Religión
VOLUMEN XXXI!
MADRID
Enero - Febrero
1986
religión
V O LU M EN XXXII
y
Número 150
cultura
DIR ECTOR
Enero-Febrero 1986
P. M a r c e l i a n o A r r a n ?
CONSEJO DE D I R E C C IÓ N
PP. C r l s ó g o n o G a r c ía , C á n d i d o M a r t í n , M i g u e l A n g e l M a r t í n J u á re z , A n t o n i o de M i e r R afa el de la T o r r e
S EC R E TA R IO GENERAL
Á nge l T ejero
S E C R E T A R IO S DE R E D A C C IÓ N
F é l ix G a v e la - Lu is F r a n c i s c o B a u s e la
D I R E C C IÓ N Y A D M IN IS T R A C IÓ N LIB R O S DE IN TE R C A M B IO S
C oium ela,
12 - 28001
M a d r i d . T e lf.:
275 60 0 5 / 0 6
S U S C R IP C IÓ N P A R A 1986
E sp añ a: 2.000 p e s e t a s E xtran jero: 25 d ó l a r e s U S A N ú m e ro s u e lto : 400 p e s e t a s N ú m e ro atrasado: 700 p e s e t a s
IM P R IM E DE PÓS IT O LE G A L
H é r o e s , S. A . - T o r r e ia r a , 8. 28016 M a d r i d M . 1949 - 1958
1.5.5.N.
0212 -5 8 3 8
1.5.B.N.
85364
Ìndice
Z ubiri y su filosofía en la p osguerra. Antonio Pintor R am os .........
5
José Luis L. A ranguren: C uatro e tap as de una a v e n tu ra intelec tual (II). Feliciano Blázquez ...................................................................
57
Un ensayo o un juego en torn o a «Il nom e della rosa» de U m berto Eco. Ángel Tejero ....................................................................................
79
Nuevos poem as castellanos de Octavio Uña. Rafael del Olmo y Crisógono García ........................................................................................
101
Un debate en «El País». Crosógono García .............................................
11.9
T eatro hoy: «La m u erte de un viajante», de A rthur M iller. Crisógono García.
123
Libros ...................................................................................................................
125
Libros recibidos ................................................................................................
155
3
Zubiri y su filosofía en la postguerra Antonio P IN T O R RAM OS 1.
In tro d u cció n
El 21 de septiem bre de 1983 falleció el filósofo X avier Z ubiri. Con m ocionado p o r aquella tris te nueva, escribí casi inm ed iatam en te y de un tiró n un breve estudio, que in te n ta b a , sin m ás pretensiones, un balance de urgencia de su figura y obra. E sta m ism a revista, y tam bién Cuader nos salm antinos de Filosofía, p u b licaro n aquel texto (1), no p o rq u e su a u to r lo considerase tan im p o rta n te com o p a ra m erecer la doble p u b li cación, sino po rq u e los d irectores de aquellas revistas, conocida la exis tencia del escrito, así lo creyeron o p o rtu n o y, com o a u to r, no tuve n ad a que o b jeta r. No pen sab a que tuviese o tra tran scen d en cia que la de un escrito de ocasión, es cierto que con u n a fu e rte carga afectiva p a ra su a u to r, pero o b jetivam ente no contenía n ad a nuevo que m ereciese des ca rtarse . Sin em pargo... habent sua fala libeli! Un investigador italiano, conocedor solvente de Z ubiri, p re s ta b a ines p e ra d a atención al escrito y no se a rre d a b a en calificarlo com o «im por ta n te biografía» de Z ubiri. P or su p arte, G. Fernández de la M ora, en un escrito escueto y agrio, m e hacía u n a grave acusación, según la cual m i tra b a jo e ra un in te n to de m an ip u la r la m em oria, la fig u ra y la o b ra de Z ubiri en no m b re de odiosos intereses extrain telectu ales (2). (1) «X. Z ubiri. In m em oriam », Religión y cultura, XXX (1984) 21-29; Cuadernos salm an tinos de Filosofía, X (1983) 299-305. (2) Savignano, A., «In m em o riam : X avier Z ubiri. U na filosofia della religione», Rivista di Filosofia Neo-Scolastica, 76 (1984) 409. F ern án d ez de la M ora, G., «Zubiri, apolítico», Razón española, η. 10 (m ar.-abr. 1985) 224-227; to d as las citas e n tre c o m illad as sin o tr a referen cia p erte n ec en a este ú ltim o escrito. Religión y Cultura XXXII (1986) 5-55 5
AN TO N IO PINTOR RAM OS
Puedo a seg u ra r que, an te situaciones sem ejantes, mi p rim e ra reacción es encogerm e de h o m b ro s y d e ja r a cada cual con el peso de sus propias p ru eb as. No soy am igo de polém icas p o rq u e no m e parecen el m edio m ás adecuado p a ra alcanzar algo de verdad y, tam bién, p o rq u e en n u es tro ám b ito se tra n sm u ta n insensiblem ente en insultos personales, lo cual no va n ad a con m i talan te. No c o n testaré a insultos con insultos y no h a b ría tom ado la plum a si no fuese po rq u e el escrito de Fernández de la M ora contiene afirm aciones graves que creo falsas, al m argen de cu al q u ier valoración personal, y m e parece que estoy en condiciones de dem os t r a r esa falsedad. E sto afecta a la figura pública de Z ubiri y, p o r tanto, es algo objetivable, pues no se tra ta de recónditas intenciones ú ltim as ni de su in tim id ad personal o fam iliar. Adem ás, m e parece que algunas de ellas, al m enos ind irectam en te, inciden en la in te rp re ta c ió n del p en sam iento y del legado intelectual del filósofo, p ro b lem a de suficiente ca libre com o p a ra volver sobre el tem a y desplegar con m ás espacio lo que en aquel escrito resum í exactam ente en dos p árrafo s. P udiera ser m uy bien que la peculiar situación en que red acté aq u e llas n o tas m e hubiese llevado a un uso im p ru d en te de los térm inos, cosa quizá explicable y no sé si perdonable; si así fuese, b a sta ría con reconocerlo y todo q uedaba aclarado, pues me considero cualquier cosa m enos infalible. Sin em bargo, p o r m ucho que releo los p á rra fo s incri m inados, ni en cu en tro de qué desdecirm e ni veo en ellos algunas de las cosas que gravem ente se me recrim in an . Como el crítico — siem pre en m i opinión— no aduce hechos que ju stifiq u en adecuadam ente sus afirm aciones, responderé de m odo suficiente si: 1. Aduzco los hechos en que se basan m is p ro p ias afirm aciones; 2. Hago ver que ciertas cap ciosas consideraciones suyas están al m argen del p ro b lem a en debate; 3. C onstato que las descalificaciones personales no añaden ni un ápice de fuerza a su p o stu ra . Sin em bargo, quiero d e ja r claro desde a h o ra que esto no pasa de ser un pretexto, el cual me sirve de ocasión, no buscada p o r mí, p a ra tr a ta r de u n tem a que p o r sí solo puede ten er cierto relieve; en cam bio, los térm in o s en que se p lantea la polém ica m e p arecen insulsos y, en mi caso, al m enos, no logran d e sp e rta r ningún interés. El lecto r tiene derecho a que, ante todo, se le inform e del alcan ce del p ro b lem a que está en la base del debate. 2.
El problema
Los dos p á rra fo s incrim inados están d e n tro del contexto de u n a b re ve b iografía intelecíual de Zubiri y se refieren a los años in m ed iatam en te 6
ZUBIRI Y SU FILO SO FIA EN LA POSTGUERRA
p o ste rio re s a la g u erra civil. Allí se decía que algunos p erso n ajes que m ed raro n con el nuevo régim en (3) — no dije nunca que fuese d irecta m ente el general Franco o alguno de sus m in istro s— , algunos u n iv ersi tario s que estuvieron cerca de Zubiri — no dije nu n ca que to d a la inte—no dije jam ás que la Iglesia com o tal— ob stacu lizaro n seriam ente la lectualidad española— y algunos eclesiásticos con p o d e r in stitucional actividad, entonces hab itu al, de Z ubiri y le llevaron a to m a r decisiones; decisiones que tom ó siem pre él y que incluso se h an convertido en em blem áticas d en tro de la a b u lta d a h isto ria de n u e stro s bochornos inte lectuales. No d ise rta ré aquí sobre si esos hechos eran de calibre p ro p orcionado a las decisiones que desencadenaron; a ello sólo p o d ría h a b er respondido Zubiri desde sus vivencias su b jetiv as y, p a ra mí, una decisión razonable, m an ten id a de m odo honesto, es siem pre re sp e ta ble (4), por m ucho que o tro s an te idénticas circu n stan cias reaccionasen de m odos d istintos. No hagam os, pues, tem erario s juicios de intencio nes y atengám onos a los hechos. Se m e aduce que esta p o stu ra es «un triste in te n to de co n v ertir al m ás p u ro de los filósofos p a trio s en un secuaz del p rogresism o clerical o del republicanism o d e rro ta d o en 1939». En térm in o s m ás claros aún: un in ten to — p ara m í rep u g n a n te — de m an ip u la r p o líticam en te la figu ra del filósofo, apenas fallecido, co n tra la d icta d u ra fra n q u ista y en n om bre de un p artid ism o izquierdista, que h a ría de él un m e n to r en cub ierto de toda una actividad de resistencia. A unque afirm aba allí ex p lícitam ente el «apoliticism o» de Zubiri, se m e rep ro ch a caer en clara contradicción; com o se m e arguye, a su vez, con el «apoliticism o» de Z ubiri y sigo sin e sta r de acuerdo con esa arg um entación y sin ver m i p ro p ia contradicción, no queda m ás a lte rn a tiv a que p e n sar que no en-
(3) Así d escrib e la situ ac ió n un a u to r: «La g ran d esg ra cia qu e fue la g u e rra co n stitu y ó u n a in m en sa fo rtu n a p a ra algunos: les dio p ro m o ció n , ho n o res, p o der. T am bién co n v irtió en in te le ctu a les a m uchos q u e no lo h ab ían sid o n u n ca o h a b ría n llegado a ser reconocidos com o tales b a s ta n te m ás tard e» : A ranguren, J. L. L., M em orias y esperanzas españolas. M adrid, T au ru s 1969, pp. 38-39. (4) E n 1952 J. M arías decía que «la tra y e c to ria in te le ctu a l de Z u b iri ap arece com o u n a tenaz, esfo rzad a y... genial y h ero ic a p erse v eran c ia en la verdad»: M arías, J., La escuela de Madrid, en Obras, V. M adrid, Rev. de O ccidente 1960, p. 480. G racia, D., «X avier Zubiri», en Razón y Fe, 208 (1983) 362-373, h a glosado con a m o r d isc ip u la r la idea de Z ubiri que ve al filósofo com o «profeso en la v e r dad»; no conozco m e jo r definición de lo que fue la p ro p ia vida in te le ctu a l de Z ubiri. 7
A N TO N IO PINTOR RAM OS
tendem os lo m ism o con el térm ino. D eberíam os, pues, explicarnos m e jo r; p o r m i p a rte , eso es lo que voy a hacer. Se m e p e rm itirá , p a ra c e n tra r el tem a, re c o rd a r u n a reflexión de un filosófoso actual, que sufrió en su carn e de ju d ío el peso de la m ayor b a rb a rie que h a sta a h o ra reg istra la h isto ria: «La lib e rta d no se realiza fu e ra de las institu cio n es sociales y políticas que le ab re n la e n tra d a de a ire fresco necesario a su desenvolvim iento, a su respiración m ism a, tal vez a su generación espontánea. La lib e rta d apolítica se explica com o u n a ilusión debida a que, en efecto, sus p a rtid a rio s o sus beneficiarios, p erten ecen a un estadio avanzado de evolución política» (5). No estoy seguro de que Z ubiri com partiese en todos sus extrem os estas afirm a ciones de su antiguo com pañero en la universidad alem ana de F riburgo de B risgovia, ni tam poco es a h o ra el p roblem a. Quizá estem os de acu er do en que la incidencia pública de la p erso n alid ad de Z ubiri no depende de sus p ro n u n ciam ien to s explícitos sobre hechos o situaciones concretas de la sociedad; tam poco de su apoyo expreso a uno u o tro gobierno ni siq u iera a u n a u o tra form a de E stad o en las que le tocó vivir, a p esar de que d u ra n te su longeva existencia su p a tria y él p a saro n p o r una república, dos m o n arq u ías, dos d icta d u ra s y h a sta u n a «dictablanda». Creo que en todos los casos Z ubiri se m anifestó com o ciudadano pací fico y disciplinado, de lo cual sería a b su rd o deducir que careciese de p referencias y todo le resu ltase indiferente, aunque casi todos los p olí ticos tien d en a e n te n d e r com o com placencia de los ciudadanos con ellos la paciencia que aquellos m u estra n en so p o rtarlo s. No se tra ta aquí, pues, de derechas o izquierdas políticas ni de sim p atías o a n tip a tía s p o r unas u otras, pues no es esta la cuestión. Por ello, esa incidencia pública ha de p lan te arse ind irectam en te a través del desarrollo de su actividad p o r p a rte de un prestigioso p ro feso r u n iv ersitario m ien tras esto fue posible, de un conferenciante libre después y, siem pre, p o r su o b ra escrita. C arácter doblem ente indirecto aún porque, en el caso de Z ubiri y en las tres actividades indicadas, los tem as tra ta d o s no incidían directam en te en los terren o s de la teo ría o la p rác tic a política; el que lo hagan o no in d irectam en te, es cuestión que h a b ría que e stu d ia r m u cho m ás a fondo. S obre esta base, «apoliticism o» significa aquí que alguien convier(5) Levinas, E., T otalidad e Infinito. E nsayo sobre la exterioridad; tra d u c ción D. E. G uillot, S alam an ca, Síguem e 1977, p, 255.
ZUBIRI Y SU FILO SOFÍA EN LA POSTGUERRA
te en objetivo especificante de su vida u n a actividad que se configura to talm en te al m argen de los in stru m e n to s (incluidos los ideológicos) que unos grupos sociales ponen en m archa, con la finalidad d irecta o indi rec ta de ejercer el poder; puede tra ta rs e de p a rtid o s políticos en sentido estricto, de grupos intelectuales de presión o incluso de secretos aspi ran te s a consejeros palaciegos. En este sentido, Z ubiri puede y debe de finirse com o apolítico, bien po rq u e fuese dem asiado escéptico p a ra con fiar en un p ro g ra m a político concreto, bien m ás sencillam ente po rq u e creyese que su vocación era otra. Una posición sim ilar sólo es posible en u n a sociedad lo suficiente m ente desarro llad a, desde el p u n to de vista social y político, com o p a ra p e rm itir u n a p lu ra lid a d de opciones diferenciadas sin d e stru ir el te ji do social, en el que debe germ in ar la lib e rta d que exige to d a creación, del tipo que sea. En n u e stro en to rn o y hoy p o r hoy, las sociedades son ta n com plejas que no hay ningún régim en político capaz de a n u la r de hecho ese m argen de la lib e rta d de pensam iento. Más bien, lo que sucede es que en regím enes acen tu ad am en te to ta litario s, en el m om ento en que los p ro d u cto s de esa lib e rta d se hacen públicos, ese apoliticism o genera tensiones inevitables, pues lo que define a tales regím enes es la exigen cia de u n a entrega y un apoyo incondicional p o r p a rte de sus súbditos. En estos casos el apoliticism o no es tan n e u tro ni tan aséptico com o p a ra que de hecho no se convierta, bien a su p esar y p o r o b ra de otros, en una p o stu ra de repercusiones políticas. El «apoliticism o» de Zubiri no significa, p o r tanto, indiferencia p o r la dim ensión social del h om bre — tem a tra tad o en su filosofía— , ni si q u iera p o r los p roblem as de la sociedad en que vive (quizá en el sentido del viejo «anim al político»); significa la decisión consciente de que él no e n tra rá en la b a ta lla política y a este respecto se m a n te n d rá en u n a a c titu d de independencia. Sin em bargo, en determ in ad as circunstancias esa independencia, aún siendo de hecho posible, tiene un alto precio. Lo que afirm é es que en esa época Z ubiri, de grado o a su pesar, tuvo que pag ar su precio y ello influyó decisivam ente en su vida po sterio r. La valoración que a cada cual pueda m erecer esto, es p ro b lem a en el que no hay que e n tra r ahora, pero cae d en tro de la lógica de las situ a ciones políticas, organizadas de hecho en torn o a un p a rtid o único, que la independencia respecto a la única ideología oficialm ente posible sea en tendida com o disidencia, en cu an to el in dependiente tenga algún tipo de proyección pública. E sto no sólo sucede con lo que el crítico llam a 9
AN TO N IO PINTOR RAM O S
«la dialéctica del Este» (que ni he defendido ni tengo p o r qué defender), sino tam b ién en o tro s p u ntos cardinales, incluso con ideologías de signo opuesto. Tam bién p o r su p ro p ia lógica, esto tiene que acen tu arse en el caso de un E stad o que ha surgido de la v ictoria de un ban d o en una g uerra civil y aprem ia a sus ciudadanos (en este caso, súbditos) p a ra exigir de ellos una clara definición «partidista», aunque p o r descontado no siem pre se llam a así. P ara c o n firm a r esto, b a sta ad u cir los hechos sin sofistería. Esos he chos m e p arecen suficientem ente con statad o s, com o expondré. P ara ello u tilizaré d istin to s testim onios disponibles y es aquí donde pueden su r gir las discrepancias (6). Sé m uy bien que la crític a h istó ric a pro h ib e to m a r com o crónicas objetivas las m em orias retro sp ecticas de p ro ta gonistas com prom etidos con los hechos que n a rra n y sé tam bién que sería u n a ingenuidad creer en el to tal desinterés de los h isto riad o res. P or ello, sólo utilizaré testim onios de personas lo suficientem ente p ró xim as a Zubiri y a los hechos com o p a ra p o d e r conocerlos con exactitud, sin que se m e alcance qué in terés p o d ría n ten e r en tergiversarlos. Recu rriré tam bién al tra b a jo de investigadores, cuya h o n estid ad intelectual e stá lo suficientem ente p ro b ad a com o p a ra e sp era r que no hagan a fir m aciones a hum o de pajas. Si el crítico no está de acuerdo, está en su derecho, p ero a él le toca ad u c ir sus p ru eb as. Es m uy cierto que Zubiri tenía tan alto concepto de las perso n as que era exquisitam ente resp etu o so en su tra to personal; pero por este cam ino no se llega ah o ra m uy lejos, pues es n o to trio que Z ubiri m antuvo largas y sinceras am ís tales con p erso n as de convicciones d istin ta s a las suyas; e n tre sus am i gos hay noto rio s m onárquicos, noto rio s republicanos o no m enos no torios falangistas; tam bién hay noto rio s agnósticos y n o to rio s d ig n ata rios de la Iglesia, así com o m uchos ciudadanos de a pie. Desde aquí no se puede p ro b a r nada consistente ya que con idéntico peso pueden p ro b arse p o stu ra s c o n trad icto rias.
3.
Los hechos
Al p a sa r al p u n to central, p erm ítan sem e unas breves consideracio nes. Antes que juzgar, busco co m p ren d er los hechos; hechos p a ra m í (6) A gradezco p ro fu n d a m e n te la ay u d a que v arias p erso n as, a veces e s p o n tá n eam en te, m e hicieron llegar p a ra la com posición de este trab a jo . .No cito sus - n o m b res p a ra no sa lp icarlo s en esta polém ica, p ero ellos sab en b ien q uiénes son. 10
ZUBIRI Y SU FILO SO FÍA EN LA POSTGUERRA
totalm enle «históricos», pues no estuve im plicado en ellos de m odo ac tivo ni pasivo. M erecen el m áxim o respeto siem pre las personas, sus p o stu ra s honestas, aún cuando me puedan ap arecer equivocadas; con sidero válido, e incluso lógico, que alguien varíe de m odo sincero en sus convicciones, pues la m áxim a de «sostenella y no enm endalla» m e parece un crim en c o n tra el am o r a la verdad. No tengo ningún interés en a b rir viejas heridas, pero m e parece que el único m odo posible de h acer fren te al tra u m atism o de n u e stra h isto ria reciente es asum ién dola y no m ediante un irresp o n sab le proceso de am nesia, com o el que desde algunos círculos quiere p racticarse. H a b la r de «franquism o» sería, p a ra n u e stro tem a, u n a un id ad h is tórica excesivam ente am plia y, adem ás, creo que es inadecuada aquí. El lapso que ah o ra nos interesa va en tre 1939 y 1962, fecha esta ú ltim a cóm oda p o r coincidir en ella la a p e rtu ra del V aticano II y la publicación de la p rim e ra gran o b ra de la m adurez de Zubiri. Eso es lo que aquí, a electos p u ram en te instru m en tales, llam aré «postguerra» y, si es muy cierto que d u ran te este tiem po fue F ranco quien ocupaba la je fa tu ra del E stado, no m e parece que esto explique suficientem ente los confu sos sucesos que van a d esarrollarse. Como es n a tu ra l, tam poco pueden p lan te arse al m argen de un contexto político, social y c u ltu ra l bien de finido. Así, es sabido que en este lapso hay u n a fase de dureza extrem a, en orden a liq u id ar los restos del período a n te rio r, que llega h a sta el co n co rd ato con el V aticano y los acuerdos con los E stados Unidos; hay luego o tro período en que esa dureza se suaviza, no ta n to p o r cam bios en las ideas, sino po r el hecho claro de la ineficacia de las m edidas re presivas, que quizá reciban su m ayor descrédito a raíz de la in sen sata polém ica en to rn o a O rtega. Pues bien; el problem a aquí en debate afecta a tres ám bitos fundam entales: el choque de la a c titu d intelectual de Z ubiri con las rígidas directrices ideológicas oficiales, el choque de su pensam iento publicado o conocido p ú blicam ente con la p roclam ada com o única filosofía oficial y, finalm ente, el choque del pensam iento religioso de Z ubiri con lo que entonces p asab a p o r pen sam ien to oficial de la Iglesia española. No es mi culpa si en aquella situación estos tres ám bitos tienden de m odo co n stan te a in terferirse.
a)
Las nuevas directrices ideológicas N adie d isc u tirá que el fran q u ism o no es ninguna filosofía, en alguno 11
AN TO N IO PINTOR RAM OS
de los sentidos aceptables del térm ino. De m odo inm ediato, es el resu l tado de una v ictoria m ilita r en u n a cruel g u e rra civil, d en tro de la cual el odio al enem igo, a su cu ltu ra, a sus instituciones y form as de vida constituyó de hecho la única p a u ta com ún en la que se ag ru p a ro n las m uy heterogéneas fuerzas que com batieron al tam b ién heterogéneo g ru po de los republicanos. R ápidam entet, incluso antes de te rm in a r la gue rra , se puso m anos con a rd o r a la ta re a de p re s e n ta r u n m arco ideoló gico en el que los vencedores aparecían en ru p tu ra to ta l con la época inm ed iatam en te a n te rio r — la segunda rep ú b lica— y com o re s ta u ra d o res de la llam ada esencia tradicional de E spaña, enem iga de to d a m o d ern id ad eropea. E sta concepción tra d icio n a lista aparece expresada, con to d a la re tó ric a y el b a rro q u ism o de la época, en este p á rra fo semioficial: «Aunque parezca p a ra d ó jic o a n u e stro s pesim istas del 98 o a n u estro s europeizantes, E spaña, el ideal de E spaña, es el ideal de E u ro pa, de la auténtica y genuina Europa. La E spaña de F ranco es la que defiende a E u ro p a co n tra ella m ism a, c o n tra su disolución revolucio n aria, c o n tra aq uella d iscrep an cia y ru p tu ra fu n d am e n ta l que derivó a la E u ro p a del R enacim iento, a través del R acionalism o, del C artesianism o, de la E nciclopedia y del Positivism o m a te ria lista a su ru in a m oral de hoy. C ontra esa E u ro p a que no ha sabido m ás que d e s tru ir el antiguo O rden político y social cristian o , sin creai' ningún o tro nuevo de posi bilidades hum anas, com o no sea la b á rb a ra esclavitud bolchevique; con tra esa E u ro p a que crea los m ás trem endos pro b lem as políticos y socia les sin e n c o n tra r solución alguna p a ra ellos, com o no sea la de las a m e tra lla d o ras, los cañones y gases axfixiantes; y, al fin y al cabo, el m iedo de em plearlos» (7). He querido tra n s c rib ir este espeluznante p á rra fo po rq u e, adem ás de p ro ced er de u n m iem bro del equipo m in iste ria l que encabezaba Sáinz Rodríguez, expresa con m erid ian a clarid ad la a c titu d del nuevo régim en an te el pensam iento m oderno y contem poráneo. La febril actividad le gislativa del nuevo m in istro concluyó estableciendo la ob lig ato ried ad de la enseñanza del tom ism o en el B achillerato, n ad a m ás te rm in a r la gue-
(7) La c ita es de J. P en ia rtín , p re se n ta n d o el ideal del nuevo B a ch illera to del fran q u ism o . La tom o del estu d io de H ered ia S oriano, A., «La filo so fía en el B achi lle ra to español (1938-1975)», en Actas del I S em inario de H istoria de la Filosofía Española. U niversidad de S alam an ca 1978, p. 92. E ste estu d io co n tien e u n am plio an álisis de la legislación edu cativ a resp ecto a la filosofía d u ra n te el rég im en de F ran co con etap a s b ien d e term in a d as. 12
ZUBIRI Y SU FILO SO FÍA EN LA POSTGUERRA
rra (8). S orp ren d e la rapidez con que el nuevo gobierno se ocupa de la filosofía y cuesta m ucho creer que fuese por insólitos intereses intelec tuales; m ás lógico es p en sar que el régim en captó la capacidad adoctrinad o ra de la filosofía bien dirigida sobre m entes adolescentes, p o r lo que p restó ta n ta atención a los estudios, con una infatigable p ro life ra ción de n o rm as ν disposiciones. Que p a ra ello se eligiese el tom ism o com o filosofía «oficial» y ortodoxa es algo explicable. Por una parte, era la filosofía oficial de la Iglesia y así ésta co n tro lab a el im p o rtan te cam po de la educación en pago al servicio de h a b e r declarado «cruza da» la cotnienda bélica. P or o tra p a rte , tal com o se en ten d ía en E spaña, era opción coherente con los ideales tra d icio n a lista s y re sta u ra d o re s del régim en, p o r lo que no resu lta extraño que los m ás rígidos y aún recal citran te s d en tro de los tom istas — m uy po r d etrás de lo que era la p a rte m ás viva del tom ism o en E u ro p a — vayan ascendiendo a los puestos de control. R esultaba tam bién un in stru m e n to p resum iblem ente útil p a ra ro m p e r con la c u ltu ra filosófica de la época rep u b lican a y, de m odo m ás general, con los in ten to s a p e rtu rista s que, b ajo la b a n d e ra de la europeización, habían pugnado por ro m p er n u estro secular y estéril ais lam iento. A p esar de todo, no pienso que el íom ism o com o filosofía fuese el responsable de los acontecim ientos que irem os viendo. Fue la actitud intelectual de algunos que se decían tom istas, su estrechez de m iras, su p repotencia, quienes, apoyándose en una pseudofilosofía tom ista, u ti lizaron el. tom ism o com o in stru m e n to p a ra intereses extrafilosóficos, lo cual inevitablem ente pro v o cará un am plio descrédito p o ste rio r del to m ism o y de la neoescolástica en general, cuyo p rim e r responsable quizá fue la torpeza m en tal y el com plejo de m an d a rin a to de sus defensores. T am poco es n ad a nuevo: algunos kan tian o s llevaron a K ant al descré dito, com o algunos hegelianos lo hicieron con Hegel o algunos heideggerianos con H eidegger. Adem ás, la oficialización del tom ism o quizá no pasó nunca de ser c o y u n tu ra !; no es evidente una sim biosis perfecta e n tre los ideales perseguidos p o r el franquism o y las principales tesis tom istas, al m enos h a sta el p u n to en que tal sim biosis puede a p re c ia r se, p o r ejem plo, en tre cierta interp retació n de N ietzsche y el nazism o h itleriano. Si se legislaba así respecto al alum nado, puede suponerse el cuidado (8)
Los docum entos, de nuevo en H eredia S oriano. A., o, e., pp. 88-103. 13
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que se p ondría en la pureza ideológica de los profesores que, en frase del general Franco, tenían la altísim a m isión y obligación de «desarm ar m o ralm en te al enem igo». Por ello, con gran rapidez (24-XI-1939) se crea el Consejo S u p e rio r de Investigaciones Científicas com o réplica ideoló gica de la d en o stad a J u n ta p a ra la Am pliación de E studios y con el claro prop ó sito de c o n tro la r Ja form ación ideológica del pro feso rad o u n iv er sitario. B ajo el sím bolo del frondoso árbol de las ciencias, a la filoso fía le toca el patronazgo de J. L. Vives, herm osa figura de liberal erasm ista convertido en reaccionario poi' m anipulación o in ep titu d de los nuevos proceres. Ese In stitu to , dirigido en sus p rim ero s años por dos to m istas rígidos, ten d rá su p ropia revista, cuyo p rim e r núm ero se p u blica en 1942 y en cuyo p rim e r editorial se afirm a un estricto tom ism o com o la «felizm ente llam ada filosofía perenne, que es la única fom en tad a p o r la Iglesia Católica, y se intensifica con la trad ició n filosófica española»; ciertam en te, se convocaba a todos los que se dedican «en serio a los estudios filosóficos» e incluso se invocaba «la ju s ta libertad de procem ientos y opiniones en materia d iscutible» (9), pero todos sa bían m uy bien a qué atenerse. Con ello se c e rra b a po r a rrib a el arco ab ie rto en el B achillerato y la cuestión a dilu cid ar es la identificación del enem igo intelectual, c o n tra el que clam an todos los docum entos co mo responsable de la «m iseria m oral», porque parece que los intelec tuales al m enos no eran los responsables de las m uy palpables m iserias físicas. A m edida que se iban d esarro llan d o los acontecim iento, no antes, se fue viendo h a sta dónde llegaban la liberalidad y la generosidad de los vencedores que regían con m ano férrea el m undo intelectual. E nvalen tonados con la v ictoria de las arm as, reforzados p o r la im presión de que el m undo esta b a en m anos de sus aliados italianos y alem anes, la pu rg a intelectual, los h u m illan tes y largos procesos de depuración, y la inflexible censura d ejaro n m uy clara la estrechez de la «m ateria discu tible». Un investigador honesto, eclesiástico y no sospechoso de conspi ración en cu b ierta, a firm a b a con toda clarid ad en un im p o rta n te estudio el in ten to , p o r p a rte del poder civil y eclesiástico de u n a nueva unión del A ltar y el Trono, de im poner lo que él llam a «pensam iento m onolí tico» (10), concretado en un tom ism o rígido p a ra el que se reclam a, en (9) H e an alizado algo m ás d eten id a m e n te esto en mi n o ta «R evistas filosóficas españolas», en Cuadernos salm antinos de Filosofía, 3 (1977) 445-450. (10) R iveia, E., «La evolución del pensam ien to eclesiástico en E sp añ a (19391975)», en las ya citad a s Actas del I Sem inario..., p. 280. 14
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tacna h istó ric a bien desafo rtu n ad a, la expresión, co n sag rad a po r Leib niz, de «filosofía perenne». Dicho de o tro m odo; se tra tó de im poner una e stric ta ortodoxia filosófica (estoy de acuerdo en que esto es o b je tivam ente un d isp arate, pero los hechos son así), al m argen de la cual sólo q uedaban «herejías», p a ra las que se iba a d e sp e rta r todo el celo inquisitorial de la sinrazón española. E stá claro h a sta dónde podía lle garse; así lo com enta un testigo cualificado de los hechos: «El m aniqueísm o político-m oral se hizo d o ctrin a tác ita o expresa e n tre los ven cedores — no so tro s, ’los b u e n o s’, m ás aún, ellos, ’los m a lo s’, m ás aún, 'el m al'— y al ’ro jo ’, incluso al p resu n to ’ro jo ’ no le quedó m ás que esta opción: el disim ulo táctico o el paso a las tinieblas exteriores» (11). E ste m aniqueísm o en filosofía se dirigió de m odo global c o n tra todo el desarrollo h istó rico que va desde el nom inalism o h a s ta H eidegger, con las excepciones de todos conocidas. De m odo p a rtic u la r, c o n tra los m ovim ientos de im p ro n ta europeizante, que querían h acer filosofía a la a ltu ra que entonces era h a b itu a l en E u ro p a ν que h ab ían ido a a p re n der sus usos a universidades, fu n d am en talm en te francesas y alem anas. Esos filósofos habían desplegado una am plia actividad en la segunda república, sin que ello signifique que surgiesen entonces, que eran soli darios de ella, ni siquiera que todos sus rep re sen ta n te s fuesen rep u b li canos o utilizasen la filosofía com o in stru m e n to de apoyo ideológico a la causa republicana. ¿Qué filosofía era esa? Según Fernández de la M ora, la filosofía «m arxista» y el «ateísm o beligerante». Sin duda, tam bién el rechazo iba c o n tra eso; p ero p e rm í tasem e decir que los dos térm inos no son necesariam ente in te rca m biables. El p ro b lem a es que filosofía «m arxista» p ro p iam en te dicha en E spaña no existió o, con m ás precisión, sólo existió en reducidos g ru pos poco rep resen tativ o s. ¿Dónde están esas grandes o bras del m arxism o español? Voy a c ita r un solo y bien cualificado testim onio: «Los espa ñoles no hem os ap o rta d o nada original al socialism o m oderno» (12) y los v oluntariosos esfuerzos de investigadores m ás recientes no han logra do rectificar básicam ente este juicio. El propio a u to r citado explica no (11) Lain E ntralg o , P., Descargo de co n c ie n d a (1930-60). B arcelona, B arrai 1976, p. 278. R e c u rriré fre cu e n tem en te a este testim o n io p o r su priv ileg iad a situación p a ra conocer los hechos, p o r su larga y fra tern al a m ista d con Z ubiri e incluso p o rq u e a m i crítico parece re su lta rle perso n a digna de cred ib ilid ad . (12) A raquistáin, L., El pensa m ien to español contem poráneo. 2: ed. B uenos Aires, L osada 1968, p. 98. 15
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sin ironía la verd ad era situación: «Algunos am igos y yo m arxistizam os un poco en la revista Leviatán d u ran te dos o tres años de la R epública, pero sin e n tra r m uy a fondo en el tem a y m ás bien con p ro p ó sito de vulgarización. En sum a, repito: de v e rd ad eram en te original, n a d a » (13). El a u to r explica m uy bien el típico recu rso carpetovetónico ante tales situaciones: lo que faltab a de conocim iento se suplía con m ística, pero esa m ística en esas fechas estaba m uy alejad a de la alta cu ltu ra. «Ateís mo beligerante», sin duda lo hubo; pero un ateísm o e stric tam e n te «fi losófico» con im p ro n ta original, lo desconozco. P o r lo dem ás, aún en los casos concretos en que eso pudiese existir, no es fácil e n ten d er tan extrem adas precauciones cuando sus p ro tag o n istas, term in a d a la gue rra, estab an m uertos, en la cárcel o en el exilio. ¿Se tra tó , entonces, de u n a m an io b ra de distracción a la caza de b ru ja s? (14). No sería la p ri m era vez que esto sucede, p ero tam poco creo que fuese así. La gran filosofía, de aire m oderno y corte europeizante, que, sin ser congénere con la república, le tocó entonces llegar a su cúspide, era la de O rtega. Los libros y artículos de O rtega, su círculo intelectual, la Revista de Occidente y su editorial ap arecían a los ojos del m enos p e rs picaz com o incom patibles con las nuevas directrices ideológicas y, ade m ás, significaban una a c titu d p ro fu n d am en te enraizada en los círculos cultos. P ara colm o, O rtega, que se había e n fren tad o con los e ste rto res de la d icla d u ra de P rim o de R ivera después de un p rim e r flirteo con ella, había Fundado la A grupación al Servicio de la R epública, h ab ía sido dip u tad o a las C ortes republicanas y, si h ab ía criticado con severidad d irectrices concretas de d istin to s gobiernos, no se hab ía cuestionado n u n ca la legitim idad republicana com o tal y m enos aún se hab ía p ro n u n ciado p ú blicam ente a favor del M ovim iento N acional. Mi crítico cita (página 224) el caso de O rtega com o sem ejan te al de Zubiri; no es m i p ro b lem a a h o ra e stu d ia r las relaciones del fran q u ism o y O rtega, pero es desde la im agen pública com o ha de a fro n ta rse n u e stro tem a. E ran inevitables estas notas, conocidas de casi todos, p a ra situ a r el problem a sin sofistería. Jam ás he defendido ni insinuado que Zubiri fuese un m en to r oculto de grupos de izquierda ni hacía falta tan to p a ra (13) Id., p. 99. (14) ¿N o se rá ya tiem po de lib e rarse de viejos fan ta sm a s? De los filósofos españoles q u e em p re n d iero n el cam ino del exilio, ¿cu án to s d e ellos p u ed en lla m arse «m arxistas»? ¿C uántos «ateos beligerantes»? R epásese el lib ro de Abellán, J. L., Filosofía española en A m érica (1936-1966). M adrid, G u a d a rra m a /S e m in a rio s y E diciones 1967. 16
ZUBIRI Y SU FILO SO FIA EN LA POSTGUERRA
e n co n trarse con dificultades d e n tro de la E sp añ a de 1939. N o elucu b ra ré tam poco en to rn o a la cuestión de si la filosofía de Z ubiri v ald ría m enos en el caso de que su a u to r fuese el in tré p id o defensor del fra n quism o que se quiere p rese n tar, po rq u e en esto, a falta de estudios m ucho m ás rigurosos, cada cual ten d rá su p ro p ia opinión. Lo que a fir m o es que ni Z ubiri era eso ni tam poco su im agen p ú b lica a n te rio r llevaba a esperarlo. P or tan to , en este contexto es lógico (15) que Zu biri se en co n trase con dificultades, incluso a su p e sar y al m argen de las personas concretas a las que le tocó in te rv en ir en ello. ¿Cuál era la im agen pública de Z ubiri en 1939? Sólo h a b ía publicado en 1923 un libro de notable tecnicism o, que casi nadie h a b ía leído — p a rece que F ernández de la M ora tam poco, p o r algo que luego se verá— ; hab ía escrito, adem ás, una m edia docena de artícu lo s filosóficos, algu nos b rillan tes y o tro s m uy densos, de los que no e ra fácil ded u cir un c o n ju n to e stru c tu ra d o de ideas sistem áticas. H abía tra d u c id o varios textos filosóficos: de Suárez, de M arch, de Hegel, de B rentano, de Scheler, de M esser y, sobre todo, una m em orable trad u cció n de un fam oso texto de H eidegger. E sta producción h a b ía visto la luz en Cruz y Raya y en Revista de Occidente. La colaboración de Z ubiri en esta segunda era frecuente, su am istad con O rtega — cualesquiera que fuesen sus discrepancias de fondo— era pública y noto ria, su asid u id ad a las tertu lias intelectuales que anim aba O rtega era notable; lo dem ás que se haya dicho y se diga en los mentideros so b re O rtega y Z ubiri p o r el m om ento es p u ro cotilleo en el que no hay p o r qué detenerse. P ara el público, Z ubiri era un m iem bro activo del g rupo (me resisto a u tilizar el térm in o «escuela») intelectu al de O rtega y no hab ía n a d a que llevase a p e n sar que no c o m p a rtía n el m ism o ideal de fondo. Es lógico que Z ubiri fuese visto com o u n «orteguiano», aun suponiendo que tal apreciación sea erró n ea o que quien así lo cali ficaba no supiese decir qué era eso del «orteguism o». Q uiero d estacar aquí que nunca Z ubiri fue infiel a esta a m istad p erso n al con O rtega; cuando m urió el filósofo m adrileño, Z ubiri se ap re su ró a glo sar su (15) Ya en 1952, J. M arías, desde el o tro fren te, veía su lógica en q u e u n a p e rso n a de decid id a vocación u n iv e rsita ria com o Z u b iri ac ab a se d e «docente p ri vado» fu era de la u n iv e rsid ad p o r co h eren cia con su m odo de e n te n d e r la filo so fía y de se r católico: Cf. M arías, J., La escuela de Madrid, cit., pp. 474, 479. ¿N o hay que p re g u n ta rs e qué «universidad» e ra esa que excluía d e ella p re c isa m e n te a los m ás «universitarios»? 17
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figura en la p ren sa diaria, un gesto que ha repetido en contadísim as oca siones a lo largo de su existencia y que no hizo, por ejem plo, con su m aestro H eidegger; cuando, después de m ás de veinte años de silencio, pudo re a p a rec e r la Revista de Occidente, Zubiri envió dos im p o rta n tes colaboraciones; en el hom enaje de la revista a su fun d ad o r, con m otivo del reciente cen tenario de su nacim iento, Zubiri, ocupado en tem as m uy distin to s, encontró tiem po p ara enviar su colaboración, que re su lta ría ser luego el últim o texto po r él publicado en vida. La revista, a su vez, tuvo con él el gesto, no por m erecido m enos propio de gente bien n a cida, de ren d irle hom enaje en su m uerte. E ntiéndase bien; no estoy di ciendo en ab soluto que las filosofías de O rtega y Z ubiri sean idénticas, ni siq u ie ra que u n a derive ideológicam ente de la o tra; digo ta n sólo que el a m o r a la verdad, que Zubiri supo definir tan bien, no es incom p a tib le con la am istad de Platón, rectificando así el viejo y m aligno (siem pre m e lo pareció) dicho que se atrib u y e a A ristóteles. Cruz y Raya fue una revista decididam ente católica. Su tala n te ge neral era el de un catolicism o ab ierto y, aunque sus colaboradores m an tenían líneas divergentes, la im presión d o m in an te se asem ejaba algo — sin «forzar en dem asía el paralelism o» (16)— con la ac titu d que den tro de la c u ltu ra francesa de la m ism a época re p re sen ta b a E sp rit e in cluso el p ro p io M ounier llegó a co la b o rar en Cruz, y Raya (17). Si se co m p ara con el tono negativo y de total rechazo, p ropio de ta n ta s p u blicaciones católicas de la época, efectivam ente Cruz, y Raya daba el tono de u n catolicism o «progresista» (salvadas todas las am bigüedades del térm ino), au nque no era una revista «clerical». Adem ás, p a ra la m a yoría, tal colaboración p o r p a rte de Zubiri no so rp re n d ía ni e ra incohe rente, pues, según escribe un au to r, las cosas venían de m ás a trá s: «Tuvo en el sem inario m atriten se sus dificultades, se le tildó de m o d ernista» (18). C uando m enos, me p arece seguro que el aire de inde(16) Com o p ru d e n te m e n te an o ta Tim ón de Lara, M., Medio siglo de cultura española (1885-1936). 3." ed., M adrid, Tóenos 1973, p. 278. (17) Cf. B ecarud, J., Cruz y Raya (1933-1936), tra d . F. Ti apero. M adrid, T au ru s 1969, p. 14. (18) T usquets, J., «La filosofía esp añ o la católica», en Orbis Catholicus, 5 (1962) 13). El resp o n sa b le de tal afirm a ció n es el a u to r que la firm a y desconfío de ella, m ás a ú n ten ien d o en c u e n ta que, a ren g ló n seguido, el m ism o a u to r afirm a e rró n e a m e n te que Z ubiri era d o cto r en Teología p o r el Angélico de R om a. Por cierto, en este p u n to es p reciso que nos c o rrija m o s todos; Z ubiri no era d o c to r en Teología p o r la u n iv e rsid ad G regoriana, com o ta n ta s veces h em os a firm a d o unos y o tro s, sino po r el C o l l e g i u m Theologicum R om anae Si u d io ru m Universitatis, u n a 18
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pendencia en que se m ovía Z ubiri provenía de una rebelión «desde sus p rim eros años c o n tra la absolutización de la filosofía y la teología es colásticas, de las que p ro n to descubrió sus gravísim as lim itaciones» (19), lo cual p o r cierto no es «m odernism o», ni siq u iera «progresism o», pero tam poco cabe duda de que en ciertos am bientes eso significaba colo carse en el otro frente. Es m uy exacto, sin em bargo, que c o lab o rar en u n a publicación no significa necesariam ente identificarse con sus opiniones o línea dom i n a n te y, adem ás, los artícu lo s de Cruz, y Raya (tres, en total) tra ta n cuestiones filosóficas m uy técnicas, que d irectam en te no tienen n a d a que ver con la religión o la política. Acepto, pues, la relativ id ad de este argum ento, con u n a sola condición: no se m e rearguya luego desde un barem o d istin to p a ra su fu tu ra colaboración en la rev ista Escorial, p o r cierto, no con un artícu lo , com o dice Fernández de la M ora (p. 225), sino con tres. No ob stan te, en el caso de Cruz y Raya las cosas son algo d istin tas. Z ubiri era am igo p ersonal de José B ergam ín y aun cuando — según creo— no llegó a fig u rar nunca en el consejo de redacción, lo cierto es que al fu n d ar la revista siem pre se contó con él. Adem ás m an tenía estrech ísim a am istad con los colaboradores principales y de m odo m uy especial con Eugenio Im az, el secretario de la revista, filósofo tam bién vasco, condiscípulo de Zubiri en Alem ania, exiliado luego en L atinoam érica (sobre todo, en México), tra d u c to r y estudioso de D ilthey y con un final trágico que m alogró su c a rre ra . P o sterio rm en te, p o r lo que toca a Escorial, cierto es que revista de la «Falange» au nque en un in ten to de a p e rtu rism o liberal p ro n to cercenado, fue Lain E n tralgo el contacto; él m ism o se m u estra m erecidam ente orgulloso de h a b e r con seguido esas colaboraciones de Z ubiri (20). P or lo dem ás, ¿dónde había entonces una revista cu ltu ral m ás ab ie rta ? R ecuérdese lo que hem os dicho de la Revista de Filosofía, del Consejo S u p erio r de Investigacio nes C ientíficas. R esta aún o tro aspecto. F o rm ab a p a rte de la fig u ra p ú b lica de Zubiri su im agen com o cated rático de h isto ria de la filosofía, fo rm an d o p a rte activa de un m om ento excepcional de una Facultad, que luego se rá larin stitu c ió n del V aticano. La fecha de su d o cto ra d o fue e x a ctam e n te el 11 de no v iem b re de 1920. (19) Ellacui'ía, I., «La nueva o b ra de Z ubiri: Inteligencia sentiente», en Razón y Fe, 203 (1981) 129. (20) Lain E n tralg o , P., o. p., p. 302. 19
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gam ente añorado. Z ubiri era un p ro feso r m uy prestigioso p o r su sab er y rigor, p o r su capacidad de acogida a los alum nos, a p e sar de algunas peculiaridades pedagógicas que a éstos causaban p roblem as (21). Para nadie de los que siguieron su m ag isterio ap arecía Z ubiri com o un neoescolástico, a p e sa r de sus estudios en Lovaina. En la década de 1930, Z ubiri aparecía en M adrid m ás bien com o el portavoz del ú ltim o grito de la filosofía alem ana, de H usserl y H eidegger, sobre todo. T am poco quiero decir con ello que tal in te rp re ta c ió n sea sin m ás correcta, sino que e ra lo que p arecía al público, y hay un buen docum ento, p rocedente de filósofo ta n inteligente y cercano p o r entonces a la actividad de Z ubiri com o es José Gaos, el cual lo p rese n ta algo así com o el em ba ja d o r intelectu al de H eidegger an te la cu lta elite de los filósofos m a d ri leños (22). E l p ropio Gaos c o n sta ta asom brado que ya en aquellas fechas Z ubiri no cayó nu n ca en la in te rp re ta c ió n «nihilista» de H eidegger, en la que el p ro p io Gaos tro p ezaría p o r algún tiem po en fechas m uy pos terio re s (23). Es cierto que Z ubiri tam bién conocía a fondo, citab a y enseñaba a A ristóteles y a los escolásticos m edievales, p ero de eso no puede deducirse que fuese un escolástico ni n a d a llevaba a sospecharlo en los escritos de la época. T endrem os ocasión de ver cóm o los esco lásticos difícilm ente lo reconocían e n tre los suyos. Con tales antecedentes, lo que luego sucedió era p rác tic a m e n te in evitable. P a ra que no hubiese sucedido, se h a b ría necesitado u n a gene ro sid ad y u n a a m p litu d de m iras, con las que algunos soñaron, pero los hechos se fueron encargando de desvanecer su espejism o.
