• Increíble. La sentencia habrá causado desazón en un priQ1er momento entre los defensores del río Aragón. Más amargura que se suma a tantos momentos amargos en las últimas décadas tras la construcción del actual pantano. El abandono de los tres pueblos. La marcha a otros lugares. La soledad de los que se quedaron. Soportar la prepotencia de dirigentes de los regantes. Hacer frente al abuso de las actas de expropiación. Mucho sufrir por defender la tierra de uno, por demandar justicia social y territorial y que la nueva política europea sustituya a la obsoleta doctrina costista. Obviamente, el litigio no se ha acabado todavía y no está contado el final de la historia. Asistimos también al envalentonamiento de algunos personajes. Que disfruten su "cuarto de hora". Pero el hecho es que en los últimos 20 años, la política de aguas en Aragón ha estado demasiado determinada por agentes externos que han tenido que corregir las propuestas de la clase política y mediática dominante: ni Comunet, ni Santaliestra, ni Jánovas, ni la financiación europea de la traída de aguas a Zaragoza, ni los regadíos de Monegros en su extensión original fueron permitidas por jueces, VE o Ministerio de Medio Ambiente. Se trata de una visión decimonónica que hace bandera del regadío subsidiado, con difícil encaje en el actual marco jurídico y social, y divergente de la Directiva Europea. Necesita una revisión profunda. Ése sería el verdadero éxito de la Comisión del Agua. José Manuel Nicolau Ibarra Profesor titular de Ecología de la Universidad de Alcalá de Henares