9 OLAS EN BARCELONA Nubes del color de peces nocturnos nadaban entre el olor de pedo de niño que ha comido macarrones en ese pueblo que tuvo su iglesia y cada domingo Dios aparecía en misa. Ya no queda nadie. Apareció ante mi vista, entre la niebla, algo así como una vaca enorme y sola. Manos pequeñas, femeninas y blancas comenzaron a moverse al unísono. Una mano largísima como la del Greco alargada. Las nubes evidenciaban su deseo de volver a la tierra. Todavía me acuerdo de la magia del limpiaparabrisas quitando el agua gota a gota. PRIMERA OLA Es la primera ola con identidad propia que podemos definir al acercarnos a la orilla. En el caso de Barcelona puede ser la entrada por la vía que nos va introduciendo hasta llegar a Sants. SEGUNDA OLA Ponemos pie todavía en un ambiente extranjero a Barcelona en la Terminal de Sants. Si nos paramos el tiempo pasa despacio, mucho más despacio. Podemos ver pasar el tiempo entre los ladridos de un perro. Es un tipo de tiempo como en la oscura noche marcan las gotas pausadas de un grifo. Tiempo lento. TERCERA OLA Nos da la bienvenida haciendo desaparecer, desvanecerse la ilusión guardada de la ciudad al integrarnos en el sonido urbano y la simetría de los vehículos aparcados en las aceras. Subimos a casa, a cualquier casa, a cualquier habitación y marcamos el territorio colgando y disponiendo todas nuestras ropas, aparatos, bolsas, libros y tabacos. CUARTA OLA Es de noche y nos despertamos en ese estado que no reconoce la ciudad, el sitio donde duerme el durmiente, y por el rabillo del ojo vislumbramos una luz que no corresponde a nuestro habitual aposento. Es una luz diferente que no debería estar ahí a no ser que estemos en Barcelona. QUINTA OLA La mañana, la luz, el sol se inspeccionan al mínimo detalle queriendo averiguar la certeza del color, la posibilidad del viento, la temperatura engañosa. SEXTA OLA El peculiar sabor del alimento de la zona nos aterriza completamente. Habrá que esperar a la digestión, siempre distinta de un lugar a otro. SEPTIMA OLA El mercado de mujeres, de hombres, el de ancianos, extranjeros, colores, formas de caminar, anuncios, ruido de ambulancias y obras. La quinta esencia de la ciudad de Barcelona son los graffiti en puertas y cierres, todos ellos postimpresionistas con colores oscuros anunciando el cubismo de los collage.
OCTAVA OLA El agua. ¿Dónde está el agua? Un marino no puede existir sin un mar cerca. ¿Cómo es el mar? El mar de Barcelona es un mar propio que no se parece en nada al mediterráneo. Los barceloneses van al mar porque queda bonito. No les gusta nada, aunque aparquen yates para tratar de disimularlo. NOVENA OLA El regreso ya es la vuelta. No se sabe cuando exactamente; si al meter las maletas en el taxi que nos llevará al autobús, si al guardar la ropa sucia en la maleta, si al ponernos las zapatillas por última vez… no se sabe cuando; pero el espíritu que viaja inicia el regreso. Lo demás es lo repetido del ir, que aunque se hace en el mismo sentido temporal se invierte en el sentido espacial. No cambiamos el sentido temporal así que es muy difícil que vayan juntos.¿Y que le vamos a hacer? No podemos cambiarnos de color de ojos o de pelo continuamente, ni cambiar de estatura ni alterar la línea de las manos. “Allí está la pobre orquídea olvidada y tranquila. No se que cosa es; pero el tiempo pasa deprisa. Un chirrido de un picaporte que necesita aceite.” Claro que tenía que volver a mi trabajo de escritor. Eso lo sabía antes de regresar, sentado en el sofá, con las piernas cruzadas y el móvil al lado. Me esperaba un largo viaje en autobús. Luego llegaría atravesando bajo la capa de nubes que cubre Euskadi a un Bilbao lluvioso y esperaría en un bar donde el único entretenimiento es tomarse un café y ver la televisión mientras esperamos el siguiente autobús. Subir con dificultad las escaleras que llevan a casa y dejar las maletas en el suelo. Hemos llegado. Luego tal vez una ducha, una cerveza y una hamburguesa. Unos porros y ver la tele mientras se calienta la manta eléctrica de la cama. Pues hasta aquí hemos llegado y si no muero hoy seguiré mañana. Estas son las únicas palabras veraces que un hombre puede decir.