b)
Los problem as concretos Así ve m i crítico las cosas: «La posición de Z ubiri quedó de m ani-
(21) E x isten algunos te stim o n io s d irec to s de d istin ta s facetas, p ro ce d en te s de alu m n o s de Z ubiri. Cf. M arías, J., La escuela de Madrid, cit., pp. 465468. Lisarra g u e, S., «El m a g iste rio decisivo de Zubiri», en la o b ra colectiva H o m e n a je a X a v ie r Zubiri. M adrid, R evista A lcalá 1953, pp. 153-158. V ivanco, L. F., «Los a p u n tes de Zubiri», en Id., pp. 255-267. (22) Cf. Gaos, J., Confesiones profesionales, en Obras com pletas, t. X V II. M éxi co, U n iversidad N acional A utónom a 1982, ρρ. 61-65. D ebo co lo car en su lu g a r este valioso testim o n io ; no se tr a ta de n in g u n a cró n ica h istó ric a, sino de los recu erd o s que co n fig u ran la im p resió n que p ro d u jo Z ubiri a u n joven filósofo, recién llegado a M adrid, con an sias de sa b e r ν no exento en tonces de cierto esn o b ism o in telec tual. D icho esto, el d o cu m en to es de incalcu lab le v alo r p a ra n u e s tro tem a. (23) Id., pp. 72-73. 20
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fiesto cuando, recién term in a d a la g u erra, se ad elan tó a la m ay o ría de los intelectuales en el exilio... y solicitó su rein c o rp o ra ció n a la univer sidad. Y no es cierto que ab andonase el país al iniciarse la lucha. Z ubiri c o n tra jo m atrim o n io en R om a a prin cip io s de 1936 y, a la v ista de los acontecim ientos en la E sp a ñ a g o b ernada p o r el F ren te P opular, se quedó en Italia. Fue, pues, el p rim e r intelectu al q u e... ab andonó la llam ada E spaña ro ja . Su rep u lsa fue p re c u rso ra y ro tu n d a . No cabe, pues, duda alguna acerca de sus a n tip a tía s y sim p a tía s... P erfectam en te in form ado acerca de la e s tru c tu ra y o rientación del nuevo E stado, se rep a trió , soli citó u n a cá te d ra y la regentó d u ran te tres cursos» (pp. 224, 225). ¡Cu rioso concepto de «apoliticism o» el que aquí se ilustra! E s ta cadena de verdades a m edias, m ezclada con no pocos erro res, aunque fuesen to ta l m en te v erdad, no se o p o n d rían a n a d a de lo que p o r m i p a rte dije. E s p a ten te que Z ubiri no se h a b ía p ro n u n cia d o p ú b lic a m e n tet a favor de n in g u no de los dos bandos; si F ernández de la M ora quiere in te rp re ta r su regreso com o u n p ro n u n ciam ien to en regla, no d isc u tiré a h o ra eso. Lo cierto es que no todos entonces lo in te rp re ta ro n así, y e n tre ellos figu rab a n p erso n as con n otables parcelas de poder. ¿S on ta n ciertas las afirm aciones que acabo de tra n s c rib ir com o son ro tu n d as? Parece que h a sta ah o ra nadie h a b ía discutido ese acoso del m ono litism o ideológico triu n fa n te c o n tra Z ubiri. Incluso se h a b ía convertido en arq u etíp ico p a ra la h isto ria in telectual reciente lo que u n investiga do r llam a con suavidad «ciertas tensiones que p a sa rá n a la h isto ria» (24). E n tre esas tensiones significativas, m enciona el a u to r tres, dos de las cuales a fectaro n a un Z ubiri ajeno a ese m onolitism o cada vez m ás d esafiante (25). R especto a la afirm ación, doblem ente re ite ra d a p o r m i crítico, de que Z ubiri h a b ía tenido tiem po p a ra conocer con exactitud el alcance de la nueva situación social y c u ltu ral, re s u lta b ien p eregrina; baste re c o rd a r tan sólo que su alcance se fue viendo con ex actitud a m edida que se iban d esarro llan d o los acontecim ientos e incluso so rp re n dieron a algunos falangistas bien situ ad o s y cercanos a los centros de decisión. Más aún: es sabido que las p rim e ra s disposiciones legislativas en m ate ria c u ltu ral p a rtie ro n de un gobierno form ado p r u n a am algam a de fuerzas heterogéneas y no debían p rev er ta n bien lo que iba a suceder cuando algunas de ellas te rm in a ro n en la m arginación y casi en la clan(24) R ivera, E., o. c., p. 278. (25) T am b ién H ered ia Soriano, A., o. c., p. 91, m en cio n a a Z u b iri com o e je m plo de u n posible catolicism o no to m ista y añ ad e qu e «las c irc u n sta n c ia s q u e ro d e a b a n aquel m undo h iciero n e x tra o rd in a ria m e n te difícil el b u en sentido». 21
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destinidad. Si esto le sucedió a p erso n as bien situ ad as y c u rtid as en la política, sería v e rd ad eram en te m ilagrosa la «clarividencia» que se le a trib u y e a Z ubiri, p erso n a to talm en te ajen a a la lucha política e igno ra n te de sus m ecanism os. Pero supongam os que Z ubiri tuviese escasas o nulas sim p atías p o r el F ren te Popular; p o r mi p a rte , nu n ca he a fir m ado que las tuviese; ¿acaso de eso se deduciría su en tu siasm o incon dicional p o r el franquism o? ¿Son éstas las dos únicas opciones posi bles? ¿Se puede sim plificar ta n to la h isto ria de un pueblo com o p a ra red u cirla a esos esquem as, sólo ap to s p a ra la p ro p ag an d a política? Será preferib le que n arrem o s los hechos fu ndam entales, sin m ás com en tarios. N o es cierto que Z ubiri saliese de E spaña huyendo del F rente P opu lar. Z ubiri se en c o n trab a en R om a desde 1935 p a ra a rre g la r en la Curia su situación personal; las elecciones que dieron el triu n fo al F rente P o p u lar se celeb raro n , com o es sabido, el 16 de feb rero de 1936. R esuel tos sus asu n to s personales, Z ubiri c o n tra jo m atrim o n io en la m ism a ciudad; exactam ente, el 23 de m arzo de 1936, en u n a cerem onia oficia da p o r el conocido teólogo P. X iberta. ¿Por qué no reg resaro n a E s p aña? Al m argen de las novedades políticas, los planes del m atrim o n io eran to ta lm e n te distintos. P rim eram en te pro y ectab an v ia ja r p o r el M editerráneo. Z ubiri re n u n ció a ello en ara s de la p o sibilidad que se le p resen tó de e stu d ia r len guas orien tales en el In stitu to Bíblico con el afam ado lin g ü ista P. Deim el. Es cierto que, al e sta lla r la g u e rra en E spaña, Z ubiri in te n tó volver, a u nque no p a ra quedarse; la razón no era in te rv en ir activam ente en el conflicto, sino u n a preocupación casi obsesiva p o r el estado y destino de su biblioteca de M adrid; el proyecto, p o r tanto, era v isita r M adrid, después de u n a escala en B arcelona, es decir, dos ciudades en p o d er de los «rojos». A fortunadam ente, term inó p o r convencerse de que en aquellas circu n stan cias tal viaje era tem erario , lo cual resu ltó pro v id en cial p o rq u e el p asaje del vuelo de Alitalia, que Z ubiri p en sab a to m ar, tuvo u n final trágico y term in ó p o r p erecer en su to talid ad . A p a rtir de entonces, su vida en R om a se em pezó a ver ro d ead a de dificultades. La pensión que ocupaban en la via Borgognona fue m inuciosam ente re g istra d a en m ás de una ocasión, a la bú sq u ed a de docum entos com p ro m eted o res po rq u e los fascistas sospechaban que Z ubiri era un c rip to com unista. Además, un policía seguía todos los m ovim ientos de Zubiri; 22
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el propio Conde Ciano le h a ría sab er luego que era sólo u n a precaución p a ra «protegerlo». Además, en u n a decisión in só lita y luego largam ente lam en tad a, a Zubiri se le prohibió c o n tin u a r sus estudios en el Bíblico, con g ran disgusto p o r p a rte del P. Deimel. Lo que fin alm en te hacía in so p o rtab le allí su estancia era la escasez de n oticias fidedignas y la in ce rtid u m b re sobre el destino de las fam ilias en el to rb ellin o de la guerra. Los Z ubiri se e n c o n trab a n perd id o s e n tre la épica pro p ag an d a de la Ita lia de M ussolini y las noticias que iban llegando de las fam ilias y del propio e m b a jad o r Z ulueta, am én de los contactos de Z ubiri en la S ecretaría de E stad o del V aticano y su p ersonal a m ista d con el en tonces cardenal Pacelli. Los planes de Zubiri, que, en p rincipio, com p ren d ían unos tres años dedicados a las lenguas o rientales y que, des pués de Rom a, incluían estancias en la G ran B retañ a, en F rancia y en un floreciente in stitu to existente en Upsala, esos planes com enzaban a tam balearse. El 8 de septiem bre de 1936, los Zubiri a b a n d o n aro n R om a con destino a París; u n a p a re ja de la policía fascista los escoltó h a sta V entim iglia, o tra vez con el p retex to de la protección, p ero en realidad con un alivio p a ra el G obierno de M ussolini. ¿Cómo pudo haber sucedido esto? Si se hace un esfuerzo p a ra colo carse en aquella conflictiva situación, creo que la hipótesis que voy a sugerir no es inverosím il. Las circu n stan cias eran ta n p resio n an tes que desb o rd ab an a las personas. Los recelos an te un sacerd o te vuelto al estado secular existieron siem pre en ciertos am bientes, p ero m ucho m ás en una época en que tales casos eran excepcionales y cuando la religión esta b a siendo utilizada com o p o derosa arm a política. El m atrim onio po sterio r, al m argen incluso de Jos consortes, au m e n tab a las suspicacias; p a ra el público, C arm en C astro era ante todo la h ija de u n fam oso y bien definido in telectual republicano. Los m ás in te g rista s e sco n traro n así argum entos p a ra recelar de la vida fu tu ra de Zubiri, lo cual, en un país ta n dado a la ingerencia en asu n to s personales de vidas ajenas com o es el nuestro, creaba una situación tensa. Que los Z ubiri, al a b a n d o n ar Rom a, se dirigiesen a P arís, no tiene n ad a de extraño. En F rancia se tenía info rm ación m ucho m ás exacta de lo que sucedía en E spaña, e incluso A m érica C astro llegó a ocupar, au nque p o r brevísim o tiem po, el puesto de cónsul de la R epública en H endaya. Lo que hizo Z ubiri en P arís es conocido: explicó algunos c u r sos en el In stitu to Católico, m ie n tra s con tin u ab a sus estudios lingüísti23
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eos, e n tre o tro s con el em inente Benveniste. A p esar de la p resió n rei n ante, nadie sabe que Z ubiri haya roto ni una sola vez su a c titu d de n e u tra lism o y tam poco que haya m o strad o la m ás m ínim a inclinación p o r uno de los bandos que se e x term in ab an dem encialm ente en la gue rra , p o s tu ra que luego le rep ro c h a rá n unos y otros. C oncluida la güera, los Z ubiri no reg resaro n a E sp añ a in m ed iata m ente. Sólo el estallido de la segunda g u e rra m undial les obligó a re p la n te a r su situación. E stab a n en F rancia insuficientem ente docum en tados y en u n a situación fáctica de a p á trid a s después de los sucesos de E spaña. Z ubiri tan teó la posibilidad de m a rc h a r a la n e u tra l Suiza (pa rece que F riburgo, en concreto), incluso a U psala o Jeru salén ; cuando todas estas opciones se m o stra ro n inviables, pensó en el regreso a E s paña. Buscó g a ra n tía s an te el e m b a jad o r L equerica, el cual creyó p o d er a seg u ra r su vida — lo cual entonces no era poco— , p ero no la im posi bilidad de m olestas pesquisas. El 2 de septiem bre de 1939 — cinco m eses después de term in a d a la g u e rra civil— reg resaro n los Z ubiri a E spaña; cierto es que p o r G uipúzcoa — n a tu ra lm e n te , «liberado» San S ebastián en tales fechas— , y ello se debe a que en San S ebastián estab a la fam i lia de Zubiri y tam b ién al hecho de que reg resar de F rancia E sp añ a p o r G uipúzcoa es algo que hem os hecho m uchos, pues se tra ta de u n a sim ple n o rm alid ad geográfica. No tienen m ayor interés las vicisitudes del viaje h a sta llegar a M adrid; eran m olestias norm ales en aquellos tiem pos. Ya en M adrid, los Zubiri se p re se n ta ro n al m in istro de Educación, Ibáñez M artín, quien, en h o n o r a la verdad, los recibió m uy bien. Ello no im pidió que poco después C arm en C astro apareciese en u n a lista de c ated rático s de ins titu to destitu id o s de sus cargos, en el fondo sólo p o r ser la h ija de un conocido intelectu al republicano. Desde el regreso a M adrid h a sta el tra sla d o a B arcelona a finales de 1939, los acontecim ientos son com pli cados. Z ubiri m ism o solicitó al m in istro su tra sla d o a alguna U niversi d ad de provincias con un puesto vacante (G ranada y B arcelona eran tales posibilidades), pero en un p rim e r m om ento el m in istro le hizo sab er que no h a b ía ningún p ro b lem a p a ra que perm aneciese en M adrid. Z ubiri aceptó esto, pues el p ro p io cardenal Pacelli — que a la sazón ya era Pío X II— le h ab ía indicado con m uy buen sentido que la tu rb u le n cia de tre s años de g u e rra civil e ra b a sta n te p a ra d e ja r sin efecto el escándalo p a ra los fieles, c o n tra el que prevenía la legislación eclesiás tica respecto a sacerdotes secularizados. In esp erad am en te y cuando ya 24
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hab ían acom odado su casa de M adrid, en diciem bre de 1939 Z ubiri ap a reció tra sla d a d o a B arcelona. ¿Qué sucedió e n tre ta n to p a ra que el m i n istro se fuese forzado a cam biar de actitud? El obispo E ijo G aray dio una in te rp re ta c ió n m ás restric tiv a de la legislación —in te rp re ta c ió n «generosa» o no, es algo que no d iscu tiré— forzando a Z ubiri a un tra s lado de ciudad, que él aceptó con disciplina. Si no aceptó el decanato de Barcelona fue porque, a p a rte del escaso interés de Z ubiri p o r los asu n to s b u ro crá tic o s y ad m in istrativ o s, ad u jo que, si su presencia en M adrid resu lta b a escandalosa, no debería serlo m enos desem peñar un relevante cargo académ ico en B arcelona. ¿Por qué abandonó después su cátedra? Según Fernández de la M ora, p o rq u e «echaba de m enos su biblioteca y sus am igos de M adrid, po rq u e ya no le in teresab a la ru tin a académ ica y po rq u e B arcelona tenía las peculiaridades del llam ado ’hecho d iferen cial’» (p. 255). Tal explica ción re su lta ría inverosím il, si no fuese falsa. En p rim e r lugar, la b iblio teca de Z ubiri viajó con él a B arcelona, y éste es un hecho p lenam ente confirm ado. En segundo lugar, es cierto que tenía am igos en M adrid, pero v iajaba a la capital con m ucha frecuencia, y esa añoranza, si la hubo, no puede explicar decisión de ta n to alcance. No hay ni el m enor indicio de que «el hecho diferencial» causase ninguna incom odidad im p o rta n te a un vasco, siem pre orgulloso de su origen y cuya lengua m a terna e ra el euskera. La «rutina» académ ica es expresión am bigua, que sirve p a ra en m a sc ara r el verdadero problem a. Z ubiri ten ía un gran éxito en tre sus e stu d ian tes de B arcelona, y la m ayoría de sus colegas lo apreciaban sinceram ente. Pero hubo «peque ñas cosas», en el fondo extraacadém icas y procedentes de quienes nunca hubiesen sido u n iv ersitario s, sin las que alguien llam ó «oposiciones p a trióticas» (26). Ello sirvió p a ra h acer ver a Z ubiri u n a rea lid a d u n iv er sita ria incom patible con su tala n te intelectual; sugiero que se relea en este contexto su estudio «N uestra situación intelectual», que a b re su libro Naturaleza, Historia, Dios. Voy a re c o rd a r tres hechos que definen esa tónica. Un bu en día —cu alq u ier día— es un decano falangista que rep ren d e a Z ubiri p o r ded icar su tiem po — en H isto ria de la Filosofía, nótese (26)
A ranguren, J. L., L., o. c,, p, 94. 25
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bien— a explicar a K ant, cuando podía in v ertir ese m ism o tiem po en explicar m ás a S anto Tom ás (sic). Luego está el episodio fam oso de la tesis doctoral de Ju lián M arías, en 1941. Z ubiri era en realid ad el d irecto r de la tesis y h a b ía advertido al d o cto ran d o que en aquella situación tal tesis p o d ría re s u lta r im p ru dente. Cuando, a p e sar de todo, se decidió su presentación, Z ubiri, que conocía bien la anim osidad de algunos filósofos de M adrid c o n tra él, optó con m uy buen tino po r no asistir, au nque envió un telegram a ex poniendo su opinión ro tu n d a m en te favorable a la tesis. El buenísim o J. Z aragtieta cargó sobre sus espaldas con la resp onsabilidad; lo re s ta n te es conocido. Una in trig a (no encu en tro o tro térm ino) de alcance, cap itan ead a p o r el dom inico M. B arb ad o (27), p ro feso r de la U niversi dad, p rim e r d ire c to r del In stitu to Luis Vives y con quien Z ubiri tuvo un d urísim o en fren tam ien to personal, desem bocó en el hecho insólito del suspenso de una tesis doctoral, obra de un joven a ltam en te p ro m e tedor, cuya posible c a rre ra se cercenaba así en flor, p ero que com etía el pequeño «pecado» de no o c u lta r sus convicciones orteguianas. Sobre el acierto de tal decisión, ahí está la lesis publicada p a ra quien quiera juzgar. El terc er vaso — la gota que colm ó un vaso ya reb o san te— fue la com unicación a través de escrito del decano de u n a orden conform e a la cual todos los profesores com enzarían cada clase con determ in ad as proclam as p a trió tica s y de apoyo al régim en. A Z ubiri le repugnó tan to el hecho y le creó tal conflicto personal que en ese m ism o m om ento, a p e sar de su p recaried ad económ ica, decidió que así no p o d ría so b re vivir y que ese m odelo de U niversidad era incom patible con su con cepción. En un p rim e r m om ento, Z ubiri quiso que su abandono de la U niver sidad tuviese el c a rá c te r ad m in istrativ o de una ren u n cia to ta l y defini tiva. Algunos am igos, sin em bargo, le hicieron ver que pro b ab lem en te eso sería in te rp re ta d o com o un rechazo expreso del régim en, lo cual, estan d o p o r m edio un proceso de depuración de tra y e cto ria delirante, incluso se podía to m a r com o delito y lle\?aiio a la cárcel. Z ubiri, desde (27) T am bién Lain E n tralg o , P., o. c., pp. 284-285, coloca en su ju sto co n tex to este suceso. Me p arece m uy ilu s tra tiv o del am b ien te in te le ctu a l re in a n te el a r tículo de Calvo S erer, R., «IJna nueva generación española», en Arbor, 8 (1947) 333-348. 26
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su co n stan te a c titu d de independencia, optó entonces p o r la fó rm u la a d m in istra tiv a de una excedencia tem poral; tal excedencia, en la p rá c tica, era una renuncia, Zubiri no la renovó nunca, y si de hecho se le conservó esa situación m ucho m ás tiem po del inicialm ente concedido, ello fue u n a e stric ta ilegalidad po r p a rte del m in istro , que el interesado no solicitó nunca ni d irecta ni indirectam ente. De nuevo en M adrid, la situación no era fácil. No p o d ían p e n sar en ab a n d o n ar E spaña po rq u e carecían de p asap o rte, no ten ían posibilidad in m ediata de conseguirlo y E u ro p a ard ía en u n a esp an to sa guerra. La idea de Lain E ntralgo, ofreciendo la publicación de un lib ro con la colección de sus principales tra b a jo s, sacó a Z ubiri de u n a p rie to p o r que se le ofreció un c o n tra to de au to r, a tan to alzado, que en aquel m o m ento resultó m uy ventajoso, au nque quizá no ta n to a la larga. Es cierto que el G obierno, p o r m edio del In stitu to de C ultura H ispánica, ofreció a Zubiri varias veces la p o sibilidad de ciclos de conferencias m uy bien rem u n erad as p o r Iberom érica; pero eso era u n in stru m e n to de p ro p ag an d a política y Z ubiri lo rechazó siem pre con in q u eb ran tab le firm eza, del m ism o m odo que tam poco aceptó luego o tra s prebendas p o r coherencia con su decisión. T odavía los cursos privados tuvieron al com ienzo m arcad as lim ita ciones. No se olvide que el derecho de reunión no existía y, p o r tanto, h ab ía un co n tro l exhaustivo de las a u to rid ad es sobre los asistentes, p e r m itidos sólo en reducido núm ero. Aunque ta n to Jim énez Díaz com o Lain E n tralg o se encargaban de gestio n ar los o p o rtu n o s perm isos, no se p u d o evitar que un com entario llegase h a sta el m ism ísim o Consejo de M inistros, afo rtu n ad a m en te sin u lte rio res consecuencias. E stos son los hechos fundam entales y desde ellos puede el lecto r ju zg ar sobre el en tu siasm o con el que Z ubiri apoyaba al franquism o. V arios de estos hechos los he ido hilvanando en conversaciones espo rádicas con Zubiri; otros, los recibí de testigos m uy cualificados, y a u n que p o r descontado conozco m uchas m ás anécdotas, m e p arecen m enos relevantes o no las debo d a r a la publicidad po rq u e, aun siendo m uy verosím iles, no dispongo de su com probación definitiva. Pero esto no es todo; tam bién ciertos eclesiásticos se m ovían y ello se u r ia a lo a n te rio r, a u m en tan d o la tensión en p ro p o rció n geom étrica. 27
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El pensam iento religioso de Zubiri
El crítico recrim in a d u ram en te m i afirm ación de que en estos años «sus [de Z ubiri] aceradas convicciones católicas com enzaron a ser cues tionadas p ú b licam en te en ciertos círculos eclesiásticos españoles y se llegó casi a la acusación de herejía». A esto se m e responde: «El ’c a si’ es ya una tác ita confesión de m ala conciencia. Una tesis es h e ré tic a o no lo es; no hay cuasi-herejes com o no hay cuasi-vírgenes. Pero, adem ás, ¿quiénes eran esos acusadores? Más vaquedades y denuncias sin apoya tu ra factu al concreta. Los hechos revelan exactam ente lo c o n tra rio de lo que sugiere el autor» (p. 226). La «ap o y atu ra factual» que se m e con tra p o n e son las convicciones p ro fu n d a m en te católicas de Z ubiri y su vida intach ab le de católico p ractican te; me parece que exactam ente eso era lo que yo afirm a b a y cu alq u ier lector de bu en a vo lu n tad y m edianas luces entiende que h a b la b a de o tra cosa. Es u n a lástim a que la indigna ción del crítico sobrepase h a s ta tal p u n to la fuerza de sus argum entos; carece de cu alq u ier derecho a acusarm e de p re te n d e r «enlodar al E stad o y a la Iglesia» po rq u e nunca he afirm ad o n ad a sem ejante. Cuando tach a m i p o stu ra de «desinform ación p u ra y sim ple», o cuando dice que «las denuncias de persecución p o r h eresiarca resu ltan , com o el dicho fam oso, p eo r que un crim en p o rq u e son un error», esto es algo que ya podem os d isc u tir p o rq u e los hechos no son p ro p ied ad aco tad a de nadie. Será conveniente que aclarem os algo las cosas. No he afirm ad o que Z ubiri fuese u n hereje; tam poco hay que ser ningún consum ado espe cialista en procesos ju ríd ico s p a ra sab er que u n a cosa es ac u sa r a al guien de u n crim en, o tra m uy d istin ta , que se le condene com o crim i nal, y aún u n a tercera, que realm ente lo sea. Sólo he afirm ado que exis tiero n acusaciones, algunas veces in d irectas p ero inequívocas, de h e re jía. ¿D esinform ación? Los que tenem os el vicio de c o n su lta r las biblio tecas antes de e scrib ir nos encontram os m ás de una vez con sorpresas, y el que algo no esté d o cum entado explícitam ente en un tra b a jo de cir cu n stan cias no significa que no pu ed a docum entarse. Al final ten d ré que agradecer a F ernández de la M ora que m e obligue a tr a ta r u n tem a que, cuando m enos, produce cierta g ratificación intelectual; no tan to p o r lo que puede a p o rta r p a ra in te rp re ta r hoy a Z ubiri, cu an to po rq u e es la clave de su im agen pública p a ra su eficacia h istó ric a — lo que las filosofías herm éu ticas llam an W ir kungsgeschickte— de la filosofía de Z ubiri, lo cual no puede ser desdeñable p a ra un h isto ria d o r de la filosofía. 28
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Lo so rp re n d e n te es que m i afirm ación, a rrib a tra n sc rita , no puede reclam ar ni la m ás m ínim a de las originalidades y es incluso tópica en tre la lite ra tu ra sobre esta época. He aquí algunos ejem plos que se pueden m u ltip licar. H ablando de actitu d es de eclesiásticos —no de o tra cosa— un a u to r m enciona «la respuesta censoria — tan inepta, dicho sea de paso— a ciertas afirm aciones de Zubiri» (28). O tro a u to r analiza este hecho com o p ru e b a del «angostam iento aristotélico-tom ista» de la «filosofía perenne», que entonces p rac tic a b a n ciertos círculos eclesiás ticos (29). Un tercer a u to r incluso exculpa a los políticos y ve en estos hechos u n a m an io b ra del integrism o religioso p a ra doblegar la a c titu d de independencia de Z ubiri (30). Un ú ltim o testim o n io aún, im p o rta n te p o r ser coetáneo de los hechos y p o r e m an ar de las filas m ism as de la llam ada filosofía perenne: en el p rim e r volum en de la rev ista Pensa miento, el conocido suareciano J. Hellín in se rta un artícu lo , m arc ad a m ente polém ico, en defensa del libro Naturaleza, Historia, Dios, que acababa de aparecer; ésta es la ju stificación de tal salida: «Mas com o este tra b a jo [se refiere al artícu lo «En to rn o al p ro b lem a de Dios»] ha sido criticado variam ente, y, a veces, desfavorablem ente, tach án d o lo de novedad peligrosa, vam os a exam inar m ás d eten id am en te su co n ten i do» (31). ¿Será que todos nos hem os em peñado —m e jo r aún, c o n ju rad o — p a ra perseg u ir fantasm as? H a b rá que id en tifica r esas acusacio nes y esos acusadores, m étodo p referible al de lla m a r m en tiro so s a sus autores. Pues bien, las acusaciones y los acusadores no son «vagueda des», sino algo p erfectam en te identificable con un poco de paciencia. A p esar del éxito de público, la crítica sobre este segundo (32) libro de Z ubiri — al m enos, la crítica filosófica— no es m uy am plia. Así, las revistas del Consejo S u p erio r de Investigaciones Científicas cuya tem á tica p o d ría ser afín — Arbor o la Revista de Filosofía— no se ocuparon (28) Lain E n tralg o , P., o. c., p. 290. (29) R ivera, E., o. c\, pp. 278-279. (30) E llacu ría, I., o. c., p. 130. (31) H ellín, J., «Un libro de Zubiri», en Pensam iento, í (1945) 229. A ntes, la in flu y en te revista, ta m b ié n je su ítica, Razón y Fe, 45 (1945) 84-85, h ab ía p u b licad o u n a b reve reseñ a firm ad a p o r «J. H.» —con to d a v ero sim ilitu d el m ism o a u to r— , cuyo ú ltim o p á rra fo tiene un decidido aire de defensa de Z ubiri fren te a c o n tra d icto res. (32) F ern án d ez de la M ora a firm a que es «su [de Z u b iri] p rim e r libro» (p. 225), lo cual es m a n ifiesto e rro r. La publicación en E d ito ra N acional, p ro p ied a d del E sta d o en efecto, no puede e n ten d e rse com o un apoyo a ta l E stad o ; es el re su l ta d o de u n a a fo rtu n a d a gestión de Lain E ntralg o , d ire c to r en tonces de la em p resa: cf. de nuevo Lain E n tralg o , P., o. c., p. 273. 29
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de él, a p esar de la escasez de publicaciones filosóficas que entonces hab ía en E spaña. De ese libro lo que v e rd ad eram en te interesó y suscitó polém ica fue el estudio titu lad o «En to rno al p roblem a de Dios» (33), publicado orig in ariam en te en 1935 en las páginas de la Revista de Occi dente. R esum iré, pues, la tray ecto ria de la repercusión pública de este estudio h a sta 1950, no sólo por ser el centro del problem a en discusión, sino porque a él se suele refe rir y red u cir p ara la crític a de la época la ap o rtació n teórica original de Zubiri a la filosofía (34). A notem os el hecho, hoy ya sin transcendencia, de la rá p id a tra d u c ción al francés de este escrito. El tra d u c to r no fue capaz de do m in ar el preciso y denso lenguaje de Zubiri y ofreció u n a versión que cam bia ba en -puntos esenciales su sentido, h a sta el extrem o de que Z ubiri — creo que por única vez en su vida, aún no siendo el único desatino en la trad u cció n de sus o b ras— desautorizó fo rm alm en te la traducción, ca lificándola con in u sitad a dureza com o «sencillam ente m onstruosa». La m o n stru o sid a d deriva de sutiles cam bios de sentido en el análisis de Z ubiri que, así tergiversado, ofrecía la im agen de un intuicionism o de corte irra cio n a lista , a te n ta to rio c o n tra el dogm a católico. E sto tuvo que su scitar los suficientes com entarios com o p a ra que Zu biri solicitase p a ra él la censura eclesiástica antes de reim p rim irlo , cosa que no h ab ía hecho en la p rim e ra publicación siendo sacerdote. La cen su ra propició un incidente de relieve con las au to rid ad es encargadas de ella; ante la tard an za, Z ubiri m ism o se enfrentó en u n a discusión con los censores, con el fam oso Enchiridion de Denzinger en la m ano, p a ra defender sus posiciones. Al final, obtuvo la cen su ra favorable; p ero es bien salido que la eficacia p ráctica de esto era m uy escasa. El p rim e r estudio de cierta envergadura filosófica que conozco sobre este escrito de Zubiri se debe a J. M arías y lleva fecha del año 1941, fecha (33) Es poco conocido que la publicación en 1934 (en Cruz y Raya) del a r tículo «La nueva física. Un p ro b lem a de filosofía», a rtícu lo tam b ién fam oso y asi m ism o recopilado en Naturaleza, Historia, Dios, provocó un am p lio co m en tario crítico por p a rte de Ibero, J. M., «N ota so b re la nueva física. Un p ro b lem a de filosofía clel Sr. Zubiri», en E stu d io s eclesiásticos, 14 (1935) 104-111. Si no estoy equivocado, es el p rim e r e n fre n ta m ie n to de la n eo esco lástica con Z ubiri a raíz del pro b lem a del in d e term in ism o en las leyes de la física. (34) Así, po r ejem plo, el m exicano L arroyo, F., La filosofia iberoamericana. 2.“ ed. México, P o rrú a 1978, p. 135, califica g lo b alm en te la filosofía cie Z ubiri com o «religacionism o». En el m ism o sentido, el estu d io de R. Ceña!, al que luego alu d iré. 30
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tam bién de la tesis doctoral (35). E ste estudio es el p rim ero de un grupo m ás am plio p o r estos años (36), cuyo sentido general es útil reco rd ar. J. M arías se sentía estrecham ente vinculado con la filosofía y la a c titu d que conoció en sus m aestro s y se p rese n tab a en el m undo intelectual español con el prop ó sito explícito de continuai' esa tradición, d ire c ta m ente la orteguiana, prop ó sito en el que p ersistió a p esar de la im p la cable m arginación a que lo som etieron los je ra rc a s de tu rn o . M an as hacía una filosofía «actual»; adem ás, com o católico convencido, quería dar una resp esta filosófica al problem a de Dios desde los supuestos in telectuales en que se m ovía, p a ra lo cual no le era suficiente la repetición de la escolástica al uso. No o b stan te, tiene que c o n sta ta r que la filosofía dom inante desde K ant m u estra un «general olvido del tem a de Dios», sin excluir a su m aestro Ortega: «Ortega, en 1926, escribe su no ta Dios a la vista, en la que acusa la inm inencia de la irru p c ió n en filosofía de la m agna cuestión; pero luego la elude tam bién en su m etafísica» (37). Sin em bargo, el p ro b lem a de Dios no es cuestión in d iferen te y M arías busca en la filosofía de n u estro tiem po la posibilidad de p la n te a rla sin ren u n c iar a sus conquistas; recuerda algunas «excepciones» a aquel ge neral olvido d en tro del siglo XTX: los ontologistas italianos, B rentano y, sobre todo, G ratrv. Pero «actualm ente» el p ro b lem a se p lan te a a p a rtir del análisis de de la vida y de la existencia, siendo aquí la gran c o n tri bución el análisis zubiriano de la «existencia religada», que valo ra en estos térm inos: «Es un breve escrito de tre in ta páginas, de excepcional densidad, que rep resen ta — aunque aún no conste esto de m odo sufi ciente— un paso decisivo en la filosofía del p ro b lem a de Dios desde G ratry h a sta hoy» (38). El paso decisivo consiste exactam ente en el des cu b rim ien to del c a rá c te r de religación d en tro de la existencia hum ana, lo cual perm ite p la n te a r el problem a de Dios desde la religión, que es su lugar n atu ral.
(35) Se titu la «El p ro b lem a de Dios en la filosofía de n u e s tro tiem po» y fue recogido en la o b ra del a u to r San A nselm o y el insensato y otros estudios, 1944. Cito esta o b ra p o r su reim p resió n en M arías, J., Obras, IV. M adrid, Rev. de O cci den te 1959, pp. 38-64. (36) E sto s son: «Z ubiri o la p rese n cia de la filosofía» (1945), «La situ ació n in telectu al de X avier Z ubiri» (1952) ν tam bién «R ealidad y ser en la filosofía esp a ñola» (1955); todos ellos e stá n recogidos en la ya c itad a La escuela de Madrid. (37) San A nselm o y el insensato, ed. cit., p. 47. (38) Id., p. 58. R e afirm ad a e sta apreciació n tres lu stro s después: cf. La escuela de Madrid, p. 506. 31
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A nalizando otros escritos del a u to r, es verosím il p en sar (39) que M a rías en ten d ía la trad ició n reciente del pensam iento español, con la que se sentía identificado, com o una em presa in telectual colectiva en la que, b ajo la indiscutible je fa tu ra de O rtega, a p o rta b a n sus contribuciones es pecíficas d e n tro de un p ro g ra m a com ún las d istin ta s individualidades que él encuadró luego b ajo la denom inación, quizá no m uy feliz, de «escuela de M adrid» (40). Es m uy verosím il que M arías buscase y en co n trase en el escrito de Z ubiri la contrib u ció n positiva en el p ro b lem a de Dios, he cha desde unos supuestos aceptables p a ra todo el grupo al m argen de la posición p erso n al de cada uno; O rtega, en cam bio, p arece que tenía sus reservas, no p o r la posición teísta de Zubiri, sino p o r los supuestos de su análisis. M arías tiene m uy claro que el análisis de Z ubiri no p re tende resolver to talm en te el problem a, que la religación com o fa ctu m no es u n a d em ostración de Dios, pero «con ello queda a b ie rta la p u e rta a una p ru e b a suficiente de su existencia» (41). Incluso al final in sinúa la posible orien tació n de esta p ru e b a a través de u n a reconsideración (no u n a reducción) de la contingencia, ya que ésta necesitaba u n a re form ulación esencial respecto a su exposición escolástica p a ra re su lta r sa tisfa c to ria después de K ant. Así cree M arías que queda salvado el sen tido que en cierran los dos últim os p á rra fo s del escrito de Zubiri. M arías, com o se ve, coloca a Z ubiri en la trad ició n de O rtega y H ei degger, pues creía que lo positivo de am bas filosofías era in teg rab le en una u n id ad com ún. E n consecuencia, lo sep arab a de la escolástica com o p ru eb a concluyente de la in trín seca capacidad p o r p a rte de la filosofía actu al de a fro n ta r el p ro b lem a de Dios, sin ren u n c iar a sus supuestos. La reacción previsible pro ced erá de la escolástica, ante todo la tom ista, au reo lad a en la E sp añ a de entonces del títu lo de «filosofía oficial» y cu yos rep re sen ta n te s van dom inando progresivam ente los centros de decisión. El p rim e r tra ta m ie n to im p o rta n te y sistem ático del pensam iento teo(39) Me fundo, sobre todo, en La escuela de Madrid, pp. 475-476 y 497-507. Creo verosím il que fue la p ublicación de Sobre la esencia la que d efrau d ó d efin itiv a m en te las esp eran zas p rim e ra s de M arías. (40) El térm in o provocó o tro escrito , no exento de ironía, con el títu lo «La escuela de B arcelona», que fo rm a p a rte del lib ro de Nicole, E., El p roblem a de la filosofia hispánica. M adrid, T ecnos 1961, pp. 165-205. Vale la pena n o ta r, al m enos, que el exilio tru n c ó to ta lm e n te la situació n floreciente de los estu d io s filosóficos en C ataluña. (41) San A nselm o y el insensato, p. 61. 32
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logal de Zubiri desde el tom ism o se e n cu en tra en la tesis d o cto ral de A. González Alvarez (42), quien luego o cu p ará puestos de a lta resp o n sabilidad u n iv ersita ria y política. La o b ra p rete n d e ofrecer u n a sistem a tización de la d isp ersa «filosofía existencial» — denom inación que cobi ja filosofías m uy d istin ta s p a ra fijar lo que p o d ría co n sid erarse su p lan team ien to específico del p ro b lem a de Dios. La idea unificadora p o d ría ser el tem a, ráp id am en te convertido en tópico, que p o dríam os denom i n a r arítro p o cen trism o existencial: «La filosofía de la existencia c e n tra su p ro b lem ática en el ho m b re concreto, en la p erso n alid ad existente del hom bre singular» (42 bis). Sus dos filósofos m ás destacados son Ja sp e rs y H eidegger, con claras sim p atías del a u to r p o r el p rim ero , a c titu d que algún crítico le rep ro c h a rá . Desde aquí, se va a so m eter a este m odo de filosofar a u n a p ru eb a de fuego, pues «la filosofía que no alcanza una tran scen d en cia real es una filosofía fracasada» (43). Z ubiri será traíd o a escena sobre la línea dom inada p o r H eidegger. El c a rá c te r «m undano» de la ontologia heideggeriana es entendido co mo u n encierro to tal en la inm anencia. P or ello, se tra ta de u n a filoso fía esencialm ente «atcológica» y esto es difícil de rectificar: «Si b ajo los m oldes del p ensam iento heideggeriano se in te n ta p la n te a r la cues tión de Dios, será a base de in tro d u c ir en su filosofía m odificaciones sustanciales, reco rtan d o de su o b ra grandes jiro n es que a fectarán a la m ism a raíz de su doctrina» (44). Pocas posibilidades de éxito, pues, cabe a u g u ra r a «com plem entos» teológicos desde H eidegger; sin em bargo, ta les com plem entos existen y el au to r, al lado de B ultm ann y H. Reiner, m enciona y estu d ia con atención el de Zubiri. P ara el au to r, el in ten to fu n d am en tal de Z ubiri consiste en señalar una nueva dirección en la a p e rtu ra del Dasein: al lado de la autorrelación y de la h e te ro rre la c ió n exterior, analizadas p o r H eidegger, Z ubiri in tro d u c iría la religación desde Dios, lugar «m etafisico» en que el que existencialm ente q u ed aría in scrito el p ro b lem a de Dios (45). No queda excesivam ente claro cóm o es posible este añadido co m plem entario en (42) G onzález Alvarez, A., E l te m a de Dios en la filosofía existencial. M adrid, CSIC 1945; p a ra Z ubiri, d ire c ta m e n te pp. 173-183, 230-236, 251-254. Es m uy ú til a ñ a d ir a la le c tu ra de esta o b ra la elogiosa reseñ a que de ella hizo M illán Puelles, A., en Arbor, 4 (1945) 167-175. 42 bis. G onzález Alvarez, A., o. c., p. 111; cf. p. 282. (43) Id., p. 167. (44) Id., p. 170. (45) Cf. id., pp. 182-183. 33
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una dirección o p u esta a la m arcada p o r el análisis heideggeriano (hacia las co sas/d e s d e Dios), ni tam poco cóm o puede m u d arse el plano «onto lògico» en o tro «m etafisico», a no ser que se q u iera in sin u a r u n a yuxta posición de contenidos escolásticos (46). E n todo caso, p arece que h asta aquí el a u to r no e n c u en tra excesivos problem as. Las cosas se com plican algo m ás cuando se pasa al p u n to de la cog noscibilidad de esa tran scen d en cia po stu lad a. S orp ren d en tem en te, a Zu b iri se le coloca a h o ra en la línea del existencialism o «francés», re p re sen tan d o allí p o r L. Lavelle y G. M arcel. Aunque el a u to r reconoce ex plícitam en te que Zubiri no busca una dem ostración e incluso se recoge la opinión m encionada de J. M arías sobre el posible m odo de com pletar este p u n to , ello no o b sta p a ra que los tres filósofos m encionados desem bo q u en de hecho «en p o stu ra s análogas que h a rá n innecesaria la dem os tra c ió n de Dios, com o inútil ν sin sentido es la d em ostración de la re a lidad exterior» (47). Todavía re to rn a rá Zubiri en la obra con m otivo de la explicación del ateísm o y allí observa el a u to r (48), quizá con algo de verdad, un «descenso» desde el orden m etafisico al orden m oral. H asta aquí, el am biente general de la exposición en la que puede reconocerse una a c titu d a b ie rta m ovida p o r el afán de com prender, o lo que el a u to r llam a u n a crítica p o r «sim patía» (49). E sto se rom pe en el ú ltim o cap ítu lo de la obra, que contiene una severa crítica de la filo sofía existencial en su c o n ju n to desde posiciones inequívocam ente to m istas, lo cual sin d u d a es u n a crítica extrínseca o, en term inología del a u to r, una c rítica de «perspectiva», que al com ienzo de la o b ra p ro m etía no u tilizar, p o r m uy sensatas razones luego olvidadas. El c rite rio r de va loración final no ofrece duda: posibilidad- de c o n stru ir desde u n a filo sofía existencial una argumentación dem ostrativa de la existencia de Dios. A sim ple vista, parece que debeía resp o n d erse que, desde lo antes expuesto, tal p lan team ien to no es pertin en te. Sin em bargo, el m otivo crítico del a u to r tam bién se to rn a rá lugar com ún: «Parece que en el fundo de esta cuestión la filosofía existencia se nos ofrece víctim a de u n a confusión e n tre dos órdenes bien d istintos: el m etafisico y el noé(46) (47) (48) (49) 34
Así Id., Id., Id.,
p o d ría en te n d e rse id., p. 179. p. 216. p. 253. p. 32.
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tico» (50). La c rítica es so rp ren d en te; m ás aún cuando el a u to r, expo niendo precisam ente a Z ubiri, hab ía a n o tad o con c la rid a d la oposición del filósofo tan to al realism o com o al idealism o p o r su desacuerdo con el supuesto, com ún a am pos, de la heterogeneidad in m e d ia ta e n tre el h o m b re y las cosas (51). E sto conduce a la conclusión de que u n a posi ble p ru eb a de la tran scen d en cia en la filosofía existencial es im posible va p o r su p u n to de p a rtid a en la existencia hum ana; la severidad de la crítica es paten te: «R ecuérdese que la filosofía existencial p rete n d e lle g ar al conocim iento del ho m b re y de la religión com o u n a de las es tru c tu ra s siguiendo este m ovim iento: hom bre-religión-D ios. Pues bien, voy a a c la ra rlo sin am bages: estam os an te u n a rad ical falsedad. La filofía existencial, com o tal, no resuelve sa tisfa c to ria m e n te el p ro b lem a filosófico de Dios» (52). Pero ¿lo p la n te a rá al m enos? A unque la crític a del a u to r es global y no hace m atizaciones, con bu en a vo lu n tad p o d ría en ten d erse que el análisis de Z ubiri no q u ed aría fun d am en talm en te afectado si se considera ab ie rto —p o sibilidad al m enos m encionada— a la trad icio n al p ru eb a p o r la contingencia. Aún en este caso, sin em bargo, com o Z ubiri no llega a e n tra r explícitam ente en la p ru eb a a r gum entativa, h a b ría que en te n d e r que su análisis «previo» es filosófica m ente irrelev an te e inútil. Las cosas se oscurecen desde el m om ento en que tal análisis llevaría el problem a de Dios al de la religión, lo cual p a ra el a u to r es un e rro r sin paliativos ya que la religión — entendida a nivel individual, histó rico o «m etafisico» (?)— se funda en la existen cia de Dios, y no al revés: «El hom bre, en su situación concreta, no es religión sino que tiene religión y h a sta una religión d e te rm in a d a cu an tita tiv a y cualitativam ente» (53). La acusación de fideísm o o tra d icio nalism o — no p ro n u n cia d a explícitam ente— se deduce casi sin rem edio de esta exposición. No es fácil ver que tal posición no convierta es in ú til o im posible u n a dem ostración argumentativa, de la existencia de Dios. A p esar de la severidad del fondo de esta crítica d e n tro de un len guaje m esurado y filosófico, algunos to m istas rancios no se sin tiero n (50) Id., p. 288; cf. asim ism o pp. 296-300. (51) Cf. id., pp. 173-174, 177. (52) Id., p. 299. A unque la crític a sea global, es fácil reco n o cer q u e se está u tilizan d o d ire c ta m e n te el análisis de Z ubiri, si bien, en m i opinión, m al in te r p retad o . (53) Id., p. 303. No d e ja de se r significativo o b se rv a r cóm o cad a crítico lleva el agua a su m olino. E n u n a recensión m uy p o n d era d a, el filósofo fra n ciscan o E. Platzek conduce este m ism o análisis a la vía «agustiniano-anselm iana»: cf. V e r dad y Vida, 4 (1946) 156-159. 35
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satisfechos con lo que juzgaban exceso de m oderación y, sobre todo, creyeron d escu b rir en la exposición un p erceptible aire de sim p atía p o r las p o stu ra s c riticad as, lo cual p o d ría ay u d ar peligrosam ente al existencialism o a g an ar adeptos. Celosos centinelas de la v erd ad in co n tam i nada, se sen tían obligados a b la n d ir sus arm as a n te la m ás m ínim a sospecha de que algún e rro r pudiese cam uflarse en m entes ingenuas o desprevenidas. La conocida publicación La d e r id a tomista, p o r e n to n ces b a stió n intelectu al del tom ism o m ás estrecho, pu b lica u n larg o es tudio (54) que, b ajo la fo rm a a p a ren tem en te inocua de u n «boletín bi bliográfico», significa u n duro rechazo a la difusión en E spaña de lite ra tu ra existencialista, difusión bien p o b re p o r cierto. La escasa consis ten cia de la p a rte in fo rm ativ a no gu ard a p ro p o rció n reconocible con la a m p litu d y rad icalid ad de la crítica, p en sad a p a ra «orientar» al lector. Es un caso típico de la jerg a de la época ν exhibe algunas c a ra c te rísticas identificables, que son com unes en este período y se rep iten en m u ltitu d de escritos (o panfletos), h a sta alcanzar su paroxism o (tam bién su descrédito) en la polém ica, ca p itan e a d a p o r los tom istas, co n tra O rtega y el orteguism o. E n p rim e r lugar, la inform ación ofrecida es débil y escasa, p ero no se m u estra ningún in terés p o r do tarla de m ayor solidez (55) fre n te a Ja p risa p o r b la n d ir las arm as de la crítica, p o r sup u esto desde posiciones extrínsecas y en n om bre de lo que llam a «se ren a luz de la V erdad integral», «filosofía peren n e de la razón sana», «verdad filosófica», «m entalidad form ada» o «auténtica tra n sc en d e n cia» (56). P a ra que el lecto r de hoy, a c o stu m b rad o p o r fo rtu n a a otros usos, pu ed a hacerse u n a idea del rig o r con que se escribía, diré tan sólo que la to ta l y d u rísim a crítica al existencialism o se hace sobre in fo rm a ción de segunda m ano, en la cual incluso coexisten en el m ism o nivel o b ras de divulgación casi piadosas con estudios de p reten sio n es cientí ficas. La p rim e ra p e rju d ica d a es la exposición m ism a, pues no es n ad a infrecu en te que el grado de dogm atism o sea d irectam en te pro p o rcio n al (54) U rdanoz. T., «En to rn o al existen cialisn io en E spaña», en La ciencia to mista, 71 (1946) 116-162. (55) T odavía en 1946 no existe ni u n a m ín im a referen cia al ex isten cialism o fra n cé s de S a rtre , C am us o M erleau-Ponty. E s cierto qu e G onzález A lvarez h a b ía llegado a d ecir im p ru d e n te m e n te que el ex isten cialism o «parece ya com o ce rra d o en sí m ism o y p erte n ec ien d o a la h isto ria » (o. c., p. 300), y si b ien esto no p e rm ite p o n d e ra r las dotes p ro fé tic as de su a u to r, es m ás explicable qu e cuando red a ctó su lib ro careciese de m ay o r inform ación. (56) T odas y cada u n a de las expresio n es en tre co m illa d as se en c u e n tra n lite ra lm e n te en el citad o artícu lo de T. U rdánoz; cf. pp. 116, 136, 145. 36
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al de ignorancia (57); en co n ju n to , esto da p o r resu lta d o u n a exposición d eliran te, in ju s ta con los filósofos encausados e incluso h a rto im precisa. Si se exam ina con detención, ni siq u iera se cuida de e v ita r las c o n tra dicciones d e n tro de la exposición m ism a; b a ste n dos ejem plos: se le rep ro ch a a H eidegger de m odo so rp re n d e n te la confusión c o n sta n te del plano óntico y el ontològico, pero u n a vez esta distinción es a firm ad a com o p ro p ia de H eidegger; se afirm a que H eidegger no pu ed e n i m en cio n ar el p ro b lem a de Dios, au nque luego se reconoce q u e tal tem a surge «por casualidad» en su o b ra (58). La explicación de tam añ o s des lices p o d ría ser sencilla, pues no en vano el a u to r alu d ía a la «elevada to n alid a d cultural» del tem a, «cuya com prensión y c a p tu ra se h a lla sólo al alcance de reducidos sectores» (59); p ero en los casos aducidos la explicación v erd ad era es aún m ás trivial: esas co n tradicciones son el resu ltad o de que en d istin to s pasos la exposición del a u to r depende de fuentes secundarias diferentes, que no se ha detenido en concordar. A e sta desdeñosa falta de rig o r se añade o tro com ponente que faci lita la crítica. El desprecio to ta l p o r los m atices y precisiones lleva a c ita r frases aisladas fu era de su contexto, con lo cual se violenta sin p ied ad su significado y se convierte a los filósofos en c a ric a tu ra s que sem ejan m entes de escasas luces, desatan d o en el lecto r u n a reacción afectiva co n tra ellos. Tales afirm aciones terg iv ersad as se identifican in m ediatam en te con algunas o tra s que tengan u n sonido ex terio r sim ilar y se clava en ellas el odio crítico, con p erceptible aire de triu n fa d o r sobre el rival. De nuevo un solo ejem plo: el fam oso prin cip io heidegge riano E x nihilo om ne ens qua ens fit es entendido com o p a ro d ia b u r lesca de la d o ctrin a cristia n a de la creación (60). No es n ad a extraño (57) E n tre ta n ta s joyas com o contiene el artícu lo , u n a a u té n tic a p erla. El a u to r a firm a con to d a suficiencia que el «m ovilism o» b erg so n ia n o (sic) es «el p re su pu esto del p en sam ien to de K ierk e g aard y, p o r ta n to , del ex istencialism o» (id. p. 121). ¡Debe se r la p rim e ra vez en la h isto ria de la filosofía qu e u n filósofo in flu y e so b re o tro que h a b ía m u e rto cu a tro años an tes de n a c e r él! Con ta n sólidos conoci m ien to s de K ierk eg aard , el a u to r no se re c a ta en so rp re n d e rse de «la escasez d e innovaciones im p o rta n te s en el a u to r de Sein u nd Z eit resp e cto a los m otivos ya ex isten tes en la especulación (sic) de K ierkegaard» : Id., p. 124. (58) P a ra lo p rim ero , c o n fro n ta r las afirm aciones de Id., pp. 137 y 128; p a ra lo segundo, pp. 137-138, 147, 156. (59) Id., p. 116. (60) Cf. id., pp. 134, 138. E l escrito de H eidegg er ¿Qué es metafísica?, p re c isa m e n te en la tra d u c c ió n de Z ubiri, es la ú nica fu en te d ire c ta u tilizad a, au n q u e, a la v ista de la in te rp re ta c ió n , quizá no vale la p en a la m e n ta rlo m u ch o . La p ro life ra ción de té rm in o s en alem án, p o r cierto con ab u ltad o s e rro re s q u e b en év o lam en te p u ed en en ten d e rse com o faltas de im presión, es fácil d e m o stra r qu e d ep en d en no 37
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que, con tan sólida base, la crític a 110 rehúse ningún pro ced im ien to y el a u to r ni desdeñe re c u rrir a la vida de los filósofos p a ra explicar el al cance de sus ideas, co stu m b re que aún no ha perd id o del todo. Pero, sobre todo, a m o n to n a acusaciones de e rro res filosóficos y teológicos que convieríen al existencialism o en verd ad ero m o n stru o que a teso ra casi to d as las ab erracio n es im aginables. Me lim ito a en u m erarlo s, dejando al lecto r la no fácil ta re a de hacerlos com patibles: «H egelianism o» o, m ás am pliam iente, «idealism o», «m ovilism o» bergsoniano, «heracliteísm o», «fenom enologism o sensista», «vitalism o», to talitarism o » (sic), «ne gativism o» o «nihilism o», «positivism o», «ateísm o», «satanism o», «rela tivism o», «kantism o», «irracionalism o», «m odernism o», «ontologism o», «intuicionism o», «fideísmo», «subjetivism o» y «agnosticism o» (61). Sería m ala fe decir que estos reproches valen todos ellos p a ra cada u n o de los filósofos, pues difícilm ente se puede ser ateo y fideista al m ism o tiem po; sin em bargo, la m ayoría de ellos se los re p a rte n e n tre H eidegger y Zubiri. El escrito en cuestión no se a h o rra siquiera ro m p e r u n a lanza c o n tra los suarecianos e incluso una adm onición a un convencido to m is ta (62) p o r haberse exaltado en exceso al h a b la r del A m or de Dios. Con estos antecedentes, vengam os a Z ubiri colocado en este contex to. No voy a fijarm e en la erró n ea exposición, ya que desconozco si se debe a m ala fe o a ignorancia. La crític a tiene aquí un ritm o en cres cendo d u ran te el cual la indignación del crítico va a u m en tan d o h a sta desem bocar en un tutti final en fortissim o p ara, después de un m arcad o silencio, te rm in a r con una coda algo m ás serena. La clave es ya conocida: el cerrad o a n tro p o c en trism o existencialista, que el a u to r califica com o «revolucionario» y « totalitario» (63), sin que a la verdad se m e alcance el porqué; p o r cierto, que el p a d re lejano de sem ejan te c ria tu ra es el m ism ísim o San Agustín (64), aunque luego esta p o stu ra p arece m o d erarse sobre la base de que, si bien las fó rm u las cam-
de H eidegger, sino de u n a fu en te in d ire c ta com o es el clásico estu d io de A. de W aelhens (p o r cierto, m al e sc rito sie m p re su n o m b re), del qu e hizo u n a le c tu ra a tro p e lla d a. (61) Todos y ca d a u n o ap a rece n en el citad o artícu lo : pp. 117, 120, 121, 125, 126, 127, 135, 137, 138, 139, 140, 141, 142, 148, 150, 152, 153, 156. (62) Cf. id., pp. 159, 162. (63) Id., pp. 117, 137. (64) Id., p. 120 38
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bian, «la concepción ag u stin ian a y tom ism a son idénticas» (65), p o r su puesto aceptando que la p rim e ra es red u ctib le a la segunda. Sus p adres m ás inm ediatos en E spaña son U nam uno y O rtega y los que aquí cu lti van la filosofía existencial — la verdad es que Z ubiri es el único direc tam en te encausado— deben co n sid erarse en « espiritual com unión con las ideas de aquellos» (66); com o se ve, ya p o r entonces in te resa b a m an ten e r viva la cuestión de U nam uno y de O rtega. Todo ello fraguó en H eidegger, d e stin a ta rio directo de la m ayoría de los im p ro p erio s a rrib a coleccionados, el cual influyó aquí en algunos «muy tra b a ja d o s p o r los ’su p u e sto s’ de la actu al filosofía’», lo que les h a llevado «sin recato» a afán de «originalidad» y de «novedades» (67), el no m b re que en esta jerg a tiene un m o n stru o bicéfalo. Z ubiri aparece aquí, según una idea ya com entada, com o «com ple m ento teológico» (69) de H eidegger. El p u n to de p a rtid a en el análisis de la existencia le p arece al crítico «subjetivism o», lo cu al no es extraño po rq u e antes h ab ía identificado Dasein con sujeto, re tro tra y e n d o así el p lan team ien to a D escartes, quien «im plantó la filosofía en el e rro r» (69), aunque el existencialism o in tro d u ce la pequeña m odificación — al p a re cer, sin im p o rtan cia— de dar p referen cia al s u m sobre el cogito. Cierto es que Z ubiri no p ropone una dem o stració n de Dios, sino que busca sólo d escu b rir la dim ensión h u m an a en que Dios aparece com o problem a; «pero no nos hagam os ilusiones sobre el alcance de e sta fórm ula; au n que nuevo en la exposición, su sentido o valor ha de ser m ínim o o nulo. La teo ría de Z ubiri se m ueve en la confusión radical del plano noètico... Como afirm ación del orden óntico, era una verdad banal en la filosofía tradicional» (70). Como ni el crítico se cree que la afirm ación de Zu b iri respecto al d escubrim iento del p ro b lem a de Dios en n u e stra religa ción signifique tal b an alid ad , entiende el hecho p rim a rio de la religa ción de o tro m odo: «Todo ello, pese a las p ro te sta s de Z ubiri, nos in s tala en un pleno ontologismo» (71). Pero, entonces, surge o tro p ro b le m a; si Dios es dado com o supuesto previo p a ra cu alq u ier d em ostración discursiva, a p e sar de que se afirm e que no cabe h a b la r de «experien(65) (66) (67) (68) (69) (70) (71)
Id., Id. Id., Id., Id., Id., Id ,
p. 158. p. 117. pp. 154-155. p. 149. ρ. 124. p. 152. p. 152. 39
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cía» d irecta de Dios, estaríam o s an te u n a fo rm a de intuicionism o e intuicionism o ontologista (72) es la fó rm u la com pleta, lo cual o es una ban alid ad (ónticam ente), o «es sencillam ente falso y craso erro r» (noè ticam ente). El decidido crítico no p arece creer en u n a reconducción de este a n á lisis a las vías causales. F inalm ente, no logra ya co ntener la indignación a n te la afirm ación z u b irian a de n u e stra deficiencia en el conocim iento de Dios: «C onstituye casi u n a declaración de agnosticism o, pues que en c u e n tra sum a d ificu ltad en a lo ja r a Dios d e n tro del ’s e r’, y p o r lo tan to , en la posib ilid ad de entenderlo. P ara ello invoca u n a proposición con denada de E c k h a rd t negando sea Dios fo rm alm en te ser, com o expresión del se n tir de 'to d a la m ística c ristia n a ’. ¡Así se escribe la historia!» (73). El celo in q u isito ria l del fogoso crítico le ha ju g ad o u n a m ala pasada; lo cierto es que la p roposición del m aestro E c k h a rd t ad ucida p o r Z ubiri —exactam ente: Esse form aliter non est in Deo... nihil quod est in Deo habet rationem entis— no sólo era triv ial cuando la escribió el dom i nico germ ano, sino que no está condenada y, p o r si fu era poco, Z ubiri lo explicaba con detención. P o r ello, an te la enérgica p ro te s ta de Z ubiri, el a u to r se vio obligado a rectificar públicam ente, p ero vale la p en a ob serv ar m ediante qué estratag em a po rq u e así tam b ién se escribe la h is to ria: en la ú ltim a página del volum en de la revista, después de los índices e inm ed iatam en te antes de la co n tra cu b ie rta , puede leerse esta rectificación (?), cuyo análisis dejo al juicio del lector: «... E sto no es del todo exacto. La proposición aludida no figura e n tre las condenadas, si bien es condenable, p o r im plicar, o la negación de Dios, o el agnos ticism o condenado p o r el concilio V aticano y ,la enclíclica Pascendi con tra los m odernistas» (74). R especto a la im pu tació n que m e hacía Fernández de la M ora, debo convenir con él en que quizá m e equivoqué en el «casi», pues esto es fo rm alm en te u n a acusación de herejía. B aste re c o rd a r que las p ro p o siciones básicas del ontologism o están condenadas expresam ente dos ve ces (en 1861 y 1887); el intuicionism o, p o r su p a rte , queda incluido en la condenación a n tim o d e rn ista y el agnosticism o, tal com o aquí se en tiende, está an atem atizad o p o r el concilio V aticano I. Si esto e ra lo que (72) (73) (74) 40
Id., p. 153. Id. p. 154. E s u n a N. B. en La ciencia tomista, 71 (1946) 400.
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realm en te p en sab a Zubiri, es o tra cuestión que no tiene n ad a que ver con la acusación m ism a; p o r supuesto, pienso que T. U rdánoz se equi voca de raíz porque, p a ra decirlo brevem ente, no supo o no quiso e n te n der que en aquel sentido Zubiri se refería sólo al problem a de Dios y no a éste com o tal (75). Sin em bargo, no term in a aquí la crítica. Aunque la p a rte m ás im p o rta n te se la lleva este escrito. U rdánoz hace un excurso, con alguna an o tación sabrosa, p o r el resto de los escritos que fo rm a n Naturaleza, Historia, Dios. Llega a establecer u n a evolución ideológica en los escri tos p o sterio res a 1940 (anótese bien la fecha), que ve del siguiente m o do: «El a u to r h a ab an d o n ad o la peligrosa influencia de aquel fondo de ideas existencialista que dieron origen a tan avieso p lan team ien to del problem a de Dios. La tónica general es un sano realism o» (76). Se refie re el a u to r a los escritos sobre tem as aristotélicos, au nque tiene que ce n su ra r de nuevo «una afanosa im itación de la novedad en su vocabu lario, a que sin recato se en treg a Zubiri». Sin em bargo, dos cosas le echan p o r tie rra tan artificioso esquem a. En p rim e r lugar, la m ism a reim p re sión del escrito in crim inado significa m ás bien su «reafirm ación» (77) que su abandono. En segundo lugar, el conocido escrito que sirvió de prólogo a la H istoria de la filosofía de J. M arías es de 1940 y allí se afirm a la h isto ric id a d esencial de la filosofía y, p o r tan to , la necesidad de u n a dim ensión h istó ric a en el plan team ien to de p roblem as filosófi cos. E llo le parece al crítico de «m arcada tendencia idealista» y la in clusión de la h isto ria de la filosofía en el q uehacer filosófico (una tesis que viene al m enos de J. E. E rd m an n ) es in te rp re ta d a exactam ente al revés: «No cabe h a c er a la filosofía en sí so lidaria de to d a la h isto ria de la filosofía, que ha sido casi siem pre la h isto ria de las aberraciones hum anas» (78). Tales fluctuaciones, no ob stan te, tam poco serían deci sivas. El crítico afirm a que estam os an te escritos frag m en tario s sobre tem as p a rticu la re s e inconexos, que conform an u n «cuadro irregular», sin que esté p e rm itid o h a b la r de un «sistem a filosófico». E sta opinión (75) Cóm o se a rtic u la esto, ya en e¡ p en sam ien to m a d u ro de Z ubiri, es lo que expuse b re v e m e n te en m i estu d io «El p ro b le m a tis m o de la re a lid a d com o p ro b le m a de Dios, según Zubiri», en Religión y cultura, 21 (1985) 341-358. (76) U rdánoz, T., o. c., p. 155. (77) Id., p. 149. (78) Id., p. 156. Con estos an tec ed e n tes, el a u to r h a te rm in a d o escrib ie n d o cinco g ru esos volúm enes p a ra exponer la h isto ria de la filosofía desde K an t h a s ta hoy. A fo rtu n ad am en te, sus c rite rio s se h a n seren ad o de m odo m uy n o tab le. 41
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puede co n sid erarse com ún en tre los críticos de este m om ento (79). La única voz discrep an te es la de J. M arías, quien a firm a con decisión el c a rá c te r sistem ático del pensam iento de Zubiri, au nque no desem boque en un «sistem a», con unas consideraciones que aún hoy m e p arecen vá lidas; p ero esa afirm ación se hace sobre razones excesivam ente fo rm a les y sin e n tra r en las ideas concretas que sostienen ese siste m a tis m o (81). Sin em bargo, el com entario que esto suscita a U rdánoz de n u e vo deja perplejo: «Ni consideram os com o alto valor h u m an o o m áxim o tim bre de gloria, ni m enos com o deseable, el que todo el que se en cu en tre dotado de m ás o m enos ingenio filosófico, se dé a c o n stru ir su p ropio sistem a, que v en d rá casi siem pre a a u m e n tar el acerbo de e rro res que la triste h isto ria del p ensam iento registra» (81). Si el p e n sar de Z ubiri no es sistem ático, la adm onición parece fu era de lugar; pero qui zá el a u to r captó cierto aliento sistem ático, p reo cu p an te p a ra él, en al guno de los escritos de Z ubiri y an te ello se a p re su ra a a c o n se jar que d irija su ingenio a ex p lo tar los «tesoros com unes de la h u m an id a d p en sante». Aquí hay una clave que, según verem os, tiene su im portancia. Debo confesar que líneas críticas com o éstas tienen u n aspecto que desp ierta mi sim patía. Sin duda, es desagradable e insostenible su en valentonam iento intelectual y su acusado d o ctrin arism o , que no duda en echar m ano de recursos extrafilosóficos; es in ju sta su tergiversación de los filósofos estudiados y la incapacidad de com prenderlos y v a lo ra r los. Pero, cuando m enos, m arcan u n a n ítid a diferencia e n tre sus p lan team ientos y los de o tra s filosofías, lo cual a la larga m e p arece m ás esclarecedor — tam bién p a ra o tra s o b ras de Z ubiri (82)— que esos sin cretism os ap re su rad o s que term in an p o r m ezclar lo heterogéneo alquím icam ente; al fin, el lector está en condiciones de sacar sus pro p ias conclusiones. E sto, sin em bargo, es co n sid erar las cosas en a b stracto . V istas en concreto, iban im poniendo una im agen pública de Z ubiri que resu lta b a preocupante. Se le colocaba con desdén en la trad ició n española y eu(79) El p ro p io J. H ellín p arece su p o n erlo ta m b ié n en los dos tra b a jo s m en cionados; E. P latzek lo a firm a con nitidez. (80) Cf. M arías, J., La escuela de Madrid, pp. 468-473. (81) U rdánoz, T., o. c., p. 155. (82) R especto a Sobre la esencia, véanse los tra b a jo s de A rtola, J. M., «En to rn o a S o b re la esencia de X avier Zubiri», en E stu d io s filosóficos, 12 (1963) 297-332, o de A rellano, J., «La idea del o rd e n tran sc en d e n ta l» , en D ocum entación crítica ibero-americana, 1 (1964-65) 29-83. 42
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ropea recientes, donde surgían p ersonalidades con ingenio y h ab ilid ad literaria, capaces de e scrib ir algún que o tro com plem ento esporádico, pero n ad a que m ereciese ponerse al nivel de seriedad y sistem atism o propio de la «filosofía perenne». Desde esa a ltu ra y con el p o d e r de su lado, se in te n tó u n a am plia operación p a ra c o rta r de raíz la desbocada pendiente de los e rro res hum anos. Z ubiri aparece en la línea de U na m uno y O rtega, con los que c o m p a rtiría u n a actividad in telectual y estoy convencido de la existencia de una larga y com pleja operación puriíicadora, cap itan ead a p o r los tom istas, au nque en h o n o r a la verdad tam poco estab an solos. E sta operación llevó a las dos o b ras m ás conocidas de U nam uno al In d ex y realizó una fu erte in te n to n a c o n tra Z ubiri y O rtega, estas dos ú tim as fracasad as al fin. No alcanzo a ver ninguna razón p o r la que no debiesen to m arse en serio las acusaciones v ertid as p o r U rdánoz, quien, adem ás, o b rab a con conciencia recta; lo m enos que puede concederse es que se esperaba a m e d re n ta r a Z ubiri y hacerle re c o n sid e rar la independencia intelectual, m an ipulando precisam en te sus acendrados sentim iento religiosos, pues p a ra nadie era entonces u n se creto que su vida era lo m ás opuesto que quepa im aginar al lib e rtin is mo. F ru to de ello fue la im agen pública de Z ubiri com o u n ensayista, frecuentem ente b rilla n te, pero asistem àtico; con g ran capacidad p a ra la sugerencia, pero sin v erdadera originalidad filosófica ni creadora. E sta im agen no la q u e b ra ro n ni podían q u e b ra rla los cursos po sterio res, no sólo p o r el n úm ero exiguo de los que tenían acceso a ellos, sino po rq u e la tran sm isió n oral y las peculiares cara c te rístic a s expositivas de Zubiri lo hacían im pensable. E sta im agen dom inaba el am biente intelectu al es pañol cuando se publicó sobre la esencia, lo cual explica de m odo sufi ciente el desconcierto producido. S orprende realm ente la filiación ideológica en que se en cu ad ra a Zu biri y desde la cual se le juzga. Se tra ta de algo difuso y confuso a lo q u e se llam a «filosofía actual», en la que e n tra n U nam uno, O rtega, H us serl o H eidegger, e n tre otros; a veces se co n creta m ás com o «exietencia lism o», p ero no existe rig o r en la denom inación y se hacen alegrem ente afirm aciones com o la de «com plem entar» a H eidegger, sin que nadie se haya p reg u n tad o en serio p o r la relación in telectu al de Z ubiri con él (83). E n este am biente, los estudios de J. M arías son los que m ejor (83) E n este p unto, u n as breves líneas de J. Gaos (Confesiones profesionales, ed. cit., p. 72) m e p are cen m ás lúcidas que to d as las la rg as exposiciones de esta ép o ca q u e m e h a sido dado leer. 43
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p e n e tran en el pensam iento de Zubiri; p ero su a rro jo y decisión a la h o ra de defender a su p ro feso r difícilm ente p o d ían ten e r éxito en tales c ircunstancias; M arías lo defendía en n o m b re de los logros válidos de una trad ició n intelectual, que era p recisam en te la encausada y, com o el p ropio M arías no e stab a ni m ucho m enos libre de sospechas, m ás de uno pen saría que tra b a ja b a p a ra su p ro p ia causa. E sto explica la im p o rtan cia de u n a defensa em an ad a de u n conoci do suareciano que, co m partiendo los criterio s generales de la «filosofía perenne» hace desde allí una b rio sa defensa (84). Como in te rp re ta c ió n objetiva del pensam iento zubiriano, la p o stu ra de H ellín m e p arece in sostenible. Se tra ta , en resum en, de reco n d u cir los análisis de Z ubiri al m arco h istó ric o de la argum entación causal, d e m o stra r que en lo esen cial se tra ta de u n a d o c trin a «segura» y ver la ap arecen te «novedad» com o resu ltad o de una recreación m uy p ro fu n d a del acerbo tradicional. Es cierto que no se siente del todo a gusto con algunos detalles, sobre todo la separación e n tre la existencia religada y el raciocinio d e m o stra tivo (85), p ero el p ro b lem a se despacha com o u n a m era cuestión de térm inos. No d escarto siq u iera que aquí se esté aprovechando la oca sión p a ra u n a em boscada m ás c o n tra un tom ism o rígido p o r p a rte de u n suarecianism o m ás flexible. Lo cierto es que la defensa fue m uy efi caz, Z ubiri lo com prendió así y agradeció siem pre este gesto al P. H e llín, con cuyo m odo de p e n sar no se identificaba. E sto obligó, al m enos, a c o n ta r con voces discrepantes, a relativ izar las exposiciones que los tom istas h acían de este p u n to y re s ta r seguridad a sus críticas; p o r cierto, el m ism o m étodo que en la p o ste rio r polém ica en to rn o a O rtega tam b ién te rm in a rá p o r a p u n ta rse el éxito. La v erd ad es que, a p a rtir de entonces, la posible hetero d o x ia de Z ubiri p ierd e interés, no po rq u e desapareciesen las in ep titu d es intelectuales p o r a rte de m agia, sino p o r que ten ían escasa credibilidad y ya en 1948 — cierto que en la ciudad arg en tin a de M endoza— o tro jesu íta podía exponer la p lata fo rm a hei deggeriana del p ensam iento zubiriano sin h acer cuestión de tales sos-
(84) N o estoy seguro de que el escrito de H ellín sea re sp u e sta ex p resa al de U rdánoz p o rq u e las fechas no se a ju s ta n c laram e n te , au n q u e no e ra n i es excep cional que la fecha de publicación real de u n a rev ista no se co rresp o n d a con su ro tu lació n . E s evidente, sin em bargo, que es re sp u e sta a in crim in acio n es sim ilares a las de U rdánoz, pues b a s ta con o b se rv a r su co n ten id o . E s m uy posible, adem ás, que h a y a n existido m ás a ta q u e s en el m ism o sentido. (85) Cf. H ellín, J., o. c„ pp. 230-231. 44
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pechas (86). No te rm in a aquí la influencia pública del p ensam iento teo logal de Z ubiri ni h a term in ad o aún, p ero es evidente que a p a rtir de 1962 se utilizan claves m uy distintas. E sta es la com plicada h isto ria que hay d e trá s del problem a; h isto ria, adem ás, estilizada y resum ida, pues seguram ente las h em erotecas g u a rd a n m ás datos, en los m anuales de la época ab u n d an las referen cias, aunque creo que esto es lo de m ás «calidad» intelectual, al m enos en sus pretensiones. C onsidero que es m ás que suficiente p a ra fu n d a m e n ta r m i m uy m o d erad a afirm ación y quizá pu ed a servir p a ra d a r u n a idea de la recepción pública de Z ubiri en este m om ento. Si algún lector m e h a seguido h a s ta aquí, p o d rá fo rm a rse su p ropio juicio.
d)
E n resum en
Ante esto, ¿es tan exagerado decir que Z ubiri se convirtió en un «exiliado interior»? T am poco esta expresión tiene n ad a de original (87), pero Fernández de la M ora dice no e n te n d e r ese «tópico periodístico», p a ra p reg u n ta rse si acaso significará no ser funcionario. ¿Cómo es posi ble e n te n d e r así las cosas? N ingún pro feso r, consciente en verdad de su m isión, o rientó su vida desde esa enferm edad m o d ern a del E stadoprovidencia que es el funcionarism o. Pero h a b rá que te n e r en cuenta que Z ubiri era p ro feso r de filosofía, ése era su m edio intelectual, el canal de expresión de su p ensam iento y tam b ién su m edio de su b sis tencia; p o r ello, que se m e arguya con un caso com o el de C alderón de la B arca (sic) es salirse del tem a, pues las circu n stan cias no son en ab soluto hom ologables. Eso se rom pió, com o hem os visto, y Z ubiri se quedó sin cam ino a la vista que le pudiese a seg u ra r en el fu tu ro unos recu rso s m ínim os (88). Adem ás de esto — que no era poco, Z ubiri se en co n tró aislado y al m argen de los bien co n tro lad o s canales de expre sión y difusión de las ideas. No se venga diciendo que luego se integró en la Sociedad de E studios y Publicaciones p o rq u e ésta no era ningún (86) Cf. Ceñal, R., «La filosofía esp añ o la con tem p o rán ea» , en Actas del Con greso filosófico de Mendoza. M endoza, U niversid ad N acional de Cuyo 1949, I, pp. 435-438. (87) Así, p o r ejem plo, se la ap lica ex p re sam e n te a Z ubiri, e n tre o tro s, Díaz, E., N otas para una historia del p ensam iento español actual (1939-1973). M adrid, Edicusa 1974, p. 21. (88) Así lo d eja v e r con to d a delicadeza Lain E n tralg o , P., o. c., p. 357. Ellacuría, I., o. c., p. 130, da m ayores detalles. 45
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organism o oficial y fue pensada, en p a rte al m enos, p a ra com pensar algo la estrechez de los m arcos oficiales (89). No es n ad a ex trañ o que, aun siendo cierto que la decisión ú ltim a fue siem pre de Z ubiri, esto pueda in te rp re ta rse com o resu ltad o de una situación insostenible y su gesto incluso pueda entenderse com o un « retraim ien to rebelde» (90), con todo su elevado coste. No puedo en ten d er p o r qué «un exilio en el in te rio r [luego el crítico entiende el térm in o ] supone una oposición política ta ja n te y expresa» (p. 225); ésta será u n a fo rm a posible, au n que es m uy verosím il que en aquel m om ento tal oposición im plicase m ás bien el exilio al ex terio r o el cam ino de la cárcel. Fernández, de la M ora parece q u e re r ig norar que los fam osos cursos de Z ubiri fueron en su origen una idea p a ra allegar con decoro algunos fondos económ icos al filósofo (91), con lo cual no se niega que tam bién fuesen el m edio — no tab lem en te original en la vida cu ltu ral española— p a ra ap rovechar su ex tra o rd in a rio sab er y m agisterio, ni tam poco que de hecho fuesen decisivos p a ra el desarrollo intelectual de Z ubiri. T am poco debía ig n o rar el crítico que si bien es cierto que term in a ro n p o r co nvertirse en obligación social de cierta burguesía m adrileña, es in ju sto responsabilizar a Zubiri de ello. Me aduce que a tales cursos asis tían im p o rta n tes personalidades de la ciencia y la c u ltu ra, lo cual es un tópico que tam bién yo h ab ía m encionado; pero en su lista echo de m enos los «filósofos» y, sin em bargo, alguno había, au nque esto en con ju n to era excepcional. Cuando concluye afirm ando: «Serían legión los intelectuales que se se n tiría n felices con u n a situación tan excepcional m ente privilegiada com o la que d isfru tó Z ubiri en la sociedad españo la» (p. 226), si esto no tuviese u n a alta dosis de sarcasm o e incluso de cinism o, la resp u esta es bien sencilla: cu alq u iera po d ía hab erlo hecho, pues en m anos de cu alq u iera está ren u n c iar a u n a c á te d ra p a ra dedi carse a sus estudios, sin p ed ir n ad a a cam bio. En ello hay aún o tro problem a. En teoría, hay m uchos m odos posi bles de filosofar, m uchos m odos posibles de exponer u n a filosofía y de com unicarla a otros; no parece que haya ninguna relación necesaria e n tre los usos consagrados com o «académ icos» en filosofía y la origina(89) V éase de nuevo lo que so b re ello dice p erso n a ta n poco ce rc a n a al m odo de p e n s a r de Z ubiri com o Díaz, E., o. c., pp. 214-215. (90) E llacu ría, I., o. c., p. 131. (91) De nuevo Lain E n tralg o , P., o.c., pp. 357-358, lo re la ta con m ás p o rm e nores. 46
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lídad y p o d er cread o r de un filósofo. De hecho, sin em bargo, Z ubiri es quizá el filósofo español de la h isto ria reciente cuya m an era de filosofar responde de m odo m ás riguroso a los usos académ icos; su filosofía no rehúsa nunca los tecnicism os y su m odo de exponerla supone en el recep to r un en tren am ien to previo, que hoy sólo a p o rta — debería a p o r tar, cuando m enos— la p rep aració n académ ica especializada. Z ubiri hace filosofía desde la academ ia y para la academ ia; p o r tan to , es u n a situ a ción p a ra d ó jic a que esté a p a rta d o de los circuitos académ icos p orque su filosofía queda fuera de su m edio n a tu ra l. No afirm o que esto influya de m odo decisivo en su contenido teórico; no estoy seguro, en cam bio, de que no se refleje nada en los m oldes expositivos que Z ubiri utiliza para com unicar su pensam iento. En cualquier caso, sin duda ello im pone un co rto circu ito en el norm al proceso de com unicación, agravado p o r el hecho de que los m an d arin es de la filosofía en E spaña ofrecieron resistencia a la filosofía de Z ubiri, no po rq u e no defendiesen su p en sa m iento (ése es o tro problem a), sino porque no le p re sta b a n la debida atención. Que Z ubiri gozase de prestigio intelectual en d eterm inados círculos no significa que se le p restase atención en los estudios filo sóficos y quizá el crítico, ocupado en altas cuestiones de E stado, no tenía una idea m uy exacta del am biente que entonces rein ab a en las F acultades de Filosofía. I. E llacu ría insinúa un significativo episodio — no sé si trágico o jocoso— del cual él fue p ro ta g o n ista y víctim a (92); pero en este caso toda una generación que nos form am os p o r la década de los 60 podem os testificar este acuerdo de silencio, y si es cierto que había excepciones significativas, no lo es m enos que de nuevo eran casos excepcionales. De aquí tam poco se deduce la im posibilidad to ta l del acceso al pensam iento de Z ubiri po rq u e no existe ningún p ro feso r — p o r m alo y defo rm ad o r que se qu iera— capaz de c o n tro lar de m odo abso luto el desarro llo intelectual de sus alum nos; pero ese acceso h a b ía que in te n ta rlo p o r libre, sin recursos y contextos adecuados, con u n a difi cu ltad su p lem en taria m uy notable y con el riesgo inevitable, propio de todo au to d id actism o , de caer en e rro res de im portancia. Si es cierto, com o se ha afirm ado, que la filosofía «es su tiem po expresado en el pensam iento» (93), esta situación tiene su im portancia; el alcance que vaya a ten e r p a ra la h isto ria de la filosofía com o to ta lid a d es algo que e stá p o r ver y, en todo caso, no es ah o ra el problem a. Pues bien; ante (92) E llacu ría, I., o. c., p. 130. (93) Hegel, G. W. F., G rundlinien der Philosophie des Rechts, ed. H o ffm eis ter, p. 16. 47
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sem ejante situación, incluso el prestigio intelectual, unido al descono cim iento real de una filosofía, genera fácilm ente u n m ito con rib etes de esoterism o, lo cual no facilita en n ad a el aprovecham iento intelectual, sino que crea nuevos obstáculos. Ese m ito existió tam b ién respecto a los cursos de Z ubiri y sólo la publicación de Sobre la esencia puso las bases p a ra ac ab a r con él.
