T2.2.3.dorfman-mattelart

  • July 2020
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1NTRODUCCION : INSTRUCCIONES PARA LLEGAR A GENERAL DEL CLUB DISNEYLANDIA

"Mi perro llega a ser un salvavidas famoso y mis sobrinos serán brigadieres-generales. i A qué mayor honor puede aspirar un hombre?". Pato Donald, en Disneylandia, NQ 422.

"Ranitas bebés, algún día serán Uds. ranas grandes que se venderán muy caras en el mercado. Voy a preparar un alimento especial para apresurar SLI desarrollo". Pato Donald, en Disneylandin, NQ 451.

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Sería falso afirmar que Walt Disney es uri mero comerciante. No se trata d e negar la industrialización masiva de sus productos: películas, relojes, paraguas, discos, jabones, mecedoras, corbatas, lámparas, etc., inundan el mercado. Historietas en cinco mil diarios, traducciones en más d e treinta idiomas, leído en cien paises. Sólo en Chile, según el propio auto-bombo d e la revista, estas emisiones culturales reclutan y satisfacen cada semana más d e un millón d e lectores y, ahora convertida fantásticamente en la Empresa Editoria Pirisel (Publicaciones Infantiles Sociedad Editora Ltdn.), Zig-Zag abastece todo el continente latinoamericano con las publicaciones del sello Walt Disney. En esta base de operación nacional, donde tanto se vocifera acerca del atropello ( y sus sinónimos: amedrentar, coartar, reprimir, amenazar, pisotear, etc.) d e la libertad d e prensa, este grupo económico, en manos de financistas y filántropos del régixnen anterior (1964-1970), hace menos de un mes se ha dado el lujo d e elevar varios de sus productos quincenales al rango d e semanarios. Más allá de la cotización bursátil, sus creaciones y símbolos se han transformado en una reserva incuestionable del acervo

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P A R 4 LEER A L PATO DOKALB

cultural del hombre contemporáneo: los personajes han sido incorporados a cada hogar, se cuelgan en cada pared, se abrazan en los plásticos y las almohadas, y a su vez ellos han retribuido invitando a los seres humanos a pertenecer a la gran familia universal disney, más allá d e las fronteras y las ideologías, más acá de los odios y ias diferencias y los dialectos. Con este pasaporte se omiten las nacionalidades, y los personajes pasan a constituirse en el puente supranacioilal por medio del cual se comunican entre sí los seres humanos. Y entre tanto entusiasmo y dulzura, se nos nubla su marca d e fábrica registrada. Disney, entonces, es parte -al parecer inmortalmente- de nuestra habitual representación colectiva. En más de un país se ha averiguado que el Ratón Mickc;y supera en popularidad al héroe nacional de turno. En Centroamérica, las pelíciilas programadas por la AID para introducir los anticonceptivos son protagonizadas por los monos del "Mago de la Fantasía". En nuestro país, a raíz del sismo de julio (1971), los niños d e San Bernardo mandaron revistas disneylandia y caramelos a sus amiguitos terremoteados de San Antonio. Y un magazine femenino chileno proponía, el año pasado, que se le otorgara a Disney el premio Nobel de la Paz. No debe extrañar, por lo tanto, que cualquiera insinuación sobre el mundo de Disney sea recibida como una afrenta a la moralidad y a la civilización toda. Siquiera susurrar en contra d e Walt es socavar el alegre e inocente mundo d e la niñez de , cuyo palacio él es guardián y guía. A raíz de la aparición de la primera revista infantil de la Editorial del Estado, de inmediato salieron a la palestra los defensores. Una muestra (del tabloide La Scgundu, 20 d e julio, 1971) ': "La voz d e un periodista golpeó hondo en un micrófono de una emisora capitalina. En medio del asombro d e sus auditores anunció que Walt Disney sería proscrito de Chile. Señaló que los expertas en concientización habían llegado a la conclusión d e que los niiios chilenos no podían pensar, ni sentir, ni amar, ni sufrir a través d e los animales. 1

La Segunda, Santiago, 10 de julio de 1371, p. 3.

INTRODUCCIÓN

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"Por lo consiguiente, en reemplazo del Tío Mc Pato, d e Donald y de sus sobrinos, de Tríbilín y el Ratón Mickey, los grandes y pequeños tendremos, en lo sucesivo, que habituarnos a leer y seguir las historietas que describan nuestra realidad nacional, la que de ser como la pintan los escritores y panegir i s t a ~de la época que estamos viviendo, es ruda, es amarga, es cruel, es odiosa. La magia de Walt Disney consistió, precisamente, en mostrar en sus creaciones el lado alegre de la vida. Siempre hay, entre los seres humanos, personajes que se parecen o asemejan a aquellos d e las historietas de Disney. "Rico Mc Pato es el millonario avaro d e cualquier país del mundo que atesora dinero y se infarta cada vez que alguien intenta pellizcarle un centavo; pero quien a pesar de todo suele mostrar rasgos de humanidad que lo redimen ante sus sobrinosnietos. "Donald es el eterno enemigo del trabajo y vive en función del familiar poderoso. Tribilín no es más que el inocente y poco avisado hombre común que es siempre víctima de sus propias torpezas que a nadie dañan, pero que hacen reír. "Lobo y Lobito es una obra maestra para enseñar a los niños a diferenciar el bien del mal, con simpatía, sin odio. Porque el mismo Lobo Feroz, llegada la oportunidad de engullir a los tres chanchitos, tiene cargos de conciencia que le impiden consumar sus tropelías. "El Ratón Mickey, por último, es el personaje por antonomasia de Disney. 2Qiiién que no se considere ser humano no ha sentido calar hondo en su corazón durante los últimos cuarenta años con la sola presencia de Mickey? No le vimos hasta una vez de "aprendiz de brujo" en una inolvidable cinta que hizo delicias d e chicos y grandes, sin que se perdiera una nota de la magistral míisica de Prokofiev (NOTA: se refiere sin duda al músico Paul Dirkar). Y qué decir de Fantasía, aquella prodigiosa lección de arte llevada al celuloide por Disney, movidos los artistas, las orquestas, los decorados, las flores, y todos los seres animados por la batuta d e Leopoldo Stokowski. Y conste que allí, para darle mayor realce y realismo a una de las escenas, correspondió a los elefantes nada menos que ejecutar, de gracio-

