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violencia machista: ¿qué piensa la juventud?

Documento basado en los estudios del Colectivo Rebeldía “Violencia machista y mitos del amor romántico”(2017) y “Violencia contra las mujeres: entre avances y resistencias” (2017.); la investigación hecha por Diagnosis sobre “Valores y actitudes ante la violencia en razón de género y consumos culturales en jóvenes en La Paz, El Alto y Santa Cruz” (2016) y la “Encuesta a jóvenes de las principales áreas metropolitanas de Bolivia sobre roles y violencia de género, consumo de medios y participación política”, realizada por Ciudadanía (2016). Elaborado por Fernando Molina, bajo la coordinación del equipo de Oxfam en Bolivia. Coordinadora del programa Justicia de Género: Lourdes Montero Oficial de programa: Lisbeth España Rodriguez Coordinadora de Campañas e Incidencia: Verónica Paz Arauco Oficial de seguimiento evaluación y aprendizaje: Paola Miranda Diseño gráfico: Salinasanchez com. Fotografía de la portada: Yamil Antonio

Contenido Presentación

7

Ideología patriarcal y violencia

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Primer idea tradicional: los roles de género

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Segunda idea tradicional: el amor romántico (o simbiótico)

13

Tercera idea tradicional: La posición frente a los celos, la maternidad y la violencia de género

15

Evidencias de la ideología patriarcal

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Índice de Valores Patriarcales

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La violencia

21

Mecanismos de reproducción social

23

Conclusiones

24

Anexo índice de valores patriarcales

25

Bibliografía central

26

Presentación Durante los dos últimos años, varias organizaciones nacionales e internacionales han solicitado al Gobierno boliviano declarar Alerta Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres por el incremento desmedido de los casos de feminicidio y denuncias de violencia física cometidos contra las mujeres. Según los datos revelados por ONU Mujeres, Bolivia ocupa el primer lugar regional en violencia física contra las mujeres, el segundo lugar, después de Haití, en violencia sexual y el puesto número once entre los países con mayores índices de feminicidio en el mundo. La dimensión del problema tiene proporciones epidémicas. En Bolivia, el delito más frecuente registrado por las instancias estatales es la violencia contra la mujer. Tan sólo en 2016 se han denunciado 36.521 delitos vinculados a la libertad y la integridad de las mujeres bolivianas, constituyendo el 38% del total de delitos a nivel nacional. Si asumimos que no todos los casos de violencia cometidos contra las mujeres son denunciados, podemos imaginar la aterradora dimensión del problema. El incremento de la violencia tiene que ver con tres factores: la deficiente institucionalidad estatal para atender a las víctimas de violencia, la crisis sistémica del sistema judicial y reproducción de ideas, y las creencias que naturalizan/legitiman la violencia. Así, cualquier abordaje del problema debe ser asumido no sólo en el campo de la atención y reparación de víctimas sino principalmente en la prevención que implica cuestionar los imaginarios sociales que legitiman el uso de la violencia contra las mujeres. Frente a esto, Oxfam ha realizado una serie de investigaciones que permiten comprender los procesos de transmisión de las creencias machistas de generación en generación. Para ello nos hemos centrado en las y los jóvenes buscando identificar su posicionamiento frente a un sistema de jerarquías de género arraigado en nuestra sociedad patriarcal. Desde muy temprano, nuestras relaciones de amistad y de pareja se estructuran en base a valores y expectativas que responden a esquemas de poder. Así, el ejercicio de violencia es sólo el instrumento de disciplinamiento visible de un sistema de pensamiento machista y patriarcal, del cual los jóvenes son cómplices silenciosos. Los resultados de estos estudios nos llevan a constatar que, pese a los diversos esfuerzos desplegados por el movimiento de mujeres, los avances legislativos y la implementación de políticas públicas, las bases estructurales de la violencia contra las mujeres siguen intactas. Si desde el conjunto de la sociedad no trabajamos en el desmontaje de la legitimación y tolerancia de la violencia contra las mujeres, muy poco avanzaremos en la construcción de la sociedad libre, respetuosa y justa a la cual aspiramos. La Paz, diciembre 2017 Lourdes Montero

Coordinadora del programa Justicia de Género

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P

ese a los esfuerzos realizados por el Estado y la sociedad civil durante varios años, las bases estructurales de la violencia contra las mujeres están intactas. No ha cambiado una mentalidad que se encuentra en todos los segmentos de la población, entre ellos el de los jóvenes, quienes conforman un tercio de la población y están más expuestos que el resto a la violencia contra las mujeres y de género.1 Esta mentalidad -que vamos a calificar como patriarcal- predispone a todos, inclusive a los jóvenes, a evaluar y reaccionar ante la violencia contra las mujeres de un modo que la naturaliza y justifica, “por ejemplo cuando se dice que en una relación si no hay celos no hay amor”2. La justificación de la violencia la legitima y así no solo la hace posible y tolerable, sino que contribuye a su reproducción. De ahí que haya tan altos niveles de violencia en el país. Los estudios de Oxfam, por ejemplo, encontraron que nueve de cada diez jóvenes conocen a una mujer que sufre violencia; al mismo tiempo la mayoría de ellos cree que no debe intervenir en ayuda de esta amiga, porque la violencia de pareja es un asunto privado y que alguien externo a la misma no puede evitar. 1 Según los estudios de Oxfam, el 85% de los jóvenes ve la violencia como su principal preocupación. 2 Como dice el estudio “Violencia machista y mitos del amor romántico” realizado por Colectivo Rebeldía y Oxfam.

