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TEMA FINAL INGLESA

Algunas cuestiones contextuales de los textos. Defoe. Un rasgo importante y ya definido en esta época (Modernidad) es la fuerte presencia del yo narrador. El siglo XVIII ya es el siglo de la Modernidad y también el de la novela (de ahí también que el texto esté escrito en prosa). A principios del siglo XVIII Londres cuenta con un mercado lector ávido de leer sobre la peste. Defoe aprovecha esa demanda. Asimismo imparte a su texto un fin instructivo (una funcionalidad), servir de guía en situaciones futuras similares. Tratados de paz de Utrecht que dan fin a la guerra de sucesión española y evitan que Francia asuma una posición privilegiada respecto del resto de las potencias europeas. Se ceden derechos comerciales a la “compañía de los mares del sur” de Gran Bretaña. Esto produce una gran especulación que genera la “burbuja de los mares del sur” que da pie a un caos financiero. Este es uno de los fantasmas que recaen sobre la ciudad y que Defoe utiliza para narrar la ansiedad y el miedo generalizado. Wells. El espacio urbano ha sido el locus privilegiado de los desarrollos científicos y tecnológicos del SXIX. Estos avances dan cuenta de la inteligencia de sus habitantes. No se debe pasar por alto la relación de invasión y colonización de Inglaterra y sus colonias en el siglo XIX.

Trabajaré con Diario del año de la peste, de Defoe, del año 1725 y con La guerra de los mundos, de Wells de 1898. El principal eje disparador de esta elección es la destrucción de la ciudad de Londres.

El texto “La ciudad del Renacimiento y el proceso de secularización”, de Alfred Von Martin y recopilado por Gino Germani, me ha servido como disparador. Von Martin sostiene que “Estos son los instrumentos nuevos del poderío burgués: dinero y tiempo, ambos fenómenos de movimiento. […] La misma capacidad de circulación del dinero comparada con la inmovilidad del suelo refleja cómo ahora se ha convertido en movimiento.” (123) En este sentido, tomo la idea de movimiento en estrecha relación con el surgimiento y el funcionamiento del sistema capitalista-burgués. Es acaso el

movimiento el eje fundamental de este sistema. Este rasgo está muy presente en las dos obras que abordo. Este rasgo me permite pensar la siguiente hipótesis: a pesar de la aparente destrucción de la ciudad –que sirve tal vez de excusa para la narración- el movimiento/circulación se mantiene. Esta idea de circulación ya había sido introducida por Harvey en 1628 (publicación), que como plantea Senett coincidió “con el nacimiento del capialismo moderno” (273) Esta circulación y movimiento (de personas, de la narración, de dinero) remite a la noción de mercado, en la idea de producción e intercambio de bienes. El movimiento presente en ambas obras no es azaroso sino que sigue un orden, no hay derroche, así como el movimiento productivo. A fin de cuentas, lo único que permanece en la ciudad de Londres es lo mercantil. Es por eso que podemos pensar al mercado como la ciudad. Londres es el mercado, el mercado es Londres. Debido a que la idea del fluir y del movimiento en ambas obras puede ser rastreado en varios pasajes o con diversos ejes, me centraré en tres: el flujo de la narración (como elemento del plano, si se quiere, “formal”), el flujo de personas, el flujo de dinero. NARRACIÓN Podemos entender el plano narrativo de los textos como INTERCAMBIO DE VOCES!!! Que construyen una realidad heterogénea y fragmentaria. El narrador de Defoe apela a la larga narración de los hermanos para comunicar qué sucedía con aquellos que intentaban regresar luego de la peste a la ciudad. Debido a que el narrador de Defoe no abandonó nunca la ciudad, no podría plasmar en su lenguaje cómo es esa experiencia. El narrador de Wells emplea la voz de su hermano, que residía en Londres, para narrar el desastre sucedido en la ciudad. Este narrador estaba en las afueras de la ciudad, y por lo tanto no puede dar cuenta a través de su voz de cómo se vivió la invasión en Londres. Hay una incorporación de voces, una heteroglosia, un entramado de voces (que remite a laciudad misma, la ciudad es un entramado de voces). La experiencia ya no es total, ni única, sino que es indvidual y cada uno puede ofrecerla como “mercancía” para reconstruir una realidad fragmentaria y subjetiva. La inclusión de otras voces funciona como un intercambio. Asi mismo el intercambio narradorlector, donde ambos narradores aportan algo “valioso” con sus narraciones, tienen un propósito: Defoe que se use de manual, de hecho parecería que los estragos que ocasiona la peste son los mismos que ocasionaría una crisis económica y Wells para