4.
Al margen del tema
E sto es lo que dije y no o tra cosa. El crítico, en cam bio, to m a el ráb an o p o r las ho jas y me increpa: «La filosofía es polém ica p o r n a tu raleza. ¿P retende el a u to r que se canonizaran las tesis zubirianas, y que se a ju stic ia ra a los desviacionistas p a ra im poner la u n anim idad? Sería la dialéctica del Este» (p. 225). Es éste un juicio de intenciones g ra tu ita m ente in su ltan te. G ratuito, p orque el a u to r no m e conoce, ignora to ta l m ente m i tala n te intelectual, el sentido de mi tra y e cto ria profesional, desconoce m is publicaciones (m ás m odestas que las suyas, p ero p u b li caciones) y se av en tu ra a un juicio sobre mi p erso n a sin hab erse m o lestado en in fo rm arse antes. Que se den lecciones de p luralism o filosófico es claro que deseo a r dientem ente, pero es necesario ten er a u to rid a d m oral y cred ib ilid ad p a ra que esas lecciones sean escuchadas. No estoy nada seguro de que en ten dam os lo m ism o p o r «pluralism o», pues el m ío no supone el desprecio a p rio ristico p o r «m arxistas», «positivistas lógicos» o «escépticos», au n que p erso n alm en te no me identifique con ellos. Antes que p o r filiaciones ideológicas, los filósofos se dividen en buenos y m alos ñlosófos; de los buenos filósofos, incluso cuando se colocan en líneas que no co m parto, siem pre ap ren d o m ucho; de los m alos filósofos, incluso cuando p e rte necen a líneas que desp iertan m i sim patía, siem pre tengo la im presión de que no com pensan el tiem po que exigen y, conform e a u n a rep etid a expresión de O rtega, no es lo m ism o ser bu en a p erso n a que b u en m ú sico; no afirm a ré con ello que en a b stra cto no sea im p o rta n te se r buena persona, sino que cuando asisto a un concierto me im p o rta a n te todo que el co n certista sea un buen m úsico y luego m ejo r aú n si, adem ás, es bu en a persona. Tengo que reclam ar de nuevo la paciencia del lector p orque este p u n to es im p o rta n te y debo p rec isar lo que es el p lu ra lis m o filosófico en m i opinión, no p ara a d o c trin a r a nadie, sino p a ra que nos entendam os. 48
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Si alguien e stá convencido — an ticip aré que este convencim iento es lícito— de que u n a filosofía co n creta contiene to d a la verdad, o con tiene lo fu n d am en tal de la verd ad alcanzable, o rep re sen ta algo así com o el estado n a tu ra l de la racio n alid ad h u m an a sana, el hecho de u n p lu ralid ad de filosofías existentes sólo puede en ten d erlo com o u n escán dalo. No p o d rá a c ep ta r que esa filosofía deba coexistir con o tra s en el m ism o nivel, pues eso sería d a r el m ism o valor a la verd ad y al e rro r. De este m odo, que alguno o m uchos no se m u estre n convencidos de esa verdad, no p o d rá explicarse desde razonam ientos que, in trín secam en te, re su lta n del todo convincentes; h a b rá que explicarlo p o r m otivos su b jetivos extrarracio n ales, com o pueden ser pasiones m ezquinas, intereses inconfesables, sim ple cerrazón m ental o p e rtu rb ac io n es de la p e rso n a lidad sana. No es n a d a ex trañ o que los que así p ien san sien tan la ten tación despótica (no siem pre de un despotism o «ilustrado») de p ro lo n gar los argum entos de evidencia racional con ayudas de fuerza p a ra enderezar a tales m entes descarriad as. La h isto ria de la filosofía regis tra desde sus inicios y en todos los tiem pos, no sólo el encendido de hogu eras (tam b ién eso, p o r supuesto), sino dificultades de todo tipo p a ra el n o rm al d esarro llo del disidente, lim itaciones de m edios, silencios, presiones sobre sus sentim ientos, am ed ren tam ien to s, censura, ofreci m iento de p rebendas. ¿Cabe algún p lu ralism o desde e sta concepción? Sin duda. Si de hecho el dogm ático que así piensa no tiene de su p a rte el p o d e r real establecido, se a p re su ra rá a reclam ar plu ralism o en una ro tu n d a defensa de su derecho a la existencia, derecho que difícilm ente él reconocería a sus oponentes si las circu n stan cias se invirtiesen. Ya desde el siglo X V III viene discutiéndose si la toleran cia debe extenderse h a s ta alcanzar tam b ién a los in to leran tes, y no vale la p en a volver sobre el tem a. Diré que esto no es p lu ralism o filosófico ni en «el Este» ni tam poco en el Oeste; de todos m odos, siem pre es preferib le que los hechos fuercen al dogm ático a este p lu ralism o a la fuerza que p e rm i tirle que despliegue to d a su lógica in tern a, con la c o a rta d a de servir al bien de los otro s, incluso a p e sar de éstos. H ay o tra acepción, hoy m ás frecuente, que llam aré p lu ralism o res tringido. La verd ad no reside a h o ra en u n a filosofía, sino d e n tro de u n a tra d ició n concreta, susceptible de m e jo ra y perfeccionam iento. D entro de esa trad ició n cabe la p lu ra lid a d e incluso es deseable, p ero cu alq u ier tra d ició n tiene unos lím ites m ás o m enos am plios (tam poco es ah o ra el p ro b lem a) y fuera de ellos e stá el reino del e rro r, el cual p o r defini49
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ción no puede ni debe p re te n d e r un tra tam ie n to en pie de igualdad con la verdad. O tra vez la explicación del e rro r com o tal te n d rá que hacerse desde facto res e x trarracio n ales. No m e convencen esas vagas concepcio nes eclécticas de la filosofía hechas a base de jiro n es y despojos h e te ro géneos, en las que A ristóteles convive en pacífica p rom iscuidad, no sólo con Tom ás de Aquino o Suárez, sino tam bién con Bacon, Leibniz o Com te; tales eclectism os nunca han pro d u cid o n ad a original de interés, y cuando se h a n integrado fragm entos de procedencia herogénea en nue vas unidades vigorosas, ha sido en el caso de m entes excepcionales (Leib niz o Hegel p o d ría n servir com o ejem plo), cuya o riginalidad creadora tra n sfo rm a de tal m odo lo recibido que ya no es eclecticism o. Creo que estas operaciones, a p a ren tem en te in teg rad o ras e iren istas, falsifican la h isto ria y diluyen lo m ás cread o r de cada filósofo p a ra te rm in a r m idién dolo todo p o r idéntico rasero. Hay que reconocer que de hecho esto es m ás am plio que lo m encionado en el p rim e r caso, p ero no es verdadero p lu ralism o p o rq u e sigue operando de hecho con u n a división m aniquea e n tre el reino de la verdad y el reino del e rro r, no juzga digna de a te n ción to d a u n a am plia gam a del p ensam iento y excluye de la a v e n tu ra en la b ú sq u e d a de la verdad todo el esfuerzo honesto de m uchas y p ro d i giosas m entes. H ay aún u n a tercera acepción, a la que llam aré pluralism o sin m ás, la cual no es an te todo u n a a c titu d de hecho, sino que deriva de un m odo de en te n d e r la filosofía y la actividad filosófica m ism a. Dicho de m odo conciso, esta concepción tom a en serio la fin itu d de la inteligen cia h u m an a y concluye en la im posibilidad p o r principio de u n a ade cuación p e rfe c ta e n tre ésta y la realidad. La filosofía no es ningún incondicionado absoluto, todas las filosofías contienen m ezcla de v e rd a des y e rro res, pero el e rro r no es lo que queda fu era de la b ú sq u ed a de la verdad, sino p a rte de un cam ino que nunca es rectilíneo ni poseerá jam á s en p len itu d la m eta que ansia. Aquí no hay ortodoxias y, p o r tan to , tam poco hay heterodoxias ni h erejías; no hay fieles ni disidentes. No puedo explicar esto a fondo aquí ni tam poco es éste el lugar; sí debo a d v e rtir que con ello no se niega la p o sibilidad de conocer la verdad, tam poco se afirm a que todas las filosofías sean in tercam b iab les y por ello indiferentes, ni siq u iera que to d as contengan apro x im ad am en te las m ism as dosis de verdad y e rro r. Me ap re su ro a p ro te s ta r a n tic ip a d a m ente de que esto se m alen tien d a com o relativism o o escepticism o, p o r que se tra ta de algo cualitativ am en te d istinto. Pues bien, en esta con50
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cepción el plu ralism o no es tan sólo una a c titu d p rác tic a que podam os c o n sen su ar com o la m enos novica p a ra la coexistencia; es una necesidad con alcance teórico p o rq u e es un in stru m e n to e n teram en te positivo (no p ro d u cto de alguna deficiencia h u m an a) en la b ú sq u ed a de la verdad. E sta es la a c titu d con que m e en fre n to a la filosofía — tam b ién a la de Z ubiri— y no es ninguna escap ato ria u rd id a a h o ra al calo r de la polé m ica, pues siem pre la he defendido e incluso está expuesta, al m enos p arcialm ente, en tra b a jo s publicados hace ya algún tiem po. E n m i personal opinión, creo que esta p o stu ra es co m patible e in cluso fu n d am en tab le desde el p ropio pen sam ien to de Z ubiri, au nque estoy dispuesto a reconocer que sus m oldes expositivos a sim ple vista pueden p arecer m ás «dogm áticos»; p ero esto puede d iscutirse. Puede discu tirse porque, en coherencia con lo a n te rio r, la in te rp re ta c ió n de c u alq u ier filosofía — si es una faena filosófica— tiene que ser necesa riam en te p lural; es m uy cierto que con la o b ra de un filósofo tam bién pueden hacerse o tra s cosas, p ero a h o ra no nos interesan. La o b ra de Zubiri y la de cu alq u ier filósofo es algo que está ahí p a ra provecho de todos; no puede aceptarse, p o r tan to , que ningún grupo o escuela quiera c o n v ertirla en coto privado, y, p o r tan to , m e opongo a que la obra de Z ubiri se inten te co n v ertir en m onopolio de nadie, que la vaya a u tili zar p a ra c re a r u n a especie de «escolástica zubiriana» (94). Cada in te r p retació n te n d rá que p ro b a r su solidez con los textos y ningún a rg u m ento de a u to rid a d le a ñ a d irá ni un ápice de fuerza. Cuando el crítico arguye respecto a «los discípulos n a tu ra le s de Zu biri, que son aquellos que suscriben la concepción trad icio n al del m undo» (p. 226), tengo que expresarle resp etu o sam en te m i desacuerdo. En p rim e r lugar, «concepción trad icio n al del m undo» es algo m uy vago; pero no puede olvidarse que Z ubiri com ienza su ú ltim a trilogía desafian do a to d a la concepción trad icio n al de la filosofía, que «desde Parm énides... ha venido g ravitando im p e rtu rb ab le m e n te, con m il variantes, sob re to d a la filosofía» (95). ¿P ura hip érb o le retórica? No lo creo así, (94) T am bién esto está escrito , p rec isam en te resp e cto a la o b ra de Z ubiri, en m i ponencia «S em inario X avier Z ubiri: orígenes, realizaciones, proyectos», en A ctas del I I I S em ina rio de Historia de la filosofía española. U n iv ersid ad d e S ala m an ca 1983, pp. 179-188. (95) Z ubiri, X., Inteligencia sentiente. M adrid, S ocied ad de E stu d io s y P ubli caciones/A lianza E d ito ria l 1980, pp. 12. In clu so un estu d io so se h a to m ad o la m o le stia de co leccio n ar los lu gares m ás d estac ad o s de e sta oposición de Z ubiri a las 51
A N TO N IO PINTOR RAM O S
p ero tam b ién esto es discutible. No seré yo quien niegue a los defen sores de la concepción trad icio n al del m undo su derecho a aprovecharse de los fru to s valiosos que en cuentren en Z ubiri, pero p o d ría ad u c ir fácil m ente casos de filósofos que no e n tra ría n d en tro de e sta tra d ició n y h a n utilizado con fru to a Zubiri; tam poco el crítico te n d ría ningún d ere cho a negarles esa p osibilidad, si no fuese que e stá op eran d o im p lícita m ente con u n a escisión m aniquea e n tre el reino de la verdad («concep ción trad icio n al del m undo») fre n te al reino del e rro r («m arxistas-leninistas, po sitiv istas lógicos y escépticos»: p. 226); al m enos, te n d rá que reconocer que q u edan m uchos filósofos que no e n tra n en ninguno de esos b andos y m e niego a a c e p ta r que la filosofía deba te rm in a r en cuestiones de b an d erías. «Discípulos natu rales» es algo que, en m i opi nión, no existe en filosofía; p o r tan to , no creo que haya discípulos «na turales» ni de Z ubiri ni de nadie, y com o en el m ism o escrito que se m e re c rim in a he expuesto suficientem ente lo que entiendo p o r d iscipu lado filosófico, no volveré a h o ra sobre ello. Puede ser, sin em bargo, que F ernández de la M ora tenga u n a p a rte de razón. Si con ello quiere decir que un pen sam ien to m etafisico com o el de Z ubiri sólo es inteligible p a ra alguien que tenga u n a sólida fo rm a ción m etafísica, estoy de acuerdo; tam poco niego que la m etafísica a ris totélica, la to m ista o la su arecian a puedan a p o rta r esa p rep aració n , p ero de ahí no se sigue que o tra s m etafísicas d istin ta s no lo pudiesen h acer y m ucho m enos a ú n que el pen sam ien to de Z ubiri e stá expresam ente elab o rad o desde ese su b stra to filosófico. Se concederá, al m enos, que éste es u n p u n to a b ie rto a la investigación. Fernández de la M ora tiene u n a in te rp re ta c ió n que conozco y valoro, pero que no com parto; p o r m i p a rte , h e ido ofreciendo con o tro s investigadores u n a visión d istin ta del contexto y del d esarro llo del pen sam ien to zubiriano, visión que aún no e stá del todo com pleta. No p rete n d o en ningún caso que m i in te r p retació n sea la ú n ica posible ni que contenga to d a la verdad, pero he expuesto con c ie rta detención las razones que la abonan; a unos los convencen, a o tro s no los convencen, p ero el único m edio de avanzar en este p u n to es discutiéndolas p a ra ofrecer o tra s m ejores y, cuando esto exista, no tengo ningún recelo en rec tific a r m is posiciones, com o ya hice en algún caso. Quizá tengo derecho a la m e n ta r que, de las, aproñ lo so fía s a n te rio re s, com poniendo u n cu ad ro sob reco g ed o r: cf. E lla cu ría , I., «Apro xim ación a la o b ra filosófica de X avier Z ubiri», en T ellechea, J. I. (ed.), Zubiri¡ 1898-1983. V itoria, D e p a rta m e n to de C u ltu ra del G obierno V asco 1984, pp. 51-52. 52
ZUBIRI Y SU FILO SO FIA EN LA POSTGUERRA
xim adam ente, 500 páginas que he p u b licado en to rn o a Zubiri, F e rn án dez de la M ora sólo m u e stra conocer un breve y circu n stan cial I n m e m o ria m y, aun d en tro de este escrito, sólo retien en su atención exacta m en te dos p árrafo s; sobre esto m o n ta u n a polém ica desp ro p o rcio n ad a en la que e n tra n en escena com plejos aspectos de la p erso n alid ad y la o b ra de Z ubiri, cuyo desarrollo exige a h o ra u n a extensión d esm esurada respecto a m i p rim e r escrito y a las recrim inaciones del crítico; no he en co n trad o otro m odo de c o rreg ir un poco m i «desinform ación p u ra y sim ple». Todavía el crítico m e aduce, p a ra fo rta le c er su p u n to de vista, casos que le p arecen sim ilares al de Z ubiri: O rtega, Azorín, Pérez de Ayala y M enéndez-Pidal; en o tro orden de cosas, G abriel M iró, Ju a n A ntonio Zunzunegui, José M aría Pem án, C arm en L aforet y h a sta C alderón de la B arca. De nuevo, eso es salirse del tem a; estam os h ab lan d o en concreto de Z ubiri y no he m encionado ni tengo p o r qué m en cio n ar o tro s casos de figuras ilu stres, pues si estam os de acuerdo en que Z ubiri tom ó sus p ro p ias decisiones con plena conciencia, no veo qué p u ed an a p o rta r tales digresiones. E n este contexto, no es n a d a extraño que se deslice al abism o de lo que serían argum entos ad hom inem , si no fu era n p u ro s ad jetivos descalificativos. H ace m uy bien el crítico en calificar m i estudio de «coyun tura!», p o rq u e eso era en efecto. Cuando añade que es u n a operación «aldeana», no tengo n ad a que decir; es cierto que no he nacido en la Corte, no he vivido largo tiem po en la Corte ni nu n ca de la Corte, pero c a b ría e sp e ra r argum entos m ás sólidos. Cuando opina que se tr a ta de un in te n to «contraproducente» de «m anipular políticam ente» la figura intelectu al de Z ubiri en n om bre de algún o p o rtu n ism o p o r intereses p ersonales, las p erso n as que m e conocen saben de so b ra a qué atenerse conm igo en este p u n to y a las dem ás no les va a in te re sa r m ucho. En el m undo hay algo m ás que «nacionalsindicalism o» (así lo llam a él) y «m arxism o - leninism o». La independencia in telectual de Zubiri —efectivam ente, el «m ás puro» de n u estro s m etafísicos, p ero no con fundam os la «pureza» con la ignorancia o el desprecio de la realid ad — le hacía inevitable el retraim ie n to an te cu alq u ier situación de ab so lu tis m o to ta litario ; algo sim ilar p o d ría hab erle sucedido incluso con regí m enes de signo opuesto, p ero se da la circu n stan cia de que Z ubiri vivió 53
AN TO N IO PINTOR RAM O S
en E spaña b ajo el fran q u ism o y no en los países del E ste, ni siquiera en la E sp añ a del F ren te Popular. Al m enos será resp etab le que p e rm a neciese fiel a la decisión a d o p ta d a y no se dejase seducir p o r prom esas h alag ad o ras cuando m ás lo podían te n ta r. P or ello, la tesis sim plista, h a b itu a l en intelectuales de «izquierda», que sólo conocieron a Zubiri m ás ta rd e y en u n a situación social m uy d istin ta — p ero p o r lo que veo tam b ién la tesis de c ie rta «derecha»— , según la cual existe u n a relación c o n stitu tiv a e n tre la filosofía de Z ubiri y el franquism o, es preju icio que carece de cu alq u ier fu n d am en to sólido. Se a firm a que «poco hubiese repugnado a Z ubiri m ás que ta n delez nable m an io b ra a su costa» (p. 226). En efecto, es m uy verosím il que así fuese; si Z ubiri en vida g uardó silencio an te insensateces com o las que he reco rd ad o , no es de e sp era r que se fuese a a p a sio n a r con nues tra s b a ta llita s y cotilleos ilu strad o s. Pero tengo que a c la ra r que nunca in te n té h a b la r en lugar de Z ubiri ni su p la n ta r su nom bre, p o r lo que sólo debo resp o n d e r de m is p ro p io s actos y m ás en un escrito que, con tra m is h áb ito s, está red actad o en p rim e ra p erso n a p a ra que nadie se llevase a engaño. Quizá h a ría bien el crítico, a su vez, en h a b la r en su p ro p io nom bre; p o r ello, no puedo a c ep ta r el in te n to de m onopolizar el legado intelectu al de Z ubiri, cuando su herencia h istó ric a es u n a posi b ilid ad ab ie rta , que aún está p o r ver: «A Z ubiri, navio de g ran a ltu ra, se le deg rad a tra ta n d o de a rra s tra sle a d ársenas tu rb ia s. Sus discípulos hem os de m an ten erlo en esas aguas claras a las que siem pre enderezó su altivo rum bo» (p. 227). El lecto r puede ded u cir fácilm ente de lo ex p u esto lo que pienso de tan altivas frases. E stoy seguro de que Z ubiri nos re p re n d e ría a am bos, con cariño y severidad, p o r p e rd e r n u e stro tiem po en estos fuegos fatuos. Al m enos pienso que en su pensam iento hay dem asiados pro b lem as y dem asiado im p o rta n tes aún p o r investigar com o ‘p a ra dedicar m ás tiem po a baga telas. E sta salida no e stab a p rev ista p o r mí; si, com o pretex to , sirve p a ra a p o rta r algún dato de cierto relieve sobre un período com plicado de su vida, sólo puedo la m e n ta r que m e haya tocado a m í realizar esta tarea. P or supuesto, no tengo la ingenuidad de p e n sar que voy a con vencer a m i crítico ni tam poco tom é p a ra ello la plum a. Ni siquiera tengo la preten ció n de convencer al lector n e u tra l — en el caso de que haya alguno— p o rq u e los asu n to s de u n a vida h u m an a siem pre son excesivam ente com plejos com o p a ra e n cerrarlo s en u nas líneas. Me 54
ZUBIRI Y SU FILO SOFÍA EN LA POSTGUERRA
daré p o r satisfecho si ese lector saca la im presión de que los p roblem as en debate son m ucho m ás com plicados y tienen m uchos m ás m atices, sin que puedan som eterse al fácil y socorrido expediente de c o rta r los nudos gordianos.
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José Luis L. Aranguren: Cuatro etapas de una aventura intelectual (II) Feliciano BLÁZQUEZ
E ste ensayo bibliográfico es continuación del publicado en R e l ig ió n y
C u l t u r a , X X V III, nn. 129-130, julio-octubre (1982), 487-523. Aquel en
sayo co m p ren d ía la prod u cció n in telectual de A ranguren h a sta 1980; en e sta ocasión, com pletam os la bibliografía a ra n g u n ian a h a sta 1984 y ofrecem os, p o r p rim e ra vez, una bibliografía sobre A ranguren. Pero, en p rim e r lugar, hem os de rese ñ a r un libro, no en um erado en aquella ocasión, y un artículo, que consideram os de im portancia. 285.
Religiosität Intellectual. B arcelona. E dicions 62, 1966, 205 p. Es colección de los siguientes ensayos: Unam uno i nosaltres. Fue prólogo a «Antología de M iguel de U nam uno». México. FEC, 1962; Esperang i desespenranga de Deu en l ’experiècia de la vida d'Antonio Machado. Tom ado de «C atolicism o día tra s día» (pp. 93100); La m o r t d ’Eugenio cl'Ors. De «Critica y m ed itación (pp. 151154); Se n tit étic de les ficcions novellesques orsianes. Tom ado de «C rítica y m editación» (pp. 155-163); L ’etica d'Ortega. P ublicado a n te rio rm e n te a p a rte con el títu lo de «É tica de O rtega». M adrid. C uadernos T aurus, 1958; 3.a ed., 1966; Ortega i l ’antropologia de l'hom e religiös. De «Catolicism o día tra s día» (pp. 73-92); Charles Riba i la poesía religiosa. Tom ado de «Papeles de Son A rm adans»,
Religión y Cultura XXXII (19S6) 57-78 57
FELICIANO BLÁZQUEZ
LX V III, pp. 133-144; L ’hu m a n ism e m oral de Marañón. De «Pape les de Son A rm adans», t. XX, n. LX, pp. 302-307; Pedro Lain, el p roblem a d ’E spanya i l'esperang espanuyola. De «Crítica y m edi tación» (pp. 217-226); Zubiri i la religiositàí intelectual. De «Ca tolicism o día tra s día» (pp. 119-129). 286.
Pedro Lain, español. «Asclepio». Archivo Ib ero am erican o de H is to ria de la M edicina y A ntropología Médica». Vols. X V III-X IX . Años MCMLXVI, pp. 7-19.
Aranguren, universal: traducciones Las o bras m ás significativas de A ranguren han sido tra d u c id a s a los m ás im p o rta n tes idiom as. Pero no sólo sus libros, tam b ién los p rin c i pales ensayos —am én de sus colaboraciones h ab itu ales en revistas ex tra n je ra s — han podido ser leídos p o r franceses, italianos, portugueses, anglosajones e, incluso, p o r griegos y polacos, en sus pro p ias lenguas: 287.
Italia I960. «H um anitas», XV (1960), 497-505.
288.
L ’avenir prochain de l'intellectuel catholique. «T raditionalistes et novateurs». 10 nov. (1961), 67-76.
289.
Unam uno in Person and in Faith. R eprinted from th e Texas Quartely. Special Issue: Im age of Spain. S pring 1961.
290.
Die Z u k u n ft der Universität, « F ra n k fu rte r Hefte» (E rw artu n g en die sich an. das Konzil knüpfen), 9-13, Ja n u a r (1963), 7-19.
291.
La spiritualité de «l’Opus Dei». «E sprit», 4 avril (1975), 762-772.
292.
E l porvenir del catolicismo español. En «O tem po e o m odo». Junho, 28 (1965), 602-611.
293.
L'im a ge espagnole de ΓAllemagne. «Revues de Psychologie des peuples». E x tra it du num ero du 3 trim e stre , 1964.
294.
A N e w Model for Hispanic History. E n «Americo C astro and the M eaning of Spanish Civilization». E d ited by José Rubio B arcia W ith the assitance of Selm a M argaretten. Univ. of C alifornia Press. Berkeley. Los Angeles-London, 1965.
295.
Unam uno y nosotros. S panish T hought and L etters in the Twen-
JOSÉ LUIS AR ANG UREN :
CUATRO ETAPAS DE U N A AVENTURA INTELECTUAL
tic th C entury. An In te ra tio n a l Sym posium held a t V an d erb ilt Uni versity to C om m em orate the C entenary of M iguel de U nam uno (1864-1964). V anderbilt U niversity Press. N ashville, Tennesse. USA, 1966. Se tra ta de un pròlogo que p rep a rò A ranguren p a ra la Antolo gia de Unamuno. México. FCE, 1962. 296.
Riflessioni Attuali sull’Università Nordamericana. «H um anitas», XX I, 11 (1966), 1.057-1.062.
297.
Il problem a della morale oggi. E s tra tto da Hom ine, n. 26. C entro di ricerca p e r le scienze M orali e Sociali. In stitu to di Filosofia della U niversità di Rom a.
298.
Chrétiens dans la violence du monde. «R echerches et D ébats», 59, ju in (1967), 198-211. Son textos de la Sem ana de In telectu ales Católicos de 1967.
299.
Características del pensam iento en la generación del 36. (pp. 112* 117). Bruges. St. C atherine Press, 1968.
300.
De la Dèmocratie et de la culture. E x tra it de la «Revue Com prendre», nn. 33-34. Société E uropéenne de culture. Venise, 1969.
301.
Société injuste et Révolution. Paris. Seuil, 1969. (Colloque de Venise).
302.
Violence and Morality. En «Solidarity». Philippines. M anila, V. i., jan u a ry (1976), 40-46.
303.
La vita sociale Morale e religiosa della città. E s tra tto dal Volum e «11 fenom eno Città nella vita e nella c u ltu ra d ’oggi». Sansoni. Fi renze, 1961. P ublicado en «Q uaderni San Giorgio», nn. 31-32 (1971), 143,157.
304.
L ’etica sociale e la funzione Morale dello Stato. E s tra tto de «H u m anitas». M orcelliana, pp. 346-358.
305.
Problème éthiques et m oraux dans la com m unication humaine. En «Econom ies et sociétés. La C om m unication II». Cahiers de L’I.S.E.A., T.V., n. 7, septem bre 1971. L ibrairie Droz. Cenève.
306.
The University Question in Spain. R eprinted from «Le dom aine h u m ain The H u m a n Context». (D er M ensch u n d seine W elt. Hom59
FELICIANO BLÁZQUEZ
b re y Sociedad. II m ondo vissuto dell'uom o». Voi III, η. 1. M arch 1971. C haucer Publishing CO.LTD. 13/14. C ork St. London. W ia 2AF. 307.
La morale dans civilisation de Vavenir. E n «Oú va la civilisation», pp. 143-157). R econtres In te rn , de Genèe. Eds. De La Baconniére. N euchâtel, 1971.
308.
Le problèm e universitaire en Espagne. C hancer Publishing. Vol. 3 (pp. 91-108). London, 1971.
309.
A h m o kp a tia kai koyatoypa (pp. 105-109). En «Egoynh. Tim h Teyjoys». M artios, 1972, Apk. 10.
310.
To H p o b a h m a the A H m o k p a tia s (pp. 304-310). E n «Egoynh». Iognios, 1972.
311.
Spanisches über Interesse haben u n d Interessant Sein. E n «Doku m ente» 4/29 Jahr-D ezem ber (1973), 286-283. Verlag-Köln.
312.
Fredom, S y m b o ls and Com m unication (pp. 11-21). «Annals» (of the A m erican Academy of Political and Social Science). M arch, 1974.
313.
Les intellectuels caiholiques en Espagne. «Concilium », 101 (1975), 85-91. E ste artículo, com o todos los publicados en «Concilium», a p a rece, a la vez, en castellano, holandés, francés, inglés, italiano y po rtugués; en los archivos de A ranguren hay sep aratas en los citados idiom as.
314.
La non-participation des jeunes aux responsabilités dans l’Eglise. «Concilium», 106 (197583-91); texto en italiano, p ortugués, inglés, holandés y castellano.
315.
Theologie et théatre chez Tirso de Molina. «Concilium», 115 (1976), 91-100. Adem ás de a p arecer en los idiom as a n te rio rm e n te citados, hay ex tracto en italian o e inglés.
316.
Für eine H u m anierung der S ta d t (pp. 121-140). E n «Adieu ih r S tä d te!». H erder. M ünchen, 1977.
Un film sobre Aranguren 317.
60
Se tra ta de un film d ans la sèrie Un certain regard. José Luis A ran guren. ORTF. 6 avril 1972.
JOSÉ LUIS ARANG UREN :
CUATRO ETAPAS DE U N A AVENTURA INTELECTUAL
De 1980 a 1984 Desde 1986, A ranguren ha seguido p a rticip a n d o en coloquios, sim posios nacionales e internacionales, ha pro n u n ciad o num erosas confe rencias — la m ayor p a rte de ellas, com o se verá, han sido p u b licad as— , h a prologado m últiples libros y coloborado h a b itu a lm e n te en la prensa, sobre todo en E l País. Libros de nueva creación no ha publicado; sin em bargo, han a p a re cido dos nuevas obras, prologadas o a n o tad as p o r él. 1.
Libros
318.
Propuestas morales. Tecnos, 1983, 119 p.; 2.a ed., 1984, 135 p. Es reedición, p u esta al día bajo nuevo títu lo , de Lo que sabe m os de moral. M adrid. G regorio del Toro, 1967; 3.a ed., 1973. Lleva u n a in tro d u cció n de Feliciano Blázquez sobre Introducción al pen sam iento ético de Aranguren; un Prólogo de 1983, del m ism o A ran guren y un Anexo de 1983: N uevos enfoques de la moralidad, de A ranguren tam bién. E n la segunda edición añade un Anexo de 1984: la situación de los valores morales (pp. 121-135).
319.
El buen talante. M adrid , Tecnocos, 1985, 123 p. Se com pone de cinco ensayos: Sobre el buen talante, p u b lica do en «C uadernos H ispanoam ericanos» (M adrid), 10 (1949), 31-50, p o ste rio rm en te refundido en el libro Catolicismo y protestantis m o com o form as de existencia. El oficio del moralista, aparecido en «Papeles de Son A rm adans», 10 (1949), 31-50; La experiencia de la vida, en «E xperiencia de la vida». M adrid. Alianza, 1966; se gunda ed., 1969; Etica de la penuria, en «Revista de O ccidente (M a drid), (1986), 19-25, septiem bre, 1983. H ay u n a Presentación de Feliciano Blázquez (pp. 9-15) y una Introducción de A ranguren (pp. 17-20), en la que hace u n a breve rele ctu ra de los citados ensayos.
2. 320.
Ensayos Revisión de la moral en la sociedad actual. «V erdad y Vida». X X X V III, 151 (1980), 275-280. 61
FELICIANO BLAZOUEZ
321.
Autobiografía. «Triunfo». XXXV, 6.a época, n. 13, noviem bre (1981), 49-59.
322.
Reflexiones impúdicas sobre uno m ism o. «S eparata», 5,6. P rim a vera. Sevila (1981), 51-53.
323.
La estructura del futuro. En «E xpectativa sobre el futuro». M a drid. R evista de la Cruz R oja E spañola, 1968, pp. 11-20.
324.
Ecologismo. «Mayo» (M adrid). M arzo 1983.
325.
Qué cabe esperar de la universidad. «M irador» (M adrid), 3 enero 1983.
326.
Un m odelo profètico postsecular. «Misión abierta» (M adrid), 1 (1983), 86-93.
327.
Comunidad, lenguaje y uso litúrgico del euskera. «Arbor», CXIV, 445 (1983), 59-69.
328.
La palabra de Marta Zambrano. «C uadernos H ispanoam ericanos» (H om enaje a M aría Z am brano). 413, noviem bre (1984), 21-24.
3.
Obras en colaboración
329.
Larra. En «Poem as y ensayos p a ra un hom enaje». S ep arata, 1976, pp. 17-35.
330.
Nuevas bases de la independencia del intectual (pp. 63-69). En «Nuevos aspectos de la vida intelectual». M adrid. In st. Nac. de P rospectiva, 1978, 71 p.
331.
Por la normalización lingüística de Cataluña. G eneralitat. D irec ción general de política lingüística. D ep artam en t de c u ltu ra i Mitjan s de Com unicació, 1981, 29 p.
332.
La ju v e n tu d de cerca (pp. 18-26). En «La ju v en tu d , de cerca». B a r
333.
celona. Laia, 1982. Sociedad violenta y franciscanismo (pp. 275-279). En «San F ra n cisco de Asís y n u e stro tiem po». M adrid. Cisneros, 1982, 335 p.
334.
62
Etica y com unidades adultas (pp. 81-130). En «C om unidades so ciales adultas» (S. G iner y otros). M adrid. Ed. M ezquita, 1983, 235 p.
JOSÉ LUIS AR A N G U R EN : CUATRO ETAPAS DE UNA AVENTURA INTELECTUAL
P resen ta el libro Josep M aría F orcada Casanovás. Siguen tex tos de Alfredo Rubio, Salvador Giner, José Jim énez Lozano, A ran guren, Vicente T orralba, Augusto C oram inas y Josep M aría Loza no Soler. 335.
La moral social en la sociedad cibernética (p o stin d u stria l). En «Filosofía, Sociedades e Incom unicación» (pp. 25-33). M urcia. Uni versidad de M urcia, 1983, 373 p.
336.
E sta ola de erotism o que nos invade. Mesa redonda. Casa M uni cipal de la C ultura, 1983, 226 p.
337.
La ética de la sociedad ante la ancianidad (pp. 113-132), seguido de am plio coloquio. En «La ancianidad, nueva e tap a creadora». B arcelona. E d im u tra , 1984, 121 p. Textos ofrecidos en las cu a tro jo rn a d a s in terd iscip lin ares sobre «La ancianidad, nueva etap a creadora», organizadas po r el A m bito de Investigación y Difusión M aría Corral.
338.
Filosofía y poesía (pp. 111-122). «El pen sam ien to de M aría Zam brano». M adrid. Zyx-Zero, 1984, 150 p.
339.
Aportación de Ortega al pensam iento liberal (pp. 9-25). En «Ho m enaje a O rtega ν Gasset». M adrid. Federación de los Clubs libe rales, 1984, 79 p.
340.
La ju v e n tu d europea a lo largo de cuarenta años. En «Papers»i (B arcelona), 1985. E ste núm ero es de hom enaje al pro feso r A ranguren.
341.
Visión general de la cultura española, 1971-1981. Texto original de 40 páginas, que aparece en «Das N euartige A kustische B ucherleb nis. U nser Ja h rh u n d e rt in W ort, Bild u n d Ton». B ertelsm an n Lexikothek. Z eitgeschichte. Lesen-Sehen-H ören. 1985.
342.
Los valores éticos en la nueva sociedad democrática. M adrid. In s tituo Fe y S ecularidad-Fundación F. E b ert, 1985, 211 p. Se recogen las 19 ponencias y com unicaciones p resen tad as al sim posio sobre los valores éticos en la nueva sociedad d em o cráti ca, celebrado en M adrid (m ayo 1984). C olaboran, e n tre otro s, y adem ás de A ranguren: G ilberto G utiérrez, V icente Donoso, M a nuel Jim énez R edondo, Amelia V alcárcel, Javier S ádaba, etc. 63
FELICIANO BLÁZQUEZ
4.
Prólogos
343.
M artínez H ernández, E.: Fragmentos a una guía poética de Perusa. Ed. Porziuncola, 1969, 53 p.
344.
O bra colectiva: Transparencies (P hilosophical E ssays in H o n o r of F e rra te r M ora). H um anities Press. A tlantic H ighlands (USA), 1981, 235 p.
345.
E quipos S /F : La pareja hoy. M adrid. ASETES, 1981, 311 p.
346.
M ontes, S.: Estética y comunicación. M adrid. L atina U niversita ria, 1981, 126 p.
347.
M erino, J. A.: Antropología filosófica. M adrid. Reus, 1981, 360 p.
348.
Pascal, B.: Obras. M adrid. A lfaguara, 1981, 836 p.
349.
Hei'zog, W.: Spanien. V erlag Z ürich, 1982, 255 p.
350.
F errer, E.: Comunicación y comunicología. M adrid. Eufe, 1982, 120 p.
351.
Bouza, F.: Procedim ientos retóricos del cartel. M adrid. CIS, 1983, 180 p.
352.
S. A gustín: Confesiones. B arcelona-M adrid. B ruguera, 1974.
353.
Reid, R.: Marie Curie. B arcelona. S albat, 1984, 279 p.
354.
B eristain, A.: Derecho penal y criminología. M adrid. Tecnos, 1985, 248 p.
5.
Homenajes
345. El 18 de diciem bre de 1984 se le rin d ió un ho m en aje público con m otivo de la aparición del n úm ero 1 de la Revista del conocimiento, pu blicada p o r el C entro de E studios y D ifusión de los D erechos del H om bre, en el seno de la Cruz R oja E spañola. Se tra ta de un núm ero m onográfico sobre La violencia y la ética y va dedicado, así reza en la p o rta d a — , Al Profesor José Luis López Aranguren. Don P edro Lain E ntralgo, acom pañado de F ernando S avater, Carlos París, A lfredo F ierro, Jorge Lozano y Rafael González Más, p resen tó , en el Círculo de Bellas Artes, de M adrid, el n úm ero 1 de la rev ista y ofreció 64
JOSÉ LUIS ARAN G U R EN :
CUATRO ETAPAS DE U N A AVENTURA INTELECTUAL
el hom enaje público a A ranguren. H ablaron, a continuación, los m iem bros de la m esa; y cerró el acto el p ro fe so r A ranguren. El periódico Liberación (m artes, 18 de diciem bre de 1984), com en tando el hom enaje público a A ranguren, tra n sc rib ía estas p a la b ras del profesor: «En lo que a m í puedan referirse, no m e g u stan los h o m en a jes, au nque m enos aún, m ucho m enos, m e g u stan los ho n o res y conde coraciones, las presidencias ν las academ ias.» Y, h ab lan d o de sí, a fir ma: «sí, soy reservado, m e g u sta m ás escuchar que h a b la r y, de p a la b ra oral, com o no sea forzado a decirlo en público, nu n ca digo m ucho. Y, a veces, m e distancio. Pero que no soy d ista n te ... Soy tam b ién in d ep en diente, sí, p o r m odo de ser y p o r elección, pues a m i oficio com pete la función crítica; crític a de todo y, p o r tan to , tam b ién de esta dem ocracia, bu en a o m ala, en todo caso la única que tenem os. ¿Es m ejorable? Como todo... Sigo pensando que la m oral está a b ie rta n ecesariam ente a la tra s cendencia. E stoy em pleando la p a la b ra en sentido próxim o al de Ja s pers, tra íd o a este volum en de la m ano de Octavio Uña.» E n el volum en-hom enaje colaboran con estudios, m ay o ritariam en tc en torn o a la o b ra aranguneana, Rafael González Más, A lfredo Fierro, E n riq u e Bonete Perales, Carlos P arís, Jorge Lozano, F ern an d o Savater, Jav ier S ádaba, M aría Z am brano, Juan Rof C arballo, Gonzalo M artínezFresneda, F rancisco Calvo S erraller, José E n riq u e Rodríguez-Ibáñez, Oc tavio Uña Juárez, José Luis Abellán, E n riq u e T ierno Galván, José O rte ga S p o tto rn o , Jav ier del Amo, M ario M ínguez, Luis C rem ades y Leopol do Alas.
BIBLIOGRAFIA SOBRE ARANGUREN La influencia del p ensam iento de A ranguren sobre las jóvenes gene raciones, no sólo de E spaña, sino tam bién del e x tra n je ro , es p aten te. E m piezan a realizarse tesis doctorales y M em oria de licen ciatu ra sobre los nervios fu n d am en tales de investigación ético-política. Tal vez las p a la b ras que reflejan m ejo r la p erso n alid ad y el m agiste rio del p ro feso r A ranguren sean las que aparecen en Teoría y realidad (B arcelona. Ariel, 1976) —am plio m anojo de ensayos dedicados al m aes tro p o r sus discípulos, con ocasión de su sesenta cum pleaños— , que di cen: «Querem os resa lta r· el aspecto que consideram os decisivo de esta 65
FELICIANO BLAZQUEZ
influencia intelectual sobre los que un día fuim os sus discípulos y ahora nos h o n ram o s con su am istad. A ranguren b rin d ó siem pre toda com pren sión y estim uló a cuantos nos acercam os a él desolados a n te la im po sibilidad de e n c o n tra r en el m edio español establecido un m arco en que d e sa rro lla r las in quietudes que nos m ovían, anim ándonos a a h o n d a r c rí ticam ente en n u e stra s p a rticu la re s inclinaciones teoréticas, ya fuesen de índole filosófica, sociológica o política, y estuviesen guiadas p o r enfoques analíticos, dialécticos o de cualquier o tra índole. A ranguren no in te n ta b a m odelarlos según sus opiniones y convicciones personales, sino que ale n tab a n u e stro s propios esfuerzos p o r ver claro, d esarro llan d o así una lab o r v erd ad eram en te socrática, p o r desgracia tan infrecuente en tre n o s otro s. Sin esta lib eralid ad ideológica de A ranguren no h u b iera n sido posibles m uchos de estos ensayos, ni, en general, el signo p lu ra lista que ha in sp irad o su recopilación en u n a E sp añ a donde todavía siguen do m in an d o con fuerza las rígidas ortodoxias de todo tipo». Tesis d o cto ral 1.
Dona-Fologo, D.: Le m oralism e politique de José Luis Aranguren, 1976. Univ. de Toulouse. UER d ’ètudes philosophiques et poiitiques, 332 p. D irector: Alain Guy. Tesina
2.
M oreno O rtega, R.: La función del intelectual en la sociedad. Apro xim ación al pensam iento de Aranguren. 1978, 136 p. U niversidad Pontificia de Com illas. In stitu to S u p erio r de Ciencias M orales. Di recto r: Alfonso A. C uadrón. Nota: E n riq u e B onete Perales tra b a ja en estos m om entos so b re el p ensam iento ético de A ranguren. De su investigación se ofre ce, en e sta bibliografía, un am plio artículo. Será su tesis doctoral en filosofía que le dirige el p ro fe so r Álvarez Turienzo. L ibros y artícu lo s Sin fecha y anónim o
3.
Los nuevos liberales. (Florilegio de in ideario político), 141 p.' Panfleto anónim o, sin pie de im prenta, ni editorial, que se abre
66
JOSÉ LUIS AR A N G U R EN :
CUATRO ETAPAS DE U N A AVENTURA INTELECTUAL
con un Aviso ¡muy importante!: «En la edición de este libro se han «om itido p o r olvido» esos pequeños trá m ites b u ro crático s que n u estro s lectores so b rad am en te conocen.» Se seleccionan fragm en tos de viejos artícu lo s de R idruejo, Lain, Santiago M ontero Díaz, A ranguren, José A ntonio M aravall y Antonio Tovar. El capítulo 4 e stá dedicado a Aranguren o el paternalism o político (pp. 87-97). 1947 4.
Ceñal, R.: Filosofía española contem poránea. «Sofía», 15 (1947), 143-168. 1948
5.
Lain E ntralgo, P.: Vestigios. Ensayos de crítica y amistad. M a drid. E pasa, 1948.
6.
M arías, J.: La filosofía española actual. B uenos Aires. Espasa-Calpe, 194 p.; 3.a ed., 1956; 4.a ed., 1963. 1949
7.
Anceschi, L.: La filosofia. d ’Eugenio d ’Ors. «La Fiera L etteraria» (R om a). G ennaio 9 y 16 (1949). E xtenso y elogioso com entario al libro de A ranguren sobre Eugenio d'O rs. Anceschi acab ab a de p u b lic a r o tro libro sobre d ’Ors, del que A ranguren m anifestò que le g u stab a m ás que el suyo (cf. M em orias y esperanzas españolas. M adrid. T aurus, 1969, p. 59). 1953
8.
Arias P rada, A.: ¡No más callar! La H abana, 5 de agosto, 1953. P anfleto ignom inioso y confuso del je s u íta Arias Prada.
9.
G ranero, Jesús M.: El talante religioso del protestantism o. «Razón y Fe» (M adrid), t. 148, nn. 666-667 (1953), 71-78.
10.
G uerrero, E.: Catolicismo y protestantism o com o form as de exis tencia. «Razón y Fe», t. 147, n. 665 (1953), 630-634. A rtículos críticos, desde una p erspectiva «tradicional», al libro de A ranguren sobre Catolicismo y Protestantism o com o fo rm a s cie existencia. S obre el tem a, Cf. Conversaciones con... Aranguren. Feliciano Blázquez). M adrid. Paulinas, 1976, pp. 19-20. 67
FELICIANO BLAZQUEZ
11.
G utiérrez G irardot, R.: E n torno a tres españoles. «G uadalupe» M adrid, 1 (1963), 22-29. Los tre s españoles a los que se refiere el a u to r son: Zubiri, R osales y A ranguren.
12.
R idruejo, D.: Conciencia integradora de una generación. «Revista», 1953; in serto en E n algunas ocasiones. Crónicas y comentarios (1945-1956). M adrid. Aguilar, 1960.
13.
Torre, G. De: Hacia una reconquista de la libertad intelectual. «La Torre» (P u erto Rico), I, 3 (1953). 1954
14.
M uñoz Alonso, A.: Valores filosóficos del catolicismo. B arcelona. Flors, 194 p.
15.
Roig G ironella, I.: Aranguren, diálogo imposible. «Ateneo» (M a drid), V, 63, 1954. E xtensa crítica del je su íta Roig G ironella dos años después de h a b e r aparecido Catolicismo y P rotestantism o como form as de existencia. A ranguren responde tam bién am pliam ente; am bos a r tículos aparecen en el citado núm ero de «Ateneo», co rresp o n d ien te al 1 de agosto de 1954. 1955
16. Alvarez de M., A.: Un nuevo libro de José Luis Aranguren. «Cua dernos H ispanoam ericanos» (M adrid), 62 (1955), 259-261. 17. Gom is, J.: Catolicismo día tras día o el am or a la verdad. Ciervo» (B arcelona), 53, 1955. 18.
«El
M arías, J.: Filosofía actual y existencialismo en España. M adrid. «R evista de O ccidente», 1955.
19. R am írez, S.: Filosofía y filología. «Arbor», 119, 1955. 1956 19 bis. G uerrero, E.: Crítica e hipercrítica del catolicismo español. «Razón y Fe», 695, 1956. 68
JOSÉ LUIS ARA N G U R EN :
CUATRO ETAPAS DE U N A AVENTURA INTELECTUAL
20.
Corzo, J. M.: Hipercrítica, talante y desorientación en tres críticas. « E sp iritu alid ad seglar» (M adrid), III, m ayo, n. 37, 1956.
21.
Guy, A.: Les philosophes espagnoles d ’hier et d'a u jo u rd ’hui. P ri vat, 1956. E poques et a u teu rs, 509 p.; Textes choisis, 300 p.
22.
Pacios, A.: El talante intelectual de Aranguren. «Punta E uropa» (M adrid), 1 (1956), 101-121.
23.
R icart T orrens, J.: E n torno a Aranguren y la autocrítica. B arce lona. «C ristiandad», 141 p. P rologado p o r el entonces obispo de Segorbe, después Arzo bispo de T arragona, M ons. P ont i Gol, llevaba una fra n ja que re zaba: Anticlericalismo día tras día. No pasa de ser u n panfleto, recopilación de textos del capuchino Severo de M ontsonís, P. P a cios, etc., ju n to a p asto rales de m etro p o litan o s españoles, algunos textos p o n tificio s... en los que se habla de los deberes de los intelectuales. 1958
24.
M añach, J.: E l intelectual: un co m p ro m etid o social. «Diario de la M arina» (Cuba), 14-XII-1958.
25.
Ram írez, S.: ¿Un orteguism o católico? Diálogo am istoso con tres epígonos de Ortega: españoles, intelectuales y católicos. S alam an ca. I. C alatrava, 259 p. El libro es resp u esta al opúsculo de A ran guren: La ética de Ortega («Taurus», 1958) y al a rtícu lo de Pedro Lain Los católicos y Ortega: («C uadernos H ispanoam ericanos», 101, m ayo, 1958); am bos eran, a su vez, resp u e sta al libro del P. R am írez: La filosofía de Ortega y Gasset. Salam anca, 1958. Al libro de ¿Un orteguism o católico? contestó Ju lián M arías con El lugar del peligro (M adrid. «Taurus», 1958); y, todavía, el do m inico P. R am írez respondió con un te rc e r libro: La zona de la seguridad. S alam anca. Convento de San E steban, 1959, y llevaba com o sub títu lo : «R encontre» con el ú ltim o epígono de O rtega. A A ranguren dedica las páginas 220-259. 1959
26.
M arkett, O.: Un tratado de ética nuevo. «V erdad y Vida», 67 (1959), 543-552. 69
FELICIANO BLAZQUEZ
27.
M uñoz Alonso, A.: Las grandes corrientes del pensam iento con temporáneo. M adrid. «G uadarram a», 439 p.
28.
Tielm es, J. F.: La «Etica» de Aranguren. «P unta E uropa» (Ma drid), enero (1959, 106-109. 1960
29.
M añach, J.: Visitas españolas. M adrid. «Revista de Occidente», 374 p. D edicadas a A ranguren las pp. 287-300.
30.
M arías, J.: La situación actual de la inteligencia en España. «Cua dernos del Congreso p o r la lib ertad de la cu ltu ra» (P arís), 45, 1960.
31.
R idruejo, D.: En algunas ocasiones. Crónicas y com entarios (19451956). M adrid. Aguilar, 1960. 1961
32.
Guy, A.: La théorie du «talante» chez J- L. L. Aranguren. Dans «La n a tu re hum aine». Paris. PUF (pp. 292 296). Acts. Cong. M ontpe llier, 1961.
33.
M artínez Gómez, L.: Bibliografía filosófica española e hispano americana (1940-1958). B arcelona. J. Flors.
34.
M arrero, V.: La guerra española y el trust de cerebros. M adrid. «P unta E uropa». El a u to r critica con a c ritu d el «liberalism o» de A ranguren, Lain, Tovar, R idruejo, M arías, Conde, etc. 1962
35.
Mallo, J.: La discusión entre católicos sobre la filosofía de Ortega. «C uadernos A m ericanos», 2 (1962), 157-166. 1963
36.
Díaz, E.: Etica social en el pensam iento de Aranguren. «Revista de E stu d io s Políticos», 127, enero-m arzo (1963), 200-221. C oncienzudo com entario a los libros de A ranguren La ju v e n tu d europea y otros ensayos y Etica social y función m oral del Estado. E ste ú ltim o texto, editado p o r la U niversidad de La Laguna, res-
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JOSÉ LUIS ARANG UREN :
CUATRO
ETAPAS DE UNA AVENTURA INTELECTUAL
ponde a u n a conferencia p ro n u n ciad a p o r el p ro fe so r A ranguren en el Ateneo de La Laguna en 1962. 37.
Izquierdo O rtega, J.: La filosofía española en los últim os años. «C uadernos A m ericanos», CXXVI, enero-febrero (1963), 140-161.
38.
Gallego, V.: Prensa y m edios de información. «R evista de Occi dente», 8-9 (1963), 291-302. 1964
39. Fernández de la M ora, G.: Pensamiento español 1963. M adrid. Rialp, 1964 (A ranguren: pp. 87-91). 40. L linares, J. A.: E tica y política de José Luis L. Aranguren. « E stu dios Filosóficos», 32 (1964), 139-154. 41. M arrero, V.: La consolidación política. Teoría de una posibilidad española. M adrid. «P unta E uropa», 1964. 42.
Paris, C.: La filosofía española en los ú ltim os cincuenta años. «C uadernos p ara el Diálogo», 9, junio (1964), 6-7.
43.
V ilar, S.: Manifiesto sobre arte y libertad. E ncuesta entre intelec tuales y artistas españoles. B arcelona. F ontanella, 1964. 1965
44.
45.
Fernández de la M ora, G.: Pensamiento español 1964. M adrid. Rialp, 1965. 1966 A guirre, J.: La libertad religiosa en José Luis Aranguren. «Cua dernos p a ra el Diálogo», 30 (1966), 31-32.
46.