La encuesta de prevalencia y características de la violencia contra las mujeres preparada por el Instituto Nacional de Estadística entre el 5 de septiembre y el 3 de noviembre de 2016 muestra, entre otros, estos resultados: 51% Proporción de mujeres solteras mayores de 15 años que han sufrido violencia por parte de enamorados y “ex” a lo largo de su relación. 74,7% Proporción de mujeres casadas o en unión libre que han sufrido violencia por parte de sus parejas a lo largo de su relación. 87,8% Proporción de mujeres separadas, divorciadas y viudas que han sufrido violencia por parte de sus “ex”. La agresión a las mujeres de parte de quienes ellas quieren o quisieron es, por tanto, generalizada. Puede decirse que en nuestro país las relaciones sentimentales libres de violencia son una rareza.

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Los estudios muestran otros elementos de la mentalidad colectiva que sienta las “bases intocadas” de la violencia: ¬ 55% cree que vestir provocativamente puede generar una violación. ¬ 42% piensa que revisar el celular es una manera de salir de dudas con respecto a los comportamientos de pareja. ¬ 43% piensa que en una pelea de pareja los insultos son inevitables. ¬ 24% cree que si los golpes ‘no son fuertes’ no justifican la ruptura de la pareja. ¬ 21% cree que las chicas deben vestirse como sus parejas quieren. ¬ 21% asegura que el alcohol puede hacer que un hombre viole o golpee a una mujer, pues como está borracho no puede controlarse. El núcleo de la mentalidad machista y patriarcal en los jóvenes lo constituye la ideología del “amor romántico”, que describiremos más adelante. Ahora mencionemos algunas de las creencias relacionadas con esta ideología y que fueron detectadas en jóvenes que participaron en grupos focales en El Alto, La Paz y Santa Cruz organizados por el Colectivo Rebeldía con el auspicio de Oxfam: ¬ El amor es heterosexual, solo se da entre un hombre y una mujer. ¬ El amor es un “rapto”, un proceso de “pérdida” de uno mismo, que lleva a quien lo vive a “ser capaz de todo” por el otro. Es decir, implica simbiosis o unidad de la pareja o no es amor. (“El amor es volverte loco por ella, puedes hacer todo por ella, a veces dejas todo por ella”; “Cuando te enamoras, te das toda”; “El amor es aquel que te hace entregar sin importar las condiciones, dar sin esperar nada a cambio”). La conclusión de las investigadoras es que se supone que se debe amar “sin medir las consecuencias, lo que es un pase libre para actos de violencia”. ¬ El amor no es lo mismo que las relaciones que se ha tenido. Es algo muy especial que vendrá cuando llegue la persona adecuada. (“Hay que esperar la mujer adecuada, la que sea de su casa, sea sensible, te apoye”). ¬ El amor es “para siempre”, lo que justifica que cada miembro de la pareja controle la seriedad con que el otro asume el compromiso amoroso. (“El amor jamás se va a acabar, porque es algo puro”; “Vamos a tener problemas, yo voy a seguir ahí siempre”; “Estuve así, prohibiéndole a mi enamorado que no le hable a ciertas personas”). Sin embargo, la mayoría de los jóvenes rechazan la idea de ser “propiedad” de alguien y los celos excesivos.

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¬ El amor está garantizado por la responsabilidad y la abnegación de la mujer, que se “sacrifica” porque su novio o marido se “sienta bien”. (“Yo dejé muchas cosas, soy salidora, pero dejé de salir con ciertas personas, amigos, por estar bien en la relación, porque no voy a perder a mi enamorado por algo como eso”). Y en el contexto indígena esto es muy claro: la mujer que menstrúa por primera vez es aislada, únicamente en compañía de su madre y la abuela, y “debe hablar lo menos posible y trabajar lo más, para que no sea chismosa sino por el contrario sea lo más hacendosa posible”. Esto muestra cuáles son los valores que se supone deben adornar a la mujer en una sociedad de este tipo. ¬ El amor “salva” de la soltería, ya que la “misión” de la mujer (y parcialmente del hombre) es encontrar el “verdadero” amor. (“No entiendo cómo se puede estar con tantos cortejos, perder el tiempo… Yo sé que nadie dice ‘yo voy a estar con esa persona para casarme’, ¡y esa debería ser la idea!”) Las investigadoras señalan que tanto el catolicismo como las creencias indígenas en el “Chacha-warmi” o inseparabilidad de la mujer y el hombre tienden a “desvalorizar a las mujeres que no se casan”. (”Yo vengo de una familia en la que mi madre es la que solventa todo y mi abuela es la que ha solventado todo para mi madre, pero siempre necesitan la figura del hombre para ser respetadas por la sociedad”). Las investigadoras encuentran que la necesidad de encontrar protección de un hombre es afectiva antes que material, pues la presencia de este es exigida por la sociedad. ¬ El amor es la antesala de la concepción de hijos; se busca el amor para poder formar una familia, que “naturalmente” es un hombre, una mujer y niños.

