EDITORIAL
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DOMINGO 12 DE OCTUBRE DE 2008
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El Siglo de Torreón
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Enfoque LUIS RUBIO a nueva realidad económica de México y del mundo puede ser vista como una maldición o como una oportunidad. Si optamos, como tantas otras veces en nuestra historia reciente, por asumir que no hay nada que pueda ser diferente, vamos a continuar por el camino que las tendencias, y el pasado, nos han trazado. Si, por el contrario, vemos esta crisis como una oportunidad, quizá podamos cambiar la realidad y comenzar a construir una nueva etapa de nuestro desarrollo. Todo depende del enfoque que decidamos adoptar. Lo evidente es que el país está mal enfocado para lograr un desarrollo económico acelerado y sostenible. Aunque las cifras oficiales de crecimiento de la economía probablemente subestiman su verdadera dimensión (sobre todo por la economía informal), nadie puede dudar que el país carece de una estrategia de desarrollo. La estabilidad macroeconómica es indispensable para hacer posible el crecimiento, pero no es una condición suficiente. Esto se hace todavía más evidente cuando se observa las estrategias que otros países han adoptado para lograrlo. La primera pregunta que uno tendría que hacerse es qué diferencia hace una estrategia, sobre todo en el contexto de una economía dizque de mercado. La respuesta es evidente cuando uno plantea la pregunta de esa manera tan sesgada. Una estrategia implica tres cosas elementales: definir el objetivo que se persigue, entender el entorno interno y externo para situar nuestras fortalezas y debilidades en ese con-
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texto y diseñar un programa que permita lidiar con las debilidades, apalancar las fortalezas y establecer prioridades. Aunque elemental, ningún Gobierno ha hecho este ejercicio en el país. Y se nota. Cuando hablamos del crecimiento económico la discusión se centra en las variables macroeconómicas y la latitud que éstas permiten. No se discute la dinámica más amplia: la problemática social o institucional, las formas de romper los entuertos de la infraestructura o la necesidad de cambiar nuestra manera de hacer algunas cosas. Partimos de la premisa que lo único necesario es seguir el camino existente sin preguntarnos por qué. La ausencia de una estrategia acaba protegiendo lo existente: por ejemplo, nadie cuestiona los privilegios sindicales ni disputa los obstáculos que existen a la importación. Nadie se pregunta sobre la racionalidad de que los legisladores estén concentrados en una gran reforma institucional cuyo potencial de elevar la tasa de crecimiento es cero. Peor, cualquier persona que ose poner en duda la lógica de que la explotación de recursos naturales como el petróleo sea exclusiva del Gobierno o que la electricidad sólo la pueda distribuir una empresa pública es tachada de hereje. Nadie explica cómo es que toleramos los rezagos y desigualdades del sur del país. Si tuviéramos una estrategia de desarrollo perfectamente articulada y por todos conocida sería posible debatir los temas relevantes y decidir, como sociedad, si la forma en que hacemos determinada cosa es socialmente aceptable, así tenga un eleva-
Lo evidente es que el país está mal enfocado para lograr un desarrollo económico acelerado y sostenible. Aunque las cifras oficiales de crecimiento de la economía probablemente subestiman su verdadera dimensión (sobre todo por la economía informal), nadie puede dudar que el país carece de una estrategia de desarrollo. La estabilidad macroeconómica es indispensable para hacer posible el crecimiento, pero no es una condición suficiente. Esto se hace todavía más evidente cuando se observa las estrategias que otros países han adoptado para lograrlo. do costo en términos de crecimiento económico. Una estrategia así nos permitiría entender tanto los costos como los potenciales beneficios de cambiar determinada legislación o mantenerla tal y como está. Como todos, yo tengo ciertas preferencias sobre cómo creo que debieran explotarse y administrarse los recursos naturales, sobre la forma en que funcionarían mejor los mercados laborales, sobre la participación de la ciudadanía en las decisiones y sobre el tipo de impuestos que serían mejores para financiar los costos de los servicios públicos. Sin embargo, lo importante no es la forma en que a mí me gustaría que funcionaran las cosas sino que la ausencia de una estrategia de desarrollo no hace sino mantener el statu quo, proteger la vieja planta productiva e impedir que prospere la que nos puede dar las oportunidades y los empleos del futuro. El contraste con China en estos rubros es apabullante. Un querido amigo me hizo llegar un ejemplar de la ley de energía eléctrica de China así como el catálogo de legislaciones y regulaciones en materia de inver-
