Terras Incognitas - Costamagna J L

  • November 2019
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  • Words: 10,729
  • Pages: 55
Personajes por orden de entrada en escena Acto

[Prometeo]

loco internado en un hospital neurosiquiátrico

1 2 1 22

[Dávila]

enfermero caracterizado por su intención represora

1 21 2 2

[Director]

director del hospital, pronto a ser ministro

1 21

[García]

enfermero con carácter amistoso hacia el paciente

1 2 1 22

[Muchacha de servicio] muchacha atractiva encargada de la limpieza

1 21

[Médico]

integrante del cuerpo del hospital

1

[Voz en off]

mujer mayor, especie de telefonista y encargada

1 21

[Auditora]

doctora especialmente interesada por Prometeo

1 21 22

[Enfermero]

ayudante corpulento para situaciones límites

21 22

Acto 1

Decoración

El escenario se halla dividido en dos partes. Una a la izquierda que ocupa dos terceras partes y la restante el tercio faltante. La de la derecha representa el interior de una habitación sin muebles que sirve para la reclusión de los enfermos de un hospital neurosiquiátrico. Cuenta con dos muros sesgados con relación al escenario, perpendiculares entre sí. Sobre el muro más externo (próximo a los bastidores), a una altura que puede alcanzar una persona levantándose en puntas de pie, hay una pequeña banderola con rejas. Sobre el otro muro una pesada puerta de madera con mirilla. Este último no avanza totalmente hacia delante, sino que lo hace en un tramo tal que permita el emplazamiento de la mencionada abertura, debiendo generarse el restante espacio de división con el sector izquierdo a través de un efecto lumínico. La parte de la izquierda es la oficina del Director del establecimiento que cuenta con un escritorio con cajones, ubicado sobre el centro mismo del escenario (mirando hacia los bastidores), y una mesa de reuniones con sillas (más a la izquierda). El ambiente sobresale un poco con relación a la celda. Sobre el muro que da de frente, hay una puerta entre el escritorio y la mesa. Sobre el escritorio hay un grabador-reproductor de cintas de tipo portátil, papeles, carpetas, un teléfono y un intercomunicador. Sobre la mesa un libro grande. La iluminación en el caso del cuarto proviene de adelante (tipo reflector) y en el de la oficina es más equilibrada y se proyecta desde arriba.

[Prometeo] (dirigiéndose al público desde un rincón de la celda) ¡Ustedes que siempre están ahí esperando algo de mi !, y cuando se los doy me apartan, me recluyen. No me inventen sino me quieren, no escuchen las palabras que debo decir ante vuestro silencio de hombres libres... (se ríe, pero su risa decae en melancolía). No se preocupen yo también supe guardar silencio, pero ya no... (se acerca a una pequeña banderola con rejas, observa y empieza a gritar). ¡Ahí vuelven!, siempre vuelven..., vuelven (se va calmando y mira hacia el centro de la celda) para traer cada vez más bultos y hacer intransitable este espacio (se inclina y acomoda la manos entre las rodillas iniciando un movimiento pendular). Quieren ahogarme, llenarme de sacos con palabras que hablan por sí solas y me aturden. (Rodea la habitación) Tengo miedo de tocar las fundas que envuelven esta masa de cosas que explican otras que ya me son indistintas. Sin embargo quiero hacerlo (Se yergue y busca con una y otra mano) Sí..., puedo tomar la parte de mi que yace representada con este cuerpo para el mundo, sentir con su carne, percibir su sutil funcionamiento, verla ceder ante el desgaste del tiempo (contempla sus manos como si se hubieran enchastrado), ¿qué hace esto fuera de mí ?, podría morir por la falta de esta víscera y entonces no sería salvado, porque si algo sé, si de algo estoy seguro (con énfasis) es que alguien ha de venir...

(a través de la mirilla que hay en la puerta se ve los ojos de Dávila)

[Dávila]

Nadie (con resentimiento), escuchaste, nadie llegará hasta aquí, te lo puedo asegurar, y si no te callás te meto ya en una camisa y te cruzo una mordaza en la boca.

[Prometeo] (Mirando hacia la puerta primero con gestos temerosos, después desafiantes) Ahora lo veo claro, tú eres el encargado de traer todas estas cosas para encadenarme a ellas. Tú eres el enviado de los dioses inventados por los hombres, dioses que han de caer como estos sacos. (Toma los sacos que ve y los arroja a un costado).

[Dávila]

¡Loco de mierda!, en esta pieza solo estás vos y tu locura.

[Prometeo] Callate y limpiá bien el pasillo porque allí vas a tener que poner una linda alfombra el día que me vaya. Por otro lado dejá que el Director grabe mis respuestas, narre mis reacciones, porque aunque él tampoco vea lo que hay aquí hará que otro si lo vea.

[Dávila]

Sos más estúpido de lo que pensaba. Acaso no sabés que te tiene sin drogas, por que te quiere limpio para las revistas de psiquiatría. (Alejándose) Después, cuando eso pase, vas a terminar como los otros. Mirá, mirá al patio si te animás, pero no al cielo, sino a los que andan por ahí con la cabeza gacha.

[Prometeo] Yo saldré (acercándose a la puerta con rapidez, pero eludiendo parte de los bultos que ve), y ese día haré que te encierren, para que convivas con el recuerdo de tus crímenes, para que seas parte de los gritos de quienes torturas, (más excitado) bestia maldita, (abriendo lo brazos) verdugo de la razón, ser sin esperanza, (ahora saltando) eso, sin esperanza, ... sin esperanza... (empieza a golpear la puerta).

[Dávila]

(de lejos) García..., García vení rápido.

(se escuchan pasos llegando mientras abre la puerta. Prometeo a dejado de golpear, y se deja caer a los pies de la puerta)

[Prometeo] No metás a García en esto, porque esto es entre vos y yo.

(para abrir la puerta deben empujar con esta el cuerpo de Prometeo. Luego los dos hombres sujetan a Prometeo, que no se defiende, tararea la melodía de la introducción de Así habló Zaratustra de Richard Strauss, Dávila aprovecha para darle algunos golpes mientras le ponen la camisa de fuerza y una mordaza. Cuando ya está amordazado, la música de la mencionada obra crece en off, hasta que García lo arrastra y lo acomoda en un rincón. La música se corta y García apoya una mano en el hombro de Prometeo. Mientras el enfermero se aleja, las luces ceden en esa parte del escenario y se ilumina la oficina del Director)

(golpean a la puerta, el Director esta sentado revisando papeles)

[Director]

Pase. Ah... Dávila que pasa, ...no, ya sé, por la expresión de su rostro veo que se trata otra vez de lo mismo.

[Dávila]

Sí señor hemos tenido que inmovilizarlo para evitar que se haga daño.

[Director]

¿Está seguro de lo que dice ?

[Dávila]

¿Señor.. ?

[Director]

Tranquilícese un poco hombre, ya llegará su momento, así que deje ese sector por un rato y controle a la gente que trabaja en la cocina, me parece que se están llevando comida a la casa.

[Dávila]

Como usted ordene..., pero volviendo al tema del tal Prometeo, tal vez si usted pudiera adelantarme alguna fecha, para mí sería más llevadero.

[Director]

(sonriendo) Se lo diré Dávila apenas se haga oficial, ... pero (poniéndose de pie y mirando más allá) considere que será factible antes de los que se imagina.

[Dávila]

Señor, yo querría que fuera ya..., pero..., disculpe que me meta, por su tono me parece que no habla sólo de eso.

[Director]

Es cierto, hay algo muy importante (se para), algo por lo que vengo bregando hace mucho. Ya se enterará. Por ahora preocúpese por hacer lo que le indiqué, pero antes tráigame un café.

[Dávila]

¿café..? (dando a enteder que es algo que no cree que le competa hacer)

[Director]

Sí, ¿por qué ?

(el enfermero se retira dejando la puerta entre abierta. De lejos se oye un lamento apagado. El director se acerca al perchero y busca en su saco)

[Director]

¿Dónde lo puse ? (finalmente encuentra un sobre y extrae una carta. La abre y se acerca a un calendario ubicado a un costado de la puerta. Cuenta los días a partir de uno determinado) Diez, diez días exactos (apretando un puño).