Ideología patriarcal y violencia La inmensa mayoría de los hechos de violencia contra las mujeres está relacionada con ciertas creencias falsas sobre la familia y la pareja. Entre otras cosas, la ideología patriarcal regula lo siguiente: 1) los roles que deben tener los sexos en las relaciones de pareja, 2) el modelo de amor que deben seguir, 3) la posición que se debe adoptar frente a los celos, la maternidad, los anticonceptivos, el cuidado de los hijos y, finalmente, la propia violencia de género. Lo hace con un conjunto de “ideas tradicionales” que analizaremos una por una.

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Observaremos que estas ideas conducen a las y los bolivianos –que ya no viven en una sociedad tradicional, sino en medio de vertiginosos procesos de modernización– a callejones sin salida, a situaciones de malestar y desconcierto frente a las que muchos hombres (no todos, no existe determinismo en esto) reaccionan por medio de la violencia.

Primer idea tradicional: los roles de género Los estudios prueban que la idea tradicional de los roles que deben cumplir los hombres y las mujeres ha pasado a las nuevas generaciones. En estas no se cuestiona que las mujeres trabajen, se compren cosas con su trabajo y en general tengan cierta independencia económica, lo que corresponde con la necesidad actual de que colaboren a aumentar los ingresos familiares. En cambio, las posiciones sobre el papel de las mujeres en el hogar, el amor y la intimidad son bastante distintas: ¬ Se asocia a la mujer a la esfera del cuidado de la familia (trabajos hogareños, maternidad, atención a los viejos y enfermos). ¬ Se asocia al hombre a la esfera de la seguridad de la familia (protección y provisión de recursos). ¬ Se considera que cuando una mujer o un hombre no cumplen el papel que se espera de ella o de él en estas esferas, provocan el resquebrajamiento del orden familiar. ¬ Por estar a cargo del cuidado, las mujeres deben controlar a los hombres para que “no se excedan”, es decir, guarden fidelidad, traigan dinero a casa, no despilfarren, no beban demasiado, se ocupen de los niños. En otras palabras: para poder cuidar bien a los niños tienen que cuidar a sus maridos y convivientes también. ¬ Por estar a cargo de la protección, los hombres deben establecer límites al comportamiento de la familia y de cada uno de sus miembros, y deben controlar que no se rompa el orden familiar. Por esto se hallan autorizados a investigar qué hacen los demás (por lo que pueden tener acceso a la correspondencia, las contraseñas para usar celulares y redes sociales, los lugares en que la mujer y los hijos y también, en muchos casos, las hermanas, guardan sus pertenencias). También pueden y deben intervenir contra “amenazas” a la seguridad familiar, como enamorados de las hermanas que consideren inconvenientes, o amigas de la mujer que consideren “mala influencia” u

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ocupaciones que puedan apartar a las mujeres de la esfera del cuidado (de modo que si bien éstas pueden trabajar, no pueden tener una carrera, es decir, darle a su trabajo el mismo nivel de prioridad que los hombres al suyo). ¬ Como resultado de esta distribución de roles, se tiende a desconfiar de lo que las mujeres pueden hacer en la esfera de la seguridad, ya que sería necesario “decirles qué hacer” en este campo. Por ejemplo, decirles a qué hora retornar a casa, qué amistades tener y cuáles eludir, cómo vestirse para no provocar a los agresores sexuales, etc. Al mismo tiempo, se tiende a desconfiar de lo que los hombres pueden hacer en la esfera del cuidado. En esta área también habría que “decirles qué hacer” a éstos: cómo atender a los chicos, cómo cocinar o limpiar la casa, y también con qué amigas mujeres deben romper para que no haya riesgos de que se produzca infidelidad, abandono y, por tanto, en última instancia, desprotección de la familia. Dicho de otra manera, la división tradicional de roles equivale a una división del poder entre hombres y mujeres, por la cual los primeros tienen más poder en, por llamarla así, la “política familiar” (gobierno familiar o administración de la libertad, relaciones con el exterior, represión, conquista de recursos), mientras que las segundas tienen más poder en la “economía familiar” (administración de los recursos, organización, relaciones internas, persuasión).

