosovo) ha terminado. Ya no están a la defensiva en ese plano estratégico y rechazan los razonamientos morales que califican de geometría variable de los occidentales.c Traducción: José María Puig de la Bellacasa

Francesc Sauquet

La filosofía ¿no sirve para nada?

L

a nueva ley orgánica de educación, técnicamente LOE, tiene que aplicar una disminución de horas lectivas filosóficas a los estudiantes que llegan al primer curso de bachillerato. Exactamente, una reducción del 33% de una asignatura destinada al renunciable hecho de pensar bien. Esta medida demuestra lo que todos ya sabemos, que la filosofía no está de moda. Pese a que, en la antigüedad, había sido considerada una disciplina del todo irrenunciable, ahora parece ser que la enseñanza de la filosofía no sirve para nada. O para muy poca cosa, anecdótica, y por lo tanto hay gente que cree que no es necesario fomentarla. Pero, ¿no es preciso fomentarla porque no sirve para nada, o no sirve para nada porque no se fomenta? F. SAUQUET, jefe del seminario de Filosofía de la Escola de Batxillerats. Institució Cultural del CIC

En la antigua Grecia, paradójicamente, filosofía y política eran inseparables. Ningún filósofo de los de toga y alpargatas habría entendido cualquier acción política sin un trasfondo filosófico. Desde el otro punto de vista, el de los políticos, no se pensaba igual. El tirano Dionisio I de Siracusa y su hijo Dionisio II encarcelaron tres veces a Platón porque se dieron cuenta de que esto de la filosofía servía para muy poco. Por lo menos, no servía para nada en cuanto a sus propósitos. Visto así, es curioso que, hoy en día, un grueso muy importante de la población reconozca rápidamente el nombre de Platón y, en cambio, pocos estén familiarizados con estos eliminadores del ejercicio racional que serían los Dionisio de Siracusa. Resulta difícil de entender que haya gente que se tome tantas molestias en financiar cruzadas para destruir cosas que no sirven para nada. A Hipatia de Alejan-

dría la descuartizó el poderoso sacerdote Cirilo; a Giordano Bruno lo quemaron vivo en Roma tras la sentencia del cardenal Belarmino, a quien, he aquí, hicieron santo; Voltaire tuvo que exiliarse a Londres y a la Lorena para no ser arrestado; y, como decía, ¡cuántas cruzadas y combustiones librescas! Demócrito, Spinoza, Nietzsche, Marx, Sartre... Todos hombres y mujeres que lucharon por la “inservible” tarea de fomentar la racionalidad, la libertad y la felicidad humana. Hombres y mujeres que se dieron cuenta de que todo conocimiento y ciencia no podían tener sentido sin esta profunda reflexión sobre la existencia. Con las leyes orgánicas educativas que reducen las horas de este tipo de ejercicio, que, según dicen, no sirve para nada, no hay duda de que los tiranos de Siracusa deben de estar sonriendo de felicidad desde su tumba.c

Francesc-Marc Álvaro

Nuclear y chapuza

E

l Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha propuesto al Ministerio de Industria que aplique una sanción severa, que podría alcanzar los 22,5 millones de euros, a la central nuclear de Ascó por la fuga radiactiva de noviembre pasado, incidente que no se conoció públicamente hasta principios de abril. La noticia reabre, sin duda, el debate pendiente sobre el uso de la energía nuclear en España, en un momento en que varios países –Francia, Reino Unido, Finlandia, Ucrania, Rusia, Japón, EE.UU.– han decidido construir más centrales nucleares. Un total de ocho instalaciones nucleares operan en territorio español y en su conjunto aportan más del 20% de la energía eléctrica consumida. Específicamente en Catalunya, la energía generada por las centrales de Vandellòs y Ascó representa más del 50% del consumo anual eléctrico. La discusión puede plantearse en términos antiguos de “nuclear sí o no” o puede conducirse de forma más abierta, analizando cómo nuestra sociedad debe hacer frente a las crecientes demandas energéticas, equilibran-

El debate es más sobre la irresponsabilidad que sobre la bondad o maldad de la energía nuclear do eficiencia, seguridad y sostenibilidad. Hay que tener cuidado con ciertas contradicciones en este campo. El presidente Zapatero no parece dispuesto a apostar por la energía nuclear pero, en cambio, nuestros vecinos franceses lo están haciendo muy cerca de nuestros hogares y, además, no tendremos problema alguno a la hora de adquirir la electricidad que se produce al otro lado de la frontera. De momento, y a la luz de lo ocurrido en Ascó, no debemos equivocarnos. El debate necesario es más sobre los peligros de la chapuza y la irresponsabilidad empresarial que sobre las bondades o maldades de la energía nuclear. Veamos. El CSN señala que las cosas se hicieron rematadamente mal, empezando por los registros de vigilancia. Una vez descubierta la fuga, no hubo un control de contaminación externa del personal y, tras la detección de partículas calientes, el 14 de marzo, no se señalizaron ni delimitaron radiológicamente las zonas de libre acceso. La central, según el CSN, no actuó debidamente en cuanto a la notificación del incidente y en los protocolos informativos. Se llamen irregularidades, errores o descuidos, lo cierto es que esta suma de decisiones erróneas acaban conformando un cuadro típico chapucero que, para mayor gravedad, se trató de tapar descaradamente. Para alarma, sobre todo, de las poblaciones cercanas a la central, preocupadas con razón por lo sucedido. Del mismo modo que cuando se hunde un edificio por una mala práctica que desemboca en tragedia no discutimos acerca de las virtudes o defectos de tal o cual arquitectura, lo que ocurrió en Ascó no resta ni suma ventajas ni desventajas a la energía nuclear, pero obliga a pensar seriamente en la fiabilidad de los controles y garantías de que disponemos para hacer lo que hacemos.c

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