armar una suerte de metáfora-analogía marcianos-ingleses. En este sentido la narración no se entiende como un derroche (el ocio, por ejemplo) sino como un factor con una finalidad. Se produce (la narración) para llegar a un fin específico. De hecho, ambos narradores apelan a narrar el horror, lo indecible. En este sentido, están ofreciendo un producto narrativo que raramente pueda otro ofrecer: “era verdaderamente tan, pero tan terrible, que ninguna lengua lo puede expresar…” (72) dice el narrador de Defoe. En Wells el narrador ante el marciano pregunta “¿Cómo podría describirlo?” (51) La propia narración se convierte en un bien de intercambio debido a su “originalidad”. Ambos narradores se califican como privilegiados ante los hechos. Sostienen, en sus narraciones de lo indecible, que aquellos que no hayan transitado por el horror de la peste o la destrucción de los marcianos no podrán fácilmente entender a qué refieren, o captar la dimensión de lo narrado: “Esto puede ayudar a describir el horror de esos días, aunque es imposible decir nada capaz de dar una idea verdadera de la cosa a quienes no la vieron” (Defoe, 72) “Los que nunca han visto un marciano vivo no pueden imaginar lo espantoso de su aspecto” (Wells, 27) La realidad se presenta imposible de captar en la totalidad por las subjetividades. Cada subjetividad ofrece su interpretación de la realidad para generar un intercambio – narrativo- a partir del cual los lectores pueden reconstruir esa realidad. Estos narradores demuestran un privilegio de la subjetividad, tanto de la propia, como de las voces ajenas que utilizan para construir su narración. Así mismo presentan su narración como un producto difícil de conseguir, puesto que algunos han presenciado el verdadero horror. Y asimismo, recolectan otras voces para ofrecer un producto ma acabado. Si pensamos estos rasgos, en relación al movimiento a través del espacio de la ciudad que los narradores hacen en sus textos, podemos pensar en la figura del burgués, o aún más, del mercader. Aquel que genera un producto e intenta intercambiarlo demostrando que es el mejor que podría lograrse. PERSONAS Y MOVIMIENTO El flujo de personas en ambos textos esta muy presente. A pesar de esto, los narradores adoptan dstintas posturas respecto al traslado. El narrador de Defoe trasntia únicamente a através de la ciudad apestada, limitándose un perído breve (3 semanas) a recluirse en su casa. El narrador de Wells se traslada desde los suburbios hasta el epicentro de la

