Andando el tiempo con el tiempo a cuestas
Andando el tiempo con el tiempo a cuestas: la poesía de Ángel Antonio Moreno la poesía de Ángel Antonio Moreno
T&F Editores Colección Arique Santiago de Chile, 2008
Andando el tiempo con el tiempo a cuestas
© Ángel Antonio Moreno
[email protected] © T&F Editores S.R.L. Santiago de Chile, RUT 76017051-8 Email:
[email protected] Diseño: Grupo Arique Portada: Silla con pájaro, de Ángel Antonio Moreno Interior y contraportada: De la serie Homenaje a Lam, de Ángel Antonio Moreno Esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-No comercial 3.0 Estados Unidos de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/license/by-nc/3.0/us/o envíe una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite300, San Francisco, California 94105, U.S.A.
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Para cada ocasión en que apareces Cuando tú sueñes y en tu lado izquierdo se avive el corazón como una hoguera, conmigo soñarás de tal manera porque yo estoy contigo en tu recuerdo. Y tú conmigo estás siempre en la prisa, aglutinando los espacios idos de un recuerdo hacia el otro. Preferidos son estos versos que –soplos de brisa– te acarician el cuerpo de doncella eterna en la memoria que alimento para cada ocasión en que apareces: encantamiento de la noche aquella, misterioso fulgor en el momento de amar amando no sé cuántas veces.
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Del pasado al presente hacia el futuro Habremos de encontrarnos cuando llueva sobre tu almohada y te humedezca el pelo y el sueño no concilies. Tanto anhelo tendrá que suceder en luna nueva. Habremos de encontrarnos, yo lo juro, porque la tierra gira sobre su eje; porque todo camino se entreteje del pasado al presente hacia el futuro. Habremos de encontrarnos como si la despedida aquella no ocurriera en el espacio inmenso de un segundo. Y cuando así suceda un colibrí libará de tu almohada cual si fuera la miel que endulza la ilusión del mundo.
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De atrapar la palabra en un retrato (Francisco Corce) De atrapar la palabra en un retrato un cazador de sueños por soñar se hizo a la mar del tiempo. Recalar a orillas de esos sueños fue tan grato que despertó despierto en el conato de mil olas tratando de ganar la inmensa playa para desovar en cada caracol. Tardó buen rato recuperando fuerzas hasta que volando en su metáfora se fue urdido del reloj –amigo ingrato–; pero cantando con tantas tonadas que siete notas se van en desbandadas… y atrapó la palabra en su retrato.
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Pues de cada fantasma pende un muerto Los fantasmas se asustan cuando notan que otros fantasmas violan la frontera de nadie en la invisible e ignota espera del micromundo fantasmal; y trotan de susto en susto en la desesperanza cuando la noche se les va acabando; y puede ser que se vayan volando hacia otra latitud en la tardanza circunstancial de las apariciones tan recargadas de alucinaciones y espíritus adversos. Y es tan cierto que se asustan y van en desbandada hacia la antishistoria que es la nada… pues de cada fantasma pende un muerto.
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Cazador de sueños Cazando sueños por la noche quiso moldear un sueño nuevo y reluciente; pero soñaba con tanta y tanta gente que organizando sueños se deshizo de la imaginación con la que hizo tantas historias, tantas, en su mente de soñador constante e inclemente; místico, raudo, tonto, advenedizo… que se soñó a sí mismo cuando no era válido un auto sueño en su quimera. Pero porfiado al fin, no se detuvo al borde del camino en el que anduvo. Y es que soñaba con un desespero que lo perdió en un sueño traicionero.
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Justo en el tiempo justo No te olvido, mujer, por que tocaste las fibras más sensibles donde anidan pedazos de una historia que fue nuestra. Tantos momentos no se esfuman nunca. No es posible pensar que no te piense mientras los años llegan y prosiguen de agigantados pasos por delante de tí y de mí. La distancia y el tiempo nos han jugado una mala pasada y los caminos son dos y distintos, por lo que es presumible que no entronquen nunca jamás (en esta vida, al menos). Pero de todas formas nos amamos justo en el tiempo justo y fue bastante.
