Apuntes Sobre Descartes

  • December 2019
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Apuntes sobre Descartes Por Simón Rabanal Celada (Para entender algunas cosas que digo compara las ideas con actores y sería deseable que te gustara Robert de Niro, pues se tiene mucha relación con la idea estrella de Descartes , "pienso, luego existo”. Imagina que tenemos que decidir qué actores son buenos y cuáles malos para representar la mejor obra que tenemos que representar. A los unos y los escogemos por el grado de veracidad con que representan su papel. El casting va a ser muy duro, pero hemos de ser listos y coger un método válido para evitar las incertidumbres, indecisiones y equívocos). 0. Esta afirmación podría haber sido dicha por Descartes. “Cuanto más me alejo de mí mismo, más inseguro me siento. Es por eso que mi vida no cuenta con más apoyo que el de mi voluntad. Si algún día encuentro la verdad, cosa que dudo, no me abandonaré a ella, intentaré darle vida y asegurarme de que no me desorientan ni Dios ni el mundo. Los llevaré conmigo donde vaya mi verdad. ” Si realmente dijo esto, o lo creyó en algún momento,lo que a continuación vas a leer sería su confirmación. 1. Este autor ha pasado por la historia como un amante de las matemáticas y un filósofo comprometido con el valor de la verdad. Con ambas características pretendía elaborar una especie de Enciclopedia del saber bajo el punto de vista científico. No en vano, su última obra, Tratado de las pasiones, está construida desde la más concienzuda y metódica elaboración científica. Y esta actitud lo acompañó toda su vida, aunque tardó en tener claras las razones por las cuales es posible un estudio de esta envergadura. Para empezar echó mano de la lógica .En ella hay dos valores: la verdad y la falsedad, una proposición (oración gramaticalmente correcta en la que se afirma o se niega algo) puede ser o verdadera o falsa, pero no ambas cosas a la vez. Pues bien, el mayor interés cartesiano es separar la verdad del error, guiar el pensamiento por los caminos de la verdad, encontrar una lógica en la que el aquél se sienta a gusto y no vacile. Y para ello, la intuición lógica. El rigor, la exactitud y el orden de las deducciones son los móviles que lo llevan a venerar el método matemático por encima de cualquier otro, pues cree que el camino a la verdad se hace más fácil. Con estas dos premisas elabora una filosofía que será, sin duda, nueva, por tanto, moderna.

2. Sobre todas, destaca una diferencia respecto a la filosofía precedente. Todos los filósofos tienen el mismo interés: llegar a la verdad; en la filosofía moderna, de la que Descartes es su iniciador, la verdad no está en la relación que une la idea o proposición con la realidad, sino en la proposición misma, en la lógica. Cuando un filósofo medieval piensa la verdad, afirma que la idea se corresponde con la realidad; cuando lo piensa Descartes, no acude a significar esa correspondencia, sino que la verdad está en la proposición. Es una verdad que está en la mente, pero no en la realidad. La verdad es el calificativo que tienen esas oraciones que por su sola forma no son falsas. Por ejemplo: todas las madres son hembras, todos los hombres son mortales, ... Este tipo de proposiciones son verdaderas, es tan evidente su verdad que con sólo pensarlas un poco nos damos cuenta que no nos podemos equivocar. Su característica es que no tienes que analizar otros componentes más que los que están implicados en la proposición para saber si son verdaderas. Son verdades mentales, que sin comprobación, sabes que son verdad. Verdades intuidas de modo evidente, diríamos, con evidencia interna, no externa. Dada esta modalidad de verdad, no es de extrañar que el principio normativo que decida el valor de una proposición sea el de no contradicción. 3. El primer objetivo de su filosofía es encontrar ese tipo de proposiciones y hacer una retahíla de ellas para serle fiel en la vida. Pero no todas las proposiciones son así. Hay, según Descartes, más errores que verdades. Por eso, la filosofía será una forma de evaluar la verdad de las proposiciones para evitar el engaño y el error. Buscando el método descubre la verdad tras la que andaba y, al tener la verdad, tiene el método. Círculo, pero no vicioso, sino matemático. ¿Cuál es el principio? Después de estudiar tanto, de perseguir la verdad, de evitar que su razón se acostumbrara al error, rompe con estudios, tradiciones, libros, colegios, institutos,..., y se centra en él mismo con el fin de encontrar en su interior el método del que hablamos. Así pues, no contento con el tipo de vida filosófica que llevaba, buscó la verdad en sí mismo (como San Agustín) y no en el mundo. Esta es una propiedad de la filosofía moderna: el objeto de estudio filosófico es el propio sujeto, nada fuera de él. Todo lo que no sea humano hay que aplicarlo a algo humano para que tenga sentido lógico. Por tanto, en uno mismo se encuentran las proposiciones evidentes. El hombre representa la realidad por ideas, con esas representaciones vive en el mundo y el mundo se convierte en su representación, en su obra de teatro.

