Arqueologia de la Cuenca del Qaracha, Ayacucho, Peru Lidio M. Valdez; Cirilo Vivanco Latin American Antiquity, Vol. 5, No. 2. (Jun., 1994), pp. 144-157. Stable URL: http://links.jstor.org/sici?sici=1045-6635%28199406%295%3A2%3C144%3AADLCDQ%3E2.0.CO%3B2-W Latin American Antiquity is currently published by Society for American Archaeology.
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ARQUEOLOGIA DE LA CUENCA DEL QARACHA
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Figura 1. Mapa de ubicación de los principales asentamientos Wari de la sierra central del Perú: 1, Wari Willka; 2, Azangaro; 3, Wari; 4, Jargampata; 5, Taqsa Orqo; 6, Sarhuaqata; 7, Jincamocco; 8, Chiqna Jota, 9, Pikillaqta; y de la cuenca del Qaracha.
La investigación arqueológica en la cuenca del Qaracha se inauguró con la primera visita de Raymond y Isbe11 (1969). Dicho reconocimiento permitió observar la presencia de asentamientos wari que ocupaban estratégicamente la zona ecológica montano bajo (Isbell 1970:90; Raymond e Isbell 1969). Seguidamente, Félix Huamaní exploró el margen derecho del Río Qaracha, logrando ubicar cinco sitios post-wan o chanka (Huamaní 1978), ubicados por encima de los 3.800 m snm y establecidos en lugares definitivamente defensivos. Un año más tarde, Raymond dió a conocer el resultado de sus hallazgos de Taqsa Orqo, sitio wan ubicado al norte del punto de confluencia de los nos Pampas y Qaracha (Figura 1). Dicha información aseguró la presencia wan en el área durante el Horizonte Medio 2A (Raymond 1979:8 1). Por este mismo tiempo, Earls venía efectuando estudios etnohistóncos en el poblado de Sarhua, y durante su estadía logró visitar a tres asentamientos wari: Sarhuaqata, Uchupampa y Ayani, al lado de los asentamientos post-wan de Millqa, Nawpallaqta, Puqury y Llamqaya (Earls 198 1). En conjunto, toda esta información preliminar demostraba con toda claridad que la cuenca del Qaracha era arqueológicamente importante, principalmente para el estudio de la presencia wan, su colapso y la postenor ocupación inka. Con la finalidad de esclarecer el panorama arqueológico de la cuenca del Qaracha, en 1988 el Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Huamanga (Ayacucho) planificó un programa de investigaciones arqueológicas en dicha cuenca. Originalmente, el plan de trabajo estaba orientado a llevar a cabo estudios similares al de la cuenca del Qaracha en diferentes partes de la región de Ayacucho, inclusive la cuenca alta del Río Pampas, la cuenca baja del mismo río (Chungui y UnpaOngoy) y la parte norte de la provincia de Huanta. Durante una preliminar inspección que venía realizando Pompeyo Ichaccaya en la zona de Chungui, cerca a San Miguel, perdió la vida en circunstancias desafortunadas. Este lamentable hecho dió lugar a que modifiquemos nuestro plan original, limitándonos a la cuenca del Qaracha. En el mes de enero de 1988, los autores en colaboración con Casimiro Chávez, arqueólogo de la mencionada universidad, realizamos una prospección arqueológica desde la inmediaciones del poblado de Uchu hasta la zona de confluencia de los nos Pampas y Qaracha (Valdez et al. 1990). Dos
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meses más tarde extendimos las prospecciones hacia la cuenca alta. Nuestro recomdo fue rápido en la parte alta, mientras que prestamos mayor atención a la cuenca baja debido a que esta zona ofrecía mejores condiciones para el trabajo de campo. Debido a circunstancias inevitables, nuestro trabajo de campo quedó parcialmente incompleto, y por esto lo aquí indicado debe tomarse como información preliminar. Nuestros mejores informantes fueron los habitantes de los poblados vecinos, y como resultado de este trabajo ubicamos numerosos asentamientos arqueológicos, incluida una cueva de ocupación precerámica (ver Valdez et al. 1990:Figura 1). El objetivo del presente reporte es dar a