ANÁLISIS ESPACIAL Y POLÍTICAS PÚBLICAS EN ESTUDIOS DE CASOS SELECCIONADOS SPATIAL ANALYSIS AND PUBLIC POLICIES IN SELECTED CASE STUDIES.
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ANÁLISIS ESPACIAL Y POLÍTICAS PÚBLICAS EN ESTUDIOS DE CASOS SELECCIONADOS SPATIAL ANALYSIS AND PUBLIC POLICIES IN SELECTED CASE STUDIES.
Eduardo Sousa González Jesús Treviño Cantú Antonio Tamez Tejeda
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN
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José Antonio González Treviño Rector Jesús Áncer Rodríguez Secretario General Ubaldo Ortiz Méndez Secretario Académico Raúl Cepeda Badillo Director de la Facultad de Arquitectura
Primera edición, 2010 © Universidad Autónoma de Nuevo León © Eduardo Sousa González, Jasús Treviño Cantú, Antonio Tamez Tejeda ISBN: 978-607-433-124-0 Impreso en Monterrey, México Printed in Monterrey, Mexico
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INTRODUCCIÓN
ste trabajo de investigación es el resultado de una actividad investigativa conjunta, que ha reunido a un grupo de profesores-investigadores en torno a un tema que día con día reviste cada vez mayor importancia, en virtud de la relevancia que representa para los conglomerados de pobladores. Nos referimos a la exploración del espacio territorial y sus procesos transformacionales, que imbrican a las políticas públicas como instrumentos operativos, que posibilitan el planeamiento espacial. Así, en el verano de 2008, los integrantes del Cuerpo Académico de Aspectos Urbanos (CA-207) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL): Eduardo Sousa, Jesús Treviño, y Antonio Tamez, acordaron realizar una compilación temática que complementara las tareas de docencia e investigación realizadas en el postgrado de la Facultad de Arquitectura de la UANL; para esto, se invitó a colegas de distintas partes del mundo, que apoyaron la propuesta con entusiasmo. En total, el proyecto sumó el esfuerzo de ocho universidades de cuatro países: de Estados Unidos de Norteamérica: Alvin Brown (San Juan College, Nuevo Mexico); Richard Hartwig (Texas A&M University, Kingsville), Ard Anjomani (University of Texas at Arlington); Jeff Smith (Kansas State University). De Turquía: Andy Mcadams (Fatih University). De Chile: Alfredo Palacios Barra (Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño, Universidad del Bio Bio). De México: Edel Cadena Vargas,
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Guadalupe Hoyos Castillo, Juan Campos Alanís (Universidad Autónoma del Estado de México, UAEM); Juana Ma. Lozano, Jorge A. Álvarez, Jesús Treviño, Eduardo Sousa y Antonio Tamez, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, UANL. Ante la imposibilidad operativa de organizar reuniones grupales en torno al tema mencionado anteriormente, se decidió que el abordaje reflexivo ligado al asunto de investigación estuviera relacionado con la esfera del espacio territorial urbano-regional, partiendo de las investigaciones desarrolladas en los países de los participantes en el proyecto; esto con el propósito de enriquecer en el proceso, no sólo la comprensión disciplinaria, por la forma característica en que se aborda la esfera de las políticas públicas coligadas a la planeación del desarrollo urbano-regional en algunos países del mundo; sino también por la posibilidad real de integración de equipos interdisciplinarios en futuros mediáticos, los cuales podrían aportar procesos metodológicos diferenciados, que tiendan a la resolución de problemas específicos del territorio, tanto en el ámbito urbano como en el regional. Desde esta perspectiva, se coordinó el colectivo de investigación, generando disímiles posiciones teóricas tiempo-espacio-diferenciales (Lefebvre, H.:1980:45) y de translocalismo, en torno a la cuestión espacio-territorial y algunas de sus manifestaciones físicas, que lo hacen considerar, desde esta óptica, como un palimpsesto, un códice que se reescribe paulatinamente, en los variados procesos transformacionales que el sitio desarrolla históricamente, en virtud de la condición humana y la vita activa que agrupa la labor, el trabajo y la acción (Arendth, H. 2002) de los individuos y sus imaginarios socio-espaciales, los cuales están anclados en la sobremodernidad, ligandose, como menciona M. Augé (2005: 36 y ss), con las múltiples figuras del exceso. Partiendo del hecho de que «Ya no hay análisis social que pueda prescindir de los individuos, ni análisis de los
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individuos que pueda ignorar los espacios por donde ellos transitan» (Augé, M. opus cit.:122), es clara la necesidad de profundizar no sólo en los métodos que generan los instrumentos de política pública, sino también, en los controles operativos que tienen las dependencias y agencias gubernamentales encargadas de operativizar dichas políticas públicas y la distribución de los siempre escasos recursos; sobre todo al considerar que dentro de los espacios urbanos, como en los del territorio regional, los sitios no son heterogéneos; ya que es claro que tanto en el mundo desarrollado como en el del subdesarrollo intermedio latinoamericano (Di Fillipo:1998:12), existe una yuxtaposición de espacios generados en la sobremodernidad,1 habitados por matrices sociales en flagrante desigualdad, que van formando contornos secuenciales, los cuales se agregan inmanentemente, por los dinamismos que involucran a los diferentes actores sociales, públicos y privados, que intervienen en el proceso de hacer ciudad.2 Desde esta óptica, resulta evidente que el tema de la planeación del espacio y del territorio, puede ser planteado desde una multiplicidad de aristas disciplinarias, constituyéndose en un término cuasi polisémico; no obstante, el abordaje de los artículos que en seguida se presentan pretende lograr una visión, si no comprensiva del ámbito correspondiente al espacio-territorio, sí establecer parámetros preliminares, desde donde sea posible la integración de equipos investigativos con un fin común: avanzar en el conocimiento que circunscribe el análisis espacial-territorial y sus políticas públicas. La compilación consta de XI capítulos. Los capítulos I, II y III presentan modelos de planificación urbana,
1 Desde la perspectiva de Auge, M. (cfr. opus cit.) en la sobremodernidad se plantea la generación de los “lugares y no lugares”; mientras que para de Lefebvre, H. (cfr. Opus cit.:19) sería la “no ciudad”. 2 Ver el surgimiento de los espacios no ciudad en: Sousa, E. 2009: capítulo 5.
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desde el ámbito teórico, así como el operativo. En el capítulo I, Eduardo Sousa aborda la esfera metropolitana, particularmente en el área metropolitana de Monterrey, N. L. México, proponiendo un método para la zonificación de los usos del suelo, como una herramienta para la planeación; instrumento que permite, no sólo la organización interior de la metrópoli, sino también la delimitación de zonas para el crecimiento expansivo periférico del sitio. En el Capítulo II, Ardeshir Anjomani, Ali Saberi y Naveed Shad sugieren un enfoque original para abordar el estudio del uso del suelo. En ambos capítulos los autores proporcionan ejemplos de aplicación que ilustran la utilidad de su enfoque en situaciones reales. El capítulo III aborda aspectos de las teorías de la planificación urbana. Andy Mcadams explica la utilidad de la teoría de la complejidad y sus metáforas, para entender y planificar las áreas urbanas. El autor también sugiere formas alternativas para revisar la planificación urbana actual a la luz de nuevas corrientes de pensamiento. Los capítulos Del IV al VII presentan distintos niveles de estudio de la política pública. En el capítulo IV, Alvin Brown revisa la naturaleza y evolución de la administración pública en los países en desarrollo. En particular, el autor muestra cómo la política y el servicio público se relacionan con las instituciones públicas. Brown examina los distintos enfoques y sus diferencias en la administración pública y privada, a fin de explicar la influencia del colonialismo en el servicio público. En el capítulo V, Jesús A. Treviño C. aborda las definiciones y enfoques de la gobernanza metropolitana. El autor señala que el concepto de gobernanza es impreciso a grado tal que sus significados no sólo son distintos sino, a veces, contradictorios. Treviño advierte que las dificultades lingüísticas y las ambigüedades disciplinarias se añaden a la confusión y profusión de definiciones de gobernanza. Por esta razón, se prefiere abordar y definir la gobernanza desde cinco enfoques o marcos con-
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ceptuales: (1) Administración pública tradicional, (2) Nueva gerencia pública, (3) Nuevo servicio público, (4) Conjunción administrativa, y (5) Economía política metropolitana. Los primeros cuatro enfoques son gerenciales o administrativos, porque se preocupan por la “buena” administración de la ciudad; pero son de poca utilidad para explicar las consecuencias o las razones del ejercicio de poder en la sociedad. Por esta razón, Treviño propone analizar la gobernanza en el marco de la economía política metropolitana. En el capítulo VI, Edel Cadena Vargas, Guadalupe Hoyos Castillo y Juan Campos Alanís, analizan la evolución de la economía, el empleo y la productividad de las 56 zonas metropolitanas de México, de 1989 a 2004. Concluye, a través del análisis estadístico, que este tipo de ciudades siguen siendo un gran foco de atracción de la población, pero sus actividades económicas disminuyen gradualmente o se deterioran. Por ello, de continuar esta tendencia al estancamiento, se vislumbra a corto plazo un futuro sombrío para las metrópolis de este país. En el capítulo VII, Alfredo Palacios Barra trata sobre el interés de los asuntos sociales de la academia, en relación al territorio y a las ciudades y los intentos de desarrollo urbano implementados en Chile. Analizando, la cambiante relación entre las ciencias sociales, de acuerdo con la visión académica y la planificación de la administración y el gobierno nacional y local, la que al plantear los proyectos y programas públicos de desarrollo de la ciudad, genera tanto conflictos como un necesario y contradictorio proceso de urbanización. El resto de los capítulos abordan temas diversos: en el capítulo VIII, Antonio Tamez Tejeda, estudia la arquitectura del centro de Monterrey, Nuevo León, México; de un momento de auge hacia uno de agotamiento y deterioro, producto del crecimiento urbano sectorizadamente diferenciado, que favoreció el desarrollo de subcentros exitosos fortalecidos por su propia localiza-
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ción y por los corporativos empresariales impulsores del desarrollo inmobiliario, al sur de la ciudad. Jeff Smith, en el capítulo IX, identifica tres tipos de migrantes internacionales y discute las diferencias en sus motivos para migrar. En el capítulo X, Eduardo Sousa, Juana Ma. Lozano y Jorge Álvarez, tratan, en la primera parte, sobre la globalización económica y del papel que asumen el estadonación y las fuerzas del mercado internacional, señalando algunas tendencias territoriales; en la segunda, se busca el sentido de la relación entre el capital, el espacio y la gente, buscando explicar el desarrollo de la globalización económica, diferenciando en el proceso el uso del capital como materia prima y como fin último de las sociedades tecnologizadas del nuevo milenio. Finalmente, en el Capítulo XI, Richard Hartwig señala la cercanía entre civilización y barbarie. El ensayo tiene varias lecturas: la más escalofriante es la que el autor, en un estilo anecdótico, sugiere, que cuando las políticas públicas fallan y las condiciones sociales son propicias, un país puede convertirse en un laboratorio de terror. Hartwig cubre la Guerra Sucia en Argentina. Su narrativa personal empieza en la Plata, Argentina, en 1966 y termina en Canberra, Australia, en el verano de 2008. Los artículos se publican en la lengua del autor, por lo que el producto resultante en esta primera edición, es una publicación parcialmente bilingüe (español-inglés); en este sentido, los editores de esta publicación, esperan que la claridad ganada por los autores al expresarse en la comodidad de su lengua, compense el posible disgusto y el virtual contratiempo que pudiera existir, en aquellos lectores quienes hubiesen preferido una publicación habitual en una sola lengua. No obstante, y en virtud del esfuerzo académico-institucional que ha implicado, tanto para los integrantes del cuerpo académico de Aspectos Urbanos (CA-207) como para la Facultad de Arquitectura de la UANL, la conjunción de profesores-inves-
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tigadores de ocho diferentes universidades de tres países disímiles, así como también la producción-edición de este libro; se manejan amplias posibilidades de que, en un futuro muy próximo, el texto sea traducido y publicado en forma completa en los dos idiomas.
Eduardo Sousa Jesús Treviño.
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ORGANIZACIÓN DEL ESPACIO URBANO EN EL CONTEXTO DEL SUBDESARROLLO LATINOAMERICANO. UNA PROPUESTA METODOLÓGICA PARA LA ZONIFICACIÓN DE ÁREAS METROPOLITANAS EN LA CONTEMPORANEIDAD: EL CASO DEL ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY, N. L. MÉXICO. Dr. Eduardo Sousa González.*
Resumen: a expansión de las áreas metropolitanas y su delimitación espacial pareciera que en la actualidad ha rebasado la capacidad de los encargados de dirigir el desarrollo urbano, de ahí la importancia de la generación de instrumentos operativos que pudiesen contribuir a operativizar las políticas públicas; una de esas herramientas de planeación sería aquella capaz de eliminar las zonas de crecimiento periférico.
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Abstract: The metropolitan areas expansion and it’s space boundaries, seem that at a present time have exceeded the capacity of the ones in charge, to manage and direct the urban development, from there the importance of generating the operative instruments that may contribute to operate the public policies; one of those tools of planning would be, the one that can delimit the zones of peripheral growth. * Doctor en filosofía con orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos, por la Universidad Autónoma de Nuevo León; con maestría en planeación regional y urbana, Arquitecto; profesor-investigador del doctorado en arquitectura y asuntos urbanos de la Facultad de Arquitectura UANL; miembro del Sistema Nacional de Investigadores SNI en el Nivel II:
[email protected];
[email protected]; www.esousa.es.tl
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Key words: expansion areas, growth peripheral, urban development.
Introducción. El contexto del subdesarrollo. Se considera que la etapa de desarrollo por la que atraviesan los países latinoamericanos tiene implicaciones sobre la forma de su organización espacial, sobre todo en las grandes concentraciones urbanas como serían las áreas metropolitanas, ya que factores como: el diferencial histórico-cultural, la idiosincrasia, el grado de desarrollo, el grado de globalización (Dos Santos:2004:35) como figura del exceso (Augé: M.:2005: 30), las características topográficas, e incluso su orientación productiva y el modo de producción de mercancías3; representan particularidades que influyen en el desarrollo de la morfología física. Por esa razón es que se juzga pertinente, antes de iniciar la propuesta metodológica para la zonificación metropolitana, contextualizar el estigma que representa el concepto de subdesarrollo en el México de la contemporaneidad:4
3 Según Henry Lefebvre (Lefebvre, H. 1980:30) los modos de producción son: asiático, esclavista, feudal, capitalista y socialista. 4 Sin pretender una profundización teórica exhaustiva, para interpretar el concepto de contemporaneidad aquí mencionado, se ha establecido una relación de correspondencia biunívoca con aquella noción de “sobremodernidad” definida por Augé M. (2005:15-47): él propone caracterizar a la situación de la sobremodernidad como concepto, en lo que llamaría las tres figuras del exceso, con el propósito, entre otros, de demostrar que los fenómenos estudiados por la antropología no están a punto de desaparecer, ya que estas figuras del exceso “no son sino la forma actual de una materia prima perene que sería la materia misma de la antropología” (Augé M. 2005:47). Aunque los objetivos explícitos de Marc Augé con respecto a la sobremodernidad y lo que se propone este apartado de investigación en el ámbito de “los espacios urbanos y su zonificación en la contemporaneidad” son diferenciados, ceñiremos el asunto del concepto de la contemporaneidad al otro de la sobremodernidad de Augé, M., en la esfera de las tres figuras del exceso mencionadas; pero circunscribiéndolo a un país con las particulari-
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Para esto, se ha revisado una de las principales concepciones históricas de la visión de subdesarrollo: la de la Comisión de Estudios para América Latina CEPAL (R. Previsch) de 1949-2002, para contrastarla con la propuesta de autores como: Rosentahal, G. (1994: 13) o Di Filippo, A. (1998:12); con el propósito de contar con una visión comprensiva del estado de hechos y reflexionar sobre un posible futuro para el sitio (Dos Santos: opus cit.:85). Es claro que el planteamiento cepalino ha evoludades de México; esto, con el propósito de situar en un espacio-tiempodiferenciado (Lefebvre, H.:1980: 44) la caracterización del sitio en zonas disímiles. Dichas figuras del exceso, que obedecen a las aceleradas transformaciones mundiales que repercuten en el lugar y que se han comentado en otros escritos (Sousa, E.:2007a; 2008a; 2008b); son: 1. La superabundancia de acontecimientos; 2. La superabundancia espacial y; 3. La individualización de las referencias. La primera figura con la que se define la sobremodernidad se refiere al exceso de tiempo. Aquí la superabundancia de acontecimientos tiene una relación directa con lo que Augé, M. llama como la aceleración de la historia, donde los sucesos reconocidos como acontecimientos, se modifican rápida y variadamente, difundiéndose vertiginosamente en un corto tiempo, quizá por el “achicamiento” del mundo en virtud de los tres macroprocesos mencionados por Borja, J. (2002:12): la informacionalización, la globalización y la difusión urbana generalizada; así el autor insiste en que “la necesidad de dar un sentido no al presente sino al pasado, es el rescate de la superabundancia de acontecimientos, que corresponde a una situación que podríamos llamar de sobremodernidad para dar cuenta de su modalidad esencial: el exceso” (Augé, M. opus cit:36). En el tema que nos ocupa, asociado con los espacios urbanos y su diferenciación (zonificación) , el asunto del tiempo y la sucesión de acontecimientos en la contemporaneidad tiene un encadenamiento histórico-espacial, que se ha analizado en otras investigaciones (consultar Sousa, E. 2007: capítulo segundo), el cual estaría ligado territorialmente a una escala de centro metropolitano en un país en desarrollo o de subdesarrollo intermedio según Di Filippo (1998:13), como sería México; donde se perfilan los movimientos de pobladores hacia sitios de la periferia en el proceso de metropolización (ver capítulo tercero y Sousa, E. 2007:115), como un acontecimiento tiempo-espacio-“diferencial” (las comillas son solamente para el concepto “diferencial”: Lefebvre, H. 1980: 44). La segunda figura de exceso característica de la sobremodernidad se relaciona con el espacio y su superabundancia, la cual pudiera pensarse que constituye una paradoja en función de aquel comentario sobre el “achicamiento” del mundo mencionado anteriormente, esta concepción de superabundancia propuesta por Augé, la cual compartimos, sobre todo en lo concerniente a las metrópolis, advierte una diferencia sustantiva y de especificidad cambiante en: “los cambios de escala, en la multiplicación de las
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cionado, ajustándose a las nuevas condiciones mundiales, tanto de los países desarrollados y redesarrollados5 o centros, como a las de los subdesarrollados o periféricos: desde el enfoque de Rosental, G. (opus cit.) que compara la propuesta de los años cincuenta contra las propuestas de desarrollo con equidad de 1990 (CEPAL: 1990), aunque no contradice sustancialmente la relación centro-periferia, sí se establecen diferencias sustantivas derivadas de las mutaciones generacionales, de los más de cincuenta años que han transcurrido desde la creación del organismo y su postura para los países de Latinoamérica y el Caribe; por ejemplo y entre otras: la pro-
referencias y en la espectacular aceleración de los medios de transporte (ver: diagrama del proceso iterativo de metropolización basado en la velocidad del movimiento urbano, en Sousa, E. 2007:100), lo que conduce a modificaciones físicas “espaciales” considerables” (Augé, M. opus cit.:40); es claro que esta proliferación de espacio definido por Lefebvre, H. como “espacio tiempo urbano” (Lefebvre, H. 1980: 44), ha generado el fenómeno caracterizado por las concentraciones urbanas en la contemporaneidad; aún más, Augé, M. incluye la proliferación de los «no lugares» los cuales identifica (define) con “las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transporte mismos o los grandes centros comerciales, o también los grandes campos de transito prolongado donde se estacionan los refugiados del planeta” (Augé, M. opus cit.:41); a diferencia de Lefebvre, que los identifica como aquellos “de afuera”, el lugar de la ausencia (Lefebvre, H.:1983:281), que sería lo que está fuera de la horizontalidad: la verticalidad (Lefebvre, H. opus cit.:45). La tercer figura del exceso con lo que el autor define la situación de la sobremodernidad se refiere al ego, al individuo que se cree el centro del universo, interpretando “para sí y por sí mismo las informaciones que se le entregan” (Augé, M. opus cit.:43), esta individualización genera fluctuaciones identitarias colectivas, además de muchas otras conductas, como aquellas que menciona Simmel, G. (Bassols, M.: 1988:47) coligadas con a la actitud blasée, propia de las concentraciones urbanas. Desde la perspectiva de esta investigación, se propone una cuarta figura del exceso, la cual estaría representada por la sobreexplotación de la naturaleza y el descuido de la sustentabilidad como una forma de protección del sitio. 5 El redesarrollo alude al concepto asociado con aquellos espacios geográficos que por su condición de ciudades desarrolladas han adoptado nuevos procedimientos internacionales de movilización dinámica de capital y de procesos de hiperinformacionalización, como los empleados en la globalización o mundialización; serían “ciudad global” en el concepto de S. Sassen (1991), por ejemplo: N. York, Londres, Tokio, París y otras.
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puesta de los años cincuenta, referida a la asimetría entre el centro y la periferia, era la industrialización, mientras que la propuesta desde los años noventa y hasta nuestros días, se coliga en mayor medida con la globalización de la economía (González Garza:1999, Fujita: 2000, Guerra-Borges 2002:11) que se asocia, entre otras cosas, con la informacionalización, la competitividad internacional y la dinámica progresiva entre la velocidad creciente en los movimientos de capitales y de las mercancías (Castells, M. 2002: vol. I, II, III). Según Di Filippo (opus cit.:8), desde la óptica de la presente revolución tecnológica, los centros son similares a los que hegemonizaron las relaciones internacionales durante el siglo XX: Los EEUU, Alemania y Japón, mientras que las periferias se han diferenciado internamente clasificándose como: superiores, las economías del Asia oriental, intermedios, las emergentes economías latinoamericanas e inferiores, las economías más castigadas del África al sur del Sahara. Transcurridos más de cincuenta años, y retomando los párrafos precedentes, es posible visualizar que, indudablemente, las características de intercambio se han modificado y el modelo cepalino de 1950 ha sufrido mutaciones importantes (Carmona y González Navarro:2002); ya que el intercambio internacional de manufacturas por productos primarios no define sustancialmente las relaciones entre los centros y las periferias de hoy: los procesos proclives de globalización galopante se han encargado de ello (Guerra-Borges 2002:16, Gutiérrez, 1999: 157; Hirst y Thompson:1999; Carmona y González Navarro:2002:20); ahora las formas de apropiación de capital provenientes de incrementos en la productividad de la empresa transnacional (ET), tanto del sector secundario (manufactura) como los de la servicialización6, operan mediante mecanismos pro6 El concepto de servicialización se interpreta de la siguiente manera: si a la revolución industrial, como proceso, se le denomina industrialización (de in-
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cesales totalmente diferentes, por ejemplo: la inversión extranjera proveniente de países desarrollados, en muchos de los casos, traslada algún tipo de desarrollo tecnológico de alta productividad, franquicias de servicios o algún otro tipo de “negocio”, a países periféricos subdesarrollados (intermedios) como México; combinándose, por evidente conveniencia de los primeros con los salarios de los recursos humanos del lugar, los cuales, ciertamente, son mucho más bajos que los pagados en los países inversores o centros. Esto genera ganancias que son absorbidas por las empresas trasnacionales, de las cuales una parte pueden ser reinvertidas en el sitio, o en otro país periférico donde existan mayores dividendos; pero, finalmente, son repatriadas a los países centrales e invertidas en múltiples ítems, generando un mayor redesarrollo en esos países y un desgaste de los recursos en los subdesarrollados (Guerra-Borges 2002:11, Cavanagh, J. 2003:32); ver diagrama 1. Es claro que el fenómeno de desarrollo-subdesarrollo involucra variables multidimensionales que difícilmente podrán ser tratadas en este limitado espacio y por el autor de esta investigación, pero quizá ésta pudiera ser una visión, aunque dimensional, parcial y muy restringida, del proceso que impide lograr estadios de mayor desarrollo en algunos países emergentes o intermedios como México. ¿Cuándo se terminará este proceso?, Ciertamente, para los países desarrollados es probable que transcurra un largo periodo de tiempo, lo más probable es que
dustria > industrial > industrialización), con el mismo razonamiento lingüístico a la revolución de los servicios se le puede llamar servicialización (de servicio > servicial > servicialización), (Garza, G. 2003:11 La urbanización de México en el siglo XX).
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nunca, el cómodo negocio de la apropiación de excedentes de capital que propicia una hiperacumulación primaria, derivado de: la proclive mundialización, de los rumbos de los mercados mundiales, de los modelos económicos nacionales, de lo laxo en los controles de los Estados-nación y otros (González Garza: 1999; Dos Santos:2004; Ianni, O. 1999), impedirían a los especialistas del tema un pronóstico acertado; mientras que para los países periféricos, lo más probable es que se termine cuando las empresas trasnacionales agoten los recursos del sitio, ya sean: naturales, humanos, o de otro tipo que a ellos les interese para incrementar sus capitales económicos, o cuando los gobiernos centrales asuman su papel de liderazgo que les corresponde, endureciendo los controles, por ejemplo: medio ambientales, de sustentabilidad, de política económica, de mercado y otros; incluso los asociados a la corrupción de cuello blanco, y puedan reorientar el rumbo de la sociedad, para producir precisamente lo que se importa o lo que ofrecen las ET; implementando en el país mayor inversión en educación, en investigación y en desarrollo tecnológico e innovación (I + D + i). Este ciclo iterativo generado en los países periféricos por los desarrollados, que tienden a invertir o reinvertir las utilidades extraídas de los países subdesarrollados en sus lugares de origen, en muchos casos, en I + D + i, está representado en términos generales, en el diagrama 1. Proceso iterativo de subdesarrollo centro-periferia, el cual muestra que es principalmente a partir de los procesos (ejes) de globalización o mundialización y de la apertura para la inversión extranjera permitida, fomentada y casi sin restricción en los Estados-nacionales de los países en desarrollo, que se hace cada vez más grande la brecha que separa a algunos de estos países de los considerados desarrollados; evidenciando en el proceso grandes diferencias en el ingreso familiar, que se traduce (Dehesa de la, G. 2003, Dos Santos: 2004, 2002), entre otras
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muchas cosas, en los contrastes urbanos que manifiestan las diferentes formas de percibir la ciudad: desde zonas con servicios altamente infraestructurados, hasta aquellas carentes de lo más indispensable: las no ciudades7.
Diagrama 1. Proceso iterativo de subdesarrollo centro-periferia.
Fuente. Datos generados por el autor de esta investigación.
7 La definición del concepto de no ciudad está incluido en el capítulo 5 del libro titulado “EL PROCESO EXPANSIVO EN LA TERRITORIALIDAD METROPOLITANA. Fundamento teórico y génesis procesal: los espacios no ciudad en la sobremodernidad” del autor de este artículo.
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Entonces, para la orientación de la organización espacial-metropolitana, desde éste enfoque teórico, sería una condición sine qua non la de contextualizar los análisis asociados con las diversas características endógenas de la metrópoli de Monterrey (ver gráfico 1ª) como son: los empleos, el desplazamiento de los pobladores, la morfología topográfica y otros, que a continuación exploraremos, a factores que pudieran considerarse exógenos: como es la globalización y algunas de sus posibles manifestaciones, como sería el subdesarrollo.
1. La zonificación metropolitana ZM. El procedimiento metodológico propuesto para definir la zonificación interna de una metrópoli representa, dentro de los múltiples instrumentos utilizados para la planeación urbana, una herramienta fundamental que posibilita diferenciar espacios geográficos; georeferenciarlos (SIG) y caracterizarlos (ageb´s) con propósitos, entre otros, de orientar el ordenamiento espacial de los usos del suelo. Para el caso que nos ocupa, se han utilizado, en la operativización de esta propuesta, dos componentes: por un lado, aquellos criterios que posibilitan la diferenciación de zonas específicas al interior de la metrópoli y por el otro, una propuesta muy preliminar para la zonificación exterior de las áreas aledañas o periféricas del sitio, con lo que pretende establecer posibles límites para el crecimiento metropolitano. El procedimiento metodológico para la zonificación interna y externa se basa en el análisis metropolitano que circunscribe la orientación del desplazamiento de los pobladores, mediante el examen de: su evolución histórica a partir de 1940-2000 y las particularidades de su actividad productiva (empleos secundarios y terciarios); dicha exploración poblador-empleo P-E toma como base de aplicación metodológica al centro metropolitano de
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Monterrey, analizando por área geoestadística básica (ageb) las particularidades de: los desplazamientos P-E, las características del medio físico (pendientes topográficas, elevaciones principales y otras), los atributos del medio construido (infraestructura, equipamiento tenencia de la tierra, y otros) y las bases jurídicas. El proceso para la diferenciación de zonas dentro de la zonificación interna y externa se aprecia en el diagrama 2.
Diagrama 2. Proceso general para la zonificación metropolitana, ámbito interno y externo.
Fuente. Datos generados por el autor de esta investigación.
1.1. Zonificación interna Zi. Para la determinación de las zonas internas del área metropolitana de Monterrey, se desarrolló un procedimiento que implica la exploración de diversos ítems, los cua-
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les se incluyen en el diagrama 3. Cabe aclarar que, por limitaciones de espacio en este escrito, solamente se comentarán los resultados más importantes que ayuden al entendimiento de la propuesta de zonificación:8 A. Las etapas de metropolización9 EM. Las EM se han considerado como procesos de urbanización intrametropolitana, en los que la dinámica de crecimiento de los diferentes sectores de la ciudad evolucionan, iniciando tradicionalmente con un proceso de desplazamiento de pobladores con orientación periférica, y posteriormente de las actividades industriales, de servicios y otras (Vinuesa, J.1991:22); en términos generales: del centro hacia los extremos; o mejor, del centro metropolitano hacia las áreas adyacentes conurbadas. Según algunos autores (Sobrino, J. 2003:198), estas etapas (EM) se han definido a partir de conceptos como el que se conoce como “efecto de desbordamiento”, según el cual, a una mayor densidad de pobladores de la ciudad primada, en este caso Monterrey, en el tiempo base, corresponde una mayor tasa de crecimiento de su periferia conurbada en el tiempo final; supuesto que, según los resultados de la investigación (Sousa, E. 2007: capítulo tercero), se aplica para el área metropolitana de 8 El análisis completo se localiza en Sousa, E. (2006 y 2007: capítulo tercero). 9 Las etapas de metropolización han sido definidas por diversos autores (Unikel, L. 1978, Sobrino, J. 2003: 198, Busquets, 1993:165 y otros), coincidiendo en la mayoría de los casos en el tránsito de 4 etapas: Urbanización: cuando la tasa de crecimiento porcentual anual de pobladores de la ciudad central supera a la de la periferia. Suburbanización: cuando la periferia alcanza una mayor tasa de crecimiento porcentual anual. Desurbanización: cuando la cuidad central observa un despoblamiento relativo o absoluto. Reurbanización: cuando en la ciudad central ocurre un repoblamiento relativo o absoluto. Para consultar el análisis específico de las EM del área metropolitana de Monterrey consultar: Sousa, E. (2007: capítulo 3), donde se propone además, una quinta etapa llamada Superurbanización: que se presenta, cuando ocurrieron las cuatro etapas anteriores, agregándose más ciudades o áreas metropolitanas de diferentes entidades federativas, con la característica de que la mayoría de éstas, cuenten con relaciones económicas internacionales de importancia mundial, basadas en procesos informacionales; la cual también podríamos denominar megalopolización-informacional.
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Monterrey. Las EM se relacionan principalmente con dos conceptos: el primero se refiere al nivel de metropolización y el segundo al grado de urbanización del área metropolitana correspondiente (Ferrer, M. 2002:29). Con respecto al nivel de metropolización (NDM) coincidimos con autores como Unikel, L. (1978), o Sobrino, J. (opus. cit.), o Busquets, Javier (1993:163), en el sentido de que éste se asocia con la forma en que se distribuyen los pobladores en los diversos usos del suelo de la metrópoli: por un lado, con las actividades económicas, en términos de primacía en los empleos de los sectores secundario y terciario (Garza, G. 2003:145), y con el tamaño del centro metropolitano o ciudad primada en función de su población residente y su extensión territorial; por el otro, el grado de urbanización que se relaciona simplemente con el índice de proporción de la población urbana ubicada en los municipios conurbados (Garza, G. opus cit.:208). Los resultados de los análisis gráficos y estadísticos de este apartado (NDM) indican:10 1. La preponderancia de empleos industriales localizados periféricamente en las áreas urbanas de los municipios de Guadalupe, Apodaca, Escobedo y Sta. Catarina, aunada a la declinación en las tasas de crecimiento del número de pobladores de la ciudad central, que disminuyeron de 2.2% en la década de 1970-1980 a -0.2% en el período de 19801990 (ver tabla 1 y 2 en anexo), revela una clara tendencia de desconcentración de pobladores en el centro metropolitano, indicador característico de un alto nivel de metropolización. 10 Para este ejercicio metodológico es pertinente aclarar que se están considerando datos estadísticos del año 2000 y del 2005; aunque es evidente la importancia de la actualización de datos estadísticos del sitio, aquí, lo importante sería probar el procedimiento metodológico que permite la diferenciación de zonas, independientemente de la posibilidad de actualización de los datos censales, o incluso la aplicación del método en otras ciudades metropolitanas.
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Diagrama 3. Proceso para la zonificación metropolitana del ámbito interior.
Fuente. Datos generados por el autor de esta investigación.
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2. Un proceso diferente en el patrón de expansión y ubicación física para los empleos ubicados en los sectores industrial y de servicios:
a. Primeramente, en el sector secundario se observa un desplazamiento periférico mucho más direccionado y acentuado, que podríamos interpretar como una forma característica tendiente a una “media luna”; esta particularidad semicircular se aprecia si cuantificamos la distancia de un punto específico del distrito central de negocios (DCN), hasta el inicio de cada una de las áreas de mayor concentración de estos empleos que aparecen en el gráfico 1. Ver anexo. Las distancias en el primer umbral serían: desde el DCN, hacia el poniente en el municipio de San Pedro Garza García 9.26 Km. aproximadamente; con dirección a Escobedo, Apodaca y Guadalupe alrededor de 7 Kilómetros. En el segundo umbral estarían entre los 18 y 20 Km. del mismo centro. Observándose además que esta actividad industrial disminuye en la zona sur de la ciudad, particularmente en el inicio del Cañón del Huajuco. b. Para el sector terciario es posible observar, de manera similar a los empleos industriales, un desplazamiento periférico, pero con la diferencia que el primer umbral se localiza en una mayor cercanía al epicentro del DCN; ver gráfico 2, en el anexo, esto es: hacia el área de San Pedro Garza García 4.00 Km., Monterrey centro y Sur y Guadalupe prácticamente adjunto. En el segundo umbral, las distancias estarían entre 11 y 21 Km.; indicando mayor dispersión que la representación de los empleos del sector secundario.
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3. Con respecto a los movimientos de los pobladores (ver gráfico 3, anexo) es posible definir claramente un patrón de desplazamientos físico-territorial en virtud de los estratos de edad, implicando la diferenciación de tres umbrales de deslizamiento, que estarían explicados: en razón inversa a la edad cronológica de los pobladores:
Primero: El grupo de 65 años y más, en su mayoría, se ubica en una proximidad relativa al área central del municipio de Monterrey, observándose este patrón en las cabeceras incorporadas en la conurbación. Esta situación se evidencia en el área sur de Monterrey; en donde, próximo y paralelo al Río Santa Catarina, desde el municipio de San Pedro Garza García hasta el de Guadalupe, se observan ageb´s con alta concentración de pobladores con esta característica de edad, que tiende a disminuir conforme se incrementa la distancia hacia la periferia; escenario que se presenta también en Escobedo, Santa Catarina, San Pedro Garza García y Apodaca, con la salvedad de que en estas cuatro áreas urbanas conurbadas se localizan las cabeceras municipales donde tienden a radicar en mayor medida este tipo de pobladores; ver gráfico 4. Segundo: Para el caso del grupo de pobladores de 0-14 años su desplazamiento periférico es más evidente, delimitándose con claridad lo que se ha denominado el umbral interno, el cual se representa por una línea imaginaria que seguramente en secuenciales procesos transformacionales, tenderá a recorrerse con una orientación dirigida hacia la periferia. Con respecto a este grupo, se percibe la existencia de ciertos ageb´s con mayores concentraciones hacia el nororiente; particularmente en las áreas urbanas de los municipios de Guadalupe, Apodaca y San Nicolás de los Garza, y otros más, ubicados en la zona norponiente en los municipios de Escobedo y San-
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ta Catarina; apreciándose, que en las áreas urbanas de los municipios de San Pedro Garza García y Monterrey sur, este grupo de pobladores es minoritario; ver gráfico 5 Tercero: En lo que respecta al grupo con intervalo de edad de 15 a 19 años, se distingue un comportamiento similar al del grupo analizado anteriormente, solamente que en este grupo de pobladores sí se aprecian ageb´s con alta concentración en las áreas urbanas de San Pedro Garza García y Monterrey sur; ver gráfico 6. Por último, considerando la evolución de los pobladores en los cinco períodos de metropolización transcurridos (1950-2000), particularmente de 1980-1990 donde la ciudad primada experimentó un despoblamiento relativo o absoluto de -0.2%, se considera que la metrópoli de Monterrey rebasó las dos primeras etapas de metropolización, ingresando, desde esa década, a la etapa de desurbanización. B. Conformación de contornos metropolitanos: La evolución demográfica de Monterrey, como ciudad primada, concebida en términos procesales, podría circunscribirse a determinadas teorías de estructura urbana; tomando en cuenta, como punto de partida, las teorías relacionadas con: los círculos concéntricos de Burgess 1925, la sectorial de Homer Hoyt 1939 y la de los núcleos múltiples de Chauncy D. Harris y Eduard Ullman 1945 (Bassols, M. 1988; Sobrino 2003; Gracia, A. 2004; Lezama, J. L.:1998, 1998ª, 2005); asociadas éstas, a su vez, con: la evolución de la población 1940-2000, la distribución de empleos y las etapas de metropolización. Concluimos que es posible diferenciar dentro de la metrópoli regiomontana: un anillo central y cuatro contornos de crecimiento físico-territorial, proceso que se interpreta de la siguiente manera; ver gráfico 7 y 8, anexo.
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i. La ciudad primada de Monterrey, como resultado de su crecimiento de pobladores, desborda el asentamiento inicial donde está contenido el distrito central de negocios DCN, expandiéndose en diferentes direcciones, pero colindando concéntricamente con el DCN; generando en este proceso la primera diferenciación. ii. La diferenciación generada en el proceso anterior forma un área periférica al DCN que denominamos zona de transición, donde inicialmente se asienta la industria ligera y los negocios de servicialización; desplazándose hacia la periferia inmediata; ver gráfico 1 y 2 anexo: iii. Posteriormente de la evolución demográfica generada por el proceso del ciclo reproductor de la vida de los pobladores y por el desplazamiento periférico de las fuentes de empleo, se forma una tercera zona denominada de consolidación o densificación; en la que los diversos usos del suelo se encuentran entremezclados y en proceso de densificación (P. Connoly 1988:16); generando revalorización del mismo y el fomento incontrolado a la edificación inmobiliaria, en muchos casos, por las modificaciones indebidas en los en los coeficientes de ocupación y de uso del suelo. iv. Finalmente, el desbordamiento de pobladores de la zona de consolidación produce una zona de expansión periférica, que forma los límites externos de la metrópoli, linderos provisionales ya que el crecimiento físico urbano es continuo y con tendencia periférica. C. Determinación de criterios para la zonificación: Los criterios utilizados para la delimitación de las zonas internas del área metropolitana de Monterrey son:
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Primero. De orden poblacional-económico (base poblaciónempleo). Este criterio se relaciona con el desplazamiento histórico que han tenido los pobladores de la ciudad primada, con dirección periférica, evidenciando desplazamientos hacia zonas adyacentes a partir de los años cincuenta; este proceso generó las dos primeras zonas de la propuesta: una que representa al centro histórico o DCN (Z: 1) y la otra que patentiza el movimiento de pobladores-empleo hacia el suroeste, norte y noreste (Z2). En este sentido, los límites prefigurados de la Z: 2, estarían representados precisamente por las direcciones mencionadas anteriormente (suroeste, norte y noreste), las cuales simbolizan la línea divisoria actual que limita a la áreas físicas que poseen una diferencia sustantiva entre sus densidades de pobladores y el número de los empleos del sector secundario y terciario; según lo indican los gráficos 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y de Zonificación: área metropolitana de Monterrey, gráfico: 9, anexo. Segundo. De orden jurídico (límite municipal): el límite municipal, como criterio divisorio entre zonas, fue utilizado como razonamiento lógico en las áreas que así lo permitieron; por ejemplo: entre el área que divide la Z:3 denominada sur-poniente San Pedro Garza García y la Z:4 representada por la poniente Santa Catarina, ya que además del criterio de densidad de pobladores, la división coincidió claramente con el límite municipal; situación similar entre las Z:9 y Z:8, donde se intenta coordinar el límite propiamente dicho de la zona, con la división municipal; ver gráfico: 9. Zonificación: área metropolitana de Monterrey. Tercero. De orden espacial (ageb´s-vialidad): después del criterio de densidad, no cabe la menor duda de que el relacionado con las líneas divisorias asociadas con las áreas geoestadísticas básicas ageb´s, fue especialmente utilizado, esto en virtud de que la coincidencia con estos
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límites, representan la posibilidad de agrupar y georeferenciar información censal y del INEGI específicamente; obteniendo particularidades de cada una de las nueve zonas que componen la zonificación propuesta. Por lo tanto, en algunos casos se asoció a las arterias viales importantes con los ageb´s, privilegiando los límites de éstos, por ejemplo: entre la Z: 6 y la Z: 7 el límite interno que parte de la Z: 2 está ubicado sobre un tramo de la Av. Adolfo López Mateos. Ver gráfico: 9. Cuarto: De orden externo (centroides de georeferencia): Finalmente, este último criterio se utilizó dentro de la zonificación metropolitana propuesta, para perfilar, en términos muy generales, otros sectores destinados para la expansión de la metrópoli (zonificación externa); dicha expansión, por ahora, está fundamentada solamente en dos factores: uno relacionado con el concepto geográfico de punto-centroide, el cual puede definirse como el punto de equilibrio o centro de proporción de un espacio físico-territorial; para el municipio de Monterrey, el punto-centroide se ubica hacia el sur del río Santa Catarina, por lo que es claro que este factor geográfico no corresponde con el llamado distrito central de negocios, porque ciertamente, ahí no se localiza le centro geográfico. El otro factor se asocia con la noción de distancia, la cual hemos considerado de 30 Km., a partir del punto-centroide del municipio de Monterrey. De estos dos criterios han resultado probables zonas de expansión para el área metropolitana de Monterrey; las cuales, por limitación de espacio, serán evaluadas en análisis posteriores; ver gráficos 10 y 11. Zonificación: municipios conurbados, centroides base de expansión, anexo. Deducciones preliminares. Como resultado de las exploraciones mostradas anteriormente, incluyendo el establecimiento de los criterios mencionados, se delinearon 9 zonas metropolitanas interiores (gráfico 9, anexo)
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y 4 zonas generales para la expansión exterior mediática (gráfico 10 y 11, anexo). La descripción de las zonas es la siguiente: 1. Distrito central de negocios Z: 1. Ubicada en la ciudad primada en el primer cuadro donde se genera el proceso de certificación. 2. Zona de transición Z: 2. Contigua al DCN donde se entremezclan diversos usos del suelo, como: industria, vivienda y servicios; los cuales fueron encapsulados en el proceso de metropolización. 3. Zona Sur poniente Z: 3. Localizada en el municipio de San Pedro Garza García, zona con marcados contrastes de antípoda de clase: grupos económicamente dominantes y otros de bajos ingresos. 4. Zona poniente Z: 4. Ubicada en el municipio de Santa Catarina, zona con tradición industrial. 5. Zona Nor-poniente Z: 5. Situada contigua a la Z: 2 en los municipios de Monterrey, Escobedo y García, zona predominantemente de vivienda. 6. Norte Z: 6. Ubicada en el municipio de Escobedo, junto al Cerro del Topo. 7. Zona Nor-oriente Z: 7. Establecida en el municipio de Apodaca. 8. Zona Oriente Z: 8. Situada en el municipio de Guadalupe. 9. Zona Sur Z: 9. Contigua a la Z: 1 en el municipio de Monterrey. Aunque en este escrito no se establece la georeferencia de las 9 zonas mostradas anteriormente, es claro que su delimitación, especifica y su circunscripción a ejes cartesianos X, Y esta asociada a los ageb´s que las limitan; en efecto, se ha tenido especial cuidado en que los límites de las zonas y los ageb´s coincidan; permitiendo no sólo referenciar territorialmente a cada zona, sino también la posibilidad de manipular información censal en cada una de ellas, con el
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propósito de implementar otros estudios e incluso operativizar políticas públicas zonales específicas. Con respecto a las zonas para posible expansión metropolitana, el estudio generó 4 zonas, las cuales tienen características diferentes. Cabe hacer la aclaración de que por limitaciones de espacio en este escrito solamente se mencionan dos criterios utilizados para la mencionada zonificación (centroide y 30 Km); no obstante, en la investigación se utilizan otros dos criterios, que agrupan a diversos factores:
i. Las condicionantes geográficas del medio natural que incluyen: la topografía, los suelos, las elevaciones principales, el clima, la vegetación, las cuencas hidrológicas, el ordenamiento ecológico, y otros y; ii. Las determinantes del crecimiento urbano periférico que exploran los factores asociados con: la infraestructura y el equipamiento. Así resulta la zonificación externa que se compone de las siguientes zonas, ver gráficos 10 y 11, anexos:
1. Zona de expansión con restricciones. Dicha zona se ubica al oeste, entre los municipios de Santa Catarina y García. Una de las consideraciones para la restricción obedece al diferencial topográfico (metros sobre el nivel del mar MSNM): por ejemplo: la cabecera de García se ubica a 702 MSNM y la de B. Juárez a 393 MSNM. 2. Zona de expansión. Localizada en el municipio de Escobedo y Apodaca. 3. Zona de expansión restringida. Situada en el municipio de B. Juárez. 4. Zona restringida al crecimiento. Localizada en los municipios de Santa Catarina, San Pedro
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Garza García y Monterrey, particularmente en la Sierra Madre Oriental y el Parque Nacional Cumbres de Monterrey. La utilidad práctica de los ejercicios de investigación que intentan sistemáticamente generar zonas en áreas urbanas, como la metropolitana de Monterrey, tienen diversas utilidades prácticas; sobre todo para los instrumentos de planeación, particularmente aquellos que buscan la organización espacial de los usos del suelo. También es claro que pudieran existir diferentes métodos que lleven a una diferenciación de zonas distinta a la propuesta; habría que reconocer en éstos la existencia de diferentes grados de arbitrariedad, incluso, es claro que toda delimitación de zonas debe suponer linderos que acepten flexibilidad, en tanto el reconocimiento de procesos dinámicos generados por los pobladores, su actividad productiva y sus múltiples relaciones sociales que modifican constantemente la forma y los límites de los espacios físicos. No obstante, la zonificación metropolitana aquí propusta representa una creación metodológica formal, que se ha operativizado con información real del año 2000-2005, destacando en su proceso metodológico las características específicas para su utilización como ordenador de los usos del suelo urbano; además, se ha tratado de incorporar los dos principales enfoques utilizados en la delimitación de zonas (Guillermo Aguilar: 2003:74):
i. Los morfológicos, que pudieran considerarse como estáticos al representar solamente las características físicas del territorio y descriptivos, en tanto procesalmente se detallan las particularidades del suelo y lo construido en ellos y
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ii. Los funcionales, que representan el dinamismo característico de los pobladores y su actividad productiva en el sitio. Coincidimos con Ferrao (2002:193, citado por Guillermo Aguillar, opus cit.:74) en el sentido de que para una utilidad operativa de zonificación o delimitación de zonas, es necesario explicar el proceso metodológico utilizado y sobre todo el propósito expreso de la delimitación. Es claro que una gran cantidad de problemas asociados con la orientación del crecimiento y expansión en las áreas metropolitanas como la de Monterrey, no sólo se coliga con a la falta de planeación oportuna y operativa, sino también con la falta de eficiencia, de eficacia y de efectividad de algunos de los funcionarios públicos, que también pudieran denominarse funcionarios contingenciales, que laboran en las dependencias coligadas con el desarrollo urbano,11 así como de las políticas públicas im-
11 El funcionario contingencial o urbanista de contingencia es un concepto que ha sido propuesto Sousa, E. (2006: tesis doctoral y 2007:43), alude a aquellos servidores públicos que pudieran estar incrustados en algunas dependencias municipales o agencias estatales asociadas con la planificación del desarrollo urbano, los cuales tienen una visión decimonónica y limitada del futuro, además de serias deficiencias de orden teórico-metodológico de aplicación procesal en la planeación urbana, ya que su formación en el tema urbano radica en una visión, en el mejor de los casos, parcial del sitio (ya sea puramente: espacial, o jurídica, o medioambiental u otras), lograda a través de su tiempo de adherencia en las diferentes estructuras gubernamentales, mediante un clásico empirismo «fragmentado» (Lefebvre, H. 1980: 53-83) »sería algo así como mencionar, que algunos pudiesen tener 20 años de experiencia en los problemas de la ciudad, pero… en el mejor de los casos, es la experiencia de un año repetida 20 veces«; aunado a que algunos de estos personajes tienen una proclividad galopante hacia prácticas negativas coligadas al contubernio y a la corrupción, lo que les impide formular las soluciones urbanas integrales de largo plazo, en beneficio de la sociedad a la que debieran de servir, prefiriendo intervenir en problemas contingenciales, que surgen diariamente en el reducido espacio territorial que delimitan y al que llaman «la ciudad»: es decir, tienden a cambiar lo importante por lo urgente, lo importante por el sostenimiento del poder o por asociaciones clasistas »Pratt, H. (2006:41), propone tres clases: alta, media y baja; la asociación a que nos referimos sería entre la clase alta y los funcionarios
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plantadas por los gobiernos locales en el marco del artículo 115 constitucional. El dinamismo urbano y los múltiples actores sociales que intervienen en el proceso de hacer ciudad, regularmente rebasan las estrategias de planeación de los gobiernos locales y estatales, esto sin considerar los proclives actos de corrupción de cuello blanco, que permiten a los desarrolladores del suelo actuar impunemente. Creemos que la regulación jurídica del suelo metropolitano, tendiente a equilibrar el desarrollo y la orientación expansiva de sus usos y destinos debería de iniciar estratégicamente con el establecimiento de: por un lado, la formulación de un enfoque pragmático de corto plazo, que organice internamente a la metrópoli en zonas debidamente estructuradas, posibilitando intervenir, mediante las políticas públicas pertinentes, en el desarrollo particular de cada una de ellas y; por el otro, generar un posición visionaria de largo plazo, consensuada con la sociedad metropolitana, tendiente al establecimiento de los límites externos para la expansión, los cuales impidan el efecto de desbordamiento, comentado anteriormente, que propicia el ensanchamiento físico-territorial incontrolado de la metrópoli regiomontana. Precisamente en este contexto es que se ha planteado el proceso metodológico que define las características de la zonificación interna y externa explicadas anteriormente y que desde la perspectiva de esta investigación sería un instrumento que otorga beneficios al proceso de planeación de las zonas metropolitanas.
públicos y los políticos« de complicidad, francamente ilegales y nocivas; no sólo para el equilibrio físico-espacial del sitio, sino también para las diversas actividades socio-económicas de la sociedad asentada en el lugar; y cuando se trata de una metrópoli, indefectiblemente involucraría a todos los pobladores que hacen uso de los municipios conurbados, incluyéndose paradójicamente a ellos mismos, razón por la que también se les ajustaría el concepto de «banáusico» propuesto por Arendt, H. (2002:175): «aquel individuo con vulgaridad de pensamiento y actuación de conveniencia».
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42
ANEXOS
GRÁFICOS Y ESTADÍSTICOS
43
44
AMM. Monterrey Guadalupe S. Nicolás S.P.G.García Sta. Catarina Apodaca G.Escobedo Juárez García
Municipio
1940 190.1 190.1
1950 375 339.3 12.6 10.5
1960 708.3 601.1 38.2 41.2 14.9
1970 1281 871.5 170.2 118.1 48.3 38.1 18.6 10.5
Población AÑOS 1980 2001.5 1090 370.9 280.7 82 89.5 37.1 37.8 13.5
1990 2573.5 1069.2 535.6 436.6 113 163.9 115.9 98.2 28 13.1
1995* 2988 1088.1 618.9 1088.1 487.9 202.1 219.5 176.8 50 23.9
2000 3243.5 1111 670.2 496.9 126 227 283.5 233.5 66.5 29
2005* 3710.2 1133.8 691.9 476.7 122 259.8 418.7 299.3 144.3 51.6
2010** 4259.6 1106.9 936.6 749.3 162.4 345.8 453.7 363.6 99.2 41.7
Sec. + Terc. 1333158 427005 254239 189109 48858 86075 200551 81664 35816 8192 1649
Empleos
Índice % del AMM de 1 Urbanización*** 30.8 0.32 33.3 0.191 30.3 0.142 33.3 0.037 33.3 0.065 33.2 0.15 31.8 0.061 32.9 0.027 22.5 0.006 28.8 0.001
Tabla 1. Evolución de la población por año de incorporación metropolitana y empleos año 2000.
Fuente: INEGI: Estadísticas del medio ambiente: 85. *Estimaciones en base a CONEVAL (2007). **Gobierno del Edo. N.L. Plan metropolitano 2021: 37, 143. ***El índice de urbanización (IU) es una relación de la población de los municipios (U1, U2,... Un) entre la población del AMM: IU= U1/ PT. (INEGI, opus cit.).
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39 26 46 19 48 6 21 31 18
N° de Municipio
AMM. Monterrey Guadalupe S. Nicolás S.P.G. García Sta. Catarina Apodaca G. Escobedo Juárez García
Municipio
A Ñ O 19401950-1960 1950 6.2 6.6 6 5.7 11.7 13.7 11.1
S
6.1 3.9 15.5 10.9 12.2
1960-1970 4.3 2.2 7.5 8.4 5.1 8.3 6.7 12.4
1970-1980 2.6 -0.2 3.8 4.5 3.3 6.2 11.7 9.8 7.5
1980-1990
2.3 0.4 2.3 1.3 1.1 3.3 9 8.8 8.7 8
1990-2000
Tabla 2: Tasa de Crecimiento de pobladores: Municipios por año de incorporación metropolitana.
Fuente: INEGI: Estadísticas del medio ambiente: 86.
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G a rc ía
47 S ta . C a ta rin a
S a n P e d ro
Mo M o nterrey n te rr e y P te. P te .
G. Escobedo
Fuente: Datos generados en esta investigación.
0
M oSunrte rre y Sur
15
B . J u á re z
∗
kilometers
G u a d a lu p e
S a n Nic o lá s
Ap o d a c a
3
Gráfico 1ª: Municipios conurbados de Monterrey
Gráfico No1: Umbral de crecimiento empleos sector secundario.
Fuente: Datos generados en esta investigación a partir del Censo de Población 2000.
48
Gráfico No2: Umbral de crecimiento empleos sector terciario.
Fuente: Datos generados en esta investigación a partir del Censo de Población 2000.
49
Gráfico No3: Población total área metropolitana de Monterrey año 2000.
Fuente: Datos generados en esta investigación a partir del Censo de Población 2000.
50
Gráfico No4: Población de 65 años o más.
Fuente: Datos generados en esta investigación a partir del Censo de Población 2000.
51
Gráfico No5: Población de 0 a 14 años.
Fuente: Datos generados en esta investigación a partir del Censo de Población 2000.
52
Gráfico No6: Población de 15 a 19 años.
Fuente: Datos generados en esta investigación a partir del Censo de Población 2000.
53
Gráfico No7: Área metropolitana de Monterrey evolución de la mancha urbana 1940-2000.
Fuente: Grafico de fondo: Generado en esta investigación a partir de datos de INEGI; información de población hasta 1940. Plan de transporte Gobierno del Estado de Nuevo León, 2000; posterior a 1940. García, Roberto. (2003:64).
54
Gráfico No8: Conformación por contornos del Área metropolitana de Monterrey: sección.
Fuente: Datos generados en esta investigación; acercamiento a 48.5 KM.
55
Gráfico No9: Zonificación interior. Área metropolitana de Monterrey.
Fuente: Datos generados en esta investigación.
56
Gráfico No10: Zonificación exterior. Área metropolitana de Monterrey. centroides con base de expansión.
Fuente: Datos generados en esta investigación.
57
Gráfico No11: Zonificación exterior. Área metropolitana de Monterrey. área de expansión límite 30 km.
Fuente: Datos generados en esta investigación.
58
ENVIRONMENTAL
AND LAND USE PLANNING DECISION SUPPORT SYSTEM: AN APPLICATION EXAMPLE Ardeshir Anjomani,* Ali Saberi and Naveed Shad
Abstract: his paper deals with land use/environmental planning problems and describes the application of an innovative planning approach to develop alternative land use solutions. It provides an implementation example of a framework that can be applied to a variety of complex environmental and land use planning problems. The paper first briefly introduces an analysis process and a related Spatial Decision Support System (SDSS), which utilizes GIS and optimization models, both of which were developed in previous works. Then it attempts to demonstrate how the process and the SDSS can be used in real world situations to help in analysis and planning of spatial distribution of activities. This is accomplished by applying the innovative land-use planning approach to an area located in the fringe of a thriving metropolitan area, which encompasses a newly developed lake and major thoroughfares.
T
Introduction Today planners deal with many complicated issues, such as land-use and environmental problems. Many of the problems arising from these issues are too complex to be * Ardeshir
[email protected] University of Texas at Arlinton Ali SaberiEmailOracle Corporation Naveed ShadEmailNorthrop Grammen
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solved by a purely speculative approach based on experience, intuition, and imagination. On the other hand, an inductive analytic approach based solely on a detailed study of the problem is also insufficient. A more effective approach involves including elements of the two approaches in a scientific process based on a combination of experimentation, observation, and explanation. This paper provides an implementation framework of this more effective approach which can be applied to a variety of complex environmental and land-use planning problems. This example uses a Spatial Decision Support System (SDSS)1 which integrates optimization models, Geographic Information Systems (GIS), and the knowledge and expertise of the planner-analyst. The planner-analyst also incorporates the community’s wants and values into the planning process. The framework integrates the existing and recently developed ideas and theories into the SDSS and a related planning process. The goal of this Spatial Decision Support System (SDSS) is a more sensitive approach to land use planning which considers environmental and other important issues. The SDSS also strives to make use of technological advances to overcome some of the traditional problems and important non-quantifiable considerations in land use planning. The potential of the Spatial Decision Support System will also be investigated by applying it to a real-world situation. The land use study presented can be used as a prototype by professional planners involved in a variety of related spatial problems, such as regional planning, location analysis, environmental planning, and landscape-design problems of macro and micro scale.
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Background Early in the 20th century the impact of human activity on the environment became an issue with physical scientists. With U.S. cities expanding rapidly beyond traditional urban centers, concern surfaced about the urbanization of the rural landscape. In 1970, popular support for improving environmental quality and mitigating future land impacts led to the enactment of the National Environmental Protection Act (NEPA). In more recent years, local and regional efforts have begun to recognize the effect of land use on the quality of the environment, and improved land use has resulted in a reduction of environmental hazards and land-use conflicts. Efforts in the United States and Europe started basing land-use decisions on land resources. Ian McHarg (1969) based a comprehensive plan for the development of an entire region on environmental and land resource characteristics. McHarg also used land suitability analysis by applying overlaying map techniques. McHarg (1969) used the traditional suitability analysis both for analysis of a highway location and also for land use planning for Staten Island which popularized the technique. With the advent of the computer and ever abundant digital data the analysis technique has evolved and has been integrated as one of the major component of GIS (for overview of the land use suitability analysis technology and projects see Collins et al., 2001). However, according to Jiang et al. (2000), “it is widely recognized that GIS still needs integration of new analysis and modeling methods if it is to achieve its potential as a general-allpurpose tool for environmental and urban planning” (in this point see also Goodchiled, 2000). Integrating GIS and suitability analysis with other land use related emerging fields such as agent based modeling and landcover change is a newer development first discussed by Gimblett (2002) and Westervelt (2002). (Also see Brown
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et al., forthcoming.) Similarly, land use change and land use dynamics is a more recent interest and have captured attention of several researchers including Veldkemp and Verburg (2004) and Verburg and Veldkemp (2005). Currently, the allocation of land resources for human uses is seen as critical to ecological stability and energy conservation. The question today is: Can spatial arrangements of land use be found that yield significant improvements in energy consumption, ecological stability, or agricultural production? This question can be answered only by comparing existing patterns to the best known patterns. As a step toward determining optimal land-use patterns, Anjomani (1984 and 1992) suggested applying optimization models in the suitability analysis stage of the land-use planning process, instead of the traditional overlaying map technique or its new variants as one of the major functions of the GIS packages. He argued that because traditional suitability analysis and related GIS applications do not consider demand, the results are not useful. To achieve results that consider demand, he suggested applying an optimization model as a relatively simple or more sophisticated optimization models. These models are special type of linear or quadratic programming models (Mirchandani and Francis, 1990). Replacing the overlay technique in suitability analysis with these type of models is important for several reasons, some of which will be discussed in this paper. At this point, however, the significance of this replacement in relation to GIS should be discussed. GIS is becoming an indispensable part of any spatial analysis because of its important attributes and capabilities. Given the technological advancements of the past two decades, especially in regards to information and computer technology, it is only natural that GIS will also become an indispensable part of planning activities. GIS’s spatial analysis functions, such as overlays, buffers, measures
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of contiguity, and the like, along with the facilitation of data manipulation, analysis, and display and was demonstrated by Albers (1991), Miller et al. (1998) and others make GIS a necessary tool for every land use/ environmental analysis. GIS has also been a very useful tool in applying suitability analysis. The combination of this feature with the functions and facilities mentioned above makes GIS a unique tool for land-use/environmental planning. All the features offered by GIS are needed in different stages of the land-use/environmental planning process such as the one used in the proto-type example in this paper, however, our discussions are concentrated more around the suitability analysis aspects of GIS. The suggestion to replace the overlay technique with the optimization model in suitability analysis is not intended to undermine the use of GIS for land-use/ environmental planning. What is needed, however, is a consensus on the best technique for suitability analysis. The technique can then be included in planning related GIS packages. Indeed, similar developments in facility location analysis have already resulted in the inclusion of similar optimization models in some of the GIS packages such as ARC/INFO, (Environmental Systems Research Institute [ESRI], Redlands, California, USA). This article will attempt to briefly demonstrate the superiority of the proposed optimization model. Recent advances in computer technology have greatly improved methods and models and their potential applications in planning. Two examples of this methodology are optimization models (Mirchandani and Francis, 1990) and (GIS) (Tomlin, 1990, Huxhold, 1991). Both approaches have characteristics that make them useful for a variety of applications. Harris (1988) encouraged the use of GIS in conjunction with analytic models, and Harris and Batty (1993) suggested linking GIS to models used in the planning process.
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Anjomani and Saberi (1992) proposed a Spatial Decision Support System (SDSS, see Dansham, 1991 and Greenman and Stillwell, 2002). As illustrated in Figure 1, aside from the data collection stage and assessment of land and environmental factors, this SDSS has four major components: 1) data manipulation, 2) an optimization phase to replace the overlaying technique of suitability analysis, 3) visualization, graphic analysis, and mapping (Ducrot et al., 2004), and 4) interaction with SDSS by the planner/analyst to manipulate and improve the results. An optimization model was used in the optimization phase, and GIS was used for visualization, planning analysis, and data manipulation. This paper will examine and evaluate the applicability of this process and the SDSS in solving the problems of allocating land uses and preserving environmentally sensitive areas. The SDSS will be applied to a lakeside suburban area in the Dallas-Fort Worth metropolitan and will provide details of how such a process can be applied in a real setting. Before describing the example, however, a summary review of the theoretical framework and the model will be discussed.
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Figure 1 Theoretical Framework Suitability Analysis is the traditional method for determining land use allocation, and is a major stage in the Chapin and Kaiser (1979) seven-stage and Kaiser et al. (1995) five-step land-use planning process. The main purpose of suitability analysis is to find the most suitable land area for each land use under consideration. The results of suitability analysis «are used as input to the land-use design process and they help suggest more optimal spatial allocation of future urban activities and open space» (Chapin and Kaiser, 1979, p. 291). The overlaying map technique has been the traditional method for suitability analysis. Hopkins (1977) provided a useful overview of suitability analysis, and some of the variants are provided by GIS software. Anjomani (1984) argued that the overlaying map technique only deals with the supply-side (i.e., which land is good for what use) without considering the demand-side (i.e., how much of each use is needed). As a result, the analysis normally
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shows oversupply of some uses and undersupply, or even lack of, other uses. This leads planners to select an area for a use in a less optimal location, or to not select a use in a more optimal location. Our previous studies concluded that the results of conventional suitability analysis can be misleading.2 Anjomani also argued that the overlaying map technique minimizes the negative effects for individual parcels, rather than for the whole area under study; and therefore, the results are not globally optimal. To overcome this problem he suggested use of an optimization model. In particular, he suggested an optimization model that considers the demand for land uses and maximizes the total net effects (or minimizes the total negative effects), 3 as opposed to maximizing or minimizing the effect of each individual parcel as was commonly done in deriving composite effects in traditional overlay techniques. Furthermore, the total cost figure of the optimization model provides a measure that can guide the planner in selecting alternatives or evaluating suggested changes at the later stages in the development process, based on observed cost increases or decreases. Our previous studies discussed the need for a method of measuring the effect that proposed changes in zoning would have on the outcome for the areas as a whole and the need for a more precise land-use plan. Also, it was asserted that land-use planning «is a special process that a planner/analyst goes through using his/her tools, intuition, and knowledge;» and therefore, deriving oneshot results from any particular tool or model for landuse/environmental planning is unrealistic. Furthermore, since different tools require different ways of doing things, today’s computerized methods necessitate modification of the process itself. As such, a main part of the SDSS is a planning process which employs the suggested optimization model as a tool in different planning stages
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which is used repeatedly and iteratively inside this process; therefore, the results from the optimization model are not final by themselves and gradually improve through the application of the process. The process for use of the model in large-scale planning has been suggested in previous related studies as summarized below:2 Stage 1: Data manipulation and preparation of final ratings. Application of the optimization model to derive the first optimum solution. Stage 2: Preparation of a general thoroughfare plan. Stage 3: Overcoming the problems in the first optimal solution by considering the thoroughfare plan, design and community’s input. Stage 4: Checking the plan with respect to the problems discussed above. Stage 5: Overcoming the problems by design inputs and by incorporating the intuition and expert knowledge of the planner. Stage 6: Manipulating the data based on improvements (removal of the related data for cells that do not need improvements) and running the optimization model again. Stage 7: Repeating Stages 3 through 6 until the results become satisfactory. Stage 8: Further refining the results and applying the process to major sub-regions and different jurisdictions of the study area.
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This process will fine-tune the plan to the needs of different localities so that it realistically reflects the situation. More details about this process will be presented in the application example. If the suitability of an area for a particular use is assumed to be a linear function of several factors, such as soil condition, slope, accessibility, etc., then the development suitability of location i for land use j, Sij, can be represented as:
Sij = b1 F1ij + b2 F2ij + b3 F3ij + .... + bk Fkij or Sij = 3 k bk Fkij
(1) (2)
where F’s are ratings of each factor according to the degree of its effects, positive or negative, on each of the selected land uses, j; and b’s are coefficients, measuring importance (weight) of the k selected factors, F’s, in determining suitability of location i for land use j. Multicriteria evaluation techniques (Saaty 1980, Voogd, 1983, Massam, 1988 and 1992 and Malczewski, 1999) can be used to determine the importance weights (b). Anjomani (1984) suggested use of the Delphi technique (Lindstrom and Turoff, 1977) to derive the coefficients. This technique is used in the application described in this paper. When these coefficients are derived, data are collected for factors and encoded for each zone of the study area and each land use and their ratings are prepared accordingly. Suitability scores for each land use, Sij’s, can then be calculated by multiplying coefficients and the related factor rating scores. They are then summed up as shown in equations 1 and 2. Since the suitability scores for each land use, Sij’s, are, in a sense, representing overal negative or positive effects of the factors on land uses. In deriving the composite suitability of all land uses,
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therefore, the goal of the overlaying map technique can be achieved by selecting the land use with the smallest cost score (or, the highest net benefit score) for each cell. Anjomani (1984) criticized this technique, and, suggested using an optimization model which uses Sij to derive suitabilities with global optimization and demand consideration. (For further information on optimization models see Mirchandani and Francis, 1990, and on linear programming see Killen, 1983).
Optimization and the model Optimization models have been used in previous landuse studies by several researchers (for review of these works see Van Ittersum et al. (1998) and Briassoulis (2002). Herbert and Stevens (1960) formulated a residential model which placed households in different socioeconomic groups based on their choice of housing type. The location of each housing type was based on maximizing the difference between the housing budget and the cost of housing. This resulted in the allocation of households in an optimal configuration. In 1965, Schlager formulated one of the first applied mathematical programming models as a land-use plan-design model. His model minimized the cost of land development in the study area while meeting the development demands and other constraints. Barber (1976) formulated a landuse plan-design model as a multi-criterion problem and used the same village that Schlager used as a case study to illustrate the application of the model in twenty four zones. Brotchie et. al (1973) proposed a model that determined least-cost allocation of activities to zones. Gordon and McReynolds (1974) formulated a model of optimal urban form which used an optimization model and applied it to the Los Angeles metropolitan area which was divided to 30 study zones. Churieco (1993)
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attempted to integrate linear programming and GIS for land use modeling purposes. Even though these studies were land-use related, none of them were used for suitability analysis, and only a few used similar models. Furthermore, most used a much smaller number of zones (usually below 50), and the zones were much larger in size with a combination of different land uses. The variants of optimization models which can be used for the purpose at hand normally selects land parcels with a minimum resource loss (or maximum net effects) for the proposed activities. In simplified terms, the cells with the least resource (or dollar) losses were selected first. Additional sites were selected sequentially with higher and higher losses until all the cells were filled with the specified activities. Similarly, the variant of the optimization model presented in this paper selects the cells with the least resource losses so that the proposed development area (33,027 cells) is filled with the seven land uses to a pre-specified limit based on the demand for particular land uses. Let Xij stand for the allocation of land use j to cell i where i = 1,...., 33,027, in our application example explained below, and j is the selected land use category according to the demand in the application example. If land use j, allocated to cell i, Xij will take the value of 1; otherwise, Xij will take the value of 0, which indicates land use i is not allocated to cell j. As such, Xij is the solution matrix for the land use problem as formulated in the optimization model:
Maximize Z = i j Sij Xij Subject to i Xij = Mj for all j’s, j=1, 2,...., 7 j Xij = 1 for all i’s, i=1, 2,...., 33,027 Xij = 0 or 1 for all j’s
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(3) (4) (5) (6)
Z is the total net benefit for the area as a whole. M represents the demand for each use, as explained in the next section, for the seven land uses of low, mediumlow, and medium-high density residential; low and high intensity commercial; light industrial; and open space; respectively. The set of constraints (equations 4 to 6) is needed to constrain land use to only one land use allowed to be allocated to a cell. The objective function to be optimized is a function of suitability indices Sij whose values record the suitability of assigning use i to cell j as discussed before. It is important to note that the net benefit (cost) indicator from the model output, Z, will determine the total benefits or net effects (cost or negative effects) of the final solution in relative terms. In addition, it also provides a helpful device for comparing alternatives, since an alternative with a “less cost” indicator is normally preferred to one with a “more cost” indicator.