sísima manera, "La danza de las libélulas" (NOTA: se refiere sin duda n "La danza de las horas"). "2Cómo puede decirse que no es posible enseñar a los niños haciendo hablar a los animales? NO se les ha visto a ellos entablar tiernos diálogos cori sus perros y gatos regalones, mientras éstos se adaptan a sus amos, y demuestran, en un movimiento d e sus orejas. en un ronroneo, que entienden y asimilan los mensajes y órdenes que se les dan? iAcaso las fábulas no están repletas de enseñanzas valiosas en donde son los animales los que nos enseñan cómo debemos d e hacer y comportarnos ante las más variadas circunstancias? "Hay una, por ejemplo, de Tomás de Iriarte que nos pone en guardia frente al peligro que se corre cuando se adoptan actitudes rectoras y de obligatoriedad para quien trabaja para el público. No siempre la masa acepta a fardo cerrado que le den lo que le ofrezcan". El que dictaminó. estas palabras es el dbcil vocero d e alguna de las ideas prevalecientes acerca de la niñez y la literatura infantil que transitan por nuestro medio. --Ante todo, _ - se implica que en el terreno d e la entretención no dgbe penetrar la menos aún tratándose de tiernos. Los juegos infantiles asumen -" - ,--. sus gopias regls_y_c@igo;- es-=a esfera autbnoma y extrasocial (como la familia disneylandia), que se edifica de acuerdo con las necesidades psicólógicas del ser humano que ostenta esa edad -- En vista de que el niño, dulce, manso, marginado privilegiada. de las maldades de la existencia y los odios y rencores de los votantes, es apolítico y escapa de loc resentimientos ideológicos de sus mayores, todo intento por politizar ese espacio sagrado terminará por introducir la perversidad donde ahora reinan la felicidad y la fantasía. Como los animales tampoco toleran las vicisitudes de la historia y no pertenecen ni a derecha ni a izquierda, están pintados para representar ese mundo sin la polucion de los esquemas socioeconómicos. Los personajes son tipos humanos cotidianos, que se encuentran en todas las clases, países y épocas. Por eso, es posible un trasfondo morai: el niño aprende el camino ético y estético adecuado. Es cruel e innecesario arrancarlo de su recinto mágico, porque éste corresponde a las leyes de la madre naturaleza: los niños son así, los dibujantes y guio1

nistas interpretan eiperta y sabiamente las normas de comportamiento y las ansias de armonía que el ser humalro posee a esa edad por razones biológicas. ES evidente, por ende, que todo ataque a Disney significa repudiar la concepción del niño que se ha recibido como válida, elevada a ley en nombre de la condición humana eterna y sin barreras. Hay anticuerpos nutonidgicos que enmarcan negativamente a todo agresor en función de ias vivencias que la sociedad ha encarnado en la gente, en sus. gustos, reflejos y opiniones, reproducidos cotidianamente en todos los niveles de la experiencia, y que Disney no hace sino llevar a su culminación comercial. De antemano el posible ofensor es condenado por lo que se ha dado en llamar la "opinión pública", un púbIico que opina y da su consenso según las enseñanzas implicitas en el mundo de Disney y que ya ha organizado su vida social y familiar d e acuerdo a ellas. Es probable que el día después de que este libro salga a la venta, se publicará uno que otro artículo estigmatizando a los autores. Para facilitar la tarea a nuestros contrincantes, y para uniformizar sus criterios (el: la gran familia de los diarios de la burguesía criolla), se sugiere la siguiente pauta, que se ha realizado tomando en cuenta el apego de los señores periodistas a la filosofia de esas revistas: PARA INSTRUCCIONES

SER EXPULSADO DEL

CLUBDICSEYLASDIA

Los responsables del.libro serán definidos como soeces e irimorales (mientras que el mundo de FS7ait Disney es puro), como archicomplicados y enredadísiinos en la sofisticación y refinarniento (mientras que Walt es franco, abierto y leal), miembros de una elite avergonzada (mientras que Disney es el más popular de todos), como agitadores políticos (mientras que el mundo de W. Disney es inocente y reúne armoniosamente a todos en torno a planteamientos que nada tienen que ver con los intereses partidistas), como calculadores y amargados (mientras que WaIt D. es espontáneo y emotivo, hace reír y ríe). como subvertidores de

INTRODUCCIÓN

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PARA LEER AL PATO DONALD

la paz del hogar y de la juventud (mientras q u e W. D. enseña a respetar la autoridad superior del padre, amar a sus semejantes y prc;teger a los más débiles j, como antipatrióticos (porque siendo internacional, el Sr. Disiley representa lo mejor de nuestras más caras tradiciones autóctonas) y por último, comó cultivadores del "marxismo-ficción", teoría importada desde tierras extrañas por "facinero*~osforasteros"? y reñidas con el espíritu nacional (porque el Tío Walt está en contra de la explotación del hombre por el hombre y adelanta la sociedad sin clases del futuro). PERO MAS Q C E NADA, PARA EXPULSAR A ALGUIEN DEL CLUB DISNEYLANDIA, ACUSARLO (REITERADAMENTEj D E QUERER LAVAR E L CEREBRO D E LOS NIEOS CON LA DOCTRINA D E L GRIS REALISMO SOCIAIASTA IMPUESTA POR COMISARIOS. Y por fin, con esto, encalamos en la peor de las transgresionrs: atreverse a poner en duda lo imaginario infantil, es decir, ihorrc~i,cuestionar el derecho d e los niños a consumir una literatura siiya, que los interpreta tan bien, fundada y cultivada para -. eilob. N!: cabe duda que la literatura intantil es un género como :utiiqium otro, acaparada por subsectores especializados dentro de la división dcl trahajo "cultural". Otros re dedican a las no-,telas d e ccssvboy, a las revistas eróticas, a las d e misterio, etc. Pero por I:, :nenos estas últimas se dirigen a un público diversificado !. sin rostro. que compra anárqiiicamente. En el caso del género irifantil, por el contrario, el público ha sido adscrito d e antem'iiio, especit icado biológicamente. Esta narratiba, p»r lo tanto, es ejecutada por adultos, que ~ilstifican siis motivos, estructura y estilo en virtud d e lo que ellos piensan q i ~ eer; o debe ser un niño. Llegan incluso a citar fuentes cientiticas o tradiciones arcaicas ("es la sabiduría popara establecer ciiáles son Ids exigencias pular e inmeri~ori~l") del destinatario. El adulto difícilmente podría proponer para su descendencia iina ficción que pusiera en jaque el porvenir q u e él desea q u e ese pequeño construya y herede.

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Palabras textudles de Lobito Feroz en Disneylandia N* 210.