conocer la información relacionada a la ocupación wan, así como de los pueblos post-wari. EL PERIODO PRE-WARI En la cuenca del Río Pampas en general, el período anterior a la ocupación wari sigue siendo relativamente desconocido. Esto obedece, en pnmer lugar, a los pocos trabajos de campo realizados en esta parte de los Andes centrales, y en segundo lugar, a que entre los arqueólogos existe la impresión de que el penodo que antecede a la formación del estado wan está representado por la cultura huarpa. Como no se ha encontrado un sólo asentamiento huarpa a lo largo de toda la cuenca del Pampas, se supone que durante el Penodo Intermedio Temprano, todo este temtono estaba desocupado. Durante la primera inspección arqueológica, Raymond e Isbell(1969) no encontraron sitios pertenecientes a dicho penodo, excepto el hallazgo de un fragmento de cerámica huarpa, encontrado en la superficie del sitio Chuschi Orqo, cerca al sitio wan de Taqsa Orqo. En el valle del Chicha/Soras, Meddens (199 1:2 15) tampoco ha recuperado información concerniente a la ocupación pre-wan, con la excepción de restos de cerámica que pertenecen al Penodo Inicial. Las últimas prospecciones efectuadas en la cuenca del Qaracha parecen sugerir un panorama similar al del valle de Chicha/Soras. Nuestro estudio, así como el de Raymond e Isbell (1969), no ha logrado ubicar evidencia alguna referente a la ocupación pre-wan. Este hecho nos limita, por el momento, abordar este período al que consideramos básico para comprender el impacto wan sobre la población local. La única manera de esclarecer este aparente vacio, creemos, es mediante trabajos de excavación en los sitios considerados wan, o en su efecto en aquellos que venimos clasificándolos como post-wan. Por el momento, la única versión que sugiere la existencia de una ocupación pre-wan para la cuenca del Pampas en general es la información procedente del valle del Carahuarazo. Allí, Schreiber (1992: 143) ha definido una fase llamada Kancha, caracterizada por la ubicación de los pueblos en lugares de mayor elevación (Schreiber 1987:276). Este patrón habitacional hace suponer que dichos pueblos pre-wan estaban identificados con el cultivo de los tubérculos alto-andinos (Schreiber 1984: 86, 1991a:2 10, 1991b:248), y probablemente también con el pastoreo de los camélidos. Definitivamente, dicha población no era huarpa, y si la situación de la cuenca del Qaracha fue similar al del valle antes mencionado, estudios realizados en los sitios ubicados a mayor altitud podnan ayudar a esclarecer el problema. A la fecha, la presencia de la cueva de Kunyaqmachay sobre los 4.000 m de altitud (ver Valdez et al. 1990:Figura l), parece indicar que los pueblos pre-wan de la cuenca del Pampas ocupaban generalmente la zona de puna, situación que no es típico de los pueblos huarpa. LA OCUPACION WARI Teniendo en consideración a la cerámica como principal indicador cronológico (Lumbreras 1984: 3), la información arqueológica sugiere que la cuenca del Qaracha devino bajo el dominio wari alrededor de la época 1B del Horizonte Medio (Raymond e Isbell 1969). La presencia de la cerámica Okros en la cuenca, el mismo que pertenece a la época 1B de dicho penodo (Knobloch 1991:249), así nos sugiere. En consecuencia, tanto el valle del Carahuarazo como la cuenca del Qaracha parecen haber sido ocupados por los waris de manera simultánea. Sin embargo, la abundancia de la cerámica Huamanga, que pertenece a la época 2A del Horizonte Medio (Anders 1986), indica que dicha época parece haber sido la de mayor occupación. Raymond e Isbell advertieron un hecho similar después de los trabajos que efectuaron entre 1967 y 1968.
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Figura 2. Asentamientos wari de la cuenca del Qaracha: 1, Taqsa Orqo; 2, Tinkuypampa; 3, Uchpataku; 4, Sarhuaqata; 5, Aywiripampa; 6, Ayani; 7, Qochapampa; 8, Uchupampa.
