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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO Facultad de Filosofía y Educación Instituto de Historia

Historia de Valparaíso a Través de la Literatura (19001960) Tesis Para Optar al Grado de Licenciado en Historia y Título de Profesor de Historia y Geografía

Por :

Lucía Lara Pérez - Daniela Orellana Briceño

Profesor Guía: Eduardo Cavieres F. Julio, 2001

AGRADECIMIENTOS Agradecemos a quienes permanecieron a nuestro lado, apoyándonos en cada etapa de la elaboración de esta tesis: nuestras familias, amigos más cercanos y por supuesto, a nuestro profesor guía, Sr. Eduardo Cavieres. Damos un agradecimiento especial al Gobierno Regional por el incentivo entregado para realizar esta investigación a través del Programa de Financiamiento de Tesis de interés

regional otorgado por el FNDR, organismo que dentro de tantos proyectos presentados, nuestra “Historia de Valparaíso a través de la Literatura. 1900 - 1960 ”, logró ser uno de los favorecidos. LUCÍA Y DANIELA

RESUMEN El objetivo de esta tesis es rescatar parte de la historia de Valparaíso a través de la literatura existente en la época, siendo ésta testimonio y realidad que refleja aspectos de la vida cotidiana que caracterizaron a esta ciudad entre 1900 y 1960.

INTRODUCCION

“Es imposible que yo oiga hablar de Valparaíso sin poner oído alerto, sin despertarme enteramente. Valparaíso es para mi la significación de grandes cosas. Es como un pozo donde yo me lanzara de cabeza, reconfortante, delicioso. Tiene para mi un gran prestigio y una claridad, como que representa el sitio de mis primeros sueños y mis primeras esperanzas”.1 Existen diversas formas de abarcar una obra literaria. Algunos leen esperando encontrar una historia romántica, otros pretenden entretenerse con una divertida aventura; los que tienen alma lírica esperan caer bajo la magia de bellos poemas; también hay quienes buscan encontrar algo de historia en los relatos que se narran, como es el caso de descripciones de lugares o de diversos ambientes en donde la imaginación vuela en manos de personajes cargados de emociones. Pero, ¿por qué la literatura? “El Valor de la literatura: carácter documento, estudio o análisis sobre el momento social focalizado por el autor”.2 Una manera de expresar el sentir de una persona acerca de alguien o de algo se manifiesta en las letras. Cada persona lleva en sí a un poeta que desea desahogar todo

1

DELANO, Luis Enrique. Una ventana en Playa Ancha: En Relatos no contenidos en

libros 1929-1936. Escrito en Madrid. Edit. Zig-Zag. Santiago. 2ª Edición. 1968.

2

PROMIS, José. La novela chilena del último siglo. Editorial La Noria. Santiago, 1993.

Pág. 10.

aquel pensamiento o sentimiento que lo envuelve. Pues bien, al escribir toda esta forma de sentir sobre vivencias y anhelos del autor de ciertas líneas, queda tangible ese testimonio sobre aquello que presenció, que sintió en un momento determinado y que luego trata de transmitir bajo la estilización de palabras, pasando a ser ésta una obra literaria. Ahora bien, la literatura como corriente artística cumple una función humanizadora, más aún si se considera como un reflejo de la mentalidad de una época. En el fondo, la literatura ha pasado a ser básicamente descriptiva según el período que se estudie. Es el caso de la tendencia Naturalista 3, que contiene una gran veta descriptiva sin dejar de lado aspectos valóricos, procurando crear en el lector una reacción consciente frente a la problemática que contiene la obra.

La Literatura es una expresión de la sociedad, los narradores neoclásicos convirtieron la novela en una narración que enseñaba a conocer la sociedad, ayudaba a corregir sus errores y colaboraba en la enseñanza y propagación de las virtudes necesarias para la marcha del progreso.4

Hoy en día vemos que el significado de ésta descansa, básicamente, en el ámbito de la novela. Sin embargo, no sólo este estilo de escribir es literatura, sino también

3

Dentro de la tendencia o corriente literaria denominada Naturalista, predominante en el

siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, se encuentran la corriente Criollista y la del Imaginismo. Esta última surge en contraposición a la Escuela Criollista.

4

PROMIS, José. Op. Cit. Pág. 11.

los poemas, los simples cuentos o las revistas que le han dedicado un espacio para que los lectores aporten con sus creaciones de esta índole. A lo largo de los años, la literatura se ha desarrollado bajo corrientes que han caracterizado a autores y sus obras, que a la vez han conformado tendencias según la realidad que se quiera retratar. En el caso de Chile, las tendencias que han predominado han surgido según las necesidades de los narradores de obras, los cuales siempre se han basado en la realidad que se vive en el momento, ya sea económica, política o bien, en los aspectos sociales de una sociedad que se ha comportado de diferente modo, según la época.

Es así que “la Novela naturalista que se imponía a comienzos de siglo, es una novela literaria con utilidad social específica: Colaborar al mejor conocimiento y a la corrección de los errores y desequilibrios humanos y sociales que el novelista describiría sobre la realidad de sus lectores.” 5 Leer una obra literaria propiamente tal no es tarea fácil para nadie. Menos aún para quienes pretendemos reconocer aspectos históricos con la finalidad de entregarlos para el conocimiento público y así valorar el patrimonio cultural de un determinado lugar. Es complejo definir en una tesis todos los rasgos que nos puedan retratar una cantidad determinada de libros, para luego estudiar y analizar su contenido. Por ello, la simplicidad del relato debe ser un factor primordial al momento de producir una obra que

5

Ibídem. Pág. 9.

tenga por objetivo llegar a toda persona, ya sea niños, jóvenes y adultos de distinto nivel socio- económico. Sin duda, es una motivación escribir sobre aquello que se considera esencial para que los lectores puedan captar el sentimiento con que una obra literaria fue hecha, y para tratar de transmitir, como señalábamos anteriormente, lo propio del autor en cuanto a su forma de expresar inquietudes o críticas. Asimismo, debe ser meta de toda persona que elabora una obra, el que los demás entiendan y comprendan a través del lenguaje simple, lo concerniente a los temas que se van a plantear. “Al abrir las páginas de una novela naturalista, los lectores sabían que iban a encontrar una imagen de ellos mismos descrita con todas sus debilidades, sus vicios, y sin ninguna conmiseración”.6 Es por eso, que esta tesis de pre-grado tiene por objeto, así como lo hicieron los autores de la época que estudiamos(1900-1960), retratar fundamentalmente una realidad social y económica - sin caer en especificaciones técnicas literarias ni propias de la historia, como datos o fechas - y señalar los aspectos generales que nos transmite la literatura estudiada que abarca la realidad porteña en el período ya aludido, pero desde un lenguaje común y comprensible para todo el que lea estas líneas, puesto que lo que vamos a describir a continuación, es parte de la vida cotidiana de antaño acaecida en este puerto mágico de Valparaíso. A la vez, también, reflejar las caras que presentaba esta ciudad en cuanto a la estructura social que evidenciaba marcadas diferencias socioeconómicas, pues aquellos con más poder adquisitivo vivían cómodamente, mientras, los migrantes desde zonas rurales, los empleados y la mano de obra, se instalaban y aglutinaban en la periferia, en los cerros; viviendo de manera miserable y sin las condiciones básicas de salubridad ni alcantarillado.

6

Ibídem., Pág. 13.

Encontramos así, dentro de la amplia gama de obras literarias, aquellas que han retratado a Valparaíso entre 1900 y 1960, que fueron escritas por autores que vivieron esa experiencia de conocer aspectos de esta ciudad, ya sea como visitante o como un habitante permanente de este “Viejo Pancho”, que tanto entregó a nativos y extranjeros residentes. Ahora bien, considerar la literatura como fuente histórica es una idea ya planteada por diversos autores. Muchas fueron las polémicas al respecto, por el hecho de la objetividad y veracidad de ésta. Muchos escribieron acerca de algún lugar o ambiente, pero las dudas existentes acerca de la validez de esos relatos mantuvieron en ascuas a todo aquel dedicado a estudiar obras que no manifestaran claramente el realismo de las narraciones que sirvieran como testimonio para reflejar la vida, sociedad o mentalidad de un período definido. Por eso, el contrastar lo expresado en la literatura de una época específica con ciertos lugares, por ejemplo, que aún permanecen en la actualidad, conociendo además su historia particular, tenemos como resultado la veracidad de esta producción literaria para considerarla como fuente histórica de una época, dilema que por lo demás, vamos a dilucidar a medida que avancemos en este trabajo. No todo puede considerarse fuente histórica. “Es público y notorio que los hechos históricos son el fundamento de todas las construcciones históricas, pero el investigador se entera de esos hechos no de un modo directo, sino a través de la fuente histórica”.7 Teniendo en cuenta esta afirmación, vemos que hoy en día se ha intensificado el interés por la problemática del estudio teórico de las fuentes. Así, en el sentido más amplio de la palabra, puede ser fuente histórica todo lo que nos proporciona el material para la reconstrucción de la vida histórica. Sin embargo,

7

PLASENCIA, Adelaida. Metodología de la investigación histórica. Ediciones Quinto Sol,

S.A., Zacatecas, México D.F., Pág. 155.

al respecto también existen ciertos obstáculos para lograr este objetivo, como por ejemplo, que una opinión pública no siempre puede ser considerada como fuente histórica de una época, porque el hecho de que forme parte de la experiencia de una persona que narra pasa a desvirtuar muchas veces el verdadero sentido de un hecho determinado, generando la problemática de la objetividad o subjetividad del relato. Por ello, es que la cita mencionada nos dice que el investigador se entera de una forma indirecta acerca de los hechos anteriormente ocurridos. Por lo cual, la literatura que revela hechos y elementos históricos reflejando así la sociedad y mentalidad de un lugar en un tiempo específico, puede ser considerada como fuente. Es ahí que la labor como reconstructores del pasado cobra importancia para rescatar las raíces y tradiciones que han pasado a ser parte imprescindible de la cultura de una región y, por ende, de un país determinado. Como sujetos históricos, debemos siempre entregar nuestra experiencia como testimonio del presente. Sin embargo, no todos a través del tiempo han tenido en claro esta idea, puesto que nuestra conciencia histórica no siempre se ha desarrollado en pro de una valorización de lo considerado parte de nuestra existencia. En este caso, es preciso que conozcamos y demos a conocer a partir de una reconstrucción de Valparaíso a través de la literatura producida entre 1900 y 1960, todos aquellos aspectos esenciales para reconocer en ello un fragmento de la memoria histórica de la ciudad para aprender a valorar aquello que no nos es ajeno y que pertenece a la historia regional, y como tal, de este ser porteño que tanto ha dado que hablar y que queda reflejado en los autores tratados en este trabajo, como lo son Salvador Reyes, Manuel Rojas, Luis Enrique Délano, Joaquín Edwards Bello, Augusto D’Halmar, entre otros 8. Ellos son considerados ‘hijos’ de esta ciudad, la cual influyó notablemente en sus vidas, y por ende, en sus creaciones literarias.

8

PROMIS, José. Op. Cit. Pág. 22. Valparaíso ha estado en manos de dos grupos de

escritores: los que por determinadas circunstancias tuvieron que vivir un tiempo en nuestro puerto y los oriundos de acá. Los primeros forman el grupo accidental dentro del

Hay también quienes, siendo de Valparaíso escribieron acerca de sus experiencias acontecidas en este puerto, como son Luis Hurtado López, Ernesto Barrera, Juan Johnson, que en la actualidad no son para la mayoría literatos de renombre, pero que a pesar de ser muy específicas sus producciones, dedicaron parte de su vida a relatar sobre lo particular y propiamente popular de esta ciudad.9 Testimonios materiales podemos encontrar muchos, pero está en nosotros el darles su valor, labor que no podremos realizar si no comprendemos la importancia de nuestra historicidad. Muchos han sido los que alguna vez han plasmado sus pensamientos, así como sentimientos, en unas sencillas hojas, en que inspirados por el paisaje de Valparaíso,

movimiento literario porteño, y que, ubicados dentro de este ambiente disonante de sirenas y pitos de grúas u oleaje sin fin, han tomado estampas, lugares y personajes para sus obras literarias. A este grupo pertenecen: Víctor Domingo Silva, Carlos Pezoa Véliz, Daniel de la Vega, Ernesto Montenegro, Augusto D’Halmar, Joaquín Edwards Bello, Salvador Reyes, Manuel Rojas y otros.

9

Ibídem. Pág. 33. El otro grupo que formaba parte del movimiento literario de 1900 está

formado por los autóctonos escritores porteños. Son los nacidos y que siempre vivirán en Valparaíso; es el grupo que tiene mayor importancia en este estudio general sobre la narrativa de nuestro puerto. Unos fueron conocidos y consagrados como tales, otros en cambio, eran desconocidos, pero que igualmente han estado trabajando de una forma u otra por enriquecer el acervo cultural porteño. Ellos son: Luis Hurtado López, Alberto Mauret Caamaño, Gustavo Silva, Francisco Garfias, Horacio Olivos, entre otros.

ya fuera de día o de noche, los hizo ser cómplices de los cambios transcurridos en sus inmediaciones, donde la gente vivía el día a día según el ritmo de los años. Joaquín Edwards Bello, en una de sus visitas a París, le preguntaron de qué lugar provenía. El simplemente dijo:”De Chile”, pues pensó que si decía de Valparaíso, iban a encontrar que se hacía el importante, por ser de este puerto. Esto refleja la importancia que tenía esta ciudad en la primera mitad del siglo XX, que incluso en lugares tan lejanos como Francia llegó a ser conocida y nombrada. Ahora bien, al señalar testigos intelectuales de esta parte de la historia ‘porteña’, no cabe duda que muchos tienen como punto de partida una realidad para luego echar a volar su imaginación y relatar sus historias que ‘embriagan’ al lector con la magia y el misterio que entregan sobre esta histórica, pintoresca y metafóricamente, hermosa ciudad. Entre aquellos que literariamente nos hablaron

y testimoniaron sobre

‘Pancho’, como le decían los marineros, tenemos a varios autores que, a la vez, nos describen desde diversas perspectivas y estupendamente la fisonomía de los cerros, calles y bares que abundan y que recorren incansablemente sus personajes que dan vida a una trama novelesca. De esta manera, tenemos que desde la mitad del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX se ha generado, debido a las corrientes literarias predominantes, un estudio por lo autóctono, lo que implica describir el lugar donde se vive. A partir de las tendencias presentes en la numerosa bibliografía recopilada,

hemos

encontrado dos corrientes influyentes en cada autor en su forma de tratar personajes, hechos y lugares que desarrollan en una historia. Son las corrientes Criollista y la Imaginista. Ambas se contraponen en su estilo de recoger y exponer ciertos temas en una obra.

Por un lado, bajo la escuela Criollista se agruparon “los escritores a quienes ha llamado de preferencia la atención la vida humilde, especialmente la de los campesinos, desde los patrones hasta los labriegos”.+ El Criollismo es una corriente literaria que describe las realidades demasiado observadas y calcadas de la vida misma. Es así como posee una connotación costumbrista, donde se retrata la vida humilde, rural y también urbana. El Criollismo busca que el lector reaccione frente a las problemáticas sociales que se plantean en las obras. Dentro de esta tendencia encontramos autores como Joaquín Edwards Bello

11

y

Manuel Rojas. Por otro lado, la corriente del Imaginismo se despega de la realidad. Es decir, es una combinación estética en que la fantasía supera a la realidad, aunque se presenta en ensamble perfecto con ella, gracias a la lógica y a la veracidad que se le trata de dar. Los imaginistas tienen como punto de partida para sus creaciones, el mundo objetivo o real. Sin embargo, entre la verdad de la vida y la verdad estética de ella, se adhieren a esta última.

+

SILVA CASTRO, Raúl. Panorama Literario de Chile. Editorial Universitaria, S.A.,

Santiago, 1961. Pág. 376. 11

En el caso de Joaquín Edwards Bello, se puede apreciar en sus Crónicas y en sus relatos

en general, que recalca aquellos aspectos del Valparaíso popular que son negativos en su contenido; entre éstos tenemos la violencia en los cerros, la pobreza, el hacinamiento, la suciedad, entre otros. Aspectos que destaca como una forma de crítica social por la dureza de las condiciones de vida de estas personas.

Algunos autores de esta corriente: Augusto D’Halmar, Salvador Reyes y Luis Enrique Délano. La corriente del Imaginismo surge en contraposición a la Criollista, pues “El anhelo de fantasía y de libertad creadora por oposición al rígido esquema de la estructura naturalista culmina en 1928 con la polémica literaria conocida como la “querella entre los imaginistas y los criollistas”. El iniciador y jefe indiscutido de la postura imaginista fue Salvador Reyes (1899-1970), quien a través de su larga trayectoria literaria rindió tributo de admiración una y otra vez al puerto de Valparaíso, pero sin quedarse en la estática contemplación del ente urbano, sino dándole la dimensión marítima que le correspondía. La polémica comenzó con la publicación del libro de cuentos “La niña de la prisión y otros relatos” de Luis Enrique Délano, con prólogo de Salvador Reyes. En dicho prólogo se anhela una nueva perspectiva literaria, un enfoque más poético, fantástico y original, que le dé lugar al ensueño y a la imaginación. Desea nuevos temas, motivos y personajes literarios, nuevas formas narrativas también. Pero no se queda en meras interrogantes, propone el tema marítimo y la novela de aventuras como soluciones a estas inquietudes. Elogia a Luis Enrique Délano porque ha descubierto nuevos personajes en el ambiente de los puertos: “Marinos, vagabundos, gitanos, tipos misteriosos, mujeres que ocultan un secreto horrendo, detectives con un gesto irónico subrayando la pipa”... Seres que giran en un mundo de acción y aventuras. El tono de Salvador Reyes se hace apasionado para exaltar el significado del mar en la literatura: ‘El mar es la patria de todos los soñadores; en todas las vidas en pugna con lo cotidiano hay un golpe de mareas, y es el surco abierto por los barcos donde fructifican las semillas de los mejores sueños. 12

12

RAMÍREZ ARANCIBIA, Ana Julia. Artículo “Valparaíso en la perspectiva literaria

del Imaginismo”. En “Valparaíso, visión multidisciplinaria II”, de la Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Valparaíso. 1980. Patrocinado por la Sud Americana de Vapores.

Reyes, así como D’Halmar, han sido pieza clave en el desarrollo de la tendencia imaginista y así lo demuestra su forma de escribir acerca de Valparaíso:

Los imaginistas no descubrieron a Valparaíso como tema literario, no hicieron sino trabajar a partir de una tradición literaria que lo señalaba como un espacio narrativo sugerente. Pero ellos le dieron la proyección oceánica por su interés en destacar el tema marítimo y captaron el dinamismo de la vida porteña, porque a ella aplicaron el esquema de la novela de aventuras. El aporte de Valparaíso a la gestación de esta nueva perspectiva literaria poética, irracionalista y fantástica que se conoce en la literatura chilena con el nombre de” imaginismo” es importante, porque el “programa imaginista” trazado por Salvador Reyes se cumplió, precisamente a través de este largo reflexionar sobre el “secreto porteño”, que llevó al autor de una simple crónica a la elaboración de dos novelas interesantísimas sobre nuestro puerto. Salvador Reyes, que recibiría el Premio Nacional de Literatura en 1967, tuvo la intuición antes que Benjamín Subercaseaux, que Chile era una “tierra de océano”, y, antes que Neruda, de que Valparaíso era la “puerta de los anchos mares.13

13

PROMIS, José. Op. Cit. Pág. 9.

Como es de notar, las narraciones formuladas a partir de esta tendencia imaginista pasan a ser destacables al extraer su valor a través de lo que señalan sus relatores. Promis lo resume así: “El texto narrativo adquiría el prestigio de ser una enseñanza sobre el comportamiento real; un texto se ofrecía al lector como una solución a los problemas y desequilibrios de la vida cotidiana.”14 Por lo tanto, para la realización de esta investigación, hemos utilizado preferentemente autores de la corriente del Imaginismo, por un lado, por la abundancia de estas narraciones sobre Valparaíso durante estos años que estudiamos, considerando además su característica de verdad estética que transmite, y que es la que predomina en los literatos que recogimos en este trabajo, lo cual hace del relato una lectura más atrayente e interesante. En esta tesis rescatamos parte de la historia de la ciudad de Valparaíso a través de la literatura existente en la época, siendo ésta testimonio y realidad que refleja aspectos de la vida cotidiana que la caracterizaron entre 1900 y 1960. Veremos a una sociedad porteña retratada bajo la mirada de quienes se sintieron identificados con la magia y el encanto del Viejo Pancho: Literatos como Salvador Reyes y Joaquín Edwards Bello, entre otros; que nos hacen introducirnos en la historia de un Valparaíso que se nos fue. Sin embargo, para complementar este trabajo, hemos recurrido a otros autores chilenos de casi mediados del siglo XX, que nos proporcionan más riqueza literaria sobre Valparaíso. Nos referimos a Pablo Neruda y Enrique Lafourcade, entre otros, quienes a través de algunas líneas muy definidas sobre el panorama de esta ciudad entre 1940 y 1960, nos ayudan a retratar parte de la realidad cotidiana acaecida en este puerto. Por tanto, nuestro objetivo es entregar una visión social sobre la ciudad, para así, a través de la literatura leída y analizada, extraer historia y corroborar que ésta se puede recoger como fuente histórica de una época.

14

RAMÍREZ ARANCIBIA, Ana Julia. Op. Cit.

Es fundamental también señalar que si bien tomamos ciertos aspectos de Valparaíso en el período ya aludido que conformaron la realidad social, política, económica y cultural de la ciudad, consideramos aquellos elementos que son destacados por sus peculiaridades geográficas que tradicionalmente han caracterizado a la ciudad como son: Cerros, Mar y Plan. Ambientes desiguales para una sociedad rígida, en que las diferencias sociales a partir de un tema económico fueron muy marcadas, determinando para ello según el nivel adquisitivo, el lugar donde podía residir una familia. Es preciso decir al lector, que para la mejor comprensión de esta obra, se debe tener presente que los temas tratados fueron experimentando una evolución entre 1900 y 1960. Es decir, que los cerros, el mar y el plan de la ciudad de Valparaíso se fueron transformando poco a poco en cuanto a su configuración geográfica, urbana y social, como un proceso que no es posible percibir como tal en las novelas literarias, pero que en nuestra calidad de reconstructores del pasado hemos abordado para entregar una visión general a partir de los elementos que nos menciona la literatura de este período sobre Valparaíso. Es necesario percibir y reconocer a partir de fechas aproximadas y de, por ejemplo, nombres de calles, de cerros y de las condiciones sociales experimentadas por este puerto, las transformaciones y avances que han llevado a Valparaíso a alcanzar un progreso y una valoración de su patrimonio histórico-cultural. A la vez, es importante destacar el perfil humano que aquí tratamos en cuanto a la labor efectuada por los personajes populares, así como también hacer un hincapié en el rol de la mujer de nivel socio-económico alto y bajo, para contrastar estilos de vida y establecer las reales diferencias, fundamentalmente sociales, entre mujeres de situación acomodada (protagonistas de la llamada Belle Epoque) como aquellas que no lo estaban, lo que significaba que debían trabajar ya fuera como nanas, lavanderas, prostitutas, entre otras diversas actividades desempeñadas por ellas para ganarse la vida. En base a lo ya indicado, elaboramos los siguientes capítulos con sus respectivos Subtemas:

Antes de entrar al primer capítulo de esta memoria, presentamos una Breve Historia de Valparaíso que abarca desde 1900 hasta 1960 para entrar en el contexto de la ciudad en este período. Son antecedentes a tener en cuenta al momento de avanzar en la lectura de este trabajo y también, para considerar aquellos sucesos que hicieron coyuntura en la configuración de los hechos y elementos que son narrados en las diferentes obras. Ejemplo de ello es el cómo fue sucediendo el poblamiento de los cerros, que no se menciona en las obras literarias, pero sí en estos antecedentes históricos. Ahora bien, el primer capítulo lo hemos denominado Perfil Geográfico de Valparaíso y comprende los temas de: Cerros Porteños, El mar presente de Valparaíso y el Plan de Valparaíso. El segundo capítulo consiste en la Escasez y la Opulencia, factores incidentes en la vida cotidiana de los actores sociales de Valparaíso. Trata diversos temas basados principalmente en la pobreza expresada a través de las diversas formas de trabajo de las mujeres, hombres e incluso niños, lo que suscitó una problemática social de los trabajadores de sectores populares; realidad que va estrechamente ligada al trato dado por los que poseían la riqueza y que, a través de la caridad, pretendían ayudar a los más desposeídos, estableciendo un vínculo, pero marcando aún más la desigualdad entre ambos sectores de la sociedad. Para su tratamiento, estudiamos diversas visiones de autores pertenecientes a distintos niveles socio-económicos con el fin de entregar diferentes perspectivas acerca de los diversos temas que desarrollaremos a medida avancemos en la lectura. Esta es una manera de ‘cumplir’ con lo que una vez afirmó Marc Bloch: “La diversidad de los testimonios históricos es casi infinita. Todo cuanto el hombre dice o escribe, todo cuanto fabrica, puede y debe informarnos acerca de él”

15

. Es importante nuestra capacidad de

crítica en esta forma de reconstrucción de una realidad, frente a lo cual, siguiendo el 15

BLOCH, Marc. Introducción a la Historia. Ed. Fondo de Cultura Económica. México

D.F.14ª edición. 1988. Pág. 55.

análisis que a continuación se presenta, podremos comparar y extraer nuestras propias conclusiones al respecto.

La difusión literaria en Valparaíso

Es indispensable realizar un pequeño apéndice que nos entregue una visión global acerca de la difusión literaria llevada a cabo aquí en Valparaíso. Para eso, haremos un espacio en estas hojas para indicar la labor cultural en el ámbito literario que se efectuó en la ciudad y que, por lo demás, resultó ser muy importante para señalar aspectos distinguibles dentro de la realidad porteña entre 1900 y 1960. Encontramos así, temas predominantes en las obras de estos autores que reflejan principalmente los rasgos sociales de la vida porteña. Nos referimos a lo popular, a lo sencillo y cotidiano del estilo de vida de quienes luchaban cada día por el sustento para sus familias y que, además, se encontraban habitando los cerros. Por lo tanto, obtenemos de este movimiento literario predominante en la época, los frutos derivados de las ricas producciones entregadas en un lenguaje simple, de fácil lectura. Acerca de la generación de 1880-1912, contamos con datos valiosos que nos destacan la creación del Ateneo de la Juventud en Valparaíso, principal difusor de las letras porteñas: Los escritores nacidos en el puerto y algunos que llegan de afuera alrededor del 1900, pondrán una nota reveladora al movimiento literario al crear el Ateneo de la juventud porteño, émulo del que en 1899 llevaba una vida activa de capital. Bajo su alero va iniciarse una nueva etapa en la literatura de Valparaíso...

...Este nuevo grupo de escritores que forman el Ateneo de la juventud, los que van a ligar sus nombres al movimiento literario de principios de siglo, grupo que más tarde se dividirá: unos volverán a la capital, y otros, los porteños, se quedarán en la ciudad del viento. 16

Es notable la labor ejercida por todos aquellos que una vez se dedicaron a difundir la grandeza de Valparaíso. El Ateneo fue un centro importante de encuentro de literatos de la ciudad, significando para ella, un apogeo literario que ha trascendido en el tiempo. En las páginas introductorias hemos hecho alcance sobre escritores- algunos de ellos no eran porteños y describieron con mucho entusiasmo a Valparaíso - que como Salvador Reyes, Joaquín Edwards Bello, Manuel Rojas, entre otros, traspasaron fronteras al narrar sobre los aspectos característicos de ella. De los autores nacidos en Valparaíso, aunque no han sido muy nombrados, también en su tiempo fueron reconocidos por los párrafos entregados con la visión cotidiana de la ciudad: Luis Hurtado López es uno de los más importantes dentro de la formación del Ateneo, pues fue uno de sus creadores. Así, el 14 de noviembre de 1954, la Sociedad de Escritores de Valparaíso reemplaza al viejo Ateneo de la Juventud que se extingue junto con la vida de Luis Hurtado López; a partir de este momento se transforma la sociedad en el principal centro que aglutina los valores intelectuales del puerto. Pero además de Luis Hurtado, también destacan Ernesto Barrera, Juan Johnson, y otros que ya citamos anteriormente.

16

FLORES, Julio. La narrativa actual de Valparaíso. Ediciones Océano, Valparaíso.

1970.Págs. 21-

Si bien la narrativa de Valparaíso entre 1920-1960 no logra destacar ningún novelista o cuentista en el ámbito nacional, ello no significa que haya decaído o hubiese estado estancada; al contrario, continuó desarrollándose en una línea continua de acción literaria, surgiendo en esta época nuevos nombres: Roberto Hernandez, Ricardo Valenzuela, Genaro Winet, Carlos León, Teresa Álvarez, Ernesto Barrera Zamora, Juan Johnson, Nicolás Latuz Ponce, entre otros.17

Uno de los autores chilenos que más ha escrito sobre Valparaíso ha sido Salvador Reyes, el cual ha dejado como testimonio cultural su creación literaria que describe detalladamente cada rincón de este puerto. La realidad porteña que se relata en sus obras, deja a los lectores con una impresión social de una época en que el esplendor y surgimiento de la ciudad contribuía a generar en sus habitantes el deseo de adquirir un mejor trabajo, sueños que van de la mano con el progreso que atrae a todo el que llega y habita este “Port de nostalgie”. Muchas son las obras de este autor, pero dentro de este trabajo, se ha recogido lo concerniente a la vida diaria acaecida en Valparaíso como ciudad. Así, “Mónica Sanders” y “Valparaíso, puerto de nostalgia”, son novelas que reflejan la cotidianeidad porteña entre los años ’50 y ‘60, y que resumimos a grandes rasgos para entregar una cosmovisión acerca del tratamiento que se le da a personajes y lugares de Valparaíso. Sólo a principios del siglo XX se ha desarrollado la literatura marítima nacional. De ahí se desprende que Salvador Reyes fuese autor marinista por excelencia. Sus novelas, cuentos y poemas están llenos de lo propiamente marino. La proyección oceánica de Valparaíso está dada en la novela “Mónica Sanders” (1951). Pero además de ella, publicó 17

Ibídem. Pág. 34.