Segunda idea tradicional: el amor romántico (o simbiótico) Los estudios cualitativos muestran que los jóvenes menores de 29 años cuestionan “algo” los roles de género que hemos mencionado, pero casi no cuestionan la idea tradicional del amor, a la cual la mayor parte de la literatura feminista llama idea “romántica” del amor. Esta idea es inculcada en la familia y los círculos de amistades, al mismo tiempo que es difundida y exaltada por la cultura contemporánea (cine, canciones, telenovelas, etc.) Los criterios que los muchachos y muchachas expresan de distintas formas, y que forman parte de esta idea tradicional, son los siguientes: ¬ La felicidad de las personas depende sustancialmente del amor. Lo que les pase en esta área determinará si logran o no su realización, si sus vidas tendrán sentido o no. En suma, no hay otra fuente de sentido vital que el amor. ¬ En consecuencia, los participantes del encuentro amoroso deben ser capaces de “darlo todo” por la plena realización del mismo:

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deben sacrificar su propio bienestar por el bienestar de la pareja. Cuando lo hacen y son generosos, “merecen” el amor; de lo contrario, no. ¬ El amor “verdadero” implica la fusión de la pareja en una unidad que se proyecta a través del tiempo “para siempre”. La promesa del amor es la total y eterna simbiosis de los amantes. ¬ Puesto que la pareja es parte de uno mismo, su independización por medio del rompimiento equivale a un desgarramiento. Es una traición a lo prometido y un desconocimiento de lo que se ha sacrificado por esa promesa. ¬ La simbiosis significa (aunque sea solo en el fondo) que al amar uno se apropia de lo amado. Lo amado es una propiedad muy preciada que debe defenderse de la acechanza de los demás, que lo desean, y de la independencia, porque la independencia de los amantes rompe el “hechizo” de la unidad amorosa y conduce a “perder” la felicidad que la pareja alcanza cuando está completamente centrada en sí misma. Amar, entonces, es celar y recelar, de los demás y de la propia pareja. Es vivir en guardia, a la defensiva, en contra de las amenazas del exterior y el interior. ¬ El amor “verdadero” se presenta como un rapto, una “locura” que genera la simbiosis. Sin este deseo de simbiosis no hay amor “verdadero”. Por tanto, el amor “verdadero” se vive como una total entrega a las vicisitudes del romance. ¬ Lo peor que puede ocurrir en el mundo es estar lejos del ser amado. Es preferible “la muerte” (es decir, la violencia) que la separación y la lejanía. La pareja elegida es tan única y tan valiosa que, de irse, nunca más uno tendrá una relación con una persona igual. ¬ Que la pareja deje de estar centrada en uno y se abra a otros, sea por el rompimiento, la infidelidad o la liberación de la simbiosis por cualquier medio (viajes, relaciones con padres, hermanos y amigos, trabajo, etc.) es un acto de traición y de destrucción del amor y, por tanto, de traición y destrucción de la felicidad en la vida. Como es lógico, todas estas creencias involucradas en la idea del amor simbiótico conducen al control, los celos, la “asfixia” de la espontaneidad, la falta de libertad, y, fácilmente, a la violencia: estallidos de furor, prohibiciones, gritos y discusiones terribles, golpes, sexo obligado, intentos de suicido e incluso asesinatos de mujeres, de quienes se supone que son sus “amantes” o sus “cómplices”, etc. En una palabra: el paradigma del amor simbiótico es el gran responsables de la degradación del amor de pareja en un pantano de abusos y crímenes.

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Tercera idea tradicional: La posición frente a los celos, la maternidad y la violencia de género Los estudios cualitativos muestran que muchos jóvenes consideran que los celos son una derivación necesaria de la idea del amor simbiótico, y que el control de la pareja es parte de las expresiones de amor. Generalmente es el hombre el que se siente llamado a tomar a su cargo este control, pero también puede ocurrir a la inversa, que por ejemplo las chicas busquen saber con quiénes chatean sus enamorados, qué hacen en Facebook y otras redes sociales, etc. Sin embargo, normalmente el control masculino es más secante y odioso, ya que es más “natural” para la sociedad y se verifica en muchas áreas simultáneamente, mientras que el control que se ejerce sobre los hombres solo está orientado a impedir la infidelidad (rara vez se extiende a la forma de vestir, el trabajo, las amistades, etc.) y por tanto deja a estos una mayor independencia. Los jóvenes (hombre y mujeres) repudian los celos “exagerados”, la mayoría porque ha tenido experiencia de ellos y los encuentra aborrecibles, pero al mismo tiempo no conciben un tipo de relación que no sea posesiva. En su opinión una relación sin celos sería superficial y episódica, mientras que una relación de amor “verdadero” incluiría necesariamente el miedo a perder y la exigencia de que la pareja “pruebe” que está entregada completamente a la relación. Los varones y algunas mujeres desean este tipo de relaciones, pero solo por un tiempo, mientras son jóvenes y esperan el amor “verdadero”, es decir, simbiótico. Lo mismo ocurre con la maternidad, que se considera (especialmente por parte de los varones) el máximo logro de una mujer y de una pareja, pero que no se espera como algo inmediato. Las mujeres jóvenes se muestran más dubitativas acerca de la maternidad, sobre todo a corto plazo, seguramente porque comprenden que ésta será principalmente su responsabilidad. No se ha detectado ningún cuestionamiento a la creencia tradicional de que las mujeres deben necesariamente ser madres para ser felices y realizarse como personas. Esta confianza en la maternidad está relacionada con la idea del amor que se ha descrito, que como sabemos supone que la pareja se mantiene “para siempre” y, por tanto, debe desembocar en la formación de una familia. El uso de los anticonceptivos, entonces, se admite fuera de la pareja de amor simbiótico, pero no en ella, en la que carecería de sentido. Los hijos llegarán y se los cuidará de la misma manera en que los padres fueron criados, manteniendo los roles de género que hemos