Application example As previously mentioned, the process of land use allocation is determined by the interaction between the model and the planner-analyst. The allocation model seeks to minimize the overall costs of development (or to maximize the net positive effects), whereas the planneranalyst seeks to improve the relationships between activities and bring intuitive considerations, community values and desires, and other important aspects into the plan. This interactive process leads to the creation of a discrete number of alternatives for land-use allocation. In one stage of the interaction process the planner traces the street network for each of the alternatives. Proposed roads are most commonly the subject of this combined land-use thoroughfare analysis. At this stage the planner selects the least-cost or least-environmentally-
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impacted corridors between points. Costly parcels are set aside, and favored areas are selected and entered into the computer to form the basis for progressive interactive searches. The study area described in this paper surrounds the newly developed Joe Pool reservoir lake in the DallasFort Worth metropolitan area. The study area encompasses six city jurisdictions and covers approximately 87,400 acres. For the purpose of this analysis, the study area is divided into 33,027 individual grid cells. This total number of cells is also reflected in equation 5 of the optimization model. The first phase in applying the Spatial Decision Support System (SDSS) to the lakeside setting involves data collection and manipulation based on Anjomani (1984) and Turner II et al. (1995). Six environmental land features—soil strength, soil stability, flooding and drainage, visual resources, slope and tree coverage; and four man-made land features—proximity to major sanitary sewer lines, access to major highways, proximity to water lines, and compatibility of adjacent existing land use were selected as major factors affecting land development. These factors were then inventoried within each of the cells of the study area and encoded for each cell. When these were completed for all cells, it was necessary to rate each land feature according to its effects for each of the selected land uses. The selected land uses were low density, medium-low density, and medium-high density residential, low intensity and high intensity commercial, light industrial, open space, and road location.4 However, road location was used only for preparing the thoroughfare plan and road locations. Land features (factors) and land uses used in the study are shown in Table 1.
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Table 1: Land features (factors) and land uses used in the study
Demand for each of these land uses was derived from an average land-use mix of more than twenty cities in the metropolitan area. An adjustment was made to the average land use mix to take into account the large amount of recreational and open space necessary to accommodate a lake such as the one in this study. Table 1 also shows the land-use percentages that were determined. The land-use percentages multiplied by the total number of cells constitutes the demand figures for each land use, M, in equation 4 of the optimization model. The importance weight for factors (the b coefficients in equations 1and 2) are need to be determined at this stage. Banai (1993) and Wu (1998) use analytic hierarchy process. In this application, as mentioned earlier, the weights for factors were obtained using the Delphi technique. (Lindstone and Turoff, 1977). This technique was used to determine the importance weights of each factor for each land use. A group of knowledgeable persons not involved in the plan development were selected as experts and surveyed to determine the relative importance of the factors. The purpose of the repeated rounds of Delphi surveys was to reach a consensus among the experts in weighting the factors. During the course of these surveys, the experts had the opportunity to compare their responses with those of other experts and to make changes accordingly or to offer a rationale for their
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choices. Because in the Delphi technique the anonymity of the experts is maintained, the experts are able to make their responses without any undue pressure. The experts selected for this study represented a variety of backgrounds related to the planning and development fields (planners, developers, architects, landscape architects and engineers). This allowed for a variety of viewpoints and considerations beyond the technical aspects. The survey instrument consisted of background information and a description of the project, the land uses to be considered, the factors to be weighted and the weighting system. Numeric weights consisted of discrete values ranging from 0 to 10 with 10 meaning very high importance and 0 no importance. In applying the process, three sounds of survey were conducted with each of the Delphi group members to reach the consensus. The given weight of a land feature was then multiplied by the numerical ratings of the land features that provided the Sij matrix. At this stage the optimization model was applied to this data set, Sij, resulting in the first optimal solution for the area of study4. The results are depicted in map form in Figure 25.
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Figure 2 As Figure 2 shows, the first round of results shows what the “final composite map” of the suitability analysis (overlaying map technique) should have provided: the most suitable location for each of the seven land use categories.
Evaluation of the First Optimal Solution After the first application of the optimization model, the optimal solution is based solely on land and environmental resources, such as soil, slope, vegetation, etc., and the
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existing man-made features in the area, such as street access and proximity to sewer lines and water pipes. Five categories of problem with the plan at this stage of development have been identified in previous related studies. First, the interactions between zones are not considered and secondly, they do not take the thoroughfare plan into consideration. These problems are inherent in the optimization procedure itself (or even in conventional suitability analysis). For the first problem the adjacency and external effects have not been considered, and for the second problem, the trip type interaction effects related to the thoroughfare plan have not been considered.6 The third problem with the optimization model was that the selected locations were either too dispersed or too concentrated for the specified activities. The fourth problem involved those planning and design considerations that require the planners’ intuition and design knowledge. Lastly, as Harris (1989) asserted, most large planning problems cannot be solved optimally with computers alone. The last three problems are related to the degree of concentration or spread of activities in the domain of subjective planning-design. In order to overcome many of these problems, intervention by the planner-analyst is necessary. This intervention becomes possible through application of the planning process laid out earlier in the Theoretical Framework section.
Applying the process It is important to point out that the conceptual planning and design process begins at the Stage 2 of the process and goes hand-in-hand with the subsequent stages. The conceptual planning and design process starts by identifying the most important planning elements and then deciding their approximate locations. Simulta-
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neously, the thoroughfare plan and plan for other infrastructures are developed. The process is then extended by stepping down gradually to less important elements.
Thoroughfare Plan and Important Land Use Elements In Stage 2 the planner-analyst develops a rough thoroughfare plan for the whole region. The planner starts with a preliminary consideration of land use and transportation. This stage of the work began by considering the overall location of more important land use elements. The elements are such things as major and minor activity centers including high intensity commercial activities, and in this particular example, location of open space around the lake for environmental considerations as well as accommodation of recreational activities. These also would be the best factors for providing guidelines for preparation of the thoroughfare plan. The location of major land use elements, such as centers and open spaces, are identified using a ‘bubble’ diagram or a marked area map and a technique discussed below. GIS features, like buffer zones and the analysis of scenarios, can be helpful in this step, however, the planners’ intuition, design principles and community’s wishes are the driving forces behind both selection of overall location of important land use elements and the thoroughfare plan.
Technique to Help in the Selection Process The selection process can be facilitated by informed decision making, based on the behavior of the model. Several runs can be performed in which demands for the land-use type under consideration are changed, one
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at a time in small increments, to see how the model selects the incrementally selected preferred locations (second best, third best, etc.). For example, knowing that the maximum demand for open space in this area is 7,752 cells (26.5%), the demand is increased incrementally from 20, to 30, to 40, to ... percent to discover the direction in which the incrementally added open space development would go. By repeating this procedure several times, it readily becomes apparent how the model will behave in each circumstance. Figure 3 shows application of such a procedure for open space. Figure 4 shows the result of this procedure for the peninsula, as a focus area of study. The best combination of commercials, and light industrial activity pattern and other related land uses for this area which was selected for this purpose in the previous stages also can be seen in Figure 4.
FIGURE 3: Results of Improvement Technique for Open Space
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FIGURE 4: Results of Improvement Technique for Peninsula After completing the above procedure, the analyst has a better idea of how the model responds to changes and he/she can begin involving issues that have not been considered by the model (i.e., interactions between zones, socio-economic factors, and political considerations). Those sites with the potential of becoming regional centers, preservation areas, open spaces, etc., will become apparent, and, after several runs and the consideration of the thoroughfare and infrastructure plans, the best arrangement for allocation of activities (land uses) can be selected. In the sample study area, the process helped to identify major nodes (Figure 4) as was discussed earlier. The lower part of the peninsula was identified as the major business district. The southeast part of the sector and the central part were identified as low- and highcommercial intensity centers. The next step involves putting aside the scores assigned to the cells of those areas that were selected above
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for the specific development, deleting them from the input data set, and running the model to obtain the first generation alternative solutions (Figure 4). By doing this, the cells selected by the analyst are not included in the optimization procedure. Therefore, since their uses have already been assigned, the cost factors (or rates) should not be considered during the next round of applying the optimization process. By fixing some locations and rerunning the model the resulting land-use pattern for the rest of the area will also be affected. In the sample study area the results of the run were compared, and their outcomes indicated that the policy restrictions caused a major difference in the settlement patterns (Figure 5). The result of the solution overall helps to satisfy more goals of the project. Comparing these results, and the changes that process is allowing, with the static result from the traditional overlaying map technique, Figure 6, shows how much these two results differ and the potential that the new process and SDSS provides for improving the land use planning process. Putting all of the findings together, the planner is now able to use the GIS to overlay the proposed transportation map on this basic land-use map. The planner can then begin to adjust the boundaries of the selected sites to generate a preliminary land-use plan.
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FIGURE 5: The Results of Third Round Application
FIGURE 6:
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In the sample study area, it was decided to designate an area around the intersection of two state highways as a regional activity and retail area and also to centralize the scattered commercial activities at a peninsula near a state highway. This latter concept was supported with a bypass extension of a loop next to the site, as it was proposed in the regional transportation plans. This arrangement also improved access to the central part of the study region and ultimately affected the overall planning of the surrounding area. The planners also created a network of major arteries about a mile apart in accordance with the transportation network already developed or planned in the surrounding area. This thoroughfare plan will play a major role in later stages of analysis when the preferred alternatives for activities inside the study region are selected. The selected location of the main commercial development can be seen in Figure 5. After selecting the location of the high intensity commercial area the area is deleted from the database, the demand is adjusted accordingly, and the optimization model is run a second time. Figure 4 also shows the results of the second run of the optimization model because of the deletion of the designated amount of a high intensity commercial area from the data base with resultant adjustment of demand for the rest of the area. The second run of the model will produce a new selection pattern for the calls. This result constitutes the new best selection given the new demand specifications. These changes are observable in the new results in Figure 4.
Continuing Interaction and Locating Other Important Elements As stated earlier, the main goal of the Interactive ModelPlanner approach is to introduce new information into a plan based on the planner’s and the community’s
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objectives. Planners and community objectives involve issues such as the preserving of certain resources, the locating of development on remaining lands based on least cost, the concentrating of certain land uses in certain areas, or the achievement of a meaningful overall distribution of land uses. In the sample study area, important resource protection policies were considered, including the preservation of specific environmentally sensitive areas adjacent to the lake, the allocation of subcenters, the designation of critical intersections and lands adjacent to major highways and the preservation of sites for industrial development. In order to do this, these areas were deleted from the active data set, and after adjusting the demand factors, the model was run for the next set of optimum results. This process emphasizes the interaction between the optimization model and the planner. Using this process along with GIS and its special features, a best solution to the land-use problem is sought. The interaction process breaks with the traditional static approach of urban spatial structure models which assume “all of the relevant information is initially known to the planner and there is no need for additional information to enter to the system throughout the procedure” (Berechman, 1974, p. 249). At the conclusion of the process a discrete number of alternatives are generated that are concerned with more sensitive issues such as aesthetics, socio-economic-political considerations, and transportation issues. Putting all of the findings together, the planneranalyst can use GIS to overlay the proposed transportation map on this basic land-use map. The planner-analyst can then begin to adjust the boundaries of the selected sites to generate preliminary land-use plan. This is important to note that every time the model is run, aside from the results which were discussed; it also produces the total net benefit measure, Z in equation 3, which can be compared to previous measures to see the overall
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effects of the changes made. This measure, then, in a sense, provide an index which helps in deciding changes and understanding the tradeoffs involved. The above procedure should be repeated several times, giving planners the opportunity to use their intuition about locational decisions in fixing the use, deleting the cost factors from the main data set, running the model, and evaluating the locations suggested by the model. This will ensure that the land use and thoroughfare plans will be considered simultaneously. The chart below shows the summary of procedures: Summary of the procedures The analyst in the regional base interaction with the preliminary land-use solution:
1. Determine model behavior by increasing or decreasing activities one at a time, and observing the results using GIS. 2. Fix the preferred locations for major and minor CBD developments, based on the planner’s professional judgment and intuition. The planner used basic planning principles and considered community and regional needs and preferences in making these decisions. 3. Delete the cost factors related to the selected sites from the main data set. 4. Run the model to find the optimal solution for the region based on the changes made in the previous steps. The first optimal solution was based on information collected by the study group and was determined without any interaction. 5. Transfer the computer output in the form of a landuse map using GIS and make further adjustments to the boundaries of the land use areas.
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To further refine the derived plan, a similar process should be applied to important subregions and varying jurisdictions within the study area.
Discussion By applying the SDSS to the study area, a plan was developed which avoids hazardous areas and loss of land resources, determines the most suitable sites for new development based on the considerations of the social, economic, and environmental values. This is made possible with the use of the optimization model. The model shows the optimum solution in every interaction and in every stage of the process. This allows deliberate intervention by the planner-analyst who also brings the community’s values into the process. The process employs the optimization model as a tool for continuous use, as opposed to a conventional one-shot approach, and in this way overcomes some of the problems associated with these models (see for example Harris, 1989). This, along with the inclusion of the planneranalyst’s intuition helps in deriving more meaningful results. Different land-use solutions can be examined for a given area and the best combination of uses can be selected. The human factor is preserved by providing a way for the planner-analyst to interact in the process. He/she can control the demand and improve the results step by step. This is important since the common belief today is that science and technology-based planning models cannot replace human value judgments. While a computer model can provide estimates on such things as resource and flood potential or ecological compatibility, trade-off decisions should be subjectively evaluated by the planner-analyst. This can be given analytical support by alternative generating techniques (Brill et. al, 1982
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and Chang et. al, 1982). The planner can base a decision on existing and future socio-economic conditions and a community’s objectives and desires, using compatibility, access, environmental, and other tangible and intangible factors. This type of land modeling allows analysts to test many alternative scenarios and examine the sensitivity of the SDSS process to small and large changes in different criteria (i.e., natural features of the land: slope, soil characteristics, etc.). Policy analysis can be greatly aided by the ability to choose the least objectionable areas for specific types of development. This benefit to policy analysis has become possible partly through the total benefit (or total cost) figure being produced by the process in every step or for every alternative which, as a policy index, allows in a sense the planner or decision maker to ascertain the consequence of any policy or land use changes. General land-use patterns, new developments, transportation facilities, recreational facilities, and the overall potential of surrounding areas, as much as possible, are all taken into account in formulating an acceptable plan. The plan is the result of simultaneous planning processes based on both physical-environmental and socioeconomical aspects of the area. Using the SDSS process in the land-use plan-design is helpful to planning authorities who must deal with uncertainty and complexity, with ambiguity.
Conclusion This paper provided a concrete implementation example of ideas and theories in land-use/environmental planning that has been presented in the literature for several decades, as well as more recent ideas and modifications. The process discussed in this paper attempts to provide
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a comprehensive approach to environmental and landuse planning on a large scale. This process aids decision makers in overcoming the negative effects, costs, and uncertainties in the planning process for relatively large areas. This is accomplished by providing pertinent information on specific locational decisions for a variety of applications partly through the overall measure provided by the model which guides planners and decision makers in evaluating changes and selecting alternatives. The four major components of this approach are: 1) the assessment of land resources, 2) the optimization model that derives the land-use plan, 3) visualization and plan manipulation using GIS, and 4) the interaction between the planner and the computer model. In this last step the planner changes the solution suggested by the computer based on his or her understanding of reality. The spatial pattern of the most efficient sites which would generate the most environmentally beneficial and cost effective development can be determined, or, in broader terms, the development with the highest net benefit to the society can be created. The computer-aided Spatial Decision Support System presented in this study demonstrates savings in overall cost and negative effects which can be achieved by taking a more sensitive approach to the environment and resources through use of the optimization model. The model’s overall net benefit measure serves as an index in the planning process, that allowing planners or decision makers to know the relative savings cost magnitude as a result of planning decisions. More importantly, this paper shows how this approach can be a tool for planners and decision makers in examining the multitude of land development or spatial planning options which exist. The planner can objectively analyze the options and determine the ones which best resolve conflicts or make the most of available opportunities. The options which avoid heavy environmental costs can also be identified.
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These approaches help decision makers, planners, and private citizens in the following ways:
1. Use environmental land-use planning as a learning tool providing opportunity for monitoring cost and negative effects of land-use change. 2. Rapidly generate alternative plans expressing a variety of community objectives and showing desirable and undesirable aspects. 3. Help make the planning process more logical by providing accurate and objective land-use comments to the general public in a comprehensive fashion This process helps in the understanding of environmental hazards and degradation, a region’s land resources, and development opportunities. This information can be combined with other relevant information to make informed and intelligent planning decisions which not only respect short-term economic concerns, but also long-term environmental conservation and community goals as well. Further research needs to be directed toward a better understanding of related problems and in identifying and evaluating any possible problems in the steps of the application process. Also, further research is needed in the application of the SDSS in related areas, and it is important to further explore any other potential uses of the process. In addition, research into the implications of using SDSS in areas with multiple economic regions and multiple political jurisdictions is needed.
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Acknowledgments The authors would like to thank Professor Jeff Kenington of the Operational Research Department, Southern Methodist University, for providing the NETFLOW program used for the model and for his support and help in modifying the program for use in the optimization portion of this paper. Thanks goes also to Professor Joseph Sarkis of the Graduate School of Management, Clark University, for his continuous support and help in formulation of the optimization models. This application originally started as a laboratory course in the City and Regional Planning Program, School of Urban and Public Affairs, The University of Texas at Arlington. The authors would like to thank the students for their part in carrying out the research and for their innovative way of handling problems.
Footnotes 1. Harris and Batty, 1993, based on Harris, 1991, suggested that four interrelated approaches to the spatial world determine the Spatial Decision Support System: computation, social and functional planning, planning theory and spatial representation. 2. Some of the ideas discussed in this paper have been presented in more details in Anjomani (1992). This includes these steps and the overall process as well as problems with suitability analysis. 3. When the net effects are negative but treated as positive numbers (absolute values), the problem becomes a minimization problem. 4. For more information and details on data collection and manipulation see Anjomani (1984). 5. Anjomani (1984) provides explanation for all these steps along with numerical and graphical examples including the Sij matrix and the solution matrix and comparison of results to the results of the overlaying map technique. 6. Other variants of the optimization models, such as quadratic optimization or multi-objective programming, can handle the adjacency and transportation problem. However, other problems and limitations may be encountered, such as the number of land areas (zones) which can be handled.
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Authors information Ardeshir
[email protected] The University of Texas at Arlinton Ali Saberi Email Oracle Corporation Naveed Shad Email Northrop Grammen
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COMPLEXITY
THEORY METAPHORS AND URBAN PLANNING Michael A. McAdams*
Abstract: rban areas are a composed of multiple activities such as people working in offices, going shopping, purchasing services, interacting with friends and family, eating at restaurants, purchasing and constructing structures (homes, banks, factories etc.). In this environment, governmental and non-governmental bodies , particularly multinational corporations, at all scales (local, regional, national, global) are influencing the direction and composition of these multiple interactions. This is set in the backdrop of the physical environment with its opportunities and constraints such as water use, energy, wildlife, recreation etc. Such a description could only be termed as complex. Within the last few decades, urbanists and others have noted the inadequacy of using scientific methods to study and plan in this environment. The advent of complexity theory and its metaphors as a vehicle to understand and plan urban areas is opening up new avenues of thoughts. This essay will introduce complexity theory and its associated metaphors, discuss their relationship in
U
* Assistant Professor, Geography Department- Fatih University, Istanbul, Turkey. Before entering academia, McAdams was urban planner in Illinois, Wisconsin, South Carolina and North Carolina in the United States. He received his Master’s Degree from the University of North Carolina at Charlotte and his Ph.D. from the University of Wisconsýn-Milwaukee. For the last 10 years, he has been a co-editor of the online journal Urbana: Urban Affairs and Public Policy with Jesús Treviño-Cantú. Email:
[email protected] Webpage: http://www.fatih.edu.tr/~mcadams/
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analyzing urban areas and present suggestions of how urban planning might be revised.
Introduction The urban environment is collection of an incredible variety of interrelated elements both human and physical. It is composed of individuals who have different backgrounds, ages, occupations, lifestyles, and incomes. Each person is interacting daily with family, fellow employees, government officials and others in urban settings. They occupy different housing types, shop in different locations and go to work in industries or services. Within this environment are governmental and non-governmental groups that influence and interact with individuals. Persons and goods are not static, but by necessity must be transported by a variety of conveniences (automobile, truck, bus, light rail, bicycle, by foot, motorcycle etc.) in multiple directions both internal external from their homes. Other commercial and industrial entities operate within the urban environment and globally; encompassed by the physical environment for resources (water, food, materials etc.). The built environment of cities being connected to these dynamic setting are likewise constantly in flux. How could one describe this milieu as anything but complex? To state that urban environments are complex is not a new insight. It is blatantly apparent for even the casual observer. There is no need for urban geographers and planners to present this to those outside of the field as some new discovery. Urbanists (urban geographers, urban sociologists, urban planners etc.) have created a diverse and rich literature in their attempt to understand the intricate and integrated elements of urban environments. As a subfield of urban planning, urban planning theory has sought to understand the
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underpinning elements related to the practice of urban planning. However, urban planning theory has been accused of irrelevancy at it has dealt with subjects, which did not have a direct or indirect effect on the practice of urban planning (Archibugi, 2004). The actual practice of urban planning is developed from a mix of different philosophies and methodologies mostly drawn from logical positivism/rationalism and espousing comprehensive, structured and esoteric planning philosophies, which have their roots in the early 20th Century. It is clear to discern, that there is incongruence between the actual urban ‘reality’ which is complex and non-linear and the application of linear rationalist planning methods (long range plans, Euclidean zoning etc.) to ‘solve’ urban problems. In browsing a standard textbook that is being used to instruct planners, Urban Land Use Planning (Berke et al. 2006) which is a derivative/ continuation of the standard text by Chapin of the same title, the methods are essentially a revision of past methodologies based on the rational-comprehensive approach to urban planning which is connected to modernist scientific thought. There are additions related to sustainability, but the changing nature of urban planning (which includes the addition of complexity theory and methodology, citizen participation methods and glottalization issues) are not addressed. Edward Kaiser (1995) implies that the opponents and critics of the present practice of urban planners are mistaken. He points out that the numbers of planning organizations and the inclusion of planning into many aspects of governing cities and regions constitute the success of urban planning. (It should be noted that Kaiser is one of the main authors in Urban Land Use Planning and it previous version. This book is considered one of the main texts for educating urban planners and has been used by this author and others in planning schools as an introductory text for urban planning.) In one sense,
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Kaiser’s article does indicate that urban planning has been successfully incorporated into the governing process in the United States, but fails to indicate how effective urban planning has been effective in being a catalyst for changing urban environments. Quietly and steadily developing and in contrast to modern science based on logical positivism is research and methodologies associated with complexity theory. Complexity theory has a history stretching back almost 50 years (Gleick 1987). However, its use in the analysis of urban areas has only within the last 15 years (i.e., fractal analysis, cellular automata). For many including this author, the book that introduced complexity to the study of urban areas, was Fractal Cities by Michael Batty and Paul Longley (Batty and Longley, 1995). It made planning theories, forecasts, and traditional methods of analysis seem mundane and antiquated. It opened up the discipline of urban geography to the discipline of complex theory and complex system including fractals, chaos, neural networks, agent-based modeling, cellular automata, and fuzzy logic. Batty (2005) has subsequently written another book concerning agent- based modeling, fractal and complexity. While Batty’s books concentrates on methodology, others are applying the philosophy of complexity theory to planning. Patsy Healy (2006) has just recently published another seminal book, which takes the application of complexity theory to the practice of urban planning. Healy and Batty have started a movement that is building momentum in urban planning literature. Complexity theory and applications to urban settings are developing a substantial literature from the technical focusing on use of cellular automata, fractal analysis and agent based modeling, neural networks, and urban growth, There is also a growing literature related to urban planning methods and theory related to complexity theory.
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In this transitory stage in scientific thought where there are multiple threads on complexity theory (including complex systems), there needs to a medium to understand the overall concept of complexity theory. It would appear that there is an emerging ‘language’, which can be applied both to complexity theory as applied to mathematics and in the social sciences. This ‘language’ is appearing in the form of metaphors. These metaphors are allowing for the development of a new ‘cosmology’ which is proving to be robust to confront a myriad of situations, which were unaddressable or inadequately addressed by modernist science. The body of complex theory metaphors can subsequently be applied to urban planning. The following sections concern definitions of complexity and chaos, meaning of metaphors in science, complexity metaphors, the application of complexity metaphors to urban planning and implications for the practice of urban planning. The author intends this essay to be a vehicle to outline a framework for further research and to provoke constructive debate.
Complexity/Chaos Definitions The definitions of complexity and chaos are numerous. Here are some samples, to give a reader unfamiliar with complexity and chaos theories some basis of understanding of these concepts for those who may not be familiar with this area. It would seem that chaos theory and complexity theory are separate theories. But, after inspection of the both it would seem that chaos theory is a subset of complexity theory. A dictionary definition of the word “complex” is: “consisting of interconnected or interwoven parts.”Why is the nature of a complex system inherently related to its parts? Simple systems are also formed out of parts.
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To explain the difference between simple and complex systems, the terms “interconnected” or “interwoven” are somehow essential. Qualitatively, to understand the behavior of a complex system we must understand not only the behavior of the parts but how they act together to form the behavior of the whole. It is because we cannot describe the whole without describing each part, and because each part must be described in relation to other parts, that complex systems are difficult to understand. This is relevant to another definition of “complex”: “not easy to understand or analyze.” (Bar-Yam 2003) (Complexity theory is a …) Set of concepts that attempts to explain complex phenomenon not explainable by traditional (mechanistic) theories. It integrates ideas derived from chaos theory, cognitive psychology, computer science, evolutionary biology, general systems theory, fuzzy logic, information theory, and other related fields to deal with the natural and artificial systems as they are, and not by simplifying them (breaking them down into their constituent parts). It recognizes that complex behavior emerges from a few simple rules, and that all complex systems are networks of many interdependent parts which interact according to those rules. (Business Dictionary 2008)
Complex systems are composed of elements or agents that interact in different ways. Their interactions lead to self-organization and the emergence of new patterns at different levels and timescales. Such systems are also adaptive and dynamic. The elements and agents change over time, but crucially so also do the ways in which they influence each other, their relations among them. Complex systems are open rather than closed; energy and matter can come into the system. The dynamic nature
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of element interactions and openness of a system to the outside lead to non-linearity, which in complex systems theory signifies that the effect is disproportionate to the cause. (Cameron and Larsen-Freeman 2007) There is no generally accepted definition of complexity: different authors have proposed different notions, none of which captures all the intuitive aspects of the concept. Yet, there are a number of features of complex systems that appear again and again in the different attempts to characterize the domain. One that is more or less universally accepted is that complexity must be situated in between order and disorder: complex systems are neither regular and predictable (like the rigid, “frozen” arrangement of molecules in a crystal), nor random and chaotic (like the ever changing movement of molecules in a gas). They exhibit a mixture of both dimensions, being roughly predictable in some aspects, surprising and unpredictable in others. Another fundamental feature is that complex systems consist of many (or at least several) parts that are connected via their interactions. Their components are both distinct and connected, both autonomous and to some degree mutually dependent. Complete dependence would imply order, like in a crystal where the state of one molecule determines the state of all the others. Complete independence would imply disorder, like in a gas where the state of one molecule gives you no information whatsoever about the state of the other molecules. (Heylighen 2008) Chaos, by the general public is considered to be a synonym for randomness and disorder. If this was true then there would little basis for its study by mathematicians, physicists and others. Chaos theory is directly connected with complexity theory, although it would seem to the causal observer that they are separate
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theories. The following definitions are a sample of a large variety and discussions concerning chaos. A name given to recent wide-ranging attempts to uncover the statistical regularity hidden in processes that otherwise appear random, such as turbulence in fluids, weather patterns, predator-prey cycles, the spread of disease, and even the onset of war. Systems described as «chaotic» are extremely susceptible to changes in initial conditions. As a result, small uncertainties in measurement are magnified over time, making chaotic systems predictable in principle but unpredictable in practice. (Public Broadcasting System, 2008) What exactly is chaos? The name “chaos theory” comes from the fact that the systems that the theory describes are apparently disordered, but chaos theory is really about finding the underlying order in apparently random data. (Rae, 2008) The irregular, unpredictable behavior of deterministic, nonlinear dynamical systems (Roderick V. Jension of Yale University) (Gleick, 1987) Complexity and complex systems theory has a broad and growing literature. It is not the intent of the author to give a full discussion of these areas. Nevertheless, from the small sample of definitions of complexity, complex systems and chaos, one can determine that there are certain concepts that are pervasive in all discussions related to complexity. In summary, complexity is nonlinear, adaptive, unpredictable but deterministic, dynamic, disordered but having order, integrative, interactive and self-organizing. Many of the same concepts have been expressed in Taoism, Zen and Quakerism. One can see the threads of a developing cosmology related to these areas. This movement may be a ‘quiet revolution’ that could change science and
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society. However, for the present time, these concepts and philosophies are ‘behind the curtain’ like an understudy in a play, either to be doomed to obscurity or destined to appear in a dramatic and transforming role in the ‘theater’ of ideas. Complexity theory and systems are bound to accompanying and complementary areas of interests would be those such as agent based and cellular automata modeling, fuzzy logic, fractal analysis, neural networks, and artificial intelligence. There is also a link to quantum physics, which reveals an expanding kaleidoscope of concepts into complexity theory. Complexity theory does not discard all the past methods of analysis, but selects parts of them that are deemed appropriate until more compatible methods are developed. For example, chaos theory still uses portions of statistics and other mathematics (i.e., calculus). However, just as logicalpositivism, linear modeling, Fordism, rationalism, and Newtonian physics are connected with modernism, likewise complexity theory is a product of post-modernism (Smith and Higgins 2003). As such, complexity theory represents a philosophical break from the ideas that dominated much have the 19th and 20th Century. While the proponents’ of complexity theory claim that it represents a scientific paradigm shift, the root may more have its basis in a social movement with science backing it up (Smith and Higgins 2003) similar to the modernist movement which also was related to a certain agenda (Toulmin 1992). How does one take these concepts and philosophies to make them ‘digestible’ not only to scientists, but to others outside of these disciplines? One manner is by the creation of metaphors. Metaphors are ‘symbols’ or linguistic representations so that we can simplify very intricate and detailed discussions, mathematics and theories to facilitate their application and further understanding. By using commonly understood linguistic
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terms, scientists and non-scientists can better understand an area of interest.
The Purpose of Metaphors Metaphors are terms that describe phenomena by using common or familiar terms. A set of metaphors can create an atmosphere for the interpretation of processes that were previously being dismissed or poorly addressed through other metaphors associated by a particular school of thought. Ashkenazi (2006) states:
While the material artifacts produced by science and art are markedly different, the creative cognitive process of their construction is closely related. Both cultures share a common metaphorical tongue, which deeply influences human perception and awareness. Both use images and metaphors that reveal the intangible fabric of tangible existence. Such metaphors allow us to see and feel things that are otherwise passed by unseen and unfelt, and thus enrich our experience of the natural world. Through these metaphors, we ultimately become aware of meaning and structure in the intricate complexity of the surrounding world.
Metaphors allow scientists and others to view phenomena in entirely different manner. Ashkenazi (2006) further states: Metaphors play an important role in science, as well. In science, metaphor is a tool of exploration and discovery, providing a way of imposing or discovering structure within novel or unfamiliar situations by relating them to familiar experiences. Metaphors such as “electricity is a
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fluid” or “atoms are hard spheres” are contextual cues that direct the scientist’s attention to look for details associated with fluids or hard spheres. Fluids can be associated with flow and conservation; hard spheres with packing and random motion. Even if these metaphors are ultimately replaced by more elaborate mathematical models, they still guide the thoughts of practicing scientists when they try to make sense of a new experience. Arthur Miller (1996) states that metaphors have had a crucial role in the development of science. He states that scientific theories related to electricity and molecular structure would have been impossible to explain without the use of metaphors. Nevertheless, he also points out that there are varying degrees of what is the meaning of metaphors. Is it a linguistic vehicle to comprehend a ‘reality’ that it truly unknowable or it is one for the better understanding of ‘reality’? Miller (1996) takes the latter approach because to take the former approach is nihilist and fatalistic, dissolving any idea about humans having some role in the shaping of our environment. The application of metaphors, according to Miller, was one means that Bohr (atomic structure) and Einstein (relativity) were able to move beyond mere observations to the creation of theory. Miller (1996) summarizes his thoughts with the following statement: Being tools for scientific exploration, metaphors provide entrée into possible worlds that become actual worlds. Using metaphors that incorporate the causal theory of meaning allows us to discuss the continuous manner in which science progresses
Müler (2005) further states: The theory of conceptual metaphor sees metaphors as a means of understanding something in terms of
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something else by “mapping” one conceptual domain to another. For instance, the concept “greifen” (‘grasp’) may be used to understand or talk about thoughts and the conventional metaphor “begreifen ”reflects consequently a cognitive mapping from the conceptual source domain OBJECT MANIPULATION onto the conceptual target domain of THINKING.
Lakoff ( 1992 ) states: The metaphor is not just a matter of language, but of thought and reason. The language is secondary. The mapping is primary, in that it sanctions the use of source domain language and inference patterns for target domain concepts… If metaphors were merely linguistic expressions, we would expect different linguistic expressions to be different metaphors Metaphor, as a phenomenon, involves both conceptual mappings and individual linguistic expressions. It is important to keep them distinct. Since it is the mappings that are primary and that state the generalizations that are our principal concern, we have reserved the term metaphor for the mappings, rather than for the linguistic expression It is the author’s and others opinions that metaphors are a necessity to conceptualize areas of study so that there eventually is a common language among related scientists. They provide the structure for understanding a multiplicity of ideas. Does reality change because we use metaphors? Actual reality does not change, but perceived reality does. Physical and human processes continue with or without the development of metaphors. However, the understanding of these processes cannot be understood or transformed without the invention of metaphors. Metaphors and archetypes may be a physiological necessity in how humans understand their
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environment in which we inhabit. Models can be seen as metaphors for the description of occurrences. Scientists’ belief in a model can become so entrenched that one begins to believe in the model and its predictive power despite evidence of its faults (Ravetz 2002). Mathematical models supposedly in ‘reductionist’ science base their formulation on data that has been collected ‘randomly’ and ‘objectively’(although in they are neither), analyzes the outcomes and then uses them to conjecture about future situations. These models have been used to justify decisions, although they are extremely flawed. Although complexity theory uses the findings and mathematical symbols from other stages of the development of science, it does not agree fundamentally with the precepts of modernist and reductionist science. In many instances, it is in direct opposition with the basic tenets of the foundations of modernist scientific thought. As complexity theory matures, it has developed standardized metaphors that are used to convey overall concepts.
Complexity Theory Metaphors Complexity theory and complex systems metaphors have their roots in physics (Gleick 1987). Many of these metaphors can be traced back to the works of Mandelbrot, Lorenz, Neumann, Bertalanffy, and Langton (MacGill 2008). From obscure research and somewhat incomprehensible to most outside of physics and mathematics, has sprung a set of terms and concepts that have become prominent in the scientific world and has if only in a minor way made it into popular vocabulary, for example, The Butterfly Effect. Modern media has trivialized the Butterfly Effect and most regard it as a nice, but innocuous concept suitable for amusing conversation. However, it is deceivingly an
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‘über metaphor’ in complexity theory representing the essence of the theory. The Butterfly Effect (Gleick 1997, Weisstein 2008) coined by Lorenz states that if a butterfly flaps its wings in Beijing there would be a change in the weather patterns in New York a month later. In other words, small actions may be the initiator for a string of other actions and may have unpredictable results and at times dramatic ones. The metaphor of the Butterfly Effect in a very simple way embodies many aspects of complexity theory such as initiating agent, environment, non-linearity, unpredictability, interrelationships, and turbulence. The Butterfly Effect encapsulates in one metaphor the essence of both Complexity and Simplicity theories. Simplicity theory that is inherently connected to complexity states that all things are simple—meaning composed of basic elements, which in turn give insight to the complex. A metaphor for simplicity and complexity would be a tree. A tree is simple. It was formed by the simple division of cells and likewise branches. However, this ‘simple’ division has resulted into an organism that is highly complex. The division of the successive division of one element by two is termed in complexity theory, bifurcation. Bifurcation is a prime example of the Butterfly Effect as if exemplifies a process which is very simple in its initiation, but leads to some that is interrelated and intricate.
Lissack (1997) contends that complexity theory has developed its own set of metaphors: Complexity refers to the condition of the universe which is integrated and yet too rich and varied for us to understand in simple mechanistic or linear ways. We can understand many parts of the universe in these ways but the larger and more intricately related phenomena can only be understood by principles and patterns-not in
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detail. Complexity deals with the nature of emergence, innovation, learning and adaptation. This theory contends that once these rules are found it will be possible to make effective predictions and even to effectuate control of the apparent complexity. Complexity theory has its own set of language, its own means of describing things. If one inspects the literature of complexity theory, there are developing sets of metaphors being used. Among some of the most prominent them are the metaphors of agents, chaos, fractals, fitness landscape/ environment and emergent states. Within these major categories are also related metaphors, such as vortex. The following will briefly outline the meaning of of the most prominent metaphors being used in complexity theory. From the author’s experience, many of these metaphors have been connected to cellular automata and agent based modeling as they are the primary modeling tools for those involved with the study of complexity theory.
Agents Agents are objects, which may be animate or inanimate. In terms of living agents, they can be individuals, institutions, private companies, associations etc. All agents have a variety of characteristics in which they operate. In agent-based modeling (ABM), these are often described as ‘rules’. In an agent-based situation, agents are not isolated but interact and perhaps transform themselves. The transformation process in complexity theory is termed self-organization. In complexity theory, agents can be described as ‘molecular’ or ‘networked’ (Murray 2003). The molecular concept of complexity states that are agents are distinct entities, which interact with other agents in perhaps, coordinated but are not associatively linked. A network agent environment conceives as agent having links and association, whether
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they are permanent or transitory. However, it is understood that agents do not continue to gyrate without resolution, but lead to self-organization.
Castle and Crooks (2006) state: Agent-based models are comprised of multiple, interacting agents situated within a model or simulation environment. A relationship between agents is specified, linking agents to other agents and / or other entities within a system. Relationships may be specified in a variety of ways, from simply reactive (i.e., agents only perform actions when triggered to do so by some external stimulus e.g., actions of another agent), to goal-directed (i.e.seeking a particular goal). The behaviour of agents can be scheduled to take place synchronously (i.e.every agent performs actions at each discrete time step), or asynchronously (i.e.agent actions are scheduled by the actions of other agents, and / or with reference to a clock). The root of agent-based modeling is cellular automata. Cellular automata (CA) is the changing of one cell by its interaction with one or several adjacent cells. CA was originally conceived by Von Nueman and Turning (Batty 2005). CA works on a set of rules such that set the initiation of the actions. The results may be exhibit various forms from ordered to chaotic. The rules of CA are the basis for those in determining the characteristics of agents in agent based modeling.
Chaos Chaos is one of the most powerful metaphors of complexity theory. It evokes images of randomness, confusion, destruction, disorganization, catastrophe, mayhem and apocalypse. It is the antithesis of order and
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the logical-positivist/rational view of the world. Chaos theory is nested within the complexity theory. Often it is incorrectly perceived as being separate from complexity theory or on an equal standing. Chaos represents the non-linear dynamics of the interaction of agents. It also means the discovery of order from disorder. The metaphor chaos in complexity theory inherently denotes something that is on going and not static. It could be considered something that is not in order or something is in transition. Chaotic action could be described in a variety of manners. The best example is the creation of fractals, which could be termed deterministic chaos. These changes in complexity theory are referred to as oscillations. It is sometimes referred as ‘the edge of chaos’(Lewin 1999) (Langton 1990) (Green, D. and Newth, D. 2001.) This is effective direction within the context of a multitude of actions. This is opposite of the ‘chaotic edge’ (Green 1994). This where there is turmoil, damage and stress on different parts of an emerging state
Fractals Fractals are is not only a linguistic metaphor, but a visual one for illustrating complexity. Fractals are formed by the division of one element by a set of rules. For example, they are directly linked with the idea that one action iterated can evolve into complex visual elements. In common with cellular automata, fractal formation is governed by the rules. In this sense, they are deterministic, but in another unpredictable based on slight changes in the rules or in the process of formation. The concept of fractal generation and the vocabulary of fractal analysis emanates from works by Mandelbrot (1983). However, the basic concepts of fractal analysis were first introduced by D’Arcy Wentworth Thompson (1992, 1917) in his book On Growth and Form.
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Fractal analysis is also a manner of looking at an object in a non-Euclidean manner regardless of the scale or the individual characteristics of the object. The elements contained in fractals can be points, lines, polygons or pixels. However, one characteristic of fractals is that they are self-similar. For example, one line can divide into two and then those two lines can be divided into four and eight and so forth. Changes in a formula can create designs that ‘almost take on a life of their own’ and can be manipulated to mimic the growth of any entity. Fractal analysis is also linked to spatial metrics—the measurement of the fractals among themselves such as the distance between points or polygons. Fractals can be analyzed in a number of manners. One of the most common is to examine the dimension, lacunarity, and scaling (Falconer, 2003). Dimension refers to the fractal variation. The dimension for a fractal is always between 1 and 2 with 1 being a line and 2 being a plane. Lacunarity refers to the texture of a fractal. A fractal with more gaps has a higher lacunarity. Fractal scaling refers to the iteration of certain patterns measured by changes in the dimensions. ‘Real life’ fractal dimensions have certain meanings when compared with abstract fractal objects. Due to the nature of fractal generation, fractals are self-similar, scale less and determined by the initiating formula or rules.
Environment and Fitness Landscape The environment is the boundaries in which agents interact. The boundaries are essentially scale less, analogous to fractals. The environment could be actual or theoretical. It is the context in which agents interact which may include barriers and constrictions depending on the context of simulation. Environments would create the context for such as the simulation of urban growth or investigating the
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process of interactions between groups. The fitness landscape refers to the strengths or weakness of processes in an environment (Roos and Oliver 1999).
Emergent States and Self-organization Not completely separate from environment is the result of the actions of individual agents. Self-organization is the process where agents interact in a collective manner. An emergent state would be the situation where there is a determinable outcome related to self organization. In complex systems, the process leading to emergent states may be that could be considered oscillating or erratic (this could also be termed chaotic according to one of definitions of chaos). Emergent states can be stable for a long period of time or one that is leading to another emergent state. Examples of emergent states could be found in numerous processes in reality, such as bacterial growth, traffic, political opinions, etc (De Wolf and Holvoet 2005).
Applications of Complexity Theory Metaphors to Urban Planning Metaphors are compression of concepts into simple terms that are able to understood by reference to another commonly understood term. Thus, they become the means to understand concepts that may be difficult or impossible to grasp without their intercession. The collection of metaphors associated with complexity theory have the ability to become the medium to view the city in a fundamentally different mode thus transforming the manner that urbanization is perceived.
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Cameron and Larsen-Freeman (2007) state: A city can be seen as a complex system, composed of people, places, routes and activities. These elements and agents of the system interact in multiple and changing ways. For example, people live, shop, and work in certain places as result of family history, transport systems, economic and many other factors. Over time, patterns of living change as these factors evolve. Seen as a system, the city self-organizes and adapts in response to changes. The city system has non-linear dynamics and may display relatively sudden shifts in patterns of living. For example, global changes in economic activity may lead to empty warehouses and factories which combined with rising house prices, may lead to regeneration of the city centre as the empty warehouses are converted into apartments for young single people; this new city centre population supports new entertainment and leisure facilities and requires changed public transport. The dynamics of the city as complex system produce the emergence of new phenomena which is called ‘city centre living’. The application of complexity theory in the above quote demonstrates the effect that complexity theory is having on transforming how one can view the processes of urbanization. This quote is peppered with the language of complexity theory, such interaction, non-linear, selforganization, and the concept of change at one level affecting another. Urban planning seeks to operate within this complex urban environment. However, the current practice of urban planning could be considered restrained by its roots in logical-positivism rationalism and linear perspectives. Traditionally, urban planning has consisted of data collection, goal setting, alternative determination, selection of the best alternative and monitoring. The
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end result was also a proposed 20 year land use plan. This is still the manner that is still conceived as indicated in the following statement by the City of Prince Albert, Canada:
Urban planning involves forecasting future population growth and planning for possible changes. Planners consider: rate of growth, rates of natural increases and migration, age profile of the forecasted population and housing types, employment services required (City of Prince Albert (Saskatchewan,Canada), 2007). However, there are numerous critics to the traditional manner of planning. The following reflects one criticism of urban planning as it is currently practiced:
All planning can be considered as an attempt to restrict possible futures. Usually this is not stated explicitly. However, ‘futures scenarios’ are explicit rejections of other possible futures. They have become fashionable again, as they were in the 1960’s. Usually, a small number of alternative scenarios is presented: they indicate the range of futures considered acceptable. In other words, the range of acceptable future cities is made visible by the choice of scenarios. ‘Acceptable’, that is, to the people who prepared the scenarios. That is usually the city or regional government: sometimes, a private organization funded by local elites. (Treanor, 1998) The first definition reflects the standardized way of planning studies which most planners and public official are accustomed. However, the last comment reflects the urban planning process of one that it elitist and constrained. It is clear that in the Post-Modern era that the concept of urban and regional planning is signifi-
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cantly flawed representing a field that is in transition (Post Modernism and Urban Planning, 2008). Chaos theory examines the non-linear, but deterministic processes. The urban environment contains many non-linear processes, but they emanate from entities, which are not random, but have purpose and characteristics. In light of some of my present and past research, I have been contemplating about how can Chaos and Complex Systems be integrated into the practice of urban and regional planning. The analysis of urban phenomena using chaotic analysis techniques such as fractal analysis and agent based modeling are numerous. However, there is a gap from theory to practice that is just beginning to be explored in urban planning theory literature. Michael Batty (Batty, 2005) (Batty, 1995) and Patsy Healey (Healey, 2006) seem to have started to close the gap between chaos theory and urban analysis and planning practice. However, their concepts are on the periphery of urban planning literature and would not be considered by the mainstream of urban planners as guides to not presently changing the manner that planning is practiced on a daily basis. I think that it is relevant to ask: How exactly do urban and regional planners put the findings of these analytical tools into decision-making? Actually, chaotic planning and intuitive ways of confronting the complexity of urbanization has been around for a long time, but has never really identified it as such. Incremental planning, ‘muddling through’ and a host of other techniques may possibly be considered chaotic planning. Strategic planning is considered a vehicle to reduce the planning procedure by focusing not on the comprehensive and long range aspect of urban planning, but reduce it to the short term and to a specific aspect, such as economic development. However, the mind set of logical positivism and elitism still permeates this process. Strategic planning also leaves some of the long-range aspects of
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urban planning which is worthy of salvaging, such as protection of natural areas, water resource management, industrial development for future generations to be handled in other manners. While most planners would regard the methodologies and the effectiveness of planning organizations to guide urban development as inadequate, there is a lack of examples to effectively transition into a state that will sufficiently alter the present state of urban planning. Urban planning can easily be framed within the context of complexity metaphors. There are agents, be they politicians, urban planners, developers, citizens, government officials etc. Agents could also force either natural or manmade such as technology, weather, but technology is not divorced from humans, as they are human creations. Likewise, they may be framed as environments depending on the jurisdictional constraints. In the milieu of urban planning, the actions of agents do not carry equal influence. There are ‘super-agents’ which carry more influence than other agents. Such ‘super-agents’ could be considered government officials, politicians, non-governmental organizations (NGO) and developers. Urban planners although having more influence than individual citizens, although there may be an exception due to the influence of one citizen, would not be considered a ‘super-agent’. Although within the ‘super-agent’ category there are those that have more influence than others. In the urban planning arena, these agents organize around specific and general issues. A special category of ‘super agents’ is those that are classified as ‘visionary agents’, having a dramatic influence on other agents and their environment. Examples of modern ‘visionary agents’ are Gandhi, Martin Luther King, Bishop Desmond Tutu, the Dalai Lama, and Nelson Mandela. In an urban planning context, ‘visionary agents’ could be considered those as Lewis Munford, Patrick Geddes, and Jaime Lerner (past ma-
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yor of Curitiba, Brazil.(See Vassoler-Froelich ( 2007) for the details of the role of Mr. Lerner in his role in the planning process in Curritiba). Overriding are a special class of ‘visionary agents’ which radically transformed the environment for their generation and successive ones such as Marx, Martin Luther, Napoleon, John Locke, Roseau, Machiavelli and Newton, These metaphors create a new context for urban planning to operate. Does it really change the way that urban planning operates? For those urban planners that have probably intuitively or by contemplation grasped the concepts of complexity, probably not too much. However, the urban planning agencies within which urban planners operate still are producing 20-year plans and still endorse the urban planning culture that has lost its effectiveness to guide urban development in a substantial manner.
Implications for the Practice of Urban Planning Viewing the forces of urbanization with the context of complexity theory metaphors radically changes how urban planning operates. It may be too early to consider the present state of scientific thought developing around complexity theory as a new paradigm. However, there are numerous examples to indicate that the use of complexity theory and related applications such as agentbased modeling, fractal analysis, fuzzy logic and neural networks to analyze urban phenomena is being utilized at a greater frequency to analyze many aspects of urbanization. They are providing new insights into the processes and dynamic aspects of urbanization that were not possible with tradition methods. In this context, I would like to comment briefly urban planning might be transformed with the context of complexity theory metaphors.
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Traditional Long Range Planning The linear aspect and the rigidness of long range planning is in direct opposition of the view of the complex aspect of an urban area. With the aspect that there is not one possible feasible alternative, but infinitely numerous one makes the 20 year long-range plan with a fixed land use plan a relic of modernism. Although this does not mean that there not some worthy aspects that should be preserved. One is the designation of environmentally sensitive areas where areas should not be compromised due to development. Another is the preservation of historical, cultural or aesthetic aspects of an urban area or region.
Examination of the Demand and Supply Side of Urban Scenarios and Policy versus Physical Planning Options With the development of various ‘chaos based’ models, such as cellular automata, agent-based modeling, it is possible to examine both the effects of supply and demand characteristics of different scenarios. Although these models are still in development, there is little doubt that they will be in urban planner’s ‘toolbox’ in the next five years, if not sooner. It is still useful to investigate ‘what if ’ scenarios. After study, specific policies can be developed to address specific needs. These policies can be then translated into regulations at the local level. By examining the supply and demand aspects of urbanization , many alternatives can be explored instead of a fixed number.
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Rethinking the Nature of Processes With the context of complexity theory metaphors, the urban environment could be viewed as one which is in constant flux changing in a way that is unpredictable for even the short term due to numerous factors. One can view the process of urban phenomena as one of numerous agents interacting within various scales. The recognition of the chaotic nature of various aspects of urbanism leads to different actions by those agents that are attempting to improve aspects of urbanization. In this context, urban planning agencies should not focus on rigid regulations such as static zoning and subdivision regulations, but policies and processes. Drawing from the basis of agent based modeling, one should focus on the agents. This can be done by working at the neighborhood level to discern the needs of citizens and work on neighborhood problems as well as address other issues that concern them related to living within a particular urban environment. Obviously, this would require an enormous workforce of urban planners if done in the traditional manner of top down administration. The solutions would be train volunteers and other professionals that would work in this micro level. Also, with the Internet, urban planning agencies could solicit and structure neighborhood planning. The key here is empowerment of the individual, the agent to be a part of making the plan, not the object of the plan. It is from the individual that efforts such as recycling, energy conservation, and recreation needs etc. have their support. Although individual citizens role are important and there should be more done to empower citizens as active participants in the planning process, there are other agents that transform the environments of urban residents. Shaping the manner that these ‘super agents’ operate and developing dialog among them is key to changing the foci of the urban environment.
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In the present state of most urban areas, persons with a vision are rare. However, this does not mean that these persons do not exist in any area. The problem is that the present urban political machinery from proposing solutions discourages them. This machinery will never encourage such a person, in that there raison d’être to keep the status quo for his or her own benefit. Individual citizens who likewise empower them to struggle against formidable and rigid public and private entities must support these urban visionaries.
Changing the Urban Environment The environment of cities is dynamic and the result of numerous individual actions. However, this environment is not one of individual agents acting randomly and without boundaries, but within a set of boundaries that have been shaped by past super agents; thus framing the actions of all participants These super agents can be actual persons or the artifacts of individual or the results of collective collaboration, such as technology. The future actions of these super agents can be result in a better future urban environment or one that is worse. The emerging urban environment or boundaries are determined by setting the “rules” of the operation of all agents.
The Role of Urban Planners and Planning Organizations Using complexity metaphors to construct a new way of viewing all that is occurring within the boundaries of urban areas can change the way that planners view themselves and the role of planning. In viewing the urban environment as one which is complex with multiple actors and possible outcomes, the idea of systematically arriving
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at some optimal state becomes idealistic if not deluded. Those in urban planning at all scale levels must evaluate if is an effective agent of influence or one that it marginalized. Unfortunately, many in urban planning are still be influenced by the rationalism, logical-positivism and other ideas borne out of modernism. One of the continuing misconception about urban planning is that it should be somehow neutral and divorced from politics. This has resulted in an advisory role for urban planning agencies or commissions which has resulted in their recommendations being adopted haphazardly according to the views of policy makers. This situation is a fading one, as one finds a greater number of planning organizations which are located within implementing agencies. To be effective within the context of the present state of urbanization, planning departments need to have the ability to act with authority. The concept of a dedicated planning departments within urban areas may have to be completely revised or phased out. Separate planning sections within implementing agencies may be much more effective in combination with coordination bodies. This restructuring can already be seen in many countries. What is more important is how planning organizations view the urban environment. If their perceptions are shaped by the metaphors of complexity theory, the manner in which urban problems are approached could be significantly altered. Instead of spending numerous hours developing population, housing, economic and transportation forecasts which may have limited value, their efforts would be directed toward such actions as: working with politicians, developers, and other governmental officials to establish policies that would direct the future state of urban areas; developing close contacts with neighborhood groups to determine what would be in their best interests; empowerment of citizens in the planning process; the application of agent based models and other techniques as tools to explore the
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workings of the urban area; making urban information more transparent; and a greater concentration on the details of urban development. Taken separately, these are not novel ideas. Within the context of complexity theory metaphors they are transformed. The problem is the reluctance to detach urban planning concepts from the historic roots of urban planning thought and theory which is firmed attached to rationalism, logical positivism and utopianism. Within this metaphoric concept, a planner must see himself as a modern day shaman. A shaman in tribal societies was one that led people on visions, facilitators, presented magic and led indirectly. A planner will obviously not be leading people out into the wilderness to enable them to see visions, shaking rattles during meetings, and transforming him/herself metaphysically into other animals. What a planner can do is to: enable persons to think about the present and visualize a better future (not a utopia) that would lead to a better and more just at any scale; present data through spatial technologies and through innovative modeling that may enhance a vision or lead to better policies (the magic of technology); and establish personal contacts with those at all levels so that he/she can be a translate their interests to others. In a complex and chaotic world, there is a need for persons to create ripples and sometimes disturbances to cause change. The planner must see her/ himself as one who causes all agents to think in manners that they may have not thought before and sometimes create controversy (not for its own sake, but as a catalyst leading to the change of rules). The above described role of a planner is in direct opposition to the idea of a planner who is objective, “a good soldier” or exclusively performing administrative tasks as directed by others, or a modeler only presenting results for decision makers.
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Conclusión These subjects are sometimes unwieldy and difficult to merge in a coherent manner. As with any subject that is still in formation, there is a large amount of uncertainly and vagueness. Nevertheless, I think that it is important that these ideas are addressed regardless due to their potential to become catalysts in changing the essence of how cities are viewed and how urban planning is practiced. There is a plethora of literature on different aspects of complexity theory, which this article attempted to address. However, this was not the purpose of this article. The article was a vehicle so that the author could bring together the concepts of complexity theory and attempt to formulate how these could be applied in the practice of urban planning. We live in a metaphoric world. It is a necessity for operating within the world that we live. Metaphors are not only just concepts or descriptions. They enable us to view reality in a different manner and enable change as individuals and as societies. They are the language of concepts. However, metaphors can be stumbling blocks and prevent things from occurring if adhered to rigidly and against contradictory information. The metaphors of reductionist science are inculcated into the very fabric of science and society. The formulators of such modern science such as Bacon and Newton are in very science textbook and enshrined as bringing wisdom to the superstitious and backward. Many of the ideas and associated metaphors are in direct opposition to that of the currently accepted scientific thought. They represent something new, exciting and still controversial similar to many other noteworthy ideas. Complexity theory is not the panacea and proclaiming it to be a new paradigm may be premature. However, its metaphors are bringing new light to subjects and energizing them in a manner that modern science has been incapable. The develop-
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ment of complexity theory from its roots in mathematics and physics to its transferral into the social sciences including the field of urbanism (urban geography, urban economics, urban transportation planning, traffic management and urban planning etc.) and their tools (spatial technologies, statistical analysis etc.) further demonstrates the robustness of these metaphors and concepts. It is expected that these concepts will be further explored possibly leading to changes that will change the perceptions of urban phenomena and the manner that urban planning is practiced.
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THE
NATURE AND DEVELOPMENT OF PUBLIC SECTOR MANAGEMENT IN DEVELOPING COUNTRIES. Alvin Brown*
Abstract: ince many developing countries are faced with shifting global socioeconomic and political challenges, it is incumbent on these countries to recognize their growing need for a more dynamic and malleable public sector focused on the continuous improvement of the public management and the organization of their public sector institutions. This chapter offers an introduction to the nature and development of public sector management in developing countries. It presents an analysis on how politics and public management interrelate within public institutions. The discussion that follows focuses on the field of public management, the competing views of management, explaining the differences between public administration and private management while explaining how colonialism influenced public sector management.
S
* Doctorate of Philosophy in Public and Urban Administration in 2008 from the University of Texas at Arlington School of Urban and Public Affairs. Prior to joining the UTA School of Urban and Public Affairs, he was Director of Human Resources for Worldwide Flight Services in Dallas, Texas. He holds a Master of Science in Human Resources Management degree from New York Institute of Technology, an MBA in Business Administration from LeTourneau University and a BS in Aeronautical Science from EmbryRiddle Aeronautical University. Dr. Alvin Brown is currently Associate Vice President for Human Resources of the San Juan College in New Mexico. His areas of interest include aviation sector performance, human resources management capacity building in Latin America and the Caribbean. Email:
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Introduction Public management in developing countries is concerned with the management and organization of public sector institutions. A continuing challenge for many developing countries during the last four decades has been an increasing demand for more services, reduction of poverty, and economic growth. These phenomena made the state responsible for redistributing wealth and providing social welfare programs. Underdeveloped infrastructures, competition for scarce resources, and a dysfunctional private sector moved developing countries to take on the responsibilities of providing much needed employment for the growing professional and middle classes. Consequently, government expenditures increased precipitously. For instance, between 1960 and 1979 public consumption as a percentage of gross domestic product rose from 7% to 20% in Jamaica, 6% to 12% in Mexico, and 9% to 15% in Trinidad and Tobago (World Bank 1981). The international debt crisis of the 1980s brought more attention to many of the developing countries’ inability to service their debts as a result of their growing government size and the unclear role of their public institutions. In many developing countries, governments were criticized for their inefficient and ineffective delivery of public services. These public management failures were the result of fiscal irresponsibility and a certain level of political unaccountability. This lack of accountability stemmed from their legacy of colonialism which was reflected in a centralized and authoritarian government (Burrows-Giles, 2002; Haque, 1997). The unsatisfactory performance, criticisms, and fiscal mismanagement of the public sector institutions served as the catalyst for public management reform in many developing countries. One such early reform measure was the development of the structural adjustment loan (SAL)
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program in the 1980s. The main goal of the SAL program was to cut fiscal deficits, curtail government intervention in the economy, and develop sustainability through private sector initiatives. These goals would be achieved through smaller bureaucracies and improved allocation of public resources. Implemented by developers, the World Bank and the International Monetary Fund (IMF), structural adjustment loan programs provided financial and development assistance to developing countries conditioned upon civil service reform, free market policies, and better management of delivering public services. In numerous developing countries the public sector usually serves as the example of organizational governance and politics. Accordingly, it is the driving force of reform even though its institutions are often the object of public management reform. Many developing countries are faced with constantly changing global socioeconomic and political environments. As a result, it is incumbent on these countries to recognize their growing need for a more dynamic and malleable public sector focused on the continuous improvement of the public management and organization of their public sector institutions. The discussion which follows focuses on the field of public management, the competing views of management, explaining the differences between public administration and private management. Finally, a perspective on how colonialism influenced public management will be presented.
The Field of Public Management The origins of the field of public management are quite elusive to identify. Lynn (2003) contends that the founding of public management might start with any of the following statements: (1) The contemporary study
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of public management has its origins in the 1970s: in America, in the curriculums and research of the new public policy schools and efficiency driven managerial reforms originating in Britain and New Zealand (Aucoin, 1990; Pollitt, 1990). (2) What is now termed the field of public management has its roots in the scientific study of the modern administrative state in America beginning in the late nineteenth and early twentieth centuries (Minogue, et al., 1998; Mosher, 1975; Waldo, 1955). (3) The origins of the field of public management are found in a systematic study and practice of cameralism which began in seventeenth and eighteenth century Germany and Austria (Barker, 1964; Rosenberg, 1958). (4) The field of public management is rooted in bureaucratic government and administrative doctrines in ancient China and in medieval regimes in the Orient (Creel, 1964; Lepawsky, 1949). Naturally, the statements opened an inquiry into the definition of “field” and of the term “public management”. By field, this study follows Bordieu’s (1990) definition “an arena for the play of intellectual forces and power relationships” (qtd. in Lynn 2003, p. 1). Of course, such play is not constrained to academia but includes what Hood and Jackson (1991) refer to as common knowledge for the implementation of the affairs of state. Thus, this would include training of government officials in airport management and other areas. The term public management refers to a major segment of public administration or public affairs, which encompasses organizational structures, managerial practices, and the institutional values of public managers that implement the will of the sovereign authority (Lynn, 2003). As a field of study, public management has adopted various conceptual, methodological and theoretical forms of analysis (Frederickson 2003). Through history these forms of analysis seek to help achieve a fuller understanding of where ideas originate, the current trends of
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development and society’s knowledge apparatus (Spicer, 2004). Until now, public management and public administration were inextricable terms used to describe the functions and processes of management at all levels of government (Ott, 1991). As a segment of modern public administration, public management’s roots can be traced back to the founding of American public administration. The earliest date of scholarship in public administration, according to Ott et al (1991), was Woodrow Wilson’s essay “The Study of Administration” (1887). The forwardthinking wisdom of Wilson’s 1887 essay was the first conscious effort towards a new progressive public management reform movement. His approach advocated reform through better efficiency of government and the strengthening of the executive at the federal level, a Hamiltonian ideal (Raadschelders, 2000). Wilson viewed administration from the perspective that it is the «detailed and systematic execution of public law» in which public administrators exercise their own discretion to carry out the elected official’s policies (p. 8). Wilson called for public administration to focus on effectiveness and efficiency instead of just personnel reform found in the Pendleton Act of 1883. He stressed that administrative study must “rescue executive methods from the confusion and costliness of empirical experiment and set them up on foundations laid in stable principle” (p.7). Wilson proposed that politics and administration be separated because “the field of administration is a field of business removed from the hurry and strife of politics” (p.7). The central theme of the new science of administration was to improve the executive function in government because it rests “outside the proper sphere of politics” (p. 7). Basic to Wilson’s implementation of the study of administration was the comparative method of learning other administrative approaches because “without
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comparative studies and government we cannot rid ourselves of the misconception that administration stands upon an essentially different basis in a democratic state than that on which it stands and in a non-democratic state” (p.7). Thus, there are four foundations for the study of administration that characterize public management today: (1) government as the primary organizational setting; (2) the executive function as the proper focus; (3) the discovery of principles and techniques for more effective management as a key to developing administrative competence; and (4) comparison as a method for study and advancement of the field. Like Wilson, Taylor argues that the introduction of scientific management into all businesses would result in higher production and a standardized way to work. Frederick Taylor’s theory of scientific management centered on what were the processes of the workman and the role the managers should play in developing those processes. In his book Principles of Scientific Management (1911), Taylor identifies that rules of thumb methods and traditional knowledge were the main causes of inefficiency (Behn, 1998). Taylor believed that the introduction of scientific management into all business would result in higher production, no labor strikes and a better relationship between labor and management that would result in increased efficiency. According to Taylor, scientific management requires that management personnel voluntarily accept additional duties, what he called a mental revolution (Taylor, 1911). Under scientific management, Taylor proposed that managers assume new burdens, new duties, and responsibilities never dreamed of in the past. The managers assume, for instance, the burden of gathering together all of the traditional knowledge, which in the past has been possessed by the workmen, and then of classifying, tabulating, and reducing this knowledge to rules, laws, and formulae, which are immensely helpful
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to the workmen in doing their daily work. He outlines the following four principles of scientific management: (1) the management must gather knowledge from the workmen and develop rules, laws and formulae that can be applied to the work of the workmen; (2) the management must study the workmen under them, get to know them, and then deliberately train the workmen to do better work and then pay increased wages for that work; (3) the management must then bring together the science that has been accumulated and the worker who has been studied; (4) the management must institute a complete re-division of the establishment’s work with the management taking over a section of the work previously done by the worker (Taylor, 1911). Taylor’s (1911) reproach of the rule of thumb method of management struck a chord that scientific management can be applied across the private and public spheres. Leonard White’s Introduction to the Study of Public Administration (1926) accepts the politics administration dichotomy and uses the term management to refer to the distinctive content of public administration. Clearly, White’s work was influenced by Wilson who believed there were special concerns regarding the execution of policies that had to be addressed, such as personnel recruitment, classification promotion, discipline, and retirement in “the management of men and materials in the accomplishment of the purposes of the state” (White, 1926, p. 5). Although White (1926) recognizes that public administration and American business are conducted differently, in the public arena there is greater emphasis put on public accountability; nevertheless, he feels that the business model is a good one for government to copy (Ott et al., 1991). The writings of Wilson, Taylor, and White thrust forward the idea and articulation of basic principles of administration. In the 1930s Luther Gulick and Lyndall Urwick’s influential essay “Notes on the Theory of Organization”
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(1937) represented the high noon of orthodoxy in public administration (Ott et al., 1991). This brought creditability and prestige to the field of public administration by applying scientific management to government through their famous mnemonic POSDCORB, which represents the seven major functions of public managers: planning, organizing, staffing, directing, coordinating, reporting, and budgeting. As society became more complex, organizations and governments grew immensely, requiring a more effective means to deal with the challenges of management and organizing. Max Weber’s seminal work entitled Bureaucracy (1946) outlines a framework that considers bureaucracy as a rational and efficient form of organization. Weber’s ideal type bureaucracy is intended as a mental construct that categorizes thoughts and helps capture reality (Fry, 1998). The bureaucracy introduced the concept of hierarchy that carried out the goals of the organization and addressed the challenges of managing bureaucracies (Behn, 1998). In his bureaucratic structure, which applied to public and private organizations, Weber describes the ideal role of its public official or bureaucrat. It outlines in detail the structure and environment of the bureaucracy, as well as an ideal job description and benefits package that would allow the public official to be effective (Shafritz and Hyde 1997; Weber 1946). The characteristics of the bureaucracy consist of administration that is carried out on a continuous basis through a hierarchical structure of authority referred to as a chain of command. The tasks in the bureaucracy are divided among specialized workers in order to improve productivity. At the same time, there are clear lines of authority and responsibility with positions reporting to superiors who are considered to have expert training. The control in the bureaucracy is predicated on impersonality, which means the treatment of people is based on merit principles. Thus, all citizens who are
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served by the organization are treated equally, according to rules, and records are maintained to assure that rules are followed. Weber’s model is important to the evolution of public management because it is the first to focus entirely on the position of the official in a hierarchal setting. Second, it sustains most of Wilson’s essential ideas that there should be a center of power, specialization, strong executive, and a hierarchal organization to maximize efficiency. Third, his theories reinforce Wilson’s position that perfection in bureaucratic administration depends upon rigorous exclusion of politics from the routines of administration (Ostrom, 1974). The origin of the field of public management may be hard to pin down, but it is no different than those of public administration and bureaucratic theory. As part of the field’s development, Lynn (2003) argues that historical knowledge is a requirement in dealing with the larger purposes and development of public management. Public management focuses on the functions and processes of management in agencies and all of roles of government by addressing the methods used in implementing public policy. In other words, it is concerned with the managerial tools, techniques, knowledge, and skills that can be used to turn policy into programs of action (Ott et al., 1991). The public manager should be acquainted with some of the techniques and competencies necessary to effectively manage at all levels of government. Their proficiencies should include, but not be limited to knowledge in the areas, such as position classification systems, recruitment and selection procedures, performance based budgeting analysis and formulation, strategic human resources management, privatization and organizational governance. Public management has many blurred boundaries and is often influenced by competing views and the larger realities of public policy and politics.