(el teléfono suena, la luz ilumina tenuemente a Prometeo tendido en el piso del rincón donde lo dejo García, que se acerca y libera los nudos de la camisa de fuerza)

[Director]

(Atendiendo el teléfono, muestra desagrado ante la interrupción) Hola ... ah, sí, como estás..., (su tono se vuelve comunicativo), yo, esperando alejarme de esta mugre, pero decime a que debo tu llamado ... (Dávila entra con el café, manifestando disimulada curiosidad por el llamado. El rostro del médico manifiesta cierta preocupación, pasan unos instantes, le hace seña de dos cucharadas de azúcar) pero..., esa doctora Fuler que lugar ocupa para decidir una auditoría así por así..., y decís que viene en camino para acá, (mientras escucha, tapando el tubo) dígale a García que venga de inmediato... (Dávila sale, el médico retoma la conversación telefónica), ... no te hagás problema ya me enteraré cuando llegué, además supongo que ella habrá recibido algún comentario sobre mi nombramiento..., todos saben ceder..., te agradezco la atención (cuelga, se muestra preocupado). García, Dávila (llama gritando).

(los dos enfermeros entran algo agitados)

[Dávila]

Aquí estamos señor.

[Director]

Dávila, viene una auditora del ministerio en camino, de más esta decirle como debe encontrarse el hospital, así que sin decir nada al personal encárguese que todo esté resplandeciente. El médico de guardia que revise a los aislados de la planta alta, yo me encargaré de los de acá con García.

[Dávila]

¿Cuánto tiempo tenemos señor?

[Director]

Supongo que algo más de una hora. (dirigiéndose a Garcia) Vamos. (salen todos)

(se ilumina más la celda de Prometeo, el cual esta a punto de liberarse de las ataduras y de la mordaza)

[Prometeo] (siente voces que vienen. Mirando al público) ¿Por qué vienen tan rápido ?, quizá el maldito de Dávila los ha convencido para que me inyecten (se escucha otra puerta, corre hasta la mirilla). No, se han detenido más allá. Aunque tal vez lo que buscan es escuchar del otro lado del muro (aplica la oreja contra la pared ficticia que se encontraría al frente del escenario), saber lo que digo cuando estoy solo, descubrir las terras incognitas. Tendré entonces que escribir para que no me escuchen (se dirige al muro donde se ubica la puerta y escribe con el dedo), no, mejor será inventar un vocabulario nuevo (vuelve hacia el centro), así podré escucharme y no volverme loco...

(García se acerca por la mirilla)

[García]

¡Hei!, ya viene para acá el Director así que portate bien, y volvé al rincón porque parece que hoy viene pesada la cosa.

[Prometeo] No te preocupés, querido amigo, aquel que viene como el águila hacia mí, aquél que devora mi mente, sólo enseña el camino a mi salvador.

[García]

(Mientras se aleja) Baah..., otra vez igual...

[Prometeo] (Colocándose en el centro de la celda con una rodilla en el piso y una mano levantada) El primero de nosotros, el que dio sentido a este nombre, el primero en desobedecer para dar lugar a la evolución de los mortales, el que pecó contra el totalitarismo, ha dicho, “prefiero estar encadenado a esta roca, antes que ser el siervo obediente de los dioses”. Yo, que padezco absolutamente la debilidad humana, he recibido la fuerza de sus ideas, yo soy el encargado de penetrar al mundo donde el libre albedrío sea realidad. Acaso no es la propia naturaleza la que genera en nosotros la necesidad de superarla.

(Se siente que se acercan el Director y García. Cuando giran la cerradura Prometeo se aleja del centro y mira hacia la puerta)

[Prometeo] Se desploma la montaña y quedo de frente al vacío, ni mi jefe de oficina, ni mi familia, nadie ha sabido escucharme (se recluye en el rincón, se abre la puerta) Doctor, me portare bien, pero déjeme ser el que soy, ¡por favor ! (con pánico), déjeme seguir...

[Director]

¡García !, que ha pasado con esa camisa que está desajustada, ¿no sabe que este tipo es capaz de ahorcarse con ella ?

[García]

Señor, no encuentro palabras para pedirle perdón, aunque estoy seguro de haber revisado los nudos.

[Director]

Espero que esto no vuelva a suceder o me veré en la obligación de iniciarle un sumario. ¿Cómo se puede ser tan irresponsable?, hay que apretar bien fuerte, casi hasta sentir el crujido de las costillas.

[García]

Señor, le aseguro que no volverá a ocurrir.

[Director]

(Luego de hacer un movimiento hacia arriba con la mano, como impotente ante la incopetencia, se dirige hacia donde se encuentra Prometeo). Tranquilo hombre solamente he venido para explicarte que nos visitará una persona muy importante y que debés (luego de acercarse de a poco a Prometeo se aleja repentinamente),... asqueroso te has meado encima ..., García encáguese y explíquele usted, y más vale que lo entienda (sale).

(con una tenue iluminación en la oficina a entrado la muchacha de servicio que limpia muy despacio) [García]

¿Por qué hacés lo que hacés ? A veces creo que te sentís cómodo en este lugar.

(luego de quitarle la mordaza, que rodea el cuello y desprenderle la camisa de fuerza lo ayuda a levantarse y juntos caminan hacia afuera)

[García]

Vení vamos a cambiarte y a arreglarte, de seguro la doctora que vendrá debe ser tan hermosa como las modelos de las revistas.

[Prometeo] ¿Y detrás que hay ?

[García]

¿Atrás de la belleza que hay..?, no empecés con tus cosas.

(mientras van saliendo el Director entra a la oficina, le llama la atención la presencia de la muchacha de servicio)

[Director]

Me sorprende que hayas sido vos la que viniera...

(se apaga la luz de la celda, aumenta la intensidad de la de la oficina. El Director cierra la puerta y va hasta el escritorio, donde tiene un reproductor de cintas portátil, del cual extrae un casete)

[Muchacha de Servicio] Dado que usted ya no frecuenta los lugares por lo que yo transito, he debido cambiar mi puesto a la señora que se encarga de esto.

[Director]

Comprendo (guarda el casete en un cajón y lo cierra con llave). Serías tan amable de pasarme el libro de notas que esta sobre la mesa.

[Muchacha de Servicio] (acercándose al libro) ¿Este señor... ?

[Director]

Sí, exactamente ese.

(ella se acerca al escritorio y abre entretanto el libro, mostrándose insinuante)

[Muchacha de Servicio] ¿Por qué no me cuenta que escribe acá señor...?

[Director]

Con esto (levantando el reproductor) le quito palabras a Prometeo, palabras que envueltas de términos técnicos me sirven para aparecer como un estudioso de prestigio.

[Muchacha de Servicio] Entiendo.

[Director]

Pero para explicarte con más detalle mejor cerrá la puerta.

[Muchacha de Servicio] (Mientras pone llave a la puerta) Como usted diga Señor.

[Director]

(Inclinándose hacia atrás) ¿Supongo que tu presencia no tendrá que ver con la posibilidad que tengo de ser ministro ?

(las luces de la oficina se apagan cuando la muchacha de servicio se acerca hacia la butaca que ocupa el Director, y se encienden las de la celda. Entra Prometeo con otro pantalón, ya sin la camisa de fuerza, y detrás García con un balde y un lampazo)

[Prometeo] Deja que te ayude, soy yo el responsable de este charco (como si se tratara de una obra colosal)

[García]

Esta bien es mi trabajo, lo único que te pido es que trates de no volver a hacerlo, pensa un poco en mí.

[Prometeo] Sos bueno García, y lamento que a veces no seas más fuerte para luchar por lo que creés que es correcto (Prometeo se aproxima a la banderola y se levanta un poco para mirar hacia afuera) ¿Alguna vez te detenés a mirar lo que dejamos pasar por ser usual ?

[García]

(ya ha terminado de limpiar) ¿A qué te referís ?

[Prometeo] A la manera en que el viento anda entre las hojas, al modo en que un pájaro estira su vuelo, en fin a cada cosa que hace de cada momento algo diferente. Pero no me hagas caso, porque la naturaleza también es demasiado cruel (se pone a jugar con los dedos sobre el pecho). A veces me pregunto si la vida podría ser posible de otra forma, y me digo, tal vez dios no halló otra manera...

[García]

Me parece que pensás demasiado y dejás de vivir. Además me da miedo que te pongas a la altura de Dios

[Prometeo] No comprendés que el que yo esté aquí encerrado tiene un sentido de epopeya. Llega el tiempo de los hombres justos, de los hombres verdaderos...