De acuerdo a la prospección arqueológica, hay un total de siete sitios wan en la cuenca del Qaracha: Tinkuypampa, Uchpataku, Sarhuaqata, Aywiripampa, Qochapampa, Ayani y Uchupampa (Figura 2). Confirmando la inicial versión de Isbell (1970:90), todos estos asentamientos ocupan una eco-zona identificada con el cultivo del maíz. El Único sitio que se encuentra entre los límites de las eco-zonas identificadas con el cultivo del maíz y los tubérculos es Sarhuaqata que está sobre los 3.650 m de altitud, en la parte superior del actual poblado de Sarhua. Esta característica confirma que la política wari fue ocupar tierras ubicadas a menor altitud, donde era posible el cultivo del maíz (Browman 1976; Schreiber 1987, 1991a). Por el momento, es difícil determinar la dimensión que haya tenido cada uno de los asentamientos wari. Esto se debe principalmente a que todos están en mal estado de conservación, y con la excepción de Tinkuypampa y Uchpataku, el área que ocupan los antiguos asentamientos wari es en actualidad terreno de cultivo. Por lo tanto, no sabemos si estos sitios fueron planificados, como tampoco podemos afirmar o negar la existencia de algún posible centro administrativo. Lo único que se ha podido observar es la presencia de alineamientos de piedra, probables fundaciones de las construcciones wari. El mal estado de conservación de estos sitios nos limita realizar su descripción, así como a discutirlo en comparación a otros sitios mejor estudiados. La única forma de poder llegar a conocer mejor del carácter de estos sitios es mediante trabajos de excavación, el mismo que es parte de nuestro futuro plan de trabajo.
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En cierto modo, lo hasta aquí mencionado coincide con los datos procedentes de los valles vecinos. Primero, Schreiber (1984:86, 199 1a:2 10) informa que el valle del Carahuarazo fue ocupado durante la época 1B del Honzonte Medio y que luego de la fundación del centro administrativo wan de Jincamocco la población se había dedicado al cultivo del maíz (Schreiber 1987:27 1). Para su efecto, y demostrando cierto estímulo hacia la producción del maíz, la población local que hasta entonces ocupaba las partes altas había sido trasladada hacia las zonas bajas. Coincidentemente, allí se había construido un conjunto de terrazas agrícolas. Una segunda información procede del valle Chicha/ Soras, que también había sido ocupado durante la época 1B del Honzonte Medio. Allí, los sitios wari también se habían establecido entre los 3.300 y 3.600 m de altitud (Meddens 1984:138), y así como en el Carahuarazo, terrazas agrícolas también habían sido construidas en las proximidades de los sitios wan. Finalmente, para el caso del valle de San Miguel, Isbe11 (1977:7) informa que cuando dicho valle cayó bajo el dominio wari, ocumdo alrededor de la época 2A del Horizonte Medio, los sitios wari se habían sido instalados en una eco-zona identificada con la producción del maíz. Efectivamente, el centro administrativo wari de Jargampata se encuentra sobre los 2.500 m de altitud, controlando la parte más fértil e irrigable del valle (Isbell 1988:183). Toda esta información procedente de diversos valles de esta región demuestra, una vez más, que parte de la política wari fue la explotación de las tierras ubicadas a menor altitud, donde era posible la producción del maíz. Este hecho sugiere que el maíz fue un producto de mucha importancia dentro de la organización socio-económica de los pueblos wari, talvez similar al de los inkas (ver Hastorf y Johannessen 1993). Todos los asentamientos wari de la cuenca del Qaracha parecen haber quedado abandonados al final de la época 2B del Horizonte Medio. Simultáneamente, el temtorio destinado al cultivo del maíz también parece haber sido abandonado, y de este modo la forma de organización agraria implantada por el estado wari se había fragmentado. Earls (198 1:7 1) sospecha que algunos asentamiento~wari fueron destruidos por ataques militares, y aunque esto es difícil de comprobar debido al estado de la investigación arqueológica, lo comprobable es que todos los sitios wari habían quedado en ruinas. Desde luego, este proceso de abandono no sólo sucedió en esta cuenca, sino también en la