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Que no se asuste nadie... Que no se asuste nadie cuando escuche que este mundo se acaba (en una fecha reciente por demás). Que no hagan eco de esa vieja noticia que nos llega desde que el mundo es mundo. Que no intenten convencernos que en el postrero día sólo seremos salvo (ya me incluyo) unos pocos, los menos; casi nadie… Toda novela tiene su argumento; presentación y nudo y desenlace. Sólo es poder llegar a donde el punto final cierra ese libro. Para entonces sacaremos las cuentas pertinentes: ¡El mundo ha de acabar para quien muera!
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Tratando de lograr otra salida Quiso volar por sobre el mundo un día y se inventó un inmenso papalote que lo arrastró entre nubes, trote a trote, tratando de alcanzar la lejanía más cercana al misterio; y su porfía fue tanta que al final dando un rebote cayó de nalgas en pequeño islote navegando en el mar de la agonía. Quiso cambiar la Vía Láctea por un saco roto lleno de stupor; y fue apostando en tan insulso invento que en poco tiempo malgastó la vida tratando de lograr otra salida… pero fue derrotado en cada intento.
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Perdió la llave y se perdió con ella Perdió la llave y se perdió con ella. No estaba roto su llavero cuando la locura de ayer lo fue alejando de toda cercanía. La querella fue contra todo y contra nada. Y fue maldita suerte de entrecejos idos regresando después como alaridos de ignota f auna surreal… ¿por qué perdió la llave? –se preguntan todos inmersos en los cielos y en los lodos pavimentados de necias tristezas–. ¿Ignota fauna surreal? –pregunto de tramo en tramo y de punto en punto –. ¡Las manzanas no pueden ser cerezas!
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El olvido es olvido El olvido es olvido cuando el tiempo va borrando la imagen, las palabras, los lugares que ayer fueron tan nuestros y quedaron atr ás como la espuma de un mar que tuvo oleajes. El olvido es imponerse sobre las secuencias fílmicas de la vida … (son historias que no hacen ruido y menos nos convocan a reavivar en la memoria un tanto de aquello que se fue); porque el olvido es mucho m ás que esa palabra; y es preciso borrador que pone en fuga y echa a vol ar hasta desintegrarse cualquier recuerdo que merezca olvido.
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Andando el tiempo y con el tiempo a cuestas Andando el tiempo y con el tiempo a cuestas reconozco promesas que eran simples fanfarrias juveniles, pues no vale jurar amor eternamente y cuando casi el amor se inicia. Desde entonces fui patentando amor a cada paso hasta perderme o reencontrarme donde cualquier marino echa furtivas anclas. Y andando el tiempo fui trazando rutas (imaginarias rutas tan reales como los sueños que al final despiertan en sus puntos climáticos). No obstante no todo fue ficción en mis novelas … ¡el tiempo a cuestas va curando excesos!
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Una mujer me espera en la ventana Una mujer me espera en la ventana trasmutada del tiempo, en donde a veces ve pasar sus recuerdos tantas veces desde la noche y hasta la mañana. Esta mujer espera en la profunda meditación del Yoga. Y sueña. Y ve que el futuro ha pasado, que se fue esperando por quien en la rotunda vereda que es la vida se ha perdido –al menos para ella– en la pintura al óleo que ahora cuelga en el olvido. Pobre mujer del lienzo. En su premura el tiempo se ha esfumado en el silbido de anónima canción sin partitura.
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Yo no te dije entonces que te amaba Yo no te dije entonces que te amaba pues en ese momento no sabía si te amaba de veras. Fue una tarde como otras tardes fueron tantas veces; y sin embargo hubo un momento único justo cuando al mirarnos comprendimos que un sutíl mecanismo delataba sendos misterios de una y otra parte. Ah, pero los amores que andan sueltos quedan tras de nosotros desde el mismo segundo que trocamos los caminos en nada coincidentes. Ahora el tiempo nos hece recordar simples recuerdos… o no tan simples como tan lejanos.
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No que el espacio ande por medio diré (Dulce María Loynaz) No dire que el espacio ande por medio porque el espacio es universo y siempre nos acomoda en el lugar exacto que debemos estar; pero es que ha veces cambiamos de lugar como quien cambia un objeto por otro; y cuando erramos en ese movimiento de ajedrez tanto nos cuesta, que pagar, incluso, se nos convierte en franca pesadilla capaz de amilanarnos. Pero errar siempre será de sabios. Luego entonces no hay que casarse con un solo punto donde afirmar los pies. ¡Valgan los cambios en hora buena y pese a tantos riesgos!