Fernández de la M ora, G.: Pensamiento español 1965. M adrid. Rialp, 1966 (A ranguren: pp. 98-107).
47.
G racia, Feo.: Recuerdo del profesor Aranguren. «C uadernos para el Diálogo», 31 (1966), 28-29.
48.
Guy, A.: Los filósofos españoles de ayer y de hoy. B uenos Aires. L osada, 344 p. (A ranguren: pp. 313-314).
49.
K ourim , Z.: J. L. Aranguren. Etica y política (pp. 728-732). Filosofick Casopis» (Ceskoslow enka), A kadem ie. Ved. 5, 1966, 71
FELICIANO BLÁZQUEZ
50.
Lain E ntralgo, P.: Aranguren humanista. «C uadernos p a ra el Diá logo», 31 (1966), 27-28.
51.
M aravall, J. A.: Aranguren, conciencia del presente. «C uadernos p a ra el Diálogo», 31 (1966), 33.
52.
M uguerza, J.: E n torno a la «Etica» de Aranguren. «C uadernos p a ra el Diálogo», 31 (1966), 30-31. 1967
53.
C arpintero, H.: Cinco aventuras españolas. M adrid. «Revista de Occidente», 245 p. Se tra ta de F rancisco Ayala, P edro Lain E ntralgo, José Luis A ranguren, José F e rra te r M ora y Ju lián M arías. El capítulo dedi cado a A ranguren dice: Aranguren: ¡a visión de un moralista (pp. 109-151).
54.
Fernández de la M ora, G.: Pensamiento español 1966. M adrid. Rialp, 1967 (A ranguren: pp. 322-330).
55.
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Vázquez, A.: Quién es quién en la Iglesia española. M adrid. PPC, 1979, 341 p, 1980
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Un ensayo o un juego en torno a “Il nome della rosa” de Umberto Eco Angel TEJER O «L’im p o rta n te è fare le cose con gusto»
I Lo que hay que hacer I. § R esulta desafiante in te n ta r c o n stru ir un texto sobre o tro texto. Pero situ a rse en el eje del dilem a lector-escritor y p re te n d e r su p erarlo en la difícil sincronía de un ensayo, es u n atrev im ien to al que no todos están dispuestos. E stas páginas van a ser un conato o un libre experim ento literario , que no crítico. Nos dejarem os llevar de la m ism a escritu ra, pues todo texto tiende a p rolongarse com o texto desde su m ism a u rd im b re natal. ¿A qué texto nos referim os? No vale un texto cualquiera, ha de ser un texto litera rio y, adem ás, del presen te cu ltu ral. ¿Sólo eso? T am bién, en este m ercado del libro, hem os de elegir un texto que nos haya im p actad o especialm ente. Sin em bargo, antes de ser lectores hem os sido consum idores de libros, com o nos lo h a sugerido la p u b licid ad de las listas de bestsellers. Al ser un poco exigentes seleccionam os n u e stra s preferencias, aunque el tiem po no consienta la realización de todos n ues tros gustos. N u estra n a tu ra l inclinación nos lleva hacia la n a rra tiv a , m ien tras sim p atías personales nos acercan a lo latino; y de todos es conocida la inflacción de títulos sajones. Y d en tro de lo extraño lo m ás próxim o es R e li g i ó n y C u l t u r a X X X I (1986) 79-100 79
ANGEL TEJERO
lo italiano. ¿Qué lecto r de estas cara c te rístic a s no ha d isfru ta d o con A lberto M oravia, Carlo Livi, L eonardo Sascia o Ita lo Calvino? La n a rra tiv a italian a actual tam bién está presen te en los gustos del lector español. G uiados de las preferencias personales, del in terés de los c ríti cos y de las ventas, elegim os el texto de U m berto Eco II n om e della rosa p a ra iniciar el diálogo (1). Y ah o ra ¿qué harem os? El experim ento de s itu a r esta gothic novel en el contexto de la com unicación teórica con su au to r. En o tra s palab ras, dejarem os que el m ism o U m berto Eco se explique. Porque el a u to r de n u estro texto es un p e rso n a je atipico, escribe sobre lite ra tu ra , pero ésta es su p rim e ra experiencia literaria. A lo largo de estas páginas se en tab la una com unicación com pleta, donde existe u n em isor (U. Eco), un código de signos (texto de la n o vela) y un receptos (lector). El sab er quién es el em isor, cóimo piensa y qué hace, tiene su relevancia p a ra la com unicación (2. §), au nque lo im p o rta n te del experim ento com unicativo sea el texto de la novela p ri m ero (3. §) y de los resta n te s textos de Eco después (6. §). De este m odo, poi' n u e stra p arte, intentam os co m p ren d er el m ensaje que se (1) P a ra fa c ilita r la le c tu ra del p re se n te texto ad e la n tam o s la b ib lio g rafía u ti lizada. 1. E scrito s de U m b erto Eco: 1962, Opera aperta, M ilano 1980, I II ed.; 1964, Apocalittici e integrati, M ilano; 1968, La s tr u ttu r a assente, M ilano; 1971, Le [orm e del contenuto, M ilano; 1973a, Il segno; 1973b, Il B eato di Liebana, M ilano, tr. pare, ca ste lla n a en Los C uadernos del N o rte 14 (1982) 2-20; 1975, T rata tto di sem iotica generale, M ilano 1982, V II ed., 1976 A T heory of semiotics, In d ian a; 1977, Com e si fa una tesi di laurea, M ilano, 1981, V ed.; 1978, Il su p e ru o m o di masa, M ilano; 1979, Lector in fabula. La cooperazione interpretativa nei testi narrativi, M ilano; 1980, Il n o m e della rosa, M ilano, tr. ca ste lla n a R. P o c h ta r en B arcelona, 1983, I I I ed.; 1982, Che cosa fanno oggi i filosofi, en co lab o ració n , M ilano, pp. 5-8, 137-158; 1983a, Postille a II no m e della rosa, A lfabeta 49 (ju n io 1983), luego en Mi lano 1984, tr. caste lla n a de R. P o ch tar, B arcelo n a 1984; 1983b, S ette anni di desi derio. Cronache 1977-1983, M ilano; (Luis P an co rb o ) E ntrevista a U m b erto Eco, El País. L ibros, 6 m ayo 1982, p. 3. La ed ito rial Lum en (B arcelo n a) h a tra d u c id o al castellan o algunas de sus o b ras ad em ás de las ya in d icad as: Apocalípticos e integrados, La estructura ausente, T ratado de sem iótica general, Lector in fabula; y la e d ito ria l Ariel (B arcelo n a) lo ha hecho de Obra abierta.—2. E scrito s so b re U m b e rto E co citados: M aría del C arm en Boves N aves, Teorías literarias ele U m berto Eco, Los C uadernos del N o rte 14 (1982) 32-41; Jo rg e Lozano, U m berto Eco: la m irada s e m ió tic a , Los C uadernos del N orte 14 (1982) 46-49; Luis P ancorbo, El laberinto novelístico de U m berto Eco, El País. Libros, 8 m arzo 1981; C ristin a Peña-M arín, Las m e ta m o rfo sis de U m berto Eco, Los C uad ern o s del N o rte 14 (1982) 42-45. nuel Sito Alba, El n o m b re de la rosa, Los C uadernos del N o rte 14 (1982) 42-45. 3. O tras o b ras citad a s: J. A. Diez B orque (dir.), M étodos de estudio de la obra literaria, M adrid 1985; Siegfried I. S chm idt, Teoría del Texto. Problem as de una lingüística de la com unicación verbal, tr. M aría Luz A rrióla λ1 S. C rass, M ad rid 1977 (M ünchen 1973); Cesase Segre, Principios de análisis del texto literario, tr. M. P ard o de S an tay an a, B arcelona 1985 (M ilano 1985). 80
UN ENSAYO O UN JUEGO EN TORNO A «IL NOM E DELLA ROSA» DE UMBERTO ECO
nos envía, o sea, in te rp re ta m o s las disto rsio n es y plan team o s las conje tu ra s m ás convincentes (4. §). Tam bién, com o pide to d a reflexión, deli m itam os el alcance m etó d ico de n u e stra em presa (5. §). Y, p o r fin, tra s d iseñar el sistem a de códigos de signos d en tro del que se debe en te n d er el texto de la novela, abogam os po r u n a conclusión a b ie rta (7. §). Ello se debe al c a rá c te r m ism o del tra b a jo . Porque, com o com o dice el p ropio Eco, « d e sarro llar un p ro b lem a no quiere decir resolverlo; puede significar sólo clarificar los térm inos p a ra p o sib ilitar u n a discusión m ás profunda» (2). El p ro b lem a o cuestión, que no alcanza el rango de tesis, es que p a rece posible y tam bién p e rtin en te p a ra la com prensión de II n om e della rosa s itu a r su texto en las teorías (m etatextuales) de U m berto Eco. Con esto no se p rete n d e m ás que d a r los datos del problem a, a v e n tu ra r al guna h ipótesis y co m p ro b ar la viabilidad del proyecto. E ntonces, pode m os calificar estas páginas com o d ato s previos, ap u n tes o p ropedéutica. Sólo p a ra acercarnos a u n a cuestión, quizá no m uy relevante p a ra la crítica literaria: ¿por qué y p a ra qué escribió U m berto Eco, el sem iótico, una novela? 2. § Lo p rim e ro que hay que h a c er es sab er quién es y qué hace Um b erto Eco. Nació el 5 de enero de 1932 en A lessandria. En 1954 ya está d o cto rad o en filosofía con una tesis sobre Tom ás de Aquino (3). A p a rtir de 1961 es libero docente de estética, y desde 1975 cate d rá tic o de se m iótica en la facu ltad de L etras y Filosofía de B olonia. Y, ¿qué hace? E nseñar, investigar, escribir, d irigir la cu ltu ra. La docencia, siem pre so bre tem as relativos a la sem iótica y a la estética, le h a llevado p o r todos los rincones del m undo. H a im p a rtid o cursos en la New Y ork U niversi ty (1969), en U niversidades arg en tin as (1976), en la N o rth w e ste rn Uni versity (1972), en Yale U niversity (1977), y en C olum bia U niversity (1978). Sus investigaciones y sus libros se en c u en tra n tam bién en dichos cam pos, la estética y la sem iótica y en u n am plio tra b a jo in te rd isc ip lin a r que a b arca la lingüística, la sem iótica m edieval aplicada y la filosofía de la cu ltu ra. Y su e scritu ra, incansable, le lleva casi a d iario al periódi(2) U m berto Eco, 1962, p. 1. C itaré las o b ra s de U. Eco desde los textos ita lianos (salvo la novela y las Apostillas, que lo se rá n desde la trad u c ció n ca stellan a), indicando sólo el año y las páginas. Las trad u c cio n e s se rá n m ías. (3) Se tr a ta de II p ro b le m a estetico in San T o m m a so , p u b licad o en 1956 en T urin. E n él se d estac a la relevancia que desde sus p rim e ro s estu d io s tiene p a ra U. Eco la E d ad M edia y la estética. 81
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co, sem analm erite a la revista de actu alid ad y co n tin u am en te al texto de los libros (4). Tam bién, com o infatigable intelectual, dirige revistas, p resid e congresos, fu n d a in stitu to s cu ltu rales, colabora en radio y en televisión (5). Tiene, com o todos, sus m aestros: Luciano Berio, lingüista y fonòlo go, M aderna, Boulez y S tockhausen en el a rte de la m úsica y el sonido, Luigi Pareyson en la estética y la filosofía, e n tre o tro s (6). E n realidad, son m uchas las líneas que se cruzan en su pensam iento: la filosofía de N ietzsche y de H eidegger, la lite ra tu ra m edieval y del presen te siglo, y la sem iótica de M orris y Peirce. E sto le convierte en lo m ás parecido a un enciclopedista. Los dem ás le ven de m uy diversas form as: com o un in telectu al de van g u ard ia — de hecho lo fue en ¡os p rim ero s sesenta en Ita lia — , com o un p olem ista y crítico de arte, com o h om bre enciclopédi co que tiende a grandes síntesis — en el cam po sem iótico al m enos— , com o u n dissenter o heterodoxo — desde su m ism a term inología de «Apo calípticos» e «Integrados»— , com o un m ero pro feso r de sem iótica que h a ten id o éxito literario , com o un filósofo, aunque fru stra d o —p orque asim ila sem iótica y filosofía (7). Sus o bras llegan a los especialistas y a la gran m asa cu ltu ral. Se hacen técnicas en los tra ta d o s de sem iótica y divulgativas en los textos críticos sobre el a rte y la cu ltu ra. U m berto Eco sosprendió p o r p rim e ra vez con Opera aperta (1962) al p o n er en en tredicho la c rític a lite ra ria en vigor: la am bigüedad in u n d a la obra de a rte y p erm ite m ú ltiples re creaciones de la m ism a; el a rte no se agota en ninguna visión p ersonal del m undo. Con esta afirm ación, recogida de M erleau-Ponty, se autodefine en la escena artístic a : existe una estrech a dialéctica e n tre el espec tad o r 3' el actor, e n tre el lecto r y el au to r. Eco se e n fre n ta a la acción teó rica con u n a «gran cap acid ad de m etam orfosis» que le p erm ite desem pe(4) E scrib e en periódicos com o La Reppublica, !l Corriere della Sera, en re v istas de a c tu a lid a d com o L'Espresso, The T h im e s Literary S u p p le m e n t, Verri, en rev istas especializadas com o Rivista di Estetica, Quindici, V ersus (de la que es fu n d a d o r en 1971) y Alfabeta. (5) A ctualm ente dirige la rev ista V ersus y el In s titu to p a ra la C om unicación y el E sp ectácu lo de B olonia, es se c re ta rio general de la In te rn a tio n a l A ssociation fo r S em iotics S tudies, ν ha tra b a ja d o en la RAI y en em iso ras p riv ad as de rad io y televisión. (6) Cf. U m b erto Eco, 1962, pp. V -V lll y 14, donde cu e n ta sus p rim e ro s pasos p o r el m undo de la cu ltu ra. (7) Dice ex p re sam e n te en la E n tre vista citad a: «Tal vez la filosofía no sea m á s que u n a fo rm a de m ira r el m undo. Y tal vez la sem ió tica sea algo parecido». 82
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ñ a r su papel «con la n a tu ra lid a d del autom atism o». O tro ejem plo lo tene m os en la co n trap o sició n e n tre «apocalípticos e integrados» (8) com o reacciones antagónicas fre n te a los m edios de com unicación de m asas. Eco perso n alm en te es élite cu ltu ral y deg u stad o r m asificado, y sabe u n ir gusto refinado a cotilleo sobre la ú ltim a estre lla de tu rn o n . Y, sin e m b a r go, no es ni lo uno ni lo otro, ni tam poco un h íb rid o de am bos, p o rq u e la pasióin siem pre a flo r de piel le im pone definirse, E sta capacidad de cam bio y a d ap tab ilid ad , com o cie rta in satisfac ción, explicaría el escándalo que producen sus escritos y la m u ltitu d de fobias y filias que suscitan. ¿Cómo si no se puede ser academ icista rig u roso y antiacadem icista, crítico y divulgador? «Eco es, desm esu rad am en te, el au tén tico escrito r, el custodio de sus radicales m etam orfosis», si nos atenem os a la definición de Elias C anetti p a ra el e scrito r (9). 3. § U m berto Eco es e sc rito r y nos ha n a rra d o u n a h isto ria II nome della rosa (10). T om am os la novela en n u e stra s m anos, leem os, y a la distan cia de un tiem po p rudencial, realizam os una doble opración: a ni vel de superficie y a nivel de pro fu n d id ad . De o tra form a, prim ero des cribim os lo que aparece a los ojos de un lector avisado y o b servador — la inform ación que da el p e rio d ista — y, en segundo lugar, aplicam os el ojo de la crítica — la crónica periodística. La sim plicidad del esquem a res ponde a la estrateg ia del ensayo y así procedem os a n u e stro com etido. El lector medio deja el escrito con u n a b u en a im presión, sintiendo que se ha divertido y gozado del texlo. Las seiscientas páginas —q ui nientas en el original— han pasado com o un largo sueño de verano. La disculpa del m an u scrito le ha hecho navegar sobre el filo de la h isto ria y la fan ta sía d u ran te un buen m ontón de horas. La división de los ca pítulos según las h o ras canónicas del rezo del Oficio Divino a lo largo (8) E stos térm in o s responden al título de un escrito de U. Eco p u b licad o en 1964. (9) Como señala C ristin a Peña-M arín en el art. cit., p. 81. E n este escrito se p re te n d e d e m o stra r que U. Eco es tin e s c rito r ν cre a d o r d esde la fó rm u la de E lias C anetti. (10) La novela se publicó p o r p rim e ra vez en M ilán (E d. B o m p ian i) en 1980. H a tenido m uchas ediciones en ita lia n o y en las d istin ta s lenguas a las qu e ha sido tra d u c id a (castellan o , inglés, fran cés, p o rtu g u és, serb o -cro ata). Los d ato s p re cisos de su gestación y las v icisitudes de su n acim ien to ap a rece n en las Apostillas, en la tr. ca ste lla n a, pp. 9-26. E n enero de 1985 llevaba 10 ediciones en ca stellan o ν m ás de 100 sem an as de p erm a n en c ia en los p rim e ro s p u esto s de las listas de bestsellers. 83
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de siete días le hacen p e n sar en u n a a rq u ite c tu ra perfecta, dem asiado p a ra no ser artificial. ¿No es to d a co n stru cció n a rq u itec tó n ic a o b ra del ingenio hum ano? La h isto ria no es m uy com plicada. Una a b ad ía bene dictin a del siglo XIV en la que o c u rre de todo, a p a rtir de la e scritu ra p a ra d ó jic a de U m berto Eco: el odio se en tre v era con el am or, la m ística con la pasión carnal, la in trig a y el m isterio con la candidez y la evidencia. El p retexto, siem pre falso, de que se pro d u cen siete hom ici dios en siete días pone en m arc h a a los p erso n ajes y la tra m a de la narració n . Los p ro ta g o n ista s, Adso de Melk, el retro sp ectiv o n a rra d o r, y Gui llerm o de B askerville, el in telectu al am igo de Occam y M arsilio de P a dua, son los que tra ta n de deshacer el m isterio de las m u ertes. O tros p erso n ajes m enores, ingredientes del texto, revolotean en to rn o a la ac ción. Ju a n de B urgos, el ciego que ve en la oscuridad, U bertino, Salva tore, el Abad, etc. El m isterio se e n c u en tra en el lab erin to que gu ard a los libros de la m e jo r biblioteca de la época. El secreto del lab erin to se esconde e n tre sus libros y sus m u ro s envuelto en sím bolos y ap o calipsis m edievales. Sólo puede ser develado p o r u n a m en te que esté convencida de que 'la verdad de los signos es la única cosa de que dis pone el ho m b re p a ra o rie n tarse en el m u n d o ’ (11). La biblioteca es el eje de la h isto ria y de la n arració n . La disculpa de un libro buscado — el segundo de la Poética de A ristóteles— p erm ite el acceso de los p ro ta g onistas a las in tim id ad es de la T orre del L aberinto. P or lo dem ás, el texto del rela to es p ródigo en referencias a o tro s textos del m om ento: órdenes arq u itectó n ico s, libros sobre h ierb as y venenos, teología y fi losofía, etc. Todos estos ingredientes, perfectam en te ensam blados, hacen de la novela un can d id ato al éxito litera rio , incluso a los ojos del crítico m ás exigente. Las observaciones a n te rio re s resu lta n ingenuas p a ra la agude za del recensor crítico. E ste h a b la de novela gótica, de crónica m edieval, de novela policíaca, de rela to ideológico, de alegoría n a rra tiv a y de «ro m ance». Cada crítico da u n a justificación del texto: «Un no\?elón que tiene verdadero resuello n a rra tiv o ; im aginación en su ju s ta desm edida; co n tro l preciso de un m undo su p e rp u lu la n te de perso n ajes, ideas, ac ciones y, p a ra colm o, los signos de todo ello; u n a lím pida e scritu ra, u n a construcción ojival, y un h u m o r acham pañado, b u rb u je a n te , que igual (11) Así resu m e G uillerm o de B askerv ille p a ra Adso de M elk to d a la d o ctrin a del signo; cf. U m berto Eco, 1980, tr. ca ste lla n a pp. 30 45. 84
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m o ja a Occam y B acon (Rogelio), que a bocachescas h isto ria s de pede rastía s frailunas» (12). O tro dice: «Toda la tra m a arg u m en tal e stá con cebida d en tro de u n a e stru c tu ra de ta la n te policíaco... se tra ta de una n a rra c ió n críptica, en sus d istin to s niveles de lectura» (13). A p a rtir de estas dos versiones echam os u n a m irad a m ás p ro fu n d a sobre el c a rác ter policíaco del relato y sobre las posibles lectu ras del m ism o. Los argum entos del crítico p a ra m o stra r el paralelism o de II nom e della rosa con la m o d ern a novela policíaca son m últiples (14). G uiller m o y Adso serían H olm es y W atson. Su m odo de acercarse al m isterio está m uy próxim o al estilo p ro p u esto p o r A rth u r Conan Doley en sus narraciones. Incluso el parecido físico de los p erso n ajes en las dos n a rra tiv a s llam a la atención. E n su h a c er libros de libros, Eco h a tom ado no sólo rasgos de p erso n ajes y situaciones, sino incluso p á rra fo s com pleto s de los textos de Conan Doley. No p o r ello desm erece su n a rr a ción, sim plem ente se asim ila com o p o sm o d ern a (15). La acción de la novela de U m berto Eco, p o r o tra p a rte , se c e n tra en un lu g ar tópico p a ra este tipo de n a rra tiv a : u n a biblioteca. E n seguida se puede pen sa r en The B ody in the Lib rer y de A. C hristie, donde el cadáver a p a re ce en u n a biblioteca, o en La Biblioteca de Babel de J. L. Borges, donde las conexiones son m últiples. El n om bre m ism o de Jorge de B urgos, ciego y visionario, es u n a de ellas. La com paración de G uillerm o de B askerville con Jam es B ond, p o r o tra p arte, no p arece m uy a ju sta d a, com o tam poco lo es la n a rra tiv a de Eco y la de Ian Flem ing. E l italiano, com o latino, no es « n a rra d o r de consum o» a secas, sino defensor de o tra ideología, la de la alegría del vivir com o razón de la existencia. Por eso nos devuelve el m undo m edieval en fo rm a vivaz y am ena, pues no sólo lo recrea sino que nos lo restitu y e en su S itz im Leben. De aquí que, en el in tercam b io en tre pasado y presente, las B rigadas R ojas p u e den ser las sectas h eréticas, y R oberto de G ro ssatesta u n a especie de B ergson teñido de E instein. Todo esto hace de la novela de Eco se ria y en treten id a, p letò rica de hum or y prov o cad o ra p a ra el pensam iento m ás exigente. H em os visto u n a de las posibles lecturas de la novela. Todo texto (12) Luis P ancorbo, ari. eil., col. 2.a (13) M anuel S ito Alba, art. cit., p. 42. (14) E n el a rtíc u lo citad o a n te rio rm e n te se d e ja co n stan c ia de ello y se d an los d etatlles sobre las afirm acio n es que h are m o s en el texto. (15) Cf. U m berto Eco, 1983a, tra . castellan o , pp. 71 ss. 85
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literario , sin em bargo, es una ’obra a b ie rta ’ a m últiples in te rp re ta c io nes. Los lectores, los niveles n a rra tiv o s y el proceso cread o r (intención) p o sib ilitan dicha a p e rtu ra . Más adelante nos en co n trarem o s con otras versiones, que surgen desde esas tres instancias. Sin e n tra r p o r el m o m ento en m ayores com plejidades, entendem os las in te rp re ta c io n es a p a r tir de la diversidad de m étodos críticos de análisis, desde la p erspectiva en que es visto el texto (ideológica, científica o religiosa) y, en general, desde c u alq u ier tip o de d isto rsió n que obstaculice, filtre o tra n sfo rm e el proceso de com unicación establecido de an tem ano en tre el lecto r y el texto. La p erp lejid ad , m ezclada con el buen gusto y la diversión, es el es tado en que se queda el lecto r al final de II nom e della rosa. P a ra unos, lo im p o rta n te es d e ja rte llevar p o r el d isc u rrir am eno de la novela, in tro d u c irse en su tra m a y sus golpes de efecto, so b re sa lta rse con los enigm as, a c o m p añ ar las reflexiones teológicas o d isfru ta r le plaisir du texte (L ectura esteticista). O tros, m ás im pregnados de ideología, ven el texto com o un encu en tro a nivel político-m oral e n tre la to leran cia y el dogm atism o, com o un au téntico d ebate secular e n tre el p o d er y las heteropraxias. El lecto r tam b ién puede pensar, com o dice Eco, «que es una alegoría» (16), una alegoría aplicable com o constante: los m ilenaristas son los te rro rista s de hoy (apocalípticos), la Iglesia y los P rín ci pes, los siem pre vencedores, los que nunca pierden el poder, com o los políticos (integrados) (L ectura política). M uchas consonancias con el p a sado m edieval, siem pre vivo en la m ente de U m berto Eco, han llevado a o tro s a p en sar en una recreación h istó ric a su p erd o cu m en tad a del si glo XIV. Sin e n tra r en detalles, reconocernos hechos histó rico s revuel tos con exageraciones fan tásticas del n a rra d o r. A veces se hace difícil d iscern ir el sedim ento de la h isto ria en la tra m a del texto. Eco conoce m uy bien el M edievo, y reconoce h a b e r escrito una novela sobre esa época «porque a n u e stro tiem po lo conozco a través de la p a n ta lla tele visiva, m ie n tra s que del m edioevo poseo un conocim iento directo» (17). C ualquier lector advierte un hip errealism o que le tra n s p o rta a los si glos oscuros del nacim einto de la m od ern id ad (L ectura histórica). H ay quienes, p o r la p a te rn id a d del texto, han hecho u n a lectura se m iótica, com prendiendo la novela com o un m undo de signos que se des d ó ) E ntrevista, cit., col. 2.“ (17) Ibid., col 3.a R eco rd am o s ta m b ié n su tesis d o cto ral ν el tex to que elab o ró p a ra la ed. de F. Ricci de II B eato di Liébana (M ilano, 1973). 86
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cuelgan m ás allá de su m ism a eventualidad en u n a cadena in te rm in a ble de sugerencias y conocim ientos. No sólo es la presencia de Occam co n fab u lad o r de signos en tre los íilósofos tardom edievales, ni la inm e d iata in te rp re ta c ió n de las huellas de B runello sobre la nieve (18) o el p rocedim iento de signos que sigue G uillerm o en sus pesquisas sobre los hom icidios, sino la m ism a tex tu ra del texto, signos de signos, y el u n i verso que lo alberga. «Cuando no poseem os las cosas, usam os signos y signos de signos» (19), dice el de Baskerville. O tros, afincados en el ru e do crítico de las vanguardias, reconocen que el hecho de «un texto te jido a base de o tro s textos» es la clave in te rp re ta tiv a . El libro e stá p la gado de erudición y citas de au to res consagrados p o r la trad ició n y de anónim os alq u im istas o filósofos. E stos textos son los com ponentes de la novela de Eco. A veces es literal su aparición, a veces ad o rn an o contextualizan y, a veces, sólo form an p a rte de esa a rq u ite c tu ra de signos que es el Medievo descubierto p o r U m berto Eco (L ectura posm oderna) (20). Alguno ha hallad o la llave de la novela en el no resu elto lab erin to de la biblioteca (21). El m isterio se esconde e n tre los libros, en los an a queles de códices y pergam inos, en el arcano de estos restos del pasado que pueden convalidar cu alq u ier presente. La erudición se alia con la bú sq u ed a de la verdad y am bas con la p rag m ática investigación detectivesca. Eco no nos da la solución, no hubiese tenido sentido en tonces escrib ir la novela. Si m iram os al títu lo y a la rú b ric a del texto, II n om e della rosa y stat rosa pristina nom ine nom ina nuda tenemus, quizá sea posible c o n je tu ra r que la lectu ra sem iótica se concreta en el lab e rin to y la rosa (L ectura críptica). E n fin, digam os sólo que son p o sibles o tra s in terp retacio n es de la novela de U m berto Eco. P or ejem plo, la filosófica, entendiendo p o r filosofía lo que el alem án com prende p o r W eltanschauung, o la ideológica, si vem os ideología com o racionalización justificadora de intereses no m anifiestos.
(18) Cf. U m berto Eco, 1980, pp. 29-39. (19) Ibid., p. 38. (20) Cf., p o r ejem plo: el caso de las p isa d as del cab allo p re fe rid o d el abad, B runello, so b re la nieve h a sido to m a d o del te rc e r ca p ítu lo de Zadig d e V oltaire, q uien a su vez p a re c e h a b e rlo recib id o de leyendas o rien tales. (21 ) Así p are ce decirlo Luis P an co rb o en el art. cit., q u e es u n a recen sió n a la v ersió n original de la novela. 87
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I I Lo que habría que hacer 4. § Una vez hecho lo que h a b ía que hacer, debem os delinear al m e nos ’lo que h a b ría que hacer', aunque no lo vayam os a h a c er (22). De m om ento tenem os tin escrito r, el texto de u n a novela y m uchas in te r p retaciones (o postextos). E stam os, si se quiere, peor que al principio. ¿Qué podem os hacer? D ejarnos g u iar p o r el in stin to in q u isid o r de nues tra racionalidad. Preguntem os p rim e ro y aventurem os después. Igual te nem os fo rtu n a en este ab andono voluntario. S ituados ya en u n a segunda aproxim ación, p ero todavía en los u m b rales del terren o crítico, reconocem os la necesidad de la p reg u n ta co m o cicerone. ¿ In te rro g a r a quién y a qué? A Umberto Eco y a su texto in te rp re ta d o en varios postextos. In m ed iatam en te se nos o ru rrirá p re g u n ta r al a u to r sobre el m óvil que le im pulsó a v a ria r su cam ino o rd i nario, el ensayo teórico, e in iciar u n a nueva ru ta , la n a rra tiv a . Y, a con tinuación, le p ediríam os que explicase cóm o u n a creación que acoge ta n ta s com plejidades y niveles expresivos ha podido d a r lugar a ta n ta s co n je tu ra s y azarosas in terp retacio n es. Y, tam bién, le p reg u n ta ría m o s que qué hace un in telectual com o él, sem iótico y crítico, en u n m undo con éste de la n a rra tiv a , com o novelista. P orque, es evidente, su novela fue concebida desde el juego de la am bigüedad con vistas a d a r que h a b la r (polém ica) y a su g erir m uchas lectu ras (postextos). P or ello, bien se puede ver com o un experim ento conscientem ente planificado. Sea lo que fuere, U m berto Eco debería decirnos m ás del pretex to de su texto (n arrativ o ). Al texto de la novela se le p o d ría exprim ir a preg u n tas: ¿Por qué ta n ta s interp retacio n es? ¿Cuál de ella es la prin cip al y m ás a b arcad o ra? ¿Cuál es la que responde m e jo r a las preten sio n es de su au to r? ¿Sería posible u n a integración, no m eram en te p rag m ática o ecléctica, de las varias lecturas ofrecidas? ¿Es ta n ta la am bivalencia de esta novela que puede ser diáfana y opaca sim ultáneam ente, según que el lecto r se acer(22) S iguiendo la m ism a su g erencia de U m b erto Eco (1977, pp. 19-32), este p la n te a m ie n to así esbozado d a ría p a ra e s c rib ir u n lib ro o h a c e r u n a tesis acad é m ica. P ero n u e s tra em p re sa es m ucho m ás m o d esta. Sólo in te n ta m o s in d ic a r los p ro b lem as, su g e rir u n m étodo p a ra a b o rd a rlo s y tra z a r las líneas de u n a posible resp u e sta . 88
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que con u nas preten sio n en s u otras? ¿Existe el lector ideal, d e stin a ta rio del goce estético y ab ierto a ta n ta s posibilidades com prensivas? ¿Tan d iferente es el texto de esta novela de los o tro s textos n a rrativ o s? etc. C ualquiera p o d ría seguir fo rm u lan d o cuestiones. Lo im p o rta n te es h a b er captado el río p ro fu n d o que las sostiene a todas. Se nos p e rm ita a v e n tu ra r a continuación las c o n je tu ra s que p o d ría n ser verificadas u lte riorm ente. E stim am os que to d as las in terp retacio n es ofrecidas de II n om e della rosa g u ard an algún respeto com ún. Parece claro, en p rim e r térm ino, que se privilegia una perspectiva p a rtic u la r en cada u n a de ellas, pero sin excluir las dem ás. Sería posible, entonces, u n a integración no ex cluyem e de las v arias lectu ras, al m enos a nivel pro g ram ático . Y, en segundo térm ino, se observan u nas co nstantes e stru c tu ra le s que p o d ría m os resu m ir así: el texto de la novela aparece com o u n m undo tejid o a base de signos, que darían lugar a los niveles in te rp re ta tiv o s que, a su vez, su scitan las diversas lecturas; todo signo, de p o r sí, reclam a u n a interpretación, siem pre y cuando presupongam os u n a situación c o m u nicativa; to d a com unicación com pleta se establece a p a rtir de u n código, que da cohesión a los signos y com prende el texto y el m u tu o e n ten d i m iento e n tre em isor y receptor; y todo código de signos se in teg ra en un sistem a de códigos o lenguajes, com o lo es el n arrativ o . Pues bien, el m undo y la realid ad de U m berto Eco se h an hecho signo, com unicación y m ensaje en esta novela. De esta fo rm a es posible co m u n icar y expre sa r algo (ideas, co m p o rtam ien to s, m undos) que en o tro sistem a de có digos de signos no hubiese sido viable. H em os visto ya cóm o ha sido entendido su m ensaje, su código y su m undo. La p lu ra lid a d de co m p ren siones nos h a llevado a la c o n je tu ra y ésta, p o r su m ism a inercia, nos m an d a hacia las hipótesis. ¿Cuál es el «porqué» de u n a novela com o II n om e della rosa? Difí cil saberlo. Avanzam os algunas hipótesis, aquéllas que nos suenan a m ás probables. Se p o d ría tr a ta r de u n reto p erso n al del a u to r, acos tu m b ra d o a la crític a y a la lejan ía teórica, en un esfuerzo descentra d o r no h a b itu a l en él. Acaso p o d ría ser, tam bién, la superación del dilem a «o p a rla re del piacere che dà il testo o del perchè il testo può dare piacere» (23) p a ra a b an d o n arse al p u r plaisir du texte; o sea, es crib ir p o r escribir, p o r div ertirse y gozar. O tra explicación e s ta ría en (23)
U m b erto Eco, 1979, p. 11. 89
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razones sem ióticas. Eco q u e rría verificar sus tesis sobre el signo cons truyendo signos, códigos y sistem as p a ra estab lecer u n ám bito com uni cativo donde no hubiese ya cosas, sino sólo in terp retacio n es de cosas y signos. E sto olería a justificación teórica desde una praxis p aralela. Más aún, la novela p o d ría ser la m era com probación de la fó rm u la de Eco p a ra el best-seller, es decir, u n a cuestión económ ica: gastos en viajes y experiencias, y ganancias en dinero y prestigio. T am bién la re n ta b i lidad de la inversión debió p reo cu p ar al au to r. Llegados a este p u n to nos quedan dos cosas p o r h acer antes de c e rra r el ensayo: una, in tro d u c ir un m étodo de verificación de las con je tu ra s y, dos, d iseñar un m arco de referencia en el que sea posible la co n trastació n . Lo p rim e ro es ta re a del in té rp re te , y lo segundo, obra del m ism o texto. P or consiguiente, 'lo que h a b ría que h a c e r’, y que sólo vam os a esbozar, es clarificar estas posibilidades d en tro del pretexto y postextos de U m berto Eco. 5. § ¿Cómo resp o n d er, pues, a las cuestiones pendientes? ¿Qué ca m ino hem os de em p ren d er p a ra alcanzar n u e stro propósito? Lo que te nem os que estab lecer es un m étodo de tra b a jo y satisfacer la m odalidad de la p reg u n ta «¿cómo leer el texto de // n om e della rosa?». P reten d e m os co m p ren d er a U m berto Eco en el texto. El realidad, el a u to r ya ha explicado sus m óviles e intenciones (24) y, p o r tan to , no vam os a des c u b rir n a d a novedoso en este terren o . Lo que podem os hacer, sim plem en te, es in tro d u c ir el texto de su novela en el contexto teórico en que nació o sea, esclarecer el am biente n u tricio en que se gestó y creció, aunque no alcancem os a .p e n e tra r el proceso c re a d o r en su m ism a génesis. B us cam os un locus herm eneuticus válido. E sto quiere decir afincarse en el esquem a de la com unicación, porque, en definitiva, la « litera tu ra es una form a de com unicación». E n to d a com unicación intervienen tres factores: el em isor (au to r), el m en saje (texto) y el d e stin a ta rio (lector). Pues bien, querem os com p ren d e r el texto desde el em isor. Y la com plejidad del a su n to nos lleva a c o n sid e rar n u e stra s posibilidades en relación al texto y al lecto r y, en segundo lugar, a establecer las líneas de n u e stra em presa. En cuanto a lo p rim e ro podem os decir que toda in te rp re ta c ió n o lectu ra es un p ro ceso com unicativo com pleto. El terren o del in tercam b io es única y ex(24) 90
E n las Apostillas a El n o m b r e de la rosa, cit. 1983.
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elusivam ente el texto en cuestión. El lector es la fuerza m óvil de toda com prensión (sentido histórico). El a u to r, com o artífice de la com uni cación litera ria , desaparece en el intercam bio del texto. El lector, e n to n ces, se en cu en tra en un dilem a cuando m ira al texto: com prenderlo o m odificarlo. Cuando tiende hacia la com prensión tom a la a c titu d del crítico, que se diferencia de él «sólo p o r lo sistem ático de su aplicación, p o r la consciencia m etodológica y p o r el eventual com prom iso de co m u n icar a su vez, v erbalm ente o por escrito, las operaciones realizadas sobre el texto» (25). N u estra lectura se s itu a ría a m itad de cam ino en tre la com prensión del sim ple lector y la recensión del crítico. Como no es el m om ento de c o n stru ir una «Teoría del texto» (26) ni tam poco una «teoría sobre crítica literaria» (27), b aste decir que texto es p a ra los estudiosos m uchas cosas, desde 'una sucesión fija de signifi cados gráficos’ h a sta ’un gran enunciado com plejo, oral o e sc rito ’ (28). Poco im p o rta, pues todos sabem os a qué nos referim os cuando de cim os «el texto de U m berto Eco». En cu an to a la crítica litera ria , cuyo objetivo «es d escu b rir el significado de la o b ra lite ra ria en el co n ju n to de las actividades del hom bre, y qué significado puede ten e r un texto determ inado» (29), decim os algo parecido: no es n u e stra intención afi liarnos a ningún m odelo de crítica litera ria , aunque com ulguem os con los objetivos de to d a crítica, sin ser tan estricto s. N uestro esfuerzo se queda en la m era conjetura. N o es que no p rete n d am o s ser críticos,, es que no podem os e sta r afincados en un te rrito rio al que no hem os que rido viajar. Lo cual no significa, p o r lo dem ás, que en n u e stra p ro p u es ta no haya concordancias con las ú ltim as m odas de la c rítica literaria: la h isto ric ista , que en cu en tra el significado en las circu n stan cias h is tóricas, la e s tru c tu ra lista , que sitú a el significado en la fo rm alid ad es tru c tu ra l, o el N e w Criticism, que pone la im p o rta n c ia in te rp re ta tiv a en e¡ lec to r y hace el significado polivalente. (25) C esare Segre, op. cil., p. 17. (26) U na teoría del texto al estilo de la de S. J. S ch m id t en su Teoría del texto, cit. o de la o b ra de T eun A. van D ijk, Texto y co ntexto (Sem ántica y präg* m àlica del discurso), M adrid 1980, tr. de J. D om ingo M ovano, su p e ra n con creces el m a rc o de n u e s tro ensayo. (27) Lo ú ltim o y m ás sistem ático , p o r no d ecir lo m ejo r, ap a recid o en c a ste llano y hecho en su m ay o r p a rte p o r españoles, es la o b ra d irig id a p o r J.A. Diez B orque, M étodos de estudio de la obra literaria, M adrid, 1985. S ería p ro lijo e in te r m inable h a c e r uso de los m uchos m étodos y p ro p u e sta s de estu d io crítico del texto lite ra rio q u e aparecen en él. (28) V er C esare Segre, op. cit., pp. 36-99. (29) M.- del C arinen liobes N aves, art. cil., p. 32. 91
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El caso es que tam poco querem os o rie n tarn o s hacia las viejas h e r m enéuticas ro m án ticas, en las que el significado es en cu en tra en la m ens auctoris. Es falaz ir m ás allá del texto a b u sc ar algo que sólo él nos p u e de p ro p o rc io n a r (30). Con estas precauciones, n u e stra h e rm e n éu tica sería co n jetura], m etatex tu al y de síntom as. «C onjetural», po rq u e no expre saría m ás que la p ro p u e sta (precrítica) de un p lan de tra b a jo a realizar, p ero que de hecho no vam os a e je c u ta r aquí, con lo cual la co n je tu ra m etodológica no p o d rá ser verificada. «M etatextual», p o rq u e se tra ta ría de h acer un texto sobre o tro texto (a nivel em pírico y a nivel significa tivo) y de c o n stru ir u n a teo ría sobre o tra teo ría (a nivel teórico); es de cir, de hacer u n a sem iótica de la sem iótica n a rra tiv a de U m berto Eco, un experim ento circu lar en el que el texto se autoexplicaría a sí m ism o. Y «de síntom as», p o rq u e con ella no se h a ría decir al texto sólo lo que dice o quiere decir, sino tam bién lo que parece que dice c o n tra sus in tenciones. Y si se llam a «de síntom as» es «en la m edida en que, en un m ism o m ovim iento, ella descubre lo que se esconde en el texto que lee y contem p o rán eam en te lo correlaciona a otro texto p resen te com o ausen cia necesaria del prim ero» (31). B uscaríam os, pues, el pretex to del texto y no sólo el antetexto. De alguna fo rm a se tra ta r ía de in v e rtir el proceso creativo del a u to r, pero sin salim o s del texto. P o r eso, la cuestión sería co m p ren d er el texto de la novela desde los textos, previos y po sterio res, del m ism o a rtífice de la novela. Si bien, reconocem os la au to n o m ía de todo texto con relación a su p ro g en ito r u n a vez que e n tra en el m ercado de lo público. P or tan to , el locus herm eneuticus que p roponem os es el m undo teórico y textual de U m berto Eco. E n c a ja r y a ju s ta r la u rd im b re del texto de la novela en su contexto n a tu ra l, en los p retex to s y en los postextos de su creador. ¿Cómo realizar este proyecto en concreto? P o r cu an to la sin to n ía del a rte y la estética, y de la sem iótica y la com unicación, son los p ilares del m undo teórico de U m berto Eco, hem os de s itu a r la a rq u ite c tu ra sem ió tica de sus textos so b re dichos terren o s (6. §). E sto nos p e rm itiría com p re n d e r a Eco desde Eco, al a u to r desde el texto que le convierte en creador. Las estrateg ias concretas de esta lim itación m etódica deb erían ir ap a reciendo p a u latin am en te. No seguim os m ás allá. Sólo preten d íam o s in(30) Un buen estu d io al resp ecto es el de G ianni V attim o , Scheleierm acher, filosofo dell'interpretazione, M ilano 1968, esp ecialm en te pp. 198-227. (31) Louis A lthusser, Leggere II Capitale, M ilano 1976, II ed., p. 29. 92
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dicar u nas p au tas, no d e te rm in a r un m étodo crítico. C ontinuam os, pues, trazan d o el m arco referencial d en tro del que se deberían p o d e r aplicar dichas líneas m etódicas. ¿En qué «texto» se in tro d u ce el texto de II nom e della rosa? 6. § La lim itación del espacio sólo nos p e rm ite tra z a r las grandes líneas del texto que está construyendo U m berto Eco. En el m ism o, se gún lo previsto (5. §), se deberían co m p ren d er y co m p reh en d er las con jetu ras, las hipótesis y las p reg u n tas antes esbozadas (4.§). Nos situ a m os ya en la estim ativ a de Eco: la relación p o lar y c o n tra sta n te de su perso n a y sus escritos. De un lado está el signo, la n atu raleza, el texto, la obra, la realidad, y de otro, la sem iótica, la c u ltu ra, la lectura, la a p e r tu ra , la in te rp re ta c ió n (la teoría). Ello nos m ueve a tr a ta r en paralelo lo que hay y lo que se dice, si bien am bos fo rm an las dos caras de la m ism a m oneda, la visión sem iótica del m undo y de la rea lid a d (32). «El ho m b re es u n anim al que u sa signos p ro p iam en te, po rq u e nu n ca tiene el contacto, la posesión total de las cosas, se le escapa siem pre el m u n do, y sólo lo conoce a través de esos diafragm as. O sea, precisam ente porque el h om bre no es Dios, no es om nipotente, debe u sa r los signos, po rq u e es el único m odo p a ra p o d er dom inar, aunque sea de lejos, aunque sea de un m odo im preciso, las cosas que se le escapan y que, antes de los signos, incluso ignora cóm o son» (33). El m undo del hom bre, oscilante en tre n a tu ra le z a y c u ltu ra, está p la gado de signos. La e stru c tu ra del signo (significante-significado) refleja la m ism a dualidad. P ara el h om bre no hay cosas, no existe lo n a tu ra l, lo m acizo y opaco, lo en sí, sino sólo la diferencia, el su stitu to , la in te rp re tación, la c u ltu ra. Lo que llam am os «cosa» no es m ás que un signo o su stitu to significante de otro en u n a d eterm in ad a c u ltu ra o sistem a de códigos de signos. Los sistem as de signos preceden a la realidad, po rq u e el ho m b re es un «anim al sim bólico» (Cassirer) que produce y co m p ren de sólo en la dim ensión sem iótica (34). P or ello, vivim os en un m undo ab ierto , donde las cosas se nos ofrecen in te rp re ta d a s, las entidades com prendidas, los sucesos leídos, lo que hay (significantes) entendido (sig(32) Como se ad v ierte en el Trai tato di semiotica generale (1975) al d ividir la te o ría de los sistem as de significación en teorías de los códigos y teo ría de la p ro d ucción de los signos. (33) Entrevista, cil., col. 4.“ (34) Cf. Jorge L o/ano, art. cil., pp. 46-49. En este a rtíc u lo se en tro n c a la teoría de Eco con la trad ició n sem iótica. 93
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nificados) previam ente, pero en la relatividad p ro p ia de lo hum ano. «Es que yo d iría que to d a la c u ltu ra de n u e stro tiem po es m ás o m enos di rectam ente sem iótica... P or eso yo ah o ra reencuentro m i vocación ini cial de filósofo y voy a indagar las fundaciones filosóficas de los con ceptos sem ióticos» (35). El s u stra to de la teo ría sem iótica y lite ra ria de U m berto Eco, pues, tiene m ucho de visión del m undo y, po r ende, de filosófico. La realid ad es que vivim os inm ersos en un universo sinfónico y cali doscópico, donde sonidos, tonos, m atices, colores, form as y c ro m a tis m os reclam an n u e stra atención y n u e stra acción. E sta m ultip licid ad in gente de signos ya está com prendida, po rq u e form a p a rte de un código o sistem a de signos con u n a e stru c tu ra in te rn a p ro p ia (sintaxis) que tie ne que ver con los objetos (sem ánticos) y con el h om bre que los crea al com prenderlos y m an ipularlos (p rag m ática y poyética). La sinfonía, en cuanto c o n ju n to coherente y arm ónico, refleja bien la atm ó sfera cu ltu ral en la que nos m ovem os. E sta atm ó sfera significativa en sus p ro ce sos co n stituyentes y en sus e stru c tu ra s com prensivas es la sem iótica, que contem pla la sucesión signos-códigos-sistem as-lenguaje. Un tipo de lenguaje es el arte , y d en tro de éste se halla la lite ra tu ra (narrativa), m undo de signos al que pertenece II nom e della rosa. E ste esquem a no es a rb itra rio , com o tam poco es g ra tu ita la reco n stru cció n del edificio m ental de U m berto Eco que hem os realizado. La c u ltu ra en su globalidad puede ser m irad a entonces, sub specte semiotica. E sto no quiere decir que reduzcam os la vida m aterial a p u ros acontecim ientos m entales ni que todo lo cu ltu ral sea «sólo» com u nicación y significación. Q uiere decir, m ás bien, que «la c u ltu ra en su con ju n to puede ser co m prendida m ejo r si se la a b o rd a desde u n p u n to de vista sem iótico» (36). ¿Cuál es este p u n to de vista? La sem ió tica que tra ta de d a r cuenta «de las posibilidades teóricas y las funcio nes sociales de todo fenóm eno de significación y /o com unicación» (37). E n cuanto teo ría o estudio general que explica todo en térm inos de sis tem as subyacentes relativos a uno o m ás códigos, la sem iótica abarca una teo ría de los códigos y una teoría de la producción de signos o crea ción de lenguajes. E ste p ro g ram a lo inicia U m berto Eco con La struttura assente, donde tra ta de ver los «fenóm enos de c u ltu ra com o hechos de (35) (36) (37) 94
[.¡ntrevista, cit., coi. 5.'’ U m b erto Eco, 1975, p. 42. [bid., p. 13.
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com unicación», es deci)', en v irtu d de qué «los m ensajes singulares se o r ganizan y se hacen com prensibles en referencia a los códigos» (38). En especia], aquí se detiene en las form as visivas. La sem iótica, entonces, e stu d ia «todos los fenóm enos culturales com o si fu eran sistem as de sig nos» (39), y con ello «nos m u estra en el universo de los signos el univer so de las ideologías que se reflejan en los m odos com unicativos p reco n s tituidos» (40). Con este plan team ien to radical de la c u ltu ra, Eco rechaza positivam ente el em pleo de la lingüística com o clave universal p a ra toda in te rp re ta c ió n de signos (41). Su o b ra puede ser co n sid erad a com o una a u té n tic a «crítica de la razón sem iótica». S obre el signo escribe U m berto Eco en 1973 una o b ra que h a tenido una am plia difusión (42). Sólo el ho m b re es capaz de signos, p o rq u e «se tiene un signo cuando po r convención p relim in ar cu alq u ier señal es e sta blecida por un código com o significante de un significado» (43). Un código es un sistem a de significación, y «todo proceso de com unicación entre seres h u m an o s... presupone un sistem a de significación com o condición necesaria propia» (44). Y los d istin to s códigos se co nstituyen según sis tem as o lenguajes (45) que, a su vez, se m aterializan en textos descifrables po r un lector (46). El a rte es un lenguaje, y la o b ra de a rte un texto com puesto de signos. Así es la lite ra tu ra . E n tra m o s en la teoría litera ria de Eco (47). Aquí nos im p o rta el papel del lector en el proceso de la com unicación literaria. Desde Opera aperta a Lector in fabula U m berto Eco ha p lan teado el problem a, ha buscado soluciones teóricas y h a p u esto en p rác tica sus principios. El p roblem a es sab er cóm o se pro d u ce la com uni cación a rtístic a en lite ra tu ra y, sin salirse de los lím ites del texto, id en ti ficar los indicios que p erm iten la lib e rta d de in te rp re ta c ió n del lec to r (48). La solución no está en el form alism o e stru c tu ra lista , am plia(38) U m b erto Eco, 1968, p. 7. (39) Ibici, p. 15. (40) Ibid., p. 10. (41) Conf. ibid., pp. 105-188. (42) Se tr a ta de II segno, M ilano (M ondaduri) 1973. H ay trad u cció n ca ste lla n a en B arcelona (Labor). (43) Ibid., p. 140. (44) U m b erto Eco, 1975, p. 20. S u b ray ad o en el original. (45) Cf. U m b erto Eco, 1968, pp. 391-4Ì2, po r ejem plo. (46) La te o ría de la «com m unicazione scgnica» en U m b erto Eco, 1975, pp. 47-69; y su aplicación al texto literario en U m berto Eco, 1979, pp. 27-49. (47) Cf. al respecto M.“ del C arm en Bobos Naves, art. cil., pp. 32-41. (48) Ibid., p. 35. 95
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m en te criticad o p o r Eco (49), pues no ad m ite la posib ilid ad de u n a «obra a rtístic a abierta», ni en el h istoricism o, ni siq u iera en el N e w Criticism. Aún reconociendo unos lím ites ideológicos, cognoscitivos y tem porales a la o b ra de arte, no se p o d ría im pedir la in te rp re ta c ió n m últiples, piensa Eco. Pero, ¿qué entiende él p o r «obra de a rte abierta?». La obra de a rte tiene au to n o m ía no sólo ontològica, sino tam b ién in te rp re ta tiv a (50): p o rq u e «el arte, en cuanto e s tru c tu ra c ió n de form as, tiene m odos propios de h a b la r sobre el m undo y sobre el hom bre»; p o r eso se convierte en «un texto que sus d e stin a ta rio s a d a p ta n , p a ra sa tisfa cer Alarios tipos de actos com unicativos en diferentes circu n stan cias h is tó ricas y psicológicas» (51). Pero es «un m ensaje fu n d am en talm en te am biguo, u n a p lu ra lid a d de significados que conviven en u n solo significan te» (52). El calificativo abierta hace alusión, precisam ente, a este c arác te r am biguo de to d a o b ra (de arte). Obra abierta, pues, no es u n a fó rm u la axiol,ógica, ni u n a categoría crítica, sino «un m odelo hipotético» (53). ¿Cómo funciona la «obra abierta» en el esquem a de la com unicación literaria? E n la relación e n tre a u to r (producción) y lector (goce o fru i ción), la o b ra de a rte es u n a fo rm a conseguida, «un todo orgánico que nace de la fusión de varios niveles de experiencia a n te rio r (ideas, em o ciones, disposiciones p a ra o b rar, m aterias, m ódulos de organización, tem ás, argum entos, estilem as p refijad o s y actos de invención)» (54). P ara Eco es m ucho m ás im p o rta n te el papel del lector que el del escrito r, cosa que algún crítico no ha aceptado, ya que sólo el a u to r crea, m ie n tra s que el lector com enta, critica o recrea (55). A p esar de ello, en su ú ltim a sobre el argum ento, Lector in fabula, Eco se reafirm a en la lib e rta d de la ac tividad in te rp re ta tiv a p o r p a rte de cualquier lector o crítico. Y es que la in stan cia in te rp re ta tiv a se constituye com o dialéctica e n tre fo rm a y a p e rtu ra a nivel de m ensaje, y fidelidad e iniciativa a nivel del d esti n atario . ¿Qué papel juegan el texto y el lector en la teo ría sem iótica? En el trián g u lo básico de la com unicación (em isor-m ensaje-receptor), cuando es (49) Cf. U m b erto Eco, 1968, pp. 251-360. (50) Cf. U m b erto Eco, 1962, p. 8. (51) Ibid., p. 6. (52) Ibid., p. 16. Cf. so b re la am b ig ü ed ad del te x to /m e n sa je estético , 1968, pp. 61-72, ν 1975, pp. 329-332. (53) Cf. U m b erto Eco, 1962, p. 19. (54) Ibid., p. 21. (55) Cf. M.·’ del C arm en Bobes N aves, art. cit., p. 38. 96
UN ENSAYO O UN JUEGO EN TORNO A «IL NOM E DELLA ROSA» DE UMBERTO ECO
litera ria , intervienen o tro s dos elem entos: el «in terp retan te» , que es lo que sugiere el significado en el rec e p to r y p ro p o rc io n a el m arco de la de codificación del m ensaje; y el ground o aspecto del o b jeto al que se refiere el em isor al codificar un m en saje (56). Ni el p rim ero ni el segundo tie nen po r qué coincidir con el o b jeto o el significado, au nque sean rea li dades m entales. El m ensaje litera rio se unifica en un texto que refleja el ground del a u to r y guía hacia un sentido el in te rp re ta n te del lector. Pero aquí surge la variable m ás im p o rtan te: la lite ra tu ra u sa un sistem a se m iotico concreto, el lenguaje n a tu ra l. De este m odo, el m ensaje litera rio tiene que unificar en la expresión sus diversos niveles (e stru c tu ra s n a rra tiv a s, actanciales, ideológicas y discursivas) y acogerse a la e s tru c tu ra referencial de dicho lenguaje, con su valor social y su p rag m á tic a del sentido. Así, p o r ejem plo, en u n a novela se co n ju g an dos códigos semióticos: el lenguaje n a tu ra l y la n a rra tiv a literaria. El texto litera rio , pues, «es un p ro d u cto cuya su erte in te rp re ta tiv a debe fo rm a r p a rte del propio m ecanism o generativo» (57). E ntonces, todo e n tra m a d o de signos, e stru c turas, niveles y m odelos que in teg ran el texto litera rio está pidiendo en su u n id ad sem iótica un rec e p to r ideal, lo que Eco denom ina «lector m o delo» (58). E sta p o d ría ser o tra hipótesis in te rp re ta tiv a de la novela. La m u lti plicidad de lecturas se ju stificaría p o r el hecho de que el código del a u to r, com o su ground, no coinciden necesariam ente con el de los ledoo sus in te rp re ta n te s. El texto, a p esar de e sta r fijado en las e s tru c tu ra s n a rra tiv a s, queda p en etrad o de elem entos no expresados que se van ac tualizando a m edida que avanza la lectura. La com petencia del lector señala una in terp retació n de lo dicho y sugerido en el texto, p ero nunca todas las lecturas a g o ta rán el texto. La a p e rtu ra a nuevas in te rp re ta c io nes está g aran tizad a p o r el m ism o texto y la lib e rta d del lecto r au m en ta a m edida que avanza la lectu ra y la com unicación. «El a u to r va su scitan do actitu d es en el lector, y éste construye h isto ria s posibles con los datos de que dispone en cada m om ento, y va c o n tra sta n d o sus p ro p ias cons trucciones con la que el a u to r le propone, haciendo que el m en saje se enriquezca p o r renuncia o co n traste, y se haga polivalente no ya en la in te rp re ta c ió n final, sino en cada m om ento de la lectura» (59). E sto es lo (56) Cf. U m berto Eco, 1979, pp. 27-50. (57) Ibid., p. 54. Subra}'ado en el original. Cf. ta m b ié n 1975, pp. 328-343. (58) Cf. U m berto Eco, 1979, pp. 56-66. (59) M." del C arm en Bobes N aves, art. cit., p. 41.Sigo este a rt. en esta ú ltim a p a rte del ensayo. 97
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que hem os experim entado todos cuando deslizábam os n u e stra im agina ción p o r los pasillos m edievales que nos sugería la novela de U m berto Eco.
III Para terminar 7. § ¿Qué hem os conseguido después de dar ta n ta s vueltas en torn o a U m berto Eco y sus textos? ¿M erecía la pena esta inversión de tiem po? S ería p resu n tu o so p o r n u e stra p a rte creer que hem os d em ostrado algo; a lo sum o, hem os llegado a m o stra r u n a situación y algún cam ino de sali da. El tra b a jo h a q u ed ad o en m era p ro p u esta y reclam a un u lte rio r des arro llo . H em os co n stru id o la e s tru c tu ra del edificio, pero aún resta su re vestim iento y todos los detalles. A p a rtir de un texto, Il nom e della rosa, hem os trazad o o tro texto, este ensayo, en el lenguaje del prim ero, con texto, p a ra d escu b rir su p retexto; es decir, hem os in te n ta d o u n a co m p ro bación (p o sterio r) de lo previo (an te rio r). De esta fo rm a no se c e rra ría el círculo herm enéutico de la lectura, sino que perm an ecería ab ierto a m úl tiples sugerencias. ¿Qué hem os hecho, entonces? Sim plem ente ju g a r y d isfru ta r con el juego. ¿Qué m otivo si no p o d ría h abernos im pulsado a volver a decir lo que ya e sta b a dicho? ¿No hem os dicho realm ente lo que ya sabíam os? Aún en este caso no hubiese sido baldío el esfuerzo. Al m enos habrem os hecho m ás conscientes el p ro p io conocim iento y el p ro p io p rejuicio. A p e sar de no decir n a d a nuevo, los textos nunca se rep iten en su radical a p e rtu ra y am bigüedad, siem p re siguen ab ierto s. Leer un texto es in te r p reta rlo , es decir, rec re arlo y hacerlo de uno m ism o. E ste 'hacerlo de u n o ’ h a sido el juego de n u e stro ensayo, com o el hacerse p resen tid o de la novela de Eco. Y es que lo « im p o rtan te es h a c er las cosas con gusto» (60). Quizá la p o stu ra a d o p ta d a y los resu ltad o s previstos puedan ap arecer triviales, pero no p o r ello dejan de ser gratificantes. Podem os decir que hem os buscado en el texto al a u to r com o hipótesis in te rp re ta tiv a , ya que todos vivim os en algún m udo fab ricad o p o r hom bres y signos. Nos hem os com unicado con u n a h u m an id ad hecha texto, p o rq u e «vale la pena reflexionar sobre la m etáfo ra del m undo com o texto; si el texto es una (60) 98
U m b erto Eco, 1977, p. 237.