ciudad de Londres1. Si bien el espacio que ambos narradores recorren es distinto, ambos sí transitan ciudad de Londres, y lo más importante: ambos están en movimiento. Ninguno de los dos narradores es estático. En términos cuantitativos el narrador de Wells se desplaza más, pero en términos cualitativos, el narrador de Defoe esta en el epicentro de la acción. Como plantea De Certeau, el acto de caminar “es un proceso de apropiación del sistema topográfico por parte del peatón” (p 110) Y si tenemos en cuenta que estos personajes que transitan el espacio son además, narradores, su recorrido les permite construir lingüísticamente la ciudad a nivel narrativo. A pesar de que el transito de los narradores por el espacio fluye bastante, tras la nueva configuración del espacio encuentran obstáculos al libre tránsito. En Wells: “Cerca de la cima topé con algo blando y a la luz de un relámpago vi entre mis pies un trozo de género y un par de zapatos.” (53) En Defoe: “Cuando dábamos con un cuerpo, cruzábamos la calle y no nos acercábamos a él; si lo encontrábamos en un pasaje estrecho, volvíamos sobre nuestros pasos y buscábamos otro camino para dirigirnos a nuestros asuntos.” (95) Tras el ataque, el espacio citadino se reconfigura, ignaugurando una nueva capa en la ciudad2 que escenifica la mortandad, con estos cadáveres arrjados en medio del espacio. A pesar de los obstáculos, los narradores construyen sin embargo su recorrido por el espacio. En su transito por el espacio reconfigurado por los obstáculos de la mortandad, su narración se ve afectada, en términos materiales. De todas formas la inclusión de estos pasajes acrecentan la construccion del espacio de la ciudad como un espacio de muerte y destrucción. Ahora bien, en ambos textos, los habitantes de Londres, eje del sistema productivo, abandonan la ciudad. Claro que no todos lo hacen, sin embargo, hay un masivo traslado de personas desde la ciudad hacia el espacio circundante. En Defoe: “…una enorme multitud había huído al campo y durante todo ese mes de julio continuaron escapando, aunque no en tan gan numero como antes. En agosto, por cierto, huyeron de tal manera, que empecé a creer que en la city no quedarían realmente sino magistrados y sirvientes.” (24) En Wells “Toda la población de la gran ciudad, de seis millones de Movimiento contrario a la colonización de Londres hacia las demás ciudades. Va a “contrapelo” de la colonización, según la hipótesis de prácticos. 2 En términos de Mumford en la introducción de “La cultura de la ciudad”: “Los edificios, los monumentos y las vías públicas […] dejan una huella profunda incluso en la mente de los ignorantes o los indiferentes. […] Capa sobre capa los tiempos pasados se conservan en la ciudad hasta que la vida misma parece finalmente amenazada de asfixia. “ (p 16) En Wells esto se ve especificamene cuando dice que tal cual edificio había sido destuido: “Todo demolido.¡La iglesa!La reconstruimos hace apenas tres años. ¡Desaparecida! ¡Aplastada!” (Wells: 73) 1

habitantes, se colocaba en movimiento y echaba a correr; no tardaría mucho en huir en multitud hacia el norte.” (86) En efecto, asi como la gente esta en movimiento, también lo están los agentes destructores de la ciudad en ambos textos. La peste se traslada como una nube que encierra a Londres, y los marcianos se trasladan desde las afueras hacia Londres 3. En este sentido, si pensamos el movimiento como el principal eje del sistema capitalista, obsrvamos que a pesar de la destrucción, la ciudad de Londres está rodeada continuamente de movimiento. No solo el movimiento se encuentra en diversos seres, como apunte arriba, sino que es continuo y nunca se interrumpe. Si asociamoms, entonces, movimiento con producción, en ambos textos, la ciudad de Londres y sus alrededores no dejan nunca de producir. De hecho esto tiene mucho que ver con la importancia que le dará el sector burgués al tiempo y su aprovechamiento: “Se impone el concepto moderno del tiempo, como un valor, como una mercancía útil” (Von Martin, 123) Un rasgo importante del movimiento, de los narradores, de los habitantes y de los agentes “patógenos” es que es un movimiento pautado, ordenado. El narrador de Defoe transita por la ciudad, con objetivos definidos, su tránsito no es errático (cuando ejerce como ayudante de la Corona es en función a su trabajo, cuando va a la orilla del río…). El narrador de Wells también tiene pautado su tránsito, va desde las afueras de la ciudad, hacia el epicentro de Londres. Claro que tiene momentos de detención en el medio (como por ejemplo cuando se resguarda en su casa pseudo destruida), pero su movimiento tiene un objetivo. Los habitantes de Londres, si bien huyen, ese movimiento también es pautado: pretenden irse del centro del ataque. Lo mismo sucede con los agentes patógenos, ambos narradores dan cuenta que ha sido un movimiento con cierto “sentido” y no azaroso. “Apareció en un extremo de la ciudad y fue copándola lentamente, por grados, de una punta a la otra, tal como una nube sombría que va pasando sobre nuestra cabeza y deja ver un rincón del cielo, mientras oscurece por el otro lado toda la atmósfera.” (Defoe: 201-202)

3

Las afueras en la narración tienen tanto peso como Londres misma, por lo tanto son también parte de la ciudad. Sin las afueras, la ciudad de Londres no existe. La periferia es tan importante como la ciudad misma.