ciudad capital wari (Isbell 1984: 104; Menzel 1964:72) y otros centros administrativos wari como Azángaro (Anders 1986:2 11, 199 1:1901, Jargampata (Isbell 1977:45), Jincamocco (Schreiber 1987: 274, 199 1a:2 11) y el mismo Pikillaqta ubicado cerca al Cuzco (McEwan 1987:79-80). Este hecho todavía no está del todo esclarecido, y esto se debe, en parte, a nuestro desconocimiento del período post-wari de esta parte de los Andes centrales que, en Última instancia, constituyó el centro del desarrollo del estado wan. LA OCUPACION POST-WARI Lo que sucedió después del colapso del estado wan es un tema rara vez discutido por los arqueólogos que estudian el problema wari. Cuando se debería dar la misma importancia que al proceso de formación y auge, ampliamente discutidos, el penodo que siguió al apogeo del estado wari sigue siendo parcialmente desconocido. Este hecho no permite comprender al fenómeno wan en su real dimensión. Nuestro estudio permite conocer la presencia de seis sitios post-wari en la margen derecha del Río Qaracha y diez sitios en el margen opuesto (Figura 3). Característica principal de estos sitios es su ubicación entre los 3.600 m y los 4.100 m de altitud. Asimismo, es de destacar que casi la mayoría de estos sitios ocupan lugares estratégico-defensivos y de amplia visibilidad (Raymond e Isbell 1969; Valdez et al. 1990), evidencia de que durante el período post-wari había repliegue de la población hacia los lugares mejor protegidos (Earls 198 1:7 1). Importante es subrayar el hecho que este caso no sólo se observa en la cuenca del Qaracha, sino en toda la parte central de los Andes centrales (González Carré et al. 1988; MacNeish et al. 1975:65-67). Esto sugiere que el colapso del estado wari no fue pacífica, y que su fragmentación significó la falta de una estabilidad política, por lo menos en la parte central de los Andes peruanos. No obstante que los asentamientos ocupan lugares bastante elevados, es interesante notar la presencia de muros defensivos levantados sobre la misma pendiente de formación rocosa en casi
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Figura 3. Asentamientos post-wari de la cuenca del Qaracha: 1, Haya Qichqa; 2, Tinka Orqo; 3, Calvario; 4, Peñol; 5, Quiñuri; 6, Saqsamarka; 7,Tarunka; 8, Pukara; 9, Cura Orqo; 10, Llamqaya; 11, Suqo Orqo; 12, Apu Orqo; 13, Puqury; 14, Millqa; 15, Nawpallaqta; 16, Kullkuncha.
todos los sitios post-wari de esta cuenca. El objetivo parece que fue hacer de cada sitio un lugar inaccesible, excepto por lugares determinados. El único sitio post-wari en la cuenca del Qaracha que no presenta fortificaciones es Llamqaya; por contraste, el sitio de Cura Orqo, que se encuentra muy cerca, aparece a modo de una verdadera fortaleza militar. Esto parece indicar que Cura Orqo garantizaba la seguridad de los habitantes de Llamqaya, que irónicamente es el más extenso. Si las fortificaciones fueron construidas con fines de defensa, tal como postulamos, es evidente que después del colapso del estado wari había mayor preocupación por la defensa (González Carré 1979; González Carré et al. 1988; Valdez et al. 1990). Este hecho pudo haber ocurrido en circunstancias en las cuales no existía una entidad estatal a causa de la fragmentación del estado wari. Al interior de los muros defensivos se observa una conglomeración de pequeñas estructuras de planta circular (Figuras 4 y S), y en términos generales no existe planificación alguna. Uno de los factores que no permitió la planificación parece haber sido la accidentada topografia. Este patrón constructivo es similar a lo observado por Lumbreras (1969:302) en otras partes de esta región; y en síntesis, la evidencia arqueológica sugiere que durante el periodo post-wari todos los asentamientos habían sido construidos en lugares defensivos y siempre en la cima de las montañas (Bonavia 1968:77-78; Lavallée y Julién 1983:25-26; Matos 1978:3 13-3 14; MacNeish et al. 1975:65). Debido a la densa vegetación formada por el ichu que cubre a la mayoría de los sitios post-wari, sólo una escasa colección de cerámica fue recuperada durante las prospecciones. Una mayor parte
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Figura 4. Dibujo de planta del sitio post-wari Puqury.