Antc todo, el niii» -para estas publicaciones- suele ser u11 adiilto en miniatiira. Por medio de estos textos, los mayores proyectan una imagen ideal d e la d o i d a infancia, q u e en efecto no es otra cosa q u e su propia necesid'id d e fundar iin espacio mágico alejado d e las asperezas y conflictos diarios. Arquitecturan sii propia salvaci6ii, presuponiendo una primera etapa vital dentro de cadd existencia, al margen d e las contradicciones q u e quisieran borrar por medio d e la imaginación evasiva. L a literatura infantil, la inrnaculada espont'meidad, la bondad natural, la ausencia del seso y la violencia, la uterina tierra d e jauja, garantizan su propia redención adulta: mientras haya nifíos habrá pretextos y medios para aitosatisfaceise con el espectáculo d e sus autosueños. En los textos destinados a los hijos, se teatraliza y se repite I-iasta la saciedad un refugio interior supuestamente sin pioblemas. Al reghlarse su propia leyerid'i, caen en la tauto.logía: se miran a sí mismos en un espejo creyendo que es una veiitiana. Ese fiiño qiie juega ,ihí abajo en el jardín es el adulto qile lo está mirando, que se está purificando. ~~ el niño la conAsí, el grande produce la i i t e r a t ~ rinfantil, sume. La participacicín del aparente actor, rey d e este mundo no-contaminado, es ser público o marioneta d e su padre ventrílocuo. Este ÚItimo le quita la voz a su progenie, se nrroga el derccho, corno en toda sociedad autoritdria, a erigirse en su única IritErprete. La forma en que ei clliquitito co1abora es prestdndole al acliilto su represeiltatividad. ¡Pero, iin momento, sellores! 2Los niños acaso no son así? E n efecto, los mayores rnuestran a los mlís jóvenes como una prueba d e que esa literatura es esencial, corresponde a lo que el mismo nino pide, lo que reclama gustoso. Sin embargo, se trata de iin circilito cerrado: los nillos lian sido gestados por esta literatiira y por las i.eprrsentaciones co1cct;vas que la permiten y fabrican, p ellos -p,lr'i integrarse a 1'1 socied'id, recibir recompc-nsa y caiillo, ser aceptados, crecer rcctamelitc-, deben reprodiicir a diario todas las cc~rcicteristic,~s que la literatura infantil jiira q u c ellos poseen. El ciistigo y !'i grCitificoci<jn sostierlcn este miindo. Detrlis dt.1 i17ucarado Disiley, el 16tigo. Y conno II(> se les picxst,iitci otra nltcxrnativil ( q ~ i t ,eii el iniilldo d e 10s adiiltos sí c~i:,tt..~ < > I qii(' O por dcfiiiición rio ( % S lnL,teria para

los pequeños), ellos mismos presienten la naturalid'1d dc su comportamiento, acatando felices la canalización de su fantasía en un ideal ético y estético que se les aparece como el único proyecto posible de humanidad. Esa literatura sc justifica con los niños que esa literatura ha engendrado: es un círculo vicioso.

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Así, los adultos crean un mundo infantil donde ellos puedan reconocer y confirmar sus aspiraciones y concepciones angelicales; segregan esa esfera, fuente de coi~sueloy esperanza, garantía d e que mallana todo será mejor ( e ~ g u a l ) ,y al aislar esa realidad, al darle aiitonomía, traman la apariencia de una división entre lo mágico y lo cotidiano. Los valores at:l&-s__~~p,w~w~~~o si fueran diferentes, en l o s ~ ~ ~ q u ~ z ~ r . _ er&-? ~ s plica. Los estratos (adulto y niño) no serían antagónicos: se resumen en un solo abrazo, y la historia se hace biología. Al ser idénticos los padres y los hijos, se desn~cronael fundamento de un conflicto generacional verdadero. El niíio-puro reemplazará al padre corrompido, con los valores de ese progenitor. El porvenir (el niño) representa el presente (el adulto) que a su vez retra~isniite el pasado. La independencia que el padre otorga benévolamente a ese pequeño territorio es la forma misma que asegura su dominación. Pero hay algo más: esa comarca simple, llana, traslúcida, hermosa, casta, pacífica, que se ha pron~ovidocomo salvación, en realidad importa de contrabando e involuntariamente, el mundo adulto conflictual y contradictorio. El diseño de este mundo transparente no hace sino permitir el encubrimiento y la expresión subterránea de sus tensiones reales y fatigosamente vivid'is. El engendrador sufre esta escisión de su concienci,~sin tener justamente conciencia de esta desgairadura piel adentro. Se apropia del "fondo natural" de la infancia, que $1 ha nostalgiado, para ocultar las fuentes de lo que él presume es sil propia desviacióli del paraíso perdido, su propia caída en el miindo. Es el precio que debe pagar para subsistir junto a su depravación castig,ida. En función de ese modelo divinizado, se juzgii y se halla culpable: necesita ese espacio encantado-sLilvat1or, pero jamús podr6 imaginárselo con la pureza incli~pciis~ible, jain6s podrá coilvertirse él mismo en su propio l-iijo. La forma de la evasióil iinpiicn opacar, pero al mismo tiempo expresar sus problemiis. Por eso, --"-"--la literatura infantil 1's qiiizAs cl -= foco -__ disfrLices *." -."-"" . . doi-ide inc3jor se puede estudiar los y \c,rdcidcs dcl Iioinbic contein--- poráneo, porque es - - donde - . -1nCnos _ _ _ s e los picii\,t cncoiltr,ir. Y rst;, es la misma razón por la cual cl iidiilk. v,irc.oii~icloi,or 1,i ch;itura cotidiana, defiende c~nccgiic~ci(Iiinie11tc esc, fiieiitc. dc ctcinn

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PARA LEER AL P.4TO 1X)NALD

juventud: penetrar ese mundo es dc.struir sus sueños y revelar su realidad. Así concebido, lo inlagit~arioirifnt~tilcs la zitopín l~asatlay futura del clclirrlto. Pero precisamente, por constituirse en el reino interior de la fantasía, es ahí, en ese modelo de su Origen y de su Sociedad Futiira Ideal, doride se reproducen con libertad todas las características que lo aquejan. El puede, d e esta manera, beber sus prop'fos demonio?, siempre que hayan sido acaramelado~eri el alniíbar del paraíso, siempre que viajen con el pasaporte d e la inocencia, siernpre que sean presentados como ingenuos y sin segundas intencioites adultas. Todo hombre tiene la obligación constante de imaginarse su propia situación, y la cultura masiva ha concedido al hombre contemporáneo la posibilidad de alimentarse de sus problemas sin tener que pasar por las dificultades y angustias temáticas y formales del arte y la literatura dc la elite contemporánea. Es un conocimiento sin compromiso, la autocolonización de la imaginacibn adulta: por niedio del dominio del niiío, el grande se domina a sí mismo. Tal como 1'1 relación sado-masoquista de Donald con sus sobrinos, el parroquiano de esta I i t ~ r ~ l t u rsea encuentra atrapado entre su utopía 1. su infierno, entre su proyecto y su realidad. Pretende evadirse a otro rnundo, santificado, y cle heclio sólo viaja cada vez más adentro de sus propios traumas, un giio sin tornillo y un tornillo sin giro. ~ I , AIA~AGISACIÓS

AL JODER!

