El audiovisual sirve para servir Alejandro Fuentes enseñanza como ayudante de sus profesores. En 1987 llegó a Santa Cruz contratado por el canal televisivo Galavisión y ese mismo año se incorporó al cuerpo de profesores de la Universidad Evangélica. Alejandro considera que lo interesante de ser profesor es que uno sigue aprendiendo. “Te obliga a que te sigas actualizando. En mi generación no solamente los estudiantes te obligaban a aprender, pero también los cambios en la tecnología.”
Desde el punto de vista de Alejandro Fuentes, la Fundación Audiovisual (FUNDAV) está llenando un vacío. El audiovisual es parte de la cultura y, por lo tanto, hay que promocionarlo respondiendo a las expectativas de los jóvenes que quieren hacer video y no pueden hacerlo por no tener espacios. El audiovisual debe ser un puente de unión que permita que Bolivia sea un país cada vez más justo y digno. Las artes audiovisuales pueden contribuir a la formación de una identidad visual nacional y regional y, al mismo tiempo, generar liderazgo social, ya que los jóvenes realizadores deben ser líderes para poder dirigir un proyecto audiovisual. Para producir un documental o un corto de ficción los jóvenes deben generar redes de intercambio y comunicación y crear mensajes que respondan a las necesidades coyunturales. Promover y proteger esas iniciativas de los jóvenes realizadores es, en última instancia, la contribución de FUNDAV a la sociedad. Alejandro Fuentes es productor y director audiovisual, docente universitario, director de FUNDAV y del Festival Internacional de Video Santa Cruz (FENAVID). Además es videasta y empresario audiovisual. Alejandro afirma que su dedicación a la enseñanza fue lo que lo motivó a crear el festival y luego establecer la fundación. Durante sus años universitarios en Estados Unidos, a Alejandro le gustaba participar en el proceso de
Cuando tenía 12 años Alejandro quería entrar en la radio y la televisión. Sin embargo, cuando le tocó elegir una profesión decidió estudiar ingeniería electrónica. Al tercer año de la carrera descubrió que había un estudio, un canal y un set de televisión en el campus de su universidad. Su temprana afición a los medios de comunicación lo llevó a especializarse en la electrónica de la televisión a partir de la difusión televisiva (broadcasting). Fue entonces que tuvo una revelación. Se dijo: “esto es mi vida,” y cambió de rumbo para dedicarse a la producción audiovisual. Alejandro ha llegado a la conclusión que el audiovisual es el medio más efectivo para influir en el entorno social, en nuestros semejantes, y así cambiar aspectos negativos de la realidad. Al terminar sus estudios volvió a Cochabamba y empezó a trabajar en un canal de televisión, pero el puesto no era el que más se adecuaba a sus expectativas y aptitudes. Al poco tiempo tuvo la suerte de ser convocado por Galavisión, que era por entonces un canal que recién empezaba en Santa Cruz, para producir un programa de reportajes. El programa que Alejandro diseñó y produjo, Galareporter, tuvo un éxito sin precedentes y creó un estilo muy particular de hacer periodismo televisivo, entre otras cosas porque Alejandro permitió que jóvenes practicantes universitarios trabajen en el programa. Galareporter recibió varios reconocimientos, entre ellos un premio nacional de periodismo.
Para Alejandro el reportaje televisivo, el documental, es el nexo que une la realidad de la sociedad con lo que debe ser la sociedad. El reportero televisivo, el documentalista, debe narrar su experiencia desde una perspectiva personalizada pero que muestre la realidad social en sus aspectos más variados. “Lamentablemente, la televisión está ahora destrozada,” afirma Alejandro. Durante su paso por Galavisión Alejandro cambió la manera de hacer reportaje en televisión y ve con pena como ahora la televisión en general se ha transformado negativamente. La televisión quiere ser atractiva usando un despliegue que puede impresionar al televidente, pero “es más forma que contenido,” se lamenta. Frente a los medios de comunicación que desinforman y deforman, insultan personas y polarizan las opiniones, Alejandro se fue convenciendo que la docencia universitaria era un espacio donde los estudiantes podían aprender una forma alternativa de hacer audiovisual. Alejandro participa del proceso creativo del alumno para ver sus fallas y virtudes, para observar cómo aprenden y evolucionan. “Si en un reportaje televisivo, o en un documental, tú no aprendes algo nuevo, no estás haciendo un buen trabajo” es su filosofía profesional y pedagógica. En 1989, durante el segundo año de su trabajo como profesor, Alejandro quiso mostrar los trabajos de sus alumnos para que los alumnos de niveles inferiores vieran que sí se puede hacer cosas interesantes y útiles. Para ello organizó un festival interno en la universidad, que no trascendió hacia fuera, pero que fue un éxito para alentar y motivar a los alumnos. Ese fue el primer festival de video universitario organizado por Alejandro. A partir de entonces el festival se hizo una tradición y comenzó a institucionalizarse. En ese proceso de institucionalización, Alejandro aprendió que la mejor herramienta de que disponía era estimular la curiosidad por experimentar en
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los alumnos de niveles inferiores. Los alumnos que organizaban el festival transmitían sus ansias creativas y sus conocimientos prácticos a los alumnos de los cursos inferiores, de modo que esos mismos alumnos llegaban al curso de Alejandro con muchas ganas de crear audiovisual y de organizar un evento donde iban a mostrar el resultado de sus esfuerzos. La formación de redes de personas que transmiten conocimiento, junto a la motivación personal por crear y organizar, son, para Alejandro, los elementos esenciales que permiten que un festival de video tenga éxito. Cuando Alejandro dejó la Universidad Evangélica, luego de 12 años de docencia, se dio cuenta de varias cosas. Una de ellas fue que el festival de video que había creado no iba a continuar por su cuenta si se lo dejaba a cargo de la universidad. Por esa razón decidió crear FENAVID, un proyecto que partía ya no de una institución educativa específica sino de la sociedad. También se dio cuenta que “Santa Cruz, y todo el oriente, no tenía identidad audiovisual,” y que los trabajos presentados a FENAVID podrían contribuir a crear tal identidad para la región. “FENAVID es la continuación del festival de video que se ha hecho en la Universidad Evangélica pero con un vuelco total de filosofía y de trabajo,” nos dice. Para poder institucionalizar el evento nacional de video universitario, que luego se amplió y se internacionalizó, Alejandro reunió amigos y gente comprometida con el audiovisual para conformar una base humana que daría apoyo al evento. El primer y el segundo año, FUNDAV funcionó sin personería jurídica. Se organizaron los festivales gracias al impulso y la generosidad de mucha gente.