4. ¿Qué tiene el hombre dentro de sí que puede convertirse en objeto de la filosofía? ¿Qué personajes busca Descartes? Estos son: ideas, sentimientos, deseos, sensaciones,..., un plural, variado y vistoso mundo interior o espiritual. Esos son los personajes que viven en el mundo interior del hombre. ¿Qué pasa con el mundo de fuera? Se deja a un lado. ¿Cómo se puede uno olvidar del mundo en el que vive? Procesando únicamente las propias representaciones, analizando las sensaciones, elaborando los sentimientos que ese mundo despierta en nosotros, pero sin tocarlo. Es como si el mundo fuese visto a través del espíritu del hombre. Pero con una condición, el mundo de fuera, que en teoría suministra toda la información que poseemos, no es un buen surtidor de información según Descartes, por eso, los sentidos, a través de los que llega esa información, no son tampoco fiables. Por tanto, se impone no hacer caso del mundo y tampoco de la información sensible que se refiere a ese mundo. De lo que nos podemos fiar y que no es fuente de confusión es de nuestro mundo interior, ése no está tan corrompido porque ha pasado por el filtro de nuestra razón, la cual actúa como juez. No todo personaje real que está en la mente del hombre es válido. Por eso, la razón tiene el papel de juzgar si entre ellos hay algunos que puedan representar con más autenticidad el papel que otros en el gran teatro del mundo. 5. Resumen. Estamos en la filosofía moderna, un tipo diferente de los anteriores porque el objeto de estudio no es la polis, Dios, las cosas de fuera del hombre, sino el propio hombre, su mundo, el cual será el modelo sobre el que compararlo todo. Para que ese modelo funcione, hace falta un método a través del cual pueda juzgar si las ideas que tiene dentro o que establece por sí mismo del exterior son verdaderas. Ese método va a ser matemático y lógico, se va a adentrar en la verdad de las proposiciones, no en la verdad que se puede establecer entre las proposiciones y la realidad exterior. Y la norma será: cuando una proposición sea evidente, del tipo pienso, luego existo o todas las madres son hembras, la utilizaré como un principio o ley para seguir buscando más verdades. Método y mundo interior, del yo o sujeto humano. Yo y mundo. (Faltará un protagonista, Dios, del que hay bastante que decir porque es una palabra que

muchísimas veces funciona como sujeto en muchas proposiciones y la mayor parte son falsas o no son creíbles) No parece si no que Descartes está más inseguro lejos de sí, sobre todo, al pensar a Dios y el mundo, y es por ello que intenta circunscribirlos bajo los dominios del sujeto. Y esto lo que va a desarrollar. Vamos a ir paso a paso siguiendo un esquema fácil. 6. El punto de partida. Es él mismo, su persona, su yo. Pero, ¿cómo hablar de uno mismo sin bajar a temas personales, sin que se convierta en una especie de confesión? En el texto que tienes que comentar no aparecen las poderosas razones que le llevaron a Descartes a iniciar desde el principio, desde los fundamentos del saber, toda la filosofía. No fue otra cosa que el error. Y ahí enumera una serie de ejemplos tomados de su vida de estudiante, de su vida viajera, ..., en los que se aprecia cómo la verdad no existe, lo que hoy es verdad, mañana no lo es, lo que un tiempo constituyó una ley sólida, hoy no lo es. Y, sobre todo, ninguna de las ciencias es capaz de llegar a resultados satisfactorios en ese tema. El resultado de esa experiencia vital es la necesidad de cambiar la orientación y el sentido de la filosofía y en vez de seguir debatiendo los típicos problemas de la fe, de la creencia en este mundo, del alma, de la existencia de Dios. Es necesario y urgente revisar el conjunto de conocimientos personales para ver si es posible que ahí haya una serie de principios básicos, fundamentales para el conocimiento y contribuir a engrandecer la ciencia, que ahora se encuentra en una situación decadente. Aunque lo verdaderamente importante es demostrarse a uno mismo que hay sobradas razones para ser fiel a lo que queremos ser. Descartes quiere hacer algo que no esté en contradicción (algo es contradictorio cuando niega y afirma algo al mismo tiempo) con lo que sabe. Pero antes de nada, necesita saber lo que sabe. Y lo que sabe es mucho, pero lo que sabe verdaderamente que no le acarree contradicción es muy poco, tan poco que cree que se reduce a proposiciones evidentes. Sólo así tomará las decisiones acertadas. El precio de la contingencia a favor de la necesidad lógica y vital bajo la forma de lo evidente. 7. ¿Qué es lo evidente? Aquello que ni ofrece dudas, ni contradicciones. Según esta regla, poco es lo evidente. Descartes empieza a analizar el contenido de sus conocimientos según esa regla de la evidencia y asegura que ha llegado a un punto en su vida en que todo es dudoso. Esa regla de la evidencia, no admitir como verdad algo dudoso, elimina