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v irtu a lid ad a través de la cual se revelen aspectos del m undo, o m undos posibles, puede así re su lta r a tra ctiv a la idea de siste m a tiz a r n u estro s conocim ientos del m undo en un gran tex to...» (61). E sto es lo que p reten d im o s al m ira r hacia e sta novela y hacia su au to r; y es que «la configuración del A utor M odelo depende de huellas textuales, pero pone en juego el universo de lo que e stá d e trá s del texto, d e trá s del d e stin a ta rio o pro b ab lem en te delante del texto y del proceso de cooperación (en el sentido de que depende de la preg u n ta: ¿qué quie ro h a c er de este texto?)» (62). Sin em bargo, U m berto Eco, de fo rm a in o p in ad a e n tre los n a rra d o re s, ha explicado el m undo intencional, referencial y sem iótico que hizo m a d u ra r la creación de un texto com o el de Il nom e della rosa. Se tra ta de las Postille a II n om e della rosa (63). Con ellas h a in te n ta d o resp o n d e r a las m uchas p reg u n tas y sugerencias reci bidas a lo largo de tres años sobre su novela. Invitam os al lecto r a acu d ir al texto de la novela y a estas «apostillas». No ha sido o tra la p re tensión de estas páginas. S olam ente destacam os algunas frases significa tivas p o r lo que rep resen tan com o esclarecim iento. P a ra una m e jo r inteligencia y d isfru te de la novela h a b ría que tener p resen te que «un n a rra d o r no debe su m in istra r in terp retacio n es de la pro p ia o b ra, de o tra fo rm a no hubiera escrito la novela...», au nque «un títu lo es ya una clave in terp retativ a» . «El a u to r debería m o rir después de h a b e r escrito p a ra no e sto rb a r el cam ino del texto. Bueno, el a u to r no debe in te rp re ta r, p ero sí «puede c o n ta r «porqué» y «cómo» h a es crito» (64), lo que significa el M iedievo y escrib ir sobre él desde él (la m áscara del escrito r). Una novela es un hecho cosm ológico, una W eltans chauung, porque «el p ro b lem a es c o n stru ir el m undo, las p a la b ras vienen casi solas». Eco no nos dice «cóm o ha resu elto sus p ro b lem as (a la h o ra de c o n s tru ir el texto), sino m ás bien cóm o m e los he puesto». Lo que en realid ad p rete n d ía era «que el lecto r se divirtiese», y u n a novela «di vierte sobre todo a través de la tram a»; y la tra m a e stá tra m a d a desde la m en talidad p o sm o d ern a y la h isto ria . La p rim e ra teje sus textos sobre textos an te rio re s, p o rq u e co n sid era que el p a sad o no hay que d estru irlo , sino rec re arlo («deve essere rivisitato»); y la segunda, debe llevar a «loca(61) C esare Segre, op. cit, p. 396. (62) U m b erto Eco, 1979, p. 68. (63) Ed. it. en ALFABETA 49 (ju lio 1983), luego en M ilán (B o m p ian i) 1984, y tr. ca ste lla n a en B arcelona (L um en) 1984. C ito d esde esta ú ltim a. (64) ibid., pp. 15-17. 99
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lizar en el p asad o las causas de lo que sucedió después, ... delinear el p ro ceso p o r el que esas causas se en cam in aro n len tam en te hacia la p ro d u c ción de sus efectos» (65). «M oraleja: hay ideas obsesivas, pero nunca son personales, los libros se h ab lan en tre sí, y u n a v erd ad era pesquisa p o licíaca debe p ro b a r que los culpables som os nosotros». No están aquí, desde luego, todas las claves de lectu ra de II nom e della rosa, p ero sí algunas de las p ista s m ás in teresan tes. No a v e n tu ra m os u n a versión. El m ism o Eco sólo ha sabido d a r razón de las diversas lectu ras hechas. Fue u n efecto previsto: la co m plejidad h u m an a anida en la novela de Eco, y la v erdad, la n u e stra , p o d ría e sta r en los libros si en definitiva n o m in a nuda tenem us. «No sé — responde el m ism o a u to r— si c o n tin u a ré escribiendo novela, p o r dos razones. P or un lado, m e estoy p reg u n ta n d o p o r qué he e scrito ... (por) expresar n a rra tiv a m e n te cosas que no lo g rab a e x p resar teóricam ente. Y tal vez haya sido tam b ién un desafío de rejuvenecim iento, in te n ta r algo que aún no h ab ía hecho (...). La segunda razón consiste en que en esta novela he m etido im ágenes, asu n to s y obsesiones que he tenido desde que e ra e stu d ia n te y m e dedi caba al m edievo...» (66). «Solo noi m o n aci eli allo ra sap p iam o la v e rità m a, a dirla, ta lo ra si viene p o rta ti al rogo.» U mberto E co
(65) (66) 100
Ibid., pp. 71-82. E ntrevista, cit., cols. 1.', 2:
Nuevos poemas castellanos de Octavio Uña(¥) CARTA A O C T A V IO Rafael D EL OLMO Q uerido Octavio: Una vez m ás vuelvo a e scrib irte con m otivo de tu nuevo libro «Ciudad del Ave». Como buen poeta, siem pre e n cu en tras con acierto el títu lo ju sto p a ra tus libros. T ítulos de h ondas sugerencias y de am plias resonancias. Pero siem pre tam b ién decidor de tu tem a p referido: Cas tilla, ciudad del ave y reino de los p á ja ro s, o palom a del espacio desnudo o m u je r h erm o sam en te ataviada. Como h om enaje que quiere ser tu libro al p o e ta y paisano tuyo León Felipe, le abres con un p ó rtico entrañ ab le: unos salm os p a ra c a n ta r —dices— en la Plaza M ayor de T ábara, donde nació hace un siglo p re cisam ente el «gran dios de helespontos y naufragios», com o tú m ism o llam as a León Felipe. Y can tas la fugacidad de la vida, po rq u e sabes que com o las aves, de paso andam os p o r la vida breves com o alba que deja la luz del día en lo alto,
* U ña Juárez, O ctavio, Ciudad del ave (H o m en a je a León Felipe). F u n d ació n R am os de C astro. Z am o ra 1984, 133 pp. R eligión y C u ltu ra X X X II (1986) 101-117 101
R A F A E L DEL O L M O
p ero teniendo una m eta, bien definida, que es la etern id ad : León Felipe Camino camina a la eternidad, yendo de un pañal a una mortaja, que éste es el viaje del hom bre, m ien tras p e reg rin a p o r la tie rra . E n T áb ara en cu en tras un ave que vuela y un salm o p eregrino, y, sobre todo, la casa del poeta. Y an te ella p ro rru m p e s en una endecha del am or tan silenciosamente perdurable h a sta que el llanto invade tus ojos al evocar su voz, su p a la b ra y nuevo testam en to , m ie n tra s im aginas a León Felipe al o tro lado de la luz. En verdad que son buenos salm os p a ra re c ita r de m adrugada, confesando que la vida lentam ente a bajam ar nos lleva, h asta que en la Ciudad del ave y ám bar de la aurora pisem os la luz gravísim a y lleguem os a lo que era un lago de luz, en la remota región de transparencia. Desde Z am ora nos llevas a Toledo, nido del aire, donde tam bién caen las aves sobre todas las torres, que tú has contado bien — supongo— y donde tú contem plas el vencejo y la g o londrina p e rp e tu an d o el ansia de luz, la filigrana; donde tú ves a G arcilaso m o ja r la p lu m a en vino, que sin duda, es m e jo r que m o ja rla en sangre, y te so rp ren d es a ti m ism o desafiando la piedra a la palabra. 102
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Yo ya sé, q uerido Octavio, pues lo he ap ren d id o de ti, que la pala b ra es m ás fuerte, porque cuando las p iedras nos falten, aún tendrem os la palab ra. Pero en Toledo no sólo están el vencejo, el avioncillo, la golondrina o la cigüeña que p lanea y navega lenta — ¡Toledo, ciudad del ave!— . Hay adem ás, o tra s aves, nostálgicas de otro m undo, que son las torres. ¡Qué p o éticam en te sabes tú decirlo! torres que emigran a la estrella, aves de otro m u n d o nostálgicas. Y al llegar aquí m e so rp ren d e en tus poem as la noche, con odorcolor de e te rn id a d y ojo esm eraldas de poniente que se h u n d e n en la m a r tan an tig u a com o la noche, donde la voz y el ave ya no están, p o rq u e tu m irad a ha trascen d id o el m undo y se ha posesionado de jú b ilo s besados, de m isterios lejanísim os y del sosiego pleno que sólo se h a lla en el alm a región luciente.
Sueños libres Octavio, te a tra e la noche com o te a tra e C astilla y sientes am bas en el corazón con p ro fu n d id ad ilim itada. P ara ti, b u cear p o r esos m ares de la noche y de C astilla debe ser uno de tus m ayores gozos y uno de tus m ás inexplicables sentim ientos, a ju zg ar p o r lo poco que dejas tra slu c ir a través de tus versos, siem pre herm osos y trém ulos de em oción. Pero en seguida, Octavio, vuelves a tu Angélica, a tu Castilla, que de besos vive, m ie n tra s tú andas p o r la calle m ayor de la m em oria, p a ra so rp re n d e r aquel otoño de aves h a sta en c o n trar m anos que guardan la caricia leves, p orque tú nu n ca renuncias a tu Angélica, ciudad vivida y soñada rosa o farol a tu balcón y com o sueños libres los pájaros. Y allí, en C astilla, al soñar, te e n cu en tras con la más alta ciudad del sueño, Soria, Soria serena m ajestad de los olvidos 103
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p o r donde ves p a sa r el Duero, en el que hoy com o ayer al agua bajan aves, beben un secreto elixir que las aleja de los ojos de los dioses tan mortales. Y con tus sueños, vuelve el recuerdo de tu infancia — »antigua palom a»— con la casa, los m anzanos de abril y h a sta la p a ja del corral, que tú poéticam ente defines: «luz de las aves». Y sueñas que hubo una vez, an tiguam ente u n a ciudad del sol, joven m u je r recien casada que desvelos vive, q ue p o r las m añ an as va de siega y al a ta rd e c e r c o rre con el c á n ta ro al h o m bro h a sta la fuente, ganando así el alto precio de la vida sola, y la ves co ro n ad a de azules, oros e incendios, vigilando el creciente del trigo, el v erd ear de las vides y el sazonar de las vegas, h a sta que te despiertas llorando, poi'que sus h ijo s han m u erto y su hacienda está reducida a escom bro, descubriendo que es otoño la vida y
en un m ar de la cera sueña un ave. Y m ie n tra s en la negra noche, p á ja ro s del deseo pueblan el corazón, el ave no reposa y la cigüeña vaga, al p a r que aquel cansado corazón que todavía late, anuncia la vida en vuelo p a ra C astilla, que infunde el lino del arcángel contra el tiempo, dulzura contra el dios, palom a al cierzo. Luna o ave P asada la noche, en libre vuelo del aire, vuelve a vivir al o tro lado de la a u ro ra , vuelves a e n c o n tra r a tu Castilla-Angélica, ajena al viejo viaje de los días, a quien, al verla sentada, la piropeas, llam ándola estrella, lana o losa, luna o ave, diosa en distancias, 104
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UÑA
y en tu éxtasis contem plativo la pones com o pedestal brocado en plum a o alm idones de aves; ad o rn as su cuello con m a r con pez de p la ta y la inundas de luz de ab ril y lum bre de m ayo, m ie n tra s los p á ja ro s vuelan concéntricos en su re dedor y le pones al sur del corazón lodo el prado de polen, pidiendo ayuda al Tera, p a ra que n ad a falte de belleza: Canta, Tera, aquel canto que a las albas sólo se oye. Y yo oigo ese canto del alba cuando dices: Por si a tus ojos la luna, por si a tus labios un peso, por si a tu frente llegara el aire redolido y nuevo (Angélica, una ave vive levem ente por tu pecho). Por si a tu m ano la dicha, por si un collar a tu cuello, por si abril ya decorara por tus brazos los almendros (Angélica, ven y cuelga tu estrella en m i firm am ento). Tú, Octavio, p o r tu p arte, sigues con tus requiebros a Angélica, a quien después de lla m a r «palom a blanca», farol y luna y beso, vivo don vertical», «sueño vivido», p reguntas: ¿A quién, a quién yo am é en v erdad? p a ra te rm in a r diciéndole: Angélica: tú eres sueño de harina nunca amasada. Y tra s el sueño y el éxtasis poético, la u topía. P ara ti, Octavio, An105
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gélica-Castilla es la tie rra que nunca deja de ser fecunda, que siem pre trae en sazón sus ín tim as preñeces, después de nueve meses de graves lentitudes porque vino el am or y se paró en tu pecho, a m o r que es com o el reino de los p á ja ro s que ráp id o p o r sus vientres h ab ita, que es com o gaviotas que giran, levan, reto rn an , pero siem pre avanzando hacia el norte, porque sólo al n o rte el a m o r se e n c u en tra y se descubre. La pena es — siem pre la p en a— que la posesión que da el am or redonda te tengo yo presente, viva o soñada al no sa b er si es de verdad o en sueños, sólo deja el recuerdo, po rq u e lle ga el desdén, y lo que p or la mañana, era am or p o r la ta rd e se convierte en terciopelo de som bra, en la que Angélica surge triste m e n te en el recuerdo, b lan q u ead a p o r el Duero, ro ta ya en el espejo y viviendo la vida de los m uertos. Pero siem pre te queda la esperanza, la so rp resa, el nuevo nacim iento y, p o r eso, g ritas a Jesús H ilario T und id o r que al vuelo de las aves no ha pasado la últim a hermosura, es decir, Angélica, es decir, C astilla.
In d u lced u m b res Tu am igo Ludw ig S chrader, que prologa tu libro, me ha hecho ver cóm o te g u sta in v en tar neologism os y co m b in ar p alab ras, fundiéndolas en u n a sola, p a ra m ejo r ex p resar sentim ientos en co n trad o s o aspectos diversos. Tú pecibes el odorcolor de e tern id ad y los ojoesmeraldas de poniente; tú contem plas a la joven m u je r reciencasada que un día fue C astilla; tú, com o antenacida, la intuyes feliz com o diosa en distancia, 106
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m ien tras esperas que p o r abril, en lunanueva, vuelva su cara p a ra m i ra rte , ya que se p aró , p o r esta vez a tu p u e rta . Es evidente que to d as estas p a la b ras tienen un regusto especial, evo caciones novedosas y sugerencias m últiples. Pero la p a la b ra que, p a ra mí, reúne m ás aciertos, es la de indulcedumbre. No sé lo que sobre ella d irá n los sem iólogos y los sem ánticos, pero yo te puedo decir que es be lla, polifacética, cargada de una variedad de ecos casi infinita. Y, ad e m ás, suena bien, llenando el p a la d a r y el intelecto. Con sab o r agridulce y con evocación de plenitudes. Pero m e jo r será que seas tú m ism o quien nos descubras la h o n d u ra y la am p litu d de esta p a la b ra, p o rq u e p a ra eso tú m ism o, Octavio, has recogido un b reviario de indulcedum bres. Tú propones a quien tenga un dragón en sueños que lo m ate en vino y que en T oro ahogue su m em oria; tú quieres que al am igo le den en vino el peso de sus pasos, m ien tras tú contem plas cóm o hogaza de la luz, por la meseta viene levem ente ¡a luna y, siguiendo el curso del D uero, su piel pálida dará contra poniente y rotas mediaslunas. Tú, Octavio, com o b u cead o r avezado a las aguas m ás p ro fu n d as de la m em oria, no dudas en b a ja r, algún atardecer, cuando las aves brillen com o estrella cansada y en su arrullo suba el destino lento p a ra ver en el adobe, oficio de tiniebla, gatos de ojos chispeantes, el suspiro del hollín, el lla r y sin p a ta s ya la trébede, h a sta co n tem p lar algún atardecer con vahos de pocilgas y con cerdos custodios de propios sanmartines. E n tu im aginación y en tu num en poético todo lo que tocas los de vuelves tra n sfo rm ad o , lim pio, acrisolado y enaltecido. P ara un p o e ta como tú, cu alq u ier cosa, que a los p ro fan o s se nos a n to ja ría baladí y digna del olvido, tiene un gran valor po rq u e sabes ilu m in arla, d escu b rir su sentido evocador y colocarla en su debido puesto. Para ti u n aljibe, 107
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cuatro gatos y una artesa un clavo negro, una alforja dos plo m o s y una chistera y unas cu an tas cosas m ás, que no sab ría qué h acer con ellas, constituyen elem entos esenciales de C astilla la Vieja, diosa y ave, cuya luz sólo po d rá salvarte de la m u erte um bría. ¡Sólo los enam orados h a b la n así, Oc tavio! Ya sé, ya sé que tú eres un enam orado de C astilla; p a ra ti oro nunca pagable, donde u n a gaviota viene de océano oscuro y anuncia tiem po perd id o , y donde un trillo es p a ra ti leve ta b la de u n navio del sueño.
Aves de tu firm am ento Pero volvam os, querido Octavio, a las aves de tu firm am en to , a esas aves que has contem plado ta n ta s veces navegando p o r el aire de Zam ora, cuando la Feria del Ajo, o su rcando el cielo de C astilla en U rueña. ¿Aves o nubes? — te p reg u n ta s— y te co n testas d u b itativ am en te: quién sabe. Y es que tú, en tu ensim ism am iento, en tu deleite contem plativo, en tu éxtasis poético, puedes co n fu n d ir el aire con un beso o con u n suspiro o puedes id en tifica r a Angélica con C astilla, contracostum bre que no p o seem os los dem ás m ortales. Por eso p a ra m í n ad a tiene de extraño que veas a Navarredonda de Credos un ángel verde en el aire y que te quedes em bobado ante Albarracin, avecica cobijada en un nidal, sin sab er si estás contem plando un dios o un ave, pero sintiendo la en soñación y el deleite que su contem plación produce. Y fren te a la ciudad del ave, donde caben los m irlos y los silbos del ruiseñor al alba extintos te sale al en cu en tro la C iudad de Dios, que tú no podías olvidar y por la que secreta y seguram ente suspiras todos los días y con la que sueñas 108
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todas las noches cada vez que ab res tus ventanas al firm am en to lim pio y estrellado del A bantos. Allí tú intuyes que la dicha y la verdad se am a ro n desde antiguo y un fénix entrega de su pecho dicha al m u n d o Ah, Octavio, cóm o te exaltas ante ella y cóm o — ¡oh dicha de poeta!— quieres co ndenar en tres versos el to rre n te de sugerencias que a tu m e m oria llegan: Ciudad de alas, urbietorbi, en júbilo, trino del paraíso, gracia y ónice de luz, ave vivísima. Pido al S eñor que allí nos encontrem os p ara, en sosegada eternidad, gozar jub ilo sam en te de la lu m b re de la dicha que nunca p o d rá apagarse porque un ave blanca y en su pico oliva vuela los cielos y en su giro canta. G racias, Octavio, p o r tus poem as; gracias p o r tu am istad.
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C IU D A D D EL AVE Crisógono GARCÍA
C onstantem ente encontram os, al través de la lite ra tu ra española, la dialéctica e n tre la ciudad y el cam po. El cam po queda contem plado com o m ito, evasión, com o arc a d ia feliz. Como querencioso plato n ism o , enciclo pedia la creación toda. La h u id a de la ciudad h acia el cam po e ra el an helo ín tim o de aquellos ho m b res del pasado que no conocieron, p o r o tra p arte, las grandes aglom eraciones de las u rb es m odernas, ni la em igra ción hacia la ciudad d ejan d o a trá s pueblo y aldeas d esiertas y desola das. Los novecentistas serían los m ás genuinos rep re sen ta n te s de lo u r bano en contraposición a lo ru ral. O ctavio Uña, que si bien se debe a la trad ició n com o todo poeta, ro m pe a m a rra s y cordones um bilicales y, ra ra ab eja lib ad o ra que convierte en m iel p ro p ia el polen ajeno, desde su creativ id ad personal, desde su perspectiva genial sobre el cam po y Castilla, sin m itificaciones ni p o liti zaciones, com o hicieran los del 98, nos hab la de La C iudad del Ave. Aquí aparecen en feliz y m aravillosa coyunda la ciudad y el cam po. El cam po que se convierte en ciudad, en «polis», m a rid a je del cam po con la ciudad que lejos de ser an titético s viven en irro m p ib le hipóstasis. El cam po es ciudad del ave, del cielo, de Dios, ciudad de la m u je r am ada, ciudad vivida o ciudad de la m uerte. El cam po es «alm a región luciente». Digo que Octavio Uña tiene su p a rtic u la r canto sobre C astilla. N unca habíam os visto co m p arad a C astilla con el cielo. Se levantaba al cielo un U nam uno. En Octavio es el m ism o cielo. El cielo castellano, su m arav i llosa cam pana, su fanal traslúcido, es u n a ciudad. A C astilla la llam aba M adre, «de corazones y de brazos» U nam uno. Pero no Angélica en su m ediodía rad ia n te y pleno. La ciudad del Ave, es la C iudad del am or, con rem iniscencias ag ustinianas de la C iudad de Dios. A C astilla no la ve Octavio Uña in v erteb rad a, sí sum ida en su p ro p io silencio, poblada de recuerdos. C astilla conserva su esp íritu , la resonancia de su épica glo riosa, de su lírica bien entonada, de sus tie rra s en ju tas, de su cielo, des plegado y despejado, de su cielo, ciudad del ave en pleno m ediodía ra d iante y ru tila n te de Angélica. Angeles y aves, p u ro vuelo ascensional, evasión a rre b a ta d a es C astilla en la o b ra del gran poeta castellano, que se está haciendo in tern acio n al con todos los derechos, que es Octavio Uña. No hay en la p a n o rám ica castellan a de Uña n a d a superficial o som ero, apenas nada crom atístico. Hay hon d u ra, un adensado y p reg n a n te con 110
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ceptism o que recu erd a al Jorge Guillén de V alladolid. T am poco percibí mos las tro m p as de la exaltación heroica. Ni hay m isticism o en la con tem plación del paisaje. H ay evocación y trasvase de sen tim ien to s o rd e nados, referencia a aspectos geográficos que trascienden la m ism a geo grafía. La poesía de Octavio es u n a su erte de oración. Sin d ram atism o s san g ran tes, sin dolorism os. La m ism a paz y a u ste rid a d del paisaje, de la técnica castellana, invade los versos, de curso fácil, de a n d a d u ra li viana, de Octavio Uña: 1.°
«Al rem o, am igos, al rem o, com o las aves de paso».
2°
«El cielo, dicen, era el ancho aire, ciudad del ave, m ástiles del iris navegables.
3.” Vivir, vivir ¿qué significa? Sólo navegar al anhelo. 4.°
T orres que em igran a la estrella, aves de o tro m undo nostálgicas.
5."
(Día por día, cercor el m ediodía) Vive entero el cristal, círculo tuyo.
6.°
Vino en ab ril la luz y se instaló a tu a ltu ra: lum bre m ayo a tu pecho.
En 1.°, es m aravillosa la repetición intensificadora, que tiene sabor a rom ance ancestral, hay u n sugerente y ap re m ia n te vocativo apostrófico, tenso. Y, sobre todo, u n a com binación sabia que e n tra ñ a varias m etáfo ras en tre el rem o y las aves, e n tre la quilla y el ala, e n tre el a u ra y la ola. En 2.", es el cielo la ciudad del ave. La ciudad del p araíso de Aleixandre. La ciudad cielo m ás que el rascacielos. Y o tra vez encontram os la sim biosis en tre el m undo velero y el m undo del viento, en trecru zad o s o m ejor, yuxtapuestos los dos cam pos sem ánticos, las dos po larid ad es del cielo y el m ar, m ediante u n a m etáfo ra aposicional ceñida y sintetizadora: «m ástiles del iris navegables». En 3", la reduplicación está tra n sid a de acento existencial, vivencial.
CRISÓ GO NO G A R C ÍA
Porque n ad a hay m ás vivencial que la vida. La rem iniscencia de Jorge m an riq u e es incuestionable. Y la calderoniana. «N avegar el anhelo», p o r los anchos m ares, en a v en tu reras travesías, so rtean d o ta ja m a re s y vó r tices, en c o n sta n te periplo y odisea; eso es vivir; navegar el anhelo, el deseo inm enso com o el m ar, siem pre m ás alto y m ás p rofundo. 4." T orres com o espadas, com o m ástiles veleros, com o rem os en el océano de los cielos, to rre s que rem o n tan su vuelo, que se despegan. To rres, aves, la aposición m etafó rica señala plena y p erfecta id en tid a d e n tre to rre s y aves. 5.° E sa especie de rim a in terna, de sinfonía vocálica, que suena a es tribillo, con sus vocales a b iertas sugieren lum inosidad, pureza, luz ceni tal. El día es círculo y cristal. La term in ació n m usical p e n e tra en el círcu lo, en la in tim id ad de las vocales oscuras, com o c o n tra ste o claroscuro. 6.“ H ay u n a conjugación de tim bres, que revierte en plena m úsica el verso. Y la ad jetivación de m ayo no puede ser m ás lograda. Luz, a ro m a, p rim avera, am or; Ju an Ram ón Jim énez sin afem inam ientos. E stos versos hacen alusión d irecta a la C iudad del Ave com o fácil m ente puede colegirse. Y es que es todo el libro, desde su p erfecta tra bazón in tern a, desde su organicism o de poem as, al estilo del C ántico de Jorge Guillén, el que nos h ab la de la C iudad del Ave. No es la C iudad del sol ni la ciudad del oro, o del dólar. No es la ciudad de la confusión o de los dos ríos. Es la C iudad del Ave sim plem ente. La versificación de Octavio Uña m u rm u ra p o r cauces serenos. M uchas veces coincide la u n id ad m étric a y la versal. Aunque, ya verem os m ás adelante, su sintaxis es a b ru p ta y b ro n ca com o la de Blas de O tero. Los versos de Uña son efluvios y delirios, rezum an gracia p o p u lar, son como gem as a rra n c ad a s del rom ancero o del cancionero. Tienen su m ism o sa bor, su aire estrem ecido de ventalle y de fro n d a reverdecida. H ay ro m a n ces de cabalgadura, soleares rep iq u etean tes com o las de M anuel M acha do, seguidillas con b o rlas flam encas. E n el patio hay un aljibe, c u a tro gatos y una artesa, hacia la calle un escudo de m ilquinientos se te n ta... Los versos pertenecen al poem a C andelario, al pueblo de S alam anca 112
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ariscado, colgado de balconajes, con calles que p arecen puñales o desfi laderos. E sto s versos iniciales del rom ance nos dan la a c titu d lírica del p o e ta y su to n alid ad de sentim iento. A ctitud enunciativa, descriptiva, to nalid ad e n tre alborozo y tristeza, cercana al don de la m elancolía neorro m á n tica . P o r su versos que p arecen tra lla s, uno re c u rriría fácilm ente a los rom ances descriptivos del duque de Rivas. Es un cu adro, un m arco castellano donde se estam pa, que no d iscurre, la vida. Adem ás, al final del poem a leem os: E n tre u n zaguán y u n a alcoba vive el tiem po de la m u erte toda C astilla la Vieja. O tra vez la C astilla de la m u erte, la tie rra in m o rta l de M achado en an títesis. La casa, el com pás del tiem po detenido, de la m u erte a cada in stan te. P or las orillas, el aire, y en el cen tro graves surcos lum inosos de tu carne. P o r las orillas el aire y p o r tu s labios color del sol al oro de tarde. G ranada y al m ediodía angélica, ríodelaire. C ualquiera evoca los rom ances im pares de Lorca. Tam bién Octavio Uña co b ra el aire y el sesgo rum boso y j aleoso de la canción andaluza. Y la com posición «ríodelaire», adem ás de ser u n a audacia léxica, casi gongorizante, señala el agua, la fontana, el río y la huella del vuelo. C astilla es la m u je r am ada. Todo un perfecto atro p o m o rfism o c o rre las venas, com o cauces, de los versos de Octavio Uña. Los surcos de la carne, los pies m ediaslunas — o tra vez la com posición— y el sol, com o b ra s a si m étrica en los labios. P or la V enta La Rasca al m ediodía U nam uno soñaba: ¡Casta Castilla! 113
GRISÓGONO G AR C IA
E sta seguidilla sigue su paso, parece una canción p a ra la a n d ad u ra del cam ino, del cam ino que lleva al refrigerio de la venta. Por si a tu m ano la dicha — po r si un collar a tu cuello, p o r si ab ril ya d ecorara — por tus brazos los alm endros (Angélica, ven y cuelga tu estrella en mi firm am ento). El paralelism o realza el p opularism o de Octavio Uña. Lo d em uestra p alm ariam en te. El paralelism o supone una técnica conceptual en el a r tista. La com unicación del concepto, de la sensación y del sentim iento —n ad a m enos que todo el ho m b re— que pedía D ám aso Alonso p a ra la poesía, se da en estos versos de nu estro poeta. Si te acercaras de verde ν de luna te alejaras si la m añana de azul y en la larde de oro y grana si dulce el beso y am argo... Insiste el p o eta zam orano en los versos paralelos, com o son p arale las la m añ an a n a c arin a y la tard e de azul raso. N otem os la acum ula ción de colores, lite ra tu ra de los sentidos; se em briagan los sentidos del color. Los colores del cam po castellano, diversos, pertenecientes a ¡odas las gam as parecen gritos o crestas de gallos y olas. Tam bién es fácil ad v e rtir las an títesis, elipsis de verbos, reveladoras de los fenóm enos en co n trad o s del sentim iento am oroso, según los cánones p e tra rq u ista s. He hablado, líneas a rrib a, de la lite ra tu ra de los sentidos. Octavio m aneja colores com o un cabal m in iatu rista, com o un p in to r im presionis ta. Ya decía Fray Luis de León, que la poesía era p in tu ra con palabras. C om bina n u e stro poeta, con inigualable técnica, unos colores y otros. Oyen m is ojos hoy sus ecos... R onda una a b eja que b esara flores, cántico un día. que por la piel cam ina la d u lzu ra... que el viento rueda el recuerdo ν tu m olino lo sabe... dios presentísim o el aire! E ste dios con m inúscula, a b u n d an te y presen te en m uchos versos, 114
NUEVOS POEMAS CASTELLANOS DE O CTAVIO
UÑA
suele ser eso, el aire, algún elem ento geográfico castellano. El m olino se llena de vibración, de sonoridad, dentellea con las consonantes repetidas. ajen a al viejo viaje de los días ' estrella, lana o losa, luna o ave, diosa en distancia. La aliteración pone de relieve la fugacidad del tiem po, el viaje y el curso de la vida a través del túnel del tiem po. Como en los siguientes versos: ritm o, vuelta, ro n d a y el epíteto delicioso «rom ánicos». vete con dios, am igo y que te den vino el peso de tus pasos. Que p o r la R onda hoy alu m b ran ritm o tus pechos rom ánicos. Si la p a la b ra es el hom bre y a través tic la p a la b ra el pensam iento se explícita y el m ism o hom bre cobra conciencia de .su perso n alid ad y de su en to rn o , si a través de la p a la b ra el h o m b re se socializa, la p alab ra en Octavio Uña es tra sm iso ra de su p e rso n a lid a d y nos devuelve el fres cor; el am biente, la rociada y el chapuzam iento de pueblo que pedía U nam uno. La p a la b ra no im plica una h ip ertro fia de la sensibilidad ni una reducción del área lingüística en n u estro poeta castellano. Antes bien, ensancha el área léxica y dilata el horizonte m ental. Sabe a pueblo, es rusticism o adorable, tiene el gusto de la tie rra , gusto añejo com o el pan o el vino que tiene aguja. Veam os algunos rusticism os: La m o n tu ra y el sitio que se pide p a ra la cabalgada. A veces los poe tas preferim os m ira r el diente al anim al. Hay que n o ta r que Octavio Uña, com o los tro v ad o res y juglares, acu ña fórm ulas lingüísticas de alto valor literario , fó rm u las in tro d u c to ria s, apostróficas. En este caso, «A veces» sirve de rehilación a todo el poe m a. O encontram os d istorsiones sintácticas, fragm entaciones de citas o versos célebres y celebrados: «tan dulces bosques com o nem orosos». La vida es rústica, sencilla, p rec a ria «ram al que al asno p rec ip ita terco». Y la infancia fue «paja am o n to n ad a en el corral». Así podíam os tra e r aquí una listilla de p alab ras rú sticas que conservan todo su encanto y evocan faenas, costum bres, género de Adda ru ral: «m uelo de cera», «espadarás el m al com o quien tunde sabiam ente los cáñam os». A dvirtam os el m a ra villoso neologism o «espadarás». Y en la «Canción de la tarde» no se detiene a c a n ta r los arreboles y espádeos del sol, com o qu ería C rem er 11 5
CR ISÓ G O NO G A R C ÍA
y o tro s p oetas desarraigados, se p reo cu p a del ho m b re y de sus tareas y afanes que, a la p o stre, no re su lta n ta n delicuescentes ni ro m án ticas, aunque sí poéticas: «quede p o r chim eneas el suspiro en hollín, y calicanto al llar, m ínim o azogue». «algún a ta rd e c e r con vahos de pocilgas y con cerdos» Es m aravilloso el poem a titu la d o «Azadón». Es com o u n em blem a, es algo existencial p o rq u e p a ra M achado u n a azada en tie rra era algo te rrib le m e n te serio. El azadón es p ica d o r y h o ra d a d o r de a u ro ra s, es ins tru m e n to de paz y de creación. D esentierra soles. Se convirtió en c íta ra en las m anos del abuelo. Y o tro nieto h ered a el viejo canto del azadón. Luego o tro nieto cubre y abre. Y siguen vida y m u erte y vid am u erte al canto del azadón. Y acaba el poem a cifrado y com pendiado en la ú ltim a palab ra, la principal, la nuclear, con u n a term in ació n aguda que p arece acento fu neral en la C astilla de tu m b as y m uertes. La com posición de lexem as, vidam uerte, ag lu tin a p ensam ientos de vida y de m u erte que p a ra Quevedo las dos, com o la cuna y la sep u ltu ra, se ven afines. Y p o r «la Feria del Ajo» te dieron corazones —en ris tra de enam orados. El «Requiem p o r un trillo» sim boliza ta n ta s sucesiones, avatares y m u ertes com o ha tenido C astilla. De la vieja C astilla, plaza de soledades, q u edan pocas costum bres. La m odernización del cam po, la concentración ha puesto en la picota, p a ra bien o p a ra m al, labores, aperos. Quizá o tra vez la téc nica a rru m b a con la n atu raleza. Rogad, herm anos, p o r el trillo, encom endad su ánim a o serp ien te to rcu lar. «Fue Castilla, fue... hoz en el alba, y c á n ta ro en el h o m bro len ta tarde». E stu d ian d o el com ponente léxico en Octavio Uña, y resum iendo p a ra que la poesía no se nos caiga de la m ano, p o r p a re c e r u n estudio fa rra goso, aunque al b u en c a ta d o r los sorbos pequeños le saben a am brosía y dulcenom bre, en co n tram o s adjetivaciones com o «olfatísim o», «m ujer oliva». S ustantivaciones, etim ologías: «canto que c a n tara, en cal y cali canto». N om bres referen tes a la fauna; vencejos, avioncillos, abejas; a la 116
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flora, girasol — siem pre un em blea— olm os com o los de M achado, olivos y enebros. Conviene d escu b rir las trasposiciones sin tácticas, las distorsiones. Los adverbios en «m ente» casi siem pre encabalgados. E studiem os, finalm ente, las m etá fo ra s de Octavio Uña. Son insólitas, de creacionista, en cuanto la relación e n tre térm in n o real e im agen es de p ersonal creación, relación espontánea, «com o la n atu raleza crea el á r bol». P odríanse fija r fó rm u las de m etáfo ra, p ero esto a c a rre a ría el ries go de ato sig an te e stru c tu ralism o y el re d u c ir la p oesía a u n a a rb o ració n y esquem a. N a tu ra lm e n te que no se concibe u n lib ro de poem as sin m e táfo ra, la poesía sin nivel sem ántico o retó rico , pero fijém onos en algu nas que a c red itan al a u to r com o p o eta im par: «la noche invoca el viaje, h ú n d e te y b rilla ojos sueños los la m eseta viene trillo, navio del de las figuras o
éteres. Los m antos de aquel río, hogaza de la luz po r —levem ente— la luna. El río de las aves p o r el viento; sueño. A ntiguo círculo u n beso. Son m etá fo ra s, m uchas artificios que hem os a n o tad o en los a n te rio re s epígrafes.
Octavio Uña es un altísim o poeta, lo digo sin disposiciones ditirám bicas o p a rc ialista s, p o r la dom a a que som ete sus estrofas, breves, e n ju tas, arm oniosas; p o rq u e encorseta el p eríodo y la cláusula sin táctica en m ódulos p o r él, acaso, incoscientem ente establecidos. No olvidem os que en el acto creador, desde la estilística in te rn a, aflo ra el incosciente. Por la a p o rta ció n de p a la b ras que, com o C astilla, sus gentes y vida, parecían relegadas al abandono y a la esquilm a. P o r el fondo existencialista, sin desgarros ni ayes lastim ero s que subyace en cada poem a. Octavio Uña red escu b re Castilla, nuevo ju g la r sabedor de su m isión po ética y p rofètica, es lo m ism o, que al v e rte b ra r C astilla, quiere v erte b r a r E spaña.
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Un debate en “El País” Crisógono GARCÍA
Asistí, invitado p o r el d ire c to r del Servicio de E stu d io s de E l País, a un debate cen trad o sobre los últim os diez años de n u e stra h isto ria inm ediata. Los in teg ran tes del coloquio éram os todos sacerdotes, dioce sanos o regulares. De d istin ta s áreas y procedencias: del G ran San Blas, Userà, V allecas... No hubo ni una crispación y quiero d e ja r constancia de que la m oderación fue la tónica. Adem ás se coincidía en casi todos los p untos, a pesar de que se traslu ciero n idearios co n trap u esto s. Tam bién se podía a d v e rtir la sólida form ación h u m an a y eclesiástica, así com o el esp íritu evangélico que dem os traban los asisten tes al Servicio de E studios de El País. Q uisiera agavillar en un h a /, m ás o m enos ap retad o , algunas de las ideas que allí to m aro n voz y cuerpo. P rim eram en te h a b la ré de las dis quisiciones sobre el cam bio. Alguno dijo donosam ente, citando a algún novelista y perio d ista, que m ás que de cam bio o transición, se debería h a b la r de «tránásito». E sta palab ra, cargada de connotación irónica, entró en ro d aje y se tom ó com o sinónim o de cam bio. Algo que subyace en el inconsciente, hizo que la acepción fuese m otivada lingüísticam ente. Se notó que en las com unidades de base se había sufrido u n a p ro fu n da y desoladora decepción. Se esperaba un m esianism o del socialism o y el desencanto, según atestig u ab an sacerdotes procedentes de b a rria d a s o b reras, alguno en la cárcel d u ran te el a n te rio r régim en, ha sido desco m unal. Ante los problem as del paro, agobiante y creciente com o un alud, algunas com unidades parro q u iales han fundado cooperativas. Pero son conscientes de que el pan y la caña deben darlos los p a rtid o s, ya que eso no es m isión específica ni p rim o rd ia l de la Iglesia, a quien incum be, eso sí, in sp ira r e s tru c tu ra s m ás ju sta s. H ablando de e stru c tu ras, los coloquiantes p referían a p u n ta r cam bios op eran tes en las personas, camR e lip ió n ν C u U u ru Χ Χ Χ Π
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bios ético, antes que en e stru c tu ra s. T am bién se dijo que el cam bio d em ocrático y socializante se h a b ía vivido antes en sectores p a rro q u ia les, incluso con el antiguo régim en, que en m edios políticos. No se puede h a b la r de cam bio, si no se h a b la del cam bio de raíces. P o r eso casi todos en ten d ían que el cam bio no se había producido, que el Concilio h a b ía sido secuestrado y que en sectores eclesiásticos se p al p a b a n síntom as de involucionism o y de reconquista. P or eso se descalifi caba al Opus, con sus seguridades, a los Quicos, a los carism áticos y neocatecum enales, com o teledirigidos desde el V aticano, m edroso de un nuevo tip o de ciudadano laico y secular, receloso de la vorágine incon tenible de los tiem pos, a los que, aunque sea, com o siem pre, a c o n tra pelo y c o n tra co rrie n te, quiere de nuevo em b rid ar, recogiendo velas y riendas. No estab an satisfechos ni o p tim istas sobre el congreso de evangelización. Y al a lu d ir a la teología de la liberación se evidenciaron los co n trastes e n tre el clero h isp an o am erican o y el europeo, m ás intelectualista. Se d enunciaba u n a crisis de valores; los curas vuelven a e sta r en la oposición, igual que en los tiem pos de «los hom ilíos», c o n tra el consu m ism o y la diferencia irrita n te de clases que, según confesión com ún, a h o ra estab an m ás p ro n u n ciad as. Ju n to a la p ericlitació n de los valores, se a cu sab a u n a enorm e ausencia de espeetativas, se u rg ía la necesidad de g en erar utopías. No se h a b ía alcanzado la síntesis feliz y ag lu tin an te. En sum a, en frase bella y feliz, m ás que de cam bio se h a b la b a de esp eran zas crucificadas. T am bién se expusieron las relaciones e n tre la Iglesia y la N ueva Izquierda, la p é rd id a de agresividad, p rovocada p o r un com pás de espera de tiem pos m ejores. Pero se m atizó que la Izq u ie rd a se aliab a con la Iglesia je rá rq u ic a com o en o tro s tiem pos la derecha, pero que la ru p tu ra con las bases era evidente. Tam bién, sin alard es ni dem a gogias, se c o n sta ta b a que la Iglesia en m uchas zonas, sigue teniendo p red icam en to , gancho y g arra, m ás que ningún p a rtid o político; una iglesia que vive su e sp íritu pro fètico y que siente la urgencia del com p ro m iso social. Se acu sab a al cam bio desde un nacionalcatolicism o a un nancionalsocialism o. Y tam bién, de pasad a, com o u n inciso, com o un sim ple brochazo, se ju stificab a que algunos obispos hubiesen votado al socialism o, a u n q u e los allí reunidos esta b a n fru stra d o s y no veían n u e vos h o rizontes p a ra c re a r p lata fo rm a s de actuación. P orque, se argüía, desde un h um anism o religioso es inevitable c o n stru ir un h u m an ism o so cial. Y se a le rta b a la atención, un poco exageradam ente a m i m odo de 120
UN DEBATE EN «EL PAÍS»
ver, de que en la Iglesia caben todas las opciones políticas. Bien a las c laras se echa de ver que las ateas, m ate ria lista s, negadoras de lo espi ritu a l y tran scen d en te son an tipolos del evangelio. Se eludían los triunfalism os, co tejan d o triu n falism o s de m asas en las iglesias —ha decrecido la asistencia a las m ism as— con los rodillos de los diez m illones de votos (lo que es el absolutism o del núm ero, que d iría B aroja). O tro cam bio que se diagnosticaba es que los sem in aristas y los curas nuevos no e n tro n c ab a n con los que frisan los c u a re n ta años. Y no p o r lo que se h a llam ado lucha generacional, sino po rq u e quedó a b ie rta una fosa insalvable p o r la deserción de m uchos. Se a ñ o ra a T arancón. M orci llo no parece de feliz m em oria. La e s tru c tu ra de la Iglesia sigue siendo p iram id al y son no m b rad o s obispos sin c o n ta r con la base y con p ro te s tas enconadas de ciertos sectores. Tam bién, consoladoram ente, se te s ti fica la presencia de laicos en las com unidades. Su m aravillosa inserción, su ju sto acoplam iento. Es evidente el desenganche de las bases respecto a las je ra rq u ía s. Se habló, con poco respeto, del su p erp ap ism o y del reto rn o a la «cristiandad». Se denunciaba ia vuelta lam entable al p ietis m o, al quietism o, a salvarse cada uno p o r su cuenta y riesgo, desenten diéndose del prójim o, enorm e dislate. Pero ¿qué es el reino? ¿qué es el evangelio p a ra estos ho m b res de fe, p a ra estos hom bres de Iglesia? El reino es su com unidad. C orro b o rab an el aserto citando a San Ignacio de A ntioquía. Cada co m unidad es Igle sia. El reino se corona aquí y ah o ra (¿dónde queda la m ansión del p a dre y la escatologia, la ciudad celeste y el reino parusiaco?). El reino no es un cam po de m ediaciones, u n a o ferta de seguridades, el reino es cam po de reflexión. El reino es instan cia crítica. A la Iglesia se le piden ritos; se tem e u n a vuelta a lo m ágico. Al C risto de M edinaceli o a las apariciones del E scorial. A los diezm os com o cotizan ah o ra los Quicos (pero hay lim osnas, com o los ejem plos que allí se ad u jero n , que son p e r fectam ente evangélicas). El reino se e s tru c tu ra desde la opción de los pobres, pero sin o d iar a los ricos y a cuantos aceptan la invitación de Jesús. El evangelio ha de p rese n tarse exento de cu ltu ras, no ideologizado en absoluto. El evangelio no queda cifrado en las bienaventuranzas, p o r que el a n atem a del poder, del ten e r y del prestigio, se en cu en tra tam bién en el m arxism o y Buda. El evangelio es la presencia de Jesús, la gracia santificante. La referencia al Jesús que in sp ira la alfabetización, el com121
CRISÓ GO NO G AR C ÍA
prom iso tem poral, la liberación, los veinte mil c a teq u istas que hay en M adrid. En la creencia en Jesús, en saber in te rp re ta i' a Jesús, ahí radica el evangelio. La Iglesia española quiere avanzar, asu m ir lo laico. Q uiere que se advierta su m isión dinam izadora. Porque el m ism o cura es m undo de m isión. Y term in ad o el debate que, repito, fue entonado, respetuoso y valien te, alguno de los aisistentes se dolió de que los m edios de com unicación eran poco respetuosos con la Iglesia, po r ejem plo, el periódico El País. A ñadiendo que era tan nefasto el clericalism o com o el anticlericalism o.
Crisógono GARCIA
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«LA MUERTE DE UN VIAJANTE» DE ARTHUR MILLER Se está e sp erando de un m o m e n to a otro que el viajante —Willy— m u e la p orq ue son nu m e ro sísim a s las alu siones que se hacen sobre ello, p o r tine siem pre se diagnostica su estad o oí: en l'ermo grave, de cansancio, de paro del corazón La vida del viajante es vida de aje treo, de añ o ra n za de o tra vida m ás Teli/,, de aceptación dolorida de su si tuación nad a boyante y halagüeña, de su com plejo subyacente de vivir con una insignificante comisión, de su es peranza de salir a Hole, de aquel a to lladero, de aquel estado p rec ario de deudas y em peños. El viajante es un pobre hom bre idealista, ignorante de que en la sociedad m aldita y p r a g m á tica que le ha tocado vivir solam ente tiene relevancia ei precio, bien sea del hom bre, bien de las reses. De lo de más, de ia am istad, de la gratitu d se hace vergonzosa almoneda. Pero ju n to a la m u e rte y a la vida del viajante se e n h e b ran sus sueños. Alucinaciones pavorosas que se esce nifican com o reales, alucinaciones que se enroscan en la m ism a secuencia y fluencia de la realidad y del d es arro llo escénico, pesadillas que agobian a los espectadores, que realizan u n es fuerzo m ental p a r a distinguir el plano de la realidad v el plano de la aluci nación, alucinación q u e a veces se r e
viste de recuerdo, de deseo, de fraca so; alucinación del hijo que so rp re n d e al p a d re con su am ante. La aparición fantasm al del h erm a n o que vive lejos de la ciudad, «del m u n d a n al ruido» de los negocios pingües y sucios, que vive a pulm ón lleno, en selva abierta, sin ceñirse al inundo de la b u r o c r a cia y de los intereses económicos. Se adivina fácilmente en el a u to r la con dena de una sociedad utilita ris ta y m e rcantil —la lepra de industrialism o oligárquico— y la añoranza rousoniana de u n a na tu ra le z a prístin a y virgi nal, lejos de la degradación h u m a n a que la sociedad produce. T am bién los hijos sueñan. N a tu ra l mente, son jóvenes; los hijos Bil y Happi. Pero son sueños de b aju ra , no son sueños altos y señeros, sus sue ños son ram plones, alicortos ν a d e m á s autoengaños. Son los dos h erm a n o s de caracteres distintos en la p erspec tiva de la vida y en relación con sus padres. Parecería en ciertos m o m e n tos un calco de la p r im e ra p a r e ja de h erm a n o s que aparecen en la biblia. La p a r e ja del h erm a n o bohem io y tra s nochador, y del h e r m a n o sumiso, de apariencias dóciles y regladas, pero que carece de corazón, de alecto por sus padres, de ím petu y coraje ante la adversidad. E n medio de los disgus tos, de las escenas delirantes, exalta das, que d isc u rre n en el seno de la
familia y en e] tr a n s c u r s o de la obra, ap a rece u n a figura adorable, fem eni na, pausada, o rdena dora , com prensiva, indulgente, que es la esposa-madre, Linda. Cuida del m arido, le alienta; rep ren d e a los hijos, llega a in sin u a r les su despido del hogar. Afea sus m a las relaciones con el padre. H ay u n «solemne desengaño», com o solemne es todo desengaño después de d es p er ta r del sueño y d a r ca ra a la realidad o b tu sa y cruel. Sueños, q u im e ra s o esperanzas vanas, todo se en tre v era en el sueño del p a d re y en los sueños de los hijos. P ero el p a d r e d espierta viole n ta m ente cuando no consigue el ascenso en la escala social. Y el hijo cuando no alcanza el p uesto apetecido. No valen recom endaciones, insinuacio nes de favores dispensados. No vale n a d a h u m a n o en el m u n d o de los n e gocios. H ay u n a escena m aravillosa cuando el p a d r e y los hijos se p ro p o nen ce le bra r sus éxitos posibles y se en c u en tra n con la á s p era situación de la miseria. No se lo cree el padre, no atiende, no escucha, te m e a su idea fija de que el hijo salvará en su nuevo p u es to el paso que atraviesan. Se está es p eran d o de u n m o m e n to a otro que el viajan te m uera, que el in farto sobrevenga; ya se le ve a r r a s t r a r la vida de fra ca so en fracaso, de desilusión en desilusión. Pero la m u e rte del viajan te llega, au n q u e no se realiza en escena, pero se d e ja a la parcela del es p e c ta d o r p a r a que o r dene ν recom ponga. E sta m o s llegando a la te rc era p a r te
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del d ram a, al Requiem. Uno p en s aría p o r án im o co m p arativ o que el req u ie m p odría pare cerse al de «Cinco ho ras con Mario» y a los rep roches que C ar men, fru stra d a, dirige a su m a rid o m uerto, d u r a n te la vela. O p en saría en la m u e rte de Max E strella de «Luces de Bohemia», cuando la lotería toca después de m u e rto el bohem io. E ste requien es maravilloso, em ocionante, sin aspavientos, delicado, hondo (como es la o b ra en sí, honda, fuerte, pe n etra n te, de inteligente y s o te rr a d a de nuncia). De rodillas Linda se dirige a su esposo m u e rto —que no se ve— y le dice que e s tá como al volver de al gún viaje, que todo está saldado, que son libres. Y uno quiere e n te n d e r que en el ú ltim o viaje del com isionista todo ha q ued a do saldado y que ya es libre. Creo que es a c e r ta d a e inteligente la actuación de José Luis López Vázquez, de E n c a rn a Paso, de José Vivó. José Luis López Vázquez se d e rru m b a , se exalta, confía, se d esespera y d e s m o ro na. Todos estos estado s de án im o exi gen a u tén tica pericia teatral. Como el com ed im iento de E n c a rn a Paso, su tra to suave, su enterez a m oral, están tradu c ien d o cualidades altísim as de gran actriz. Ig u alm en te h a b r ía que a tr i b u ir altas cualidades escénicas a José Vivó. «La m u e rte de u n viajante» es u n a o b ra p a r a reflexionar so b re el h o m b r e del que decía B rec h t q u e sólo conocía su precio. Crisógono García
libros
SAGRADA ESCRITURA V A RIO S, G e s ù e la s u a m o r i e . PA ID E IA . B re sc ia 1984, 408 pp. L a 27 S e m a n a b íb lic a ita lia n a , cu y as a c ta s o fre c e e ste v o lu m e n , se o cu p ó de u n te m a ta n c e n tra l p a r a la teo lo g ía co m o la m u e rte de Je sú s. E l g ru p o c e n tr a l de p o n e n c ia s e s tá c o n s titu id o poi- la in v e stig a c ió n so b re p a s a je s del N uevo T e s ta m e n to , e n to rn o al c u a l se a g r u p a n o tro s e s tu d io s so b re el tem a de la m u e rte , u n o ; a p a r ti r de secciones y p e rs o n a je s d el A ntig u o T e s ta m e n to , y o tro s d e sd e el p u n to de v is ta filosófico. N o se p u e d e d u d a r de la im p o rta n c ia d el tem a . La m u e rte de Je sú s in te r p r e ta d a p o r Él m ism o , p o r la c o m u n id a d q u e vivió y n o s tr a n s m itió su re c u e rd o y p o r los d e sa rro llo s evan g élico s, ilu m in a los g ra n d e s p ro b le m a s d el h o m b re, el a n te s y el d e sp u é s de su m u e rte , el m ie d o y a a n g u s tia a n te la lle g a d a de la m u e rte m ism a . P a ra u n c rey e n te no se t r a t a de d a to s c u ltu ra le s , sin o de u n p ro b le m a de fe: to d o lo q u e c o n stitu y e la vida de la Ig lesia, su la b o r e v an g e liz ad o ra , su s c e le b ra c io n e s litú rg ic a s, la in v estig a ció n teológica, la p re fe re n c ia p o r los m ás p o b re s y n e c e sita d o s, d eb e re c ib ir luz y e n e rg ía del m is te rio d e la m u e r te de Je sú s, y del v a lo r sa lv a d o r de su m ied o y su a b a n d o n o en la cruz. L os e s tu d io s re co g id o s en e ste v o lu m en p re s e n ta n el m o m e n to a c tu a l de la in v estig a c ió n b íb lic a , sus lo g ro s y las c u e s tio n e s q u e a ú n p e rm a n e c e n sin r e s p u e s ta . M. A. M a rtín Ju á re z FE R N Á N D E Z MARCOS, N., L a S e p t u a g i n t a en la i n v e s t i g a c i ó n c o n t e m p o r á nea. C.S.I.C. M a d rid 1985, 287 pp. E s te v o lu m e n reco g e las p o n e n c ia s p r e s e n ta d a s en el V C ongreso de la « I n te r n a tio n a l O rg a n iz a tio n fo r S e p tu a g in t a n d C o g n ate S tu d ies» , c e le b ra d o e n S a la m a n c a en a g o sto de 1983. E n d ic h o c o n g reso se p re s e n ta ro n a lg u n a s de las lín e a s de in v e stig a ció n en las q u e a c tu a lm e n te se t r a b a ja d e n tro del c a m p o de la S e p tu a g in ta . Las p o n e n cias se a g ru p a n en c u a tr o secciones, c u y a e n u m e ra c ió n p e rm ite h a c e rse u n a id ea del c o n te n id o d el v o lu m e n : u so de la s v e rsio n es en la c rític a te x tu a l; té c n ic a s de tra d u c c ió n en la S e p tu a g in ta ; e s tu d io s so b re m é to d o y lib ro s c o n c re to s; p ro y e c to s en c u rso . L as p o n e n c ia s tie n e n el te x to en inglés, p re c e d id o de u n b re v e re su m e n e n c a s te lla n o . E n el c o n g re so to m a ro n p a r te los m á s e m in e n te s in v e stig a d o re s del m o m e n to en e ste cam p o , p o r lo cu al e s ta p u b lic a c ió n o frece u n a cab al p re se n ta c ió n del nivel, d e sa rro llo y c a m in o de los e s tu d io s so b re ta n im p o rta n te tem a. M. A. M a rtín Ju á re z SO G G IN , J. A., S t o r i a d ’Isr a ele. PA DEIA. B re sc ia 1984, 573 pp. Q uien te n g a u n o s m e d ia n o s c o n o c im ie n to s b íb lic o s sa b e el v a lo r y la d e cisió n q u e su p o n e e s c rib ir u n a «nueva» h is to ria de Isra e l, a p a rte de los a m p lísim o s c o n o cim ie n to s. E l p r o f e s o r S oggin d e m u e s tra p o se e r ta n to u n o s co m o o tro s. P o r d e sc o n ta d o , n o se o frec e n d a to s n u ev o s. L as fu e n te s son ya c o n o cid as: la E s c r itu ra , d e sc u b rim ie n to s a rq u eo ló g ic o s, a lg u n a c ita de a n tig u o s h is to ria d o re s . F lavio .Tosefo. Lo ú til de e ste tip o de o b ra s e s la in te rp re ta c ió n de esos d a to s en o rd e n al sig n ific a d o p o lítico , social, e co n ó m ico ..., de u n o s a c o n te c im ie n to s q u e se n a r ra r o n p o r su in te ré s religioso. A e sta d ific u lta d h a y q u e a ñ a d ir la c o m p lic a d a h is to ria lite r a r ia del A ntiguo T e s ta m e n to . A lguno de los p u n to s m á s lla m a tiv o s de la in te rp re ta c ió n de Soggin se ría n : la d e sc o n fianza d e m o s tra d a h a c ia la h isto ric id a d de las tra d ic io n e s n a rra tiv a s a n te r io re s al perío125
RELIGIÓN Y CULTURA
d o m o n á rq u ic o , la ta r d ía d a ta c ió n de la re d ac ció n del P e n ta te u c o y de los g ra n d e s p r o fe ta s, el p la n te a m ie n to de las re la cio n e s de Isra e l con E g ip to y los p u e b lo s de M e so p o ta m ia, tan d e cisiv a en m u ch o s a sp e c to s (la n a rra c ió n del É xodo e s ta ría b a jo el in flu jo b a b iló n ic o y a n tie g ip c io de la ép o ca e x ílica ). Al final se a ñ a d e n dos a p én d ice s, u n o so b re a rq u e o lo g ía -p a le stin a (D. C o n ra d ), y o tro so b re el a rd u o p ro b le m a de la c ro n o lo g ía de la época m o n á rq u ic a (H . T a d m o r). Soggin o frec e u n a o b ra d ig n a de fig u rar ju n to a las m e jo re s del g én ero , y que en lo sucesivo h a b r á que te n e r en c u en ta. M. A. M a r t í n
Juárez
l-'OHRER, G., S t o r i a d ella r e l h i o n e i sr a elitica . T rad . C. M arocchi S a n tan d re aG. O dasso. PA ID EIA . B re sc ia 1985, 495 pp. F o h re r divide la h is to ria de la religión isra e lita en los c u a tro g ra n d e s p e río d o s de la h is to r ia de Isra e l (é p o ca p rim itiv a , m o n a rq u ía , exilio y p o sic x ilio ), a u n q u e in siste p rin c ip a lm e n te en los su cesiv o s im p u lso s q u e o rig in a ro n el d e sa rro llo de la religión: Y ah v ism o m osaico, m o n a rq u ía , p ro fec ía, teología d e u te rn o m is ta , p ro fe tism o exílico y com ienzos de la e sc ato lo g ia . L as c a ra c te rís tic a s de la religión e in stitu c io n e s de Isra e l, con un n o ta b le ín d ic e de d e sa rro llo y e volución, so ven re fle ja d a s p e rfe c ta m e n te en la o b ra , en la q u e d e sta c a la c la rid a d o b te n id a en el u so de u n g ra n n ú m e ro de m a lc ría les. L a m e n ta b le m e n te , e sle tip o de o b ra s q u e realizan g ra n d e s sín te s is (h istó ric a s , teo ló g ic a s...) del A ntiguo T e s ta m e n to se e n fre n ta n a u n a n o ta b le d ificu ltad : su c o m p lic a d a y a ú n n o re s u e lta h is to ria lite ra ria , lo q u e n o s h a ce m o v e rn o s en m ed io de u n g ran n ú m e ro de h ip ó te sis. P o r p o n e r un e je m p lo : si los re la to s p a tria rc a le s p ro c e d e n de un m ed io m uy p o s te rio r, y no o frecen g a ra n tía de h is to ric id a d ¿cóm o p o d re m o s h a b la r de la relig ió n de los p a tria r c a s ? T o d as las c o n clu sio n es a q u e p o d a m o s lle g a r tienen un g ra d o m ay o r o m e n o r de in se g u rid a d . P o r o tr a p a rle , el a u to r se tra ic io n a : a n u n c ia en la in tro d u c c ió n que no se p ro p o n e re a liz a r v a lo ra c io n e s teológicas, y d e sp u é s m aniliesla u n a n o ta b le p re d ilec c ió n p o r los g ra n d e s p ro fe ta s p re cx ílic o s, posició n m a n te n id a a lo largo de to d o s su s e stu d io s. E s ta tra d u c c ió n ita lia n a a p a re c e a los 25 a ñ o s de la e d ició n a le m a n a o rig in a l, lo cual o b lig a rá a c o rre g ir d e ta lle s de m e n o r im p o rta n c ia a. lo lariK) del lib ro . No o b s ta n te , e sta s c rític a s no im p id e n v a lo ra r en su ju sta m edida e ste tra b a jo , dig n o de le c tu ra y a te n ta c o n su lta . M. A. M a r l i n J u á r e z
DRANE, ,T., J e s ú s . V E R B O D IV IN O . E stella 1984, 200 pp. E ste lib ro se c e n tra en el e stu d io de tem a s p a r tic u la re s de la figura de J e sú s y e s tu d ia ig u a lm e n te los c u a tro e vangelios que re la ta n su vida y su s e n se ñ an z as. Jo h n D ran c p la n te a los g ra n d e s tem a s q u e in te re s a n hoy. H ace u n e x am en del e n to rn o h is tó ric o de la o b ra de Je sú s, en la se g u n d a p a r te e s tu d ia el R ein o de D ios y en la p a rle final tr a ta e sp e c ia lm e n le de los evangelios: ¿Q ue son los ev angelios? ¿Q uiénes los e sc rib ie ro n ? ¿Son a u té n tic o s? El a u to r nos m u e s tra lo que se conoce hoy día y lo que se ig n o ra en to rn o al evangelio, los p ro b le m a s m ás d ifíciles en (o rn o a Je sú s. T odo ello Ira la d o de u n a fo rm a c la ra y e q u ilib ra d a . J u a n A ntonio Gil
TEOLOGÍA W E L T E . B., ¿ Q u é es c r e e r ? T rad . C. G ancho. H E D E R . B a rc e lo n a 1984, 103 pp. ¿Q ue es c re e r? U na p re g u n ta c ru c ia l en la e x iste n cia h u m a n a q u e no se g a sta con los a ñ o s del m u n d o . El a u to r de F il o s o f í a d e la r e lig ió n p ro fe s o r en la fa c u lta d de leo126
LIBROS
logia de F rib u rg o de B risg o v ia, tr a ta en e ste c o m p e n d io su s ta n c ia l de sus lecciones de la re a liz a c ió n de la fe m ism a , m ie n tra s que en su o b ra a n te r io r e x p lic ab a la p o sib ilid a d h u m a n a de c re e r. ¿C óm o se llega a ia fe p e rso n a !? ¿Q ué se n tid o tien e la le en un m u n d o se c u la riz a d o ? ¿ E s p o sib le c re e r en D ios y en Je sú s de N a z a re t? W elte e n c u e n tra q u e la le p e rso n a l, re aliz a d a , es u n a d im e n sió n p ro p ia del h o m b re y sólo ella le a b re la p u e rta a u n a e x iste n cia h u m a n a en el m ás p len o se n tid o . T o d a p e rso n a , y la so c ied a d e n te ra , se m a n tie n e firm e g ra cias a la fe; d e sd e a q u í a p ro fe s a r la fe en Dios el tra y e c to no es ta n largo. H e a q u í los c i n c o c a p ítu lo s fu n d a m e n ta le s , fla n q u e a d o s poi' n o ta s y b i b lio g ra fía: El se n tid o de u n tra ta m ie n to filosófico de la fe. La fe fu n d a m e n to de la e x iste n cia . La le e x p líc ita en Dios. La le in te rp e rs o n a l. La fe en D ios p o r la fe en Je sú s. A. De M ier BLÁZQUEZ, R., J e s ú s sí, la I g le sia 403 pp.
tam bién .