[García]

Quizá si no enredaras tanto las cosas podría entenderte mejor... (se marcha cerrando la puerta).

[Prometeo] (al público) García huye, cree que lo mío puede ser contagioso..., aunque a veces tengo la impresión que le gustaría contagiarse sólo un poco, sólo una medida que no atraviese los límites que le harían sentirse culpable. Y ustedes.. ¿han sentido culpa ante actos que se consideran inadecuados ?, actos que no pueden hallar justificativo en los impuestos de este mundo deshumanizado... (se escucha un sonido próximo a la puerta, Prometeo se vuelve hacia esta) García se que aún estás ahí, respondé, no hagás que piense que sólo es mi imaginación. (silencio) ¿Por qué te callás ?, (se dirige a todos) ...los de aquí y los de allá, ¡hablen!, no me hagan creer que estoy solo (sacude los brazos). ¡Salgan de los escondites ! (busca y en un momento dado comienza con la persecución de una cucaracha por los rincones hasta lograr acorralarla) Al menos quédate tú que también eres despreciada, yo no impondré el peso de mi calzado sobre tu existencia.

(un momento de silencio en que observa los movimientos del insecto)

[Prometeo] Tal vez un día no necesités huir para estar segura, tal vez un día los hombres superemos el sentido de la posesión..., tal vez un día me entiendan, tal vez un día yo también me entienda (se golpea la cabeza). Quizá García tenga razón y deba poner algún orden a mis pensamientos.... Escapá si querés (dirigiéndose al insecto), quien soy yo finalmente para cambiar el destino de las cosas, tal vez deba dejarme caer (se alza y se deja caer de rodillas hacia el centro de la habitación) y no pensar (se tira con los brazos abiertos en el piso).

(Se apaga la luz de la celda, golpean a la puerta de la oficina, pasan algunos instantes y se enciende la de la oficina. El Director parado de espaldas al público se ajusta el cinturón, se observa a la muchacha de servicio abriendo lentamente la puerta y cubriéndo la abertura con su cuerpo. Se entrevé al Médico de Guardia)

[Médico]

¿Puedo ver al Director ?

[Muchacha de servicio] Si..., si... (sin estar convencida).

[Director]

(ahora mirando al público y terminándose de acomodar la ropa) Pase doctor, pase. Qué cuenta usted de bueno.

[Médico]

Por ahora nada, sólo quisiera saber, Señor, qué significan estos informes que quiere hacerme firmar con relación al paciente que se apoda Prometeo, y que apenas he visto un par de veces.

[Director]

Mi estimado colega (sentándose) usted sabrá entender la necesidad que he tenido durante este tiempo de ocultar a Prometeo de gente insensible, de personas que no comprenderían la importancia del trabajo que he desarrollado con él. Digamos que lo que preciso es que usted me ayude a cubrir los requisitos burocráticos de porque ha coincidido que este enfermo no haya sido visto por ningún extraño a este hospital. No tengo dudas que desde el cargo que pronto ocuparé sabré reconocer su predisposición. Además, que problema encuentra a esto, unos días antes de mi partida Prometeo será abordado por un estado irreversible que obligará a su medicación.

[Médico]

Parece tener todo definido, salvo que yo no acepte esta mezcla de promesa futura y de imposición presente.

[Director]

Si no lo hace usted doctor de seguro que alguno de los otros lo hará. Por favor firme esos papeles y sepa disculpar que deba seguir interiorizándome de asuntos más prioritarios.

(El Médico se marcha sin responder. El Director llama por el intercomunicador)

[Voz en off de una mujer mayor]

Sí señor

[Director]

Que Dávila venga de inmediato.

(Se levanta y camina de un lado a otro. Dávila llama y entra directamente)

[Director]

No se porque empiezo a temer que el comportamiento de Prometeo pueda complicar esta inusual inspección. Debemos ser súmamente cuidadosos al respecto.

[Dávila]

Señor, usted sabe lo que eso significa.

[Director]

Sí, pero las dosis de sedante deben ser tales que Prometeo no se de cuenta que su destino está por tomar un camino en el que no hay opciones. Por ahora limítese a poner a García sobre él, creo que así no sospechará, y hasta es posible que más adelante tengan que encerralos juntos.

(El director sale por unos instantes dejando la puerta entreabierta, Dávila lo hace detrás de él, se escuchan algunas voces. Regresa el Director trayendo algunas historias clínicas. Se sienta en su escritorio y manifiesta su disgusto por tener que revisarlas. Se apaga la luz de la oficina lentamente y aparece en progresión inversa la de la celda. Ruído de cerradura)

[García]

Cada vez se pone más dura esta porquería. (Al ver a Prometeo aún sobre el piso con los brazos abierto, casi estático, deja en el piso el vaso plástico que trae. Se acerca para reincorporarlo) Me parece ya haber hecho esto alguna vez...(muestra signos de agotamiento)

[Prometeo] (Acentuando el insomnio que lo puebla) Tal vez un día no se pueda abrir más y yo quede encerrado para siempre.

[García]

Seguro que me tocaría a mí romper la puerta.

[Prometeo] (Con cierto rencor) Aunque en estos casos el sistema requeriría la confección de un acta, la intervención de un cerrajero especialista y de dos enfermeros al menos para evitar una posible fuga. Además debería contarse con la infaltable presencia del Director..., todos enfrascados en sus roles...

[García]

Tal vez este jugo de naranja te saque algo de resentimiento (busca el vaso).

[Prometeo] Resentimiento, ya había olvidado lo que producía. Eso pertenecía a mi pasado, cuando me movía en medio de la civilización, no en este depósito de mentes. Además ambos sabemos que es jugo artificial.

[García]

(Tratando notoriamente de cambiar de tema y de hacer que beba) Hoy has tenido suerte, me han mandado para que te haga compañía.

[Prometeo] ¿No te vas a escapar como más temprano?

[García]

(Dudando) Espero que no.

[Prometeo] Dejá eso (apartando el vaso).

[García]

Bueno.

[Prometeo] Sabés, hay ciertas cuestiones que me llevan a pensar que el hombre de ayer y el de hoy no son exactamente iguales, pero en ambos casos él ha sido protagonista del mundo y su historia. Dentro de un tiempo, casi ya, es posible que sean las cosas y no los hombres las que empiecen a adquirir el papel protagónico.

[García]

Lo único que me faltaba oír, que un aparato se montará a un caballo y conducirá con su espada a los hombres.

[Prometeo] Has robado las palabras de mi boca.

[García]

(Un poco aterrado) No, no lo creo. (Se aleja y arroja el contenido del vaso por la banderola)

[Prometeo] (Dirigiéndose al público) Y ustedes, han sido capaces de anticiparse a alguna de mis palabras. Si así fuera sería conveniente que también tomaran distancia, porque podrían cerrar las puertas de la salida y quedar encerrados conmigo.

[García]

Prometeo dejá de hablar a las paredes.

[Prometeo] ¡Silencio !, cerrá la puerta, rápido cerrá la puerta que escucho a soldados que traen más cosas en bolsas y de seguro tienen órdenes de depositarlas aquí, rápido cerrá... (empieza a tiritar)

[García]

Prometeo (acercándose hacia él), tranquilizate, esas voces están solamente en tu cabeza, tenés que tratar de distinguirlas de las reales.

[Prometeo] Cerrá por favor.

[García]

(cerrando la puerta) ¿Por qué tengo yo que estar haciendo esto ?

[Prometeo] (tiene algunos escalofríos, que van desapareciendo) ¿Qué es la realidad García?, ¿Qué es la locura García ?, todo depende de las circunstancias de una época, es posible que en el futuro descubran estos mundos paralelos en que yo vivo, y entonces demuestren que yo no estaba enfermo.

[García]

Quedate en la tierra, ¿para qué querés ir más allá?

[Prometeo] Ves con que facilidad te recuperas de aquello que recién te hizo parecido a mí. No debés temer, podrías soportar hasta que planteemos una especie de juego donde reluzcan las formas con que el sistema nos convierte en homos consumens y por consiguiente en seres aburridos.

[García]

Preferiría que no, que habláramos de..., no se..., a vos no te interesa el fútbol, tampoco saber sobre lo que uno tiene a mano para vivir sin tanto cuento.

[Prometeo] Acaso el mundo ha cambiado algo desde que estoy aquí. (De nuevo al público) No se olviden cuando se hayan ido yo seguiré en este mismo lugar.