“Piel Nocturna” en 1936

(considerada una primera versión de “Valparaíso,

puerto de Nostalgia”, que después se publica bajo este nombre) y “Ruta de Sangre” (1935). También destacaron sus cuentos, como “El matador de tiburones”, “El café del puerto” y “Los tripulantes de la noche”, todos ellos cuentos largos. Augusto Thompson, más conocido como Augusto D’Halmar (1882-1950), que inició en 1942 la serie de agraciados con el Premio Nacional de Literatura, es otro de los valores más representativos del grupo del 900 y autor imprescindible de nuestro estudio. Antes de desviarse hacia esa estética de mayor categoría poética que lo convertirá en jefe del Imaginismo, produjo una novela ciudadana dura, protagonizada por una mujer de mala vida a la que su arte pretende redimir:”Juana Lucero”(1902). Luego vendrán los viajes de D’Halmar por la India, Europa y América a llenarle la imaginación con esos bellos y fantásticos episodios en que resaltan el movimiento y la originalidad, y en que se adivina una melancolía indefinible y apasionada, un deseo permanente de evasión, de subliminar las realidades concretas. Empieza esa literatura refinada, exquisita, reflejo indudable del Modernismo exótico y preciosista, que luce en “Pasión y muerte del cura Deusto”(1924). En “Cristián y yo”, recopilación de cuentos publicada en 1946, se mantienen las características de estilo observadas en sus novelas. Su alma de poeta evocador lo lleva a encontrar poesía en todo lo que conmueve su imaginación impresionable. Acostumbraba a pasear por el malecón de Valparaíso, describiendo en “La Hora” aquellos aspectos que destacaban a la ciudad, básicamente en lo que se refiere a la vida marítima. La influencia de D’Halmar es innegable en la literatura. El contribuye con su ausencia de alegría a definir esa nota de tristeza típica del novecientos. 18

18

MONTES, Hugo y Julio Orlandi. Historia de la literatura chilena. Edit. Del Pacífico, S.A.

1957.

Como Salvador Reyes y D’Halmar, Luis Enrique Délano perteneció a la corriente imaginista, escuela despegada de la realidad. Como ya hemos indicado, el Imaginismo siente fastidio por “el fardo de todas las realidades demasiado observadas, demasiado calcadas de la vida misma. Entre la verdad real de la vida y la verdad estética de ella, se adhieren decididamente a esta última”.19 Es importante considerar estas características de esta escuela al momento de introducirnos en las obras de estos autores, que, por su forma de elaboración de sus personajes y la manera en que retratan la ‘realidad’, nos permite realizar algunas comparaciones al respecto. Como todos los imaginistas, se apasionaba por lo maravilloso; lo atraen las almas extrañas y aventureras. Es decir, aportan gran riqueza impresionista en sus obras. Sus creaciones son: “Una ventana en Playa Ancha”, narración incluida en Viejos relatos”. A la vez, en una de sus primeras obras:”La niña de la prisión y otros relatos”, publicada en 1928, es de notar que recoge personajes basados en vagabundos, gitanos, individuos misteriosos, marinos ( a diferencia de Salvador Reyes o Augusto D’ Halmar, el centro de sus obras no es el mar).

Breve historia de Valparaíso hasta 1960 Cómo hablar de Valparaíso sin saber su historia. Cómo sentir a Valparaíso sin haber gozado de sus abundantes y generosas bondades: mar, aire, bohemia, generosidad de sus gentes, una hermosa arquitectura y por supuesto, la gran diversidad de habitantes, identidad

Págs. 273-274.

19

Idem.

que, por lo demás, nos caracteriza. Por estos motivos es que queremos rescatar a través de estas líneas una breve síntesis de la historia de Valparaíso, para luego interiorizarnos en lo que nos reflejan las fuentes literarias. Consideramos trascendental hacer esta pequeña presentación para introducirnos en la historia de una ciudad que encanta, ya que en cada

rincón de nuestro Valparaíso

encontramos vestigios de aquellos años, que pese haber transcurrido tiempo atrás, aún se nos hacen patente en lo arquitectónico, en lo social, y quizás en el alma mágica de este puerto que maravilla y fascina a todos aquellos que a través de la historia hemos vivido en él. Primeramente, debemos dar un acercamiento a su descubrimiento y al origen de su nombre. Valparaíso no siempre fue llamado como tal, sus primeros pobladores, los Changos, lo llamaban “Aliamapu”, vocablo indígena araucano que quiere decir tierra quemada, seca o muy caliente. Luego, en 1536 la presencia española se hizo sentir tras la orden dada por Almagro a un grupo de hombres, bajo la orden del Capitán Juan de Saavedra, para introducirse en esta caleta o “Valle del Quintil” con el propósito de esperar la llegada de barcos provenientes del Perú con provisiones para la mantención de la expedición comandada por Almagro20. Es en esos momentos donde surge la primera instancia de denominar a este puerto como Valparaíso: “ Don Juan de Saavedra, un capitán español que

20

De estos barcos se esperaban tres. Lamentablemente, el único que logró llegar con el

cargamento sano y salvo fue el llamado Santiaguillo, el cual recaló en el sector de la Plaza Echaurren.

no alcanzaba a tener 25 años de edad, descubría la bahía a la cual le pondría Valparaíso, en recuerdo del pueblo de Castilla La Nueva, donde él había nacido”21. Luego, en 1544, Valdivia envía a Juan de Dios Pastene a estas tierras con el rango de capitán general, con el propósito de explorarlas y obtenerlas para la Gobernación. Su paso por el Valle del Quintil fue rápido y sin ninguna mayor trascendencia que la declaración de ésta como “puerto de Santiago”22, lo que pronto se tradujo sin duda en el objetivo esencial de Valparaíso como puerto que unía no sólo a Santiago con otros países, sino que luego resultó ser el contacto entre América y Europa. Valparaíso fue establecido como puerto por Pastene, pero como ciudad jamás fue fundada; quizás esto explica

la forma algo desorganizada en que se fue poblando y

conformando como ciudad 23. Durante la Colonia, los primeros asentamientos humanos estaban ligados estrechamente a la actividad ya antes mencionada. Esta gente se asentaba principalmente en el plan, en donde oscuras y laberínticas calles eran escenario de la vida cotidiana de este puerto y luego sobre todo de aquellos que gozaban de mayor pasar económico. Con el tiempo fue acrecentándose la cantidad de población que llegaba. Durante el decenio comprendido entre 1870 y 1880, “la ciudad crece y la población se extiende en

21

CARMONA VIAL, Hernán : Postales del

Viejo Valparaíso, Editorial GUIAS.

Valparaíso. Pág. 1. 22

Idem

23

Recordemos que la fundación de la ciudad por los españoles en el período de

conquista tenía ciertos requerimientos; uno de ellos era la planificación ordenada de ésta según la forma de un damero.

abanico construyendo sus viviendas hacia los cerros. El aumento demográfico va a la par con la actividad comercial, e influye en la valorización progresiva de los terrenos urbanos”24. La población, que sin distinción económica, veía en este puerto la prosperidad que les ayudaría a vivir en la opulencia... o en la miseria... El plan era conocido como el sector del Almendral, el cual abarcaba los actuales sectores desde la Plaza Victoria hasta la Avenida Argentina. El nombre del Almendral tiene su origen en La Colonia, en donde Valdivia otorgó mercedes de tierras a muchos de sus soldados, en este caso a Martín García. Uno de los favorecidos en el reparto de tierras de la región de Valparaíso, fue el soldado Martín García, a quien le dieron terrenos en la quebrada entre el Barón y Los Placeres. Allí Martín tuvo una crianza de cabras donde tuvo su origen el nombre de Cabritería, que se le dio a la quebrada en esa época. Más hacia la playa, el soldado García plantó un huerto de almendros, y cuando la gente iba hacia ese lado decía voy al Almendral 25. La presencia de los soldados en esta zona no sólo se debía al otorgamiento de tierras como recompensa, sino que también respondía a una estrategia de defensa, junto con la

24

Valparaíso 1536-1986. Revista de estudios urbanos. Universidad Católica de Valparaíso,

varios autores. Ediciones Altazor, Valparaíso,1987. Artículo de Luz María Méndez. Pág. 28.

25

CARMONA VIAL, Hernán Op. Cit. Pág. 4.

presencia de innumerables fuertes26 para salvaguardar este puerto de numeroso piratas y corsarios que rondaban nuestros mares. Por la misma época, en el plan y en los cerros Alegre y Concepción, residía la población más adinerada. Se asentaron en el puerto, comúnmente extranjeros de origen europeo: franceses, ingleses, alemanes, y españoles. En los restantes cuarenta cerros se localizó el resto de la población y a medida que se iba ascendiendo en ellos, la pobreza de sus pobladores se hacía más evidente. Entre los cerros más poblados podemos nombrar algunos: Cordillera, El Pajonal, Playa Ancha, Placeres, Concepción, Toro, Merced. Como vemos esta permanente convivencia entre ricos y pobres en Valparaíso es una característica que ha persistido incluso hoy en día. Por otro lado, el rápido ritmo de vida de nuestro puerto denotaba una constante idea de progreso y modernización que sin duda quedaba patente con los avances tecnológicos, arquitectónicos y obras públicas. “A partir de 1860, podemos decir que Valparaíso inició realmente el proceso de transición entre su estilo de vida tradicional y el nuevo que impone la cultura europea mediante sus avances técnicos y sus nuevos estilos de ornato”27; por ejemplo, las remodelaciones hechas en el sector portuario, en los trabajos viales y en ferrocarril.

26

Uno de los más importante Fuertes resultó ser el Concepción, ubicado en lo que hoy son

el Paseo Atkinson y Gervasoni.

27

Valparaíso 1536-1986 .Op. Cit. Pág. 28.

Al respecto, debemos mencionar la importancia del señor Wheelwright

y su

proyecto ferroviario:

El ferrocarril urbano, establecido en 1863, adquirió gran importancia

para el

puerto, contribuyendo a configurar el radio urbano a través de su recorrido28.El trabajo de agua potable también fue obra de este hombre el cual “Mediante un sistema de cañerías proveería de agua potable a la ciudad, para lo cual construyó en la quebrada de San Agustín un tranque de captación y un estanque y tendió cañerías de fierro fundido por las principales calles 29.

Entrando al Siglo XX, en 1914, la nueva ruta abierta a la navegación, y el Canal de Panamá, establecieron un recorrido menos largo y más expedito para los navieros y comerciantes europeos, lo que traería como consecuencia directa la disminución de las transacciones en nuestro puerto. Para combatir el declive comercial de Valparaíso, el ingeniero Augusto Charme realizó trabajos en los almacenes de la Aduana. Y su labor resultó altamente positiva para el comercio, facilitando las tareas de embarque y desembarque; formando terrenos sólidos al quitarle espacio al mar, conformando firmes terrenos, producto de los rellenos. De igual forma el mejoramiento de las obras portuarias fue una necesidad urgente. La constante amenaza del viento norte dificultaba la estancia de los barcos atracados en el muelle, y en consecuencia, hacía peligrar la actividad comercial, por lo cual gracias a una

28

Ibídem. Artículo de Sonia Pinto Vallejos. Pág. 54.

29

CARMONA VIAL, Hernán Op. Cit. Pág. 20.

gestión del Congreso en 1916 se comenzó a gestionar con la firma Londinense Pearson and Son la construcción del molo de abrigo. Pero Valparaíso no sólo debió prepararse para hacer frente al viento. Durante los primeros años de este siglo debió enfrentar también varios movimientos telúricos, siendo el más grande y desastroso el del año 1906: Noche de horror: Terremoto en Valparaíso: Se calcula que el violento sismo que redujo el puerto a escombros, alcanzó una intensidad de 8.6º en la escala de Richter. El movimiento telúrico, que tuvo su epicentro frente a las costas de Valparaíso habría dejado dos mil muertos30. Luego de esta tragedia, el Almendral quedó totalmente destrozado, cobrando tras su paso innumerables vidas humanas y arrasando al mismo tiempo, con palacetes y humildes casas. Iglesias, edificios públicos, palacios, monumentos, todo, todo ha caído al impulso incontenible del terremoto y contemplando la ciudad desde los cerros o desde los buques no se ven en pie más que unos cuantos edificios ruinosos y desplomados y un montón interminable de escombros desde el Puerto hasta Bellavista y el Barón.31

Con esta tragedia muchas personas decidieron trasladarse a Viña del Mar, instalando allí su hogar.

30

Revista Zig-Zag ,16 de diciembre 1906. www. siglo20.cl.

31

Idem

Pese a estos desastrosos acontecimientos, Valparaíso tuvo fuerza para reponerse rápidamente gracias a los adelantos que se dejaban notar en la ciudad. Este nuevo surgimiento de Valparaíso tras este terremoto permitió que la ciudad se levantara de entre los escombros con una faceta mucho más urbana, que aún podemos apreciar en la actualidad. Precisamente, este plan para reconstruir Valparaíso tras las ruinas, llevó a que al centro de la ciudad se le comenzara a llamar “Plan”. Con la inversión en las actividades sociales y la economía ligada al auge del salitre, se dio un nuevo impulso a la actividad del puerto. “ A fines del 1900 el Presidente don Federico Errázuriz creó la Junta de Puertos, destinada a fomentar las obras marítimas ..... En 1924 las obras quedaron terminadas y el puerto abierto de Valparaíso quedaba con las instalaciones que hoy conocemos ”

32

gracias a las cuales se logró desarrollar un

verdadero trabajo de carácter portuario a una escala mucho mayor. Con estas remodelaciones, los viejos diques pasaron a ser historia; historia que hoy podemos ver en la Plaza de los Héroes gracias a la iniciativa de las autoridades en colocar a la vista el hallazgo de uno de ellos. 32

CARMONA VIAL, Hernán. Op.Cit. Pág. 21.

Retomando el aspecto minero, debemos señalar la importancia del salitre para el desarrollo y crecimiento de Valparaíso a partir de la Guerra del Pacífico, ya que la existencia en este puerto de numerosas compañías crediticias que podían avalar el trabajo del salitre, sin duda ayudaron en la transacción y transporte desde las salitreras a los mercados internacionales. He aquí “el papel preponderante en el comercio exterior, tanto porque era la principal entrada de importaciones cuanto porque por ella tenían salida los productos de las provincias centrales del país”.33 El sector comercial de nuestro puerto, el “Wall Street”34 chileno, se ubicaba en

la ex calle Aduana, actualmente llamada Prat. Predominaban en ella los bancos,

empresas comerciales (como La compañía de seguros La Chilena Y Daube y Cía), casas de remates, boticas y droguerías, agentes de Aduana, entre muchas otras actividades. Entrando a los años ’20, la crisis internacional se dejó sentir en este puerto, así como en todo el país en aspectos económicos y sociales. En efecto, las cifras demuestran que el tráfico de exportaciones por Valparaíso decayó notablemente

durante el periodo de la crisis, lo que deribaría en desequilibrios

económicos de los sectores portuarios, industriales y comerciales vinculados a esta actividad y por ende incidiría en la fuerza de trabajo ocupada en ese campo35.

33

BRAVO ACEVEDO, Guillermo. En Valparaíso 1536-1986. Op.Cit. Pág. 175.

34

CARMONA VIAL, Hernán Op. Cit Pág. 43.

35

Ibídem. Pág. 179.

Otro factor que declinó la actividad salitrera, y en consecuencia su comercialización desde Valparaíso, fue la invención del salitre sintético durante la Primera Guerra Mundial. Esto, junto con lo anteriormente citado, más la incesante competencia con el Canal de Panamá provocó una suerte de decaimiento de Valparaíso como puerto, lo que sin duda se tradujo en la quiebra de muchos comerciantes y grandes empresarios. Muchos otros, frente a esto, decidieron trasladarse hacia la capital. En consecuencia, tras salir de la zona, los capitales y las ofertas de empleo también disminuyeron notoriamente. Entrando en los años ’30, también resultó negativo para el trabajo portuario las peticiones de San Antonio de franquicias como puerto mayor, frente a lo cual Valparaíso comienza a defender su carácter indiscutible de puerto principal: O Valparaíso se defiende, o sucumbe. He aquí el dilema. Y este dilema no admite eufemismos ni atenuaciones. No hay más que ver lo que Valparaíso ha perdido hasta ahora, por obra de la habilitación portuaria de San Antonio, y sin tomar en cuenta para nada los efectos de la crisis actual36.

Durante los siguientes decenios, la población porteña debió enfrentar las secuelas de las crisis, asumir nuevas actividades y fomentar el desarrollo industrial. Sin embargo, los intentos fueron débiles y el descontento popular fue acrecentándose cada vez más.

36

DIARIO LA UNION: 14 de Mayo de 1932. Pág. 1.

Pese a esta parte negativa de la historia de Valparaíso, no podemos negar que su magia y encanto han hecho que este puerto retroceda, sino más bien, que dentro de su apresurada vida se ha tomado las cosas con calma siguiendo un curso menos acelerado.

CAPITULO I: PERFIL GEOGRAFICO DE VALPARAÍSO

“ Hasta entonces, Valparaíso, colgado de faldeos como los altares de Nochebuena, iluminado por cien mil luces que bajan hasta el mar y allí se duplican en la superficie de las aguas, viene a ser, aunque se nos dispute la época de la fundación, la cuna nacional, mecida por las olas nada pacíficas y por los cuatro vientos, sacudida por terremotos, esclarecida por mil resplandores. Ha de llamársele “La Ciudad del Fuego”, antes que la del Viento, no tanto por sus incendios, frecuentes como en Estambul, sino porque en ella arde un ascua que ojalá las rachas acrecienten y ningún chubasco logre cubrir. Las miríadas de estrellas del firmamento de la Cruz del Sur, suelen confundirse con sus luminarias. Cada una de éstas alumbra, en los cerros, la existencia de una familia sobria, honrada ,pulcra y laboriosa; sufrida, también, ese estoicismo que no es inercia sino conformidad. Nadie nos envidia, es cierto, pero, en retribución, nosotros no envidiamos a nadie.

¡Así somos, chilenos! ” 1

Es fácil describir a Valparaíso como un puerto lleno de magia y encanto, como un lugar pintoresco y agradable, que atrajo a tanto visitante nacional y extranjero, que embelesado con este panorama cultural, quiso simplemente escribir sobre lo que veía y admiraba, establecerse y sentar bases para su hogar . Sin embargo, esta imagen del puerto y la vida que allí se llevaba, es el reflejo de una geografía que ha privilegiado a Valparaíso. Esta ciudad ha nacido con ciertas

peculiaridades

que el

tiempo ha sabido

mantener,

y que

le

vale

la

caracterización que se le ha dado al “Viejo Pancho” por poseer esos cerros y calles empinadas, de difícil acceso en tiempos en que se carecía de transporte. Por esta misma razón, se crearon los ya tradicionales ascensores que, aunque muy rústicos en sus inicios, sirvieron para transportar gente que subía y bajaba con la finalidad de llegar a sus destinos. Cerros, Mar y Plan corresponden a los tres aspectos que forman parte del Perfil Geográfico de Valparaíso, y que además de ser considerados como ambiente espacial para los autores que trabajamos en esta memoria, forman parte de la realidad porteña que

se describe

en sus obras y también en cualquier libro de Historia de

Valparaíso que se revise.

1

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. El Libro de Valparaíso 1536- 1946. Escuela Tipográfica

Salesiana, Valparaíso, 1946. Pág. 172.

CERROS PORTEÑOS Para el período que describimos, y principalmente, desde 1900 hasta la década de los años 1940, el hecho de vivir en ciertos sectores de Valparaíso marcaba evidentemente las diferencias sociales entre una clase y otra. Por ejemplo, el sector del Cerro Alegre se destacaba por el hecho de ser habitado preferentemente por extranjeros, básicamente ingleses, de buena posición económica y con hermosas casas: “ Los ingleses han cultivado para su uso los cerros del anfiteatro. En uno de ellos está el Mac-kay”.2

Esta permanencia de los extranjeros en Valparaíso no sólo es rescatada en la literatura, sino también en

textos bibliográficos que indican la importancia de este

asentamiento y el desarrollo que alcanzó la ciudad con su aporte económico y también cultural:

La tradición ha legado nombres en Valparaíso que recuerdan aspectos históricos de sus antiguos tiempos o evocan a quienes lucharon en el pasado siglo por el progreso de la ciudad. Es así como el nombre del Cerro Alegre, que parece no tener mayor significación, nos trae a la memoria al grupo de esforzados extranjeros, especialmente ingleses, que con el producto de su trabajo en las actividades industriales o comerciales de nuestro puerto, levantaron allí bellas casas, con hermosos jardines y pintorescas subidas, con lo cual dieron al barrio una fisonomía de admiración y alegría que concretaron la denominación

2

EDWARDS BELLO, Joaquín. En el Viejo Almendral. 1ª Edición. Valparaíso Ciudad del

Viento. Valparaíso. 1931. Pág. 17.

que hoy tiene el cerro. Y muchas de sus calles y pasajes llevan los nombres de aquellos esforzados extranjeros.3

Asimismo, es Edwards Bello quien señala un aspecto particular de estos ingleses establecidos en el Cerro Alegre. Es en el colegio Mac-Kay donde este autor encuentra esta especie de aislamiento de parte de esta colonia: “Los ingleses se aíslan de los chilenos; el colegio es una isla destacada de la Inglaterra victoriana, potencia oceánica y absorbente.” 4

La forma de vivir de los ingleses se advierten en el sistema educativo implantado en el colegio que crearon para la educación de sus hijos, confirmando este aislamiento de parte de ellos y las diferencias con los llamados criollos:

3

CARMONA VIAL, Hernán. Postales del Viejo Valparaíso. Edit. GUIAS, Valparaíso.

1963. Es necesario señalar que, cuando el autor se refiere a “el pasado siglo” , lo hace aludiendo al siglo XIX, pero de igual forma lo podemos apreciar para la primera mitad del siglo XX, pues la presencia de los extranjeros en la ciudad, y preferentemente la de los ingleses que se establecieron, predominan durante todo este tiempo, básicamente en lo que es economía.

4

EDWARDS BELLO, J. Op. Cit. Pág. 17.

Los británicos en el colegio, en el comercio, en la sociedad, se aíslan de los nativos. Sus dormitorios sus comedores, sus juegos y sus retretes son cuidadosamente separados. En el colegio, los alumnos ingleses, inseparables de sus profesores, estaban aislados como en los barcos de la P.S.N.C., donde hay solamente dos clases: ingleses y criollos. Un alumno inglés es más grande y esbelto que los otros; más desenvuelto y ágil; su mirada es desdeñosa y segura. Toma el té de las cinco en compañía de los profesores y profesoras... Adivino en ese niño un gentleman futuro, un pur sang.5

Pero, en cambio, los que vivían en aquellos lugares o cerros en que sus casas eran más bien pocilgas o conventillos, tenían una concepción de vida muy distinta de aquellos que podían disfrutar del lujo y el refinamiento, aunque ello implicara cumplir con otro tipo de responsabilidades y los mayores costos de sus niveles económicos y sociales. Recordemos que ello responde a la realidad de la época en que, además, se debe considerar el hecho de que Valparaíso, como puerto, generaba grandes ingresos mercantiles a Chile, creándose un polo de desarrollo económico que se había gestado en el siglo anterior, estimulando permanentes corrientes de inmigración de quienes buscaban mejores oportunidades, lo que significó un fuerte movimiento de familias que, principalmente desde zonas rurales, se dirigían al puerto y se instalaban en cualquier lugar que les ofreciera la oportunidad de vivir aunque fuese en forma precaria. En los casos de sectores populares recién asentados u organizados, esto llevó a la formación de barrios obreros o bien, a las denominadas “habitaciones obreras”, que eran reflejo de la vida trabajadora que llevaban a cabo quienes se dedicaban a laborar en actividades como zapateros, pescadores, artesanos, operarios, etc.

5

Idem. Págs. 21-22.

En líneas generales, esta ciudad ha sido fuente de inspiración para muchos autores, pintores y artistas que un día pasaron por aquí. La visión popular que se tiene de sus cerros predomina en la literatura de la época , aunque existen al respecto, algunos contrastes en la forma de expresar y relatar este estilo de vida, caracterizada por sus dificultades sociales. Es así como, generalmente, encontramos visiones positivas y negativas en las novelas recogidas, en las cuales se aprecian además, las diferencias sociales entre la gente que habita los cerros y los que habitan el sector plan de la ciudad. Este último es el caso de Joaquín Edwards Bello, que en sus “Crónicas” entrega una imagen de un Valparaíso popular y pobre, que él recuerda y relata por su experiencia de vida en estos lugares. Sin embargo, Edwards Bello, fiel a la escuela criollista, realza aquellas lacras de la sociedad y que afectan principalmente a los más pobres, que precisamente, son los que viven en la parte alta de la ciudad. Es una crítica para los ricos y también para la gente del bajo pueblo. Muestra un panorama desolador en cuanto a la forma de vivir en los cerros señalando que la miseria, los burdeles, la suciedad existente, las riñas callejeras, los maleantes, los saqueos, el alcohol, estaban muy presente en estos sectores. Según esta perspectiva, los cerros de Valparaíso son habitados por gente sin hábitos de limpieza y cuidado del entorno, despreocupada por obtener un mejor vivir, aspectos que recoge y resume en un prototipo de personaje con caracterización popular como es el “roto de cerro”. A la vez, realiza una comparación entre

el sector

ocupado por este

anfiteatro de cerros y el llamado Plan, señalando diferencias materiales y culturales entre este roto que sentía hostilidad con respecto a esta gente que habitaba el plan, poseedora de la riqueza material y de los negocios importantes en este sector céntrico de Valparaíso, destacado incluso en la obra “En el Viejo Almendral. Valparaíso ciudad del viento”, escrita

en 1931 : “ Misterio del plan y del cerro; dos mundos que ni se quieren ni se conocen. Uno es intruso arriba y ellos son intrusos abajo”.6 Entrega una visión bastante determinista acerca de la composición de los cerros y del plan, pero siempre justificando estas aseveraciones con fundamentos bastante discutibles socialmente:

Valparaíso era entonces un pueblo fuerte; seleccionaba a sus componentes por la capacidad y el aspecto físico...Población de rápido crecimiento, donde la parte europea reside en el plan y la parte derrotada, de mestizos, se retira a los cerros de las quebradas. Estos hechos no dependen de injusticias de castas, sino de desigualdades de naturaleza. Contra la derrota del pueblo por los extranjeros no habría nada más un remedio brutal y quimérico: prohibir la imaginación. Valparaíso como pueblo chico en el cual solamente vive a la moderna una cuarta parte de la población, se prestaba para el ejercito de las intrigas. En el parque y en la Plaza se encuentra la gente conocida, por lo menos cuatro veces a la semana; las niñas bonitas de la plutocracia revuelta iban a patinar en las tardes.7

Asimismo, rescatamos un extracto de sus “Crónicas” que describe este perfil humano y geográfico de los cerros de Valparaíso:

6

EDWARDS BELLO, J. Op. Cit. Pág.17.

7

Ibídem. Págs. 49, 52.

Cerros y Barrancos. Yo no experimentaré el terremoto, pero no hace falta para que la idea de mi ciudad natal se asocie a una serie de hechos lamentables. Desde la terrible tradición de saqueos y bombardeos hasta la ruptura del llamado “tranque” de Mena que nos contó la vieja sirvienta, toda la historia de Valparaíso tiene un agrio sabor de violencia, pesadumbre y tristeza. Recuerdo ese viejo Espíritu Santo, que se iba enterrando por los pies como todos los edificios de allá... Detrás se ve un cerro árido que en lo más escarpado muestra un color rojo lúgubre. Esos cerros rojos de Valparaíso están marcados en mis recuerdos con obsesionante fuerza. En esos cerros coronados por extraña arcilla que hasta ahora no engendró a ningún escultor regional, existen, según escribe el doctor Grossi de la Guardia; 3000 pocilgas, conventillos donde viven más de 50.000 personas. Desde abajo esos frágiles palomares humanos producen

efecto pintoresco, pero vistos de cerca

oprimen la garganta con el nudo de la angustia. Las más asquerosas chirlatas y los más repugnantes burdeles abundan por esas callejuelas que suben serpenteando, mostrando el mar en un precipicio vertiginoso. Crimen, alcohol y mugre es el alma de esos cerros condenados. Si acaso hay uno limpio: el inglés, colonia británica encajada en la parte central del anfiteatro, pequeño Gibraltar triste que no echa humo de cañones, sino de Three Castles... Ahí viven los empleados de las tiendas y los oficinistas del llamado “alto comercio”, esas casas de comercio extranjeras que dan una apariencia de progreso, pero son las sanguijuelas del país. Es cierto que han educado considerablemente al chileno; esa educación cuesta millones de libras. En los cerros hierve la gente maleante, carne de saqueo y revuelta que ha fermentado más de una vez: el roto del cerro mira al plan con beligerancia, el plan es el rico, el privilegiado, el invasor que lo ha relegado allá, que lo echará cada vez más lejos. Es una resaca constante que viene del mar empujándolo, expulsándolo como expulsa la ola el cuerpo muerto. El cerro es el socialismo vivo de Valparaíso con su larga bandera roja de tierra, de arcilla. Recuerdo en excursiones que hacíamos cuando niños las caras de las matronas sebosas y desgreñadas que salían de sus covachas a insultarnos sin motivo. Muchas veces los autos que pasan por la carretera bajo los cerros reciben lluvias de

piedras. Ahora el auto se ha hecho más familiar al pobre, pero siempre se nota una hostilidad sorda en las caras que atisban por esas covachas a la gente del plan. El cerro y el plan de Valparaíso son un símbolo de la sociedad chilena. Rubén Darío tiene una página muy interesante en su autobiografía referente a una aventura en Valparaíso con el doctor Galleguillos. Dice: “Los cerros de Valparaíso tenían fama de peligrosos en horas nocturnas...La noche era obscura y cuando estuvimos a la entrada de la estribación de la serranía, el comienzo era bastante difícil, lleno de barrancos y hondonadas. Llegaba a nuestros oídos, de cuando en cuando, algún tiro más o menos lejano. Al entrar a cierto punto, un farolito surgió detrás de unas piedras...El doctor silbó de un modo especial y el hombre que llevaba el farolillo se adelantó a nosotros...” Darío termina esta aventura extraña en el cerro, diciendo: “La aventura me ha impresionado de modo que no la he olvidado”. Cosa bien simple y sin mayor interés, pero es notable cómo esa impresión trágica del cerro porteño se grabó de tal manera en el poeta, hecho a todas las aventuras raras, que las trasladó al papel en una autobiografía después de tantos años de peregrinaciones por tantos países. En efecto, el cerro porteño produce una impresión aparte, una impresión especial que nada borra. Impresión truculenta y triste. Esos tiros perdidos en la noche y esos silbidos y el aullar de canes lejanos, me despertaban muchas veces en mi cama de niño con el pecho opresionado por el sentimiento de las tragedias invisibles. Darío declara que en un patio húmedo y lleno de hierba le dijo el doctor Galleguillos:”Aquí hay enterrados muchos”. Esos cerros están separados, partidos por profundos barrancos y quebraduras; de todas partes se ve el mar como en un vértigo. Los colores, las piedras, la vegetación, la tierra, todo es violento, insinúa la ideas del cataclismo volcánico. ¿Qué panorama del mundo es parecido a ese? Yo no he visto hasta ahora nada que me lo recuerde en los viajes. Niza, Cannes, Menton, podría decirse que cualquiera playa de la Riviera es todo lo contrario de Valparaíso. El Mediterráneo tiene playas amables, el mar como una seda y las lomas suaves como acuarelas de un pintor primitivo. Valparaíso tiene angulosidades y extravíos de dibujo cubista.