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Desde el fondo de ti y arrodillado (Pablo Neruda) Siempre te veo llegar, pura y desnuda, en cada sueño mío en el que sueño pasajes del amor. Y así me empeño encitar unos v ersos de Neruda. Siempre te veo llegar, desnuda y pura, casi volando en mis recuerdos cuando la luna llena de hoy me está mirando con ojos del asombro y de premura (como los tuyos son). Siempre te veo cuando a Neruda vuelvo en regresiones que me acercan a tí (valga esa magia retenida entre el tiempo y el deseo de aquel amor que fue); palpitaciones de un corazón vibrando en su nostalgia.
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Rosa tú, melancólica (Nicolás Guillén) Rosa tú, melancólica mujer que en el pasaje del recuerdo vierte el tiempo que se fue y que revierte en flores un adiós de hasta más ver. Rosa tú, melancólica muchacha transgrediendo el umbral de la memoria; personaje central en esta historia de amor desenhebrado en una racha de tiempo en la distancia. Rosa tú, melancólica musa en estos versos que son más que recuerdos inconexos. ¿Por qué los Dioses del ayer labraron los dos caminos que nos separaron? Melancólicamente, Rosa tú.
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OTROS POEMAS
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La bruja Fidelísima escoba que no le falta nunca en la leyenda. Es posible volar si en ancas se le monta; pero la bruja observa que está muy denso el aire y no saldrá del patio: echa el palo a la hoguera, el millo lo hace incienso, se desviste y asoma su intacta pubertad. Desnuda va la bruja por las calles. Nadie le dice bruja.
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Réquiem por el escultor Jesús Gallardo ¿Acaso serás ese fantasma que en la Cueva del Indio hace escuchar su eco? ¿Son tus pasos los pasos que aseguran sentir en el callejoncito de La Catedral? ¿Estarás en la niebla que cubre la ciudad como una sábana? ¿Navegas en los ríos San Juan y Yumurí como un Neptuno más? ¿Son tus ojos los cocuyos que iluminan la abandonada Ermita de Monserrate? ¿Volverás para esculpir tu casa en una roca, o simplemente para tomarnos un té de ¿antaño en El Parnaso? …Tanto amaste a Matanzas que la ciudad te debe su recuerdo.
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Réquiem por el poeta Eliecer Lazo A duras penas te alcanzó el camino, pero Quijote al fin lo desandaste y con la adarga al brazo conquistaste… Quijotear, quijotear fue tu destino. Apenas duras te sobró camino, y como era tan corto te apuraste. ¿De un largo trago acaso te embriagaste? (Matanzas fue tu M ancha). Tu destino a medias se quedó. ¡Pobre esta vida que nos exige tamaña despedida cuando una vida breve queda trrunca. Pero por donde estés sé que andas cierto, que sigues vivo, que tú no estás muerto… porque un poeta no se muere nunca.
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De tal manera y en consecuencia uno no sale a dar abrazos ni pega gritos ni le canta al cielo Benedetti
Si en consecuencia uno no sale a dar abrazos es por que los abrazos se dan de tal manera que el influjo es tan cierto, como que al conocernos se abrieran esas puertas , esas precisas puertas que dan paso al enigma en donde una y otra persona han de en contrarse. Después vendrá un lugar minúsculo, perdido. Será el mejor paisaje del mundo ante nosotros. Y crecerán los árboles casi hasta el infinito a preguntar por Dios . ¿El t iempo no es acaso un fragmento del tiempo que nos corresponde? Ni pego gritos ni le canto al cielo.
