Trabajo Infantil En El Neoliberalismo

  • April 2020
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Trabajo Infantil. Combinación de factores y relaciones sociales de precarización del trabajo en la sociedad neoliberal. Dasten Julián Vejar1

Resumen: El presente artículo pretende exponer detalladamente la problemática de la dinámica estructural sociedad, trabajo e infancia. Principalmente se centrará en reflexionar sobre la relación que existe entre los imperativos objetivos/subjetivos que llevan o conducen al trabajo infantil, a partir de los cambios en el mercado del trabajo, con su consecuente relación en materia del desarrollo del niño, especialmente en la escolaridad y su vínculo educativo, integrando la problemática a las condiciones generales de reproducción del capital y la extracción de plusvalor. Abstract: The present article tries to expose detailed the problematics of the dynamics structural society, work and infancy. Principally it will centre on thinking on the relation that exists between the objective / subjective imperatives that they take or lead to the infantile work, from the changes on the market of the work, with his consistent relation as for the development of the child, specially in the education and his educational link, integrating the problematics to the general conditions of reproduction of the capital and the extraction of capital gain.

Palabras clave:

1

Sociólogo. Miembro del Área de investigaciones sociales/humanas del Instituto de Desarrollo

Regional de la Universidad de la Frontera, Temuco, en donde desarrolla y promueve investigaciones en la línea de sociología y cambios en el mundo del trabajo en la Región de la Araucanía. Temuco.

2

I. LA SOCIEDAD MUNDIAL Y LAS CONDICIONES DE INTEGRACIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO INFANTIL. El trabajo infantil es un fenómeno global de proporciones masivas y esta es una realidad transversal a las problemáticas de integración económica en el mundo. La OIT estima que, alrededor del mundo y especialmente en los llamados ‘países en vías de desarrollo’, unos 250 millones de niños entre los 5 y los 14 años de edad trabajan en una o más actividades económicamente productivas, remuneradas o no. Algunos trabajan con sus familias; otros buscan patronos afuera del núcleo familiar, quienes pueden ser parientes o no; otros laboran como trabajadores independientes. Aunque no se ha estimado oficialmente, el número de niños y niñas –particularmente entre los 7 y los 14 años de edad - que llevan a cabo tareas de índole doméstica en las viviendas de sus padres o abuelos puede ser considerable; estimándose mayor porcentaje de niñas (OIT & UNICEF. 2000). Así es como existen diversas formas en que la fuerza de trabajo infantil se incorpora al mercado laboral, como también existe una diversidad de motivaciones y causas que se asocian al trabajo infantil. Pero ¿Cómo se llega a tematizar problemáticamente el trabajo infantil? Lentamente se fue desarrollando una óptica que considera el trabajo infantil como una práctica que ocasiona un perjuicio gigantesco a niños y niñas, a sus comunidades de origen y en definitiva a la sociedad que las contiene, esto no como hecho arbitrario o simplemente manifiesto de un contenido ético humanista, como las declaraciones de principios o de derechos, sino que observando las consecuencias de una infancia sometida a un círculo vicioso de reproducción de la pobreza y la exclusión, a partir también de las mismas problemáticas que significa el trabajo infantil en las condiciones de integración económica de mercados de trabajo en donde las ventajas comparativas que ofrece el trabajo infantil en la venta de su fuerza de trabajo sobre-precarizada para la inyección de capitales y extracción

de

plusvalor

significan

irremediablemente

la

precarización

y

3

desvalorización del conjunto de la fuerza de trabajo disponible. O sea, podemos decir que el desarrollo de un paradigma nuevo en la modernidad está en relación directo a los perjuicios y transformaciones en las condiciones de reproducción del capital. Las mismas condiciones de exclusión social que rondan en las sociedades capitalistas, las cuales están centradas en la realidad del trabajo en la actualidad (sea asalariado o no) tienen como base el comportamiento y establecimiento de una serie de prácticas sociales que buscan la llamada ‘inserción social’ de parte del ‘excluido’, la cual está sometida a los designios del dinero, como mecanismo o código de integración en las relaciones económicas (y finalmente sociales), haciendo que las transformaciones estructurales en el mundo del trabajo se reproduzcan en cambios, a la vez, en transformaciones en las formas de vida y en la misma composición de la totalidad de las relaciones sociales. Así es como la misma situación de exclusión social y pobreza de un número significativo de la población mundial ha dado pie a que nuevas pautas y nuevas subjetividades se incorporen al trabajo en búsqueda de una integración vinculada centralmente al dinero, en el marco de una subsistencia cada vez más precaria y exigente. De hecho en el marco conceptual-práctico

se reconoce la existencia de las

llamadas “Peores Formas de Trabajo Infantil” (en adelante PFTI), cuya característica distintiva es que atentan más profundamente contra las opciones de desarrollo físico, psicológico, intelectual, espiritual, moral y social de los niños, niñas y adolescentes involucrados y que fueron precisadas por el Convenio 182 de la OIT, promulgado en 1999. Las PFTI se refieren a trabajos compuestos por dos dimensiones:

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1. Los trabajos intolerables: en donde se encuentran la explotación sexual comercial2 y actividades ilícitas y asociadas a la esclavitud3. 2. los trabajos peligrosos: aquí se incluyen los trabajos peligrosos por su naturaleza4 y los trabajos peligrosos por su contenido5. Como se puede observar amabas dimensiones están referidas a practicas asociales o desintegradoras desintegradas no tan sólo de la concepción de una infancia normal, tipificada en función de un patrón específico de conductas y características psicosociales y biológicas, sino que también se encuentran presentes las dimensiones, especialmente en los intolerables, dimensiones propias de la lógica y ordenamiento del modo de producción capitalista. Si bien las Declaraciones de principios o los Convenios Internacionales son actos que pueden ser interpretados como mecanismo restrictivos y regulativos de la extracción de plusvalor, lo que asegura un posicionamiento específico y una coordinación normativa en el campo de la política mundial e interestatal, especialmente en materia de acuerdos económicos internacionales6, la realidad, específicamente en contradicción de éste principio, muestra que sólo en Latinoamérica hay 106 millones de jóvenes: 10 millones están desempleados y 30 millones trabajan en la economía informal o en condiciones precarias. La población entre los 0 y 17 años alcanza los 244.815.978 millones, o sea un 45,4% 2

Utilización de niños/as y adolescentes para la prostitución; Pornografía; Explotación Sexual

Comercial en el ámbito del Turismo; Tráfico de niños/as y adolescentes con fines de explotación sexual comercial 3

Producción y tráfico de estupefacientes; Utilización de niños/as y adolescentes por delincuentes;

Venta de niños para servidumbre; Reclutamiento forzoso de niños y adolescentes para conflictos armados 4

Trabajos en minas, canteras, subterráneo; Trabajos en alta mar; Trabajos en alturas superiores a

dos metros; Trabajos en cámaras de congelación; Trabajos en fundiciones en general 5

