351 palabras. PRECISIÓN CONCEPTUAL Por Luis E. García ACUERDO HUMANITARIO Se le ha dado en llamar “acuerdo humanitario” al acto de liberar miembros de grupos armados a cambio de civiles inocentes y militares que representan al estado democrático; curioso –por decir lo menos- que repitan esta consigna congresistas y personajes del país, como las sesudas -o endurecidas- mentes ex presidenciales, sin pensar en las consecuencias morales, políticas y humanas (qué tal más secuestradores sueltos). Como bien anotó al respecto días atrás el vicepresidente, “hay un problema semántico que el país debe empezar a entender”, y de ese problema nos ocuparemos. Las circunstancias del caso hacen inaplicable la conjunción de los términos “acuerdo” y “humanitario”. Quienes todavía no nos reponemos de la muerte por asesinato de los dos prohombres antioqueños y sus compañeros, vemos más lejos aún el sentido de “humanitario” que se le pretende dar al “acuerdo”, el cual parece más bien un canje, chantaje, trueque, cambalache o incluso trata de blancos, que si acaso podría soportar, en lugar de humanitario, el calificativo de pragmático, esperanzador, entreguista, claudicante, etc.”. Es que comerciar con el dolor de los inocentes –víctimas y familiares- va más allá de toda concebible impiedad. ¿Porqué tal impasibilidad ante el sufrimiento ajeno? Algo ha de pasarle a la gente cuando vive huyendo en la selva. Cómo es posible que los líderes de las Farc, quienes deben ser inteligentes para sostener tamaña empresa, nieguen la realidad de que los colombianos estamos hartos de su guerra, que la comunidad internacional comenzó a despreciarlos por sus secuestros, que el apoyo popular y de los intelectuales “de izquierda” se esfumó hace tiempo, que uno de sus líderes inspiradores, Castro, se comporta ahora como el fascista más detestable y que la economía de su país –que los subversivos copiarían- está en la ruina; ya Rusia ni Cuba son espejos, ni espejismos, de lo que farquianos y elenos prometieron para los pobres, lustros atrás; además, la justicia social que los congregó se ha transformado, de hecho, en acciones contra los más desfavorecidos. ¡Quién pierde cuando derriban una torre de conducción? Los tenderos de la esquina que no tienen para comprar una planta eléctrica...