Absurdo detener e interrogar por violar el protocolo presidencial JESÚS CANTÚ l pasado viernes 3 de octubre dos jóvenes mexicanos contrariaron el desarrollo del discurso del presidente Felipe Calderón, durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de la Juventud 2007 en el Patio Central de Palacio Nacional, al gritarle “espurio” y “no hay libertad en este país” y, con ello, vulneraron el protocolo oficial; su osadía les valió 90 minutos de encierro e interrogatorio, así como, el temor de “que haya represalias a mediano o largo plazo”. Andrés Leonardo Gómez Emilsson, galardonado por ser sobresaliente en actividades académicas, particularmente en matemáticas, no soportó el discurso “hipócrita” sobre la libertad y la democracia y profirió el calificativo de espurio, para expresar su inconformidad con la gestión del actual mandatario, “era el colmo que hablara de valores democráticos cuando hizo fraude en 2006, y eso no es una opinión, es un análisis de datos”, explicó a la revista Proceso telefónicamente. Por su parte, Marco Virgilio Jiménez, invitado especial de las autoridades educativas a la ceremonia de premiación, tras haber presentado un trabajo para el Concurso Nacional de Ensayo Político Juvenil, secundó a Gómez Emilsson, unos minutos después, cuestionando la existencia de libertades en este país. Los jóvenes violaron el protocolo oficial, cometieron un acto de descortesía y, probablemente, hasta cometieron el agravio de “perturbar la ceremonia solemne”, como les informaron en el Juzgado Cívico 33, al espetar sus creencias en medio del discurso oficial, pero la reacción del Estado Mayor Presidencial, de sacarlos de la ceremonia de premiación, incomunicarlos e interrogarlos durante, al menos, 90 minutos parece muy desproporcionada. De acuerdo a las crónicas periodísticas y al video del evento, era evidente que la intención de los jóvenes era simplemente expresar su opinión y, obviamente, “llamar la atención”, como reconoció Gómez Emilsson, pero nunca pretendieron interrumpir el acto o agredir a alguien. Es decir, su presencia en el evento no representaba ningún peligro para nadie, no obstaculizaba el desarrollo del evento y menos significaba un riesgo para la seguridad
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Los jóvenes violaron el protocolo oficial, cometieron un acto de descortesía y, probablemente, hasta cometieron el agravio de “perturbar la ceremonia solemne”, como les informaron en el Juzgado Cívico 33, al espetar sus creencias en medio del discurso oficial, pero la reacción del Estado Mayor Presidencial, de sacarlos de la ceremonia de premiación, incomunicarlos e interrogarlos durante, al menos, 90 minutos parece muy desproporcionada. del presidente. Por otra parte, el anuncio de Gómez Emilsson de que donaría el efectivo que recibió como premio a organizaciones sin fines de lucro, igualmente fortalece la idea de que simplemente aprovechó el foro para trasmitir su indignación y lo enaltece, pues no se beneficia económicamente mientras protestaba políticamente; es una muestra de congruencia. Precisamente por ello resulta exagerado haber sacado en vilo a Jiménez, cuando Calderón todavía pronunciaba su discurso, y haber impedido que Andrés Leonardo se tomara la foto oficial del evento, con el presidente y el resto de las autoridades presentes. El premiado ya había manifestado su descontento con el presidente en dos ocasiones, cuando le negó el saludo al inicio del evento y al momento de recibir su galardón, hubiese sido interesante saber qué hacía al momento de la fotografía oficial y de la despedida. Calderón perdió una oportunidad inmejorable de mostrar su vocación democrática. Haber intervenido para evitar las acciones del EMP y haber permitido (si se quiere con una discreta y cuidadosa vigilancia, aunque creo que no hacía falta) que el premiado participara en todas las actividades, como el resto, hubiese sido una muestra de tolerancia y respeto a la libertad de disentir y expresión. La Presidencia debió haber mostrado su magnanimidad en el momento del acto y no al de “no formular cargos contra
los jóvenes”, pues difícilmente hubiese algún cargo –más allá de una falta administrativa, como la de “disturbio de ceremonia solemne”, que cuando mucho implicaría un arresto de no más de 72 horas y/o una multa—. Aunque, de acuerdo con las versiones de los jóvenes, no fueron agredidos ni torturados, sí permanecieron incomunicados durante 90 minutos, sometidos a interrogatorios y sesiones de fotografías. Y con ello sembraron el temor en los jóvenes y sus familias. La actuación del EMP y el presidente muestran plásticamente la idea que las autoridades tienen de su investidura; su concepción de que no pueden ser increpados o cuestionados por un ciudadano común, que piensa distinto a ellos o cree que llegó al poder a través de un fraude electoral. En un país democrático la disidencia tiene la libertad de expresarse sin restricciones ni temores; las expresiones de los jóvenes pretendían simplemente manifestar su inconformidad con el discurso oficial o evidenciar la contradicción entre la versión presidencial y la realidad. Un demócrata hubiese continuado impasible su mensaje y, posteriormente, con todo comedimiento hubiese intentado conocer las razones de los jóvenes, pues finalmente son jóvenes a los que el mismo Gobierno reconoce por ser sobresalientes y sus expresiones son producto de un acto informado y razonado, como lo muestra el que Gómez Emilsson manifieste a Proceso que su convicción de que Calderón llegó por un fraude electoral es producto de “un análisis estadístico que él realizó con la información del Programa de Resultados Electorales Preliminares”. Las expresiones pueden haberse manifestado en un momento, un lugar y una forma inapropiados, pero son el resultado de un proceso ciudadano de construcción de opinión pública y son compartidos por un buen número de mexicanos y mexicanas. La disuasión tiene que lograrse por la vía de la razón, no del temor; pero ello implica un cambio radical en la cultura política de las autoridades, que tienen que asimilar que en una democracia la ciudadanía tiene el derecho de exigirles cuentas y expresar sus inconformidades y con ello en lugar de vulnerar y debilitar su investidura, la fortalecen y enaltecen.