Jornadas laborales extensas (superiores a 8 hrs.); Trabajo en horario nocturno; Ausencia de

medidas de higiene y seguridad laboral; Trabajos que impidan la asistencia a la escuela 6

Recomendamos la lectura del artículo Derechos laborales y empleo en el tratado de libre

comercio. Javier Neves Mujica. http://www.comunidadandina.org/public/trabajoyempleo.pdf

5

de la población total latinoamericana, la cual asciende a los 538.776.423, mientras que el 44% de la población total, o sea 221 millones viven en condiciones de pobreza (CEPAL, 2004). En este contexto es en que trabajan 19.700.000 niños y niñas entre 5 y 17 años de edad (IPEC. 2003). Las principales características de sus trabajos están dadas por la informalidad y, por tanto, la precariedad de las remuneraciones la desprotección en términos de seguridad social y salud, entre otras. En Chile existen 3.612.723 niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17. De ellos un 5,4% trabaja7, lo que equivale a aproximadamente a 197 mil niños, niñas y adolescentes. De estos, 107.676 realizan labores que se encuentran consideradas como trabajo inaceptable, de ellos y ellas 68 mil son menores de 15 años. El resto, o sea 88.428 niños, niñas y adolescentes entre 12 y 17 años, realiza trabajo bajo las llamadas condiciones aceptables8. En este contexto, de integración económica y de precariedad laboral de la infancia, es que “el Estado chileno adopta el compromiso de desarrollar las acciones necesarias para prevenir y erradicar progresivamente el trabajo de los niños, niñas y adolescentes en el país mediante acciones inmediatas, a mediano y largo plazo, según las prioridades establecidas a nivel central, regional y local” (MINTRAB. 2001). De hecho aunque el problema del trabajo infantil ha sido un problema histórico en las sociedades moderno/capitalistas, sólo hoy en día, o más bien desde la firma del primer convenio que establece las condiciones mínimas de 7

Según cifras del Ministerio del Trabajo-OIT, en “Trabajo infantil y adolescente en cifras. Síntesis

de la primera encuesta nacional y registro de sus peores formas”. 2004. Recordamos tomar en cuenta en este sentido la definición del Ministerio de Trabajo a partir del INE y la categoría de ocupados ya señalada anteriormente. 8

Esta distinción entre trabajo aceptable y trabajo inaceptable tiene que ver con las condiciones del

trabajo que se realiza y las implicaciones que ellas conllevan en el desarrollo físico, social y psicológico del infante; son categorías definidas por la Oficina Internacional del Trabajo-OIT, y son adoptadas por el Estado de Chile. Esta definición se encuentra plasmada explícitamente en la misma Encuesta “Trabajo infantil y adolescente en cifras. Síntesis de la primera encuesta nacional y registro de sus peores formas”. 2004

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trabajo, o sea el convenio 138, firmado el año 1973, que establece las edades mínimas de trabajo en 14 y 15 años para países cuyas economías y medios de educación estén insuficientemente desarrolladas -en cualquier caso la edad debe ser coincidente con aquella en que termina la educación obligatoria-, es que cobra mayor relevancia. Es que el tema del trabajo infantil involucra en plano estatal y contractual una relación específica entre las características y dinámica de integración económica que significan los procesos de globalización del capital y captación de la inversión extranjera, como también la apelación al rol estatal de asegurar el bienestar a su población. Ambos procesos sociales parecen encontrar serias contradicciones en términos prácticos. En base a las estadísticas podemos comprobar que con la globalización la desigualdad social y la pobreza han ido ganando terreno y se han consolidado como fenómenos propios de un modo de crecimiento y producción económico 9 ideologizado a partir de las relaciones materiales construidas en la fase actual del capitalismo: el llamado neoliberalismo. Por eso, no debería resultar extraño ir un paso más allá y sugerir, como muchos han hecho, que “este fenómeno provoca un aumento del trabajo infantil. Si la globalización implica 1. Más pobreza, 2. Una mayor descentralización de la producción con mano de obra más flexible (industrias caseras) y 3. Suministro de mano de obra barata para la exportación, entonces es de esperar que ascienda la tasa de trabajo infantil”. (G.K. LIETEN, 2003). Esto más cuando “el trabajo de niños, niñas y adolescentes surge generalmente como una estrategia de las familias más necesitadas para lograr un

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Se calcula por ejemplo que en 1980, 118 millones de personas vivían en nueve países donde el

PIB mostraba una tendencia decreciente. En 1998 esto sucedía en 60 países afectando a 1,3 billones de personas. El crecimiento medio se ha reducido en todas partes desde que empezó la globalización, en particular en los países en desarrollo. La desigualdad social se ha extendido drásticamente a nivel mundial, tanto que los 50 millones de personas más ricas en el mundo ganan lo mismo que los 2,7 billones de pobres que existen. La desigualdad de ingresos se acentuó en 33 de los 66 países en desarrollo (citado en Went en base a la distribución de los salarios, 2003)

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aporte adicional de ingresos a sus hogares. Los niños y niñas reemplazan a los padres en las labores”. Así como todos los países que conocen las características propias de sus economías en términos de venta de fuerza de trabajo y de condiciones laborales (sindicalización, seguridad, contractual, etc.) del lugar objetivo que ocupan en el acoplamiento a la economía mundial tienen presentes el fenómeno del trabajo infantil como un tema emergente y que debe ser considerado en función no sólo de las perspectivas del infante o en la Convención de los Derechos del Niño, sino de toda la sociedad y principalmente del asalariado adulto que encuentra un sustituto en la venta de fuerza de trabajo precarizada y a menor costo como lo es la del niño, o como complemento a su ya desvalorizado trabajo, ya que “desde la perspectiva de la equidad, sostener la inversión en niñez y adolescencia, puede y debe garantizar la estabilidad política, competitividad económica, e integración social”10. Pero aún así éste es un nivel, el estatal, que asume la problemática del trabajo infantil, siendo que el trabajo infantil también ha pasado a transformarse en una temática interestatal en la configuración de los mercados de trabajo. Así es como en prácticamente todos los países se recolectan cada vez más estadísticas nacionales sobre la población y la fuerza laboral por medio de censos y encuestas laborales, pero dichos datos no existen o están incompletos cuando se trata de los niños trabajadores ya que estas metodologías tradicionales de encuesta no son apropiadas para cubrir a los niños en edad escolar, cuyas actividades son en gran parte “invisibles” u “ocultas”. (OIT & UNICEF. 2000). En Chile se encuentra la experiencia concreta de la Encuesta aplicada por el INE el año 2004, la cual ha recogido los datos antes señalados, pero que a la vez, a parte de señalar un precedente importante en la materia de investigación, abre un nuevo campo de intervención que debe ser desarrollado por los actores sociales, 10

Frans Röselaers, Director IPEC, Programa InFocus de la OIT. En el Prólogo al Plan de

Prevención y Erradicación del trabajo infantil y adolescente. 2001.