de nuestro interior aquellas supuestas verdades que aceptábamos viniendo de fuera. Es la regla que enmudece la realidad. Un ejemplo. ¿”La idea del suicidio” es verdadera? No sabríamos contestar. El suicidio es una idea que depende del sujeto, que la pone en práctica el sujeto y al ponerla en práctica, la demuestra verdadera. (aunque eso implique que el propio sujeto desaparezca). No sería una idea catalogada como evidente porque no se puede juzgar su verdad al margen del sujeto. ¿”Llueve hoy” sería una idea? ¿Evidente? La verdad de esa idea depende de algo fuera del sujeto, de si la realidad y el sujeto coinciden, pero si analizas la idea no encuentras su verdad, tienes que mirar el día. Y la frase ¿”todos los hombres son mortales”? Esa sí es evidente porque no tienes que mirar fuera del sujeto de la oración y el propio sujeto que la enuncia no tiene importancia, la podría enunciar otro u otros y sería igualmente verdadera. ¿Y la frase, “pienso, luego existo”? Sería evidente por lo mismo. Mientras yo pienso, es evidente (obvio, lógico, de cajón, expresiones sinónimas) que existo. Y si digo, ¿río, luego existo? También. Y si digo,¿ “sueño, luego existo”? Parece que también. ¿Qué concluimos? que cualquier actividad relacionada con el pensamiento, cualquiera que se refiera a alguna actividad interior, espiritual, es evidente, por tanto, verdadera. De la idea anterior, ¿podemos estar seguros de no equivocarnos? Seguros. Pero Descartes quiere someter a una prueba esas ideas que anteriormente hemos dado por evidentes. 8. Prueba de la evidencia (el paso de la duda) Supongamos que estoy por la calle y me asalta una duda. La frase "pienso, luego existo" (era la favorita de Descartes) se puede demostrar por los sentidos, o sea, puedo verla como veo un cartel con un anuncio de maquillaje. No. Su evidencia no es como la que ofrece la vista. Si no es esa su verdad, nunca podré sentirme engañado por los sentidos mientras piense frases como la del pienso. En cambio, si digo ese cartel de ahí anuncia una marca de maquillaje de ojos. Siempre podré dudar de si es verdad lo que veo, de si es realmente maquillaje y no otra cosa, y de si realmente es maquillaje de ojos y no de pómulos. En una palabra, la oración del “cogito” es verdadera sin que intervengan los sentidos, por tanto, puedo estar tranquilo que los sentidos en ese tipo de oraciones o ideas no me van a engañar. Lo mismo pasa con la oración “todas las madres son hembras”, como no es una idea que se pueda ver con los ojos, que se pueda oír, que se pueda sentir de alguna manera, no me puedo engañar, porque los sentidos, que para Descartes nos meten en dudas y contradicciones cuando menos lo esperas, no intervienen en la verdad de estas ideas.