de éstas son piezas no diagnósticas, pero algunos ejemplares recuperados del sitio Millqa pertenecen a los estilos Arqalla y Aya Orqo (Figura 6). Lumbreras (1959:66-67, 1960:141) menciona que el estilo Arqalla es típico de este periodo post-wari o chanka, con una distribución que parece cubrir gran parte del temtorio que comprenden los actuales departamentos de Apurímac, Ayacucho y Huancavelica. Por otro lado, González Carré et al. (1 987:37) han realizado la más reciente seriación de la cerámica post-wari depositada en el Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Huamanga, llegando a la conclusión de que durante dicho periodo habían cuatro estilos de cerámica. Como los más tempranos están clasificados los estilos Tanta Orqo y Qachisqo, y como los más tardíos los estilos Arqalla y Aya Orqo. De ser correcta esta seriación, y viendo que hay ausencia de los dos estilos considerados tempranos en la cuenca del Qaracha, parece existir un momento de abandono entre la desocupación de los sitios wari y el establecimiento de los sitios post-wari. Sin embargo, y puesto que dicha seriación aún carece de sustento estratigráfico, creemos que la situación
Figura 5. Dibujo de planta del sitio post-wari Nawpallaqta.
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Figura 6. Cerámica de los estilos (a-b) Arqalla y (e) Aya Orqo procedentes de Millqa.
de esta cuenca fue similar al del valle del Carahuarazo. Es decir, que la fundación de los sitios fortificados debió haber ocumdo inmediatamente después del abandono de los sitios wan. La cerámica procedente del sitio de Millqa, así como del resto de los sitios post-wan de esta cuenca, es monócroma y de acabado muy simple. El color de la pasta es ligeramente rojo-naranja, con decoraciones que aparecen a modo de apliqué y algunas incisiones ligeramente profundas sobre pasta húmeda. En verdad, no existe continuidad alguna entre dichos estilos y el estilo Huamanga, y si durante el penodo wan existieron alfareros especialistas (Pozzi-Escot 1991), ellos parecen también haber desaparecido paralelo a la desintegración del estado wan. Asimismo, si es válida la versión concerniente a que wan cayó en medio de la violencia, la alfarena post-wari de esta parte de los Andes centrales parece reflejar las difíciles condiciones socio-políticas en las que vivieron los pueblos de esta región después de la desintegración de un estado considerado centralista y totalitario (Isbell y Schreiber 1978; Schreiber 1987). Lo interesante es que un hecho similar a lo registrado en la cuenca del Qaracha se observa en un amplio temtono que coincidentemente constituyó el centro del desarrollo del estado wan. Primero, Schreiber (1987:274) informa que cuando Jincamocco fue despoblado al final de la época 2B del Horizonte Medio, la población se había trasladado hacia las partes altas en busca de lugares que ofrecían mejor protección. En efecto, el sitio de Toqsa había sido establecido durante este tiempo, y no hay duda de que la función de Toqsa fue estrictamente defensiva. En segundo lugar, Isbell (1977:45) también da a conocer que después de la época 2B los nuevos asentamientos post-wan del valle de San Miguel fueron edificados en las cumbres más altas, probablemente lugares escogidos para garantizar la seguridad de sus habitantes. Seguidamente, Bonavia (1968:77-78, 1972:22) ha logrado registrar un considerable número de sitios de ubicación estratégica en la parte norte del departamento de Ayacucho, y que en cuyas superficies destaca el estilo de cerámica Arqalla. Además, se cuenta que las estructuras son de planta circular, y que en términos generales son idénticos a los de la cuenca del Qaracha. Finalmente, datos procedentes de la parte este y norte del departamento de Huancavelica (Lavallée y Julién 1983:25-26), el valle del Mantaro (Earle et al. 1978:643; Matos 1966:96, 1978:313-3 14)y Jauja (Costin y Earle 1989:693; Hastorf 1990:266; Seltzer y Hastorf 1990:
