Basado en 1 Samuel 3:1-21 INTRODUCCIÓN: Vamos a ponernos de pie y hacer un círculo, ahora nos colocaremos de lado de forma tal que tengamos a una persona de espaldas frente a nosotros, entonces vamos a hacerle masajes en los hombros, luego nos damos vuelta y hacemos lo mismo con la persona que nos hizo el masaje primero. Luego de los masajes, y continuando en el círculo realizarán la siguiente dinámica: • Teléfono descompuesto Creo que algunos ya lo han jugado, consiste en hacer una hilera o circulo y el primero dice una oración en el oído de la persona que estaba a lado y ésta se lo dice al del lado y así sucesivamente hasta que el último escuche el mensaje y lo diga a todo el grupo, hay que poner bastante atención a lo que te dicen para no cambiar el mensaje inicial, debemos de escuchar con atención lo que se nos dice para no fallar ¡Bueno qué dicha que ya están menos tensos, más relajados! Ahora vamos descansar un poco nuestros ojos, los vamos a cerrar, vamos a soltar todo lo que tenemos en la mano y vamos a disponernos a escuchar lo que Dios nos tiene que decir hoy en su palabra. (Lectura Bíblica) Amén, bueno, pueden abrir ya sus ojos pues hoy hay Algo que decir
ALGO QUÉ DECIR Dios nos llama y no necesariamente utiliza los medios de comunicación actuales como teléfono, el correo electrónico, o el correo postal, nos llama personalmente por nuestro nombre En nuestra cultura, y creo que muchas otras, los nombres juegan un papel sumamente importante, pues son los que nos permiten diferenciarnos de las otras personas, nos identifican y permiten que desarrollemos nuestra personalidad, dictan Quiénes somos. Algunos nombres tienen significado como Emmanuel conocido como “Dios con nosotros”, muchos otros son variados según el idioma como por ejemplo: James = Santiago o Ricardo = Richard, algunos son nombres extraños o inspirados en algún personaje “Blanca Nieves” “Magyver” o nombres tan raros
como Usnavy, también están los nombres que nos dan nuestros familiares y amigos, los llamados apodos o cariños: “Tito”, “Negra”, “Macha”, “Pipo”. En mi caso (por ejemplo: “algunos familiares me dicen “Mauri” o “Roy Mauricio” para diferenciarme de mi papá, y mis excompañeros del colegio me decían Cameron”). Generalmente cuando nos referimos a una persona, pues queremos que nos ponga atención, le llamamos por su nombre: (nombres de los muchachos, ejemplo: James, Esteban, Armando, Ginette, Marcos, Roberto, Roy, Julie, Luis), directamente sin adornos para que no quepan dudas de a quién se está llamando. Samuel, Samuel, Así Dios llamó a Samuel, no se anduvo por las nubes, lo llamó personal y directamente, así como nos ha llamado a la mayoría de nosotros que le hemos recibido en nuestros corazones. Dios nos conoce, sabe quiénes somos, igualmente conocía a Samuel; muy bien lo hubiera podido llamar como lo hacían sus amigos o sus familiares seguramente: Sami, Samuelito, Tito, o algún otro apodo conocido, pero el Señor lo llamó directamente por su nombre para que no hubiera dudas que lo estaba llamando a él. Dios nos llama directamente a servirle, a entregar nuestras vidas en ofrenda a Él, a formar parte de su reino, cuando abrimos nuestro corazón al Señor, nace en nosotros un nuevo hombre, una nueva mujer que debe estar dispuesto a servir con sus fortalezas y con sus debilidades. Así como lo hizo Samuel, que aún siendo joven se desempeñaba con excelencia en el ministerio sacerdotal al lado de Elí, tal vez nosotros no tengamos esa capacidad para un ministerio pastoral o puede ser que sí, pero Dios nos da dones y habilidades para servirle y hacer nuestra labor con excelencia. Este es un llamado al servicio, pero Dios no deja de llamarnos. En ocasiones la gran cantidad de actividades que realizamos diariamente no nos permiten escuchar los otros llamados que Dios tiene para nosotros, todos los llamados son distintos pero al final buscan lo mismo, que escuchemos lo que el Señor nos quiere decir. Dios llamó a Samuel 3 veces antes de ver una reacción a su llamado, seguramente Samuel duró tanto por estar concentrado en otras cosas. Mientras dormía aquella noche seguramente meditaba sobre lo que haría al día siguiente, o tal vez sobre cómo ayudar a Elí pues ya la vista le empezaba a fallar (se estaba quedando ciego). Samuel debía de estar muy preocupado por eso pues su principal maestro estaba enfermo.