“Si hubieran dejado al gigante destruido y continuando su marcha hacia adelante, no habrían encontrado entonces nada que les impidiera llegar hasta Londres y es seguro que hubiesen llegado a la capital mucho antes que se enteraran de su cercanía.” (Wells: 70) “Londres, que el domingo por la noche se había acostado estúpido e inerte, despertó en la madrugada del lunes para hacerse cargo de la proximidad del peligro” (85) De hecho, si bien en el texto de Defoe no explicita esta cuestión del movimiento ordenado, sí lo hace Wells. El caos que se genera no es por el escape masivo de los habitantes de la ciudad, sino porque el movimiento de ese escape fue desordenado: “Y no era esta una marcha disciplinada, sino una estampida formidable y terrible, sin orden y sin rumbo: seis millones de personas, desarmadas y sin provisiones, avanzando sin pausa. Aquello fue el incio del derrumbe de la civilización, de la mortandad de la humanidad” (108) Con este tipo de movimiento no habría producción, puesto que la producción es movimiento constante en orden. En este sentido, el narrador de Wells apunta esto como la destrucción de la ciudad porque efectivamente ataca su punto central, la producción mercantil.

FLUJO DE DINERO A nivel productivo, la Corona hae trabajar personas para organizar la epidemia La propiedad privada sigue existiendo: echa a la gente que roba los sobreros del hermano A pesar de la aparente destrucción de la ciudad, las relaciones mercantiles entre sujetos se siguen dando. De hecho, el dinero sigue circulando con su funcion original. En el Diario del año de la peste las relaciones mercantiles se dan en, por ejemplo, los productos que curanderos y “magos” ofrecen a la población desesperada. Tal vez la escena más significativa respecto al intercambio de dinero sea el del hombe que lleva y trae diligencias a las familias recluidas en los barcos. Y así como el dinero circula entre las familias y el hombre, también circula desde el hombre hacia su esposa. En este sentido, el dinero no deja nunca de circular en la ciudad de Londres de Defoe. En efecto, Defoe dedica bastante espacio a narrar cómo era el tratamiento con el dinero

“infectado”. Lo cual demuestra que a pesar del aparente caos y desetabilización del orden citadino, el dinero sigue fluyendo e intercambiándose. La peste, en efecto, no significa un gran impedimento para ese flujo. Tan solo tomar ciertas medidas sanitarias peventivas para eludir el contagio: “Y por otra parte el carnicero no tocaba el dinero: lo hacía depositar en un pote lleno de viagre, destinado a este uso. El comprador siempre llevaba monedas, a fin de poder pagar exactamente la suma que fuera, sin necesidad de vuelto.” (94) De hecho, como bien dice el mismo narrador, la banca siguió funcionando durante el período de pestilencia: “Nada asombroso hay en decir que el aspecto mismo de la ciudad se había vuelto horroroso. La multitud de todos los días por las calles, proveninente de nuestro barrio, ya no existía. La banca no había cerrado, es cierto, pero nadie concurría a ella…” (180) A pesar de que nadie circule por el espacio del banco, la institución sigue existiendo y obrando como tal, ante la aparente destruccin de la ciudad. En Wells la narración no dedica demasiado tiempo, como Defoe a comentar cómo transita el dinero. Pero sí hace alusión a su posesión. Lo único que el hermano del narrador toma al decidir huir de la ciudad de Londres es dinero. De esta manera, Wells da a entender que el dinero facilita, en este caso la huida. En efecto, el encuentro del hermano del narrador con las mujeres de la familia del cirujano, se convierte en un pacto de compañía únicamente ante la igualdad de condiciones monetarias: “Tenemos dinero- dijo la mas delgada, y vaciló un poco. Miró a mi hermano a los ojos y desapareció su vacilación. -Yo también lo tengo- dijo él” (99) Ante el común conocimiento de la posesión de dinero, pactan proseguir su huida juntos. Asi el dinero no solo representa el medio para conseguir otros bienes y servicios, como un boleto de tren (que es lo que primero piensan adquirir), sino que también se presenta como aquello que establece lazos entre las personas. El dinero no solo facilita bienes sino que también facilita relaciones. A pesar de estas explicitas relaciones del flujo del dinero en los textos, podemos pensar algunas relaciones, también mercantiles, que no son tan evidentes. Von Martin apunta que existe en el Renacimiento una suerte de “religiosidad mercantil” donde el burgues esta relacionado con Dios como socio comercial. Se entabla una relación de tipo “cuenta corriente” (p 124) Este tipo de relación está presente en Diario del año de la peste. De hecho, el narrador da cuenta de cómo quienes poseían dinero donaban grandes cantidades a la Corona, para combatir la peste. Estas donaciones tenían como único