San Vicente, roca perdida, como colmillo del mar, tiene un poco del color de esos cerros; Córcega, nido del águila imperial, tiene en sus crestas quebraduras y cortes a pico; en el Norte de España hay ensenadas abruptas muy parecidas, pero sin señales de vida humana. Valparaíso, en semicírculo y serrucho, parece un viejo anfiteatro incendiado. Los ascensores suben casi verticalmente a las casitas del tabique que se ven en las crestas. Arriba de cualquier cerro donde uno sube por placer el viento es más reacio, barre el suelo, silba como culebra y echa una granizada de arenilla imperceptible que se mete por los ojos y que en la noche encontramos en los zapatos. He leído algo de Marruecos donde creo que hay un viento igual. Alguno comparó a Valparaíso con Génova. Yo presumo que sería un italiano llegado de Buenos Aires, de la pampa, que después de muchos años volvió a ver una ciudad en un cerro. Valparaíso no tiene nada de Génova. En el cerro de Génova, hay maravillas artísticas y desde ahí se mira el panorama suave, la vieja ciudad clásica, como una sinfonía de piedra y mármol. Domos de oro y agujas góticas completan la grandiosidad de esa urbe plena de marítima aristocracia. En invierno, por las quebradas y barrancos de Valparaíso cae sobre la parte plana de la ciudad donde está el lujo y el comercio, una verdadera catarata; si llueve una semana de seguido, cosa común, los cauces revientan, los esteros desbordan y toda la ciudad estalla, se rompe, se inunda, las casas se aniegan, y algunas calles, como las he visto de niño, se hacen navegables con el agua corriendo de vereda a vereda. Así se rompió el llamado “tranque de Mena”, surtidero de agua que devastó la ciudad convirtiéndola por muchos días en fatídica Venecia. En la Plaza Pinto quedó durante mucho tiempo un peñasco de dos metros arrancado de los cerros por la fuerza del agua. Los cauces se rompen casi todos los años; en el verano les sacan las arenas y los parchan...Es como los postes de teléfono,

raigones podridos de nuestras ciudades, que se caen todos los años por la misma época rompiendo veredas y monumentos...8 Extracto de Crónicas. Valparaíso- Madrid”. 1924.

Así, la geografía que describe con detalle, deja en claro la debilidad del terreno para construir, por el hecho de que al producirse lluvias, se arrastra hacia el plan todo el barro arcilloso que conforman estos cerros, generando inundaciones en las calles céntricas y destrucciones de las viviendas más frágiles , en que los cauces se desbordan y las veredas se desdibujan , lo cual considera como un panorama más bien triste. La realidad cotidiana que se vivía en la ciudad inspiró a muchos autores a relatar historias que, la mayoría de las veces, extraían de sus experiencias de vida acaecidas en algún sector de Valparaíso, que por lo demás, constituían vivencias nostálgicas y también alegres que nos llevan a volar la imaginación. Y a diferencia de lo que señaló Edwards Bello en sus crónicas, son líneas ricas en vida popular, entregando, por tanto, rasgos más positivos sobre el aspecto social que se describe en sus creaciones narrativas. Generalmente, se les ha atribuido una connotación popular por el hecho de que en sus inmediaciones habitaban personas pobres, con un nivel cultural y socioeconómico bajo, que vivían en habitaciones tipo conventillos y en un terreno poco apto para ello. Sin embargo, muchos autores relatan el panorama nocturno que se dibuja al divisarlo en su conjunto y que, por su geografía, pasa a verse como un espectáculo

8

CALDERON, Alfonso. El Memorial de Valparaíso. Editorial Universitaria de Valparaíso.

1989. Págs. 372-373-374.

luminoso que envuelve a quien lo contempla: “ Había ya luces en la ciudad, en el plano, en los cerros, y se extendían en racimos, en guirnaldas, como en honor a alguien, dando a la atmósfera que gravitaba sobre el puerto un tono rojizo y blanco... El resplandor de las luces se extendía sobre el agua como cardumen de peces rojos.” 9

La imagen alegre de los cerros también se describe en “Mónica Sanders”, una novela de Salvador Reyes que es ambientada en Valparaíso y que rescata la condición de puerto de la ciudad y su trayectoria marítima al incorporar personajes relacionados con el mar, como es el caso de los balleneros, destacando el protagonismo de Julio Moreno, capitán de un barco de estas características, que además, se encuentra en un dilema sentimental que lo ancla en Valparaíso, en la figura de una mujer, Mónica, que lo envuelve y lo lleva a deambular con su carga de pensamientos, de un lugar a otro del puerto. Julio Moreno vivía en un cerro, al que muchas veces debía ascender a pie: El capitán Moreno dejó su autobús en la subida Barón y echó a andar cerro arriba. Su casa hacía esquina en la avenida, en la parte en que sólo hay edificios del lado del cerro, de modo que frente a ella se presentaba todo el puerto como desde un balcón gigantesco. De noche se dominaba desde allí un fantástico panorama de luces que la bruma del invierno hacía más fantástico. Hacia Recreo y Viña se perdían las vagas guirnaldas brillantes, mientras bajo la casa la ciudad desplegaba su tapiz de dibujos complicados. De las gasas fosforescentes de la bruma emergían las torres y las siluetas de algunos edificios. Desde la estación del Barón subía el vapor blanco de las locomotoras atravesado por los destellos fugitivos de los fanales. 10

9

ROJAS, Manuel. Lanchas en la Bahía. Edit. Zig- Zag. Santiago.1932.Pág. 22.

10

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Editorial Andrés Bello, Santiago, 1983. Págs. 23-24.

La primera publicación de esta obra se realizó en 1951.

El Imaginario que se observa en las novelas sobre este panorama luminoso permite, a través de metáforas, embellecer aún más lo que se divisaba: De cara a los cristales escuchaba la oscura llamada del atardecer. La bahía comenzaba entonces a desvanecerse, a perder sus definidos contornos, los barcos se ocultaban tras las fantásticas islas de la sombra, el océano se oscurecía. Pero no tardan mucho en surgir miles de luces. Era la fiesta de la bahía. 11

La imaginación es una cualidad de todo ser humano, pero a la vez, es parte de la vida cotidiana de la ciudad que cada día apreciaba sus matices en todo su esplendor y que para muchos era el significado de vivir en un cerro:”Imaginé a un niño apoyado en una ventana, que, mirada desde la ciudad, no es sino una de las cien mil ventanas que todas las noches parpadean, se iluminan y se apagan como estrellas aburridas.”12 Desde la distancia, en París, Salvador Reyes recuerda aquella visión que en él despertaban los cerros porteños: “Fernando se había quedado contemplando por el ojo

11

DELANO, Luis Enrique. En Viejos Relatos (complilación)Edit. Zig-Zag. Santiago.

1968.Pág. 228.

12

Ibídem, Pág. 223.

de buey el telón luminoso que formaban los cerros de Valparaíso por encima de la bahía negra salpicada de los puntos rojos y verdes.” 13 Asimismo, “ Madrid habitaba en el Cerro Alegre, en una casita pequeña colgada sobre el barranco y desde cuyas ventanas se dominaba toda la bahía y, por las noches, se veía el oleaje luminoso de la ciudad trepar por las laderas y romperse en las quebradas. El bolsista vivía allí solo. La casa, como casi todas las del Cerro Alegre, tenía algo de barco. Las habitaciones eran pequeñas, de techos bajos, muy luminosas y aireadas.” 14 Era posible dimensionar desde los cerros la magnitud de la ciudad, para así obtener una panorámica fabulosa acerca de sus calles, avenidas y la presencia de quienes, principalmente en la noche, salían a recorrer como sombras vivientes todo aquello que formaba parte de este puerto:

Vivía en una pieza que arrendaba en lo alto de un cerro, desde el cual se veían toda la ciudad y el mar. En la noche mientras el lanchero, medio dormido, intentaba leer unos libros que tenía en un derrengado estante, me asomaba a la ventana y miraba la ciudad; las

13

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Editorial Zig-Zag. Santiago, 1965.

Pág. 56. Curiosamente, esta novela fue publicada primero en París en 1955 y posteriormente en Chile.

14

Ibídem. Pág. 87.

anchas avenidas que van hacia las Delicias, las calles del centro, estrechas, amontonadas, que se dividen de pronto en dos partidas por las proas de los edificios; la gran mancha oscura de las callejuelas que nacen en la Plaza Echaurren; el laberinto de los callejones en los cerros moteados de luces que amarilleaban como tulipanes invertidos creciendo en la tierra negra de la noche.15

Valparaíso, con sus luces y su magia se prestaba para soñar... Sin embargo, existía la presencia de los problemas de acceso hacia los cerros: geografía imperfecta muy presente al ascender o descender por sus laderas. Ello se aprecia en fotografías o en relatos que narran las dificultades con las que se encontraban aquellos que intentaban levantar sus viviendas en lugares no aptos para ello por la mala condición de los suelos, conformando sectores en que la mala infraestructura de las casas, sumado a la falta de medidas de salubridad , generaba una pobreza que a la vez traía con ella enfermedades de distinto tipo, muchas veces de gravedad que terminaron con la vida de numerosos niños y adultos. Por lo general, se vinculaba a los habitantes de los cerros con la pobreza. Ejemplo de ello lo tenemos en el caso de Bernardino Rubio, uno de los personajes de la obra “Mónica Sanders” de Salvador Reyes, quien lo describe como una persona que ha tenido una vida llena de miseria y problemas, entre los cuales, el alcohol ha jugado un rol protagónico. Además, se muestra como un conocedor de todos estos recovecos de los cerros de Valparaíso: El había nacido por ahí, en esos cerros donde los ranchos de calamina se tambalean al viento, aferrándose con sus viejas pezuñas a la tierra roja...... La calle, en aguda, pendiente, zigzagueaba entre pobres construcciones de madera y calamina, montadas sobre veredas un

15

ROJAS, Manuel. Op. Cit. Pág. 54.

metro más altas que la calzada. Algunas casas tenían frente a la puerta escaleras de piedra o de cemento, con barandillas, de hierro mohoso. Bernardino descendía con precaución, evitando los obstáculos que podía distinguir vagamente a través del velo de tristeza que le cubría los ojos. De pronto tropezó con una piedra, y estuvo apunto de caer.16 Ahora bien, es imposible separar la condición de estas calles por las que accedían los transeúntes de aquello que estaba en sus alrededores. Así, es posible ver a través de lo que se describe, los tipos de construcciones que a medida que se ascendía hacia los cerros por callejuelas empinadas, va entristeciendo la mirada. La mayoría de las casas establecidas en estos sectores eran viejas, de madera, y muchas veces estaban en mal estado. Fundamentalmente, la población existente estaba constituida por gente de un nivel socio- económico bajo, por lo que no contaban con el dinero suficiente para construir u obtener un lugar más habitable, debiendo adaptarse a lo que se les presentaba como más óptimo para la situación por la que se pasaba. Recordemos que, básicamente, quienes aportaban a la formación de estos barrios de cerros eran personas que venían de otros lugares, como la proveniente del campo, buscando mejores oportunidades de trabajo. ¿Por qué se da esta relación cerro - pobreza en la mayoría de las obras que evocan el Valparaíso de este período? Una de las respuestas podemos encontrarla en el hecho de que Valparaíso se fue convirtiendo, debido al auge comercial que experimentó en el siglo XIX, en un puerto muy importante. Esta actividad comercial

significó la atracción de muchas personas,

fundamentalmente de zonas rurales que emigraron a este puerto movidos por la necesidad de obtener un mejor trabajo, y por ende, un buen nivel de vida. Y precisamente fueron estas

16

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit., Págs. 67-68, 72.

personas las que poco a poco poblaron los sectores periféricos de la ciudad, vale decir, la parte alta que constituían los cerros, en los cuales se vivía pobremente sin buenas condiciones sanitarias, ni de salubridad en general, pues la realidad les otorgaba la oportunidad de vivir en conventillos o pocilgas y no en una buena casa, a diferencia de los inversionistas o los que se relacionaban con asuntos comerciales. Por lo tanto, esta imagen de cerro-pobreza generada desde fines del siglo XIX va a señalar las marcadas diferencias sociales que se prolongarán con mucha rigidez hasta cerca de 1960. Esto significa que la periferia de este centro vendría a ser los lugares que se fueron ocupando espontáneamente por quienes humildemente construyeron sus viviendas para tener un lugar donde radicarse... “Son colinas bajas habitadas por los dos tercios de la población. La edificación es modesta, salvo el cerro Alegre y Concepción, poblados en su mayor parte por personas acomodadas.”17 Los sitios que sirvieron para estos asentamientos no tenían una base firme debido a

la composición de los suelos, los cuales siendo arcillosos, al momento de

producirse lluvias, producían un barrial que pasaba a llevar veredas

y también

construcciones de débil infraestructura: “Sus calles de fuerte gradiente en la mayoría de ellos, salvo las avenidas Baquedano y San Francisco de reciente construcción que unen varios cerros, están pavimentados con piedras y aceras de asfalto.18 Citando nuevamente la obra Mónica Sanders, encontramos que Bernardino Rubio... ...cuando oscureció echó a andar lentamente, al azar con paso inseguro. Las luces se habían encendido. Por momentos atravesaba calles iluminadas; otras veces lugares 17

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 173.

18

Idem.

sombríos...Subía callejones empinados, tropezando en las veredas mal pavimentadas; descendía después por pendientes tan pronunciadas que el peso de su cuerpo lo arrastraba hasta obligarlo a buscar apoyo en una pared o en un farol...19

Era parte de la cotidianidad el transitar por aquellos lugares en que los callejones estaban mal pavimentados, impidiendo un acceso rápido a los pobladores, transeúntes y visitantes que deseaban subir hacia los sectores más altos de la ciudad. Estas vías de tránsito por los cerros no eran adecuadas para ascender hacia ellos. Estas dificultades de acceso se hacían más notorias al acceder en transportes como el tan comúnmente denominado “auto”: Tomaron por Blanco, después por Clave y empezaron a hacer

zigzagues por callejuelas

cada vez más empinadas, sobre cuyo pavimento el automóvil daba tremendos barquinazos. A veces iban entre dos filas de construcciones de madera y calamina, algunas de dos pisos y cuyo balcón corrido parecía imitar la línea sinuosa del suelo; otras veces tenían a un lado la alta pared de piedra que ceñía el cerro cortado a pique, y al costado opuesto, una fila de casas desiguales y viejas. La pésima iluminación se hallaba felizmente reforzada por un espléndido claro de luna. En algunos sitios la vereda corría a gran altura sobre la calzada, después se confundía con el pavimento lleno de baches. Pequeños negocios, despachos y tabernas iluminaban sus puertas y vitrinas con bombillas amarillentas. Cuando el auto tomaba ciertos virajes, el panorama cambiaba por completo: de un lado quedaba la muralla del cerro y del otro el camino se abría sobre la ciudad y la bahía iluminadas. Abajo se sentía hervir el barrio del puerto: ruido de tranvías, de cláxones, de radios, todos apagados y confundidos.20

19

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 67.

20

Ibídem. Pág. 156.

Existe una visión más geográfica en cuanto a los detalles entregados acerca de los cerros de Valparaíso que presenta Manuel Rojas:”Los vapores, aburridos, fumaban largas pipas; el humo subía con lentitud hacia el cielo. Los cerros destacaban sobre el cielo su perfiles huidizos, curvos o planos, que se perseguían sin alcanzarse, pelados unos y otros cubiertos de bosques verde-oscuros o con árboles aislados, enjutos, vacilantes y todos cubiertos de casas, de ranchos, con murallas blancas, amarillas, rojas, azules, verdes. Algunos ranchos colgaban de las paredes de los cerros.”21 Además de lo señalado, debemos de considerar que las casas que se instalaban en las laderas de los cerros y en sus inmediaciones tenían formas curiosas debido a que el terreno en donde se establecían les imponía en cierta forma, el modelo que debía construirse según el lugar elegido. Por tanto, ello implicaba adaptarse al lugar en que se encontraba. Eso era, a la vez, lo que hacía ver a Valparaíso como pintoresco, por las numerosas viviendas que existían y que se veían como una cadena de casitas colgantes de diversos colores...

Llegaron a una plazoleta amplia y en pendiente, a la cual desembocaban callejuelas tan estrechas que hacían imposible continuar el viaje en automóvil. El médico frenó y todos bajaron. El decorado era pobrísimo: casas a las que el desnivel del terreno había terminado por imponer formas absurdas; ranchos fabricados de cualquiera manera, conventillos y despachos en penumbra. La luna iluminaba un costado, desde la sombra del otro venían voces de mujeres y gritos de niños. Guiado por el Polo, el grupo se internó por un callejón en pendiente aguda. Se veían puertas abiertas sobre cuartos pobres, pero limpios y ordenados. La batalla de Chacabuco , el retrato de Arturo Prat o el combate de Angamos adornaban en oleografías las paredes; a máquina de coser reposaba en un rincón y no faltaba, a veces, la nota coqueta de un ramo de flores de papel sobre la mesita de centro cubierta por el pañito bordado. Aquella vida oscura y amarga no se abandonaba a la miseria, sino que se oponía

21

ROJAS, Manuel. Op.Cit. Pág. 39.

obstinadamente a ella. Era la pobreza de hombres alertos a quienes el puerto nutre de reciedumbre y de inquietud; la pobreza de mujeres bravas para el trabajo y cuidadosas de que, al volver de la faena, el hombre encuentre un poco de alegría y de belleza en el cuarto humilde ;la pobreza que lucha por arrancarle a la vida los bienes que ésta le debe. Después de mucho andar y mucho maldecir a cada tropezón, los expedicionarios alcanzaron una calle ancha, ya casi en el despoblado. Allí no había pavimento de ninguna especie y las aguas lluvias habían abierto grandes baches y huellas profundas. Las casas eran todas de un piso, con las fachadas roídas y los aleros de teja carcomidos. Parecían deshabitadas, pues puertas y ventanas estaban cerradas herméticamente. Al fin de la calle, en lo más alto, el claro de luna hacía resaltar una capilla blanca coronada por una cruz torcida.22

Ante esta imagen de pobreza, se añade la mala iluminación existente en la época, lo cual hacía que estas calles en pendiente y sus alrededores resultaran peligrosas para quienes las recorrían de noche, por el hecho de poder ser asaltados y violentados por individuos que se hacían famosos por el robo con violencia. Al respecto, Dr. J.D.M. en “El Libro de Valparaíso...” hace mención sobre el sistema de alumbrado público y su evolución experimentada desde 1880 hacia los primeros años del siglo XX:

22



REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 156.

Dr. J.D.M. aparece firmando varios artículos con esa abreviación. Sin embargo, no se

señala mayor referencia acerca de su verdadero nombre, ni acerca de su rol como escritor.

El alumbrado por esos años, era también servicio particular, hasta que llegaron el gas con sus faroleros que encendían los faroles de la vía pública y el eléctrico. El alumbrado consistía en faroles portátiles de esos que todavía usan los tortilleros, pequeneros o vendedores de mote mey (grano de maíz cocido), a entrada de invierno y se colgaban en el marco de las puertas de calle; era obligatorio bajo pena de multa si no se hacía, él tenerlos encendidos durante la noche, y ¡hay! Del propietario con puerta a la calle, que no obedecía a la orden terminante del celador que decía:¡farolito a la puerta!...23

La pobreza de estos sectores más afectados por las lluvias y que, además correspondían a lugares inundados de esta miseria, la podemos ver en esta descripción que se hace en Mónica Sanders. Este mismo personaje que antes ya hemos mencionado, Bernardino, también nativo de estos parajes, un “roto de cerro”, a decir de Joaquín Edwards Bello, es creado como un hombre que ha pasado muchas vicisitudes en su vida, partiendo de su condición de pobre: ...el había vivido...donde en los inviernos lluviosos la presión de los aludes había hecho reventar las veredas; donde las viejas comadres empavesan los patios con la ropa lavada, como si fueran navíos que izan cien banderas blancas de rendición ante la miseria. Su madre había sido lavandera. Las largas lluvias obligaban a secar la ropa en el único cuarto, y Bernardino recordaba los inviernos de su infancia, cuando se arrastraba bajo las colgaduras húmedas, mientras en el callejón borbotaba la lluvia oscura y opresora.24

23

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 172.

24

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 68.

En cuanto a la seguridad en estos sectores altos de la ciudad, existían quienes se encargaban de procurar que la tranquilidad gobernara en todos los recovecos de los cerros. Podemos ejemplificar que :” El servicio de seguridad se hacía hasta 1880, por los famosos “celadores” o “cataneros” como los llamaba el vulgo por el enorme sable que llevaban. Este servicio era gratuito y formado por los vecinos de buena voluntad. Existían retenes en cada cerro, que servían para el arresto de los delincuentes.”25 Pero si vemos este transcurrir del tiempo, tenemos que son los ya denominados Carabineros quienes se van hacer cargo del cuidado de todos los sectores que se puedan abarcar para la tranquilidad de los vecinos, al estructurarse estos barrios que pasan a formar las distintas poblaciones. El transportarse desde diversos lugares de la ciudad, ya sea desde el plan hacia los cerros y viceversa, o bien entre cerros, hizo necesario la

habilitación de

ascensores y tranvías para acceder a todos los rincones de Pancho. Aunque las obras de los autores seleccionados para este trabajo no lo señalan en forma específica, los ascensores resultaron bastante útiles en ese sentido, y además de ser pintorescos, han pasado a ser reliquias y testimonios materiales, pero silenciosos de nuestra historia local. Sin embargo, éstos han tenido una importancia vital en la tradición cultural de la ciudad, pese a que en las obras ya indicadas, no se entrega una descripción específica acerca de los ascensores o funiculares, como también se les denomina en algunos textos bibliográficos. Uno de los medios de transporte más frecuente en la época era el tranvía. Este, aunque muy rústico, recorría las calles céntricas de Valparaíso y llegaba hasta

25

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 172.

algunos cerros. Los rieles instalados pasaban por ciertos sectores, como una forma de determinar su recorrido diario. Complementando esta forma de movilización, pero más bien en el sector Plan de Valparaíso, encontramos además al Ferrocarril o Locomotoras. Su uso resultó ser muy importante para trasladarse de un lado a otro de la ciudad y hacia el interior de una región a otra, lo que se traduce en el acortar las distancias. A la vez, la estación servía de centro social para quienes viajaban constantemente por las diversas razones que se les presentaba. Sin embargo, “Valparaíso despertaba perezoso en el friolento amanecer de primavera. Algunos humos se alzaban en verticales reposadas, como si las calderas de donde provenían no hubieran todavía empezado el trabajo diario: una locomotora pequeñita, humeando blanco, corría por el litoral. Sin duda aprovechaba para jugar que las Mikado y las locomotoras eléctricas dormían aún como correspondía a sus altísimas categorías. De muy lejos venían el chirrido de un tranvía mal engrasado, el tañido de una campana, el pitazo de una fábrica, por el lado del Barón”.26

También encontramos la creación de caminos que hacen posible unir a los cerros de Valparaíso, como un medio de comunicación entre éstos y además para mejorar las calles con la finalidad de hacer correr las aguas lluvias y así no producir destrozos en las propiedades y menos aún, arrastrar todo el material barroso hacia el centro de la ciudad. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, “no existían caminos o subidas que fueran apropiadas para los habitantes de los cerros. Pero por los años 1886 a 1887 el activo Intendente de ese tiempo, don Domingo de Toro Herrera, cuñado del Presidente Balmaceda, inició la construcción del Camino de 26

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 163.

Cintura, actual Avenida Alemania para que sirviera de comunicación entre los cerros y ese fue el primer camino de verdadero tránsito humano por su planificación que lo hacía viable y por sus recortaduras laterales como alcantarillas abiertas que recogían las aguas lluvias sin inundar las calzadas ya que aceras no tenían, ni tienen todavía en muchos de sus tramos intervecinales. La construcción fue hecha por los presos de la Cárcel, vigilados por la gendarmería, y aquí hay que alabar la visión del Intendente Toro que estableció el trabajo obligatorio acabando con la ociosidad de los asilados de todo presidio. Este camino no se terminó, fue desde Playa Ancha hasta la quebrada de Jaime, y desde este punto se trazó en todos los cerros que faltaban hasta el Barón, un estrecho sendero de una vara más o menos indicando con él, el trazado posterior que no se ha continuado, esperándose talvez de un mandatario como el Intendente Toro, una ley que se está haciendo necesaria en el ambiente actual asfixiante que nos rodea: la ley del trabajo obligatorio que acabaría con los ociosos de las vías y paseos públicos que a todas horas exhiben su flojera eterna que es el comienzo de todos los vicios, borracheras y hasta crímenes.”27

Este inicio de la construcción del camino de Cintura sin duda que resultó ser muy importante para la conexión entre los cerros y así facilitar el desplazamiento entre ellos. Hoy en día aún existe y se transita frecuentemente por esos lugares, debido en gran parte a la existencia de poblaciones.

27



AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 174.

La cita señala los inicios de la construcción del camino de Cintura comenzada a fines del

siglo XIX, obra que fue terminada bajo el gobierno de Carlos Ibáñez en el siglo XX.

Es necesario destacar el estado de

Salubridad que existía durante las

primeras décadas del siglo XX. Este tema resulta ser muy importante, puesto que desde la segunda parte del siglo XIX, y durante esta primera mitad del siglo XX, los problemas de salud e higiene existentes en distintas regiones del país, y principalmente en Valparaíso, fueron bastante delicados y generaron muchas muertes en la población instalada en los cerros. “Uno de los problemas que más preocupó a la población a fines del siglo pasado, fue el alejamiento de desperdicios e inmundicias que existía en el plan de la ciudad y que era un problema insoluto en la parte alta. El agua potable que llegó a fines de ese siglo a reemplazar al aguatero de estilo español, no era en realidad potable como lo exige la higiene...”28 Precisamente, por esta necesidad de higiene en los cerros, se estableció que: El aseo de las calles era obligatorio para los vecinos, efectuarlo antes de las ocho de la mañana. La edificación por el Estado no existía en la parte alta en las postrimerías del siglo pasado, supliendo esta deficiencia la iniciativa particular. La higiene tanto individual como colectiva, estaba en pañales, no había baños y el alejamiento de aguas servidas, etc., que se arrojaba a las calzadas era permitido; todo se depositaba en las quebradas de los cerros o en hoyos en tierra de gran profundidad(fosas fijas), eso reemplazaba a los servicios higiénicos de hoy.

28

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 174.Es necesario señalar, que el autor se

refiere en gran medida a algunas obras efectuadas en el siglo pasado. Sin embargo, es preciso recordar al lector que

aún así se

toman estos aspectos para caracterizar a

Valparaíso de las primeras décadas del siglo XX, puesto que ello se fue desarrollando y en muchas ocasiones, se fue superando en el tiempo y cambiando a medida que éste ha transcurrido.

El agua tan necesaria a los usos domésticos, se repartía por los “aguadores o aguateros”, que en cabalgaduras con barriles pequeños la llevaban desde pozos o vertientes naturales a los domicilios; después vino el agua potable en su instalación de Peñuelas. La salubridad casi no existía en esos años, y es de recordar los estragos que ocasionaban las grandes epidemias de viruelas y otras, que azotaban con frecuencia la ciudad... ...En cuanto a los desagües no existían en la parte alta, se beneficiaban con servicios de alcantarillado casi toda la parte plana de la ciudad; ciertas casas que tenían el privilegio según lo dice el Estudio de Higiene del Dr. Puga Borne de tener estos servicios con algunos cauces de la ciudad, que era antihigiénico por la espera de las lluvias. Las casas en los cerros tenían las quebradas, las laderas, o una zanja honda de tierra detrás de las habitaciones que servían de depósitos de aguas y desperdicios que desaparecían con el tiempo, por el aire y las lluvias. Existía otro sistema que estuvo en auge por esos años, que eran las “fosas” portátiles”; enormes barriles en forma de conos, que un empresario el “pavero” se encargaba de sacar con su personal amaestrado de cada domicilio, en las últimas horas de la noche o al amanecer, de tiempo en tiempo, las heces de sus pobladores mediante un pago. Ese sistema que precedió al alcantarillado actual, la última palabra a fines del siglo pasado.29

Los problemas de higiene muchas veces derivaron en complejas enfermedades que sufrían quienes no contaban con las defensas suficientes para afrontar problemas de salud como la tuberculosis, resfriados mal cuidados, neumonía, entre otras que afectaron principalmente a los niños, generando así, muchas defunciones. Ante lo cual, se realizaron diversas acciones para controlar aquellas enfermedades que eran propensas a

29

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 173.

agravarse, y que por lo general, sucedía entre los más pobres, que no contaban con los medios suficientes para mantener una buena higiene. En tiempo de lluvias, este tema también significó un problema, pues en la mayoría de los barrios que contaban con casas construidas de muy mala manera, en que el agua inundaba y producía estragos en las familias, provocaba enfermedades fundamentalmente en los niños, los cuales, si consideramos a estas familias pobres que eran las mayormente afectadas, casi siempre tenían las defensas bajas por la mala alimentación y el vestuario que usaban era generalmente poco apropiado para su abrigo. Al respecto, era frecuente en la época apreciar algunos efectos de inundaciones en el centro de la ciudad, que muchas veces parecía un río por el cual se debía transportar en bote a la gente. En los cerros, y siguiendo con este tema de la salubridad, el servicio médico fue muy básico. Esto es, que

médicos

como tales no se veían en estos sectores más

desposeídos, por lo que generalmente se recurría a quienes practicaban un tipo de medicina más rústica o bien, campesina. Estos personajes eran conocidos como Yerbateros, pues realizaban una labor curandera, basándose en creencias tradicionales y creando ungüentos y cataplasmas que la gente ingenua adquiría para sanarse de sus enfermedades. Respecto al servicio médico de los cerros dejaba mucho que desear, y la asistencia médica casi no se conocía, reemplazándose ésta por los “yerbateros” que ejercían la profesión de “ meicos” uno o varios en cada cerro. Y era tanta la ingenuidad de la gente que llegó por esos años de las vecindades de la Ligua hasta hace poco famosa por “Davisito”, el meico de los campos, un antecesor de este famoso hierbatero, que se apellidaba Guerrero; éste puso un trozo de madera en su casa, que decía: “Dotor Guerrero- Meico”, llegando su sabiduría a tan alto grado que a todos les recetaba por intermedio de otra persona que sabía escribir, ya que él era 

En el anexo se pueden apreciar algunos cuadros estadísticos que señalan las causas de

muerte que se producían en Valparaíso. Sin embargo, en su mayoría figuran enfermedades comunes, que hoy en día son de fácil tratamiento.

analfabeto, y “ el centro cerebral de la escritura no se le había formado” y la receta decía en pésima letra y peor ortografía “Pronto Halivio”. Naturalmente que los infelices que lo iban a ver, salían regocijados con la sabia receta de dotor Guerrero, ¡cómo no ha de ser buen dotor, decían, si no receta más que pronto alivio? Dicho sea de paso, era un específico de botica de esos tiempos, o sea, un sana- lo todo que se aplicaba para uso externo inofensivo que sanaba “hasta los mudos de nacimiento friccionándoles la lengua”. Naturalmente que las aguas (orina) era indispensable llevarlas para verlas a través de un rayo solar. Y saber si era mal impuesto, incurable siempre, o bien otra enfermedad que se podía sanar. Esto recuerda a un boticario del comienzo de este siglo que ejercía aquí, y que examinaba la sangre pinchando las yemas de los dedos hasta que saltaba, y él miraba con su lente de aumento, exclamando después de mirarle un buen rato: “túh, túh túh, qué mala está su sangre, si supiera usted lo grave que está, pero yo lo mejoraré”. Viniéndole o no viniéndole le encajaba inyecciones y cobraba así su doble trabajo, el fulero examen y la receta, no así la inyección que no sabía aplicar y que tenía que ponerla un practicante. Los médicos verdaderos que había en esos años en Valparaíso rara vez subían a los cerros por las dificultades de su acceso; no había ascensores como los actuales ni caminos para carruajes, los antiguos coches de caballos tampoco servían y cuando la exigencia de algún cliente lo pedía, tenían que iniciar la subida por los cerros más urbanizados del puerto, como eran el Alegre y el Concepción; venían por el Camino de Cintura a cumplir su delicada misión asistencial. 30

30

Ibídem. Págs. 174- 175.