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señalado. Los jóvenes no tienen consciencia de la necesidad de que esto cambie. El mantener estas ideas induce a los hombres a chocar con las condiciones modernas de vida. Los roles masculino y femenino tradicionales son difíciles de mantener en una sociedad en la que las mujeres están incorporadas al mercado laboral, en algunos casos ganan más que sus maridos y compañeros; los varones deben realizar tareas del hogar les guste o no; alrededor de la mitad de los matrimonios se separa, dando lugar a una gran cantidad de hogares dirigidos por mujeres; los métodos anticonceptivos son más accesibles; las nuevas tecnologías ofrecen múltiples formas de conexión sentimental y sexual, la independencia sexual de las mujeres tiene a aumentar y el movimiento de mujeres cuestiona con creciente repercusión la ideología patriarcal. Esta contradicción entre el pensamiento moral de los jóvenes y las circunstancias en las que estos se desenvuelven modernamente conduce a lo que la psicología llama una “disonancia cognitiva”. La ideología impide que los jóvenes se adecuen al mundo moderno y transformen sus familias en un sentido tal que las volverían más democráticas, equitativas y pacíficas. Por el contrario, los lleva a ponerse a contrapelo de los cambios, tratando de detener los mismos, distorsionando sus efectos, generando tensión y prevención frente a ellos, y estimulando las respuestas violentas. La disonancia cognitiva evita que los jóvenes interpreten los cambios de forma positiva; los conduce a verlos como amenazas que vuelven sus vidas complicadas y en algunos casos intolerables. Al mismo tiempo impide que hagan una reflexión objetiva y autocrítica de su propio comportamiento y, en cambio, los empuja a justificar la violencia contra las mujeres. VIVIR ENTRE LA TRADICIÓN Y LA MODERNIDAD Quiero independencia y una carrera Quiero que respeten mis ideas y participar en política

Debo renunciar a todo por el amor verdadero Sólo seré feliz y completa si soy madre

Quiero casarme con una mujer independiente, con autonomía

Debo compartir las tareas del hogar

Soy responsable de la seguridad y el sostenimiento de mi familia Es normal ser celoso por temor a perder a mi amada

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Evidencias de la ideología patriarcal Una encuesta realizada por Ciudadanía en jóvenes de 15 a 29 años en las ciudades de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz, encontró la siguiente evidencia cuantitativa de lo que vamos diciendo. Los datos muestran un mayor cuestionamiento a la división de roles económicos entre hombres y mujeres y una fuerte pervivencia de las ideas tradicionales que conforman la ideología patriarcal: Gráfico 1 > NUCLEOS DUROS DEL PENSAMIENTO PATRIARCAL ¿Dime si estás en deSacuerdo o de acuerdo con cada una de las frases? Hombres pueden corregir con golpes

98%

Mujeres deben dedicarse al cuidado de familia

2%

64%

36%

Si mujer gana más que su pareja, tendrán problemas

51%

49%

Si madre sale a trabajar, hijos sufren abandono

50%

50%

Mujeres dependen de los hombres para su protección

50%

50%

Hombres deben controlar comportamiento de sus pareja

48%

52%

Hombres tienden a ser infieles

41%

Los silbidos y piropos son forma de acoso Hombres y Mujeres deben ganar lo mismo

59%

33% 9%

Hombres tienen mismas responsabilidades en tareas 6% del hogar que mujeres Mujeres son capaces para ser presidentas 4%

67% 91% 94% 96% En desacuerdo

De acuerdo

Fuente: Estudio de Ciudadanía (2016)

Por otra parte, la investigación de Diagnosis en jóvenes de entre 15 y 21 años de La Paz, El Alto y Santa Cruz determinó que entre el 40 y el 55% de ellos está de acuerdo o muy de acuerdo con las siguientes frases: ¬ “Algunas chicas se visten provocativamente o caminan hasta tarde, eso puede causar que las traten de violar o les hagan daño”. ¬ “A veces hay peleas entre enamorados, y es inevitable que surjan los insultos”. ¬ “Una buena manera de salir de dudas si tu pareja te engaña es ver los mensajes de su celular”.

