Tema Adicciones.docx

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Como vemos en estas imágenes resulta bastante claro identificar sobre qué sistema se posiciona. Precisamente nos encontramos observando una de las tantas situaciones que pueden encontrarse a partir de la aplicación de la matriz prohibicionista-abstencionista. Este abordaje implica como uno de los objetivos principales reducir la oferta y demanda de droga con el supuesto de que reduciendo la oferta, se reducirá el consumo de drogas y por lo tanto bajara la incidencia del abuso de las mismas. Sin embargo, con el correr del tiempo esto no ha sido posible, debido a que las personas continúan consumiendo drogas ya sean de carácter legal o ilegal y encima arriesgándose a los peligros que esto último conlleva debido a la penalización del consumidor. Pero este no es el único motivo por el que el plan falló sino que el autor Vergara en su texto expone 4 puntos débiles: Las premisas erróneas: Pensar que es posible un “Mundo sin drogas”. Objetivos e indicadores equivocados: Esto se ve muy claro en la viñeta, la métrica de cuanta droga fue capturada no vale demasiado si no se toma en consideración aspectos relacionados con la salud y el bienestar de la población. Las instituciones débiles: Que también se refleja en las viñetas, ya que esto indica una ausencia del estado; no solo por las formas no del todo adecuadas para la aplicación de la ley, como la violencia o represión, sino también por la posición de vulnerabilidad social en la que se encuentran varios sectores de la población que se ven expuestos a factores de riesgo para un posible consumo problemático. En cuanto a los peores resultados podemos decir que la demanda de droga no ha cambiado sustancialmente y además se introdujeron otras consecuencias negativas como el incremento de la violencia, una mala distribución de los recursos y la sobre imposición del narcotráfico. Desde este lugar me interesa resaltar el valor que se le otorga al usuario de drogas ya que este es el último eslabón de la cadena de narcotráfico; pero sin embargo es aquel sobre el que recaen los peores efectos de esta política ya que se destina mucha más energía y presupuesto a las acciones policiales y no se priorizan los aspectos preventivos adecuados que tomen la triada sustancia-sujeto-contexto. Esto nos indica que generalmente estas prácticas se asientan en mayor o menor medida sobre los modelos ético-jurídicos y médico-sanitarios. El primero hace referencia a un paradigma punitivo y basado en el derecho, plantea el consumo como delito y por ende a los usuarios de drogas como delincuentes; su estrategia preventiva consiste en divulgar las terribles consecuencias que genera la utilización de drogas, destacando tanto sus efectos nocivos como las penas reglamentadas. En cuanto al segundo modelo podemos decir que está más enfocado en la desviación que en la punibilidad, lo cual hace al usuario de drogas acreedor de un tratamiento en vez de un castigo; si bien hay un avance de posturas, esto no brinda una respuesta pertinente para el consumo problemático, debido a que de alguna manera se fundamenta en el modelo médico hegemónico que termina rotulando a los consumidores como personas enfermas y que podían tornarse peligrosas o que no tiene las capacidades para ejercer sus derechos con absoluta libertad debido al daño que produjo la droga en su organismo. Entonces, no podemos abarcar la temática desde una mirada ética jurídica que se enfoca en la legalidad e ilegalidad del consumo y sus consecuencias para la sociedad, concibiendo al consumidor como alguien que atenta contra la seguridad nacional. Ni tampoco podemos abordarlo desde el modelo medico sanitarista poniendo el acento en los efectos de la sustancia para la salud, considerándolos peligrosos, enfermos o incapaces por ese daño.

Para tratar esta problemática, es necesario abarcar el problema en todas sus aristas y sus dimensiones (social, política, económica, histórica, de salud y cultural) considerando tanto al ciudadano como a la comunidad y su contexto Esto es necesario debido que la matriz prohibicionista-abstencionista ha fracasado y en nuestro país se hizo mucho más evidente debido a la epidemia del virus VIH que trajo aparejado una serie de consecuencias devastadoras; entre ellas, las muertes que podrían haberse evitado y el estigma social con el que comenzaron a cargar los consumidores de drogas, sobre todo aquellos que lo hacían por medios inyectables. Entre las respuestas que han surgido para intentar mejorar esta situación podemos encontrar aquellas que se encuadran dentro del modelo de reducción de daños que se refiere a políticas, programas y prácticas que se proponen a aminorar los efectos sociales, económicos y sobre la salud asociados con el consumo de drogas ilegales sin necesariamente reducir el consumo. Su objetivo es reducir o modificar las consecuencias en lugar de la conducta a consumir, y es un complemento a las intervenciones de prevención y tratamiento. Se enfoca en cambiar la manera en que los individuos usan drogas y el medio ambiente en donde consumen, partiendo de la idea de que en algunos grupos de personas el consumo de sustancias psicoactivas continuará a pesar de los esfuerzos preventivos y terapéuticos. Un ejemplo, lo encontré en un folleto de prevención desarrollado en conjunto por el programa abre vida y el gabinete joven de la provincia. En él se explican que son las drogas, como se clasifican, cuando se vuelve problemático, que mitos hay tras ella, cuáles son sus efectos y que precauciones podes tomar si vas a consumir. Lo cual es una forma adecuada de plantearlo ya que posiciona al consumo como una conducta que podemos encontrar y llegar a realizar pero que no se recomienda. Sin embargo, por más que el folleto sea didáctico y correcto, esto no es suficiente si no está acompañado de un patrón social y cultural que comience a comprender a los consumidores de sustancias como auténticos sujetos de derecho con el fin de que se puedan impulsar políticas públicas adecuas junto a una correcta aplicación de las leyes. Para lo cual la ley de salud mental cobra relevancia ya que contempla las adicciones como una problemática de salud mental utilizando un enfoque de APS que incluye la articulación de acciones comunitarias. Todo este proceso sostiene como alguno de los puntos clave que para una buena reducción de la demanda de drogas es necesaria una estrategia de prevención y el apoyo del apoyo político, un marco legal sólido, recursos y presupuestos adecuados para sostener tales políticas. Además los modelos de abordaje deben asumirse de manera integrada y coordinada, con acciones intersectoriales e interdisciplinarias. Entonces, como hemos estado viendo no existe una única forma de entender esta problemática ya que la misma varía según el momento histórico, político social y económico y a su vez pueden convivir (y discutir) un conjunto de miradas, discursos, prácticas y dispositivos que intentan dar respuesta al problema focalizando su atención en diferentes puntos.

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