Visiones de autores acerca de los Cerros de Valparaíso Este subtema pretende señalar aquellas visiones de algunos autores literarios que observaron las diversas realidades de Valparaíso con ópticas diferentes, según su experiencia en el puerto. Fueron muchos los que escribieron sobre Valparaíso estando fuera de la ciudad. Es decir, narraron sus historias en otros lugares dentro o fuera del país evocando tradiciones, costumbres o simplemente a su gente tan típica de este puerto. Es el caso, por ejemplo, de Salvador Reyes. Autor que ya hemos citado y que nos aporta con muchos detalles en sus obras acerca de este Valparaíso, puerto de nostalgia”, tal como él lo expresa en esta obra como en Mónica Sanders: Era una magnífica tarde que se zambullía en el límite mismo de la primavera y el verano, saludada por la gran trompeta del sol, entre los azules tan parecidos del mar y del cielo. Valparaíso, blanco, rosado, gris y verde, corría por el litoral y subía a los cerros en dibujos caprichosos. Aquí y allá manchas de jardines, de barrios nuevos, de fábricas, de casas viejas amontonadas o en equilibrio al borde de un barranco. Abajo, la estación del Barón, con sus humos y sus ruidos de viaje. - ¡Qué hermoso es Valparaíso!-dijo Mónica. Julio contemplaba con placer este cuadro, que no perdía su encanto a través de los años. - Sí - contestó-, es muy hermoso, pero me gustaría que creciera hacia arriba, que fuera más gran ciudad; me gustaría, por ejemplo, que las avenidas Pedro Montt y Brasil fueran enteramente de edificios de seis pisos.¿No sería mejor? - No- Y Mónica habló lentamente-. No deseo que nada cambie: quiero seguir viendo a Valparaíso como lo vi desde que era pequeña. Así siento que todo esto es un poco como mi casa. He vagado por estas mismas calles hace tiempo, cuando era desgraciada, y la vista de esa muchedumbre me ha distraído y consolado. “Estas gentes son de mi tierra, de mi pueblo- me decía yo-, y no pueden dejarme sufrir mucho tiempo”. Y no me dejaron. Luego fui feliz en esas mismas calles, mezclada a esas mismas personas...

- ...He andado por Europa y por otras partes, pero aquí es donde yo he sido más feliz y más desgraciada. Tal vez, en el fondo, eso no importe en el amor por una ciudad, pero si los descubrimientos que una hace en ella. Yo descubrí en Valparaíso el encanto de la calle, el rumor de la muchedumbre, lo pintoresco de la vida. Por eso, cuando he vuelto después de un largo viaje, he visto siempre con alegría que poco o nada ha cambiado... 31

La nostalgia experimentada por los personajes, nos refleja el sentir de su creador por este Valparaíso que tanto se quiso:

Los cerros son admirables de colorido. Hay tradición en los cerros porteños. Algo ha quedado aquí flotando del gran Valparaíso de los negocios y de los viajes; se respira el recuerdo penetrante de 1900; del puerto violento, impregnado de inglesismo y de acción. ¿Has visto esas casas de este cerro que parecen lustradas y frotadas constantemente? En las mamparas de algunas hay pequeñas planchas de bronce con nombre sajón o alemán, medio borrado por el constante trabajo de sacarle brillo. Son casas de viejos marinos, de gerentes de antiguas compañías que conservan la costumbre de hacer frotar los metales todos los días; casas de gentes tan personales como las producía el siglo pasado y los primeros años del presente. De esas gentes quedan muy pocas. Valparaíso ha ido también perdiendo su carácter. Le queda sólo esta maravilla nocturna. -Es cierto- replicó Fernando Castro-. Los cerros conservan la vieja catadura pintoresca. ¡Pero el plan!...Ya lo ves...Playa Ancha es ahora un paseo asfaltado, con focos eléctricos y jardines peinaditos. En otro tiempo era maravillosa, con sus caletas de pescadores y sus rincones abandonados. Uno caminaba sobre la hierba, y el mar aparecía más libre y salvaje. ¿Y la Avenida Errázuriz? Ahora es una cosa elegante. Yo la recuerdo atestada de carretas, de coches, de gentes apresuradas. Los trenes mezclaban sus humaredas al polvo que levantaban los cascos de los caballos. Verdad que

31

REYES, Salvador. Mónica Sanders.Op. Cit. Págs. 137-138.

uno salía de allí cubierto de tierra y de hollín, pero también lleno de vida, caliente y áspera.32

Parte de la historia de los cerros de Valparaíso la hemos descrito a través de estas distintas visiones de autores que relatan diversos aspectos que aquí abarcamos. Aunque algunos señalan y destacan más lo positivo de estos lugares, queda en nuestra memoria aquella imagen popular que tradicionalmente los ha conformado. Y es así como esta imagen los ha caracterizado en el tiempo y ha hecho conocido a este Viejo Pancho. Visiones negativas sobre los defectos que presentaron en su conformación social, hay varias. Como la de Joaquín Edwards Bello, por ejemplo, que vuelve a señalar en la obra ”En el Viejo Almendral”: “Mi padre reflexiona y suspira mientras sube el cerro. Hay casas disparatadas, sujetas en postes, cubiertas de enredaderas, quebradas; caídas de agua sucias; gatos silvestres... Detrás de cada fachada como detrás de cada calle hay una maraña salvaje; detrás de cada rostro blanco hay maraña de ideas. Se ve el mar chiquitito desde arriba; es un pozo. No sé por qué el paisaje es triste, violento, amargo.” 33 Es una visión triste de una realidad, que a la vez es una crítica a la forma de vivir de estas personas. Edwards reflexiona con respecto a este estilo de vida en los cerros, y le cuesta entender lo que ve, pues es una persona de buena familia, de clase acomodada

32

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Op. Cit. Pág. 91.

33

EDWARDS BELLO, Joaquín. En el Viejo Almendral... Op. Cit. Pág. 16.

que aunque no ha pasado por las vicisitudes que debía sufrir la gente pobre, percibe que esta realidad tan dura tiene que ser remediada. No solamente es este narrador quien relata una visión opaca de la vida en estos cerros porteños. También Manuel Rojas en “Lanchas en la Bahía” toma este aspecto desolador que enmarca esta vida y la expresa en su historia novelesca:

- Empecé a subir el cerro. La ciudad despertaba, abríanse los negocios, las hediondas agencias, las sórdidas cantinas, las fragantes panaderías; funcionaban ya los ascensores y algunas viejecillas que podían tener mil años y que parecían juntar la nariz con las puntas de lo pies, barrían las aceras; mugían las sirenas de los barcos y de las fábricas; los buques de querrá dejaban escapar gritos de toros que se ahogaran; carretoneros panaderos y cerveceros rodaban sin lástima sobre el pavimento de piedra; de los conventillos y de las casas surgían tufaradas de humedad, ráfagas de aire pegajoso, tibio...y yo oía y sentía, pero apenas miraba, los ojos semi cerrados, llenos de sueño.34

Hay otro autor que encontramos publicando historias a modo de cuentos en la Revista Pacífico Magazine. Nos referimos a Daniel de la Vega, quien poseía una sección en esta publicación, contando sus vivencias, como la que extraemos a continuación: “Entonces yo no me juntaba con ningún muchacho de mi edad. También recuerdo que viví en Valparaíso. Yo, el campesino amante del sol, el adorador de las montañas salvajes, enjaulado en Valparaíso. Desde entonces este puerto me es antipático. Allí viví una vida opaca, poblada de silencios tristes.

34

ROJAS, Manuel. Op. Cit. Pág. 22.

Los balcones, que daban a la calle de la Victoria, eran mis amigos.”35 Así, leer nuevamente

estas últimas descripciones contrasta con las

anteriormente mencionadas. Pues bien, son dos caras de una misma moneda. Es decir, son dos visiones de una misma realidad social que estaba aconteciendo en Valparaíso, pero que además otros autores han tomado para recrear sus historias y perpetuar en sus libros esta imagen de la antigua vida portuaria. Es necesario, por ello, tener en cuenta que las experiencias de vida de estos autores se reflejan en las distintas obras que publicaron. Imaginar, describir y ambientar en estos cerros, es una aventurada idea por descifrar la magia que envolvió a tantos que un día llegaron y aquí se quedaron.

CANTO GENERAL

Pablo Neruda36

35

REVISTA PACIFICO MAGAZINE, Vol. VIII, Santiago de Chile(Empresa Zig-Zag),

Febrero de 1914. Num. 14. 36

NERUDA, Pablo. Canto General. 1ª impresión en 1950. 2ª reimpresión en 1992. Edit.

Espasa Calpe. Buenos Aires. Págs. 277-281. Hemos introducido en este capítulo este poema de Pablo Neruda sobre Valparaíso, pues encierra en sus líneas muchos aspectos que podemos presenciar sobre los cerros, lo cual nos permitirá acercarnos cada vez más a lo referente al mar y al plan presente en la ciudad para este período, a través de la literatura empleada en este trabajo.

CAPITULO X

EL FUGITIVO

VI

Ventana de los cerros! Valparaíso, estaño frío, Roto en un grito y otro de piedras populares! Mira conmigo desde mi escondite El puerto gris tachonado de barcas, Agua lunar apenas movediza, inmóviles depósitos del hierro. En otra hora lejana, Poblado estuvo el mar, Valparaíso, Por los delgados barcos de orgullo, Los Cinco Mástiles con susurro de trigo, Los diseminadores del salitre, Lo que de los océanos nupciales A ti vinieron, colmando tus bodegas. Altos veleros del día marino, Comerciales cruzados, estandartes Henchidos por la noche marinera, Con vosotros el ébano y la pura Claridad del marfil, y los aromas Del café y de la noche en otra luna,

Valparaíso, a tu paz peligrosa Vinieron envolviéndote en perfume. Temblaba el “Potosí” con sus nitratos Avanzando en el mar, pescado y flecha, Turgencia azul, ballena delicada, Hacia otros negros puertos de la tierra. Cuánta noche del Sur sobre las velas Enrolladas, sobre los empinados Pezones de la máscara del buque, Cuando sobre la Dama del navío, Rostro de aquellas proas balanceadas, Toda la noche austral del mundo, descendía.

VII

Era el amanecer del salitre en las pampas. Palpitaba el planeta del abono Hasta llenar a Chile como un barco De nevadas bodegas. Hoy miro cuanto quedó de todos Los que pasaron sin dejar sus huellas En las arenas del Pacífico. Mirad lo que yo miro, El huraño detritus que dejó en la garganta de mi patria Como un collar de pus, la lluvia de oro. Que te acompañe, caminante,

Esta mirada inmóvil que perfora, Atada al cielo de Valparaíso. Vive el chileno Entre basura y vendaval, oscuro Hijo de la dura Patria. Vidrios despedazados, techos rotos, Muros aniquilados, cal leprosa, Puerta enterrada, piso de barro, Sujetándose apenas al vestigio Del suelo. Valparaíso, rosa inmunda, Pestilencial sarcófago marino! No me hieras con tus calles de espinas, Con tu corona de agrios callejones, No me dejes mirar al niño herido Por tu miseria de mortal pantano! Me duele en ti mi pueblo, Toda mi patria americana, Todo lo que han robado de tus huesos Dejándote ceñida por la espuma Como una miserable diosa despedazada, En cuyo dulce pecho rojo Orinan los perros hambrientos.

VIII

Amo, Valparaíso, cuanto encierras, Y cuanto irradias, novia del océano, Hasta más lejos de tu nimbo sordo. Amo la luz violenta con que acudes Al marinero en la noche del mar, Y entonces eres-rosa de azaharesLuminosa y desnuda, fuego y niebla. Que nadie venga con un martillo turbio A golpear lo que amo, a defenderte: Nadie sino mi ser por tus secretos: Nadie sino mi voz por tus abiertas Hileras de rocío, por tus escalones En donde la maternidad salobre Del mar te besa, nadie sino mis labios En tu corona fría de sirena, Elevada en el aire de la altura, Oceánico amor, Valparaíso. Reina de todas las costas del mundo, Verdadera central de olas y barcos, Eres en mí como la luna o como La dirección del aire en la arboleda. Amo tus criminales callejones, Tu luna de puñal sobre los cerros, Y entre tus plazas la marinería Revistiendo de azul la primavera. Que se entienda, te pido, puerto mío, Que yo tengo derecho A escribirte lo bueno y lo malvado

Y soy como las lámparas amargas Cuando iluminan las botellas rotas.

IX

Yo recorrí los afamados mares, El estambre nupcial de cada isla, Soy el más marinero del papel Y anduve, anduve, anduve, Hasta la última espuma, Pero tu penetrante amor marino Fue señalado en mí como ninguno. Eres la montañosa Cabeza capital Del gran océano, Y en tu celeste grupa de centaura Tus arrabales lucen la pintura Rojo y azul de las jugueterías. Cabrías en un frasco marinero Con tus pequeñas casas y el “Latorre” Como una plancha gris en una sábana si no fuera porque la gran tormenta del más inmenso mar; el golpe verde de las rachas glaciares, del martirio de tus terrenos sacudidos, el horror

subterráneo, el oleaje de todo el mar contra tu antorcha, te hicieron magnitud de piedra umbría, huracanada iglesia de la espuma. Te declaro mi amor, Valparaíso, Y volveré a vivir tu encrucijada, Cuando tú y yo seamos libres De nuevo, tú en tu trono De mar y viento, yo en mis húmedas Tierras filosofales. Veremos cómo surge La libertad entre el mar y la nieve. Valparaíso, Reina sola, Sola en la soledad del solitario Sur del Océano, Miré cada peñasco Amarillo de tu altura, Toqué tu pulso torrencial, tus manos de portuaria me dieron el abrazo Que mi alma te pidió en la hora nocturna Y te recuerdo reinando ene l brillo De fuego azul que tu reino salpica. No hay otra como tú sobre la arena, Albacora del Sur, Reina del agua.

EL MAR PRESENTE DE VALPARAISO

Tradicionalmente, la presencia del mar en Valparaíso ha sido caracterizada como un aspecto significativo en el desarrollo de la ciudad como puerto y, además, por la visita de quienes vinieron por vía marítima hacia estos lugares tan recónditos del continente. Hablamos de marinos, marineros extranjeros y viajeros en general que encontraron aquí un espacio para poder realizar sus sueños. Desde el plan de la ciudad como desde los cerros porteños, la vista del mar aparece en todo su esplendor. Ante esto, tenemos que entre 1900 y 1960, el mar ha generado un deleite en las personas, lo que influenció en aquellos que al momento de construir sus viviendas en las partes altas de la ciudad, pensaran en la idea de obtener una panorámica marítima que abarcara todo el puerto. No muchos podían acceder a esta idea si consideramos que, para quienes vivían pobremente en conventillos en terrenos poco aptos para su uso, el objetivo era tener un lugar donde quedarse con sus familias. Pero, para el caso de los que realizaron una construcción más planificada y con más recursos, era importante levantarse en las mañanas y poder observar el mar. Muchas han sido las novelas escritas por nacionales y extranjeros que se han inspirado en el mar en general, pero principalmente en el mar de Valparaíso. Tenemos así a Salvador Reyes, Augusto D’Halmar, Manuel Rojas, entre otros, que también han recogido a aquellos personajes que tienen relación con este mundo marino. El caso de Augusto D’Halmar es muy representativo(pertenece al grupo del 900), debido a que fue un viajero permanente por los diferentes mares. Sin embargo, aunque durante su vida recorrió muchos lugares, se quedó con una impresión bastante descriptiva, y además, positiva acerca de su paso por Valparaíso.

Entre sus numerosas publicaciones encontramos este artículo acerca de Valparaíso, en el cual realiza toda una descripción extraordinaria sobre aspectos cotidianos que se observan día a día en este puerto:

VALPARAISO De A. D’ Halmar.

Un puerto es algo que aún no se ha concretado, pero que viene a sintetizar el alma de un país. Ojalá el nuestro, me refiero a esta extensa y angosta República, que apenas tiene latitud, pero que va en longitud, del paralelo 18 al 55, es decir, como desde el Norte de la Escandinavia, en Europa, hasta la costa de Africa, ojalá tenga o más bien obtenga con el tiempo, el carácter porteño. Entonces será una República. Las demás son cosas del mar, desde los malecones y diques, con sus maestranzas y su actividad, hasta los balnearios cerrados por el otoño, donde afluyen, sin embargo, en los domingos de sol, como al de las Torpederas, cuantos celebran el descanso dominical. Es el punto de Chile donde evocan las regocijadas verbenas madrileñas, con su carrousel, sus columpios y su expansión al aire libre. Suben los novios a la Piedra Feliz, para otear el porvenir. A lo lejos Valparaíso y la vida los esperan. ¡Los barcos! Nada más que de verlos arribar y zarpar, se nos hace un alma diversa, a los hombres. De contemplar a cierta altura de la Costanera, otro cementerio, esta vez de anclas y cadenas de anclas, de barcos convertidos en pontones y de viejos lobos de mar hechos descargadores de tierra. Cierta tarde de invierno, el 29 de Junio, sale de la Caleta del Membrillo, por la bahía, la procesión de San Pedro, patrono de los pescadores. Cierta Noche, al rayar el alba del Sábado Santo, salen de la Merced y de San Francisco en el Barón, las procesiones del Cristo Resucitado. Nada de eso conocen los que no son porteños. Como no saben, de cómo se quema a Judas en la plazoleta de la Matriz. Y con su gradería de piedra, su vieja iglesia y su dédalo de callejuelas y tiendecillas, con sus palomas y sus campanas, uno cree estar en Roma, aunque yo en Roma recordara mi vieja parroquia porteña. Tiene Valparaíso su misticismo y su humorismo. No olvido por

ejemplo, la excentricidad de aquel Oficial de Marina que se jugó su carrera, en la absurda apuesta de que adelantaría el cañonazo de las doce. Y lo adelantó de un cuarto de hora. Tuvo el gusto de ver cómo las tiendas se cerraban precipitadamente y corrían desoladas las gentes y perdían el tren , porque partían los trenes antes de la hora. Lo pagó con su destitución inmediata. Yo lo conozco. Trincamos juntos alguna vez en el Bar de los Imprevistos y me habla melancólicamente de ese momento impagable de su destino, sin remordimiento ni arrepentimiento. ¿De qué podríamos arrepentirnos, ni qué nos remordería, a quienes afrontamos día a día el mar y la soledad? Rubén echaba de menos su juventud. Los solitarios, como yo, entre tanta compañía y tantas amistades, con tamaños recuerdos y tan mínimas esperanzas, solemos añorar, no la juventud, que se fue y no se fue, sino la soledad que se va y no se va. Y yo traspongo a mi modo intencionalmente, la célebre estrofa del poeta, y digo para mí mismo: Soledad, divino tesoro Te fuiste para no volver; Quiero estar solo y no estoy solo ¡y estoy tan solo sin querer!

37

D’Halmar solía pasear por los malecones. Es así como en un artículo publicado en “La Hora” señala lo siguiente:

Las evocaciones tienen su público muy exigente en cuentas y cuentos de exactitud cronológica, pero en cuanto a sentimiento y cordialidad muy incondicional.¿Quiere Ud., lector porteño, darse una vueltecita conmigo por los malecones? Sí, ya sé cuánto puede decirme acerca de su transformación; que ya no son sombra de lo que fueron cuando Rubén

37

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit.. Págs. 166-168.

Darío los describió en su cuento ”El fardo”, de su libro “Azul”; que, hoy por hoy están dejados, si no por la mano de Dios, de la presencia del hombre; no importa, ¡venga Ud. conmigo!...Y hétenos sobre la cubierta de un buque histórico; hétenos digo recorriendo ese maderamen donde aprendimos a andar, cuando niños. No he olvidado mi desolación un día que, desde el pretil, dejé caer un canastito al agua; las olas se lo llevaban y traían; pero para mí, estaba perdido...Ahí, contra ese muelle, vi yo los primeros barcos que habían de llevarme y traerme por el mundo. Entonces, una nube de veleros fondeaba día a día. Esa larga espada puesta al costado de América, con la empuñadura en el trópico y la punta hacia los hielos polares, con el lado que no corta del lado de la cordillera y el filo junto al mar, esa larga destemplada hoja de acero, no era conocida por los marinos, sino por una mella que se llama Valparaíso. No se había abierto todavía el Canal de Panamá y por el Estrecho y hasta por el Cabo de Hornos, daban la vuelta obligada cuantos barcos querían cerrar la órbita de su periplo.38

Los guardias eran personas muy populares debido a su trabajo en el puerto, recibiendo el nombre de huachimán, término chilenizado del inglés watchman, que significa vigilante. En Mónica Sanders se recoge a este personaje portuario , que en el Muelle Prat circula

con la misión de cautelar las embarcaciones y alrededores del famoso

“Bote Salvavidas”, importante centro de reunión de los trabajadores del puerto formando el llamado “Cuerpo de Voluntarios del Bote Salvavidas”, el cual hoy es conocido como un destacado restaurant que funciona en este mismo lugar.” En torno al “Bote Salvavidas” circulan el agente de aduana y el vagabundo de los muelles; el uno agitando los papeles y el otro arrastrando los pies; circulan el huachimán que va a montar la guardia a bordo de

38

MONTES, Hugo y Julio Orlandi. Op. Cit. Pág. 279.

los faluchos y el granuja que va a tenderse tras una ruma de mercaderías, con el vientre al sol, para descansar de las fatigas de la noche...”39 Pero no se deja de lado la importancia popular que tienen los personajes de la bahía porteña. Es así como el autor menciona que: Circulan el marinero, el vaporino, el capitán mercante, el hombre de negocios, el oficial de la Armada que atraviesa entre grúas y máquinas sin que ni una partícula de carbón ni una gota de aceite se atrevan a mancharle el uniforme. Todos esos personajes van y vienen, unos de prisa, al encuentro de la fortuna o del deber; los otros lentamente, de regreso de todas las esperanzas y de todas las certidumbres.40 El Muelle Prat siempre ha sido reconocido como un lugar característico de la ciudad de Valparaíso. Lo que antes era denominado como muelle o malecón abarcaba hasta lo que hoy en día es la Plaza Victoria, por lo cual el mar llegaba hasta el pie de cerro y al pasar el tiempo se fue transformando en lo que conocemos como el actual muelle, que viene a formar parte también del Plan de la ciudad, incluyendo el sector del Almendral. Este tradicional Muelle Prat que apreciamos hoy en día, fue configurándose, entre otras cosas, de acuerdo a las necesidades portuarias debido al intenso comercio que allí se efectuaba. Las embarcaciones que se encontraban en el muelle corresponden a los diversos barcos que llegaban con sus respectivos cargamentos y pasajeros a la ciudad, aunque el mayor número de estos navíos eran nacionales:

39

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit.. Pág. 30.

40

Idem.

“En el molo perpendicular al muelle Prat fondean algunas naves nacionales... En fin, los barcos están tan cerca de la galería que, mientras uno come, se divierte mirando la actividad que reina en las cubiertas: las plumas oscilan; las lingadas surgen de las entrañas del navío y van a depositar sobre el malecón (o viceversa) cajones, sacos, fardos, planchas de metal, maderas, máquinas y objetos raros que parecen absolutamente inútiles, pero que deben servir para algo, puesto que son enviados de un puerto a otro. Se ven las popas negras con los nombres de los navíos y los puertos de matrícula escritos en letras blancas o doradas, y los pasajeros que se embarcan, unos muy tranquilos, otros dando gritos para que les pasen sus maletas. 41

En la magnífica obra de Salvador Reyes: “Valparaíso, puerto de Nostalgia” se alude a este paisaje que constituye el sector puerto de la ciudad, que con sus paseantes pasa a entregar todo un panorama marítimo: Los tres amigos abandonaron el muelle. La neblina había invadido bruscamente el puerto y el pavimento brillaba con la humedad. Echaron a andar por la calle Lord Cochrane hacia la Aduana, sin saber qué hacer...

El puerto se prestaba de buena voluntad a la

conspiración sentimental y, detrás de la bruma, ofrecía sus altos muros leprosos, sus callejuelas negras, sus portales siniestros como un laberinto en el cual era fácil perderse para siempre de la rutina.42

La presencia extranjera fue fundamental en el Muelle Prat debido a la calidad de los intercambios comerciales que se realizaban a gran escala, lo que implicó

41

42

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág.29.

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Op. Cit. Pág. 35.

también la llegada de muchos marinos que visitaban la ciudad, estableciendo de esta manera, relaciones marítimas con el país, pero más cercanamente con las personas con las cuales se comunicaban, ya sea en bares, cantinas, con niñas de vida alegre o bien con quien ellos pudieran y quisieran intercambiar experiencias: “Del otro extremo de la galería se domina el muelle Prat y se divisan los malecones a los que atracan los vapores de Europa y de los Estados Unidos.”43 Salvador Reyes es quien menciona como Muelle Prat a este sector del que hablamos en Mónica Sanders y lo hace, generalmente, para dar un contexto espacial a sus historias, las cuales permanentemente podemos apreciar a través del complemento que realiza entre la metáfora de lo propiamente literario, mezcla de su imaginación y la realidad que se vive en el puerto y que nos hace trasladarnos a ese momento específico y a ese lugar que rescata:“...El Chrisler corría a toda velocidad de su viejo motor, por el camino trepidante de circulación, hacia las luces de Valparaíso, las más lejanas de las cuales se confundían con las estrellas o con los fanales de algunos barcos anclados fuera de los malecones.” 44 Las calles del Plan de la ciudad que recorren cotidianamente los protagonistas de las distintas obras que tratan sobre Valparaíso son descritas en forma muy precisa por estos autores novelescos, acudiendo también a la presencia

de

otros

personajes para darle mayor dinamismo y veracidad a sus narraciones. Un ejemplo lo tomamos del caso referido a los Carabineros, que vienen a cumplir el rol de velar por la seguridad ciudadana en los distintos momentos del día y en los distintos sectores de la ciudad. 43

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág.30.

44

Ibidem. Pág.120.

Al respecto, detalla muy bien Salvador Reyes: El amanecer era frío y gris. Julio bajó en pocos minutos hasta la avenida y allí detuvo a un taxi. - Al muelle Prat. El vehículo echó a correr. Los largos muros de la Estación del Barón parecían más leprosos en la humedad del alba...Llegaron a la Avenida Brasil, cubierta por la niebla fina...Bajó el vidrio de la ventanilla y el olor frío de Valparaíso le penetró exactamente como en las mañanas de su infancia. Le parecía respirar la esencia secreta de su vida. El taxi corría en silencio y alcanzaba ya la Avenida Errázuriz. El pavimento recién lavado espejeaba glauco y melancólico bajo la luz gris. Todas las puertas estaban cerradas. En las esquinas, los carabineros se perfilaban masivos bajo sus ponchos de Castilla. En torno al monumento a los Héroes del 21 de Mayo había algunos pequeños grupos. Un vendedor de tortillas atraía algunos clientes, los hombres zapateaban para desentumecerse. Por la calle Blanco desembocó una golondrina, tirada por dos grandes caballos, con un estrépito de hierro bamboleante. En el pórtico de la Estación del Puerto, las “ gorras coloradas”, los suplementeros y los conductores de carros y camiones empezaban a agitarse. El taxi se detuvo a la entrada del muelle y Moreno bajó con su maleta. Los carabineros de guardia, que le conocían mucho, lo saludaron. 45

Asimismo, el escritor Rafael Gandolfo, en 1914, nos da su impresión acerca de sus continuos paseos por el puerto de Valparaíso. Nos entrega una perspectiva general, dentro de la cual destaca lo marino, es decir, aquello que se refiere al muelle, que describe según lo que el vivía diariamente, y fundamentalmente cuando visitaba esos sectores:

45

Ibídem. Págs. 182-183.

AVENIDA ERRAZURIZ

Nació de los espacios ganados al mar. En un principio era una avenida de tránsito ferroviario, conforme se corrió el tendido de ferrocarriles hacia el mar, fue naciendo esta avenida.

CALLE BLANCO

Una de las calles más extensas de Valparaíso es la Calle Blanco, que además es una de las tantas que nació con los espacios ganados al mar.

desembarque de los pasajeros, los observaremos saltar rigurosamente de las lanchas a los peldaños de la escalera y a la inversa, y oiremos los pequeños gritos de las damas enredadas en sus largas y apretadas faldas, moda 1914, cuando las moja la resaca. Pero lo fascinante, lo que siempre cautiva mis sentidos, son esas aguas que se divisan debajo de los tablones de madera, sombrías y verdosas, hinchándose y deshinchándose como lomos de serpientes. A veces vamos a la playa del extremo poniente de la ciudad y allí echados sobre la arena comemos barquillos, escarbamos la arena y dormitamos interminablemente. El abuelo y el tío son dos niños enormes que disfrutan mucho más que yo de los barquillos y de la arena.