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Competing Views of Public Management The competing views of public management are reminiscent of the period when public administration was supposedly searching for its identity. According to Bozeman (1993), public management found its beginnings more as a creature of institutional revolution than of intellectual development. As a field of study and of educational enterprise, public management seems to have started during the late 1970s and early 1980s from two very different institutions—business schools and schools of public policy. Exactly, which school has more prominence in the evolution of public management is still in debate. However, Bozeman (1993) suggests that the schools of public policy seem to have contributed more to its development and the business school to its initial core. This notion certainly begs the question, what about public administration programs at these different schools? Interestingly, most faculties in graduate public administration programs point out that public management has always been part of the daily practice in public agencies and that others are still discovering it. The main point to understand is that during the late 1970s two competing views of public management emerged— the business school version (B-approach) and the public policy school version (P-approach). During this period many business schools changed their names from schools of business administration to schools of management because they were focusing on strategy and business policy rather than practical application. The public policy schools, such as Harvard’s Kennedy school, Michigan’s Institute for Public Policy Studies, Minnesota’s Humphrey Institute, and Berkeley’s School of Public Policy, were founded as a negation of traditional public administration. Policy schools were more focused on formal quantitative analysis because they believed it
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gave the field of public management creditability and determination (Lynn, 2003). Not surprisingly, the policy schools started to recognize that their approach had a serious flaw. When operating in the public sector, the policy schools realized that there was not much need for quantitative analysis or grand policy designs. What emerged was a growing need for management. The policy schools were looking for something close to public administration, but without the traditional characteristics of the field (Bozeman, 1993; Bozeman and Straussman 1990). The answer was public management, which arrived on the scene in the mid 1970s. As a complement for policy analysis, one of the significant aspects of public management is that none of the scholars from the policy schools actually have any background in public administration. In fact, some are economists and political scientists while others are more practitioners than academics (Bozeman, 1993). Public policy oriented public management crystallized and developed its own identity through the years. The Papproach has focused on more high-level policy management rather than the day-to-day management of agencies. That is, a strong emphasis is placed on the role of the manager or political executive instead of senior level civil servants. What this signifies is an unavoidable political reality of public management from the perspective of the policy school. The literature representative of public policy oriented public management is mostly non-quantitative and lacks theoretical rigor. In contrast, the business oriented public management school consists of scholars who are aligned with traditional public administration. The difference between the business approach and the public policy approach, according to Bozeman (1993), is considerable. First, the P-approach does not believe that there is not much difference between public and private organizations whereas the B-approach makes distinctions between the public and private sectors.
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Second, the business approach to public management is focused on empirical theory explaining the differences between public and private organizations. Quite the opposite, the public policy school on public management just assumes the differences between public and private organizations are unimportant. Third, the B-approach embraces public administration and the P-approach keeps public administration at a safe distance. Finally, the Papproach concentrates more on policy, politics and the executive while the B-approach is more process oriented. Consequently, the business school oriented public management is interested in organizational topics, such as personnel, organizational structure design and budgeting. Drawing from the schools of policy analysis and business oriented public management, the scope and relationship between public administration and public management should be clearly delineated. The following section attempts to explain the various distinctions of public administration and public management.
Differentiating between Public Administration and Public Management Differentiating between public administration and public management has been a standing argument for decades in American literature (Lynn, 2001b; Lynn, 2003). Embedded in the background of this debate is the notion that since the 1970s traditional public administration has not met the challenges of government growth in terms of effectively managing the various government programs. Holzer and Gabrielian (1998) suggest as models of administration become more proactive in balancing operational, structural, and personnel issues, public administration is being reformulated as public management. Ultimately, this study does not subscribe to the idea that traditional public administration is being
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reformulated, reinvented, reconceptualized, or renamed as public management. Instead, the position of this study is that of the two, public management is a major segment of the broader field of public administration (Lynn, 2003; Ott et al.., 1991). The first textbook on public administration, published in 1926 by Leonard D. White, denounces the idea that public law should be the cornerstone of public administration scholarship. White (1926) argues that “the study of administration should start from the base of management rather than the foundation of law” (p. vii). According to Fayol (1930), “it is important not to confuse administration with management. To manage is to conduct an organization toward the best possible use of all the resources at its disposal; for example, to ensure the smooth working of the essential functions (qtd. in Lynn 2003, p.2). Van Riper (1990) points out that the words administration and management have always been treated the same. Waldo’s (1984) view is that “perhaps as much as any other one thing, the management movement has molded the outlook of those to whom public administration is an independent inquiry or double discipline” (qtd. in Lynn 2003, p.2.) Another perspective argued by Ott et al. (1991), is that as a part of the broader field of public administration, “public management focuses on public administration as a profession and on the public manager as a practitioner of that profession” (p.1). Agreeing with this idea that public management is a profession, Perry and Kraemer (1983) state that public management is a new approach that has developed as an answer to inadequacies in other management fields. They view public management as the merger of the normative aspect of traditional public administration and the orientation of generic management, a strategic approach aligning organizational goals with motivating individuals toward achieving them. Until now these terms have been used as one and the same.
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According to Graham and Hays (1986), the difference is important because public management is one aspect of public administration. One thinks about public administration as an expression that encompasses activities that involve the establishment and implementation of public policies. It is a concept that has been perceived by many academics and even practitioners as part of the politics of bureaucracies and the interaction between the executive, legislative, and judicial branches of government. In other words, public administration addressing the questions of equity, representation and the control of administrative discretion is instrumental in determining the role public administrators play in implementing public policies and programs. As an element of public administration, public management is more concerned with the activities that take place within government agencies than with being inhibited by the political process; public management is focused on policy implementation (qtd. in Ott et al., 1991). This is not to say that public managers do not deal frequently with political problems and relationships; however, their attention is directed toward procedures and practices by which civil servants carry out their assigned tasks with efficiency and accountability among their priorities. One of the disadvantages pointed out by Graham and Hays (1986) is that important philosophical questions may be neglected when public administration is examined strictly from an applied perspective, such as public management. This is a risk that they are willing to take because the benefits that could be gained from a more efficient and accountable delivery of public services would be beneficial. Clearly, if public managers perform in an effective and efficient manner, progress would be made in achieving the goals and aspirations of many public policies and programs. During the mid 1970s, the public manager came under scrutiny, especially, after the new public adminis-
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tration movement (Fredrickson, 1976; Marini, 1971). What developed was a concern by public administration with the public manager’s role in fostering and sustaining relationships between citizens and government agencies (Lynn, 1996). The debate over the salient distinctions of public administration and public management is defined by the big questions of public management and the big questions of public administration. A good example of the important differences between public management and public administration can be heard in the debate between Behn (1995), Newman (1996) and Kirlin (1996) arguing that most fields are defined by the big questions they ask. Behn (1995) proposes the following big questions in public management:
1. Micromanagement: how can public managers break the micromanagement cycle- an excess of procedural rules, which prevent public agencies from producing results leading to more procedural rules, which leads to less results. 2. Motivation: how can public manager motivate people (public employees as well as those outside the formal authority of government) to work in a manner leading toward achieving public purposes? 3. Measurement: how can public managers measure the achievements of their agencies in ways that help to increase these achievements? Behn’s (1995) big questions in public management directly support the position that public management focuses on the manager, their actions and achievements. Responding to Behn, Newman (1995) and Kirlin (1996) propose a totally different set of big questions for public administration. Newman (1996) recognizes that Behn has raised important questions and that these questions are “of application, not probes into the origins or basic nature
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of the discipline” (p. 410). Newman’s (1996) big questions are as follows:
1. What is the nature of organization and of a public organization? 2. How is the public organization related to its environment? 3. What does it mean to manage or to administer the public organization? Kirlin (1996) contends that because Behn’s questions focus on public managers “it gives the management of organization primacy over the democratic polity and it ignores political and legal aspects of public administration” (p.416). Kirlin (1996) proposes the following big questions of public administration in a democracy:
1. What are the instruments of collective action that remain responsible both to the democratically elected officials and to core societal values? 2. What are the roles of nongovernmental collective action in society, and how can desired roles be protected and nurtured? 3. Whether the appropriate tradeoffs between governmental structures based on function (which commonly eases organizational tasks) and geography (which eases citizenship, political leadership and societal learning)? 4. How shall tensions between national and local political arenas be resolved? 5. What decisions shall be isolated from the normal processes of politics so that some other rationale can be applied?
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6. What balance shall be struck among neutral competence, representativeness and leadership? 7. How can processes of societal learning be improved, including knowledge of choices available, and consequences of alternatives, and how to achieve desired goals, most importantly, the nurturing and development of a democratic polity? Kirlin (1996) concludes that the big questions of public administration in a democracy should satisfy the following:
1. Achieving a democratic polity. 2. Rising to the societal level even in terms of values is also important at the level of individual public organizations. 3. Confronting the complexity of instruments of collective action. 4. Encouraging more effective societal learning. The theoretical questions abound; the differences between public administration and public management are sometimes viewed in blurred degrees of variation (Simon, Smithberg and Thompson, 1950). In a similar vein, the following section discusses the differences and similarities of public and private management.
Understanding the Public and Private Management Puzzle Scholars and practitioners in the field of management are painfully aware of the puzzle created by similarities and differences between public and private sector management (Baldwin, 1993; Murray, 1975). There is a large amount of literature in the management field that
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acknowledges the prevalence of the public-private management debate. Unlike Weinberg (1983) who suggests that the debate is exaggerated, this study contends that the differences between public and private sector organizations are not overemphasized. In fact, the distinctions are at the core of how public and private organizations are viewed by society. This section will explore the relationship between public and private management by following Allison’s (1979) argument that public and private management are different and similar; however, the differences are more important than the similarities. The important question that must be addressed is what areas of the public–private management debate should be compared? The main focus of this section is to define public and private organizations and then dismantle the public and private management puzzle by answering the following questions: (1) How are public and private management similar? (2) How are public and private management different? (3) How are roles and functions of public and private managers different?
Defining Public and Private Organizations Prior to delineating the similarities and differences between public and private management, it is instructive to define the two types of organizations. To simply toss around generic terms, such as public and private, is not useful because they both have ownership and financial implications. Accordingly, many private firms are considered public because the general public can own them through stock purchases. Similarly, government agencies can make a profit because they generate revenue over and above their costs. There is no consensus in the literature on a definition of public and private organizations that is singularly useful in organizational analysis. According to Perry and Rainey (1988), public-private
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distinctions have been used for centuries as they relate to everyday issues and the values of society. The common sense approach used by society is the distinction based on ownership. On the other hand, Boyne (2002) argues that the contrast of public-private ownership is evident in how each entity is funded. Public agencies are funded by taxation; whereas, private firms obtain their funding through the market fees paid by customers. Another view offered by Perry and Rainey (1988) is the multidimensionality of the public-private distinction that ownership and financial characteristics do not fully capture. The definitions that are offered in the literature assume that public ownership subjects the agency to controls and regulations of government instead of economic markets and other nongovernmental processes. Indeed, government regulations are often brought to bear on private firms. Yet hybrid organizations (i.e. private ownership with public funding or public ownership with private funding), such as government corporations and government contractors, often have more independence from controls because they are formed for the purpose of expanding managerial autonomy (Allison, 1979; Boyne, 2002; Bozeman, 1993; Perry and Rainey, 1988). Another example of this multidimensionality is proposed by Benn and Gaus (1983), who point out that public-private organization can be explained along three dimensions: (1) interest— indicating whether benefits and losses are communal or restricted to individuals; (2) access— referring to the openness of facilities, resources, or information; and (3) agency— distinguishing whether a person or an organization is acting as an individual or as an agent to the community as a whole. Although the varying definitions of public-private organizations have led to a lack of consensus regarding organizational analysis, progress has been made. There
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have been substantial efforts made by scholars to shape the elements of the public-private management puzzle into a comprehensible order. In an attempt to further their efforts to better explain the debate, the discussion now turns to crystallizing the elements of the management puzzle.
Disentangling the Public-Private Management Puzzle The early claims of administrative science to render generic science for all types of organizations are now more modest in their pronouncements (Simon et al., 1950). To students of public administration and public management, the belief that there has to be one theory of organization and one ideal structure no longer has prominence in the field because there is no one-size-fits all approach to public or private management of organizations. Drucker (1997) argues “organizations will increasingly be fashioned differently: the different purposes, different kinds of work, different people, and different cultures. The organization is not just a tool, “it bespeaks values we are rapidly moving toward a plurality and a pluralism of organizations” (p.5). Simon et al., (1950) offers a similar idea:
The idea that there is one form of organization—specifically, the private corporation—that has a unique capacity for efficient action is simply a myth that ignores both the motivations and work in organizational behavior and the limits in our capacities for measuring consequences and converting them into costs and demand prices. Finally, the forms of organization in a society have much to do with the distribution of power. A plurality of organizational forms, governmental alongside private, can help to disperse power in a society. There are no
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simple formulas for choosing between markets and organization or between governmental and private organizations in a modern society. A great variety of patterns can be seen in the world today without clear choice among them. Simple dogmas of universal privatization or socialization are particularly suspect for the concentration of power they encourage. There is a great deal to be said for hybrid vigor (p. 11). A few supporters of public management may argue that while organizations vary management does not. Managers in both the public and private sector, according to this view, are carrying out essentially the same functions. The only difference is that they modify their management approach depending on scale and scope of the task and the challenges of the environment in which they are working. There are many opposing views to this idea; one in particular is that there are public problems which make situations more complex in the public sector. Much has been written about similarities and differences in public and private management.
How are Public-Private Management Similar? During the early period of the high noon of orthodoxy, Gulick and Urwick’s “Papers in the Science of Administration” (1937) summarizes the similarities of the chief executive and the public manager in the mnemonic POSDCORB (planning, organizing, staffing, directing, coordinating, reporting, and budgeting) (Allison, 1979; Graham and Hay, 1986). Gulick (1937) describes these basic managerial operations in the following way: 1. Planning— is working out in a board outline the things that need to be done and the method for doing them to accomplish the purpose set for the enterprise.
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2. Organizing— is the establishment of formal structure of authority through which work subdivisions are arranged, defined, and coordinated for the defined objective. 3. Staffing— is the whole personnel function of bringing in and training the staff and maintaining favorable conditions of work. 4. Directing— is the continuous task of making decisions, embodying them in specific orders and instructions while serving as the leader of the enterprise. 5. Coordinating— is the important duties of interrelating the various parts of the work. 6. Reporting— is keeping those to whom the executive is responsible informed as to what is going on. This includes keeping himself and his subordinates informed through records and inspection. 7. Budgeting— consists of fiscal planning, accounting and control (Gulick and Urwick, 1937). POSDCORB maintains its relevancy even today and there is no argument that POSDCORB is entrenched in the major management activities that are performed in both public and private organizations (Graham and Hay, 1986). According to Allison (1979), in both a public and private management environment, the challenge for managers is to apply these elements to their day-to-day operations and to achieve results (Stewart and Ranson, 1994).
How are Public and Private Management Different? Although numerous studies embrace the idea that public and private management are more alike than different, some authors believe that there are fundamental management differences. Allison (1979) suggests that
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public mangers should focus on the areas in which the public and private sectors exhibit fundamental differences. Some of the more commonly identified differences between public and private management environments are summarized in Table 1.
Table 1. Public-Versus-Private Differences that Impact Management
Source: Allison (1979)
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Although organizational theorists conclude that all managers (public and private) must deal with “structural complexity and external influences on their authority”, a growing number concede that public managers “usually face more elaborate structural arrangements and constraints” (Rainey 1991, p. 118). In fact, beginning in the early 1980s, contextual differences became a popular topic in the relatively sparse public management literature. Executives with firsthand experience in both government and business began writing about the differences between the two roles (Allison 1980, 1992; Blumenthal 1983; Cervantes 1983; Chase and Reveal 1983; Rumsfield 1983). All agreed that controls, processes, and constraints impacted their managerial behavior while in government. While the basic functions of public and private managers are nearly identical, leaders of public organizations must contend with a number of serious handicaps that are not found in business and industry. Public managers are expected, for instance, to deal with ambiguous and contradictory goals, absurdly unrealistic expectations on the part of their “owners” (the public), and inadequate control over their own administrative resources (Graham and Hays 1986, p. 4). In addition to public opinion, public managers must contend with, among other forces, the following: (1) the agency’s enabling legislation and relevant statutes, (2) court cases that further interpret authority and responsibility, (3) the influence of other agencies (with complementary or conflicting missions), (4) various interest groups, and (5) structural and procedural impediments intended to make the public manager accountable to the popular will (such as externally imposed budget levels, personnel ceilings, and organizational structure) (Graham and Hays 1986, p. 17). More structured research supports these special perspectives. Rainey (1991) points out that “various
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studies of public managers show a general tendency for their roles to reflect the context of political intervention and administrative constraints” (p. 174). As cited in Rainey (1991), comparative studies conclude that public and private managers performed the same roles and functions, but the time each manager type spent in the role differed (Aberbach, Putnam, and Rockman 1981; Kauffman 1979; Kurke and Aldrich 1983; Lou, Pavett, and Newman 1980; Mintzberg 1972; Porter and Von Maanen 1983; Weinberg 1977). As a result, many public administrators view their positions as having less autonomy because they have less control over how they allocate their own time, so they regard demands from people outside the organization as a much stronger influence on how they manage their time (Porter and Von Maanen 1983, p. 174). As Chase and Reveal (1983) argue, the key challenge of managing a public agency is the external political and institutional environment. Just as grueling, suggests Rainey (1991), is dealing with elected chief executives, coping with government agencies, legislators, and managing relations with special interest groups and the media. Certainly, management in the public domain can learn from management in the private sector, and vice versa. Specific management ideas may be transferable; however, what is not transferable is the model of management— its purposes, conditions, and tasks. “Yet, the private sector model dominates thinking» (Stewart and Ranson 1994, p.54). As a result, the task of management in the public domain is defined negatively rather than positively. Conflicting aspects of a public-versus-private sector model are summarized in Table 2. The distinctive nature of public and private management rests in the context of the constitution of the United States. Allison (1979) points out that in the private sector the Chief Executive Officer is charged with the responsibility of the general management of the
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organization. In contrast, management of government is divided among the executive, legislative and judicial branches. Certainly, the constitutional objective is not to run government efficiently but to ensure that there are checks and balances of power (Shafritz et al., 2007).
Table 2. Private-Public Sector Model Differences
Source: Stewart and Ranson 1994, p.58
Thus, the implementation and achievement of organizational goals in the private sector are the ultimate responsibility of the chief executive officer while the same duties in the public sector are spread throughout several different agencies and individuals at the federal level (Allison 1979). These individuals include elected congressional officials and appointees. Leaders should be mindful that at the local levels where most public services are delivered there is another array of elected officials and public managers responsible for the daily management of government agencies. In a completely rational world, if one could divide organizations into concise groups of public and private, identifying similarities and differences between managers of these organizations would be easy (Allison, 1979). According to Graham and Hays (1986), the natural tendencies of individuals are to categorize bureaucrats as a different class of citizens. The truth is that the roles they play are not different from those played by their counterparts in
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the private sector. When examined closely, the job titles one may find in the private sector has a public sector equivalent, for example, accountants, chemists, physicians and thousands of other technical, professional, and service employees. Public managers who supervise the activities of public employees are either elected or appointed; for example, presidents, mayors, senators, prime ministers and other judicial branches of power. Many public managers are appointed through the process of patronage (that is, through the sponsorship of elected politicians, which may or may not be followed by legislative approval), but the majority are in office through the civil service procedure. This section focuses on the appointed public manager. These individuals make the daily decisions that run public agencies (Chase and Reveal, 1983). According to Yates (1985), there are subtle differences between public and private organizations. For instance, elements of the public manager’s job that are shared by private managers include planning and analysis, budgeting, organizational design and the dynamics of groups within the organization. There are other facets of the public-private manager differences that are also interrelated; for instance, public managers must deal with Congress, manage communication with the media, not to mention the external pressures from interest groups. On the other hand, private executives are not excluded from this type of political environment. Yates (1985) points out that executives of private organizations must contend with competing firms, bankers, investors, clients, customers, unions and government regulatory agencies. The degree of intensity with which the public manager must deal with Congress and other government agencies does not compare to the private manager. However, the private sector’s growing relationships with government indicate that the private manager’s environment is starting to look more like his or her public
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counterparts, suggesting more of a blending between public and private management (Graham and Hays, 1986; Yates, 1985). Yates (1985) suggests the question of significance between the two is hard to answer because it rests entirely on the interests of the individual. That is, political scientists recognize political problems; organizational behaviorists see inter-group problems, and public managers contend with many problems that eventually manifest themselves as issues in personnel, planning, and other aspects of management. This study agrees with Allison (1979) in that understanding the differences between public and private are key to developing strategies and techniques appropriate in solving problems. However, it is the view of this study that tailoring a solution or approach to a specific problem within a public agency does not fall solely in the domain of public or private management. Public managers should seek solutions to public sector management issues based on the best practices of public and private management. Consider for a moment that the challenges of public managers in the United States are being transferred to their public manager counterparts in public enterprises of developing Latin American and Caribbean countries. Their ability to deal with important issues and trends depends on their view of the proliferation of public sector management. The focal concern of the following section is to examine the experience of Latin American and Caribbean countries in using public management as a tool to improve the performance of their public enterprises.
Public Enterprise Management in Developing Countries In the developing countries of Latin America and the Caribbean, public enterprises are the main drivers for
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economic and social transformation (Sicherl, 1983). The concept of a public enterprise system is that governments sell goods and services to the public that consists of private, public and not-for-profit management features. Many of the challenges facing public, such as maximizing efficiency (which is an element of the marketplace) while maintaining the ideals of equity and politics of the government sector necessitate the interpretation of politics and the market (Farazamand, 1996). Gaining an understanding of the past and present issues surrounding public enterprises in LACDNs is useful when interpreting the public enterprise as an infrastructure of development in different environments. Thus, the social and economic environment in which public enterprises were established and operate today influences the efficient and effective performance of the enterprise (Farazmand, 1996; Fay and Morrison, 2006; Khan, 1982; Sicherl, 1983). What follows is a highlight of colonialism’s influence on public enterprise management, public enterprises, and service delivery.
The Forgotten Factor: How Colonialism influenced Public Management? To better understand public enterprise management and to reform it in Latin America and the Caribbean, it is essential to be aware of how colonialism influenced public enterprise management. Farazmand (1996) argues that colonialism was instrumental in the development of public enterprises around the world. European colonial powers, including Britain, France, Portugal, and Spain, have left a lasting imprint on the administrative systems of many African, Asian, Latin American, and Caribbean nations. The development of public enterprise management and economic systems in Latin America was a product of the mercantilist Spanish and Portuguese
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prevailing colonial rule in the region which persisted after independence (Farazmand, 1996). Thus, many independent states of Latin America adopted the administration and economic patterns that they were exposed to during the colonial period. The purpose at this point is to examine the impact that colonialism exerted on developing nations. Colonialism within the Commonwealth Caribbean region12 will be highlighted to exemplify its impact on the public throughout the Latin American and Caribbean region.
The Legacy of Colonialism The legacy of colonialism in developing nations is one of the prevailing features evident in the management of many government agencies. In other words, the end of colonial rule in many Latin American and Caribbean nations has not changed the colonial traditions regarding government bureaucratic structure, function, socialization, norms and attitudes (Hague, p.199). According to Burrow-Giles (2002), colonial domination in the region resulted in British business interests gaining power and wealth through the policy of mercantilism. The impact of mercantilism on the region was manifested in very specific policies; (1) preventing colonial people from establishing manufacturing industries making them non-manufacturing dependen12 THE COMMONWEALTH CARIBBEAN is the term applied to the English- speaking islands in the Caribbean and the mainland nations of Belize (formerly British Honduras) and Guyana (formerly British Guiana) that once constituted the Caribbean portion of the British Empire. This study examines only the islands of the Commonwealth Caribbean, which are Jamaica, Trinidad and Tobago, the Windward Islands (Dominica, St. Lucia, St. Vincent and the Grenadines, and Grenada), Barbados, the Leeward Islands (Antigua and Barbuda, St. Kitts and Nevis, Anguilla, and Montserrat), and the so-called Northern Islands (the Bahamas, the Cayman Islands, and the Turks and Caicos Islands).
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cies; (2) keeping colonial people technologically backward; (3) maintaining colonial people as producers of primary products; (4) keeping colonial people bound to the mother country through the policy of trade exclusivity; and (5) limiting horizontal linkages between the colonies except through the British government. The obvious impact of mercantilism on the region was twofold. First, policies were designed to extract the surpluses from the region to help in the development of Britain; second, it distorted and impeded the development of the economies in the region. In fact, the colonial legacy has not been totally dismantled. This is apparent in the Crown Colony Government representative system of the Grand Cayman Islands. The inherited pejorative features of bureaucracy, such as elitism, paternalism, despotism, distrust, centralization, secrecy, formalism and urban bias, are alive and well in the Grand Cayman Islands. There are three stages to the historical evolution of colonialism. First, the era of slavery lasting until 1834 in the Commonwealth Caribbean served to place a premium on freedom and the political culture of the Caribbean. The second stage was the old representative system until the 1865 Morant Bay uprising in Jamaica13. Subsequently, the Crown Colony Government (CCG) form of government was introduced to devolve government oversight from the imperial British government to the colonies. Third, the era of constitutional decolonization began with the general rise after the First World War toward greater self -government and eventual independence (Barrow-Giles, 2002; Lange 2004).
13 The Morant Bay rebellion began on October 11, 1865, when Paul Bogle led 200 to 300 black men and women into the town of Morant Bay, parish of St. Thomas in the East, Jamaica. The rebellion and its aftermath were a major turning point in Jamaica’s history, also generated a significant political debate in Britain.
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The development of colonialism was not a random event but was purposeful and conducted with extreme prejudice. At the national level of the British government, the Privy Council was the chief executive authority for the local service in the Colonies (Barrow-Giles, 2002; Khan, 1982). Other offices included the Treasury, the Office of the Secretary of State, the Admiralty, the War Office, and the Ordinance Board. As a result of complications with management and delays in long distance correspondence between Britain and the colonies, a Colonial Office was formed in 1854. The colonial office ensured the provision of a permanent supply of trained officials to manage and coordinate the duties of the colonies in the best interest of the Crown. Maintaining control of administration was important to the perpetuation of colonial rule because the colonial Administrative Secretariat did the bidding for the Crown and discharged its functions according to the standards set by the Crown. What is clear is that the Crown Colony ruled its colonial possessions by eliminating political competition and vesting government management and decision-making power in the supreme ruler (Governor) of the Crown Colony Government.
Colonial Management Colonial management in many of the British colonies was directed by the governor, the single and supreme authority representative of the Crown Colony. The governor, as head of the executive government, the president of the legislature and the exclusive channel of communication with the Crown Colony, was responsible for the security and all interests of the colony. The governor had the power to appoint judges and dismiss, suspend or relieve public officials of their duties and responsibilities to their constituencies (Khan, 1982).
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Civil Service Colonial governors relied heavily on the civil service in carrying out executive functions. During the 1830s each colony hired local civil servants with input from their respective governors in the region. Often, the higher positions such as Governor, Chief Justice, Attorney General, financial Secretary, and Colonial Secretary were made by the Crown Colony Government through a patronage system. The most important official after the Governor was the Colonial Secretariat— the office of the Colonial Secretary is the principal agent of government and the legislative council at the same time, directing the complex management service and technical departmental system. The Colonial Secretariat and the treasury department provided central management services and were the control centers of all government activities in the Colonies (Barrow-Giles, 2002; Hague, 1997; Khan, 1982; Morris, 1967).
Reorganization Period of the 1930s The reorganization period of the 1930s and the inquiry of the Moyne Commission represented civil unrest and protest movements throughout the Caribbean. These events not only signaled the advent of constitutional and socio-economic change, but they also initiated the attack on the colonial administrative structure (Barrow-Giles, 2002; Benn, 2004; Khan, 1982). The Moyne Commission Report (1945) supposedly brought gradual change in the role of governments in the Caribbean. The report concluded that policymakers needed to pay attention to the development of social issues, such as housing, education, health, social welfare, and immunity improvement. Benn (2004) points out that the delivery of these services to society in the Caribbean stimulated the growth
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of the public sector through increased public expenditure, growth of existing departments and new government agencies. As a result of these events, a ministerial system of government dividing the Colonial Secretariat into ministries related to housing, public works, education, and other related ministries was formed. The decentralization of the Colonial Secretariat filled with the elected members (Ministers of Parliament) did not involve them being properly trained or getting experience in delivering and maintaining services to their constituents; instead, they were getting irrelevant experience on running the ministry in menial administrative jobs and file work (Barrow-Giles, 2002; Benn, 2004; Khan, 1982). In fact, the newly elected members of parliament had no real power and authority. The governor and senior level civil servants, appointed and approved by the Crown Colony continued to exercise executive power over the elected members of parliament and the masses. Thus, the challenge for these new ministries appeared to be that the organizational elements of public management were driven by the tasks to be performed and how these tasks were divided between the different workgroups. Ultimately, division of labor should be conducted in such a manner that it meets the objectives of government. Many Caribbean countries with their newfound statehoods began to experience the realities of their new structures and responsibilities.
Institutional Behavior and Relations Institutional behavior and relations in the Caribbean region have encountered many challenges in the development of harmonious relationships between the executives and the civil servants. Khan (1982) points out that these organizational problems have been compounded by confusion about leadership roles and
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the ministries. Colonialism has influenced this aspect of public- management because the transition has not been effectively made from the relatively simple hierarchal organizations of the colonial period to the criteria of the new ministerial organizations. This is due in part because there is no longer one actor in the decision-making process as first encountered in the office of the Colonial Secretary. What has taken place is an evolution of the organizational structure from the colonial period represented by three actors at the top of each ministry in which the working relationship has not been clearly defined (Benn, 2004; Khan, 1982). They are the Minister, Permanent Secretary and Chief Technical Officer (CTO). Thus, direction at the ministerial level is not as strong and unified as it should be. To create a tri-dichotomous relationship between the three officials, such as the Minister setting policy, the Permanent Secretary implementing policy and the CTO giving technical advice on policy and implementation, is naive and mistaken (Benn, 2004; Khan, 1982). It would be like agreeing to the view that there is a politicsadministration dichotomy in real practice. In many Caribbean nations the linkage between policy formation, implementation, technical and managerial evaluation is still being debated and has not yet been resolved. What is generally lacking is an environment in which teamwork is encouraged. Too often in small island societies political executives and civil servants create an atmosphere that lacks social harmony and encourages conflicts that result in power struggles, uneasiness, and uncooperative behavior between ministerial levels of government and civil servants (Milne, 1970). There appears to be a recurrent theme in the management literature of the Caribbean that suggests the conflict relationship between politicians and civil servants goes back to the days of colonial rule. According to Khan (1982), while politicians were engaged in the indepen-
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dence movement, civil servants assisted the colonial power in maintaining law and order. Consequently, civil servants trained in the ways of the colonial government are not aware of the needs of a transitional independent state. Therefore, Ministers look to individuals on whom they can rely for support often resulting in nepotism and job denials to non-supporters of the party. Today there continues to be an environment of mistrust and misunderstanding between Ministers of Parliament and the civil service (Armstrong, 1980; Mills, 1970). The introduction of colonialism into the public management system of the Caribbean was based on value premises and structural designs transferred to colonial settings incrementally (Benn, 2004; Khan, 1982). Colonial rule was easily adopted because no other choice was readily available. The adaptation of this type of rule by public-enterprise management at the local level was the result of colonial rule becoming institutionalized, not just based on acquiescence, selective recruitment, organizational socialization, value infusion, or conformity, but also on control, coercion, and containment. Accordingly, the hegemonic dominant class of the Crown Colony became the driving force of consciousness, values and customs throughout colonial societies (Lange, 2004). Eventually, the inquiry of the Moyne Commission Report (1945) and other social movements brought about change in public- management with increasing involvement and participation in public agencies by majority socio-ethic groups. Greater acceptance of and recognition for the instrumental value of public- management became visible, especially, with the new responsibilities of public agencies to deliver social services to the masses.
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GOBERNANZA
METROPOLITANA: DEFINICIONES Y MARCOS CONCEPTUALES
Jesús A. Treviño*
Resumen: l ensayo señala que el concepto de gobernanza es impreciso, a grado tal que sus significados no sólo son distintos; sino, a veces, contradictorios. A la confusión y profusión de definiciones se añaden las dificultades lingüísticas y las ambigüedades disciplinarias. Por esta razón se prefiere abordar y definir la gobernanza desde cinco enfoques o marcos conceptuales que responden a los nuevos retos planteados por el desplazamiento del estado como actor principal, la porosidad jurisdiccional de los problemas metropolitanos y la participación creciente del sector privado en la provisión de bienes y servicios públicos. Estos enfoques son: (1) La administración pública tradicional, (2) La nueva gerencia pública, (3) El nuevo servicio público, (4) conjunción administrativa. (5) La economía política Metropolitana. Los primeros cuatro enfoques que se revisan son de carácter gerencial o administrativo. La Administración Pública Tradicional y la Nueva Gerencia Pública ubican la gobernanza en el nivel de la eficiencia administrativa. El Nuevo Servicio Público y la Conjunción Administrativa, en el nivel de las prácticas sociales, señalan que la gobernaza es resultado de la participación ciudadana, del ejercicio del poder. El quinto enfoque es una propuesta en este ensayo. Se propone llevar la definición de gobenanza como ejercicio del poder al de las fuentes o determinantes del poder. El marco propuesto señala que los enfoques gerenciales o administrativos se preocupan por la “buena” administración de la ciudad,
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pero son de poca utilidad para explicar las consecuencias o las razones del ejercicio de poder en la sociedad. Por esta razón, se propone analizar gobernanza en el marco de la economía política metropolitana.
Definiciones. The Oxford English Dictionary dice que el término gobernanza (governance) se utilizó por primera vez en 1628 y que para 1701 ya existía la expresión “los príncipes sabios no deberían admirarse por su gobierno sino por su gobernanza.” Esta idea, la de gobernanza como sinónimo de método o sistema de gobernar o administrar, es la que reporta The Webster’s Ecyclopaedic Unabridged Dictionary of the English Language (Maheshwar 2002, 240). Definiciones recientes en la línea de este esnayo afirman que la gobernanza significa el ejercicio del poder, con el objetivo de dirigir y regular las actividades públicas en beneficio del interés público (comoquiera que a éste se le defina). A partir de los 1990s, el concepto cobró interés cuando las agencias internacionales de ayuda reportaron que la mala gobernanza (o su ausencia) era una barrera importante para el desarrollo económico de los países subdesarrollados. La buena gobernanza (o gobernanza democrática, como prefiriere denominarla Gore en su National Performance Review y Denhardt y Denhardt 2003), se promueve con factores como la descentralización y la administración participativa o participación ciudadana en la toma de decisiones (Maheshwar 2002, 240-242). El concepto de gobernanza, a pesar de su uso tan amplio, es impreciso a grado tal que sus significados no sólo son distintos sino, a veces, contradictorios. La variedad de términos es evidente en las definiciones siguientes:
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• La gobernanza es el ejercicio de la autoridad pública. Esto es, la elaboración y administración de la política pública, así como la toma de decisiones y la realización de acciones consecuentes. Con en el tiempo, el poder de dirigir una sociedad se ha pasado de gobernantes individuales a gobiernos poderosos y, hoy en día, a una base social amplia. La estructura gubernamental de una ciudad, aunque importante, sólo es una dimensión de la gobernanza local. • Gobernaza significa administración en un contexto político, atendiendo al interés público de la forma más amplia posible (Green y Hubbell 1996, 38). Esta definición corresponde a los autores del Manifiesto de Blacksburg (1983), que hacían un llamado a la reconceptualización de la administración pública en materia de gobernanza.14 Es el antecedente inmediato que marca la evolución de la Nueva Administración Pública hacia la perspectiva del Nuevo Servicio Público. • Gobernanza es más que la provisión de servicios públicos y administración de las crisis o los problemas urbanos. Implica la construcción de instituciones y procesos que llevan a los ciudadanos a formular e implementar políticas comunitarias, de manera colectiva y democrática (Bowman 2007, 140). • La gobernanza, en las redes de políticas o sistemas de negociación, se refiere a los actores públicos de los distintos niveles, en cooperación con los actores privados para la producción y ejecución de políticas. • La gobernanza son los regímenes de leyes, reglas, decisiones judiciales y prácticas administrativas que 14 Los autores del Manifiesto comparten la línea previamente trazada por la conferencia de Minnowbrook I (NY, 1968) sobre el interés público y el rechazo a una administración pública «neutral» o libre de valores.
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restringen, prescriben y posibilitan la provisión de bienes y servicios por el sector público (Lynn et al. (2001, 7). A esta confusión y profusión de definiciones se añaden las dificultades lingüísticas y las ambigüedades disciplinarias. En la bobliografía, a veces, el término gobernanza parece remplazar al de administración pública (public administation) o al de gerencia pública (public management). Por otro lado, hoy en día se utiliza al término gobernanza para indicar situaciones que amenazan las formas convencionales del gobierno democrático o que proponen alguna vía lateral democrática. Este camino lleva a confundir a la gobernanza con el gobierno y la gobernabilidad. Gobierno. Son las estructuras e instituciones del gobierno y de las organizaciones públicas encargadas formalmente de establecer las políticas y prestar los servicios. (Denhardt y Denhardt 2003, 86). Gobierno es un concepto menos amplio que el de gobernanza. Gobernabilidad. Capacidad del gobierno para resolver los problemas que le competen. La disminución de esa capacidad se debió a la resistencia de varios grupos sociales, entre los que destacaron los sindicatos, a la acción pública unilateral. El término cayó en desuso en los 1980s cuando los gobiernos empezaron a reducir sus funciones y replantear su autoridad (Grant 2003/1996, 226). Gobernabilidad se refiere a la capacidad del gobierno, no al ejercicio del poder en aras del bien común. La diversidad de enfoques y las dificultades lingüísticas y disciplinarias muestran que es difícil encontrar una definición de gobernanza en la que todos estén de acuerdo (Whelan 2007, 844). En su revisión de las teorías y conceptos de la administración pública, Frederickson y Smith (2003, 243-244) concluyen que, hoy en día, gobernanza es más un término que describe un cambio
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en la administración pública que una teoría coherente. Gobernanza es un término utilizado para comprender los cambios en el ámbito de la administración pública y describir los marcos intelectuales que responden a los nuevos retos planteados. La pregunta obligada es: ¿Cuáles retos nuevos? Nos ocupamos de este asunto enseguida.
“Los nuevos retos”. No hay duda de que las reglas y las regulaciones, los programas y los procesos que guían la sociedad, han experimentado un cambio dramático. Este cambio en los mecanismos que guían y regulan la sociedad giran alrededor de tres temas o principios unificadores sobre el papel de la administración pública y la definición de la gobernanza (Peters y Pierre 1998, Denhardt y Denhardt 2003, 84-86, Frederickson y Smith 2003, 207-210):
1. El estado es desplazado como el actor principal de la política pública (Retreat of the State, Strange 1996). Este desplazamiento ocurre por las presiones globales sobre los gobiernos nacionales a través de los mercados internacionales de capital y de organizaciones supranacionales (Empresas Trasnacionales, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización de Libre Comercio, Green Peace). 2. Cambios en la relación sector público-sector privado. Predomina la corriente de la “Nueva Gerencia Pública” que propone:
• La adopción de la administración y técnicas de distribución de los recursos, con base en las reglas del mercado.
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• Mayor ingerencia del sector privado en la provisión de los servicios públicos. • Un esfuerzo deliberado para “adelgazar” el gobierno y descentralizar sus funciones, a fin de que deje de ser actor central en la formulación de políticas. 3. Emergencia del ‘estado hueco’ (hollow state). El “estado hueco” es una expresión para señalar un gobierno que subcontrata los servicios públicos, reduciendo su papel como oferente directo de los bienes públicos. El desplazamiento del estado como actor central de la política pública, los cambios recientes en la relación sector público-sector privado y el surgimiento del “estado hueco” crean una presión global para replantear las conexiones formales e informales entre el gobierno y la sociedad y una demanda de herramientas intelectuales en la administración pública.
Respuestas La necesidad de afrontar los retos anteriores ha generado tres enfoques de estudio de la gobernanza en general y dos marcos alternativos para el análisis de la gobernanza metropolitana, en particular:
1. La gobernanza como administración pública tradicional (autores clásicos, antes de 1968. En inglés: Public Management). La gobernanza es el diseño e implantación de políticas dirigidas a objetivos específicos, políticamente definidos. Los funcionarios públicos canalizan estas políticas a través de las diversas dependencias de gobierno organizadas jerárquica-
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mente y están sujetas a los principios marcados por la ley y la realidad política. El gobierno es el actor más importante en la dirección de la sociedad, sin que ello implique que otros intereses no sean representados. Los funcionarios públicos reportan a los líderes políticos elegidos democráticamente. Problemas. La política pública es formulada y controlada por expertos que determinan la naturaleza del interés público y diseñan las políticas óptimas para alcanzarlo. Las personas son inducidas por un sistema de premios y castigos para lograr las metas de las políticas científicamente elaboradas. No hay participación ciudadana que integre directamente los deseos sociales en la política pública. 2. La gobernanza como nueva gerencia pública (NGP. En inglés: New Public Management) (Kettl 2000). La gobernanza es NGP. La gobernanza es la adopción de los valores y prácticas empresariales en el sector público. Las dos variantes principales de la NGP son el “modelo Westminster” (Nueva Zelanda, Australia, Canadá y el Reino Unido) y el “modelo de la reinvención del gobierno” (E.E.U.U.). Este enfoque considera que la suma de los intereses particulares genera un resultado congruente con el de los grupos mayores de ciudadanos (consumidores). Problemas. La noción de gobernanza en la NGP es demasiado reducida. Además, la administración de los asuntos privados es muy distinta de la administración pública. Mientras en la administración pública se rinden cuentas (accountability) a diversos grupos sociales bajo criterios sociales, en la administración privada se rinden cuentas a un propietario o grupo de accionistas asociados por el afán de lucro. Por otro lado, los proveedores de servi-
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cios rinden cuentas a sus contratistas en vez de servir directamente al interés público. Tal como lo señalan Peters and Pierre (1998), la ideología de la NGP cuestiona el papel cultural y filosófico de la democracia. 3. La gobernanza como nuevo servicio público (NSP. En inglés: New Public Administration) (Denhardt y Denhardt 2003). La gobernanza es el ejercicio de la autoridad pública. Es un concepto más amplio que el de gobierno. Son las tradiciones, las instituciones y los procesos que determinan el ejercicio del poder en una sociedad, incluyendo cómo se toman las decisiones en asuntos de interés público y cómo los ciudadanos participan en las decisiones públicas (Denhardt 2003, 86). Este enfoque tiene como antecedente la Nueva Administración Pública, surgida después de la conferencia de Minnowbrook (NY, 1968), “refundada” por el Manifiesto de Blacksburg (VA, 1983) y revaluada por las conferencias de Minowbrook II (1988) y III (2008).15 Problemas. El NSP sólo es real como planteamiento. En el mundo hay un continuuom de gobernanzas que van desde el modelo estatista (el gobierno es el único actor principal) hasta la “gobernanza sin gobierno” (los actores sociales son más importantes que el gobierno). Los modelos de gobernanza que se acercan al modelo ideal del NSP serían: la escuela holandesa (el estado es uno de los muchos actores que participan en las redes sociales de gobierno) y el de “gobernanza sin gobierno,” ya mencionado (Pierre y Peters 2005, Ch2).
15 Los reportes de la conferencia reciente de Minowbrook III (2008) no reportan avances significativos o tan importantes como los de la conferencia de Minobrook I (1968).
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Tabla 1. Diferencias entre el Nuevo Servicio Público (NSP) y la Nueva Gerencia Pública (NSP)*
Fuente: Peters y Pierre (1998, 231–233), Frederickson y Smith 2003, chap. 9), Gargan (2007, 1194).
* Esta lista comparativa entre la NGP y el NSP puede adaptarse para el estudio de la famosa dicotomía administración-política o para e ilustrar la historia reciente de la administración pública.
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4. Gobernanza como conjunción administrativa (CA) (Fiederickson 1999). La gobernanza es el intento de crear una imagen coherente de las relaciones laterales e interinstitucionales en la administración pública, frente a los nuevos retos:
(a) Límites jurisdiccionales porosos. Los problemas rebasan los límites municipales y los residentes tienen compromisos sociales, políticos y financieros en áreas diferentes a la que viven o trabajan. (b)Erosión de la capacidad de las jurisdicciones para contener y administrar los problemas complejos sociales, económicos y políticos. Las ciudades más grandes tienen los problemas mayores y menor capacidad individual para resolverlos por sí mismas. (c) Problemas para distinguir lo público de lo privado. Los servicios públicos se subcontratan cada vez más en algunas jurisdicciones. (d)El liderazgo político es más importante al interior de los municipios que entre ellos. La teoría de la conjunción administrativa destaca dos observaciones:
(a) Los retos metropolitanos se parecen mucho a los que debe afrontar la diplomacia en el nivel internacional. Los sistemas o redes de cooperación interjurisdiccionales son como los de la diplomacia entre las naciones-estado: [. . . En] la ausencia de una autoridad central, y bajo condiciones de gran interdependencia, hay sistemas de cooperación y acuerdo altamente desarrollados en áreas metopolitanas que sirven
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esencialmente al mismo propósito que las prácticas de la diplomacia entre las naciones estado. Como en el caso de la diplomacia, los patrones de cooperación y acuerdo en la metrópolis varía según la materia de que se trate, el estatus e intereses de los actores, la permanencia o inestabilidad de los problemas y el nivel relativo de la formalidad del proceso y el procedimiento. Frederickson (1999, 707) (b)Las jurisdicciones políticas todavía son importantes para la política. La política, en el sentido de las campañas electorales, aún es jurisdiccional. Si las estructuras jurisdiccionales jerárquicas se consideran como edificios, la conjunción administrativa es como puentes peatonales que los conectan. La conjunción administrativa necesita de las jurisdicciones como entidades políticas. La conjunción administrativa es el arreglo y carácter horizontal de la asociación formal e informal entre los actores que representan unidades, con una conducta pública y administrativa interconectada. Para sustentar su teoría, Frederickson (1999) señala que los oficiales de alto rango en Kansas City dedican como un 15% de su tiempo a las actividades de conjunción o cooperación interjurisdiccional. Esta conjunción se basa en los valores, creencias y experiencia del servicio público profesional más que en la autoridad formal. Hoy en día, la conjunción administrativa, la asociación horizontal de redes de varios actores públicos y la conducta administrativa resultante de la red, describen mejor la administración metropolitana en la arena urbana. Se crean colaboraciones metropolitanas que representan formas emergentes de gobernanza, puesto que se comprometen en un sistema de redes de interacción
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que, como un todo, actúan como un régimen urbano de participantes interconectados con intereses mutuos y contradictorios (Meek 2003, 929). Existe una conjunción metropolitana práctica porque las metrópolis deben funcionar como unidades coherentes y articuladas para competir en la economía mundial y capitalizar las ventajas de las aglomeraciones urbanas. Mas aún, la naturaleza de los problemas es de índole intermunicipal: hay muchos problemas públicos, tales como la calidad del aire, el transporte, el uso del suelo, la protección civil o la seguridad pública, que rebasan los límites municipales y deben ser atendidos como parte de la gobernanza regional, ya sea formal o informal (Hall 2005, 211-212). Como la política de los municipios metropolitanos es de naturaleza interna (i.e., campañas electorales), los acuerdos de cooperación intermunicipal generalmente son delegados a los profesionales o a los expertos sobre una base de conocimiento, no de autoridad formal. Como lo notara Holden (1964, 634): Los burócratas municipales importantes son los oficiales con experiencia más o menos permanentes de las oficinas de gobierno y un juicio rápido muestra que la mayoría de los contactos intergubernamentales se lleva a cabo en este nivel (de director de finanzas a director de finanzas o de oficial de salud a oficial de salud). La clave de la cooperación entre los municipios de una metrópoli es la naturaleza interjurisdiccional de sus problemas. No hay organizaciones e instituciones más interdependientes que las metropolitanas. No debería sorprender que, por lo tanto, se encuentren las mejores formas de cooperación en las áreas metropolitanas. Aunque no hay dos áreas metropolitanas iguales, ellas son relativamente similares en términos gubernamentales. Por lo tanto, los hallazgos y puntos teóricos hechos para los estudios de caso son generalizables.
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Problemas. La política de cualquier jurisdicción puede crear fuerzas opositoras a la cooperación; los funcionarios pueden tener fricciones por cuestiones de personalidad; no hay un estudio satisfactorio con el nivel regional o subnacional.
5. La gobernanza como economía política metropolitana (EPM) (este ensayo). La gobernanza engloba instituciones y procesos que tienen que ver con el ejercicio del poder en la sociedad. Las instituciones, en el sentido amplio, son patrones individuales o de grupo obligados por sanciones en leyes, costumbres o prácticas sociales informales (Bellah et al. 1991, 10-11, citado en Wamsley y Wolf 1996, 29). El proceso de gobernanza tiene que ver con la manera de tomar decisiones en una sociedad y cómo los ciudadanos y los grupos interactúan en la formulación de metas públicas y en la implantación de la política pública. Este proceso involucra muchos grupos y organizaciones diferentes (Denhardt y Baker 2007,131). En estas líneas no sólo interesa la definición de gobernanza, sino también su ubicación en el nivel del ejercicio (no de las fuentes) del poder. Es importante subrayar también que se necesitan técnicas para el análisis de los procesos de negociación de los diversos grupos con niveles de interés y participación desigual. La gobernanza, como ejercicio del poder institucionalizado, es un proceso importante (el de las prácticas sociales) en el proceso de estructuración. El proceso de estructuración es el proceso por el que se fortalecen las fuentes de poder que, a su vez, determinan el alcance de la acción (institucional o no institucional) de los actores sociales. Parafraseando a Giddens (1976, 161), la gobernanza es parte del proceso por el que los actores
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sociales ejercen su poder y, en esa medida, robustecen (o debilitan) sus fuentes de poder. Esas fuentes de poder fortalecidas (o disminuidas), a su vez, determinan las posibilidades de la acción social. De esta manera, las fuentes de poder son construidas por la acción social y la acción social, a su vez, es determinada por las fuentes de poder. Es obvio que, en esta perspectiva, la realidad social es una construcción dinámica con intereses específicos que guían acciones deliberadas o intencionadas. La gobernanza, como economía política metropolitana, es una propuesta sugerida por este esnayo. Por lo tanto, conviene desglosar con mayor detalle, las ideas anteriores. En la sección siguiente adaptamos a la metropolítica (gobernanza metropolitana) algunos desarrollos teórico-metodológicos de la economía política internacional (EPI). La idea clave que une estos dos temas es la gobernanza metropolitana como problema de diplomacia, no en el sentido sugerido por Holden (1964) sino en el de la “diplomacia triangular” en el ámbito de la EPI. En su síntesis de las teorías de la gobernanza, Frederickson y Smith (2003) redescubren la propuesta de Holden (1964) de considerar a la gobernanza metropolitana como un problema de diplomacia. Después de revisar someramente el trabajo de Susan Strange (1996) sobre la pérdida de fuerza de los estados nacionales frente a las empresas trasnacionales y la permeabilidad de las fronteras nacionales a las fuerzas de la globalización (Retreat of the State), Frederickson y Smith (2003) limitan su análisis a la diplomacia en el sentido tradicional, concluyendo que los problemas de la gobernanza metropolitana son resueltos por una “conjunción administrativa.” Frederickson y su equipo dedican su obra reciente a medir el tiempo que los servidores públicos electos y los burócratas dedican a la conjunción administrativa en Kansas (1999) y a la tipología de la administración de las ciudades norteamericanas (2004). Es decir, Frederickson et al., tal como lo hiciera en su tiempo
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Holden para la diplomacia tradicional, se interesan en las lecciones que pueden aprender de los problemas y soluciones de cooperación interjurisdiccional. Con ello, sin embargo, Frederickson et al. omiten todo el desarrollo conceptual sobre “diplomacia triangular” de Susan Strange y su potencialidad para ser adaptado al ámbito metropolitano.
El método Burke-Aristóteles, en la “Gramática de los motivos”. “Si quieres entender el mundo, tienes que hacerte estas preguntas: ¿Quién obtiene qué? ¿Por qué la estructura es de la manera que es? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Quién arriesga? ¿Quién tiene las oportunidades? ¿Quién paga? ¿Quién se beneficia?” (Susan Strange, Entrevista personal, 1997) Las preguntas básicas que propone Susan Strange para el estudio del Sistema Global son similares a las que utiliza un antiguo método esbozado por Aristóteles (Poética y Retórica), y rescatado y mejorado por Kenneth Burke (1945) para el análisis del discurso. El método de BurkeAristóteles es conocido como «análisis pentaico” (pentadic analysis) por apoyarse en cinco preguntas: (1) ¿Qué ocurrió? (2) ¿Cuándo o dónde pasó? (3) ¿Quién lo hizo? (4) ¿Cómo lo hizo? (5) ¿Por qué lo hizo? Estas interrogaciones se traducen en cinco categorías que definen cualquier acción humana: “qué ocurrió (acto), cuándo y dónde pasó (escena), quién lo hizo (agente), cómo o de qué modo lo hizo (agencia), y el porqué (propósito).” Estas cinco preguntas comparten ciertas interrelaciones formales por ser atributos de una misma cosa o sustancia. Por la interrelación de estos elementos en la estructura de la acción, en lo que Burke llama la “gramática de los motivos,” la respuesta a una de estas preguntas afecta a las restantes.
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En el caso del sistema económico global, los principales actores son las empresas transnacionales y los estados nación. Sus interrelaciones dan lugar a la llamada: “diplomacia triangular” (Strange y Stopford 1991); relación empresa-empresa (de la que se ocupa la economía), relación estado-estado (materia de la diplomacia tradicional) y relación estado-empresa (estudiada por la ciencia política y otras disciplinas). Es claro que el método de la diplomacia triangular no sólo identifica los principales actores de la escena global; sino que, por omisión, clasifica al resto de los actores por su grado de participación, interés o lejanía en un caso específico. Existen métodos complementarios que apoyan la clasificación y el análisis de la diplomacia triangular, tales como “el método Gordon de rectángulos concéntricos” (Weiss 1990 y Gordon 1977), la negociación por “áreas problema” (Brewer 1992) o el “cubo de negociación” (Behrman y Grosse 1990, Ch.1 y Ch. 8). Los enfoques complementarios sobre el interés y el desempeño de actores diversos, primarios y secundarios, tienen el inconveniente de aplicarse al nivel de las negociaciones, en circunstancias cambiantes, sin referir explícitamente las fuentes de poder en operación. Los métodos para el estudio de las negociaciones entre los actores son importantes siempre que se les ubique en la dimensión adecuada, el de la negociación y los acuerdos, no en la economía política metropolitana. Los métodos de “rectángulos concéntricos,” “áreas problema” o “cubos de negociación” pueden ser de gran utilidad si las relaciones entre los actores se remiten a sus fuentes de poder, tal como lo hace el análisis de las relaciones en la “diplomacia triangular” (Figura 1) Una tarea importante en el análisis de la gobernanza metropolitana es identificar los principales actores y analizar sus relaciones. Como no hay adaptaciones del método de Susan Strange al nivel local, los ejemplos sólo tienen un carácter ilustrativo. Supongamos que hay dos actores principales que forman una “diplomacia trian-
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gular”: gobiernos municipales y desarrolladores inmobiliarios.16
La economía política metropolitana: de la “gramática de los motivos” a la “gramática de la acción social” . El método de Burke-Aristóteles, originalmente apoyado en cinco preguntas (¿Qué ocurrió? ¿Cuándo o dónde pasó? ¿Quién lo hizo? ¿Cómo lo hizo? ¿Por qué lo hizo?), puede extenderse a seis interrogantes agregando: ¿Qué posibilidades tuvo? De igual manera, a las cinco categorías respectivas (acto, escena, agente, agencia, propósito o motivo) se suma una sexta: fuentes de poder (es decir, ¿qué hace que los actos sean posibles? ¿qué hace que las cosas sean como son?). La pregunta natural es, ¿por qué agregar una sexta interrogante? La respuesta directa es: para llevar la “gramática de los motivos” a un cuerpo coherente de teoría social.17 Un tema central en la literatura sobre el
16 Esto no significa que no haya otros grupos locales importantes, tales como los grupos ecologistas, los sindicatos, y las universidades. La identificación y multiplicación de los actores sociales considerados, depende del problema específico. De hecho, Holden (1964), en su diplomacia metropolitana, y Frederickson y Smith (2003), en su Conjunción Administrativa, restringen la identificación de sus actores principales a los gobiernos municipales. En realidad, poco importa si la diplomacia es triangular (Strange y Stopford 1991), pentagonal (Lawton 1996) o poligonal. Lo relevante es considerar que las negociaciones de los actores sociales expresan y modifican sus fuentes de poder. Estas últimas, a su vez, determinan los temas de la agenda, el proceso y el resultado final de las negociaciones. 17 Se pueden agregar todas las preguntas que sean, pero por distintas razones. Algunos, siguiendo la retórica de Aristóteles, agregan una sexta pregunta relativa a la actitud o al marco. El marco de una situación se refiere a la idea, ideología o intención implícita en la escena: puede ser una visión del mundo, in patrón de comportamiento o una razón que legitima la conducta de los actores. Un conjunto de marcos da el argumento de una narrativa. Por ejemplo, los cuatro marcos de un argumento de “satanización” o “villanización” son: (1) identificar al oponente, (2) exagerar el poder del enemigo, (3) mostrar al oponente en situaciones completamente negativas,
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sistema global (Strange 1988 y Strange y Stopford 1991, principalmente) es el de las posibilidades de la acción (fuentes de poder). La introducción de la sexta pregunta, al llevar la “gramática de los motivos” al contexto del poder, desplaza la discusión del cómo se comunican las cosas al porqué ocurren los hechos. Por esta diferencia entre comunicación y explicación, las primeras líneas de esta sección muestran que las preguntas de Susan Stranage son similares, no iguales a las del método BurkeAristóteles. En su Gramática de los motivos, Burke intuyó la economía política, pero no fue su interés principal:
Según Aristóteles, Tales creía que “todas las cosas están llenas de Dioses.” Para nuestros propósitos, esto podría interpretarse como el reconocimiento del hecho de que en todo hay un poder, o un motivo de algún tipo. (Burke 1945, 118). • Las fuentes de Poder (¿Qué posibilidades tuvo?). En los últimos veinte años, una parte importante de la bibliografía sobre la economía política internacional aborda el estudio del poder en dos dimensiones simultáneas (Strange 1988, 1991 y 1996, y Nye 2004): la dimensión relacional18 (en el nivel de los actores sociales) y la dimensión estructural (en el nivel de las fuentes de poder). Robert Dhal proporciona la definición más breve y conocida de la dimensión relacional: un actor social, A, tiene poder relacional si hace que otro actor social, B, haga algo que no hubiera hecho en otra circunstancia (Pfeffer 1981, in Shafritz and Ott 1987, 310). John W. Gardner (1990, 55) proporciona una definición similar para el
y (4) mostrar que el oponente tiene motivos perversos o corruptos. Generalmente este proceso se acompaña de otro de “santificación” del “bueno” por contrastan al “malo”. 18 Después de todo, el poder sólo es concebido en relación a otro (s).
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poder relacional: es la capacidad de modificar intencionalmente la conducta de otros. La dimensión estructural es la que determina el resultado en la dimensión relacional. La dimensión estructural también es conocida como “bases” (French and Raven 1959, in Shafritz and Ott 1987), “fuentes” (Strange 1988, Gardner 1990) o “recursos” Nye 2004) de poder. Nye (2004) proporciona la definición más clara de la dimensión estructural: hay sólo dos tipos de poder estructural: duro (hard) y blando (soft). Mientras el poder duro es la fuerza y la economía, el poder blando se refiere a los valores, el conocimiento de las reglas y cualquier cosa que busque “atrapar la mente y el corazón de la gente.” Aunque todos los tipos de poder duro y suave son interdependientes, algunos ejemplos representativos son Stalin o Hitler (poder duro-fuerza), Bill Gates (poder duro-economía) y el Papa (poder blando-valores):
El soft power es la capacidad de hacer creer a la gente que las ideas de uno son las mejores, que nuestros valores son los adecuados. Es el poder de moldear las ideas de la gente. Es más sutil que decir “si no me das tu dinero te mato,” o “si no eres de esta manera te hago sufrir.” Es sobre cómo comunicamos y qué comunicamos. Lo que comunicamos son creencias y sistemas o preferencias de valores. (Susan Strange, Entrevista personal 1997) En resumen. Al combinar las seis preguntas anteriores se tiene que los agentes (actores) desarrollan acciones (actos) en una situación (escena), utilizando ciertos medios (agencia) para lograr sus fines (propósitos) posibles (fuentes de poder) (Tabla 2 y Figura 2). Estos seis elementos son parte de un sistema interdependiente gobernado por relaciones históricas y dialécticas. Históricas, porque los actos del presente son consecuencia de las acciones de ayer. Dialécticas, porque los actos de hoy son resultado de la acción y reacción de los diversos agen-
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tes con intereses convergentes y/o divergentes en un momento determinado.
Figura 1. Geometría de la Negociación Social (Nivel Relacional).
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Figura 2. Librero de tres niveles para el estudio de la gobernanza.
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Tabla 2. Categorías de la “gramática de los motivos” y de la economía política de la gobernanza metropolitana.
• ¿Economía Política o “Gramática de la Acción Social”? La “gramática de los motivos” de Burke, al agregarse un término sobre las posibilidades de la acción, se transforma en economía política más que en una “gramática de la acción social,”19 por dos razones:
(1) La introducción del tema del poder no sólo crea un cambio cuantitativo (en el número de preguntas) sino también cualitativo (en el enfoque del análisis). La economía política reinterpreta las cinco preguntas de Burke-Aristóteles desde el ámbito de las fuentes de poder. La economía política no es la simple extensión de “la gramática de los motivos.” Al introducir el tema del poder en el sistema global o en la gobernanza metropolitana, la “gramática de los motivos” deja de ser “gramática” porque sustituye el interés por la forma con la explicación de las causas; abandona la retórica para
19 Esta es una expresión transitoria por motivos expositivos. Expresiones equivalentes a la «Gramática de la acción social» serían la referida a la sociedad en general («Gramática de las prácticas sociales») o a un ámbito específico («Gramática del sistema global» o «Gramática de la ciudad»).
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convertirse en Economía Política (metropolitana, en el caso que nos ocupa).20 (2) La preocupación en la economía política es analizar por qué ocurren las cosas; la preocupación en la “gramática de los motivos” es la forma en que se comunican los acontecimientos. Cuando el interés es analizar por qué ocurren los hechos, en vez de cómo se reportan en la noticia, se abandona el análisis del discurso o de los medios para adentrarse en el estudio de los determinantes de la realidad social y sus procesos de estructuración. Al buscar los elementos determinantes de una retórica de los acontecimientos (i.e., los reportes que se presentan en los medios de comunicación) nos alejamos de la “gramática de los motivos” para entrar al de la economía política. Las dos razones anteriores muestran cómo la “gramática de los motivos” presta a la economía política sus cinco preguntas sin confundirse con ella. Teniendo esto muy claro, es posible usar con toda libertad las preguntas de la “gramática de los motivos” en la economía política. Al particular debe tenerse presente que en la economía política, una vez identificado el tema de interés,
20 Es oportuno mencionar que Economía Política en estas notas refiere dos ideas principales: (1) La Economía Política no se restringe a la economía (producción y finanzas) como fuente de poder (también están la fuerza y el conocimiento, los valores, las ideas). Estas fuentes de poder remiten a las causas e impiden que la Economía Política sea considerada una mera «Gramática de la acción social,» «Gramática de las prácticas sociales» o «Gramática de la ciudad,» y (2) La economía política fusiona dos términos que corresponden a distintos ámbitos analíticos: la economía, que corresponde al nivel de las fuentes de poder (de las posibilidades de la acción), y la política que se ubica en el nivel de los actores sociales (de la acción social). Esta fusión de términos en la expresión «economía política» permite una visión completa de la acción social y sus posibilidades, pero frecuentemente lleva a que el lector poco cuidadoso mezcle indistintamente los efectos con las causas (confusión de conceptos de la acción social con sus fuentes de poder).
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hay tres tareas principales: la identificación de los principales actores, de sus relaciones más importantes y de sus fuentes de poder. La identificación de los actores más importantes filtra en el análisis la multiplicidad de hechos irrelevantes. La razón por la que deben identificarse las relaciones más importantes de los actores principales es la siguiente: un hombre o un actor social hace muchas cosas y no todas ellas son congruentes o articuladas entre sí. Por eso conviene seleccionar las relaciones y los elementos que se consideren relevantes a la acción que se busca analizar. La economía política no permite la ambigüedad de términos que ocurre en la “gramática de los motivos.” Los actores son los únicos provistos (o carentes) de poder. Los casos donde un actor es sustituido por una escena o un medio por un actor no son aceptables. Esto no quiere decir que no haya análisis ingenuos o intencionados que incurran en esta práctica. Si queremos mostrar las distintas versiones de un mismo hecho para ganar la voluntad de la audiencia, la gramática de los motivos es la más apropiada. Si queremos analizar los acontecimientos desde las fuerzas que les dieron origen, la economía política es la indicada. La segunda incluye a la primera y la descubre preguntando: ¿Cuáles son los actores principales y cuáles sus relaciones mas importantes?, ¿Qué posibilidades reales tienen esos actores de influir en otros?
Nota final sobre la diplomacia triangular y los cuatro enfoques administrativos o gerenciales de la gobernanza metropolitana La gobernanza en las teorías administrativas o gerenciales y en la economía política es tan diferente como el contenido de la teoría de la formación del universo y de la forma de los continentes. La teoría sobre el origen del
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universo responde a la pregunta sobre el inicio del universo; no responde a cómo se formaron los continentes o como tomaron forma. Esto último es materia de otra teoría. La economía política de la gobernanza metropolitana, como las teorías de formación del universo, considera a la ciudad en un contexto amplio: ¿Porqué ocurren las cosas? ¿Quién se beneficia o perjudica? Las teorías administrativas y gerenciales de la gobernanza, como las teorías sobre la formación de los continentes, aportan algo diferente: ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo manejar el carro? ¿Cómo administrar la ciudad? Lee el manual o aprende las lecciones de otros que lo han hecho mejor que tú. Son manuales de instrucciones para la “buena” administración de la ciudad, sin preocuparse por entenderla o explicarla. La economía política de la gobernanza, aunque más amplia en enfoque, no es mejor que la visión correspondiente en las teorías administrativas y gerenciales porque responden distintas preguntas. El reclamo de Denhardt y Denhardt (2003) de valorar a la gente sobre la productividad o la invitación de Frederickson (1999) de tomar a las áreas metropolitanas como el mejor referente empírico para el desarrollo de una teoría de la gobernanza basada en la conjunción administrativa son importantes en el nivel de las prácticas sociales. Estos enfoques, sin embargo, son de poca utilidad para explicar las consecuencias o las razones del ejercicio de poder en la sociedad. Este ejercicio, recordemos, se realiza a través de instituciones y procesos que representan la gobernanza en los enfoques administrativos o gerenciales.
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Tabla 3. Enfoques para el estudio de la gobernanza.
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ECONOMÍA,
EMPLEO Y PRODUCTIVIDAD EN LAS METRÓPOLIS DE MÉXICO Edel Cadena Vargas,21 Guadalupe Hoyos Castillo22 y Juan Campos Alanís23
Resumen: ste artículo analiza la evolución de la economía, el empleo y la productividad de las 56 zonas metropolitanas de México, de 1989 a 2004. Concluye, a través del análisis estadístico, que este tipo de ciudades siguen siendo un gran foco de atracción para la población; pero sus actividades económicas disminuyen gradualmente o se deterioran. Por ello, de continuar esta tendencia al estancamiento, se vislumbra, en el corto plazo, un futuro sombrío para las metrópolis de este país.
A
Palabras clave: metrópolis, economía urbana, producción, empleo, productividad. Abstract. This paper analyses the economy, employment, and productivity of 56 metropolitan zones from Mexico. Concludes that, through statistical analysis, this kind of cities keep being a big attraction focus of population,
21 Facultad de Planeación Urbana y Regional de la Universidad Autónoma del Estado de México. Miembro del cuerpo académico Estudios Territoriales y Ambientales. [email protected] 22 Facultad de Planeación Urbana y Regional de la Universidad Autónoma del Estado de México. Miembro del cuerpo académico Estudios Territoriales y Ambientales. [email protected] 23 Facultad de Geografía de la Universidad Autónoma del Estado de México. Miembro del cuerpo académico Procesos Socio-Economicos y Espaciales. [email protected]
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but its economical activities decrease or damages gradually. For that, if this tendency to stagnation continues, in the short term will be a gloomy future to the metropolis for this country. Key words. Metropolis, urban economy, production, employment, productivity.
Introducción Un primer problema para el análisis del fenómeno metropolitano en México es la falta de consenso —entre los estudiosos del tema— acerca del número de metrópolis, los criterios de integración, así como los municipios que componen cada una de ellas. No obstante, a pesar no estar enfocado al estudio de las metrópolis, el gobierno mexicano ha logrado un acuerdo acerca de los criterios para definir las zonas metropolitanas de este país. Para ellos –la Secretaría de Desarrollo Social SEDESOL, el Consejo Nacional de Población CONAPO y el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática INEGI– hay 56 zonas metropolitanas en México, compuestas por 345 municipios, definidos a partir de la siguiente tipología: (SEDESOL y otros, 2007: 17-20) 1. Municipios centrales. Corresponden a los municipios donde se localiza la ciudad principal que da origen a la zona metropolitana. 24 (…)
24 Los características de estos municipios, según el gobierno mexicano, son: «1a. Municipios que comparten una conurbación intermunicipal, definida ésta como la unión física entre dos o más localidades censales de diferentes municipios y cuya población, en conjunto, asciende a 50 mil o más habitantes. 1b. Municipios con localidades de 50 mil o más habitantes, que muestran un alto grado de integración física y funcional con municipios vecinos predominantemente urbanos. 1c. Municipios con ciudades de un millón o más de habitantes. 1d. Municipios con ciudades que forman parte de una zona metropolitana transfronteriza, con 250 mil o más habitantes.». (SEDESOL y otros, 2007: 20)
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2. Municipios exteriores definidos con base en criterios estadísticos y geográficos. Son municipios contiguos a los anteriores, cuyas localidades no están conurbadas con la ciudad principal, pero que manifiestan un carácter predominantemente urbano, al tiempo que mantienen un alto grado de integración funcional con los municipios centrales de la zona metropolitana.25 (…) 3. Municipios exteriores, definidos con base en criterios de planeación y política urbana. Son municipios que se encuentran reconocidos por los gobiernos, federal y locales, como parte de una zona metropolitana, a través de una serie de instrumentos que regulan su desarrollo urbano y la ordenación de su territorio, independientemente de su situación respecto de los criterios señalados en el punto anterior.26 Por ello, el presente trabajo parte de la delimitación del gobierno mexicano, a fin de analizar los procesos socioeconómicos en las 56 zonas metropolitanas de México, durante la época de las políticas de ajuste estructural 19892005,27 utilizando una regionalización convencional, para agruparlas en grandes zonas dentro del territorio nacional.