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41 1) demuestran la presencia de un panorama similar. Lo interesante en la zona de Jauja es que allí ya se ha comprobado que este drástico cambio sucedió alrededor de los años 900 D.C., fecha que coincide perfectamente con la desintegración del estado wari. Como hemos mencionado en líneas anteriores, rara vez nos hemos planteado la pregunta a lo que sucedió con wari después de la época 2B del Horizonte Medio. Sin embargo, el hecho que no se puede negar es el abandono de los valles en favor de una mayor ocupación de las zonas altas. En adición, parece también ser claro la aparición de sitios fortificados, al mismo tiempo que se observa el decaimiento de la capacidad artística y técnica de la alfarena. En Jauja, se ha notado que paralelo a todo este cambio los instrumentos de trabajo también se habían modificado con la aparición de nuevas variedades aptas para el trabajo de las tierras de puna. Dentro de este contexto, la inicial información procedente de la cuenca del Qaracha encuadra perfectamente, y de este modo la evidencia parece confirmar que la caída del estado wari no fue pacífica (Anders 1986:2 1 1;Schreiber 1987:274).
LA PRESENCIA INKA Cuando el temtorio que conforman los actuales departamentos de Apunmac, Ayacucho y Huancavelica cayó bajo la ocupación inka, Vilkaswamán fue el Único establecimiento inka y, como tal, capital provincial del estado inka. De acuerdo a la evidencia etnohistórica, el resto del temtorio que hasta entonces había constituido el núcleo del desarrollo wari, había sido poblado por mitimaes de diferente origen (Palomino 197 1:237; Urrutia 1985: 17; Zuidema 1989: 107), mientras que la población local parece que también fue reubicada en algún otro lugar. Dichos estudios también aseguran que los actuales poblados de la cuenca del Qaracha (Figura 7) tienen sus origenes en dichos mitimaes, y lo observable es que con la ocupación inka se volvieron a ocupar las tierras bajas, abandonándose las fortificaciones. Este hecho indica que el establecimiento de un nuevo estado, el estado inka, garantizó la tranquilidad que aparentemente se había desestabilizado con la caída wari. Coincidentemente, Schreiber (1987:274) ofrece una evidencia similar para el caso del valle del Carahuarazo. Allí, las fortificaciones habían quedado despobladas cuando la población había iniciado a reocupar las partes de menor elevación, como en los tiempos wari. En el valle del Mantaro y Jauja también se había producido un acontecimiento similar con la llegada inka (Costin y Earle 1989:693; Hastorf et al. 1989: 109), y en toda la parte central de los Andes peruanos las poblaciones habían iniciado a ocupar el fondo de los valles. El cronista Cieza de León (1945:Capítulo XXXVIII) relata que antes del establecimiento del estado inka, la situación social en los Andes centrales era bastante convulsionada, y este sólo llegó a su fin con la consolidación del estado inka. Por lo tanto, dicha referencia y los datos arqueológicos coinciden perfectamente, y de este modo todo parece sugerir que efectivamente había guerra luego del colapso del estado wan. Para poder esclarecer el panorama con respecto a la caída wan y el carácter de las posteriores ocupaciones, nos parece muy importante explicar porqué los inkas poblaron a esta región de mitimaes de diferente origen. Hasta antes de la formación del estado inka, el temtono circundante a la antigua ciudad capital wari fue dominado por los llamados chankas (Earls 1981; González Carré 1979), quienes habían logrado formar una confederación aparentemente con el objetivo de restaurar el imperio wari (ver Zuidema 1989). Aunque la relación de los chankas históricos y la población que habitó los sitios fortificados no está del todo esclarecido, merece insistir en el porqué el estado inka fue muy cauteloso con la población de esta región, al extremo de considerar necesario desarticular a los llamados chankas, para luego establecer diversos grupos de mitimaes (Urrutia 1985). Por el momento, en base a la información que se maneja, es aún dificil ofrecer mayores argumentos, y la única forma de esclarecer esta situación es mediante mayores trabajos. LAS TERRAZAS AGRICOLAS Un aspecto que merece atención es la extensa presencia de terrazas agrícolas que cubren casi por completo todo el margen izquierdo del Río Qaracha. Durante el recomdo por el camino de herradura que va del puente de Sarhua 2 ubicado sobre el Río Pampas y cerca al sitio wan de Tinkuypampa
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Figura 7. Asentamientos contemporáneos de la cuenca del Qaracha originados por los mitimaes establecidos por los inkas.