El Puerto es el muelle Prat que entonces avanzaba desafiante sobre el mar, con sus viejos y sucios tablones con el agua verdosa debajo y mucho más lejos, los grandes veleros alemanes inmovilizados a causa de la guerra.46

Tradicionalmente se ha asociado a Valparaíso con el fuerte viento reinante en la ciudad y, principalmente en el sector Plan y Puerto de Valparaíso. Es una característica que siempre encontramos en cualquier texto que abarque temas sobre Valparaíso, como también en películas y relatos literarios. Además de encontrar descripciones acerca de los destrozos que en períodos de mal tiempo por lluvias ha causado el viento, en que con furor pasa arrasando sin compadecerse de nada ni de nadie. “En la bahía vibraban los pitazos prolongados de un barco que pedía auxilio, cuyo eco se perdía en lontananza, ondulando en los cerros del puerto, apagándose... La boya de El Toro, en las Torpederas, fiel vigía en el mar embravecido, bramaba lúgubremente. En ese instante, rasgó la pertinaz niebla la cárdena luz de un relámpago, seguida por el pavoroso tableteo de los truenos...” 47 Es en el puerto donde se producían más destrozos por el fuerte viento que sacudía al plan de la ciudad, principalmente, cuando la presencia de estas lluvias causaba grandes estragos que bajaban desde los cerros, al correr por las quebradas y por las calles todo el material geológico que lo conformaban y que, implicaba cubrir con barro y arcilla 46

GANDOLFO, Rafael. En “El Memorial de Valparaíso”. Op. Cit. Pág. 352.

47

COIRO, Jaime. La Eterna Mujer. Imprenta y Librería Isis, Valparaíso. 1936 . Pág. 99.

todo lo que se cruzaba en su camino, lo cual desembocaba en el sector Plan, que terminaba siendo inundado por el agua caída. Pero a la vez, se debe considerar que el mar a principios de siglo abarcaba hasta lo que se conoce actualmente como Plaza Victoria, y después, con el tiempo, se realizaron obras de construcción de un muelle como hoy lo apreciamos para quitarle terreno al mar y utilizarlo como vía de tránsito. A medida que el Capitán Moreno remontaba la pendiente de la calle, el mar y el puerto iban apareciendo entre los árboles y los miradores de las viejas quintas.... ...El otro extremo subía entre las curvas del cerro de tierra roja, marcada por la huella de las aguas lluvias. Era una calle ancha, con largas tapias y jardines. El furioso viento sur arrancaba de las ramas un rumor de rompiente marina. 48 El viento sur había cesado, y una brisa apacible empujaba por el cielo de septiembre grandes jirones de nubes plateadas de luna. Los dos hombres echaron a andar hacia el puerto por la calle casi desierta...49 Pero, junto con esto, los temporales eran los que alcanzaban grandes magnitudes en el molo, pues las embarcaciones eran las que sufrían los azotes de este viento y lluvias, que unidas alcanzaban una fuerza tal que ocasionaba el temor de los habitantes de la ciudad y de quienes trabajaban en el mar: Así como en el Valparaíso colonial eran los piratas y los temblores los mayores temores que agitaban a los pobladores del incipiente puerto, así en los tiempos que siguieron a la guerra de la Independencia fueron los temporales y los incendios los que mantenían en sobresalto a los habitantes de ese Valparaíso del siglo XIX convertido en el emporio del 48

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 81.

49

Ibídem. Pág. 36.

Pacífico. Para los temporales se proyectaron desde la época de don Bernardo O’Higgins, como Director Supremo, obras de defensa del Puerto, hasta que en 1924 quedaron terminados el molo de abrigo y los malecones. 50

“ Así pasaron meses, un invierno muy crudo envolvió a Valparaíso durante largos días en una cortina de cristal y de música. La lluvia se paseaba por los tejados con sus millones de pies bailarines y luego se descolgaba por los caños, donde hipaba con grandes sollozos”. 51

Délano también hace alusión a los famosos inviernos que se vivían aquí en Valparaíso, realizando una descripción climatológica característica de esta ciudad en período de lluvias : “Entonces los inviernos eran menos crudos que los de ahora. Caían las lluvias monótonamente sobre la ciudad, encharcando la callesita esa, donde nosotros jugábamos. Pero en las tardes solía aparecer el arco iris agitando sus banderas de la paz.” 52 El viento y el frío van ligados al hablar de ambos y referirse a los distintos sectores porteños.

50

CARMONA VIAL, Hernán. Postales del Viejo Valparaíso. Edit. Guias. Valparaíso.

1963. Pág.23.

51

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Op. Cit. Pág.79.

52

DELANO, Luis Enrique. El Francés: En Relatos no contenidos en libros 1929-1936.

Pág.190.

El viento norte ha sido uno de los más grandes enemigos de Valparaíso. Un terrible enemigo. Las playas de nuestro puerto, desde lo que hoy es la Superintendencia de Aduanas- pues eso era playa hace siglo y medio- hasta el Barón, han sido cementerio de cientos de barcos…La playa frente a la Plaza de la Victoria, donde hoy queda la Biblioteca Severín, fue más tarde, en 1851 la tumba de uno de los dos primeros barcos que establecieron la navegación comercial a vapor en nuestro litoral. Y así sigue la historia del terrible viento norte en Valparaíso y aún muchos porteños recuerdan los grandes temporales de Julio de 1919, que causaron numerosos naufragios y pérdidas de vida. Seguramente ese viento norte no hubiera sido tan trágico si Valparaíso hubiera contado con obras que hubieran protegido su puerto, como ocurre en la actualidad y con las cuales se guarece desde hace poco más de 40 años.53

La visión que se ha tenido del viento en el Viejo Pancho llevó a la construcción de un molo de abrigo para, precisamente, evitar catástrofes en el mismo puerto, básicamente generadas por el mal tiempo producido en período de lluvias, lo cual muchas veces resultó en diversos daños a embarcaciones como en las construcciones más débiles.

Ya con O’Higgins se trató de dar abrigo al Puerto de Valparaíso. A mediados del siglo pasado, don Buenaventura Sánchez, impulsador de muchas obras de importancia, quiso construir una especie de dársena, pero su proyecto no fue aceptado…. …(Tiempo después y luego de varios informes y estudios) una ley del Congreso, se pudo dar comienzo en 1912 a las actuales obras portuarias, trabajos entregados por propuestas a la firma Pearson and Son, de Londres.54

53

CARMONA VIAL, Hernán. Op.Cit. Pág. 10.

54

Idem.

Así, se le ganó mucho al océano, cuyas olas llegaban hasta los mismos Almacenes de Aduana de la actualidad. Las obras portuarias fueron terminadas en 1924 y en esa forma Valparaíso puede hacer hoy frente a su terrible enemigo: el viento norte Reyes también recoge el tema del viento y le da un significado importante para, a través de sus narraciones, dar más carácter a este puerto: El viento que galopa por la Avenida del Brasil, peinando los plumajes de las palmeras, da vueltas la esquina y corre por esa calle hacia el mar. Porque el mar está allí, a media cuadra de donde, en aquel tiempo, se hallaba el Club...... Las gentes cuyas sombras se movían tras los visillos, las señoras peripuestas que por las tardes sacaban a pasear sus perritos, las muchachas que frenaban sus autos con ademanes precisos, los caballeros de la banca y del comercio, ¿qué sabían del mar?¡Nada, ciertamente!..55

Al tratar el tema portuario de Pancho, no se pude dejar de mencionar el famoso “Bote Salvavidas”. Anteriormente hicimos un pequeño hincapié en referencia a éste como un “Cuerpo de Voluntarios”. Pues bien, en sus inicios fue concebido de esa manera y adquirió mucha importancia en el puerto de Valparaíso por sus labores realizadas. A la larga, como ya sabemos y vemos en la actualidad, lo apreciamos como un reconocido restaurant que ofrece como especialidad aquellos platos marinos de excelente calidad. Constituía un centro de reunión de aquellos hombres quepertenecían a la vida del mar, fundamentalmente capitanes de barcos o navíos que discutían y conversaban, entre otras cosas, sobre sus faenas diarias acaecidas en tierra o en alta mar.

55

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Op. Cit. Pág. 18.

Espacialmente, lo encontramos “En el muelle Prat, cerca del embarcadero y al borde mismo del agua, se levanta una pequeña construcción de madera que puede ser confundida con una garita de la Aduana. Es el “ Bote Salvavidas”. El viajero sensible, que no se conforma con la apariencia de las cosas, sino que gusta aventurarse entre sus potencias secretas y nutrir las zonas nocturnas de su alma con los elementos amargos del tiempo, del mar y la separación, visitará siempre el “Bote Salvavidas” de Valparaíso como uno de los sitios mágicos del mundo en que se concentra la poesía de los puertos. En un principio, este local no fue sino el cuartel del “Cuerpo de Voluntarios del Bote Salvavidas. 56

Su importancia ha sido recogida por Salvador Reyes, quien ya dijimos, se preocupó por recoger todos los aspectos que describieran en forma precisa a Valparaíso con sus defectos y virtudes. Así, uno de los aspectos que el encuentra como característico es la formación del “Bote Salvavidas”, y lo sigue detallando espacialmente en el puerto:“Se entra desde el malecón- por una pequeña puerta rústica sobre la cual se lee en elegantes caracteres: “ Cuerpo de Voluntarios Bote Salvavidas”- a un patiecillo donde hay un mástil y una especie de puente de mando con su bitácora de cobres bien bruñidos y su rueda de timón impecable. El edificio se compone de dos cuerpos separados: a babor, el restaurante; a estribor, el cuartel.” 57 Por su ubicación, desde este lugar del sector puerto, el mar puede ser divisado en todo su esplendor.

56

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág.28.

57

Ibídem. Pág. 29.

“Como quien dice a popa del “Bote Salvavidas” está la estación del puerto con su blanca torre. Tras ella, Valparaíso despliega el semicírculo de sus cerros en que millones de luces arden, como los cirios de un altar de Navidad, con la Cruz del Sur en lo alto.” 58 Sin embargo, en este edificio se trazaron muchas veces los planes para otorgarle a este sector todos los

implementos para constituirlo en un puertode gran

envergadura comercial, y por qué no decir, en una lugar donde la aventura, la magia y la poesía se combinaran y proyectaran hacia el navegante y sus visitantes. Las líneas se entremezclan en la movilidad marina, el humo borra ciertos contornos, pero desde la galería del “Bote Salvavidas” pueden seleccionarse las imágenes esenciales de un gran puerto perfectamente equipado para todas las experiencias de la poesía aventurera, la cual, a pesar de apoyarse en las baladas nostálgicas de los navegantes y en el desgarramiento de los adioses, se confunde con la poesía comercial. Los conocimientos de embarque, las pólizas de seguro marítimo, los roles de tripulación tienen un poder evocador indiscutible. Son además documentos indispensables para que se produzcan la despedida amarga y el recuerdo imperecedero, para que el barco parta y el destino de los solitarios se cumpla. 59

EL PLAN DE VALPARAÍSO

58

Ibídem. Pág. 31.

59

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 30.

El llamado Plan de la ciudad corresponde a todo el sector comprendido por el viejo Almendral, nombre que se debe a los almendros existentes en esta zona baja de la ciudad. Geográficamente, las descripciones que se han realizado sobre el llamado Plan, ya sea desde la literatura como a través de obras bibliográficas, señalan las tradicionales características que a lo largo del tiempo han presentado las calles, las que se conectan unas con otras, saliendo a relucir como callejones y callejuelas que muchas veces llevaban a los transeúntes hacia lugares inciertos e inesperados para encontrarse con distintas aventuras. Sin embargo, una de las realidades que podemos observar dentro de la historia de Valparaíso como ciudad es el protagonismo adquirido en esta época de aquellos negocios comerciales que tanto atraían a los extranjeros y que incentivaban la inversión en el puerto, aporte que ayudó mucho en el desarrollo económico de ciudad. De ahí que se le atribuya el apodo de “Porteños” a quienes vivían en Valparaíso y se dedicaban al comercio. Es decir, significaba un apego a lo material, que en este caso vendría a ser el apego al dinero. Es un término propio del siglo XIX derivado de este próspero ejercicio económico efectuado en este puerto. Son clásicos los relatos que nos hablan sobre la calle Condell, Blanco, Clave, Cochrane, entre otras que se encontraban en este Plan. Luis Enrique Délano detalla una descripción espacial sobre estos lugares a modo de recuerdo: “Había llegado yo poco antes a Valparaíso, y todas las tardes, en el paseo de la Avenida Pedro Montt desde la Plaza Victoria hasta el parque, veía la curiosa pareja, observaba sus gestos y, naturalmente, mi imaginación me había llevado a otros

planos. Habría dado una mano afirmando que esa pareja era la más extraordinaria del continente.” 60 Jaime Coiro también manifiesta a través de su obra, la cotidianidad del caminar o andar por aquellas calles céntricas del plan de la ciudad. Nombra así, a una de las arterias principales transitadas en la época: la calle Condell, que, actualmente también la vemos muy concurrida y convertida en un clásico sector comercial, aunque no con la misma importancia económica que significó en la primera mitad del siglo XX: “ La tarde de aquel mismo día un magnífico Ford V- 8, color ceniza, frenó delante de un edificio de numerosos pisos en las inmediaciones de la calle Cóndell. ” 61

60

DELANO, Enrique. Viejos Relatos. La Pareja: En primera parte, la niña de la prisión.

1928. Pág. 31.

61

COIRO, Jaime. Op. Cit. Pág. 27.

Joaquín Edwards Bello tampoco se quedó atrás al momento de relatar sus historias acaecidas en el plan, es decir, en el llamado Almendral, donde se encontraba su casa y que, en este extracto que recogemos habla de ello: “Estaba

situada

en

el

Almendral, en la parte donde antes estuvieron los cuatro diablos y los corrales de esclavos. En la época de nuestra historia, el barrio se había cultivado y era bastante poético. La quinta de don Juan Brown y algunas iglesias del daban carácter aristocrático.” 62

Los medios de transporte que recorrían las calles del centro también son objeto de descripción por parte de algunos autores ya mencionados en este trabajo: Atardecía... En el reloj fronterizo de la Fábrica de Gas, las manecillas marcaban el primer cuarto de las siete. Gilberto Romero cruzó la Plazuela del Barón hacia el paradero de la línea Aduana. Subió al tranvía que partió enseguida, pasando por delante de la Universidad Católica...63

Jaime Coiro es breve y preciso al momento de narrar diferentes lugares de Valparaíso. Caracteriza puntualmente el sector que tiene como objetivo; y en esto se diferencia de otros autores a los que anteriormente hemos hecho alusión en cuanto a esta motivación descriptiva. Pero, al mismo tiempo, tenemos que, al parecer, su finalidad no es

62

EDWARDS BELLO, Joaquín. En el Viejo Almendral. Op. Cit. Pág. 20.

63

COIRO, Jaime. Op. Cit. Pág. 81.

dar un detalle acerca de los diversos y distintos lugares de la ciudad, sino más bien, entregar una historia imaginaria que Valparaíso fue la segunda ciudad en el mundo en contar con este medio de transporte hacia 1863. Eran tirados por caballos, lo que provocó que la gente cariñosamente les llamara “los carros de sangre”. Ya en 1903 fueron reemplazados por el sistema eléctrico.

CALLE ESMERALDA La antigua Calle del Cabo, la Calle Esmeralda, en donde se ubican varios edificios antiguos aún existentes y de carácter patrimonial. Esta es una de las calles menos extensas del Plan.

ambienta en estos parajes en una época determinada. Esto lo podemos apreciar a través de su obra “La Eterna Mujer”, en la cual se perciben escasos relatos sobre sectores de Pancho, los cuales además, son breves en su contenido, dedicándose más al diálogo de sus personajes. El tranvía corría velozmente a lo largo de un costado de la Avenida Brasil, flanqueada de edificios comerciales, con sus hermosos jardines en el centro, el Arco Inglés, obsequio de la colonia británica a la ciudad de Valparaíso, los monumentos de Wheelright, Colón, y, por último , el obelisco de Lord Cóchrane. Accionaron potentes los frenos y las ruedas dejaron de girar, parándose en seco. Gilberto se descolgó de la plataforma; pasó a la acera de enfrente, y subió la calle transversal hacia la de Cóndell, animada a esa hora de paseantes y automóviles. 64

64

Ibídem. Págs. 81-82.

De la presencia de cierta locomoción en el sector Plan podemos considerar aquellos medios más utilizados: los tranvías, los cuales subían a los cerros, aunque con cierta dificultad debido a la calidad de los terrenos por donde se transitaba. Pero además, es preciso tener en cuenta que ello nos ayuda a entender que la finalidad de estos medios de transporte era lograr satisfacer aquella necesidad que tenían los porteños: trasladarse de un lugar a otro de la ciudad, ya sea a través de los tranvías o de los ferrocarriles de la época. “A través de las vidrieras de la ventana penetraban a raudales las sombras de la noche. Abajo, en la calle, un tranvía pasó velozmente haciendo sonar la campanilla de alarma.” 65 “Pasaban los tranvías con un estruendo de vieja ferretería, sacudiendo a los escasos pasajeros como muñecos de cera en una vitrina iluminada...”66 Valparaíso despertaba perezoso en el friolento amanecer de primavera. Algunos humos se alzaban en verticales reposadas, como si las calderas de donde provenían no hubieran todavía empezado el trabajo diario: una locomotora pequeñita, humeando blanco, corría por el litoral. Sin duda aprovechaba para jugar que las Mikado y las locomotoras eléctricas

65

66

Ibídem. Pág. 87.

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 36.

dormían aún como correspondía a sus altísimas categorías. De muy lejos venían el chirrido de un tranvía mal engrasado, el tañido de una campana, el pitazo de una fábrica, por el lado del Barón.67

En el Plan se encontraban todos los negocios importantes que favorecían el desarrollo de la ciudad en cuanto al nivel de comercio que se ejercía allí. Publicaciones comerciales de la época datan sobre aquellos productos más consumidos y que se podían encontrar en el Plan. Eran los extranjeros, y básicamente ingleses, los impulsores de este desarrollo comercial, aspecto que rescata Benjamín Subercaseaux en 1945: “Abajo está el comercio, las plazas, las administraciones, el barrio marinero (Aduana), el barrio acomodado y criollo (Pedro Montt-Almendral)...”68 Siguiendo con el relato de este autor sobre el comercio porteño, tenemos otros detalles al respecto: “Hay también el comercio que ocupa las calles centrales. Ahí abundan los extranjeros con la pipa en la boca; en la mano, lacartera de cuero o un ejemplar del “South Pacific Mail”. Los encontramos, sobre todo, a la hora de salida de los bancos y oficinas...”69

67

Ibídem. Pág. 163.

68

SUBERCASEAUX, Benjamín. Donde veremos a Valparaíso con menos riesgo para la

ilusión, que si permanecemos en él. En “El Memorial de Valparaíso”. Op. Cit. Pág. 405.

69

Ibídem. Pág. 409.

En la noche, este sector dedicado al comercio parecía iluminarse bajo la sombra nocturna que se cierne sobre la ciudad, dando a la ciudad una imagen más alegre de este Plan cosmopolita.

“Los establecimientos comenzaban a encender las luces de sus vidrieras, y también los anuncios eléctricos, como si una mano oculta fuese escribiendo vertiginosamente sobre la pizarra negra de la noche con tinta luminosa”.70

En el centro de la larga cornisa están la calle Condell, con sus tiendas de lujo; la plaza de la Victoria, con su aire señorial; la avenida Brasil, con sus grandes compañías comerciales; la avenida Pedro Montt, con teatros y cines. Los extremos, el Puerto y el Barón, son populares, pero no semejantes. Valparaíso no repite nunca sus motivos, y mucho menos en esos barrios donde se anima una vida espontánea y poderosa; vida de pueblo porteño, que no es ni alegre ni triste, pero que está siempre en acción, siempre alerto, como mirando al mar para no permitir que el barco favorable pase sin descargar su mercadería. 71

Délano rescata algunos aspectos de la vida de aquel que se dedicaba al comercio, especificando en el modo de ser de éstos al tener en cuenta el estilo de vida que llevaba, denominándolo como burgués:

70

71

Ibídem. Págs. 81- 82.

REYES, Salvador. Mónica Sanders.Op. Cit. Págs. 23-24.

(Sobre Chela) Entiendo que su padre, un empleado con pretensiones de burgués, le habría prohibido jugar con nosotros(eso estaba bien para las muchachas de la calle) Sin embargo, Chela siempre burlarse de él ...El padre de Chela se marchaba al norte enviado por la casa comercial en que trabajaba y un mes después su familia lo seguiría. Ella me dio la noticia llena de tristeza...Un día su madre hablo con la mía y le contó sus burguesas ambiciones. Entre otras cosas, le dijo que Chela se casaría en las salitreras con algún ingles y seria feliz...72

La vida del porteño, sin embargo, estaba sujeta también a aquellos momentos de entretenimiento cuando el trabajo del día ya se había realizado. Los habitantes de sectores populares generalmente frecuentaban los bares del puerto, que se encontraban además, en el Plan, en los alrededores del sector comercial: ...A las seis y media el grupo salió del bar. Las últimas oficinas cerraban sus puertas y la calle comercial iba despoblándose rápidamente. Las cortinas de hierro de algunas librerías y casas de antigüedades descendían estrepitosamente; sólo ante una cigarrería se detenían algunos hombres, y en torno de ellos un suplementero giraba ofreciendo los diarios de la tarde, como un ave monstruosa que agitara sus blancas alas. La calle

estaba ruidosa de motores que se ponían en

73

marcha...

72

DELANO, Luis Enrique. El

Op. Cit. Págs. 190, 191,192.

73

Ibídem. Pág. 173.

Francés: En Relatos no contenidos en libros 1929-1936.

Es

fundamental señalar

que mucho del

ser porteño tuvo y tiene que ver con lo

propiamente extranjero que se asentó en la ciudad y que ejerció una influencia muy particular y en gran medida en los aspectos culturales y costumbristas de Valparaíso. Básicamente fueron los ingleses quienes entregaron un aporte cultural en cuanto a hábitos cotidianos que podemos apreciar a través de las siguientes líneas: “... La colonia británica, tan abundante en otro tiempo, había impreso su huella en las calles porteñas y en algunos cerros, como el Alegre y Playa Ancha. Huella un tanto desvanecida, de la cual en ciertos momentos, como, por ejemplo, en las horas vacías de los domingos de sol, se escapaban un vago perfume cosmopolita y una nostalgia injustificada por un pasado que no había tenido nada de extraordinario.” 74 Esta visión crítica de la presencia inglesa en la ciudad demuestra la importancia ejercida por ellos en un período histórico de nuestra historia local, lo cual en otros términos literarios podemos rescatarlo de las letras impresas de algunos escritores como Benjamín Subercaseaux: En una avalancha metódica que se precipita a los ascensores, a las micros “PuertoChorrillos”, o al tren local de mediodía. Algunos porteños muy graves y sofisticados se ciñen también a ese horario sajón. Y lo hacen en cuerpo y alma. Sólo que se les escapan las virtudes sajonas, pero no los defectos. Ya hemos dicho en otra parte el horror que nos inspira el provincialismo despiadado del burgués porteño. Para ellos, el santiaguino es un trouble-fète que les invade el puerto durante los meses de verano. Y es verdad que estos últimos le dan mucha animación a la ciudad y mucho dinero a sus habitantes. Los porteños “hacen su verano” a costa de ellos; se guardan los billetes con mirada digna y feroz, y

74

Ibídem. Págs. 23-24.

tornan a su vieja vida invernal, con mucha oficina, algo de bridge, pocos libros y bastantes Five o’ clock teas...para así sentirse más ingleses.75

Anteriormente señalamos las características que se le atribuyeron a los cerros porteños y sus diferencias con el Plan de la ciudad. Si bien es cierto que la pobreza la encontramos principalmente en los cerros, y más específicamente, en la periferia o sectores altos de la ciudad, el ambiente popular que existe en ellos es diferente porque los lugares y sus habitantes son diferentes. No obstante, los rasgos comunes que los asemejan son el trabajo, las viviendas, los conventillos, las mujeres que laboran para ganar más dinero, los niños pobremente vestidos y jugando en las calles, la presencia de bares, riñas, en fin. Pero no todo acerca de la pobreza en los barrios populares tuvo connotación negativa, pues a través de lo que nos dice Salvador Reyes, podemos rescatar la riqueza interior que existía en los habitantes pertenecientes a este estrato social y que además, habitaron lugares que formaban parte del llamado Plan : Los almacenes del Puerto y del Barón son distintos; los pequeños restaurantes y las cocinerías también lo son; los bares de uno y otro barrio no tienen nada de parecido, como tampoco las calles, aunque algunas sean igualmente estrechas y suban a los cerros con la misma sinuosidad. Hay una diferencia de atmósfera y de tono humano tan patente entre los dos extremos populares de Valparaíso, que no se necesita ser demasiado sensible para percibirla. Esa diferencia prueba que, contrariamente a lo que muchos afirman, la pobreza no uniforma a las gentes ni a las cosas. El pobre tiene siempre carácter e imprime carácter a su medio. Es increíble, porque a primera vista parece que dispone de elementos muy reducidos; pero la verdad es que el pobre extrae su originalidad de su riqueza interior,

75

SUBERCASEAUX, Benjamín. Op. Cit. Pág. 409.

constantemente nutrida por la naturaleza, y la proyecta en torno suyo. En cambio, la burguesía es monótona, y la riqueza, aún más. 76

Lo señalado en este trozo, nos permite visualizar las diferencias entre el pobre de sectores populares y lo propiamente burgués que se apreciaron en la época tanto en el Puerto como en el Barón, lo cual nos lleva a demostrar la existencia de variados tipos de convivencia social dentro de la ciudad, en el Almendral, y que revela de alguna manera, las visiones acerca de la vida que se llevaba a cabo. Las calles céntricas de Valparaíso eran frecuentadas por distintas personas de distinta clase social. “Ningún rincón del puerto había escapado a la curiosidad de Fernando. Había pintado docenas de telas en las calles vecinas a la iglesia de la Matriz, callejuelas retorcidas, donde por las noches vagaba todo un mundo de trabajo, de miseria y de placer.”77 Sin embargo, por lo general, eran personas de sectores populares los que transitaban por los sectores aledaños al puerto, y básicamente en la noche recorrían plazas y callejuelas que muchas veces implicaban el asaltar y robar a quienes deambulaban por esos lugares, favoreciendo por este motivo, la delincuencia, presente fundamentalmente, en los más jóvenes: A los diez años, Bernardino Rubio, anémico y escrofuloso, pero de huesos anchos y sólidos, era un pillete del puerto. Por la noche, con los pies desnudos, corría entre la muchedumbre de la Plaza Echaurren y de la Plaza de la Aduana, en compañía de otros cabros, capitaneados por el Ciego. Este era un muchacho de unos quince años, con los ojos

76

Ibídem. Págs. 23-24.

77

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Op. Cit. Pág. 57.

roídos por la infección. Robaban frutas de los vendedores ambulantes, y a la salida de los cines lograban , a veces, arrebatar el sombrero de un hombre o el saco de una mujer....El dinero de esas rapiñas se perdía en el juego o se gastaba en cigarrillos. Alos quince años, Bernardino había conocido la prisión. Más tarde, la Escuela Correccional. Su madre venía a visitarlo y le cubría de injurias y reproches. Un marino a quien ella lavaba la ropa se había interesado por el muchacho, y cuando éste fue puesto en libertad le consiguió trabajo como ayudante de fogonero de un remolcador , recomendando al capitán “mano de hierro”...78

Ahora bien, recordemos que el centro de la ciudad de Valparaíso fue famoso por su comercio, sus características geográficas, sus inundaciones cuando ocurrían temporales, por nombrar algunas. Así, ya sabemos que este centro conocido para la época pasa a formar parte de lo que hoy conocemos aún como El Almendral, el que a la vez, pasó a formar el sector Plan. Poco después de la Independencia, lo que pudiéramos llamar la ciudad de Valparaíso estaba en el sector comprendido entre las quebradas de Juan Gómez y Elías, hoy Carampangue y Cuming. El Almendral era, entonces, el suburbio de Valparaíso, un barrio casi rural, y que, sin embargo, tenía un orgullo, la torre de la Iglesia de la Merced, que se destacaba en medio de las modestas casas de aquellos entonces. ...Y a fines del siglo pasado, esa prosperidad de Valparaíso nos ofrecía un Almendral que había dejado de ser suburbio, para convertirse en parte integrante de la Gran ciudad. ...Se divisa la que se llamaba Avenida de las Delicias y, que con motivo del Centenario de Chile, tomó el nombre de Argentina, en homenaje al país hermano, como sucedió también en esa época con otras importantes calles 78

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 68.

que adquirieron los nombres de naciones amigas. Hasta principios de este siglo corría por esa avenida el Estero de las Delicias, llamado Agua del Salto en los tiempos de la Colonia. Pero llegó el año 1906 y la noche del 16 de Agosto un terremoto hizo cambiar totalmente al Almendral, que fue devastado por el movimiento sísmico y los incendios. Vino la ley de Reconstrucción dictada ese mismo año, y el barrio fue algo totalmente nuevo, al ensanchar y nivelar sus calles, al desaparecer otras, tales como las de María Isabel, el Roble, De la Virgen, Matucana, y al surgir nuevas, tales como la calle Colón y la magnífica Avenida Pedro Montt, que se formó con la calle Maipú y parte de la calle Victoria. Es así como de su gran dolor de 1906, el Almendral salió convertido en lo que es hoy, sector que es orgullo de Valparaíso. 79

El sector de la Aduana también corresponde al sector plan, y de hecho, las calles que se entrecruzaban por este lugar, eran muy transitadas por los paseantes, los que básicamente en la noche salían a recorrer los numerosos bares y locales nocturnos que satisfacían las ganas de diversión de quienes pretendían pasar un buen rato junto a sus amistades: Valparaíso ofrecía esa vez un vasto surtido de ciudades y de noches marinas. Acaso cada uno de los tres amigos había escogido las suyas. Caminaban en silencio hacia la Aduana, observando la escasa animación de la calle. Algunas puertas iluminadas dejaban ver el interior bodegones; el patrón charlaba en el mesón del bar con algún parroquiano aburrido, en un rincón bebían un marinero y una prostituta; el mozo, con la servilleta al brazo, miraba hacia la calle, bostezando. Otras mamparas se abrían sobre salas de restaurantes vacías a esa hora... La iluminación de un cine protestaba contra la bruma. Grupos de hombres de mar pasaban cantando y de los quicios de algunas puertas se escapaban sigilosas llamadas de mujeres. La miseria de un puerto va siempre acompañada del amor. Y este amor, grotesco o trágico, manchado de sangre, de vino o de inmundicias, tiembla por un instante, como todos los amores, en un desesperado anhelo de infinito.

79

CARMONA VIAL, Hernán. Postales del Viejo Valparaíso. Op. Cit. Pág. 6.