sión extranjera. Los textos tienen varias características sugerentes: establecen objetivos precisos y mesurables, definen las reglas del juego en todos los sectores de la economía y están enfocadas a la promoción de la inversión en cada sector económico. Leídos en conjunto, los dos textos denotan una claridad meridiana sobre lo que se persigue: dónde invertir, en qué sectores, bajo qué reglas, quién dirime disputas, cómo se establecen las tarifas (en este caso en materia de energía) y qué tipo de asociaciones están permitidas y cuáles prohibidas. Todo es explícito, todo es claro y nada está diseñado para entorpecer, obstaculizar o conferirle facultades arbitrarias a la autoridad. Para muestra un botón: el primer artículo de la ley de electricidad dice: “Esta ley es aprobada para garantizar y promover el desarrollo de la industria eléctrica… y para garantizar los intereses y derechos de quienes ahí inviertan”. En otras palabras, estos textos son producto de un Gobierno que definió su estrategia de desarrollo con una perspectiva de futuro. De los tex-
tos uno puede inferir que el Gobierno sabe qué quiere y que tiene capacidad para controlar los peores instintos y prácticas burocráticas o partidistas. Lo más impresionante es que concibe a los recursos naturales, la inversión, la infraestructura y la relación económica con el resto del mundo, tomado todo en conjunto, como medios para lograr (o sostener) elevadas tasas de crecimiento. En contraste, todo en nuestro Gobierno, burocracia, partidos, sindicatos y el viejo establishment empresarial está enfocado a proteger lo existente, a “no moverle” y a facilitar la corrupción. Con esto no estoy sugiriendo que todo esto ocurre necesariamente de manera voluntaria; más bien, que nadie se atreve o puede desafiar las verdades oficiales, los mitos revolucionarios o los intereses que se benefician del statu quo. Es evidente que en China hay o hubo tantos intereses duros y arraigados como existen en México, todos ellos dedicados a preservar el orden establecido. La gran diferencia es que ahí el Gobierno articuló una coalición que le permitió diseñar su estrategia de desarrollo y, con ésta en mano, enfrentárseles. Hoy en día en China no hay obstáculo suficientemente grande: todo lo que contribuya al crecimiento económico es bienvenido. México no es China ni las circunstancias son iguales, pero las diferencias se pueden llevar al extremo con el único objetivo de asegurar que todo siga igual. Preguntemos e insistamos: ¿por qué no tenemos una estrategia de desarrollo? www.cidac.org
RELATOS DE ANDAR Y VER ERNESTO RAMOS COBO
El Americano l albergue es un viejo bodegón de piedra. Un macizo rompe-vientos. Una incrustación de hombre a 4,200 metros de altura, en la ladera norte del Pico de Orizaba. Habíamos llegado hasta allí no sé por qué destino. Éramos seis. Llevábamos allí desde el mediodía. Esperando durante la tarde solitaria. Viendo pasar la lluvia cada quien por su cuenta. Oyendo estremecerse el techo de lámina del albergue. En quieto esperar. El tipo de lluvia que desde el ventanal entristece. En donde veíamos pasar la tarde. Allí nada pasaba –o más bien, nada pasó. Porque de pronto comenzaron a escucharse sus pasos, algunas voces inconexas, el rechinido de la puerta. Era el Americano. Cuando lo vi entrar al refugio, esa primera vez, tuve la impresión de que se trataba de un profesor esquivo; de alguien difuso que venía de lejos. Entró como si tuviera prisa y saludó apenas con un ademán de ojos. En silencio desamarró sus agujetas, sentado. En silencio preparó su cena. Y enfundado al saco de dormir sucumbió al sueño, también en silencio sin hablar con nadie. Ignoro quién más lo vio. El grupo pareció ignorarlo y continuó cenando. No recuerdo bien. Pero yo, durante los días siguientes — y en especial