[García]

Oime, tal vez sos así porque siempre has estado demasiado encerrado.

[Prometeo] Sí, adentro o afuera, en cualquier lugar, he sentido el encierro, hasta en una partida de ajedrez me he sentido preso, por eso a veces me place cambiar las reglas, las que sea. El único problema es que también te quedas solo.

[García]

¿Por qué también?

[Prometeo] Porque en la ciudad todo empieza con una cuenta, y los números lo absorben todo, el afecto, la esperanza. Se hacen tan grandes e ingobernables. Mirá ( se levanta la remera y se observa una cicatriz importante) una de estas marcas me la hizo uno de esos números que cayó sobre mí.

[García]

Vamos, eso te lo has hecho con un alambrado.

[Prometeo] Esto no es lo que ves, es el resultado de aquello, de esa estructura con la que procuran convencerte que tu vida será algo mejor. Se ingiere los absurdos de la organización, y uno mismo si darse cuenta fortifica al modelo que lo hastía. La medida de todo son las cosas, que vienen en bolsas, y los hombres pierden su vida, y empiezan a aislarse sin dejar de fingir el placer que les causa la convivencia social de la comparación.

[García]

(Interrumpiendo a Prometeo) Te vas por las ramas, no todo es así.

[Prometeo] Lo sé. (Silencio) A veces pienso que he entrado en un desierto. Allí el alimento no alcanza para un grupo, sólo los solitarios se atreven. Las huellas que se dejan sobre la arena, desaparecen rápidamente ante el movimiento del viento.

[García]

A veces yo tomo distancia, pero vos también la tomas.

(Prometeo cae de rodillas al piso. Se apaga la luz y vuelve la de la oficina que está vacía. Se siente un tumulto de gente acercarse. Entra el Director, que mantiene abierta la puerta para que entre la Auditora, detrás de ella vienen la muchacha de servicio, Dávila y el Médico)

[Director]

Lamento no haber tenido ocasión de saber de su visita, sino hubiésemos preparado un itinerario bien detallado.

[Auditora] En realidad he decidido que fuera así por que me interesa que sea una recorrida rápida, y luego poder compenetrarme del caso particular de un internado.

(Sorpresa y cierto malestar en el rostro de todos, salvo del Médico que sonríe)

[Director]

Sí, ...sí, por supuesto, ¿de cuál de ellos..?

[Auditora] De aquél que se hace llamar Prometeo.

[Director]

Pero..., pensé que era una supervisión general...

[Auditora] Doctor, conozco demasiado este tipo de instituciones aisladas de la comunidad, y por los informes que tengo lamentablemente esta no es muy distinta de los otras, así que con una inspección general bastará. Ya habrá tiempo para una auditoría completa.

[Director]

Sería un tema un poco largo para discutir, pero permítame preguntarle por qué ese interés tan particular por ese paciente. Acaso es por mi publicación sobre él.

[Auditora] Digamos, que ese artículo, sólo me ayudo a encontrarlo.

[Director]

Creo que (mirando al Médico) encontrará toda su historia clínica registrada. Por otra parte mi estimada colega, estoy dispuesto a ofrecerle todos los detalles, (busca anotaciones en los cajones del escritorio).

(La muchacha de servicio y Dávila se muestra prestos a cualquier ayuda. El Médico toma un poco más de distancia)

[Auditora] Dejemos eso para después. Hagamos la recorrida y tenga a bien disponer algún lugar donde pueda ver al paciente.

[Director]

(Indica con un gesto de la mano que así sea, continua agrupando carpetas y hojas; Dávila, la muchacha de servicio y el médico se retiran, siendo este último el único que se despide) Sí, sí (preocupado) pero debo pedirle que sea yo quien encause la temática, se trata de un paciente sumamente alterable ante la presencia de extraños...

[Auditora] ¿Ud. tendrá otras ocupaciones?, creo que será suficiente con que oficialice la presentación.

[Director]

Me opongo (levantando un poco la voz).

[Auditora] ¿Perdón?

[Director]

Tengo la impresión que de nada valdrá mi recomendación, parece tener todo definido de antemano... sólo espero que esto no guarde relación alguna con mi posible designación como ministro de salud pública.

[Auditora] Doctor con respecto a lo primero le aseguro que ante la menor complicación con el paciente seré la primera en recurrir a usted. En cuanto a lo segundo he de suponer que un profesional de su notoriedad no se valdría jamás de un comentario así para generar algún tipo de intimidación.

[Director]

(Dejando las carpetas) Este lugar resultará el apropiado, pero antes de traer a Prometeo procuraré ponerlo al corriente de la situación.

[Auditora] El sitio que usted disponga estará bien, por lo que si no hay otro asunto pendiente me parece adecuado empezar la recorrida por el hospital.

(El Director y la Auditora salen. Se enciende la luz de la celda, Prometeo sigue de rodillas, García y Dávila se encuentran próximos a la puerta)

[García]

Hace más de una hora que está en esa posición, pero creo que esta tranquilo.

[Dávila]

Más vale que así sea.

[Prometeo] A llegado el día de mi liberación (se pone de pie), pero no teman aquellos de los que deba vengarme (mirando a Dávila), no estarán en el azul de mi mente. ¡Mi salvador a llegado.. !

Telón.

Acto 2 (Primer Cuadro)

Decoración

La misma.

(Se ilumina la oficina, la Auditora se acomoda en la parte central de la mesa de frente al público, el Director se mantiene de pie junto a ella)

[Director]

Le haré traer una bebida, debe tener sed. El viaje hasta aquí es largo y los pasillos del hospital también (tratando de ejercer alguna aproximación intencionada).

[Auditora] Le agradecería si pudiese ser una jarra de agua con dos vasos, así no necesitarán interrumpirme cuando este con el paciente.

[Director]

Desde luego. (Se acerca al intercomunicador).

[Voz en off de una mujer mayor]

[Director]

Sí, Señor.

Por favor que traigan una jarra de agua y dos vasos (recalcando estas dos últimas palabras).

(La Auditora ordena una serie de papeles que tiene en una carpeta, asiendo caso omiso a la actitud del Director) [Director]

He podido observar que no ha prestado demasiada atención a la historia clínica de Prometeo, sólo se ha detenido en ciertos puntos que al parecer esperaba encontrar.

[Auditora] Digamos que concuerda con las fuentes con que cuento.

[Director]

... y que por supuesto no compartirá conmigo.

[Auditora] Digamos que aguardaré hasta que el momento sea más oportuno.

[Director]

Se que desde su misma llegada hemos tenido diferencias, pero no puedo menos que advertirle que en el tiempo que llevo tratando a Prometeo, he podido determinar una propensión a conductas de descontrol totalmente imprevisibles, caracterizadas por una tendencia de agresión hacia su interlocutor.

[Auditora] En las fichas no dice nada al respecto (se levanta y se muestra algo exasperada), ni siquiera en su artículo sobre él menciona tal circunstancia.

[Director]

Le ofrecí mis anotaciones cuando llegó, pero usted las rechazó. Allí se encuentran descriptos comportamientos que me han permitido sondear límites que todo psiquiatra debe presenciar.

[Auditora] Usted omite principios a los que se debe.

[Director]

Créame es capaz de todo, recuerdo que en una ocasión uno de los enfermeros se distrajo y Prometeo luego de partir una silla contra el suelo usó parte del respaldo para golpearlo brutalmente, deteniéndose de modo abrupto cuando pudimos llegar al lugar. No hubo motivo aparente, pero estimo, en base a un exhaustivo análisis de hechos análogos, que su mente había dado lugar a una visión mitológica que lo obligaba a tal reacción.

[Auditora] ¿Y en esa ocasión no recurrió a medicación?

[Director]

No mi estimada doctora, es preciso redeterminar esa barrera que separa a las personas normales de aquellas que no lo son.

(Entra la Muchacha de servicio trayendo en una bandeja una jarra plástica y dos vasos de vidrio; saluda con un gesto a la Auditora que responde al saludo)

[Auditora] Creo advertir su posición al respecto, y no tengo dudas que todo en este hospital funciona de acuerdo a lo que usted entiende.

[Director]

Le deseo suerte, porque veo que tan sólo cuenta con ella.

[Auditora] Algo de suerte bastará.