8

sindicatos, académicos, científicos sociales, la sociedad civil, etc., en función de avanzar en el proceso de erradicación de acuerdo a las condiciones objetivas ya existentes, de manera de “en el 2010 niños, niñas y adolescentes tengan sus derechos fundamentales debidamente resguardados y garantizados, generando las bases para construir una cultura de promoción, respeto y protección de sus derechos fundamentales” (ACHNU. 2005). Aún así las condiciones de desarrollo en que se encuentra el proceso de globalización mundial que se ha caracterizado por la profundización de los lazos dependencia estructural de las economías semicoloniales (o subdesarrolladas) a las centro-capitalistas, a partir de la ubicación desigual en la producción mundial, es que el poder político efectivo pareciera depender cada vez menos de los Gobiernos nacionales, y es preciso negociarlo entre las diversas fuerzas de clase y organismos, públicos y privados, en los planos nacional, regional e internacional, con el fin de mantener la conformación y simetría de la actual arquitectura de dominación imperialista en el sistema mundo. Esta simetría tiende a perderse de acuerdo a la lucha competitiva que enfrasca al Capital en la búsqueda de ganancias en una situación económica específicamente histórica en donde la disminución de la tasa general de ganancia le hace necesario promover contramedidas que aumenten la explotación de la fuerza de trabajo11. Por lo tanto la pregunta que cabe hacerse es ¿será posible sostener una simetría mundial que permita una confluencia de un pacto real de carácter interestatal que garantice la erradicación del trabajo infantil mientras otros fenómenos sociales relacionados con los mecanismo de extracción de plusvalor sigan operando en el marco de las relaciones de producción? ¿Será parte de un acto de ‘buena voluntad’ o de concientización ético universal-mundial el fin del trabajo infantil o seguirá primando la extracción de valor y ganancias en la rentabilidad capitalista en el marco de la llamada ley de competencia? 11

Sobre los mecanismos de extracción de plusvalía relativa y plusvalía absoluta recomendamos la

lectura de El capital, lib. 1, sección 5, cap. XIV. (Karl Marx.1979).

9

II. TRANSFORMACIONES EN EL MUNDO DEL TRABAJO Y SU BASE EN LOS CAMBIOS

EN

EL

PATRÓN

DE ACUMULACIÓN/INTEGRACIÓN A LA

ECONOMÍA MUNDIAL Si bien ya hemos señalado anteriormente la importancia del papel que ha jugado las condiciones de acumulación de capital a nivel internacional con el proceso de globalización de los mercados (del capital y de las finanzas, de tecnología, de consumo, etc.) y la puesta en escena de parte de las potencias imperialistas a través de sus organismo económicos de la tríada liberalización, privatización y desregulación, con la consecuente la retirada del Estado de Bienestar, es además necesario señalar que en “la llamada transición a la democracia se produjo en un escenario donde la forma clase de la “sociedad civil” había sido desarticulada en el terreno organizativo. En el plano ideológico se produjo un cierre del discurso al identificarse el derrumbe del socialismo real con el fin de la lucha de clases y el advenimiento del sujeto liberal como la encarnación de la libertad universal” (TISCHLER, SERGIO. 2004). En el caso de Chile estos fenómenos cobran significado a partir de la situación histórica concreta vivida en los años de la dictadura militar de Augusto Pinochet, donde la coalición entre la escuela económica neoliberal, encarnada en los prodigios aprendices llamados Chicago Boys (debido a su relación con la Escuela de Chicago), y entre un régimen político dictatorial reaccionario y pro-patronal abrió la senda a una transformación en la regulación de las relaciones laborales en el país. Esta coalición abre la senda objetiva para que tome creciente importancia la tendencia a la flexibilización como respuesta de adaptación al progreso técnico y a las innovaciones, a la competencia y a las oscilaciones del mercado a las cuales Chile ingresaba como un ‘experimento’ de las políticas neoliberales recomendadas por el FMI. “Surgen en el país nuevas modalidades en el encadenamiento de la producción, en particular con la fragmentación de las unidades productivas como estrategia para elevar los niveles de competencia… simultáneamente aparecen modalidades de contrato caracterizadas por dar lugar a márgenes crecientes de empleos

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atípicos, temporales, de tiempo parcial extendiéndose la subcontratación y el aumento de empleos por cuenta propia, con menor o ya sin seguridad social, y con una proporción variable de trabajos informales, y propios de una estructura económica segmentada” (SALINEROS, JORGE. 2004). Así es como en las dos últimas décadas han surgido algunas modalidades de empleo distintas de las clásicas, entre las que se cuentan el empleo a tiempo parcial, el empleo temporal y el trabajo por cuenta propia12. El economista chileno Álvaro Díaz, del Instituto SUR, destacó los cambios en grandes sectores de la clase obrera – las clases dominantes del país. Entre todos los cambios los del mundo del trabajo, tal vez el más significativo es la expansión del trabajo precario como última palabra del capitalismo globalizante: “Existe creciente evidencia que el empleo precario en América Latina no puede ser considerado un empleo ‘atípico’, una suerte de anomalía o excepción en el mercado, un resultado del estancamiento, o una situación que sólo existe en las empresas pequeñas o tradicionales. Pareciera que el empleo precario no constituye una forma tradicional de comportamiento empresarial, sino el resultado de una modernización capitalista que se instaló tanto en México como en Chile, y se manifiesta tanto en las industria maquiladora como en sectores de la industria procesadora de recursos naturales renovables en Chile (fruta, madera, pesca), es decir en sectores de ‘punta’ de ambas economías. La verdad es que las formas a través de las cuales se ha impuesto el sistema de flexibilidad son diversas, y son bien señaladas por Hoehn (HOEHN, MAREK, 12

Estas modalidades se apartan en una o varias características del empleo “normal” de

dedicación plena. La OIT señala que tales modalidades presentan ciertas desventajas, tales como niveles inferiores de seguridad social, de derechos laborales y de remuneraciones en relación a los empleos clásicos, sin embargo no es posible realizar una afirmación concluyente al respecto, puesto que para ciertos grupos tales modalidades podrían reportar condiciones más bien ventajosas (OIT. 1998).