25 Las condiciones a cumplir, para el gobierno mexicano; son: «2a. Su localidad principal está ubicada a no más de 10 kilómetros por carretera pavimentada y de doble carril, de la localidad o conurbación que dio origen a la zona metropolitana en cuestión. 2b. Al menos 15 por ciento de su población ocupada residente trabaja en los municipios centrales de la zona metropolitana, o bien, 10 por ciento o más de la población que trabaja en el municipio reside en los municipios centrales de esta última. 2c. Tienen un porcentaje de población económicamente activa ocupada en actividades industriales, comerciales y de servicios mayor o igual a 75 por ciento. 2d. Tienen una densidad media urbana de por lo menos 20 habitantes por hectárea.». (SEDESOL y otros, 2007: 22) 26 Para incorporar estos municipios, según el gobierno mexicano, se deben cumplir las siguientes características: «3a. Estar incluidos en la declaratoria de zona conurbada o zona metropolitana correspondiente. 3b. Estar considerados en el programa de ordenación de zona conurbada o zona metropolitana respectivo. 3c. Estar reconocidos en el Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio vigente.» (SEDESOL y otros, 2007: 24) 27 A lo largo de este trabajo conservamos –a fin de evitar confusiones respecto de las fuentes la notación de los censos económicos del INEGI a pesar de que su fecha de levantamiento fue un año antes.
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La información estadística utilizada en esta investigación se deriva de los censos económicos y de población del INEGI, así como del Conteo de Población de 2005. Se extractó lo concerniente a cada uno de los 345 municipios y se reagrupó por cada zona metropolitana. Las cifras relativas a salarios y valor agregado fueron deflactadas a pesos de 2006, para su comparabilidad.
Población De 1990 a 2005, las 56 zonas metropolitanas pasaron de tener 42 millones 554 mil 959 habitantes a 57 millones 878 mil 905; es decir, de ser 52.4% de la población nacional en 1990, hoy día al menos 56.0% de los mexicanos vive en este tipo de lugares. Entre éstas metrópolis destacan 10 –Valle de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla-Tlaxcala, Toluca, Tijuana, León, Juárez, La Laguna, y San Luis Potosí– ya que ahí vive el 36.4% de la población nacional y el 64.9% del total de los pobladores de las metrópolis. Significa lo anterior que en tan sólo 167 mil 28 kilómetros cuadrados habitan las dos terceras partes de la población metropolitana, y poco más de la tercera parte de la población nacional.
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No obstante, el crecimiento poblacional de las metrópolis tiende a disminuir, ya que de 1990 a 1995 su incremento promedio anual fue de 2.6%, de 1995 a 2000 disminuyó a 1.9% anual, y de 2000 a 2005 a 1.5% anual. En conjunto, de 1990 a 2005 las metrópolis de México crecieron a un ritmo promedio anual de 2.1%. Pero este crecimiento no ha sido homogéneo en todas las zonas metropolitanas, sino que hay metrópolis ganadoras y perdedoras en este proceso de concentración de la población. En efecto, las zonas metropolitanas del Valle de México, Poza Rica y Minatitlán han disminuido su importancia relativa respecto del total nacional en -0.5 puntos porcentuales la primera, y -0,1 puntos porcentuales las dos últimas. En cambio, las metrópolis ganadoras han sido Guadalajara, Toluca, Juárez, Cancún, Monterrey y Tijuana, que han incrementado su peso relativo de 0.3 a 0.5 puntos porcentuales respecto del conjunto del país. Cabe destacar, entre aquellas que han sido más dinámicas en su crecimiento, el caso de Tijuana, que ha duplicado su población en tan solo 15 años, y Cancún que la ha triplicado en el mismo lapso. Por otra parte, 26 metrópolis conservaron su importancia nacional, y fueron: La Piedad-Pénjamo, Acapulco, Monclova-Frontera, Guaymas, Rioverde-Ciudad Fernández, Coatzacoalcos, Tampico, Orizaba, Moroleón-Uriangato, Tecomán, Acayucan, Córdoba, Tehuantepec, La Laguna, Zamora-Jacona, Ocotlán, Tula, San Francisco del Rincón, Tulancingo, Zacatecas-Guadalupe, Piedras Negras, ColimaVilla de Álvarez, Cuautla, Tepic, Veracruz y Xalapa. Sin embargo, visto por regiones, la población tiende a concentrarse más en las metrópolis de la Región Centro, en tanto que su peso respecto del total nacional aumentó 1.9 puntos porcentuales; la Región Norte Noroeste, por su parte, incrementó 1.4 puntos; la Región Occidente Centro Norte 0.4 puntos; y la Región Sur Sureste perdió -0.1 puntos porcentuales.
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En relación con el total de la población que habita en las metrópolis, las zonas que aumentaron su importancia relativa son, en orden descendente, Tijuana, Cancún, Juárez, Toluca y Querétaro, que han incrementado su población entre 0.8 y 0.3 puntos porcentuales en el lapso de 1990 a 2005. Por el contrario, las metrópolis que han disminuido su peso relativo en el conjunto metropolitano son: Moroleón-Uriangato, Córdoba, Rioverde-Ciudad Fernández, Coatzacoalcos, Orizaba, Guaymas, Monclova-Frontera, La Piedad-Pénjamo, Tampico, La Laguna, Minatitlán, Acapulco, Poza Rica y Valle de México. Es importante destacar que ésta última ha disminuido su importancia relativa en 3.3 puntos porcentuales, siendo un caso único, ya que el resto de las zonas perdedoras solo han descendido su importancia entre -0.1 y -0.2 puntos porcentuales.
Establecimientos De 1989 a 2004, el número de unidades económicas en las metrópolis aumentó de 841 mil 411 a 1 millón 747 mil 276 establecimientos, lo que supone un crecimiento promedio anual del 5.0%. A pesar de este crecimiento inusitado, el número de unidades económicas metropolitanas respecto del total nacional disminuyó de 64.2% a 61.7%. Este descenso se
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explica por sólo 13 metrópolis, que son: Valle de México, Monterrey, Veracruz, Poza Rica, Guadalajara, Tampico, Mexicali, Mérida, Orizaba, La Laguna, Guaymas, San Luis Potosí -Soledad de G.S. Entre éstas, resalta sobremanera el caso del Valle de México, metrópoli que perdió 3.9 puntos porcentuales en su importancia nacional de unidades económicas. A la par de este proceso de incremento inusitado del número de establecimientos en las metrópolis de México, también se observa la tendencia a la concentración, ya que en tan sólo 10 metrópolis se agrupa más del 40% de los establecimientos de todo el país. Estas metrópolis son: Valle de México, Guadalajara, Monterrey, PueblaTlaxcala, Toluca, León, Tijuana, Cuernavaca, Mérida y San Luis Potosí -Soledad de G.S. Incluso. Tan sólo en la primera, el Valle de México, se encuentran 2 de cada 10 establecimientos respecto del total nacional. Las metrópolis ganadoras en importancia nacional de establecimientos fueron: Toluca, con 0.6 puntos porcentuales, así como León, Morelia, Tijuana, Cuernavaca y Cancún, con 0.2 puntos porcentuales. Sin embargo, visto por regiones, la única región que ganó en importancia nacional fue la Occidente Centro Norte, mientras que el resto de las regiones disminuyó su peso relativo, siendo la región Centro la que más perdió importancia nacional.
De igual forma, tomando como universo el total de unidades económicas en las zonas metropolitanas, se obser-
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va que en sólo ocho metrópolis se concentra más del 60% del total de los establecimientos metropolitanos, y son: Valle de México, Guadalajara, Monterrey, PueblaTlaxcala, Toluca, León, Tijuana y Cuernavaca. A la par de ello, hay zonas ganadoras y perdedoras en importancia respecto del total de las metrópolis. Sólo 9 de ellas: Valle de México, Poza Rica, Veracruz, Tampico Mexicali, Monterrey, Mérida, Guaymas y Orizaba† disminuyeron su importancia relativa y 47 la aumentaron. Destaca la pérdida de importancia del Valle de México, zona que ha disminuido -4.7 puntos porcentuales. Por regiones, la Centro es la única que ha perdido importancia, -2.0 puntos porcentuales, mientras que la Occidente Centro Norte es la de mayor dinamismo, dentro del total de las zonas metropolitanas, al aumentar 1.5 puntos porcentuales; la Norte Noroeste y Sur Sureste ganarón marginalmente 0.3 puntos porcentuales.
Visto por sectores, en el total de las zonas metropolitanas, la proporción de establecimientos del sector manufacturero, el comercio y los servicios, se mantuvo —con ligeras variaciones— a lo largo de esos quince años. No obstante, analizados por zona metropolitana el panorama es muy diferente. De las 56 zonas metropolitanas, 17 de ellas –las mayores– disminuyeron su proporción de unidades económicas de tipo manufacturero, respecto de los servicios y y el comercio, y son: Juárez, Río Verde-Ciudad Fernán-
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dez, Tepic, Chihuahua, La Laguna, León, Monterrey, Tijuana, San Luis Potosí -Soledad de G.S., Aguascalientes, Puebla-Tlaxcala, Valle de México, Matamoros, Mexicali, Zacatecas-Guadalupe, Saltillo y Morelia. Las restantes aumentaron la proporción de sus establecimientos manufactureros, siendo el caso de Moroleón el más llamativo, ya que aumentó en 6 puntos porcentuales la participación relativa de este tipo de unidades. Por regiones, la Occidente-Centro Norte y la Sur Sureste son las que han aumentado el peso de sus manufacturas, en 0.4 y 1.5 puntos porcentuales, mientras que la Centro y la Norte-Noroeste la han disminuido en -0.2 y -0.7 puntos porcentuales.
Producción Para el año 1989, en las metrópolis de México se generaba alrededor de las cuatro quintas partes de la producción nacional. No obstante, su importancia tiende a disminuir de manera acelerada conforme avanzan las políticas de ajuste estructural. Efectivamente, de 1989 a 2004, el valor agregado censal bruto en las metrópolis disminuyó -5.3 puntos porcentuales respecto del total nacional. Dentro de este proceso, 16 zonas disminuyeron su importancia nacional, entre -7.8 y -0.1 puntos porcentuales, 19 la conservaron, y 21 metrópolis la aumentaron entre 0.1 y 1.0 punto porcentual.
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Las zonas que disminuyeron su importancia nacional en valor agregado censal bruto, respecto del total nacional, son: Valle de México, Saltillo, Cuernavaca, Monclova-Frontera, Monterrey, Guadalajara, Coatzacoalcos, Tampico, Acapulco, Poza Rica, Minatitlán, Veracruz, Orizaba, San Luis Potosí -Soledad de G.S., Guaymas y Zamora-Jacona. Resalta el caso del Valle de México, zona metropolitana que disminuyó su importancia -7.8 puntos, mientras que el resto de las zonas perdedoras sólo descendieron de -0.3 a -0.1 puntos porcentuales. Por regiones, llama poderosamente la atención que es la Zona Centro es la única que descendió, con -7.3 puntos porcentuales, mientras que la Sur Sureste permaneció igual, la Norte Noroeste crece 0.2 puntos porcentuales y la Occidente Centro Norte aumentó 1.8 puntos. Significa lo anterior que el valor de lo producido en las metrópolis del centro del país es lo que explica esta pérdida de importancia.
Analizado el total de valor agregado censal bruto metropolitano como universo, destaca que sólo en 13 zonas, en 1989, se producía 80.9% del total, y son, en orden descendente: Valle de México, Monterrey, Guadalajara, Saltillo, Puebla-Tlaxcala, Cuernavaca, Toluca, Juárez, San Luis Potosí -Soledad de G.S., Chihuahua, Tijuana, Querétaro y León. Tan sólo el Valle de México, en ese año, producía 43.5% del total. Es decir, dos de cada cinco pesos de valor agregado se generaba, en 1989, en una sola metrópoli.
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No obstante, quince años después, el panorama se modificó sustancialmente, ya que 13 zonas disminuyeron su importancia entre -0.1 y -7.0 puntos porcentuales, 14 la conservaron y 29 la aumentaron entre 0.1 y 1.4 puntos porcentuales. Las metrópolis que disminuyeron su importancia en el valor agregado censal bruto son, en orden descendente: Valle de México, Saltillo, Cuernavaca, Monclova-Frontera, Coatzacoalcos, Acapulco, Tampico, Poza Rica, Minatitlán, Veracruz, Orizaba, Guaymas y ZamoraJacona. Resalta el caso del Valle de México que se abatió en -7.0 puntos, mientras que León aumentó su importancia en 1.4 puntos porcentuales.
A la par de esta pérdida de importancia, la estructura de la producción ha cambiado sustancialmente en las zonas metropolitanas en los quince años de análisis, ya que el sector manufacturas descendió de manera notable, 16.5 puntos porcentuales, mientras que los sectores de servicios y comercio aumentaron. Por zonas, en 33 se presentó esta disminución, entre 1.7 y -55.7 puntos porcentuales, y en 23 metrópolis aumentó entre 0.4 y 43.6 puntos porcentuales. Las metrópolis cuyo descenso en el valor de las manufacturas es mayor que el promedio metropolitano son, en orden descendente: Poza Rica, Acayucan, Valle de México, Córdoba, Oaxaca, Querétaro, Monclova-Frontera, Tehuacán, Monterrey y San Luis Potosí -Soledad de G.S. Las que, por el contrario, aumentaron la proporción del
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valor agregado manufacturero son, en orden ascendente: Colima-Villa de Álvarez, San Francisco del Rincón, Tula, Matamoros, Xalapa, La Laguna, Tehuantepec, Pachuca, Moroleón, Aguascalientes, Nuevo Laredo, Acapulco, Tijuana, Guaymas, Juárez, Reynosa, Piedras Negras, Zacatecas-Guadalupe, León, Cuautla, Mexicali, Villahermosa y Tecomán. Analizado por regiones, en todas ellas descendió la importancia del valor agregado censal bruto manufacturero, pero es la región Centro donde se abatió casi la cuarta parte, -24.8 puntos porcentuales, mientras que en la Norte Noroeste es -10.6 puntos, la Occidente Centro Norte -6.0 puntos y la Sur Sureste -5.3 puntos porcentuales.
El empleo y las remuneraciones El número de empleados promedio en las zonas metropolitanas ha crecido de 5 millones 11 mil, en el año 1989, a 9 millones 593 mil en 2004. Este aumento supone un crecimiento promedio anual de 4.4%, cifra 2.1 puntos porcentuales por arriba del incremento poblacional en estos mismos lugares. Visto por zona metropolitana, es de destacar que el empleo en todas ellas, excepto Tepic, Monclova-Frontera, Orizaba y Apizaco-Tlaxcala, creció por encima de su población. No obstante su crecimiento neto, la importancia nacional del empleo metropolitano tendió a disminuir, toda
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vez que en 1989 representaba 75.9% del total del país, y para 2004 descendió -3.1 puntos porcentuales, para ubicarse en 72.8%. La casi totalidad de este descenso se explica por la Región Centro, que perdió -4.8 puntos porcentuales respecto del total nacional, mientras que la Sur Sureste tuvo una baja de -0.1 puntos. Las demás aumentaron su importancia, destacándose la región Occidente Centro Norte que incrementó su peso proporcional en 1.4 puntos porcentuales, y la Norte Noroeste 0.4 puntos.
Tomando como universo las zonas metropolitanas, destaca el hecho de que la proporción de empleados tendió a disminuir en 11 zonas, en 13 se mantuvo estable, y en 32 tendió a aumentar su importancia. Destaca el caso del Valle de México, metrópoli que disminuyó su peso relativo en -6.4 puntos porcentuales, mientras que Querétaro, Cancún, Toluca, León, Guadalajara y Tijuana aumentaron su importancia metropolitana entre 0.4 y 1.1 puntos porcentuales. Analizado el empleo metropolitano por regiones, la Centro perdió -4.5 puntos porcentuales respecto del total de las zonas metropolitanas, mientras que región Occidente Centro Norte creció 2.6 puntos porcentuales, la Norte Noroeste 1.6 puntos y la Sur Sureste 0.3 puntos porcentuales.
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En relación con la estructura de la ocupación, destaca que el empleo metropolitano tendió a terciarizarse, ya que el sector manufacturero disminuyó casi 10 puntos porcentuales, mismos que fueron trasladados al sector servicios y comercio. No obstante, analizado por zonas resalta el hecho de que en 43 zonas disminuyó el peso del empleo manufacturero, y en 13 aumentó. Los casos más dramáticos de este proceso de terciarización son los de las zonas metropolitanas de Minatitlán, Monclova-Frontera, Tehuantepec, Toluca y Orizaba, donde el peso relativo de los empleos manufactureros descendió entre 20 y 33 puntos porcentuales respecto del total de empleados. En contraparte, resaltan los casos de Mexicali, Tijuana y Guaymas, metrópolis que han aumentado la proporción de empleo manufacturero entre 8 y 19 puntos porcentuales. Por regiones, el proceso más acelerado de terciarización estuvo en la Centro, ya que disminuyó su empleo manufacturero en -15 puntos porcentuales, seguido por la Sur Sureste, con -10.3 puntos porcentuales, la Occidente Centro Norte -7.6 puntos y la Norte Noroeste con -2.7 puntos porcentuales.
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Por otra parte, las remuneraciones globales de las zonas metropolitanas pasaron de 299 mil millones de pesos en 1989 a 543 mil millones en 2004. A pesar de este crecimiento notable, estas remuneraciones globales de las metrópolis disminuyeron respecto del total nacional -4.6 puntos porcentuales. Este descenso drástico se explica básicamente por el caso del Valle de México, zona que descendió -6.7 puntos porcentuales. Por regiones, la Centro y Sur Sureste disminuyeron su importancia nacional, no así las regiones Norte Noroeste y Occidente Centro Norte, que sí aumentaron su peso relativo en las remuneraciones globales.
Aunado a ello, la estructura de las remuneraciones globales mostró una disparidad notable respecto del tipo de empleo en las zonas metropolitanas, ya que la mayor parte de ellas son del sector manufacturero, a pesar de que el empleo en este sector es minoritario. Aunado a ello, tendieron a disminuir de manera dramática, ya que los sueldos totales en las manufacturas disminuyeron -12.6 puntos porcentuales respecto del total de remuneraciones de las zonas metropolitanas, siendo la región Centro la más afectada en esta pérdida de importancia, ya que disminuyó -20.6 puntos porcentuales, mientras que en la región Sur Sureste la caída fue menos drástica, -11.9 puntos. En la Norte Noroeste el desplome fue de -2.9 puntos y en la Occidente Centro Norte se redujo -8.6 puntos porcentuales.
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En relación a las remuneraciones promedio por cada empleado metropolitano, resalta el hecho que han disminuido de manera constante en los quince años del análisis, pero de manera más acelerada que el promedio por empleado, en el nivel nacional. Mientras que en el conjunto nacional disminuyó -172 pesos, en las zonas metropolitanas el salario perdió -254 pesos de cada empleado. No obstante, visto por zona, hay lugares donde el promedio salarial ha aumentado, y metrópolis donde ha descendido de manera dramática. En efecto, en 24 zonas metropolitanas el salario promedio real ha subido entre 63 y 1 mil 610 pesos mensuales, mientras que en el resto ha bajado entre -53 y -4 mil 354 pesos mensuales. Destaca el hecho de que en Monclova-Frontera, Minatitlán, Orizaba, Cancún, Cuernavaca, Toluca, Tula, Acapulco y Xalapa, la disminución fluctuó entre 900 y más de 4 mil pesos mensuales. Analizado por regiones, los que más perdieron fueron los trabajadores de las zonas metropolitanas de la Región Sur Sureste, que en promedio disminuyeron sus percepciones mensuales en -771 pesos, mientras que en la región Centro disminuyeron -346 pesos y en la Occidente Centro Norte -130 pesos mensuales. No obstante, la única región que aumentó sus salarios mensuales promedio fue la Norte Noroeste, cuyos empleados ganaron, quince años después, 203 pesos mensuales más.
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Otro proceso que destaca en las zonas metropolitanas es el de la pulverización de las unidades económicas, ya que, conforme avanza la política neoliberal, se reduce de manera constante el número de empleados por cada uno de los establecimientos. Efectivamente, en el nivel nacional el total de empleados por establecimiento se redujo de 5.0 a 4.6, y en las zonas metropolitanas pasó de 6.0 a 5.5 trabajadores. No obstante, este descenso ha sido diferencial, y, en todo caso, a costa de las manufacturas, ya que el sector industrial metropolitano ha reducido -7.4 empleados por cada uno de sus establecimientos. Visto por zona, en sólo 13 zonas el sector manufacturero aumentó su promedio de empleados, mientras que en el resto se redujo dicho promedio. Hay reducciones dramáticas, como es el caso de las zonas de Monclova-Frontera, Minatitlán, Coatzacoalcos, Tula, Matamoros, Toluca, Querétaro, Veracruz, Orizaba, Cuernavaca, Nuevo Laredo, Valle de México, Villahermosa y Zamora-Jacona, que redujeron entre -10.4 y -49.2 su número de empleados por establecimiento manufacturero. En contraste, en las zonas de La Laguna, Guaymas, Reynosa, Mexicali y Tijuana, aumentaron su promedio de empleados manufactureros entre 8.8 y 20.3 trabajadores a los ya existentes. Por región, la que más perdió empleos manufactureros es la Centro, que descendió su promedio en -10.4 trabajadores por unidad económica, la Sur Sureste en 7.8, la Occidente Centro Norte en -3.0 y la Norte No-
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roeste mostró una disminución marginal de -0.5 empleados por establecimiento.
Productividad Contrario a sus propias predicciones, la economía de mercado abatió de manera consistente la productividad, y con ello redujo las posibilidades de insertar a México en un esquema de competencia internacional. Efectivamente, analizado el total de las unidades económicas, resalta que el valor agregado por cada establecimiento se redujo -23.8% en el nivel nacional, mientras que en las metrópolis descendió -25.6%. Es decir, el abatimiento de la productividad fue mucho mayor en las grandes ciudades que en el resto del país. Visto por zona, en sólo 13 zonas metropolitanas aumentó la productividad por establecimiento –entre 1.4 y 148.8%– y son: Zacatecas-Guadalupe, Cuautla, Juárez, Reynosa, Mexicali, La Laguna, Piedras Negras, Aguascalientes, Tehuacán, León, Morelia, Villahermosa y Tecomán. En cambio, las zonas restantes disminuyeron su productividad por establecimiento entre -3.0 y -70.1%, de 1989 a 2004. Por regiones, en todas ellas la productividad por establecimiento disminuyó. No obstante, la región Centro abatió su productividad en -30.5%, la Sur Sureste en 22.2%, la Norte Noroeste en -20.8%, y la Occidente Centro Norte en -14.0%. Sin embargo, este descenso –de por sí drástico– ha sido a costa de las manufacturas, ya que es este sector el que
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se ha ido desmantelando, conforme avanza la economía de mercado. En efecto, tanto en el nivel nacional como en el conjunto de las zonas metropolitanas, el valor agregado censal bruto por establecimiento se redujo casi a la mitad, alrededor de -46%. Sólo en 13 zonas aumentó dicho valor, en porcentajes que oscilan entre 18.0% y 369.4%, mientras que en el resto 43 zonas† decreció entre -0.4% y 96.4%. Las zonas más afectadas en este proceso de desindustrialización son: Poza Rica, Acayucan, Oaxaca, Cuernavaca, Monclova-Frontera, Puerto Vallarta, Minatitlán, Coatzacoalcos, Tuxtla Gutiérrez, Cancún, ZamoraJacona, Saltillo, Valle de México y Córdoba. Por el contrario, las zonas que aumentaron su productividad manufacturera son, en orden ascendente, Morelia, Cuautla, Tijuana, Reynosa, La Laguna, Piedras Negras, Juárez, Aguascalientes, Mexicali, León, Zacatecas-Guadalupe, Villahermosa y Tecomán. Por regiones, la Centro ha disminuido su productividad manufacturera -58.1%, la Sur Sureste -40.5%, la Norte Noroeste en -27.9%, y Occidente Centro Norte 25.8%.
Como era de esperarse, la productividad por empleado medida a través del valor agregado censal bruto†tendió a abatirse conforme avanzaron las políticas neoliberales, ya que en el nivel nacional se redujo -17.4%, mientras que en las metrópolis fue de -19.3%.
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De las 56 metrópolis que conforman el sistema de grandes ciudades de México, en sólo 13 se aumentó la productividad por empleado y en 43 disminuyó. Las metrópolis que han disminuido más su productividad por empleado, entre -30% y -62%, son: Cuernavaca, Saltillo, Poza Rica, Monclova-Frontera, Ocotlán, Acapulco, Guaymas, Acayucan, La Pîedad-Pénjamo, Puerto Vallarta, Moroleón, San Francisco del Rincón, Oaxaca, ZamoraJacona y Tepic. Por el contrario, las zonas metropolitanas que han aumentado su productividad por empleado, entre 1.6 y 146%, son, en orden ascendente: Tehuacán, Mexicali, Tehuantepec, Nuevo Laredo, Puebla-Tlaxcala, La Laguna, Piedras Negras, Juárez, Aguascalientes, León, Morelia, Villahermosa y Tecomán. Por regiones, destaca que la Centro es la que más ha disminuido su productividad por empleado en estos quince años, ya que descendió -20.4%, seguida por la Norte Noroeste con -18.0%, la Sur Sureste con -16.4% y la Occidente Centro Norte con -13.0% No obstante, todo este proceso de reducción drástica de la productividad por empleado ha sido a costa de las empresas manufactureras, que son las que mayor valor agregado producen respecto de los otros sectores de la economía. En efecto, en 32 zonas de 56, el valor agregado censal bruto por empleado manufacturero ha disminuido entre -2.8% y -94.3%, y que, en orden descendente son: Poza Rica, Acayucan, Oaxaca, Puerto Vallarta, Saltillo, La Pîedad-Pénjamo, Ocotlán, Guaymas, Córdoba, Río Verde-Ciudad Fernández, Tuxtla Gutiérrez, Cuernavaca, Valle de México, San Francisco del Rincón, MonclovaFrontera, Cancún, San Luis Potosí-Soledad de G.S., Tulancingo, Mérida, Moroleón, Tampico, Guadalajara, Monterrey, Zamora-Jacona, Tehuacán, Chihuahua, Tijuana, Querétaro, Tepic, Apizaco-Tlaxcala y Pachuca. Destacan, entre ellas, el caso de Poza Rica, Acayucan y
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Oaxaca, donde prácticamente desapareció el sector manufacturero. Por el contrario, las zonas que aumentaron su productividad por empleado manufacturero, entre 1.0% y 709%, en orden ascendente, son: Toluca, Reynosa, Tula, La Laguna, Coatzacoalcos, Colima-Villa de Álvarez, Matamoros, Nuevo Laredo, Cuautla, Mexicali, PueblaTlaxcala, Veracruz, Acapulco, Piedras Negras, Xalapa, Juárez, Orizaba, Minatitlán, Tehuantepec, Aguascalientes, Morelia, Zacatecas-Guadalupe, León, Tecomán y Villahermosa. Destaca, entre ellas, los casos de León, Tecomán y Villahermosa, que incrementaron su productividad una, cinco y siete veces, respectivamente.
Conclusiones Es lugar común, en países como México, afirmar que hay un proceso de concentración de población y actividades en las metrópolis, acompañado de una tendencia a la terciarización de su economía. Tienen parcialmente la razón quienes así lo piensan para el caso de México, porque, en efecto, la población ha tenido a concentrarse de manera consistente en las metrópolis, pero no de manera paralela con las actividades económicas. Es decir, hay una paradoja irresoluble en el desarrollo de las metrópolis en México: la población tendió a trasladarse a las metrópolis, pero las actividades económicas languidecieron en este tipo de lugares.
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De ahí que el conjunto de las actividades económicas tiendan a perder importancia en el total de las metrópolis, pero de manera más notoria en las de la región Centro y Sur Sureste, y en particular, el Valle de México. Es más, lo que se deduce del análisis precedente, es que está en ciernes un proceso de relocalización de las actividades económicas en municipios no metropolitanos, toda vez que hay una descenso constante en la proporción de establecimientos y empleados, así como del valor del producción y productividad de las metrópolis de este país. Probablemente, esto tiene que ver con la emergencia de nuevas regiones donde hay condiciones más favorables para la inversión, la dinámica propia de algunas zonas, y, sobre todo, con las políticas de ajuste estructural que se aplican en México desde 1983, que básicamente están orientadas a la reducción del empleo y el deterioro de las condiciones laborales de quienes sí lo tienen. A la par de ello, es posible inferir un proceso, gradual pero consistente, de descentralización de las actividades económicas, donde el Valle de México, y en general las metrópolis de la Región Centro y las de mayor tamaño, dejan de tener el peso específico que por muchos años habían tenido. Incluso, no es improbable suponer que la terciarización creciente de la estructura económica de las metrópolis y del país en general†genera otra aporía insoluble y riesgosa: como sociedad, estamos sustituyendo empresas y empleos de mejor calidad, los manufactureros,por trabajos precarios en el sector terciario. Porque, si de algo hay certeza, es que el trabajo en el sector comercial y de servicios es con salarios ínfimos, sin seguridad social o laboral, carente de servicio médico, temporal, y donde, para colmo, las organizaciones sindicales están prácticamente ausentes. De igual forma, del análisis anterior es posible comprobar que los ajustes estructurales en México, y por ende
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en sus metrópolis, no han generado mayor productividad y, con ello, la competitividad se ha abatido. Por el contrario, conforme avanzan las políticas neoliberales en las metrópolis, y en el conjunto nacional, el valor agregado que se produce por cada persona o establecimiento disminuye aceleradamente, en un contexto donde las economías de otras latitudes lo aumentan. Y cómo no va a ser así, si hay una ínfima inversión en ciencia y tecnología, la industria se pulveriza o desaparece, el costo de los insumos aumenta desproporcionalmente, los empleos son cada día más escasos, los establecimientos reducen día a día su número de trabajadores, los salarios pierden el poder adquisitivo aceleradamente, y la riqueza se concentra brutalmente. Por ello, el futuro de las metrópolis es sombrío y desalentador. Mientras sigamos con el mismo modelo de desarrollo para nuestras ciudades, éstas tendrán cada vez más habitantes, pero habrá menos empleos y, los que subsistan, serán de ínfima calidad. Nos convertiremos, a este paso, en un país de vendedores y no de productores.
BIBLIOGRAFÍA Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática INEGI, 1989: Censos económicos 1989, México INEGI www.inegi.gob.mx. Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática INEGI, 1994: Censos económicos 1994, México INEGI www.inegi.gob.mx. Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática INEGI, 1999: Censos económicos 1999, México INEGI www.inegi.gob.mx. Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática INEGI, 2004: Censos económicos 2004, México INEGI www.inegi.gob.mx. Secretaría de Desarrollo Social SEDESOL, Consejo Nacional de Población CONAPO e Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática INEGI, 2007: Delimitación de las zonas metropolitanas de México 2007, México: SEDESOL, CONAPO e INEGI.
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VISIÓN
SOCIAL DEL URBANISMO: DE LA TEORIA A LA PRÁCTICA Alfredo Palacios Barra28
Resumen ste trabajo trata sobre el interés de los asuntos sociales de la academia en relación con el territorio, las ciudades y los intentos de desarrollo urbano implementados en Chile. Interesa analizar la cambiante relación entre las ciencias sociales, de acuerdo con la visión académica y la planificación de la administración y el gobierno nacional y local, la que al plantear los proyectos y programas públicos de desarrollo de la ciudad, genera tanto conflictos como un necesario y contradictorio proceso de urbanización. Este proceso ha pasado por varias etapas y su evolución contrasta distintos espacios temporales y territoriales. En este artículo se identifica una renovación de esos esfuerzos, a partir del Programa Bicentenario, en que el estado chileno plantea celebrar los 200 años de independencia con una renovada imagen urbana que dé muestra del «nuevo rostro» que pretende proyectar el país.
E
Palabras claves: Ciencias sociales, desarrollo urbano, planificación y administración territorial, bicentenario, renovación urbana
28 Académico de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño, de la Universidad del Bio Bio, doctorado en Ciencias Ambientales, para la Universidad de Concepción. E-mail: [email protected]
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Abstract This article deals with the interest of the Academia on social matters in relation with territory and cities; and urban development initiatives implemented in Chile. It analyses the changing relationship between social sciences according to an academic vision and the planning policies generated by local and national authorities that propose public projects and programmes for the development of the city, generating conflicts as well as a necessary and contradictory process of urbanisation. This process, has gone through various stages and its evolution combines different temporal and territorial spaces. In this article, it is possible to identify a renovation of these efforts since the Bicentenary Programme, by which the State of Chile plans to celebrate its 200 Anniversary of Independence with a renovated urban image that reflects the “new face” that the country wants to project.
Keywords: Social sciences, urban development, territorial planning and administration, bicentenary, urban renovation.
Introducción Es evidente que en los últimos años del siglo recién pasado, en Latinoamérica se distanció la brecha entre los intereses académicos de las ciencias sociales con las instituciones de gobierno, en un lapso que incidió fuerte y negativamente en la definición de cualquier gran proyecto socio-territorial. Las ciencias sociales, al resentirse, entraron en una fase de confrontación y renovación academicista, alejándose de los temas y las dinámicas del cambio social que la doctrina neoliberal planteaba ya con
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fuerza. Sólo recientemente en los inicios de este milenio, renovados aires revelan los atisbos de ir saliendo de esa situación y proyectándose un visionario debate político que incide en las nuevas visiones urbanas que demuestran lo apremiante que resulta orientar y apoyar comprensivamente la progresión de los asuntos urbanos y territoriales bajo la impronta de la sustentabilidad. En los últimos años, la planificación de las ciudades ha provocado un inusitado interés entre la ciudadanía, la que durante largo tiempo languideció como un asunto técnico que poco parecía incidir, o que era impermeable a la vida urbana cotidiana. La planificación, se “estiraba” entre la obligatoriedad, el tedio y la pesadez burocráticos, mientras que los nuevos tiempos la muestran como centro de interés de la imaginación política y ciudadana, e incluso, noticiosa. Las amplias polémicas ambientales y urbanas alrededor de la estrategia de expansión propuesta en los distintos programas e instrumentos de planificación urbana, coinciden con cierto renacimiento de la ciudad alrededor de proyectos emblemáticos en el manejo del espacio y las construcciones públicas. En Chile, particularmente la planificación se ha vuelto un asunto significativo y vital en la vida de la ciudad, lo que se reproduce de una manera u otra en casi todos las áreas metropolitanas y municipios de cierto tamaño, incluído el Gran Concepción, tercera área metropolitana en población del país, del que visualizaremos algunos de los cambios que la ciudad ha ido experimentado a partir de las nuevas políticas y proyectos.
Los asuntos sociales en la visiòn acadèmica En este escrito se analiza la cambiante relación entre las ciencias sociales y la planificación urbana, que más allá de cualquier acomodamiento técnico-burocrático, trata de la compleja relación entre el conocimiento sistemáti-
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co sobre el cuerpo social urbanizado y las fuerzas que lo ordenan, entre la producción académica del conocimiento y la producción social del espacio, entre las instituciones académicas y las del Estado local, entre el conocimiento y el poder, en fin, la localización y pertinencia de las ciencias sociales en la organización del conflictivo y contradictorio proceso de urbanización. Esta relación, permite sustentar una tesis sencilla, en cuanto a que las ciencias sociales, y particularmente el Urbanismo, están mostrando los primeros indicios de salir, después de más de un par de décadas, del enclaustramiento en el que se habían sumido por su desvinculación con el proceso de desarrollo social, político y económico vigente que en esos años se vivió. La preocupación de los ciudadanos y grupos sociales por el territorio y el futuro de las ciudades, tiene, por cierto, una correspondencia en el interés de las ciencias sociales en el espacio. En medio del cambio incesante e incontenible en el que hoy vivimos, ha surgido el espacio como una categoría fundamental para entender la dialéctica del presente. Fenómenos espaciales como la globalización, la geopolítica y la sustentabilidad ambiental, entre otros, se reconocen como temas centrales en las agendas y dinámicas actuales de las ciencias sociales. Parece prudente aclarar que el término planificación urbana, más allá de las actividades propias de las ‘oficinas’ encargadas de la preparación de planes físico-espaciales y el control de los usos del suelo, vincula el conjunto de prácticas de los gobiernos nacional y/o local con el fin de regular la organización socioespacial de las ciudades, apoyado en la legislación y las instituciones públicas. Así, la planificación se caracteriza por atenerse a la normativa institucional (dada su constitución práctico-política), a diferencia del urbanismo, que estudia las formas urbanas y de vida urbana sin este amarre, por lo que le es posible investigar, proyectar y aventurar sin compromisos predefinidos.
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Por oposición, la planificación incorpora el poder, los conflictos, las realidades materiales e ideológicas. Se nutre del urbanismo y de las ciencias sociales en general, al tiempo que está sujeta a los vaivenes de la vida política; oscila entre el conocimiento sistemático de las condiciones de las ciudades y las circunstancias político-partidistas que determinan los límites de la acción institucional. Esta oscilación, y especialmente las relaciones que se establecen entre las ciencias sociales y un urbanismo que surge con fuerza como corriente alternativa en la innovación social de la arquitectura, hasta la práctica planificadora de uno de los proyectos más emblemáticos institucionalizados en Chile como es el Programa Bicentenario, es un tema central de análisis de este trabajo,
De la arquitectura funcional al urbanismo social La construcción del esfuerzo discursivo de la interrelación de las ciencias sociales y el urbanismo, ciertamente se inicia a partir de la enorme fuerza de esas ideas en el ciclo de la evolución de la Arquitectura y del Urbanismo a partir de la Revolución Industrial, la que no es explicable en base sólo a los problemas y temas atingentes a estas disciplinas. La realidad económico-social y la estructura del mundo occidental habían entrado en un período de evolución vertiginosa y, como consecuencia, aparecieron diversas corrientes, tanto en el plano ideológico como en el estético cultural, las que a partir de la post guerra de 1918 y organizados en grupos y asociaciones profesionales o movimientos artísticos, intentaron una organización de la sociedad europea y el desarrollo de una nueva estética. La riqueza, la variedad y diversidad de estos movimientos en la arquitectura y el urbanismo; como el Constructivismo, el Futurismo, el Jugendstijl, el Esprit Nouveau, el Expresionismo y la Bauhaus, que son algu-
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nos de ellos, no ocurría de un modo total en Europa, posiblemente desde el mismo Renacimiento. La preocupación central de los nuevos movimientos que surgieron, además de orientarse al diseño de las ciudades y al planteamiento de nuevos métodos, se dirigió hacia una crítica radical de la situación imperante y al planteamiento de nuevos paradigmas sociales29. Los principios de carácter global, radical y utopista, que rechazaban totalmente la situación histórica anterior, propusieron una nueva alternativa que impulsará a la humanidad, desde la técnica, a la organización social y política. Desde el constructivismo soviético, nacido a la sombra de la Revolución de Octubre, con la proclama de la «dictadura futurista del arte» y acogido entusiastamente en Europa como el arte de la era industrial, a la Bauhaus de Walter Gropius, que definió la idea de un arte social y representativo de una sociedad de masas junto a la «función», como parte sustancial de una obra arquitectónica-urbana y fundamento de la forma, se desarrolló entre los dos grandes guerras un Arte de la Construcción vista como un instrumento al servicio del cambio, con una ética social más allá del problema estético puro, relacionando al arte, la docencia y el trabajo como un modo de vida y pensamiento. Si bien, en la Bauhaus el urbanismo no aglutinó las mejores ideas, éste aparecerá con fuerza unido a la reforma o el «espíritu nuevo» de la arquitectura europea que se organizó en torno al grupo del Primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) en 1928 y que no vino a disolverse hasta su 11º Congreso en 1959, treinta años después. El primer CIAM, realizado en el castillo suizo de La Sarraz (1928), se organizó entre los primeros arquitectos que afirmaban expresamente que «el urbanismo no debe 29 Carvajal, Carlos, Arquitectura Racional de las Futuras Ciudades, Santiago, 1912
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determinarse por consideraciones de orden estético, sino por datos o preocupaciones de orden funcional», con lo que se acentuó el marcado carácter funcionalista de sus congregados. La preocupación por lo urbano y lo social en la arquitectura se acentuó singularmente después del segundo Congreso CIAM de 1929, en Frankfurt, que trató sobre la «Vivienda para el mínimo de existencia», con lo que abrió necesariamente las fronteras estilísticas de la arquitectura a su contenido social y tecnológico. Desde la Carta de Atenas, enunciada en el 4º Congreso CIAM en 1933, que proponía una «ciudad funcional» en consistencia a la zonificación de las cuatro funciones colectivas de vivienda, trabajo, esparcimiento y circulación,30 se inició la época más fructífera e innovadora del CIAM de los años 40 del siglo XX, con Le Corbusier como figura señera, incluída la etapa de inicio de la crisis del CIAM, al inicio de los años 50, cuando distintos grupos de arquitectos se encontraban polarizados y divergentes entre las opciones de urbanismo, planificación y arquitectura. Cuando la disidencia transparentó sus intenciones al constituir un grupo alternativo y de transición urbano-arquitectónica denominado Team 10, que vino a cuestionar y nuevamente proponer un cambio hacia un nuevo orden urbano y de la arquitectura, comenzó el fin definitivo del CIAM. Fue el grupo del Team 10 el que convocó el 11º y último Congreso CIAM de 1959, en Otterlo, Holanda, llamado el «congreso de la disolución». A partir de allí, terminó la historia canónica del Movimiento Moderno y se inició la fase fuertemente reflexiva de la década de 1960. El CIAM culminaría debido a sus propias utopías, y «el verdadero vencedor no sería el Team 10, sino el tiempo».31 En general, los CIAM, a través de sus sucesivos congresos, actas y numerosos documentos, plantearon un 30 4º Congreso CIAM, Atenas, Paris, 1933 31 Drew, John, La Tercera Generación, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1973
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método de análisis global para el diseño y los problemas urbanos en torno a las distintas disciplinas, pero convergentes de la «arquitectura» y el «urbanismo». Esta escuela, humanista e internacionalista, desde su inicio promovió una integración de la arquitectura con todas las bases socio-culturales del momento, postulando su acción a partir del hombre y de la satisfacción de las exigencias materiales, espirituales y sentimentales y, sobre todo, el reconocimiento de la transformación del fenómeno social y económico de la época. Una nueva generación de arquitectos y urbanistas haría reaccionar la concepción de una ciudad tiranizada bajo los conceptos del funcionalismo, abriendo una perspectiva innovativa de la arquitectura y el diseño urbano hacia visiones sociales de mayor compromiso. Ellos representarían una especie de parlamento de intereses que coexistirán dentro de un pluralismo de enfoques, estilos y países.
Las nuevas disciplinas sociales y urbanas Los antecedentes de una interesante visión empírica y teórica post CIAM, se gestaron a partir del problema de la ciudad; entendida ésta como un ente social, geográfico y económico, que podía ser abordado por las ciencias sociales e implementada tecnológicamente. Esta alternativa se originó y definió desde las disciplinas nuevas que desde el CIAM se habían organizado, entre las que se reconocen la «landscape architecture» (arquitectura paisajística), el «town-planning», el «city-planning» o «amenagement urbain» (planificación urbana), hasta llegar al marco territorial mayor del «regional-planning» (planificación regional). Estas orientaciones, conllevaban la inclusión de una serie de disciplinas y teorías que habían surgido desde fines del siglo XIX o inicios del siglo XX; como la geografía, la sociología y la localización eco-
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nómica al campo urbano, la que finalmente, en 1968, fue llamada «urbanología»32 como una opción última de estudio específico de la ciudad. En rigor, lo que intentaban hacer surgir era una verdadera «ciencia de la ciudad», más allá de su mera definición o fabricación arquitectónica o puramente social. De allí que es necesario referirse a otras visiones, que no nacen de la tradición empírica ni de las propias orientaciones teóricas de la arquitectura, en razón que explican y completan esta evolución y esta crisis en un contexto mayor. Quien estudie el desarrollo de nuevos métodos y ciencias, notará que en la cultura anglosajona, y particularmente en los Estados Unidos, es común que los propios problemas hayan originado las especialidades y disciplinas, y las que se han desarrollado con un enfoque acentuadamente empírico y científico, especialmente desde la academia. Tales especialidades, aunque diversas en su origen, más tarde se llamaron Arquitectura Paisajista, Planificación Regional, Geografía Urbana, Ingeniería, Planificación Urbana, Diseño Urbano, Sociología, Economía, Administración y finalmente, Ciencia Política. Hasta la fecha, estas disciplinas han constituido campos interdisciplinarios abiertos que se organizaron bajo la acción de grupos estatales, profesionales y, sobre todo, universitarios, desde 1960, en diversos modos y programas que implicaban conexiones interdisciplinarias, bajo el tema común del Diseño Ambiental (Enviroment Design). En los Estados Unidos, la enseñanza moderna de la arquitectura –que se originó con la reforma de los programas de Meaux Arts y con la introducción que en 1939 hizo Gropius en Harvard de las ideas de la Bauhaus y 32 Urbanology. Término utilizado por el sociólogo de Harvard y Senador por Nueva Cork, Daniel P. Moinihan, como ciencia global de las ciudades, Revista Time, Mayo de 1968.
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del CIAM- se hace dentro de un medio académico y profesional en el que además del diseño o de la arquitectura, otras especialidades también están abocadas al estudio del fenómeno urbano en forma empírica y científica. Esto significó que, cada vez más, en la mayoría de las más importantes Escuelas de Arquitectura y/o Diseño se incluyeran cursos de Arquitectura Paisajista y Planificación, y/o Diseño Urbano. En muchos países, además, existe una tradición profesional importante que considera oficinas abocadas a estudios completos de urbanización y construcción, tanto como de análisis de factibilidad y planificación, así como de la gestión económica y social necesaria. El aparato estatal, finalmente, replicaría esta capacidad de planificación y gestión. Como resultado de estudios especializados, la ciudad, a diferencia de la línea CIAM, se estudió efectivamente en cuanto fenómeno controlable y observable científicamente y ha requerido de métodos de análisis desarrollados desde las ciencias sociales y que le darán al «planning», la disciplina que abarcará estos estudios, características diferentes del «urbanismo» CIAM y al «design», una connotación más general y concreta, que a la «arquitectura» moderna ya tradicionalizada. La tradición europea de la escuela CIAM, en cambio, que mantuvo un carácter «integralista» al plantear métodos y equipos multidisciplinarios especialmente a través de proposiciones como el Plan Mars de Londres o el Grupo Ascoral de Francia, definió al arquitecto urbanista como el «Jefe del equipo», el hombre síntesis, imagen que influyó y se mantuvo en muchos otros países como orientación profesional hasta hace muy poco tiempo, y que se mantiene especialmente en la América Latina. El método y la «grilla», los congresos, las exposiciones y proyectos que se elaboraron en el CIAM, indudablemente que fueron obra de arquitectos, pero de arquitectos ya sensibilizados (aunque no necesariamente comprometidos) por los aspectos sociales de la especialidad. El mé-
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todo se abocó a una constatación general, más que a la precisión analítica de problemas urbanos –sean sus aspectos administrativos, sociales, económicos o físicos- a presentar doctrinas y proposiciones de proyectos formalizados netamente en el plano de diseño y de instrumentación física. Por este motivo, se llegaría muchas veces como resultado a simplificaciones y utopías arbitrarias, sin poder avanzar, con los años, hacia un proceso metodológico que permitiera por primera vez abordar efectivamente las inquietudes iniciales de La Sarraz en 1928 o las del Cuarto Congreso sobre la «Ciudad Funcional» y la Carta de Atenas de 1933.33 El tema no se presentaba solamente en los postulados que surgieron y que diferenciaban los campos disciplinarios, los métodos y las doctrinas. El tema central era, ¿qué es una ciudad y cuáles son sus componentes?, ¿hasta qué punto es construcción y proyecto o realidad social y agente económico?, ¿de qué manera es dependiente o autónoma la arquitectura y el urbanismo como técnica, arte o disciplina, de los factores externos a ellas?. El problema, en definitiva, se centró en la definición de la relación misma entre arquitecto, urbanista, arquitectura y ciudad.
El diseño y la planificación urbana moderna. La década del 60 al 70 del siglo XX, en América, Europa y Japón, fue un período de transición y definición entre las disciplinas del diseño y la planificación, a partir del último CIAM, del año 1959, que coincidió con el establecimiento del primer curso de Diseño Urbano de 1960 en Harvard. Las formulaciones teóricas y los proyectos y realizaciones, fueron explicitando un nuevo modo de 33 Jacobs, Jane, Life and death of American Cities, La Metrópoli en la Vida Moderna, Buenos Aires, 1961
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actuar y un campo cada vez más específico. Comenzaron diez años intensos de revisión y avance en Europa y Estados Unidos del diseño y el planning urbano, que culminarían en el año 1973 con la Trienal de Milán y la fundación de la Revista «Oppositions» y del Instituto de Estudios Urbanos de Nueva York. El Diseño Urbano, aparecía entonces como la respuesta a una necesaria arquitectura total de la ciudad y el planning como el instrumento que permitiría concretar esas ideas. Desde 1960, esta nueva forma de planificación urbana comenzaba a ser un hecho establecido, ya que estaban en ejecución los planes de los centros y regiones metropolitanas de Moscú, Caracas, La Habana, París, Helsinski, Estocolmo, Barcelona, Copenhague, Londres, Viena, Tokio, Washinton, San Francisco y Chicago. Todas estas ciudades contaban ya con equipos técnicos y métodos establecidos para el control y gestión de sus centros urbanos. Los primeros graduados en planificación, formados en los Estados Unidos, Inglaterra o Francia, habían llegado a diversos países de América Latina, especialmente a Venezuela, Colombia, México y Chile. En este último país, el Plan Regulador Intercomunal de Santiago y la constitución de una Oficina del Plan Intercomunal, habían sido organizados entre 1959 y 1962. Esta década, reveló una variedad de importantes ejemplos, desde el Plan de Tokio de Kenzo Tange, para una ciudad construída sobre pilotes en la bahía de Tokio para 10 millones de habitantes, a la «Ciudad del Océano» levantada sobre megaestructuras flotantes de Kikutake; del «Domo Geodésico Urbano» que Buckmisnter Fuller propuso ese año, contrastando con el proyecto de Metrodown para Baltimore, planteado con base en un corredor de transporte público. Desde 1961, se publicaron o construyeron interesantes proyectos en Europa y los Estados Unidos: la nueva ciudad de Hook, al sureste de Londres para 80.000 habitantes; Toulouse-Le Mirail, como ciudad satélite de Toulouse, para 100.000 habitantes; la Ciu-
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dad Universitaria de Berlin, propuesta con una trama o megaestructutra tridimensional o el Plan de Washington 2.000, como un esquema lineal de corredor metropolitano. Las nuevas ciudades que se fueron desarrollando en este período, también fueron variadas y reflejaron diferentes método y configuraciones de diseño, que precisaron el campo de esta nueva disciplina, cada vez más independizada del urbanismo CIAM. Cumbernauld en Escocia, Senri y Kosoji en Japón, Santo Tomé de Guayana en Venezuela, Halen en Suiza o Milton Keynes en Inglaterra, son algunas de las principales ciudades nuevas de la época. El crecimiento —proceso de urbanización— y sus cambios —el metabolismo—, se constituían en temas fundamentales. Ese mismo año, Jean Gottman publicó un estudio sobre la «conurbación noreste» de los Estados Unidos,34 haciendo un análisis global del fenómeno de «conurbación» como entidad urbana y regional integrada, en la cual el tamaño y la interdependencia de los factores locacionales, la infraestructura, el territorio y las comunicaciones, presentan un ente nuevo y continuo que reúne la más alta concentración de población, actividades productivas, educacionales y políticas en un paisaje continuo semiurbanizado de 500 millas de largo, con tasas de crecimiento y desarrollo hasta la fecha desconocidos. En este período se iniciaron también obras y proyectos de gran envergadura. La influencia de la alta tecnología entró rápidamente al diseño urbano. El grupo Archigram desarrolló Plug-in-City, ciudad desarmable y con planteamientos de alta tecnología (high-tech), que intentó abordar a la ciudad como un inmenso artefacto modular, móvil, cambiante o adaptativo. Del metabolismo de los japoneses se pasó al mecanicismo brutalista de los ingleses, como en los casos de los grandes campus univer34 Jean Gottman, Megalópolis, Ciudad de México, 1959
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sitarios de la Universidad de East Anglia de Dennos Lasdum y de la Universidad de Loughborough de ARUP Associates. En el plano de la acción pública y de la administración, en 1966 se crearon en los Estados Unidos y en Chile, los primeros Ministerios de Vivienda y Urbanismo de las Américas. La organización política y administrativa del proceso urbano cobraba una creciente importancia y comenzaba una nueva etapa para la acción, en el que las estrategias y proyectos tendían a ser más integrales y el Estado y los organismos públicos jugarían un rol cada vez más activo en políticas de uso del suelo y transporte, en la remodelación urbana y creación de nuevas ciudades y conjuntos habitacionales.35 En el campo de la teoría, se pueden señalar en este período tres textos que complementan las ideas de las ciencias sociales y la planificación, desde distintos enfoques que revisan los objetivos y métodos del «urbanismo» y el «diseño». Uno, el libro «Urbanismo: Utopías y Realidad» de Francoise Choay,36 publicado en Paris en 1965, que revisa la historia y cuestiones sobre ideología y práctica en el urbanismo. El segundo texto, es «Notas sobre la síntesis de la Forma» de Christopher Alexander,37 publicado en 1968 en Cambridge, que resumió las ideas de sus tesis doctoral como graduado de matemáticas y arquitectura. El último libro de la trilogía de este período es «Ekística, una introducción a la ciencia de los asentamientos humanos» de Constantino Doxiadis,38 publicado en Londres, en 1968, en el que se expone un análisis fundamental para la definición teórica y metodológi-
35 Curso de Graduados, Mención en Diseño Urbano, CIDU.IPU, Universidad Católica de Chile, 1966 36 Choay, Francoise, El Urbanismo, Utopías y Realidades, Ed. Lumen, Barcelona, 1970 37 Alexander, Christopher, Notes on the Síntesis of form, Harvard University press, 1966 38 Doxiadis, Constantino, Ekistics, an Introduction to the Science of Human Settlements, Londres, 1968
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ca del diseño urbano, así como la presentación de casos en diseño que comparan las fases de desarrollo y los elementos de estructuración básicos para los procesos urbanos. Se había avanzado entonces, del voluntarismo técnico o del idealismo estético de los urbanistas, profetas, utopistas sociales o los inventores del «mass media», a una conciencia responsable, hacia un mundo de urbanización explosiva en que la ciudad dejaba definitivamente de ser artefacto. El paisaje y los recursos naturales no podían ser dejados al arbitrio de los hechos irremediables. Existían elementos manejables y experiencias transmisibles, no obstante el planeta estaba plagado de centros urbanos inhumanos y contaminados y la arquitectura urbana distaba mucho de asomarse siquiera a la de un parecido al período clásico. Hacia los años 70 del siglo pasado, nadie se sentía muy seguro de las soluciones acerca de la calidad del ambiente de las «ciudades satélites» de Europa, ni de los «Siedlungen» alemanes, ni de los «town-centers» del medio oeste estadounidense. Aparecían como modelos, la volumétrica regularidad de Brasilia (Costa) o Chandigarth (Le Corbusier), la forma y el crecimiento de Daka (Kahn) de Islamabad (Doxiadis), la Universidad de Bagdad (Gropius), la Universidad de Concepción (Brunner-Duhart) y las nuevas ciudades de los califatos árabes. Quedaban avances, experiencias y nuevas preguntas. El Diseño Urbano y la Arquitectura de la ciudad, seguían todavía requiriendo integración con los complejos problemas de gestión, administración y habilitamiento del medio ambiente, el que estaba definitivamente trastocado por la expansión de las ciudades, la tecnología, las comunicaciones y el transporte.
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Planificacion urbana y ciencias sociales No obstante que, desde la década de los años 60 del siglo pasado, la evolución secuencial y lógica de una serie de ideas, escuelas y movimientos que en forma lineal gestaron una preocupación coherente y sistemática por temas previamente acotados y después abordados, el desarrollo urbano no fue resultado necesariamente de ello. Y esto, porque en el origen de la vertiente funcionalista moderna, la presencia de un quiebre en realidades de la arquitectura, del arte y la técnica, aparecieron connotaciones de valor, significado e instrumentación ideológica y social adicionales. La interacción entre técnica-ciencia y ciencias sociales, fue la más radical en sus efectos ya que reorganizó intelectualmente a una sociedad industrial transformándola en un arquetipo para todo el mundo y configurando el mundo moderno con base en la tecnología y la ciencia. Sin embargo, era claro que las ciudades que se construían no revelaban una nueva síntesis y alternativas distintas y efectivas. La ciudad, consecuentemente, no pudo enmarcarse como un mero hecho espontáneo, ni como un problema de arte, un objeto cultural. A inicios de los años 70 del siglo XX, tampoco ni la estética de la máquina, ni los prismas simples, ni las cuatro funciones de la vida colectiva que constituyeron la base de la reforma de los CIAM y de la nueva ciencia y arte del urbanismo, habían conseguido llevar la arquitectura de la ciudad a un grado aceptable o a un estado tranquilizador de que se estaba en el camino correcto. En varias partes del mundo se perfilaban nuevos y graves problemas y la crítica entre los arquitectos y urbanistas y hacia los arquitectos y urbanistas, se multiplicó e hizo común, especialmente en algunos países de escasa gestión política y técnica en sus procesos urbanos, como la mayoría de los de la América Latina.
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El carácter instrumental de la planificación urbana exigía y se legitimaba en las ciencias sociales, mediatizadas en buena parte por arquitectos e ingenieros. Las posiciones críticas no desafiaban esta concepción instrumental de la planeación, sino que la reforzaban al señalar sus debilidades inherentes, debido a las características propias del Estado del que dependía. Si bien, pese a sus avances tecnológicos, la ciudad no había surgido a partir del desarrollo moderno funcionalista como más eficiente ni más económica que los prototipos anteriores, ni había destacado su relación con factores sociales y políticos de gestión urbana y sustentabilidad, al menos su cercanía con la visión de las ciencias sociales era incuestionable, en la reorganización intelectual de una sociedad industrial.
Marginalización de las ciencias sociales En los años 90 del siglo pasado, en la América Latina, la estrecha relación entre las ciencias sociales y el Estado se debilitó, dado que cambios significativos en el clima ideológico relacionado con cierto desencanto con el ‘proyecto moderno’ (tanto sus presupuestos epistemológicos como los resultados sociales y las perspectivas políticas), conducían a un cansancio y a un rechazo de los esquemas ‘globalizantes’, viéndose con desdén el gran proyecto o diseño, no sólo desde las ciencias sociales sino también dentro del urbanismo. En el abandono apresurado de los paradigmas teórico-conceptuales de la modernidad, se proclamaba la necesidad de «repensar la ciudad». Esta llamada, articulaba el descarte del gran proyecto urbano y un viraje de intereses académicos hacia las especificidades locales, sean de barrio, región, etnia, micro-procesos de urbanización y construcción de hábitat, identidades y lugares construidos por grupos sociales o ‘actores’ concretos.
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Involucraba el rescate del actor social (exigido por el tema de la participación y el reclamo por la gestión democrática de las ciudades, en el cual estaban personalmente comprometidos un buen número de académicos) y de las subjetividades socio-espaciales, al tiempo que se desplegaba en el trabajo académico - en la selección de temas y la nominación de enfoques - un alejamiento de los poderes institucionales, un descentramiento que se describe como un rechazo a la explotación instrumental de las ciencias sociales. Las consecuencias del cambio paradigmático en el campo de los estudios urbano-regionales, fueron dramáticas, ya que se produjo la escisión entre las preocupaciones académicas y las dinámicas de cambio, afectando a las ciudades y la vida material de los ciudadanos. De manera especial, se evidenció el distanciamiento de las ciencias sociales con el Estado, precisamente en el período del replanteamiento radical del papel y la configuración institucional de éste, y la transferencia de la dinámica social al mercado y los actores privados. Por ello, el proceso de modernización del Estado, encontró un mínimo de oposición o siquiera atención crítica entre los académicos (especialmente las ciencias económicas y políticas) en ese entonces. Tampoco les importaba que el proceso privatizador de la economía y la desregulación de la vida social significaba el rompimiento bilateral de la relación histórica de la modernidad. Después de todo, las ciencias sociales ya estaban predispuestas a aceptar que la modernización del Estado exigía que éste se deshiciera también de todo el bagaje discursivo de las ciencias sociales construido durante cuarenta años - descarte equiparable en su significado social al paralelo desmonte regresivo de las reivindicaciones laborales alcanzadas por los trabajadores y del sistema de bienestar social, - para abrir campo libre a las fuerzas del mercado. En el campo de la planificación urbana, el rompimiento de esta relación íntima entre las ciencias sociales y el Es-
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tado tenía fuertes motivos pragmáticos, en la medida en que la ingeniería, tanto social como de infraestructura, retrocedía del campo de sus preocupaciones e intervenciones. Las reformas del Estado realizadas durante los años ochenta hicieron redundantes las habilidades tradicionales de los planificadores en este sentido. Por un lado, la cesión general de funciones sociales al mercado, hacía obsoletos los expertos administradores de programas de desarrollo integral, que antes supervisaron tales pretensiones del Estado local; simplemente, estos expertos, junto con su conocimiento especializado, quedaron redundantes con la disolución del (pretendido) control sistemático de todos los aspectos (físicos, económicos y sociales) de la vida urbana. En términos más concretos, la tendencia privatizadora arrancaba de las manos de los gobiernos locales y sus administradores generales la responsabilidad directa de proporcionar vivienda, infraestructura física, servicios de transporte, agua potable y alcantarillado, salud, educación y empleo. La legislación posterior, otorgó a estos ‘atributos’ urbanos un manejo puramente técnico, regido por una normativa y una lógica autónomas, sin importar que las empresas prestadoras fueran de propiedad pública, privada o mixta. Como resultado de lo anterior, la planificación urbana asumió una cara más procesal y práctica, hasta confundirse con la gestión pragmática de los dictámenes del neoliberalismo en cuanto a la administración espacial.
En la periferia de los nuevos discursos Por otra parte, un nuevo campo de problemas prácticos comenzó a vislumbrarse y tomar fuerza: el medio ambiente. La creciente experiencia y conciencia de los problemas ambientales urbanos le abrió la puerta por primera vez a las ciencias naturales. En la medida en que
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fenómenos como los desastres, las inundaciones y los deslizamientos, la contaminación del aire y el agua, la escasez energética, la destrucción de los bosques y los humedales, entre otros, empezaron a conformar un conjunto sentido, legítimo y legalizado de objetos de intervención, se produjo la necesidad de incorporar aquellas disciplinas científicas, cuyo dominio cubría tales fenómenos: la geomorfología, la hidrología, la ecología, entre otras. Posteriormente, las ciencias sociales se acomodaron alrededor de estos nuevos objetos y su manejo, pero en un lugar secundario y con una función operacional. De todas maneras, la priorización de los problemas ambientales parecía confirmar la marginalización de las ciencias sociales del análisis y proyección de lo urbano. Hoy, las ciencias sociales se ubican en la periferia de la planeación, en la periferia de los programas curriculares, desplazadas por los discursos contemporáneos del desarrollo; en la periferia de la acción social, o por lo menos fuera del ámbito de las instituciones del Estado y localizado más bien en las organizaciones sociales que ahora participan en los procesos de planeación. En la investigación, las ciencias sociales tienden a plantear problemas de conocimiento con un bajo perfil político, coadyudando en esta falta de crítica incisiva en la discusión de los asuntos urbanos. En el plano académico y de la formación de expertos (investigadores y profesionales), se produjo un gradual replanteamiento de la contribución de las ciencias sociales en cuanto a las nuevas tareas de administración socio-espacial. A lo largo de los años ochenta y noventa desaparecieron de los planes curriculares, entre otros, los cursos de ‘sociología urbana’, de ‘economía urbana’, de ‘geografía urbana’, y de ‘psicología ambiental’, como cuerpos organizados de conocimiento pertinentes o necesarios para abordar las nuevas funciones, tanto legitimadoras como administrativas de los gobiernos locales. Las disciplinas sociales ya no ordenaban. Ahora
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predominaba el discurso desarrollista que absorbía y subyugaba las autonomías de las disciplinas académicas y profesionales, organizado alrededor de cinco campos discursivos que dominaban las preocupaciones territoriales contemporáneas: la globalización, la informatización, el desarrollo sostenible, la modernización del Estado y la democracia participativa. Entonces eran los discursos desarrollistas los que ejercían el control sobre las disciplinas puestas al servicio del estudio del territorio: la globalización controlaba la economía, la informatización a la sociología, la sostenibilidad a las ciencias ambientales, la modernización a las ciencias administrativas, y la democracia participativa a la ciencia política. También interactuaban en conjunto, para ordenar la interdisciplinariedad, de tal manera que el esfuerzo intelectual y práctico converge sumisamente sobre estos grandes bloques temáticos. En el proceso, los cuerpos conceptuales propios de las disciplinas se encontraban subordinados o marginados y los discursos desarrollistas pretendían no sólo describir la actualidad sino determinar el futuro. Tenían intenciones prácticas. Quizás el campo discursivo que mejor ilustra esta faceta es el desarrollo sostenible, el que, desprovisto de un contenido propio, se definía por lo que no era, sometido a la lógica de las prácticas y articulado a los efectos sociales deseados.39 Mientras tanto, en los otros campos discursivos, dotados históricamente de más sustancia, las ciencias iban perdiendo ese espíritu de lucha discursiva para establecer contenidos, significados y alternativas. Incluso, tanto en lo ambiental como en los otros campos, aquellas perspectivas que se oponían a los discursos dominantes, y que en consecuencia se encontraban al margen de los debates, habían sido alejadas de las instituciones académicas y profesionales; se desarrollaban principalmente 39 Enkerlin, Ernesto, Edit., «Ciencia Ambiental y Desarrollo Sostenible», Internacional Thompson Editores, México, 1997
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en las ONG, donde la marginalización discursiva e institucional estaba acompañada por actos abiertamente represivos, cuando esta oposición discursiva traspasaba determinados límites. En el caso de la acción social, fue evidente que el Estado y sus instituciones habían abandonado las pretensiones de administración social con base en un gran proyecto o diseño. En las condiciones de una economía neoliberal, el esfuerzo principal consistía en el control de las variables macroeconómicas y el establecimiento de mecanismos de regulación económico y social. Eran el mercado y los agentes privados los que determinaban la dinámica general de las sociedades, donde los vestigios del Estado de bienestar se limitaban a programas focalizados (social y espacialmente) en los más pobres. En este sentido, las tareas administrativas del Estado sufrieron una transformación radical. Abandonado el gran proyecto, la acción estatal se dirigió hacia la empresa privada y hacia sí mismo, proceso en el cual los criterios de productividad y eficiencia se interiorizaron en las instituciones públicas y sus programas mínimos e hiperfocalizados, desligándose de la sociedad en su conjunto. Las necesidades del conocimiento experto se redujeron a las prácticas de la ‘gestión de proyectos’ y la ‘administración de empresas’, al tiempo que la administración social y la regulación del comportamiento pasaban a manos de los medios masivos de comunicación, privatizados en buena parte. A grosso modo, el control social dejó de ser un proyecto (moderno) fundamentado en el conocimiento, para basarse en un ejercicio de seducción/ represión. Desafortunadamente, las implicaciones y la contribución de la arquitectura y la planeación a este fenómeno (mediante, por ejemplo, las urbanizaciones cerradas y la proliferación de centros comerciales, la estratificación socio-económico de barrios, el desmonte de subsidios y su reemplazo por el sistema de valorización y concesiones),
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han sido poco exploradas, aunque constituyen un fuerte tema de investigación socio-política y cultural, en el nivel internacional. El fenómeno de la fragmentación cultural continúa fascinando a la antropología y la fragmentación territorial anexada a los estudios políticos, pero divorciados ambos de un sentido práctico-político y propositivo que permitiría su articulación progresista a las prácticas de intervención en la administración urbana. En cuanto a la investigación, las ciencias sociales fueron renuentes a identificarse con la transformación de la organización empresarial, pero tampoco encontraron otra manera de vincularse con los procesos de desarrollo. La sociología entró en crisis, y las ciencias sociales, en general, se vieron marginadas por el desplome del gran proyecto, ya sea gestado por el Estado u organizado desde la empresa privada o ideado desde los sectores de centro democráticos. Podría argumentarse que esta desvinculación del poder formal fue una especie de liberación, que permitió a las ciencias sociales, por un lado, revisar sus temas y objetos, reorganizarse internamente, explorar otros paradigmas de investigación y, en otros casos, con la introducción de las nuevas corrientes postmodernas, llegar al colapso de algunas disciplinas en el que la sociología urbana fue especialmente notoria y lamentable.