Esto se relaciona con toda la problem6tica d e la cultura de m'lsas, que ha democratizado la audiencia y popularizado las temáticas, ampliando indudat~iementelos centros de interés del I-iombre actual, pero que estlí elitizando cacl'i vez más, apartando cada vez mhs, las sol~~ciones, los métodos para estas soluciones y las variadas expresiones que logran trasuntar, para un círculo reducido, la sofocada complejidad del proceso. Es esencial, por lo tanto, que lo imaginario infantil sea definido como un dominio re~ervado exclusivamente a los niños (mientras el padre exiliado se solaza mirando por el ojo d e la cerradura). El padre debe estar aiis(~ntc,sin ingerencia ni dere-

chos, tal como el niño no tiene obligaciones. La coerción se hace humo para dar lugar al palacio mágico del reposo y la armonía. Palacio construido y administrado desde !a distancia por el padre, que se ausenta justamente para no provocar la reacción dc su prole. Su lejanía es la condición sine qira norz de su invasión total, de su omni-presencia. Como la revista es la proyección del padre, su figura se hace innecesaria y hasta contraproducente. El se convierte en tío favorito que regala revistas. La literatura infantil misma sustituye y representa al pacl:e sin tornar su apariencia física. El modelo de autoridad paterna es inmanente a la estructura y la existencia misma de esa literatura, subyace implícitamente en todo momento. La creatividad natural del niño.

niundo infantil y simultáneamente asegurar SU invisible dirección ejemplar y ejemplarizadora. Las revistas infantiles no escapan, por lo tanto, a la dominación que funda todas las relacioncr sociales verticales en una sociedad: la distanciación refuerza 12 emisión teleguiada. La primera prueba de que esta visión crítica es acertada :o constituye el hecho de que dentro d ~ mundo l imaginado mismo se reitera esta relación padre-hijo. En general, como se verá a lo iatgo de este estudio, en miíltiples ocasiones, la experiencia del lector (niño) con respecto a la obra que consume, tiene su base y su eco en la experiencia de los personajes con su propia realidad. Así observaremos, tomado el caso, que el niño no sólo sc va a identificar con el Pato Donald por razones temáticas, correspondencia de situaciones vitales, sino también en cuanto su aproximación inmediata a la lectura del Pato Donald, el ,nudo y las condiciones de su recepción, imita y prefigura el modo en que el Pato Donald vive sus problemas. Ea ficción robustece circularmente el modo de acercamiento que el adLilto lia p:opuesto. Por lo tanto, para iniciarse en el mundo de Disney, empecemos -ya que se enunció el vínculo padre-Iiijo- con la gran familia de los patos y los ratones.

NQ 113).

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Todos los intentos de Disney- se basan en- la- necesidad -que su mundo sea aceptado como natural es d e G ~ g u % . c o m ~ i t ) i ~ ~ e --,-*4,., ---,,,,,,,, i"2?P--%**-----i-A---."~l&7rasgoy de normalidad regularidad e, " .infantilismo. La justifi,, , ,,,. , , --_____-,?-,4.2- -." . , . ,.,. cación de las figuras de la mujer y del niño es, en efecto, que así son objetivamente estos personajes, aunque, según hemos visto, ha torturado implacablemente la naturaleza de cada ser al cual se acerca. En esto r&ddR,&hecho de que --*.-""..-*~-, "". su mundo esté .*- poblado de nnimdes. A través de esto la haturaleza invade Jqdp el *c*l&iza. - -' " ."?+'== , ' conjunto de las relaciones sociales animalizándolas y pintándolas ( m -.a n--.-. c h."á--,n d.%o ~ a - s ~ ~ ~ % o ~ e ~ ~ ~ h ~ " r i ~ ? i e " n " ~ae id&~~d~"fi~ck6, tzcarse con la juguetona bestialidad de los animales. A medida que el niño crece va comprendiendo que las características del animal (maduro) corresponden a algunos de sus propios rasgos evolutivos psicosoniáticos. El ha sido, de alguna manera, como ese animal, viviendo en cuatro patas, sin habla, etc. Así, el animal es el único ser viviente del universo que es inferior al niño 4, que el niño ya ha superado, que es el muñeco animado del niño. Constituye además uno d e los sitios donde la imaginación infantil puede desenvolverse con mayor libertad creativa; ya no es un secreto para nadie que muchas pclíctilas que han utilizado animales, tienen alto kdlor pedagógico, educando su sensibilidad y sentidos.

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4 Disney, incluso, a p r o ~ e c h a ccta relacióii biológica superior-inferior para militarizar y regiineiitar la vitla (Ic los :iiiiinalcí bajo la f(.riila np:«batoria de los niño? (béace r l trar1:iclo d e loí ide'iles (le loi " ~ o i t ; ~ ~ , ~i,l ~ ' , " los atiirnales en todas sus hi\tori.i>. E~t,iiiplo 1R. 111))

DEL S I < ~ .4L IiC'EN S 4 L J 4JE

en habitaciones cerradas: pero catas- " - - "-* TJMz -sF ------éstas enfti'tizan - - y--.=-- el carácter .-trófico v a . ,.. -x&ubAa Hay cuentos dedicados al smog, a las congestiones de tráfico, a los ruidos intempestivos, a la dificultad d e la vida social (muchas veces las peleas entre vecinos alcanzan ribetes muy cómicos): a la omnipresencia de la burocracia y de' los agentes de la pnlicia. En realidad, la urbe está concebida como un inficrno, donde específicamente el hombre pierde el control de su propia situación. En un episodio tras otro, el personaje se enreda en los objetos. Por ejemplo, en D. 431, Donald se queda pegado, al llegar de hacer compras, en un patín, Va a iniciar una solitaria carrera demente por la ciudad, en la cual irá acumulando experiencias traumáticas d e la vida contemporánea: un tarro d e basura, las calles, los trabajos de obras públicas, los perros sueltos. el cartero, e1 parque público lleno de gente (donde, si se nos permite la interrupción, una madre reprime a su retoño: "No te muevas, hijito, para que no se asusten las palomas"), la reglamentación del tránsito, la policía, la obstrucción (el Café Airelibre ocupa toda una vereda y Donald, al volcar las mesas, se pregunta, preocupado, pero sin pcder parar: "Me pregunto si volverán ,i admitirme en este café"), los choques automovilísticos, los negocios, los descargadores, el alcantarillado y el caos generalizado. En otras ocasiones el hilo conductor que induce a recorrer la ciudad como una inmensa vitrina de desdichas son otros objetos-pulpos: caramelos ( D. 185), 'un billetc perdido ( D. 393), una motocicleta descontrolada que monta Pillín ( D . 439). En esta sufrentura (porque d e aventura tiene sólo el ritmo y de desgracia todo lo demás), vuelve a acechar la leyenda de Frarikenstein, el robot que se escapó de las manos d e su inventor. Donde este carácter monstruoso alcanza sus rasgos más neurotizantes es en D. 165, en el cual Donald, para poder dormir de noche (el tráfico pesado pasa por su calle, "aceleran, frenan, tocan la bocina"), clausura la vía. Es multado por un policía: "Autorización escrita no tengo, pero el derecho a un sueño tranquilo me autoriza. . . ", interrumpido por el agente: "¡Está equivocado!" Y comienzan su enloquecida búsqueda d e permiso: del comando policial a la casa del jefe de policía, y de ahí a hablar con el seño;. alcalde, que sólo puede firmar "ordenanzas aprobadas por c.1 --ri___l_l