Otro ejemplo. Supongamos que alguien me dice que las verdades estrella, como la de los hombre y la mortalidad, las madres y el pienso luego existo, son falsas o no evidentes porque las he soñado, no las he pensado. Pero Descartes contesta a esa duda diciendo, aunque sueñe, es evidente que existo. Aunque sueñe con las madres y las hembras, es evidente lo mismo en sueños que despierto que todas las madres son hembras. Aunque sueñe, siempre será evidente que los ángulos de un triángulo equilátero suman ciento ochenta grados, o que en la circunferencia todos los puntos equidistan lo mismo del centro. . Por tanto, esa dificultad está subsanada. Supongamos, en tercer lugar, que las verdades estrella, entre las que hemos incluido la de las matemáticas, son falsas porque nos las ha revelado un genio maligno que quiere conducirnos al error, a la duda, a la contradicción. Aunque existiese un supergenio o superdemonio engañador, nada tengo que temer puesto que las verdades estrella son tan firmes que nadie me las puede tirar abajo. ¿Quién me lo asegura? Mi propio pensamiento que al creer verse envuelto en un error, no puede dejar de pensar que es evidente que aunque se equivoque, existe, aunque yerre, existe. Concluimos. Descartes ha llegado a demostrar que la regla de la evidencia (no admitir algo como verdadero si es dudoso o te puede llevar a contradicción) es una regla que le ha permitido evadirse de las dudas que le asaltaban, dudas tan importantes que no creía podía sortear. Esa verdad estrella del pensamiento y la existencia, la ha utilizado genialmente para deshacerse de las dudas. Descartes es un hombre nuevo. Aunque la vida no te ofrezca conocimientos seguros, está inmunizado contra el error pues ha encontrado una vacuna eficaz: la primera verdad evidente, clara y distinta, pienso, luego existo. Una íntima convicción de naturaleza no lógica lo inunda. El pensamiento de la fidelidad a sí parece se abre ante sí, únicamente ante sí. No obstante, sigue su búsqueda de la verdad, pues con una idea verdadera no se vive, el mundo es más rico que lo que se piensa. Sigue buscando reglas. Encuentra otras tres que son también muy útiles. Regla del análisis, de la síntesis, de la enumeración-revisión. Son en total cuatro reglas, pero la más importante para salir de dudas es la de la evidencia. Regla del análisis. Como hay muchas problemas filosóficos difíciles de resolver es importante dividir los problemas en sus aspectos esenciales. Como hacemos a la hora de explicar un texto y comentarlo. Lo primero es dividirlo en sus partes más importantes, explicar los problemas contenidos en cada parte y ofrecer una solución. Analizar es sinónimo de dividir. 9.

Regla de la síntesis. Recomponer los elementos, como si compusiéramos las piezas de un puzle hasta formarlo como un todo. Regla de la enumeración y la revisión. Una vez recorrido el proceso hacer un recuento de los pasos, verlos ordenados y, sobre todo, comprobar el análisis y revisar o comprobar la síntesis. El conjunto de las cuatro reglas, evidencia, análisis, síntesis, enumeración y revisión, forman los elementos del método, el cual le hace ir sobre seguro en el conocimiento. Si recuerdas el estudio de la lógica te darás cuenta que el método se parece al seguido en el estudio de las deducciones. Lo primero es partir de ciertos principios evidentes por sí mismos, los cuales se toman como reglas válidas. Lo segundo es descomponer las deducciones según el grado de dificultad para ver su estructura interna. Lo tercero es establecer las consecuencias que se deducen lógicamente de los pasos anteriores. Por último, ver si se han recorrido todos los pasos y se ha completado la deducción. Este método lo utilizaban los matemáticos y les había dado excelentes resultados en lo referente a la verdad y el error. Descartes ve que es posible depositar la confianza en él. 10. DIOS Este es otro de los temas básicos sobre los que reflexiona el autor. ¿Por qué este tema? La fe es un elemento escondido, pero presente en toda la parte cuarta del Discurso. Pero no es el tipo de creencia al que estamos acostumbrados cuando hablamos de Dios. Descartes pretende utilizar el nombre de Dios y todo lo que esa palabra encierra para justificar, demostrar, incluso documentar, que su manera de pensar y su filosofía hasta el momento establecida es verdadera, aún más, cierta y segura. Y lo hace a modo de ensayo lógico: como si intentase abarcar con el discurso lo que está más allá de la física, la metafísica, un lugar externo a todo nacimiento porque lo abarca. Dios va a ser la idea que se desdoble como evidencia del yo y como prueba de que la evidencia no es subjetiva, sino que se corresponde con la realidad, o sea, que la evidencia lo es de algo y que ese algo existe. (Sería propio en este punto recordar cómo sin Sancho, el Quijote no tendría otra evidencia que la de su propia visión y, sin Sancho, nadie podría alojarlo en el mundo de los molinos. Descartes no quiere tener el tipo de evidencias quijotescas, pero tampoco lo acompaña ningún fiel escudero, sólo Dios, y con la idea de Ser Sumamente Perfecto o Dios, basta para acreditarlo como hombre de ideas firmes)