El contexto socio urbano actual y su opcion según las tendencias Tomando en consideración los procesos históricos que dieron lugar a la urbanización de las sociedades de la América Latina, y Chile, desde el siglo XIX, hasta desembocar en la crisis urbana de los años ’70 y ’80 del siglo pasado, es fácil comprender cómo los diferentes proyectos de modernización nacional afectaron, no sólo la configuración de las ciudades, sino sobre todo los tipos de
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relaciones sociales que permitían en su interior, y las formas de vida que se promobían. En los tiempos del desarrollismo, detrás de una cierta industrialización y democratización de las ciudades y las clases medias, se buscaba romper con el atraso del mundo tradicional, se fomentaba la consolidación de la identidad nacional y la homogeneización de la sociedad. Con el advenimiento del neoliberalismo, las tendencias emergentes, en cambio, promovieron la fragmentación y la privatización de los espacios públicos, permitiendo la diferenciación y la individualización de las sociedades, apoyados en la lógica del consumo, como elemento determinante de las relaciones sociales, y del acceso a las redes internacionales de información, como configurador cultural. Así pues, en la actualidad más que participar de un colectivo con proyecto histórico, lo determinante es el nivel de acceso a los espacios sociales (geográficos o virtuales), a los bienes (materiales o simbólicos), y a los adelantos tecnológicos que lo hagan posible. Los planteamientos más recientes de la teoría de la planificación y la reflexión sistemática sobre la naturaleza de la actividad específica de la intervención en la organización socio-espacial de las ciudades, tienen de soporte el conocimiento experto de las ciencias sociales. Desposeída de instituciones, presupuestos financieros y conocimiento especializado reconocido —es decir, todas las herramientas que legitimaron e hicieron viable su actuación en nombre del bien común en la modernidad clásica— la planificacion tuvo que replantearse a sí misma. La teoría comunicativa, se fundamenta en la proposición de que la actividad primaria de la planificación consiste en facilitar el proceso de deliberación en la búsqueda de acuerdos ad hoc. Se argumenta que el planificador de ahora, desarmado de un contexto estatal fuerte, desprovisto de una agenda sustantiva propia, y actuando frente a una diversidad de actores sociales, ya no impone su racionalidad tecnocrática e instrumental sino
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que opera en condiciones sociales e institucionales más complejas. En consecuencia, el planificador no organiza espacialmente a la sociedad, sino que organiza los debates mediante los cuales se logran definir colectivamente los contornos de esta organización espacial. Es decir, que el planificador no produce espacialidades, sino que coordina la formulación de las representaciones discursivas de la voluntad colectiva. En este sentido, su tarea principal consiste en perfeccionar los procesos comunicativos para que incorporen, también, las voces de las minorías en una sociedad fragmentada, multicultural y pluriétnica, para así consolidar el proceso democrático de toma de decisiones. En cuanto a las prácticas de planificación - tanto los modos y objetos de intervención en el espacio urbano como los procesos mediante los cuales estos objetos se construyen - se pueden hoy plantear tres tendencias mayores:
- El renacimiento de la planificación física, expresado en las nuevas prioridades del ordenamiento territorial, el espacio público, el diseño urbano y la arquitectura de la ciudad. Las intervenciones puntuales asociadas con los megaproyectos, los retos de la renovación urbana, el mejoramiento del habitat, el compromiso con la calidad de vida, etc., hacen que se perfile un nuevo urbanismo, relativamente autónomo en sus teorías, conceptos y prácticas de aplicación. - El medio ambiente y el desarrollo sostenible como marcos de referencia para debatir la ciudad. No es tanto la ecología en sí la que anima socialmente la preocupación por el medio ambiente, sino el hecho de que, en condiciones posmodernas, constituye un medio para pensar el futuro, reinstaurar la ética y la política a largo plazo como asuntos
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pertinentes, y concretar cuestiones de calidad y equidad urbanas. Su agenda problematiza el patrón de desarrollo dominante, y proporciona retos novedosos para las ciencias sociales. - La globalización como dinámica subyacente a todos los fenómenos socio-espaciales, trayendo consigo desafíos nuevos en cuanto a cómo comprenderla y manejarla. Por un lado, la competitividad, por otro lado las contradicciones socio-espaciales que conducen a la desigualdad, la segregación, la transformación en la forma y prácticas del Estado, la oferta y organización del trabajo y también los imaginarios culturales, la construcción de identidades y el comportamiento de los grupos urbanos. Claramente, las ciencias sociales en la América Latina tienen un acercamiento todavía precario a estas tendencias. La planificación urbana reclama con urgencia la ampliación de los estrechos temas privilegiados de las ciencias sociales para incorporar las dinámicas urbanas y los fenómenos espaciales que están revolucionando la organización, la construcción y la experiencia de las ciudades. Sobre todo, urge el rescate de una perspectiva crítica, una economía política crítica que contribuya a reedificar los valores de la justicia, la equidad y la solidaridad. Sin ellos, es poco probable que las nuevas tendencias de pensar e intervenir en la ciudad puedan contrarrestar las consecuencias nefastas de la pobreza, la desigualdad, la alienación, el desamparo, la ausencia de oportunidades y la violencia generalizada en las relaciones sociales urbanas.
El urbanismo en chile. Desde sus inicios, en Chile el urbanismo se fundamentó en las propuestas del modernismo en la arquitectura y
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la planeación (CIAM y Le Corbusier) y si bien tales propuestas captaron la imaginación a través de su radicalidad formal, dependían conceptual y políticamente de un Estado fuerte para ponerlas en práctica, lo que determinó que tuvieran un impacto mínimo en las ciudades chilenas. De allí que, en Chile, la influencia urbanística del modernismo ‘puro’ se reduce a unos pocos planes ‘maestros’ y la reconstrucción de algunos sectores experimentales en las grandes ciudades. Pero también con el modernismo, subsistía la idea de que la manipulación de las formas arquitectónicas y urbanísticas podría, en sí misma, transformar las condiciones de vida de los habitantes y hacer más equitativas, eficientes y agradables las ciudades, con lo que nació la corriente funcionalista del urbanismo. En contraposición, y frente a las evidentes limitaciones de tales propuestas en la práctica, surgió en Chile en los años sesenta una crítica basada en la teoría urbana marxista de la escuela francesa, la que se dedicó a explicar el carácter de la planeación urbana como práctica social del Estado explícitamente capitalista, cuya función principal consistía en garantizar las condiciones generales necesarias para la reproducción del capital y su condición superestructural e ideológica, que era incapaz de incidir significativamente en el mejoramiento de las condiciones generales de las crecientes poblaciones urbanas. Mientras existían estas pretensiones de administrar integral y radicalmente las ciudades, existió una estrecha relación entre el Estado y las ciencias sociales, cuando el modernismo urbanístico se sustentaba en el conocimiento sistemático de las sociedades urbanas y en la aplicación de nuevas tecnologías en la construcción y funcionamiento de las ciudades. En otras palabras, en el momento en que se planteaban aspectos sobre el conocimiento experto orientado hacia un gran proyecto o diseño liderado por el Estado.
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Desde la creación del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, (Minvu, 1966), éste asumió un papel innovador en materia de gestión del desarrollo urbano y por lo mismo, vino a llenar un vacío en cuanto a resolver las necesidades de suelo urbano para implantarlas políticas habitacionales que llevó a cabo la Corporación de la Vivienda, Corvi y de mejoramiento urbano que propició la Corporación de Mejoramiento Urbano, Cormu. La función más importante asignada al Minvu en materia de urbanismo en su ley orgánica, era la de «mejorar y renovar las áreas deterioradas de las ciudades mediante programas de desarrollo urbano» que contenían las ideas imperantes en la época sobre remodelación y rehabilitación, conteniendo modelos de cambio o transformación muy radicales, pero que progresivamente incorporaban elementos sobre la protección del patrimonio cultural y natural de las ciudades. El Minvu asumió, en cierta medida, un papel crítico sobre el proceso de modernización que había orientado hasta comienzos de los sesenta, la creación arquitectónica y urbanística, a través de las propuestas, algunas ejecutadas y otras que no lo fueron, como es el concurso internacional de 1972 y la propuesta de un plan metropolitano para Santiago, de 1975. Para el Minvu, el mejoramiento urbano, debía considerar proyectos que permitieran crear una «estructura urbana» a través de elementos básicos como la valorización de los lugares de encuentro, la creación de barrios con programas de densificación, la integración de estratos socio-económicos y la jerarquización de las vías de circulación. Pero estos proyectos debían estar contenidos en un estudio de las relaciones urbanas, del uso del suelo y de la vialidad de un sector del área urbana, teniendo como marco de referencia los planos reguladores. El instrumento que definía las relaciones urbanas del proyecto con la estructura urbana, era el Plan Seccional. El Minvu ha aplicado lo que se denomina «mejoramiento urbano», como una adecuación de la estructura
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especial a los requerimientos del Desarrollo Económico Social y que se realiza mediante las líneas de acción de 1) la remodelación urbana (mejoramiento de un barrio reemplazando antiguos edificios por nuevos ya sea con el mismo uso u otro), 2) la rehabilitación (mejoramiento de edificios o de barrios existentes ya sea para destinarlos al misma uso actual o cambiarlo), 3) la densificación (creación de nuevas poblaciones en terrenos desocupados dentro del casco urbano y en áreas consolidadas) y 4) el equipamiento especializado (parques industriales, terminales de buses, mercados, parques, y otros). En efecto, cuando la planificación urbana empezó a asentarse en los municipios chilenos, en los años setenta, y especialmente después de los inicios del proceso de descentralización en el segundo lustro de ese decenio (Conara, 1976),40 la legislación ya se había comprometido con los ‘planes integrales de desarrollo’ para los municipios y sus respectivos instrumentos formales de planificación, pese a ser éstos todavía muy escasos. Esos instrumentos, pretendían orientar el desarrollo económico, social y físico de los entes territoriales, con un fuerte énfasis en las ciudades o cascos urbanos. Exigían análisis extensos de las condiciones socioespaciales y grandes cantidades de datos, y presuponían una capacidad de intervención estatal que superaba con creces las posibilidades reales de las administraciones locales y las instituciones públicas. Desde luego, los planes integrales de desarrollo no fructificaron, y las ciudades seguían creciendo a partir de otras lógicas. No obstante este abismo entre proyecto y realidad, las ciencias sociales no sólo legitimaron los propósitos del Estado y proporcionaron los instrumentos de análisis para los ejercicios de planificación, sino que también enmarcaban e impulsaban en buena parte el debate ur40 Comisión Nacional de Reforma Administrativa, Ministerio de Planificación y Coordinación, Gobierno de Chile, 1974-1978
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bano. La ciudad como espacialidad constitutiva de la acumulación de capital, el desarrollo dependiente, la marginalidad y segregación socio-espacial, el Estado y la lucha de clases, constituían categorías importantes de análisis y discusión junto con una crítica a las prácticas políticas y la manipulación de las instituciones públicas. En fin, las ciencias sociales proporcionaron tanto las herramientas instrumentales como los recursos teóricos (positivistas y críticos) para orientar la intervención en las ciudades.
Operatividad urbana: el programa bicentenario Rescatando los aspectos de mejoramiento urbano definidos por el Minvu bajo las 4 líneas de acción antes reseñadas, el estado chileno se dio a la tarea de celebrar y recibir los 200 años de independencia nacional que se cumplen el 18 de septiembre de 2010, con una imagen urbana que diera muestra del «nuevo rostro» que pretende proyectar el país. En vista de ello, a inicios del año 2.000 se creó la Comisión Bicentenario con la misión de «elaborar programas para canalizar y coordinar los esfuerzos que todos los sectores de la sociedad desarrollen en el marco de esta celebración».41 Una de sus metas fundamentales es desarrollar una serie de planes de intervención urbana en las principales ciudades del país, cuyos proyectos serán realizados en lugares significativos del espacio público, sea remodelándolos o recuperando zonas subutilizadas o sin utilizar. Respondiendo a la convocatoria del ejecutivo, entidades e instituciones públicas, corporaciones privadas, empresas y universidades, se plantearon el 2010 como horizonte objetivo para las diversas iniciativas de rescate 41 Comisión Bicentenario: Objetivos, Presentación. www.chilebicentenario.cl 42 Ramos, Leopoldo, www.revistaoccidente.cl
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patrimonial, preservación de valores e inventario de los bienes históricos que nos identifican como pueblo.42 Aprovechando la oportunidad para efectuar una suerte de balance nacional, romper simbólicamente las cadenas del pasado y enfrentar el futuro con nuevos aires. Originalmente, se contempló la generación de proyectos en las ciudades de Antofagasta, Valparaíso, Santiago, y Concepción; sin embargo, dado el entusiasmo que despertó la iniciativa en las autoridades locales a lo largo del país, se hizo extensiva la invitación a todos los centros urbanos con más de 75 mil habitantes. En la actualidad, el Proyecto Bicentenario ha incorporado obras en las 15 regiones del país, dotando a sus principales centros urbanos43 de nuevas obras de vialidad, parques y áreas verdes, paseos peatonales, edificios institucionales, además de la habilitación de bordes ribereños, lacustres y marítimos. Para tal efecto, se creó el Directorio Ejecutivo de Obras del Bicentenario cuya misión es seleccionar, patrocinar y promover las obras que se presenten, asignándole la categoría de proyecto bicentenario, no sólo a las nuevas obras propuestas, sino también a gran cantidad de proyectos anteriores, varios de los cuales ya se encontraban en ejecución. Su principal función es coordinar esfuerzos y voluntades, en la búsqueda de vías de financiamiento a través de la alianza de capitales públicos y privados. Asimismo, la fundamentación del Programa se sostiene con base en tres ejes: a) la necesidad de mejorar La infraestructura nacional que permita abordar los desafíos de la creciente integración a un mundo globalizado; b) la idea de un programa de país, expresado en un pro-
43 Arica, Iquique, Calama, Copiapó, La Serena, Coquimbo, Ovalle, Viña del Mar, Con Con, San Antonio, Rancagua, Curicó, Talca, Linares, Chillán, Los Ángeles, Talcahuano, Tomé, Temuco, Valdivia, Osorno, Puerto Montt, Castro (y Curaco de Vélez), Coyhaique y Punta Arenas; además de una serie de proyectos interurbanos e interprovinciales.
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yecto de modernización nacional compartido por sus principales fuerzas políticas, económicas y sociales; y c) la necesidad de que la ciudadanía asuma como propias las iniciativas enmarcadas en la celebración del Bicentenario. La Comisión establece, en sus líneas de acción, que tal conmemoración «pertenece a todos los chilenos y chilenas, por ello, la Comisión se ha propuesto impulsar, coordinar y orientar las ideas e iniciativas que desarrolle cada persona, grupo u organización pública o privada y de la sociedad civil de aquí al 2010.»44 En la misma dirección, el Decreto Supremo nº 176, por el cual se creó la Comisión, plantea que «... es deber de todo chileno, especialmente de los jóvenes de este país, crear, imaginar, innovar y descubrir los nuevos espacios que el país ha comenzado a crear para todos». Se sobreentiende que tales declaraciones de principios sólo corresponden a un marco referencial y que su valor se limita a enunciar la importancia de la iniciativa como proyecto histórico para la ciudadanía, sin hacer alusión a sus fundamentos conceptuales, o sus objetivos manifiestos. Sin embargo, aun así evidencia la relevancia que se le concede a la creación de espacios públicos para la ciudadanía, particularmente aquella que hará uso de los espacios públicos del país en el futuro, considerando que en la actualidad más de la mitad de la población aún no cumple 30 años. Es posible agrupar los objetivos concretos que persigue el proyecto en tres principios fundamentales: a) La integración de Chile y sus Regiones, que se traduce en la preocupación por mejorar la infraestructura del país; b) La Interrelación con el entorno natural, referida a la necesidad de propiciar un mejoramiento en la relación de la población con los entonos naturales en que habita, posibilitando el acceso a los diferentes elementos que 44 Comisión Bicentenario: Objetivos. Líneas de acción, en: www.chilebicentenario.cl
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configuran su geografía; y c) La valoración de las condiciones de habitabilidad de las ciudades, que apunta a la configuración de ciudades más modernas y amables, lo que debiese traducirse en el progresivo mejoramiento de la condiciones de vida de sus habitantes. Ahora bien, junto con estos principios, y los objetivos específicos de cada una de sus obras, el proyecto implica también una serie de objetivos implícitos, los cuales sólo pueden ser comprensibles si lo enmarcamos dentro del discurso del desarrollo que lleva adelante el estado. En este sentido, es posible entender el Proyecto Bicentenario dentro del proceso de profundas transformaciones económicas y sociales llevadas a cabo desde fines de los ’70, conocido como «modernización neoliberal», y de cierto modo, constituye la representación simbólica del triunfo de su principal objetivo, alcanzar el umbral del desarrollo. Haciendo uso de su capacidad de controlar, o al menos incidir en los sucesos comunicativos, el estado ha instalado el Bicentenario como un hecho social en el seno de la opinión pública, para su discusión, y sobre todo como medio de legitimación social. Antes de comenzar un debate, que se presupone libre y espontáneo, sobre la importancia de cumplir dos siglos de vida independiente, ya se habían decido las líneas generales a seguir, los objetivos que se buscaban e incluso el sentido que debieran adoptar las iniciativas propuestas. Bajo un marco ideológico aparentemente inexistente, cuidadosamente despolitizado con el argumento de que los intereses superiores de la nación están por sobre las opiniones políticas de cada ciudadano, y ante la actitud condescendiente de la población, el Proyecto Bicentenario pretende parecer, naturalmente, como la suma solidaria de los esfuerzos de todos los estamentos de la nación en pos de un ideal superior, la modernización nacional.
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Programa bicentenario: lugar de convergencia discursiva. Partiendo de la base de que las ciudades son espacios sociales de confluencia discursiva, y que buena parte de estos discursos pueden expresarse en lenguaje arquitectónico y urbanístico, al analizar el desarrollo de las ciudades, y el nacimiento del urbanismo en Chile, es posible observar que la configuración del espacio urbano se encuentra condicionada por los proyectos históricos de modernización nacional, que se llevan a cabo. Al «liberalismo-oligárquico» del siglo XIX (y principios del s. XX), le correspondieron ciudades en expansión, escasamente planificadas, con un naciente urbanismo de corte «arquitectónico» (o de los trazados) y temerosas de los riesgos que implicaba el incremento de la marginalidad urbana. Mientras que el «nacionaldesarrollismo» de mediados de siglo XX (1930-1973) es coincidente con la urbanización de las formas de vida del grueso de la población, la consolidación de las clases medias y un mayor desarrollo de la planificación urbana preocupada de los elementos funcionales de la ciudad, que caracterizó a la metropolización de las grandes capitales latinoamericanas.45 Siguiendo la misma lógica, los efectos del actual modelo de modernización sobre la ciudad, derivan en la progresiva privatización y fragmentación de los espacios urbanos.46 Es ese el marco, donde se instala la celebración bicentenaria de la vida independiente en Chile. De cierto modo, condensa en una iniciativa gubernamental, una serie de discursos que de modo fragmentario se vienen oyendo, con mayor o menor fuerza, al menos desde de 45 Outtes, Joel: «Disciplinando la sociedad a través de la ciudad. El origen del urbanismo en Argentina y Brasil (1894 – 1945)», en EURE, vol. 28, nº 83, Santiago, 2002. 46 Janoschka, Michael: «El nuevo modelo de la ciudad latinoamericana: Fragmentación y privatización», en EURE, vol. 28, nº 85, Santiago, 2001.
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los ’80, cuyos principales ejes son: a) la importancia de abrir la economía hacia el exterior; b) la necesidad de controlar el gasto fiscal, mediante la reducción del tamaño del Estado; c) en concordancia con lo anterior, dejar en manos de privados la administración de las empresas del Estado, así como, de la salud, la educación y las pensiones; y d) la búsqueda de una política de consensos, que inhiban la polarización política de la sociedad, lo que ha derivado en su despolitización. Por lo tanto, el análisis del proyecto, sea en dimensión arquitectónica, funcional, social, o discursiva, no puede dejar de considerar esto elementos. Antes de abocarse al análisis del Proyecto Bicentenario como discurso, debe revisarse su base ideológica (el proyecto neoliberal de modernización nacional), conocer las transformaciones históricas del espacio urbano donde pretende plasmarse dicho discurso, y la evolución sociocultural de la sociedad que hará uso de dichos espacios. En relación al Proyecto Bicentenario, el análisis de su discurso expresado en lenguaje urbanístico o arquitectónico,47 presenta dos grandes dimensiones: por un lado, nos enfrenta al problema de la interacción cotidiana de los interlocutores, en este caso los habitantes de la ciudad, con los textos (obras, edificios, autopistas o parques), y la compresión tácita o manifiesta de su significado, entendiendo que el significado se da en la interacción de los habitantes con los espacios urbanos. Y por otro lado, al problema de la intertextualidad, y es decir, al hecho de que el mensaje que conlleva cada signo (obra, emplazamiento, elemento estructural, detalle constructivo o color), en el caso de la intervención urbana, es la
47 Lenguaje es un tipo de representación, el cual requiere de algún medio para su expresión, un medio es el soporte de información y comunicación, es decir, el vehículo del mensaje. (Levy, Pierre: «Cibercultura», Dolmen, Santiago, 2001). En el caso del espacio urbano, el lenguaje utilizado para la expresión del discurso es el arquitectónico y el medio utilizado es la propia ciudad.
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traducción de un discurso concreto desde un tipo de lenguaje, en este caso la lengua castellana (escrita y hablada) a otro, el lenguaje urbanístico y arquitectónico. En síntesis, al analizar cualquier proyecto de intervención urbana como el impulsado por la Comisión Bicentenario, tenemos en primer lugar que comprender las implicancias del discurso promovido por el Estado (la modernización nacional); en segundo lugar, establecer en qué medida las obras impulsada efectivamente «materializan» ese discurso, de acuerdo con ciertos parámetros de validez socialmente aceptados por los principales tipos de poder en juego (el mercado, el Estado y la ciudadanía); y en tercer lugar, a partir de la interacción de los habitantes con las obras llevadas a cabo, aventurar en qué medida éstas representan simbólicamente los principios que se pretendían plasmar. Entendiendo que el espacio urbano es un lugar donde convergen distintos tipos de discursos y éstos se materializan en acciones concretas, portadoras de significado, resulta necesario tener claridad sobre cuáles son las principales corrientes discursivas que se dan cita en él. De la pléyade de discursos que se pueden expresar en una ciudad, es posible identificar al menos cuatro tipos de corrientes discursivas principales que convergen en el espacio urbano:
a) El discurso del ‘proyecto país’, expresado mediante modernizaciones, proyectos, remodelaciones, renovaciones y programas, con toda su batería informativa que sirve como marco de legitimación para un segundo nivel discursivo b) El discurso del ‘poder local’, que se manifiesta en la pretensión de independencia de la administración comunal, a través de autoridades, de las redes políticas tradicionales, enfocándose a la gestión eficiente y a la resolución de «problemas con-
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cretos», estableciendo estrechas alianzas con el sector privado, y que constituye una suerte de réplica a escala del discurso del proyecto país. c) El discurso ‘consumista del mercado’, que tiende a permear a los otros dos con su lógica de servidores y clientes (particularmente nítido en el nivel municipal), instalando el lenguaje publicitario en el seno de las relaciones sociales. d) El discurso de la ‘globalización’, expresado en el surgimiento de una cultura internacional popular48 que circula por las redes desterritorializadas de información, integrando casi a todo el globo, de acuerdo con determinados patrones culturales comunes, sirviendo como marco de legitimación de los otros tres, resignificándolos y condicionándolos permanentemente, pues se ha instalado como el contexto al que se alude y el marco final de referencia.
Legitimizacion del discurso bicentenario. De las cuatros grandes corrientes discursivas que se expresan en el espacio urbano, y por extensión en el espacio público, no se dan de manera pura y separadas unas de otras, ya que generalmente tienden a complementarse y entrelazarse, aludiendo constantemente unas a otras, presentando dominantes interdiscursivas que dan cuenta de determinadas ideologías o cosmovisiones compartidas, o contradictorias, con las finalidades perseguidas por los grupos que se legitiman a través de ellos (la interdiscursividad es una buena herramienta, para explicar en qué medida el discurso -el texto expresado en
48 Ver, Ortiz, Renato: «Mundialización y cultura», Alianza Editorial, Buenos Aires, 1997.
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lenguaje arquitectónico, en este caso- del urbanismo, remite todo el tiempo el discurso de la modernización planteado por el Estado hacia el discurso dominante de la globalización, como único horizonte posible). La importancia del discurso, manifiesto e implícito, es crucial. Dada la relevancia y el impacto social que significan las obras promovidas, los mecanismos comunicacionales utilizados para explicar, difundir y materializar dichas iniciativas, adquieren una especial centralidad y, lejos de ser un apéndice operacional neutro, constituyen una poderosa herramienta de legitimación social. Es decir, cumplen un rol de doble legitimador, pues sirven para justificar la obra y para reafirmar la ideología que la sustenta. Detrás del Proyecto Bicentenario, como discurso específico del modelo de modernización nacional, descansa la intención cultural de construir un tipo de sociedad concreta, impulsada por determinados grupos de poder, político y económico, que aprovechan, por un lado, la aparente inevitabilidad de los procesos económicos y culturales que implican la globalización, y por otro, el debilitamiento progresivo de la sociedad civil, y su pérdida de poder de ingerencia en los asuntos públicos, a fin de llevar adelante sus intenciones. Circunscribiendo el análisis al Proyecto Bicentenario y mirando un poco más allá de la funcionalidad de las obras, no resulta difícil identificar el objetivo que se persigue con dicha iniciativa: «Queremos hitos que sean un recuerdo histórico y que, al mismo tiempo, permanezcan en la memoria histórica como emblema del avance de esta Región».49 Es decir, los hitos que marquen el nacimiento de una nueva etapa en la historia de Chile, y por ende, de cada una de sus regiones. Levantando los edificios patrimoniales del futuro, y los hitos urbanos
49 Ministerio de Obras Públicas, 17 de octubre de 2003. www.mop.cl
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que debieran simbolizar el momento en el que se plasmó en el espacio urbano local el desarrollo nacional. Así pues, la construcción de grandes obras sirve, además de su utilidad funcional, para que las futuras generaciones reconozcan, a través de ellas, a los gobiernos que marcaron nítidamente un antes y un después, sentando las bases del Chile del mañana. No está demás recordar, que junto con cambiar el «rostro» de las principales ciudades de Chile, el proyecto de país contempla una serie de reformas a la salud, la educación, los servicios públicos, las fuerzas armadas o la justicia, que vienen a profundizar las grandes transformaciones y al proceso de modernización del país iniciadas desde los primeros años de los ’70 e incluyendo la totalidad de la década de los ’80.
El programa bicentenario en concepcion Uno de los principios fundamentales del proyecto en la urbe de Concepción, ciudad de casi un millón de habitantes, es la recuperación del río Bio Bío que rescate la antigua idea de abrir la ciudad hacia sus márgenes a fin de romper con siglos en los cuales le ha dado la espalda (Plan de Pascual Binimelis, 1857). «La idea es transformar a Concepción en una ciudad fluvial, lo que representa una nueva proyección inmobiliaria y urbanística del borde del río que ahora se entrega a la ciudad como reconocimiento e integración».50 En consecuencia, el centro de las preocupaciones del proyecto en Concepción se concentra en el programa de recuperación del río, para lo cual se decidió el traslado del Barrio Cívico y los principales servicios y edificios hacia un sector de costanera de ese fluvio. Del mismo 50 Revista Cultural Pencopolitana, Año 3, n° 3 / Dic. 2002 – Ene. 2003, Concepción, p.4
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modo, en otras zonas de la intercomuna, se desarrollan proyectos como la remodelación de la bahía de San Vicente, la ruta Interportuaria, la recuperación (y descontaminación) del canal El Morro y la remodelación del Parque Laguna Grande en San Pedro, todas enmarcadas en el principio de mejorar la interrelación urbana con el entorno natural. La construcción del Barrio Cívico es la obra central de todo el Proyecto Bicentenario en Concepción y se fundamenta en el principio de valoración de las condiciones de habitabilidad de las ciudades, tendiente al mejoramiento de la calidad de vida de la ciudad, y su relevancia se explica tanto por su envergadura como por el significado asociado a él. Contempla cinco grandes obras individuales: el edificio de los Servicios Públicos, la Plaza del Bicentenario, la Av. Nueva Prat, el Parque Central y el Parque Ribera Norte, al costado del cual se emplazará el futuro Teatro Pencopolitano, proyectado a orillas del río, al otro lado de la avenida Costanera La obra más importante de las cinco es, sin duda el Edificio de los Servicios Públicos, pues constituye la pieza que le da sentido a todo el conjunto. El objetivo perseguido por las autoridades es que se constituya como «el espacio de comunicación entre la comunidad y el gobierno central, que permitirá descentralizar y al mismo tiempo concentrar e interrelacionar los distintos servicios públicos regionales en pro de una mejor atención a la comunidad».51 Para comprender la concepción de ciudadanía condicionada por el discurso del mercado, que subyace al proyecto, el Barrio Cívico puede ser comparado con un gran mall del ciudadano, tanto por la concentración de servicios que conlleva, «donde la gente podrá encontrar respuesta a todas sus inquietudes relacionadas con los 51 Dirección de Arquitectura – Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Telecomunicaciones. www.mop.cl
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servicios públicos»,52 como por su estética «vanguardista», en acero, hormigón y vidrio, que puede ser percibida como una analogía con un moderno centro comercial. Resulta paradójico que un edificio cuya misión es convertirse en un importante referente urbano, cargado de significados sociales e históricos, se acerque a la imagen de un gran mall, a través de su estética neutra, abstracta y monumental, cercana a los diseños desterritorializados de la arquitectura sobremoderna, sin buscar su referencialidad en el entorno social e histórico-cultural de la ciudad. Junto con las obras del barrio cívico y la recuperación del río, que, dado su carácter simbólico y su emplazamiento, se espera que conlleven un alto impacto como referentes urbanos, existen otros dos grupos de obras que vienen a completar el programa de intervención urbana en la comuna. Por un lado las obras tendientes a la remodelación del centro histórico (Proyecto Zócalo de Concepción y Boulevard Barros Arana), y por otro, las relativas al mejoramiento de la conectividad vial entre los distintos sectores de la intercomuna,53 que se fundamentan en el principio de mejorar la integración de Chile y sus Regiones.
Reflexión del programa bicentenario Desde los inicios del urbanismo en Chile, el desarrollo de las ciudades ha sido practicado con un fuerte énfasis en el ordenamiento de las circulaciones y de la trama urbana, velando por la seguridad de los habitantes y que ha 52 Diario «El Sur», viernes 18 de octubre de 2003. www.elsur.cl 53 La continuación de la Av. Costanera (entre Concepción y Chiguayante), el mejoramiento del acceso al Aeropuerto Carriel Sur, la remodelación de la rotonda General Bonilla, el ensanche de la Av. Paicaví, la ya mencionada ruta Interportuaria, la conexión entre los puertos de San Vicente y Talcahuano, el proyecto de transporte público «Biovías», entre otras.
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concluído con el correr del tiempo, en una forma de ordenamiento social y territorial entre lo urbano y lo periurbano tal que, en los hechos, esos espacios se complementan entre sí en función de sus características espaciales, propias de la geografía del emplazamiento de que se trate. Cada ciudad de Chile, y su respectivo entorno periurbano, poseen su propia identidad, y acaso, también, su propia idiosincrasia. De ahí también que, algunas de las más importantes ciudades del país (no más de cinco), Santiago primero, hoy en día no resulten comparables a ninguna otra ciudad de Chile, no sólo por causa del gran tamaño comparativo de población, sino que, básicamente; porque, como son lugares del mundo globalizado, pueden contar con sus propias reglas del juego para poder regular satisfactoriamente la ocupación y el uso del suelo de su territorio, y procurar así su consecuente desarrollo sustentable. Ninguna del resto de las demás ciudades de Chile posee aún este rol global, ni está en igual etapa de desarrollo urbano. Reconocer este hecho sobre esas ciudades, Concepción entre ellas, es sustantivo, así como también lo es valerse de la experiencia acumulada en materia de urbanismo en Chile. La valoración del Programa Bicentenario, más allá de sus objetivos manifiestos, representa la condensación de una serie de discursos fragmentarios materializados en el espacio urbano en la forma de una iniciativa de intervención urbana, cuya finalidad responde a intereses comunicativos y simbólicos que tienen como horizonte la idea de alcanzar el umbral de las naciones desarrolladas. No obstante este sentido, el Estado hace uso de un discurso parcial asociado con la celebración del bicentenario de la independencia, para promover y legitimar las obras tendientes al mejoramiento de la infraestructura y la remodelación de los espacios urbanos de las principales ciudades del país, buscando alianza con el sector privado, pero sin asociarse con la ciudadanía.
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Los objetivos del proyecto, y de cada una de sus obras, en términos generales, responden al objetivo de asegurar la conectividad vial, mejorando la infraestructura caminera, portuaria y aeroportuaria del país. Está por verse, sin embargo, si su desarrollo permitirá responder a los desafíos que se planteó, tendientes a crear espacios para el fortalecimiento de la ciudadanía, y la integración de las diversas áreas públicas proyectadas con la trama urbana de la ciudad. Por ejemplo, en relación al parque costanero, en el desarrollo del proyecto faltó una adecuada conceptualización del espacio público, ya que se echan de menos «espacios flexibles de mayor magnitud, capaces de acoger actividades urbanas en contacto con el río, además de un mejor manejo de la escala urbana y un mejor dialogo con la ciudad».54 A partir de los antecedentes recopilados, es posible plantear la hipótesis de que dichos problemas se deban a que, independiente del discurso manifiesto y de las intenciones de algunos de sus diseñadores, el objetivo implícito del proyecto no sea generar espacios públicos donde pueda ejercerse la ciudadanía o solucionar problemas urbanos concretos, sino simplemente reflejar la capacidad modernizadora y transformadora del gobierno, comunicando un mensaje a la ciudadanía y a las futuras generaciones, aprovechándose de la posibilidad que ofrece el espacio urbano como medio de comunicación. En ese sentido, tres puntos afloran a partir de esta mirada al proyecto. En primer lugar, la búsqueda de legitimidad en la que el proyecto concedió la categoría bicentenario a una serie de obras que ya se encontraban en ejecución y que respondían a los intereses de determinados poderes locales y servicios públicos, no necesariamente congruentes con los objetivos del proyecto. Segundo, si bien uno de los puntos centrales habla sobre relación con la creación y habilitación de nuevos 54 www.cafedelasciduades.com.ar
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espacios de uso público para la ciudadanía, el proyecto generó una alianza estratégica con capitales privados, obviando la participación ciudadana. De algún modo, el Proyecto Bicentenario deja en evidencia la pérdida de importancia del rol de la ciudadanía en la creación y apropiación del espacio público, el cual sólo parece ofrecer un espacio vacío, o de circulación y encuentro anónimo, bajo fórmulas controladas, previamente formateadas y predefinidas por el poder. Buena parte de estos espacios están articulados e integrados únicamente por grandes vías de circulación rápida, impidiendo su integración a la trama urbana. Es decir, se crearon espacios de uso público, pero no se fomentó el enriquecimiento del espacio público, como entidad social. Tercero, por sobre las consideraciones técnicas y los objetivos formales del proyecto, su finalidad es intrínsecamente comunicativa y simbólica, cuyos mensajes es posible resumirlos en los aspectos siguientes: a) le está diciendo al resto del mundo que Chile constituye un país eficiente y confiable, en el cual las promesas se cumplen y los proyectos se ejecutan, al mismo tiempo que actualiza su infraestructura —vial, portuaria y de comunicaciones— de acuerdo con parámetros internacionales; b) le comunica al sector privado, luego del corto pero ofensivo proceso de estatización de la década 1964-1973 y del período de reconstrucción económica posterior, que Chile volvió a constituir una comunidad donde es posible reunir mancomunadamente al estado junto a capitales privados y a los representantes locales, para lograr objetivos comunes; y c) le dice a la ciudadanía, que al fin el país está dejando atrás la condena del subdesarrollo, preparando el terreno para integrarse plenamente al primer mundo.
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Conclusiones. La interrelación entre las ciencias sociales y el urbanismo se inició con fuerza a partir de las nuevas ideas que surgieron a principio del siglo pasado, cuando la realidad económico-social y la estructura del mundo occidental habían entrado en un período de evolución vertiginosa. Además de orientarse al diseño de las ciudades y al planteamiento de nuevos métodos, esos movimientos dirigieron una crítica radical de la situación imperante, planteando nuevos paradigmas sociales y principios de carácter global, radical y utopista, que rechazaban la situación histórica anterior, proponiendo una nueva alternativa que impulsaría a la humanidad, desde la técnica, a la organización social y política. Esos movimientos contienen, a no dudar, una riqueza, variedad y diversidad que no se había visto desde el mismo Renacimiento y que se mantendrían prácticamente por el resto del siglo veinte. Sin embargo, es evidente que las ciencias sociales, en las últimas décadas de esa centuria, se alejaron del proceso de desarrollo social, político y económico vigente, básicamente por un cambio ideológico que determinó el debilitamiento de su estrecha relación con el Estado, incluyendo la planeación urbana, aunque de algún modo se las arregló para enmarcar e impulsar en forma soterrada el debate urbano. Esta realidad, más un reflejo de la tendencia postmoderna que el resultado de una crítica autónoma del proceso de urbanización, provocó en la América Latina y por cierto en Chile, el descarte del gran proyecto urbano y un viraje de los intereses académicos hacia las especificidades locales de barrio, etnia, identidad, ambiente, hábitat, seccionales o micro procesos de urbanización, construídos prácticamente desde la academia. El renacimiento de la planificación física, expresada en las prioridades del ordenamiento territorial, el espacio público, el diseño urbano y la arquitectura de la ciu-
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dad, más la visión medio ambiental y el desarrollo sostenible como marcos de referencia para debatir la ciudad, y la globalización como dinámica subyacente a todos los fenómenos socio-espaciales, muestran hoy un nuevo perfil de las ciencias sociales que intentan salir del enclaustramiento en el que se habían sumido, fundamentalmente por su desvinculación con el proceso de desarrollo social, político y económico vigente. El mejor ejemplo de tal rescate, lo constituye en Chile la definición del Programa Bicentenario, que condensa los discursos señalados y que han permitido a las ciencias sociales, secundariamente y con una función operacional, acomodarse a esos nuevos objetivos. El caso de Concepción (ciudad intermedia en el nivel metropolitano) es un buen ejemplo, ya que las amplias polémicas ambientales y urbanas alrededor de la estrategia de expansión, propuesta en los distintos programas e instrumentos de planificación urbana, coinciden con cierto renacimiento de la ciudad alrededor de proyectos emblemáticos en el manejo del espacio y las construcciones públicas. Si concluímos que el principal valor social a que se atiene la práctica del urbanismo en Chile es el bien común, el Programa Bicentenario; en esencia, su arquetipo y el principio básico inalienable que lo tipifica socialmente, bien o mal, incluye estos valores y que, como paradigmas de la globalización y modernidad, son internalizados en su propio diseño con gran dimensión y fuerza.
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LA
ARQUITECTURA DEL CENTRO DE MONTERREY, EN RELACION CON EL CRECIMIENTO METROPOLITANO Antonio Tamez Tejeda
Resumen. ste documento estudia la arquitectura del centro de Monterrey, de un momento de auge hacia uno de agotamiento y deterioro, producto del crecimiento urbano sectorizadamente diferenciado, que favoreció el desarrollo de subcentros exitosos, fortalecidos por su propia localización y por los corporativos empresariales impulsores del desarrollo inmobiliario al sur de la ciudad.
E
Abstract. This paper studies the Monterrey´s former business district architecture, from an earlier great moment to a last one showing an opposite face. We show how the phenomena arose from a differentiated urban growth and the successful urban subcenters strengthen by the new enterprises corporate facilities, driving up the real state development south of the city.
Introducción. La arquitectura radicada en el casco histórico y particularmente en el antiguo distrito de negocios y comercio de la ciudad de Monterrey, ofrece un panorama tal que permite leer su evolución durante las postrimerías del siglo XIX y del siglo XX, toda vez que observamos la
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sucesión de estilos arquitectónicos ahí domiciliados, al igual que los usos del suelo urbano en el devenir del tiempo; por ejemplo, en la actualidad se cuentan únicamente dos estructuras destinadas al género habitacional en un perímetro de 60 manzanas, en tanto que ese mismo perímetro alojó a principio de siglo XX a las residencias de las más destacadas familias regiomontanas. Esta evolución igualmente permite identificar las características del fenómeno paralelamente al desarrollo urbano, que en el mismo período siguió un cierto patrón de crecimiento sectorizadamente diferenciado, cuya evolución finalmente alteró la regencia urbana del centro regiomontano, provocando que su arquitectura transitase de un período de auge hacia uno de agotamiento y deterioro, al principio de siglo XXI. Tal es el asunto que abordamos, fincando, a la vez, la relación entre la evolución de la arquitectura del centro regiomontano y su tendencia al deterioro respecto del crecimiento sectorizadamente diferenciado de la ciudad de Monterrey.
Evolución del crecimiento metropolitano. El crecimiento de la ciudad de Monterrey se ha visto condicionado por diversos factores, desde el momento de su fundación. Es un condicionamiento manifiesto por su delimitación urbana durante los primeros dos siglos y medio de existencia. Hasta mediados del siglo XIX, la ciudad presentó un lento crecimiento urbano, siguiendo aproximadamente sus linderos de origen como lo muestra el plano elaborado por Juan Crouset(1) en 1798, con limitado desarrollo hacia el poniente y acotado, a su vez, por los diferentes cursos de agua que circunvalaban al poblado inicial, que se verían rebasados despés de la ocupación del ejército estadounidense de 1846, y cuyo trazo, si bien siguió el principio ortogonal, no lo fue precisamente reticular en su casco antiguo.
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La regiomontana villa, durante los siglos XVII y XVIII, se vio entonces confinada hacia el norte por los cursos de agua, que provenientes de los veneros de Santa Lucía, tributaban al río Santa Catarina al noreste del poblado. Al oriente, el crecimiento se limitó a no más de seiscientas varas desde la plaza mayor, al quedar contenido por el recodo del mismo río, al cambiar éste su curso. El asentamiento se contuvo hacia el sur por el caprichoso cauce del dicho río Santa Catarina y el peligro de sus ya conocidas crecidas, en tanto que en su margen derecha inicia el ascenso de la llamada Loma Larga. Fue hacia el poniente donde una topografía propicia y libre de obstáculos favoreció el desarrollo de huertas y terrenos de labor por el rumbo de la capilla de la Purísima, que se comunicaron con la villa por aquellas sendas rústicas, que con el tiempo dieron lugar a las hoy calles de Hidalgo y Padre Mier. Dos siglos después de su fundación, se vislumbró el crecimiento de la villa hacia el norte de la misma, en las afueras del viejo casco urbano, cuando el Sr. Obispo Dn. Ambrosio de Llanos y Valdés «trajo licencia para construir una Catedral, fundar un Colegio de Propaganda Fide como el de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas y un Colegio Seminario»2). Se colocó la primera piedra de la nueva iglesia catedral en noviembre de 1794. Las obras se localizaron al norte, en el sitio que posteriormente ocupó la Ciudadela. Desavenencias con el Gobernador Dn. Simón de Herrera y Leyva, en 1795, cancelaron el proyecto, en tanto que los cimientos de la nueva catedral sirvieron como subestructura del fortín de la ciudadela, ocupada tras el asalto del ejército estadounidense, en septiembre de 1846. El plano de campaña del General Zacary Taylor, de 1846, muestra al perímetro urbano de Monterrey aproximadamente dentro de los mismos límites hacia el norte, sur y oriente que lo consignado en el plano de Crouset. Para entonces, el poniente de la ciudad, pasando el rumbo de la capilla de La Purísima, ofrecía las mejores con-
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diciones ambientales en donde había una multitud de huertas y quintas campestres3) pertenecientes a las familias cuyos recursos lo permitían; entre ellos, el comandante militar de la plaza, el General Mariano Arista. Esas quintas, en su momento, causaron admiración a los soldados estadounidenses, durante los veintidós meses de ocupación de la ciudad por las fuerzas del General Taylor. Así, por ejemplo, respecto de la casa de campo del General Arista, uno de aquellos soldados expresó que: El gran edificio cerraba un patio bien pavimentado por tres lados, el cual estaba lleno de jarrones con flores y fuentes de agua cristalina, que lanzaban una frescura agradable sobre la atmósfera. El cuarto lado del cuadrado se comunicaba con un extenso jardín que en su arreglo denotaba un grado de buen gusto y conocimientos de horticultura pocas veces superado en nuestro país. Prados con flores, hileras con granados, callejones con limones, conjuntos de naranjos, emparrados con uvas, el higo de grandes hojas y la toronja dorada, el aire saturado con perfumes y la melodía de las aves4). Este relato ofrece una gran calidad y elocuencia en su expresión, particularmente si se le encuadra en el medio castrense durante una campaña de ocupación; pero lo que particularmente nos atañe consiste en el desplazamiento hacia el poniente de la ciudad, que practicó la clase con suficientes recursos en el medio social regiomontano de aquella época, buscando las bondades del medio natural para su domicilio, marcando así la pauta a seguir para futuros desplazamientos a la vera de un ambiente natural, sano y confortable. En 1850, la ciudad contaba con más de 15,000 habitantes. La guerra secesionista estadounidense incrementó las relaciones comerciales entre los mexicanos del noreste con los estados confederados, para reexpedir sus exportaciones algodoneras, radicándose las agencias intermediadoras en Monterrey. Hacia 1865 el crecimiento de la ciudad presentaba una declarada tendencia al norte y poniente, según el plano de Dn. Isidoro Epstein,
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siguiendo el convencional trazado en damero hacia el norte de la ciudad, en tanto que al poniente configuró manzanas más bien rectangulares, un tanto descuadradas. La villa continuó permaneciendo dentro de sus ancestrales límites, para efecto de su dinámica urbana, el comercio, los servicios y el gobierno, además de la habitación; en tanto que iniciaba su crecimiento hacia el norte por el rumbo de la catedral nueva, mientras que el rumbo a la vera de la loma del Obispado se reservó a las quintas radicadas en el lugar. Algunos asuntos en su momento bien pudieron haber pasado desapercibidos; sin embargo, en el futuro, tales asuntos, tanto el crecimiento de la ciudad hacia el norte como el rumbo de las quintas hacia el poniente, comenzaron a otorgar, dirección al crecimiento diferenciado de la ya entonces ciudad de Monterrey, con sus 28,000 habitantes, al iniciar la década de 1870. Fue un crecimiento urbano incipientemente sectorizado, con secuela a futuro. Las comunicaciones, los estímulos fiscales y algunos empresarios visionarios rindieron su fruto para la conversión del capital regiomontano en una planta industrial generadora de progreso local y regional. La ciudad, que de 45,695 habitantes en el año 1895, pasó a 62,266 en 1900 y 78,528 en 1910(5). El crecimiento se reflejó igualmente en la expansión urbana, generando un considerable auge arquitectónico de calidad en el centro de la ciudad. Al comercio y las primeras industrias textiles de la década de los setenta y la consolidación de los capitales, así como la infraestructura ferroviaria en los ochenta, siguieron en los noventa las inversiones en la industria pesada, beneficiarias de las exenciones fiscales y del ferrocarril, iniciando un nuevo capítulo en el desarrollo económico y urbanístico de la ciudad, de lo cual Don Isidro Canales Vizcaya relata que: La alameda, que ahora lleva el nombre de Mariano Escobedo, se empezó a establecer el año de 1861, por un acuerdo del Ayuntamiento. Originalmente fue conocida como Alameda Nueva, para distin-
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guirla de un bosque natural formado por álamos y otras plantas donde entonces acostumbraban pasear los habitantes de la ciudad. Ésta quedaba al norte del riachuelo de Santa Lucía, más o menos entre lo que ahora son las calles de Zaragoza y Diego de Montemayor6). El riachuelo al que se refiere Don Isidro, fue aquel curso de agua proveniente de los veneros de la ciudad y que aguas abajo se convertía en lo que posteriormente conocimos como El Canalón. De aquella alameda que relata, quedaban como testigos de aquel tiempo unos bien crecidos y añosos sabinos que fueron talados inútilmente con motivo de las obras de Macroplaza, uno precisamente sobre del remanente de aquellos cursos de agua, en un solar entre las calles de Zaragoza y Zuazua, a espaldas de lo que en su momento fueron los bien conocidos, afamados y muy concurridos Bar Fornos y el centro nocturno El Patio, sobre la calle de Zaragoza. Al principio del siglo XX, se había configurado casi en su totalidad lo que se conoce como primer cuadro de la ciudad. Hacia el norte, la ciudad quedaba contenida por las instalaciones ferroviarias y la planta industrial, en torno a la cual prosperaron distintos barrios de habitación proletaria y popular. Por el poniente, la ciudad comenzaba a desplazar su distrito residencial hacia el rumbo de la Plaza Bolívar, en dirección de la capilla de La Purísima y de las antaño lejanas quintas de la loma del Obispado. Fue un crecimiento urbano sectorizadamente diferenciado de los distritos habitacionales, al principio del siglo. Las décadas de los años veinte a los cuarentas aparejaron el crecimiento metropolitano apoyado en el desarrollo de una planta industrial en expansión y plenitud, dirigida por empresarios con visión a futuro, a la par que el gobierno posrevolucionario generaba el ambiente propicio para la generación de nuevas inversiones. La ciudad creció tanto en población como en extensión. Del año 1910 al año 1933 pasó de 78,528 habitantes a 148,0007) y 240,0008) habitantes en el año 1943.
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El centro afirmó su propia rectoría en cuanto único polo concentrador del equipamiento urbano de la ciudad, en tanto que la avenida de Francisco I. Madero generó el primer subcentro, al desarrollar una infraestructura de comercio y servicios de carácter popular. El distrito residencial se instaló al poniente, sobre de la calle del Padre Mier, por el rumbo de las calles de 20 de Noviembre y Degollado, a la par que en la colonia Obispado, al urbanizarse la falda sur y oriente del cerro del Obispado. La clase media-alta se domicilió en el rumbo de la Purísima y la colonia El Mirador, en 1938, al igual que en la colonia Maria Luisa, al poniente de la avenida de Venustiano Carranza, asiento de cuidadas residencias, en su tramo sur, próximo a la colonia Ex-Seminario. Los rumbos oriente y poniente del primer cuadro y hacia el norte de la calle de Matamoros fueron asiento de la clase media, con barrios bien definidos como el de la plaza del Mediterráneo, la plaza de la Luz, la plaza del Chorro, las Tenerías y el Canalón, de la Alameda, de los Panteones, del mercado del Norte y el ya tradicional barrio del Roble. Hacia el norte y el oriente, fuera del primer cuadro, la expansión generó nuevos distritos obreros y populares. La colonia Obrera, en las inmediaciones de la Fundidora, la Obrerista y la Industrial en las proximidades de la Cervecería Cuauhtémoc, al igual que las colonias: Niño Artillero y Victoria, en los linderos de la recién trazada avenida Bernardo Reyes. De esta manera, la ciudad mantuvo la pauta de su crecimiento sectorizadamente diferenciado, influyente en el futuro desarrollo urbano, con efecto sobre del centro metropolitano. Las décadas de los años cincuentas y sesentas se caracterizaron por la consolidación del centro de la ciudad y su momento de gran auge arquitectónico, con la construcción de edificios altos, como, por ejemplo, el Condominio Acero, el Condominio Monterrey, el edificio del El Roble y el Edificio Monterrey, sede del Banco de Nuevo León. Igualmente característica fue la aparición e in-
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cipiente desarrollo de subcentros periféricos radicados en los distritos residenciales de reciente emergencia en la periferia urbana, entre los que se cuentan las colonias Chepevera y Vistahermosa, al poniente; la Anáhuac al norte y la Roma y Altavista al sur de la ciudad, a principio de la década de los años cincuenta. De 1943 a 1953, la ciudad pasó de 240,000 a 443,000 habitantes(9), en tanto que en 1963, la población ascendió a 850,000 habitantes(10), localizada en una extensión desarrollada hacia los cuatro puntos cardinales, confirmando el crecimiento sectorizadamente diferenciado de la conurbación. En el mes de mayo de 1950 se iniciaron las obras del proyecto consistente en la rectificación y canalización del río Santa Catarina, y se concluyeron en 1952, durante el mandato gubernamental del Dr. Ignacio Morones Prieto. Los primeros estudios del curso natural y la topografía del cauce, así como los probables puntos de desborde de los bancos se iniciaron en 1942. Se elaboraron los estudios de ingeniería hidráulica, los volúmenes y la velocidad del caudal, para determinar la sección del canal. Finalmente, la ingeniería civil desarrolló el diseño de terraplenes y taludes, mismos que para su protección de la natural erosión producida por la descomunal corriente, se depositaron toneladas de roca procedente tanto del cerro de las Mitras como cerro del Topo Chico acomodadas conforme a la inclinación de aquellos, y que a la fecha han desaparecido. Hasta ese momento, la configuración del área urbana se veía delimitada por el caprichoso curso ribereño, de manera que el banco norte se localizaba sobre de la actual calle de Humbolt entre las de Venustiano Carranza y Aldama11), repitiéndose el fenómeno aguas abajo sobre la calle de Ocampo, entre las calles de Cuauhtémoc y Zaragoza, e igualmente, en donde se localizan los Condominios Constitución y el complejo hospitalario del IMSS. La canalización del río resolvió la magnitud de los problemas y daños ocasionados por las inundaciones a la ciudad, como bien se pudo constatar en 1967 y 1985 cuando el río se creció
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espectacularmente, a consecuencia de los huracanes Beulah y Gilberto. De la rectificación del su cauce del río, se desprendió, además, una ganancia adicional para la ciudad, consistente en el rescate de terrenos anteriormente ribereños, que totalizaron 850,000 metros cuadrados de terreno, de los cuales 320,000 fueron área vendible1(2). Ciertamente, la canalización del río Santa Catarina ha sido la obra de mayor trascendencia en Monterrey, desarrollada durante el siglo XX y lo poco que va del XXI, en razón del beneficio directo aportado a la ciudad y a su población. El centro, a su vez, inició al mediar la década de los años cincuentas su propia expansión sobre de los límites de su tradicional distrito comercial, configurado por la calle del Padre Mier, la calle de Hidalgo, la calle de Zaragoza y la calle de Garibaldi, para extenderse entonces absorbiendo antiguos rumbos habitacionales, modificando los usos del suelo, particularmente sobre de la calle de Zaragoza hacia el norte, hasta el Palacio de Gobierno; sobre la calle de Juárez, igualmente, hacia el norte hasta la plaza del Colegio Civil y sobre las calles del Padre Mier, de Morelos y de Hidalgo, hacia el poniente, hasta la calle de Cuauhtémoc, habiéndose aprovechado la ocasión presentada por los ensanches de las calles de Morelos, en los años treinta y del Padre Mier, en los años cuarenta, sobre sus aceras sur y norte, respectivamente; para generar nueva arquitectura de calidad, acorde con los estilos de su tiempo; mientras que la expansión hacia el oriente abarcó solamente hasta la calle de Zuazua, límite de los ensanches de las calles del Padre Mier y de Morelos. Hacia el sur, la expansión ocurrió sobre la calle de Juárez, hasta la avenida Constitución, cuando se construyó el nuevo Mercado Colón, que vino a remplazar al antiguo parián, localizado anteriormente sobre la misma calle de Juárez, entre las del Padre Mier y la de Morelos. De 1963 a 1970, la población pasó de 850,000 habitantes a 1,232,043 habitantes(13). Fue un crecimiento generador de una extensa mancha urbana que bordeó
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los accidentes naturales y para la cual, la organización uninuclear resultaba inoperante, desde la mitad de la década de los años sesentas, sustituyéndose gradualmente por una estructura polinuclear, a partir de los nuevos núcleos de equipamiento y servicios que dada su localización urbana, evolucionaron en términos de subcentros urbanos y de los cuales, aquellos en razón del poderoso atractivo metropolitano que lograron ejercer, se constituyeron en potenciales centralidades urbanas(14), al final de la década de los años ochentas, localizados al sur y al poniente del área metropolitana, entrañando el ya próximo desplazamiento del centro regiomontano, en cuanto foco rector de la dinámica urbana regiomontana. De 1970 a 1985, la población pasó a 2,521,000 habitantes(15). En 1993 ascendió a 2,830,000 y en el año 2000 fue de 3,237, 000 habitantes(16) en el área metropolitana. Fue un crecimiento cuya expansión urbana siguió el curso sectorizadamente diferenciado iniciado en las quintas del rumbo del Obispado y continuado por los distritos proletarios y populares localizados en la periferia de la planta industrial. En tanto, los nuevos fraccionamientos residenciales de principio de los años cincuentas mantuvieron la tendencia diferenciadamente sectorizada; al provocar los ubicados al sur y poniente de la ciudad una expansión de características similares a los primeros, en tanto que hacia el norte y oriente prosperaron distritos populares y de las clases medias de la ciudad. Paralelamente, tal geometría se agudizó al finalizar la década de los años sesentas y al principio de los setentas, con los primeros grandes desarrollos habitacionales de interés social, promovidos por desarrolladores privados y el Infonavit, localizados en la periferia del noroeste, norte, este y noreste de la ciudad. Esta configuración fácilmente se visualiza al dar lectura a las actuales cartas que registran a los Agebs del área metropolitana de Monterrey, consolidándose tal configuración durante la década de los años ochentas, una vez que el
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repentino traslado de los corporativos empresariales hacia el sur de la ciudad propició el desarrollo inmobiliario, particularmente en los sectores de servicios, finanzas y comercio de calidad, antaño radicados en el centro regiomontano. Ésta fue la secuela final del crecimiento sectorizadamente diferenciado. El centro de la ciudad se percibía ya al finalizar la década de los años setenta en términos tales, que el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de 1980 señaló que «la zona centro tiene una tendencia hacia la degradación en el primer cuadro[...]que de continuar este proceso podrá tener un fuerte impacto en el desarrollo comercial y de servicios turísticos, además de representar un símbolo deteriorado de la zona central origen y partida histórica de la ciudad»(17). Para atacar el fenómeno detectado, se inició un programa de regeneración por etapas, siendo la primera la comprendida del Palacio de Gobierno al Palacio Municipal, para efecto de lo cual, el Gobierno del Estado desarrolló entre los meses de agosto de 1980 y febrero de 1981 el proyecto preliminar «Plaza de Palacio a Palacio», en donde «el objetivo fundamental fue precisamente detonar un cambio cuantitativo y cualitativo de relevancia histórica en el perfil urbano en el corazón de Monterrey»(18). El proyecto implicó la demolición de cuarenta y cuatro manzanas del centro de la ciudad, y entre los años de 1983 y 1984 se concluyeron los edificios del Congreso del Estado, la Unidad Administrativa, el Teatro de la Ciudad y la Biblioteca Central, a lo cual se sumó el Faro del Comercio diseñado por el arquitecto Luis Barragán. Sin embargo, «A casi diez años de concluida esta plaza, persisten varias manzanas adquiridas para construir edificios privados que en la actualidad se han acondicionado como jardines, al parecer la crisis económica que estalló en 1982 y se prolongó durante los ochentas, así como algunas inconsistencias en las directrices de la planificación urbana de Monterrey, han impedido que la Gran Plaza se active como de-
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tonador de la modernización del paisaje urbano central»(19).En tanto lo anterior, los subcentros de mayor éxito radicados en la zona del Valle y la avenida Gonzalitos se vieron fortalecidos en cuanto principales polos de atracción para todos los efectos, iniciándose con ello el desplazamiento del centro regiomontano, hasta entonces rector de la dinámica urbana metropolitana, asunto que oportunamente señaló el Plan Director de Desarrollo Urbano del Área Metropolitana de Monterrey 1988-2010, a la vez que aludió al futuro desarrollo de Garza García en franca competencia con Monterrey(20) casi al finalizar la década, en el año 1988. Bajo el esquema de proyectos colaterales que suponía la Gran Plaza, en cuanto detonador de la modernización y restaurador de las cualidades fisonómicas del medio urbano en el centro regiomontano, el único que finalmente se practicó fue el proyecto del Barrio Antiguo, desarrollado en el antiguo barrio de Catedral, al finalizar la década de los años ochenta, en tanto que la producción arquitectónica de importancia destinada a finanzas y negocios desarrollada por el sector privado, había prácticamente cesado en el centro de la ciudad, contándose entre sus ultimas realizaciones al edificio Kalos, mientras que el sector público concluyó en 1988 el edificio proyectado inicialmente como sede de Alfa Industrias, bajo la forma de facilidades para el Poder Judicial Federal. En 1991 abrió sus puertas el Museo de Arte Contemporáneo, de excelente arquitectura y que tonificó al sector con su presencia y calidad de sus muestras y exposiciones, sumándose al limitado perímetro de conservada arquitectura en el centro radicado en torno a la Plaza Zaragoza, cuyo edificio más reciente a excepción de Kalos y Marco, es el Palacio Municipal del año 1976. Encontramos entonces que, al finalizar la década de los años ochentas, el centro se encontraba en desventaja frente a los subcentros plenamente consolidados del sur y poniente de la ciudad, ocasionando el traslado de
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los negocios, el comercio de calidad, los despachos, la hotelería, la banca y las finanzas hacia los nuevos distritos radicados en la colonia del Valle y Gonzalitos, sobreviniendo con ello un deterioro y, hasta cierto punto, desocupación de sus edificios y estructuras, a la par de una actividad principalmente comercial destinada ahora al sector popular de la población, que ha generado la parcelación de edificios antaño cuidados y conservados además de incorporar nuevas estructuras ajenas a un ambiente arquitectónicamente sano y de calidad, a todo lo cual se agrega la desafortunada metamorfosis de Barrio Antiguo(21). En efecto, el centro evolucionó de su condición de origen, al principio del siglo XX, hacia un momento de auge y rectoría de la dinámica urbana incluyente de arquitectura de calidad y estilo adecuada a su tiempo, para paulatinamente revertir su condición a la par del progreso de los subcentros periféricos radicados en los ejes Valle–Valle Oriente y Gonzalitos–Insurgentes, condición que propició deterioro en el centro, a la vez que auge en la periferia. Tal asunto se revela cuando estudiamos el escenario y observamos que del 100% de los edificios arquitectónicamente relevantes destinados a negocios y empresas construidos durante las décadas de 1950 a 2000, el 32% se localiza en el centro de la ciudad en tanto que el 68% se encuentran radicados en zona del Valle(22). Particularmente relevante resultan los períodos de su construcción, que demuestran la declinación del centro respecto del naciente auge de la zona Valle, en el municipio de San Pedro.
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Edificios de negocios y empresa centro y valle Igualmente indicativo resulta el “ratio” observado para los diferentes usos del suelo urbano(23) en los municipios del área metropolitana(24), permitiendo desprender el estado general de las relaciones cuantitativas existentes en ese particular. Así, por ejemplo, en la relación vivienda–industria, los municipios industriales resultan ser los de San Nicolás, Apodaca y Santa Catarina, en tanto que Guadalupe se revela como el municipio dormitorio que, en materia de vivienda, supera ampliamente a la industria, al igual que supera al comercio y servicios y la vialidad. El municipio de Monterrey revela un cierto equilibrio en la relación vivienda–comercio y servicios, respecto de la relación Vivienda–Industria, en tanto que esta última relación resulta a la inversa en Garza García que presenta una tendencia hacia el comercio y los servicios de carácter metropolitano. Asimismo, los diferentes “ratios” entre rubros y por municipio, permiten observar la relevante posición que metropolitanamente detenta el municipio de Garza García, al superar ampliamente al resto de los municipios en
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los “ratios” correspondientes a las relaciones entre vivienda, y comercio y servicios, así como entre vivienda y vialidad. Cabe observar que el indicador de la relación entre vivienda, comercio y servicios, en el municipio de Monterrey, se debe en gran parte a que el exitoso corredor de comercio y servicios radicado sobre la avenida Gonzalitos, limitado en ese tiempo al proyecto “Galerías” y algunos sectores de la propia a venida, se encuentra incorporado al conteo para el total en ese rubro en dicho municipio. De los “ratios” en cuestión, igualmente, se desprende la limitada influencia infraestructural de los rubros comercio, servicios y vialidad, con alcance metropolitano, radicada en otros municipios, quedando claro el carácter metropolitano de la infraestructura domiciliada en el Valle, y en Gonzalitos-Insurgentes, al igual que su exitosa condición competidora frente al centro de la ciudad(25).
“Ratio” de los usos del suelo urbano / municipio
Tal panorama, en una visión holística con relación a la evolución del área metropolitana de Monterrey, permite desprender una explicación razonable a la evolución arquitectónica del centro de la ciudad, en cuanto consecuencia del auge suscitado en los subcentros periféricos, derivado a su vez del crecimiento sectorizadamente diferenciado de la ciudad. Según tal consideración, es
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posible suponer que la tendencia hacia el deterioro arquitectónico del centro de la ciudad, pudiera ser revertida a partir de su propio potencial, al igual que la mejora de aquello que la ciudadanía percibe negativamente; añadiendo a lo anterior una redefinición de los roles que le permitan participar en el sistema de centralidades urbanas en proceso de configuración. En efecto, el hecho de ser el corazón histórico de la ciudad y el domicilio de las facilidades administrativas municipales y estatales, al igual que asiento de una importante planta hotelera de calidad e infraestructura cultural y recreativa, permite suponer el resurgimiento del centro de Monterrey, toda vez que concurran: la racionalidad social, la racionalidad de mercado, y la racionalidad política, en un proyecto revitalizador visionario y estratégico, suficientemente atractivo dentro de la actual realidad metropolitana.
La arquitectura en el centro de Monterrey. La evolución arquitectónica del centro de Monterrey se ha visto condicionada por la dinámica del crecimiento metropolitano, al igual que la propia dinámica radicada en el centro de la ciudad. La dinámica en cuestión propició el desarrollo de una arquitectura de clase y estilo, hasta el momento aquél, cuando la consolidación de los subcentros radicados al poniente y sur de la ciudad desplazaron al centro de su tradicional rectoría urbana. De esa suerte, puede leerse el momento de mayor auge, a la vez que el inicio del agotamiento de ese centro urbano, a través de su arquitectura. Para leer la arquitectura del centro de Monterrey con suficiente detalle, estudiamos los edificios localizados dentro del perímetro delimitado por la acera norte de la calle de Matamoros como lado norte, la acera oriente de la calle de Zuazua como lado oriente, la acera norte de la avenida Constitución como lado sur y la acera poniente
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de la avenida Pino Suárez como lado poniente del rectángulo, es decir, el antiguo distrito financiero y comercial del centro de Monterrey. Para el efecto, recolectamos información sobre 60 manzanas, incluyendo el conteo de edificios, baldíos, áreas verdes y pisos de estacionamientos en nivel, localizados en una determinada manzana previamente identificada, consignando algunos datos de los edificios, como son el género, el uso y el estado actual, el estilo, el número de pisos, las intervenciones recibidas, la época probable de construcción, así como su relevancia arquitectónica y patrimonial, en su caso. La consideración del uso o género de los edificios, permite entender la vocación funcional y operativa que el centro guarda en la actualidad. Conocer el estado de los edificios facilita nuestra comprensión de la calidad del ambiente que guarda el centro, teniendo como referente a sus pares consolidados en las centralidades de la periferia. Conocer la década estimada de la construcción de los edificios y las estructuras domiciliadas en el centro, facilita a su vez la estimación de su evolución, asunto que se complementa con la lectura de los estilos arquitectónicos demostrativos igualmente de la dinámica urbana. El número de pisos o altura práctica del edificio representa, igualmente, a la dicha dinámica y sus consecuencias en el ambiente urbano. Así se espera conformar una imagen cuantitativa y cualitativa de la dinámica urbana del centro, desprendida de la evolución y del estado actual de su arquitectura. La estructura del edificio revela claramente su propia delimitación física; sin embargo, para aquellos casos que se prestan a confusión, dadas las intervenciones practicadas, se consideraron las pistas que sus propias cualidades fisonómicas, al igual que la altura y continuidad de los pretiles ofrecen, en términos de garantes para la delimitación del edificio. Para la clasificación estilística de los edificios, diferenciamos primeramente los estilos encontrados, catalogándolos como sigue: Neoclásico,
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para los edificios que presentan evidencia de la fisonomía característica de la arquitectura decimonónica academicista. estilo “Chicago”, para los edificios asociados con la así llamada escuela habiendo sido Sullivan su principal profesor(26). “Ecléctico”, como una identificación en términos de la equilibrada participación de diferentes notas estilísticas en una misma estructura. Art Decó, como una identificación que engloba a las diferentes tendencias practicadas entre los finales de los años veinte y principios de los años cuarenta(27), caracterizada por un estilizado carácter geométrico. Además se catalogó como estilo Internacional, el compuesto por volúmenes, en razón de la distribución funcional de los elementos arquitectónicos, prescindiendo de ornamento arbitrario y superficial(28). El estilo Contemporáneo, se asignó convencionalmente a las estructuras que fisonómicamente abandonan al estilo Internacional posterior a los años sesentas, destacando criterios formalistas en su concepto arquitectónico. Se llamó de estilo Postmoderno y Tech, a los edificios que presentan cualidades fisonómicas que los insertan en las definiciones en cuestión. Finalmente, bajo la figura de Indefinido, se catalogó a todos aquellos edificios que carecen de un estilo claramente definido, cualidad bajo la cual se encuentra aproximadamente el 49% de los edificios incluidos en nuestra recolección de datos. El género y el uso de los edificios los identificamos conforme a la práctica usualmente seguida para diferenciar el equipamiento urbano(29). El género Comercial agrupó a todo tipo de establecimientos comerciales y tiendas departamentales domiciliados en el centro. el de Oficinas, correspondió a los edificios dedicados a despachos y negocios. cpmp bancos, hoteles y restaurantes se consideró como géneros individuales conforme con su función específica. Bajo la identificación de Servicios se agrupó a todas aquellas actividades que participan en la dinámica urbana, en adición con las ya enunciadas; como son:
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agencias de viajes, renta de autos, estaciones de servicio, estaciones del Metro, casas de cambio y empeño, escuelas e institutos y otros, como bares y clubes nocturnos. Se llamó a estos edificios, Tiendas de conveniencia y lugares de comida rápida considerándolas separadamente, dada su singular participación en la cotidiana dinámica urbana del centro de la ciudad. Como edificios para el Gobierno, se clasificó a los servicios radicados en el Palacio Municipal, la Torre Administrativa, el Congreso del Estado y otras dependencias públicas. Las actividades de índole cultural, social y religiosa, se identificaron bajo el género Cultural, Social y de Religión. Los estacionamientos públicos de cuota se identificaron conforme el medio de prestar su servicio como Edificios de estacionamiento y Estacionamiento a nivel. Finalmente se identificaron las Áreas verdes. El estado que guardan los edificios se consideró diferenciándolos conforme a su estado de conservación indistintamente de su estilo, su género, su número de pisos o las década estimada de su construcción, distinguiéndolos como Buenos, a aquellos que lucen una fisonomía arquitectónicamente sana y agradable, Regulares a aquellos que presentan un deterioro razonable que no compromete su imagen; pero que, por otra parte, ameritan su cuidado o reparación, y finalmente Malos a todos aquellos cuya apariencia simplemente desagrada, además de conllevar inseguridad y cuya reparación resulta indispensable, en cuanto miembros de un contexto urbano sano y estimulante. Para el mismo propósito, se consideró la condición de las estructuras, en términos de: vacías o abandonadas, al igual que aquellas en proceso de construcción o reparación del edificio. Por el número de pisos, que van de un piso a un máximo de dieciséis, resultó significativo que el 85 % de los edificios se encuentra conformado por edificios de uno a tres pisos.