Cuando Alejandro participó en un taller de WWF aprendió como hacer una gestión y se dio cuenta que la entidad FUNDAV era mucho más amplia que FENAVID. Allí surgieron múltiples iniciativas alrededor de la educación y la formación de una cultura audiovisual. FUNDAV se amplió para promover la investigación, documentación, formación, producción y difusión del audiovisual boliviano. Llegado a este punto Alejandro aclara que los verdaderos “dueños” e impulsores tanto de FUNDAV como de FENAVID son los voluntarios. La dinámica de formación de redes y alianzas entre personas que se unen bajo un solo propósito está a la base del éxito de estas dos instituciones. Para Alejandro, esto no sería posible sin la fe y el liderazgo de ciertas personas que ponen su esfuerzo y trabajo. La energía de los voluntarios que trabajan durante semanas sin pago para hacer posible FENAVID, es una de las cosas que mueve a Alejandro a seguir con su empeño de mantener el festival. Participar en FENAVID como voluntario es también un proceso de aprendizaje que trae la satisfacción de haber compartido con realizadores experimentados, muchos de ellos admirados por los alumnos o recién egresados, asegura Alejandro. Gracias a FENAVID y al trabajo de sus voluntarios, Alejandro es coordinador de la Red Latinoamericana de Festivales Audiovisuales. “Y eso es bonito – dice – ya que alguien no en tu país, sino fuera de tu país, se ha fijado que en Bolivia hay un festival que vale la pena.” Alejandro cree firmemente que ningún proyecto sale adelante sólo porque tiene suficiente dinero. Lo importante es el sacrificio y el trabajo. “Ahora Avina nos dio una mano,
WWF nos dio una mano, también la CRE y otras instituciones…,” acota Alejandro. Pero insiste que es gracias al apoyo de los voluntarios que el dinero aportado llega a ser suficiente para poner en marcha el festival. Alejandro cree que otro elemento esencial para el éxito y la permanencia de la institución del festival es la planificación a largo plazo, algo que Alejandro ha aprendido recientemente gracias al apoyo y la capacitación de Avina y WWF. Como resultado, el año 2006 FUNDAV hizo su primer plan quinquenal. Alejandro cree que la proyección a futuro de la fundación y el festival va a depender de las alianzas estratégicas que pueda forjar. Sólo con una actitud abierta y de colaboración entre instituciones se puede crear un entorno que asegure la permanencia de FUNDAV en el tiempo. A partir de la consolidación de redes y alianzas con organizaciones nacionales y de otros países de América Latina, FUNDAV internacionalizó el festival. Alejandro insiste que esa internacionalización de FENAVID es el resultado lógico del intercambio realizado con organizaciones de otros países. Ello no implica de ningún modo olvidar la función principal del festival, que es la promoción del audiovisual en Bolivia. El carácter internacional que ha adquirido el festival viene a apoyar la función principal de promover a los jóvenes realizadores nacionales. A pesar del trabajo y esfuerzo de voluntarios y profesionales, Alejandro ve la necesidad de contar con personas especializadas dedicadas específicamente a difundir los fines, programar las actividades, redactar proyectos y representar a la institución en diversos ámbitos. Esta ampliación de la función de las relaciones públicas depende, obviamente, de un mayor financiamiento. La incertidumbre de los apoyos y la falta de una coordinación con las instancias públicas que deberían promover la cultura, hacen que la ampliación de FUNDAV deba confiarse a un esfuerzo cotidiano y personal. A pesar de esta incertidumbre, Alejandro, con su energía y fe características, afirma: “Yo no sé si el festival va a tener apoyo o no este año, no lo sé. Lo que sí sé es que el festival va a hacerse”
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