11

2006b) cuando menciona que la flexibilización se produce 1) removiendo o limitando los condicionamientos que tiene el empleador para incorporar el trabajo, quedando las partes entregadas a una negociación (individual) en el mercado; 2) la flexibilización del salario mínimo; 3) Al eliminar la obligatoriedad, queda entregado a las partes, como se sabe, desiguales, lo que significaría en la práctica la imposición de la posición del empleador; y 4) las formas de flexibilización vía concertación, cuando las partes llegan a un acuerdo sobre determinadas normas que necesiten adaptarse a situaciones cambiantes del mercado y que sea el resultado de una negociación. Finalmente cabe señalar que todos estos mecanismos están relacionados a rebajar los costos productivos en la compra de fuerza de trabajo. El informe publicado por el Fondo Monetario Internacional para su sesión del primer semestre de 2007 revela que en promedio la participación de las remuneraciones como porcentaje de los ingresos desde 1980 cayó en un 7%. Este deterioro en un porcentaje importante se produjo, constata el documento, por el “dramático aumento en el tamaño de la fuerza laboral en las dos últimas décadas”, proceso que aún no ha finalizado. (14/04/07). Además es un hecho que la flexibilización se constituye en el caballo de batalla de inversores capitalistas a la hora de trasladar sus inversiones de un lugar a otro, en busca de la máxima rentabilidad. Steve Gross, socio y líder mundial en consultoría de Compensación Total en Mercer, comentó: “Los aumentos de sueldo en el mundo tienden a mostrar variaciones importantes dependiendo de factores específicos de cada país, tales como la inflación, el crecimiento económico y el desempleo. Las compañías mundiales deben prestar especial atención a estas diferencias económicas y de mercado laboral clave cuando establezcan los presupuestos de remuneración y decidan cómo distribuir los recursos para obtener el mayor rendimiento de su inversión en compensación.” La flexibilización laboral, entró así en gloria y majestad, presentada como el criterio adecuado para evaluar la procedencia e idoneidad de las normas legales

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en materia laboral, en el entendido que no debían impedir el necesario desenvolvimiento de la inversión empresarial en un escenario de economía abierta, marcado por una exigente competitividad. Según investigaciones llevadas a cabo por Lais Abramo (ABRAMO, LAIS. 1997), la flexibilización del mercado laboral ha provocado una tendencia al aumento de los

empleos

eventuales,

temporales,

de

medio

tiempo,

a

domicilio

y

subcontratación, en los cuales la proporción de empleo femenino es significativa. Estos trabajos son muchas veces precarios e inseguros, e implican un aumento de la carga de trabajo, una reducción de las remuneraciones y pérdida de protección laboral. La flexibilidad laboral en sus distintas expresiones (por ejemplo en la función, la extensión y distribución de las jornadas o el tipo de contratación) ha estado relacionada, en general, al deterioro de las condiciones de trabajo y a una mayor inestabilidad. Además, dificultan a los trabajadores constituirse en sujetos sociales (AGACINO, RAFAEL & MAGDALENA ECHEVERRÍA. 1995). Mientras la ‘subcontratación’ o la prestación de trabajadores se mantenía dentro de un ámbito desregulado en el código laboral y, que según las exposiciones de varios expertos en la temática, se reduciría a una práctica más de la economía informal13, la cual “no es una condición individual sino un proceso de actividad generadora de ingresos caracterizado por un hecho principal: no está regulado por las instituciones de la sociedad en un medio social y legal en el que se reglamentan actividades similares” (PORTES, ALEJANDRO. 1990). Por ello, la relación que existía (y existe) entre estas prácticas de sobreexplotación del trabajo, que quedaban ‘archivadas’ dentro del concepto de economía informal, debieron 13

atravesar

un

cuestionamiento

legislativo/político

acerca

de

las

Esto según las contribuciones de Alejandro Portes, quien señala que el concepto de economía

informal “cubre un terreno amplio que incluye la producción de subsistencia directa, el empleo remunerado no contractual y las actividades comerciales independientes en la industria, los servicios y el comercio.” (PORTES, ALEJANDRO, 1995)

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consecuencias y características mismas de los regimenes

o formas de

subcontratación que se llevaban cabo, en la práctica, por muchos empresarios dentro de un período prolongado de tiempo, de forma de abaratar costos y externalizar algunas de las funciones de la empresa, pasando por sobre el ‘principio de la realidad’ en la misma estructura lógica del derecho laboral. Lo central fue ubicar que la función a la que estaba destinada disminuir al empresariado los costos laborales indirectos o adicionales que conlleva la formalización del trabajo, es decir, el avance del trabajo legalmente protegido (con aportes jubilatorios, seguros de salud, de despido, etc.). La pretensión justificatoria de éste proceso de precarización, desde el punto de vista empresaria y la doctrina neoliberal, sería que éste significa un facilitador directo de la contratación de nuevos/as trabajadores/as. Pero ¿Por qué una empresa debiese contratar un trabajador? Lo debiese hacer cuando posee una necesidad específica en el área de la producción, para incrementar esta o mejorar la misma (cualitativa o cuantitativamente). Aducir a que no se avanza en la superación del desempleo porque no existen las condiciones de crecer económicamente en Chile es una falacia presentada por las mismas condiciones objetivas en las cuales se suceden las inversiones en el país. Muchos economistas se han empeñado en señalar la relación infranqueable entre el crecimiento económico y la baja de la tasa de cesantía, aduciendo a leyes macroeconómicas que apuntan en la dirección de justificar los procesos macroeconómicos de acumulación de capital de parte de una pequeña minoría empresarial en Chile, en contraste con una subordinada precariedad en las condiciones de trabajo y en las relaciones laborales de la mayoría trabajadora en el país. Por ello “no es la sociedad del no trabajo, sino la de la polarización entre las ocupaciones modernas bien remuneradas con altas y nuevas calificaciones, y las precarias, inseguras, y mayoritarias en el mundo. Es decir, la utopía neoliberal no se ha cumplido, la mayoría de la humanidad no ha transitado hacia la sociedad de la información, ni a la nueva economía, ni a la flexibilidad creativa de manera

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generalizada, sin desconocer la existencia al mismo tiempo de estas nuevas realidades” (DE LA GARZA, ENRIQUE. 2008). Uno de los juicios más lúcidos y que sintetiza la discusión se puede leer a continuación: “Si hasta ahora las sucesivas modificaciones legales en materia laboral aplicadas para promover el empleo empresarial se han mostrado ineficaces y, antes bien, han despojado de protección legal al trabajo, es el momento de preguntarse si el reconocimiento de derechos laborales debe seguir cediendo en pro de la urgencia económica por generar nuevos empleos. Si aún hemos de esperar que el crecimiento económico prospere a fuerza de reducir los derechos y a costa, por tanto, de la pérdida de libertad y seguridad en el trabajo ¿cuándo se recuperará la vinculación entre el trabajo asalariado y los derechos que garantizan prosperidad a las personas que viven de su trabajo? ¿Hasta qué punto puede eliminarse la protección sobre el trabajo?” (LOPEZ, DIEGO. 2004) La idea de la utilización de la legislación laboral como una política de intervención del desempleo estructural responde a determinados postulados sobre la supuesta rigidez de las relaciones de trabajo y la naturaleza y envergadura de las facilidades que adeuda la norma jurídica al desempeño empresarial al flexibilizar las relaciones laborales e incorporar un mayor número de fuerza de trabajo a un costo reducido y desvalorizado socialmente, generando un amplio margen de ganancia. La normativa legal si avanza en ésta dirección de flexibilización, a partir de los intereses de la clase propietaria de la medios de producción, no sólo esta dirigida a reestructurar el tiempo de trabajo en Chile de forma sutil, sino que está direccionada a precarizar los salarios y a la vez a abrir las puertas a nuevos sujetos a la incorporación al mercado de trabajo ¿Qué quiere decir esto? El supuesto de que en éste futuro flexibilizado se contratarán dos trabajadores para hacer el tiempo de trabajo de uno, esto en la teoría y la mesiánica ideología del fin del trabajo o de quién no posee una agudeza clínica en su observación, significa,