objetivo “comprar” la salvación divina, y así evitar el propio contagio de la peste. El narrador bien apunta que en cuanto la peste comenzó a disiparse, los burgueses dejaron de donar dinero para combatirla y comprar su salvación. Dios y la Corona ya no ofrecen un bien que este sector desee adquirir. Debido a que la peste comenzó a disminuir, ya no necesitan la protección divina que creían comprar con las donaciones. En Wells se presenta una relación de intercambio, aunque no tan evidente. Hacia el final, el narrador se encuentra con un astillero que le plantea la posibilidad de construir una utopía bajo la ciudad de Londres para sobrevivir. De hecho, el diálogo establecido entre ambos ocupa varias páginas y tiempo narrativo. El astillero presenta sus ideas respecto a esta nueva ciudad y el narrador presenta ciertas resistencias hasta que logra convencerse de que es una buena idea. En efecto, ese flujo de ideas puede pensarse como una negociación comercial. Uno tiene algo que ofrecer, el astillero, a un tercero que no está del todo convencido de la utilidad del producto. Sin embargo es esta una relación mercantil que queda trunca, puesto que, una vez convencido eel narrador de adquirir la idea del astillero, de sumarse a la empresa; el astillero detiene elverdadero trabajo o puesta en escena de la idea. La relación (comercial) ha fallado porque el que ofrecía un bien –la ciudad subterránea- no lo produce. En ese sentido, el astillero escapa de la concepción de trabajador y de producción. Solo en el ámbito retórico puede llegar a un tipo de transacción, pero rápidamente esta cae porque en el plano material no es capaz de generar el movimiento necesario para producir, su cuerpo no está funcionando como fuerza de trabajo. Ahora bien, asi como ambos textos ponen en escena el continuo funcionamiento del mercado londinense, a pesar de la aparente destrucción de lo que la ciudad significa, ambos textos, hacia el final, aluden a la restitución del mercado exterior. Con la restitución de lo que superficialmente se considera el orden –volver a la vida corriete previo a la catástrofe- se retoman las relaciones comerciales con otros espacios, otros países. La restitución de estos mercados es rápida y sin mayores problemas. En Diario del año de la peste, algunos barcos esperan un tiempo determinado antes de retomar el intercambio comercial. En La guerra de los mundos, una vez acabado los marcianos, no dejan de llegar barcos a la ciudad. Resulta llamativo que si durante la narración de ambos textos los narradores enfatizaron en el total desastre y destrucción del orden de la ciudad, pueda retomarse tan

rápidamente el comercio externo. Esto se debe, evidenetemente, a que en realidad el comercio nunca se abandonó a pesar de la aparente destrucción. La escencia de la ciudad, Londres misma, estuvo siempre en pie, el flujo y el movimiento no dejaron nunca de actuar. La idea misma de intercambio, comercio y productividad estuvieron siempre presentes. A fin de cuentas, lo que en apariencia se ha destruido es la capa visible de Londres (Mumford) las huellas más recientes de su autoconstrucción y autodenominación como ciudad, pero no el epicentro, el núcleo de la ciudad: el mercado.