(La Muchacha de Servicio sale)

[Director]

La necesitará, pues hemos observado que la presencia de extraños parece incentivar tales conductas erráticas.

[Auditora] Quizá no sea una extraña para el.

[Director]

Será mejor para todos.

(El Director se dirige hacia la puerta de la oficina, se ve que desde fuera hace entrar a Prometeo, que era sostenido por Dávila. Prometeo avanza en silencio hasta una silla algo retirada de la mesa que se halla frente a la Auditora. De espaldas al público pregunta con gestos si ese es el lugar que le corresponde. La Auditora asiente. El si bien toma asiento allí, corre la silla hasta encontrarse comprimido entre esta y el filo de la mesa. Se cierra la puerta y quedan solos. La Auditora irá tomando escasas notas durante la conversación).

[Auditora] ¿Estará usted cómodo?

[Prometeo] No.

[Auditora] Entonces.

[Prometeo] ¿Entonces qué?

[Auditora] Ya veo, por favor elija usted su lugar.

[Prometeo] Es lo que corresponde ofrecer a un salvador. (Se acomoda en otro sitio, próximo a la cabecera de la mesa, estirando sus piernas bajo esta)

[Auditora] Soy la doctora Fuler, se que su nombre es Prometeo, y si no me equivoco, en cierta manera nos conocemos desde hace tiempo.

[Prometeo] Tal vez sí, tal vez no, quizá yo no sea el Prometeo que busca y usted no sea a quien yo espero.

[Auditora] Para saber si eso es así debería dejarme conocer su letra (le extiende un papel y una lapicera).

[Prometeo] (toma el papel y lo dobla para ocultar lo que escribe) Algunos hombres cambian tanto que también es posible que escriban distinto.

[Auditora] No creo que sea el caso de quien yo busco.

[Prometeo] Parece estar demasiado segura, casi tan segura como cuando se está por caer en una trampa.

[Auditora] (extiende la mano para que Prometeo le entregue el papel) Por favor.

[Prometeo] (se incorpora violentamente apoyando sus dos manos en la mesa, mientras en una de ellas se arruga el papel. Luego lo toma, lo dobla más y lo guarda en su bolsillo) Esto todavía puede esperar.

[Auditora] (tomando una postura más distante) Hasta aquí usted a manejado los tiempos, supuse que en esta ocasión podría se distinto.

[Prometeo] Aún se aplican terapias de choque que están a su alcance.

[Auditora] ¿Planteará esto como un juego ?

[Prometeo] (camina y habla hacia arriba y hacia el público) Aliados de mi causa, no importa, dejen que se haga cargo de las preguntas, de los planteos, de los silencios. Está en su derecho...

[Auditora] ¿Alguna vez recuerda lo que escribió en su carta?

[Prometeo] Cualquiera que la haya escrito puede haber tenido un momento de lucidez pasajero.

[Auditora] Debe imaginarse que no es lo único que he tenido en cuenta.

[Prometeo] Hubo una época, cuando me encontraba amarrado a la cima del Cáucaso, en que el sol y las estrellas estaban cerca, en que respiraba con la brisa y la tormenta, pero aquí la celda es oscura.

[Auditora] ¿Qué ha pasado en este tiempo ?

[Prometeo] Qué se supone que deba contestar..., no espere, espere, déjeme intentarlo. Versión uno : gracias a la labor que el Director ha desarrollado conmigo, he sabido reconocer que estoy enfermo, y estoy tratando de superar las divergencias que ocurren en mi mente, espero que usted posibilite que este sabio continue el tratamiento. Versión dos : el Director ha creído usarme en su beneficio, pero en realidad me ha dado la posibilidad de llegar a usted.

Versión tres : usted no es la única que esta aquí, ellos (señalando al público con la mano) también están, esperan algo, pero cuando se vayan seguirán igual o casi igual. Estoy prisionero porque todos temen lo que digo, me confinan a este escenario.

[Auditora] Pretende que le responda también en tres planos distintos, o que lo hagamos en el verdadero.

[Prometeo] La verdad..., es un término tan apartado de la complejidad que nos rodea, que preferiría limitarme y decir que optemos por una visión particularizada, con pinceladas de absurdo, pero indefectiblemente legítima.

[Auditora] Me parece una definición interesante.

[Prometeo] Y si no le pareciera así, ¿qué ocurriría?

[Auditora] Se escapa...

[Prometeo] (ha vuelto a sentarse y ahora pone los pies en el asiento) No lo creo, es que a veces me resulta difícil mantenerme tan solo en uno de los tantos campos en que se extiende mi mente.

[Auditora] Por qué no me habla sobre esas diferentes esferas en las que se mueve.

[Prometeo] Por ahora no, usted pensaría que estoy loco, es preferible que antes me conozca.

[Auditora] Usted sabe que debo mantener objetividad, antes y después de cada una de sus palabras.

[Prometeo] Nunca me han preguntado cuando empezaron a decir que estaba loco, tal vez a usted pueda interesarle.

[Auditora] Por supuesto Prometeo.

[Prometeo] De frente a la computadora que tenía a cargo, digitaba cualquier número, una operación matemática cualquiera, y otro número, a la espera de un resultado incierto. Estuve varias horas así hasta, que un compañero de oficina quiso saber por qué. Le contesté que no sentía la vida, que me hallaba al borde de la muerte intelectual, y que hacer lo establecido por la rutina me era tan significativo como lo que estaba haciendo... Pobre, se asustó cuando le hable de las distintas realidades que marchaban paralelas a la aparente... (se detiene en la observación de un punto distante).

[Auditora] ¿Qué pasa ?, ¿Por qué se detiene ?

[Prometeo] Sabe una cosa, creo que usted tampoco prefiere enterarse de ellas...

[Auditora] Quizá usted supone demasiado por los otros y no los deja hacer o decir...

[Prometeo] Doctora, era yo quien había cruzado la barrera, entonces ya no tenía a que temer y en las reuniones empecé a hablar de lo que me parecía olvidado : el hombre, la fantasía. Aún me sonrojaba al ver que no me entendían, pero aquello acabó el día en que me convertí en el centro de los rumores, el día en que supe que no sólo se contentarían con marginarme, sino que deberían recluirme. (ha empezado a agitarse y su respiración se hace fuerte, se levanta y golpea la mesa).

(la auditora se vuelve hacia el respaldo de la silla, manifiesta con gestos su actitud de duda)

[Auditora] Continue por el camino que le permita revertir todo este proceso, que le permita ordenar su pensamiento, y encontrar el modo apropiado de expresarlo.

[Prometeo] Pense que me entendería, no plantee condicionamientos a mi persona. Si no quiere saber lo que soy, váyase, mi única esperanza es que alguien un día me entienda, puede ser usted o alguien que venga detrás suyo, alguien de aquellos que nos observan, alguien que sepa encontrar mi deseo escapar de aquí, no se...

[Auditora] Creo que a través de esa especie de amenaza de callar, a hallado una manera de protegerse.

[Prometeo] Usted no trae mi libertad, si así fuera no pretendería quitar lo irrepetible de mi ser, para convertirme en uno más.

[Auditora] Anticipa conclusiones.

[Prometeo] ¿Me impedirá llevar mi antorcha ?

[Auditora] Hay distintas formas de portar el fuego.

[Prometeo] ¿Debo adecuarme al medio ?

[Auditora] En su carta usted mismo daba respuesta a esa pregunta.

[Prometeo] La locura empieza también cuando uno cae sobre el escritorio y tira líneas en los papeles que lo envuelven, “tan solo he apoyado mi cabeza por un rato” me dije en voz alta, y entonces al alzarla uno ve a dos que dicen comprenderlo, y lo toman a pesar de la resistencia. ¿Cómo plantar un árbol

en una ciudad si no es rompiendo el pavimento ?, por eso lo hice, ¿entiende .. ?, ¿Cómo no sufrir y verse rechazado por ello.. ? (comienza a sofocarse).

[Auditora] Prometeo es probable comprenderlo.

que

muchas

personas

hayan

tratado

de

[Prometeo] Es cierto, García a su manera me lo dice.

[Auditora] ¿García... ?, ¿uno de los enfermeros ?

[Prometeo] Asistente de locos, queda mejor (con tono irónico).

[Auditora] Como prefiera, pero sigamos.