Empero, el uso que hace Disney de los animales es para atrapar a los niños y no para liberarlos. Se les invita a un mundo en el cual ellos piensan que tendrán libertad de movimiento y creación, al cual ellos ingresan confiados y seguros, respaldados por seres tan cariñosos e irresponsables como ellos mismos y d e los cuales no se puede esperar rlinguna traición, con los cuales ellos podrán jugar y confundirse. Después, una vez adentro de las páginas de la revista no se dan cuenta cuando, al cerrar las puertas tras ellos, los animales se convierten, sin perder su forma física, sin sacarse la máscara simpática y risueña, sin perder su cuerpo zoológico, en monstruosos seres humanos. El lenguaje de este tipo de historieta infantil no sería sino una forma d e la manipulación. El uso de los animales no es bueno o malo en sí. Es el tipo de ser humano que encarnan lo que se debe determinar en cada caso. Pero como si no le bastara con expulsar la verdadera naturaleza de los animales y usar sólo su cuerpo impostor (tal como lo hizo con los niños y mujeres), la obsesión de Disney por la naturaleza, su nostalgia por seguir eximiendo un mundo que él siente profundamente perverso y culpable, lo lleva a exagerar esta tendencia aún más. Todos los personajes ansían el ---retorno a la n a t u ~ a & ~ .Al"- . "-"-"gunos viven en el campo o en los bosques (Abuela Pata, ardillitas, lobitos, etc.), pero la mayoría pertenece a la vida urbana y desde allí sale en viajes incesantes hacia Ids islas, los desiertos, el mar, bosques, cielos, estratósfera, montañas, lagqs, en todos los continentes (Asia. América, Africa, Oceanía y muy de vez en cuando algún sector no-urbanizado d e Europa). Es cierto que una buena propo re en la ciudad o

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la rigidez jerárquica de este mundo prohibido y aplcizado). Donald debe concejo, firmado por todos los que su exploración por la jungla veque solidarice con él, que lo lucha comunitaria por el sipatadas, a golpes; le hacen pagar un auto que roza (cincuenta dólares), debe ir a Miami a buscar una firma y, al desmayarse cuando sabe que acaba d e partir sil vecino dc vuelta a Patolandia, recibe la dulce noticia del duefio del hotel: "Señor, tengo que comunicarle que por dormir sobre la alfombra la tarifa es de treinta dólares". Otro no firma nada antes d e consult'ir al abogado (veinte dólares pagados por Donald). Un perro lo muerde mientras una viejuja simpática firma. Al p r ó ~ i m oes necesario comprarle anteojos (trescientos dólares porque eligió unos de marco de oro puro) y al final debe perseguirlo hasta las cataratas donde realiza hazañas de acróbata. Se cae al agu'i y se le borra la tinta. Reconstruye la list'i ("el reposo nocturno vale todos los contratiempos que he soportado"), para ser inforiiiado que el concejo se pronunciará en veinte aíios m6s. Desesperado, compra otra casa. Pero el episodio termina mal: el concejo decidió, en vista d e sus dificultades, cambiar el trhi-isito de su viej'i calle a la calle nueva. En la ciudad, mejor es no movcrse, Iiay qiic conformarse porque si no, capaz que le vaya peor. Retornaremos a este tipo de liistorietas posteriormente, cuando veamos, por ejemplo, la necesidad de no einpefiarse contra el destino y las formas d e 11' critica social de Disney. Pero valía la pena recalcar la ciudad corno pesadilla y degradación, porque esto motiva cn parte cl retorno a lo natural. La mctró~oli.en---L-A-, t~org2?-~5t~~ _e_iis!cla como una basc de operaciones 1,i cual " .-. - desde -.Ii'iy CiUCiUe-g~Edi~s~~-L1~ ,dgjnitorio mecanizado o una caja fuerte --que histcrizcr a Iiuir antes d e qiie los desaitres del universo tecno--1 ó--~ i.-c o 7 e s* c o- n t r ~ ~ ~ J 1'~1 ~e~istcnciii. ~ r d ~ ~ Taf c n es así, que para qi!e la Abuelii Pata pueda dejar "1ii paz y tranquilidad del ciiinpon, debe pasar por las pliigns de los inosqiiitos, ratones y abejas, iin incendio, la destriicci6ii clc. sil jardín por iin~ivaca invasora, fenómenos provocados aitificialiiicnte por cl ganso Gus. Se --u--

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a la ciudad: "Me alegro de lo dirige, convencida, por unos que Iia pasado. Después de un día ccmo éste, estoy segura de que soportaré todas las inconvenieil~iasinodeinas d e Id ciud'id". El ciudadano podrií llegar al campo, sicinpre que abandone antes toda la maldición técllica: naufragan 10s barcos, caen 10s aviones, les roban el cohete. Hay que pasiir por el purgatorio antes del paraíso: y si llega ccn vn objeto coiltemporáneo, sólo causará problemas, complicará vengativanlente al hombre que quiere descontaminarse. En ''El Balde Infernal" (nótese la connotación religiosa ), las vacaciones d e Donald son destruidas por ese objeto. Por eso, cuando los cortapalos ( D . 433) quieren variar el curso de la naturaleza, pidiéndole a Giro que les invente algo para detener la lluvia, la tecnología se muestra como deficiente: el pequeño claro d e bosque donde no caen gotas se llena de multitudes, calcando la ciudad en miniatura, trayendo de nuevo las contradicciones al campo. "Yo creo que no hay que forzar a la naturaleza", dice uno. Otro respolide: "A la larga no compensa". Sería factible pararse en el umbral de una primera explicación superficial: se trata de un mero escapismo, la válvula d e seguridad corriente en toda cultura masiva que exige un poco de reposo y ensoñación, imprescindibles para la salud mental y física. Es el paseo al parque del domingo y las añoranzas después del período de vacaciones. Corno el niilo vive un feriado perpetuo, no debería extrañar que los personajes que se le imponen también busquen la paz campestre. Esta tesis tendería a ser exhaustiva si esos lugares hacia los cuales se aventuran nuestros héroes, estuvieran abandonados y deshabitados, en cuyo caso, la relación sería entre el hombre y la materia inorgánica, la naturaleza P U ~ ~iiicontaininada. I Al no haber nativos, se imposibilitaría cualquiera relación humana diferente de la que ya hemos analizado en el capitulo anterior. Pero no es el caso.,, Tomemos un índice: sobie la totalidad de cien revistas que constituían nuestro material de estudio, el 47% d e las págiiias estaba dedicado a historietas donde los protagonistas debían enfrentar seres de otros continentes O razas. Si se agregaran las historietas que juegan con la ficción extraterrestre, se alnpliamente el 50%. Estti muestra cubre todos 10s rin-