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en su relación inversa, que en estos momentos un trabajador hace el trabajo de dos trabajadores, y que esto conlleva que no sólo los salarios se limitarán objetivamente a partir de la producción de ganancias y de restricciones al consumo, sino que también darán la posibilidad a que nuevos actores étareos y de género14 dentro de la sociedad capitalista asuman la condición de asalariada en la búsqueda de la reproducción básica de la vida. En ésta misma lógica resaltamos la tendencia que se ha sostenido del porcentaje cada vez mayor en la composición de la fuerza de trabajo de las mujeres que creemos no sólo está orientado o dirigido por un fenómeno ideológico: el feminismo. Éste último si bien ha jugado un rol importante en el desarrollo de una subjetividad importante en el marco de las temáticas de políticas y derechos, no ha sido un verdadero determinante dentro del rol que las mujeres han debido asumir dentro de las condiciones laborales, familiares de desintegración que se han producido producto una serie de factores donde la precarización de los salarios, la inestabilidad laboral, el desempleo, etc., han generado una presión objetiva significativa para que las mujeres se incorporen directamente a la producción e intenten ser agentes complementarios o el agente principal en la satisfacción de las necesidades de sus núcleos familiares y propias. Por ello es que en el marco de un mercado de trabajo con baja empleabilidad, alta rotación, baja productividad y tendencia a la segmentación, sumando a ello los altos índices de vulnerabilidad social existentes, las condiciones son altamente favorables a consolidar núcleos de precarización del trabajo, por lo que no podemos soslayar que la estructura económica en pie hoy en día, está determinada para incorporar nuevos agentes a partir de la sobreexplotación la fuerza de trabajo, sintomáticamente con las necesidades históricas del capitalismo 14

en Chile, desde la década de los ochenta, la introducción del género como categoría de análisis

trajo como consecuencia un cuestionamiento de las concepciones que tradicionalmente habían determinado lo que era “historizable”, es decir, los sujetos, procesos y dominios de la vida social que construían la historia y que era necesario registrar históricamente. Ello se tradujo en una ampliación de temáticas y de sujetos sociales, y en la introducción de nuevas interpretaciones de la historia nacional. (ZARATE & GODOY, 2005).

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de expandir un ejército de reserva de mano de obra que genere condiciones favorables a la clase propietaria en la negociación de compra y valorización histórico-social de la fuerza de trabajo. Está misma tendencia a la precarización del trabajo se hace aún más extensiva cuando se considera las condiciones socioeconómicas y de vulnerabilidad social que soporta la infancia en Chile, ya que 4 de cada 10 niños se encuentran bajo la línea de pobreza15. La pobreza tiene una incidencia mayor en hogares con niños. Al año 2003 la pobreza afecta a los niños en un 43% más que los adultos y la indigencia16 en un 55% más. La misma pobreza se vuelve un elemento contradictorio de exigencia material para desestructurar y refutar cualquier modelo de negociación “libre” y “puro” de las condiciones laborales, y esto es doblemente válido para los infantes. Porque en un primer nivel de negociación se encuentran en presencia de la exclusión y diferenciación a partir de su condición de infante (siempre en relación de la fuerza de trabajo adulta), y en un segundo nivel son sobre-precarizados a partir de la motivación y necesidad objetiva de trabajar. Así es como frente a un problema estructural como el desempleo, la normativa legal comienza a ser el instrumento y la herramienta que se ha canalizado como la forma de solucionar este conflicto en Chile, y esto a la vez significaría una solución e irrupción de la economía política en la materia, a partir de los intereses del sistema político y la clase política en particular, sentando un modelo que 15

La “línea de pobreza” está determinada por el ingreso mínimo necesario por persona para cubrir

el costo de dos veces una canasta individual para la satisfacción de las necesidades alimentarias (de estas formas se están considerando las necesidades no alimentarias también). Los hogares pobres son aquellos cuyos ingresos no alcanzan para satisfacer las necesidades básicas de sus miembros. 16

La llamada “línea de indigencia” se establece por el ingreso mínimo necesario por persona para

cubrir el costo de una canasta alimentaria. Son indigentes lo hogares que, aun cuando destinan sus ingresos a la satisfacción de las necesidades alimentarias de sus miembros, no logran satisfacerlas adecuadamente.

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incluya un acelerador del proceso de integración de mano de obra dispuesta a vender su fuerza de trabajo en condiciones cada vez más desiguales y que garantice la extracción máxima de plusvalor. Lo cierto en definitiva es que las transformaciones del trabajo en su precarización a partir del rol que el Derecho tiene como legitimador de estas prácticas de extracción de plusvalor17, dan paso a la conformación de nuevos fenómenos en el mundo del trabajo, donde la precariedad de los salarios significa finalmente que nuevos sujetos deban incorporarse al trabajo a medida que el salario no alcanza ni siquiera a completar el ciclo de subsistencia y de reproducción del capital variable, como bien diría Marx, el cual ya se hace insuficiente para la satisfacción de las necesidades básicas humanas. III. LA PRECARIZACIÓN DEL TRABAJO Y EL TRABAJO INFANTIL EN CHILE. En este diagnóstico parece confirmarse lo señalado por Valenzuela de acuerdo a que “el trabajo a tiempo parcial, fenómeno que es más común en los países industrializados, es asociado a una pauperización invisible, puesto que la remuneración proporcional a las horas de trabajo es inferior a los empleos de jornada completa” (VALENZUELA, MARÍA ELENA. 1997). Valenzuela afirma que 17

En Chile específicamente es posible reconocer una concepción legalista del hacer social. La

conformación de las subjetividades luego del proceso desintegrador y fragmentador de las colectividades de la Dictadura Militar, ha generado a partir del miedo y terror al conflicto

un

importante peso histórico en la conformación de la subjetividad de los chilenos. Como bien dice Norbert Elías “La creciente eficacia del control de la violencia dentro de un estado y el mayor sometimiento a las autoridades estatales a controles públicos van de la mano de consiguientes transformaciones en la estructura de la personalidad de los individuos. Ambos procesos favorecen el desarrollo de una fuerte inhibición de las personas en posibles conflictos y el cruce de la repulsa del empleo de la fuerza física en las relaciones humanas” (ELIAS, NORBERT. 2002). Lo único que queda por clarificar de ésta tesis en el paradójico caso de Chile es que obviamente el proceso que ha significado una “eficiencia del control de la violencia” no ha sido a partir de un proceso <>, sino más bien a partir de la < de los mismos métodos de violencia que se han pretendido inhibir.