SIG U E M E . S a la m a n c a
1983,
Ya h a n p a sa d o los tie m p o s en los q u e los jó v en e s, so b re lodo u n iv e rs ita rio s , m a n i fe s ta b a n p ú b lic a m e n te su d e s c o n te n to p o r u n a religión c ris tia n a in s titu c io n a liz a d a m e d ia n te el eslo g an : « Jesú s sí, Ig le sia no»; no o b s ta n te , en el in c o n sc ie n te y fre c u e n te m en te en las p a la b ra s v a c titu d e s de m u c h o s c re y e n te s a c tu a lm e n te , se m a n ifie s ta este m ism o rech azo a la Iglesia. R ic a rd o B lázquez, p ro feso )' de teología d o g m á tic a en la U n i v e rsid a d P o n tificia de S a la m a n c a , t r a t a de s u p e r a r la ile g ítim a a lte rn a tiv a «Jesús-Iglesia» de a q u e llo s q u e q u ie re n h a c e r un c ris tia n is m o sin Iglesia. «La Ig lesia en Je su c risto » y « Je su c risto en la Iglesia» son los títu lo s de los dos a p a r ta d o s de e sta o b ra y tam b ién re su m e n de su posició n al re sp e c to . La Ig lesia , a p e s a r de su p e q u en e z, de sus infideli d a d e s y p e ca d o s es la Ig lsia de J e s u c ris to . Él e s tá en el o rigen y en to d a la h isto ria p a sa d a , p re s e n te y f u tu r a de la Ig lesia. E lla es el lu g ar de e n c u e n tro y salv ació n de J e su c risto . Je sú s y la Ig lesia de J e sú s se im p lica n m u tu a m e n te , de ahí el títu lo del lib ro : J e s ú s sí, la I g l e s i a t a m b i é n . La o b ra p re s e n ta lo n u c le a r, d e te r m in a n te y d is tin tiv o de la id e n tid a d c ris tia n a h a cien d o u n a c ris to lo g ia d e sd e la Ig lesia o u n a cclesiología d e s de C risto. S a n tia g o A lcalde RUIZ DIAZ. J., B a s c a n d o la i d e n t i d a d c r i s t i a n a . SAN PIO X. M adrid 1983. 384 pp. En tie m p o s de c risis el e s ta b le c e r la id e n tid a d de una p e rso n a o de un g ru p o se c o n v ie rte en algo p rio rita rio y v ital. De u n o s a ñ o s a e sta p a r te n u m e ro s a s p u b lic a cio n es han tr a ta d o de e sta b le c e r lo n u c le a r c ris tia n o , los ra sg o s lisonóm ieos del c re y e n te en C risto . La p re se n te o b ra es u n a a p o rta c ió n m ás a e ste in te n to . A quí ha sid o e s tu d ia d o desd e un p u n to de v ista te ó ric o , p e ro so b re to d o p rá c tic o . El s u b títu lo lo e s tá in d i c an d o : A p r o x i m a c i o n e s c a t e q i i é t í c a s . T am b ién con él se indica que la o b ra no es un e stu d io e x h a u s ti\o del tem a , sino u n a re c o p ila c ió n de doce tr a b a jo s in d e p e n d ie n te s , en un in te n to de a p o r ta r so lu c io n e s a los d iv e rso s p ro b le m a s q u e la c a tc q u e sis tiene p la n tea d o s d e sd e hace tiem po: la c a te q u e sis de a d u lto s, el len g u a je, las p ra x is socio-política, ia c o m u n id a d c ris tia n a , la c e le b ra c ió n de la fe, etc. T o d o s ellos han sid o tra ta d o s , com o ya es h a b itu a l en el p ro fe s o r J u liá n R uiz, desd e u n p u n to de v ista e m in e n te m e n te a n tro p o ló g ic o . La o b ra en sí m uy in te re s a n te v su g e stiv a, p ie rd e fre s c u ra p o r su b a r r o q u ism o e x p resiv o y d e n sid a d id eológica, h a c ié n d o se m u c h a s veces fa rra g o sa y p e sa d a. Con i o d o su in te n to de a c la r a r a m ucha gente, q u e se p re p a ra en el m in iste rio catcq u é tic o o q u e ya lo e s tá re aliz a n d o , a lg u n o s p ro b le m a s teó rico s y vivos q u e c o n d ic io n a n e sta acción tan im p o rta n te en la Ig lesia, m erece lo d o el re co n o c im ien to . S a n tia g o A lcalde ESTRADA. .!. A., La Ig lesia : i d e n t i d a d v c a m b i o . CR ISTIA N D A D . M a d rid 1985 302 pp. L a Ig lesia , re a lid a d in s c rita en la h isto ria , crece y se d e sa rro lla c o n s ta n te m e n te sin p e r d e ’· p o r ello su p o p ia id e n tid a d . ,T. A. E s tr a d a p re s e n ta su o b ra en dos p a rte s. E n la 127
RELIGIÓN Y CULTURA
p rim e ra , e s tu d ia la eclesio lo g ía del V a tic an o I al V a tic an o II, a n a liz a n d o en ella en q u é c o n siste la c ris is d e id e n tid a d v ig en te hoy en la d im e n sió n eclesiológica. In d ic a , c o n b re v e d a d , p e ro c o n c la rid a d , las c a ra c te rís tic a s m á s sa lie n te s de las eclesiologías a n te r io re s a l V a tic a n o I I , a n a liz a n d o luego la e clesio lo g ía su rg id a de éste. E n la se g u n d a p a rte , se c e n tra e n las e s tr u c tu r a s p ro p ia s de la c o n s titu c ió n in te r n a de la Ig lesia. D es ta c a las p e rs p e c tiv a s de u n a teo lo g ía del laic ad o , del sa c erd o c io , del e p isc o p a d o y del p rim a d o del P a p a . U n a a p o rta c ió n in te re s a n te p a ra c o n o c e r y c o m p re n d e r m e jo r la co m p le jid a d de los te m a s eclesiológicos a n a liz a d o s a la luz re n o v a d o ra del V a tic an o II. C. M a rtín GONZÁLEZ FAUS, J. L., L a l i b e r t a d d e p a l a b r a en ¡a I g l e s i a y en la teo lo gía . SAL T E R R A E . S a n ta n d e r 1985, 166 pp.
C om o m u y b ie n in d ic a el s u b títu lo del ú ltim o tra b a jo e d ita d o del e x ce le n te teólogo e sp a ñ o l, é ste n o p re te n d e s e r m ás q u e u n a a n to lo g ía de te x to s c o m e n ta d a p o r el p ro p io a u to r. U n a m p lio a b a n ic o de te x to s —d e sd e S. B e rn a rd o al S ín o d o d e lo s o b isp o s de 1971— m u y lin a m e n te se lec cio n a d o s p a ra c u m p lir con c rec es el p ro p ó s ito de e ste e s tu dio: m o s tr a r q u e la lib e r ta d de e x p re sió n d e n tro de la Ig le sia y en el q u e h a c e r teológico h a sid o y es u n d e re c h o e je rc id o d u r a n te to d a la h is to ria de la v id a de la Iglesia. Y de e ste d e re c h o in e x c u sa b le su rg e el d e b e r d e la c rític a d e n tro de la m is m a Ig lesia . C rític a que, p a ra d ó jic a m e n te , es la m e jo r fo rm a de d e fe n sa de u n a c re d ib ilid a d ta n ta s veces p u e s ta e n ju e g o a n te el m u n d o p o r la m is m a Ig le sia con su s m o d o s de p ro c e d e r a n tie v an g é lic o s. U na c r ític a q u e p e rm ite d is tin g u ir e n tr e la Ig lesia y ta le s o c u ales re p re s e n ta n te s y c a rg o s de ella. T em as de e s ta c rític a son y h a n sido: la p o b re z a , la a u to r id a d , y m á s c e rc a de n u e s tro s d ías, la te n ta c ió n de «seg u rid ad » y el eclesiocentris m o . E s u n a c rític a q u e exige p o r su p ro p ia d in á m ic a y p o r el tip o de so c ie d a d — la Ig le sia — d e la q u e es m ie m b ro el c rític o , u n a se rie de c o n d ic io n es p a r a se r h e c h a y p a r a s e r re c ib id a de m a n e ra fru c tífe ra . E l a m o r a u té n tic o p o r la M a d re a la que se q u ie re m ás sa n ta , la lib e rta d , la se n sa tez , la ju s tic ia y la h u m ild a d d eb en e s ta r de p a r te del c rítico . La a p e r tu r a c o m p re n siv a , la se g u rid a d y la tr a n q u ilid a d fre n te al te m a de la c rític a , y la o b je tiv id a d , d e b en a c o m p a ñ a r a qu ien la recib e. P o rq u e «la Ig lesia no d e ja de s e r s a n ta p o r el h e c h o de se r c ritic a d a , sin o que su s a n tid a d le o b lig a a e sc u c h a r la c rític a . Y el c rític o no es sa n to p o r el hech o de hacer la c rític a ; p e ro , p o r se Iglesia, e s tá o b lig a d o a h a c e rla sa n ta m e n te » (p. 145). J e sú s M a rtín e z P iñ e iro L O R EN ZO , G., J u a n P a b l o I I v la s c a r a s d e s u BRO U W ER. B ilb ao 1985, 120 pp.
I g le sia .
D ESCLÉE
DE
E s ta s p á g in a s son u n a e x p o sició n c rític a de lo q u e el a u to r d e n o m in a fe n ó m e n o J u a n P a b lo I I , del p a p a d o en g e n era l y de la in fa lib ilid a d en p a rtic u la r. S u g ie ren , al m is m o tie m p o , p a u ta s de cóm o d e b ie ra se r el P a p a y la a c tu a c ió n de la Ig lesia in s ti tu cio n a l je r á rq u ic a . C reem o s, sin c e ra m e n te , que e ste lib rilo es u n a c rític a se v e ra , p a rc ia l ν p o co c o n stru c tiv a . C. M a rtín AA. VV., L i b r o b á s i c o d e l c r e y e n t e . PPC. M a d rid 1985, 680 pp. E l lib ro b ásico del c re y e n te tiene ya u n a larg a h is to ria ; su p r im e ra e d ic ió n fue en 1970, ν a lo larg o de e sto s q u in ce a ñ o s, se h a n ido su c e d ie n d o e d ic ió n tr a s e dición h a s ta lle g a r a la p re se n te . E s u n lib ro que in te n ta o fre c e r al c re y e n te u n a sín te s is ac tu a liz a d a del «credo» del P u e b lo de D ios, y su s c rite rio s de a cció n en el m u n d o . N o in te n ta se r u n n u ev o « C atecism o de a d u lto s» , sino u n lib ro p a r a el e sc la re c im ie n to de d u d a s, la m a d u ra c ió n de n u e s tra fe e in fo rm a c ió n de n u e s tro o b ra r. El lib ro b á sico del c re y e n te se p o n e al serv icio de la re n o v ac ió n y d in a m ism o de la so c ied a d c ris tia n a , sie n d o de g ra n u tilid a d co m o b a se a la c a te q u e sis, c o n fe re n c ia s y c o m o lib ro de a u la p a r a las cla se s de R eligión. T iene co m o fin alid ad el p e rfe c c io n a r la iniciació n c ris tia n a , tr a ta n d o se r fiel al e s p íritu de la tra d ic ió n de la Ig lesia q u e a su m e lo «viejo» y lo 128
LIBROS
«nuevo», p ro b á n d o lo to d o y q u e d á n d o s e c o n lo q u e es b u e n o . E s u n lib ro su fic ie n te m e n te c o m p le to , tr a ta n d o los m á s v a ria d o s te m a s re la c io n a d o s con n u e s tr a fe. J u a n C arlo s M. L ópez G U E R IN , P., E l C r e d o , h o y . SIG U E M E . S a la m a n c a 1985, 188 pp. E l p re s e n te lib ro tie n e su o rig e n e n las c o n fe re n c ia s p ro n u n c ia d a s e n el C e n tro JeanB a r t de P a rís so b re la o b r a titu la d a «Yo c reo e n Dios» del m ism o a u to r. G u e rin p a r te d el c re d o p o rq u e es el m an ifiesto c ris tia n o , la to m a de p o sic ió n d e los c o n v e rtid o s de los p rim e ro s siglos. Si e s te m an ifiesto , e ste c red o , h a te n id o c a r á c te r p riv ile g ia d o a lo larg o de los siglos, es p o rq u e p a re c e e x p re s a r de fo rm a id eal el e q u ilib rio d el d o g m a c ris tia n o . P e ro el a u to r c o n cib e n u e s tro C red o co m o u n in te rr o g a n te en n u e s tra c u ltu ra a c tu a l. E l C red o p ro fe s a d o p o r los c ris tia n o s , n o s sigue in te rro g a n d o h o y p o r n u e s tra fe, y c a d a u n o h a d e c o n te s ta r con su vida. «El C redo, hoy», d e s a rro lla u n a se rie de te m a s ín tim a m e n te re la c io n a d o s con la fe q u e p ro fe s a m o s: Je sú s, el D ios de Je sú s y la Iglesia; o fre c e las b a se s p a r a q u e c a d a c re y e n te se a cap a z d e e n c a r n a r hoy el c o n te n id o re lig io so y vivencia! q u e fiuven de d ich a p ro fesió n . J u a n C arlo s M. L ópez
PASTORAL VILLOTA E L E JA L D E , J. L., E n s e ñ a n z a d e la « R e l ig i ó n v M o r a l C atólica». D E S C L É E D E BRO W ER. B ilb ao 1985, 160 pp. E s te lib ro de J u a n L uis V illo ta E le ja ld e , d o c to r e n D erech o Civil e in sp e c to r-c o o r d in a d o r d io ce sa n o de E n se ñ a n z a en la d ió ce sis de B ilb ao , es u n c o m e n ta rio ju ríd ic o p a s to ra l de la n o rm a tiv a ta n to civil co m o e clesial s o b re E n se ñ a n z a R eligiosa. C on u n e stilo d ire c to y c la ro y p a rtie n d o de su p r o p ia e x p erien c ia, el a u to r, a d e m á s d e a n a liz a r las d iv e rs a s d isp o sic io n e s legales, m a rc a los p o sib les c au c es de d e s a rro llo y a p o r ta so lu cio n e s a los p ro b le m a s q u e p u d ie ra n su rg ir. T o d o ello h a c e de e ste lib ro u n e stu d io d e in d u d a b le in te ré s , e n esp e cial p a r a to d a s a q u e lla s p e rs o n a s de a lg u n a m a n e ra c o m p ro m e tid a s en e sa d ifíc il e im p o r ta n te ta r e a q u e es la E n se ñ a n z a R eligiosa. L uis M a rtín de S a n M a rtín W Y LER, A., E l e d u c a d o r al s e r v i c i o d e la fe. SIG U E M E . S a la m a n c a 1985, 174 pp. El lib ro q u e p re s e n ta m o s es u n e s tu d io de teo lo g ía p a s to r a l m e d ia n te el c u al el a u to r t r a t a de « a c la ra r la im a g e n del e d u c a d o r c ris tia n o p a r a los jóvenes». P a r a ello se sirve, p o r o tr a p a r te , de su s a m p lio s c o n o c im ie n to s en m a te ria psico -p ed ag ó g ica, c o n m a rc a d a in flu e n c ia d e la c o rrie n te h u m a n o -c ris tia n a (G. W. A llp o rt). L a o b ra se e n c u e n trta c la ra m e n te d iv id id a en dos p a r te s . E n la p r im e ra a n a liz a al e d u c a d o r c ris tia n o e n sí m ism o, lo q u e le a s e m e ja ν d ife re n c ia del «profano», su c o n d ic ió n de « in stru m e n to » , su p e c u lia r c o m p le jid a d , etc. E n la se g u n d a , p a s a a e s tu d ia r al e d u c a d o r e n c a rn a d o e n d iv e rs a s situ a c io n e s c o n c re ta s: la Ig lesia , a lg u n o s p rin e n ip io s c a te q u é tic o s m o re n o s , las fam ilias, niños, a d o le sc e n te s y jó v en e s. T o d o ello a p o y á n d o se , c o n tin u a m e n te , e n la S a g ra d a E s c r itu r a y o tro s te x to s de c a r á c te r teo ló g ico y ped ag ó g ico . A u n q u e el len g u a je e m p le a d o es el p ro p io de d ic h a d isc ip lin a , el lib ro re s u lta de fá cil c o m p re n sió n y p u e d e p r e s ta r g ra n a y u d a a c u a n to s se m u ev e n en ese d ifíc il c a m p o de la p a s to r a l ju v en il. A lb e rto L ópez V A RIOS. L a s M i s a s c o n n i ñ o s . PPC. M a d rid 1985, 228 p p . H a b la m o s d e la s J o rn a d a s N a cio n a le s de L itu rg ia c o rre s p o n d ie n te s al a ñ o 1984 q u e e s tu d ia ro n ¡as m isa s con n iñ o s, u n a d e las a c tiv id a d e s p a rro q u ia le s q u e se m a n tie n e n 129
RELIGION V CULTURA
e n alza. Los n iñ o s e s tá n sie m p re d isp u e sto s a m o v erse e n el p re s b ite rio , según las su g e re n c ia s q u e les h a g a m o s; q u e d a a lg ú n tím id o q u e n o d e se a ni h a b la r n i lee r, y un n ú m e ro m a y o r q u e viven la fiesta d e sd e el b a n c o de su s p a d re s o su s a b u e lo s, p e ro e n el te m a es d e te rm in a n te , a d ife re n c ia de o tro s , la a c titu d y p re p a ra c ió n del sa c e rd o te , c a te q u is ta o tu to r. P o r eso es m ás ú til r e p a s a r e ste lib ro , a fin de c u e n ta s b re v e, p a ra c o n o c e r las d ire c tric e s a c e r ta d a s y b á sic a s, so b re el se n tid o g lo b al y en d e ta lle de las m isa s con niños. C om ienza p u b lic a n d o el D ire c to rio de e s ta s m isas, c u a n d o v a p a ra q u in c e a ñ o s q u e lo a p ro b ó P a b lo V I. p e ro q u e es b u e n o r e p a s a rlo p a r a c o m p ro b a r q u e n o se h a a g o ta d o su v irtu a lid a d y p a r a d e m o s tra r con n o rm a s a u té n tic a s a m u ch o s a d u lto s q u e n o se h a c e n las c o sa s a golpe de e sp o n ta n e id a d . L uego viene la p o n e n c ia d e J. A ld azáb al e n la q u e sa le p o r los fu e ro s d e los n iñ o s e n la m isa y p ro p o n e c ie rto s a sp e c to s de la c e le b ra c ió n y a su g e rid o s en el D ire cto rio . Jo sé M o n te ro p re s e n ta c o n o ri g in a lid a d la id ea q u e le h a ido s u m in is tra n d o s o b re la e u c a ris tía los c a te c ism o s q u e h a u s a d o en su v id a. O tro c a p ítu lo recoge la s o rie n ta c io n e s p a s to ra le s so b re el le c c io n a rio p a r a las m is a s c o n n iñ o s, d e la c o m isió n e p isco p a l de litu rg ia . A. B rin g a s d e sm e n u z a se g u id a m e n te v a ria s c u e s tio n e s so b re las le c tu ra s b íb lic a s de las m isa s con n iñ o s. El m in is te rio d el le c to r, d o c u m e n to del s e c re ta ria d o de litu rg ia , o rie n ta a c e rc a de la re s p o n sa b ilid a d de e ste serv icio y so b re las p re v is ib le s c o rru p te la s q u e lo p u e d e n a g u ar. D esp u és de u n te m a rio p a r a la fo rm a c ió n de lec to re s, con títu lo s de lib ro s escogidos, c ie rr a la p u b lic a c ió n el b e n e m é rito C. G a b a ra ín q u ien h a b la n d o de su e sp e c ia lid a d in d ic a los m o m e n to s q u e so n m ás a p ro p ia d o s p a ra la m ú sic a y en q u é m a n e ra se d eb e e m p le a r. C on lo s p e n ta g ra m a s d e c a n c io n e s p a r a to d a u n a c eleb ra c ió n , sie m p re de G a b a ra ín , se cie r r a e ste lib ro , p ro v e c h o so d e n tro de su s p re te n c io n e s. M. Vclev, FAVALE A., V o c a c i ó n c o m ú n y v o c a c i o n e s e s p e c i a l e s . V o l. I I I A s p e c t o s p s i c o p e d a g ó g i c o - p a s t o r a l e s . SO CIED AD DE EDUCACIÓN ATENAS. M adrid 1984, 159 pp. C om o a c la ra el p r o lijo e n c a b e z a m ie n to del p e q u e ñ o v o lu m e n c o n stitu y e la te rc e ra p a r te de u n a o b ra m á s a m p lia , y d e n tro de ella el sie m p re in v e stig a b le a sp e c to de la a n tro p o lo g ía (a tra v é s d e la p sic o lo g ía ν de la p a s to r a l) . S egún a c la ra c io n e s q u e van d e n tro d el tex to , e s ta te rc e ra p a r te la e sc rib e P aul G riég cr, FSC, p ro fe s o r de p ed ag o g ía p a s to ra l en el L a te ra n o , d e p sic o lo g ía g e n e ra l a p lic a d a en el C la re tia n u m , y de p e d a g o g ía c a te q u ís tic a en el I n s titu to «R egina M undi». El cap. se g u n d o e s tu d ia la a n tro p o lo g ía v o c ae io n a l c o n esp ecial d e te n im ie n to so b re la d iv e rs id a d de c a ra c te re s; el p rim e ro sitú a a n te la n u e v a p a s to ra l q u e m ir a a las v o c ac io n e s, c o m p a ra n d o con p e rs p e c tiv a s s u p e ra d a s ; el te rc e ro m ira al d is c e rn im ie n to de la vocación (el in te re s a d o p rin c ip a l y los d e m á s re s p o n s a b le s ); y el c u a r to el a c o m p a ñ a m ie n to del jo v en q u e p e rc ib e e sa lla m a d a , o se a el a m b ie n te e n el q u e su rg e y la c o m u n id a d fo rm a d o ra q u e le a y u d a im p re s c in d i b le m e n te a m a d u ra r. M. V élez M E V E S , C., ¿ E r e s tú, D a vid ? ; J ó v e n e s d e b lico s. H E R D E R . B a rc e lo n a 1985, 133 pp.
hoy
encarnan
personajes
bí
La c re a c ió n de C h ista M eves, es u n a o b ra se n c illa, e sc u e ta y sim p le, e n la cual t r a t a de h a c e r m ás c e rc a n o s a la ju v e n tu d , c ie rto s p e rs o n a je s b íb lic o s; p a r a ello, n o s p re s e n ta a c o n te c im ie n to s re a le s, h is to ria s sa c a d a s de la v id a c o tid ia n a de h o y , o c u r rid a s a gen te jo v e n de n u e s tr a época, c o m p a rá n d o la s al m ism o tie m p o con los re la to s de e sas p e rso n a s q u e n o s e n c o n tra m o s en la S a g ra d a s E s c ritu ra s . Ju a n C a rlo s M. L ópez
ESPIRITUALIDAD M A RTIN , F., R e i a r h o y. NARCEA. M a d rid 1985, 141 pp. La p re s e n te o b r a no su rg e ú n ic a m e n te d e sd e u n a sim p le in q u ie tu d e s p iritu a l o te ó ric a , sin o q u e n a ce en el c o n te x to de u n a casa de o ra c ió n que la In s titu c ió n JaA'e130
LIBROS
l ia n a tie n en Sevilla. R e z a r h o y es u n a c re a c ió n m a e s tr a so b re la o ra c ió n ; e n e lla se c o n tie n e n c a m in o s p a r a e n c o n tra rs e con D ios, lu ces p a r a m o tiv a r al h o m b re d e hoy, al c ris tia n o de hoy, en la b ú s q u e d a de D ios. E s u n a o b ra e se n c ia lm e n te a se q u ib le p o rq u e a p o r ta a sp e c to s n u c le a re s de la b u e n a n o tic ia de Je sú s, y lo h a c e con u n le n g u a je a d e c u a d o al h o m b re de hoy y en u n a p e rsp e c tiv a ra d ic a lm e n te e v an g é lic a c ap a z de m o v e r y c o n m o v e r el c o ra z ó n h u m an o . J u a n C a rlo s M. L ópez RAMBLA, A., A n d a r e s d e ¡m p e r e g r i n o . NARCEA. M a d rid 1985, 140 p p . E l h o m b re de hoy sigue b u sc a n d o el r o s tr o d e D ios y sie n te c o n s ta n te m e n te su p re se n c ia en m u c h a s c o sa s y a c o n te c im ie n to s , m a n ife s tá n d o se c o n u n a sen cillez ta l, q u e m u c h a s veces, p o r lo c o m p lic a d o s q u e so m o s los h o m b re s , n o so m o s c ap a c e s d e p e r c ib irlo . E l h o m b re c o n te m p o rá n e o , se c o n v ie rte hoy en u n c o n s ta n te p e re g rin o b u s c a d o r de la V e rd a d q u e salva; así, A lb e rto R a m b la q u ie re , a tra v é s d e su o b ra p e n s a d a co m o u n d ia rio , o fre c e rn o s su s m e d ita c io n e s y o ra c io n e s. El a u to r, p a rtie n d o d e lo q u e le ro d e a, p ie d ra s , a g u as, n u b e s, m a r, tra b a jo , c o sas p e q u e ñ a s y graneles, sa b e v e r el ro s tr o de Dios y c o n v e r t i r su s re fle x io n e s en o ra ció n . J u a n C a rlo s M. L ópez TILM A N N , Κ., C a m i n o al c e n t r o . T ra d . C. R uiz-G arrido. SAL T E R R A E . S a n ta n d e r 1985, 156 pp. E l a u to r n o s o frece un e stu d io o rd e n a d o a la P r á c t i c a y m a d u r a c i ó n d e la m e d i t a c i ó n (e s te es el s u b títu lo ). P ro p o n ie n d o u n p u n t o d e p a r t i d a : las vivencias c o tid ia n a s (c fr. p á gina 10), u n f u n d a m e n t o : la m e d ita c ió n co m o a cc ió n re c e p tiv a (c fr. p. 65), y d e sp u é s de d e lin e a r u n o s p r i m e r o s p a s o s con el fin de d e ja r v i a l i b r e p a r a la in m e rsió n in te rio r (lu g a r y tie m p o a d e c u a d o s, p o s tu r a del c u e rp o , re s p ira c ió n d e b id a ...) (c fr. p p . 31-70), lle ga a la sig u ie n te co n clu sió n : n o s e rá la re fle x ió n la q u e se c o n s titu y a en so lu c ió n de n u e s tr a p ro b le m á tic a e x iste n cia l sin o en la m e d id a e n q u e n o s d e s c u b ra su v e rd a d e ro n ú c le o d e c la rific ac ió n , q u e es el a m o r, " lu g a r” d e e n c u e n tro con D ios y de los h o m b re s e n tre sí. ¿Q ué h a re m o s p a ra a m a r p o r c o m p le to ? , se p re g u n ta . N a d a —re sp o n d e — . S im p le m e n te d e ja rn o s g u iar, va q u e D ios, con su a m o r, n o s h a ce c ap a c e s d e a m a r (c fr. pp. 154-156). J. D e m etrio M ariscal LAUZERAL, P., Q u a n d L ' a m o u r ti s s e tin d e s t í n . M EDIASPAUL. P a rís 1985, 366 pp. E s L au z era l co n o cid o e sp e c ia lista e n te m a s c a rm e lita n o s. F a m o sa su o b ra , titu la d a : u n m a i t r e , T h é r è s e d ’A v i la . C u a n d o se a p ro x im a el c u a r to c e n te n a rio de S a n J u a n d e la C ruz (1991) nos o fre c e e ste m ism o a u to r la v id a del S e n e q u ita . R e co rre m o s c o n F r. J u a n los c a m in o s de la E s p a ñ a del siglo X V I, c a m in o s q u e n o c o n siste n e n u n p a la d e o de g u sto s e s p iritu a le s , sin o e n u n a v o lu n ta ria re n u n c ia de lo h o riz o n ta l y en u n a m ira d a so s te n id a a lo A bso lu to . El le c to r q u e inicie su a n d a d u r a a tra v é s de los sie te c a p ítu lo s de e ste lib ro , c a u tiv a d o p o r la fig u ra a m a b le de e s te fra ile c ito c o n v o cació n d e c a r tu jo , y g a n a d o p a r a la R e fo rm a del C a rm e lo , p o r T e re sa d e Je sú s , lo se g u irá d e sd e las tie r r a s á rid a s de A vila h a s ta que, en 1591, lo d e ja re c lin a d o s o b re el pech o del A m ado. C olores y a ro m a s, soles y n ieves, ro q u e d a le s y rib e r a s f o r m a n e n e n to rn o d e p o e sía y a u s te rid a d en e s ta b io g ra fía v iv id a y a m a d a . P o r las r u ta s d e C a stilla la V ie ja to p a rá el le c to r con re c u e rd o s, h o m b re s de a rm a s , m o n ja s y fra ile s e n p o sa d a s d o n d e to d a in c o m o d id a d te n ía su a sie n to . T o d a u n a v id a e s p iritu a l, e p o p ey a d e a lm a s d e g ig an te s, c o n lú g u b re s p risio n e s y e sc a p a d a s d e a v e n tu ra , e n tre g a a l A m o r q u e h a ce flo re c e r el C án tico , la N oche o s c u ra y lla m a d e a m o r. E s tilo te rs o el d e e s te a u to r q u e r e c o rrió a p ie to d o s los lu g a re s q u e a n te s fre c u e n tó F r. J u a n d e la C ruz, p o e ta m ís tic o y a u to r de las N ad as. L u is A rias Une fe m m e ,
LANZA D EL VASTO. P e r e g r i n a c i ó n 1985 , 370 pp.
a
las
fuentes.
SIG U E M E . S a la m a n c a
¿A q u é fu e n te s? A las del río G anges, a las del d o m in io d e sí, a las d el G ra n D esierto , a las d e la lib e ra c ió n a b s o lu ta , a las del d e sp re n d im ie n to , a la s d e l a m o r al p r ó jim o , y a o tr a s m u c h a s q u e c o m p a rte n el m ism o m a n a n tia l en el s e c re to de la v id a. L anza del 131
RELIGIÓN Y CULTURA
V a sto v ia jó d u r a n te m á s de u n a ñ o p o r la In d ia ν N e p al con la m e ta p u e s ta en el n a c im ie n to p u ro d el G anges; lo c ie rto es q u e o b stá c u lo s b ie n c o n tra r io s a su v o lu n ta d le im p id ie ro n p is a r las tie r r a s s a g ra d a s del H im a la y a , p e ro el c a m in o lo hizo c o m o Dios m a n d a : en su s m a n o s, e sc a so de p a n , sin d in e ro , a lo q u e salga, v e stid o de h in d ú , c a la b a z a e n b a n d o le ra y b a s tó n p a r a a p o y a rse . E s u n a p ro fa n a c ió n lla m a rlo v ia je , m á s b ie n d e rra m ó su v id a y u n a p re d ic a c ió n silen c io sa p o r la s tie r r a s y la s m is te rio s a s g e n te s q u e p o r a q u e llo s a ñ o s (1936) a tr a ía la v o lu n ta d se re n a de M a h a tm a G a n d h i. L anza del V a sto se hizo d isc íp u lo d e G an d h i. Lo q u e en e sto s e s c rito s n o s o fre c e es la sa b id u r ía m á s a tra y e n te q u e fu e re co g ien d o e n tre los d io ses v los te m p lo s de la In d ia , e n tr e su s lib ro s s a n to s ν s a c e rd o te s , e n tre el s o lita rio de la ro c a y el loco re lig io so q u e tr a b a ja b a p o r lib re e n m ed io de la s gen tes. El le c to r q u e b u s q u e la s e re n id a d de o t r a d im e n sió n h u m a n a , la h in d ú , e n la s a n típ o d a s d e la o c c id e n ta l, s a b o re a rá con d e le i te y p ro v e c h o e sto s a p u n te s d e L an z a del V a sto b o rd a d o s de a u té n tic a p o e sía y se ñ a la n d o h o riz o n te s v ita le s a ju s ta d o s a u n c ris tia n o . Al final del re c o rrid o q u iso p a s a r d e sd e E g ip to a T ie rra S a n ta , p e ro n o le d e ja ro n . M. Vélez AN Ó N IM O , L a n u b e d e i n o - sa b e r . PAULINAS. M a d rid 1984, 278 pp. De ta r d e en ta r d e se p o n e a d isp o sic ió n u n lib ro q u e g u a rd a u n d isc u rso , c o m p a r a ti v a m e n te c o n los d e su m ism o o b je to , e x tra v a g a n te ; tó m e se ta l té rm in o el le c to r en se n tid o m u y lite ra l co m o es el q u e in d ic a q u e a lg u ie n c a m in a ta n p o r su p ro p io c am in o q u e v a p o r fu e ra de la ru ta de los d e m á s. Los s e te n ta y cinco a p a rta d o s d e L a n u b e d e l n o - s a b e r se a trib u y e n a u n a u to r inglés, p ro b a b le m e n te re lig io so de a lg u n a O rd en , a tra v é s de los c u ales b u s c a c o m u n ic a r a u n jo v en a m ig o su y a la fo rm a de a lc a n z a r del m o d o m á s b re v e la c o n te m p la c ió n de D ios. Si h a b la m o s del a u to r a n ó n im o , con g a n as d e se g u ir igu al, cuya o b ra h a e s ta d o c u a tr o siglos a r ru m b a d a y a h o ra es leíd a c o n avidez, se c o n firm a u n o e n la id e a de q u e es m u y o rig in a l o v ien e a lle n a r u n a s a n sia s m u y a c u c ia n te s d e n u e s tr o m o m e n to e s p iritu a l d e O ccid en te; e n el á m b ito de O rie n te , o sea del zen y del yoga n o in tro d u c e u n a p ra x is ta n n o v e d o sa (ni en el p e n s a m ie n to d e S an J u a n de la C ruz) p e ro ese p u e n te q u e c o n stru y e e n tre lo s m é to d o s c o n te m p la tiv o s de u n m o n je b u d is ta ν u n c a r tu jo (p o r p o n e r u n e je m p lo ) h a y q u e a p u n t a r lo al h a b la r de la o b r a q u e a h o ra e n c o n tra m o s tra d u c id a . M u ch as p e rs o n a s la conocen ya, y p a r a el re s to n o d e b e ría m o s a c a b a r con la c u rio s id a d q u e d e s p ie rta el sim p le t í tu lo , p e ro re s p e ta n d o la in te n c ió n del a u to r q u e p ro p in a m ás de u n tiró n de o re ja s a q u ie n e s le leen sólo p o r c u rio s id a d , a p u n ta m o s a q u í q u e lo m ism o p o d ía titu la r s e L a n u b e d e l n o - s a b e r co m o el lib ro de las d o s n u b e s q u e d e b en s e p a ra r ν de h e c h o s e p a ra n la t ie r r a y d e l cielo a la p e r s o n a q u e q u ie re a c e rc a rs e a la c o n te m p la c ió n de D ios. U n a n u b e q u e a p a r te la s p re o c u p a c io n e s, los c u id a d o s n o rm a le s , la e x iste n c ia in c lu so d e to d o lo m e n s u ra b le ν tan g ib le; la o tr a es la q u e ya s e p a ra de D ios y la c u a l e n to d a la h is to ria h a n tra ta d o d e b o m b a r d e a r los h o m b re s de e s p íritu ele\^ado m e d ia n te o r a cio n es, re fle x io n e s, im a g in ac io n e s, d isc u rso s, e tc. N u e s tro a n ó n im o a c o n s e ja a su j i l o t e o , re c o n v in ié n d o le p o c o m e n o s q u e con la n o rm a del a rc a n o , la fo rm a de a n u la r to d o s e so s e sfu e rz o s v d ific u lta d e s con u n m é to d o m á s sen cillo , y so b re to d o m ás eficaz, p a r a lle g a r a D ios. E s e x tra ñ o q u e u n lib ro ta n a n tig u o y tra d u c id o de o t r a le n g u a n o re zu m e a rc a ís m o s , sin o q u e c o n se rv a u n a g ra n viveza co m o la q u e le im p rim ió su a u to r al in t r o d u c ir in te r ro g a n te s del n o v a to y re s p u e s ta s del m a e s tro , a d e m á s de te n s io n e s se m p ite rn a s co m o son las p e rso n ific a d a s en el ev angelio p o r M a rta v M aría. Del m is m o e s c r ito r a n ó n im o v ien e p u b lic a d o E l l i b r o d e la o r e n t a c i ó n p a r t i c u l a r « ...este lib ro es p a ra ti. p e rs o n a lm e n te , y n o p a r a el p ú b lic o en g e n era l... P e ro e re s tú sólo q u ie n en e ste m o m e n to te n g o p re s e n te v tu v id a in te rio r» (p ró lo g o ). Lo e sc rib e de u n tiró n . E s breve’. E l e d ito r lo ha su b d iv id id o en 24 a p a rta d o s . La tra d u c c ió n e stá h e c h a so b re la in g le sa de W illiam J o h n s to n , v n o c are ce de sim b o lism o q u e e sté fe c h a d a en la u n iv e rs id a d de S o n h ia , de T okyo. M. Vélez NTCHOT,T . D.. S a n t i d a d , u n c a m i n o 179 pp.
para
t o d o s . PA U LIN A S. M a d rid 1985,
L a lla m a d a a la s a n tid a d , a la u n ió n con C risto , es algo in trín se c o al m e n s a je c r is tia n o y d ebe s e r c u ltiv a d a seg ú n la e sp e cífic a y p e rso n a l v ocación de c a d a u n o . Y p a r a 132
LIBROS
ello no hay re c e la s n i so lu c io n e s m ág ic as. C o n sc ien te d e e sto , el a u to r del p re s e n ta m o s n o p r e te n d e o fre c e rn o s u n a se rie de leccio n es p a r a a lc a n z a r la M uy a l c o n tra rio , e n su s p á g in a s e n c o n tra m o s u n c o m e n ta rio se n c illo y c la ro , de m ú ltip le s a n é c d o ta s, so b re a lg u n o s a sp e c to s d e la v id a c ris tia n a , q u e d e b e to d o s n o s o tro s te n s ió n h a c ia D ios y c re c im ie n to e n la lib e r ta d d e su a m o r.
lib ro q u e s a n tid a d . sa lp ic a d o se r p a ra
L uis M a rín d e S a n M a rtín PRO NZATO, A., T o d o 19B5, 432 p p .
corazón
para
los
enferm os.
SIG U E M E . S a la m a n c a
T odo p a re c e in d ic a r q u e a q u e llo s lib ro s b io g ráfico s e n los q u e se n o s n a r ra b a n « e je m p la re s v id a s de sa n to s» y q u e ta n to p r o life ra r o n n o h a ce m u c h o s a ñ o s, h o y h a n p a sa d o , d e fin itiv a m e n te , a la h is to ria . P o r ello p u e d e e x tra ñ a rn o s q u e u n a u to r c o m o A le ssa n d ro P ro n z a to , q u e ta n to p re s tig io h a a d q u ir id o p o r su co lecció n de m e d ita c io n e s p a r a el a ñ o litú rg ic o , su c o m e n ta rio a los E v an g e lio s, e tc ., n o s p r e s e n te e n é ste , su ú ltim o lib ro , la v id a d e S a n C am ilo d e L ellis. O b ra e n m o d o a lg u n o in fe rio r a la s a n te rio re s , c o m o c a b r ía im a g in a r; a l c o n tra rio , tr a s u n p ro fu n d o e s tu d io d e to d o s los e s c rito s c o n c e rn ie n te s a la v id a d el sa n to , P ro n z a to e la b o ra su p r o p ia b io g ra fía . E n e lla re co g e n u m e ro s o s te x to s d e la é p o ca e in te r e s a n te s a n é c d o ta s d e la v id a d e e s te h o m b re del q u in ie n to s que, d e sp u é s de u n a fu lg u ra n te c o n v e rsió n y d e n o s e r a d m itid o (p o r c a u s a de su sa lu d ) e n la O rd e n F ra n c is c a n a , fu n d a u n a n u e v a c o n g reg a ció n , «Los S ie r vos de los E n ferm o s» , a cuyo c u id a d o y a p a s io n a d o se rv icio e n tre g a r á el r e s to d e su vida. T o d o ello, a d e m á s, a rro p a d o p o r el a m e n o e stilo q u e le es p r o p io y u n a c u id a d a e s tr u c tu r a c ió n , c o n lo q u e lo g ra s u p e ra r, fá c ilm e n te , e sa p rim e ra a p a rie n c ia d e a n a c ro n ism o c o n q u e se p re s e n ta al le c to r. A lb e rto L ópez F E L D E N K R E IS , M., A u t o c o n c i e n c i a p o r el m o v i m i e n t o . E j e r c i c i o s p a r a el d e s a r r o l l o p e r s o n a l . PA IDÓS. B a rc e lo n a 1985, 203 p p . Le h a n d a d o u n lu g a r a e s te lib ro d e n tro de la c o le cc ió n « B ib lio teca de té c n ic a s y le n g u a je s c o rp o ra le s» lo q u e c o n trib u y e , al la d o d el s u b títu lo , a su p re s e n ta c ió n . E l n ú c le o q u e el le c to r b u s c a c o n m a y o r in te ré s e s tá fo rm a d o p o r d oce leccio n es so b re n u m e ro s o s e je rc ic io s q u e m e jo ra n los h á b ito s c o rp o ra le s ; so n d o c e lec cio n e s ele g id as c asi al a z a r e n tr e o tr a s m u c h a s y q u e c a d a u n a d e p o r sí p u e d e g e n e ra r su p a r te de b u e n e fec to . A ta le s leccio n es p re c e d e u n a in tro d u c c ió n a l a s u n to , in tro d u c c ió n p r o lija c o m o su ele o c u r r ir e n e sto s lib ro s , m e d ia n te la c u a l se le ex p lic a a la p e rs o n a in te re s a d a , q u e e s tá re a liz a n d o m u c h o s e je rc ic io s a lo larg o d el d ía e n los q u e m a lg a s ta e n e rg ía s p o r n o s e r c o n sc ie n te d e lo q u e e je c u ta ; fr e n te a l a u to m a tis m o c o n q u e la n a tu ra le z a y la e d u c a c ió n n o s in v ita n a viv ir, e n e ste lib ro se in s is te e n el c o n o c im ie n to . «C ada u n o de n o s o tro s h a b la , se m ueve, p ie n s a y sie n te e n fo rm a d is tin ta , d e a c u e rd o e n c a d a caso, c o n la im a g e n d e sí m ism o q u e h a c o n s tru id o c o n los años.» « N u e stra a u to im a g e n c o n siste en c u a tro c o m p o n e n te s q u e in te rv ie n e n e n c a d a a cc ió n : m o v im ie n to , se n sa ció n , se n tim ie n to y p e n sa m ie n to » (p. 18). A p arece e n el lib ro m u c h a s veces el té rm in o «autoim agen» p a r a in d ic a r la id e a r e fle ja q u e u n o v a te n ie n d o d e la s c a p a c id a d e s c o rp o ra le s q u e d e sa rro lla ; n o p a re c e q u e la p a la b r a e sté u s a d a c o n p ro p ie d a d , p e ro e n to d o caso revela u n a de la s claves q u e h a e n c o n tra d o el a u to r p a r a « re ju v e n ec e r» la a c tiv id a d in te g ra l de la p e rso n a , te n g a la e d a d q u e sea. L os e je rc ic io s tie n e n u n a d u ra c ió n al p rin c ip io e n tre 20 y 45 m in u to s. L a ex p lic ac ió n d e su s d iv e rs a s p a r te s y la su c e sió n de los m o v im ie n to s n o e s tá n tip o g rá fic a m e n te b ie n se ñ a la d o s, ni c o n sig u e n la m a y o r c la rid a d ; ta m b ié n tie n e la tra d u c c ió n g iro s id io m á tic o s q u e re v e la n su o rig e n a rg e n tin o , en c u a n to a la tra d u c c ió n . A. D e M ier ENOM IYA-LASALLE, H . M., Z a z e n y los e j e r c i c i o s d e S a n I g n a c i o . PAULI NAS. M a d rid 1985, 99 pp. H ugo E n o m iy a -L a sa lle significa u n p u e n te e n tr e el z e n o z a z e n , e n c u a n to e je rc ita ción, y la e s p ir itu a lid a d c ris tia n a o c c id e n ta l; su s lib ro s so n c o n o cid o s y h a c e a ñ o s q u e los e s tá n u s a n d o los q u e t r a t a n d e se rv irse de la s a b id u r ía q u e se r e m ite a B u d a , p o r 133
RELIGIÓN Y CULTURA
to d o ello e s te lib rilo a p a re c e com o p a ra d ig m á tic o va q u e h a ce u n a c o m p a ra c ió n e n tr e el z a z e n y lo s fa m o so s E je rc ic io s d e S a n Ig n a c io de L oyola. M uchos e s c rito s c ris tia n o s tie n e n m á s a fin id a d con las téc n ica s o rie n ta le s q u e lo s e sc rito s del fu n d a d o r d e la C o m p añ ía , p o r e je m p lo , L a n u b e d e l n o s a b e r , y así lo p a te n tiz a el a u to r e n los p rim e ro s a p a r ta d o s d el lib ro , es d e c ir, ex p lic a lo q u e es u n o y lo q u e es o tro ; luego a n a liz a la s c o in c id e n c ia s y te rm in a se ñ a la n d o la s p o sib ilid a d e s de c o m p le m e n ta c ió n m u tu a e n tr e a m b a s e sc u e la s, si q u e re m o s lla m a rla s así, de vida. Los o c c id e n ta le s n o s s e rv im o s del z e n a c a so sin lle g a r a c o m p re n d e rlo , p o r eso el e s tu d ia rlo a la p a r de lo q u e n o s es m á s p ro p io , es de to d o p u n to co n v en ien te . A. De M ier FELDM AN, Ch., G r a n d e s c r i s t i a n o s d e n u e s t r o siglo. S u e ñ o s q u e c o m i e n z a n a t e n e r v i d a . PAULINAS. M a d rid 1985, 327 pp. S o n tre c e los g ra n d e s c ris tia n o s de n u e s tro siglo X X los q u e n o s p r e s e n ta n o tro s ta n to s c a p ítu lo s del lib ro , o m e jo r d ich o q u e se p r e s e n ta n ellos m ism o s, ya q u e si bien el a u to r es p a rc o en e x p lic ac io n e s s o b re lo s m o tiv o s de su e sc rito , se g u ro q u e h u b ie ra re n u n c ia d o a él d e n o c o n se g u ir u n a sim p a tía , u n a a tra c c ió n del le c to r h a c ia ta le s p e rso n a s . C u a lq u ie r c ris tia n o p o r p o co in fo rm a d o q u e e s té re tie n e en su m e m o ria n o m b re s m ag n ífico s de n u e s tro s d ías: P. K o lb e, L u th e r K ing, R a ú l F o liera u , T e re sa d e C a lc u ta, el H no. R oger, M a g d a le n a D ebrël, y u n o s p o c o s m ás, n o to d o s ig u a lm e n te c o n o c id o s p e ro sí c o n c a rn e t d e c ris tia n o s im ita b le s, c a d a u n o e n su p e c u lia rid a d . S on tre c e b io g ra fía s r e d a c ta d a s o rig in a ria m e n te en a le m á n y e n c a b e z a d a s p o r el títu lo q u e a q u í e s su b títu lo ; u n o y o tr o so n a c e rta d o s , p o rq u e ta m p o c o e s ta m o s h a b la n d o d e b io g ra fía s p ro p ia m e n te d ic h a s, sin o d e u n o s d a to s q u e e n c u a d ra n lo s a ñ o s y el a m b ie n te d e su s v id as y lu eg o u n a c e rc a m ie n to a su e s p íritu , a sus a fa n e s m ás a m b ic io sos, in te rp re tá n d o lo s el a u to r a p o y a d o en a lg u n o s de los e sc rito s de ellos. Se n o ta u n a d e b ilid a d d e F e ld m a n p o r las p e rs o n a s c r is tia n a s q u e p e o r lle v a b an el e s ta r so las, e! g u a rd a rs e el d in a m ism o d e fr a te r n id a d q u e re c ib ía n del evangelio p a r a u n p e q u e ñ o c írc u lo de s im p a tiz a n te s o c o rre lig io n a rio s ; y de o tr a p a r te ta m p o c o su ele c a lla rs e las tr a b a s o la in c o m p re n s ió n q u e e s ta s m is m a s p e rs o n a s h a y an p o d id o re c ib ir d e la Ig le sia m á s in s ta la d a . E l a u to r se q u e d a u n p u n to e sc aso en d a to s b io g ráfico s y e n la re fe re n c ia d e la s p a la b ra s te x tu a le s q u e cita; p o d rá p a r e c e r u n e n g o rro p a ra u n a le c tu ra q u e b u sc a m o s tra r le al h o m b re m o d e rn o lo q u e significa s e r c ris tia n o y lo q u e D ios p u e d e h a c e r de él, p e r o sie m p re es b u e n o a s e g u ra r al p ú b lic o q u e la fig u ra d ib u ja d a se p u e d e c o m p ro b a r q u e re s p o n d e a lo q u e h a sid o ta l p e rso n a . E n to d o caso , lib ro s de te s tim o n io s c o m o é ste h a c e n bien. A, De M ier
LITURGIA P E R R IN , J., U n j u s t e n o m i n é J o s e p h . M EDIA SPA UL. P a rís 1985, 338 p p . E s te lib ro d e d ic a d o a S a n Jo sé, a u n q u e p a re z c a e x tra ñ o p o r el te m a y d ifíc il p o r la e scasez d e d a to s s o b re e s te p e rs o n a je , sin e m b a rg o , d a d a su e s tr u c tu r a y su e n fo q u e, su le c tu ra se h a c e a m e n a y a g ra d a b le . El a u to r p o n e co m o p u n to c e n tra l el m is te rio d e la E n c a rn a c ió n a c u y a luz c o n te m p la el m is te rio de Jo sé. O frece u n a se rie d e c ita s d e sd e los P a d re s A p o stó lico s h a s ta los a u to re s m ás m o d e rn o s u n id a s a las e n se ñ a n z a s d e los p a p a s y los e s c rito s d e los m ístic o s. L as ú ltim a s p á g in a s re co g e n u n a se rie de o ra c io n e s ta n to litú rg ic a s c o m o e x tra litú rg ic a s d irig id a s a S a n Jo sé. E s u n a sín te s is de m u c h o s a ñ o s d e e stu d io , a la vez q u e u n re fle jo del im p a c to d e ja d o en el a u to r. C. M a rtín M Ü LLER, A., R e f l e x i o n e s t e o l ó g i c a s s o b r e M a ría , M a d r e d e J e s ú s . C R IS TIANDAD. M a d rid 1985, 138 pp. L as o b r a s d e d ic a d a s a te m a s m a rio ló g ic o s p r o life ra ro n h a s ta el V a tic a n o I I. E n la é p o c a p o s tc o n c ilia r h a n sid o m ás b ie n e sc asa s. E l C oncilio, c o n la re m o d e la c ió n d e la teo lo g ía, p u s o fin a u n a se rie d e e sc rito s q u e m á s q u e e stu d io s ra z o n a d o s y p ro fu n d o s 134
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e r a n fru to de u n s e n tim e n ta lis m o y a veces h a s ta de u n a p ie d a d u n ta n to d e fo rm a d a . E s te lib rilo , en la p rim e r a p a rte , p re s e n ta u n c o n c e p to de teo lo g ía c o m o b ase. E n la se g u n d a , p la n te a el p ro b le m a de M a ría d e sd e u n a p e rs p e c tiv a h istó ric a . E n la te rc e ra , c o n clu y e con la p re s e n ta c ió n de u n a se rie de ra sg o s fu n d a m e n ta le s de u n a m a rio lo g ía a c tu a l. U nas p á g in a s b ien fu n d a m e n ta d a s q u e p o s ib ilita n la c o m p re n sió n d e su c o n te n id o e x p u esto a la luz de la teo lo g ía de hoy. C. M a rtín A R R U PE , P., E c r i l s p o u r é m u g i H i s e r . D E SC L É E DE BROW ER. P a rís 1985, 581 pp. « E c rits p o u évangeJiser» son u n a la rg a se rie de d isc u rso s y re fle x io n e s del P. A rru p e , re u n id a s de e n tr e su s p rin c ip a le s e s c rito s d u ra n te los a ñ o s q u e e stu v o al fre n te de la C o m p añ ía , de 1965 a 1983. H a n sid o p r e p a ra d a s y p re s e n ta d a s p o r el P. Jean-Y ves Calvez, q u ie n d u r a n te m á s de u n a d é c a d a fu e su A s is te n te G e n eral. E n e ste v o lu m e n se e n c u e n tr a u n a a m p lia te m á tic a e n to rn o a la in m e n sa m a y o ría d e lo s p ro b le m a s e clesia les y m u n d ia le s de los a ñ o s del p o stc o n cilio . Los e sc rito s a q u í re co g id o s r e fle ja n el e s p ír itu del P. A rru p e y su p re o c u p a c ió n p o r la ta r e a a p o stó lic a y m isio n e ra . U n v o lu m e n cuya le c tu ra a te n ta hace re v iv ir a l le c to r la p ro b le m á tic a de a q u e llo s a ñ o s a la vez q u e c o n te m p la r y a p r e c ia r el im p u lso e m a n a d o del V a tic a n o II. C. M a rtín BARTH, Κ., A l s e r v i c i o d e la p a l a b r a . SIG U E M E . S a la m a n c a 1985 , 267 pp. «Al serv icio de la p a la b ra » son u n a re c o p ila c ió n de dos c o leccio n es de se rm o n e s de K. B a rth , teólogo q u e en ca u zó y e n te n d ió su teo lo g ía d o g m á tic a co m o se rv icio a la P a la b ra y la p re d ic a c ió n c o m o p ru e b a te s tim o n ia l de la teología. E n lo s se rm o n e s t r a n s c rito s en e s ta o b ra se p u e d e p a lp a r su c a r á c te r d in á m ic o y su c o n s ta n te c á n tic o d e a la b a n za a la v ic to ria de la g ra c ia a p o rta d a y m a n ife s ta d a en C risto en fa v o r d e los h o m b re s. El m é rito m á s sa lie n te d e e sto s se rm o n e s e s tá e n h a b e r lo g ra d o c o n ju g a r teo lo g ía y vida. O frece ta m b ié n u n a s o ra c io n e s de p ro fu n d o c o n te n id o e s p iritu a l q u e , u n id o al c o n te n id o de los se rm o n e s, p u e d e n c o la b o r a r en la p rá c tic a d e la o ra ció n . C. M a rtín VA RIOS, E l d í a d e l S e ñ o r . D o c u m en to s e p isc o p a le s so b re el dom in g o . PPC. M a d rid 1985, 254 pp. L a p ro b le m á tic a d o m in ic al, a nivel de p a s to ra l litú rg ic a se h a id o a c re c e n ta n d o de ta l m a n e ra , q u e h a su s c ita d o u n a g ra v e y a c u c ia n te p re o c u p a c ió n a los e p is c o p a d o s de m u ch o s p a íses. El S e c re ta ria d o N a cio n a l d e L itu rg ia o fre c e tr e s d o c u m e n to s d el E p is c o p a d o E sp a ñ o l y o tr o s diez m á s d e d iv e rso s e p isc o p a d o s. E n e llo s se c o n s ta ta la n e c e sid a d de r e c u p e ra r el d o m n n g o que, a tra v é s de la c e le b ra c ió n e u c a ris tic a , se alza com o fie sta p rim o rd ia l d e los c ris tia n o s . E n e sto s d o c u m e n to s se o fre c e n , ju n to con u n a ric a d o c trin a teo ló g ica, u n b u e n c ú m u lo de su g e re n c ia s p a s to r a le s p a r a c e le b ra r b ie n el d ía del S e ñ o r. U n b u e n lib ro q u e p u e d e p r e s ta r u n a v a lio sa a y u d a ta n to a p a s to re s co m o a c a te q u is ta s y a to d o s los q u e sean re s p o n sa b le s d e a lg ú n g ru p o d e n tr o de la Iglesia. C. M a rtín
FILOSOFIA A LEG RE G O R R I, A., E s t u d i o s s o b r e los p r e s o c r á t i c o s . A N TH R O PO S. B a r c elo n a 1985, 106 pp. O b ra de in te r p r e ta c ió n h isto rio g rá fic a p a ra le c to re s in tro d u c id o s en la filo so fía grieg a. Se e s tu d ia lo m á s g ra n a d o d e la filosofía p re s o c rà tic a , es d e cir, H e rá c lito y el p rin c ip io de le g a lid a d (p p . 9-30), y P a rm é n id e s y su P o e m a (p p . 31-89). Se a ñ a d e u n c a p ítu lo so b re la tra g e d ia (p p . 91-101) y u n a m uy se le c ta b ib lio g ra fía d e fu e n te s y e stu d io s (p p . 103-
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106). E n re a lid a d , el t r a b a jo n o se re d u c e a los d o s g ra n d e s de lo s p rim e ro s filósofos griegos, sin o q u e a l h ilo d e la le c tu ra a p a re c e n e n c o n tra s te los o tro s a u to r e s (T ales, A naxim andro.. Z enón, M eliso ). R e su lta , al fin, u n a se n c illa, p e ro b ien d o c u m e n ta d a , ca ra c te riz a c ió n del m u n d o (c o sm o v isió n ) griego. E l s a b o r de lo trá g ic o fo rm a p a r te de e s ta siste m a tiz a c ió n de la to ta lid a d de la s c o sa s e n u n s is te m a ra c io n a l (lo g o s). O b ra , en fin, a c a d é m ic a p o r su c o n c e p c ió n y e s tr u c tu r a , p e ro q u e e n su c a p a c id a d d e s u g e rir al p re s e n te ( c o n tra s te y c o m p a ra c ió n ) p u e d e s e r ú til p a r a c u a lq u ie r le c to r c u lto . Á ngel T e je ro E PIC U R O , C a r t a s a M e n e c e o . M á x i m a s c a p i t a l e s . E d ito re s R afael O je d a y A licia O la b u en a g a. ALHAMBRA. M a d rid 1985, 75 pp. L a fin a lid a d d e e s ta o b ra , c o m o la de to d a s la s p u b lic a d a s e n e s ta se rie, es fa c ilita r la le c tu ra de los g ra n d e s te x to s filosóficos a los n o in ic iad o s. De a h í la la rg a in tro d u c ción, la s n o ta s , los d o c u m e n to s y el léxico c o n q u e se t r a t a d e s itu a r y h a c e r c o m p re n sib le el te x to . L a id e a es m ag n ífica y n o m e re c e sin o a p la u so , so b re to d o c u a n d o los te x to s filosóficos so n re a lm e n te im p o r ta n tte s . Algo que, sin e m b a rg o , d e b e ría se r e v ita d o , es el e m itir ju ic io s d e v a lo r d e m a sia d o p e rso n a le s s o b re el c o n te n id o d el te x to m ism o . S o b re to d o c u a n d o n o se d a lu g a r p a r a c o te ja r e sa s a p re c ia c io n e s s u b je tiv a s c o n o tra s d is tin ta s . O c u a n d o se tra s la d a n situ a c io n e s d el p re s e n te al p a sa d o . L a filo so fía n o es ta n to u n c a te c ism o q u e se e n se ñ a , c u a n to u n m é to d o p a r a c a p a c ita r a la c r ític a p e r sonal. P u e d e q u e a a lg u ie n le re s u lte s u p re m a m e n te a tr a y e n te el id eal d e filosofía y d e v id a feliz d e E p ic u ro . P e ro , a d e m á s de n o s e r o b lig a to rio el c o m p a r tir ese p u n to de v ista, no es el lu g a r m á s a d e c u a d o la p re s e n ta c ió n de u n te x to p a ra h a c e r n in g ú n tip o de p ro c la m a s. M. A rra n z R o d rig o FO N SECA LABRADA, H . E., M o r a l , s o c i e d a d y a n t r o p o l o g í a e n N i e t z s c h e . R E V IS T A IN T E R N A C IO N A L DE FIL O SO FIA . La C o ru ñ a 1984, 144 pp. L o q u e p r e te n d e el a u to r es o fre c e r u n a im ag en de N ie tz sc h e lo m á s o b je tiv a p o sib le, h u y e n d o d e la s a b so lu tiz a c io n e s p a r tid is ta s y de los re d u c c io n ism o s in te re s a d o s q u e d e l p e n s a m ie n to n ie tz sc h e a n o se h a n h e c h o c u a n d o ú n ic a m e n te se le h a c o n sid e ra d o com o p r e c u r s o r d e l m a rx ism o , e x is te n c ia lista , v ita lis ta o c u a lq u ie r o t r a c o n c re c ió n de u n la rg o e tc é te ra sie m p re m e n o s c a b a d o r. La o b r a n o s va in tro d u c ie n d o p a u s a d a m e n te en to d o s los e n tr e s ijo s del s is te m a n ie tz sc h e a n o . F o n se c a L a b ra d a , c o n sc ie n te d e la ín tim a u n ió n q u e e x iste e n tr e la v id a -e n to rn o y los e sc rito s-id e a s d e u n filósofo y c o n sc ie n te ta m b ié n d e q u e a N ie tz sc h e le so b re p a s ó p rá x ic a y v ita lm e n te su p e n sa m ie n to , co m ien za p o r u n a v isió n p ro p e d é u tic a del filósofo p a r a c o n tin u a r la e x p o sició n e n d o s p a rte s . U na a b a rc a tr e s d iv isio n e s en la o b r a de N ie tz sc h e, d e sd e la ju v e n tu d h a s ta la m a d u re z , d e sd e E l o r i g e n d e la t r a g e d i a e n el e s p í r i t u d e la m ú s i c a y la filología h a s ta Z a ra t r u s t a , la a n tro p o lo g ía y el E te r n o R e to rn o . L a se g u n d a p a r te es u n a e s tru c tu ra c ió n de la V o lu n ta d d e P o d e r, d o n d e se c la rific a n los c o n c e p to s d e re lig ió n , a te ísm o , E sta d o , S o c ied a d e H is to ria . E ste e stu d io p u e d e s e r u n p a so p a ra d e v o lv e r a N ie tz sc h e el p u e sto c e n tra l q u e le c o rre s p o n d e en n u e s tr a c u ltu r a y en el p e n sa m ie n to a c tu a l. T o m ás Pérez M o ra led a F E Y E R A B E N D , P., ¿ P o r q u é M a d rid 1985, 188 p p .