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Esto significa, dice la investigación citada, que se culpabiliza a las mujeres por la violencia recibida ‘en la calle’: porque se visten provocativamente, o porque no se cuidan ‘y caminan hasta tarde’. “Genera un ‘control implícito’ en el hogar sobre el cuerpo de las mujeres: ‘si te vistes de manera indecente te van a violar’”. Por otra parte, significa “la normalización de los insultos y la desconfianza en las relaciones de pareja, que es ya un nivel de violencia”. Entre el 30 y el 40% de los jóvenes encuestados están de acuerdo o muy de acuerdo con que: ¬ “Los celos son una prueba de que hay amor”. ¬ “Si mi amigo le pega a su enamorada, yo no me meto, es su vida privada”. ¬ “Hay varias chicas que, para atrapar a sus novios, se embarazan y les obligan a casarse con ellas”. ¬ “Si una chica ama de verdad a su novio, le perdona, aunque sus faltas sean graves”. ¬ “A veces las chicas se hacen las difíciles para tener relaciones sexuales. Dicen ‘no’, pero en realidad quieren decir ‘sí’”. La investigación llama la atención sobre este último resultado, pues esta observación “ya es una puerta para el ejercicio de la violencia sexual”. En cambio se ha encontrado menos aceptación a las siguientes frases: ¬ “Cuando hay peleas entre enamorados pueden surgir golpes, pero eso no es grave si los golpes no son fuertes”. ¬ “A veces, para complacer a sus novios, las chicas deben vestirse como ellos quieren”. ¬ “A veces un hombre viola o golpea a una chica porque está borracho, no puede controlarse”. ¬ “(Hombres) Si yo viera que mi novia está andando con otro, le daría unos cuantos golpes. ¬ “(Mujeres) Si yo le viera a mi novio andando con otra chica, haría que a la chica le peguen”. Estos estudios permiten ver que mientras más evidente y física es la violencia retratada, entonces se rechaza con más claridad. En cambio, la violencia psicológica y las actitudes de control (celos, espionaje de la pareja, etc.) no se conceptualizan como acciones violentas o son justificadas con diferentes argumentos.

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Índice de Valores Patriarcales Usando como criterio el mayor o menor respaldo dado por los encuestados a las frases mencionadas, Diagnosis preparó un “Índice de Valores Patriarcales”, encontrando que el 10% de los jóvenes de La Paz, El Alto y Santa Cruz tienen un índice “muy alto”, 38% uno “alto”, 36% uno “medio” y 16% uno “bajo”. GRÁFICO 2 > Índice de Valores Patriarcales, según sexo 8%

23%

37% Bajo

36%

Medio

38%

Alto

37% 16%

Muy alto

4%

Fuente: elaboración propia en base a Diagnosis (2016).

Este cuadro muestra que en la mayoría de los jóvenes no hay diferencias de mentalidad por sexo, es decir, que hombre y mujeres piensan más o menos igual sobre estas cuestiones. En cambio, el “extremo patriarcal” se da especialmente en los hombres y el “extremo igualitario”, en las mujeres. GRÁFICO 3 > Índice de Valores Patriarcales, según ciudad El ALTO 22%

5% 45%

29% SANTA CRUZ

8% 30%

23% la paz

40%

45%

17%

35% 3%

Bajo

Medio

Alto

Muy alto

Fuente: elaboración propia en base a Diagnosis (2016).

Este cuadro evidencia, dice la investigación, que el 62% de los jóvenes cruceños “(casi 2 de cada 3 entrevistados) está de acuerdo con la

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mayoría de las frases que minimizan o legitiman la violencia en razón de género”. Por otra parte, es en Santa Cruz “donde se observa un mayor nivel de ‘indefensión colectiva aprehendida’: se cree que la violencia en razón de género es muy común, y que poco se puede hacer frente a ella, y que es el Estado el que ´debería hacer algo´”. También es la ciudad en la que están más consolidados los estereotipos de género, de estilo de “los hombres son mujeriegos por naturaleza”. Santa Cruz no es el lugar del país con más violencia contra las mujeres, pero sí donde la ideología patriarcal está más asentada. GRÁFICO 4 > Índice de Valores Patriarcales, según edad

17%

15%

15%

27%

36%

42%

45%

39%

33%

10%

10%

10%

15 - 16 años

17 - 18 años Bajo

Medio

Alto

19 - 21 años Muy alto

Fuente: elaboración propia en base a Diagnosis (2016).

“Aunque el Índice de Valores Patriarcales ‘muy alto’ es igual en los tres rangos de edad (10%), se observa que el resultado ‘alto’ aumenta a menor edad… sobre todo (en) los adolescentes de 15 a 16 años… en el hogar existe un mayor control de los cuerpos de los adolescentes, sobre todo de las mujeres. Al mismo tiempo, los adolescentes, al tener menos autonomía respecto del hogar, están más expuestos a los valores y al discurso del éste sobre sexualidad y roles de género. Por tanto, existe una mayor probabilidad de que ellos expresen valores de tipo patriarcal que se forman y transmiten, sobre todo, en el seno del hogar paterno”, señala la investigación.

