SINTESIS DE "300" Un pequeño país, Esparta, cuyos ciudadanos son virtuosos hombres de honor, lucha contra el poder de un enemigo abrumador, los persas, cuyas costumbres y tradiciones son infrahumanas, bárbaras, violentas, decadentes e inmorales. Los persas son feos y deformes y se parecen a los orcos del Señor de los Anillos. El rey persa es un megalómano corrupto y hedonista y sus seguidores son fanáticos privados de su libre voluntad. En contraste, los valores de los griegos suenan, de forma curiosa, bastante modernos: libertad, justicia etc. Esta película cuenta la historia de 300 espartanos, guiados por su rey Leónidas, que lucharon en la batalla de las Termópilas contra los ejércitos de Jerjes, el rey persa. Sin embargo, podría haber sido también el argumento de algún moderno thriller político, en el que los sitiados ciudadanos del mundo occidental hacen frente a la amenaza de invasión por parte de las hordas del Tercer Mundo. En un mundo ya dividido entre las fuerzas del Bien y del Mal, según la dicotomía establecida por bush y sus aliados neocon, este contraste entre luz y oscuridad es demasiado burdo para ser digerido. Un día, siendo ya rey de Esparta, llega a visitarlo un emisario persa del rey Jerjes. Éste le comunica la exigencia de pagar un tributo de tierra y agua como prueba de la sumisión de Esparta hacia Persia. Leónidas se niega y tira a un pozo al emisario y a sus escoltas. Después de esto, decidido a plantarle cara al ejército persa, mandó a su capitán más fiel a que reuniese a 300 de los mejores guerreros espartanos y se dirigieron al paso de las Termópilas. Jerjes, comienza a mandar tropas que van cayendo sucesivamente ante los trescientos guerreros espartanos ya que luchaban en lugares cuya anchura no superaba los veinte metros y así se igualaban las fuerzas. En ese momento, Efialtes, un hombre exiliado, visita a Leónidas para ofrecerle sus servicios. Tras su rechazo visita a Jerjes, y a cambio de un uniforme, riqueza, lujos y mujeres, le cuenta el secreto para derrotar a los trescientos espartanos, la senda Anopea que lo dejara en la retaguardia de la posición de Leónidas en las Termópilas. La realidad es otra. Grecia en aquel tiempo era un conjunto de ciudades-estado políticamente divididas, aunque unidas por el idioma y la cultura. Algunas de ellas, incluyendo Argos y Tebas, se alinearon con Jerjes. El hecho es que Persia y estas
ciudades-estado griegas eran sociedades basadas en la esclavitud, cuyas nociones de “libertad”. Los espartanos que se enfrentaron al ejército persa en las Termópilas eran hombres crueles que hacían la guerra cada año a los indefensos pueblos que habitaban a su alrededor. Esparta era una sociedad brutal que sacrificaba a los niños débiles en el momento de su nacimiento. Así pues, las escenas que muestran a sus soldados hablando de libertad y democracia son tan ridículas como hilarantes. Los reyes aqueménidas fueron constructores de imperios relativamente benevolos, que liberaban esclavos y establecieron nuevos estándares para la coexistencia pacífica entre naciones. Alejandro Magno, que derrotó al rey persa Darío un siglo y medio después de la batalla de las Termópilas y adquirió un vasto imperio, admiraba la cultura persa y promovió una síntesis cultural que es conocida con el nombre de helenismo. Algunos siglos más tarde, los soldados romanos llevaron a Roma el culto al dios persa Mitra. El culto de ese dios, nacido el 25 de diciembre, fue un rival del Cristianismo hasta el siglo IV. Uno de los más grandes filósofos romanos, Plotino, admiraba a los persas y trató de aprender de ellos.