La oración "pienso, luego existo" es evidentes para él y para todo el mundo y, además, es real, lo que significa que existe todo lo que en las proposiciones evidentes se afirma. (Este punto es famoso por representar el paso de la esencia de algo a la existencia con sólo nombrar lo que es y por ser eso mismo tan discutible. Otra forma de decirlo sería la de la justificación de la necesidad en el mundo de las posibilidades o la contingencia). Para garantizarnos la realidad Descartes afirma que la idea de Dios es tan evidente como la del pensamiento, es, por tanto, innata. Ciertamente cuando mentamos el yo, Dios y luego el mundo hablamos de sustancias y de su connatural atributo, que está naturalmente unido al anterior: pensamiento, perfección y extensión. Estas atribuciones son lógicamente verdaderas, pero con ser evidente no adelanta mucho, necesita demostrar que esos predicados distan del sujeto lo que dista la certeza de la evidencia. Para disminuir esa distancia prueba que Dios existe ; y lo hace a partir de dos pruebas. En esto es algo parecido a las pruebas de la existencia de Dios de Santo Tomás, lo que ocurre que en Descartes son pruebas que no se basan al principio en casos y cosas reales, sino que parte de la definición de Dios y prueba que esa le corresponde a Dios. La primera prueba se resume así: 1º definición de Dios: el Ser Sumamente Perfecto. 2º, si es así tiene que tener todas las perfecciones, incluida la existencia; 3º si no existiera no sería sumamente perfecto, 4º por tanto, existe. Aquí parte de la esencia para llegar a la existencia de Dios. La segunda prueba se nos invita a pensar en quién ha puesto la idea de un Ser Sumamente Perfecto en la mente de las personas. Caben las siguientes posibilidades: que la haya puesto yo, pero yo soy imperfecto y me habría dado todas las perfecciones de las que tengo idea, pero no es el caso. Me la han podido dar otros, pero ocurre otro tanto. Puede que esa idea haya provenido de la nada, pero de la nada, nada procede. Por tanto, si ha venido de alguien ha sido del propio Dios, por tanto, Dios existe. (En esta se hace el recorrido en sentido inverso a la prueba anterior: de la existencia a la esencia) Como puedes ver no son pruebas que prueben gran cosa, pero le ayudan a definir y asegurar la verdad de su filosofía, la del “ pienso, luego existo”, ya que como existe Dios que no lo puede engañar, resulta que todas las ideas que piense como evidentes son reales, porque Dios se las garantiza y no es un invento personal. Ahora puede decir que más allá de sí mismo existe una realidad que es independiente de mí y de mi pensamiento. Esa realidad no ha sido conceptualizada solamente, ha sido encontrada en la realidad. El problema de la relación entre el pensamiento y la realidad cae del lado del primero, el cual se asegura lo que dice por medio de la evidencia y luego de un Ser Supremo que es completamente veraz. La seguridad del propio pensador será completa cuando “regrese” de nuevo al mundo.

