VENEZUELA OPORTUNIDAD PERDIDA? Estamos, justamente en estos momentos, en el ojo del huracán posiblemente más fuerte que haya golpeado las relaciones colombo venezolanas, con grave riesgo de hacer añicos lo hasta ahora construido en años de esfuerzo por la integración económica y comercial. En efecto, no solamente tenemos la amenaza de rotura de relaciones diplomáticas, sino el anuncio claro del Presidente Chávez de encargarse, personalmente, de reducir a cero las compras que su país hace a Colombia. La Cámara Colombo Venezolana ha tenido el objetivo central de trabajar para mantener las condiciones para que la inversión y el comercio binacional fluyan sin interferencias. Y, con toda claridad, ha contado con el apoyo incondicional del Presidente Uribe y el compromiso explícito del Presidente Chávez de respetar absolutamente las inversiones colombianas en Venezuela y honrar todas las obligaciones económicas, a cargo de su país, originadas en el flujo comercial. Pero no se quedo ahí. En el encuentro presidencial de Cartagena en Enero último, nos puso el reto de pasar, en el corto plazo, de un intercambio comercial de 7.000 millones de dólares a 10.000 millones. ¿Hasta dónde se deben afectar las relaciones comerciales como consecuencia de diferencias políticas o ideológicas entre los gobiernos? Ha sido universalmente aceptado que esos dos tipos de relaciones van por caminos independientes. Hace pocos días, al terminar la cumbre de Unasur en Bariloche, en entrevista concedida al diario El Comercio de Lima, el Presidente Chávez reconocía esta circunstancia al manifestar que sus diferencias políticas con los Estados Unidos no tenían porque afectar el flujo de petróleo hacia ese país. Y ponía como ejemplo la alta intensidad de negocios entre Rusia y China con los Estados Unidos, a pesar de sus profundas diferencias de modelo económico, político y social. ¿Cómo se entiende este doble discurso? Como entender e interpretar que ante la potencia mundial actúe sin restricciones y frente a quienes llama sus hermanos no haya solamente amenazas sino acciones reales par debilitar su postura política mediante el golpe bajo a pequeños y medianos empresarios? Cómo entender que un Jefe de Estado de una nación respetable, en el término de un año pase de garantizar las inversiones a amenazarlos estridentemente con expropiarlas? Y en ocho meses pase de ofrecer un comercio creciente a proponerse reducirlo a cero? Qué podemos decir a los empresarios que han creído en la palabra presidencial, han realizado inversiones, han exportado productos y no solo se les notifica ahora del cierre de ese mercado sino que se les dilata injustificada e indefinidamente los pagos?
Colombia y Venezuela han sido, son y serán pueblos hermanos. Tenemos el mismo origen, la misma sangre, la misma raza, las mismas costumbres. Solo nos separa una frontera, creada por los que ambicionaron poder y gloria, que hemos logrado desdibujar al fundirnos en un solo pueblo. En qué se diferencia un guajiro colombiano de un guajiro venezolano? O un nortesantandereano de un tachirense? Por qué entonces agredirnos? Por qué crear odios entre nosotros? Por qué violentar las leyes del mercado, de la competitividad, de los sabores, de las calidades forzando el consumo de productos según su origen político? La Cámara Colombo Venezolana, sus afiliados y los exportadores colombianos no tenemos poder real para cambiar esta situación. Lo que tenemos es un enorme poder moral. La industria y el comercio formal de Colombia han sido, en todo momento, respetuosos de la institucionalidad venezolana. Hemos oído el llamado de sus gobernantes, quienes han predicado la complementariedad de las dos economías y la necesidad de integrarnos. Hemos respetado todas las normas técnicas que buscan dar garantías al consumidor sobre la calidad de los productos que vendemos. Hemos hecho enormes esfuerzos por mejorar la productividad y la competitividad. Hemos ganado, en base a esfuerzos de años, las preferencias del consumidor venezolano en un mercado abierto al mundo y exigente en calidad. Hemos tenido oídos sordos a quienes nos reclaman fijar posiciones de rechazo frontal a políticas del gobierno venezolano que riñen con los principios y valores que practicamos en Colombia. Hemos atendido sin mezquindad ni ánimo especulativo las necesidades de abastecimiento del pueblo venezolano. Baste recordar cómo, durante el paro petrolero, con puertos colapsados en Venezuela, Colombia fue el gran abastecedor del mercado. Y no para apoyar a su Presidente, sino por ser responsables fraternos frente a un pueblo hermano necesitado de productos esenciales. Ante las dificultades generadas por la drástica caída de los precios petroleros, hemos sido comprensivos con las restricciones impuestas a las importaciones y tolerantes frente a la gravísima indolencia en la atención de los pagos. Pro todo lo anterior, con el más profundo respeto por la institucionalidad venezolana, pero con toda la contundencia que nos permite nuestra autoridad moral: -
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Protestamos enérgicamente por la posición del gobierno venezolano de utilizar las inversiones y el comercio con Colombia como un objeto par la retaliación política, originada en diferencias políticas e ideológicas con nuestro gobierno. Denunciamos ante la opinión pública binacional que las graves consecuencias de la actitud venezolana afectan directamente a los pueblos, en sus gentes trabajadoras mas desfavorecidas por la fortuna, de los dos países y al consumidor venezolano.
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No podemos entender ni aceptar que mientras se predica obsesión por contribuir a la paz de Colombia, caprichosamente se ponga en grave riesgo la fuente de ingresos de cerca de 250.000 familias colombianas. Reclamamos que se considere al comercio como un derecho de los pueblos, que genera riqueza social y que no sea utilizado como arma política. Reclamamos fidelidad del Presidente Chávez a su palabra empeñada de respetar las inversiones colombinas en Venezuela y honrar sin dilaciones las obligaciones pendientes de pago. Invocamos el cumplimiento de la obligación constitucional en Venezuela de garantizar la seguridad alimentaria de su población, no obstaculizando su fuente tradicional y natural de abastecimiento. Invitamos al gobierno venezolano a respetar la normatividad vigente en materia de importaciones, evitando crear excepciones caprichosas motivadas en favorabilidad política. Invitamos a los dos gobiernos a utilizar sus diferencias ideológicas como un desafío para construir sobre todo lo que nos une, en lugar de utilizarlas como justificación para dividirnos.
Finalmente, hacemos un llamado al sector privado colombiano a hacer sus mejores esfuerzos por no desaparecer del mercado venezolano. 1. Manteniendo sus exportaciones, aprovechando las posibilidades legales y absolutamente seguras en su pago que ofrece la legislación venezolana, así tenga que hacer sacrificios en su margen de contribución y 2. Evaluando posibilidades de maquila en países con cercanía política al gobierno venezolano, mientras la razón vuelve a imperar. Bogotá, 2 de Septiembre de 2009 Cámara Colombo Venezolana