Urus En El Titicaca Por Smok

Un pueblo que habita a orillas de cualquier masa de agua tiene lógicamente sus características particulares, pero imagínese ahora cuán más original resulta uno que vive literalmente dentro de un lago. Ésta es la realidad de la cultura de los Uru que habitan dentro del Titicaca. Ocupando parte de la frontera entre Bolivia y Perú, el Titicaca es un lugar también excepcional: a lo largo del mundo es el único lago salado y el más alto, con 3800 metros sobre el nivel del mar, de los navegables. Las atribuciones místicas a algunas de sus islas (como la Isla del Sol y la Isla de La Luna) serán aquí solo mencionadas como parte decorativa de cierto proliferante turismo espiritual. Faltos de

contradicciones

y

con

todo

nuestro

escepticismo

anterior

a

cuestas,

entenderemos la suma relevancia del Titicaca por haber sido parte ritual fundamental de antiguas grandes culturas preincaicas, como Tiwanaco y Pucará, desde hace más de mil años. Hace poco más de dos años durante un viaje por ruta desde Buenos Aires hasta el norte peruano, nos encontrábamos en Bolivia, en la ciudad de Copacabana a orillas del lago. El próximo destino, era ya en Perú: Cuzco. Poco después de cruzar la frontera nacional terrestre, durante una parada en la ciudad de Puno nos comentaron que no debíamos a travesar la zona sin antes conocer a los Uru por su unicidad y para eso debíamos tomar los botes desde el muelle de la ciudad hacia el interior del lago. El trayecto es corto, pronto llegamos a la zona de balsas. El paisaje es tan monótono como sorprendente. Todo está hecho a base de una planta de gran crecimiento en el lago: la totora. Con este material natural construyen las balsas gigantes donde luego levantan sus viviendas, éstas forman verdaderas islas artificiales, las que tienen la ventaja de poseer la capacidad de ser movidas y así cambiar su posición en el lago. La totora es el material de construcción por excelencia por su alta capacidad de flotación, también sus embarcaciones y artesanías son del mismo modo elaboradas. Por ser lógicamente un material perecedero, todas las obras con esta base material deben ser periódicamente renovadas. Las nociones de la estructura del universo de los diferentes pueblos andinos están dispuestas en torno a los pares de mitades que es lo que les permite situarse temporoespacialmente. Los Uru fueron uno de los pueblos que fueron dominados por los Aymara durante siglos, estableciendo su propia lógica de pensamiento.

Dada su situación de supremacía, estos últimos impusieron su idea de división entre el arriba y el abajo, o sea el urcosuyu y el umasuyu. Esta distinción si bien era coincidente con la zona en que los pueblos habitaban, teniendo en cuenta si lo hacían en el altiplano o en los valles, esta clasificación era más simbólica, le proporcionaba a la etnia la conformación de una imagen de sí misma. La lógica de la vida entera estaba regida por la dualidad:”los de abajo” y “los de arriba”, “los machos” y “las hembras”, “lo sólido” y “lo líquido”, “montaña” y “valle”. El control de los diferentes pisos ecológicos de ambas zonas era fundamental para la obtención

de

los

bienes

necesarios

para

su

reproducción,

igualmente

la

identificación que se otorgaba implicaba cierta categorización de las cosas. El orden universal aymara relegaba a los Uru, relacionados con los valles y lo líquido del agua, al umasuyu, o sea a una situación de eterna inferioridad con respecto a los habitantes del urcosuyu.

Si bien esta caracterización simbólica no implica una

degradación a los individuos, convierte en lógicamente impensado un triunfo de cualquier orden de los Uru frente a los Aymara. Así conformaron una minoría étnica y acuática oprimida. La llegada de una potencia conquistadora como fue la incaica, revolucionó la vida en los Andes. Tanto los Aymara como los Uru fueron dominados por la elite cuzqueña, quienes impusieron su propia estructura del universo. Ambos pueblos fueron situados juntos, o sea con la misma categoría, en uno de los dos pares de opuestos: el collasuyu. Ahora la lógica de la ordenación simbólica de los pueblos se veía trastocada por el nuevo centro que pasó a ser el Cuzco. Tanto los Uru como sus antiguos opresores, los Aymara, se encontraban juntos incluidos en “los de abajo”. Actualmente la etnia de los Uru vive tanto de la pesca de truchas en el Titicaca como de la cada vez mayor relevante importancia del turismo. La proliferación de este último es sumamente notoria, hay diferentes tipos de excursiones disponibles y hasta la posibilidad de dormir en uno de los hoteles que se encuentran en las islas que mantienen lo agreste del paisaje, ya que son construidos de la igual forma que sus propias viviendas. El contacto disponible con los nativos es totalmente indirecto para nosotros, la posibilidad de un trato que no esté filtrado por nuestra situación de turistas requerirá de otra ocasión y otras condiciones. Probablemente ha quedado mucho por conocer de esta cultura, pero aquí acabamos de dar una explicación a lo más llamativo de nuestra experiencia: las razones por qué un pueblo vive dentro de un lago. Esta no es, claramente, una

elección usual. El sometimiento tanto simbólico como por medio de la violencia que duró siglos frente a los Aymaras y luego frente a los Incas, que aunque nunca implicó una degradación, acorraló a los Uru, los llevó a volcarse así finalmente a la vida dentro del Titicaca.