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la violencia La investigación de Ciudadanía ha encontrado los siguientes resultados: Gráfico 5 >¿piensas que estos comportamientos son violentos o no? Forzar relaciones sexuales

6,7

Golpear con un objeto a la pareja

6,5 6,3

Golpear con la mano

6,0

Insultarle Quitarle y ocultar sus documentos

5,7 5,3

Prohibirle trabajar Prohibirle usar algún tipo de vestimenta

5,1

Revisar su celular

5,0

Prohibirle juntarse con algunos amigos/as

5,0

Ocultar cuánto dinero ganas

4,8

Controlar cuánto o en qué gasta el dinero la pareja

4,7 NADA VIOLENTO

MUY VIOLENTO

Fuente: Estudio de Ciudadanía, ya citado.

Si tomamos en cuenta que la calificación máxima (la que expresa que la acción que califica es completamente violenta) es 10, tenemos que casi todas las acciones mencionadas en el gráfico se consideran violentas, pero que solo “forzar relaciones sexuales”, “golpear a la pareja con un objeto o con la mano” e “insultar” se consideran abiertamente violentas. Estos y los siguientes resultados ratifican lo dicho acerca de una menor sensibilidad de los jóvenes ante acciones y actitudes de violencia psicológica (ligada a las ideas tradicionales sobre los roles de género, la pareja, etc.)

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Gráfico 6 > ¿qué tan correctas te parecen las siguientes acciones? Control de la vestimenta

2,4

Decidir si su pareja puede ver a su familia o amigos

2,9

Revisar teléfono, correo electrónico

2,9

Pedir fotos para corroborar dónde está

3,0

Controlar métodos anticonceptivos

4,2 NO ES CORRECTO

ES CORRECTO

Fuente: Estudio de Ciudadanía, ya citado.

Esto implica que no se considera correctas las medidas de control del comportamiento de las parejas (ninguna tiene una nota de más de 5), pero tampoco se rechazan terminantemente, en especial cuando son más sutiles y pueden pasar por arreglos necesarios de convivencia (“enviar fotos para mostrar donde y con quién se está, cuando una no se encuentra con la pareja” y “controlar que la pareja use o no use métodos anticonceptivos”). ¿Cuándo la violencia familiar se justifica para los jóvenes? La mayoría dice que “nunca”, pero hay una mayor tolerancia cuando ésta se presenta después de un acto de infidelidad. Gráfico 7 > ¿cuándo se justifica que una persona golpee a su pareja?

60% EN NINGúN CASO

40%

no atiende al marido 3%

esconde cuánto gana 3% no le deja revisar su teléfono, no le da la clave de su correo 3%

ha sido infiel 33%

le insulta, le grita o le dice palabras feas 8% se pierde sin avisar 9%

SE JUSTIFICA CUANDO...

coquetea con otros/as 11% se emborracha 18%

no cuida bien a los hijos 12%

Fuente: Estudio de Ciudadanía, ya citado

Lo mismo ocurre con las propias mujeres. Según la encuesta del INE que hemos estado usando, el 33,8% de ellas justifica algún tipo de violencia contra las mujeres mismas, una cifra que es mucho mayor en el área rural (53,7%). El motivo que hace más “justificable” la violencia es “si ella es infiel”.

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Mecanismos de reproducción social La evidencia empírica respalda la vieja afirmación de que “la violencia causa violencia”. El INE informa que, de todas las mujeres que están relación de pareja, que son 3.321.781 mujeres, solo 563.918 no han vivido violencia en sus familias de origen, es decir, en su infancia, y, en cambio, 2.757.863 sí la han vivido. Este dato solo nos permite ponderar la enorme extensión que tiene el problema del que hablamos no solo en el momento presente, como ya hemos visto antes, sino a lo largo del tiempo. Además, el estudio prueba que las mujeres que han estado expuestas a violencia en sus familias de origen tienen una mayor propensión a sufrirla en sus propias parejas. El 77,5% de las mujeres expuestas en la infancia han sufrido violencia en sus parejas, mientras que lo mismo solo ocurre con el 41,9% de las mujeres que tienen un pasado libre de violencia. La misma diferencia se observa en cada uno de los tipos de violencia. Si el 88% de las mujeres sin antecedentes de violencia en sus familias de origen han vivido violencia psicológica en sus propias parejas, el 92,6% de las mujeres con antecedentes de violencia familiar ha sufrido este tipo de violencia. Y así sucesivamente. En el caso de la violencia sexual, la relación es la siguiente: de cada 10 mujeres que no han observado o sufrido violencia en los hogares en que se han criado, 3 han sufrido violencia sexual (abuso y violación) en sus propias parejas; en cambio, de cada 10 mujeres que sí han observado o sufrido violencia en sus hogares originales, 5 han sufrido violencia sexual (abuso y violación) en sus propias parejas. Aunque no es fácil determinar cuál es el mecanismo exacto que produce esta relación (¿la consciencia de formar parte de un “sistema” frente al que parece no haber escapatoria ni alternativa?, ¿una mayor costumbre a aceptar la violencia?, ¿la elección de parejas violentas por razones de fijación psicológica?) su existencia indica que la violencia contra las mujeres es un proceso que se repite a través del tiempo y que encadena el sufrimiento de las madres con el de las hijas.

