Amazing Grace Amazing Grace (How sweet the sound) That sav'd a wretch like me! I once was lost, but now am found, Was blind, but now I see. 'Twas grace that taught my heart to fear, And grace my fears reliev'd; How precious did that grace appear, The hour I first believ'd! Thro' many dangers, toils and snare, I have already come; 'Tis grace has brought me safe thus far, And grace will lead me home. The Lord has promised good to me. His word my hope secures; He will my shield and portion be, As long as life endures. Yes, when this flesh and heart shall fail, And mortal life shall cease; I shall profess, within the vail, A life of joy and peace. The earth shall soon dissolve like snow, The sun forbear to shine; But God, who call'd me here below, Will be for ever mine.
Gracia Sublime Gracia Sublime, cuan dulce el sonido ¡Que salvó a un desgraciado como yo! Estuve perdido, pero ahora me encontré, Estaba ciego, pero ahora puedo ver. Fue la gracia que le enseñó a mi corazón a temer, y la gracia mis miedos alivió; Que precioso fue esa gracia al aparecer, ¡El momento en que creí por primera vez! A través de muchos peligros, esfuerzos y enredos, que ya superé; Esta gracia me ha traído seguridad hasta ahora, Y esta gracia me dirigirá a casa. El Señor me ha prometido bienestar, Su voz mi esperanza asegura; Él será mi escudo y parte mía, Mientras mi vida dure.
Sí, cuando esta carne y corazón fallen, Y la vida mortal termine; Poseeré, dentro del velo, Una vida de júbilo y paz. La tierra se disolverá pronto como nieve, El sol no brillará; Pero Dios, quien me llamó aquí debajo, Será por siempre mío. John Newton, Olney Hymns (London: W. Oliver, 1779)
LA HISTORIA DETRÁS DE LA CANCIÓN. ORIGEN El otro día dejé un video que me emocionó mucho por la forma en que estaba cantado, y las palabras que lo acompañaban. El tema en cuestión es Amazing Grace o, como se lo conoce en español, Sublime Gracia. No tiene mucho sentido ya que Amazing es “asombroso/a”, y el nombre traducido tendría que ser Gracia Sublime. En fin, dejando los tecnicismos, les cuento que el origen de la letra de esta canción, convertida luego en un popular himno cristiano luego -en especial en la cultura gospel estadounidense-, data de un capitán de navío de la época colonial. Más precisamente del capitán del Greyhound, un barco dedicado al comercio entre África, Estados Unidos e Inglaterra; pero no al comercio tradicional precisamente. El barco y su tripulación eran nada más y nada menos que comerciantes de esclavos. Africanos, obviamente. El capitán de ese navío, un tal John Newton, pasó años en ese comercio de esclavos, viendo como miles de sus bienes -tal como los llamaban- perdían la vida a bordo o en puerto, tanto en la espera para ser embarcados como durante su estadía en el nuevo mundo a la espera de ser vendidos al mejor postor. No fue sino hasta llegada su madurez y vejez que Newton recapacitó sobre lo que hacía -y continuaba haciendo- y cambió el rumbo, pero esta vez del barco de su vida. Dedicó los años finales de su vida a la religión cristiana, teniendo a cargo una congregación en Inglaterra, algo extraño siendo que debía una persona que ocupase tal cargo tener alguna clase de estudios en teología. También, al dar cuenta de los grotescos errores de sus vida, se convirtió en un férreo defensor de la abolición de la esclavitud en Gran Bretaña llegando a colaborar con uno de los primeros abolicionistas de aquel entonces, entre los que podemos destacar a William Wilberforce, persona con la cual Netwon tenía una relación de amistad de larga data. A aquellos interesados en el tema de la esclavitud -y algo en el origen de la canciónrecomiendo Amazing Grace (película homónima, 2006), para los que deseen tener una visión más extensa sobre el tema. Realmente muy buen film, para no perdérselo. Sumamente inspirador.
Volviendo al tema, Newton sólo escribió la letra de la canción (o himno). La música de la misma, tal como la conocemos hoy día, y según registros históricos, es de un autor desconocido. Aunque cueste creerlo, no hay registro oficial de quien escribió la melodía, aunque existen algunas personas que creen que fue inspirada en el canto de sufrimiento de un esclavo, durante una travesía transoceánica. Una joya lírica y musical, sencillamente eso.
