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REINVENTANDO LA EDUCACION

Uno de los grandes sistemas para la transformación social es sin duda la educación, pero una educación transparente, libre de intereses de diversos índoles (político, social, religioso, etc.) en la cual importe la gente, el futuro de la humanidad, de una humanidad doliente que ha pasado más de veinte siglos esperando que se rompan los esquemas, pues pareciera que aún no ha salido del cascarón, no ha aprendido a volar o no han querido que vuele. En algunas épocas fructíferas de la educación se tuvieron en cuenta esos criterios, de alguna manera disruptivos que tenían la finalidad de crear ese ideal de sociedad, en donde se integraban las grandes áreas del conocimiento, la brecha que en ese tiempo existía (no hay mucha diferencia en la actualidad), estaba dada porque solo algunos gozaban del acceso a ella y no se tenía en cuenta la diversidad que siempre ha existido pero que actualmente a raíz de la globalización, es uno de los grandes desafíos y que a su vez enriquecen al mundo con ese gran abanico de culturas; y en ellas inmersas, diferentes formas de aprendizaje, intereses, talentos y con necesidades educativas que demandan una atención urgente. Una educación que debería basarse como en el tiempo inmemorial de los griegos (pero no solo para los privilegiados), en el estudio de las grandes áreas del conocimiento (ciencias, humanidades y artes ), utilizando la mayéutica, la dialéctica y la pedagogía de la pregunta (Freire y Faundez), que tenga en cuenta los lenguajes universales como sucede en el arte en sus diferentes expresiones, en donde el color, las imágenes, las texturas, los sonidos e inclusos los sabores recobren su importancia, en pocas palabras una educación donde “El aprendizaje sea un fenómeno sensorial permanente, que supere los encierros” (Romero, J. Y romero P.) Esta educación ideal en donde la fragmentación de la ciencia (diferentes ramas del saber humano) sea cosa del pasado, y donde el profesor (guía, maestro, tutor) por siempre protagonista de esta importante labor, ya no lo sea tal, delegando su protagonismo al aprendiz, siendo ecléctico y concibiendo el conocimiento desde su paradigma universal, no disgregado; un docente que no responda lo que no se le ha preguntado, pero que sí enseñe a preguntarse sobre el trasfondo de todo, que repercuta en el conocimiento de su naturaleza (mundo interior) y de su entorno (mundo exterior) y que sea un buen entretenedor, no desde su concepto literal, sino que tenga en cuenta los sentidos que explican la razón y su significado, algo así como un entrenador que responda a la diversidad actual, enseñe a crear y combata el fastidio. Esta escuela del saber deberá romper con el paradigma que la encasilla en las paredes físicas, que limitan de alguna manera el aprendizaje, aprovechando los avances tecnológicos sin que ellos los alejen más, creando mundos apartes dentro de un solo espacio. Tics que si bien es cierto son un entorno de aprendizaje individual, transformen las aulas (habitación, parque, cualquier lugar potencialmente es un aula de aprendizaje) y en complemento, la escuela (física) podría ser el espacio justo para crear las “zona de desarrollo próximo” (Vygotsky, 1987) y no como sucede en el mundo real, “zonas de distanciamiento próximo”. La diversidad en la que nos encontramos inmersos el mundo cambiante, y el no saber qué hacer con tanto tiempo libre, hace que los chicos de hoy en día le cojan tedio, desgano, y carezcan de motivación para adquirir conocimiento, ni los incentivos externos pueden ayudar, es ahí donde

surgen las adicciones de diferentes tipos (comida, video-juego, drogas), pues, despilfarran el tiempo, pierden la voluntad y en contadas excepciones lo utilizan para crear y desarrollar sus dimensiones. La competividad contemporánea exige una gran autonomía y disciplina, asuntos que los estudiantes jóvenes de hoy desconocen por completo, es el reto de la educación que deberá acomodarse a estas solicitudes y le convendrá ser flexible, ya que de esa tirantez sin ellos proponérselo, casi de una manera natural, surge una desalentante predisposición a la rebelión, a una desenfocada protesta frente a esas condiciones, vanagloriándose incluso de su ignorancia. La “escuela” debe superar la confusión entre escolaridad y educación y descubrir, desarrollar y enaltecer los talentos individuales, y en coherencia a ese precepto, tendrá que tener más en cuenta su proceso, que su resultado; lamentablemente las pruebas externas hacen una presión tal que se cumple justamente todo lo contrario al objetivo cualitativo que debiera tener la educación. La homogeneización educativa no tiene en cuenta la diversidad, la cual conoce dónde y quien enseña pero que desconoce quienes, como y donde aprenden, algo difícil de lograr, pero es el reto que nos toca vivir diariamente a quienes asumimos la gran misión de enseñar (padres y educadores) y que tendremos que reinventar.