11. El mundo Este tema viene en último lugar porque Descartes era del que más desconfiaba. No quiere decir que dude de que vivimos en el mundo, de lo que duda es de si nos podemos fiar de la información que de él viene por los sentidos o por la imaginación o la memoria. Le parece que lo menos engañoso del mundo sería lograr una definición que valiese para siempre, que no cambiase. ¿Qué es el mundo? Una cosa. Pero una cosa es también el ordenador y no es el mundo. Una idea, pero qué idea. Descartes afirma que lo que caracteriza al mundo, su definición más justa es que es extenso. La materia es extensa, incluido el propio cuerpo. Ya tenemos las tres sustancias. Una para asegurar o definir ese mundo metafísico que se va divisando con la certeza de una ciencia formal. Pero las sustancias finitas son, además, distintas. Reconoce que esa distinción (por ende, evidencia) se sostiene metafísicamente, pero no a nivel de los hechos, lo cual lo sitúa en la tesitura de hacer que interactúen ambas sustancias, localizando al efecto la glándula pineal como asiento del alma. La prueba de que existe el mundo a partir del atributo de extensión sólo contiene un argumento: la sola convicción moral de estar seguros de que Dios no nos engaña, que con seguridad esas sensaciones que tengo realmente proceden de los cuerpos, lo que prueba que la realidad extensa más allá de la evidencia de la idea es real. La res extensa o materia es sujeto de caracteres necesarios u objetivos o contingentes y subjetivos. Los primarios serán todos aquellos que son cuantificables y de los que no cabe dudar; los secundarios son subjetivos porque los sentidos obedecen a cada individuo pero no tanto a la verdad. El cuerpo es extenso. Cuando hablamos de que el hombre es un sujeto, estamos utilizando, aunque no expresamente, la palabra sustancia, que equivale a sujeto particular. De Dios no decimos que es un sujeto particular, sino general, universal, omnipotente, infinito. Y del cuerpo hablamos como si de un mecanismo se tratara, como una máquina, cuyo funcionamiento sigue unas leyes físicas y que es independiente de las leyes que rigen nuestro yo o alma. Dios pone en funcionamiento ese mecanismo, pero luego se mantiene en marcha autónomamente. 12. Conclusión Descartes representa una nueva forma de filosofar más centrado en el mundo interior del individuo, en el mundo de las ideas y no en el de las cosas. Este es absorbido

por el anterior en la medida en que se hace razonable, evidente y distinto, en la medida en que se deja entender racionalmente. Pero no está seguro de poder conocer si antes de nada le cabe alguna duda sobre la realidad. Por eso encara las dudas sin dudar de su acción y encuentra un conjunto de verdades en cualquier mundo y bajo todas las circunstancias posibles. Siguiendo con el ejemplo del teatro. Hay personajes-ideas que no representan bien su papel porque vienen contaminadas por el mundo exterior. Otras que lo hacen a medias, pero hay otras, que son pocas, cuya actuación es tan clara, su poder de convicción tan profundo y su sentido tan universal que son las mejores. Parece que esas han nacido así para actuar. O sea, llevan el poder de representación de modo innato. Esas ideas evidentes, las ideas estrella, no han sido enseñadas por nadie, al revés, han nacido así. No hemos aprendido en clase que mientras pienso existo. Lo sabemos desde siempre.(“Pienso, luego existo” sería como Robert de Niro: ha nacido así, lleva en su interior la fuerza representativa que no da ninguna escuela de interpretación). Pero no todos los actores (no todas las ideas) son como el citado. Hay que buscarlos, porque hay mucha confusión. De ahí la necesidad de tener un método para el casting. La experiencia no es ningún grado de conocimiento, más bien dificulta el camino. Cuando se encuentra en posesión del método muestra que la proposición "pienso, luego existo" es tan evidente, que es indudable. Esa idea es la vara de medir al resto. Si una idea viene a la mente, hemos de juzgarla según ésa. Si no es igual de evidente que ella, se rechaza. (Así haríamos con los actores: si no pasan la “prueba de Niro”, se les manda marchar). Al paso descubre otras ideas evidentes y con las que no cabe la duda. Pero parece que al decir que las ideas son del todo evidentes está cayendo en un error muy común, creer que lo que juzga uno como evidente, existe realmente. Puede que una idea sea evidente para mí, pero no para otro. Puede que un actor sea bueno para uno pero no para otro. Para evitar que le acusen de subjetivista y de no saber juzgar correctamente, recurre a Dios, cuya idea o esencia es la perfección. Como tengo la evidencia de la idea de Dios, si existe, entonces no me puedo equivocar en mi decisión. Debe existir un supremo juez que decida sobre la verdad de la representación. Al demostrar que, teniendo la idea evidente de lo infinitamente perfecto, existía eso que es infinitamente perfecto, o sea, Dios, demostró que aquello que la mente concibe como evidente, existe y no es una invención personal. Las ideas evidentes existen, son reales, inequívocas, precisas y de las que no cabe dudar. No existe ningún riesgo en juzgar algo como verdadero. Es imposible la equivocación. 13.