[Prometeo] ¿Hacia dónde vamos ?, muchas veces he pensado en eso, pero a quién hace referencia en su expresión, ¿a nosotros ?, ¿a usted, a mí y nuestros allegados?, ¿al mundo ?, ¿ a quién ?, ¿a los árboles que quitaron para reemplazar sus sombras por el caluroso hormigón ?, ¿ a los envases de las cosas que nos hacen perder la relación con el origen ?

[Auditora] Quizá a todos y a todo.

[Prometeo] ¡Buena respuesta !, me gusta, me gusta usted tan bien. Si estuviera afuera, allá en la calle, la invitaría a tomar un café para hablar de lo mismo, pero de seguro usted no tendría tiempo, no creería que aún detrás de los disfraces de la urbe hay un ser viviente que aspira a sentir.

[Auditora] Y por qué no seguimos acá, con un vaso de agua en lugar de café. Además no es necesario que deba demostrarme lo que es.

[Prometeo] No teme que rompa el vaso y me corte las venas delante suyo.

[Auditora] Aunque no lo admita ama demasiado la vida para hacerlo, tal vez si pueda hacerlo para eludirme, pero no para morir.

[Prometeo] (sonrie, y luego vuelve bruscamente a la seriedad, toma el vaso y lo rompe, toma uno de los vidrios y lo apoya sobre una de sus muñecas) Estoy solo doctora..., estas paredes (suelta el vidrio y se pasa las manos por la cabeza abarcándola desde la frente hasta el cuello) transpiran la soledad que me encierra, a veces se hacen pequeñas, otras veces grandes, depende del ritmo de los mundos que abordan mi entendimiento. (se para y toma una posición erguida, la auditora se mantiene expectante) Creo que tengo la solución para usted y para mí.

[Auditora] ¿Cuál ?

[Prometeo] Probablemente no sea necesario que deba hablar cosas cuerdas para que me entienda, tal vez baste con que penetre mi cerebro con uno de esos aparatos que permanentemente dicen revolucionar el medio científico, un aparato que descubra porque no se traducir mis mundos con palabras comprensibles, un aparato que controle mis arrebatos, un aparato que haga todo por mí hasta convertirme en un ente que sólo vea como se hace todo alrededor.

[Auditora] Prometeo, todos sentimos la opresión de esta época, sin embargo...

[Prometeo] La sociedad (sin haber escuchado a la auditora, señalando con el dedo en general, como quien da una conferencia brillante) entiende mucho de delegar, el hombre ha descubierto la manera de dejar de hacer y hacer más y mejor. La tecnología a magnificado nuestras vidas, hasta el punto de que nos emocionemos ante una pantalla y que seamos incapaces de hacerlo

ante otro ser humano. Se vive una realidad sin contacto real. Deje que la bese doctora (dando la vuelta a la mesa y acercándose hacia ella).

[Auditora] Por favor deténgase y vuelva a su lugar (retrocede pero su voz es segura y fuerte).

[Prometeo] (se detiene y retrocede) Es probable que si hubiera pasado más tiempo y la hubiera envuelto en mis palabras, no hubiera hecho falta que se lo pidiera, y usted no se hubiera negado.

[Auditora] Ya basta, déme el papel donde escribió.

[Prometeo] (toma el papel de su bolsillo y se lo pasa, mientras lo hace da la impresión de que puede llegar a tomar su brazo, pero no lo hace) Tome.

[Auditora] (Luego de mirar el papel) Definitivamente es usted.

[Prometeo] ¿Esperaba algo distinto de mí ?

[Auditora] No lo sé, hace dos años cuando recibí su carta sin remitente, sólo con el nombre Prometeo, halle a un hombre que había emprendido su revolución. Luego cuando hace una semana leí sobre usted en una nota publicada por el Director, y supe donde localizarlo, comprendí la estrategia, comprendí cómo usted había anticipado este encuentro..., debo admitir que me interesé más de lo apropiado...

[Prometeo] (Se sube a una silla) Recuerdo una película en que el profesor se marchaba, y algunos de sus alumnos se suben a los pupitres. (pone un pie en la mesa con fuerza, la auditora se para y va hacia atrás, en ese momento entra Dávila y otro enfermero por la puerta)

[Auditora] (dirigiéndose a los enfermeros) Esta bien no hace falta que intervengan.

[Prometeo] (con voz casi rendida) Esos alumnos supieron reconocer la perspectiva que les había mostrado y el profesor les agradeció. Pero usted me ha engañado ha dejado que los represores escuchen antes de darle mi propio modo de ver, usted es como ellos... (salta a la mesa y pisotea los papeles que ella escribía)

(los enfermeros siguen hasta tomarlo y haciéndolo caer sobre la mesa tratan de arrastrarlo al piso. Prometeo grita cosas inteligibles)

[Los enfermeros] Ya tranquilízate.

[Auditora] Basta, basta (cada vez más cerca de Prometeo, y en cierta manera amparándolo) Les he pedido que se vayan, y los quiero lejos de aquí.

[Dávila]

Me parece señora que no sabe lo que hace.

[Auditora] Por favor retírense.

(Prometeo se encuentra arrodillado en el piso. Los enfermeros lo dejan y se marchan cerrando la puerta. Hay un momento de silencio donde se escuchan los primeros compases del Introitus del Requiem de Mozart)

[Prometeo] No sólo he enfrentado a los hombres, también he elevado mis planteos contra los ídolos que han sido convertidos en dioses, he andado mucho, pero no he encontrado al Dios que me han hecho temer. Días de fiebre, de decaimiento, de arrastrarme por el piso, días en que brota ese olor de animalidad. Desde entonces me hago llamar Prometeo, aunque mi nombre es ingeniero o tal vez contador.

[Auditora] (Aún se observa profundamente alterada) ¿Por qué me hace esto después de la pureza de su carta ?, ¿dónde esta ese hombre que aún es posible rescatar ?

[Prometeo] Yo que soy responsable de la llegada de Pandora, y con ella de los males del mundo, también he sabido enseñar a mi hijo el modo de salvarse del diluvio. Sin embargo me siento sin sangre, no me es posible admitir la supervivencia del más fuerte.

[Auditora] El verbo creer se debe repetir en la existencia del hombre.

[Prometeo] Es tarde doctora, ya no podremos volver jamás a donde quedamos, no quieren que lo hagamos.

[Auditora] ¿Quiénes no quieren ?

[Prometeo] Usted lo sabe, no se lo diré, ya no dire más, usted me ha decepcionado.

(La auditora se acerca a la puerta, la abre y observa que no haya nadie. Vuelve hacia Prometeo y lo ayuda a sentarse)

[Auditora] Por favor tome asiento.

[Prometeo] Que le hace pensar que estoy mejor sentado. ¿Por qué no se sienta usted en el piso ? Entre a mi mundo, no le resultara dificil salir.

[Auditora] No puedo Prometeo. Creo que hacerlo me tornaría vulnerable.

(Silencio. Luego se sienten pasos acercarse. Entra el Director, seguido por Dávila y el enfermero. Prometeo se tapa con las manos la boca, luego los ojos y por último los oídos)

[Director]

Estimada colega, disculpe la interrupción pero me encuentro muy preocupado por usted. Veo que ha sido un error no haber intervenido antes. Deje que nos hagamos cargo.

(La auditora asiente. Los enfermeros cercan a Prometeo. El Director lleva a la auditora hasta una silla y empieza a ordenar los papeles que se han exparcido)

[Prometeo] (Se levanta) Hay algo más interno que mis pensamientos, algo arraigado a mi columna vertebral (empieza entonces a saltar).

(Dávila y el enfermero siguen junto a él. La Auditora vuelve a asentir más convencida y se lo llevan.) [Auditora] No comparto su calificación del caso, pero indudablemente el tratamiento puede demandar mucho más tiempo del que en principio estimaba.

[Director]

Debo reconocer que desde que Prometeo entró al hospital, alrededor de año y medio atrás, su condición ha empeorado, pero mi labor esta centrada en algo que está más allá que este paciente. Aunemos esfuerzos y demos resultados a la ciencia.

[Auditora] Me parece aterrador que lo haya dejado caer tanto. La función que nos compete es la de ayudar al hombre y no la de dividir a la sociedad. De todas maneras cada punto de esta función estaba diagramado en los planes del propio Prometeo.

[Director]

Está queriendo significar que me he dejado manejar por un enfermo.

[Auditora] No tan solo que su ansia de ascender halló en Prometeo una base importante.