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PARA LkEB AL PATO IWSALD

cones, tierras, m'lres e isl'is del glubo. ílustremos ¿,>te todo fiiicst r , ~Am¿rica: Inca-Blinca ( , P e r ú ? ) (TB. 104), Los Andes (Perú) ( D. 457), Ecuador ( D . 434), Azteclano, Azatlán y Ixtikl del Sur (Méjico, D. 432, 455, TB. 107), una isla de Méjico (D. 451), Brasil ( F . 155), Altiplano chileno y boliviano (incluso se habla de Antofagasta) (TB. 106), Caribe (TB. 87). América del Norte: indios de EE. UU. ( D . 4 3 0 , q B 62), s'tlvajes del Gran Cañón ( D . 437), indios de Canad6 ( D . 379-y TR. 117), esquimales del Artico ( T R . 110), indios d e 1.i antigua California ( D . 357). Africci: Egipto ( D . 412, donde se llama Esfingelandia, y TR. 109), algún rincón del continente negro ( D . 431, D. 382, D. 364, F. 170, F. 106). Oriente: países árabes, uno con el extraño nombre d e Aridid, uno denominado el archipiélago de Frigi-Frigi, los otros tres sin nombre (TR. 111 y 123, dos episodios, D. 453, F. 155), Lejanostán ( D . 455, 2Hong Kong?), Franistán, una mezcla rara de Afgailistán y Tjbet (TR. ll'i'), Lejana Congolia (ihlongolia?) ( D . 433), Inestablestán (Vietnam o Camboya) (TR. 99). Ocea~ ~ i islas a : habitadas por salvdjes ( D . 376, F. 68, TR. 106, D. 377), islas deshabitadas ( D . 439, D. 210, TB. 99, TR. 119), a las cuales cabría agregar la multitud de islas a donde llegan hlickey y Tribilín, pero que por c'irecer d e interés ~limindmosd e la muestra. Eri estos mundos, lej'tnos d e la metrópoli Patolandia, pistas de casual aterrizaje de las akenturas de nuestros liéroes, :ividos d e tesoros y deseosos de fracturar su aburrimiento cotidiano con una sana y pura entreteilción, espesan I-iabitantes cie características poco comunes. Cualquiera de nuestros pijes se entiisiasmaria aquí y diría que es como para llevarse esto:, sa1~'ijex a In cds'i. Le ~iarernos la introducción tuiístic,~ a ~ s t epije pdra que sepa exactamente lo que \,a a consumir, prics sc trata sin duda de consumo. Va aquí el retrato-típico extr'lido del i\I;inii,il "Cómo Viajar y Enriquecerse" de la gran f,in-iili,i noite,iiiiericL~n,ide Selecciolics de1 Render's D i g ~ s t . 1. IDENT~DAD. Primitivos. Dos cspecícs: iin,i pi1r;lmente bárbara (edad de piedra), gen(.r'ilrnentc Afiicn, Polinesi'i, algunos rincones perdidos d e Brasil, Ec.ii,idor o EE. VV.: 1,i otr'i, iiiucllo más evolueio~iadapero eri t í,cs dc cxtincióri si iio d e dcgenernc~ión,

DEL

AL BVEN S A L V A J E

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DEL NINO AL B'LTEN SALVAJE

y que alguna vez cobijó una civiliznción antigua con muchos monumentos y comidas específicas. Sin embargo, ninguna d e las dos especies ha incursionado en la era tecnológica. 2, RESIDENCIA. El primer grupo no tiene ciudades. A veces logra levantar cabañas. El segundo tiene ciudades, en ruinas O inservibles. Se sugiere llevar cámara fotográfica, porque todo, absolutamente todo, es folklórico y exótico. 3. RAZA. Todas menoc la blanca. Es menester comprar Kodakchrom porque existen todos los tonos: desde el negro más oscuro hasta el amarillo, pasando por el café crema, el ocre y un cierto ligero matiz de naranja para los pieles rojas. 4. TALLA.Debe llevar una escalera o un microscopio. Generalmente scn enormes, gigantescos, brutos, macizos, pura materia prima, puro músculo. De vez en cuando, en cambio, se encuentran pigmeos. Por favor, no pisarlos. Son inofensivos. 5. VESTIMENTA.En pafiales, a menos que se vistan como su más lejano antepasado de sangre real. Nuestro amigo Disney, que hablaba del "Desierto Viviente", sin duda que aquí habría acuñado la feliz frase: Museo Viviente. 6. COST~SMBRES SEXUALES. Por extraño azar, en estas tierras sólo hay hombres. No se pudo hallar rastro de mujer. Aun en Polinesia, el famoso baile tamuré es desempeñado por el sexo fuerte. No se entiende todavía muy bien cómo se reproducen estos salvajes. Sin embargo, en nuestra próxima edición, les info;maremos, ya que el Fondo Monetario Internacional está fiiíanciando una investigación sobre la explosión demográfica y quieren sabek cuál es la tan eficaz fórmula contraceptiva. En Franestán se localizó una princesa cuya cara no se ha podido ver, porque los hombres n o pueden acercarse a ella. 7. CUALIDADES MORALES. Son como niños. Afables, despreocupados, ingenuos, alegres, confiados, felices. Les dan pataletas de rabia cuando son contrariaclos. Pero es muy fácil aplacarlos y hasta diríase engañarlos. El turista cauto llevará algunas baratijas y seguramente podrá traer más de alguna joya nativa. Extraordinariamente receptivos: aceptan cualquier dádiva, sean artefactos traídos desde la ci\liIización', sea dinero o, en último térmiiio, reciben sus propios tesoros, siempre que sea bajo la forma de un regalo. Son desiiiteres'idos y adem6s generosos. Los

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misioneros que están haitiados de los delincuentes juveniles, Podráil solazarse con estos cristianos primitivos nunca evangelizados. Y sin embargo son capaces de entregarlo todo. TODO, TODO. Así, son una fuente permanente d e riquezas y tesoros que h ellos para nada les sirven. Son supersticiosos e imaginativos. Por sobre todo, podríamos calificarlos, sin ponernos eruditos, como el típico buen saleaje de que hablan Cristóbal Colón, Jean-Jacqiiei Rousseau, Marco Polo. Richard Nixon, WiIliarn Shakespeare y la Reina Victoria. 8. ENTRETENCIOXES. Este primitivo canta, baila, y a veces, por divertirse, hace revoluciones. Tiende a utilizar cualquier artefacto que usted lleve como un juguete (teléfonos, pelucas, cañones ) . 9. IDIOMA.NO necesita intérprete o diccionario bilingüe. Casi todos hablan patolandés fluidamente. Pero no se preocupe: si iisted tiene un hijito, puede entenderse con los cleniás sin dificultad, puesto que hablan el mismo lengitaje que niños dt: inuy corta edad, con preferencia por las guturales. 10. BASEECONÓXIICA. Economía d e subsistencia. Pastbreo, pesca, recolección de frutas. A veces, \endedores. En una que otra ocasión fabrican objetos turísticos: no los compre; priedr: conseguir eso mismo, y más, gratis, mediante algún truca, Demuestran un extraordinario apego a la tierra, lo que les hace m;is naturales aún. Hay abundancia. No necesitan producir. Son coilsumidores modelos. Tal vez su felicidad se deba a que no tr'lbajan. 11. E S ~ U C ~ UPRO A L ~ I C A . El turista se va a ericontrai 1 1 1 1 1 ~ ~ a gusto, ya que 10s paleolíticos viven tina dernocracia rtatiir,il, Todos son iguales, menos el rey qirc es niis igual que los d,>iiiiis. Esto significa qiie son irinecesarii~slas libertades cívic.ib: el p ~ d t , ~ ejecutivo, legislativo y judicial se entrecruzan. Tainpoco cs nccesario votar o expresarse por medio d t ~la prcnsii, Coinp,~itentotlh, como en iin club Disneylandia, si se nos concede la conip,ir,ic*ior:. y en realidad el rey no tiene aiitoridiid iii dcrcclios, fut,ra dc título, tal como iin general d e iin cliil-, Disiieylrindi,i, si se 110s concede otra comparacion. Es lo que los clifc,renci;i tlt.1 scgiind« grupo, de las ciiltiiras antigtins degencr'iclus, cloncle el tiene poder ilimitado, pero tcimi.Pí.~idebe vivir un const,irite derroca-