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Edificios
Los datos señalados en el cuadro precedente permiten visualizar la realidad del centro regiomontano. Por ejemplo, el “ratio” entre edificios en buen estado, respecto de los que se encuentran en regular y mal estado es de 1 a 2, que el de edificios en buen estado respecto de los edificios vacíos o abandonados es de 2 a 1, mientras que estos últimos, respecto del total, es de 2 a 13 y que el correspondiente a edificios en construcción respecto a los existentes es de 1 a 98. El “ratio” de edificios de uno a tres pisos, respecto el total, es de 5 a 6, en tanto que los edificios carentes de definición estilística, respecto del total, es de 1 a 2. A su vez, el ratio entre edificios caracte-
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rizados por los estilos de las tendencias desarrolladas en los últimos veinte años respecto del total es de 1 a 22. Esta visión demuestra que, por cada edificio en buen estado, dos se encuentran en regulares condiciones o deteriorados; que por cada dos edificios en buen estado, existe uno vacío o abandonado; mientras que, de cada seis edificios radicados en el centro, uno se encuentra vacío. En lo que a la altura de los edificios, se refiere, de cada seis edificios cinco tienen de uno a tres pisos y de cada dos edificios uno carece de estilo arquitectónico claramente distinguible. En sí, se ha tratado de configurar un ambiente arquitectónico que demuestra la actual condición del centro de Monterrey, en términos de rezago y deterioro. Igualmente, encontramos que el ambiente comercial radicado en el centro se desempeña sectorizadamente. Tienen su domicilio sobre la calle de Morelos, entre las de Zaragoza y Leona Vicario, aquellos establecimientos dueños de una mayor solidez comercial y calidad en sus productos, ubicados dentro de un ambiente arquitectónico aceptable; no obstante las intervenciones efectuadas a los edificios. Por el contrario, sobre de la calle de Leona Vicario, en la acera oriente; la calle de Juárez, entre la avenida Constitución y la calle de Matamoros, a excepción del Condominio Monterrey y el antiguo edificio de Financiera del Norte; o la calle de Garibaldi, entre las de Matamoros y Victor Hugo, a excepción del Hotel Río; o la calle de Hidalgo, entre las de Juárez y Cuauhtémoc, a excepción del templo de San Luis Gonzága y la Plaza Banpaís, y la casi totalidad de la calle de Matamoros, entre las de Cuauhtémoc y Escobedo, se presenta un panorama tendiente al deterioro ambiental y arquitectónico, a lo cual se suma una dinámica estridente agudizada sobre la calle de Matamoros en su intersección con la del Colegio Civil, donde ha tomado domicilio permanente el comercio ambulante, cuya mercadotecnia consiste en ofertar sus productos mediante
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magnavoz, al compás de escandalosas cumbias a todo volumen. Aquí existe una diferenciación cualitativa que se agrava con las intervenciones desafortunadas de edificios patrimoniales y la parcelación de fachadas, cual nichos sobre los que el ambulante se ha instalado de manera permanente. Tal paisaje urbano, sectorizadamente diferenciado, ofrece uno de sus mayores atractivos arquitectónicos y un ambiente urbano en el centro de la ciudad, cuando llegamos a la Plaza de Hidalgo, en donde confluyen instalaciones para el turismo, como el Restaurant Luisiana, el Hotel Ancira y una cuadra al poniente el Hotel Ambassador, así como el Hotel Fiesta Americana; todo ello matizado con la arquitectura del antiguo Palacio Municipal y la del Condominio Acero, la cual parece generar una sensación de bienestar, a la cual se suma el ambiente de la plaza de Zaragoza y su perímetro de cuidada arquitectura. Esta sensación desaparece cuando abandonamos esta limitada “ínsula” de excelente ambiente y atmósfera metropolitana, para incorporarnos a la realidad peatonal que ofrecen las calles de Garibaldi, de Hidalgo o de Matamoros, el desorden en torno al baldío del demolido mercado Colón, o el desarticulado ensamble arquitectónico sobre de las calles de Pino Suárez y de Cuauhtémoc entre las de Matamoros y Ocampo. Observamos entonces cómo es que el cuidado y los usos de los edificios asociados con su propia condición y estilo arquitectónico cualifican al ambiente urbano, asunto que de manera inocultable se nos revela cuando pasamos frente al edificio El Roble, vacío y abandonado, mientras que otros de claro tinte patrimonial sufren intervenciones y deterioro, como demuestra el edificio de La Reinera. Como acotamos, es un paisaje sectorizadamente diferenciado, dentro del limitado perímetro del antiguo distrito de negocios regiomontano, cuyas diferencias se deben mayormente al redestino de los edificios, a la conducta “urbana” de la ciudadanía, a las interven-
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ciones desafortunadas sobre del patrimonio arquitectónico y escaso ejercicio de la autoridad frente al problema. El panorama general precedente lo estudiaremos ahora abordando cada calle en particular, con objeto de configurar la topografía arquitectónica que ofrece el centro de Monterrey. Las calles con un mayor número de edificios en buen estado, respecto del total, son las calles del Padre Mier con un 13%, seguida de las calles de Ocampo e Hidalgo, con un 11% cada una y la calle de Morelos con un 10%; mientras que las calles cuyos edificios lucen un mejor estado, respecto del total son las de Zaragoza, Emilio Carranza y Ocampo, con un 86%, 64% y 60% respectivamente. Por el contrario, las calles con mayor numero de edificios en mal estado respecto de los radicados sobre de las mismas, son las de Matamoros, Juárez y Garibaldi con un 47%, 42% y 38%, respectivamente; en tanto que respecto del total representan un 32%, un 13% y un 12%. A su vez, el centro de la ciudad está integrado mayoritariamente por edificios de uno a tres pisos, que representan un 85% del total. Los edificios de cuatro a nueve pisos representan el 11%; mientras que la gran minoría, el 4% restante, corresponden a edificios de diez a dieciséis pisos. Aunado a lo anterior, la localización de ese 4% se concentra en torno a la Plaza de Hidalgo y su propia inmediatez, así como algunos más, localizados de manera dispersa sobre de las calles del Padre Mier, de Morelos, de Emilio Carranza y de Zaragoza. Las calles con mayor numero de edificios altos respecto del total son las de Hidalgo, Morelos, Padre Mier, Emilio Carranza y Ocampo, con un 11% las primeras cuatro y un 9% la última, seguidas por las calles de Cuauhtémoc y Juárez con un 8% cada una. Las calles con mayor índice de edificios altos sobre el total radicado sobre la propia calle, son: la de Emilio Carranza, con un 17% y la de Cuauhtémoc con un 13%, seguidas por la de Hidalgo, Zaragoza y la de Pino Suárez, con un 8% las
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de Ocampo y Juárez cuentan con un 7%, a lo cual se añade que corresponden a estructuras edificadas tres décadas atrás, con excepción del edificio Kalos. Resulta evidente el carácter comercial del centro, a cuyo género corresponde el 46% de los edificios ubicados en el mismo. Si añadimos el 14% que aportan los estacionamientos de cuota, obtendremos que estos dos rubros representan un 60% de los edificios radicados en el centro. Las calles con mayor aportación al total de la actividad comercial son las de Morelos, con un 18%, la del Padre Mier, con un 14%, la de Matamoros, con un 12% y Juárez, con un 11%; en tanto que las calles con mayor actividad comercial, respecto del total de actividades radicadas en la misma calle, son la de Morelos con un 75%, la de Galeana, con un 74% y la de Juárez, con un 72%. Las calles con menor índice de actividad comercial respecto del total son las de Zaragoza, la de la Constitución, la de Cuauhtémoc y la de Pino Suárez, con un 0%, 1%, 1% y 2% respectivamente, mientras que aqueéllas con menor actividad comercial, respecto de otras radicadas sobre la misma calle, son: la calle de Zaragoza con 0% y la avenida Constitución, con un 8%. Otros rubros que participan del dinamismo radicado en el centro de Monterrey son: Servicios, con un 11%, Restaurantes y Comida rápida con un 10%, Oficinas 7%, Bancos y Hotelería, con 3% cada uno, Gobierno, con 2% y Cultura, Religión y Sociedad con un 1%. Cabe destacar que el rubro de restaurantes populares participa fuertemente en la dinámica asociada al comercio, en donde el consumidor además de las compras destina su tiempo al ocio y al recreo, con el consecuente consumo de alimentos a un relativo bajo costo. Igualmente, han proliferado tanto los locales de comida rápida como las llamadas tiendas de conveniencia. La arquitectura se identifica, en términos de estilo, conforme con el momento cultural al que pertenece. La arquitectura regiomontana igual se inscribe dentro de
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tal idea. Aquellos estilos por los cuales ha transitado la arquitectura de Monterrey, van desde la arquitectura noresteña, para después migrar hacia el academicismo de la arquitectura del régimen porfirista y, una vez traspuesto el umbral de la postrevolución, incursionar en las diferentes corrientes de la arquitectura de siglo XX. Particularmente interesante resulta observar que hasta mediados de la década de los años veinte, la arquitectura regiomontana se continuaba practicando dentro de las tendencias academicistas de finales de siglo XIX y principio del XX. Igualmente interesante resulta observar el tránsito de la arquitectura regiomontana del academicismo decimonónico al Art Deco, sin hacer escala en el funcionalismo mexicano. De tal tránsito ofrece testimonio el centro regiomontano, que presenta muestras de los estilos arquitectónicos que prosperaron conforme a su tiempo. Sin embargo, igualmente interesante resulta distinguir que el 49% de los edificios radicados en el antiguo distrito de negocios regiomontano, carecen de un estilo arquitectónico definido, independientemente del buen estado de conservación o uso del edificio. Los estilos que se observan en el centro de la ciudad son: el estilo Internacional, que aporta un 11%, siendo las calles que mayormente contribuyen al total del estilo, las del Padre Mier con un 18%, las de Emilio Carranza, con 10% y las de Hidalgo, Morelos, Matamoros y Juárez, con un 8%; mientras que las calles con un mayor número de edificios de ese estilo, radicados sobre la propia calle son: las de Emilio Carranza con un 44%, las de la Constitución con un 33%, las del Padre Mier y Pino Suárez con un 26% y las de Cuauhtémoc, con un 25%. El siguiente estilo en orden de aportación es el Art Decó, con un 10% y cuyo total lo componen las calles de Morelos, con un 34%, las del Padre Mier, con un 13% y las de Matamoros y Escobedo, con un 11%; en tanto que las calles con un mayor número de estructuras Decó sobre
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de la misma calle, son la de Morelos con un 39%, seguida por las calles de Escobedo con un 25% y la de Zaragoza, con un 21%. En orden de aportación al total sigue el estilo Contemporáneo, con un 9%, construido sobre las calles de Hidalgo, en un 15%, Ocampo y Matamoros en un 11%, Morelos en un 9% y Padre Mier, Emilio Carranza y Galeana en un 8%. A su vez, las calles con mayor incidencia de ese estilo en los edificios sobre la propia calle, son las de Zaragoza con un 28%, las de Emilio Carranza y Galeana con un 20% y las de Hidalgo y Ocampo, con un 18%. El estilo academicista, no obstante su lejana ubicación temporal, contribuyó de manera importante al total de los estilos domiciliados en el centro, con un 8%, al cual aportan las calles de Matamoros, con un 25% sobre del total del estilo, las de Hidalgo y Morelos con un 10% y la de Guerrero con un 8%, siendo las calles con mayor porcentaje del estilo en su propia calle, las de Guerrero con un 50%, Zuazua, con un 43% y Matamoros, con un 16%. Otros estilos radicados en el centro, corresponden a diversas modalidades destacando el denominado Postmoderno, el High Tech y más recientemente el Minimalismo. En el centro podemos encontrar minoritariamente dichas tendencias, cuyo aporte se limita al 5% sobre el total observado. Las calles con mayor contribución al total de las tendencias en cuestión son las de la Constitución, del Padre Mier, de Escobedo y de Cuauhtémoc, con un 12% cada una, en tanto que las calles con mayor porcentaje de dichas tendencias, sobre de su propia calle son las de la Constitución con un 33%, Guerrero, con un 12% y la de Cuauhtémoc, con un 8%. Tal es el estado que guarda el centro de Monterrey y su arquitectura, en el perímetro que acotamos anteriormente. Este estudio del centro, conforme detallamos, inocultablemente señala que la dinámica urbana radicada en el antiguo distrito de negocios regiomontano, en otro tiempo, devino en su propia modificación cualitativa y cuantitativa, con efecto sobre las estructuras domi-
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cilio de aquella. Este fenómeno ha marchado asido del desarrollo metropolitano generador de una nueva estructura multinuclear, consonante con el crecimiento sectorizadamente diferenciado, en condiciones que, a su vez, propiciaron la reconfiguración del escenario en donde los nuevos protagonistas son los subcentros recientemente consolidados en cuanto polos metropolitanos, en tanto que el centro primigenio pasó de rector de la dinámica regiomontana a intentar competir con los polos de reciente emergencia, quedándose a la zaga de aquéllos, según lo demuestra la preferencia ciudadana según lo dice el recuento que practicamos para el efecto. El panorama actual del centro regiomontano es elocuente. Basta transitar por la avenida Cuauhtémoc y observar la singular cacaofonía que se ha radicado a lo largo de la avenida. Hay edificios que arquitectónicamente nada aportan bajo la forma de conjunto armónicamente desarrollado, no obstante que, en su mayoría, datan de la fecha de la ampliación de la antigua calle Cuauhtémoc, entreverados con otros anteriores al ensanche de la avenida. Aquella fue una oportunidad perdida para transformar el paisaje urbano de esa vía. En términos generales, encontramos diferentes deméritos de cuya interacción resulta un estado de las cosas que generan malestar e incomodidad, tanto en la operación cotidiana como el ir o venir, o cruzar la calle, como en la percepción que se recoge del medio urbano, una vez que nos envuelven sus diferentes manifestaciones. A tal malestar escapa parcialmente la calle peatonal de Morelos, con su ambiente festivo y popular, no obstante que su patrimonio arquitectónico se ve de lo medianamente conservado, como es el caso del edificio del Banco Mercantil, hasta intervenciones desafortunadas, tal como ocurre con el edificio de La Reinera, hasta otros cuyo rostro ha desaparecido bajo una mascara, bastante llamativa por cierto, de carácter en cierta manera a lo pop art, constituyente del anuncio que publicita al lugar. Salir de la calle Morelos y
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recorrer sus calles perimetrales nos lleva a descubrir una paradoja tras otra. Existen ahí edificios de considerable orden escalar y excelente arquitectura, semivacíos o abandonados, dañados y en deterioro. Hay andadores peatonales desaseados y mal iluminados por la noche. Otros edificios son de carácter patrimonial groseramente intervenidos, empeorando la situación, con el parcelamiento de sus plantas bajas al exterior. La calle de Hidalgo, por el rumbo de San Luis Gonzaga está saturada de publicidad y anuncios practicados por aficionados, mientras estoicamente soportan la situación las bien cuidadas instalaciones de la antaño Plaza Banpáis y ahora Banorte. Lo angosto y el pavimento deteriorado de las aceras, las convierten en una trampa para el peatón, mientras que las aceras de la calle del Padre Mier se presentan incómodamente estrechadas, producto de la incorporación, sobre las mismas, de los sistemas de ventilación y accesos al Metro subterráneo. A lo anterior añádese otro tipo de problemas; por ejemplo, el generado por el comercio ambulante, devenido en permanente, sobre la calle del Colegio Civil, amenazando con extenderse en su perímetro inmediato. Ante tal escenario, existen voces que alertan sobre tal estado de cosas, diciendo que los comerciantes, formalmente instalados»... se van a ir a los centros comerciales donde no hay puesteros que bloqueen sus aparadores, hay aire acondicionado y estacionamiento Creen que la capital del Estado se va a deteriorar y van a quedar solamente comerciantes vendiendo fotonovelas y chicles»(30). Pero, por otra parte, el centro ofrece, a su vez, muestras de orden en su fisonomía urbana, en determinadas localizaciones, que bien reflejan lo que pudieran ser pautas a seguir a futuro, en términos de ambiente urbano y arquitectónico. Así, por ejemplo, el perímetro actual de la plaza Zaragoza constituye un referente tangible de orden urbano: Estando en la plaza se percibe un sano ambiente urbano, árboles, sombra, andadores en buen
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estado, gente caminando por el lugar, pájaros, el monumento del General Zaragoza, que puede observarse tanto en escorzo como en perspectiva. Se aprecia cierto ocio y eventualmente vagos sin oficio por el lugar y todo sin perder la conexión con la dinámica cotidiana que transcurre en torno a la plaza. Eziste aquí arquitectura de calidad, constituida por edificios tan distantes en el tiempo como el museo Marco y la iglesia Catedral; o bien, bajo una diversidad estilística que va del Decó al Internacional y de éste al Neoclásico noresteño, según se puede apreciar en el Circulo Mercantil, el Condominio Acero y el antiguo Palacio Municipal: guardando la distancia a la vez que en cerrado diálogo entre sí y con la Plaza, y el Faro del Comercio. Un orden escalar y arquitectónico gratificante para quién se encuentre en tránsito por la plaza.
Conclusión. Concluimos entonces que la arquitectura del centro de Monterrey transitó de un momento de auge hacia uno de relativo deterioro, producto del natural devenir urbano, acentuado por el crecimiento sectorizadamente diferenciado que, llegado el momento, favoreció el desarrollo de aquellos subcentros fortalecidos por su propia localización, a la vez que reforzados por el repentino desplazamiento de los corporativos empresariales que impulsaron al desarrollo inmobiliario de gran arquitectura al sur de la ciudad. Coexisten subcentros en vías de consolidarse como centralidades urbanas que ya rebasaron al centro regiomontano en cuanto a atractivos metropolitanos. Asumimos entonces que la regeneración del ambiente y arquitectura del antiguo distrito de negocios regiomontano implica su reconsideración ahora, en cuanto miembro del emergente sistema de centralidades urbanas, a la vez que apoyado en su patrimonio arquitectónico y la dinámica que lo hacen destacar cultural, po-
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lítica e históricamente. Amerita particular atención el aliento a las nuevas inversiones y el cuidado de los edificios patrimoniales, aptos para su conservación o reconversión, en su caso, bajo la idea, entre otras, de «conservar los edificios, monumentos y lugares abiertos y todo lo bueno que tiene la ciudad»(31). Igualmente oportuna resulta la opción del maestro Oriol Bohigas, quién afirmó con relación a la revitalización de las ciudades viejas, que: «Es evidente que los motivos fundamentales que justifican una acción para revitalizar una ciudad en curva de decadencia o totalmente decaída, son de orden socio-económico y de carácter muy general». A lo cual añade: «Es incluso evidente que determinadas formas tienen la capacidad de engendrar nuevas funciones[...]El turismo, las universidades, los centros de cultura, algunas concentraciones de servicios y tantas otras cosas que pueden ser funciones engendradas por formas antiguas que quedaron vacías de su contenido original»(32). Es muy atinada propuesta la de Bohigas, cuando la contrastamos con las posibilidades que ofrece el casco antiguo de Monterrey, suponiéndolo ahora como miembro de la emergente red de centralidades urbanas y redefiniendo sus propias cualidades bajo ese orden socio-económico que nos refiere Bohigas, adecuadas a un nuevo rol, derivado de la dinámica metropolitana, considerando al «...... centro de la ciudad como espacio ideal para el desarrollo. Esta zona ha estado en decadencia desde hace décadas, convirtiéndose en un vacío en la ciudad; con un enorme potencial, tanto por tratarse del corazón físico, social, político y de transporte del área metropolitana, como por contar con una infraestructura para una población mucho mayor que la que alberga»(33). En efecto, el potencial del centro de Monterrey permite vislumbrar que de la concurrencia visionaria y conciliada de la racionalidad social, política y de mercado, sea posible entonces «.....proyectar, mediante investigaciones y estudios las obras futuras para asegurar la
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calidad de la ciudad»(34), tanto del centro como de la estructura urbana, bajo la idea de un todo armónico, al igual que urbanística y arquitectónicamente integrado.
Glosario. 1. Ageb. Area geográfica y estadística básica. Delimitación específica dentro de la mancha urbana con características afines de sus habitantes. 2. Arquitectura noresteña. Arquitectura de la tradición popular en el noreste mexicano y sur de Texas, derivada de la colonial mexicana. 3. Barrio Antiguo. Nueva denominación del antiguo barrio en el perímetro de la catedral en Monterrey. 4. Casco antiguo. Perímetro urbano primigenio de una cierta estructura urbana. 5. Casco histórico. Perímetro urbano de relevancia histórica, en una cierta localidad. 6. Centralidad urbana. Componente de una cierta estructura urbana, con cualidades que le confieren atractivos que rebasan jerárquicamente al centro primigenio. 7. Centro regiomontano. Se prefirió llamarlo centro de Monterrey, por el uso apropiado de ese objetivo Regiomontano El regiomontano universal, etc. Perímetro urbano relativo al antiguo distrito de negocios y comercial Monterrey, incluyendo sus barrios habitacionales periféricos. 8. Ciudadela. Fortín regiomontano que resistió el asalto de las tropas estadounidenses en 1846, construido sobre de los cimientos del fallido proyecto de una nueva iglesia catedral. 9. Comercio ambulante. Oferentes que actúan en el marco de la informalidad instalándose sobre de la vía pública. Distíngase de los tianguis radicados en torno al parián en el México central.
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10. Crecimiento sectorizadamente diferenciado. Figura que en nuestro estudio alude al crecimiento urbano determinado por las características sociales, económicas y culturales de la población, hacia ciertos rumbos de la ciudad, acotado por accidentes naturales y artificiales. 11. Ensanche. Ampliación del ancho de una calle o del avenida con afectación a los inmuebles localizados en sus linderos. 12. Estructura polinuclear. Estructura urbana dotada de múltiples polos, domicilio del equipamiento y atractivo urbano. 13. Infonavit. Instituto del Fondo nacional de la Vivienda para los Trabajadores. Institución que recauda y administra los fondos para el financiamiento de vivienda de los trabajadores. 14. Infraestructura. Redes de servicios al igual que equipamiento urbano. 15. Interés social. Préstamo hipotecario destinado a personas sujetos de crédito, pero cuyos recursos son limitados. 16. Loma del Obispado. Loma al poniente de Monterrey, donde se localiza el antiguo obispado de la diócesis regiomontana. 17. Macroplaza. Espacio abierto de 44 hectáreas, compuesto de áreas verdes, explanadas, fuentes y monumentos, localizado entre el Palacio de Gobierno y el Palacio Municipal de Monterrey. 18. Mancha urbana. Superficie urbana. 19. Nicho. Cavidad practicada en un muro generalmente con propósitos ornamentales. 20. Organización uninuclear. Estructura urbana dotada de un solo polo, domicilio del equipamiento urbano. 21. Parián. Conjunto de oferentes con propósitos domésticos establecidos en un edificio bajo cualidades operativas rústicas, pintorescas y de gran colorido.
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22. Postrevolución. Período posterior a la Revolución Mexicana y en general los gobiernos de la nación emanados de la misma. 23. Racionalidad de mercado. Estudio y consideración de premisas para un cierto proyecto o desarrollo bajo la perspectiva del beneficio que reporta la oferta frente a la demanda. 24. Racionalidad política. Estudio y consideración de premisas para un cierto proyecto o desarrollo, bajo la perspectiva del beneficio mutuo que reporta al estado y a la sociedad. 25. Racionalidad social. Estudio y consideración de premisas para un cierto proyecto o desarrollo, bajo la perspectiva del beneficio que reporta a la sociedad. 26. Rumbo de las Quintas. Antiguo rumbo al poniente de la ciudad, entre el río Santa Catarina y la loma del Obispado, que por cuyas bondades naturales fue asiento de fincas, huertas y quintas de las clases acaudaladas regiomontanas, al mediar el siglo XIX. 27. Tienda de conveniencia. Establecimiento de aprovisionamiento variado para cubrir necesidades limitadas de carácter inmediato. 28. Trazado en damero. Trazo urbano cuya geometría es ortogonal, cuadrangular.
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CITAS
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BIBLIOGRAFÍA
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24). García Ortega Roberto y Ortiz Nava Sergio, Esquema metropolitano de usos del suelo, en: Op Cit 17), P/ 314, cuadro 6.1.2. 25). Op Cit 22), P/ 307. 26). Maillart Robert, Estilos y tendencias en el arte occidental, P/ 59, Ed. Gustavo Gili, Barcelona 1969. 27). Weber Eva, Art Deco in America, P/ 163, Ed. Exeter Books, New York 1985. 28). Op Cit 26), P/78 29). Op Cit 7), P/ 22 y 32. 30). El Norte, Aumentan a comerciantes cuota para rehabilitar Morelos, Local, P/ 7B, Agosto 17/ 2007. 31). Instituto de Estudios Sociales de Monterrey A.C., Apuntes para el Plano Regulador de la Ciudad de Monterrey, p/ 34, Monterrey, 1950. 32). Bohigas Oriol, Contra una Arquitectura adjetivada, P/ 75/76,Ed. Seix Barral, Barcelona 1969. 33). Landa Vértiz Agustín y Landa Pablo Ruiloba, El Desarrollo urbano y el Problema de la vivienda, en: D’ Bienes Raíces Revista Inmobiliaraia, No 10, Año 2, P/ 6, Monterrey 2007. 34). Ibid 30).
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AN UPDATED LOOK AT THE THREE TYPES OF RURAL MEXICAN MIGRANTS TO THE U.S. Jeffrey S. Smith*
Abstract:
ccording to work first published in 1987 by Douglas Massey and others, rural Mexican households send a family member abroad as a coping mechanism for poor economic opportunities in Mexico. Their work tells us that households employ one of three strategies to achieve a sustainable quality of life. Although the migration strategies they discussed in 1987 are still applicable today, rural households have witnessed significant changes over the past twenty years. This chapter helps fill that gap in the literature by using the village of Chalchihuites, Zacatecas, Mexico as a case study. It provides an updated look at the three major types of Mexico’s international migrants and discusses how their motives to emigrate differ from one another.
A
*Associate Professor of Cultural Geography, Department of Geography, Kansas State University. Dr. Smith holds a Ph.D. (Geography, 1997) from Arizona State University, a M.A. (Geography,1990) from Bowling Green State University and a B.A. (Social Science, 1988) from University of Northern Colorado. Email: [email protected] Webpage: http://www.ksu.edu/ geography/JSSmith/ Partial funding for this research came from a Fellowship from the MexicoNorth Research Network, Inc., and a small grant from the Center on Aging at Kansas State University.
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Keywords: Rural Mexico, Mexican Emigration, Remittances In 1942 the U.S. and Mexican governments launched the Bracero Program to address America’s labor shortage due to its involvement in World War II. Under this bilateral agreement, temporary work visas were issued to five million Mexican citizens (primarily males) who supplemented the U.S. workforce especially in the agriculture and railroad industries. The Bracero Program ran for only 22 years, but it has had three lasting impacts on migration between the two countries. First, it established the ever-important communication links between workers in rural Mexico and employers in the U.S. Second, it helped precipitate large-scale illegal immigration because the demand for workers far exceeded the supply. Between 1942 and 1964 an additional five million braceros (workers) entered the U.S. illegally to fill vacant jobs (del Pinal and Singer 1997; Martin and Midgley 2006). Third, the Bracero Program helped prime the pump on the considerable annual flow of remittance money sent home to family members by Mexicans working in the U.S. Since the turn of the Twentieth Century, five states in Mexico’s central highlands have traditionally sent a disproportionate number of migrants to the U.S. including Guanajuato, Jalisco, Michoacan, San Luis Potosi, and Zacatecas (Figure 1). Until recently, households in these five states also received an overwhelming share of the total remittances sent to Mexico. Over the past decade, however, U.S. immigrants from Mexico have originated from every state in the country and over 90% of all of Mexico’s municipios have at least one household with international migration experience (Garcia Zamora 2005; Villasenor and Moreno-Mena 2006). Even some of the formerly poorer states such as Chiapas, Guererro,
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Oaxaca, and Veracruz where families have commonly had limited financial resources to cover the costs of emigrating, are now sending substantial numbers of laborers to the U.S. According to work published in 1987 by Douglas Massey et al., rural Mexican households send a family member (mainly the head of the household) abroad as a coping mechanism for poor economic opportunities in Mexico. Massey’s work tells us that households employ strategies of migration to achieve a sustainable quality of life. It should be emphasized that although the migration strategies they discussed in 1987 are still applicable today, rural households have witnessed significant changes over the past twenty years. Today, an estimated twenty million Mexican-born people are living and working in the U.S. (ca. 11 million without proper documentation) (Migration Information Source 2005; Martin and Midgley 2006). Moreover, it is no longer typical for the head of the household to be the only family member emigrating; it is now commonplace for men and women of all ages within a household to work abroad. As more and more Mexicans live and work «up north» the amount of money being remitted home has steadily increased (Figure 2). In 2005, Mexicans sent just over $20.2 billion home and in 2007 the amount was nearly $24 billion (Bank of Mexico 2008). Mexico has consistently ranked among the top three remittance receiving countries in the world along with India and China (World Bank 2006). Currently, 18% of all adults in Mexico receive remittances (Suro 2003) and it is the rare exception to find a community in Mexico that is not receiving remittances. By and large, most of the investigative reports issued by international aid organizations (e.g. World Bank, IADB, etc.) and mass media seem to regard rural Mexican migrants without distinction. To them, all migrants
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exhibit the same motives for leaving rural Mexico. Likewise, there are a dearth of contemporary empirical studies that put a face on Mexican migration today and discuss the different types of migrants who seek employment in the U.S. The purpose of this chapter is to help fill that gap in the literature by using the village of Chalchihuites, Zacatecas, Mexico as a case study.
Study Area and Methods Chalchihuites is situated in the foothills of the northwest part of the state of Zacatecas approximately 225 kilometers (140 miles) north of the capital (Figure 3). According to the 2000 census, the pueblo has a population of 3,999 people (INEGI 2000). Emigration from Chalchihuites to the U.S. began in the 1970s and gained considerable momentum by the late 1980s and early 1990s. Officially the town has seen 54.0% of its population emigrate for employment reasons (COEPO 2005). By local accounts that percentage is much closer to 65% with the undercount being attributed to incomplete data collection by the federal government and the largely cyclical nature of the migration process. Clearly, the town is left with a very skewed population distribution with young females between the ages of twenty and twenty-four outnumbering their male counterparts in town by 47%. Even the casual observer who walks down any street in Chalchihuites sees the extent to which emigration is impacting village life. House after house has at least one, and more often multiple family members absent and working in the U.S. In 2006, Chalchihuites had eight money transfer businesses with the most popular being Western Union and Prodira. A conversation with Betty Tavizon (2006) at Prodira revealed that an average of US$1,000 passes through the building each day into the hands of relatives
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still living in Chalchihuites. During the month of December, however, the average amount increases to US$3,000 per day. Chalchihuites was selected for analysis for two main reasons. First, the village is located in one of the leading «sending» states for migrants from Mexico and a leading receiver state for remittance money (Jones 1998; IADB 2004). Therefore, conclusions gleaned about quality-oflife in Chalchihuites should prove applicable to other rural villages in Mexico with high emigration and remittance receiving rates. Second, the pueblo is small enough to be manageable in size, yet it serves as the seat of government for the municipio (county). Consequently, demographic and economic data are more readily available in Chalchihuites than might be for other rural villages. Data for this chapter were collected with help from a former student who grew up in Chalchihuites, but completed both her high school and bachelor’s degrees in the U.S. After listening to one of my class lectures she invited me to visit her hometown. During my first trip to Chalchihuites I was introduced to many community leaders. Using these initial contacts I employed the snowball effect to expand my coverage of the village. With financial support from the Mexico-North Research Network I spent most of the summer of 2006 in Chalchihuites gathering data. I then returned in December 2006 to flesh out some of the details I had previously missed. Over the course of my time in Chalchihuites I conducted semi-structured interviews with key community leaders (e.g. government officials, local priest, social workers, health officials, business persons) and long-time village residents. The majority of my primary data, however, originated from one-onone conversations as well as focus group discussions with average villagers who have had at least one family member migrate to the U.S. These lengthy discussions (sometimes
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two hours or more) focused on how their lives have changed due to emigration. I documented my findings with detailed, daily field notes.
Mexican Migration and Remittances In conjunction with the Mexican Migration Project (MMP), sociologist Douglas Massey and a cadre of colleagues have greatly advanced our understanding of the nuances surrounding international migration and the flow of remittances between the U.S. and Mexico. In the mid-1980s, Massey et al. (1987) examined four communities in Western Mexico in order to better understand Mexican migration patterns prior to the passage of the U.S. Immigration Reform and Control Act (IRCA) of 1986. One of the most noteworthy findings within the publication was their discussion of household coping mechanisms used to counteract the failed economic opportunities domestically. For most migrants, the decision to emigrate is based largely on household conditions that are mainly economic in nature. The study found that households employ one of three strategies of migration in combination with the land (e.g. farmland), labor (e.g. hands capable of contributing meaningful work), and capital (e.g. money and livestock) they have at their disposal to achieve a sustainable quality of life. As Massey et al. (1987) explain, temporary migration is reserved for households «who seek to make money quickly, often for a specific purpose, before returning home.» (p176). The recurrent migration strategy is adopted by those households who endeavor to maintain a high standard of living in Mexico through regular work in the U.S. «[A]s migrants earn high wages and alter their consumption patterns, they adopt new lifestyles and local economic pursuits become less attractive» (Massey et al. 1994; p1498). The final strategy, settled migration,
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occurs when households decide to live and work longterm in the U.S. Having integrated fairly well into U.S. society, households that employ this strategy usually contain a person with specialized job skills (e.g. foreman or machinery operator) or have established a business of their own in the U.S (e.g. restaurant). Despite the fact that twenty years have passed since Massey et al. first discussed these household strategies, the basic principles still apply. Households throughout rural Mexico have seen family members leave home for the same general reasons. Yet, it should also be noted that since the U.S. government passed IRCA in 1986 much has changed for Mexican migrants going to the U.S. It has become more difficult for people without proper documents to enter the U.S. and the ability to secure well-paid, skilled or semi-skilled employment has become much more problematic. Furthermore, over the past decade the influences of NAFTA, increased globalization, and mass communication have greatly influenced the lives of rural Mexicans. When comparatively high wages can be made elsewhere, most youth are no longer interested in tilling the same fields their families have farmed for generations. Likewise, thanks to transnational corporations (especially WalMart), conspicuous consumption is permeating nearly every corner of the country (Harner 2007; Biles 2008). The remainder of this chapter provides an updated look at the three major types of Mexico’s international migrants and discusses how their motives to emigrate differ from one another. It also puts a face on those different types of migrants.
Results The decision to emigrate to the U.S. for employment reasons involves considerable deliberation and is filled
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with stress. Individuals and households must weigh the «costs» (both personal and financial) associated with migrating against the potential financial gains of earning a higher wage in the U.S. When personal considerations (e.g. separation from family and culture) are combined with the array of financial factors, the decision to migrate becomes even more difficult. Having talked with numerous families whose relatives have migrated to the U.S. it is clear that the situation is not taken lightly. Personal desires as well as ongoing household needs tend to be the key determinants in how long a person is absent from home. Expanding upon ideas first discussed by Douglas Massey et al. (1987), I have identified three types of Mexican male migrants to the U.S.: 1) goal oriented migrants, 2) repeat migrants, and 3) permanent relocaters. It is important to note, however, that what motivates each of these migrants is not discrete. In many cases, the three different types of male migrants share a number of similar ambitions and motives.
Goal Oriented Migrants Intuitively, goal oriented migrants are compelled to emigrate to the U.S. to meet a specific financial objective. Age, stage in life, and marital status, however, tend to have a considerable influence on what goal a man is set on reaching. Today, most goal oriented migrants are young (in their late teens or early twenties), single, and full of energy. The most common financial goal these young men have is to earn enough money to buy a new, oversized pickup truck with all the trimmings (e.g. Ford F-250 Lobo, Chevrolet Silverado, Toyota Tundra, or Nissan Titan) and impressive clothing (e.g. cowboy boots, hat, jeans, and jewelry). Because these purchases can be quite expensive, the young men are compelled to work in the U.S. for a substantial length of time (five to seven
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years) to meet their goal. Although they generally feel at least a minimal amount of obligation to help their families financially, the money they send home tends to be relatively small and intermittent. For the most part, they are focused only on their individual wants. When they finally return home they appear «successful» displaying their newly acquired purchases. Interestingly, for most young men, going to the U.S. to work has also become a right of passage into adulthood. Many of the boys and young men I talked with related that they eagerly looked forward to going to the U.S. knowing that when they returned home their status within the community will have improved. Once you have «crossed to the other side» you are literally regarded as a man, especially if you return with expensive clothes and a shiny new pickup to showcase your success. In the long run, however, they have little else to show for their time and efforts working in the U.S.; they have few long-term prospects for financial security. Angel* is a classic example of a goal oriented migrant. Approximately five years ago he left Chalchihuites to work in Vail, Colorado. Like most single, young men his goal was to earn enough money to buy a new, oversized pickup. While in the U.S. he lived hearty, traveled extensively throughout the western U.S., and enjoyed the life that comes with earning «good money». Eventually he reached his financial goal, and returned to Chalchihuites a success. When I spoke with Angel he admitted to spending his days driving around town showing off his new truck. Most young, goal oriented migrants are very similar to Angel. They are focused largely on their individual wants and send very little money home. By comparison, some goal oriented migrants are older and have been married for a period of time. Their main objective is to earn enough money to reach a very specific financial goal such as: purchasing new equipment and construction supplies to add on to their house, paying
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off a specific debt they have incurred, or buying land, equipment, or a set of tools that will further them in their careers and ensure a higher level of financial stability. At age fifty and having been married for about twentytwo years, Benito* is an example of an older, married goal oriented migrant. Benito’s first experience with international migration came in the early 1980s when he went to work in Leavenworth, Kansas picking apples. He worked long hours and saved enough money to buy some land, build a house, and purchase woodworking tools to advance his career. After working in the U.S. for about five years Benito returned to Chalchihuites to watch his family grow. For the next two decades he raised cattle on his land and worked in town as a carpenter and woodworking craftsman. Over time as expenses began to mount he was forced to sell many of his assets. About two years ago he was compelled to take out a sizeable loan to pay for debts he owed and to cover the costs of his daughter’s wedding. In August 2006 he decided to return to the U.S. to earn enough money to pay off those debts and buy some more land and cattle. He expects to work in the U.S. for about four or five years and then return to Chalchihuites. Benito is an example of an older, married, goal oriented migrant whose aspirations go well beyond buying a shiny new pickup truck.
Repeat Migrants Most men who emigrate to the U.S. for employment reasons start out as goal oriented migrants. Through this entry stage, they gain first-hand knowledge of conditions in the U.S. and are able to evaluate their experience. Migrants who found their time in the U.S. distasteful will probably not return. If they do make another trip to the U.S. it will be for another goal oriented purpose and only after enough time has elapsed
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for the perceived positive benefits of financial gain to outweigh the recollected negative experience they had during their first visit. Goal oriented migrants who had a favorable experience in the U.S., met their financial goal, and returned home successful are more likely to emigrate to the U.S. again in the near future. In fact, evidence suggests that «once a man has migrated to the United States, the odds are extremely high that he will migrate again» (Massey et al. 1994, p.1498). When the decision is made to return to the U.S. on a regular basis they become members of the second type of migrant I call repeat migrants. These men have had a taste of the money that can be earned by working in the U.S. and appreciate the quality-of-life and financial opportunities that accompany the higher income levels than can typically be earned in rural Mexico. Based on the information I collected, repeat migrants tend to be older and at a later stage in the life-cycle process than the typical goal oriented migrant. More often they are also married with children. These men have decided that having a home and family in Mexico is most desirable, but their main source of income is derived from working for extended periods of time in the U.S. They commonly work for about ten months each year and return home during the festival and holiday season of late November and December. While in the U.S., repeat migrants commonly share affordable housing with numerous other people, live frugally, save as much of their earnings as they can, and send money home as their incomes and expenses allow. The men lament being separated from their wives and families for extended periods of time, but they rationalize returning to the U.S. because wages far exceed those in Mexico (ca. $900/month in U.S. versus ca. $200/month in Mexico) (IADB 2006; Rosalez Perez 2006). By having a steady, reliable source of income in the U.S. they and
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their family can enjoy a comfortable quality-of-life that enables them to go home during «vacation time» and enjoy the fruits of their labor. Jose* is a typical repeat migrant. About ten years ago he decided that the income he could earn in the U.S. far exceeded wages in Chalchihuites. So, ever since Jose has been working in Silverthorne, Colorado for about eight or nine months each year and returns to Chalchihuites for the balance of the time. He sends money home on a regular basis and makes a special point to return during Feria de Guadalupana and Christmas. In 2005 Jose and his wife Greta* began remodeling their home and adding on a second story to accommodate their large family. Jose is an excellent example of a repeat migrant. His source of income is in the U.S., but his family and social life remains in Mexico. On average, men who are repeat migrants tend to make purchases that have farther-reaching implications. These are the men who bring about the greatest changes in the built environment within a community. They buy tools and construction material that allow them to make significant additions to an existing home or build a new home from the ground up. In a few cases, the repeat migrants have worked in the U.S. long enough and saved their earnings to invest in a new business (e.g. construction company, grocery store, ranching operation). At this point their drive to migrate to the U.S. decreases and their principle source of income is now derived from a family-run business in Mexico. Eventually, they may no longer feel compelled to emigrate for employment reasons. Juan* is another example of a repeat migrant. About thirteen years ago he left Chalchihuites to work in Vail, Colorado. He worked for nine months each year as a commercial painter making about $20.00 per hour. While in the U.S. he worked long hours, lived frugally, and saved as much money as he could. For the remaining three
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months each year he would return to Chalchihuites and work on building the family’s detached home. He continued this transnational lifestyle for nine years when his wife joined him in Colorado. Together they were able to complete more projects and earn even more money. About two years ago they leased a large warehouse in Chalchihuites and opened the town’s largest supermarket. It offers a wide variety of merchandise and has two ultra-modern computer check-out lanes. By offering fair prices and quality merchandise, the grocery store has been a tremendous success and they are no longer compelled to return to the U.S. Unfortunately, Juan is an exceptional case and not the rule. Few repeat migrants are able to become financially independent and break the ongoing migration cycle. Most do not earn enough money or invest it wisely enough to establish a business of their own. In fact, according to Roberto Suro (2003) at the Pew Hispanic Center, 85% of remittances sent home to Mexico are used to meet basic household needs and everyday living expenses, including education and health care. Sadly, less than 10% of the money is used for land investment, construction costs, or business development (IADB 2004). The three principle reasons why so little money is invested in land or business development are: 1) little money is left over after bills and household expenses are paid, 2) rural households tend to lack skills needed for such economic development, and 3) Mexico’s banking infrastructure has not adequately provided investment opportunities to the country’s rural, lesser affluent households (Bank of Mexico 2005; Massey 2005).
Permanent Relocaters I refer to the third group of men emigrating to the U.S. as the permanent relocaters. These men, like the repeat
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migrants, have worked for a lengthy period of time in the U.S. and, given their limited education and skill level, the annual income they can earn «on the other side» is greater than what they can garner in rural Mexico. More importantly, they have spent enough time immersed in U.S. culture to feel comfortable living within the larger host society. These men speak English fairly well, understand U.S. cultural customs and behavior, and blend in physically (both in dress and personal style). At some point they decide that continuing to migrate back and forth between Mexico and the U.S. is no longer desirable; they make the decision to move permanently to the U.S. Some permanent relocaters strive to bring their entire family (first their wife and then their children) to the U.S. Eventually, they may even attempt to bring their extended family. In other cases, the permanent relocaters decide that the ties they have to life in Mexico are no longer important enough to maintain; they simply sever those ties. Sadly, quite a few men from Chalchihuites have decided to relocate to the U.S. permanently and have abandoned their wives and family in favor of a new life «up north» (Serrato 2006). Silvia* shared her experience of being abandoned. Silvia and her husband were married for about 20 years and for the first 12 years he was a classic example of a repeat migrant. He left Chalchihuites to work in California for many months each year and sent money home on a fairly regular basis. When he returned home, however, he would frequently drink to excess and over time life became miserable for Silvia. Eventually, the flow of money from her husband began to decrease and the amount of time he spent in the U.S. increased. After being married for about 18 years he quit sending money all together and never returned home. Silvia later found out that her husband found a girlfriend in the U.S. and started a new life with her
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instead of returning to Mexico. Silvia’s life story has a happy ending, however. She is a very talented cook and started selling food to local businessmen during lunchtime. As word spread, demand for her cooking increased and she opened a small, very successful restaurant to support herself. When Silvia reached her latesixties she sold the restaurant and now lives off the handsome profit she earned. For most women, however, their story does not have such a happy ending.
Conclusion As long as the wage differential between the U.S. and Mexico continues and there is an ongoing demand for unskilled workers who are willing to fill the jobs that «Americans» see as undesirable, then Mexican citizens will continue to emigrate in large numbers. No effort made by the U.S. government’s Immigration and Customs Enforcement Agency will stem that flow of people. Furthermore, those same workers will continue to send billions of dollars each year back to their families and relatives in Mexico. It is commonly understood from previous work that most of the remittance money received will be used to meet basic household needs and everyday living expenses. Reports issued by international banking institutions or world economic development organizations thus far have focused solely on the financial impact and level of economic development stemming from outmigration and remittances. Clearly, that information is vitally important to governments needing to understand how much money is being channeled into their countries and to what extent that money is being used for economic growth and development. Those same reports, however, provide an incomplete view of the overall situation; the flow of people and money is far more complex. As Massey
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et al. (1987) report, since the 1980s migration to the U.S. has served as a coping mechanism for failed economic opportunities at home. Yet many changes have occurred within both the U.S. and Mexico over the past 20 years. Efforts made by the U.S. government to stem the tide of illegal immigration have made finding a job more difficult for many Mexican immigrants. Plus, no longer is migrating to the U.S. a decision made at the household level. Individuals as young as 14 years of age are now considering migrating to the U.S. They know that their chance to «get ahead» and become economically successful are greater if they leave Mexico (Quinones 2007). By using the village of Chalchihuites, Zacatecas, Mexico as a case study, this chapter provides an updated look at the three different types of rural Mexican migrants (goal oriented migrants, repeat migrants, and permanent relocaters) and explains some of the factors that motivate them to emigrate to the U.S. The younger, largely self-absorbed goal oriented migrants are focused primarily on their own desire to acquire impressive merchandise such as a new pickup truck or clothing. Unfortunately, they have little else to show for their time abroad. By comparison, the older, married goal oriented migrants tend to have more noble financial aspirations that will likely benefit the entire family in the long run (e.g. paying off a debt, buying materials to add on to the house). In both cases, however, the men are first introduced to the realm of international migration while acting as a goal oriented migrant. Repeat migrants, are men who have decided that working in the U.S. provides greater financial gain than can be earned in Mexico. Therefore, they rationalize spending most of the year working in the U.S. in order to enjoy a higher quality-of-life and return home during the holiday season and vacations. These men are true examples of people living in binational communities (Levitt 1998).
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The men who have decided to permanently relocate to the U.S. sever all connections to their village in Mexico and send no remittance money home. Massey et al. (1987) suggest that «permanent settlers» is an erroneous term for this third type of migrant because up until the mid-1980s most Mexican migrants intended to return to Mexico at some future point in their lifetime. From the information I gathered, however, today, there are fewer and fewer migrants who have lived in the U.S. for lengthy periods of time who are still interested in returning to Mexico when the «retire». The majority have become comfortable living in the U.S. and are no longer interested in returning to Mexico. With the stepped-up border patrol efforts by the U.S. government to stem the flow of illegal immigration, many men who would have otherwise returned to Mexico on a regular basis during vacation or the holiday season have now decided that the «cost» of returning home (both the risk of being caught, the price one must pay to the coyote, as well as lost wages) is too great. They simply are no longer making the journey home, but rather staying in the U.S. for longer periods of time. During the 2006 Christmas holiday season I repeatedly heard residents and business owners tell me how few men had returned for the annual celebrations. I wonder if the increased border patrol is leading to more men making the transition from repeat migrants to permanent relocaters.
NOTES * For privacy reasons the names of the people identified here have been changed at their request.
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Figure Captions
FIGURE
CAPTIONS
Figure 1: Historic Migration Hearth in Mexico
Figure 2: Remittances to Mexico, 2000 - 2007
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Figure 3: Map of Zacatecas, Mexico. Cartography by author.
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LA
ECONOMÍA GLOBAL Y SUS TENDENCIAS TERRITORIALES: ¿CONSTRUCCIÓN DE UN ESPACIO CULTURAL O SOLAMENTE ECONÓMICO? Eduardo Sousa González,55 Juana María Lozano García56 y Jorge Álvarez Berrones.57
Resumen: ste artículo aborda temas en torno a la globalización económica y el papel que asumen el estado-nación y las fuerzas del mercado internacional. Además, se describe el periodo de inicio de los procesos de internacionalización (1970-1980) y el proceso de la economía mundial en la década de los 90´s. Muestra las tendencias de desarrollo de una economía global en términos del territorio, el escenario global de integración de economías nacionales y la progresiva expansión de las empresas trasnacionales (ETN) a través de la inversión externa directa (IED) que es utilizada como estrategia entre países desarrollados para incidir en el crecimiento de países en desarrollo. Asimismo, el presente discurso comprende el sentido de la re-
A
55 Doctor en filosofía con orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos, por la Universidad Autónoma de Nuevo León; con maestría en planeación regional y urbana, Arquitecto; profesor-investigador del doctorado en arquitectura y asuntos urbanos de la Facultad de Arquitectura UANL; miembro del Sistema Nacional de Investigadores, SNI, en el Nivel II: [email protected]; [email protected]; www.esousa.es.tl 56 Doctorante de estudios de postgrado en el Doctorado en Filosofía con orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Maestra en Ciencias para la planificación de Asentamientos Humanos. 57 Doctorante de estudios de postgrado en el Doctorado en Filosofía con orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Maestro en Ciencias para la planificación de Asentamientos Humanos, arquitecto y filósofo.
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lación entre capital, espacio y gente. Se busca obtener claridad sobre el modo en que se ha ido desarrollando la globalización económica en el mundo actual, señalando las diferencias básicas entre lo global, con respecto al uso local del capital; entendido éste como la materia prima y como el fin último de las sociedades del nuevo milenio.
Palabras clave: Globalización económica, tendencias territoriales, espacios urbanos, capital, gente. Abstract: This article addresses the issues surrounding economic globalization and talks about the role the nation-state and international market forces assume. Moreover, it describes the initiation period of the processes of globalization (1970-1980) and the process of the global economy in the 90’s. It shows the development trends of global economy in terms of territory and the global scenario of integration of national economies and the gradual expansion of transnational corporations (TNCs) through foreign direct investment (FDI) that is used as a strategy among developed countries to influence the growth of countries in development. Also, this speech tries to do complete the sense of the relationship between capital, space and people. Try to get clarity on the way that the economic globalization has been developed in the actual world indicating the basics different between the total word in order to globalization in relationship with the local use of capital, it understood that as primitive matter and as the finish of societies of new millennium.
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La economía Global y las tendencias territoriales. El contexto económico de la globalización. La actual configuración económica mundial es resultado de importantes fenómenos, que se ha presentado a partir de la segunda mitad del siglo XX; entre los cuales, el de mayor significación se refiere a la trayectoria de los países de desarrollo avanzado, quienes han figurado a la vanguardia en los procesos de la globalización; procesos a los que posteriormente tratan de incorporarse los demás países. Se puede decir que la globalización es una realidad que está conformada por una nueva totalidad histórica, en la cual, las relaciones, los procesos y las estructuras económicas se mundializan y los países tienden a convertirse en sectores de una sociedad global. El proceso de globalización comprende, fundamentalmente, al campo de las finanzas y se ha constituido mediante los cambios tecnológicos, la liberalización y desregulación de los mercados, la innovación y el desarrollo de los nuevos instrumentos que impactan a las políticas económicas. Es este un proceso que se manifestará primero en los grandes países industriales, para luego ser difundido en los restantes países en desarrollo, para contruir una economía mundial, dado que, después de la segunda guerra mundial, el espacio económico se fragmentó en varias regiones, que a su vez enfrentaron el proceso de integrarse en el comercio, en la inversión y en las finanzas, y es a este fenómeno de integración de las economías nacionales, en procesos económicos supranacionales, al que se le conoce como globalización de la economía mundial. Ver el diagrama 1. Proceso iterativo de subdesarrollo centro-periferia, en el capítulo primero. Es así que el crecimiento económico ha significado una profunda reorganización estructural, en escala planetaria, en el que las naciones y los organismos internacionales, a través de procesos múltiples de integración
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regional, interactúan en el marco de un sistema cada vez más dominado por la interdependencia y la multilateralidad. Es conveniente distinguir entre globalización e internacionalización, ya que la globalización es un proceso en marcha y por ello no toda la economía internacional es ya global: los mercados todavía están lejos de una integración plena, todavía existen reglamentos monetarios y bancarios que limitan los flujos de capital, los controles migratorios dificultan la libre contratación de mano de obra, las empresas transnacionales siguen teniendo sus activos y sus centros de mando estratégicos en sus países natales. Además, tal como Harnecker,58 señala, los estados nacionales y sus gobiernos siguen jugando un papel crucial en la orientación de la nueva economía, lo cual implica que es evidente que el estado-nación continua desempeñando un papel importante en la creación e institucionalización del sistema económico regional.59
Las instituciones económicas mundiales. Históricamente, el surgimiento de las actuales instituciones mundiales tuvo como marco de referencia el hecho de que el proceso globalizador de la economía mundial se presentó con un largo período de crecimiento sostenido, que va desde 1950 a 1973, y un periodo recesivo duradero, desde 1973 hasta el fin del siglo. Con estos dos escenarios, muy diferentes en el crecimiento de la economía mundial, y bajo la concepción capitalis58 Harnecker, Marta (2000), La izquierda en el umbral del siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Madrid, Siglo XXI. En Leva Germán Globalización, Competitividad y Ciudad [Sección del libro] // Lecturas de Economía Gestión y Ciudad / aut. libro Fernández Gabriel y Leva Germán. - Argentina : Universidad Nacional de Quilmes, 2004:115 59 Leva, 2004:115) (Ianni, 2004:97)
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ta, la corriente liberalista, postuló una economía abierta a la eficiencia productiva más allá de las fronteras nacionales, en donde la soberanía del consumidor definiera y ubicara a los mejores oferentes productivos, para lograr de esta manera el despegue industrial y su potencialidad. Es el caso que, desde 1950 hasta 1974, la relación entre el crecimiento del comercio mundial y el crecimiento de la producción mundial60 se elevó de 1.4 a 1.6 (Toledo P, 1999:40), y es ese cuarto de siglo el que le correspondió al «boom de posguerra», marcado por una acelerada integración mundial, que marcó el inicio del orden financiero y monetario mundial. Este escenario de crecimiento se ubica en los acuerdos de Brentton Woods, de 1944; acuerdos que sentaron la base para el surgimiento de los organismos internacionales más importantes de la actualidad, como son el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo del Banco Mundial (BM); ver Sousa, E. 2007:45 Así, cabe señalar que el BM surgió como una fuente vital de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo de todo el mundo y, por tanto, no es un banco en el sentido corriente; Esta organización internacional, en la actualidad, es propiedad de 185 países miembros e incluye dos instituciones: el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF) que, a su vez, integran, junto con la Corporación Financiera Internacional (CFI) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI), más conocido por sus siglas en inglés, MIGA).
60 Periodo de 30 años caracterizado por un crecimiento económico del 5 % anual en promedio, resultado de una serie de cambios estructurales en la economía, la política y la demografía. En el nivel económico se puede mencionar el proceso de reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial, que dinamizó la economía caracterizada por una participación importante del Estado; el desarrollo de la sociedad de consumo, particularmente de los sectores de electrodomésticos y de la industria automotriz, acompañado de una elevación de los niveles de vida.
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Hoy en día, esta organización internacional intergubernamental reúne a los países más industrializados de la economía de mercado. En la OCDE, los representantes de los países miembros se reúnen para intercambiar información y armonizar políticas, con el objetivo de maximizar su crecimiento económico y coadyuvar a su desarrollo y al de los países no miembros; ver Sousa, E.:2009:79 Desde la perspectiva de la internacionalización de las fases mercantil, dineraria y productiva del capital, resaltó la indiscutible hegemonía que establecía la economía estadounidense sobre el conjunto de las economías de mercado del primer mundo industrializado y capitalista, y es en esta época en la que se asentó el fortalecimiento de las tendencias proteccionistas, con un manejo más liberal de los tipos de cambio y, sobre todo, a una creciente competencia por los mercados del exterior. De ahí se explica que, a partir de esta fase, el capital se transfiere masivamente entre los países desarrollados, donde inicialmente adquirió la forma de inversión extranjera directa (IED), para posteriormente manejarse a través de préstamos de los bancos comerciales, con la consigna de desarrollar las economías, y orientarlas a la exportación; pero, sobre todo, buscando nuevos sectores y productos que tomaran el relevo de los mercados típicos del auge de la posguerra, que ya se habían discontinuado.61
Las regiones de la economía mundial. La integración y organización de los países que inicialmente desarrollaron su economía en la industrialización fundamentan el hecho de que la economía mundial se transformó en dos regiones que muestran los siguientes
61 Perego, 2003:9-10
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contrastes: . <El desarrollo de una fuerte tendencia a la globalización, en correspondencia con las fuerzas de la producción y el comercio mundial, sobre la base del desarrollo tecnológico en las telecomunicaciones y la informática>. Esto con el antecedente de que el desempeño de la economía mundial se frenó drásticamente y no hubo periodo de estabilidad y crecimiento sostenido, hasta finales del siglo XX. Lo característico de la economía ha sido que cada vez son más breves los períodos de recuperación y culminan con depresiones prolongadas. Así, el escenario recesivo de la economía mundial de 1971, marcado por el desmantelamiento del Sistema de Bretton Woods, y con consecuencias posteriores, como la desregularización de la paridad entre monedas, la devaluación del dólar y otros cambios macroeconómicos, (crisis de 1973), se convirtieron en los cambios típicos de una década denominada de ruptura económica, cambios que aceleraron el fenómeno que en los 1990´s se denominaría «globalización» o «internacionalización» de la economía.
Los espacios nacionales. El espacio nacional, en este proceso, por su parte, se ve afectado por las políticas y las necesidades de expansión de mercado de la nueva economía, en donde su actuación de intermediario se corresponde con las exigencias del exterior, jugando un nuevo papel de mediador entre lo local y lo exterior de la economía nacional. Así, los procesos de apertura comercial y financiera son un buen ejemplo del cambio operado en la relación entre las esferas estatal y económica en los espacios nacionales. Los estados dejaron de proteger nacionalmente sus aparatos industriales, aplicaron una política activa
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de desprotección para inducir incrementos en la productividad, cumplir normas internacionales y promover la integración de esos sistemas industriales y financieros en cadenas georregionales y/o mundiales y levantaron barreras comerciales de escala regional (formación de bloques en Europa, Norteamérica). En este sentido, la crisis y transformación del estado social coincidió con la crisis del estado-nación, e implica un debilitamiento general, pero también un reforzamiento puntual del papel de gestión económica en los estados62.
La inversión extranjera y las empresas. El papel de la inversión extranjera se manifiestó desde comienzos de la década del noventa, cuando se registró el mayor crecimiento en la historia de las empresas transnacionales (ETN). El ambiente macroeconómico en el que ocurrió este incremento incluyó reformas legales que buscaban crear las mejores condiciones para atraer inversión extranjera directa (IED). Así fue común justificar ciertas medidas de política económica o cambios en la legislación, bajo el discurso de que se buscaba dar confianza a los inversionistas extranjeros (Vidal & Guillén, 2007:65) Ejemplificado quedó esto en el caso de los países de América Latina, en los que el modelo de crecimiento ejecutado en las dos décadas pasadas, otorgó un papel destacado a los capitales del exterior o inversión extranjera directa IED. En la comprensión de los hechos económicos actuales, es imprescindible destacar el papel de la IED y de las empresas trasnacionales ETN, y ello implica tener presentes problemas tan complejos como la contribución de la inversión extranjera a las cuentas con el exterior, el
62 Según Toledo, P. op.cit:41
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papel de las ETN en la difusión de la tecnología y el impacto en la dinámica del empleo, como tendencias desarrolladas territorialmente en el espacio económico local. Sin embargo, el contenido del crecimiento de la IED es en sí mismo discutible, al dominar las operaciones de compra de empresas, y las fusiones y adquisiciones transfronterizas, ya que en este tipo de expansión no implica automáticamente incrementos sobresalientes en la capacidad de producción de los países que reciben los capitales, y en ello no hay necesariamente un saldo positivo, en términos del impulso al crecimiento local o nacional. Así, la tendencia que se reproduce en todo el mundo, en muchos sectores, es que para la mayoría de los casos existe una clara correlación entre el aumento de la inversión extranjera directa (IED) y el crecimiento de las exportaciones de las filiales extranjeras de empresas transnacionales (ETN).Es posible describir el proceso de expansión y el peso creciente que han tenido las ETN en la economía mundial en las siguientes estadísticas:
“En 1985, el total acumulado de IED que diversos países habían realizado en otros sumaba 977 mil millones de dólares. Cinco años después, había crecido en un poco más de mil millones de dólares. En los años noventa, el incremento fue muy superior, alcanzó las cifras de 3 mil millones de dólares y 6.146 millones de dólares en 1995 y 2000, respectivamente. En el período de 1995 a 2000 se duplicó, creciendo a una tasa media anual del 15,4%. En los tres años siguientes hubo menores flujos de IED, no obstante lo cual continuó incrementándose, alcanzando la cifra de 8.197 millones de dólares en el año 2003. Los mayores flujos de salida se producen en 1999 y 2000. En conjunto, las salidas de IED en los años de 1995 a 2003 equivalen al 74,8% del total de la IED acumulada en el mundo para ese año” (Vidal & Guillén, 2007:66).
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Es este el escenario, del capitalismo que se ha transformado en los últimos treinta años hasta convertirse en un sistema de red de empresas de diversos tamaños, ubicadas en diferentes países, donde la principal característica de la reestructuración es señalada por (Castells & Hall, 1994:22), como la tendencia a la sustitución de la empresa verticalmente integrada por una empresa horizontal, inserta en una compleja red de subcontratación internacional. Se considera así que la internacionalización está asociada con un proceso de fusiones y adquisiciones entre firmas que están operando; por lo que el crecimiento de las inversiones del exterior en una nación en desarrollo no constituye un impulso a la ampliación de la capacidad de producción, sino una racionalización de la inversión que mediante la descentralización en el nivel de proceso de producción, viene acompañada de un crecimiento en el número de fusiones y asociaciones entre las grandes compañías del mundo.63 Por tanto, a los grandes corporativos el nuevo modelo económico les permiten no sólo no desaparecer, sino el aumentar su tamaño; de lo que se puede asumir que el nuevo modelo de producción de estructura horizontal involucra un doble proceso; por un lado, propicia la incorporación de un número mayor de empresas de diverso tamaño y desarrollo de unidades autónomas, a través de un sistema de subcontratación internacional,64 y por otro, favorece la concentración del capital y la creación de poderosas firmas globales que, al fusionarse, restablecen los mecanismos de control sobre sus mercados.65
63 Según Sassen, 1994. 64 Los «contract manufactures» CM’s. 65 La tendencia de las grandes OEM’s (Original Equipment Manufacturer), que en español sería Fabricante de Equipos Originales se da cada vez más en las grandes multinacionales que dejan de producir ellas mismas sus equipos o bienes, y los encargan a terceros. Estos los fabrican con los colores, formas, logos, etc. específicos de cada compañía, con lo que el cliente final siempre verá un producto de la marca que está comprando, como si lo hubiera
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Un ejemplo específico lo es el caso de la apertura económica iniciada en México a mediados de la década pasada (1995); al respecto (Pozas, 1999:116), señala que el hecho dio lugar a que el sector de la gran industria viviera un proceso de creciente globalización e incorporación a los mercados internacionales, lo permitió a la gran industria regiomontana el acceso a los mercados globales, a la tecnología de punta y al capital internacional. Sin embargo, para las pequeñas y medianas empresas, las posibilidades de acceso a los mercados internacionales no son tan claras, ya que tienen como limitante el integrarse a las propias redes de producción, entre las corporaciones transnacionales y con sus filiales en el extranjero.66 En el modelo de empresa vertical, la instalación de subsidiarias en el exterior responde esencialmente al criterio de buscar fuerza de trabajo barata, para así representarla como su principal ventaja comparativa; sin embargo, en el modelo de empresa horizontal o producción descentralizada, las ventajas comparativas de primer orden pasan a ser otras, tales como: la propiedad tecnológica, la diferenciación del producto, el prestigio de la marca y las relaciones con el cliente, en tanto que la fuerza de trabajo se considera una ventaja de segundo orden.
Los acuerdos internacionales. Según la (UNCTAD, 2008:11),67 la mayoría de los países firman acuerdos internacionales de inversiones (AII) de
fabricado ella misma. Y su enfoque es a las actividades de diseño, desarrollo y comercialización de sus productos, así como el incremento de importancia en los servicios de Tecnología de la Información (TI). 66 Es el caso que, aunque la producción por país se ha diversificado, en realidad las empresas dominantes de la industria han generado la llamada industria huésped (host industry), con escaso desarrollo de la industria local. 67 United Nations Conference on Trade And Development. (UNCTAD).
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carácter bilateral, regional y multilateral. Para los países receptores, el principal objetivo es atraer Inversiones Extranjeras Directas (IED). Los países de base, por su parte, utilizan estos acuerdos fundamentalmente para que el marco regulatorio de las IED, en los países receptores sea más transparente, estable, previsible y seguro, y para, reducir así los obstáculos para las futuras corrientes de IED. El número de AII, sobre todo bilaterales y regionales, aumentó considerablemente en la última década del siglo XX, lo cual demuestra la importancia de las IED en la economía mundial. Hoy día casi todos los países tratan de atraer IED, pues estas inversiones no sólo aportan capital, sino también tecnología, conocimientos de gestión y acceso a nuevos mercados; es decir, ayudan a los países a crear la capacidad productiva que necesitan para beneficiarse de la economía mundial. Las IED son también más estables que otras corrientes de capital, pues suponen un compromiso a largo plazo con la economía receptora. La mayoría de los países, además de establecer marcos jurídicos nacionales que permitan reducir los obstáculos para las IED, conciertan AII bilaterales, regionales, interregionales, intrarregionales y multilaterales, porque consideran que la estabilidad jurídica, la previsibilidad y la transparencia de esos acuerdos serán un incentivo para los inversores extranjeros.
La economía y el territorio. Muchas de las tendencias en el desarrollo de una economía global se expresan en términos territoriales y es de acuerdo con (Sassen, 1999:370),que se remite el hecho al contexto de las ciudades y sus regiones, como el principal descriptor de dichas tendencias. Es el hecho de la dispersión espacial de la producción, incluida su internacionalización, el que ha contri-
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buido al crecimiento de nodos centralizados de servicios para la gestión y la regulación de esta nueva economía espacial. Así, las grandes ciudades del mundo han expandido su rol como localizaciones clave para la gestión y coordinación, en el más alto nivel, al resto de ciudades más importantes; y se trata con una economía centrada en la transformación tecnológica y organizativa que, por tanto, es una economía centrada en el conocimiento y en la información como bases de producción, como bases de la productividad y con bases de competitividad. Éstas son bases de una economía que, por tanto, aplican tanto para empresas como para regiones, ciudades y países; y para cada caso tiene grandes consecuencias; porque, en este contexto, generar productividad quiere decir generar riqueza. La producción, la productividad y la competitividad, fundamentalmente, funcionan en torno a dos sistemas de globalización económica: el sistema de los mercados financieros interconectados en todas partes por medios electrónicos y, por otro lado, la organización, en el nivel planetario, de la producción y gestión de bienes y servicios. Según este esquema la economía Global se conforma de nodos y tiene una concentración territorial. Los nodos de concentración son los medios de innovación territorialmente concentrados en torno a ciudades dinámicas y constituyen las fuentes de riqueza en la nueva economía. Una economía que funciona en redes: en redes descentralizadas dentro de la empresa, en redes entre empresas, y en redes entre las empresas y sus redes de pequeñas y medianas empresas subsidiarias, permite ser definida como una economía “en red”, con la facilidad de una extraordinaria flexibilidad y adaptabilidad y, por tanto, una economía informacional es una economía global y es una economía organizada en red y ninguno de esos factores puede funcionar sin el otro. Esto la caracteriza, no como una economía del conocimiento, sino como una economía más compleja y a la que actualmente se denomina nueva econo-
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mía, (Castells, 2000). Es de reconocer que los cambios de esta nueva economía, en último cuarto del siglo XX, han reconfigurado ciudades, como lo señala Castells, ciudades prominentes como son hoy Nueva York, Londres, Tokio, Barcelona, San Pablo, México o Buenos Aires; cada una en su medida y con sus particularidades. Ésta es una economía global, que en su desarrollo territorial a través de las ciudades evidencia sus tendencias políticas sociales y urbanas; un ejemplo, de esto es el dramático cambio que sufrió el sistema de la política interestatal, a partir de la década del 80, en el que los estados nacionales cedieron a la desregulación, la privatización y la apertura de sus economías a las firmas extranjeras, y se permitió crecer la participación de las ciudades como actores de las economías nacionales en el mercado global, y con ello, la conformación de esas urbes en nodos de la globalización, como lo señala (Borja, 2005). De esta manera la economía contribuye a configurar y reconfigurar el espacio económico en el espacio urbano de una nación, definido por su ciudades.
El espacio urbano. Las ciudades son el lugar donde se articula la nueva economía, aquélla que depende de las tecnologías de la información, y donde se encarnan las modalidades sociales y urbanas del orden mundial avanzado Sassen, (2004), define que ellas se identifican desde la arquitectura, con edificios emblema que alojan al poder financiero, así como a los servicios de producción punta, hasta la sociedad, con la aparición de nuevos estilos de vida y una evidente polarización de la población, según estén dentro o fuera, incluidos o excluidos. En ese sentido, el papel de las ciudades en la Era de la Información que Castells (2000) alude, es el ser medios productores de innovación y de riqueza; pero es aún más, ser medios capaces de integrar: la tecnología, la
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sociedad y la calidad de vida en un sistema interactivo, en un sistema que produzca un círculo virtuoso de mejora, no sólo de la economía y de la tecnología, sino también de la sociedad y de la cultura. Así, a la ciudad de la nueva economía le corresponde el reto de lograr un desarrollo sostenible de sus recursos urbanos, teniendo en cuenta que todo intento de limitar el crecimiento en las grandes aglomeraciones urbanas de la ciudad expandida ha de fracasar y, entonces, el reto es gestionar las ciudades en consonancia con los intereses de sus habitantes y de la tierra, en general. Sin embargo, pese a que las ciudades desempeñan un papel esencial en los procesos de globalización, cabe mencionar que su capacidad de actuación no se corresponde con el impacto que reciben por parte de los problemas derivados de tales procesos. Tal es el caso, que en la economía de la ciudad los recursos son administrados tanto por empresas de carácter público como privado y en su gestión, tanto unas como otras tienden a favorecer y privilegiar, en muchas de las veces, las necesidades de la producción, los servicios requeridos por ésta y la imagen que se debe proyectar al contexto internacional, en pro de una inserción o de mantenerse insertas en una competitividad que favorezca la inversión extranjera y, por ende, se descuidan otros aspectos del bienestar local de los habitantes, que generan condiciones de segregación y vulnerabilidad urbana; los cuales, a su vez, crean grandes tensiones de tipo social al interior de la ciudad. En tanto a la cuestión urbana, el conjunto de factores tecnológicos, económicos, políticos, sociales y culturales vinculados con la globalización tienen su efecto, en términos de lo que se categoriza como la revolución urbana, para experimentarse en el nivel de localidades o de región económica, e incluir en la definición de su concepto los siguientes aspectos:68 68 Según Borja, 2005.