El peso de la filosofía de Descartes arraiga en la duda, una duda que le hace ser infiel a sí mismo. De ahí la perentoria necesidad de la evidencia y, no menos perentoria, la de Dios. La certeza metafísica es la garantía de que nada cae fuera de la posibilidad de llevar a la práctica el discurso de la ciencia. Y de hecho en su parte final entiende que el propio cuerpo debe ser el correlato material del alma. El siguiente paso es la moral. Pero ésta no puede edificarse porque la voluntad no ha conseguido ser distinguida y nombrada por la certeza científica. Ella constituye su motivo de fidelidad. ¿Consiguió, no obstante, poner los cimientos del ideal moderno de la filosofíaciencia? Ni siquiera consiguió fundamentar el ideal de la razón sin aventurarse más allá de los propios límites: era muy difícil conjugar en esos momentos el ideal deductivo y la contingencia de la realidad. Frente a esta solícita presencia eleva el dominio de las ideas innatas, que se solapan bajo los atributos a la sustancia formando la unidad con la que se caracteriza aquélla. El resultado es el abismo entre la existencia de Dios y la escasa firmeza moral en sus convicciones. ¿Qué garantiza por tanto Dios? Queda planteada una vía de acceso por entre los contornos de la necesidad y la contingencia, pero el discurrir está sólo iniciado a medias. No obstante, realizó con brillantez argumentativa labores de asepsia mental, aunque de espaldas al mundo. No tenía otro remedio si quería acabar con la falsedad y fortalecer la voluntad. (En toda esta clausura metódica no dejo de recordar el escenario tan delimitado de la Franja de Gaza. Esta no consentida limitación física, ese estado de confinamiento obligatorio agrava el solipsismo y desestabiliza la fuerza de la voluntad). 14. Finalmente: estudia la lógica..., pero se da cuenta de que la verdad a veces no resiste la duda, la timidez; muy frecuentemente el hombre vive de sus disculpas, que acaban por reafirmarlo en una quejumbrosa indecisión y su vida entonces trascurre entre los vaivenes del vacío y el dominio de la razón, el cálculo y la exactitud. Pero este columpiarse es acostumbrar el ánimo a la falta de solvencia en cuanto a la verdad, y, por ende, falta de certidumbre moral; separa el cuerpo del alma. Ambos se estudian por diferentes métodos y ambos seguirán separados por la propia naturaleza de la filosofía. Afirmó sin cortarse que cuando el pensamiento piensa, él está seguro de que no ha muerto, ni está soñando, sino que mientras piensa, existe. ¿Y no habrá posibilidad de saber si este camino se va a bloquear con el uso, o por el contrario ,se va a extender entre las personas para que pueda hacerse con un sitio mejor del que tenían en el ámbito de la verdad? Y eso no es todo;

desconfiaba en grado máximo, incluso de las verdades matemáticas y de Dios. Después de las pruebas, de definirlo, el hueso más difícil de roer es el de Dios. No sé si se puede justificar la fe y las obras sin estar a lo que se está. Como si dijéramos con plena conciencia. Como no se sabe, entonces Dios es la justificación perfecta para soportar un mundo que cada vez se ilusiona con la verdad sin darse cuenta de que no lo es casi nunca. ¡Qué terrible responsabilidad pesa sobre Dios¡ En lo del dualismo introdujo la interacción, lo cual sirvió para atemperar los resultados, pero aDioslo dejó así. Como todos los grandes filósofos influyó en otros, caso de Hume, Kant,...y su manera de entender la vida sintonizaba con la de otros racionalistas que, entre otras cosas, veían el futuro más esperanzador de lo que lo vemos ahora... Quizás por eso se llama Modernidad, que sería sinónimo de novedad. Y qué mejor regla para estrenarla que a asegurar sus pensamientos por orden evidente, simple y que no se confundieran con otras ideas. Marcó una forma de pensar, no sólo en lo referente a su denostado Mecanicismo, sino un estilo de pensamiento que presume de seguridad, ingrediente del progreso. ¿Qué tenía que hacer la filosofía sino intentar acompasar cuando menos su paso al de la ciencia? La filosofía merecía más la pena que ahora, pero no cualquier filosofía y la de Descartes era una candidata ideal, porque representaba lo mejor de la corriente llamada Racionalismo. En esto también nos sigue influyendo, pero menos que en la sugerente revisión de lo que sería la voluntad de espaldas a la razón. Texto para comentar. Lectura, interpretación y comentario de un texto de la cuarta meditación del Discurso del Método (Nota: la idea de comparar el cogito cartesiano con el actor Robertde Niro fue una idea descrita en clase, por tanto, fuera de ese ámbito no tiene tanto sentido.)

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