Según las estadísticas actuales, el no haber vivido violencia en el hogar paterno disminuye la propensión de sufrir violencia para las mujeres en casi la mitad.

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Conclusiones 1. La ideología patriarcal impregna las instituciones y procesos sociales, culturales y psicológicas en función de las que se realiza la vida de las mujeres, facilitando que éstas sean víctimas de violencia. 2. La mayor parte de los jóvenes de ambos sexos adopta la ideología patriarcal. Esto lastra la capacidad de estos jóvenes de adecuarse a las formas modernas de socialización. Se produce una “disonancia cognitiva” que conduce a los jóvenes a situaciones extremas y sin salida en las que constantemente aflora la violencia. 3. Tres son los imaginarios sociales centrales aliados de la ideología patriarcal: los roles tradicionales de género que establecen expectativas de que es ser un buen hombre y una buena mujer; la construcción cultural en torno al amor romántico y simbiótico y la legitimación de la maternidad como rol social central de las mujeres. 4. La violencia se reproduce indirectamente a través de la imposición y difusión de la ideología patriarcal y las instituciones a las que da lugar, y directamente a través de la mayor posibilidad de que las mujeres que han vivido su infancia en hogares violentos sufran violencia con sus propias parejas, posibilidad que está estadísticamente comprobada.

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ANEXO

ÍNDICE DE VALORES PATRIARCALES El índice valores patriarcales mide el grado en el que la persona entrevistada está de acuerdo con un conjunto de afirmaciones que revelan valores patriarcales. • Si la persona ha expresado su acuerdo con varias de estas frases, tiene un Índice “muy alto”. • Si la persona estuvo de acuerdo con varias de estas frases, pero no con la mayoría, tiene un Índice “alto”. • Si la persona estuvo de acuerdo con pocas frases, y expresó una actitud de “más o menos en desacuerdo” con varias de estas frases, tiene un Índice “medio”. • Finalmente, si la persona expresó en la mayoría de las frases que estaba “muy en desacuerdo” con ellas, tiene un Índice Patriarcal “bajo”.

1. Algunas chicas se visten provocativamente o caminan hasta tarde, eso puede causar que las traten de violar o les hagan daño 2. A veces hay peleas entre enamorados, y es inevitable que surjan los insultos 3. Una buena manera de salir de dudas si tu pareja te engaña es ver los mensajes de su celular 4. Los celos son una prueba de que hay amor 5. Si mi amigo le pega a su enamorada, yo no me meto, es su vida privada 6. Hay varias chicas que, para atrapar a sus novios, se embarazan y les obligan a casarse con ellas 7. Si una chica ama de vedad a su novio, le perdona, aunque sus faltas sean graves 8. A veces las chicas se hacen las difíciles para tener relaciones sexuales. 9. Dicen “no”, pero en realidad quieren decir “si” 10. Cuando hay peleas entre enamorados, pueden surgir golpes, pero eso no es grave si los golpes no son fuertes 11.A veces, para complacer a sus novios, las chicas deben veces, para complacer a sus novios, las chicas deben vestirse como ellos quieren. 12. A veces un hombre viola o golpea a una chica porque está borracho, no puede controlarse 13. 1 (Hombres) Si yo viera que mi novia está andando con otro, le daría unos cuantos golpes 13. 2 (Mujeres) Si yo le viera a mi novio andando con otra chica, haría que a la chica le peguen. Fuente: Diagnosis, 2016. Valores y actitudes ante la violencia en razón de género y consumos culturales en jóvenes. (Estudio cualitativo y cuantitativo en La Paz, El Alto y Santa Cruz).

Bibliografía central

Colectivo Rebeldía (2017): “Violencia machista y mitos del amor romántico”. Colectivo Rebeldía (2017): “Violencia contra las mujeres: entre avances y resistencias” Coordinadora de la Mujer (2016) “Valores y actitudes ante la violencia en razón de género y consumos culturales en jóvenes en La Paz, El Alto y Santa Cruz” Ciudadanía (2016): “Encuesta a jóvenes de las principales áreas metropolitanas de Bolivia sobre roles y violencia de género, consumo de medios y participación política” Instituto Nacional de Estadísticas (2016): “Encuesta de Prevalencia y características de la Violencia contra las Mujeres”

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