no
P la t ó n ? ,
T ra d . M. A. A lbisu. T EC N O S,
C on el d e s p a rp a jo e n él h a b itu a l (a veces u n o llega a p e n s a r si se t r a t a so la m e n te d e u n m o d o de lla m a r la a te n c ió n de la m a n e ra q u e sea) P a u l F e y e ra b e n d re p ite su s te sis a n a r q u is ta s so b re la c ie n cia , ya c o n o cid as d e o b ra s a n te rio re s . E s ta vez, a d e m á s , de fo rm a m e n o s c o m p le ta y s iste m á tic a , p u e s to q u e lo q u e en e s ta o b r a se n o s p r e s e n ta es u n a co lecció n d e a rtíc u lo s y c o n fe re n c ia s o c a sio n a le s, d irig id a s casi sie m p re a u n p ú b lic o n o e sp e c ia lista . L o c ie rto es q u e u n o n o p u e d e sin o e s ta r d e a c u e rd o c o n su s c rític a s s o b re la s a rro g a n te s p re te n s io n e s de la c ie n cia y los cien tífico s. O tra c o sa es e s ta r lo c o n las a lte rn a tiv a s q u e él p ro p o n e . N o c a b e la m e n o r d u d a de q u e la ra c io n a lid a d c ie n tífica p ro m e te m u c h o m á s d e lo q u e d a y ta m p o c o d e q u e fre c u e n te m e n te h a c o n d u c id o a la h u m a n id a d a situ a c io n e s q u e so la m e n te p u e d e n s e r calific ad a s de 136
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d e sg ra c ia d a s. P e ro p ro b a b le m e n te eso no se d e b e a la ra c io n a lid a d c ie n tífica en sí, sin o al u so q u e de ella h a c e n los c ie n tífico s. Lo c u a l y a n o es u n a c u e s tió n c ie n tífic a , sino m o ra l y filosófica. P ie n so p e rs o n a lm e n te q u e las a lte rn a tiv a s a n a r q u is ta s q u e él p ro p o n e s e ría n a b s o lu ta m e n te in fru c tu o s a s , m ie n tra s el h o m b re n o c a m b ia se ra d ic a lm e n te de m o d o d e se r; y que, a la la rg a , p ro b a b le m e n te a c a r r e a r ía n a los h o m b re s m u c h o s m ás in fo rtu n io s d e los q u e t r a t a n d e e v ita r; fre c u e n te m e n te , lo m e jo r e n te o ría , es enem ig o de lo b u e n o y es in ú til e m p e ñ a rs e e n c o n s tr u ir u n a g ra n to r r e si u n o so la m e n te d isp o n e d e b lo q u e s d e a re n a . E s u n a v e rd a d e ra lá s tim a q u e la o b ra , q u e se lee c o n g u sto e in te ré s , c o n te n g a g ra n c a n tid a d de fa lta s de im p re sió n . M. A rra n z R o d rig o FO NTÁN JU B E R O , P., L o s e x i s i e n c i a l i s m o s : c l a v e s p a r a s u C IN C E L . M a d rid 1985, 160 pp.
com prensión,
A c e rta d o el títu lo (n o « e x isten cialism o » ) no lo es ta n to el d e s a rro llo del lib ro . C ier ta m e n te se p ro p o rc io n a n las in fo rm a c io n e s h is tó ric a s y filosóficas p e rtin e n te s p a r a s itu a r e sto s v a r io p in to s e x iste n c ia lism o s en la c u ltu r a c o n te m p o rá n e a . T a m b ié n de fo rm a se n c illa se v a n d e sc u b rie n d o su s v a lo re s (la p e r s o n a h u m a n a , el in d iv id u o , lo n o -rac io n al) y su c o m p o sic ió n filosófica (filo so fía e x iste n cia l de K ie rk e g a a rd m á s el m é to d o fe n o m e n olò g ico de H u s s e rl). P e ro se q u e d a e x ce siv am e n te e n lo e le m e n ta l y los e sq u e m a s. Lo 'd id á c tic o se h a c e d id a c tis m o , lo filosófico e sc o lá stico . Q uizá n o su p e re , co m o in tr o d u c ción, el n ivel c o m p re n siv o d el COU. P o r to d o ello se p u e d e d e c ir q u e es el v o lu m e n m en o s lo g ra d o h a s ta el p re s e n te de la se rie « H isto ria d la F ilosofía» q u e la e d ito ria l C incel, m uy a c e rta d a m e n te , h a co lo c ad o e n el m e rc a d o d el lib ro e sp a ñ o l. Á ngel T e je ro T A B E R N E R GUASP, J .-R O J A S M O R EN O , C., M a r c u s e , F r o m m , R e i c h : el f r e u d o m a r x i s m o . C IN C E L . M a d rid 1985, 199 pp. L a p ro x im id a d , si n o in m e d ia te z , de los a u to re s e s tu d ia d o s s itú a el lib ro e n tr e a q u e llos e sc rito s q u e n o s in te rro g a n p e rs o n a l y so c ia lm e n te . Los fre u d o m a rx is ta s re sp o n d e n a u n a c u e s tió n b á s ic a d el h o m b re de hoy; «qué e sp e ra n z a p u e d e q u e d a rn o s de s e r d ig n a m e n te h o m b re s » (p . 10). E l h o m b re es u n s e r e sc in d id o e n su ra c io n a lid a d y e n su acc ió n . P o rq u e la ra z ó n in d iv id u a l n o n o s h a ce ra c io n a le s (c u e rd o s ), sin o e n ta n to en c u a n to se a sim ila a la ra c io n a lid a d a b s tr a c ta y g e n e ra l del E sta d o . La so lu c ió n freu d o m a rx is ta (e n tié n d a se , de M a rcu se, F ro m m y R eich) se h a e n c o n tra d o con lo que p r e te n d ía a rre g la r: la d iso lu c ió n del s u je to , lo q u e hoy se dice p o s m o d e rn id a d (d e la p re s e n ta c ió n d e R o d ríg u e z S á n c h e z ). La o b ra , p o r lo d e m á s, n o se e sc a p a a los c rite rio s d e la serie: d iv u lg a la s je rg a s m a r x is ta y fre u d ia n a de e sto s a u to re s con el le n g u a je de hoy; la e x p o sició n es te m á tic a y se s u p rim e el a p a r a to c rític o ; se p a r te de las ra íc es, M arx y F re u d , e n su s c o in c id e n c ia s y d iv erg e n cia s; se tie n d e el p u e n te e n tr e a m b o s y se d ilu c id a el té rm in o « freu d o m a rx ism o » (p p . 55 y ss.). N o h a y u n id a d d o c trin a l n i de lín e a s, sin o só lo de p ro b le m a s (la lib e ra c ió n del h o m b re , co m o in d iv id u o y co m o se r so c ial). A u n q u e la d é c a d a de los 70 h a y a c a m in a d o te ó ric a m e n te p o r o tro s d e rro te ro s , la c o n trib u c ió n d e los fre u d o m a rx is ta s es «en p a r te to d a v ía ú til y valio sa» p a r a se g u ir e n la d u ra ta r e a de u n a « m ay o r re a liz a c ió n h u m a n a » (p. 176). Y ello, p o r el m e ro h e ch o de d e s c u b rir situ a c io n e s d e a lie n a c ió n e in s ta rn o s , p o r lo m ism o , a to m a r u n a p o s tu ra . E n fin, lib ro q u e p u e d e a y u d a r a v iv ir u n p o c o m á s c o n sc ie n te m e n te la v id a social. Á ngel T e je ro PADILLA NOVOA, M., U n a m u n o , f i l ó s o f o d e e n c r u c i j a d a . C IN C E L . M a d rid 1985, 160 pp. U n a m u n o tie n e h is to r ia y p re s e n te e n la c u ltu r a e sp a ñ o la . H a sid o y es s u je to de m ú ltip le s en sa y o s y e stu d io s . E l q u e p re s e n ta m o s tie n e ú n ic a m e n te p re te n s io n e s d id á c tic a s, m á s d e sc rip tiv a s q u e in te r p re ta tiv a s . P o rq u e e s tá d irig id o a to d o el m u n d o n o se e sc a p a de la s lín e a s g e n era le s d el p e n s a m ie n to del b ilb a ín o , q u e n o so n la s tó p ic a s, sin o la s q u e lo h a c e n c o m p re n sib le e n su im p o sib le clasificación. A dem ás, se q u ie re e s tu d ia r a U n a m u n o «de u n m o d o u n a m u n ia n o » , es d e c ir, sin p re s u p u e s to s p re v io s y c o n su s m ism o s p ro c e d im ie n to s (la filosofía e n tro n c a d a en la v id a p e rso n a l, el p a rale137
RELIGIÓN Y CULTURA
lism o p e n sa m ie n to -v id a , el id eal in te g ra d o r de la c u ltu ra ). R e su lta —co m o a d v ie rte J. S á d a b a en el p ró lo g o — u n a le c tu ra e n tr e dos a g u a s (la e sc o lá stic a d e P a d illa N ovoa y el e clec tic ism o de U n a m u n o ) y a b ie rta a dos v e rtie n te s (la c o h e re n c ia y u n id a d de la p e rs o n a lid a d de U n a m u n o , y la e n c ru c ija d a p o lític a , re lig io sa , filosófica, etc., que a n aliza el a u to r ) . L ib ro , p u es, ú til p a ra u n a p r im e ra e x p o sició n de U n a m u n o . Q uizá sea excesivo, y valga com o n o ta c rític a , el d e d ic a r en la se rie u n v o lu m e n p a r a U n am u n o c u a n d o filósofos c o n te m p o rá n e o s ν p o s te rio re s e x ig irían a lg u n a s p á g in a s q u e n o re cib en ni é ste ni en v o lú m e n e s p o s te rio re s . T al vez a q u í los hi sto ri a d o o re s d e c id ie ro n p o r la h isto ria . Ángel T ejero R IV E R A DE V EN TO SA , E., Uncinatilo y D iu s. E N C U E N T R O . M a d rid 1985, 326 pp. Así com o se h a ce im p o sib le la d e sc rip c ió n de los c o lo re s p a r a u n ciego se h a ce im p o sib le la fo rm a c ió n de un d isc u rso so b re U n a m u n o sin «verle». El p ro fe s o r R iv era d a ta n s o b ra d a s m u e s tra s de h a b e rle llegado a v er, q u e a m e d id a q u e se av an z a en la lec tu r a d e e ste lib ro u n o se p e rc a ta , e n c e n d id o ta m b ié n p o r la e le g an c ia en el u so del len g u a je, d e las d im e n sio n e s re a le s del p la n te a m ie n to del p r o b le m a de D ios p a r a U n a m u n o y de las d im e n sio n e s re a le s d el p la n te a m ie n to q u e h a ce el p ro fe s o r R iv era del p la n te a m ie n to de U n a m u n o . La fin alid ad de la o b ra es t r a t a r de p o n e r a la luz el e n so m b re c id o m is te rio q u e es la e cu a ció n U nam uno-D ios, « b u scad o r» y «B uscado», « se n tid o r» y «S entido», te n ie n d o c o n sc ie n cia p len a de q u e «es in ú til e s fo rz a rs e p o r h a lla r a lg u n a so lu c ió n o re s p u e s ta d e fin itiv a e n U nam uno» (p. 325). E l p rim e r c a p ítu lo de la o b ra a b o rd a la idea c e n tra l y p rís tin a q u e envuelve to d o el p e n sa m ie n to u n a m u n ia n o : la p e rv iv e n d a o el a n sia de in m o rta lid a d . Los c u a tro c a p ítu lo s sig u ien te s m u e s tra n el i ti n e ra rio q u e siguió D on M iguel en su c a m in a r, se n tim e n ta l e in te le c tu a l, h a c ia Dios: c ó m o se p re g u n ta p o r D ios, có m o le p ie rd e , có m o sie n te la lla m a d a d e Dios en él y q u é v ías u tiliz a p a ra lle g a r h a s ta Dios. Los c a p ítu lo s V I y V II so n u n p a ra n g ó n de U n a m u n o con d o s g ra n d e s b u sc a d o re s de la V e rd ad , S a n A gustín y S a n F ra n c isco . E n el c a p ítu lo V III se exp o n e la p e rs p e c tiv a teo ló g ica d e sd e la q u e U n a m u n o m ira la h is to ria y la in tra -h is to ria c o m o p re s e n c ia de D ios. Y el c a p ítu lo IX n o s m a n ifie sta cóm o el s e n ti m ie n to relig io so p ro v o c ó u n v ira je en la c o n ce p ció n d e E s p a ñ a ν E u ro p a q u e ten ía U n a m u n o , có m o p a só de u n a d e fe n sa de la e u ro p e iz a c ió n de E sp a ñ a al g rito p o r la españolización de E u ro p a . T o m á s P. M o ra led a CHAM IZO D O M ÍN G U EZ, P. d rid 1985, 182 pp.
O rie nti v la c u l t u r a e s p a ñ o l a . C IN C E L . M a
A dos a ñ o s del c e n te n a rio de su n a c im ie n to , e ste lib ro puede se r u n h o m e n a je m ás a la fig u ra del filósofo m a d rile ñ o . A u n q u e p e rte n e c e a u n a se rie h isto rio g rá fic a , com o los d e m á s v o lú m e n e s d e la m is m a , goza de a u to n o m ía p ro p ia . O rte g a es «m ás q u e filó sofo», h a sa lid o al á m b ito de la c u ltu r a (H e re d ia S o ria n o e n el p ró lo g o ) y e s tá e n b o c a de to d o s. Los fines d id á c tic o s p re sid e n la e xposición: se d iv u lg a p a r a u n p ú b lic o m ed io el p e n sa m ie n to filosófico de O rte g a sin v u lg ariza rlo . A p a r tir de las id eas c o m u n e s del m ism o (o b je tiv is m o , p e rsp e c tiv ism o y ra c io v ita lism o ) se n o s o frec e u n a im ag en d in á m ic a de su p e n sa m ie n to ra d ic á n d o lo e n la c irc u n s ta n c ia c u ltu r a l e sp a ñ o la . L a p re te n s ió n de lle g a r a to d o s n o a p a rta , sin e m b a rg o , el lib ro de los tex to s o rte g u ía n o s . P o r eso, de in tro d u c c ió n se c o n v ie rte e n in v ita c ió n a la le c tu ra d ire c ta del filósofo. P o r eso, no e s ta ría de m ás en las b ib lio te c a s de la in m e n sa m ay o ría. Ángel T ejero R O D R fG U E Z H U ÉSCA R, A., P e r s p e c t i v a y v e r d a d . ALIANZA. M adrid 1985, 442 pp. E l p ro p ó s ito p rim o rd ia l de e ste tr a b a jo es c o n tr ib u ir al e sc la re c im ie n to de la idea p e rs p e c tiv is ta de la v e rd a d en O rte g a y G asset, d e sg lo sa r im p lica ció n p o r im p lica ció n h a s ta la c la rid a d el c a r á c t e r v i t a l d e la v e r d a d y su s v e rtie n te s g n o seo lò g ica y é tic a . La o b ra c o n sta de dos p a r te s c e n tra le s. La p rim e ra es u n p la n te a m ie n to g e n era l de la n o c ió n de v e rd a d e n su to ta l a m p litu d , sin a te n d e r to d a v ía al p e rsp e c tiv ism o y se expone el p e n sa m ie n to o rte g u ia n o d e sd e su s o ríg e n e s h a s ta las M e d i t a c i o n e s d e l Q u i j o t e co m o 138
LIBROS
c u lm in a c ió n in te le c tu a l de la lase q u e re p re s e n ta n los en sa y o s R e n á n y A d á n en el pa ra ís o . E s p a rtic u la rm e n te in te re s a n te e sta sección p o r la p re s e n ta c ió n s is te m á tic a del p e n s a m ie n to de O rte g a e n su c o n ju n to , q u e se hace c ro n o ló g ic a m e n te , al hilo de su m ism a p ro d u c c ió n literario -filo só fica. La se g u n d a p a rte (p p . 99-254) se e m p e ñ a en a b o r d a r , en sín te sis, el te m a de la v e rd a d y el p e rsp e c tiv ism o en la o b r a m a d u ra de O rte g a, sin a te n e rs e ya al o rd e n c ro n o ló g ico . Y las p á g in a s 255-416 son u n a p é n d ic e en el q u e se hace u n a c o m p ilac ió n , b a s ta n te e x h a u s tiv a , de los tex to s e n los q u e se ve la tra y e c to ria de la p ro b le m á tic a q u e h a e m b a rg a d o e ste e stu d io . T o m á s P. M o ra led a ALFO NSECA M O REN O , M., E l t i e m p o 1985, 122 pp.
v el h o m b r e . ALHAMBRA. M a d rid
N o d e ja de se r c u rio s o e ste p e q u e ñ o v o lu m e n en el q u e se h a ce la h is to ria de la h u m a n id a d en re la c ió n con el tie m p o o, m ás e x a c ta m e n te , con los d is tin to s m é to d o s de m e d ir el p a so del tie m p o . N o es, e m p e ro , u n a m e ra h is to ria de la c ro n o m e tría . C on u n a g ra n m e tic u lo sid a d se p a s a re v is ta a los d is tin to s m é to d o s q u e la h u m a n id a d ha ido d e sc u b rie n d o y u tiliz a n d o p a r a d iv id ir y m e d ir el p a so de! tie m p o , d e sd e los m o v im ie n to s d e los a s tro s a los re lo je s a tó m ico s. A nte n u e s tro s o jo s a s o m b ra d o s van d esfila n d o los c a le n d a rio s b a b ilo n io s, egipcios, griegos, ro m a n o s , c ris tia n o s y á ra b e s. Se a n a liz a n ta m b ié n los m o v im ie n to s del siste m a s o la r en re la ció n con la d u ra c ió n d e los m o v im ie n to s de la tie r r a y se in v e stig a n las re la cio n e s del tie m p o c o n la d a ta c ió n te r r e s tre (G eología y P a leo n to lo g ía ) y con los ritm o s de las e sta c io n e s y de los se res vivos. E n to d o s e sto s a n á lisis el a u to r h a ce gala de g ra n e ru d ic ió n y g ra n c la rid a d . El ú ltim o c a p ítu lo , d e d ic a d o al c o n c e p to físico-filosófico del tie m p o es, a m i e n te n d e r, el m en o s lo g rad o . E n él a b u n d a n las sim p lificacio n es en re la ció n con un tem a qu e, en re a lid a d , es e n o rm e m e n te c o m p le jo . M. A rra n z R o d rig o ALCINA FRA N CH , J. (v o tro s ), E l m i t o a n t e la A u t r o p o l o i i í a v la H i s t o r i a . SIG LO X X I. M a d rid 1985, 194 pp. P ocos tem a s de in v estig ació n c u ltu ra l h a n e x p e rim e n ta d o a lo larg o de las ú ltim a s d é ca d as u n apo g eo y d e s a rro llo ta n c o n sid e ra b le co m o los m ito s. E sto s han d e ja d o de s e r u n a m a sijo de h is to r ia s fa n tá s tic a s v sin se n tid o p a ra c o n v e rtirs e en m a n ife s ta ciones p riv ile g ia d a s del a lm a de u n p u e b lo . H oy d ía son u tiliz a d o s c o n s ta n te m e n te p o r los a n tro p ó lo g o s c u ltu ra le s , c u a n d o tr a ta n de c o m p re n d e r el m o d o de s e r de las d is tin ta s e tn ia s. Lo que en e s ta o b ra se nos p re s e n ta , son los re s u lta d o s de u n sem i n a rio q u e tu v o lu g a r d u r a n te los c u rso s de v e ra n o de la U n iv e rsid a d M enéndez P elavo en 1982. Los en sa y o s son sie te y se e n fre n ta n al tem a del m ito d e sd e d iv e rs a s p e rs p e ctiv as. R ogelio R u b io ν C arlo s G a rcía G uai nos hacen la h is to ria de las d is tin ta s in te rp re ta c io n e s de los m ito s, d e sd e la e d a d m o d e rn a h a s ta n u e s tro s días. F. R o d ríg u ez A d ra d o s, L. A lonso S c h ö k e l, Jo sé A lcina, M. G u tié rre z E stév ez y R. Gi! G rim a u se o c u p an d e los m ito s en la G recia clá sica , en el A ntiguo T e s ta m e n to , en la A m érica p re c o lo m b in a , e n la A m érica p o stc o lo m b in a ν el m u n d o á ra b e re sp e c tiv a m e n te . C om o o b ra de in tr o d u c ció n g e n era l al tem a p u e d e s e r u tiliz a d a c o n p ro v ech o . M. A rra n z R o d rig o H E G E L , G. W. F., I n t r o d u c c i ó n a la e s t é t ic a . PE N ÍN SU L A . B a rc e lo n a 1985, 156 p p . « E sta o b ra e stá d e d ic a d a a la e sté tic a , es d e cir, a la filosofía, a la c ie n cia de lo bello , ν m ás c o n c re ta m e n te a lo b ello a rtís tic o , con e x clu sió n de lo b ello n a tu ra l» (p. 9). L eyendo c o n la p a c ie n c ia q u e exige u n e sc rito a le m á n p o d e m o s e n c o n tr a r en la o b ra , t r a s u n a s d efiniciones g e n era le s y ju stific a c io n e s te rm in o ló g ic a s, d ife re n te s co n ce p cio n e s en to r n o a la n a tu ra le z a d el a rte , a su o b je tiv o p rim o rd ia l (im ita c ió n de la n a tu ra le z a , d e s p e rta r el a lm a o m o ra liz a r); id eas re la tiv a s a la o b r a de a rte : re g la s de a rte , n e ce sid a d del a r te com o e x te rio riz ac ió n -c o m u n ic a ció n de la p ro p ia co n sc ie n cia , el se n tid o del a rte , el g u sto , la fu sió n de lo n a tu ra l v ¡o e s p iritu a l en el a rte , d efinición de lo b e llo ... Se e x p o n e ta m b ié n el a rte d e sd e el p u n to de v ista de la filosofía en K a n t y en S chlegel, c o m o re p re s e n ta n te del ro m a n tic ism o . T o m ás P. M o ra led a
RELIGIÓN Y CULTURA
BLUHM , W. T., ¿ F u e r z a o l i b e r t a d ? L a p a r a d o j a d e l p e n s a m i e n t o p o l í t i c o m o d e r n o , T ra d . J u a n S a n M iguel Q u e re je ta . LABOR. B a rc e lo n a 1985 285 p p . « Q u ie n q u ie ra q u e r e h ú s e a o b e d e c e r la v o lu n ta d g e n era l, se a o b lig a d o a ello p o r la c o rp o ra c ió n e n te ra , lo q u e n o significa o t r a co sa q u e s e rá fo rz a d o a s e r libre» (J. J. R o u sse a u ). É s ta es la p a ra d o ja , a veces d ile m á tic a , o b je to d e a n á lisis filo só fico m á s q u e p o lític o e n e ste lib ro . T. W. B lu h m re v isa c a te g o ría s, m é to d o s, co n ce p cio n e s filo só fic as y é tic a s p a r a c o n c lu ir q u e ta l a n ta g o n ism o a s ie n ta sus b a se s en el e sq u e m a d u a lis ta c a r te s ia n o ( r e s e x t e n s a / r e s c o g i t a n s ) . N in g ú n a u to r m o d e rn o (H o b b e s, L ocke, el p ro p io R o u sse a u , H egel, M arx, M ili) n i c o n te m p o rá n e o (N ie tz sc h e, W ittg e n ste in , e x is te n c ia lista s, n e o m a rx is ta s , o fe n o m e n ó lo g o s) h a lo g ra d o sa lirs e de la p a r a d o ja h a s ta el A f t e r V i r t u e de M c In ty re . E n tis c u s ió n con él, lo g ra B. e x tr a e r u n a filo so fía de la lib e rta d d e sd e u n a n u e v a c o n c e p c ió n d el m u n d o q u e h a de re v o lu c io n a r la v id a p o lític a . L a c o n cien c ia d ebe c o n d ic io n a r a la v ida: « a d o p te m o s la e x p e rie n c ia m o ra l viva d e la h u m a n id a d co m o fu n d a m e n to y lím ite de la lib e rta d » , c o m o p a r á m e tr o n e g ativ o p a r a , «sin e s ta b le c e r el c o n te n id o p o sitiv o de la a c c ió n m o ra l, d e ja r g r a n lib e r ta d p a r a u n a d iv e rs id a d de e stilo s de v id a y d e e s tr u c tu r a s d e o rd e n p o lítico » (p. 278). P e ro n o se d ice, p o r m á s e je m p lo s q u e se a n a liz a n , e n q u é c o n siste e sa « ex p erien c ia m o ra l viva de la h u m a n id a d » . De to d a s fo rm a s , e s ta o b ra d e b e d a r q u e p e n s a r a los q u e ja le a n a d ia rio con la d e m o c ra c ia . E n e lla n o se t r a t a de có m o a c tu a r e n p o lític a , sin o de q u é m e re c e la p e n a se r a c tu a d o d e sd e la p o lític a . Ángel T e je ro
FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA JAUCH, J. M., S o b r e la r e a l i d a d d e lo s c u a n t o s . U n d i á l o g o g a llic a n o , T rad . M. P a re d e s. ALIANZA. M a d rid 1985, 126 pp. D os so n los p ro b le m a s q u e se d is c u te n en u n a o b ra , c u y a fo rm a d ia lo g a d a in te n ta s e r u n a im ita c ió n de a lg u n o s fa m o s o s e sc rito s d e G alileo: la in c id e n c ia del c a rá c te r p r o b a b ilis ta de la m e c á n ic a c u á n tic a e n las te sis tra d ic io n a le s s o b re la e v o lu ció n d e te rm i n is ta de los s iste m a s físico s y el p ro b le m a e p iste m o ló g ic o d e si la m e c á n ic a c u á n tic a es o n o re p re s e n ta tiv a d el m u n d o re a l. E n r e a lid a d , a m b o s p ro b le m a s n o so n s e p a ra d o s c o n la c la rid a d q u e s e ría d e d e se a r. P o r o tr a p a r te —n o p o d ría s e r d e o tr a m a n e r a — no q u e d a n re s u e lto s de m a n e ra sa tis fa c to ria . A lo la rg o d e los d iálo g o s, y co m o y a su c e d ie ra e n el caso d e G alileo, lo s a rg u m e n to s q u e u tiliz a n los in te rlo c u to re s n o son d e la m is m a c a lid a d . Se ve d e m a sia d o c la ra m e n te q u e el a u to r defiende la lla m a d a in te r p r e ta c ió n de C o p en h ag u e, p ro p ic ia d a p o r N. B o h r y W. H e ise n b erg . La exposición es n o ta b le m e n te c la ra y a m e n a , a u n q u e los fo rm a lism o s m a te m á tic o s r e la tiv a m e n te a b u n d a n te s , p u e d a n s e r u n o b stá c u lo p a r a q u ie n n o e s té av ezad o a ellos, a la h o ra de v a lo ra r los a rg u m e n to s e n fa v o r de la s d is tin ta s in te rp re ta c io n e s de la m ec án ic a c u á n tic a . M. A rra n z R o d rig o W AGONER, R. V. - G O LD SM IT H , D. W., H o r i z o n t e s c ó s m i c o s . C o m p r e n d a el U n i v e r s o , T ra d . L uis M as F ra n c h . LABOR. B a rc e lo n a 1985, 224 pp. G ra cia s a u n a se rie d e re v o lu c io n a rio s d e sc u b rim ie n to s d e la a s tro fís ic a de las ú lti m a s d é c a d a s (fo n d o c ó sm ico , isó tro p o de m ic ro o n d a s , e s tre lla s d e n e u tro n e s , a g u je ro s n e g ro s, e tc ...) y m e rc e d a u n in s tr u m e n ta l c a d a vez m á s p re c iso p a r a c a p ta r y e v a lu a r las ra d ia c io n e s e x tra g a lá c tic a s, la c o sm o lo g ía se h a c o n v e rtid o e n u n a c ie n cia q u e goza c a d a vez d e m á s a u d ie n c ia y q u e d e s p ie r ta c a d a vez m á s in te ré s e n el p ú b lic o m e d ia n a m e n te c u lto . P a ra s a tis fa c e r las n u e v a s n e c e sid a d e s, h a n sid o p u b lic a d a s g ra n c a n tid a d d e o b ra s d iv u lg a d o ra s . P o cas, a m i e n te n d e r, gozan de la e n v id ia b le c a lid a d y se n tid o de las p ro p o rc io n e s de la q u e re se ñ o . Los a u to re s , p u e s se t r a t a d e u n a o b ra en colabo140
LIBROS
ra c ió n , no se p ie rd e n en d e ta lle s téc n ico s, in te re s a n te s so la m e n te p a r a e sp e c ia lista s , sin o que, sin p o r ello p e r d e r la se rie d a d cien tífica, v a n d ire c ta m e n te al m eo llo de las c u estio n es. D ecid id o s p a r tid a r io s del a m a d o «m odelo c o rrie n te » , m u e s tr a n , sin e m b a rg o , con p r o fu n d o se n tid o c rític o , los lim ité is de la te o ría . P ro b a b le m e n te c u e s tio n e s de e s p a c io les h a n im p e d id o r e fe rirs e con u n a c ie rta a m p litu d a o tr a s te o ría s co sm o ló g icas riv ales. Lo m ás flo jo de la o b ra , a m i e n te n d e r, es el m o d o u n ta n to s im p lic is ta q u e tien en de p r o p o n e r e in te n ta r re so lv e r las c u e s tio n e s filosóficas q u e in e v ita b le m e n te se s u s c ita n a lo la rg o d e la e xposición. M. A rra n z R o d rig o W A G E N SB ER G , J., I d e a s B a rc e lo n a 1985, 154 pp.
s o b r e la
com plejidad
del
mundo.
TU SQ U E TS.
Dos so n los p ro b le m a s fu n d a m e n ta le s con que la o b ra se e n fre n ta : la e m e rg en c ia de n o v e d a d e s c o m p le ja s a p a r ti r de u n u n iv e rso o rig in a ria m e n te sim p le y el c a rá c te r d e te rm in is ta o n o de los p ro c e so s q u e c o n stitu y e n la tr a m a de ese m ism o u n iv e rso . P a ra so lu c io n a r el p rim e ro el a u to r re c u rre a id ea s de la te rm o d in á m ic a n o lin e a l de P rig o g in e: c u a n d o u n s is te m a físico, a c a u sa de c a m b io s p ro fu n d o s e n su e n to trn o , se a le ja m u c h o del e q u ilib rio te rm o d in à m ic o , su s v ie ja s e s tr u c tu r a s d e ja n de se r a d a p ta tiv a s y re sp o n d e a las n u e v as c o n d ic io n es con u n a re e s tru c tu r a c ió n m ás c o m p le ja , d e te n t a r a de p ro p ie d a d e s n o v e d o sa s. Y es que, en te rm o d in á m ic a n o lin eal, las flu c tu a ciones p ro v o c a d a s p o r el a le ja m ie n to del e q u ilib rio inicial, no e stá n « co n d en ad as» a re g re s a r a él, sin o q u e p u e d e n a m p lific a rse y d a r lu g a r a u n a nueva y re v o lu c io n a ria e s tr u c tu r a a d a p ta tiv a . E n re la c ió n con el se g u n d o p ro b le m a , W ag en sb erg a p u e s ta p o r u n u n iv e rso p o p p e ria n a m e n te a b ie rto . Y ello p o rq u e , a u n q u e los p ro c e so s c o n d u c e n te s a u n a n u e v a re e s tru c tu ra c ió n a d a p ta tiv a fu e sen d e te rm in is ta s , el re s u lta d o de los m ism o s, en c a d a caso, n u n c a son p re v isib le s. P o r lo ta n to , la d irec ció n de la ev olución c ó sm ic a es im p re v isib le . T ales id e a s n o d e ja n de se r su g e re n te s. P e ro q u e d a sin r e s p u e s ta la p re g u n ta d e p o r q u é las n u e v as e s tr u c tu r a s b u sc a n , in d e fe c tib le m e n te , la a d a p ta c ió n en u n a u lte r io r co m p le jific a ció n . Y a firm a r q u e la c o m p le jific a ció n d e b e se r v ista co m o u n a e s tra te g ia p a ra e v ita r el declive n o c o n s titu y e u n a r e s p u e s ta , sin o u n a sim p le c o n sta ta c ió n . Y a W ittg e n ste in n o s avisó de q u e los h e ch o s c o n stitu y e n u n p r o b le m a ν n o u n a e x p lic ac ió n . H a b ría q u e v er, a d e m á s, si los p ro c e so s q u e o p e ra n en d e te rm in a d o s n iveles de c o m p le jid a d , y m ás en c o n c re to en la F ísica, son tra n s fe ra b le s y b a jo q u é c o n d ic io n es a o tro s niveles. C o n tra p o n e a d e m á s el a u to r, d e sp u é s de defi n irlo s, el p ro g re s o científico al a r tís tic o y a l a u to p ía , so b re to d o d e sd e el p u n to de v is ta de c ó m o c o m u n ic an su s c o n te n id o s. Se t r a ta , en c o n ju n to , de u n lib ro e n o rm e m e n te s u g e re n te y m u c h o m ás fio só fico q u e c ie n tífico . C ausa a le g ría el v e r có m o ta m b ié n en E s p a ñ a ex isten cien tífico s q u e re fle x io n a n en p ro fu n d id a d so b re su ta r e a y so b re los re s u lta d o s de la m ism a . M. A rra n z R o d rig o DORIGA, E. L., E l U n i v e r s o d e N e w t o n v E i n s t e n . I n t r o d u c c i ó n a la F ilo s o f i a d e la N a t u r a l e z a . H E R D E R . B a rc e lo n a 1985, 277 p p . L as p re te n s io n e s in tr o d u c to ria s q u e el a u to r p ro c la m a en el s u b títu lo d e su o b ra e stá n m á s q u e ju stific a d a s. Y es que, en re a lid a d , lo q u e se h a c e es h is to ria de la ciencia. Q ue p u e d e ser, c ie rta m e n te , u n a b u e n a in tro d u c c ió n al q u e h a c e r filosófico, p e ro q u e d e n in g u n a m a n e ra p u e d e s e r id en tific ad o con él o s u b s titu irlo . E l a u to r se q u e ja e n su in tro d u c c ió n de q u e es fre c u e n te q u e los e s tu d io s o s de la filosofía c a re z c a n de u n a b a se científico-filosófica suficiente. E so es c ie rto , d e sg ra c ia d a m e n te . P e ro n o sie m p re . M uchos filósofos d el siglo X X , los m e jo re s , c o n o cían m u y b ie n el e sta d o de la cien cia de su tie m p o . T am b ién es c ie rto , e m p e ro , que m u ch o s c u ltiv a d o re s d e la ciencia, c u a n d o se m e te n a filó so fo s, d a n m u e s tra s de ig n o ra r p ro fu n d a m e n te en q u é c o n siste la filosofía. O id e n tific a n la filosofía, sin m ás, con u n a c ie rta filosofía que ellos a p re n d ie ro n . E s te p a re c e s e r el caso del a u to r, c u a n d o a firm a q u e la filo so fía —sin m á s e sp e c ificaciones— es u n a a c tiv id a d in te le c tu a l q u e tie n e co m o fin a lid a d b u s c a r las e se n cias d e las c o sa s p a ra d e d u c ir de ellas su s o p e ra c io n e s. P u e d e que e sto h a y a sid o c ie rto en a lg u n a ép o ca o en a lg u n a e sc u ela. O q u e sea é ste el m é to d o q u e c ie rto s g ru p o s c o n tin ú a n c u ltiv a n d o . D esde h a ce ya b a s ta n te tie m p o , sin e m b a rg o , los m é to d o s de la fi1 41
RELIGIÓN Y CULTURA
lo so fía h a n c a m b ia d o b a s ta n te . ¿A caso E ngels, W h iteh ead , B erg so n , H a rtm a n n , P o p p e r, e tc é te ra , p o r n o c ita r m á s q u e a lg u n o s c u ltiv a d o re s de la F ilo so fía d e la N a tu ra le z a , se d e d ic a n a b u s c a r e se n c ia s? E s tá m uy b ien , p u e s, el a y u d a r a los filósofos con in tr o d u c c io n e s so b re el e sta d o de la ciencia, a u n q u e é s ta e sté ya u n poco su p e ra d a . P e ro ta m p o co e s to r b a r ía e n te ra rs e p re v ia m e n te q u é se e n tie n d e h o y p o r filosofía. Q u e re r d e m o s t r a r la e x iste n cia de D ios a partii- de la m u e rte e n e rg é tic a es u n m odo de a rg u m e n ta r q u e tu v o v ig en cia en a lg ú n tie m p o , p e ro q u e h o y n a d ie to m a en serio. Y los m o tiv o s p a r a ello nos los p ro p o rc io n a el m ism o a u to r: ¿cóm o se p u e d e d e m o s tra r si n u e s tro u n iv e rso es o no u n s is te m a finito y te rm o d in à m ic a m e n te a isla d o ? P o r lo d e m á s, el lib ro s e rá leíd o c o n p ro v e ch o p o r qu ien q u ie ra h a c e rse u n a idea de la re v o lu c ió n q u e el p e n sa m ie n to de E in s te in su p u so . M. A rra n z R o d rig o H O FFM A N N , B., L a r e l a t i v i d a d y s u s o r í g e n e s , T ra d . J. L losa. LABOR. B a r celo n a 1985, 161 pp. Lo q u e en la o b ra se p re te n d e 110 es so la m e n te e x p o n e r las te o ría s e in s te in ia n a s de la re la tiv id a d , sin o ta m b ié n m o s tr a r el h u m u s in te le c tu a l en q u e d ic h a s te o ría s h u n d e n su s ra íc e s. La c o n d ic ió n de d isc íp u lo y c o la b o ra d o r de E in s te in h a c e n del a u to r u n a de las p e rso n a s m á s a d e c u a d a s y a u to riz a d a s p a r a u n a ta r e a de e ste tip o . Q uizá lo m ás n o ta b le de la o b ra sea la g ra n c la rid a d con qu e, con la a y u d a de gráficos y v iñ e ta s y re n u n c ia d o casi c o m p le ta m e n te al fo rm a lism o m a te m á tic o , son e x p u e s ta s te o r ía s ta n c o m p le ja s c o m o las d e la re la tiv id a d . E s ta c a ra c te rís tic a es ta n n o ta b le q u e h a c e de e sta o b ra u n a de las m e jo re s in tro d u c c io n e s q u e conozco p a r a le c to re s no e sp e c ia lista s. A lo la rg o de la e x p o sició n q u e d a m uy c la ro q u e el tra n s f o n d o filosófico e n q u e el a u to r se m u ev e es el e m p ire o c ritic is m o de E. M ach, a u n q u e e s te a u to r n u n c a se a c ita d o en ese c o n te x to . D esde e s ta p o sic ió n , el ú n ico d a to fiable a p a r ti r del cu al re fle x io n a r, se ría la p e rc e p c ió n se n sib le de la re la c ió n n u m é ric a e n tr e d o s e v e n to s físico s. Q uizá se a e s to c ie rto . P e ro lo q u e n o es c ie rto es q u e e s te p u n to d e p a r tid a se a c i e n t í f i c o . L a c a lid a d de la im p re sió n es excelen te. Un lib ro m uy re c o m e n d a b le p a r a c u rio s o s n o e s p e c ia lista s q u e q u ie ra n h a c e rse u n a id ea de las te o ría s q u e m á s h a n re v o lu c io n a d o el p e n sa m ie n to cien tífico d u ra n te el ú ltim o siglo. M. Arranz. R o d rig o S IM PS O N , G. G., F ó s i l e s e h i s t o r i a d e la V id a , T ra d . E. V illa O tero . LABOR. B a rc e lo n a 1985, 240 pp. P re n sa C ientífica se h a p ro p u e s to p r e s e n ta r las d is tin ta s ciencias a u n a n d o dos c ri te rio s b a s ta n te d ifíciles de c o m p a g in a r: u n a rig u ro sid a d m ín im a en las ex p o sicio n es y p o sib ilid a d de q u e é sta s sean c o m p re n sib le s p o r le c to re s de c u ltu ra m ed ia . E l m u n d ia l m e n te co n o cid o p a le o n tó lo g o G eorge G. S im p so n h a sid o el e n c a rg a d o de h a c e r e sto con la P a leo n to lo g ía , lo g ra n d o a m b a s fin alid ad e s de m a n e ra sa tis fa c to ria . A unque se o c u p e de co sas a n tig u a s, la P a le o n to lo g ía no es u n a ciencia d e m a sia d o a n tig u a . Sin e m b a rg o , en el c o rto e sp a c io de su e x iste n cia h a a d q u irid o u n a solidez ν c o m p le jid a d in cre íb le s. Los m ed io s ν re c u rso s de q u e hoy d isp o n e p a ra r a s tr e a r , e s tu d ia r ν d a ta r los re sto s fósiles son de u n a m in u c ia y e x a c titu d p a sm o sa s. El e stu d io q u e los re s to s de fo rm a s de v id a h a n d e ja d o so b re n u e s tro p la n e ta nos p e rm ite , n o so la m e n te o b te n e r c o n c lu sio n es en to rn o a la h is to ria de la v id a m ism a , sino in clu so en re la ció n con la h is to ria d e l m ism o p la n e ta . P ié n se se , p o r e je m p lo , en la a y u d a q u e el e s tu d io de las fa u n a s fó siles su p o n e en la te o ría de te c tó n ic a de p lac as, a la h o ra de d a ta r las se p a ra c io n e s c o n tin e n ta le s. La P a leo n to lo g ía n o s m u e s tr a la m o v ilid ad y tra n s fo rm a c ió n de la s fa u n a s a lo larg o del tie m p o . Y ta m b ié n la e n o rm id a d de las e x tin c io n e s q u e h a n te n id o lu g ar. E v id e n te m e n te , el a u to r p ie n sa q u e es so la m e n te en el m a rc o del tra n s fo rm is m o biológico co m o es p o sib le d a r c o h e re n c ia a los d a to s q u e la P a le o n to lo g ía n o s rev ela. A hora b ien , u n a cosa es a d m itir el tra n s fo rm is m o b iológico co m o teló n de fo n d o y o tra b a s ta n te d is tin ta p re te n d e r d a r c u e n ta c ie n tífic a m e n te de la e x tin c ió n ν de la a p a ric ió n de las d is tin ta s especies. El a u to r se o c u p a de e s ta ta re a en los tre s ú ltim o s c a p ítu lo s de su o b ra . E n ellos tr a ta d e d e fe n d e r, con c ie rto s rib e te s de d o g m a tism o , la h o y ta m b a le a n te T e o ría S in té tic a de la E vo lu ció n . P a ra ello se le ve d isp u e sto a to d a c lase de c o m p o n e n d a s, p e ro n o lo g ra c o n v e n c e r a un le c to r m e d ia n a m e n te in fo rm a d o . El con-
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LIBROS
ju n to de la o b ra , con su s ín d ices, b ib lio g ra fía s y p ro fu s io n de lám in as, h a c e n de ella u n a in m e jo ra b le in tro d u c c ió n a lo que la P a leo n to lo g ía es y significa. M. A rra n z R o d rig o
HISTORIA M A RTÍN H E R N Á N D E Z , F., L a I g l e s i a cu la h i s t o r i a . V o l. I Una v i s ió n s e r e n a v d e s a p a s i o n a d a d e la iglesia en el i n u n d o . SO CIED A D D E ED U CACIÓN A TENAS. M a d rid 1984, 344 pp. E ste re la to del a n d a r de la iglesia p o r los siglos d o r ia m e n te es d e sa p a sio n a d o p o rq u e no c ae b ie n c o n los h is to ria d o re s se r m uy a p a s io n a d o s no se v ay an a c o n v e rtir en te n d e n cio so s y e n to n c e s p e rd e ría n el tie m p o ; c onviene q u e tem p len su á n im o e n tre el a m o r al o b je to de e s tu d io y la c la riv id e n c ia c rític a q u e n e c e sita n . E l lib ro e s tá p re s e n ta d o de u n a se rie o co lecció n q u e la E d ito ria l d e n o m in a «síntesis». Pues im ag in e el le c to r u n a sín te s is de h is to ria de la iglesia (d el p rim e ro al d e c im o c u a rto siglo), p e ro q u e n o es un m a n u a l, no es u n re s u m e n p a ra e s tu d ia n te s o p ro fe s o re s p re c ip ita d o s , sin o u n a ex p o sic ió n b o n ita y fu n d a m e n ta d a a c e rc a de la c o m u n id a d c ris tia n a e n tr e ro m a n o s y b á rb a ro s . E n tr a n los te m a s p rin c ip a le s, a u n q u e el a u to r n o e sté o b lig a d o a ello p o rq u e la id ea d e sín te s is n a tu ra lm e n te no se lo p e rm ite . El ín d ic e especifica o rd e n a d a m e n te c a d a a su n to . D e n tro de la a g ilid ad q u e c o n se rv a n e sta s p á g in a s se p u e d e d e c ir q u e es a b u n d a n te el n ú m e ro de a u to re s e c lesiá stico s y p a d re s de la iglesia que se c ita n ; se tr a e n a co lació n , p e ro sin re fe re n c ia b ib lio g rá fic a. U n ic a m e n te al final se n o s o frec e u n a b ib lio g ra fía e sc o g id a p a r a c a d a c a p ítu lo , to d o ello c u a d ra b ie n con la p re te n s ió n de la o b ra . La d istrib u c ió n , si h a de te n e r so la m e n te dos v o lú m e n e s, no v a a q u e d a r m uy p rá c tic a p o rq u e los te m a s de in te ré s d e sd e la d ivisión del p a p a d o h a s ta hoy so n m ás n u m e ro s o s q u e los a n te rio re s , p a ra el le c to r p o ten c ial. La e d ic ió n lleva a lg u n o s m a p a s a m o d o d e ilu s tra c ió n , q u e se q u e d a n d e m a sia d o re d u c id o s, y q u e co in cid en con el so c o rrid o A t l a s del P. B e rn a rd in o L lo rca. C u rio so el fallo tip o g rá fico de la p á g in a 17. La o b ra es u n in te n to la u d a b le de c re a r u n g é n ero h istó ric o e n tre el m a n u a l y el v o lu m e n g ru e so e sfo rz a d a m e n te d o c u m e n ta d o . A. De M ier CLAVERO, B., U s u ra . D el u s o e c o n ó m i c o d e la r e lig ió n en la h i s t o r i a . TECN O S. M a d rid 1984, 103 pp. S on tre s a rtíc u lo s , p u b lic a d o s ta m b ié n en re v is ta s, del c a te d rá tic o de H is to ria del D erecho, B a rto lo m é C lavero, q u ie n e je rc e en la a c tu a lid a d en la u n iv e rs id a d d e Cádiz.Terez. E l te m a de fo n d o es la u s u ra , có m o fue p ro h ib id a p o r los p rin c ip io s re lig io so s im p e ra n te s en la B a ja E d a d M edia y q u e el d e rec h o , so b re to d o c an ó n ico , fue re m a c h an d o . U n a re a lid a d ta n c o m p le ja co m o es la de los b ie n e s y el d in e ro n o se so m e tió sin m á s a u n id ea l de f r a te rn id a d sin o que, te s tig o la h is to ria , fue a b rié n d o se h a s ta lle g a r al c a p ita lis m o . Los dos ú ltim o s c a p ítu lo s se c e n tra n m á s e n los té rm in o s y e x p re sio n e s ju ríd ic o s de la leg islació n c a s te lla n a , y en el in te n to de m u c h o s leg ista s p o r t r a d u c ir a d e c u a d a m e n te las c o rre s p o n d ie n te s e x p resio n e s la tin a s al le n g u a je v u lg ar. A. D e M ier V O V E LL E, M.. I d e o l o g í a s y m e n t a l i d a d e s . PLANETA. B a rc e lo n a 1983, 326 pp. E ste n u ev o v o l u m e n d e la colección A rie l-H isto ria reco g e u n a d o c en a d e c o n fe re n c ia s o a rtíc u lo s q u e M ichel V ovelle, p r o fe s o r de H is to ria M o d e rn a en la u n iv e rs id a d de Provenza en Aix, h a ido d e ja n d o en o tro s ta n to s c o n g re so s y qu e, o bien q u e d a ro n in é d ito s o e stá n d e s p e rd ig a d o s en las A ctas c o rre s p o n d ie n te s . E n o tro s v o lú m e n e s de A riel se h a se g u id o la m is m a tá c tic a de r e s c a ta r de la d isp e rsió n e stu d io s in te re s a n te s de a u to re s q u e d is f ru ta n d e a lg u n a fa m a en el c a m p o in te le c tu a l. E n e ste c a so la e d ic ió n va s e p a ra d a e n cinco p a rte s con su c o rre s p o n d ie n te in tro d u c c ió n . P rim e ra : La h is to r ia de las m e n ta lid a d e s e n la e n c ru c ija d a de las fu e n te s. S eg u n d a: De la h is to r ia de la c u ltu ra a la de las a c titu d e s . T erc era : Lo p o p u la r c u e s tio n a d o . C u a rta : R e siste n c ia s v la rg a du143
RELIGIÓN Y CULTURA
ra c ió n e n las m e n ta lid a d e s co lectiv as. Y la q u in ta : ¿H ay re v o lu c io n e s c u ltu ra le s ? M ichel V ovelle e n tr a fre c u e n te m e n te e n d iálogo e le v ad o c o n su s c o rre lig io n a rio s h is to r ia d o re s m a rx is ta s s o b re u n te m a d e fo n d o : si es leg ítim o q u e é sto s se a p a r te n d e la h is to r ia so cia l p a r a p r e s ta r a te n c ió n , p o r e je m p lo , a la h is to ria de las m e n ta lid a d e s; él c o n c re ta m e n te se h a lib e ra d o d el cerco y h a e stu d ia d o la d e sc ris tia n iz a c ió n d el siglo X V III, las a c titu d e s de las g e n te s a n te la m u e rte y ta m b ié n fre n te a la fiesta. R e c u rre a las defi n icio n e s de a u to rid a d e s m a rx is ta s y se m ueve a lo larg o de to d o s los c a p ítu lo s e n u n tono p a ra in ic ia d o s h a c ie n d o p re v a le c e r en el b a la n c e al c e r r a r el lib ro la s p a r te s de te m a sociológico s o b re las de te m a h istó ric o . A. De M ier PREA U X , C., E l i n u n d o h e l e n í s t i c o . LABOR. B a rc e lo n a 1984, 322 pp. E l v o lu m e n sex to de la colección N u e v a C lío se p u e d e p r e s e n ta r d icie n d o se n c illa m e n te q u e se o c u p a de las in stitu c io n e s de G recia y O rie n te (c o n n o ta b le in siste n c ia en E g ip to ); no se to m e co m o e x p o sició n de la p o lític a e x p a n s io n is ta de A le ja n d ro M agno o de o tro s h é ro e s de e sa s p a rte s . De e n tr e las g ra n d e s e n tid a d e s (el lib ro n o las lla m a in s titu c io n e s ) c o m ie n za la a u to r a con el rey, có m o a lc a n z a b a la re g alía , có m o te n ía p o r c o m e tid o p r o c u r a r fe c u n d id a d , p r o s p e rid a d y a lim e n ta c ió n ; im p r o n ta g e rre ra del m o n a rc a ; luego se o c u p a del c u lto q u e p o co a p o c o fu e ro n exigiendo p a ra sí los rey es y el e sc á n d a lo q u e a veces e sto llegó a c au sai' e n tre las gen tes. N o se c o n tra p o n ía n los a c to s d e h o n o r y v e n e ra c ió n a c ie rto s h o m b re s y a los d io ses. O tra e n tid a d fu n d a m e n ta l e n la e co n o m ía y en el d e s a rro llo de las c iu d a d e s e ra la g u e rra , algo im p re sc in d ib le p o rq u e la e co n o m ía e s ta b a e n d e p e n d e n c ia del b o tín , a u n q u e n o se d e c la ra se ; o b te n e r b ien e s t r a b a ja n d o e ra m en o s c o n sid e ra d o en a q u e lla s so c ie d a d e s q u e lle n a r el saco sa q u e a n d o , in c e n d ia n d o , h a c ie n d o p risio n e ro s . O tro c a p ítu lo se o rie n ta a la e co n o m ía re a l, b u sc a n d o a d e m á s c o m p a r a r los c a u d a le s del rey con lo q u e sig n ific a b a el jo rn a l d e u n p o b re b ra c e ro . Un a p a r ta d o b re v e c o n sid e ra las re v o lu c io n e s e n E g ip to . O tra de las g ra n d e s e n tid a d e s so m e tid a s a in v e stig a c ió n so n las c iu d a d e s, a la b a d a s ν a d m ira d a s g e n e ra lm e n te p o rq u e las fu n d ó A le jn d ro M agno, p o r su in d e p e n d e n c ia , p o r la s o rp re n d e n te g ra n d io s i d a d d e a lg u n a s re p e n tin a m e n te m u e rta s (P e tra ), p e ro q u e to d a s e lla s tu v ie ro n u n rég im en m en o s e sta b le de lo q u e se su ele c re e r. T am b ién se e s tu d ia n las ligas q u e fo rm a b a n las u rb e s m ás p re stig io sa s p a ra g a n a rse la tra n q u ilid a d de u n flan c o m ie n tra s e lla s g u e rre a b a n con o tra s ; y fin a lm e n te los c a p ítu lo s q u e se titu la n el c a m p o y la c iu d a d , la e co n o m ía u r b a n a y las re v o lu c io n e s u rb a n a s . C ada a s u n to e s tá c la ra m e n te d e lim ita d o en la fo rm a de e xposición; a b u n d a n la s re fe re n c ia s a los te x to s c lásico s ta n to d e n tro del tex to com o en las n o ta s a p a rte , y se ñ a la la a u to r a los te m a s su fic ie n te m e n te d o c u m e n ta d o s y los q u e p e rm a n e c e n a ú n in c ie rto s. A. De M ier M A R TÍN EZ , G.; R O D R ÍG U E Z , F., ¡ V C o n c i l i o s galos. p r i m e r a p a r l e . C SIC . M a d rid 1984, 367 p p .
C oncilios
hispanos:
La e d ició n c rític a de la co lecció n de a c ta s y d isp o sic io n e s de c o n cilio s q u e ta n to se d ifu n d ió en la Ig le sia y q u e se la co n o ce con el n o m b re de H is p a n a ve a p a re c e r a h o ra el IV v o lu m e n (el I ν I I sa lie ro n en 1966) y c o m p re n d e los fra n c e se s q u e m e d ia n e n tr e el de A rlés d el 341 y el I I de A uvergne del 549. Y a d e m á s u n a p rim e r a p a r te de los h isp a n o s, los c e le b ra d o s c ro n o ló g ic a m e n te d e sd e el de G ra n a d a o ilib e rrita n o a p rin c i p io s d el siglo IV h a s ta el I I d e T o led o a la m ita d de la se x ta c e n tu ria . E n e s to son bien p a rc o s los e d ito re s , ya q u e a p e n a s s u m in is tr a n n in g u n a fe ch a o d e te rm in a c ió n fu e ra de a q u ello q u e es el fin p rin c ip a l, es d e c ir, el a p a r a to c rític o de la le tra . La m e to d o logía e m p le a d a es p rá c tic a m e n te la m is m a que la q u e in d ic a ro n al p u b lic a r el v o lu m en a n te rio r, en 1982. La o b ra e n te ra a p a re c e g ra c ia s a la c o la b o ra c ió n de los dos p a d re s je s u íta s m e n c io n a d o s, p e ro el p re s e n te tr a b a jo es de Félix R od ríg u ez, de la F a c u lta d de T eología del N o rte de E sp a ñ a , d ip lo m a d o en P a le o g ra fía . Al c o m e n z a r las n o ta s c rític a s a p ie de p á g in a se se ñ a la n las fa m ilia s de m a n u s c rito s de la H is p a n a q u e se to m a n e n c o n sid e ra c ió n p a r a e le g ir el tex to . E l te n e r c a d a d ía m á s a la m a n o e s ta clase de d o c u m e n to s, y m e jo r e x p u rg a d o s, re v ie rte en n u e v o s e stím u lo s p a r a in v e stig a r la v id a de la Ig lesia en a q u e llo s siglos y la im ag en q u e de sí m ism o te n ía n sus d irig e n te s. A. De M ier 144
LIBROS
F O S S IE R , R., L a 1016 pp.
infancia
de
Europa,
2 vols'.
LABOR.