miento. Sin embargo, padecen d e una afección un tanto curiosa: siempre desean restaurar a su rey. 12. RELXGIÓN.No tienen, porque habitan un po~flíso perdido, un verdadero jardín del Edén antes de la expulsión de Adán. 13. EMBLEMANACIOKAL. El molusco, de la familia de los invertebrados. 14. COLORNACIOXAL,. F1 blanco inmaculado. 15. ANIMAL NACIONAL. La oveja, siempre que no sea descarriada o negra. 16. VIRTUDES NÁGICAS. Este acápite es acaso el más importante y el más difícil de explicar para quien no ha padecido la gloriosa experiencia, pero es la base del buen salvaje y la razón por la cual se le frecuenta tan asiduamente. Se explica también por qué se ha preferido dejarlo en un estado relativamente atrasado y sin las contradicciones de la sociedad contemporáne'~. Al estar en tan estrecha comunión con 11i naturaleza física, ésta le presta sus cualidades morales, su bondad, y el salvaje se convierte en esencia ética que irradia pureza. Sin saberlo, constituye una fuente d e permanente santidad, siempre renovable y renovada. Tal coino existen reservas de indios y de bosques, no debe extrañarnos que haya también reservas de moralidad y de inocencia. Sin alterar el mundo tecnológico, ellos lograrán, por quién sabe qué recónditas rutas, salkar la humanidad. Son 1'1 redención. 17. RITOSF ~ N E R R E S . Nunca mueren.

rante 8 c'lL15¿1de sil edad? 230 comparten acaso magia, inocencia, ingeiliiid.~d, este fondo natural de una humanidad perdida, castigrldd, generosa? 2x0 se liallan los dos igualmente indefensos fieiite a Id fuerza y al subterfugio de los adultos? LA re lresentacibn que este tipo de revista elabo----.,.-- infantil, ..-- -. -rada por ----y--*-=- para el padre en su juego narcisista,.-hace del niñoiector5ncuerda =te sector -- -"-'.-*.- can la i s q u e construye , '..> -" adulto marginado e inferior Si así fuera, este buen salvaje resultciría el único nifio que no tiene agregado como una sombra simLilt;ínea los valores paternos: al carecer de inteligencia, astucia, conocimiento enciclopédico, capacidad de maniobra, discipllna, saber tecnológico, todas cualidades que evidencian 10s pequefi~sde la ciudad ( y también las ardillas, el lobito, Bongo, lldbitaflteS de los bosques metropolitanos de Patolandia), el nativo carga con las características de la niñez, tal como ha sido por la revista, sin tener las llaves y puertas y escaleras que conducen a la entrada del murido adulto. Aquí parece ponerse pesada la pista. Confuso el ambiente. En este baile de disfiaces, ya es posible tener la impresión de que no se sabe quiGn es nino, quién es adulto, quién es quién. Sí se acepta que el auténtico nino es el salvaje, entonces iqué representa el chicuelo de Patolandia? hay diferencias entre ellos? 2Hay semejanzas? LOS nifíos de la ciudad son nifios sólo en apariencia. Tienen -- . y la -* estatura, *de n i f i o ~la forma la c o n s t a n t e ~ & i c j kd e ---física --.-" --..--- ------pendiei~te inicial, la supuesta buena fe, las activid~des , *" L.F. - -" -.-escolares a veces los juguetes. Pero, segun s e x a visto, representan w z a que P z g a rectifica cadi desliz de su5 malores con P ~ L ~ J J ~ ~ ~ J . . , ~ ~7%~sbu_ $~J~!? los as~~e'!!?:~,~aG~nalidad~, re, d e los mismos adultos. En 42 episodios de Donald y sus _"-estos tienen razón en 38. En cambio, sólo en 4 (ej. Burladores burlados), los pequeños son los que han transgredido las leyes del 'comportamiento adulto y son verdaderamente castigados por haber adoptado la conducta de los niños. El lobito feroz (30 episodios) no admite variación ya que su padre es negro, feo, grande y malo: siempre vence el niño que alecciona a su padre que ha descendido por la inocente pendiente d e la flojera Y el delito. La aparición de esta figura paterna física, ra-

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A cualquier lector perspicaz le debe haber llamado la atención las semejanzas y paralelismos entre estos buenos salvajes y esos otros salvajes que se denominan niíios. ,:Es que por fin -y es legítimo que se h'iga la pregunta- se ha encontrado al verdadero niílo dentro d e las revistas de Disiley, el inocente y subdesarrolliido bárbaro? 2dcaso en las vastas islas y altiplanos de los incultos, no se darían la mano el pueblo ignorante a causa d e su condición socjcd el niño igualmente igno-

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DEL NI%O AL BUEN SALVAJE

tifica una vez más nuestra tesis: el único padre d e esta literatura es el vagabundo, cuyo poder, al no estar legitimado por los valores adultos, será siempre burlado. Sugestivamente, el nombre del padre (alimenticic) d e Pillín es Vagabundo (Tramp), y es criado por una jauría de tíos, entre los cuales se confunde su propio padre. El verdadero padre d e Pillín es el amo humano, es el dueño. Las ardillitas burlan las torpezas y deshonestidades d e todos los adultos (Donald, Lobo Feroz, el oso Quijada, e1 hermano zorro y el hermano asno, etc,) en 18 de las 20 aventuras. En las otras dos, al comportarse traviesamente, reciben palizas. Gus y Jacques, Bongo, Peter Pan: 100 por ciento de razón. Tribilín es fuente eterna y culminante d e lecciones adultas en bocas infantiles: él nunca tiene razón, porque carece d e la madurez intelectual del adulto. Y es en el ratón Mickey, el primer personaje de Disney, donde mejor se concilian los rasgos maduros e infantiles. Este perfecto adulto en modelo reducido, este niño detectivesco, este paladín de la ley y la simpatía, ordenado en sus juicios y desordenado en sus costumbres (recordemos a Pepe Grillo, el torpe guardián d e la conciencia d e Piriocchio), ejemplifica la síntesis y simbiosis que Disney quería transmitir inconscienten~ente,y que después, al poblar su mundo, fue escindiéndose y dando lugar, al dividirse, a la rotatoria sustitutiva Esta estructura no -"" "-'-'-._ _-_ Ia inventó Disney: tiene su raíz en los cuentos y leyendas llamados populares, y más .de - un investiga~ ~ ~ ~ ñ o__ t" folklóricos -.____ i v o s ha 1141.1 descubierto ..esta simetría central ,*, e m .r e y - $ ñ ~ ~ d e ~ t ; o > ~ ! ~ a c & ó ~ ~ ~ j ~ J j ~ ~ ~narraciones. de-las El chiquitito d e la familia, por ejemplo, o el pequeño hechicero o lefiador, está sujeto a Ia autoridad paterna, pero dispone de un poder d e desquite y regulación, que se vincula invariablemente a su capacidad d e generar ideas, es decir, su astucia. Véase Perraiilt, Andersen, Grimm e. &-XI.-.i*l*..ii--.