18

mientras que en estos países el trabajo a tiempo parcial es asociado al subempleo, en América Latina el subempleo toma la forma de trabajos por cortos períodos, con baja productividad. Lo nuevo a partir de lo que señala Valenzuela, es que la legislación laboral existente vendría a ratificar éste hecho; por ejemplo, ya lo hizo con la ley de subcontratación al reconocer la existencia de trabajadores de primera y de segunda, y no por el contrario a transformar esta situación18. Se avanza así en la conformación de un mercado de trabajo desregulado, en donde se concederían derechos básicos de los trabajadores (negociación colectiva por ramas), para iniciar a la vez una profundización de la precariedad de las relaciones laborales. Esta sería expresaría hoy en día en: “(1) inestabilidad, la que se traduce en la tendencia de sustituir a los trabajadores de planta con contratos

indefinidos

por

trabajadores

temporales,

a

plazo

fijo

o

bien

subcontratados; (2) en disminuir la parte fija del salario y en aumentar la porción variable vinculada a la producción; (3) en niveles salariales en el mínimo o bajo el mínimo; (4) en la no dependencia de un sólo e identificable empleador; (5) en labores que no se realizan necesariamente en las instalaciones de la empresa; (6) con poca protección a la integridad física y psicológica; (7) con escasa o nula posibilidad de ejercer derechos sindicales y de negociar colectivamente. Estas características se producen básicamente por las siguientes causas: (a) la terciarización de la economía, convirtiendo relaciones laborales en relaciones comerciales, (b) la flexibilización laboral y (c) la subcontratación, como nueva forma de organización de la producción” (HOEHN, MAREK. 2006). 18

De hecho la Encuesta Laboral 2006 reconoce en su estudio que los datos ''revelan que en

muchos casos la subcontratación no opera como un instrumento de especialización empresarial'', sino que se utiliza fundamentalmente para ''simplificar y ahorrar en la administración de la fuerza de trabajo que requiere la empresa para operar en su giro''.

El 32,6% de las empresas

consideradas en la Encuesta Laboral (ENCLA 2006) subcontrataba tareas asociadas a su actividad económica principal, lo que revela -a juicio del estudio bianual de la Dirección del Trabajo- que esta figura puede ser utilizada para rebajar costos, más que para concentrarse en el giro principal.

19

El proceso de desvalorización del trabajo a partir de las políticas económicas y sociales son parte de una "institución de un estado generalizado y permanente de inseguridad que tiende a obligar a los trabajadores a la sumisión, a la aceptación de la explotación"(BOURDIEU, PIERRE. 1999). Esta aceptación de la explotación como proceso intersubjetivo construido a partir de una condición socio histórica específica, involucra en la actualidad que el mismo valor de la fuerza de trabajo, el cual “se determina por el tiempo de trabajo necesario no sólo para mantener al obrero adulto individual, sino también por lo necesario para el mantenimiento de la familia del obrero” (MARX, Carlos. 1974), sea insuficiente para asegurar esta condición básica de la reproducción de la vida en las anteriores condiciones de organización patriarcal de la familia y de la incorporación de la fuerza de trabajo al mercado. Como bien entendía Marx, “las máquinas, lanzando al mercado de trabajo a todos los miembros de la familia obrera, distribuyen sobre toda la familia el valor de la fuerza-trabajo de éste último”. Es esta la misma tendencia que se comienza a intervenir sobre las condiciones de la infancia en los hogares construidos a partir de la formación ‘patriarcal’ de la familia19. Si bien el trabajo infantil no es una temática nueva en el plano de las transformaciones históricas del mundo del trabajo, su tematización como hecho ‘condenable’ y punible, como práctica y acto violador de derechos entendidos como intrínsicos a la infancia es, dentro del plano de la relación histórica entre los 19

La adquisición por la familia fraccionada, por ejemplo de cuatro fuerzas-trabajo cuesta quizás

más de cuanto costase antes la mercancía fuerza de trabajo del jefe de familia pero a cambio se tienen ahora cuatro jornadas de trabajo en lugar de una, y su precio disminuye en proporción a la excedencia de plusvalor de los cuatro sobre el plusvalor de uno. Entonces, para que una sola familia pueda vivir, cuatro personas deben proporcionar al capital no solo trabajo, sino plusvalor. Así, las máquinas amplían desde el principio también e/grado de explotación junto al material humano de explotación que es el campo más propio de explotación del capital.» (El Capital, I, cap. 13).

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actores sociales, relativamente nueva, a partir del mismo establecimiento nominalnormativo de estos derechos en los marcos legislativos interestatales, lo cuales han alcanzado, a partir de un contradictorio proceso con la realidad, un carácter de universales. La noción de trabajo infantil que hoy se ha conformado socialmente a partir de distintos fenómenos de carácter político, económico y cultural ha sido abordada por las ciencias sociales, integrándolo como un fenómeno de características multicausales,

con distintas dimensiones interpretativas y analíticas, y con una

complejidad en el marco de una totalidad en contradictorio desarrollo. Esta dinámica contradictoria, entre el establecimiento formal de los derechos de la infancia con la pretendida imposición de un principio de universalidad sobre la realidad histórica, y por otro lado una constancia histórica específica que involucra la precarización-desvalorización de la fuerza de trabajo y, con ello, la integración de un número aún mayor de sujetos al trabajo, son los que dan contenido a la situación actual en que es tematizado el trabajo infantil en forma parcializada y meramente formal desde el punto de observación en que se reconoce la centralidad que tiene el trabajo en éste problema, el cual a la vez, creemos, tiene una incidencia directa dentro de las temáticas de pobreza y marginalidad20. Si además decidiésemos incorporar las motivaciones principales de deserción escolar, las cuales dentro de las causas del trabajo infantil encuentra también un nivel de relevancia, podemos aseverar que el mismo fenómeno de la deserción por las serie de circunstancias que puedan estar involucradas, reproduce el ciclo de la pobreza, ya que la misma deserción escolar conforma una mano de obra poco cualificada que finalmente será precarizada y objetivamente agravará el problema del desempleo y la precarización de la fuerza de trabajo de conjunto.

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Para una crítica a la metodología de medición de la pobreza en Chile recomendamos el artículo

Reducción de la pobreza de Marcel Claude. 2007.

21

Así como la educación puede ser vista como una forma de intervenir o superar el ciclo reproductivo de la pobreza, habrá que preguntarse, desde el fenómeno de la deserción escolar, si esta realmente cumple éste objetivo estratégico en la conformación de las relaciones sociales o si tenemos en éste momento una mano de obra cualificada, pero precarizada que involucra un cambio subjetivo en las perspectivas referidas a las actores de la misma, los cuales ya no pueden percibir una verdadera potencialidad interventora en la valorización social del conocimiento entregado en las escuelas. En esta misma dirección es que una dimensión sociocultural se incorpora a las prácticas del trabajo infantil, entre las transformaciones en el trabajo con los sucesivos cambios productivos y la ascendente cobertura de matrículas en el sistema educativo, que en la especificidad de los espacios rurales que, en un sentido

van

siendo

absorbidos

por

las

transformaciones

económicas

(incorporación de tecnología, acumulación de la tierra, trabajo asalariado, etc.) y sociales (escolaridad, consumo, etc.), pero que a la vez en el campesinado conservan y combinan elementos de la tradición laboral rural en la producción. Este mismo fenómeno es asimilable a los pueblos originarios que vinculan la actividad familiar a la actividad productiva de forma directa, en donde “la incorporación del niño y la niña a la reproducción social, (como proveedor y reproductora) también va acompañada de recompensas de estatus, rituales de iniciación y reconocimiento social, que difícilmente admite el simple carácter de “explotación” que tiene en la sociedad occidental el acceso al trabajo a edades tempranas” (SILVA, Uca & Damianovic. 1998). Muchos factores, ya casi prácticamente naturalizados e invisibilizados o en el mejor de los casos observados como elementos fragmentarios o atomísticos de una realidad compleja, constituyen finalmente las concepciones del trabajo infantil, abocándose a especificidades cada vez mayores que conservan las estructura total de la economía, sin considerarla como objeto de intervención en las relaciones de producción en su forma y contenido, sino que pensando el trabajo

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infantil como una problemática particular o particularizable sin relación con el todo y conjunto social.