B a rc e lo n a
1984,
E l n a c im ie n to de E u ro p a y su s p rim e ro s p a so s es ei tem a c e n tra l de la o b ra . Los a sp e c to s so ciales y e co n ó m ico s c o n los q u e v e r te b ra n el e s tu d io de la E u ro p a d e los si glos X al X II, q u e p a ra el a u to r c o n s titu y e n la in fa n c ia del v iejo c o n tin e n te . R o b e rto F o ssier d e s a rro lla e n e s ta o b ra eie u n a m a n e ra a m p lia lo q u e h a sid o la o rie n ta c ió n fu n d a m e n ta l de to d a su p ro d u c c ió n h is tó ric a e s c rita en to rn o a los p rim e ro s siglos d e la E d a d M edia e u ro p e a . E l c o n c e p to «feudalism o», o rg a n iz a c ió n e co n ó m ica y social p e c u lia r e n tre la e sc la v itu d a n tig u a y el c a p ita lis m o m o d e rn o , h a se rv id o d u ra n te m u c h o tie m p o p a ra d e sig n a r y e n te n d e r e s ta ép o ca. H o y d ía tal d e n o m in a c ió n es m u y d isc u tid a , y a u n que v á lid a en sí, e n c ie rra u n a visión te ó ric a m u y re d u c id a , q u e p o r o tr a p a r te n o co m p re n d e m u ch o s a sp e c to s de la v id a y del p e n sa m ie n to d e los h o m b re s m ed ie v ales. R. Fossie r p ro p u g n a su s u p re s ió n o u tiliz a c ió n m uy c u id a d o sa . É l, en e ste lib ro , e s tu d ia e sto s siglos d e sd e tre s a sp e cto s: las p e rs o n a s y su a u m e n to d e m o g rá fic o ; el e n c e ld a m ie n to so cia l en g ru p o s fa m ilia re s , re lig io so s y se ñ o ria le s, y el a sp e c to eco n ó m ico . O tro s te m a s m ás c o n flictiv o s ta m b ié n son e stu d ia d o s, com o el c re c im ie n to de las c iu d a d e s, la e v o lución de la fa m ilia , el fe u d alism o , etc. T odo ello es a n a liz a d o p re fe re n te m e n te d e sd e el p u n to de v is ta eco n ó m ico y social, c o lo c á n d o se a sí e n la lín ea de M. B lo ch y d e la e sc u ela fra n c e s a de los «Annales». R ealiza u n in te n to g lo b a liz a d o r de to d o e s te p e río d o h istó ric o p a r a to d a E u ro p a , cay e n d o fre c u e n te m e n te e n g e n era liz a c io n e s excesivas, lo cu al es lógico, d a d o el a m p lio e sp a cio g eo g ráfico q u e lo m a y el larg o p e río d o h istó ric o c o m p re n d id o . A p a r ti r de d a to s , so b re todo del n o rte de E u ro p a , g e n era liz a p a ra el re sto . Así a p lic a c a te g o ría s y té rm in o s del n o rte p a ra el su r. La o b ra , al se r, lo m ism o q u e su a u to r, fra n c e se s, e s tu d ia n p rin c ip a lm e n te lo que o c u rre en F ra n c ia y ta m b ié n en el c e n tro de E u ro p a . L a p e rife ria , so b re to d o el M e d ite rrá n e o , h a q u e d a d o m ás releg ad o . Con re sp e c to a la p e n ín s u la Ib é ric a , p rá c tic a m e n te sólo la región c a ta la n a es e stu d ia d a , el re s to de los re in o s son a lu d id o s; p e ro n o se hace so b re ellos u n e stu d io c o m p a ra tiv o serio c o n ei re sto de E u ro p a . M u e stra en a lg u n o s a sp e c to s ta m b ié n u n a c ie rta p a rc ia lid ad . C om o e je m p lo e stá el a d m itir sólo com o g e n u in a m e n te válid o s los te s tim o n io s p e rso n a le s de h o m b re s e in stitu c io n e s laicas. Los te s tim o n io s a p o rta d o s p o r e le m en to s c le ric a le s, q u e p a ra la E d a d M edia son casi la to ta lid a d , son re c h a z a d o s o p u e sto s en d u d a p o rq u e no son « n e u tra le s» al h a b la r d e sd e e sq u e m a s y c o n d ic io n es p ro p ia s . H a b ría q u e p r e g u n ta r al a u to r si eso no o c u rre con to d as las p e rso n a s . La o b ra de la e d i to ria l PU F, tra d u c id a p o r la e d ito ria l L ab o r, p e rte n e c e a la colección N u e v a Clio, de p r o b a d a fa m a p o r a b o r d a r tem a s h is tó ric o s c a n d e n te s y p ro b le m á tic o s con c o m p e te n c ia y rig o r c ie n tífico s. E s de destaca]· ta m b ié n la a b u n d a n te b ib lio g ra fía q u e so b re e ste tem a ha c o lo cad o R. F o ssier al final del seg u n d o volum en. S a n tia g o A lcalde VA RIOS, M a l i c o N o v e l l i e V a g o s t i n i s m o p o l i t i c o d e l t r e c e n t o . A G U ST IN U S. P a le rm o 1983, 103 pp. S o n las a c ta s del p rim e r c o n g reso so b re el p e n sa m ie n to a g u stin ia n o te n id o e n P a le rm o en el m es de e n e ro de 1981, so s te n id o p o r la A cad em ia Local de las C iencias y las A rtes y los A g u stin o s. C on la te o ría del a g u stin ism o p o lític o vienen p r o n to a la m e n te n o m b re s com o el de E g id o R o m a n o o S a n tia g o de V ite rb o , ¿ p e ro M atteo N ovelli? Un ju r is ta a lu m n o de la U n iv e rsid a d de B o lo n ia que sirv ió a M a n fre d o en la c o rte sic ilian a y q u e e x tie n d e su m a g iste rio e n tre los siglos X I I I y X IV es A gustín de 'ta r a n o o N o vello, co m o se le suele d e sig n a r en c a s te lla n o , el cual, m ie n tra s a y u d ó a los d e sc e n d ie n tes de F e d e ric o I I y e stu v o en el d e s a s tre de B e n ev e n to (1266), se lla m ó M ateo. M ás ta rd e , aco g id o a la O rd e n de S a n A gustín, p re p a ró las p rim e ra s C o n stitu c io n e s q u e se c o n se rv a n y o frec ió su s c o n o c im ie n to s a la Ig lesia . E s ta c o n fe re n c ia se d eb e a A. V as sallo, el cual a p u e s ta p o re í o rig en sic ilian o de A g u stín N ovelli. A. Z u m k e lle r e xpone la re la ció n e n tre Ig lesia y E s ta d o seg ú n la d o c trin a de E g id io R o m an o ; a p rin c ip io s de 1302 p u b lic ó D e e c l e s i á s t i c a p o t e s t a t e , y a fin ales del m ism o re s o n a b a en Jas c a n c ille ría s la b u la U n a m S a n c t a m , de B o n ifac io V III, fa m o s ís im a en la h is to ria ; Z u m k e lle r d iv id e la c o n fe re n c ia en tre s p u n to s : q u é e n se ñ a so b re la p o te s ta d del p rín c ip e , cóm o c o n cib e él la Ig le sia ν cóm o ve la re la ció n e n tr e el sa c e rd o c io y el re in o . F. G iu n ta e s tu d ia las 145
RELIGIÓN Y CULTURA
lu c h a s p o lític a s e n tr e flex ió n a g u stin ia n a . Y logía d e la h is to r ia en d a e n tr e S an A gustín y la Iglesia.
M a n fre d o y el p a p a d o . S. C o tta , la e x p e rie n c ia p o lític a en la re fin a lm e n te , p e ro es el p rim e r tr a b a jo del lib ro , A. T ra p é , la te o el D e c i v i t a t e Dei. E s in te re s a n te p e rse g u ir la in te r r e la tio n q u e se y los a u to re s a g u stin o s en la con cep ció n b a jo m e d ie v a l del E s ta d o A. De M ier
F IS H E R , J. P., I / i s t o r i a d e la R e f o r m a . B a rc e lo n a 1984, 498 pp.
T rad ,
de H. W. B roW n. C L IE.
Se t r a t a de u n a e d ic ió n m o d e rn a de la o b ra de F ish e r, q u e él com en zó a e s c rib ir a ra íz de u n a s c o n fe re n c ia s y d isc u rso s q u e le p id ie ro n e n el v e ra n o de 1871, p o r eso no se ciñ e ú n ic a m e n te a la p a r te h is tó ric a del m o v im ie n to e n c a b e z a d o p o r el genio re li gioso de u n a g u s tin o lla m a d o M a rtín L u te ro , sin o q u e p r e s ta a te n c ió n d e b id a a los p rin c ip io s teo ló g ico s, a la d o c trin a , q u e fue el v e rd a d e ro c o m b u s tib le de la rev o lu c ió n p ro te s ta n te . P r o te s ta n te es el a u to r, y de la m is m a c o n fe sió n c ris tia n a el q u e tr a d u jo al c a s te lla n o la o b r a en el a ñ o 1871e n M éjico, e n ta n to q u e a q u e lla h a b ía v isto la luz en N u e v a Y o rk . E l tr a d u c to r ex p lic a q u e sigue al p rin c ip io de e s ta e d ic ió n q u e h a su p rim id o las re fe re n c ia s a n u m e ro s o s lib ro s y fu e n te s q u e e n c u e n tra en el o rig in a l p o r q u e los le c to re s m ás in c lin a d o s a lo p rá c tic o v a n a te n e r to d o lo b u e n o sin n e c e sid a d de ta n to a p a r a to c rític o . F ish e r m a n ifie s ta su deseo de re a liz a r u n a ex p o sició n o b je tiv a sin z a h e rir a los c ató lic o s n i a n in g ú n o tro q u e no c o m p a r ta las a c tu a c io n e s de L u te ro y de lo s d e m á s re fo rm a d o re s , los c u ales ta m b ié n son h is to ria d o s e n e ste lib ro . T al c o rte sía con los q u e no se sie n te n p ro te s ta n te s la m a n tie n e , p e ro el in te ré s de su s p á g in a s u n siglo d e sp u é s d e q u e se e sc rib ie ra n es m u c h o m e n o r al lad o del p ro g re s o q u e h a n h e ch o las in v estig a c io n e s so b re a q u e lla co n m o c ió n tra s c e n d e n ta l, ta n to los a u to re s p ro te s ta n te s c o m o los c ató lic o s. E l lib ro n o sale a c o m p a ñ a d o de n in g u n a in tro d u c c ió n a c tu a liz a d a ; se p re s e n ta ta l co m o e n 1891. A. De M ier P Ë R O N N E T , M., V o c a b u l a r i o b á s i c o d e la R e v o l u c i ó n F r a n c e s a . CRITICA. B a rc e lo n a 1984, 302 pp. La fa lta de d ic c io n a rio s v e rac es y p u e s to s al d ía p o r lo q u e se re fie re al e s tu d io de la R e\O lución F ra n c e sa h a m o vido a P é ro n n e t, p ro fe s o r de la U n iv e rsid a d de M o n tp e llier, a rem edia]· el vacío con u n lib ro e n el q u e reco g e 50 c o n c e p to s q u e la h is to r ia h a re fe rid o sie m p re a a q u el h e ch o tra s c e n d e n ta l e n la v id a de E u ro p a y a e x p lic a r c a d a u n o de ellos en p o c as p á g in a s. De n o m b re s u n id o s a ta l a c o n te c im ie n to sí h a y b io g ra fía s ν d ic c io n a rio s; lo q u e se e c h a en fa lta es lite r a tu r a so b re los h ech o s n o ta b le s c o m p u e sta y o r d e n a d a p a r a r e c u r r ir a ella en c u a lq u ie r m o m e n to . E l a u to r h a e sco g id o 50 te m a s (con los q u e é sto s p u e d a n in c lu ir); así, p o r e je m p lo : g u illo tin a , S a n s-c o u tte s, p re n s a , fie s ta s, veto, m u je re s , c u lto s, e leccio n es, c o m p lo t, te r r o r , co alicio n es, a n tig u o ré g im en , e tc. N o se t r a t a de u n d ic c io n a rio p ro p ia m e n te d icho, sin o de u n v o c a b u la rio e n ta n to sale aq u él a la s lib re ría s . A u n a v isió n de c o n ju n to sigue luego u n a b io g ra fía g e n era l, la c u a l se c o m p le ta , e n la p a r te d e c a d a c o n c e p to c o n sid e ra d o , con o tr a b ib lio g ra fía b re v e y e sp e c ífica. E s ta c lase de lib ro s es m u y p ro v e c h o so te n e rla a m a n o ta n to a e s tu d ia n te s co m o a to d o g é n ero d e p e rs o n a s c u lta s, p o rq u e m u c h o s té rm in o s de a q u e lla R ev o lu c ió n v u e l ven a in c id ir en los d w e rso s m ed io s de c o m u n ic ac ió n de m a s a s en la a c tu a lid a d . A. De Mie· B E R T E L L I, S., R e b e l d e s , l i b e r t i n o s y o r t o d o x o s N E S 61, S. A. B a rc e lo n a 1984. 333 pp.
en
el
barroco.
E D IC IO
« E ste es u n en say o so b re h is to rio g ra fía b a rro c a , y no u n a h is to ria de la h is to rio g ra fía b a rro c a , p o rq u e n o nos in te re s a re c o r r e r a q u í to d a s las e ta p a s del c a m in o h isto rio g rá fic o , sin o m á s b ien in d ic a r su s lín e a s de a rtic u la c ió n » (p. 11). «Al u tiliz a r en e ste lib ro el té rm in o b a rro c o m e re fie ro a u n a c o rrie n te , a u n m o v im ien to de re ac ció n , su s c e p tib le d e d e te rm in a c ió n h is tó ric a , c o n tra p re c iso s v a lo re s p re e x is te n te s que lla m a ría r e n a c e n t i s t a s . . . » (p. 7). E sta b le c ie n d o u n p u n to de re fe re n c ia q u e se rá la h is to rio g ra fía 146
LIBROS
del re n a c im ie n to , o rig in a d a e n las o lig a rq u ía s , e s tu d ia el a u to r la p ro d u c c ió n del b a rro c o , ép o ca e n p rin c ip io m ir a d a co m o d e c a d e n te , e n la c u al p ro d u c c ió n se a lte rn a n los o rto d o x o s (d e su p ro p ia c o n fesió n ) con los re b e ld e s, ya q u e n o los q u ie re lla m a r h e te ro d o x o s; p o r eso lo m a e n c o n sid e ra c ió n a los C e n tu ria to re s , a P aolo S a rp i, a P allavicino, a F lacio Ilíric o , al c a rd e n a l del O ra to rio B a ro n io (a q u ie n a n im a en su e ñ o s el a rq u e ó logo O n o fre P a n v in io ), y a o tro s e s c rito re s q u e d e ja n e n tre v e r su id ea d e la h is to ria . La p rim e r a p a r te de las d o s del lib ro se e n tre tie n e c o n h o m b re s m ás b ie n ita lia n o s o q u e tr a b a ja n e n a q u e lla p e n ín s u la , m ie n tra s q u e e n la se g u n d a se d irig e a F ra n c ia y P aíses B a jo s. D esfilan d e ce n as de n o m b re s de los q u e c o p ia p á r ra f o s n u m e ro s o s, ge n e ra lm e n te en la tín , con tra d u c c ió n a pie de p á g in a . C o p iar los lac ó n ico s títu lo s de los c a p ítu lo s no ilu m in a ría n a d a . S erg io B e rte lli, n a c id o en B o lo n ia en 1928, es p ro fe s o r en la a c tu a lid a d de H is to ria M o d e rn a de la U n iv e rsid a d de P e ru sa ; en a ñ o s a n te rio r e s fue se c re ta rio del I n s titu to G ram sci. La in tro d u c c ió n e s tá firm a d a en 1971. El lib ro se ha fo rm a d o , p ro b a b le m e n te , de e stu d io s p a ra las c lases, al e x p lic a r el p e río d o im p re ciso d e n o m in a d o B a rro co . Lleva 60 p á g in a s de n o ta s y un ín d ic e o n o m á stic o . A. De M ier PASCUA SA N C H EZ, M.a J. de la, A c t i t u d e s a n t e la m u e r t e en el C á d i z d e la p r i m e r a m i t a d d e l sig lo X V I I I . D IPU T A C IO N PR O V IN C IA L D E CADIZ. C ádiz 1984, 275 pp. La p re o c u p a c ió n del h o m b re p o r su d e stin o d e sp u é s de la m u e rte , m a n ife s ta d a ésa a tra v é s del te s ta m e n to , c o n stitu y e el o b je to de in v e stig a c ió n de e ste lib ro ; q u e el e s tu dio se c irc u n s c rib e a C ádiz y c ro n o ló g ic a m e n te t al re in a d o del p rim e r B o rb ó n , F elipe V, p o r d e c irlo de o tr a m a n e ra , e s tá p e rfe c ta m e n te in d ic a d o e n el fro n tis p ic io . ¿Q ué o c u á n tos te s ta m e n to s ? La p re c isió n d e m o s tra d a en to d o el tr a b a jo sale en n u e s tr a ay u d a: 326 to m a d o s al a z a r y 635 c o rre s p o n d ie n te s a u n o s a ñ o s p re fija d o s . A dem ás de las ú lti m as v o lu n ta d e s h a e stu d ia d o el tem a la a u to ra (s e g u ra m e n te la jo v en a u to ra , p o rq u e es u n a te s in a p a ra la lic e n cia) en los se rm o n a rio s, c atec ism o s, lib ro s e s p iritu a le s , re g la s de h e rm a n d a d e s p ia d o sa s, c o n stitu c io n e s sin o d a le s de la dió cesis, y lib ro s de este genero. Los a b u lta d o s fo n d o s te s ta m e n ta rio s p o r los q u e h a te n id o q u e p a s c a r la v ista los ha e n c o n tra d o en el A rchivo H istó ric o P ro v in c ia l de C ádiz, m ie n tra s q u e el o tro tip o de lite r a tu r a , en los fo n d o s d o c u m e n ta le s de la B ib lio tec a de E stu d io s G a d ita n o s, en el A rchivo D iocesano y en o tro s lib ro s im p re so s q u e e s tá n a d isp o sic ió n p ú b lic a . El m o m e n to y el lu g a r tien en su sig n ific a d o co m o p a sa con c u a lq u ie r a s u n to h istó ric o ; se t r a t a de C ádiz en la p rim e ra m ita d del siglo X V III, u n a de las c e n tu ria s m á s p u ja n te s , c u a n d o el nivel de v id a y u n p u n to de irre lig io s id a d se h ace n p re s e n te s e n tre su p o b la c ió n . E l a c e rc a m ie n to a la a c titu d del g a d ita n o p r e in d u s tr ia l, re fe re n te a su p a r tid a o d e sc a n so d e fi n itiv o , lo e je c u ta e ste lib ro a tra v é s de m u c h o s p u n to s de a n á lisis, com o p u e d e s e r la e x p re sió n re lig io sa del te s ta m e n to , los fu n e ra le s q u e so licita, el lu g a r elegido p a ra el e n te rra m ie n to , en q u é iglesia o h e rm a n d a d (S a n F ra n c isc o , S a n A gustín, S an Felipe N eri. C a n d e la ria , c a te d ra l, h o sp ita l de m u je re s , c e m e n te rio , e tc .), el h á b ito o m o rta ja , la clase social, fó rm u la final del d o c u m e n to , y a lg u n o s d e te rm in a n te s m ás. L as c o n c lu sio n es a las q u e ha lle g a d o P a sc u a S án c h ez no sólo se e n c u e n tra n en la le c tu ra a g ra d a b le del c u e rp o del lib ro , sin o en tre in ta p á g in a s de c u a d ro s y p o rc e n ta je s q u e lo re su m e n al final. Un lib ro de e ste a s u n to c ru c ia l, de m eto d o lo g ía e sc ru p u lo s a , no se p u e d e d e c ir que se a fre c u e n te ; en él q u e d a la p ro m e s a de p ro s e g u ir en la m is m a v eta, de m o m e n to p o r m edio de u n a tesis d o c to ra l. E s tá p ro lo g a d o p o r el p r o f e s o r de h is to ria M anuel B u sto s. A. De M ier GARCÍA-DONCEL, M.a R., U n a n u e v a v i s i ó n d e C á d i z a t r a v é s d e u n v i a j e r o in glés: R i c h a r d F o rd . D IPU T A C IÓ N PR O V IN C IA L DE CADIZ. C ádiz 1984, 155 pp. E n tre los lib ro s de v iaje s, gén ero b a s ta n te m ás so c o rrid o en tie m p o s p a sa d o s que en é sto s, el A h a n d b o o k f o r t r a v e l l e r s in S p a i n , e d ita d o p o r p rim e r a vez en 1845, c o n s titu y e u n a pieza lite r a r ia d ig n a de a te n c ió n p o r la c u ltu r a q u e d e m u e s tra el a u to r y pol los d o c u m e n to s q u e m a n e ja . La p rim e ra c iu d a d e sp a ñ o la que v isitó R ic h a rd F o rd fue 14 7
nm .lG IÓ N Y CULTURA
C ádiz, p o b la c ió n m e n o s a te n d id a en o tra s c ró n ic a s de v ia je s, q u izá p o r su a isla m ie n to . P ues b ien , la sección g a d ita n a q u e q u iso e s c rib ir el s e ñ o r F o rd es la q u e h a to m a d o c o m o te x to dig n o d e ex ég esis la p ro fe s o ra G arcía-D oncel, del D e p a rta m e n to d e F ilo logía In g le sa de la U n iv e rsid a d local. O cho a sp e c to s ex am in a, y a la vez los c o te ja con las ex p lic ac io n e s m á s re c o n o c id a s, q u e e s tu d ia n , p o r e je m p lo , el o rigen de E l P a lillero, la p laz a de S a n A g ustín, la calle d e S an F ra n c isc o y los n o m b re s q u e h a n re cib id o , e tc. E s to s son los o ch o te m a s: C alles, p laz as y p a se o de la A lam eda, iglesias, e d ificio s p ú b li cos, te a tro s , e sta b le c im ie n to s c o m e rcia le s, b a ñ o s de a g u a dulce, p o sa d a s ν c asas de p u p ila je . Con e s ta s p á g in a s lo que q u e d a m á s ilu s tra d o es n a tu ra lm e n te C ádiz, p e ro d e p a so h a y m u c h a s c o n sid e ra c io n e s y ju ic io s de v a lo r so b re la in d o le n c ia del c a rá c te r e sp a ñ o l, la lim p iez a p e rs o n a l ν de las p o b lac io n es, las fie sta s p o p u la re s, la e x p re sió n re lig io sa del m o m e n to e n l a s ig lesias, ν la im p re sió n q u e le c a u s a ro n al inglés o tra s m u c h a s co sa s, h a c ia 1830, c u a n d o v ino sin o tro fin q u e el de p ro p o rc io n a r u n c lim a m ás s a lu d a b le a su c o n so rte . L a D ip u tac ió n de C ádiz p re s ta a te n c ió n a los e sc rito s q u e a c la ra n el p a sa d o ν el p re s e n te de su lu g a r con lib ro s com o éste. A. De M ier C O R T É S SA LIN A S, C., La I n g l a t e r r a v i c t o r i a n a . AKAL. M a d rid 1985, 63 pp. GARCÍA M É N D E Z , E., Ita lia : d e la U n i f i c a c i ó n a Í9I4. AKAL. M a d rid 1985, 62 pp. E s ta s
dos p e q u e ñ a s
o b ra s
c o rre sp o n d e n a los v o lú m e n e s 8 y 9 de la colección d irig id a p o r A. L eón y C onde y F. Páez-C am ino A rias y p u b lic a d a p o r la e d ito ria l A kal. Se recogen a q u í de u n a m a n e ra m uy re su m id a los p rin c ip a le s a c o n te c im ie n to s h is tó ric o s de la In g la te r ra v ic to ria n a y del R iso rg i m e n to ita lia n o d e sd e el p u n to d e v is ta p o lític o , social, e co n ó m ico e ideológico. T a m b ién a p a re c e n la s d iv e rs a s in te r p r e ta c io n e s q u e e sto s p e río d o s h is tó ric o s h a n re c ib id o a lo larg o del tie m p o . C o m p le ta n d o to d o , su s a u to ra s p re s e n ta n u n a b re v e b ib lio g ra fía y ta m b ié n la film o g ra fia q u e ex iste al re sp e c to . La c la rid a d , sencillez ex p o sitiv a y el c a rá c te r s in té tic o son las n o ta s m á s c a r a c te rís tic a s de e sto s dos v o lú m e n e s, que se rá n de gra n in te ré s p a ra to d o s los a m a n te s de la h is to ria c o n te m p o rá n e a .
H isto ria del M u n d o C o n tem p o rá n eo ,
S a n tia g o A lcalde
VILAR, S., H i s t o r i a d e l a n t i f r a n q u i s m o n a 1984, 486 pp.
1939-1975.
Plaza & Ja n é s. B a rc e lo
E n u n tem a h is tó ric o ta n p ro c liv e a s u s c ita r a p a s io n a m ie n to s com o es el larg o go b ie rn o del g e n e ra l F ra n c o en E sp a ñ a , la in v estig a ció n de S erg io V ilar a p o rta u n a su c e sió n o rd e n a d a de los h e ch o s y b a s ta n te c rític a , a u n q u e él m ism o la e s c rib a d e sd e u n a p o sic ió n m ilita n te a n tif ra n q u is ta . E l o b je tiv o general del lib ro e stá lija d o en h is to ria l ia a p o rta c ió n de las d iv e rsa s y m u y n u m e ro s a s fu e rz a s p o lític a s y so ciales q u e lu c h a ro n d e sd e el p rin c ip io p o r r e s t a u r a r la d e m o c ra c ia , es d e cir, un g o b iern o elegido d ire c ta m e n te p o r el v o to lib re d e la s u rn a s . C om o to d o e s tá e sc rito con u n a m eto d o lo g ía c o n s ta n te , la e n u m e ra c ió n d e los a p a rta d o s p rin c ip a le s a y u d a n a su p re se n ta c ió n . P rim e r p e río d o : 1939-1956; e ta p a s : re p re sió n e in te n to de re o rg a n iz a c ió n de los p a rtid o s , n e g o cia cio n e s g ra c ia s a la v ic to ria a lia d a en E u ro p a , a cc io n e s de tr a b a ja d o r e s y e s tu d ia n te s . S e g u n d o p e río d o : 1956-1975; e ta p a s : b a se s m a te ria le s p a ra u n a so cied ad nueva, c atala n es-v asco s-n to n á rq u ico s, sa c e rd o te s -o b rc ro s-u n iv e rsita rio s: la h e g em o n ía de la lib e rta d , la re fo rm a y la r u p tu r a . P rim e ra fase de la tra n s ic ió n : 1976-1977 (p o r la n ío , av an z a algo m ás q u e lo que se a n u n c ia en la p o r ta d a ) . Los a ñ o s de d u ra c ió n de cad a e ta p a ta m b ié n v ienen a p u n ta d o s . D esp u és de la p re c isió n te m p o ra l, S. V ilar e sc rib e la se rie de h e c h o s p rin c ip a le s q u e se d a n en la lu c h a c o n tr a el ré g im en , con a b u n d a n c ia de fech as, lu g a re s y fu e n te s de in fo rm a c ió n , g e n e ra lm e n te p e rió d ic a s, así co m o las re a c c io n e s y d e c la ra ciones su b sig u ie n te s; d e sp u é s de h a c e r u n a c rític a in te rn a de la acción (p re p a ra c ió n , e je c u to re s, p a c to s, e tc .); o tro p a so m eto d o ló g ic o es la c o n sid e ra c ió n de las d iv ersas fu e rz a s y m o v im ie n to s según las m a n ife s ta c io n e s q u e h a y an q u e d a d o d o c u m e n ta d a s, y en ú ltim o lu g a r el ju ic io q u e le m e re c e n al a u to r c u a n d o no c u e n ta con o tro m á s a te n d ib le d e d u c id o de aq u el m o m e n to . E n e sta h is to ria so b re los e sfu e rz o s d e m o c rá tic o s 148
LIBROS
sa le n c ie n to s de su ceso s y de n o m b re s (c u e n ta con u n ín d ic e o n o m á s tic o ), sin d ic a lis ta s p o lítico s, o b re ro s , c u ra s, in te le c tu a le s , o b isp o s, e s tu d ia n te s , etc., q u e p r o ta g o n iz a ro n u n a p ro te s ta , u n a a cc ió n p la n ific a d a p a ra a c a b a r con el siste m a p o lític o d e d ic ta d u ra q u e se m a n tu v o en E sp a ñ a d u r a n te casi c u a re n ta añ o s. A. De M ier JUTGLAR, A., H i s t o r i a c r i ti c a d e la b u r g u e s í a en C a t a l u ñ a . A N TH R O PO S. B a rc e lo n a 1984, 554 pp. Si a la b u rg u e s ía le p e rte n e c e el títu lo de h a b e r sid o e l m o to r de la re v o lu c ió n in d u s tria l en to d a E u ro p a , es sa b id o que la c a ta la n a h a e sta d o a la c ab eza de las in ic ia titv a s e m p re s a ria le s de to d a E sp a ñ a . E l lib ro to m a p o r o b je to la tra y e c to ria de los g ra n d e s b u rg u e se s so la m e n te , la de a q u e llo s q u e e sta n d o bien a c o m o d a d o s p u d ie ro n p e r m itirs e el g u sto de se n tirs e p a te rn a lis ta s y m ec en a s, con c o n cien c ia de f o r m a r lo m ás g ra n a d o de la so c ie d a d c a ta la n a , y to d o e sto d e sd e m e d ia d o s del siglo X V III, c o n d e te c ta b le s p re c e d e n te s d e sd e q u e B a rc e lo n a se rin d ió al e m p u je b o rb ó n ic o . E ste larg o en say o fue e sc rito a n te s de 1966 y p u b lic a d o ese a ñ o con el títu lo E l s b u r g e s o s C a talans, n a d a c a lu ro s a m e n te re c ib id o p o r c ie rto e n tre los m ed io s m ás in flu y e n tes; seis añ o s m á s ta rd e a p a re c ió en c a ta lá n con el m ism o títu lo q u e a h o ra en c a ste lla n o . E n tr a d e n tro de la colección « H isto ria , id ea s y textos» de la e d ito ria l A n th ro p o s, d irig id a p o r el m ism o A. J u tg la r, d e n tro d e la cual e n c a ja a d e c u a d a m e n te . E s h is to ria , p e ro a g ra n d e s tra z o s m ez cla d a c o n sociología, q u e se in clin a p o r r e s a lta r las ideas m a tric e s fre n te a u n t r a t a m ie n to p o sitiv istic o , p e ro q u e c o rre el riesg o de c a e r en el o p u e sto d e fec to , q u e n o q u e d en s u fic ie n te m e n te p r o b a d o s los h e c h o s que h ace n de p u n to de p a rtid a . S e c ita n p o c as fu e n te s y po co s e stu d io s; a p a re c e fre c u e n te m e n te el g ra n m a e s tro V icens V ives, ν el a u to r re m ite en v a ria s o c asio n e s a o b ra s o a rtíc u lo s p ro p io s. E s ta e d ic ió n v a p r e ced id a de u n p ró lo g o p a r a n o c a ta la n e s , b a s ta n te p ro lo n g a d o , com o to d a s las in tr o d u c cio n e s ν epílogos, en la q u e s itú a s u fic ie n te m e n te al le c to r en el tern a de los m é rito s o d e m é rito s de la b u rg u e s ía c a ta la n a , e s ta m e n to g e n e ra lm e n te no ig n o rad o . G ra n d e s a p a r ta d o s del lib ro : Las p rim e r a s g e n era cio n e s (1750-1833). La e x p a n s ió n del n ú c le o p r i m itiv o (1833-1874). C o n so lid ac ió n de la a lta b u rg u e sía (1874-1901). E l p la n te a m ie n to de la c risis (1901-1939). La p la ta fo r m a a c tu a l. A m a n e ra de epílogo in te rro g a i ivo. P o sib les claves p a ra la c o m p re n sió n de la b u rg u e sía c a ta la n a a c tu a l. A. De M ier GARCÍA ESCU D ERO , i . M., Y a . LICA. M a d rid 1984, 510 pp.
Wedit, sia lo d e h i s t o r i a . 0135-1985. CATO
El 14 de e n e ro de 1935 nació e! h e rm a n o p e q u eñ o de «El D ebate» con la in te n c ió n de s a c a r a la calle sin g u la rm e n te in fo rm a c ió n m ás q u e ternas o in trin c a d a s d isc u sio n es p o lítica s; la raza la llevaba igual q u e el o tro d ia rio de la E d ito ria l C atólica, p e ro n o p re te n d ía d e sb a n c a rlo . P o r fu e rz a m a y o r así v in ie ro n las cosas, con la te m p e ra tu r a de m e d ia d o s de ju lio de 1936 se se c a ro n las dos fu e n te s del p e n sa m ie n to c a tó lic o en la calle, y, tr a s la v ic to ria de F ra n c o , «El D ebate» re su c ito el m ism o 28 de m arz o de 1939; s u s p e n d id o p o r o rd e n s u p e rio r al d ía sig u ien te , se alzó con to d a la h e re n c ia el «Ya», el p e rió d ic o de la in fo rm a c ió n del m o m e n to . La a n to lo g ía de «El D ebate» q u e seleccionó G arcía E sc u d e ro ( E l p e n s a m i e n t o d e «E l D e b a t e ». BAC. M a d rid 1983) ta m b ié n la h a h ila d o a h o ra de m o d o s e m e ja n te p a ra los c in c u e n ta añ o s esc aso s del «Ya». «La f in a lid a d de e sta a n to lo g ía de su s e d ito ria le s es d a r a c o n o c e r cu ál h a sid o esa vida, o m e jo r dicho, su p e n sa m ie n to , c o n sid e ra n d o q u e ello no es sólo un h o m e n a je al p e rió d ico , sin o u n a a p o rta c ió n ... a la h is to r ia g e n era l de n u e s tro país» (pág. 3). J.os e d ito ria le s e le gidos p e rte n e c e n al p e río d o q u e m ed ia e n tre 1966 y el a n iv e rs a rio del triu n fo so c ialista, 28 de o c tu b re de 1983. A e sta selección n u m e ra d a p re c e d e u n a h is to r ia m uy a ju s ta d a y s in té tic a del p e n sa m ie n to del p e rió d ic o re fe re n te al ré g im en de F ra n c o , los a ñ o s m ás d u ro s, la a c titu d p o s ib ilis ta ν e sp e ra n z a d a del p e rió d ic o , la a p e rtu ra , los ú ltim o s g o b ie r nos fra n q u is ta s , la tra n s ic ió n , el g o b iern o S u á re z, la d e sin te g ra c ió n de UCD, los fa c to res del c a m b io (e jé rc ito , iglesia, S u á re z ), el g o b iern o Calvo S o telo y, fin a lm e n te , los so c ia lista s. Los e d ito ria le s ya se sa b e q u e no llev an firm a , p e ro G a rcía E s c u d e ro a p u n ta los n o m b re s de los d ire c to re s del p e rió d ico , lo m ism o q u e de m u c h o s de los q u e fo r m a ro n la J u n ta de g o b iern o , la cual, p o r e n cim a del C o n sejo de A d m in istra c ió n , vela 149
RELIGIÓN Y CULTURA
p a ra q u e siga en vig o r el id e a rio fu n d a c io n a l de la E d ito ria l C ató lica y de «El D ebate». A las c in c u e n ta p á g in a s de la in tro d u c c ió n de c a rá c te r h istó ric o sigue el c u e rp o de la a n to lo g ía , la c u al se c ie rra c o n v e in te p á g in a s d e d ic a d a s a g ra n d e s fig u ras, com o p u e d en s e r M enéndez P id al, P ic asso o Z u b iri, es d e c ir, la s p a la b ra s fu n d a m e n ta le s q u e so b re ellos e sc rib ió el «Ya». Dos b re v e s ín d ices, u n o de n o m b re s y o tro de c o n ce p to s, re m a ta n el tra b a jo . La p re n s a d ia ria se p re s e n ta a veces al le c to r e fím e ra y h a s ta v o lu b le , p o r eso u n a h e m e ro te c a re s tric tiv a , p e ro su s ta n c ia l, es b u e n o te n e rla al alcance. A. De M ier
LITERATURA B E L L IN I, G., H i s t o r i a d e la l i t e r a t u r a h i s p a n o a m e r i c a n a . CASTALIA. M a d rid 1985, 814 pp. E s ta h is to ria , q u e a p a re c e a h o ra e n c a s te lla n o c o n sid e ra b le m e n te a c tu a liz a d a , es ya u n c lá sico en su v e rsió n o rig in a l ita lia n a p a ra los e stu d io s o s de la lite r a tu r a h isp a n o a m e ric a n a . B ellini h a ce u n e stu d io d e sd e las lite r a tu r a s p re c o lo m b in a s h a s ta la lite r a tu r a a c tu a l, e n u n re c o rr id o d o n d e c a d a a u to r tie n e su h u e co d e n tro de la lógica escasez de e sp a cio q u e p o se e u n m a n u a l y de las d ific u lta d e s que a p a re c e n e n un c a m p o tan v a sto c o m o es la lite r a tu r a h is p a n o a m e ric a n a . E s, e n fin, u n a h is to ria in fo rm a d a y c rí tic a q u e m a n ifie s ta las re la c io n e s e n tre las d is tin ta s lite r a tu r a s q u e se d a n en A m érica y las c irc u n s ta n c ia s h is tó ric a s e n las q u e su rg e n . F e rn a n d o R o d ríg u ez M ARRODÁN, M. A., P e r e g r i n o 80 pp.
a
la
natía.
AMARANTOS.
B a rce lo n a
1985
V uelve el p o e ta M ario Á ngel M a rro d á n a s o r p re n d e rn o s con e ste ro sa rio de so n e to s, P e r e g r i n o a la n a d a , e n el q u e c o n a tin a d a s m e tá fo ra s, c o n v e rso s, b ien cin c ela d o s en su m a y o ría y con fre c u e n c ia lo g ra d ísim o s, va d e s g ra n a n d o so n e to s d o lo ro so s, gozosos y g lo rio so s. E n ellos, M a rro d á n se m a n ifie s ta p o e ta de la in tim id a d , d e sv e la n d o sus s e n tire s, su s m ie d o s, su s n o sta lg ia s y su a n g u stia a n te la m u e rte . P e ro ta m b ié n en ellos c a n ta al a m o r, en el q u e c ree con h o n d u ra , y su c o m p a ñ ía le lle n a de gozo y de c o n suelo, m ie n tra s le fo rta le c e p a ra c o n tin u a r c a m in a n d o p o r la s r u ta s del a lm a . La fe, la paz, a la q u e c a n ta con loa so b e ra n a , y la e sp e ra n z a , a la q u e lla m a « im p a r denario», ta m b ié n se h a ce n p re s e n te s e n e sto s so n e to s de fa c tu ra a rte s a n a l y rim a c in c ela d a. No fa lta , en fin, la c o n fesió n de su fe en D ios, ni a lg u n o s re c u e rd o s y a ñ o ra n z a s de «vasco itin e ra rio » , re v elan d o así su s a n c e stro s e ste a rte s a n o del v e rso q u e es M ario Ángel M a rro d á n . R afael del O lm o A L L IE N D E , J., L o n g ’m o t r a s p a s a d o . E N C U E N T R O . M adrid 1983, 85 pp. E n e sta o b ra n o s e n c o n tra m o s con u n p o e ta « m ad u ro , d u e ñ o de su o lic io y de su a lm a , firm e ν v e rsá til, tra s c e n d e n te y am igo de la so n risa» , según p a la b ra s del p ro lo g u ista , R o q u e E ste b a n S c a rp a , p re s id e n te de la A cad em ia C hilena de la L engua. Jo a q u ín A lliende, q u e casi con se g u rid a d p a s a rá a e n g ro s a r la lis ta de los g ra n d e s lírico s c h ile n o s, n o s p re s e n ta u n a o b ra ric a ν v a ria d a , sen cilla ν p ro fu n d a , in v itá n d o n o s a la re flexión. E s u n a o b ra q u e no se p u e d e lee r con in d ife re n c ia , sin o que d e s p e rta rá en los le c to re s se n sa cio n e s q u e se e n c o n tra b a n d o rm id a s. P e in a n d o R. C am in ero A R C IP R E S T E D E H ITA , L i b r o d e l B u e n A m o r . CASTALIA. M a d rid 366 pp.
1985,
Jo sé L uis G iró n A lconchel en la in tro d u c c ió n , nos sitú a y a c e rc a a la p e rs o n a lid a d del A rc ip re ste de H ita , al m is m o A rc ip re ste y a su o b ra , y, p o r o tr a p a rte , se p la n te a dos p ro b le m a s fu n d a m e n ta le s so b re la m ism a : el p ro b le m a de la d oble re d a c c ió n , acep-
LIBROS
la d a c asi g e n e ra lm e n te , ν el del g é n ro lite ra rio , a n a liz a d o en p la n o s de c o n te n id o , e x p resió n y co m p o sic ió n . Se c o m p le ta la in tro d u c c ió n c o n u n a v a ria d a b ib lio g ra fía , d o n d e se in d ic a q u é le m a s se p u e d e n e n c o n tra r en c a d a u n o de ellos, a d e m á s d e u n a b reve d o c u m e n ta c ió n g rá fic a. C om o c o lo fó n a la o b r a se a ñ a d e n v a rio s d o c u m e n to s y ju ic io s c rític o s de d ife re n te s a u to re s so b re la m ism a y u n a o rie n ta c ió n p a r a el e stu d io del L i b r o d e l B u e n A m o r , d o n d e se re ca lc a la im p o rta n c ia de las a b u n d a n te s n o ta s , c o m p le ta m en te im p re sc in d ib le s . T a m b ién e n c o n tra m o s u n a p é n d ic e g ra m a tic a l y u n a h is to ria ría de la L engua d o n d e se llega a la c o n clu sió n de q u e el A rc ip re ste in te n ta ro m p e r u n a s e s tr u c tu r a s g e n érica s d a d a s , sin d u d a p o rq u e no las c o n s id e ra b a ya a d e c u a d a s p a r a ex p re s a r la n u e v a visión del m u n d o q u e e s ta b a g e sta n d o . Q u ed a lla m a r la a te n c ió n so b re el d e sc u id o en mi o p in ió n , p u e sto e n e s ta edició n , d a d o q u e las p á g in a s a p a re c e n d e m a s ia d o re c a rg a d a s, d e b id o al e scaso m a rg e n q u e tienen y al p e q u e ñ o ta m a ñ o d e los tip o s, lo q u e d ific u lta su le c tu ra . F e rn a n d o R. C am in ero M A RTÍN V IG IL , J. L., E l p r e c i o d e s e r d i s t i n t o . PLANETA. B a rc e lo n a 238 p p .
1985,
E l a u to r s ilú a la a cc ió n e n u n p u e b lo del C a n tá b ric o lla m a d o T id iá n , a n c la d o en la tra d ic ió n y en el ré g im en a n te r io r, p u e b lo d o n d e n u n c a h a p a sa d o n a d a fu e ra de lo n o rm a l h a s ta q u e a p a re c e p o r el lu g a r P e d ro V ázquez D u ro , u n h o m b re q u e sie m p re fue d is tin to p o r a d ició n a la v e rd a d y n o p o r c ab e zo n e ría. E ste h o m b re e n tr a en c o n ta c to c o n u n g ru p o de c h ico s del p u e b lo , y e s ta re la c ió n n o es b ie n v is ta p o r los p a d re s de los m ism o s, p ro d u c ié n d o se u n c h o q u e g e n era cio n a l. P o r e ste m o tiv o c o m ie n za u n a in trig a a b s u rd a , que a c a b a rá sie n d o trá g ic a , con a c u sa c io n e s sie m p re su p u e s ta s e n c o n tr a de P e d ro V ázquez p o r p a r te de to d a la p o b la c ió n , c o m a n d a d a p o r las m u je re s y lle v a d a a cabo p o r los h o m b re s con u n e stilo fu e n tc o v e ju n ia n o . C ada c a p ítu lo de la n ovela c o n sta d e dos p a rte s . E n la p rim e ra , M a rtín Vigil nos n a r r a la re la c ió n de los chicos con P e d ro (u n a b o n ita e x a lta c ió n de la a m is ta d ) y to d o lo que e s ta re la ció n conlleva. E n la se g u n d a , a p a re c e n re ta z o s de la vida a n te r io r de P e d ro c o n ta d o s p o r u n sa c e rd o te am igo suyo. P e d ro es p r e s e n ta d o c o m o u n h o m b re a g n ó stic o , a p a rta d o de d o g m as p o lí tic o s y re lig io so s, sin a ta d u r a s m a te ria le s, e s c rito r e in te le c tu a l, a d e m á s de a n tro p ó lo g o y p e dagogo. Sí, P e d ro V ázquez es u n h o m b re d is tin to y p o r e sto no es p e rd o n a d o p o r la so cied ad . F e rn a n d o R. C a m in e ro M cCULLOUGH, C., E l p á j a r o c a n t a h a s t a m o r i r . PLAZA Y JA N É S. J. F e r r e r Aleu. B a rce lo n a 1985, 607 pp. E l p á j a r o c a n t a h a s t a m o r i r es u n a v ig o ro sa y ro m á n tic a h is to r ia de u n a g ra n fa m i lia, los C leary, y de to d o lo q u e a é s ta a co n tec ió en tie r r a s a u s tra lia n a s : a m o re s, d o lo res, a le g ría s ν tris te z a s . Las c irc u n s ta n c ia s p a r tic u la re s e n q u e el a u to r c e n tr a el p u n to p r in c ip al de su novela; el a m o r e n tre M eggie (la ú n ic a h ija de la fa m ilia ) y el s a c e rd o te R a lp h de B ric a s s a rt h ace n q u e e ste a m o r q u e d e to ta lm e n te id ea liz ad o . La tr a m a de to d a la n o v ela se te je e n tre el sin c e ro a m o r de M eggie y las te n d e n c ia s q u e el sa c e rd o te su fre e n tr e el a m o r a M eggie y el a m o r a D ios, e ste ú ltim o in flu id o p o r c ie rto s e g o ís m o s q u e in d u ce n su e s p íritu h a c ia la a lta je r a r q u ía eclesial. El títu lo del lib ro , reco g id o de u n a ley en d a, n o s d a a e n te n d e r los su frim ie n to s p o r los q u e h a y q u e p a s a r h a s ta lle g a r a la u n ió n con D ios. N icolás
VÁZQUEZ MOLT ALBAN, M., E l p i a n i s t a . 282 p p .
S E IX
B e n ito
B e n ito
BARRAL. B a rc e lo n a
1985,
E n e s ta n ovela V ázquez M o n ta lb á n n o s n a r r a en tr e s m o m e n to s d ife re n te s, época a c tu a l, p o s g u e rra y g u e rra civil, la h is to ria d e dos m ú sico s, q u izá r e p re s e n ta n d o a to d o s los a rtis ta s , a n ta g ó n ic o s y, p o sib le m e n te , c o m p le m e n ta rio s. U no de ellos es A lb erto R oseli, u n p e r d e d o r n a to , q u e al d a r u n a re s p u e s ta é tic a a s u a c tu a c ió n e n la g u e rra civil e sp a ñ o la ve tru n c a d a su c a r r e r a com o p ia n is ta , m ie n tra s q u e el o tro , L uis D oria, his151
RELIGIÓN Y CULTURA
trio n ism o y c in ism o en su to ta lid a d , triu n fa en to d o el m u n d o . V ázquez M o n ta lb á n a p o y a la h is to r ia c e n tra l en u n o s p e rs o n a je s se c u n d a rio s m uy bien d ib u ja d o s y p o r m ed io de ellos n o s h a ce u n b a la n c e p o lític o y social de los tre s p e río d o s en q u e se divide la n ovela, lle g a n d o a c o n se g u ir u n a o b ra a c a b a d a y c o n m o v e d o ra. F e rn a n d o R o d ríg u ez
VARIO S DÍAZ, C., E s c u c h a p o s m o d e r n o . PA U LIN A S. M adrid 1985, 195 pp. T ra d u c id o e n té rm in o s re ales, los que m ueven a la g ente, p o sm o d e rn o es decir: « p re su m ir es carecer». E ste p rin c ip io a lim e n ta to d a la p a ra fe rn a lia de u so s, m o d o s de v id a y h á b ito s teó rico s q u e c re a la so c ied a d p o sm o d e rn a . C. D íaz se d irig e a los jó v e nes, de los q u e in te n ta d e s e n m a s c a ra r el flo rileg io de a p a rie n c ia con el q u e re v iste n su v id a c o tid ia n a . Y en la b ú s q u e d a se e n c u e n tr a c o n las b a s e s te ó ric a s —no ta n só lid as co m o se p e n s a b a — q u e los a d u lto s le h a n p re te n d id o h a b e r d ado. Y luego re s u lta que los a d u lto s son jó v e n e s c rec id o s en añ o s. F ilo so fía, h is to ria , sociología y p ed ag o g ía se e n tre m e z c la n en e ste d isc u rso d e se n fa d a d o y sa tíric o . P e ro no sólo se n o s dice, en lina d e sc rip c ió n genealógica, «lo q u e hay» (p p . 15-133), sin o q u e ta m b ié n se nos p re s e n ta la c u asi-u to p ía de lo que «debe h a b er» (p p . 135-191) y su s ra zo n e s. Lo q u e hay e s u n a e n fe rm e d a d (p o sm o d e rn is m o ) y lo q u e d ebe h a b e r es u n a sa lid a m e jo r. 1.a a lte rn a tiv a es el h u m a n ism o h u m a n o del a m o r, y p o rq u e sólo el a m o r m ere ce la p e n a, ha de se r a ltr u is ta y con h o riz o n te seg u ro . E sp e re m o s q u e el to n o se rm o n ic a l de la sie m p re v ieja n u ev a p ro p u e s ta no d ism in u y a su eficacia. M ie n tra s ta n to es m uy a c o n s e ja b le le e r e s ta s p á g in a s p a r a d e sin to x ic a r la m e n te y fo rta le c e r los re s o rte s é tico s. A quí la m ofa te h a c e p e n s a r, la s á tir a te lib e ra . Ángel T ejero
IN O S B .H .-P IE R C E , J., T e c n o l o g í a d e la i n f o r m a c i ó n y c i v i l i z a c i ó n . LABOR. B arcelo n a 1985, 265 pp. A n a d ie se le o c u lta ya la im p o rta n c ia de la in fo rm á tic a y de los o rd e n a d o re s en la so c ie d a d a c tu a l. Y son m u c h o s los q u e e s tá n p re o c u p a d o s p o r el im p a c to y los tr e m e n d o s c am b io s q u e e s ta n u ev a tec n o lo g ía tra e consigo. P o r ello, el C lub de R om a en ca rg ó a dos n o ta b le s c ie n tífico s, el ja p o n é s In o se y el e sta d o u n id e n s e P ie rce , un in fo rm e so b re lo q u e s e rá el fu tu r o a p a r ti r del u so m asiv o de la in fo rm á tic a ν de la ro b ò tic a . F ru to de sus e s tu d io s es e ste in fo rm e q u e p re s e n ta al p ú b lic o de h a b la h is p a n a la e d ito ria l L ab o r. E n él los a u to re s in v estig a n la n a tu ra le z a y la fu e rz a de las n u e v as tec n o lo g ía s de in fo rm a c ió n , así co m o los c a m b io s q u e se v a n a p r o d u c ir en la so c ied a d y los p ro b le m a s q u e tra e n a p a re ja d o s . Ja p ó n y E s ta d o s U nidos, q u e van a cab eza de e s ta s tec n o lo g ía s, h a n sid o el p u n to de m ira q u e h a n te n id o los a u to re s p a ra v e r lo qu e p u e d e s u c e d e r a e sc a la m u n d ia l. E n tr e los a sp e c to s m ás so b re sa lie n te s, e ste lib ro e s tu d ia la co n v erg e n cia de los m o d o s de in fo rm a c ió n —d isc u rso h a b la d o , so n id o , tex to s, d a to s, g rá fic o s, p re se n ta c io n e s p ic tó ric a s con su tra n s m is ió n , p ro c e so , a lm a c e n a m ie n to y re c u p e ra c ió n —; las c o m u n id a d e s de in te ré s que e sta co n v erg e n cia c rea y los im p a c to s qu e van a c a e r so b re la c u ltu ra , ta n to las a rte s y las le tra s com o la civilización, es d e cir, en la vida de to d a s las so c ied a d es h u m a n a s. In c lu so u n o de los c am p o s q u e se a n u n c ia n com o u n a g ra n p o te n c ia lid a d de p u e sto s de tr a b a jo es el de la p ro g ra m a c ió n p a ra ta n to s u so s com o p u e d e re a liz a r e sta tec n o lo g ía de la in fo rm a c ió n , ya q u e n in g ú n c a m p o q u e d a fu e ra de ella. D esp u és de le e r e ste lib ro , u n o ve el m u n d o con o tro s o jo s y el f u tu ro con m ás e x p ec ta c ió n v e sp e ra n z a . R afael
del
O lm o
LIBROS
M O N T ER O M O R EN O , A., L a m o r a l i n f o r m a l ¡va en los e s t a d o s d e m o c r á t i cos. PPC. M a d rid 1985, 45 pp. M o n se ñ o r M o n te ro , p re s id e n te de la C om isión E p isco p a l de M edios de C o m u n ic a ció n S ocial, p ro n u n c ió e s ta c o n fe re n c ia en el C lub Siglo X X I, re s a lla n d o el d e rec h o a e s la r in fo rm a d o q u e tien en to d o s los c iu d a d a n o s en u n e sta d o d e m o c rá tic o , y lo hizo d e sd e la p e rsp e c tiv a del C oncilio V a tic a n o II y d e sd e los tex to s p o lític o s de la ONU y de la C o n stitu c ió n e sp a ñ o la , p a r a p a s a r luego a p e d ir, en n o m b re de la m ora!, u n a in fo rm a ción o b je tiv a , v eraz e in d e p e n d ie n te . C o m p letó su d isc u rso h a b la n d o de la m o ra l del e m p re s a rio de la in fo rm a c ió n y de la m o ral de E s ta d o en e ste m ism o tem a . El fo lle to tra e ta m b ié n dos an ex o s de d o c u m e n to s in te rn a c io n a le s de é tic a p e rio d ístic a , e la b o ra dos p o r lo p ro p io s p ro fe sio n a le s. R a fa e l del O lm o V A RIO S, E l m u n d o de las re lig io n e s . V E R B O D IV IN O -PA U LIN A S. E stellaM ad rid 1985, 543 pp. La re la c ió n del h o m b re con lo sa g ra d o a p a re c e ya en las e d a d e s m ás re m o ta s ν las ra íc e s de su d im e n sió n re lig io sa se h u n d e n en la noche de los tie m p o s co m o algo c o n s titu tiv o de la h u m a n id a d m ism a . P o r eso, in te n ta r c o m p re n d e r al h o m b re im p lic a c o n o c e r su v id a re lig io sa y la m a n ife s ta c ió n de sus c ree n cia s, ya q u e es en e sa re la c ió n con lo tra s c e n d e n te d o n d e b u sc a e x p lic a r sus p ro p io s m is te rio s y los del m u n d o q u e le r o dea. De a h í la im p o rta n c ia y u tilid a d de e s ta o b ra , que, com o se nos dice en el p ró lo g o , «ofrece al le c to r u n a in tro d u c c ió n y u n a guía casi c o m p le ta , c la ra y e s tim u la n te de las re lig io n es d el m u n d o , d e sd e las p rim e ra s fo rm a s de c u lto p ra c tic a d a s p o r el h o m b re h a s ta n u e s tro s días». La c u id a d a e d ic ió n del lib ro , así co m o la a m p litu d de te m a s, el rig o r en su tra ta m ie n to , la c la rid a d de e x p o sició n y la a p o rta c ió n de ín d ic e s, re sú m e n e s y b ib lio g ra fía s h ace n de e s ta o b ra u n e x ce le n te m an u a l p a r a el c o n o c im ie n to del fa s c i n a n te m u n d o de las re lig io n es, u n ie n d o , co m o se ñ a la el p ro fe s o r M a rtín V elasco en la p re se n ta c ió n , «la s im p a tía p o r lo relig io so , q u e p e rm ite c o m p re n d e r los d a to s de la re li gión sin d e s n a tu ra liz a rla ni re d u c irla a o tr a co sa que lo q u e ella p re te n d e se r, y la o b je tiv id a d de la in fo rm a c ió n q u e re h ú y e p o s tu r a s c o n le s io n a lis ta s o a p o lo g é tic as, fu e ra de lu g a r en e ste tip o de lib ro s, y o fre c e con rig o r to d o s los d a to s q u e la ciencia h a ido d e sc u b rie n d o » . H a sid o u n g ra n a c ie rto la p u b lic a ció n de e ste lib ro , in d u d a b le m e n te m e jo ra d o re sp e c to a su e d ic ió n o rig in a l inglesa, so b re to d o en el fu n d a m e n ta l a sp e c to de la b ib lio g ra fía , o p o rtu n a m e n te se lec cio n a d a p o r el S e m in a rio de F ilosofía y C iencias de la re lig ió n del e s tu d io teológico del se m in a rio de M a d rid . L u is M arín de S an M a rtín LAIN ENTRALGO, 334 pp.
P., S o b r e
la
am istad.
ESPASA-CALPE.
M a d rid
1985,
A m a r y s e r a m a d o es, sin d u d a , u n a exigencia p e rm a n e n te p a ia la e sta b ilid a d de la p e rso n a h u m a n a , q u e b u sc a la re la c ió n v ita l con u n se m e ja n te q u e le in te rp e le , le e s cu ch e y le a m e , a firm a n d o , en la p ro fu n d id a d de e ste e n c u e n tro , lo a b s o lu to y lo in m o rta l. S in e m b a rg o , la a m is ta d , ese «cisne negro» q u e d irá K a n t, es d e d ifíc il hallazgo; de a h í q u e el lib ro d e B en S ira c o m p a re al a m ig o con u n te so ro , c o n sid e ra n d o la a m is ta d co m o u n a de las m á s b e lla s y gozosas re a lid a d e s de la e x iste n c ia h u m a n a . E s ta o b ra de L ain E n tra lg o , cuya p r im e ra edición del a ñ o 1972 en R e v i s t a d e O c c i d e n t e no alcanzó e xcesiva re so n a n c ia , es u n in te re s a n te e s tu d io d iv id id o en dos p a rte s . E n la p rim e ra , el a u to r a n aliza la s d is tin ta s co n ce p cio n e s de a m ista d en los p rin c ip a le s p e n s a d o re s desd e la G recia c lá sic a h a s ta la época a c tu a l, con especial d e te n im ie n to en A ristó te le s, S a n to T o m á s de A quino y K a n t. E n la se g u n d a p a r te e s tu d ia la a m is ta d de m a n e ra teó ric a y d e sc rip tiv a , d e fin ié n d o la co m o «una c o m u n ic ac ió n a m o ro s a e n tre dos p e rso n a s , e n la cual, p a r a el m u tu o b ie n de é s ta s y a tra v é s de dos m o d o s sin g u la re s de se r h o m b re , se realiza y p e rfe c c io n a la n a tu ra le z a h u m a n a » (p. 157), d ife re n c in d o se , al m ism o tie m p o , de la sim p a tía , la m is e ric o rd ia , la c a m a ra d e ría o el e n a m o ra m ie n to . P o r ú ltim o a ñ a d e u n d e ta lla d o c o m p e n d io de fu e n te s u tiliz a d a s v b ib lio g ra fía so b re c a d a c a p ítu lo , de in d u d a b le u tilid a d y o p o rtu n id a d . R e s a lta n ta m b ié n el c u id a d o e stilo y c e rte ro c o n te n id o 153
RELIGIÓN Y CULTURA
q u e , co m o en las d e m á s o b ra s de L ain E n tra lg o , e n c o n tra m o s ta m b ié n en e s ta s p á g in a s. « E sp e rem o s —se ñ a la el p ro fe s o r Diego G racia en el p ró lo g o — que en e s ta se g u n d a n a v egación se h aga a a m b o s, a u to r y lib ro , la ju s tic ia q u e p o r d e re c h o s p ro p io s m erecen.» L uis M arín de S an M a rtín G IL L E T T E , A., L e s m o r m o n s . D E S C L É E DE BROUW ER. P a rís 1985. 205 pp. L as se c ta s son u n fe n ó m e n o q u e p o r m ú ltip le s y bien d iv e rsa s ra z o n e s hoy e s tá de m oda. E l p re s e n te e s tu d io o fre c e u n a se rie d e d a to s a c e rc a de los m o rm o n e s p o r los c u ales se Ies p u e d e d ife re n c ia r de c u a lq u ie r o tro g ru p o . El a u to r , b u en c o n o c e d o r de e sta se c ta , d e s ta c a los e le m e n to s y situ a c io n e s m ás sa lie n te s del g ru p o m o rm ó n , e n tre los q u e d e sta c a : la c o n q u is ta te o c rá tic a del o e ste , la p o lig a m ia y su s c o n se cu e n cia s, las d is c re p a n c ia s e n tre las d iv e rs a s te n d e n c ia s, etc. U na o b ra sen cilla q u e a y u d a rá al le c to r a c o n o c e r el n a c im ie n to , d e s a rro llo ν p e rip e c ia s de la Ig lesia de J e s u c ris to de los s a n to s de los ú ltim o s días. C. M a rtín W ATT, S.-MANGADA, M„ B a s i c p ara n i ñ o s . PA R A N IN FO . M a d rid 1984, 128 p p . WATT, S.-MANGADA, M., B a s i c a v a n z a d o p a r a n i ñ o s . PA RA N IN FO . M a d rid 1985, 160 pp. Con e sto s dos lib ro s se q u ie re in tro d u c ir de u n a fo rm a se n c illa, e sc u e ta y c la ra el len g u a je B asic en los n iñ o s. D e n tro de su sencillez, h ace n p o sib le u n a p ro g re s iv a fam iIiarizació n con e ste len g n u a je, lo g ra n d o los c o n o c im ie n to s e se n cn iale s del u so del o rd e n a d o r, a sí co m o a lg u n o s c o n c e p to s p a ra la p ro g ra m a c ió n en B asic. E l lib ro c o n sta de v a ria d o s y m ú ltip le s e je m p lo s q u e p u e d e n se r ú tile s p a ra e n te n d e r ν c o m p re n d e r la c o m p le jid a d del le n g u a je B asic. M. Ángel F ra ile BELL.IDO, A.-SÁNCHEZ, A., B a s i c p ara m a e s t r o s . PA RA N IN FO . M a d rid 1985, 183 pp. E l lib ro t r a t a de d a r a c o n o ce r el le n g u a je B asic, h a cien d o u n b re v e e s tu d io de cad a u n o de los e le m e n to s fu n d a m e n ta le s de e ste le n g u a je , c o m a n d o s, fu n c io n e s in c o rp o ra d as, o p e ra d o re s fu n c io n a le s, se n te n c ia s a u x ilia re s y a lg u n a o tr a se rie de c o sas q u e se h ace n in d is p e n s a b le s a la h o ra de p o n e rn o s fre n te a un o rd e n a d o r. El lib ro va d e stin a d o a p e rso n a s con esc aso s c o n o c im ie n to s so b re el tem a . M. Ángel F ra ile
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