John Newton
John Newton nació en Londres el año 1725. Su padre fue un capitán. Su madre, una devota mujer que dándose cuenta de que la enfermedad que la aquejaba pronto iba a acabar con su vida, enseñó a su hijo a conocer la Biblia a muy temprana edad. Cuando John tenía 7 años, su madre murió y él se convirtió en un niño del camarote de un barco pesquero. Sus experiencias a través de los años en el mar fueron peligrosas y emocionantes, una vez fue embriagado y llevado como parte de tripulación a la fuerza de un Barco de Guerra. Allí fue cruelmente tratado siendo golpeado y abusado. Luego de esta experiencia se enroló en un barco de esclavos. Durante todo este tiempo John vagó lejos del Dios de su madre y de la Biblia. Llegó a ser el capitán del barco, transformándose en uno de los más temibles y despreciables traficantes negreros. Más tarde escribió "Con frecuencia vi la necesidad de ser un cristiano sólo para escapar del infierno, pero amaba el pecado y no estaba dispuesto a abandonarlo". Cada año caía más bajo en las garras del pecado y pronto estaba en tal estado que la tripulación lo despreciaba, considerándolo sólo un animal. En una ocasión, el borracho capitán cayó por la borda pero sus hombres no hicieron mucho esfuerzo para rescatarlo. Simplemente tiraron un arpón que se clavó en su cadera y tiraron de la cuerda. Fue levantado como si hubiera
sido un pez grande. Debido a este suceso, John Newton cojeó por el resto de su vida, pero como él diría: " Cada paso es un constante recuerdo de la Gracia de Dios sobre este desventurado pecador". Cuando hubo tocado fondo en las vilezas, sintió la miseria en su vida y se volvió a la fe que había olvidado. Entregó su vida a Cristo, y fue su devoción de tal manera grande como grosera había sido su caída. Dejó su deleznable ocupación como traficante de esclavos y se entregó al ministerio. Al tiempo llegó a ser un clérigo anglicano. Además de su labor pastoral, Newton, que había sido un despreciable negrero, realizó una abnegada defensa en contra de la esclavitud. Su vida fue de inspiración para muchos. Entre ellos se destaca William Wilberforce, un político ingles que luchó denodadamente a favor de la abolición de la esclavitud en el Imperio Británico, hecho que se concretó en 1833, merced al trabajo de este hombre. John Newton también escribió himnos y poemas. Sublime Gracia (Amazing Grace) es en realidad la historia y testimonio de la vida de John Newton. Fue en 1779, mientras trabajaba en otro himno con William Cowper, autor de "Esta es una fuente llena con Sangre" que él escribió esta gema de himnología usando como su título "Fe, revisión y expectación".-
Sublime gracia del Señor Que a mi pecador salvó fui ciego mas hoy puedo ver estaba perdido y me encontró
En los peligros o aflicción que yo he tenido aquí su gracia siempre me libró y me guiará feliz Su gracia me enseñó a temer mis dudas ahuyentó oh cuan precioso fue a mi ser al dar mi corazón Y cuando en Sión por siglos mil brillando este cual sol yo cantaré por siempre allí su amor que me salvó John Newton, el fiel cristiano anglicano y autor de una de las melodías evangélicas más bellas de la historia descansó con el Señor el 21 de Diciembre de 1807 'Amazing Grace': el ejemplo de William Wilberforce al abolir la esclavitud Se cumplen 200 años de la votación que frenó el tráfico británico de esclavos y se estrena un film centrado en el político cristiano que lo logró. En cines de todo el mundo se estrena hoy (23/02/06) la película Amazing Grace, de Michael Apted, basada en la vida de William Wilberfoce, el político cristiano que consiguió abolir la esclavitud en el Imperio británico. La película se llama como el himno cristiano compuesto por John Newton, quien había sido capitán de barcos negreros muchos años. En una tormenta en el mar se convirtió, se arrepintió del sufrimiento causado a miles de personas y se hizo clérigo. Wilberforce le conoció y quedó impactado por él. Aunque en España aún no se sabe la fecha de estreno del film, la de hoy es una fecha clave: se cumplen 200 años de la votación que puso fuera de la legalidad el tráfico de seres humanos en los dominios británicos. El 23 de febrero de 1807, por 283 votos a favor y 16 en contra, la Cámara de los Comunes aprobó la Slave Trade Act, que recibió el asentimiento real el 25 de marzo de ese mismo año. Wilberforce, un metodista