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a). La informatización ha modificado las relaciones espacio-tiempo y permite desarrollar actividades diversas (profesionales, de ocio o cultura, de educación, de consumo) sin depender de una localización rígida. b). Los nuevos territorios urbanos ya no se reducen a la ciudad central y su entorno, más o menos aglomerado.69 c). El capital dominante es hoy financiero, más que productivo; nómada, más que sedentario. Las infraestructuras que soportan la nueva economía corren el riesgo de ser de uso efímero. d). Los poderes locales y regionales deben reorientar sus funciones hacia la «producción social», puesto que la «competitividad» del territorio corresponde a esta escala, más que a la del «Estado-nación»; pero no disponen de las competencias ni de los recursos. e). La sociedad urbana se ha hecho más compleja, más individualizada y más multicultural. Los comportamientos urbanos se han diversificado (en los tiempos, movilidades, relaciones sociales y otros) f). Al mismo tiempo que los individuos y ciudades apuestan por la distinción y las la diferencia, las pautas culturales se globalizan y se homogenizan. Arquitecturas y formas de consumo, informaciones y comportamientos de ocio y vestimentas, se banalizan y pierden sus elementos distintivos cualitativos. g.) La gobernabilidad de los territorios urbano-regionales se convierte en un difícil desafío, debido a la multidimensionalidad del territorio urbano-regional (centros, periferias, red incompleta de geometría variable de ciudades medias y pequeñas, urbanización difusa, enclaves y hábitat marginal y la fragmentación de los poderes locales por la fuerza 69 Lo que se llamó el «área metropolitana», es decir el modelo de ciudad de la sociedad industrial.
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económica y a veces legal de las iniciativas privadas o de entes públicos). Estos factores definen en sí que bajo las dinámicas territoriales empujadas por la globalización, el modelo de desarrollo urbano que caracteriza la era de la globalización es el de la «urbanización difusa y discontinua», mediante «productos urbanos» constitutivos de enclaves o parques temáticos mercantilizados y áreas degradadas o marginales.70 Es la urbanización que genera «espacios lacónicos» punteados por shopping malls y gasolineras, de las «áreas de excelencia» (parques empresariales o tecnológicos, barrios cerrados exclusivos), red de autopistas y estratificación social en función de la distancia-tiempo a los lugares de centralidad. Y aunque la arquitectura banalizada y estandarizada caracteriza al urbanismo «globalizado», lo mismo que el uso y el abuso de las arquitecturas ostentosas y «no reproducibles» para marcar simbólicamente las zonas de excelencia. El urbanismo «ciudadano» apuesta por el perfil identitario de lo urbano, atendiendo a la morfología del lugar, a la calidad del entorno y a la integración de los elementos arquitectónicos excepcionales o emblemáticos. De esto se puede interpretar que el resultado final es muy funcional al urbanismo de la globalización, puesto que la competitividad entre los territorios requiere estos «lugares nodales de cualidad» que son las ciudades vivas, con espacios públicos animados y ofertas culturales y comerciales diversas, con entornos agradables y seguros, donde se concentra la actividad terciaria de excelencia y el ocio atractivo para los visitantes; por tanto, se trata de un urbanismo orientado más a la demanda externa. 70 Esta es una urbanización de suelo regional que puede darse sin crecimiento económico, en América latina por ejemplo, o sin crecimiento demográfico como en Europa según Borja, 2005.
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El capital palanca universal de las ciudades en el nuevo milenio: ¿Construcción de un espacio cultural o solamente económico? La panacea universal: el capital. El capital ha sido considerado como un stock de bienes y servicios que se emplean en la producción y que, a su vez, han sido producidos. El capital suele dividirse en: fijo, que incluye edificios, maquinaria y equipo; y en circulante, que abarca las materias primas, los bienes semiterminados, los componentes y otros. El capital real se refiere a los bienes físicos, por lo que es distinto del capital monetario, compuesto por dinero, como resultado de un ahorro pasado. Para crear el capital se requiere de un sacrificio de recursos que se destinan para conseguirlo, en lugar de destinarlos al consumo inmediato; y, con ello, aumenta la productividad de los otros factores de la producción: la tierra y el trabajo. Por lo tanto, el aumento de la producción compensa el sacrificio de crear al capital.71 Podemos ver que en todos los países existen esos tres componentes: tierra, trabajo y capital, que en proporciones diversas de calidad y cantidad se dan en los países; por ello, se puede decir que existen en todo el orbe las condiciones para el desarrollo de una economía global irrestricta y no sujeta a ningún gobierno en particular, pero que ha sido supeditada a los convenios internacionales. Si partimos de estas premisas, que nos muestran la existencia de esos tres componentes en el mundo actual, sin hacer distinción entre sistemas económicos y con el antecedente de una consolidación del capitalismo, debido a la caída del socialismo realmente existente y al término de la guerra fría, se puede decir que el capital es y ha sido omnipresente, desde que el hombre se dio a la tarea de dominar su entorno, cuando aceptó su mundanidad.
71 Bannock; 1988:75-76
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No es necesario ser muy avispado o erudito, para darse cuenta de que, desde tiempos inmemoriales, el hombre ha buscado sustento, guarida y sobrevivencia a partir de un trabajo grupal basado en el desempeño individual, con una alta estima por la vida como hecho y valor, que le orientaba en su hacer cotidiano; una cierta especialización del trabajo, una tierra compartida y unos bienes comunes fueron el sostén del hombre por milenios. En la actualidad, el hombre parece destinado a que la gran mayoría de los seres humanos perezcan en la inanición, la escasez y la pobreza aún teniendo a su disposición medios que le ayuden, no sólo a sobrevivir, sino a vivir dignamente y bien. En efecto, la tierra les pertenece, ella les suministra los alimentos, la materia prima para la industria, el medio físico, y los medios indispensables para vivir; sin embargo, el individuo ha sido ‘desterritorializado’ de su existencia cotidiana; la tierra ya no le pertenece debido a que para acceder a ella, debe ir ante una autoridad, el gobierno quien se encarga del manejo de la misma. Ya no existe aquello de un Estado-nación, éste sólo halla lugar de expresión en el discurso ortodoxo y en el propiamente demagógico; en México se ha pasado de un partido-Estado a un Estado-gobierno que busca consolidarse a través de una democracia reducida al voto populista. Esto quiere decir que el individuo no accede directamente a la tierra como ciudadano real, sino que ha de aspirar a ella como ciudadano representado; por lo cual, los bienes y servicios que por derecho natural le son propios le son extractados, dejándolo desposeído de la tierra, desterritorializándolo; y, por lo tanto, marginándolo de su bien de producción, la tierra, que lo obliga y lo ata a la esperanza del trabajo; ya que adolece de capital real y, por ende, tiene una alta propensión a sumirse en la miseria. La producción económica toma su verdadera dimensión a través de una tríada y no de una díada, menos aún, de una mónada. De aquí que el hombre sin tierra, sin espacio, ha sido convertido en un elemento
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que forma parte del factor de producción llamado trabajo; pero solamente ciertos hombres; los más, se hallan, en esta situación, convertidos en piezas de, por y para la producción, la cual deja a la retórica política y publicitaria la dignidad del trabajo humano. El aparato gubernamental y burocrático fue instituido por los latinos para consolidar su poderío imperial; es decir, tener el control de los territorios anexados y conquistados; el manejo de los bienes y de la riqueza podrían así ser sujetos de control, las cosas de la ciudad se alejaron de sus habitantes; hecho que aún sigue vigente en el mundo contemporáneo. Así, el Estado-nación se refiere a la sociedad nacional, es decir a todos los individuos que conforma la nación; mientras que el Estadogobierno se refiere a los gobernantes de dicha nación; pero la cuestión principal es que se da por sentado que el estado en cuanto gobierno pretende el beneficio de la sociedad de la cual forma parte; sin embargo, se puede pensar en esta institución como un poder político que transforma la unidad nacional en una ideología de intereses partidistas y particulares que busca hacer realidad. Asimismo, se puede pensar de esa ideología como un órgano de dominación dentro de una sociedad dividida en clases; tiene por misión ser opresiva, ya que no es capaz de reconciliar las contradicciones que se generan dentro del seno de dicha sociedad clasista, donde el gobierno solapa a una minoría en la cual se concentra la riqueza.72 Lo anterior es olvidado en los discursos sobre la globalización del capital económico; en efecto, se habla de ella como de un fenómeno que invade todas las naciones, pero se olvida oportunamente qué es aquello que se globaliza. Efectivamente, es el capital al que se le ha otorgado la categoría de embajador de la nueva era de paz y bienestar mundial, quizá obtenga el premio consecuen-
72 Ortega; 1989:124-25
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te; y debido a que es el capital el que de hecho se ha ido multiplicando en las civilizaciones, parece no sólo ser un fenómeno irreversible; sino, además, inherente a la naturaleza del hombre en cuanto “homo faber”. Si esto es así, al hombre, entonces, se le ha desposeído también de una cualidad humana: el trabajo. De aquí que estando el capital en manos de una minoría ociosa, ésta haga del trabajo humano una extensión de las máquinas y del equipo que forman parte del capital, y aún los edificios que se asientan sobre aquella tierra que ya antes ha sido usurpada por el poder gubernamental. Por lo que el hombre moderno vive y ha vivido desposeído desde hace ya varios cientos de años. La razón instrumental ha catalogado al hombre como un número, como una pieza más en el engranaje de la maquinaria social, donde la ingeniería humana ha de resolver los problemas ajustando tornillos viscerales. Ya desde el descubrimiento de América, las migraciones de población se debían a la búsqueda de tierras para vivir; el sueño americano comienza en la creencia de un mundo ilimitado manipulado por la economía. Ahora bien, de las escuelas económicas podemos decir que el mercantilismo aporta la balanza comercial que registra el movimiento de importaciones y exportaciones por las aduanas; de la fisiocracia, que la riqueza viene de la tierra; la clásica se apoya en el individualismo, en la libre concurrencia, en la división del trabajo, sosteniendo que hay fuerzas económicas como las físicas y que el hombre está dotado de atributos intangibles superiores a la autoridad política y, por ello, el Estado debe abstenerse de intervenir en la lucha entre el capital y el trabajo y entre los productores y los consumidores, doctrina conocida como “laissez faire”. La escuela socialista aboga por un control social de la producción, para el beneficio de la comunidad, aún a costa del individuo que, en la práctica, como todo mundo sabe, esto ha sido un sueño utópico irrealizable, aún dentro del llamado
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socialismo realmente existente. El capitalismo busca el control de la producción y de los mercados: una manifestación suya son los monopolios. Mientras que el comunismo aboga por la desaparición de la propiedad privada, la lucha de clases, la eliminación de la noción de patria y de los partidos políticos. El corporativismo proclama la representación gremial en el parlamento, considera que el estado debe armonizar las desigualdades entre las clases sociales a través de corporaciones que representen a los diversos sectores de la sociedad. Podemos ver que en este sintético recorrido escolar económico, existe la injusticia humana que se proyecta por el abuso en la explotación del hombre por el hombre, a través y mediante el trabajo. En el siglo XX, antes de las guerras mundiales, el capitalismo fue considerado omnipotente. Con los controles estatales, los impuestos y la legislación laboral, el capitalismo ha perdido fuerza; sin embargo, la idea central de la creación de excedentes productivos sigue aún vigente. La ganancia económica priva sobre toda otra consideración mundana. La construcción de la riqueza económica está promulgada por el capitalismo; no obstante, la distribución de la misma se halla lejos de ser equitativa y justa. El capital real, es decir, los bienes físicos, se está desarrollando en función de la ciencia y la tecnología; de aquí que quien tenga mayor adelanto en estos rubros, dominará a los demás con avances de punta y vanguardias tecnológicas. De este modo, la productividad se incrementa y lo que se logra son ventajas competitivas en los diversos sectores económicos; la competencia es un postulado del sistema capitalista, en la cual no ha de intervenir el estado. Por lo que podemos ver que quien no sólo posea si no que sea capaz de crear nueva tecnología, que mejore los procesos productivos, será quien tenga el predominio y las ganancias económicas. De ello, se sigue que es el capital, el capital sofisticado, el que se globaliza, se mundializa, se exporta, se im-
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porta; en una palabra, ‘viaja’ el capital a los confines del mundo; podemos, pues, hablar de un capital ‘peregrino’ realizándose como ave estacional que hace nido según las mejores circunstancias le favorezcan; en tanto mejoren sus expectativas de reproducción y crecimiento, el espacio territorial se supedita a su capacidad de realización de las condiciones necesarias para la creación del espacio económico. Se necesita, entonces, inventar al espacio como resultado de una hibridación entre lo repetitivo y homogéneo del capital y lo autóctono del lugar. Simbiosis que ya tiene una jerarquía dominante: aquello, local, debe supeditarse a las directrices de lo global. Y esto es así debido al atraso de los demás sectores del mundo, atraso resultado directo de las condiciones histórico-sociales que prevalecen en esos países. Hat naciones que han sido alguna vez territorios conquistados, colonias dependientes del extranjero y que sin embargo, hoy han recobrado su independencia política, pero la subordinación económica sigue vigente. De este modo, el mundo se ha dividido en razón del desarrollo de las máquinas y el equipo, y aún de los edificios que conforman al capital. Los territorios extraños al desarrollo del capital sólo pueden aportar tierra y trabajo. Pero como el trabajo ha de ser especializado en el manejo de ese capital, cae la mano de obra en el desempleo, sólo queda aportar lugares geográficos estratégicos al capital peregrino. Por ello, la globalización de la economía está modificando la estructura espacial y social de las ciudades en todo el mundo, según nos dicen Borja y Castells, quienes analizan tres temas: 1° La articulación de lo local y lo global en la economía de los servicios avanzados y de la industria de alta tecnología; 2° La emergencia de nuevos patrones de asentamientos espaciales en todos los países, en los cuales surgen las megaciudades, los modelos de ciudad dispersa y la articulación entre la nueva
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urbanización con la vieja; y, 3° La hechura de una cualidad urbana alrededor de procesos espaciales polarizados intrametropolitanos.73 La economía global se basa en centros direccionales capaces de coordinar, gestionar e innovar empresas dentro de redes de intercambio interurbano y, muchas veces, transnacional. Los autores Borja y Castells explican que las actividades del sector terciario avanzado son las actividades financieras, de seguros, inmobiliarias, de consultoría, de servicios legales, de publicidad, diseño, mercadeo, relaciones públicas, seguridad, obtención de información y gestión de sistemas informáticos.74 Por ello, las actividades de investigación y desarrollo son determinantes en la industria, la agricultura y los servicios; cuya característica común es que son flujos de información y conocimiento. De aquí que puedan localizarse en cualquier parte del planeta, con base en un sistema de telecomunicaciones. No obstante, esos autores nos dicen que esos servicios avanzados se concentran y dispersan simultáneamente, ya que lo importante es su interrelación a través de una red de flujos.75 La concentración de las actividades se ha desfragmentado, entonces, con la premisa de que los procesos productivos pueden ser divididos y ejecutados en diversos lugares; en consecuencia, dividir la actividad productiva que genere capital real localizándolo en diversos puntos del planeta ha sido la consigna de la globalización, la cual no deriva no sólo de una emergencia espontánea de agrupación de factores productivos, sino también, y esto es crucial, del proyecto de modernidad establecido por los ilustrados del siglo decimoctavo.
73 Borja y Castells; 2002:35 74 Borja y Castells; 2002:36 75 Borja y Castells; 2002:36
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El pan y el circo, o la modernidad y el capital. Mientras que el capital degusta los bienes físicos, la modernidad sueña con realizar un mundo alineado a la técnica y a la razón instrumentalista, mundo basado en una explicación cientificista; al encuentro de esta ilusión moderna se opone la postmodernidad, que crítica y propone alternativas a los ensueños modernos. El capital consolida la modernidad globalizándola, de este modo no es solamente desarrollar la tecnología y la ciencia per se, sino homogeneizar a la población del planeta, desarrollando un mercado mundial dirigido por el capital. Basta recordar, con el sentido de modernidad, la meta de la globalización:
“El proyecto de la modernidad, formulado en el siglo XVIII por los filósofos de la Ilustración, consiste en desarrollar las fuerzas objetivadoras, los fundamentos universalistas de la moral y del derecho y el arte autónomo [...] y en liberar de sus formas exotéricas las potencialidades cognitivas [...] y aprovecharlas para la praxis, esto es, para la configuración racional de las relaciones vitales (1988ª:273)”76 De este modo, puede resultar clara la relación entre globalidad y modernidad, entre capital y razón instrumental. De lo que se sigue que hay una visión de fondo en el hacer económico que ha sido el resultado del proyecto de modernidad; sin embargo, ha habido una ruptura entre los agentes del cambio cultural, el poder político y económico por un lado, los intelectuales, por otro. En medio de este lucha de David contra Goliat se hallan todos los demás. El nuevo orden mundial derivado de la postguerra fría influye decisivamente en las posiciones que detentan las naciones actualmente; Occidente pare76 Berciano; 1998:31
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ce llevar la batuta económica, pero sólo reducido a ciertos países; todos los demás siguen los dictados del poder político y económico de la élite del llamado grupo de los ‘siete’ (Los Estados Unidos de América, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra,...., y a veces Rusia y China). Los estados centrales han surgido de la emergencia política global, se ha sustituido a las dos superpotencias de la guerra fría por Estados centrales de las grandes civilizaciones, como principales polos de atracción y repulsión para los demás países. El mundo actual es más complejo y heterogéneo, los componentes del orden se hallan dentro de las civilizaciones y entre ellas. La división se describe como una delimitación mundial que agrupa a los países occidentales, según su identificación con la cristiandad, en católicos y protestantes; ortodoxia oriental y las tradiciones islámicas. También se establece a Rusia y sus naciones próximas que, por cuestiones históricas y culturales, se hallan bajo su autoridad; la gran China y su esfera de influencia; y, por último, el mundo islámico (Huntington; 2001:81-94). Precisamente, a la gran masa que se halla dentro de estas civilizaciones se la coacciona, bajo el pretexto de lograr la modernidad, a que asuma los dictados de la globalización como el “non plus ultra” de todos los problemas humanos. No obstante, existe la discusión del problema de la modernidad como respuesta última a dichos problemas; de la crítica a la modernidad surge la posición postmoderna. Antes de tratar este aspecto, hemos de mencionar que el nuevo orden mundial favorece la introducción de empresas trasnacionales en los países dependientes del Estado central y aún en él mismo; excepción hecha al mundo islámico que no ha de ser conquistado sino mediante el uso de la fuerza. Así como no existe un mercado mundial, sino solamente se habla de éste para hacer referencia a la multiplicidad de mercados nacionales e internacionales que contraen relaciones comerciales; no existe tampoco un
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estado mundial que regule las transacciones derivadas de los intercambios entre las naciones. Tan sólo los tratados económicos y las políticas internacionales buscan controlar la actividad económica. El pueblo está acostumbrado al pan y al circo político; el cambio global viene de las capas superiores, por ello lo global choca con el pueblo que acepta, la más de las veces y a regañadientes, el estado de cosas prevaleciente. Sin embargo, no podemos hablar sólo de lo global en oposición a lo local; existen estados intermedios, los cuales podemos llamar como lo glocal y lo inglocal; es decir, lo glocal puede ser visto como la adaptación de lo global a lo local; mientras que lo inglocal sería la adaptación de lo local a lo global. Lo global sabemos que se refiere a las nuevas tecnologías de punta y los avances científicos; mientras lo local hace referencia a la cultura autóctona del lugar. Asimismo, se favorece lo global por las sociedades nacionales, debido a la evidencia de corrupción y al estancamiento económico nacionales, que han favorecido la apertura a la economía extranjera que parece prometer transparencia, trabajo y un mejor nivel de vida: los precios de mercado y los análisis de costo-beneficio en empresas como directrices para la solución de los problemas locales. Sin embargo, la reforma global se viste de retórica económica que contrasta groseramente con la realidad económica. El sofisma global del sueño americano se compone de una democracia basada en el voto y que se conforma con escuchar a la oposición política; se acepta la liberación de los mercados y la descentralización de las actividades económicas bajo una política pluralista, pero que favorece a la anarquía económica, la cual depende tanto de un aspecto formal como de su aspecto informal, cuyo sistema se modela bajo los auspicios de tratos, trueques e intercambios de favores entre líderes que no dependen del centro. Y el resultado es el enriquecimiento para todos aquellos que detentan el poder político y económico.
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Lo que espera la gran mayoría de la población es tener un trabajo técnico que puede ser llamado su fe-herramienta y con la cual, la gente, pueda buscar alcanzarse un futuro económico a corto plazo. La gente de Occidente ha sido desposeída de la llave mágica que es el capital; debe conformarse con alinearse al trabajo que le es ofrecido con la única esperanza de sobrevivir. Los dirigentes políticos hacen caso omiso de las realidades de la calle, lo local vive en ellas; pero se ignora a favor de la promesa de modernidad. De lo que se sigue que el hombre moderno ha de obedecer a la técnica y a la ciencia, ya que la organización del trabajo científico y de sus aplicaciones técnicas requieren de infraestructura material y una excelente administración; la ciencia y la tecnología dirigen al hombre moderno; se busca una automatización de la producción que dé lugar al desempleo humano, pero que pueda pagar así los productos en el mercado; automatización que busca un mundo cibernético homogeneizado por la tecnología. Los cambios tecnológicos afectan toda la vida del planeta; entonces, el sentido y el significado mismo de la vida parecen depender de la moda tecnológica en turno. En el siglo pasado, al obrero se le consideraba como una extensión de la máquina; hoy, a la extensión ‘humana’ de la computadora se le denomina wetware que puede ser definida como una mezcla de hardware y software; ya no es una persona la que trabaja frente a una máquina computarizada, sino más bien es una emergencia artificial biodegradable que puede ser sustituida en el tiempo y en el espacio y que ha adquirido más las cualidades de una mercancía; el hombre, como materia prima modificada para el uso cibernético. El capital globalizado recorre las redes que ha creado, usa el ciberespacio y los controles satelitales marcando el mundo con chips para localizar con prontitud y exactitud las mercancías en sus mercados sin fronteras nacionales. El capital glo-
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bal puede hacer uso de múltiples modalidades del espacio; en cambio el hombre real se halla condicionado por su corporalidad y, en este sentido, la modernidad cartesiana sigue vigente y con ella la modernidad y la globalidad económica.
El postmodernismo y la globalización del capital. La modernidad presuponía que el arte era progresivo y que, por lo tanto, el estilo de hoy era superior al de ayer; la esencia del arte era la innovación. El rechazo de las convenciones artísticas del siglo XIX, junto con la sensación de crear algo nuevo fundándose en la nueva tecnología, nutría a la modernidad. El arte buscó la abstracción frente a lo figurativo, para dar lugar a un mundo ajeno a las tradiciones y a la cultura. Aquí empieza la postmodernidad, que es una reacción contra todo eso; lo que llevó al movimiento postmodernista a rechazar los estilos autocomplacidos y las formas de actuar en el arte y, aún en la vida urbana como la construcción y las obras públicas, sin omitir la producción artesanal. Dicho movimiento surgió en el fin de la década de los sesentas del siglo XX y hasta los ochenta se le llamó postmodernismo, de aquí se extendió a toda clase de campos que no tenían nada que ver con el arte. Eric Hobsbawm sigue diciendo que la moda ‘postmodernidad’, propagada con distintos nombres («reconstrucción», «posestructuralismo», etc.), se abrió camino en los departamentos de literatura de los Estados Unidos y de ahí pasó al resto de las humanidades y las ciencias sociales. Todas estas ‘postmodernidades’ tenían en común un escepticismo esencial sobre la existencia de una realidad objetiva, y/o la posibilidad de llegar a una comprensión consensuada de ella por medios racionales. Había, entonces, un relativismo radical.77 77 Hobsbawm; 1998:153-54
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Se ha llegado a la conclusión de que hay una agotamiento de la razón,78 Joseph Picó nos dice que en la política se terminó con el estado de bienestar y hay una vuelta a la economía monetarista; en la ciencia hay una progresión geométrica de las tecnologías; en el arte, se llegò a la carencia de normas válidas y en lo moral se dio el eclecticismo, que seculariza los valores como fuerza subversiva. La modernidad es un proceso histórico que busca liberar a la humanidad del Estado absoluto -y de la sujeción a la religión establecida-; su tarea es construir un mundo inteligible; sin embargo, ha fracasado y esto se ha confirmado en los efectos deshumanizadores de los siglos XIX y XX de la sociedad capitalista.79 Existe dentro del capitalismo un proceso de reificación que deshumaniza al mundo de la vida del hombre; la globalización del capital busca convertir todo el mundo en una ‘cosa’ a la cual asignarle un precio tanto de uso como de cambio para que pueda ser ofrecido dentro del mercado. Señalar este hecho ha puesto de manifiesto el uso subrepticio de la razón instrumental que se halla dentro de toda la vida cultural; uno de los resultados ha sido la creencia en que la racionalización conlleva emancipación y reificación al mismo tiempo. Esta falla atestigua el fracaso del proyecto de modernidad con la razón instrumental como pivote; se busca entonces la burocratización, la racionalización y la cientifización de la vida social.80 Ni los hechos ni las cosas, en la explicación científica y en los nombres, respectivamente, resuelven el problema de la vida; ni tampoco ningún otro principio que haga confluir los factores humanos. La vana esperanza de una explicación total del mundo por la ciencia, ha sucumbido; además, se pierde la esperanza de construc-
78 en 79 80
Debió haberse hecho diferencia: entre la razón y la razón instrumental, nuestra opinión se producen estos equívocos por fuerza de simplificar. Picó; 1990:13-5 Picó; 1990:16-7
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ciones globales que comprendan al mundo y le den sentido; surgen corrientes anti-racionalistas, que subrayan la decadencia, el vitalismo y el nihilismo que rechazan la modernidad y su herencia. Se toma a Nietzsche como pilar del movimiento postmoderno, quien dice que el mundo es el resultado de una cantidad de errores y fantasías. No puede la ciencia conducirnos más allá de la apariencia. El hombre moderno resulta ser pura apariencia. La modernidad entró en crisis.81 Hay que recordar que, en el siglo XX, los mass media adquirieron hegemonía en la opinión pública, de aquí que se viva en la creencia de que «las imágenes no mienten»; el mundo es apariencia y se halla inmerso en un proceso de cosificación que sigue avanzando con la globalización del capital; todo, como se ha dicho, se debe vender en el mercado. El talento no escapa, tiene que vender y producir, realizar una producción en serie, tal como una máquina, cantidad sobre calidad, olvidando que las obras maestras son productos de largos periodos de tiempo que consumen décadas. No obstante, el proceso de creación del capital requiere de cierta infraestructura para poder realizarse; dicha base se deja a cargo de los países interesados en la internacionalización de sus mercados laborales y de participación económica. Por ello, se ha producido un cambio cuantitativo y cualitativo en los sectores que buscan crecer dentro de este nuevo marco. De este modo, la situación para todos los ciudadanos de un país queda dependiente de los tratos comerciales que estas empresas logren realizar. Se sigue la lógica del capital, se busca crear mercancías, se transforma al mundo de la vida en cosas vendibles; la apariencia y la superficialidad se dan la mano y la información, como datos burdos, sustituye al conocimiento. Si como se ha dicho en otro capítulo, hay un exceso de modernidad, como parece indicado en la nota pri81 Picó; 1990:17-8
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mera de pie de página, plétora de una sobremodernidad, bien se justifica esta abundancia de modernidad por la falta de profundidad y de realización de un auténtico conocimiento del mundo; los problemas de los excesos se deben a la falta de comprensión del sentido de los acontecimientos, del uso del espacio y del significado de los objetos que están en un mundo común a todos; y no es el individuo quien asigna los sentidos primordiales que ellos tienen. La globalización ha de ser, entonces, extendida a los demás ámbitos de la realidad cultural del hombre; y no debe ser reducida a solamente la expansión del capital por él mismo; la economía debe ser supeditada al hombre y no éste debe ser subordinado a ella. La globalización es, entonces, un fenómeno complejo que si es bien encauzado podrá rendir copiosos frutos para la humanidad entera y no sólo para aquellos grupos que detentan el poder económico y político.
Deducciones preliminares. En un sentido es necesario subrallar que el conjunto de conceptos involucrados con la economía mundial muestran que la globalización no es en definitiva un hecho consumado, sino un proceso en marcha, y en el avance de este proceso se incluyen no sólo la internacionalización de la producción, las finanzas, la fuerza laboral, sino que también influye la transformación en los estados nacionales, en sus estructuras internas y funciones. Entre las ventajas y las no ventajas se destaca que la globalización crea nuevos espacios y los convierte en territorios de organización de factores que intervienen en el proceso económico de producción de bienes y servicios, pero a su vez influye determinando gobernabilidades débiles y fragmentadas; además de que la globalización genera un nuevo espacio urbano de competitivi-
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dad que requiere de apostar por la distinción, la diferencia, lo cual se expresa especialmente mediante la imagen o el perfil de la ciudad, la oferta cultural, el ambiente urbano. También las ciudades reciben mucho del impacto de la globalización en forma de migraciones y exclusión social y no cuentan con los recursos para confrontar los problemas urbanos que se generan en términos de una sociedad local, con carencias en el nivel mínimo de bienestar. Así en el contexto urbano de la economía global se precisa que la ciudad cuente con políticas adecuadas a su situación y a los problemas con que debe enfrentarse; pues, si bien históricamente, la configuración del territorio ha prevalecido por encima de la ciudad, en un futuro cercano la configuración por articulación de las áreas metropolitanas, como tiende a ser en Europa, conformará un nuevo referente para el espacio urbano en el contexto global y precisará de un nuevo papel del Estadonación. Lo que, de forma general, implica que globalmente el desarrollo no puede significar la mera extensión al mundo de los conocimientos, modos de pensamiento, de vida o experiencia de una región; es necesario tomar en cuenta que el desarrollo local está en relación con sus valores y con su cultura. Además, en el contexto que involucra esta investigación, sería necesario decir que se debe evidenciar la manera en que se ha tergiversado y manipulado el cambio al interior de la triada:82 «Tierra + Trabajo + Capital»; por una sustitución en que el trabajo se anula, a favor de un «conocimiento y el capital»; es decir, la anulación del trabajo a favor de un ‘conocimiento y capital’ como ter82 Esta triada prevalece en condiciones favorables de equilibrio en los países desarrollados; pero, en los países subdesarrollados no hay tal, la balanza desequilibrada en calidad y cantidad de los factores de producción resulta en crisis económica; sólo pueden los países pobres ofrecer principalmente materias primas y, en forma secundaria, mano de obra aunque hay que capacitarla.
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cer insumo de producción, quedando la triada conformada como: «Tierra + Conocimiento + Capital». Sin embargo, se ha mostrado que solamente se subsume el trabajo al interior de los factores de producción, velándose su actuación efectiva del trabajo que, diga lo que diga la globalización económica, aún se requiere del trabajo humano en los campos y en las industrias primarias, y secundarias más que fiarse de la automatización del equipo y de las máquinas-herramientas. El ocultamiento de la participación efectiva en la generación directa de la riqueza, del trabajo humano, ha sido un golpe maestro del capitalismo; desvelarlo matizándolo tal como es, surge desde la óptica filosófica que busca los principios de las cosas, de los procesos, de los sistemas, del mundo como un todo. Así, la naturaleza del sistema capitalista debe ser evaluada no como éste pretende que se le mire; sino buscando su inserción real en las economías nacionales. Asimismo, hemos de considerar que nuestra civilización avanza no sólo por evolución, ni por progreso evolutivo; sino también por un proceso acumulativo que no puede prescindir de las actividades primarias y secundarias, concentrándose solamente en las actividades de servicios con la vana esperanza de resolver todos los problemas humanos. Si las ciudades latinoamericanas pretenden insertarse en el «nuevo» orden mundial, requieren de participar no desde el sector de los servicios, como se les señala desde el exterior globalizado; sino que es menester que se disponga su desarrollo desde el interior y a partir de sus sectores básicos económicos. Un desarrollo endógeno guiado por directrices propias y libres que puedan articularse no con ese nuevo orden mundial, sino con una nueva comunidad humana mundial que ha de ser construida para que trate y mire a todos sus miembros desde una perspectiva de libertad, verdad, honestidad y equidad. Frente al hecho de la desterritorialización de la persona y a la extracción del componente humano del tra-
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bajo hemos de recordar aquello que Ulrich Beck nos plantea: el dilema de la globalización como política social ya que nadie conoce el medio de hacer compatible la era global con la justicia social; aboga por una previsión social, transnacional que tenga que ver con: 1° La incorporación de garantías básicas; 2° El fortalecimiento de redes sociales de auto-previsión y auto-organización; 3° La proyección y vigilancia de la cuestión de la justicia social y económica, a escala mundial, en los centros de la sociedad global. Por lo tanto, se considera viable la ayuda de los países del primer mundo al desarrollo de los países tercermundistas (Beck; 2000:211; Sousa, E. 2009: 17, cita de píe:3). Sin embargo, con las sacudidas norteamericanas al mundo musulmán, parece que la nueva configuración de la civilización del tercer milenio cristiano ha de ser alterada, no tanto en sus límites físico-geográficos, sino más bien con respecto a la jerarquía de dominación que se impone por la fuerza de las armas y que parece anunciar un nuevo impulso al imperialismo del ganador de la guerra fría. La expansión territorial es eminentemente económica y la política pública ha estado consciente de ello; la pregunta, entonces, no es ¿cómo ordenar nuestros territorios nacionales? Sino más bien, ¿cómo hemos de sacar partido de la inserción de fuerzas externas dentro del territorio nacional? Entendiendo que ya dentro de nuestros espacios han estado brotando los mismos gérmenes que originan los elementos para la integración del capital extranjero. Bajo la premisa de un desarrollo sustentable, los países desarrollados han exportado el modelo económico capitalista, vía la globalización del capital, cuya concreción ha sido determinada por los flujos de información y la creación de nueva tecnología y ciencia aplicada; por ello, el conocimiento ha pasado de ser considerado como medio, a fin y, entonces, se le considera como el centro de la atención mundial. Sin embargo, ese conocimiento no ha de ser entendido como denotando todo el ser del
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conocimiento, sino más bien, tan solamente una pequeña porción del mismo: cierto conocimiento limitado a la tecnología y a la ciencia aplicada que mejore los procesos productivos. El poder capitalista se ha impuesto de tal modo que controla el nuevo orden mundial; tanto los Estados como las naciones se ven obligados a rendir honores y pleitesía al capital peregrino; sin embargo, ante la creencia de que el mundo debe ser dividido bajo el pretexto de ese nuevo estatuto y estado de cosas, el imperialismo saca partido: llega, mira y vence doquiera que se presenta. La nueva distribución geoespacial parece permitir y favorecer la emergencia de lo local frente al imperialismo de lo global: lo local se ha de integrar armoniosamente a la aldea global. No obstante, las naciones pertenecen a sus individuos, en cambio, la globalización económica pertenece a pocas manos; asimismo, la gran mayoría de los individuos se hayan desterritorializados y desposeídos de la esencia humana de su trabajo; por lo que resulta que el espacio urbano, cuya naturaleza consiste en pertenecer a todos los ciudadanos de una nación, se le dispone y atavía con sus mejores galas para entregársele a pocas manos ávidas de ganancia económica; manos invisibles al decir de Adam Smith quien pudo intuirlas, pero ante la perspectiva de la hoguera tuvo que ‘dotarlas’ y reconocerlas como portadoras del control económico. El nuevo orden mundial y la economía globalizada sin acuerdo previo, parece tender al dominio de la máquina sobre los hombres; las grandes estructuras inteligentes (domótica, inmótica, urbótica) arrastran irresistiblemente a las masas alinéndolas a buscar y a encontrare la salvación en el rejuvenecido becerro cibernético de oro; la gente lo mira, le rinde culto y es salvada; cree escapar a su miseria, a su pobre interioridad, acepta disfrazarse con las aguas insenescentes de las fuentes tecnológicas y productivas derivadas de los poderosos polvos maquilladores y las esencias cosméti-
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cas que devuelven la perdida salud que se ofreció en holocausto y tributo por una vida reducida al placer tecnológico y al goce electrónico. La razón instrumentalista no ha sido superada, sino que hoy se ha transformado de un insignificante homúnculo al servicio del hombre a un horripilante monstruo devastador y terrible, por cuanto ha deshumanizado las instituciones, ha domado los gobiernos, ha comprado las conciencias quitándoles su primogenitura por un plato de lentejas; el capital peregrino viaja por el mundo sujetando las riendas de su carro alado que lo arrasa todo; va impulsado por tres majestuosos corceles, tierra, trabajo y capital. Asimismo, ese inexperto jinete ha terminado por arrollar la vida, sepultándola bajo los canales y las redes de flujos y sistemas que le permitan deambular y conquistar aquí, allá, acá, lejos, cerca, sin que nada le impida sus travesías por el mundo. En consecuencia, hemos de ampliar el significado de la globalización del capital a la difusión del conocimiento y de la cultura, mediante el desarrollo de la razón integral de las personas como fin último, del intercambio comercial y como inicio de la configuración de condiciones que favorezcan esa vida integral del hombre, para que se pueda creer en un futuro prometedor para la humanidad dentro de una realidad completa; se necesita cambiar al jinete o más bien, instruirlo y dirigirlo conforme a los fines de la vida, a la cual hay que subordinarle las metas de la riqueza económica. De lo que se sigue que lo global puede ser visto como aquella palanca soñada por Arquímedes para mover al mundo e imprimirle un movimiento que lo lleve a realizar el mejor de los mundos posibles.
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FAR AWAY AND LONG AGO: ARGENTINA AND THE “DIRTY WAR” Richard Hartwig*
Abstract: he great crimes of the 20th and 21st centuries remind us that civilization anywhere is only skin deep. In some places and times the skin disappears and there is only barbarism. Argentina in the 1970s was one of those places and times; the country became a laboratory of terror. Former Argentine President Raúl Alfonsín wrote: «We tried to defeat the devil with his own weapons; as a result, Argentina became Hell.» This paper describes the Argentine military’s attempt to exterminate leftist rebels and their ideas, now called The Dirty War. This personal narrative begins in La Plata, Argentina, 1966; it ends in Canberra, Australia, 2008.
A
Introduction No sé por qué me cuesta ver a esa pareja que yira y yira con el alma en yanta tan perdidos en el tiempo de otras lunas iban tan perdidos de la mano del tiempo que casi no los veo Guillermo Anad Collage III, Versos Tomados * Political Science Department, Texas A&M University-Kingsville & Visiting Fellow, School of Social Sciences Australian National University. This paper is an expanded version of a lecture at the School of Social Sciences of the Australian National University, March 19, 2008. My thanks to Guillermo Anad and Faye Bendrups for their comments and corrections. Email: [email protected]
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I much appreciate the opportunity to spend a semester at this wonderful university, which I have taken to calling «Shangri-La». The distinguished faculty and staff of the School of Social Sciences have been exceptionally helpful and friendly. I am particularly grateful to Professor John Minns and his family for their splendid hospitality. “Far Away and Long Ago” is the title of an autobiographical book by the naturalist W.H. Hudson (author as well of Green Mansions) about growing up on the Argentine pampas in the mid-19 th century. 83 Last December, when I was still in Texas, I decided it would be an appropriate title for this talk as well. What is known as the Argentine Dirty War took place thousands of miles from Australia and is three decades removed in time. I was worried that these events might seem distant and uninteresting to young people in Canberra. I am less worried today, however. On February 13, 2008, I was privileged to hear Prime Minister Kevin Rudd’s magnificent «Sorry» speech to the Australian Parliament. This was the moment in which he and opposition leader Brendan Nelson apologized to the Aboriginals of the «Stolen Generation.» It was as if the country had woken from a bad dream into a bright and sunny morning of national reconciliation. It is hard to imagine an Australian today who would argue that having separated Aboriginal children from their parents in the 1970s and earlier is unimportant or uninteresting. What happened to the victims of the Argentine Dirty War is no less important. And to paraphrase George Santayana, we must remember the past—and teach it to new generations—lest we be condemned to repeat it. 83 I remembered this as a beautiful, idyllic book. But now I find a disturbing passage (pp. 8-9) which compares Hudson’s dog to «…a faithful old negress nursing a flock of troublesome white children—so proud and happy to be in charge of the little ones of a superior race!» (Dutton: New York, Everyman’s Library, last reprinted in 1967). Hudson’s parents were emigrants to Argentina from the United States.
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We talk about the Argentine Dirty War of the 1970s for the same reason Rachel Bloul at the Australian National University and Brenda Melendy at Texas A&M University-Kingsville teach about genocide in Germany and elsewhere. The thesis of this talk is that civilization everywhere is only skin deep. It is up to us to keep that skin intact, which is not an easy job. For example, the President of the United States recently vetoed a bill passed by the U.S. Congress which would have prohibited waterboarding, which is widely considered to be a form of torture.84 A poll cited in The Economist in November, 2007 indicated that 60% of Republicans in the United States thought that it was justifiable to torture suspected terrorists.85 I trust that this percentage would be lower if everyone in the U.S. knew the history of the Argentine Dirty War. Rather than make a strictly academic presentation, I would like to tell a story in order to emphasize the psychological aspect of the Dirty War. The objective facts of what happened can now be stated with considerable certainty. But perhaps most important is how we react to these facts on a personal level. My connection to the story began in the Fall of 1964 on the campus of Southern Illinois University in Carbondale, Illinois. I was an undergraduate student majoring in German and Government. A Political Science Professor named Frank Klingberg approached me and asked if I would be interested in applying for an Ambassadorial Scholarship, funded by Rotary International. Of course, I said «yes». You had to apply for the scholarship two years in advance. In the Fall of 1965, I entered the Political Science graduate program at the University of Wisconsin-
84 Steven Lee Myers, «Bush’s Veto of Bill on C.I.A. Tactics Affirms His Legacy,» New York Times, March 9, 2008. 85 Nineteen percent of the Democrats and 28% of independents polled held this opinion. YouGovPolimetrix, Nov. 26-27, 2007, margin of error +/-4%.
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Madison, intending to specialize in Latin American Politics. It was a turbulent year. U.S. President Lyndon Johnson had decided to escalate the Vietnam War. He also sent troops to the Dominican Republic to halt what he perceived to be a leftist revolution. The Cold War was in full flower and the U.S. was attempting to stem a wave of «copy-cats» trying to replicate the Cuban Revolution elsewhere in Latin American. John F. Kennedy’s Alliance for Progress was failing to stimulate economic development in Latin America, in large part because of negative foreign investment in the region. However, the U.S. was succeeding in strengthening Latin American armies and police forces. National Security doctrines emboldened regional militaries, which took over country after country. The military takeover of the Brazilian government in 1964, approved of by the Johnson administration, was particularly important. I was awarded the Rotary Scholarship and by the Summer of 1966, having finished my first year of graduate school, was on my way to Argentina. The plan was to take classes at the University of La Plata, an hour’s train ride southeast of Buenos Aires, and then carry out research for my Masters thesis on national development planning. To prepare myself for this adventure, I read James Scobie’s then-recent book: Argentina: A City and a Nation.86 I learned that President Julio Roca’s «Conquest of the Desert» had dealt with the indigenous Indians much like we had done in the United States. The Indians were killed or dispersed. Argentina was otherwise populated by two great streams of immigrants: one stream from Peru, Chile, Bolivia, and Paraguay and the other stream from Europe (Spain, Italy, France, Great Britain…). By 1910, a majority of the population of Buenos Aires had been born abroad. In the central pam86 New York: Oxford University Press, 1965.
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pas, or plains, the land was incredibly rich, with 8-12 feet of topsoil. The country was a traditional source of hides and beef. People often said: «Argentina will prosper as long as bulls do not become homosexual». Unfortunately, the land was divided up prior to mass immigration. Farming was large-scale and inefficient. Tenant farming was the rule in Buenos Aires province and no large, rural, middle class developed.87 Less than two percent of the foreign born residents of Argentina had become naturalized by 1914. Argentina became a country of inhabitants rather than citizens.88 In the 1960s, when I arrived in the country, Argentina had a primarily urban culture. It also exhibited the «Goliath’s Head» phenomenon with a large head and a comparatively small body. At least a third of the population lived in greater Buenos Aires. I flew from St. Louis to Lima, Peru. After a few days, I continued on to Chile, eventually taking a train over the Andes to Mendoza on the Argentine side of the mountains. After retrieving my typewriter from customs, I took a bus to my destination, the city of La Plata, capital of the province of Buenos Aires. In La Plata, I met the leaders of the Rotary Club, who installed me in a hotel room and later in an apartment. They also gave me a mentor, Professor Mario Teruggi, a distinguished geologist and man of letters at the National University of La Plata. Dr. Teruggi and his family befriended me, but other Rotarians also guided my intellectual endeavors. Among them was Professor Silvio Frondizi, a well-known Marxist scholar/lawyer and brother of former Argentine President Arturo Frondizi (1958-1962). I visited Silvio several times in his Buenos Aires home and office. One weekend, he invited me to his country house near Córdoba. I still 87 Scobie, Ch. 5, pp. 112-135. 88 Daniel Poneman, Argentina: Democracy on Trial (New York: Paragon House), p. 9.
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have some faded pictures of Professor Frondizi, his wife and daughter, the daughter’s boyfriend and a mounted gaucho, taken by a creek in the countryside. One of the other Rotarians took me to a bank to set up a checking account. After doing the necessary paperwork, my mentor told me that any time I needed money I could go to the bank and withdraw the funds. «Don’t worry, it will be OK!» After the Rotarian had told me for the third time that there would be no problem withdrawing my money, I realized that something was wrong. This was not a country where one could depend upon institutions. These were interesting times for a budding political scientist. I had arrived in the country two weeks after General Juan Carlos Onganía had deposed elected President Arturo Illia, on June 28, 1966. It was an essentially bloodless coup, but one which was to have dramatic, long-term consequences. Someone showed me a cartoon which had appeared in La Nación, I believe it was, the day after the coup. One could sympathize with people working for the newspaper. What could you publish the day after the armed forces took over your government? The editorial cartoonist found an ingenious solution to this problem. He or she had drawn a picture of the «Constitution» railroad station, marked out with a big «X». (The other big railroad station was called «Retiro».) The caption of the cartoon read: «Constitución ha pasado a Retiro.» On one level, this could mean that the functions of the Constitution station had been transferred to the Retiro station. The intended meaning, however, was: «The Constitution has passed into retirement (Retiro)». A month after the coup, the military took over the last visible source of opposition to the de-facto government, the universities. Everybody knew it was coming. I remember attending a meeting of students trying to decide what to do when the Army arrived at
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the University of La Plata. The meeting broke up with everybody screaming at each other. Eventually, the day came and the military moved in. The university was «intervened» rather than shut down. The new leaders were appointed by the military government and a command style of leadership was enforced. From then on, I would walk to the university past soldiers holding sub-machine guns. A red, water cannon was stationed in front of the campus in case of riots. I felt a little uncomfortable about the sub-machine guns, but never really felt scared. Perhaps it was a lack of imagination on my part. A newspaper article taught me how tricky the situation had become. Students in one of the Faculties of the University of Buenos Aires had called a meeting the night before the military takeover. I think it was the Faculty of Exact Sciences. In any case, the students had invited an American professor to attend the meeting. After the meeting had gone on for a couple of hours, the American decided to go home. But the door was locked and the key could not be found. Then the Army arrived. The soldiers formed two lines outside the door. The students and the professor had to run a gauntlet to get out, while the soldiers kicked and hit them with rifle butts. The next day, the American wrote an indignant letter to the newspaper describing what had happened. Then he got on the next airplane to the United States. It was obvious what had happened. The students had invited the visiting American to the meeting and had locked the door to keep him from leaving. They wanted the foreign professor to share their fate, knowing that the newspapers might publish his account of what had happened. The papers would not dare to print anything the students had written.89
89 July 29, 1966 became known as «Noche de los bastones largos» (Night of the long sticks). Richard Gillespie describes it as follows: «Mounted Federal
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The military take-over of the universities was to assume great significance down the road. I learned later that the President of the University of Buenos Aires immediately resigned, followed by eight deans and 184 professors from the Department of Exact Sciences. Thus began a long and continuous emigration of Argentine professors into exile.90
Political History As my reading continued, I started to get a feel for Argentine history. The years 1862-1930 had seen great economic progress. Prosperity based upon agricultural exports left Argentina on a par with European countries by the time of the First World War. A rural oligarchy ruled the country with little popular participation. The first honest election occurred four years after the passage of the 1912 Sáenz Peña Law. The Radical Party (Unión Cívica Radical), representing middle-class immigrants, came to power in 1916. The leader of this party was Hipólito Yrigoyen, an autocratic, urban caudillo. Yrigoyen served as President for six years with no great distinction—aside, perhaps, from maintaining Argentina’s neutrality in the First World War. He was sidelined for the following six-year term, but was tragically re-elected in 1928, old, senile and surrounded Policemen galloped into the University of Buenos Aires, ordered students and lecturers alike to leave, used their clubs and truncheons with indiscriminate ferocity on those who refused, and finally carried off hundreds of detainees. Sixty students ended up in hospital». Soldiers of Perón: Argentina’s Montoneros. Oxford: Clarendon Press, 1982, p. 63, citing Gregorio Selser, El Onganiato: la espada y el hisopo, pp. 117-28. For obvious reasons, the Argentine newspaper I read at the time did not report the whole story. The American professor was probably Warren Abrose from M.I.T. See María José Moyano, pp. 18-19 of Argentina’s Lost Patrol: Armed Struggle, 1969-1979 (New Haven: Yale University Press, 1995). 90 Ibid.
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by corruption.91 The Radical Party was also unlucky to be in office at the onset of the Great Depression. Yrigoyen was deposed in a military coup in 1930. Conservative/military rule followed. An initially popular uprising was organized by a group of military officers led by the conservative Catholic General José Uriburu. The new government, supported by the spoiled sons of the rural oligarchy, created the inappropriately named National Democrat Party. It won a series of fraudulent elections. The Radical Party, no longer radical or progressive, failed to attract mass support. The Socialist Party was no more successful. Roberto Ortiz, «elected» in 1937, showed liberal/democratic tendencies, but was forced by ill health to resign three years later. He was followed by the reactionary Ramón Castillo. In response to the depression of the 1930s, immigration virtually stopped. European socialists, anarchists and syndicalists no longer arrived in the countryside, to the relief of the large landholders. The economic crisis, writes George Pendle, took the usual form:
Exports declined catastrophically; the prices of agricultural products fell; farmers were threatened with the foreclosure of their mortgages; unemployment increased; the budget was unbalanced; government revenue shrank; and the peso depreciated.92 These problems were compounded by the 1932 Ottawa agreements whereby the British government gave trade preference to countries of the British Empire. The Argentine government saved itself by means of a managed trade agreement with Great Britain called the 91 For a detailed analysis of the Radical Party, see David Rock’s Politics in Argentina, 1890-1930: The Rise and Fall of Radicalism (Cambridge: Cambridge University Press, 1975). 92 George Pendle, Argentina, 3rd ed. (New York: Oxford University Press), p. 77.
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«Roca-Runciman Treaty», which was widely resented by Argentine nationalists.93 Years of depression were followed by the onset of World War II. Following the precedent set by Yrigoyen, Argentina remained neutral until very late in the war.94 Pendle writes that «the coup d’état of 1943 was the result of the revolution of 1930, because that event had restored the monopoly of government to the old landed aristocracy, which refused to acknowledge that a change had occurred in the country’s sources of wealth.» 95 Colonel Juan Perón emerged from this coup as a member of a secret officers’ lodge known as the G.O.U. He had previously served as military attaché in Mussolini’s Italy. As Secretary of War in the new military government, Perón appointed friends to crucial army positions. As Secretary of Labor and Welfare, he gained power over the unions and workers. When military colleagues had Perón arrested to stop his rise to power, the workers— the descamisados, or «shirtless ones»— filled the Plaza de Mayo on 17 October, 1945 to demand his return. Prior to the 1946 presidential election, Perón successfully countered former U.S. Ambassador Spruille Braden’s attempt to discredit his candidacy by means of a «Blue Book» describing corruption and Nazi tendencies in the 1943-1946 military government. Perón was re-elected in 1952. In 1955, he was deposed in another military coup, the Peronist movement having alienated important sectors of the armed forces by proposing his wife Eva Perón as Vice Presidential candidate in 1952 and by attacking the Catholic Church.)96 93 Ibid., pp. 77-78. 94 Ibid., Ch. 5, pp. 73-82. 95 Ibid., p. 88. A more detailed analysis of this period is found in Robert Potash, Army & Politics in Argentina: 1928-1945 (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1969). 96 S ee Eduardo Crawley, A House Divided: Argentina, 1880-1980 (London: C. Hurst & Co., 1984.) for a detailed, readable account of this period. After
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In the decade after Juan Perón took power, in a military/labor alliance, the working classes were incorporated into the political system for the first time.97 The extent of the material and psychological benefits granted working class Argentines was astonishing. In Perón’s first term, during a period of relative abundance, the government nationalized the Central Bank, the railways, the ports, the telephone system and urban transportation and created IAPI, which controlled foreign trade. The national government acquired a merchant fleet, and an airline. Legislation favored labor unions supportive of the government, which retained ultimate control. Union membership expanded from 440,000 in 1941 to 3,000,000 in 1951. Income distribution policy, including pensions, gave salaried workers over half of the national income. Large numbers of hospitals and schools were built.98 Many of these benefits were bestowed by the President’s charismatic wife Eva Perón before her death in 1952. The Peronist state was nationalistic, corporatist, state-dominated, and authoritarian. It was substantially modeled after Italian fascism. The political impact of the first Peronist era in the late 1940s and early 1950s can be gauged by the fact that Peronists still dominate Argentine politics in the first decade of the 21st Century. However, the dominance is psychological rather than ideological. As an ideology, Peronism was—and remains—remarkably flexible, supposedly balancing materialism and idealism, Eva’s death, Perón alienated many Argentines by taking a 13-year old girl named Nelly Rivas as his mistress and living with her in the Casa Rosada, the presidential palace. Asked by a reporter during his exile if this situation had bothered him, Perón is said to have replied: «No, I’m not superstitious.» 97 Richard Gillespie argues that Peronism should not be seen as a class alliance because: 1) class membership has varied over time; 2) institutions have often been as important as classes for the Peronist movement; and 3) class characterizations often neglect important factors such as support from university sectors in the 1970s. Soldiers of Peron: Argentina’s Montoneros, p. 20. 98 Crawley, p. 107.
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individualism and collectivism. According to Juan Perón, in the late 1940s:
There is nothing fixed and nothing to deny. We are antiCommunist because Communists are sectarians, and anti-capitalist because capitalists are sectarians. Our Third Position is not a central position. It is an ideological position which is in the centre, on the right or on the left, according to specific circumstances.99 Patricia Marshak describes the continuing legacy of the Peronist period as consisting of a politicized judiciary, the absence of due process and the rule of law, disrespect for democracy, a mass media become cowardly because of intimidation, demoralized and disorganized political parties, highly politicized and divided military forces, huge bureaucratic unions and a middle class bureaucracy (both attached to the state) and mutually hostile labor unions and military organizations—not to speak of conflict between the Catholic church and the Peronists.100 These things may be true, but it is unfair to blame them all on the Peronist era. They are the outcome of the political, economic, and social history of the country in general. After the 1955 military takeover, the relatively conciliatory General Eduardo Lonardi became de-facto President of Argentina. His slogan was «Ni vencedores ni vencidos» (neither victors nor vanquished), borrowed from 19th Century President Justo José de Urquiza. But Lonardi’s health began to decline and he was pushed aside by the more anti-Peronist «liberal» faction of the military headed by General Pedro Aramburu. The new President signed Decree 4161, which «formally banned 99 Pendle, p. 127, cting Raúl A. Mende, El Justicialismo: Doctrina y Realidad Peronista (1950), p. 106. 100 God’s Assassins, p. 63.
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the use of peronista symbols, slogans and denominations, and forbade the very mention of Perón, Evita and anything peronista».101 In an ultimate insult to Peronists, the military «kidnapped» and hid Eva Perón’s embalmed body. This was too much for nationalistic sectors of the military, including Generals Valle and Tanco, who staged an abortive coup on 9 June, 1956. The coup attempt was quickly suppressed. «Twenty-seven men were summarily court-martialed, sentenced to death and executed by firing squad.»102 Paul Lewis writes:
Such a bloody reprisal was unprecedented in 20th century Argentina. It fixed an unbridgeable gulf between the Peronists and anti-Peronists and doomed any attempts to purge Peronism from the labor movement.103 During my 1966-1967 year in Argentina, I met and talked to a young trade union official in the Confederación General del Trabajo (the Argentine Confederation of Labor). I will call him Rodrigo, since I don’t remember his name. As a teenager in September, 1955, Rodrigo had participated in demonstrations welcoming the military revolt which overthrew Juan Perón. But later he changed his mind. Rodrigo showed me a two-page, single-spaced, typewritten letter from Juan Perón congratulating him on his birthday and expounding on world politics. Perón wrote thousands of such letters in his successful effort to maintain control of the perpetually divided Argentine labor movement from 1955 until his triumphant return in 1973. Letters and tape recordings from Perón were important symbols of authority in the Peronist movement.
101 Crawley, p. 178. 102 Ibid., p. 179. 103 Guerrillas and Generals: «The «Dirty War» in Argentina (Westport, Conn.: Praeger, 2002), p. 9.
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An upper-class lawyer named Spota (I forget his first name) was a member of the La Plata Rotary club in 19661967. Mr. Spota kindly gave me a standing invitation to lunch every Saturday at his apartment. I was happy to accept the invitation, although it involved a four-hour commute to Buenos Aires and back. We had many interesting conversations over drinks and dinner but one stands out in my mind. Mrs Spota told me that when Eva Perón died in 1952, she stood in line for several hours to see the body because she wanted to see Evita dead. I learned that by law in those days, every restaurant in Buenos Aires had to offer a «working man’s lunch» at a very low price. Any sweaty laborer could thus walk into the most elegant restaurant and order lunch. Needless to say, this was not popular with the upper classes. In exile, Juan Perón moved from country to country, avoiding multiple assassination attempts along the way. In Panama, he met a young Argentine dancer called Isabelita, who became his mistress and later his wife. In Venezuela, Perón was visited by Argentine labor leaders seeking his blessing for either electoral or revolutionary strategies. The electoral option now existed because the military government of Argentina had decided in 1958 to attempt a transition to civilian government. However, the Peronists, the largest political force, were not allowed to participate. Perón normally kept all options open to give as many union leaders as possible the impression that he was on their side. This time, however, Perón decided to accept an offer from Rogelio Frigerio, an emissary of Arturo Frondizi. The Argentine Radical Party (Unión Cívica Radical [UCR]) had now split in two. Arturo Frondizi headed the new Intransigent Radical Party (UCRI), which favored integrating the Peronistas into Argentine political life. The more doctrinaire anti-Peronist Radicals had formed a party of approximately equal strength called the Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), headed
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by Ricardo Balbín. Perón decided to accept Frondizi’s offer to exchange covert political support for the enactment of favorable legislation, including returning the CGT (the labor confederation) to worker control, replacement of the Supreme Court, revision of legislation enacted by the military government, and legalization of the Peronist Party. Both Perón and Frondizi publically denied having made such a pact. However, five days prior to the election, the revolutionary Peronist leader John William Cook ordered all Peronists to vote for the UCRI. Frondizi won the election 41% to 25% for Balbín’s UCRP.104 Arturo Frondizi survived as President for a turbulent four years. He reversed his earlier economic nationalism and brought foreign investment into the country to support import-substitution industrialization. In particular, he signed contracts with foreign oil companies, something which was heretical to economic nationalists. Frondizi’s rule was punctuated by multiple military coup attempts, rampant inflation, low-impact bombings, and the repression of strikes. From the perspective of the armed forces, his ultimate sin was to allow Peronist participation in the elections of March, 1962. The Peronists won ten provinces, including the largest, Buenos Aires. The next day, on orders from the military, Frondizi annulled the elections in all the districts won by the Peronists. The unions interpreted this as a betrayal, fulfilling Perón’s prediction: «If we lose, we win nothing. And if we win, we lose everything».105 But for the military, it was not enough. Frondizi was removed from the Casa Rosada and was taken to the prison island of Martín García in the Río de la Plata. However, direct 104 Ibid., pp. 184-6. When asked by an aide if he believed Frondizi would honor his commitments, Perón reportedly laughed and said: «But of course not! All political pacts are signed in bad faith!» Ibid., p. 185. 105 F. Luna, De Perón a Lanusse 1943-1973 (Buenos Aires, 1973), pp. 13743, cited in Gillespie, p. 34.
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military rule was avoided by quickly swearing in José María Guido, the President of the Senate—in the absence of a Vice President.106 Guido’s year and a half in office was characterized by even more confusion and conflict. A series of Ministers of the Economy inconsistently applied «liberal» policies to attack inflation. These policies depressed the economy, created hardship for the workers and aggravated conflict with the unions. The new President voided the electoral gains of the Peronists and illegally declared a year-long Congressional recess. The military split between the colorados (reds) and the azules (blues). The colorados tended to be hard-line antiperonists. The azules were the «professionalists.» They claimed to believe that while the military should have weight in politics, it should not conduct the everyday business of government, let alone install and depose governments. In September, 1964, the azules defeated the colorados in battle, with Calvary General Juan Carlos Onganía, a professionalist, emerging as the winner. His forces pledged their loyalty to the Constitution. Hundreds of colorado officers were forced to retire. However, the colorados were still strong in the Navy and the Air Force. Again led by General Onganía, the Army then fought and defeated the Naval Air Force and the Navy.107 Another accidental President emerged from the elections of July 7, 1963. Although the Peronists were still banned, most people expected a repeat of the 1958 elections, with the winner being the candidate who received the blessing of Juan Perón. But this time, Perón ordered his followers to cast blank ballots. The victor was the little-known medical doctor Arturo Illia of the UCRP branch of the Radical Party, with just under a quarter of the votes cast.108 106 Ibid., pp. 228-231. 107 Ibid., pp. 232-246. 108 Ibid., p. 247.
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Another important development at this time was the 1965 split in the Peronist movement. Augusto Vandor, leader of the CGT, the General Confederation of Labor, had tried to create a Peronism without Perón. However, a rival union group was created called the «62-two organizations that stand alongside Perón,» headed by José Alonso. A great deal was at stake, including large sums of money controlled by the unions. Armando March, head of the commercial employees’ union, was jailed in the late 1960s for stealing US$30 million from his union’s accounts. By 1968, there were two competing union federations: The CGT de Azopardo (referring to the location of the headquarters in Buenos Aires) and the leftist CGT of the Argentines, led by Raimundo Ongaro. In June, 1969, Augusto Vandor was assassinated; José Alonso met the same fate the next year.109 Just before my arrival in Argentina, the supposedly constitutionalist azul General Juan Carlos Onganía overthrew the government of President Arturo Illia. I don’t think Illia did anything particularly wrong. From accounts I have read, his was one of the least repressive governments in 20th century Argentine history. It was certainly not a strong government, as might have been expected from its low level of electoral support. However, the UCRP decided to govern alone, without coalition partners. This proved to be a crucial mistake. The condition of the country was not that bad. Economic growth averaged nearly 10% per year in 1964 and 1965. Although there was 20% inflation, there was «no subversion, no rampant corruption, no perilous threat to the fatherland or its constitutional order.»110 Nevertheless, the Argentine military, like its counterparts in many other Latin American countries, had grown 109 Marshak, pp. 75-79. 110 Daniel Poneman, Argentina: Democracy on Trial (New York: Paragon, 1987), p. 27.
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confident of its own abilities, contemptuous of civilian politicians, and afraid of potentially revolutionary forces. Civilians were also «knocking on the barracks doors,» asking for military intervention. One of these civilians was Russian-born Jew Jacobo Timerman, founder of the flashy news magazines Primera Plana and Confirmado.111 On 29 June, 1966, President Illia was literally pushed out of the Casa Rosada. A poll taken a week after the coup indicated that 66% of the population was happy with the change of government, although one suspects that people might have been less than honest about their true feelings.112 The military declared an Acta de la Revolución Argentina, which deposed the President, the Vice President and all provincial governors and vice-governors. It dissolved the Congress and all provincial legislatures, removed all members of the Supreme Court and the Procurator-General, dissolved all political parties and modified the Constitution by appending a «Statute of the Argentine Revolution.» Catholic and moralistic General Onganía was installed as President with both executive and legislative powers, saying that the armed forces «do not govern or co-govern.» This time, there was no talk of rapid restoration of democracy.113 María José Moyano writes:
Onganía’s decision to rule out by decree the very existence of politics was due not so much to the autocratic will of his regime but to the vision he held of his own role within Argentina. For Onganía genuinely believed he had the 111 Crawley, p. 165, writes: «…the magazines he created became vehicles for the promotion of Army leaders, for the systematic denunciation of the Illia government, and for formulating an updated version of the ‘national security’ rationale… One recurrent figure on the covers of Primera Plana and Confirmado was that of General Juan Carlos Onganía.» 112 Cited in Moyano, Argentina’s Lost Patrol, p. 16. 113 Ibid., p. 277.
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sacred duty to reshape and remoralize his country... Books were burned, the Maipo and Nacional cabarets (equivalents of the Lido in Paris) were closed down because they were considered indecent, censorship commissions were set up to eliminate corruption on television and in the cinema.114 The Argentine population might have remained indifferent, just as it had when political activity was banned, were it not for the fact that the government’s crusade (which even involved entrusting the country to the Virgin Mary’s protection) appeared grotesquely medieval to a nation obsessed with replicating the latest European fads and cultural patterns.115 It has been over forty years since I lived in Argentina, in the young days of Onganía’s «Argentine Revolution». My memories are faded and fragmentary, but I do not recall it being an especially turbulent time. Not for me or—as far as I knew from the self-censored newspapers— for the country. I worked on my Spanish, read the newspapers, attended classes at the University of La Plata, gave talks at Rotary clubs and commuted to Buenos Aires to do my research on the National Planning Agency. Professor Silvio Frondizi expressed interest in my research and often asked me about my findings. I read a lot about Argentine politics and government that year, but I had little idea of what was to come. In the summer of 1967, I packed my bags and flew back to the United States, stopping in Bogotá, Colombia to interview Harvard Professor Richard Mallon, who had worked on development planning in Argentina. In Caracas, Venezuela, I met my brother Charles, who had just completed two years in the Peace Corps in Liberia, West Africa. Then it was back to graduate school in 114 Argentina’s Lost Patrol, p. 19. Patricia Marshak, in God’s Assassins, p. 69, writes that Onganía’s role model was General Francisco Franco and his ideology that of the Spanish Falange. 115 Ibid.
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Madison, Wisconsin, where I studied with the noted Latin Americanist Charles W. Anderson. I received a Fulbright Fellowship to do dissertation research in Colombia in 1970. The following year, I had my first academic job, teaching for a year at Vanderbilt University in Nashville, Tennessee. This was followed by two half-year replacement positions at Coe College in Cedar Rapids, Iowa.
Attempted Revolution As of the late 1960s, all the constitutional means of changing an illegitimate social and political system in Argentina had been blocked. The southern part of the nation’s capital was populated by a large, disenfranchised —but organized—working class. Most of the workers had vivid memories of better times and of a mythological leader who was still alive. In addition, a large, affluent sector of the middle-class had been inspired by the examples of the Cuban Revolution, Fidel Castro, the Argentine Che Guevara, Mao Tse Tung, the Tupamaro guerillas in neighboring Uruguay, the Colombian guerrilla priest Camilo Torres, and radical Catholicism. The Socialist/Communist alliance in neighboring Chile had nearly won the 1964 presidential election and its leader, Marxist physician Salvador Allende, was destined to win the presidency in 1970. Gillespie writes that the radicalization of the Argentine middle classes had more to do with political and cultural factors—losing control of the universities and culture in general—than with social and economic issues.116 Juan Perón had updated his rhetoric. Now he approved of Maoism, the Cuban Revolution and the rebel French students in Paris in May, 1968.117 The military 116 Gillespie, p. 63. 117 Ibid., pp. 40-43.
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government played into his hands. Traditional Argentine nationalism became focused on the denationalization of Argentine industry which resulted from the military government’s liberal economic policies, symbolized by Minister of Economics Adalbert Krieger Vasena. A catalyzing event known as the Cordobazo began the process of transforming small and relatively insignificant leftwing groups into mass organizations. Demonstrations in the Argentine city of Córdoba in May, 1969 were linked by analogy to the Bogotazo, the riots which had destroyed the center of Bogotá, Colombia in 1948. The process of radicalization began in the cities of Corrientes and Rosario. In Córdoba, students and workers made common cause for the first time in protest against police repression. An enormous crowd took over the center of the city, subsequently degenerating into rioting. Within a few days of the Cordobazo, Krieger Vasena had lost his job in a cabinet reshuffle. A further step toward the abyss came on June 30, 1969 when Augusto Vandor was assassinated. Vandor was head of the more conciliatory of the two competing trade union confederations. Donald Hodges writes that Vandor was executed by a Peronist commando for sabotaging the other trade union confederation’s general strike in support of the Cordobázo and for collaborating with the police in repressing the Peronist left.118 The Onganía government reacted by arresting Raimundo Ongaro and 42 other members of the CGT de los Argentinos, the rival Peronist trade union federation. This leftist federation had created a broad-based civic resistance front, including students, some members of the Third World Priests movement, and small businessmen. Within a day, 300 people were in jail, including lawyers for people who had been arrested.119 118 Argentina, 1943-1987: The National Revolution and Resistance, rev. ed., (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1988), p. 61. 119 Crawley, p. 312.
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General Onganía was only to last another year as President. But open resistance to the military had failed. The opposition formulated a new strategy: «Unite from Below; Organize through Combat». Armed operations and kidnappings began in order to raise funds for the rebels.120 The two main guerrilla groups were the Montoneros, formed in 1969, and the People’s Revolutionary Army (ERP), which was organized in 1970. A smaller group, the FAR, was also organized in 1969. Two weeks after the Cordobazo, it firebombed 15 Minimax supermarkets in protest against a visit to Argentina by Nelson Rockefeller, the company’s owner.121 It is common to ascribe a particular ideology to each guerilla group, but the reality was ideological confusion rather than clarity. The People’s Revolutionary Army (ERP), for example, came out of a Trotkyist tradition. It turned to Maoism during the Chinese Cultural Revolution and then morphed into a rural warfare tendency associated with Che Guevara. Many of the Montonero rebels began in the traditionally conservative Catholic Action movement. Gillespie writes that «radical Catholic ideas crucially undermined the conservative hold of the church over many thousands of Argentine youth».122 Some Montoneros, like Fernando Abal Medina and Carlos Gustavo Ramus began their activism as 14-year old members of the Falange-inspired Tacuara, which used to beat up Jewish schoolchildren, among other activities.123 One of the keys to understanding this period is that most of the urban and (briefly) rural guerillas came from 120 Ibid., pp. 296-321. 121 Moyano, Argentina’s Lost Patrol, p. 26. 122P. 53. 123 A left-wing branch of the Tacuara movement (MNRT) emerged in 1962. A faction of this group engaged in Argentina’s first real urban guerrilla operation. They confiscated a trade union clinic payroll, which, as Gillespie notes (pp. 50-51), «hardly enhanced MNRT chances of workingclass approbation».