En el farol de una puerta, en una esquina, cerca de la Aduana había un letrero: CHINATOWN Baile toda la noche

Entraron en una sala larga y angosta, con el bar a un lado y al fondo la orquesta. A la vista de Miranda, dos marineros de la Armada que bebían en el mesón bajaron precipitadamente de sus taburetes y se cuadraron.80

Sin embargo, los bares que se encontraban en estas calles fueron muy frecuentados y, muchas veces, se prestaron para aventuras entre diversos personajes y las ‘muchachas alegres’ que permanecían en el lugar: “La cosa empezó así: Eduardo Miranda, capitán de corbeta; Fernando Castro, pintor, y Elías Madrid, bolsista, entraron una noche a beber al “Bar Kiel”: paredes patinadas por el humo, mesas envejecidas; al fondo, un mostrador y sus escuadrones de botellas. En la caja registradora golpeaba aún una campanilla asmática; en las paredes, algunos afiches y la luz equívoca de gastadas bombillas cayendo sobre unos cuantos bebedores soñolientos”.81 “Aquélla había sido la época de la nostalgia de lo exótico que Valparaíso nutría con sus rincones del puerto, con sus cafetines típicos, con sus bailes de marineros y con sus

80

81

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Op. Cit. Págs. 35-36.

Ibídem. Pág. 19.

muchachitas fáciles que habían conocido el amor de los hombres venidos de todas partes del mundo.”82 La prostitución fue un rasgo sobresaliente de esta vida nocturna porteña. En algunos bares o cantinas las niñas de vida alegre divertían a la gente con sus jugueteos e insinuaciones. Esto implicaba transformar el ambiente y así se da la proliferación de prostíbulos, dentro de los cuales se destacan “Los siete espejos” y la “Ninfa- Monja”. ¡Valparaíso!...Yo me acuerdo de las calles del viejo puerto. La Cajilla, Clave...¡Qué pintorescas eran! Las prostitutas estaban a las puertas, medio desnudas, llamando a los transeúntes; la gente iba y venía llena de animación. Se veían tipos de toda clase: ojos oblicuos del Asia, enormes espaldas de Escandinavia, pipas de Bristol, jetas de Dakar...¡Había sabor humano en la atmósfera, vida, vida suelta y maravillosa! -Sin embargo, Valparaíso es bello...83

Salvador Reyes describe estos prostíbulos que se encontraban cerca de las calles del Plan de la ciudad: - Vamos a la Casa de los Siete Espejos- propuso Castro. - Vamos. Salieron en bullicioso tropel. La calle los recibió con el reproche de su silencio señorial. Montaron en el auto de Elías. Este había bebido poco y conducía perfectamente. En algunos minutos llegaron a la Plaza Echaurren. - ¡A la izquierda, a la izquierda! – gritó Castro.

82

83

Ibídem. Pág. 52. Ibídem. Pág. 92.

El auto empezó a trepar por la calle, hacia el cerro. Se veía poquísima gente. Algunos tipos borrosos afirmados en los postes del alumbrado, algunas mujeres con trajes de colores violentos paradas en los portales de negros y altos caserones. De algunas ventanas partían insistentes llamados femeninos: - ¡Vengan acá, vengan!” “Traspusieron el umbral de la Casa de los Siete Espejos, y se encontraron con una escala corta y estrecha. Sonia tropezó y estuvo a punto de caer... Desde un estrecho rellano, pasaron al salón que daba nombre a la casa. Era un salón que sólo podía existir en un puerto y seguramente sería el rincón preferido de las tripulaciones. Siete grandes y antiguos espejos, con monumentales marcos dorados, estaban adosados a los cuatro muros. Estos eran el orgullo de la casa, y al verlos allí incólumes, seguramente después de varios años, uno se preguntaba qué poder angélico podía haberlos preservado de la botella voladora que no habría faltado en ninguna de las fiestas que allí se celebraban. Junto a los espejos había banquetas y sofás tapizados de peluche ordinario. En los huecos que los espejos dejaban en los muros se veían algunos cuadros de muy extraña factura. Su infantil tecnicismo les daba un aspecto curioso y vanguardista... Seis muchachas y dos clientes dormitaban en el salón. Los clientes no vieron con buenos ojos la llegada del bullicioso grupo. Se despidieron y se marcharon. La orquesta, en un rincón, rompió con un viejo fox. 84

No muy lejos del prostíbulo “Los Siete Espejos” se encontraba el de la Ninfa- Monja”, es decir, en las inmediaciones de la Plaza Echaurren: Y sobre todo- dijo Fernando entre risas-, donde no veremos espectáculos repugnantes, como el de esta Violeta. -¿Dónde?- interrogó Archer. -Donde la Ninfa-Monja. -¿La Ninfa- Monja?

84

Ibídem. Págs. 175-176.

- Sí- informó Sonia-; es uno de los sitios porteños que merecen ser visitados.¿Muy original! -¡Vamos! Madrid puso el motor en marcha. La calle estaba animada. En la esquina estallaba un desorden, y dos carabineros acudían corriendo. De la casa de enfrente salió una voz: --¡Adiós, m’hijito! 85

Una de estas tantas calles nombradas por ser visitada frecuentemente son las que convergen con la popular Plaza Echaurren: Después de comida echamos andar por las calles del puerto, esas estrechas calles que nacen y mueren casi en el mismo sitio, detenidas por los cerros y por el mar; se veían transitadas por gente vacilante, que tan pronto era absorbida por las cantinas como expulsadas de ellas, abriéndose puertas de súbito, como a puntapiés, y dejando salir, junto con ellos, un vaho caliente y pastoso, notas de piano que parecían sonar bajo del agua, y gritos, risotadas... nos detuvimos en una de las bocacalles de la Plaza Echaurren, que con iluminación pobre y sus árboles de oscuro follaje parecía un pozo de sombra dividido por la amarillenta faja de luz de la calle...86 A través del tiempo, como hemos apreciado, los cambios que se produjeron en la ciudad y que han transformado el Plan de Valparaíso en lo que conocemos en la actualidad han derivado en un desarrollo más moderno tanto de los edificios, de las calles, como de sus habitantes. 85

86

Ibídem. Pág. 181.

ROJAS, Manuel. Op. Cit. Pág. 65.

Sin embargo, es preciso hacer un alto en la importancia que se le atribuyó a la calle Blanco. Esta calle, por lo general, siempre la encontramos presente en los diversos relatos descritos. La calle Blanco entre 1900 y 1960 tuvo un gran auge económico y, la existencia de diversos locales de distinta índole permitió que este lugar fuera muy concurrido, transformándose en una de las arterias principales de la ciudad y haciéndose famosa en las novelas literarias por su frecuente nombramiento. Pero en la tarde de un día viernes, la calle Blanco rechaza toda la impresión de melancolía. El autobús del capitán Moreno volaba entre la agitación comercial de peatones y vehículos. Desembocó en la avenida Brasil, cruzó la plaza de la Victoria y siguió en busca de la estación del Barón, y del camino a Viña del Mar. Así atravesaba todo Valparaíso que, al pie de sus cerros, y sobre una estrecha cornisa, ofrece todos los aspectos de la vida urbana junto al mar, cada uno con su propio carácter y cada uno bien separado del vecino. 87

“Cuando salieron a la calle Blanco, el cielo estaba nublado y soplaba una brisa húmeda. Allí se separaron. Moreno y Gustavson no permitieron que Roy los condujera en su automóvil, y echaron a andar hacia la plaza Sotomayor, Moreno iba sordo a la charla de su amigo...” 88

87

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Págs. 23-24.

88

Ibídem. Pág. 106.

Rememorar al viejo Valparaíso y su importancia económica que adquirió desde mediados del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, nos hace recordar también del dinamismo que existía en todas las actividades efectuadas por sus habitantes, sobre todo los dedicados al comercio, que en su conjunto impregnaban el ambiente urbano con todo el cosmopolitismo, la aventura, el trabajo y la diversión en todos sus sentidos:

El maestro empezó a hablar del viejo Valparaíso, de la época de los grandes negocios del nitrato, cuando el puerto hormigueaba de una actividad frenética y en la Bolsa se jugaban cada día centenares de millones, cuando las damas elegantes pasaban en victorias guiadas por cocheros de pantalón blanco y sombrero de copa y los ingleses construían en el Cerro Alegre sus casas blancas, con persianas rojas y chimeneas que humeaban perezosamente en los largos días de invierno, mientras el temporal batía el puerto sin defensa y las olas monstruosas inundaban la Avenida Errázuriz y la calle Blanco. A través de las palabras del pintor, esa época seducía a Fernando, con su mezcla de refinamiento, de cosmopolitismo y de aventura. Morel repitió la historia que Fernando había arrasado la ciudad...89

La plaza Aníbal Pinto también fue muy nombrada en la literatura de la época debido a las calles que se adherían a ella, a los locales que se encontraban en los alrededores y también por lo referido a la delincuencia, lo que generó mayor vigilancia de parte de los carabineros: ...en la plaza Aníbal Pinto, un carabinero, inmóvil y cubierto por su poncho de Castilla, ofrecía el aspecto masivo de un monumento: en la esquina, un suplementero se esforzaba por agotar su provisión de revistas ilustradas cerca de la subida Ecuador, desde un tercer piso ocupado por un círculo 89

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de Nostalgia. Op. Cit. Pág. 55.

social, llegaban los acordes de una orquesta, y se veían las siluetas de los bailarines pasar por la claridad de las ventanas; un grupo de hombres y mujeres subía cantando hacia el cerro. La calle, abandonada por su animación diurna y curvándose suavemente, daba la impresión de que se acurrucaba en su modorra... ...Llegaron a la plaza Sotomayor, cruzada por automóviles y viajeros que salían de la estación del Puerto; en la esquina de Blanco, dos muchachas les murmuraron una invitación al pasar. Bajo un farol, un hombre inmóvil fumando una colilla, las contemplaba.90

Las calles adyacentes a la Avenida del Brasil son descritas por Salvador Reyes en “Valparaíso, Puerto de Nostalgia”: Fue una de esas calles que desde la Avenida Brasil arrancan hacia Errázuriz; una calle silenciosa, de altos edificios. Arquitectura abigarrada y señorial de 1900. A través de las ventanas, apenas caen las primeras sombras, se advierten interiores confortables, en cuya placidez flotan grandes pantallas rojas y amarillas. Gringos presurosos, damas muy prendidas, criados de albos delantales transitan la calle. Tanta quietud le hacía a uno preguntarse con extrañeza:¿ Qué hace en este sitio el “Bar Kiel? .....En el invierno, una neblina húmeda pasea la calle........Bonita calle para los que, cansados de correr por la vida, buscan un rincón apacible desde el cual mirar el trajín de los demás. Por todo esto, seguramente, nunca se hubiera hallado un sitio mejor para instalar el Club de Fumadores de Pipa. Ninguno mejor, porque flotaba allí un cierto ambiente sajón, un relente de viaje, un tono señorial, un poco de ‘otro tiempo’.91

90

Ibídem. Pág. 36.

91

Ibídem. Págs. 17-18.

Valparaíso fue la segunda ciudad en el mundo en contar con este medio de transporte hacia 1863. Eran tirados por caballos, lo que provocó que la gente cariñosamente les llamara “los carros de sangre”. Ya en 1903 fueron reemplazados por el sistema eléctrico.

Una de las características principales que se le ha atribuido a la ciudad son los incendios. Eran frecuentes que se produjeran en el sector céntrico de la ciudad. Sin embargo, los mayores incendios ocurridos en el sector Almendral fueron objeto de un permanente temor de parte de los habitantes, debido a que, generalmente éstos

alcanzaban grandes proporciones al pasar a llevar

otras

construcciones. “Al lado no faltaba el clásico edificio incendiado, porque Valparaíso debiera llamarse Pirianopolis, o cuidad del fuego. El nombre con que lo conocieron los incendios en Aliamapu, o país quemado.” 92

Recorriendo un poco de nuestra historia incendiaria, tenemos que:

92

EDWARDS BELLO, Joaquín. En el Viejo Almendral. Op. Cit. Pág. 20.

El primero de gran magnitud que recuerda la historia porteña ocurrió el 15 de mayo de 1843, que destruyó casi una cuadra de edificios en la calle de la Aduana, hoy Prat, y entre ellos el local que ocupaba “El Mercurio”. Casi ocho años después, el 15 de diciembre de 1850, otro gigantesco incendio destruyó gran parte de la Calle del Cabo, hoy Esmeralda”.93

...Pero antes y después del incendio de 1858, en que pereció el teniente don Eduardo Farley, el primer mártir del Cuerpo, se produjeron nuevos grandes incendios: en Febrero de 1869, en mayo de 1894, en abril de 1906 (Carrera esquina Chacabuco, con 32 muertos), hasta llegar al 1º de Enero de 1953, que fue grande no por sus proporciones, sino por el número de víctimas que causó, 36 bomberos y 20 civiles. Y de esta síntesis de fuego y muerte parece surgir el impulso que ha hecho grandes a Valparaíso y a sus instituciones...94

93

CARMONA VIAL, Hernán. Op. Cit. Pág. 23.

94

Idem. Acerca de los incendios, también podemos conocer más detalles de sus magnitudes

y consecuencias a partir de las noticias de diarios, que incluimos en el anexo de este trabajo.

Para Finalizar este capítulo, hemos recogido las palabras de Augusto D’Halmar acerca de nuestra ciudad: Valparaíso. Desde su perspectiva, extrae todo aquello que lo hizo reconocido en el exterior y que recuerda y describe con mucha precisión, haciéndonos retroceder en el tiempo y deambular en nuestra mente por todos los rincones que sugirieron más de alguna poesía, dejando una huella de infinita dimensión que ha permitido señalar a este puerto como un lugar de encanto, magia y nostalgia:

VALPARAISO De A. D’ Halmar. Y hay, en la ciudad baja, en el bajo puerto, la vida intensa y el tráfago comercial, sin por eso quebrantar la línea de serenidad que caracteriza esa población única, unida como una familia, donde las preocupaciones se resuelven a lo largo de una larga y sola calle. Viniendo del Almendral, desembocáis por la Plaza Victoria, en Condell, Esmeralda, Cochrane, y antes de llegar a la Aduana, mientras parabais ante esos comercios seculares, donde se sabe vender y se aprende a comprar, ya más de un transeúnte os ha ayudado a disipar vuestras dudas, el problema que traíais entre manos y cuando llegáis al cerro de la Artillería, ya está dilucidado. Así, alegremente, entre dos paseos, arreglamos nuestros asuntos los porteños, entre dos saludos y dos copas. Una, en el maravilloso Bar inglés, tan en carácter con sus maderámenes y sus banderas, sus botellas añejas y sus viejos camareros, que debería ser instituido monumento nacional, como se hace en París con algunos restaurantes característicos, para impedir que se innove y degrade la tradición. Aquí bebemos bebidas inglesas. Más lejos, en la antigua Plaza del Orden, hoy de Aníbal Pinto, nos detendrá al paso otro Bar más castizo, que yo llamo de lo imprevisto, porque a cierta hora, entre gallos y media noche, todo aquel que toque su mampara, se despersonaliza, se incorporeíza casi. Y una asamblea de fantasmas, discute cosas absurdas, pero llenas de originalidad, entre esas cuatro paredes saturadas más que de alcohol, del espíritu de las altas horas, de apasionamiento desinteresado, de gracia gratuita, de fantasía descabellada. Cuando volváis a salir a la mal llamada Plaza del Orden, entraréis también en vuestro aburrido yo y volveréis a ser como siempre y como todo el mundo. Adentro, en el fondo insondable de los espejos, se quedó aprisionada vuestra verdadera manera de ser, la que no puede usarse sino entre once de la noche y tres de la madrugada, en el Bar de los Imprevistos, de la Plaza Aníbal Pinto, de Valparaíso.¡Cuánto tiempo perdido y cuánto ensueño ganado, antes de dormirse en el sueño de los desvelos, primero, y luego, en el sueño sin sueños ni despertar! Otros aspectos, por así decir, terrestres, tiene Valparaíso, como ser su irremplazable Plaza Echáurren, donde se consagran todos los días, al caer de la tarde y finalizarse faenas y labores, como en el foro por excelencia porteño, los que huelgan y los que descansan y en torno a un charlatán cualquiera, oyen la Biblia, sin perífrasis, pues hay “canutos” que la comentan, o disquisiciones más o menos socializantes, o teorías de cualquier credo político, religioso o meramente mercantil. Así, una vez que me sentía apesadumbrado, recobré fuerzas, en la palabra de un teósofo. Decía: “no hay

que cuidarse de las vicisitudes de nuestros actos y sus consecuencias inmediatas; si son bien intencionados, seguramente granarán como se debe”. Estos axiomas tan sencillos, predicados por un orador callejero, tuvieron la virtud de reconfortarme. Y junto a esa Plaza está el barrio Chino del puerto, con sus cabarets, como el “Zeppelín”, llenos de color. En ningún punto de la costa del Pacífico, seguramente, alternan en menor espacio gentes más pintorescas, sin que nada disuene ni desentone nadie. Es el gran salón donde, especialmente, la noche del sábado, recibe el pueblo y muestra su distinción innata y su camaradería bien avenida. Marineros, chilenos o donde quiera, “cosacos”, paisanos proletarios o sin prole, artistas, turistas, forasteros, alternan sin confundirse y, sobre todo, sin estrecharse. Podría dársele como ejemplo de cultura y en vez de pretender clausurar eso que los que no lo conocen llaman “antros”, podría confundirse tan honesto solaz y esparcimiento para los humildes. Desafío que en los centros más aristocráticos, haya menos procacidad y más alegría. Y la alegría es salud. 95

95

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Págs. 181-182.

CAPITULO II: PERFIL HUMANO EN VALPARAÍSO

La escasez y la opulencia como factores incidentes en la vida cotidiana de los actores sociales del Valparaíso de 1900 a 1960

Ya nos referimos a Valparaíso como anfiteatro geográfico, que alberga y regocija de forma natural a una angosta bahía, que a su vez es abrazada por la suavidad de las olas del océano Pacifico. Valparaíso resulta ser espectador de la vida cotidiana de los porteños y de los visitantes que gozan y se encantan con un puerto que maravilla, entretiene y conmueve a la vez. Por medio de las obras de nuestros autores, veremos reflejado el diario vivir de muchos personajes que nos harán patente la realidad de una época. Así,

nos

interiorizaremos de nuestro pasado, y nuestro presente; ya que en cada esquina, en cada callejuela, en el ascensor y en tantos hermosos lugares es posible encontrar aun la esencia de estos personajes, sujetos históricos que inspiraron las aventuras y las tragedias que rescatamos en este perfil humano de Valparaíso. En el período de 1900 a 1960, la historia para nuestro puerto denota dos situaciones que marcan la forma de ser y sentir de los sujetos. En una primera instancia observamos un ciclo de auge y luego otro de crisis. Ambas fases están fuertemente marcadas por el impacto de la economía en la sociedad porteña. Durante el ciclo de auge, bien sabemos que Valparaíso era entrada y salida de las más diversas mercancías, lo cual otorgaba a los sectores empresariales las utilidades suficientes para fortalecer su actividad económica,

trayendo como resultado cierta inversión para la zona, ya sea en cuanto a comercio, construcción, entre otras actividades. Por otro lado, para la fase de crisis, es necesario resaltar la importancia que poseen tanto las catástrofes naturales como el factor antrópico. Terremotos y temporales, más las acciones acometidas por el hombre (como los incendios), sin duda incidieron negativamente en la población produciendo pobreza donde no había y acentuándola donde ya existía. Lo anterior, unido a la imposibilidad económica de los sectores populares para reconstruir sus hogares, más la incapacidad y falta de voluntad política de las autoridades de incorporar las demandas del movimiento social popular nacido con la cuestión social96; más el abandono de la ciudad por parte de las clases adineradas con dirección hacia Santiago y Viña del Mar por razones de salubridad y comodidad, da cuenta del antecedente más cercano a lo que años más tarde se convertiría en el ocaso del viejo ‘Pancho’. Finalmente, lo que terminó por desmoronar el puerto, son las ya nombradas ‘aperturas del canal de Panamá y Puerto de San Antonio’ y la crisis económica nacional generada por la desvalorización del salitre natural. De este modo, el auge y la crisis económica se convierten en el hilo conductor de la historia de nuestro puerto, en donde la voz y presencia de los personajes literarios que

96

“Los individuos que cayeron en los actos violentos de la huelga, eran todos unos

bandidos y los muertos bien muertos están. No tienen ningún derecho a que se les auxilie a sus familias. Por los hechos perpetrados el día 12 merecían haber muerto cincuenta individuos más de los que cayeron. En vez de destinar dinero para proteger a las familias de ellos, debiera destinarse una suma para socorrer a la compañía Sud - Americana de Vapores. (Palabras pronunciadas en la sesión de la Municipalidad de este puerto el día 18 del Pte. por el despótico burgués Ross Santa María)”. Extracto de La Voz del Pueblo con fecha de 23 de Mayo de 1903. XIMENA CRUZAT y EDUARDO DEVÉS comp.: RECABARREN: Escritos de Prensa. Editoriales Nuestra América y Terranova. 1985.

hemos encontrado en las novelas exploradas, se convierten en el ejemplo mismo de la identidad de este Valparaíso mágico y nostálgico.

La vida cotidiana en este puerto gira alrededor de sus calles, en torno al trabajo, en torno a la lucha por el sustento diario y por la sobrevivencia de aquellos que se vieron más alejados del auge que tanto caracterizó las primeras décadas del Siglo XX. Atado al cielo de Valparaíso

Vive el chileno Entre basura y vendaval, oscuro Hijo de la dura Patria. Vidrios despedazados, techos rotos, Muros aniquilados, cal leprosa, Puerta enterrada, piso de barro, Sujetándose apenas al vestigio Del suelo. Valparaíso, rosa inmunda, Pestilencial sarcófago marino !97

La pobreza históricamente ha sido parte de Valparaíso, y aquellos que por desgracia sintieron su frío brazo, con arduo trabajo lucharon por su superación. La lucha por la supervivencia parte de lograr la superación de dos instancias básicas, es decir, el alimento y la protección dada por un hogar. La problemática generada por la búsqueda de un hogar resulta difícil, ya sea en la búsqueda de una casa o un terreno en donde levantar una modesta vivienda; para ello reconocemos en las fuentes una lucha por la obtención de terrenos que en su totalidad al ascender en los cerros van dejando poca cabida a nuevos habitantes, recordemos que los cerros son el espacio habitado por la gente pobre de Valparaíso y como bien se señala en el Diario La Unión en sus paginas de anecdotario social “El suelo del pobre”: “¿Qué hacer? La mujer, tan pobre y tan mojada, da cuenta que ella con su marido honrado jardinero, han recorrido cerros y lomas buscando un pedazo

97

NERUDA, Pablo. Op. Cit Pág. 278.

de terreno “unas varitas de suelo” sobre el cual levantar una ruca para guarecerse con sus hijos.”

98

La otra posibilidad de asilo era el conventillo es el hogar del pobre y en

Valparaiso comúnmente los encontramos encaramados en los cerros de este anfiteatro porteño. Pero ¿Qué es el Conventillo? “Es un conjunto de cuartos redondos, es decir, cubículos carentes de toda abertura exterior, salvo la puerta de acceso de la pieza, pero con la diferencia de que se hallaban alineados a lo largo de una calle o un patio interior que debía utilizarse para tareas como lavado y cocina” 99. Recordemos que a comienzos del Siglo XX las migraciones no tan solo de extranjeros y de gente acaudalada se asentaron en esta tierra, sino también las migraciones campo ciudad trajeron consigo a esta clase desposeída a instalarse en este puerto. En consecuencia, el exceso de esta última llevó a que casonas antiguas fueran acomodadas de tal forma que de ellas se obtuvieron gran cantidad de habitaciones. También se construyeron

otras tantas casonas al ver

la

abundancia de quienes necesitaban morada. Así entonces, el arriendo fue para algunos una forma de obtener algún dinero. La vida en los conventillos resultaba ser muy dura. La supervivencia del día a día enfrentaba a los pobres con las enfermedades, las epidemias, el hacinamiento y las pocas o casi nulas medidas de higiene que permitiesen una vida sana. La tuberculosis era la invitada cotidiana de estos recintos, como lo señala el doctor J.D.M:

Esta enfermedad tan frecuente en nosotros que constituye la endemia

(epidemia

permanente) número uno, es la consecuencia fatal e inevitable de la triada chilena: el hambre, la desnudez y el conventillo. El conventillo insalubre, matadero humano, como lo llaman médicos e higienistas100.

98

DIARIO LA UNIÓN DE VALPARAÍSO, 13 de Octubre de 1939. Pág.2.

99

Ver en Memoria Salubridad y vivienda obrera en Valparaíso. De Sandra Poblete N.,

quien al respecto cita a Gonzalo Vial. 100

AGUIRRE ECHIBURU, Luis Op. Cit. Pág. 173.

Los principales factores gatillantes de la insatisfacción de las necesidades básicas, eran la pobreza, la escasez de recursos para vivir una vida digna, y el bajo sueldo recibido por el jefe de hogar. La mujer dueña de casa se ve obligada a buscar por su cuenta algún aporte para su familia. Es en este escenario en donde esta esmerada mujer no se queda atrás, luego de la salida del marido a sus labores diarias, ella sin abandonar su hogar y a sus hijos trabaja como lavandera:

La lavandera es como el tripulante del agua, sobre un velero tendido

al sol de las tres de

la tarde en los cordeles del patio. Cada sabana en sus manos un blanco velamen, cuando estruja y hace surgir la espuma del jabón, es como si amasara viajes truncos... las lavanderas de la infancia eran prodigiosas equilibristas. Corrían por las laderas de los altos senderos con el globo gigantesco de la ropa blanca en la cabeza, cual mágico sombrero fabuloso turbante oriental... Hay en cada lavandera una historia de dolor, una leyenda de pequeños heroísmo de cada día. El plan el hogar, el marido borracho, el mocetón sin horizontes, la hija engañada, la nieta que tampoco tuvo suerte, todos viven al valor de esta trabajadora de las aguas. La lavandera es la típica habitante del cerro: En el plan no podría vivir, seria una flor en el desierto101.

101

WINET, Genaro: En Geografía Poética de Chile, Editorial Antártica Chile, Santiago,

1993. Pág.48.

El trabajo de lavandera resultó ser uno donde las mujeres lograron mayor ocupación, ya que era un menester que no necesitaba ningún tipo de especialización. Por lo demás, no importaba tampoco la edad mientras fueran fuertes y pudiesen realizar el trabajo. Por el contrario, a la hora de buscar trabajo estas pobres mujeres hacían caso omiso de su edad y de sus enfermedades, trabajando para sacar adelante a sus familias durante la primera mitad del siglo pasado. Además, esta realidad histórica se sigue reproduciendo en la actualidad, suceso que podemos palpar día a día. Hubo otras mujeres que lograron sacar adelante a sus familias trabajando dentro y fuera de su hogar. Pese a este arduo esfuerzo, estas mujeres solas debían conformarse con un pago mínimo, muy inferior al de su marido, pues bien sabemos que para la sociedad de la época aún no podemos pensar en la igualdad de sexos en el ámbito laboral. En consecuencia, cabe señalar un ejemplo sustancial como es el citar las palabras de Lacerda: Entre el hombre y la mujer habrá siempre diferencias astrales... cuando la mujer invade el terreno del hombre, esta sigue siendo mujer y el hombre sigue siendo hombre. Tratar de

invertir este orden natural es un delito contra Dios y su creación... Además, es un pecado. El mandato divino del hombre consistió en que mantuviera a la mujer bajo su dominio, sometida a las leyes naturales102.

El trabajo de empleada doméstica (cariñosamente llamada nana) era una opción en donde algunas mujeres lograba trabajar. Quienes laboraban puertas afuera desempeñaban un trabajo más bien de servicios, sea este de lavandera o de planchado. Otro caso era el de aquellas que trabajaban toda su vida en el mismo hogar puertas adentro: las niñeras. Este es el caso de Perpetua Guzmán, doméstica y niñera, cuya vida la vemos reflejada en voz de Pedro Lacerda y Alderete en el “viejo Almendral “. Perpetua inició su vida trabajando como nana desde muy joven. Sólo sabemos de ella que originariamente vivió en un cerro porteño muy lejano (lejana en la perspectiva de Lacerda, tomando en cuenta su imaginario como habitante del plan). La mejor apreciación que tenemos de esta mujer es la que hace precisamente el autor de estos testimonios, quien recuerda la importancia de esta nana en los momentos de su niñez: Una mujer popular tuvo la curiosa influencia en mi niñez... se llamaba Perpetua Guzmán era mi nana o niñera. En ella aprendí lo que hay de distinguido y generoso en el alma

102

EDWARDS BELLO, Joaquín. Op. Cit. Pág. 93.

popular; desde entonces, en cada muchacha donosa que se cruza en mi camino, en la plebeya o huasa, creo descubrir el espíritu de Perpetua y de su tiempo 103

La importancia de su nana para este hombre (siendo niño), radica principalmente en la ausencia de su madre, la cual falleció siendo muy pequeño. Además, dada la vida laboral de su padre, también debió sufrir su ausencia constante. He allí “la intensidad del recuerdo por Perpetua, y el que él haya asumido su autoridad como influencia durante su niñez”.104 El trabajo de las mujeres que se empleaban puertas adentro tenía como consecuencia inmediata el despojo de su vida personal y el trabajo esforzado sin descanso, con sólo un día del cual podían disponer para alguna actividad privada. En una de esas salidas Perpetua conoció a un hombre. De esa fugaz relación quedaría un recuerdo: su hijo, donde como tantas mujeres en su condición, Perpetua debió criar sola al niño. Pedro relata los hechos al ver a su nana embarazada y sola:

Sus brazos inflaban; sus ademanes cansinos, sus labios tumefactos.

Para ella tomó una

mayor importancia aún el asunto de los niños, que tanto la preocupaba siempre... No sé cómo se las arregló, lo cierto es que nadie conoció al padre de la criatura ni la vimos jamás en compañía de hombre.105

103

Ibidem. Pág. 7.

104

Idem.

105

Ibidem. Pág. 79.

La hermana de Perpetua también significa una imagen de admiración para Pedro Lacerda. Así, él recuerda: ...Es preciso conocer algo de la mujer chilena. La influencia de esta se hecha a ver en cuanta manifestación social existe, sobre todo en el estudio de los hijos. Una tarde estaba jugando cerca de Perpetua cuando llegó de visita una mujer mayor que ella, tocada con el manto pobre y acompañada por dos niños y una niña. La mujer jadeaba con dos bolsas de ropa. Era lavandera y hermana mayor de Perpetua. Secándose la frente con el pañuelo, dijo de manera enérgica y fatal: _Ahora soy marido, y mujer y de todo en la casa. Perpetua abrió mucho los ojos, hizo el signo de la cruz en su busto y exclamó: _Se le fue. Sí, repitió la mujer. Estoy sola”106.