BIBLIOGRAFIA Wells Defoe Senet De certeau Mumford

Cita disparadora: “Estos son los instrumentos nuevos del poderío burgués: dinero y tiempo, ambos fenómenos de movimiento. […] La misma capacidad de circulación del dinero comparada con la inmovilidad del suelo refleja cómo ahora se ha convertido en movimiento.El dinero, que todo lo transforma, trar al mundo una gran inquietud y lo pone en constante cambio. […] Se impone el concepto moderno del tiempo, como un valor, como una mercancía útil” (Von Martin: 123) “Caracterizan ahora al nuevo tipo de economía y al nuevo tipo de hombre económico, una fuerza motríz, impulsiva y expansiva, ante cuya acción se desvanece un mundo antes constituido por esferas adquisitivas separadas” (Von Martin :119)

Respecto al plano formal de la narración, ambos textos están narrados en primera persona protagonista. A pesar de que son narradores distintos, desde lo que dicen ser y el objetivo de su narración, ambos apelan a narrar el horror, lo indecible. A pesar de que ambos no pueden encontrar la manera de dar cuenta de la realidad –el horror- ésta sigue sucediendo. Hay una iposibilidad de la palabra del sujeto para dar cuenta de la realidad, de la destrucción de la ciudad. La subjetividad, y su palabra, no puede captar y dar entidad a la destrucción citadina. Aquí enttramos en una suerte de paradoja. Ambos narradores narran el horror, pero al mismo tiempo expresan no poder narrarlo. A través del lenguaje se da entidad. Ambos narradores pretenden que aquello que captan que sucede en el plano de lo real, sea posible enunciar. De hecho, la lengua y también el lenguaje funcionan como un sistema organizador que pretende totalizar la realidad (lingüística), que lo logre o no es otra cosa. En esta necesidad, pulsión de narrar lo indecible, estos narradores pretenden sistematizar el flujo de destrucción y de horror que sucede en el espacio citadino. La realidad, lo que sucede en la ciudad, es difícilmente captada y sistematizada por el lenguaje de estos narradores. En este sentido, podemos ver como la subjetividad va tomando peso en la construcción de la realidad. Ya la realidad no se entiende como algo uniforme, total y manejable, sino que es heteróclita, y depende de la percepción de cada sujeto, escapa a la sistematización.

A pesar de la dificultad de estos narradores para captar lo real y llevarlo al lenguaje, ambos se entienden como privilegiados. Gracias a la experiencia que atravesaron, la peste, los marcianos, pueden dar cuenta a través de su lenguaje de los hechos. En efecto, ambos mencionan que una persona que no lo ha vivido no podrá entenderlo o expresarlo. Vemos aquí el refuerzo de la idea de la propia experiencia. La experiencia individual es moldeadora y fundamental. La realidad solo se contruye a través de ella. El otro, el que no lo ha vivido, incluso el lector, no tendrá las herramientas necesarias para comprender lo que ambos narradores intentan plasmar. De hecho, podemos pensar que de allí también podría desprenderse la imposibilidad de narrar lo indecible. Si solo el sujeto que ha vivido la experiencia puede plasmarlo, con dificultad, en el lenguaje, aquel que no lo haya vivido, no tendrá la capacidad lingüística para comprenderlo. Los narradores estarían asi usando un código que sus lectores difícilmente compartirían. En este sentido, la ciudad/mercado puede narrarse tras haberla vivido. En efecto ambos narradores incluyen en sus narraciones voces ajenas. De esta manera, refuerzan la idea de la propia experiencia como modo de entender lo real, y asi también, demuestran que la experiencia citadina es siempre fragmentaria. El narrador de Defoe apela a la larga narración de los hermanos para comunicar qué sucedía con aquellos que intentaban regresar luego de la peste a la ciudad. No emplea su propia voz, de hecho, incluye los diálogos de forma directa. Debido a que el narrador de Defoe no abandonó nunca la ciudad, no podría plasmar en su lenguaje cómo es esa experiencia. El narrador de Wells emplea la voz de su hermano, que residía en Londres, para narrar el desastre sucedido en la ciudad. Este narrador estaba en las afueras de la ciudad, y por lo tanto no puede dar cuenta a través de su voz de cómo se vivió la invasión en Londres. De manera que la experiencia en y de la ciudad es subjetiva, fragmentaria e individual. En este sentido, el flujo narrativo de las voces narradoras en Defoe y Wells con la expresión de su imposibilidad para narrar lo indecible (aunque paradojalmente lo hacen), con la inclusión de otras voces para reconstruir los hechos que ellos mismos no han vivido, representan textualmente, en la materialidad del texto, como es la experiencia en la ciudad: subjetiva, fragmentaria e individual.

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