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De cuando Charlot visitó la ciudad de Matanzas, Cuba… Cálido y menudo fantasma apareció Charlot desde otra galaxia. Viajó de incógnito en el tren eléctrico como cuando lo hizo por los mares de China. Lo primero fue preguntar a un guarda-agujas cuántos travesaños sostienen los rieles desde la terminal de Hersey hasta exactamente frente a El Abra. Desconfiado determinó contarlos, pero en algún recodo del río Yumurí pudo percibir cierto olor a muchacha recién tomada… y ahí perdió la cuenta. Su torpe bastón desbrozaba el camino hasta perderse y encontrarse en su levita de pobre diablo por el mundo, agitado a la brisa como paloma temerosa; y los zapatos de vagabundo intentándolo todo contra el equilibrio. Un nocturno pescador de jaibas lo observó un instante, el necesario instante para percatarse de que estaba en presencia del dueño de la risa en el celuloide. ¿De cuántos menguantes son las nostalgias en Matanzas? ¿Las alegrías de cuántas lunas llenas? Y se abrazaron tan diferentes como iguales, tan sombrero de hongo como gorrita de fanático al béisbol. ¿Cómo se llega a la estatua del poeta José Jacinto Milanés? …Por este largo y estrecho puentecillo, hacia la parte más vieja de la ciudad lo encontrará en su parque. Y Charlot le golpeó suavemente el pecho con la empuñadura del bastón y se hizo sombra. El jaibero recogió las trampas y retrocedió tan presuroso como sus lentas
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piernas se lo permitieron para contarle a su mujer lo mágico que es soñar con los ojos tremendamente abiertos. ¡Pesquería mejor yo no he hecho nunca! Pocos, pero muy pocos noctámbulos nos percatamos del ángel multifacético hasta que un trovador lo sorprendió por la calle Manzano empujando con su bastón una pelota triste. ¿Podría regalarle mi canción…? Y se untaron de polvo los fondillos a esa hora en que Matanzas es mujer dormida. Charlot, absorto, parpadeaba, sacaba la lengua; y con los pies estirados seguía el ritmo de la guitarra uniendo y desuniendo las punteras de sus grandes zapatos rotos… Ya, frente a la estatua del poeta José Jacinto Milanés, fingiendo espanto echó a correr, dio un traspiés… y en la verja de la catedral quedó crucificado mientras que una risa franca congratulaba tan inusitado homenaje. ¿Qué hace una muchacha sola con la madrugada? …Y la invitó a vagar, a que le demostrara de cuántas ilusiones está la ciudad hecha. Desde la Ermita de Monserrate el paisaje es todo hechizo. El Yumurí y el San Juan son marido y mujer. Cada puente no es más que una zancada. El valle es alfombra para cuentos de hadas. La bahía es un abrazo grande…¡Si me faltara la imaginación soy hombre muerto! Agotados llegaron donde el Canímar se entrega manso al mar olvidándose de las aguas que hasta ese límite le pertenecieron… ¿Si aquí mismo tomáramos té quién podría dudar que es con salitre? Pero la muchacha esquivaba las alusiones a la despedida. Simplemente se negó a decirle adiós, casi al amanecer, cuando Charlot, a cortas y muy
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rápidas zancadas tomaba impulso sobre los arrecifes y levantaba vuelo hacia los cuatro puntos cardinales.
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Sobre el autor Ángel Antonio Moreno (Cárdenas, Cuba, 1947) es poeta, crítico, editor y artista plástico cubano. Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana, sus textos han aparecido en publicaciones periódicas de su país natal y en México, Venezuela y los Estados Unidos de América. Antologado en varias ocasiones, es autor de: Reconociendo el gesto y la costumbre (Poesía, Ediciones Matanzas), Agua de paso (Poesía, Ediciones Palo Monte, Los Angeles, 1999) y La otra cama, la del sueño (Antología de cuentos cubanos, Editorial Los Teques, Venezuela). En colaboración con la poetisa norteamericana Margaret Randall publicó Sueños y realidades del guajiricantor (Prosa testimonial, Editorial Siglo XXI, México, 1989). Su obra pictórica ha sido expuesta en Cuba, Alemania, Austria, México, España y en los Estados Unidos (California y La Florida). Radicado en los Estados Unidos (1999), vive actualmente en la ciudad de Miami. Su vínculo con el surrealismo se manifiesta en su declarada admiración por el pintor cubano Wifredo Lam, (la imagen que se reproduce es de la serie Homenaje a Lam) cuyas obras recrea muy libremente sin que su estilo se resienta en lo absoluto. Durante años fue director de la Revista Matanzas y es editor y fundador de la revista artesanal de poesía Arique desde julio del 2000.
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Índice Para cada ocasión en que apareces Del pasado al presente hacia el futuro De atrapar la palabra en un retrato Pues de cada fantasma pende un muerto Cazador de sueños Justo en el tiempo justo Que no se asuste nadie… Tratando de lograr otra salida Perdió la llave y se perdió con ella El olvido es olvido Andando el tiempo y con el tiempo a cuestas Una mujer me espera en la ventana Yo no te dije entonces que te amaba No que el espacio ande por medio diré Desde el fondo de ti y arrodillado Rosa tú, melancólica
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