amigo del primer ministro William Wilberforce nació el 24 de agosto de 1759 en Hull, condado de Yorkshire. Hijo de un rico mercader, huérfano a los 17 años, se traslado con sus tíos en Londres. Por su tía Hannah conoció el metodismo, denominación protestante fundada por John Wesley en el seno de la Iglesia anglicana. El metodismo sacaba la predicación a las calles, fuera de los templos, y pedía con ardor una reforma de las costumbres frente a un anglicanismo cada vez más “culto de Estado”. Muerto Wesley, el metodismo se separó de la Iglesia Anglicana. En 1776, el joven Wilberforce, estudiando en el St John´s College de Cambridge, entabló una profunda amistad con William Pitt, que habría de ser Primer Ministro de
Gran Bretaña durante 20 años. Pitt nunca fue un hombre especialmente moral: Wilberforce sería su conciencia en muchas ocasiones, como reconoció el propio Pitt. Parlamentario a los 21 años Poco interesado en los negocios familiares, Wilberforce decidió dedicarse a la política desde muy joven. Con tan solo 21 años, en septiembre de 1780, fue elegido miembro del parlamento por Hull como independiente entre los Tories. Tres años después su amigo Pitt se convirtió en Primer Ministro. Wilberforce veía en la política un instrumento reformar la sociedad a partir de los valores éticos y morales del evangelio. Wilberforce no era tanto un político que en su vida privada era cristiano, como un cristiano que quiso valerse de la acción política para servir a la sociedad. Así podía escribir: “Dios Todopoderoso ha puesto delante de mí dos grandes objetivos: la supresión del tráfico de esclavos y la reforma de las costumbres”. Nunca escondió su condición de hombre de fe. Al contrario, hizo de la fe su fuente de acción política. Contra el esclavismo Su campaña abolicionista no fue tarea fácil. La esclavitud no acababa de ser vista por la sociedad británica como algo intrínsicamente malo. Tampoco ayudaba nada la posibilidad de un conflicto armado con la Francia revolucionaria. Los británicos estaban más preocupados por la suerte de su patria tras lo ocurrido en el país vecino, que en la suerte de los esclavos. Pese a todo, Wilberforce y sus compañeros abolicionistas –Charles Fox en la Cámara de los Comunes y Lord Genville en la Cámara de los Lores- no cejaron en el empeño, ni se echaron atrás ante las constantes derrotas en votaciones parlamentarias. La muerte de Fox en septiembre de 1806 parecía ser un golpe definitivo para el grupo de abolicionistas, pero lo cierto es que Wilberforce dedicó los últimos meses de ese año a escribir su ensayo A Letter on the Abolition of the Slave Trade (Carta sobre la Abolición del Tráfico de Esclavos). Publicado el 31 de enero del 1807, fue determinante en la victoria de la causa en favor de la dignidad humana. Lord Grenville consiguió que la Cámara de los Lores aprobara por un margen insospechadamente favorable un proyecto de ley abolicionista. La Cámara de los Comunes confirmó dicho proyecto de ley. Veinte años de lucha se vieron coronados por el éxito.
Liberar a los ya esclavos Wilberforce no sólo combatió la esclavitud. Trabajó también a favor de las misiones cristianas británicas en la India y el continente africano y encabezó una campaña en contra del maltrato de los animales. Aunque ya había sido abolido el tráfico de esclavos (su captura y comercio) no se habían liberado aquellos que ya tenían esta condición. El último discurso parlamentario de Wilberforce el 11 de junio del 1823 fue a favor de la total emancipación de los esclavos, lo que supondría la desaparición de la esclavitud en Gran Bretaña y sus colonias. Su salud fue deteriorándose y a principios de 1825 renunció a su sillón en el parlamento. En los años que siguieron hasta su muerte continuó su labor a través de cartas a su amplísimo círculo de amistades, a las cuales animaba constantemente para lograr la total abolición de la esclavitud. Tuvo tiempo de ver cómo el Acta de Abolición de la Esclavitud fue aprobada por la Cámara de los Comunes el 26 de julio de 1833. Tres días después entregó su alma a su Creador. Un mes después, ese Acta fue ratificada y los esclavos fueron por fin libre en el Imperio Británico. No faltó quien quiso ver un paralelismo entre la muerte de Moisés y la de Wilberforce, producidas ambas justo antes de ver consumado aquello a lo que habían entregado lo mejor de sus vidas.