IV.

CONCEPTUALIZACIONES

FORMALES

Y

CONTRADICCIONES

MATERIALES La conceptualización guía que hace la OIT la cual, asumiendo la jerarquía como organismo mundial en las defensa de los derechos laborales, señala que el trabajo infantil es sólo el “trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico”. Agregamos además la de la Asociación chilena Pro-Naciones Unidas (ACHNU) la cual define el trabajo infantil e integra a la definición del término “toda actividad realizada de manera regular, por niños, niñas o adolescentes, de entre 5 y 17 años, en relación de dependencia o en forma independiente, destinada a la producción y/o comercialización de bienes, así como a la prestación de servicios; por lo cual recibe ingresos monetarios y/o monetarios” (OIT, 2006). En este sentido es que se integra la noción de trabajo infantil desde la perspectiva y categorización que utilizó la Encuesta Nacional sobre actividades de niños y adolescentes en Chile, aplicada entre febrero y abril del año 2003 por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en donde se señala como ocupados a “cualquier trabajo o actividad llevado a cabo por una persona, por el pago de dinero o en especie o por la ganancia familiar como trabajador no remunerado”, pero además integrando las categorías de trabajo inaceptable y aceptable (MINTRAB – OIT – INE, 2004). Lo cierto es que se han construido una serie de conceptualizaciones referidas al contenido y significado de una práctica social como el trabajo infantil, a partir de distintos puntos de vista, observación e interés, que descansan en las mismas características de los fenómenos político, económico y culturales (finalmente todos sociales) y sus propias teorizaciones de la realidad social. Nuestro trabajo de hecho no intenta decantar o profundizar en el análisis de estas definiciones de lo

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social, sino que intenta otorgarle un contenido práctico de definición a una realidad social que a veces parece ser observada como un elemento desintegrado de una totalidad social que finalmente significa una relación recíproca y complementaria del todo social en que se desarrolla, pese a los cuestionamientos o declaraciones de principios desde cualquier organismo internacional o nacional. Siguiendo las discusiones actuales en materia de trabajo infantil y su relación con la expansión económica de los mercados capitalistas, y la consecuente depreciación, flexibilización y precarización laboral/salarial, es que el trabajo infantil aparece como una de las tendencias a repetirse y desarrollarse con mayor fluidez de preponderar las políticas de conjunto que avanzan en la desvalorización del trabajo, por lo que abordar temáticas como el trabajo infantil, no pueden estar separadas ni fragmentadas de una investigación integral acerca de las transformaciones en las relaciones de trabajo y de la economía mundial, lo cual requiere de un lineamiento claro y concreto desde el área de la Sociología del trabajo y la Psicología social en las sociedades modernas. Esta tarea requiere de un trabajo multidisciplinario que supere la realidad deformada y que capta la ficticia división social y especialización del trabajo científico en el área de las ciencias sociales, por lo que es necesario que en análisis se integre a la sociedad como una totalidad no fragmentada de hechos y de relaciones de forma entender el fenómeno en su expresión relacional con el conjunto de la realidad Frente a las condiciones antes expresadas que se resumen en una significativa población de niños en actividades laborales, no tan sólo en Chile, sino que en todo el mundo, por lo que marca una tendencia mundial de la economía, es que se hace imperativo estudiar las condiciones de reproducción de éste fenómeno, sus características como actividad propia y desarrollada por los agentes económicos, las series de motivaciones subjetivas relacionadas con el desarrollo del fenómeno objetivo de incorporación de fuerza de trabajo joven a la producción, más cuando

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se continúa una discusión desde los actores políticos y económicos que tematizan las variables del trabajo en la actualidad, en función de nuevos mecanismos de flexibilización laboral que garanticen mecanismo de extracción de mayor plusvalor en la producción. El llamado “trabajo aceptable” asume condiciones de desvaloriación objetiva de la venta de fuerza de trabajo de todos los trabajadores dentro del mercado del trabajo, ya que el simple hecho de su desvalorización objetiva y su desigual con respecto a la fuerza de trabajo adulta, generan mecanismos de precarización formales e informales en el marco de las relaciones laborales, las cuales tienen grandes consecuencias para la clase trabajadora en general. Mientras que en el marco del trabajo inaceptable, las cuales se refieren a aquel que vulnera los derechos esenciales de los niños, niñas y adolescentes, amenazando su acceso y permanencia en la educación, el descanso y la recreación, además de poner en riesgo su normal desarrollo psicológico y social, son parte de deformaciones sociales en las pautas de la fetichización del dinero y la pobreza como mecanismo de integración social negado a partir de las pautas legalmente consideradas válidas o de las prácticas sociales legales de venta de fuerza de trabajo. Dentro de esta definición se incluyen el trabajo de niños y niñas de 11 años y menos; el trabajo de niños y niñas entre 12 y 14 que no estudien; el trabajo de niños y niñas entre 12 y 14 años que implique más de 14 horas laborales a la semana; el trabajo de adolescentes entre 15 y 17 que implica no asistencia a la escuela y cuya jornada excede las 21 horas semanales; el trabajo en la calle; el trabajo nocturno; y el trabajo ilegal (adolescentes que trabajan más horas que las permitidas legalmente, es decir, más de 49 horas) (ACHNU. 2005). La contradicción se encuentra presente también presente en la concepción del trabajo infantil en la Legislación Chilena en comparación a la Internacional, ya que en Chile los niños y niñas no pueden ser obligados a trabajar. La ley N° 19.684

25

sólo permite el trabajo de los adolescentes entre 15 y 18 años si cumplen estos requisitos: •

Autorización escrita de sus padres o tutores.



Contrato de trabajo y remuneración legal.



En jornadas diurnas no superiores a 8 horas.



En labores livianas que no afecten su salud, seguridad o moralidad.



No podrán realizar trabajos mineros subterráneos ni en lugares que vendan alcohol.



Entre 15 y 16 años deben también certificar la asistencia a la escuela.

