Amor Sin Fronteras

  • Uploaded by: Dario Gallo
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  • June 2020
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ESCRIBE DARÍO GALLO * ➜

AMOR GLOBALIZADO D ónde conoció a

su pareja? ¿Usted está dentro del 90 por ciento que la descubrió en su círculo laboral o dentro del circuito de amigos? Bueno, eso se termina. Sus hijos se enamorarán vía chat (digámoslo así, a futuro, para aminorar el impacto). Y buena parte de sus amistades, más temprano que tarde, nacerán en la red. Parece exagerado, pero si nunca habló con desconocidos por medio de una computadora, tiene todo el derecho a dudar. Quedarán excluidos, eso sí, aquellos que entrado el siglo XXI ni siquiera puedan acceder al teléfono, pero ésa es otra historia. Mientras se multiplican los barrios cerrados, los cajeros bancarios se vuelven automáticos y el contacto personal se reduce a unos pocos colegas de oficina, Internet permite conocer gente para todos los gustos. Y, qué curioso, en el mundo de la entronización de la imagen (cirugías estéticas y fitness), los “chateros” se deslumbran por ideas y gestos vestidos de palabras que titilan en la pantalla. Más tarde querrán conocerse las voces y, si no cambiaron fotos, se citarán a ciegas. Muchas historias terminan en el altar o en variantes menos formales. Más curioso aún: la mayoría reconoce que si se hubieran cruzado en la “vida real”, y no por el chat, jamás hubiesen reparado el uno en el otro. Es que se conocieron por el fondo, antes que por las formas. Por ahora, esta cultura despierta más enemigos que adeptos. Muchos intelectuales la desprecian. Es natural, no tienen bibliografía donde abrevar. Ni Freud ni Durkheim, ni siquiera Herbert Marcuse pudieron preverlo. Es cierto que en el chat uno puede camuflarse, mentir y cambiar de sexo. Pero es aburridísimo. Por lo general, se suele concurrir al mismo salón, con la misma identidad, como si fuese el café del barrio... Aunque un barrio, mi amor, sin fronteras.

LOS CIBERCAFÉS: un refugio que se extinguirá cuando Internet alcance masividad.

personas están en condiciones de chatear y los que lo hacen insumen, en promedio, cuatro horas diarias. La comunidad on line tiene claras reglas de galante urbanidad: después de chatear un par de veces llega el intercambio de direcciones de correo electrónico, y los más lanzados se presentan con una fotografía. (No hay nada más rechazado por las chicas como aquel que a los dos minutos pregunta: ¿tenés una foto tuya a mano?). Generalmente, el primer e-mail lo enCOMPROMISO. Pasaron del diálogo virtual al amor. Mariel Rovella y Maximiliano Oddone (der.), la primera pareja argentina que se casó por Internet. Federico Crespi y Lucía Cardini, un amor entre Washington y Buenos Aires.

* PERIODISTA DE NOTICIAS

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FOTOS: RODRIGO NESPOLO

Y

ARCHIVO PERFIL.

vía el varón y es importante respetar el estricto orden de los mensajes. Tres o cuatro no respondidos autorizan al enamorado desairado a terminar la relación. “Entablar vínculos desde la comodidad de tu computadora y sin el compromiso que implica poner el cuerpo, es una tentación demasiado grande”, explica Celeste Cugnata (22), quien se inició por casualidad hace un mes. Todos los días aprovecha la hora del almuerzo para chatear “sólo con hombres, si son brasileños, mejor” desde su oficina. Aunque postergó el argumento con fundamento étnico en pos de su primera cita. “Me muero por conocer a ‘Ferchu’ -argentinopero siento que él nunca va a llegar -se sincera ‘Bahianita’, sentada en un cibercafé la misma tarde del encuentro-. No le dije toda la verdad y supongo que él también mintió.” El entusiasmo del debut no alcanzó para que Celeste se animara a mandarle una foto. Para el momento en que la entrevista terminó, su desalentador pronóstico se había cumplido. Él no fue. Según parece, la histeria virtual se hace real. Una vez que un flirt fracasó, los cibernautas se evitan en los “rooms” de pantalla como lo harían en la calle. Ni se dirigen el mail. EL ALTAR Y DESPUÉS. Jump y Maxi -alias digitales de Mariel Rovella (32) y Maximiliano Oddone (31)- entraron en la historia como la primera pareja argentina que se casó vía Internet en abril de 1997. Trasmitieron la ceremonia religiosa on-line a todo el mundo y constituyeron un atrio virtual para recibir regalos, escritos o dibujados. Contaban entonces que “durante los primeros tres meses mantuvimos nuestra relación en secreto”. Sólo cuando estuvieron seguros de que era algo fuerte lo co-

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