el día que subimos la montaña— lo continué observando. Le llamé el “Americano”. Decir que el Americano era obstinado sería sólo paliativo, eufemismo para la palabra necio. Mas no se trata de insultar. Digamos que parecía profesor, que entre letras dijo venir de California, que tenía hijos ya adolescentes, y que quería subir la montaña para sacarse la espina. “El hielo azul me lo impidió hace años”. Ahora venía de nuevo con todas las fuerzas. Eso era todo. No había más que decir. Todos permanecimos en la montaña tres noches. Una larga aclimatación y tiempo de sobra para ver el techo. En esos días volví a hablar con el Americano en varias ocasiones. Recargados en la puerta del albergue. Sentados sobre una piedra. Caminando ladera abajo por leña. Me dijo que la montaña era su amante. Que llevaba 15 años haciendo montañas solitario una vez por año. Me dijo que no recordaba la ruta. Y que si hay hielo azul en el laberinto, también habría en el glaciar. Me dijo que su esposa no disfruta, no vive… “she is not alive”. Tenía una barba rala, crecida, canosa, por los bordes. Unos ojos diminutos. Yo no uso guías. Nunca he usado guías. Incluso en las ciudades, usar un mapa, es como regalarle a otro la tarde para que guíe tus pasos. Hablaba, y después permanecía pensativo en largos silencios. Es justo por eso que se negó cuando el Oso, nuestro guía, le preguntó si se uniría al grupo. “Está peligroso el laberinto” –le dijo— hay gente que se ha perdido. Pero el Americano le dijo
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Decir que el Americano era obstinado sería sólo paliativo, eufemismo para la palabra necio. Mas no se trata de insultar. Digamos que parecía profesor, que entre letras dijo venir de California, que tenía hijos ya adolescentes, y que quería subir la montaña para sacarse la espina. “El hielo azul me lo impidió hace años”. Ahora venía de nuevo con todas las fuerzas. Eso era todo. No había más que decir. que no, que gracias. Y no dijo más nada. Cenó en silencio. Se acostó temprano. Estaba listo para en la madrugada siguiente atacar la cumbre. Nuestro grupo salió del albergue y caminó entre el frío de la madrugada. Habíamos caminado no más de 500 metros, cuando vi detrás de nosotros la luz del Americano, en la oscuridad, su pequeña linterna adherida al casco. Oso también lo había visto. Un pequeño punto de luz en la oscuridad de la nada. Pequeña luz brincoteando detrás de nosotros. Solamente lo suficiente detrás de nosotros. Solamente lo suficiente. Nos alcanzó al pie del laberinto. Nos habíamos detenido por agua, a calzarnos los crampones, a conversar la noche y sus presagios. Y lo vimos llegar lentamente, detenerse a nuestro lado, sacar su botella, obstinado. Oso le preguntó si lo estaba guiando. El Americano dijo que no. Oso le dijo retírate entonces, no sigas nuestras luces. El Americano no dijo nada. Mas después, arriba del laberinto, entre la soga y el piolet, alcancé de nuevo a distinguir sus luces. Oso también lo veía. Comenzó a amanecer apenas a la mitad del glaciar. Llevábamos caminando seis horas. El Americano caminaba solitario en la blanca inmensidad. Lo alcancé a ver sentado en una roca. Lo alcancé a ver incluso mordiendo un trozo de hielo. Ignorándonos. Era sólo él, su caminar, la montaña, el silencioso caminar por la montaña. Lo vi por última vez arriba en la cumbre. Llegó respirando hondo, y algo gritó. Después se lanzó raudo glaciar abajo, hasta perderse detrás de una roca camino al laberinto. Nosotros bajamos después, lentamente, encordados. Y por la tarde, cuando llegamos al albergue, el Americano ya había levantado su lugar. Alguien me dijo que lo había visto marcharse caminando. Con la misma ropa. Lo habían visto perderse entre el bosque hacía ya un par de horas. http://ciudadalfabetos.blogspot.com