De esta forma se deja en el Código del Trabajo la prohibición al trabajo de niños menores de 15 años. Por lo tanto, si realizan algún trabajo, lo hacen en forma ilegal (excepto en la situación especial de niños que pueden ser autorizados a trabajar en teatro, cine, televisión o actividades similares). Así se presenta definiciones parciales que involucran una concepción implícita sobre un paradigma interpretativo y determinado históricamente del desarrollo del niño que podría graficarse en las siguientes dimensiones: DIMENSIONES

Sub-dimensiones a) capacidad de percepción, atención, y de la memoria.

Cognitivo

b) Capacidad para establecer categorías, formular nociones, conceptos y elaborar inferencias. c) La resolución de problemas y la metacognición. a) condición de salud e higiene para el bienestar

Desarrollo saludable

físico-motor. b) condición para asegurar el bienestar Psicológicoemocional.

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a) La familia como primer entorno comunicativo de los niños b) El lenguaje como factor de identidad e interacción Social

sociocultural de los niños y los adolescentes. Influencia de los medios de comunicación. c) El papel de la escuela como entorno enriquecedor del aprendizaje y el desarrollo integral de los niños y los adolescentes.

A la vez reconocemos que cada sub-dimensión encuentra nuevas clasificaciones internas, pero nuestra temática intenta de forma sucinta reconocer que dentro de la misma definición histórico-universal sobre los derechos de infancia se encuentra características específicas de socialización asignadas a los niños las cuales no deben soslayarse, pero que tampoco son naturalizables de por sí. VI. CONCLUSIONES Aún así las condiciones que rompen ésta barrera del desarrollo integral del niño en sus dimensiones está depositada en una serie de cláusulas que de cierta forma teórica garantizarían el cuidado de estos elementos estructurales en la constitución del infante, pero que se debe identificar claramente que la misma legislación encuentra sus límites con respecto a una realidad en donde la precarización laboral de los padres, puede fácilmente conducir, como necesidad de sobrevivencia a autorizar a su hijo al trabajo, mientras que por otro lado el empleador no se opondrá al contratar una fuerza de trabajo desvalorizada objetivamente, y la política de los sindicatos (si existe en determinado ciclo o empresa específica) podrá responder con contundencia ante hechos de estas características que atentan de conjunto a los derechos y valorización de la fuerza del trabajo del conjunto de los/as trabajadores/as. Al parecer será cierto que todo éste desarrollo truncado del infante será una tendencia que no obtendrá solución sino es por una política fuerte desde el 27

sindicalismo por revalorizar su fuerza de trabajo y dignificar las condiciones precarias de trabajo que se tienen en la actualidad, las cuales se convierten en factores determinantes en la inclusión del trabajo infantil en distintos sectores productivos, en los cuales las relaciones de producción en la actualidad permiten y posibilitan la inclusión de niños al trabajo. Por ello esta misma política sindical sobre el trabajo infantil, hecho ya concreto en la dirigencia sindical de países ‘desarrollados’ o de una posición privilegiada en la división internacional del trabajo, implican desde las medidas práctico sindicales una crítica de regulación a las condiciones arbitrarias en que el capital extrae plusvalor, convirtiéndose en una crítica a la economía capitalista de conjunto. La relación de observación que hemos desarrollado permite integrar el trabajo infantil como una problemática integrada en el marco de un conjunto de relaciones sociales que se desarrollan al mismo tiempo y en una dinámica general de cambios y reestructuraciones, lo que nos separa de la cosificación del análisis del fenómeno del trabajo infantil como problema aislado del resto de la sociedad o con parciales métodos explicativos y de abordaje en la intervención. Esperamos contribuir por ello al desarrollo de una redefinición epistemológica del problema que integre los elementos propios de las relaciones capital-trabajo en la actualidad del capitalismo tardío. Bibliografía ZÁRATE, María Soledad & GODOY, Lorena (2005) Análisis crítico de los estudios históricos del trabajo femenino en Chile. Cuadernos de investigación N° 2. Santiago de Chile, julio. Centro de estudios de la mujer (CEM). BOURDIEU, Pierre (1999), Actualmente la precariedad está en todas partes, publicado en el libro Contrafuegos, Barcelona, Ed Anagrama.

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OIT. (2006). Resumen Ejecutivo ¿qué es el trabajo Infantil? Oficina internacional del trabajo infantil. Oficina subregional para el Cono Sur de América Latina. MINTRAB – OIT – INE. (2004). Encuesta Nacional sobre actividades de niños y adolescentes en Chile. Instituto Nacional de Estadísticas. Chile. MINTRAB (2001). Plan Nacional de Prevención y Erradicación progresiva del Trabajo Infantil y Adolescente en Chile. Santiago, Chile. Sistema de Información Regional sobre Trabajo Infantil – SIRTI- Tel: 511-2150327 / 511- 221-2565, Fax: 511- 4215292. Correo electrónico: [email protected] OIT & UNICEF (2000). Investigación sobre el trabajo infantil. Un manual de campo.

Guía

para

una

evaluación

rápida.

http://www.thais.org.mx/nueva/pdf/evalua_rapid.pdf CEPAL (2004) Panorama Social de América Latina. IPEC (2003). Estudio realizado por el Programa para la erradicación del trabajo infantil, Considerando 19 países de la región: Argentina, Bélice, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. ACHNU. (2005). Contextualización al Trabajo Infantil en Chile. Asociación chilena Pro Naciones Unidas. Diciembre. www.achnu.cl OIT & SENAME. (2007). Peores formas de trabajo infantil. Sistema de registro e intervención. Manual de capacitación. Santiago, Oficina Internacional del Trabajo, 2007. ISBN 978-92-2-319666-0 (web pdf)

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OIT (2004) Trabajo Infantil y adolescente. Diagnóstico Nacional. Resumen Ejecutivo. Santiago, Oficina Internacional del Trabajo. ISBN 92-2-316378-1 (versión impresa). MARX, CARLOS (1974) El Capital. Tomo I. Fondo de Cultura económica. Buenos Aires. Argentina. El Capital. Tomo III. Fondo de Cultura económica. Buenos Aires. Argentina. DE LA GARZA, ENRIQUE (2008). Sindicatos y nuevos movimientos sociales en América Latina. Enrique de La Garza (compilador). Colección grupo de trabajo CLACSO. Consejo latinoamericano de ciencias sociales. WENT, ROBERT (2003). Less Growth, More Inequality: What’s Wrong With Globalisation. The Indian Journal of Labour Economics. Special Issue on Globalisation and Social Exclusion, Volume 46, No 3. CLAUDE, MARCEL. (2007) Reducción de la pobreza. Centro de estudios Miguel Enríquez.

Archivo

Historia

político

social-

Movimiento

popular.

http://www.archivochile.com/Chile_actual/columnist/claude/colum_claude00022.pdf . SILVA, UCA & DAMIANOVIC, NINOSKA. (1998)

Estudio exploratorio sobre

trabajo infantil. Cuadernos de estudio N° 5. Departamento de estudios Dirección del Trabajo.

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