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the middle classes rather than from the industrial working class movement. Gillespie writes:
The launching of the urban guerillas was an initiative ‘from above’, the decision of small groups of militants rather than a response to widespread popular demand; and though the combatants were to be eulogized by Peron and to enjoy considerable popular sympathy during the early 1970s, they were never to be able to eliminate the traces of their elitist origins, never able to transform the ‘special formations’ of the Peronist Movement into a truly popular army.124 On May 29th, 1970, ten of the twelve members of the tiny Montonero organization kidnapped General Pedro Aramburu, the former President whose government had executed the 27 Peronist rebels in 1956. The general was «tried» and executed the next day. Less than two weeks later, an already weakened President Onganía was removed from his position by the Commanders-in-Chief of the military. His replacement, General Roberto Levingston, lasted less than nine months in office. Levingston’s replacement was Army General Alejandro Lanusse. General Lanusse was different. Although he had participated in an anti-Peronist revolt in 1951, and had been imprisoned until 1955, Lanusse proclaimed a Gran Acuerdo Nacional, a Great National Agreement which would ultimately return Argentina to civilian rule. He lifted the ban on political party activity. Lanusse was willing to talk to the Peronists, and even to Juan Perón himself. The idea was to unite adversaries in order to fight the enemy, the left-wing guerrillas.125 The union
124 Pp. 59-60. 125 Crawley, pp. 344-348.
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bureaucrats were as interested in combating the guerrillas as the traditional political parties and the military. The first electoral rule set down by Lanusse was that only people who resided in Argentina continuously from 25 August, 1972 until the elections on 25 March, 1973 could be presidential candidates. Juan Perón could thus not be a candidate unless he arrived in the country by August 25th. The second rule was that individuals who held government office after 25 August, 1972 were ineligible for the presidency. Lanusse himself would be ineligible if he continued in the presidency after that date. 126 What came to be known as the «Trelew Massacre» occurred on August 20 th 1972. Twenty-five guerillas escaped from the Rawson prison in southern Chubut province. Six of them, including the leaders of the ERP and the FAR, escaped from Trelew airport on a hijacked plane. The other 19 were re-captured; 16 were shot by naval personnel that night.127 This event sparked a CGT strike, demonstrations and revenge killings by the guerrillas.
The Return of Juan Perón President Lanusse warned that the Argentine military did not carry weapons just for show. Perón remarked that it was the officers’ heads that were ornamental, since they never used them. Perón, now 77 years old and infirm, outwitted the generals by running a proxy for the presidency: Héctor Cámpora.128 Lanusse, who also ruled himself out as presidential candidate, had no attractive proxy. Perón encouraged the left-wing of his 126 Ibid., p. 358. 127 Ibid. 128 Cámpora was also ineligible to be a presidential candidate, given his frequent trips out of the country. Given the implicit threat of an even less acceptable candidate, the military allowed the election to proceed anyway. Ibid., p. 369.
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movement, the Juventud Peronista and the guerrilla organizations, and attacked some of the union bosses. He presented himself as the great conciliator, the man who could unite labor and management. His strategy was to unite Argentines against the military government. The main Peronist slogan for the election was: «Cámpora al gobierno, Perón al poder!» (Cámpora to the government, Perón to power).129 Although the Juventud Peronista was attracting huge crowds demanding the return of Perón and the end of military dictatorship, leftist violence and kidnappings did not decrease in the run-up to the elections. The ERP stole US$850,000 from the National Development Bank, close to the Plaza de Mayo, and kidnapped and killed the head of Fiat-Argentina, Oberdan Salustro. The same day, Army Corps commander General Juan Carlos Sánchez was assassinated in Rosario. However, as Crawley writes, this was a revenge killing for his effectiveness in eliminating guerilla organizations in the area. The military was making progress in countering the guerrilla offensive.130 Hector Cámpora won the presidential elections of March, 1973 with nearly 50% of the total vote. Perón’s Judicialist Liberation Front won 20 of 22 governorships, 45 of 65 seats in the Senate, and 60% of the seats in the Chamber of Deputies. The inauguration was a carnivaltype event, attended by Presidents Salvador Allende of Chile and Oswaldo Dorticós of Cuba. Happy crowds chanted: «se van, se van, y nunca volverán» (they are going, they are going, and will never return). Crowds blocked the car of U.S. Secretary of State William Rogers as he attempted to make his way to the Casa Rosada, the government house. This was the high point for the leftist groups within the Peronist movement, which had been 129 Ibid., p. 371. 130 Ibid., pp. 356-7.
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encouraged by Perón. The Montoneros selected six governors and two cabinet members in May, 1973. There had been talk of amnesty legislation, but people on the streets took the matter into their own hands in demanding that prisoners be released from the prisons. Cámpora was forced to issue pardons to keep the process from getting completely out of control. Three hundred and seventy one prisoners were freed, mostly guerillas. The Congress then abolished a special federal court that had been set up to try alleged terrorists. One of the dismissed judges was subsequently assassinated; attempts were made on the lives of two of the others.131 This was a lesson for the military, which decided that jailing suspected terrorists was not sufficient. The new government established diplomatic relations with Cuba, North Vietnam and North Korea and called for a new Pan-American union which excluded the United States. The Federal Police’s Department for AntiDemocratic Information was abolished and its files were burned. But astonishingly, the ERP published a declaration entitled «To the People: Why and against what the ERP will continue fighting,» stating that although it would refrain from attacking the Cámpora government, it reserved the right to continue attacking the security forces.132 Cámpora and his Vice President resigned on July 13, 1973 in order to hand the presidency to Perón by means of a subsequent election. The Peronist Revolutionary Tendency supported Cámpora for Vice President, but Juan Perón decided to do what he had been prevented from doing in 1952 and picked his wife (Isabel) for the position. The Peronist right was overjoyed. In the presidential election on September 23, 1973, Perón defeated his nearest rival Ricardo Balbín 62% to 24%. The next day, the government issued a decree declaring 131 Poneman, p. 36. 132 Moyano, Argentina’s Lost Patrol, p. 34.
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the revolutionary ERP illegal.133 On September 6, the non-Peronist Left attacked the Army Medical Corps headquarters in Buenos Aires. Then José Rucci, SecretaryGeneral of the CGT, was assassinated. The Montoneros were to take credit for this killing a year later.134 Perón was scheduled to return to Argentina from Spain in triumph on June 2nd. Instead, the return was a disaster. Two to three million people awaited Perón’s return at the Ezeiza airport in a festive mood. A private security guard of some 3,000 heavily armed men was assembled around the podium and in nearby airport buildings, lead by retired Colonel Jorge Osinde. Donald Hodges argues that Osinde’s security guard ambushed the Montoneros and the other revolutionary groups as they tried to assemble in front of the podium. Crawley, María Moyano and others say that the Revolutionary Tendency shares some of the blame. The security guard had heard that the Left was planning to assassinate Perón and became alarmed when a huge column of Montoneros and Peronist Youth, lightly armed with pistols, tried to move into position in front of the stadium. In any case, 20-30 people were killed—mostly leftists and «civilians»— and hundreds were wounded. Advised of the situation, Perón’s plane landed at another airport.135 The writer was generally familiar with what was happening in Argentina as Juan Perón assumed the presidency for the first time since 1955. I taught Latin American Politics one semester at Coe College and subscribed to the Latin American Weekly Reports, one of the best ways of keeping up with developments in the region. But it wasn’t personal yet. 133 Crawley, p. 398. 134 Ibid., pp. 398-400. 135 See Hodges, p. 121; Crawley, pp. 387-388; Moyano, p. 35. Crawley writes: «…Osinde personally directed an improvised torture centre. Others, less fortunate, were lynched; literally torn limb from limb or hung from the trees» (p. 388).
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In 1974, I was living in Nashville again, still working on my dissertation. One day, I read a short article about Argentina in the Nashville Tennessean which said that Professor Silvio Frondizi, brother of the former President, had been dragged out of his Buenos Aires apartment by his hair. His son-in-law—the young man I had met at the country house near Córdova in 1967—had been killed trying to protect Silvio. Dr. Frondizi’s badly-beaten body was found near the Ezeiza Airport in Buenos Aires.
The “Dirty War” At the end of the decade, I taught for a year on a fellowship at Wesleyan University in Middletown, Connecticut. Robert Cox, editor of a small, high quality, English language daily called the Buenos Aires Herold, had left Argentina in December 1979 after repeated death threats to his family. Cox was invited to Wesleyan for a two-day seminar on the press in Argentina. Today, nearly three decades later, what happened during the Dirty War has been well documented, but at that time it was new and terrifying.136 «Dirty War» usually refers to the state terrorism which began with the military coup in 1976 and lasted until the restoration of democracy after the 1982 Malvinas/ Falkland Islands War, tapering off in the final years.137 This is the story as Robert Cox told it in 1980, fleshed out with material from published sources:
In order to regain power, Perón had encouraged the revolutionary wing of his movement. Yet, upon leaving 136 See the bibliography. 137 Some Argentines and writers on the left do not like the term «Dirty War», which was invented by the Argentine military. They argue that the conflict was so one-sided that there was no «war»; it was primarily repression.
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Argentina in 1955, Perón had sufficient fascist credentials to be «given asylum by right-wing dictators like Stroessner of Paraguay, Pérez Jiménez of Venezuela, Trujillo of the Dominican Republic, and Francisco Franco of Spain.»138 Still, even after the Ezeiza airport massacre and the purge of everyone in the government who believed in Argentine socialism, many leftists «went on believing that Perón was really the intrepid revolutionary they created in their collective fantasies.»139 They blamed repressive measures as necessary tactics and said that the President was being misled by his advisors. The final split with the Revolutionary Tendency came on May 1st, 1974, during Perón’s speech to a crowd of 100,000 people at the Plaza de Mayo. The Montoneros and Juventud Peronista, 60,000 strong, chanted: «Qué pasa?, Qué pasa?, Qué pasa, General, que está lleno de gorilas el gobierno popular?» (What’s going on General? Why is the popular government full of gorilas?). Perón became infuriated and called the young people «useful idiots» and «mercenaries in foreign pay». In response, the Montoneros and Juventud Peronista turned their backs and walked out of the Plaza, drums beating, while the President continued to speak140 Although the Revolutionary Tendency had lost the support of the government and was being hunted by the military and the police they had weapons, organization, large numbers of middle-class supporters and a great deal of money. (In l975, the Peronist Youth and the Montoneros collected a world-record ransom of over $60 million dollars for Jorge and Juan Born of Bunge and Born, Argentina’s largest multi-national corporation.
138 Robert Cox, «The Second Death of Perón?» 139 Ibid. 140 See Gillespie, pp. 148-150, and Crawley, pp. 409-410, for descriptions of this event. «Gorila» refers to right-wing military officers who are called apes.
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Fifty million dollars of this ransom was sent to Cuba for safe-keeping.)141 Juan Perón died after a year and a half in office. He was succeeded by Vice President Isabel Martínez de Perón. Her key advisor was a shadowy figure named José López Rega, a man who claimed to have co-authored a book with the Arch Angel Gabriel. López Rega founded a death squad called the Argentine Anti-Communist Alliance (AAA).142 (Cox told us that Argentine parents hissed his name when they wanted to frighten their children into behaving.) According to Robert Cox, there was a killing every 14 hours by November of 1974. The Buenos Aires Herald was the only newspaper operating without censorship. Jacobo Timerman’s La Opinión was the only other newspaper reporting on dead bodies found on the streets. The ERP was not even to be mentioned. Newspapers had to refer to «a revolutionary organization banned some time ago by the government». Foreign reporters were pretty much confined to one building so their phones could be easily tapped. Sometimes, the listeners in the shadows would break in and ask the reporters not to talk to the New York office in English so they could understand. At least 1,358 lives were lost during the Peronist restoration between 1973 and 1976. Inflation was approaching world record levels and Argentina was nearly to the point of stopping international debt payments. The military finally deposed an incompetent Isabel Perón in March, 1976.143 This was a much harder coup 141 Gillespie, p. 252. 142 Marchak, p. 112, writes that the AAA was established within, or with the approval of, the Ministry of Social Welfare, headed by José López Rega. It included some police, some army personnel and some people contracted for this purpose. Some copycat groups operated under this name as well. 143 Military historian Alain Rouquié notes that the Argentine army displaced the Argentine middle classes in 1930, the export agriculture oligarchy in
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than in 1966. As before, the military dissolved the Congress and provincial legislatures and replaced the President, governors and judges and banned political party and student political activity. In addition, however, it attacked organized labor. Trade union funds were frozen, the CGT and the most important unions were «intervened» and strikes and collective bargaining were made illegal.144 The coup was nevertheless welcomed by many sectors. The new military leaders promised law and order and a return to family values. Argentines were used to military governments and many preferred what they anticipated would be a return to stability in contrast to the chaos the country had experienced during the most recent Peronist era. A wealthy Argentine woman said: «My husband is so happy over the coup that he’s going to pay taxes for the first time ever».145 According to an editorial in the Buenos Aires Herold:
«The entire nation responded with relief when it was realized that firm hands have taken over the reins of government... It is impossible not to admire the style of these reluctant revolutionaries... These are not men hungry for power, but men with a duty, which they have stated with seriousness.»146 The upper-income groups were willing to tolerate some repression of Peronists and guerrillas in exchange for peace and quiet. Ironically, the Montonero leadership also welcomed the coup, in spite of severe losses and an absence of lower-class support for their activities. The 1943, the labor unions and populist parties in 1955, the industrial sectors in 1962, the traditional political parties in 1963, and the unions and populism again in 1976. The Military and State in Latin America, p. 287, cited in Marshak, p. 65. 144 Gillespie, p. 228. 145 Daily Journal (Venezuela), April 5, 1976, cited in Marshak, p. 148. 146Cited in Marshak, p. 212.
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Montonero leadership reasoned that they would gain support now that the real enemy was in charge.147 A military Junta consisting of the commanders of the three services took over the government: Lieutenant General Jorge Videla of the Army; Air Force Brigadier General Orlando Ramón Agosti, and the Navy commander, Admiral Eduardo Emilio Massera. Two government ministries went to each of the services: the Army received Interior and Labor; the Air Force got Defense and Justice; and the Navy took the Foreign Ministry and Social Welfare.148 The army incorporated the entire AAA death squad network into its operational structures, with the exception of José López Rega. Shortly after the coup, General Benjamín Menéndez announced: «We are going to have to kill 50,000 people: 25,000 subversives, 20,000 sympathizers, and we will make 5,000 mistakes.» General Ibérico St. Jean, Governor of Buenos Aires Province, said: «First we will kill the subversives; then we will kill all their collaborators; then their sympathizers; then those who are indifferent; and finally, we will kill all those who are timid.»149 To this end, approximately 340 secret detention centers were established to interrogate, torture and kill suspected subversives.150 The Montoneros had succeeded in forcing 500 large business firms to pay a monthly protection fee against kidnapping or assault on their executives. The AAA acquired this list and required the companies to pay them too. When the military took over the government from Isabel Perón, the army also got the list and negotiated a
147 Marshak, God’s Assassins, p. 147. 048 Iain Guest, Behind the Disappearances: Argentina’s Dirty War Against Human Rights and the United Nations. (Philadelphia University of Pennsylvania Press, 1990), p. 23. 149 International Harold Tribune, 26 May, 1977. 150 The number of detention centers is from CONADEP, the National Commission on Disappeared Persons, cited in Paul Lewis, Guerillas and Generals: The «Dirty War» in Argentina, p. 151.
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substantial contribution from the businesses for the fight against subversion. Jacobo Timerman describes the rationales for the killings in Prisoner Without a Name; Cell Without a Number:
The Montoneros assassinate those engaged in their suppression; those who they believe are so engaged; those whom they regard as doing nothing to oppose those who suppress them; those who speak up against violence of both the Right and the Left because of their belief that members of the violent Left are accomplices of the Right; second-rank politicians who are friends of first-rank politicians who refuse to make deals with the Montoneros; politicians who they imagine might at some point interfere with their future plans because these politicians are liberals and would attract leftist youth; and leftist journalists who are opposed to violence and hence plant confusion in the minds of Montonero guerrilla fighters.151 The Triple A engages in killing Montoneros, or those they assume to be Montoneros; they murder liberal politicians because their demands for legal trials of arrested Montoneros are regarded as a form of complicity with the Left; they murder defense lawyers of arrested Montoneros, regarding them as a branch of the guerrilla force; and they murder writers and leftist journalists, even though the latter may be anti-guerrilla, because their denunciations of right-wing terrorism are regarded as weakening the repressive will of Argentine society.152 The terror was carried out by men in unmarked Ford Falcons with no license plates. They would come to the
151 New York: Alfred Knopf, 1981, p. 44. 152 Ibid. Timmerman (p. 20) reports that on the same day he received two letters threatening to kill him, one from a rightist and the other from a leftist organization.
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door, identify themselves as members of the security forces, and ask you to come with them. Sometimes they were less polite, as in the case of Silvio Frondizi.153 The off-duty policemen would then warn the family not to publicize the disappearance, or the person would never be seen again. Perhaps the relatives themselves would be kidnapped. The next day, a moving van would come to the door and the entire contents of the apartment would be taken away. In his 1980 presentation, Cox estimated that 800 people had been killed by leftist guerrillas and perhaps 15,000 by the rightist death squads. Nearly 9,000 deaths of people who disappeared were documented in the 1984 publication Nunca Más: The Report of the Argentine National Commission on the Disappeared.154 The disappeared were sometimes called ausentes para siempre, absent forever. They were some, but not all, of the victims of the military and the right-wing organizations. Estimates of the deaths range from the conservative 6,000 of the Organization of American States Human Rights Commission to 7,500 by the Commission for the Defense of Human Rights in the Southern Cone to 20,000 by Amnesty International, to 30,000 by Donald Hodges.155 Robert Cox describes the psychological effects of terrorism in an article entitled «Calling Terrorism by Name in Argentina»:
153 Donald Hodges (p. 122) writes: «The assassination of Frondizi came in response to a press conference … in which he, along with three other lawyers, publicly denounced the mass murders and tortures by the armed forces in Catamarca Province. The military was specifically charged with having assassinated sixteen members of a rural guerrilla column of the ERP after they had surrendered. A fifth colleague, Alfredo Curuchet, was intercepted by the AAA and executed on his way to the conference.» 154 New York: Farrar Straus Giroux, 1984, Introduction by Ernesto Sábato. This report is available on the World Wide Web. 155 Paul Lewis, Guerillas and Generals, pp. 147 and 161, ft. #1.
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People accepted terrorism as if it were simply an extension of the violence that they saw every day on their TV sets. They wanted to feel that it had nothing to do with them. ...It was important to feel that violence would remain removed, affecting only other people and that there was always a reason for it. People adapted to changed circumstances by simply switching sides. Those who had supported armed violence by the left would suddenly shift to the right when the army seemed likely to win. If a schoolteacher suddenly vanished—was ‘disappeared’ by the unidentifiable ‘security forces’— she deserved her fate. ‘She must have been a communist,’ people would say. ‘She was probably indoctrinating the children she was teaching.’156 The Argentine Navy, under Admiral Massera, effectively took over the Argentine foreign ministry. Thirty ambassadors were retired within three days of the coup against Isabel Perón. Fifty other career officers followed within two months and unqualified Navy personnel occupied key positions. Admiral César Guzetti was appointed Foreign Minister. He defended the terror before the United Nations in August, 1976 as follows:
Subversion or terrorism of the right is not the same thing. When the social body of the country has been contaminated by a disease that corrodes its entrails, it forms antibodies. These antibodies cannot be considered in the same way as the microbes.157 A Captain Beto, one of the interrogators of Jacobo Timerman said: «Only God gives and takes life. But God is busy elsewhere, and we’re the ones who must undertake this task in Argentina.»158 Juan Perón claimed 156 P. 2. 157 La Opinión , Oct. 3, 1976. 158 Timerman, Prisoner Without a Name; Cell Without a Number, p. 31.
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that «violence in the hands of the people is not violence, it is justice.» A Peronist labor leader declared that his opinion of the rightness of torture depended upon who was undergoing this treatment («depende de quien sea torturado»). General Videla’s definition of a terrorist was: «not only someone with a gun or bomb, but also anyone who encourages their use by ideas incompatible with Western Christian civilization».159 Argentina had become a country which had slipped its moorings; it had lost track of reality. There was no accepted constitutional framework, no consensus on the proper economic system and no agreed upon morality or religious foundation. The Catholic Church was deeply divided. There was a minority Third World Priests movement, consisting of about 400 of the 5,000 Argentine priests. Perhaps half of the Third World Priests were persecuted during this period. Some examples are the assassination of Father Carlos Mugica in May, 1974 and staged automobile accidents which killed Bishops Enrique Angelelli in August 1976 and Carlos Ponce de León in 1977. The mainstream Church was conservative and strongly antiMarxist. It remained largely silent in the face of the disappearances, killings and torture. Cardinals Juan Carlos Aramburu (Buenos Aires) and Raúl Francisco Primatesta (Córdoba) defended the military Junta.160 Papal Nuncio Pio Laghi reportedly told a woman looking for her missing husband: «You have been adopted by Amnesty [International]. That proves that you are subversives because Amnesty only adopts subversives.»161
159 Clarín, December 18, 1976, cited in Marshak, p. 150. 160 Padre Domingo Bresci, cited in Marshak, God’s Assassins, p. 256 and Lewis, p. 184. 161 Marguerite Feitlowitz, Argentina and the Legacies of Torture, p. 221. In fact, Amnesty International only «adopts» prisoners of conscience who have not used violence.
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Nor did Argentina have a sense of common history. V.S. Naipaul wrote in The Return of Eva Perón that «history in Argentina is less an attempt to record and understand than a habit of reordering inconvenient facts; it is a process of forgetting.» «Where jargon ends by competing with jargon, people don’t have causes. They only have enemies.»162 Cox argued that the result of all of the above was a complete breakdown of communication in the society, which is to say a complete breakdown of civilization as we understand it. The Junta had decentralized operations for its «Dirty War» to a substantial number of police and military units, each of which operated with near total autonomy. The units were harder to infiltrate that way. It also meant that friends and relatives of the disappeared could not intercede, no matter how well connected they were.163 One hundred and nine Argentine lawyers disappeared between 1976 and 1983. Another 24 were murdered and over 100 were detained without charge or trial.164 It is understandable in this light that the press «voluntarily» refused to report bodies in ditches, mutilated corpses on garbage heaps and in burned-out cars. Many reporters also did moonlighting; they would work both for a newspaper and for one of the security services. Naturally, they would not write about their other employer. La Opinión and the Buenos Aires Herold were the only newspapers willing to publish anything about the disappeared— unless the material could be ghosted and published abroad first. Having been published abroad, a story might be safe to use within the country. The conservative La 162 pp. 119-120. 163 Timmerman, pp. 26-27, writes: «Each officer of a military region had his own prisoners, prisons, and form of justice, and even the central power was unable to request the freedom of an individual when importuned by international pressure. 164 Guest, p. 26, citing Nunca Más, p. 416-24.
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Prensa deserves honorable mention for having been one of the few newspapers to have published the names of 6,000 people who had disappeared. 165 This was a document furnished by Dr. Pérez Esquivel, who won the 1980 Nobel Peace Prize for his work in this area. Máximo Gainza, the former publisher and owner of La Prensa, reports that his newspaper subsequently lost 10,000 readers. «People did not want to know what was happening.»166 From the perspective of the guerrillas, the enforced self-censorship of the press was particularly damaging because the political objectives of their operations were not reported. To the extent that the assassinations and bombings had political objectives, that is. Richard Gillespie in Soldiers of Perón and María Moyano in The Lost Patrol convincingly argue that guerrilla operations became increasingly militarized over time and political objectives were marginalized. This is illustrated by the manner in which the guerrillas decided to confront the Argentine Anti-Communist Alliance death squads. Moyano writes that Ricardo Balbín, leader of the Radical Party, would have been a natural and possibly effective ally in opposition to illegal repression. Balbín had become a close friend of Juan Perón and was the only politician able to influence Isabel Perón. However, the Montoneros assassinated Balbín’s friend Arturo Mor Roig, former Interior Minister under General Lanusse and a prominent Radical politician. Balbín subsequently cut off all contacts with the guerrilla groups.167
165 In «At least 10,000,» Robert Cox wrote that the Buenos Aires Herold, which he had edited, was the only newspaper which—to his knowledge— had published this list as a news story, free of change. Some other newspapers accepted payment to print the list as an advertisement. Index on Censorship, 9.3, p. 46. 166 Marshak, p. 215. 167 Moyano, p. 157.
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The international response to the Dirty War is recorded in great detail in Ian Guest’s book Behind the Disappearances: Argentina’s Dirty War Against Human Rights and the United Nations (1990). Organizations such as the United Nation’s Human Rights Commission and Amnesty International played a notable role in exposing the barbarity of the repression of the 1970s in Argentina. The Carter administration in the United States between 1976 and 1980, with its emphasis upon human rights, was helpful on a number of occasions. It might have saved the life of Jacobo Timerman, although the Israeli embassy may have helped as well. Anybody in Argentina outside the military government could be «disappeared» for a price and nothing would happen. For psychological reasons, people would not want to get involved. If they knew what was going on, they would feel responsible, so they didn’t want to know. People were also afraid. Formal communications were so bad that people didn’t hear about the magnitude of the killings. The Mothers of the Plaza de Mayo would gather in the square facing the Casa Rosada (the presidential palace) holding pictures of their missing children. Many porteños (citizens of the port, Buenos Aires) thought they were crazy and called them «las locas de la Plaza de Mayo» (the crazy women of the Plaza de Mayo). Cox summed up as follows:
Argentina is in appearance a country very much like the U.S. Food is plentiful [it Was then]; it is almost self-supporting in oil. It should, today, enjoy the prosperity of an Australia or the relative stability of a Canada. But when you leave Argentina as I have you take with you an understanding of how Germany fell under the thrall of Hitler, and why so few of those good Germans noticed what was happening to the Jews or other people who opposed the Nazis. You
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also understand the fear that Stalin injected into Russian life for generations to come.168 The explanation is the failure of human communication expressed in every way and at every level of life, from the frightened silence of a family terrified by an act of terrorism, to the ostrich-like behavior of the media or the failure of a government to accept responsibility with power or to acknowledge its acts. This failure is compounded by every conceivable act of personal disloyalty, from children who betray their parents to men of the cloth who justify illegitimate violence. All this treachery happens when institutions crumble, when traditions are not respected, when human dignity is trampled underfoot.169
State Terrorism From the perspective of human rights violations, the major difference between the second Peronist period (1973-1976) and the era of military government that followed was that the military Junta systematized and bureaucratized the repression. The Junta initiated El Proceso (The Process). This was state terrorism, violence designed to frighten a larger population.170 Torture chambers had been prepared and personnel had been trained and assigned to man them. Each of the services had its security zone to «pacify». There was also cooperation with security agencies in neighboring countries. «Under the name Operation Condor, six Latin American countries agreed to allow one another’s assassination squads to move freely around their territories.»171
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«Calling Terrorism by Name,» p. 13. Ibid. Marshak, p. 6, citing the classic definition by Hannah Arendt. Marshak, God’s Assassins, p. 149.
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Historically, the nearest equivalent to the disappearances were the Night and Fog decrees used by the Nazis to remove several hundred members of the Resistance and sow terror in Nazi-occupied Europe... The Junta turned disappearances into a government policy and in so doing gave new meaning to the concept of state terror. It was as deliberate, methodical, and calculated as collecting tax, and as such very much out of character with the haphazard brutality of previous military regimes.172 As in other Latin American countries, the Argentine military justified torture as being necessary in order to prevent guerrilla attacks at short notice and to penetrate the cell organization structure of the subversive organizations. Paul H. Lewis describes what happened in the «operating rooms» as follows:
Methods ranged from simple beatings to more complex torments with electric prods. Beatings could be applied with the fists, rubber truncheons, boots, wooden clubs, or even metal bars. Burning with cigarettes and the insertion of sharp instruments under fingernails and toenails were other crude methods. Another common torture was to hang prisoners upside down from a bar and lower them into a vat of water, keeping them there almost to the point of drowning. That was called «the submarine». 173 Alternatively, prisoners could be lowered into feces. There was also the ‘dry submarine’, in which a victim’s head was covered with a plastic bag until suffocation occurred. Female prisoners were almost certain to be 172 Guest, Behind the Disappearances, p. 32. See Feitlowitz, «Night and Fog,» in A Lexicon of Terror, pp. 63-89, for a first-hand description of what being «disappeared» involved. 173 Lewis, p. 152, citing OAS, Report, pp. 219-220 and CONADEP, Nunca Más, pp. 28-54 and 479-480.
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raped at some point in their incarceration, usually frequently... Psychological torture was common. There were mock executions, and sometimes prisoners were forced to watch real executions. Sometimes the victims would see their spouses or children brought in and threatened with rape and torture unless they talked.174 For a prisoner to be «sent up» or «transferred» meant to be killed.175 Killing the prisoners served the function of protecting the people who ordered or did the dirty work. It also served to deflect international pressure, since the dead could not talk Initially, the victims would be reported as having been «shot while trying to escape». After the 1976 coup:
There were daily reports in the newspapers of clashes between the security forces and the ‘subversives’ in various parts of the country, replete with casualty figures: so many guerillas killed, so many policemen or soldiers. Gradually, however, a suspicious trend set in. Ever larger numbers of dead guerrillas resulted from these clashes, whereas government casualties were nil.176 The National Commission on the Disappeared discovered later that in most cases, there had been no fighting. The bodies of prisoners who had been killed earlier were simply place on the «battlefield».177 Other means of disposing of the bodies included burial in mass graves and dropping the drugged bodies into the South Atlantic Ocean. Former naval commander Adolfo Francisco Scilingo has admitted taking part in two of these death flights. He estimates that the Naval Engineering School (ESMA), a notorious detention and 174 Ibid. 175 A transfer is permitted during a state of siege under Article 23 of the Argentine constitution. Poneman, p. 130. 176 Ibid., p. 157. 177 Ibid.
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torture center, killed between 1,500 and 2,000 people in this fashion. Scilingo testified that «death flight» duty was rotated to virtually all officers in the Navy. This was considered «a form of communion», a «supreme act we did for the country». In one flight, Scilingo shoved thirty drugged people out the door of the airplane into the ocean.178 Rotating «death flight» duty also had the virtue of avoiding individual responsibility and creating a sense of unity through shared guilt. On the return flight no one said a word; back at the ESMA, Scilingo drank himself into a long, deep sleep and then went to confession, where he was immediately absolved. ‘It was a Christian form of death,’ the priest assured him and, bastardizing a parable from Matthew 13:24, explained that subversives were the weeds sown by the enemy among the wheat. The tares had to be burned, so the wheat could be gathered into the barn. ‘And that,’ says Scilingo, ‘is how we were taught to save Western, Christian civilization from the Red terror.’179 A substantial number of young women taken prisoner during the «Dirty War» either had young children or gave birth while in detention. Often, the woman would be killed and the baby given to a military family to raise. There were perhaps 500 such cases. The powerful movie La Historia Oficial (The Official History/Story) dramatizes one of these events. For an outsider, it is difficult to understand how the Argentine military could have been so brutal, not to say sadistic. A specialist on genocide studies would be better equipped to explain this behavior. However, it seems relevant that Argentina’s military forces were physically and psychologically isolated from the world of civilians. Young recruits were taken in at the age of sixteen and 178 Feitlowitz, A Lexicon of Terror, p. 196. The material in quotation marks is from Verbitsky, La Solución Final, p. 2. 179 Feitlowitz, p. 197.
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required to live on, or next to, the base until they reached the rank of Lieutenant Colonel, some twenty years later. They were bound by a medieval code of honor, and by a military code of justice that was totally separate from the civilian code and called for total obedience to the orders of superior officers.180 The vicious cycle of tit-for-tat killings between the guerillas and the security forces was an important reason for the extreme brutality of the Dirty War. The writer remembers reading of an episode in which a sixteen-year old girl befriended the daughter of Federal Police Chief Cesáreo Cardozo in order to place a bomb under the man’s bed.181 The girl later remarked on the sacrifice this had entailed for her: not killing someone, but having to associate with such people before setting off the bomb. For both the guerrillas and the security forces, the opposition was no longer human. The guerrillas suffered much more than the security forces in these exchanges; the insurgents rationalized this outcome by claiming that «worse is better». The worse the repression, the more support they would ultimately receive from the population. The methods of the Dirty War took the guerillas by surprise and were quite effective, if totally immoral. Most of the torture of prisoners yielded no useful information on the insurgents. But only a small percentage of «success» was sufficient to roll up the guerrilla networks. Patricia Marshak quotes a former Montonera named «Zaneta» as saying:
We never thought that things would turn out the way they did... Some of us used to say, ‘If they take you to jail pregnant, what can they do to you? Pull your hair, a slap 180 Guest, p. 13. 181 This occurred on June 18, 1976. Moyano, p. 233.
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on the cheek… Now we know that there are almost five hundred children missing because the military stole them. That gives you a picture of how ingenuous we were.»182 One prisoner at EMSA, the Navy torture center in Buenos Aires, said that «approximately 95% of the captured guerrillas of all ranks spilled their guts of everything they knew... They also helped to suggest strategies for uprooting the rest of the organization.»183 Montonero Juan Carlos Scarpati and his wife estimated that only 5% of the 6,000 guerrillas and their supporters who were captured were found by police work. The vast majority were arrested as a result of prisoners cruising the streets with their captors, pointing out subversives and hideouts. Collaboration was the real cause for the total collapse of the guerrilla movements after the coup. Perhaps before the coup a captured guerrilla might hold out under torture, knowing that within a few days a human rights lawyer would bring a habeas corpus petition before a judge and get him transferred to another jail... Now there was no limit to the torture, no judge to intervene, no press to publicize the case.184 The Scarpatis’ statement that 95% of the captured guerrillas «spilled their guts» may have been a rationalization to justify their own behavior. Still, it is clear that the Montonero statement that 95% of their captured combatants revealed nothing under torture and that «torture is quite tolerable and... resistance is no problem if there is ideological certainty» was nonsense.185 182 God’s Assassins, p. 123. 183 Lewis, p. 155. 184 Ibid., pp. 155-156. Only two detainees during the Dirty War were released as a result of a habeas corpus writ, one of whom was Jacobo Timerman. Nunca Más, p. 400ff, cited in Guest, p. 26. Habeas corpus only works if a prisoner can be found, not if the person has «disappeared». 185 Gillespie, p. 217, citing «Juicio revolucionario a un delator,» Evita Montonera, vol 1, no. 7 (Sept., 1975), p. 21. A Montonero named Fernando Haymal was sentenced to death and executed in 1975 by his fellow guerrillas for talking after four days of torture.
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Eighty percent of the Montonero combatants were captured or dead by the end of 1976, including many of the top leaders. Mario Firmenich and other top Montonero leaders went into exile at the end of 1976 and the beginning of 1977. They stopped in Cuba to collect the $30 million dollars that remained of the ransom money which had been deposited there for safekeeping (without interest). Then they dispersed to Europe, Mexico and Central America.186 The ERP’s organization likewise disintegrated under severe pressure from the military. It stopped functioning after mid-1977. The Montoneros struggled on until late 1979.187 The Dirty War continued, spinning out of control. Officers at the Navy School of Mechanics and other torture centers acted on any bit of information. «If someone’s face appeared on a wanted poster they pulled in his tailor, his barber, anyone remotely connected to the wanted man.»188 Bizarre mistakes were made. One victim was abducted because he belonged to the Argentinian Federation of Psychiatry, which happened to share the same initials (FAR) as one of the three left-wing revolutionary movements (Armed Peronist Forces). One curious fourteenyear-old boy wandered into the ESMA by accident. When they discovered his father was a Communist he was atrociously tortured to death.189
186 Gillespie, p. 252, writes that 50 million dollars had been transferred to Cuba in 1975 for safekeeping, without interest. See Jorge Castañeda, Utopia Unarmed: The Fall and Future of the Latin American Left (New York: Alfred Knopf, 1993), pp. 9-14, for an account of what happened to this money. 187 Ibid., pp. 159-161. Lewis, p. 189, writes that the triumph of the Nicaraguan Sandinistas led the Montoneros to launch a last, suicidal, offensive in Argentina, believing that this event signaled «the beginning of a hemispheric wave of revolution that would sweep away the puppet regimes of U.S. imperialism». 188 Ian Guest, Behind the Disappearances, p. 30. 189 Ibid., pp. 30-31, citing Nunca Más, p. 375.
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Jacobo Timerman’s autobiographical book Prisoner Without a Name, Cell Without a Number (1980/81) played an important role in publicizing the Dirty War. As indicated earlier, Timerman had founded important news magazines and had served as editor of La Opinión, one of the two or three newspapers which reported on the events of the Dirty War. But his experience illustrates the point that there were few heroes in this story. James Neilson became editor of the Buenos Aires Herold after Robert Cox departed Argentina after death threats to his family. Neilson writes:
It was only when Timerman was a free man again that human rights became his absorbing passion. (He had in 1966 conducted a vicious propaganda campaign against the elected government of President Arturo Illia, helping to create a propitious climate for a military coup that destroyed what may have been Argentina’s last chance of becoming a democracy.) On many other occasions he involved himself in anti-democratic cabals, military or civilian. (This was not unusual in Argentina, where politics, while often murderous, is not taken seriously.)190 It was not that he had lacked courage before; he had, after all, dared to take on Isabel Perón’s ruthless adviser José López Rega when most Argentines cowered before him. It was simply that in common with most of his countrymen he had not regarded human rights as a matter of importance. The lesson to be found in Timerman’s experience is that those who contribute to the destruction of «bourgeois morality» are dismantling their own defenses as well as those of their enemies. Like
190 «The Education of Jacobo Timerman,» World Press Review, January, 1982, p. 31.
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thousands of other educated, sensitive, and politically knowledgeable Argentines, Timerman took the cruelty that began to pervade Argentine society for granted.191 He apologized for its governments, understated their shortcomings, and explained away their lapses... This was the role he was beginning to assume when he was seized. But then the violence came hissing up through the cracks he had helped to make and reached him and he learned what happens when ideology overwhelms humanity. His countrymen have not even begun to learn that lesson, thus ensuring that Timerman will by no means be the last «prisoner without a name» in a «cell without a number.»192 Destroying the guerrilla groups was not the only point of the Dirty War. Crawley notes that over half of the people who were disappeared (this term had become a verb) after March 24, 1976 were ordinary employees and workers.193 Any sort of grass-roots union organization was sufficient cause for arrest. Even before the 1976 military coup, the national government could imprison people during a state of siege for an indefinite period, without specific charges and without recourse to legal proceedings. The legal justification was called the National Executive Power or PEN.194 After the March, 1976 coup, there was no need for legal mumbo jumbo; grass roots union organizing was a de-facto crime. It was at this point that the war being waged by the military had its most obvious point of contact with the 191 Ibid. 192 Ibid. Additional reasons for Timerman’s arrest, which he fails to mention in his book, were that he had employed a number of guerrillas on the staff of La Opinión and that his co-owner David Gravier had laundered money for the Montoneros. There was never any evidence of Timerman participating in the laundering operation, however. See Lewis, pp. 169-176. 193 Crawley, A House Divided, p. 430. 194Marshak, God’s Assassins, p. 128. Ch. 8 of this book allows those «imprisoned under PEN» to speak for themselves. Detainees had the legal option of choosing between jail and exile, although this was often ignored.
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drastic economic turnaround engineered by [Minister of Economics] Martínez de Hoz. Political scientists coined a word for it: de-mobilization. This meant breaking the back of union militancy (as well as of political resistance in any form or colour) by the most ruthless use of force and terror.195
The fall of the military junta The military Junta proved more adept at killing suspected guerrillas than at running foreign policy and the economy. Thirteen billion dollars was spent on building up the military in anticipation of a war with Chile over three islands in the Beagle channel. International negotiation had yielded a decision favorable to Chile, which the Argentine government refused to accept. War was avoided at the last moment when Pope John Paul II offered to serve as mediator—at General Videla’s urging. Large sums of money were also spent in preparation for the World Cup soccer matches in Argentina. The Junta accumulated US$40 billion in debt and public expenditure as a percentage of gross domestic product doubled. The peso was overvalued. Martínez de Hoz raised interest rates and tried to open the economy to foreign competition to combat inflation, but he could do little about the militaryrun industries, which could not be privatized. Nor could he raise prices for public services, which was seen to be inflationary. The peso was not devalued because this would make paying back the foreign debt more difficult. The price of this strategy was a frenzy of buying cheap imported goods while domestic firms went bankrupt.196 195Crawley, p. 430. 196 Lewis, pp. 164-165. Guest (pp. 12-13) writes: «By 1976 Argentina’s armed forces were running steel mills, petrochemical plants, electronics factories, newspapers, and radio stations... One army enterprise, ‘Fabricaciones Militares’ was largest single employer in the country.»
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Argentina moved rapidly into a state of fantasy, its capital city becoming the most expensive in the world, its affluent citizens buying up swathes of real estate in Uruguay, Brazil and Florida, inflation still roaring ahead at 140% and production declining fast in tandem with it.197 The share of national income of salaried workers as a percentage of national income declined from nearly one half to one third from 1975 to 1980.198 Capital flight reached the level of twenty billion dollars. Shortly after Argentina won the World Cup, the InterAmerica Commission on Human Rights (IACHR) visited the country. (The IACHR is the human rights investigative arm of the Organization of American States.) The fact of the visit and the relative freedom granted the investigators was related to the human rights emphasis of the Carter administration in the U.S. and its threat to cancel Export-Import Bank financing for the Yacyreta hydroelectric project on the Paraná river. In spite of government advertising and posters proclaiming «Los Argentinos somos derechos y humanos» (we Argentines are righteous and humane), thousands of people testified before the Commission. The IACHR received 5,580 allegations of human rights abuses and subsequently released a devastating 374-page report.199 One of the strengths of the military Junta had been its inter-service unity. This unity cracked for a variety of reasons, one of which was a murderous campaign by Admiral Massera to attain the presidency for himself. Former military President Lanusse and his allies were one of the targets of this campaign, along with Ricardo Balbín of the Radical Party. Evidently, Massera saw Lanusse as a military liberal and as a competitor for the presidency. Massera also attempted to gain political support from 197 Crawley, pp. 435-436. 198 Daniel Poneman, Argentina: Democracy on Trial, p. 5. 199 See Guest, pp. 170-179.
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the Peronists and reportedly met Montonero leader Mario Firmenich in Paris.200 The military Junta became isolated. It had failed in economic policy and the regime was a pariah internationally because of its human rights abuses—with the ironic exception of the Soviet Union, which became a major market for its exports. In October, 1980, the Junta of Commanders-in-Chief designated General Roberto Viola to replace President Videla. General Viola received a warm welcome in Washington, where new President Ronald Reagan and his U.N. Ambassador Jeane Kirkpatrick downplayed human rights concerns. The American government even got Argentine help in the struggle against Marxism in Central America. But Viola got a reputation as being soft and too willing to seek political normalization domestically. Then the peso went into free fall after two devaluations. Viola had a heart attack and was replaced as President on December 22, 1981 by General Leopoldo Galtieri, who retained his position as Commander-in-Chief of the Army. The failure of the April 1982 attempt to reclaim the Falkland Islands (Malvinas) from Great Britain was the final nail in the coffin of the military Junta. The invasion was designed to increase the domestic popularity of the Junta. Initially it succeeded. The Montoneros sent a cable from Cuba asking permission to return to Argentina to fight the British.201 However, the war had been launched prematurely, many of Argentina’s best troops were on the border with Chile, there was little international 200 According to Paul Lewis, ESMA (Navy) task forces were responsible for the kidnapping and murders of Héctor Solá, Argentine Ambassador to Venezuela, and Mónica Mignone, the daughter of Lanusse’s former education minister; and the kidnapping of Adriana Landaburu, the daughter of Lanusse’s former Air Force secretary. Then there was the kidnapping and death of Edgardo Sajón, Lanusse’s former press secretary, and the murder of his sister-in-law, the diplomat Elena Holmberg. Holmberg made the mistake of learning too much about Admiral Massera (pp. 165-168). 201 Lewis, p. 191, citing Jordán, El Proceso, pp. 334-335.
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support, and the Junta lied to the public about what was happening. Riots broke out in central Buenos Aires after the population learned that the war was lost. In June, the Junta replaced Galtieri with retired general Reynaldo Bignone. At the insistence of political party leaders, Bignone set a timetable for elections. On September 22, the Junta issued Decree Law 22, 924/83 which abolished punishment for any crimes committed during the Dirty War by either side. It became known as the Self-Amnesty Law.202 The main candidates in the October, 1983 election were Italo Luder for the Peronists and Raúl Alfonsín for the Radicals (UCR). Luder had once served as leader of the Senate. Alfonsín was co-founder of an Argentine human rights organization called the Permanent Assembly for Human Rights (APDH). Admiral Emilio Massera ran as representative of his Party for Social Democracy, but was disqualified by preventive arrest. He was indicted for murder by a brave federal judge.203 The Peronists urged the faithful to vote for Juan and Evita Perón. Alfonsín noted that the two Perons would have made excellent candidates, but unfortunately for their followers, both were dead. Robert Cox said that with better representatives, they might have risen above the handicap of being dead. This is what the military wanted. Contrary to expectations, Argentines gave Alfonsín 52% of the vote to 40% for Luder. The Radicals won a majority in the House of Deputies and six governorships, including the largest, Buenos Aires province. The Peronists won 12 governorships and denied the Radicals a majority in the Senate.
202 Lewis, p. 193. 203 Ibid., p. 194.
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The Trial Raúl Alfonsín was one of the only political leaders in Argentina to speak out against state terrorism at a time when to do so was to risk your life. He also opposed the Malvinas War. Alfonsín summed up what had happened in his country during the Dirty War in two sentences: «Intentamos derrotar al diablo con sus propios armas. Como resultado, la Argentina se convirtió en un infierno» (We fought the Devil with his own weapons. As a result, Argentina became Hell).204 This became known as the «Two Demons» theory. Upon assuming the Presidency, Alfonsín retired half of the generals and one third of the admirals in the Navy. One thousand two hundred retired and active-duty officers requested visas and air fares out of the country. Within two years, 51 of 53 generals would retire. Threefourths of the one-year conscripts were sent home. The military budget was reduced by half to 3.1% of the gross domestic product. The First Army Corps, with its headquarters in Buenos Aires and at the nearby Campo de Mayo base, was dissolved. The 10th Infantry Brigade would no longer be in the Palermo District of the capital, just three miles from the Casa Rosada, the presidential palace. Police reforms were initiated in the Ministry of the Interior.205 Alfonsín also tried to remove the external justifications for a large military budget. To this end, he promised that military means would not be used to try to recover the Malvinas Islands and he concluded a peace treaty with Chile. Alfonsín was also the first Argentine president to require that military officers swear to defend the constitution, as opposed to the patria, or country.
204 I attribute this quote to Raúl Alfonsín based upon my memory of a newspaper article. Iain Guest, p. 379, also attributes the quote to Argentine Foreign Minister Dante Caputo. 205 Poneman, p. 86.
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Some of Alfonsín’s advisors proposed that the President force all high-ranking officers into retirement, but he did not do so. As Poneman writes, to eliminate the generals and admirals would bring the colonels and the majors to the fore. The higher ranks merely gave the orders in the Dirty War. «The junior officers were the ones steeped in the gore: not ideal candidates to lead the newly democratized armed forces.»206 The new President created the National Commission on Disappeared Persons (CONADEP), headed by the novelist Ernesto Sábato. Although unable to subpoena witnesses or compel testimony, the organization produced a remarkable report entitled Nunca Más! (Never Again!) in September, 1984, based upon 50,000 pages of testimony. Within weeks, it became a best-seller and sold over 200,000 copies.207 This document recorded 8,961 cases of disappearances. CONADEP’s brief was to establish the fate of the victims; the report did not give the names of those responsible for the Dirty War atrocities or provide the names of those killed by guerrilla violence. However, giving testimony was undoubtedly cathartic for Dirty War survivors and for families of the victims. All 13 members of the CONADEP executive committee belonged to the Radical Party or were human rights advocates. Remarkably, CONADEP was not supported by Nobel Peace Prize winner Adolfo Pérez Esquivel or by the Mothers of the Plaza de Mayo. Human rights advocate Emilio Mignone declined to give legal advice to the Commission. Argentines are not noted for their ability to compromise.208 The Mothers criticized Nunca Más! 206 Ibid., p. 89. The President could also have appointed retired officers who had no connection with El Proceso, but they might have lacked the respect required to command obedience in the military. Ibid. 207 Guest, p. 386. 208The English word «compromise» is significantly difficult to translate into Spanish. See Susan and Peter Calvert, Argentina: Political Culture and Instability, p. 150. Paul Lewis, p. 209, writes that Pérez Esquivel suspected
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for not listing the names of the torturers, for not emphasizing the innocence of most victims, for underestimating the number of the victims (they believed that 30,000 was the correct number) and for including the «two demons» theory in the introduction.209 Conservatives complained that Ernesto Sábato was an admirer of Ché Guevara and the Cuban Revolution. The Forum for Studies on the Administration of Justice argued that Nunca Más! was based on unsubstantiated testimony and that investigators were too emotionally involved to be objective. CONADEP’s job «should have been carried out by judicial magistrates, who would have deposed the witnesses under oath with potential sanctions for perjury».210 Three days after taking office, Alfonsín said to the nation: «The democratic government has announced its firmest determination to restore a state of law in Argentina.»211 Then he sent legislation to the Congress that would rescind the Self-Amnesty Law and make the Supreme Military Council’s decisions subject to review by the Federal Court of Appeals. Although the Argentine constitution forbids ex-post facto laws, the President’s legislation passed. Congress ratified Decree No. 157, which held Montonero and ERP leaders criminally responsible for insurrection for having violated the amnesty of May 1973. It also ratified Decree No. 158, which applied to the nine officers who had served on the first three Juntas of the Proceso.212 The government’s original idea was to try the senior officers responsible for designing the campaign of state Alfonsín of wanting to limit the scope of the trial. Guest, p. 554, footnote #6, notes that many members of the human rights community did support CONADEP. 209 Lewis, p. 210. 210 Ibid., pp. 209-210. 211 Poneman, p. 140. 212 Lewis, pp. 207-208.
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terrorism and those who carried out the crimes. Alfonsín wanted to try the top Montonero leaders, but this never happened. Military courts were to serve as the trial courts. They were given 180 days to complete each trial, with appeal to civilian federal courts being mandatory. Civilian federal courts would issue final judgments. Beginning with military courts was supposed to give the armed forces a way of cleaning their own house, but it did not work. The military courts were unwilling to pursue the cases and the federal appeals courts of Buenos Aires took over the trials in December 1984. This was a major event, comparable to the Watergate Affair in the United States. There is probably no precedent in world history for a country trying its last nine leaders. The sensational trial lasted five months. Prosecutor Julio César Strassera chose 709 individual victims to illustrate the pattern of murder. He opened the trial with the words: «I am not alone. I am accompanied by the 9,000 disappeared.» In his summation, Strassera said:
We Argentines tried to obtain peace founded in oblivion, and we failed... We searched for peace by way of violence and extermination, and we failed... From the moment of this trial and the sentences I propose, we have the opportunity to establish a peace based in remembering and not forgetting, in justice and not in violence. This is our opportunity; it may be the last.213 In response, Admiral Massera said:
I didn’t come here to defend myself. No one has to defend himself for having won a just war, and the war against terrorism was a just war. Nevertheless, I am on trial 213 Ibid., p. 99.
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because we won a just war. If we had lost it none of us— neither you nor we—would be here now. Because long before this the high judges of this Court would have been replaced by turbulent ‘people’s tribunals’ and a ferocious, unrecognizable Argentina would have replaced the old fatherland. But, here we are—because we won the war of arms and lost the war of psychology.214 Prosecutor Straserra said that there were two possibilities. One was that there was a war, in which case Massera, Videla, Viola and the others were war criminals. The other possibility was that there was no war, in which case the defendants were common criminals. In either case it was necessary to punish them in order to establish «that sadism is neither a political ideology nor a military strategy, but simply a moral perversion.» The court’s verdict was that the Argentine constitution and existing legislation gave the government sufficient power to deal with the insurgency. There was no need for kidnapping, torture and summary executions. As to Admiral Massera’s arguments, the members of the Juntas were not on trial for having won a war, but for the means they had used to do so.215 The Federal Court of Appeals then instructed the Supreme Military Council to try lower ranking officers with operational responsibilities.216 Five of the six members of the first two Juntas were convicted on counts of torture, abduction, murder and rape. Jorge Videla and Emilio Massera received sentences of life in jail. Viola got 17 years, and the others eight, and four years respectively. Four defendants were acquitted. Hardly anybody was satisfied with the outcome. Defenders of the Proceso claimed with some 214 Cited in Lewis, p. 224. 215 Ibid, pp. 223 & 225. 216 The President’s original draft law specified that only those who gave orders or exceeded them would be held responsible for human rights abuses, thus protecting the lower ranks. Congress inserted the phrase «except where [the accused] committed atrocious or aberrant acts.» Lewis, p. 228.
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justification that the trial was based on ex post facto legislation. The defendants, who had won the war against subversion, had been made scapegoats. On the left, human rights activists protested against dismissal of some of the charges and the «light» sentence received by Viola and some of the others. Strassera himself expressed disappointment that some of the defendants had gotten off and others had received too little punishment. The response of the defendants was predictable and demonstrated the need for the sentences. However, to the present writer, the reaction of Strassera, Hebe de Bonafini (leader of the Mothers of the Plaza de Mayo) and some other human rights activists demonstrated a lack of political maturity. If the country was to operate under the rule of law for the first time in its history, decisions of the courts demanded respect. It is understandable that people whose children had been killed would be unhappy with less than life sentences for those responsible. But what did they expect to happen? Could the government jail the entire Argentine military? It was a miracle that Alfonsín had become President, had temporarily brought the military under control, and had held this trial. What would happen if Alfonsín did not receive the full support of the population? Finally, it is important to acknowledge that the guerrillas were partially responsible for having provoked the «Dirty War». This is not to diminish the culpability of the military. Nothing can justify the brutality and sadism of the repression. It is simply to say that the state terror would not have happened without the guerrilla campaign. The trials of the military Junta commanders did not prove to be a complete success. Jaime Malumud-Goti, who advised President Alfonsín on setting up the trials, has written authoritatively on the matter. He says that the trials did serve a number of positive functions. They «provided a... means to come to terms with the past, to instill individual responsibility, to establish the... truth,
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and, most of all, to write the country’s recent history in the language of moral responsibility.» 217 And the courtroom drama was certainly effective. An army major told Malumud-Goti that his sons would often ask him, upon returning from school: «Are you, too, a murderer?»218 Part of the problem was the nature of the judiciary. The judges appointed for the trials were inexperienced and «hardly anybody, including lawyers, bases their position on the courts’ decisions». Judicial decisions lack authoritativeness.219 The military saw the courts’ decisions as demonstrating the administration’s control over the judges, used as an instrument of revenge. The human rights activists also saw the courts’ decisions as political; the decisions reflected the administration’s objective of making peace with the military. An effort to judicialize politics ended up politicizing the judiciary.220 Finally, the assassins of the AAA and the thugs of the Metal Workers’ Union, etc., were never brought to justice.
Denouement The Argentine military became increasingly opposed to the trials. Intermediate-level officers felt that it was unjust to punish them for what they did while their superiors ate dinner in the rooms next to the torture chambers. The anger of the military was increased by the comparatively lenient treatment accorded the former guerrillas. Many former Montoneros and members of the ERP had been released under the military’s Self-Amnesty Law. But they had not been re-arrested when this law was cancelled, unlike lower-ranking military officers. These included,
217 218 219 220
Malamud-Goti, Game Without End, p. 183. Ibid., p. 177. Ibid., p. 181. Ibid., p. 198.
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for example, the twenty-seven former insurgents who had been arrested for the murder of General Jorge Cáceres and his wife.221 Lt. Colonel Aldo Rico led a carapintada (painted [blackened] face) military revolt against the Alfonsín government in April, 1987. A few weeks later, the President sent the Congress a «Due Obedience» bill which exempted lower-ranking officers from prosecution in human rights cases.222 Colonel Mohamed Seineldín, a famous commando, led another carapintada revolt in December 1988. This rebellion forced Alfonsín to grant a 40% increase in military salaries and replace his loyal commander of the Army. On January 23, 1989, sixty guerrillas from a leftist group called Movimiento Todos por la Patria (MTP), having learned nothing from the experience of the Dirty War and state terrorism, attacked the Third Infantry’s garrison at La Tablada on the outskirts of Buenos Aires, pretending to support Colonels Rico and Seineldín. This episode discredited the Left and forced President Alfonsín to side with the armed forces.223 Alfonsín had inherited a country with 600,000 people unemployed, many more underemployed, an external debt of US$43 billion and over 300% inflation.224 His administration proved unable to deal with the situation. High inflation was followed by hyperinflation. Peronist candidate Carlos Menem won the next presidential election, Alfonsín being constitutionally ineligible for reelection. The inflation was so bad that Alfonsín turned over the Casa Rosada to Menem ahead of schedule. 221 Lewis, p. 228. 222 Lewis, p. 229, reports that although 300,000 people demonstrated in the Plaza de Mayo against the revolt, the commander of the Army was unable to get any military unit to act against the rebels. Alfonsín himself went to the Campo de Mayo to meet Colonel Rico. 223 Ibid., pp. 229-231. 224 Crawley, p. 334.
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President Menem discarded decades of Peronist statist tradition by embracing neo-classical economics. He linked the Argentine peso to the U.S. dollar, privatized the economy, and linked Argentina to the United States in foreign policy. Menem granted an unpopular pardon on October 8, 1989 to 277 officers who had been convicted of human rights violations during the Dirty War. The pardon also covered charges of misconduct during the Falkland/ Malvinas War and taking part in the carapintada revolts. Finally, sixty-four former Montoneros were freed or exempted from prosecution. Montonero leader Mario Firmenich and former military leaders Videla, Viola, Massera, Agosti, Lambruschini, Camps and Súarez Masón were not pardoned. The pardons were presumably intended to strengthen Menem’s position with the military. Lewis writes that Colonel Seineldín, who had led the 1988 revolt against the Alfonsín government, had dinner with the President in the official residence in Olivos the day after the pardon.225 Seinedín’s choice for Defence Minister unexpectedly died. The new Minister was adamant that the chain of command must be respected and discharged Colonel Rico. After hearing threats from Seineldín and his followers, Menem changed sides. Preparing himself for the conflict, Menem announced that there would be another wave of pardons at year end and increased salaries for Army officers. Seineldín and his followers engaged in a bloody revolt, which was put down. The Supreme Military Council sentenced Seineldín and his ringleaders to life terms in jail. Menem then pardoned the remaining leaders of the military Juntas and the guerrilla leaders.226
225 Lewis, p. 236. 226 Ibid., p. 237.
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On March 3, 1995, investigative journalist Horacio Verbitsky, a former Montonero, published «The Final Solution» in the morning newspaper Página 12. This was the first report on a year’s worth of interviews with Adolfo Francisco Scilingo, who admitted to have taken part in the Argentine Navy’s «death flights» during the Dirty War, as described earlier. This material was later compiled into a best-selling book called El vuelo (The Flight). President Menem’s response was to say: «Scilingo is a crook. He is rubbing salt on old wounds». Menem then striped Scilingo of his military rank.227 From a human rights perspective, the most dramatic event of the 1990s was a nationally televised speech about the Dirty War by Army Chief of Staff General Martín Balza, April 25, 1995. Balza said:
The armed forces, and specifically the army, the branch for which I am empowered to speak, believed erroneously that the body politic lacked the necessary antibodies to confront the situation, and once again took power, abandoning the road to constitutional legitimacy. This error led to... illegitimate means of obtaining information, including the suppression of life... Again I wish to repeat. The ends never justify the means... To be just we must recognize that in this conflict among Argentines almost all of us are guilty, by commission or omission, by our presence or our absence, by recommending or passively allowing it to happen... Even though we might wish to deposit the guilt with a few, in truth the guilt resides in the collective unconscious of the entire nation. I give this order to the Argentine army, and in the presence of all Argentine society: No one is obliged to obey an immoral order or one that violates military laws or rules. Whoever does so shall... be severely sanctioned. 227 Feitlowitz, p. 197.
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Let me say clearly, and without euphemism:
It is a crime to violate the national Constitution; It is a crime to give an immoral order; It is a crime to execute an immoral order; It is a crime to employ unjust, immoral means to accomplish even a legitimate objective [emphasis in the original].228 General Balza achieved star status in Argentina on the basis of his address to the nation. Surprisingly, he had been saying much the same thing within the army as early as 1992, but this information had not penetrated the wall between the military and the civilian world. The Air Force and the Navy were forced to follow Balza’s lead, although, some said, in a «lite» version. Admiral Pico ruined much of the positive effect of his institutional apology by saying on radio that «Alfredo Astiz, the notorious infiltrator of the Mothers [of the Plaza de Mayo], ‘had all the moral qualities to be an officer of the navy’». President Menem agreed that «Astiz is a good officer». The French and Swedish governments were outraged. (Sweden sued Astiz for killing a young Swedish woman.)229
Epilogue This is the story of the Argentine «Dirty War» and its aftermath through the end of the 20th Century. It is a never-ending story which continues to reverberate throughout Argentine history, much as the history of the
228 Ibid., p. 224. 229 Ibid., p. 227.
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Holocaust reverberates throughout German history.230 Nestor Kirchner became President of Argentina in May, 2003. He had been a leftist in his youth, a member of the Juventud Peronista. Upon assuming the Presidency, Kirschner replaced the members of the Argentine Supreme Court. In June, 2005 this court overturned the amnesty laws «Ley de Punto Final» (Full Stop Law) and Ley de Obediencia Debida (Law of Due Obedience). The «Dirty War» trials began again and continue today. The previous pages describe the «Dirty War» as the present writer sees it, informed by some excellent books on the subject. Others may see it quite differently, of course. Malumud-Goti writes: «An outstanding feature about Argentina is the way in which lack of formal, authoritative institutions has contributed to a multiplicity of versions of recent history.»231 One of the most valuable insights I gained from my year in Argentina in the late 1960s was that my own political views were not well represented in Argentine politics. I could not find a place on the political spectrum for my North-American liberalism. This may still be the case. Paul Lewis ends his 2002 book by writing: Apart from a few sincere moderates, no one on either side of Argentina’s political divide is really interested in human rights as a universal principle. No one is really interested in constitutional procedures, either. The president bribes legislators to pass his bills, or else he ignores them and rules by executive decree.232 The reader may have noticed that I subscribe generally to Raul Alfonsín’s «Two Demons» explanation of the Dirty War. But, of course, this is a metaphor; there were no
230 Jacobo Timerman compares rationalizations for the Dirty War to rationalizations for the Holocaust on pp. 154-158 of Prisoner Without a Name; Cell Without a Number. 231 Game Without End, pp. 179-180. 232 Guerillas and Generals, p. 252.
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demons. For the most part, the killers on both sides were normal human beings, just like us.233 This may be the most frightening part of the story. If these people had been born in Sweden, for example, 95% would have lived normal, respectable lives. The political and cultural context is important, both nationally and internationally. The greatest tragedy of Argentine history, in my opinion, is that the country has never developed a satisfactory political system. The Argentine case is unique in Latin America only in the scale and systematic organization of the repression of middle class people. Military governments tortured and killed people during this period in Chile, Uruguay, Brazil, Guatemala, El Salvador and elsewhere. But the particular turns and twists of Argentine history matter; background variables matter; what happened to particular people matters; and it matters how we perceive the Dirty War in retrospect. These events are not really «far away and long ago.» Something similar could happen nearly anywhere.
And the abyss? the abyss? The abyss you can’t miss: «It’s right where you are— A step down the stair.»234
233 María José Moyano (p. 164) writes in Argentina’s Lost Patrol: «The theory of the two demons or two terrorisms, which considers armed struggle and state terror as two sides of the same coin, allows Argentine society to forget that at one stage it supported armed struggle unequivocally. The two demons theory also allows the political class to forget that the 1973 amnesty law received a unanimous vote in Congress, and that party leaderships failed to condemn armed struggle or illegal repression until late 1974.» I agree with Moyano’s statement. However, it seems to me that the «two demons» approach is often used as a straw man, there being little demonic «theory» here. 234 Theodore Roethke, «The Abyss», in The Collected Poems of Theodore Roethke (Garden City: Doubleday, 1963), p. 49.
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The great virtue of books such as Patricia Marchak’s God’s Assassins and A Lexicon of Terror, by Marguerita Feitlowitz, is that they let the participants tell their own stories. There is no other way to emotionally understand the Dirty War in a country as fragmented as Argentina. Ultimately, it was a tragedy in which people in impossible situations either learned from their experience or did not learn. «‘History is made in a slow fire’, and the people know that the wind is the teacher.»235 I recall learning about the horror of the Dirty War from a book called State of Fear, by Andrew Graham-Yooll of the Buenos Aires Herold. The book includes a story about a photographer in Buenos Aires who took the wrong picture of people waiting for Juan Perón’s return at the Ezeiza airport on June 2nd, 1973. Two people of opposed political tendencies were pictured together; this picture got on a poster; and somebody thought this meant something politically. The photographer’s name got on a list and one day he was picked up by two men in an unmarked Ford Falcon. He was pushed in the back seat of the car. The men began to discuss whether they could kill him and dump the body near the Ezeiza airport in time to come back and pay the electric bill. The photographer was so scared he shit in his pants. The men decided that time was short—perhaps the traffic was bad—so they just kicked him out of the car with a warning. The photographer ran back to his studio and, without taking time to clean himself up, went through his files, destroying every picture that might conceivably be incriminating. Several years later, after the Dirty War had died down, the photographer and his wife got an invitation to come to a bar in the city for an asado, a barbeque. The invitation was from the men who had
235 «Juan Guillermo» citing the lyrics to a popular song. God’s Assassins, pp. 139-140.
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intended to kill him. It was their way of saying «sorry, nothing personal.» Even more remarkably, the photographer and his wife attended the event.236 Perhaps they were scared not to go. I began this narrative by describing my arrival in La Plata, Argentina in 1966 and how I was welcomed by Professors Mario Teruggi and Silvio Frondizi, who was later killed by the Argentine Anti-Communist Alliance.237 After my lecture at the School of Social Sciences, on March 19, 2008 an ANU professor named Guillermo Anad told me that he was from La Plata. Guillermo knew the members of the Teruggi family, whom I had lost track of decades ago. We talked about the various family members and the house the Teruggis used to live in. I recalled attending a 15th birthday «coming out» party for Mario and Cupi’s daughter. My main impression was how grown-up the «kids» seemed, wearing suits and ties and talking about national politics. Professor Anad gave me a copy of an Argentine journal called La Pulseada (No. 45, November, 2006), which contains an homage to Mario Teruggi. Professor Teruggi had been Director of the Argentine Museum of Natural Sciences in La Plata. He authored five scientific books and 120 articles. A previously unknown mineral has been named after him («terrugite»). Mario also wrote a dictionary of «lunfardo», the Italianate slang of southern Buenos Aires, plus several novels. A second article in La Pulseada is about Mario and Cupi’s son Benardo Teruggi, now a musician and orchestra director in Argentina. Bernardo was 15 years 236 Andrew Graham-Yooll, State of Fear: Memories of Argentina’s Nightmare (London: Eland & Hippocrene, 1986), Ch. 2, pp. 24-36. First published in part as Portrait of an Exile (London: Junction Books, 1981). 237 An on-line article entitled «Silvio Frondizi ante la condición humana», by Sylvia Ruiz Moreno, lists seven books and twelve shorter manuscripts authored by Dr. Frondizi. http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/ arentina/silvio.htm. Accessed 3/16/2008.
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old on September 16th, 1976 when a 16-year old classmate and friend named Claudia Falcone was kidnapped. This was the «Night of the Pencils» in La Plata, when seven teenagers who had organized in favor of subsidized bus fares were disappeared and tortured; only one survived.238 Three months later, Bernardo’s sister Diana, her husband, and two other people were killed by security forces at their home, Calle 30, between 55th and 56th streets. According to the story, they were running a Montonero print shop to denounce tortures, killings, death flights, and the horror of ESMA, the Naval Engineering School. Diana’s young child, Clara Anahí Mariani, was taken away. She may have been given to a military family to raise. Relatives have been searching for her for thirty years. The case of Diana Teruggi and her daughter is briefly described on page 302 of Nunca Más!
238 Feitlowitz, p. 179.
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Films . . . . . .
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ÍNDICE
Introducción
7
La organización del espacio urbano en el contexto del subdesarrollo latinoamericano. Una propuesta metodológica para la zonificación de áreas metropolitanas en la conttemporadeidad: el caso de Monterrey, N. L. México Eduardo Sousa González
15
Anexos gráficos y estadísticos
43
Environmental and land use planning decision support system: an application example Ardeshir Anjomani, Ali Saberi and Naveed Shad
59
Complexity theory metaphors and Urban Planning: Michael A. McAdams
93
The Nature and development of public sector management in developing countries Alvin Brown
127
Gobernanza metropolitana: definiciones y marcos conceptuales Jesús A. Treviño
167
Economía, empleo y productividad en las metrópolis de México Edel Cadena Vargas, Guadalupe Hoyos Castillo y Juan Campos Alanís
195
437
Visión social del urbanismo: de la teoría a la práctica Alfredo Palacios Vara
219
La arquitectura del centro de Monterrey en relación al crecimiento metropolitano: Antonio Taméz Tejeda
269
An Updated Look at the Three Types of Rural Mexican Migrants to the U.S: Jeffrey S. Smith
305
La economía global y sus tendencias territoriales: ¿construcción de un espacio cultural o solamente económico? Eduardo Sousa, Juana Ma. Lozano y Jorge Álvarez 327 Far Away and Long Ago: Argentina and the “Dirty War” Richard Hartwig
438
367
Análisis espacial y políticas públicas en estudios de casos seleccionados (Spatial analysis and public policies in selected case studies), de Eduardo Sousa González, Jesús Treviño Cantú y Antonio Tamez Tejeda, se terminó de imprimir en el 2010 en los talleres de la Imprenta Universitaria. En su composición se utilizaron tipos New Baskerville de 14, 12, 11, 10, 9 y 8 puntos. El cuidado de la edición, estuvo a cargo del autor. El formato electrónico y el diseño gráfico de la portada, a cargo de Claudio Tamez Garza. La edición consta de 1000 ejemplares.
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