En esta corta escena se encierra la historia social de Chile, según Lacerda, lo que demuestra el estado de conciencia de quien nos relata los acontecimientos que vivía la sociedad popular porteña de la época. Esta sociedad popular era la más desposeída. Justamente, es en estas circunstancias cuando las familias imposibilitadas de mantener a sus hijos debían en muchos casos sufrir el abandono por parte de los hijos del hogar. Estos salían en busca de trabajo a temprana edad o simplemente huían en busca de una mejor vida. También el ya mencionado doctor J.D.M hace una apreciación frente a esta problemática que aquejaba a la sociedad porteña, en especial para aquellos que como él disfrutaban de la opulencia y se consideraban buenos cristianos:

106

Ibidem. Pág.30

Nosotros que lo tenemos todo, al ver a estos niños en el día, andrajosos, entregados a sus ocios, o aprendiendo el robo, y algo peor, iniciándose en el delito criminal; con hambre, recogiendo desperdicios en los basurales y en la noche durmiendo en los umbrales de las puertas. Hace poco tiempo el entonces regidor y Alcalde de Valparaíso don Alfredo Nazar y actual Diputado por la provincia, tuvo la inspiración genial, al planear un proyecto cuya financiación insinuó, que no se plasmó por la indiferencia de todos en atender, como lo exige una sociedad civilizada, a estos niños dignos de mejor vida107. Otra actividad en la que lograban trabajar las mujeres era la de meseras en bares o en cabarets. Esta actividad comúnmente fue confundida con la Prostitución. Ernesto Barrera nos asombra con un relato, en donde la mujer popular porteña otra vez frente a la pobreza y al desempleo de su marido vuelve a salir a la calle en busca del sustento para el diario vivir. Los personajes principales de este escrito son los populares Jaqueline y su pareja maestro de la construcción: “Como ustedes saben estoy cesante, y hoy día no me siento con ganas de salir al campo, vivo en la ciudad, es decir, en el Cerro Alegre, para ser más preciso (son chistosos los gringos con bautizar alegre a esto que nos rodea). Este de aquí es otro pasto, imagínese el rancho demasiado cerca del water de hoyo”. 108 Los sujetos populares de la historia viven en el Cerro Alegre. Este y el Cerro Concepción fueron el asentamiento preferido por familias extranjeras y, por lo tanto, donde se acomodaron las clases privilegiadas. Los extranjeros se ubicaron preferentemente en la

107

AGUIRRE ECHIBURU, Luis, Op. Cit. Articulista Doctor J.D.M. Pág. 173.

108

BARRERA ZAMORA, Ernesto: Los perros vagos. En Julio Flores Narrativa Actual de

Valparaíso. Op. Cit. Pág. 66.

subida de los cerros, mientras que en los sectores de mayor altura se asentaron las familias pobres de Valparaíso. A partir de este relato, nuevamente nos encontramos frente a la pobreza y la falta de trabajo: La pobreza, esta larga necesidad que no se acaba nunca, y ella no tiene fuerzas para aguantar, tanto como las tengo yo; parece que tampoco conserva la esperanza”109. Al salir en búsqueda de trabajo encontró el letrero no hay vacantes y así como todos los días fue perdiendo el entusiasmo por salir en su pesquisa; la respuesta para este joven maestro de la construcción siempre era la misma, su consuelo resultó ser escribir lo que vivía, y afirma: “Todo lo que escribo es verdad; pese a que a la Jaqui no le gusta, me preguntó si salía a buscar trabajo o a escribir huevadas”110. Frente a las condiciones en que se encontraba esta familia, “ la Jaqui” debió salir a probar suerte, y ver si encontraba algún empleo, mientras tanto su marido y su hijo esperan en casa: No tengo ganas de escribir y eso que estoy solo con el niño. La Yaqui salió temprano, sin decirme a donde iba. Insinuó una vez que tal vez probaría una entrevista con el secretario del diputado Santelices; dudo que corra mejor suerte... La Yaqui volvió tarde ayer, puede decirse que estuvo fuera todo el día. Venía agria, cansada y con poquisimas ganas de conversar. La Yaqui salió de nuevo. Lo de siempre alimentos, dinero, ah y un vestido. Por la noche rehusó mis caricias como si yo fuese transparente111.

109

Ibídem. Pág. 68.

110

Ibídem. Pág. 70.

111

Ibídem. Pág.72,73.

Los acontecimientos nos revelan algo inminente, silencioso y secreto que sin duda está presente en esta pareja: el asumir lo que se viene dando cada día:

Yaqui al salir (en esta operación nueva entre nosotros, nos miramos y yo agacho la cabeza y la Yaqui se vuelve para cualquier parte, como sí estuviéramos de acuerdo en algo, que no se ha conversado pero se sabe... Yaqui valiente mujer, un poco regañona, cierto pero valiente. Se me humedecieron los ojos, me ahogué, no pude comunicar mi descubrimiento; me conformé con rumiarlo en privado... El secretario se portó derecho, me consiguió trabajo en Casa Blanca”112.

La carestía de la vida sin duda es lo que empuja a cualquier ser humano a buscar alguna forma de ganarse la vida. Los escenarios que trabajamos en esta investigación son muy amplios, pues nuestro Valparaíso se presenta como un verdadero eje prismático: la pobreza está a un paso de la riqueza, conviven en un mismo ambiente, pero la preocupación y la acción política quedan en segundo plano por parte de las autoridades. Debemos recordar también, que estamos en un período en el cual la masa popular empieza a movilizarse. De esta manera, reconocemos en el texto El Hambre: “La desnudez o el andrajo que es una vergüenza en nuestras calles y plazas, debiera también terminar por la creación de servicio social municipal que recibiera dádivas de ropas usadas de parte del público que quisiera contribuir a ello, repartiéndose

112

Ibídem, Pág.76.

periódicamente éstas, según el aspecto de los necesitados que reclamaran este servicio de solidaridad y de bien social.”113

Ahora bien, dentro de la literatura referida a los sectores populares porteños, ¿qué sucede con aquellas mujeres que ejercen la Prostitución? A comienzos del siglo XX, cuando la moral y el catolicismo conservador eran

ley, las acciones policiales y moralistas

persiguieron estas actividades que adornaban cabarets y lugares poco “decentes”. Lo que no sabían estas autoridades y estos moralistas, es que pese a su concepción moralizadora de la “decencia”, nunca el hambre deja optar, sólo da pié para actuar. El hecho de recalcar que los que tenían el poder económico y social en la época eran muy conservadores ( por lo que la forma de vida de estas mujeres era criticada fuertemente), no significa que no hayan reconocido la existencia pública de la prostitución, Así, en 1918 al dictarse el Código Sanitario la prensa señala:

Con fecha 22 de junio el Presidente San Fuentes promulga el Código Sanitario, primero de su clase en el país. Él organiza todos los servicios higiénicos, tanto terrestres como marítimos; impone la vacunación obligatoria contra la viruela; ordena a los médicos que denuncien las enfermedades peligrosas, reglamenta la Prostitución y autoriza el encierro en un hospital de las mujeres contagiadas.114

113

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 173.

114

http: // www. Siglo20. Cl/ 1910/1987 notas1.htm.

Pese a esta situación los asiduos visitantes de estas mujeres no dejaron de asistir a los locales en los cuales se desarrollaba la actividad del trabajo sexual, y de igual forma los escritores no dejaron de escribir al respecto, tomando en cuenta su sacrificado trabajo, en donde característicamente era algo normal dentro del contexto de la zona portuaria, dando así abrigo a numerosos marinos, y marineros extranjeros o nacionales que desconsolados buscaban abrigo, diversión, amoríos en el ambiente bohemio de la noche porteña. Para estas trabajadoras el hambre no dejaba otra opción de ganarse la vida. A partir de esto nuestros autores asumieron diversas posiciones frente al planteamiento del quehacer de las mujeres prostitutas. La primera es el poema “Las mujeres vacías”, presentado por Gonzalo Rojas en “La Miseria del Hombre”.

“ LAS MUJER S VACIAS ”

Pasan el día pintando otro cuerpo sobre su cuerpo, sudan pintura con partículas de sangre mezclada a su belleza. Menos que meretrices, más que vacas, a precio merecen un establo donde hayan cien corridas de mujeres en cuatro patas, con las ubres sueltas. Estas fueron las bellas de otros días,



Hemos introducido este poema de Gonzalo Rojas, quien nos da su descripción acerca de

la mujer prostituta. Rojas, Gonzalo. La miseria del hombre. Imprenta Roma,Valparaíso, 1948. Pág.123.

las que engañaron y mintieron con sus hoyos tapados por la mugre de la inocencia de oro. Abortaron en carne y en espíritu, por la orina y el vómito, por la boca, el ombligo, las orejas. Se les salía todo, menos algo. Menos ese vacío que era todo: Pero el mundo está lleno de mujeres vacías, después y antes del parto, y la muerte es también una mujer vacía. Escupamos su rostro y su recuerdo.

Sin duda leer este poema de Gonzalo Rojas, Las Mujeres Vacías nos hace evidente la situación a la que se ven enfrentadas estas trabajadoras sexuales ya entradas a una edad en que lo desgastador de su actividad se refleja en lo marchito de sus cuerpos y en su cansancio mental. Un análisis significativo sobre la prostitución es el aporte que da la perspectiva de la salud. Sin embargo, el presente texto posee un alto contenido moralista aparte de su visión médica. En ” La higiene social en Valparaíso”, artículo escrito por un doctor, vemos dos puntos de vista frente al ejercicio de la Prostitución. En primer lugar, su visión como médico y su preocupación frente a las enfermedades que esta actividad genera y, en segundo lugar, un criterio ético-moral frente a la Prostitución como un agente desintegrador de la familia. La campaña que se iniciara hace cinco años contra las enfermedades sexuales de trascendencia social ha dado espléndidos resultados, disminuyendo en enorme proporción el número de estas graves enfermedades, que no sólo imposibilita a los afectados para el

trabajo, sino que los vuelve infecundos o estériles, trayendo la desolación

en los

matrimonios y lo que es más serio, llevando el contagio al producto de la concepción que es el niño, que o se aborta o nace muerto, y si nace vivo está lleno de manifestaciones repugnantes, que trae su muerte a breve plazo o sea en la primera o segunda infancia, por enfermedades intercurrentes. Y si gracias a la Providencia viven, siguen eternamente enfermos; en todo caso flojo con una pereza incurable que los hace ineptos para cualquier estudio o trabajo. 115

Por otro lado, conocemos la concepción antropológica sobre la prostitución de Manuel Rojas que se plantea en su libro "Lanchas en la Bahía": “Era preciso ganar el pan, día a día, y siendo este el pensamiento que las animaba, era también el que las desanimaba”.116 Con una postura similar ‘Valparaíso, Puerto de nostalgia’ de Salvador Reyes nos muestra el conflicto existente entre unas prostitutas y unas mujeres -más bien de clase acomodadaque por diversión frecuentan el local llamado La Ninfa Monja, donde al pasarse un poco de tragos se desnudan dentro de la euforia del ambiente y llaman la atención a las prostitutas para que les sigan el juego:

¿Qué es eso de estar ahí como tontas? ¡A desnudarse todas! – ¿ Y por qué nos vamos a desnudar?- protestó una. Después de haber visto el cuerpo de Sonia, ¿Para qué queremos 115

116

AGUIRRE ECHIBURÚ, Luis. Op Cit. Pág. 249.

ROJAS, Manuel. Op. Cit. Págs. 85,86.

más?- Tal vez no tenemos tan bonito cuerpo como su amiga, pero tenemos más vergüenza y no nos desnudaremos. Que porque una esta haciendo esta vida, tiene que soportar todas las humillaciones. Nosotras estamos aquí para ganarnos el pan, mientras que esas- y señalo a Sonia y a Nelly- vienen por vicio.117

La vida de estas mujeres trascendía en su totalidad al amparo de la oscuridad de las noches bohemias del puerto, pero durante el día se dedicaban más bien a labores domésticas dentro del prostíbulo. Hacían aseo, almuerzos para uno que otro visitante, o más bien zurcían sus trajes haraposos que durante la noche se transformaban en verdaderos atavíos para enganchar a más de algún cliente. Franklin Quevedo Rojas nos introduce en su relato, “las casas de Prostitución” como la Pensión Rosa, en donde con mayor claridad vemos el desempeño de estas mujeres dentro de la cotidianidad de sus aposentos durante el día; Esta estaba ubicada en la Calle Olivar, que constituía el centro de Prostitución en el Almendral. Allí se podía comer cazuela de ave, calentita, recién hecha, a cualquier hora del día y de la noche, y nada más que eso, ni siquiera un sándwich. Era muy agradable para los parranderos salir agotados de los prostíbulos aledaños por el baile, los tragos y la cama, dar unos cuantos trancos y refortalecerse con una humeante cazuela. A veces se encontraban, claro que en mesas diferentes, con las mujeres con que habían estado acostados hacía media hora y se sonreían desde lejos. 118

117

118

REYES, Salvador. Valparaíso, puerto de nostalgia. Op.Cit. Pág. 182.

Ídem.

¿En dónde se encontraban estos prostíbulos? En el transcurso de esta investigación, con la lectura de las novelas hemos logramos recocer los siguientes prostíbulo: Los Siete Espejos, La Pensión Rosa, La Ninfa Monja, Los Cuartos Diablos. Todos se encontraban en lugares retirados, oscuros y entre callejuelas con muchos recovecos laberínticos. En la subida La Palma una serie de pequeños burdeles, que llamaban “los Cuartos Diablos”. Lugar que recibe tal nombre por la peligrosidad de sus calles. Con el tiempo la famosa subida La Palma cambió de nombre por un edicto municipal, y pasó a denominarse Eloy Alfaro. Dentro de otros lugares reconocidos por su agitada vida nocturna, es el sector de la Plaza Echaurren

... penetrando en la oscuridad de la plazuela se encontraba desierta, pero a medida que avanzábamos aparecieron seres que se movían en ella como en agua fangosa, grupos que hablaban a media voz, mujeres que pasaban y volvían a pasar, taconeando nerviosamente como si quisieran llamar la atención de alguien.119

De la plaza salían callejuelas que montaban los cerros y en las cuales también se situaban estas casas de esparcimiento, de alcohol, juegos y Prostitución. Una de ellas era la connotada subida Clave. Es aquí donde los personajes de la novela de Manuel Rojas, “Lanchas en la Bahía” encuentran su descanso luego de una agitada vida laboral en el puerto. Para Eugenio, joven muchacho, andar en estos trotes resultó ser algo nuevo, 119

ROJAS, Manuel.Op. Cit.. Pág. 66.

novedoso e inquietante. Percibe: “Una mujer se desprendió de la noche y pasó junto a mí rozándome. En la sombra sólo vi su silueta y el fulgor de sus ojos, que parecían llenarle toda su cara, agrandados por la pintura. Un olor a polvos y a colonia la seguía.” 120

“La subida Clave. Era la feria de la Prostitución porteña, pero la feria pobre, habitada por mujeres vestidas con telas que se ajan tan rápidamente como ellas y tan baratas como ellas también; la feria frecuentada por los proletarios del mar y tierra, los lentos panaderos, los bulliciosos vaporinos, los vivaces zapateros, los tiznados trabajadores del dique y de las chatas; los marineros de la armada, con sus trajes azules con pantalón de campana; los hombres de mar extranjeros, japoneses silenciosos, ingleses melancólicos, yanquis con caras de puño, polisilábicos alemanes, restallantes españoles. Allí estaban también las mujeres vestidas de mil colores, sentadas en los umbrales de las casas, mostrándose en penumbras como flores violentas, de aroma fuerte, flores crecidas en las mareas nocturnas del puerto y regadas con la sangre de los tripulantes del océano. Las había morenas y rubias, blancas y pálidas, esbeltas, gordezuelas y graciosas como cacharros, monstruosas como sapos, riendo conversando las más y serias y graves como mercaderes concienzudos las menos. La calle bullía de hombres y mujeres y se oían gritos, silbidos, frases de slang, imprecaciones

chilenas,

ladridos

germanos,

murmullos

japoneses,

masticaciones

yanquis.121

Esta nueva experiencia que vive Eugenio es una de tantas, que de igual forma vivieron otros jóvenes y adultos que se dejaron llevar por la vida nocturna de Valparaíso... Este 120

121

Ídem. REYES, Salvador. Mónica Sanders . Op. Cit. Pág. 67.

joven en su primera experiencia amorosa (con una mujer de la vida nocturna) se siente realmente enamorado; situación que debemos recordar es una especie de hipnotismo que sufrían los hombres que visitaban a estas mujeres. Este sentimiento llevó a este joven a sufrir de celos; celos que sin duda eran provocados al ver a la mujer a quien quería coquetear con otros hombres, lo que en definitiva era parte de su trabajo. Finalmente se produce una pelea entre Eugenio y otro hombre por Yolanda, en donde fue detenido y encarcelado, cumpliendo condena por disturbios. Luego de unas semanas en la cárcel, al salir en libertad reflexiona: “Salía de la prisión delgado, con una delgadez de animal sano...ella había desaparecido y yo estaba libre...Guardaba ternura por ella, la mujer que arrancó mi primer suspiro amoroso...”122. Otra situación que también nos revela las peligrosas situaciones que se vivían en las calles de Valparaíso cercanas a los prostíbulos las escribe Salvador Reyes en Mónica Sanders en donde uno de los personajes nos relata:

Un sábado,

al desembarcar del remolcador, se había encontrado con uno de los

compañeros de la antigua banda transformado en matón y ratero. Fueron donde unas niñas de la calle Clave, bebieron toda la noche, quebraron las poncheras y los vasos, y al alba, cuando salieron del prostíbulo, se batieron con un grupo de pijes. Bernardino pudo escapar apenas de la policía, sangrando a chorros por la nariz quebrada.123

Frente a este hecho la mirada de la sociedad y los organismos municipales, en cierta medida reconocían que este trabajo, debía ser regulado en cuanto a sus consecuencias higiénicas. Es, por esto que el Doctor J.D.M en “El Libro de Valparaíso”. de Luis Aguirre Echiburú, 122

ROJAS, Manuel. Op. Cit. Pág.104.

123

REYES, Salvador. Mónica Sanders. Op. Cit. Pág. 68.

hace alusión acerca de

las consecuencias que

se derivan de estas enfermedades de

transmisión sexual que, en muchos casos, por su gravedad, causaron muchas muertes. Además, se señala en su obra bibliográfica, que junto a la promiscuidad que se envolvía en esta actividad, también el alcoholismo era parte de este estilo de vida; lo que sin duda en corto plazo afectaba la vida familiar. De esta manera, los varones que se inclinaban a visitar estos lugares, primeramente lo hacían tras la búsqueda de trago y diversión, para luego después de unas cuantas copas caer de la nada en los brazos de alguna mujer. Que duda cabe que fue bajo estas condiciones las enfermedades de transmisión sexual se propagaron y tuvieron mayores efectos. Pensamos que las características del trabajo femenino porteño, de una u otra forma ayudan a entender parte la cotidianidad de la época. Pero no debemos olvidarnos del ámbito laboral masculino; es decir, del trabajo de aquellos hombres que sin poseer especialización ni educación debieron hacer frente a las situaciones de pobreza y necesidad con ahínco y esfuerzo para lograr obtener los recursos que le permitieran salir adelante junto a su familia. Labores que hoy reconocemos como pescadores, verduleros, maestros de construcción, aguateros, buitres, burreros, etc. Son parte del aporte que realizaron los sectores trabajadores a la cultura popular porteña.

Para comenzar conoceremos la vida de un niño trabajador: el Organillero:

El Organillero124

124

Rodríguez Juan M.: En Valparaíso 1536-1910. De Juan de D. Ugarte Yaar. Pág. 340.

Qué pena tan grande me da ese chiquillo Parece que vive solito en el mundo, Llevando a la espalda su viejo organillo Como un perro flaco, sucio y vagabundo. Da vuelta al manubrio y con un vals alegra La miseria horrible de los arrabales, Donde el hambre brinda su caricia negra Á la carne triste de los hospitales. ¡Qué pena tan grande! Con su vara mustia me habla de profundas noches de tristeza, de noches sin lumbre repleta de angustias, de noches heladas que amarga lapobreza¡ Qué pena tan grande! Pobrecito niño hambre y pesares le arrojo la suerte. Es un huerfanito pobre sin cariño. Desde que a su madre le llevó la muerte. Toca en las tabernas trágicas y oscuras donde El negro crimen tiene su guarida, Donde hay puñaladas que quitan la vida! Que negra amargura tan cruel la que siento Al ver su carita tan triste y tan buena, De escucharlo solo tocar su instrumento Me va a hacer llorar como un niño de pena. Pobrecito toca! Desgrana alegrías, Desprecia las penas tiranas y crueles,

Encanta a las almas, endulza agonías Derrama en las bocas amargas tus mieles Pobrecito toca! Con tu vals alegría La miseria horrible de los arrabales, Donde el hambre brinda su caricia negra A la carne triste de los hospitales Sigue por tu senda mísera chiquillo Ya que tú eres solo, solito en el mundo, Arrastrando a cuestas tu viejo organillo Como un perro flaco, sucio y vagabundo.

La apreciación de Juan Rodríguez nos testifica la cruda realidad, del trabajo infantil: niños que viven solos, sin el amparo de una familia. Las consecuencias son lamentables y se traducen en una vida callejera donde el hambre es un apéndice que se carga cotidianamente. Así también el Diario La Unión de Valparaíso hace patente no tan solo al trabajo infantil, sino que también a los que ellos llaman ” la infancia abandonada” y del accionar de las autoridades cuyo reportaje denota lo siguiente: “ En efecto, periódicamente la prensa y las autoridades se ocupan intensamente de la situación de la multitud de niños desamparados que pululan en la cuidad día y noche sin que, desgraciadamente lleguemos alguna vez a una conclusión definitiva, sea por falta de fondos para construir un asilo o cualquiera otra circunstancia que, en modo alguno, queremos atribuir a negligencia o falta de interés".125

125

LA UNIÓN DE VALPARAÍSO, 16 de Agosto de 1929. Pág. 10.

Dentro del mundo infantil, también los niños eran identificados con un personaje que encarnaba e identificaba a mucho de ellos, era el Palomilla: “nadie jamás supo a ciencia cierta de dónde salió. Alguna vez se le vio por los malecones, haciendo cachaña al destino y guiños picarescos al hambre. Anduvo por los más distantes andurriales con su carita demacrada y llevando en sí un gesto de desafío y de prematura malicia”126. Sin duda, la vida callejera fue la escuela de la vida para estos niños, en donde con astucia debían ingeniar alguna forma para sobrevivir, protegiéndose del frío y saciando su hambre. El ardid se mezcla con el robo, la forma más normal o más rápida de obtener los alimentos que ante los ojos expectantes de la sociedad “burguesa” eran considerados como una amenaza “El palomilla, repelido por todos, combatido como un peligro”127. A temprana edad ya conocían los pesares de la cárcel y la mano de la justicia.

Foto: Niños de la calle 1916

126

AGUIRRE E., Luis. Op. Cit. Pág. 178.

127

Ídem.

Pero ¿Cuál fue la forma de combatir a estos pequeños ladronzuelos? (siguiendo la temática expuesta de ver a estos niños como una amenaza), la iniciativa se dio proponiendo de la creación de una “institución de carácter reformador... señalándoles el verdadero camino, el sendero que lleva por las vías del trabajo y del honor, a la felicidad

128

. Está apreciación

esta enfocada desde una postura donde se veía a los niños con una plaga que había de erradicar. En donde “el reformatorio” para muchos era una solución, solución que trataba de enderezar por el buen camino a estos niños con una instrucción de carácter militar; este es el caso del Reformatorio Escuela Arturo Prat inaugurado el 21 de mayo de 1928, en ese entonces contaba con 120 niños que habían sido anteriormente recogidos en las calles de nuestro puerto “ Los niños del nuevo Reformatorio, con uniformes y bien calzados, con sus caras y manos limpias, bien peinados y cómodamente aseados, no tenían semejanza alguna con los rapazuelos harapientos y sucios recogidos por la policía días atrás”129

Foto: Reformatorio Arturo Prat

128

Idem.

129

REVISTA SUCESOS, 5 de Julio 1928.

Otra instancias de ayuda es la ofrecida por quienes consideraban que la problemática social que significaban estos niños de la calle era la fuerza de las circunstancias, las cuales hacían que estos niños se convirtieran en pequeños hombres y enfrentar la vida con esfuerzo y sufrimiento prematuro; entonces, más que reformar lo que se necesitaba realizar en pro del bienestar de ellos era otorgar un apoyo, el cual en cierta medida debía suplir esas carencias económicas y afectivas de las cuales eran presa; por lo cual es digno de señalar el aliento que significo el Club del Niño, Aspiración noble del Dr. Héctor Pumarino, jefe del servicio en Valparaíso, evitaría la vagancia, debido a lo inconfortable de los hogares de nuestro pueblo. Es necesario darle al niño un centro superior y agradable, donde encuentre cierto confort, ambiente limpio, música, revistas educativas, dibujos, juegos y juguetes; clubes que estarían a cargo de una junta de buenos vecinos, del centro de padres o del buen amigo rotario130.

130

Ibídem. Pág. 241

Pues bien, como hemos señalado, el temprano abandono de estos pequeños fue significativamente un impulso para la delincuencia. Manuel Rojas, autor de "Hijo de ladrón" (igualmente ambientada en Valparaíso) lo hace patente con el personaje Cristian, que sin duda representa las circunstancias de la vida que muchos de estos pequeños debieron enfrentar. “Cristian no sabe leer ni escribir. El padre era vendedor ambulante de parafina y de velas de sebo, borracho, analfabeto y violento; tuvo tres hijos y quedo viudo; no se volvió a casa...los niños se criaron como pudieron. Dos murieron de hambre y Cristian se hizo ladrón: era una manera de salvarse malamente, es cierto, pero no todos pueden elegir lo mejor”131

131

ROJAS, Manuel. Hijo de ladrón. Editorial Bugera, España, 1951. Pág. 270.

Con el avanzar del tiempo la situación de estos niños no cambiaba mucho entrando en la adolescencia. En la juventud resulta un poco más fácil encontrar un empleo, percibiendo una remuneración estable o por lo menos duradera. Para introducirnos en este ámbito señalaremos la historia de un joven trabajador: Eugenio,132 quien en su condición de tal se enfrenta a la vida laboral tras haber dejado su hogar: Mi desolación... Inclinando la cabeza sobre el pecho, próximo a llorar, quede con los ojos fijos en el pedazo de pan que tenía entre los dedos, como si dudara en comérmelo; pero luego, reaccionando, me lo eche a la boca. Todas las noches me sucedía lo mismo, y aunque cada una me hacía el propósito de no acordarme a esa hora de mis padres o de mi casa, a la noche siguiente, junto con echarme a la boca el primer trozo de pan, el recuerdo aparecía. Me avergonzaba eso, pues yo quería ser un hombre duro, sin llantos, sin sentimentalismos, como eran los demás hombres, como era mi padre133.

La rudeza es una característica notable en nuestros hombres porteños quienes a costa de sacrificios han luchado arduamente por la mantención de sus oficios. Nuestro personaje Eugenio -por su juventud e inexperiencia- al desarrollar su primer trabajo como cuidador de barcos “buitre”134 sufre la triste experiencia de perder su sustento por haberse quedado dormido en su vigilancia nocturna “Diez faluchos de la Casa B & Co. Flotaban en fila frente al malecón y en cada uno había a esa hora un hombre, que como yo, debería pasar la

132

ROJAS, Manuel. Lanchas en la Bahía. Op. Cit. Pág.18.

133

Ibidem. Pág. 23.

134

Buitre era el nombre que los trabajadores de la bahía daban a los guardias de los

faluchos.

noche con los ojos abiertos. La consigna era vigilar y no dormirse, bajo la amenaza de ser fondeado por los piratas o despedido del empleo”135. Tras haberse quedado dormido este joven muchacho encontró el despido, ¿que podría hacer ahora?... no le queda nada más que seguir buscando otro empleo que le permitiese sobrevivir. Como tantos otros jóvenes, se acercó al refugio del mar, la playa y los pescadores. Es en este momento donde la rudeza y el sacrificio diario hicieron madurar de golpe a este joven, que sin darse cuenta, se convirtió en hombre. Allí conoció a quienes le invitaron a trabajar como lanchero. Alejandro, hombre de mar se le presentó y le expresó lo que significaba trabajar en el mar, pues la vida de pescador era muy sacrificada y el siendo tan joven quizás no podría cumplir con ello. Otro requerimiento para integrarse al trabajo era ser miembro del Sindicato, “lo cual para muchos era, la lucha social, la emancipación obrera, la expropiación de los bienes privados y su reparto a la comunidad”136. Sin embargo muchos de los trabajadores siendo miembros del sindicato no tenían una participación activa dentro de él, sino más bien que se acercaban cada vez que había algún tipo de manifestación como lo es el caso de otro pescador que apadrino al joven Eugenio. El mismo opina de este rudo pescador: “Este rucio es un animal. Para el no hay más que la violencia, la violencia en todo. Trabaja, come y bebe como un bruto. Es socio del Sindicato, pero no aparece por allá sino cuando hay alguna huelga...”137. La lucha por la igualdad social estaba en manos de los sindicatos que representaban los pensamientos y anhelos de los requerimientos de los grupos sociales más desposeídos, los cuales comenzaron a organizarse para así lograr sus objetivos. No tan solo en "Lanchas en la Bahía" encontramos una pequeña alusión a ello, sino también en el relato de Nicolás

135

ROJAS, Manuel. Lanchas en la Bahía. Op.Cit. Pág. 18.

136

Ibídem, Pág. 88.

137

Ibídem. Pág. 60.

Latuz “Mañana es otro Día”

138

. En este cuento una manifestación de trabajadores y

estudiantes realizada una mañana en La Plaza O’Higgins, produjo acontecimientos -que como narra el personaje principal Pedro- serán hechos que no se han escrito “¡No hay salvación¡... Después vendrán los historiadores y disfrazarán los hechos. La historia verdadera aun no se a escrito”139. El relato cuenta situación ocurrida en la plaza, poniendo énfasis en la postura y acción de los uniformados; ya sea militares, marineros y policías de los cuales se cuestiona “¿defensores de nuestra raza y civilización?... Son hombres heroicos que no se ensucian las ropas con el aceite de las fabricas, ni les sale callos en sus manos enguatadas. Son hombres que honran a la República”140. Pero ¿quiénes son los que defienden el honor del trabajador? sin duda, ellos mismos respaldados por sus instituciones de colaboración social y organización laboral. Luego de los disturbios, señala, las gentes se ven asustadas: faroles destruidos, sangre desparramada por el lugar y él como otros trabajadores cayeron en prisión “ vino el relinchar de las rejas y el nauseabundo aire de las celdas. Murallas estériles y frías. Parásitos, suciedad, 138

En 10 Cuentistas de Valparaíso, varios autores.De la Sociedad de Escritores de

Valparaíso. Ediciones Océano, Valparaíso 1957. LATUZ PONCE, NICOLAS: Una preocupación social se observa a través de sus relatos. Escoge sus personajes entre la gente humilde y su simpatía está en los perseguidos e insatisfechos. En sus nuevos cuentos va abandonando la prédica partidista para hacer que el mensaje brote de la unidad dramática de sus personajes. Nació en Santiago, pero su infancia y adolescencia han sido vividas en Valparaíso.