¿Quiénes son los Wilberforce de hoy en los parlamentos? Wilberforce es un referente para el político cristiano de nuestro tiempo. Es el ejemplo de cómo merece la pena dedicar toda una vida a defender la dignidad de todos los hombres, aunque para ello haya que enfrentarse a una sociedad y una clase política poco digna de llamarse civilizada. Hoy Wilberforce estaría defendiendo la abolición del aborto en el parlamento británico como defendió la abolición de la esclavitud. Si la esclavitud atentaba contra la dignidad humana, el aborto es su negación absoluta. También le veríamos oponerse a toda legislación contraria a la ley natural, a la familia tradicional como célula primordial de la sociedad. Hay escasez de hombres y mujeres como él, protestantes o católicos, en la política de Occidente. Quizá la película “Amazing Grace” anime a algún político y a muchos ciudadanos a recoger el testigo que hoy está en el suelo. El catolicismo y la esclavitud Uno de los hijos de Wilberforce, que había sido pastor anglicano, luego se hizo sacerdote católico en la anti-católica Inglaterra del s.XIX. Ser antiesclavista siendo metodista (una nueva denominación) era quizá distinto que serlo desde los 1800 años del catolicismo. ¿Cómo coexistió la Iglesia con la esclavitud? Cuando el Imperio romano se cristianizó, la institución esclavista cambió. El emperador Constantino prohibió que se separan las familias de esclavos, puesto que la Iglesia insistía en el esclavo como una persona completa, con derecho a estar con su familia. La manumisión fue imponiéndose. Durante el generalmente despreciado milenio medieval cristiano, la esclavitud prácticamente desapareció. Nada tiene que ver el “servus” de la Antigüedad con el “servus” medieval. El primero era considerado como una cosa, como un bien material, como un auténtico esclavo. El segundo era una persona.
La esclavitud reaparece en la Italia renacentista de los siglos XIII y XIV y en el Portugal del siglo XV, países cuyas clases aristocráticas tenían algunos esclavos como nota exótica de distinción. Pero en el siglo XVI el tráfico de esclavos se generaliza, sobre todo con el continente americano. En su visita a Senegal en el año 1992, Juan Pablo II lamentó que personas bautizadas participaran en el escandaloso comercio de esclavos. El Papa recordó también la condena que Pío II (1458-1464) hizo de la esclavitud – a la que llamó “magnus scelus”, crimen horrendo- secundado por otros Papas como Pablo III, Urbano VIII y Benedicto XIV. Ya en el siglo XIX, Pío VII demandó del Congreso de Viena (18141815) la supresión del tráfico de esclavos, Gregorio XVI volvió a condenarlo y León XIII escribió una carta a los obispos brasileños, en 1888, que provocó la total implicación de los mismos en la tarea de conseguir la liberación de esclavos. Aunque felizmente erradicada de Occidente, la esclavitud sigue siendo hoy una realidad en algunos países. Asociaciones cristianas liberan esclavos comprándolos en Sudan: comprar hoy un esclavo para liberarlo cuesta 45 dólares según la televisión cristiana TBN. En 1867 escribía San Daniel Comboni esta carta que sirve para describir lo que todavía ocurre en amplias zonas del Tercer Mundo: “Entre tantos males como atormentan a los infelices pueblos de África Central, uno de los más deplorables, que yo mismo he presenciado a menudo en las tribus del Nilo Blanco, es el robo violento o clandestino de pobres seres humanos —que poseen un alma tan preciosa y un corazón tan noble como podamos tener nosotros— y especialmente de niños de ambos sexos. Esta tremenda aberración moral, este olvido de toda humanidad, es en parte resultado de la infame ansia de los más fuertes y poderosos por mejorar su situación mediante el comercio de esclavos. Ahora, en el momento en que hablo de estas cosas, hay cientos de miles de personas que, a causa de la guerra y de la codicia de los traficantes, son arrancadas de su patria, expuestas a toda clase de males, y condenadas a no volver a ver a sus padres ni el lugar en que han nacido y a tener que suspirar toda su vida bajo el peso cruel de la más dura esclavitud”. Mientras haya niños soldados, mientras haya mujeres que son moneda de cambio por bienes materiales, mientras haya hombres que viven bajo el yugo de la esclavitud, la humanidad no podrá decir que se ha librado de una de las peores lacras que la acompañan a lo largo de la Historia. Es hora ya de pasar página.