[Director]

Me imagino que no se tratará de celo profesional.

[Auditora] (sin darle demasiada importancia a las palabras que dice) Es probable que tan solo sea eso doctor.

[Director]

Está bien, comprendo que esta situación la ha alterado, pero ya todo ha pasado. (tiende una mano sobre una de la auditora)

(Entra la muchacha de servicio con una bandeja y refrigerios)

[Muchacha de servicio] (con cierto desagrado) ¿Dónde pongo esto señor ?

[Director]

(dirigiéndose a la auditora) Pensé que antes de marcharse desearía algún refrigerio. (ahora a la muchacha de servicio) En ese extremo de la mesa esta bien. Gracias.

(La muchacha de servicio acomoda las cosas en dos lugares enfrentados de la mesa. El director la mira entendiendo el por que)

[Auditora] Es usted gentil en extremo.

[Director]

Doctora Fuler, siempre he obrado por el bien de la medicina, quédese tranquila y abordemos otros temas.

(se apagan las luces de la oficina, mientras la doctora solo bebe algo y el director come de aquí y de allá. Se encienden las luces de la celda. Entran Dávila y el enfermero arrastrando a Prometeo y lo tiran en el centro)

[Dávila]

Con lo que le hemos dado dormirá hasta mañana.

(se marchan, pero antes de cerrar la puerta entra García, que les dice que se quedará unos minutos. Los enfermeros salen riéndo. García se acerca y acomoda a Prometeo en un rincón)

[García]

Siempre lo mismo Prometeo, o quizá ahora peor, por que no dejarán que vuelvas a ser tú. Nunca te lo dije (se sienta a su lado y le quita el pelo de la cara. Prometeo de tanto en tanto gime muy suavemente) pero eres el único amigo que he tenido...

(Prometeo jadea)

[García]

Sin embargo, todavía hay algo de esperanza (sale corriendo, dejando la puerta de la celda abierta)

(La Auditora se despide del Director, que sigue comiento, el Enfermero está pronto para acompañarla, entra García)

[García]

(Irrumpiendo la escena con su presencia) No lo abandone, no ahora.

(Los tres lo miran sin decir palabra. La Auditora se marcha. García baja la vista ante la mirada del Director)

Telón.

Acto 2 (Segundo Cuadro)

Decoración

El escenario sigue dividido en dos partes, con idénticas disposiciones de paneles. En las dos terceras partes de la izquierda un banco de frente y más a la izquierda un árbol. Detrás la imagen de un edificio descascarado, con ventanas emparchadas con ladrillos y rejas de distinto tipo. Se observa el entorno de un parque descuidado. La escenografía debe dar la sensación de que el edificio se continúa lateralmente. En la tercera parte restante, en lugar de la celda muestra una cama con correas y una mesa con mordazas, jeringas e inyectables. La banderola sido reemplazada por una ventana también enrejada que coincide con una de las que se ve en el otro sector.

(Prometeo se encuentra sentado en el banco en una posición de abandono. Al acercarse la Auditora se acomoda)

[Prometeo] No creí que volvería a verla.

[Auditora] Lo se (baja la mirada). No resulta fácil admitir que una pueda verse atraída por el desconcierto.

[Prometeo] Es posible que su mente esté acoplada a la mía en cierto rango, algo así como una simbiosis.

[Auditora] ¿Considera que esa asociación pueda ser permanente ?

[Prometeo] A mi pesar, ...no del todo.

[Auditora] He analizado su carta dentro del contexto del encuentro que mantuvimos, de otros antecedentes, etc., etc., ...y puedo sostener con sólidos argumentos que cada actitud suya ha respondido a puntos prefijados.

[Prometeo] Tenga presente lo que Cratos recomendó a Hefestos cuando apresaban a mi antecesor : “Remacha más ; aprieta, que nunca se afloje : que es diestro en encontrar salidas aun de lo imposible”.

[Auditora] Esquilo, resulta apropiado.

[Prometeo] Debo estimar que usted sabe todo sobre mí (se para y camina).Veamos si es cierto. ¿A qué temo del mundo?

[Auditora] No tengo respuesta a sus preguntas. Tan sólo puedo comprender algo del significado que usted otorga a determinadas situaciones.

[Prometeo] ¿Qué ocurre con sus propias preguntas ?, les halla contestación.

[Auditora] Lo intento, aunque muchas veces no tenga éxito.

[Prometeo] Debe ser bueno poder evitar que las preguntas retumben una y otra vez en la cabeza, que se crucen con otras que permanecen desde el pasado, y todo se confunde y uno se cae. Aunque me parece que desde que han comenzado a inyectarme todas esas preguntas han quedado flotando en lugares fijos de mi mente.

[Auditora] ¿Cómo que lo han inyectado? (ella se para y busca con cierta desesperación el brazo de Prometeo e intenta levantarle la manga)

[Prometeo] Doctora. No son tan ingenuos, lo hacen entre los dedos de los pies.

(La auditora intenta arrodillarse, él le toma las manos, y luego se aparta)

[Auditora] ¿Está jugando otra vez?, el nuevo director es un hombre de palabra, no tendría porque afirmar una cosa por otra.

[Prometeo] El quizá no lo sepa, o tal vez evite saberlo, porque es Dávila el que cuenta con el apoyo del ministro entrante. ¡Vamos !, pareciera que nunca ha escuchado sobre estas cosas. (sonríe un poco) Ve aquella ventana, aquella en la que siempre se ve ese hombre.

[Auditora] Sí, lo veo, parece que quisiera levantarse hacia el cielo.

[Prometeo] Su nombre es Samuel, y como usted ha dicho solamente le queda volar, porque cada vez que ha intentado salir caminando le han quemado las plantas de los pies. Pero olvidémonos de todos ellos, porque tampoco han sabido escucharme. Sabe hay gente que ambiciona esto o lo otro, es probable que mi máximo anhelo sea este.

[Auditora] El que lo escuchen (se apresura a decir ella buscando el cobijo del árbol).

[Prometeo] El hombre no debe negarse a ninguna pregunta. A veces pienso que el universo esta obligado a ciertas reglas, pero la mente, que reúne de alguna manera parte de ese mismo universo, puede hallar otros modos.

[Auditora] Son ese tipo de preguntas, las que golpean en su cabeza.

[Prometeo] Como esas y más extrañas aún. (ladea un poco la cabeza, y la aproxima al hombro para apoyarla. Cierra los ojos) Hay formas inexplicables, imágenes que destellan plenitud..., yo que soy el que ha traído el secreto del fuego a los hombres, dándoles los números, las letras, las artes, soy quien debe darles los elementos para atravesarlo y poder ir más allá de él...

[Auditora] Si encuentra algún paralelo entre esto y su vida, cuénteme, cuénteme para encontrar algún puente de unión.

[Prometeo] Ahora que lo menciona, veo una estación de trenes, llevo un pasaje de ida y camino hasta un teléfono para confirmar el viaje a los que encontraré en el destino.

[Auditora] ¿Quienes esperan ?

[Prometeo] No, no se confunda, no esperan, tan solo están.

[Auditora] Quizá todavía se pueda cambiar el pasaje.

[Prometeo] Es tarde. El hombre no puede escapar de lo que tiene enfrente. Es hora del reposo, porque no se que más preguntar, y ese lugar es el único posible.

[Auditora] Evite escapar, espere y elija otro destino.

[Prometeo] Escucha...

[Auditora] Qué cosa.

[Prometeo] Han dado el primer anuncio de la partida. (sale corriendo y desaparece por un momento de escena)

(Se acerca García que ha estado merodeando)

[García]

Quiere que lo busque antes que se den cuenta los otros.

[Auditora] No García, el aún tiene tiempo de volver sólo.

[García]

Pero ya está llegando al enrejado.

[Auditora] No me refiero a eso.

(García la mira con duda. Silencio)

[Auditora] ¿Teme que empiece hablar como él ?

[García]

Doctora disculpe mi ignorancia, pero a veces pienso que estas cosas pueden volver loco a cualquiera. Tal vez nunca debí pedirle que tratara de ayudarlo.

[Auditora] No se preocupe... Oh..., ahí regresa.

[Prometeo] (Regresa agitado) Veo que rápidamente encuentra compañía.

[García]

Mejor me voy.