139

Ibídem. Pág. 100.

140

Ibídem. Pág. 103

sufrimientos”141. Tras unos cuantos días la esperada salida se realizó, al momento reflexionar sobre la libertad, el futuro y su condición social “ Una lágrima quiso empujar afuera su condición rebajada de hombre y de esclavo, y cayó tenue, silenciosa. Era la rebeldía contenida, el reventar de los sueños y los dolores... Mañana será otro día”142. Sin duda el, arduo esfuerzo generado en la búsqueda de mayores oportunidades no fue una situación simple, por el contrario, ha estado marcada por un alto grado de sacrificios por parte del pueblo, en donde debido a la represión impuesta las autoridades sólo se dio paso a calmar estas insatisfacciones con la caridad de algunos filántropos; Nunca habré sentido con más pena surcar el espacio el grito revolucionario de todo un pueblo que en medio de sus hambres y sus miserias se hace justicia por sus propios esfuerzos, perdida ya toda esperanza de que otros vengan en su ayuda.143

El punto de encuentro entre ricos y pobres está en la caridad, solución momentánea a un problema trascendental de nuestra sociedad. La igualdad, que no recibía mayor importancia a nivel político, fue levantada como bandera por muchos porteños honestos que se sintieron con la obligación moral de ayudar a los desprotegidos. Uno de estos filántropos realizó una labor de carácter más bien intelectual, dándole cabida en el mundo de las artes a aquellos trabajadores que sintieran aspiraciones literarias. Estamos hablando del señor Carlos Paniagua:

141

LATUZ P, Nicolás. Op. Cit. Pág. 10.

142

Ídem.

143

RECABARREN, Luis Emilio. Escritos de Prensa. Op. Cit. Pág. 14.

Un entusiasta luchador en pro de la difusión del arte entre los obreros. Su obra de cultura popular verdaderamente, cuando una persona lucha por mantener una obra que vaya en beneficio del pueblo, sin otro interés que la satisfacción que produce el trabajar desinteresadamente por un ideal que se sustenta, nadie se da cuenta de las dificultades que se tienen que ver para hacer triunfar esos ideales. El Ateneo artístico obrero, fruto por demás hermoso del esfuerzo de Carlos P. Ha realizado una labor durante los 6 años de vida que lleva esta institución. Los torneos artísticos literarios, que han tenido bastante éxito y aceptación entre el elemento aficionado; el cual ha concurrido con todo entusiasmo a demostrar lo que pude la capacidad artística e intelectual de los obreros porteños. Verdaderamente es un orgullo para lo porteños contar con una institución que se dedique a propagar y difundir el arte en las masa trabajadoras”144.

La inquietud literaria por parte de aquellos que en muchos casos ni siquiera asistieron al colegio está evidenciada en el relato de él ya nombrado Ernesto Barrera, donde un joven trabajador de 21 años encuentra en el lápiz y papel un modo de representar la realidad, señalando “todo lo que escribo es realidad” y para ello cuenta con el apoyo de un profesor. Por lo tanto podemos ver que esta iniciativa, encontró a muchos hombres como este joven con deseos y aspiraciones artísticas, en donde El Ateneo Obrero fue su nidal.

144

DIARIO LA UNIÓN DE VALPARAISO, 13 de abril 1932. Pág. 12.

Al plantear la acción de un filántropo masculino, no podemos dejar de establecer que esta tarea quedó más bien en las manos de algunas señoras de la alta sociedad de nuestro puerto. Antes que todo, debemos recalcar que la posición social de aquellos que gozaban de un mejor pasar económico estaba ligada a la actividad comercial, a los negocios del salitre o por herencia colonial. En consecuencia, la caridad en manos de estos ciudadanos adquirió un marcado espíritu aristocrático y burgués, englobando las principales acciones sociales y desenvolviéndose éstas al alero de la riqueza de sus maridos. Quizás resulte paradójico, pero las condiciones económicas del país y en consecuencia las de Valparaíso durante 1900-1960, tuvo sus momentos de crisis en los cuales no fue difícil encontrar estas grandes familias pasar de la opulencia a la escasez. La primera apreciación sobre esta realidad la encontramos en El viejo Almendral, relato presentado por Pedro Lacerda en donde él comenta sobre Doña Rufina una amiga muy querida de su hogar, la cual siempre ostentaba su ascendencia española: “ Doña Rufina Sánchez Verdejo, habría oído de su padre que uno de sus antepasados, un Verdejo y Pastrana, sirvió las huestes de Carlos V y murió en la toma de Túnez... Por estas particularidades podría dárselas de aristócrata”.145 Otra apreciación sobre el mismo tema señala Lacerda:

Estas damas, descendientes de conquistadores y funcionarios coloniales, sin mezcla con nativos, pugnan por retornar a la naturaleza europea de sus bisabuelos y chocan con el cima adverso. Por eso viven en eterna batalla y el pueblo moreno asume para ellas la encarnación

145

EDWARDS BELLO, J. Op. Cit. Pág. 90.

de una amenaza secular. Hablan constantemente de sus antepasados, de sus triunfos sociales y juveniles, de la superioridad de la familia y de su tiempo 146.

Continuemos con el ejemplo de la señera Rufina. Ella era una mujer viuda, tenía dos hijos. Desde entonces, el padre de Lacerda la acompañaba y protegía en su desolación: por esto señala la visitaban a menudo en un de estas visitas fue cuando quedo a la luz la pobreza en la que aquella familia vivía “Ignoraba hasta entonces las realidades de la pobreza y se me presento de manera deplorable, con sus promiscuidades, sus olores mezclados, su desorden y la oscuridad. Vivía en tres cuartos, en la Subida Tubildá. La casa era pequeña... Sin embargo, en medio de la miseria, se notaban

simpatía y fraternidad”.147 Estas

apreciaciones nos muestran las condiciones ocultas de la pobreza que muchas familias ensombrecían a la luz de un apellido o un pasado lleno de ostentación en donde la palabra pobreza no existía para ellos. El caso más representativo de la sociedad acaudalada porteña viene a ser el encarnado por la señora Juana Ross, considerada “figura máxima de la ciudad” según lo relatado por Pedro Lacerda:

Doña Juana Ross, además de la influencia del dinero, encarno la alianza con los sacerdotes, ávidos de poder político. Era la mujer más rica de Chile. En un país pobre, donde la gente padece la pasión del dinero y sueña con él... tanto poderío en manos de una mujer resulta

146

Ibídem Pág.78.

147

Ibídem Pág.91.

peligroso... Ella manejaba a su antojo el Banco más próspero de país. Su marido y primo hermano fue un hombre de negocios formidable, dueño del monopolio del cobre.148

Considerada dentro de su ambiente como “la más magnifica de nuestras benefactoras”149, aportó para diversas obras sociales, ya sea en el área de la salud, la educación, y en la vivienda obrera “Se anticipó a nuestras leyes sociales en materia de vivienda popular, arrasó los ranchos de sus fundos y construyó para los inquilinos, casa higiénicas y alegres y fundó la población Obrera de “Unión de Valparaíso”, modelo no superado por nuestras actuales cajas”.150 Sin duda la labor de esta mujer cumple con su visión de la vida marcada por un fuerte catolicismo, con la ayuda al prójimo y por sobre todos con los más, es por esto que “Entre la virtudes que más elevan el alma humana se halla la caridad, es ella la que hace que al espíritu hacía Dios, alejándolo del egoísmo que pervierte a las almas y retrasa su progreso”.151 Juan De Dios Ugarte en su libro “Valparaíso 1536-1910”, recopilación histórica, comercial y social; hace –dentro de la presentación- una ofrenda a aquellas mujeres que marcaron una época en donde la pobreza de nuestro puerto convivía a diario con la 148

149

150

151

Ibídem Pág. 93 AGUIRE ECHIBURU, Luis. Op.Cit. Pág. 279. Ídem. UGARTE

YAAR, J. De Dios. En Valparaíso 1536-1910. Recopilación histórica,

comercial y social. Imprenta Minerva 1910. Pág. V.(apreciación de Ernesto Monge Wilhems).

opulencia y la ostentación; y, sin embargo, ellas lucharon para hacer que estas diferencias de vida fuesen menos duras para aquellos que se encontraban en condiciones más deplorables. Señora Sara del Campo Montt, cuyo óbolo sin límites fue el consuelo de los desvalidos en época no lejana. Señora Juana Ross de Edwards, la benefactora social, de alma generosa, cuya labor humanitaria es la mejor pagina de la caridad chilena. Señoras Victoria Morandé de Larraín y Adelaida Garcés de Bermúdez que no han omitido sacrificios para remediar el dolor de los seres abatidos por la desgracia.152

Una de las obras de mayor trascendencia de parte de estas mujeres fue las “Gotas de Leche”, institución de defensa del niño, cuya motivadora principal fue la señora Mary Ffirtz-Hhenry de Guarello, quien junto con la colaboración de otras prestigiosas damas hicieron posible que el 2 de Julio de 1919 se fundara esta institución. “La finalidad de esta institución es la de trabajar en la defensa de la salud y vida de los niños necesitados menores de dos años, y establecer obras o servicios conducentes a mejorar su condición y estado, y a la vez de sus madres en dicho periodo”.153

152

Ídem.

153

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op.Cit. Pág. 247.

Luego de haber señalado un aspecto de la vida de aquellos que disfrutaron del auge porteño y que en cierta magnitud trataron de hacer llegar un granito de arena hacia aquellos que no tuvieron esa suerte, debemos interiorizarnos ahora sobre otro aspecto que no deja de ser importante para el estudio de los sujetos. El ámbito comercial, marítimo, bursátil, en general marco fuertemente la actividad económica de este sector por lo cual muchas veces se le catalogó como burgués. En el ya antes citado libro “ El viejo Almendral”, encontramos a un personaje que nos introducirá al ámbito comercial: el Señor Power, un hombre extranjero, específicamente inglés, se hizo socio de Lacerda. Este recuerda que en su primera reunión le dejó en claro “la oficina es la oficina. Aquí no se hable ni se piense de otra cosa que no sea business”154. Pero ¿cuál es el lugar en donde se llevan a cabo los negocios en Valparaíso? El wall street Chileno como se señala en “Las postales de viejo Valparaíso” Lacerda señala: “en la calle Prat, cerca de la bolsa. “Cada país con lo suyo y Chile es famoso por sus negociantes...”155 luego en diálogo con Power:

“... No me digas en tono de burla que la musa de Valparaíso es la bolsa. ¡Pues bien! Te juro que hay cierta poesía en esta vida. El dinero es poético ¿ qué ganas tú con soñar con mujeres divinas, con castillos y barcos de placer si no los puedes comprar? No le hice caso porque la bolsa me tenía preso en su brujería.

154

155

EDWARDS BELLO, J. Op.Cit. Pág.45. Idem. Pág. 62.

No obstante el progreso y el cosmopolitismo en Valparaíso padecía de manías de los pueblos chicos156.

Dentro de la actividad salitrera hemos tomado el trabajo de Délano “ El francés”, que ya antes enunciamos pero que vale la pena mencionarlo nuevamente, ya que sus letras demuestran el ámbito social que rodeó la actividad minera del salitre, específicamente el de las relaciones humanas y las perspectivas familiares que se ven envueltas en esta actividad:

El padre de Chela se marchaba al norte enviado por la casa comercial en que trabajaba y un mes después su familia lo seguiría, ella me dio la noticia llena de tristeza...Un día su madre habló con la mía y le contó sus burguesas ambiciones. Entre otras cosas, le dijo que Chela se casaría en las salitreras con algún ingles y sería feliz.157

La economía porteña ha estado ligada a la participación de muchos elementos que obedecen entre otras cosas a la alta injerencia económica de agentes extranjeros, sean estos ingleses y franceses, ¿pero qué les atrae de Valparaíso? Pues bien, en una primera instancia negocios generados por el ámbito portuario y minero. En segundo lugar, el encanto y la

156

Ibídem. Pág. 63.

157

DELANO, Luis. Op. Cit. Pág. 191-192.

magia que representa Valparaíso lo que lo hace un lugar acogedor para todos aquellos que se hospedan y luego se residen aquí. Al conformar su residencia comienzan a ser del espacio algo propio, creando zonas residenciales, colegios, etc. Los ingleses fundaron el Colegio Mac-Kay en donde estudio nuestro ya ante mencionado Pedro Lacerda, el cual relata su experiencia como chileno dentro de un colegio con un carácter fuertemente nacionalista (inglés), en donde las diferencias entre nacionales y extranjeros es verdaderamente abismaste:

Los ingleses han cultivado para su uso los cerros del anfiteatro, en uno de ellos esta el MacKay...La llegada al colegio me pone como si me desollaran. El Colegio es limpio y esta vació; los bronces brillan; se ven retratos uno es de la Reina Victoria, niña. Las salas de estudio, vacías y cepilladas, parecen enormes y hostiles... Los ingleses se aíslan de los chilenos; el colegio es una isla destacada de la Inglaterra Victoriana, potencia oceánica y absorbente 158.

Dentro de las mujeres extranjeras podemos señalar a través de lo que hemos leído en Salvador Reyes dos casos bien particulares: uno es el de la una mujer alemana y otra norteamericana. Para el caso de la mujer alemana, debemos señalar que es la propietaria del Bar Kiel quien junto con su esposo administra este local; su carácter a lo largo del relato de Reyes, lo vemos por ejemplo en situaciones claves, tales como a la hora de trabajar en la noche cuando su marido “Gran vientre alemán y, allá en lo alto una opulenta construcción, y una cabeza humorística”159 se dedica a atender la clientela, coquetea a menudo con las jóvenes que asisten al lugar; es allí cuando con tan solo una

158

EDWARDS BELLO, J. Op. Cit. Pág.16-17.

159

REYES, Salvador. Valparaíso, Puerto de nostalgia. Op. Cit. Pág.19.

mirada de su esposa regresa a sus labores sin chistar. Respecto a la mujer norteamericana, ésta era:

Una mujer rubia, vestida con cierta extravagancia de buen gusto. La rubia era Nelly Bradford, norteamericana; su acompañante, el teniente Ricardo Archer, inglés... del Cerro Alegre. Miss Bradford hablaba un castellano bastante claro y cuidadoso. Tenia un aire alegre y al mismo tiempo un poquito sophysticate. Sonreía de una manera fresca u encantadora160.

Nelly era una mujer extranjera, pero había pasado varios años en nuestro país por lo que su lenguaje y la convivencia a diario con el puerto le resultaban cotidianos; cosa que por lo demás era un sentir de todos aquellos extranjeros que habitaban este puerto. Lo prismático que resulta ver a Valparaíso tras esta gama de personas de distinto origen han hecho que nuestro puerto resulte ser universal; todos aquellos extranjeros que se han quedado han dejado huella e historia de sus países; por lo que en muchos casos hizo que las tendencias, modas, ideologías y estrategias se entremezclaran sin concebir cual fuera su origen primario. Délano en cuanto a esta situación en escribe “La pareja” sobre la confusión que producía la mezcla entre chilenos y extranjeros, ya que las cualidades de estos extranjeros, se mimetizaban con la cultura del chileno pero en la realidad no los son.

160

Ibidem. Pág.135.

El hombre vestía siempre de negro, un gabán largo, casi hasta los pies, y un sombrero de anchas alas... ella era enteramente extraña e inolvidable, con sus ojos estirados, mongólicos, su color pálido, de metales y sus labios de sangre, un poco caídos en los extremos... indudablemente la pareja aquella era extranjera. No había necesidad de averiguarlo...Ella seria asiática y el italiano tal ves o español161.

No dudaba en su apreciación sobre la pareja, hasta que la curiosidad le dio pie para consultar con un amigo, el cual esperó un fugaz encuentro de dicha pareja.

¡Qué raros! , ¿he? ¿Raros?...no veo que tienen de raros. Pero hombre, esos trajes, esas caras... ... No hombre, sí Germán Gonzáles, es un empleado de la Aduana. ¡Pero ella sí es extranjera! Grité, sin poderme contener ya, nuevas risas de mi amigo. Es tan chilena como tú y yo se llama Elsa Gonzáles...162.

161

DELANO, Luis. Op. Cit. Pág.31.

162

Ibídem, Págs. 32-33.

Al referirnos a los extranjeros y los extranjerismos asimilados dentro de esta amplia cultura que han dado origen a características inimaginables de los porteños, no podemos dejar de dar algunas apreciaciones sobre los porteños que salen de su puerto por alguna circunstancia, pero que pese a todo añoran el reencuentro. En "Valparaíso, Puerto de nostalgia" vemos esta visión recordatoria del puerto:

El carácter de las ciudades se pierde cada día y en ellas los hombres van tomando una uniformidad desesperante. Visten lo mismo, hablan lo mismo, piensan lo mismo. ¡Valparaíso!... 163.Yo me acuerdo de las calles del viejo puerto. La Cajilla Clave...¡Que pintorescas eran! Las prostitutas estaban a las puertas, medio desnudas, llamando a los transeúntes; la gente iba y venia llena de animación. Se veían tipos de toda clase: ojos oblicuos del Asia, enormes espaldas de Escandinavia, pipas de Bristol, jetas de Dakar...¡Había sabor humano en la atmósfera, vida, vida suelta y maravillosa! 164

Ahora bien, ¿quiénes son los que abandonan en forma contínua el puerto? Paradójicamente, los mismos que llegan de otras latitudes, es decir, los hombres de mar; “marinos” ya sea nacionales o extranjeros. Vivir en un puerto implica muchas veces para

163

REYES, Salvador. Valparaíso, Puerto de nostalgia. Op. Cit. Pág. 92.

164

Ibidem. Pág. 118.

aquellos pequeños que viven en él la añoranza de viajar por ese mar que ven cada mañana; así lo señala Délano: En los juegos siempre quería ser capitán... ¡Naturalmente! Respondía yo, que creía sentir desde mucho antes el latido de la vocación. Ahora he venido a comprender que los niños que serán marinos deben tener el corazón conformado de cierto modo, distinto al de los demás mortales. Deben nacer con la sombría vocación de rebeldía, con el triste goce de la soledad y con el fuego vivo del valor.165

Así con un interés prematuro, muchos niños al crecer se incorporaron a la vida en el mar, algunos como marinos nacionales o embarcándose en tripulaciones extranjeras. En "Valparaíso, Puerto de Nostalgia" texto ya citado, se encuentra un personaje que desarrolla esta actividad, se llama Eduardo Miranda y se encontraba navegando en El Valeroso barco que navegaba con destino a Valparaíso, y en ese momento reflexiona frente a su condición: “Su libertad valía bien poco. Una libertad de días solitarios y de noches fastidiosas a bordo de os barcos o en su casa de Valparaíso”166. También podemos señalar dentro de aquellos tránsfugas a los primos Rossi, unos jóvenes que habían salido del país y que embarcados en un barco norteamericano en el cual trabajaban visitaron Valparaíso, y sin duda tenían la esperanza de poder encontrar a todos sus seres queridos. En su primer contacto con la ciudad señalan “¡Cómo se había transformado Valparaíso en tan pocos años! Daba la impresión que la ciudad hubiese sido construida de nuevo. Nuevas plazas, calles que antes no existían, edificios de tres y cuatro pisos”167. 165

DELANO, Luis. Op.Cit. Pág. 225.

166

Ibidem. Pág. 146.

167

AGUIRRE ECHIBURU, Luis. Op. Cit. Pág. 166.

¿Corresponde “Valpo”, como lo llaman los marinos, “Pancho” como a su fama y su leyenda? Se pregunta D´Halmar, un gran marinero y ciudadano Ilustre de este puerto. Frente a uno de sus regresos señala:

La noche que regresé al país, tras una ausencia de 27 años, (número predominante de mi vida), distinguí, una hora antes de fondear, las luces de Valparaíso y oí hacerse lenguas, en todas las lenguas, a mis compañeros de travesía, del panorama que se ofrecía. Era casi tan sorprendente como el de Constantinopla y de seguro más que Nápoles y Río de Janeiro. Y en ese orden se confirmó para mí, en el escalafón de mis viajes, la jerarquía de mi patria chica, que no es bella porque sea mía, sino porque soy suyo y he de disolverme y anegarme, como un aparecido más, en su salobre polvo de agua y en su niebla irisada de sol.168 Por último, la vida y acción del marinero quedará evidenciada en este poema:

¿Conocéis mi poesía “Marinero”?

Marinero, tu velero La luna nueva de Enero Lo vió del puerto zarpar

Y al venirle plenilunio De este mismo mes de Junio Vuelve a recalar. ¿Qué has amado, qué has sufrido, 168

Ibídem. Pág. 165.

qué has pasado, qué has sentido, marinero, en tu viajar? Si has sufrido, si has amado, Si has sentido, no has pasado vanamente por el mar. Del olvido hasta el recuerdo, Ya te gano, ya te pierdo Y te vuelvo a rescatar. Mi barco desmantelado, En pontón se halla fondeado, Más tú haces navegar. Contigo sólo y por ti Torno a tocar en Tahití A donde comencé a amar. Y sólo por ti y contigo Desembarco en aquel Vigo Donde mi amor fue a expirar. Voy a Londres, voy al Sena Voy a esa rada de arena Del negro Madagascar; Me adormezco en Yokohama Y el fulgor del Fujiyama Alumbra mi despertar. Marinero, marinero, acróbata maromero Del circo de pleamar! El trapecio de tu hamaca, el vaivén de la resaca, invita, incita a soñar. Y cuando llegue el gran sueño

Y de cruz nos sirva un leño Del velero al naufragar, Al Mar Muerto de la Muerte Marinero de mi suerte, Iremos juntos a anclar

Ya difuntos, los dos juntos En la Muerte y en el Mar.

CONCLUSIONES

Últimamente, percibimos que la vida de este puerto transita en forma muy agitada, impidiendo de alguna manera, detenernos a observar lo mágico que nos rodea y que forma parte de nuestras raíces como ciudad. Lo que hemos aprendido y aprehendido con el tiempo, ha sido gracias a testimonios orales, imágenes o simplemente, narraciones descriptivas de personas que se dedicaron a detallar la simplicidad de Valparaíso. Sin embargo, desde nuestra corta experiencia como sujetos históricos pertenecientes a esta ciudad, hemos podido extraer aquellos aspectos de nuestra historia local que nos han llevado a conocer y a asimilar de mejor manera una identidad regional, a partir de la lectura de testimonios materiales presentes en cada lugar de Valparaíso. Esto es, desde su contexto geográfico que ha perdurado en el tiempo, hasta su literatura, como reflejo de una época que experimentó muchos cambios, proyectados a través de los años y que, se pueden apreciar en gran medida en la actualidad. Valparaíso ha sido retratado como una tierra misteriosa que embriagó con su ‘vino dulce’ a todo aquel que estaba dispuesto a embarcarse en la aventura de su travesía por los cerros y calles porteñas. Muchos cayeron bajo la hipnosis de sus bares, luces y casitas colgantes que constituyó el atractivo permanente para todo visitante llegado a nuestras costas. Como hemos observado, la literatura no solamente puede basarse en historias de hazañas de héroes, que muchas veces fue el motivo de varias novelas y cuentos. Las novelas recogidas en esta investigación nos revelan el carácter real que obtienen al ser retrato de una época en que los lugares señalados en ellas y los personajes descritos,

acompañados de todo el detalle de una vida social, son parte de la cotidianeidad reinante en este Valparaíso entre 1900 y 1960. Existe así, una identificación de parte de los autores con los personajes que recogen, pues a través de estos protagonistas expresan sus sentimientos hacia ‘Valprisó’, como le decían los franceses a esta ciudad. A la vez, el ambiente manejado en las obras literarias que aquí rescatamos refleja un Valparaíso que se caracterizó por su connotación popular en medio de una realidad socioeconómica en que ricos y pobres se encontraban a una gran distancia, marcada por la riqueza. Nos podemos dar cuenta de la utilización de este Viejo Pancho por parte de sus narradores para recrear historias: unas con mucha carga descriptiva de lugares, como así, otras con poco detalle geográfico y mucho de personajes o de historias propiamente tales. Lo cual nos lleva a comprobar que la mayoría de los autores recogidos, narran historias con el pretexto de describir y entregar una caracterización de Valparaíso, y otros, en cambio, usaron el nombre de calles de Valparaíso con el objeto de ambientar espacialmente sus creaciones cuentísticas o novelescas. Todo este estudio investigativo acerca de la literatura como fuente histórica nos ha comprobado que los retratos realizados sobre nuestra ciudad reflejan cabalmente el perfil geográfico y humano que hemos dado a conocer a través de este trabajo. Ello permite comprobar nuestra hipótesis acerca de que la literatura es fuente histórica al reflejar una época en sus aspectos sociales, económicos y también en cuanto a reconocer en ella la mentalidad de un período de la historia nacional y local que nos permite descubrir la riqueza cultural contenida en cada párrafo trazado con simples palabras que hace del relato un agradable encuentro con nuestras raíces y por ende, con nuestros valores y nuestra historia.

¿Cómo podemos estar seguros de que lo estudiado acerca de la literatura puede

ser

considerado como fuente histórica? Somos parte de un Valparaíso que aún existe y observamos cotidianamente a través de sus monumentos, edificios y calles. Sin embargo, la literatura analizada nos ha entregado un perfil de Valparaíso que describe en detalle lugares que aún existen y personajes que todavía deambulan por los cerros y las calles de la ciudad. Aunque el tiempo ha pasado irremediablemente por aquí, dejando atrás toda esta particularidad de la ciudad en este período estudiado, la huella de ello ha permanecido en el tiempo, conservando sus matices y estructura originales, aunque se ha hecho notar el paso del tiempo por todos sus rincones... No podemos pedir que todo se haya conservado de igual manera como se constituyó originalmente, porque los años pasan y la sociedad evoluciona, cambia, por lo que una ciudad debe avanzar a la par con sus necesidades y debe ir modernizándose de acuerdo a la época en que se viva. Es así como los hechos narrados en esta tesis tales como los incendios, terremotos (inclusive el cambio de nombre de calles que observamos a medida que ha pasado el tiempo), corresponden a la realidad porteña en un momento dado, por lo que su transformación en el tiempo se ha dado según los requerimientos que ha necesitado Valparaíso para poder surgir y no quedarse estancada en un período de su historia. Somos personas llenas de historicidad y así, nuestro quehacer diario ha aportado contenido histórico a la vida cotidiana que se generó día a día en el puerto. Las desigualdades sociales tan marcadas en este período entre pobres y ricos se han diluido con el tiempo, dejando paso a la posibilidad de surgimiento de los sectores más pobres y a los numerosos sectores medios que proliferaron en el transcurso del siglo XX, implicando que las distancias entre los con más dinero y los pobres se hayan desvanecido a través de los años.

Por eso es que en la actualidad podemos apreciar fehacientemente los rasgos que aún son características del Valparaíso pintoresco y popular, aunque la idea de cambio y continuidad siempre ha estado presente a través de su historia, y más aún, a lo largo de todo el siglo XX. Esto es, que muchos aspectos característicos de Valparaíso se han modificado en el tiempo de acuerdo a su evolución, pero a la vez existe una continuidad en lo referente a su función ejercida, porque sigue la ley de la historia universal, en que algunas cosas cambian, pero otras continúan y, para el caso de Valparaíso, la continuidad aún se está dando, porque su riqueza cultural aún no se ha desgastado. Al contrario, sigue vigente la idea de preservar lo nuestro y mantener siempre viva su esencia, que es lo que importa al avanzar una sociedad. Pese a que los cambios urbanísticos se han apoderado de este puerto tan rústico en sus inicios, la vida social ha transcurrido rápidamente, pero aún así, la sociedad mantiene muchas de sus costumbres, evidenciando un cambio en la mentalidad, pero a la vez, continuando con lo indispensable para mantener lo tradicional de nuestro puerto de nostalgia, como decía Salvador Reyes. El Valparaíso entre 1900 y 1960 nos deja un gusto a poco y un sabor nostálgico en cuanto a la forma de vivir cada día tan intensamente como lo describen los autores. Esto es, que en las primeras tres décadas del siglo XX se vivió agitadamente, lo que se evidencia en el próspero quehacer económico, por lo que entre 1940 y 1960, cuando este auge comienza a declinar este ritmo se detuvo y empezó a transcurrir más lentamente...no con la misma energía de antes...llevando en gran medida, a numerosos literatos, pintores, comerciantes, entre otros, a experimentar cierta nostalgia por ‘los viejos tiempos’ en que el Valparaíso próspero brillaba y se proyectaba hacia el mundo. Por otro lado, la simplicidad de la gente y la particularidad geográfica de este puerto contada a través de las novelas, nos deja en claro la sencillez de la gente pobre, pero a la vez, las condiciones miserables que afligía a los habitantes de cerros, en contraste con la actividad económica, que fue muy importante a nivel mundial. Los más adinerados tenían el poder político y económico y, aún así, el desarrollo social fue lento hasta que recién a mediados del siglo XX viene a darse un mayor despegue de los

sectores más desposeídos para poder trabajar en mejores condiciones y vivir en un lugar más saludable. Tenía mucha razón J. E. Bello al criticar en 1924 las diversas condiciones en que se encontraba Valparaíso cuando él vivía en esta ciudad: sucio, desolador, pobre. Aunque una mejora en las condiciones de vida debía ser responsabilidad de las autoridades, lo cual se hizo pero poco a poco. Los reconocimientos adquiridos por Valparaíso a través del tiempo basados en su historia tan ricamente decorada con magia, misterio, leyendas, cuentos, en fin, la han hecho ser catalogada como una ciudad atrayente, por lo que ella encierra. Sin embargo, es nuestro deber como ciudadanos pertenecientes a ella, el valorar y difundir todo lo que signifique hacerla crecer y así, entregar a los demás, la preocupación constante por hacerla surgir en todos los ámbitos. Puesto que, dependerá de nosotros el mantener vigente

la memoria histórica de nuestra ciudad, para que a la vez, experimente un

desarrollo en todo sentido y proyectarlo hacia otras regiones y por qué no, hacia otros países. Si alguna vez su nombre traspasó fronteras, hoy en día también puede ser reconocido por su grandeza histórica, económica y fundamentalmente cultural, como ser parte del Patrimonio de la Humanidad. Pero eso es un compromiso y tarea de todos, no sólo de las autoridades y de los que escriben.

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APOYO

DE

INTERNET:

fotografías)

http://www.siglo20.cl http://www.valparaisosuhistoria.cl http://pagina.de/valparaiso_antiguo

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de

diarios

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