2 hacia Sarhua y de allí hacia los poblados de Uchu, por un lado, y Huarcaya, por el otro lado, se observa la continua presencia de terrazas en los terrenos de pronunciada topografía accidentada, desde los 2.700 m hasta los 3.800 m snm. Con el objetivo de determinar el penodo al que pertenecen, hemos realizado una minuciosa inspección superficial en varios puntos donde hay presencia de terrazas, pero los resultados fueron negativos. Los datos procedentes de los valles del Carahuarazo y el Chicha/Soras afirman una fecha del período wari para las terrazas allí ubicadas, y sospechamos que las de la cuenca del Qaracha también hayan sido construidas por la población wari. La cercanía de las terrazas a los sitios wan parece dar validez a nuestra apreciación. Pero, si esto fue diferente, sería muy difícil comprender el porqué de la presencia wari en una cuenca de muy pocos recursos agrícolas. Sin duda, la única manera de hacer de esta cuenca una zona agrícola debió haber sido mediante la construcción de dichas terrazas, hecho que parece sugerir la forma de distribución de los sitios wan. Ya existen también evidencias arqueológicas que sugieren la práctica de la agricultura durante el período post-wari. En Kullkuncha hemos encontrado una buena colección de azadas agrícolas(Figura 8), y la presencia de terrazas agrícolas en los alrededores del sitio demuestra claramente que por lo menos parte de dichas terrazas pertenece al período post-wari. Probablemente sucedió algo similar con la ocupación inka; es de suponer que dichas terrazas fueron utilizadas por más de un período, y que la construcción de los mismos quizás se inauguró con la llegada wari. En síntesis, y sin
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Agradecimientos. Extendemos nuestro agradecimiento a Prudence M. Rice y a dos anónimos cnticos de Latin American Antiquity por las positivas y alentadoras sugerencias y comentarios que nos hicieron llegar. Nuestra profunda gratitud a William H. Isbell y J. Scott Raymond por haber compartido con nosotros sus conocimientos basados en los trabajos que realizaron en la misma cuenca por los años 1967 y 1968. Una temprana versión del presente reporte fue leído y comentado por David L. Browrnan, así como por Enrique González Carré y el historiador Jaime Urrutia. A ellos también extendemos nuestras gracias, sin embargo, lo planteado aquí es de exclusiva responsabilidad de los autores. Por otro lado, nuestro especial agradecimiento a los pobladores de Sarhua, quienes siempre nos ofrecieron su hospitalidad. La ejecución del presente trabajo fue en parte posible gracias a la participación de Casimiro Chávez, así como al permanente estimulo de Denise Pozzi-Escot, quien por entonces era directora del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Huamanga. Toda la colección arqueológica recuperada durante las prospecciones en la cuenca del Qaracha se encuentra depositada en dicho laboratorio. Por Último, rendimos nuestro póstumo homenaje a quien fuera compañero, amigo y estudiante de arqueología de la Universidad de Huamanga, Pompeyo Ichaccaya, quien así como muchos otros, fue inocente víctima de la barbarie desatada en esta parte de los Andes peruanos.
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Received June 29, 1992; accepted June 8, 1993
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