(García intenta retirarse pero Prometeo lo sostiene un momento)

[Prometeo] Sabe doctora, el me ayuda a quitar los sacos de estiercol que dejan en el lugar en que ahora me recluyen (García se aparta), pero a veces inventa motivos para ver a mujeres hermosas.

[García]

No le haga caso doctora (se retira).

[Auditora] ¿Por qué está buscando un modo para que los que lo aprecian lo olviden ?

[Prometeo] El no admite que usted está comprometida conmigo (se sube al banco y dirigíéndose en la dirección en que salió García). Y no regresés entendiste.

[Auditora] Creí que consideraba a García su amigo.

[Prometeo] Mejor no hablemos de eso, pero espere, él sí me ha dado algo que le pedí (saca una bolsa plástica y empieza a poner en ella tierra y hojas).

[Auditora] (con preocupación) ¿García le ha dado esa bolsa ?

[Prometeo] Sí, porque sabía que era para darle un presente a mi salvador (cierra la bolsa y extiende la mano para entregársela).

[Auditora] ¿Dónde deberé ponerla ? (la recibe y sus manos se unen).

[Prometeo] En algún lugar que le permita recordar (toma una de las manos de la Auditora con suavidad). Tampoco debe perder esta manera de hacer contacto... (se aparta).

[Auditora] García cree que usted no pertenece a este lugar, y que finge su locura.

[Prometeo] Grrr..., grrr.... (tomando posición en el banco como una bestia acechada)

[Auditora] Es capaz hasta de morderme para quedarse.

(Prometeo se sienta rápidamente y cruza las manos sobre sus rodillas, se extiende un momento de silencio)

[Prometeo] ¿Dónde lleva las flechas doctora ?

[Auditora] La leyenda es confusa, no me relacione con ningún héroe.

[Prometeo] Sí, creo que usted es mi salvadora, aunque de una manera diferente a la de Heracles; es más tengo la impresión que su sabiduría alcanza la de Quirón y que hasta sería capaz de entregar su vida por mí.

[Auditora] Por qué eligió a Prometeo.

[Prometeo] No lo elegí (tomando distancia), el está en mí. Es algo más interno.

[Auditora] ¿Cúal es su lucha ?

(Prometeo toma una cadena que ella lleva en el cuello, y pretende cortarla, la Auditora se estremece)

[Prometeo] Sólo he atentado contra el sentido de posesión, nada más eso.

[Auditora] No es cierto (se muestra disgustada) y lo sabe, ¿por qué intenta asustarme?

[Prometeo] Sabe doctora ha empezado a hacer demasiadas preguntas (le pide perdón con las manos), preguntas que no tienen respuesta.

[Auditora] (se sienta) Es usted mismo el que permanentemente se exige respuestas.

[Prometeo] Doctora no siga especulando conclusiones sobre mí, todo lo que represento es una farsa, por un lado postulo la superación del uno más uno, y por el otro trato de racionalizar absolutamente un sentido para la evolución.

[Auditora]

En su carta hablaba de que en una época buscó...

[Prometeo] (Interrumpiéndola) Suponiendo que esa carta que usted recibió hace mucho, la haya escrito yo, podría decirle que desde entonces mi mente ha insistido en otra dirección... (se aprieta el rostro como reaccionando ante algún dolor interno).

[Auditora] ¿Se siente bien? (con preocupación).

[Prometeo] Sí, pero mi hígado...

(La Auditora se levanta, y le da la espalda)

[Auditora] Tal vez no mirándome pueda permitirse un descanso y ser usted.

[Prometeo] El hombre goza de la capacidad de ser inesperado.

[Auditora] ¿Tan terrible es lo de afuera para usted ?

[Prometeo] Abandonar esto sería cometer un error, no quiero perder mis pasos, no quiero ser el protagonista de Carpentier en los pasos perdidos.

[Auditora] ¿Que ocurrió afuera realmente?

[Prometeo] (exitándose) Pretende que diga lo que desea escuchar, que describa mi deambular por las calles, que relate mi incursión en los tachos de basura, mientras mis latidos aumenta y las fobias se arraigan a uno.

[Auditora] ¿Fobia a qué por ejemplo ?

[Prometeo] Una especie de aversión a no poder ser yo. Usted bien sabe que en algunas culturas lo mio podría ser considerado un don...

[Auditora] ¿Tal vez pretendía un prestigio que no le era reconocido ?

[Prometeo] (empieza a temblar) Afuera sólo se logra más de lo mismo... ¡Siente !, ...¿siente el movimiento del planeta debajo de los pies? (abre sus piernas para llevar atención a sus pies)

[Auditora] ¿Qué es lo mismo?

[Prometeo] (se levanta con arrebato) Le prohibo que siga.

[Auditora] Lo intentaré.

[Prometeo] (apretándose los puños) Si la química no controlara esta furia...

[Auditora] ¿Qué haría, me pegaría ?, ¿sería capaz de hacerlo tan solo por el hecho de que yo pueda ser quien lo vuelva al exterior ? No ha afirmado siempre que aguardaba a su salvador...

[Prometeo] Yo he dado ese título a quien viniera con otra disposición...

[Auditora] Vamos, ¿por qué esa furia contra el mundo ?, ¿por qué haber hecho todo para volver y ahora no querer hacerlo ?

[Prometeo] Esta confundiendo mi condición de titán.

[Auditora] ¿Por qué no me dice quién es usted ?, ¿por qué no se lo dice a usted mismo ?

[Prometeo] (se tira al piso) Estoy..., estoy vinculado a la raza de los hombres...

[Auditora] Quiero que el que conteste sea el hombre verdadero.

[Prometeo] No..., mi corazón palpita más fuerte y eso hace que él pueda volver.

[Auditora] Pero él es usted...

[Prometeo] (se sienta en el piso y actúa como si hubiera en él una transformación) Permanecer en esta condición me acabará.

[Auditora] Usted ha inventado una historia y la ha representado con furor porque sabe que la sociedad condena lo irracional.

[Prometeo] ¿Cúal es la razón para que usted este acá? Los locos somos los más débiles y los más fuertes..., para qué está conmigo, simplemente para sacarme de un manicomio y restituirme a la ciudad vacía; porque la ciudad es una cosa grande, llena de cosas pequeñas...

[Auditora] Todos luchamos contra eso...

[Prometeo] ¿A dónde se han ido las personas ? Sólo quedan copias ocultas detrás de bultos, copias entrelazadas entre cables y ondas, copias adaptadas a fieles máquinas. No queda nadie a nuestro alrededor..., pero de esto usted sabe y ellos (dirigiéndose al público), ellos también lo saben, y que hacen, nada, absolutamente nada...

[Auditora] Pero usted huye en vez de buscar oposición a ello...

[Prometeo] El sistema nos hace gustar de cosas y no de la vida, aniquila la confianza, simula la esperanza...

[Auditora] ¿Está convencido de lo hecho en su momento?

[Prometeo] Apenas he dejado a Prometeo por unos instantes, y es usted la que juega conmigo...

[Auditora] No, no es mi intención (intenta arrodillarse a su lado, pero se detiene y observa a su alrededor), de ninguna manera.

[Prometeo] No se acerque por que la confundirán..., y en ese caso todo se vuelve peor. Yo estoy aquí por la escasa voluntad que me queda...

(García se ha acercado sin que lo noten, y observa unos instantes)

[Auditora] No permita que lo que siente se quede con usted...

[García]

Doctora Fuler pronto vendrán los otros...

[Prometeo] Si, y ellos no comprenden, pero García que sí, (con fuerza) también callará...

(García se aproxima al lado de la Auditora como cubriéndola de las miradas).

[Auditora] Levántese, no llame la atención...

[Prometeo] Es difícil seguir... (comienza a gemir y a mover los brazos).

(Entra Dávila y el Enfermero 3, lo toman y le colocan una camisa de fuerza)

[Auditora] Por favor, no hace falta..., (con lágrimas en los ojos) con cuidado.

[Dávila]

No se preocupe Auditora, sé como tratar a estos tipos. Usted no debe ser tan considerada con ellos...

[Prometeo] Otra vez las cadenas, otra vez la dureza de la roca en mi espalda...

[Auditora] (abriéndose paso y llegando hasta Prometeo)Volveré.

[Prometeo] Se avecinan las tinieblas, y nada será posible.

(Prometeo empieza a gritar como un animal atrapado, lo llevan arrastrando, las luces se apagan de repente y se encienden las de la habitación con la camilla. Imagen sin actores).

Telón

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