Una vez leí, creo que en una revista, que cuando uno esta a punto de quedar dormido la capacidad auditiva del ser humano se incrementa de un 20% a un 30% aproximadamente, por eso es que los pequeños ruidos en la noche nos molestan tanto, ruidos como ronquidos, pequeñas gotas de agua cayendo, mosquitos volando, el tic tac de los relojes. Oímos mejor, según el diccionario OÍR es: Recibir, advertir sonidos por medio del oído. Bueno, Samuel oyó muy bien pues respondió al llamado en tres ocasiones, pero no escuchó quién lo estaba llamando, creyó oír la voz de Elí. Cuántas veces confundimos la voz de Dios por no escuchar en lugar de oír solamente. ESCUCHAR es más que oír pues esto es: Atender y entender lo que se oye, prestar atención, no es sólo reaccionar a un estímulo del oído sino que es captar lo que se está diciendo, a qué se te llama o quién llama. Para diferenciar quien nos llama debemos conocer a quién decimos que nos llama, es como hablar por teléfono con una persona y saber quién es con sólo escuchar su voz, lo mismo ocurre con nosotros y Dios. ¿Cómo podemos decir que escuchamos a Dios, si no le conocemos? La clave es un cambio de actitud, es estar dispuestos a escuchar “HABLA, QUE TU SIERVO ESCUCHA” Es dejar lo que estoy haciendo, y prestar atención al cien por ciento, a lo que Dios me quiere decir. O por lo menos preocuparme por buscar quién me está llamando y por qué lo está haciendo. Dios llamó 4 veces a Samuel, imagina cuántas veces no te ha llamado y has confundido su voz con otras, tal vez por hacer tantas cosas que no tienes tiempo de poner atención a lo que te dice Él. Dios tiene mucho qué decir y te lo dice en: La Biblia, en la creación, a través de los que te rodean y de las circunstancias que afrontas en tu diario vivir, Dios no para de hablar contigo, lo que Él espera es que estés dispuesto a escucharlo. El llamado de Dios es de carácter reproductivo, nunca el llamado de Dios se queda estático, el Señor siempre espera algo más, el escuchar requiere una acción.
Dios no llama a nadie en vano siempre tiene un propósito, Dios no te está llamando sin ningún propósito, Él tiene un plan, una misión tiene algo qué decir a otros a través de tu persona. Así como lo hizo con Samuel, El te llama para hablar, tiene algo que decirle a este mundo, a este mundo sin esperanza, sin paz, sin amor, sin verdad, Dios tiene algo qué decir a través tuyo, no dejará caer ninguna de tus palabras, él nos da esta promesa, él nos llama pero no nos deja solos, nos da las armas para cumplir con su llamado. Dios quiere que hablemos al mundo, empezando por nuestra casa, así lo hizo Samuel con Elí. Dios quiere que hablemos de Él en nuestro hogar, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro centro de estudio, en nuestra comunidad, en nuestro país, en el mundo entero. Pero recordemos que en ocasiones nuestros actos hablan tan duro que no dejan escuchar las palabras que decimos. Dios nos da los medios para escucharle, usémoslos, Dios nos habla claramente, quitemos esas distracciones que nos evitan escucharlo. No nos quedemos sordos y mudos, quitémonos los tapones de los oídos y los candados de nuestras bocas y empecemos a responder el llamado de Dios.
¿ESTÁS DISPUESTO A ESCUCHAR Y ACTUAR? DIOS HARÁ QUE TENGAS SIEMPRE ALGO QUÉ DECIR…. Nota: una pequeña sugerencia, a partir de este estudio puedes iniciar una actividad llamada: “Un momento de silencio total a solas con Dios”, este espacio consiste en hacer silencio por alrededor de 20 minutos o más en los cuales los muchachos tratarán de escuchar lo que Dios les quiere decir, es una actividad individual, invítelos a realizarla por lo menos una vez a la semana, donde se separen de todo un momento y puedan sentarse o salir a caminar y poner atención a la voz de Dios.