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5 Esto $e r e p í t ~ en las películas Disney con actores juveniles. Por ejcrriplo las d e Hayley Mills. 6 Para tina v i ~ i ó nque escapa al formalismo de 10s anilisis estr~icturales d e Viadirnii Prspp (Morphologie du conte, Seuil, Paris, 1970), véase entre otras las investigaciones de Marc Soriano, Les Cmtes de Perruult: kirlture sauunte et tr~h'tionspovuZuires, Editiolls Gallimard, Paris, 19o8; "Tdble ronde sur les contes de Perrault", Annules, mayo-junio, 1970.

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Ahora poden-ios entender la aliogante presencia de los sal\ a j , ~ c ticntro de rsie mundo. Ellos vienen a reemplazar el hueco c l i ~ c dg~jai10%

peqiicños niiiomorfos (forma de niños) urbanos sustiti~!~enconstantemente a los a d u l t m r f o s (forma (le ad~iltos). rI-iy [los tipos de niiios. Afientras los metropolitanos son inteligíjntcs, calciiladores, cargados de maxias y estratagemas, superiortJs !co~.c,boys) ; los periféricos son cándidos, tontos, irraciu~iciltbi.(lesorganizddos 1 fáciles d e engaii'tr (indios). Los prinlfros 5011 t,spíritii y se mueven eii la esfera de las ideas briIlalitr-, los segundos son cuerpo, materialidad, peso. Unos re. preseiit;in el fiituro, los otros el pasado. Por eso, los cliicos urbanos están en constante movimiento, dcrrocqi~doal grande cadd \.ez que éste revierte al infantilismo. EI rce~np!"zo es licito y hasta necesario, porque de esto manera :lo Iin! cambio. Todo s i g ~ eigual. No importa que unos tengan la r,izí,ii y otros se equi~oqiien,siempre que la regla se mantenya in:iliciable. E:,to siilo puede ocurrir en el territorio céntrico t l ~ T'.itolniicli,i. L,I iinidad f4rrea (le ehtos tiiiios y adultos metropolitarios to:iis ;I los irlealcs de 1,i civilizaci6n, 1;i madurez y la habilidad te(i?ica cada ~ r qiie z se enfrcntan i i i mundo natural, es la la ~xeeniineiicia dc estos valorcs adultos dentro de ixy!el).i Patolnndia. Los salvajes-niiios. no pueden criticar, ni por lo tanto sir~tit!ris,,il 1,loqric monolitico d e afuerinos de la ciudad. Sólo ~xicvlcri rc.cil)ir sus lil~cr~ilidadrs y entregarles sus riquezas. LOS prchornbrcs deljcn permdnccer en sus islas, en el estado eterno de la infancia piira, niño q u e no es pretexto para una proyeccibn del mundo :~diilto.El biien natural constituye el sustrato indifcrciiciado, pe~petrio,cl principio y fin de los tiempos, el paraíso oiiginal ). el cielo íiltimo, la fuente de l~ondad,paciericiii, nlrgría c> ii~occncia.Gclr'intiza que sienipre habra niiios, que los so1)ririos poclr,iii crecer. pero que el nacimiento y la regencr'ic.iOri, \in qiic 1i'iyii intcrveiiido iin agente sexuiil, continuar& Jiist;irncntc los nifios de la metrópoli, al asimilar valores "superiores", pivitleii ai!tomiíticciincntt. v,ii.ias de 1'1s cualidddeS que !os adultos buscan 1 :idorcin cn el niíío. Dcsde ya, la inteligeiicia v la astucia ciiestion,in la irnagrn tradicional del nifio cont ~ i .i1 ~SI

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PARA LEER AL PATO DONALD

fiado e inmune, que purifica y perfuma sus pesadillas transformándolas en sueños. Los trucos de los pequeños, aunqiie estén despachados como travesuras, empañan la imagen de perfección originaria, imposibilitan un mundo ( y por ende una salvación) más allá del pecado sexual y el dinero. Si bien el padre quiere que el niño sea igual a él, que sea su reflejo, hecho a imagen y semejanza suya, prolongarse eternamente a través de un hijo que nunca lo contradiga, que asegure su inmortalidad (tal como Disney lo trata de mono-polizar a través de sus monos), el padre tambi6n desea que haya seres que respondan siempre a su imagen de la niñez transparente y totalmente sumisa, inmóviles, congelados en la fotografía del living. El adulto quiere un niño que sea adulto en su futuro, pero que nunca deje de ser dependiente, que nunca abandone el pasado. Así, al niño lector se le abren dos alternativas, dos proyectos de infancia en qué modelar su comportamiento: puede elegir imitar a los sobrinos y otros pequeños y astutos, elegir las artimañas, y por lo tanto vencer adultamente, ganar la competencia, salir primeros, obtener recompensas, escalar; o bien, puede seguir al niño buen-salvaje, que jamás se mueve ni gana nada. El único camino para emerger de la puerilidad es el camino que el adulto ha trazado disfrazándolo de inocencia y de naturalidad. Es un camino normal, m'hijo. Esta escisión no obedece a razones místicas o metafísicas. Los anhelos de la pureza no surgen de la necesidad de una salvación que pudiéramos denominar religiosa. Es como si el padre no quisiera continuar dominando su propia carne, su propia ramificación. Al sentir que sil hijo es él mismo, él se percibe a la vez como dominante y dominado, traslación de su perpetua represión interna. Tratando de alejarse de este círculo infernal, huyendo de sí mismo, busca otro ser al cual dominar y con el cual puede haber una polarización no-culpable y una definición nítida de quién es el dominado y quién el dominante. Su heredero puede tranquilamente crecer, adoptar sus valores y seguir reprimiendo al otro, que nunca varía ni protesta. Para escapar del conflicto sado-masoquista con su propio hijo y con su propio ser, busca una relación únicamente sidica con ese otro ser il-ierme, ingenuo, que es el buen salvaje. El lega n su hijo un

mundo satisfactoriamente inmutable: sus propios valores y sus buenos salvajes que los aceptarán sin chistar. Pero parecería que los autores mismos fuéramos víctimas de esta circularidad: nos paseamos adentro de la estructura familiar y no hemos asomado afuera todavía. Detrás de esta relación padre buen-salvaje ;no se esconderá otra?