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Raúl Ruiz Miyares
Simbolismo en las religiones de raíz africana y su relación comunicativa con los creyentes Si las huellas mnémicas constituyen un residual en la materia gris del cerebro, sin lenguaje la memoria estuviera ligada a las cosas. Solamente un sistema de símbolos nos permite evocar a voluntad las verdaderas imágenes de nuestra experiencia pasada, para compararlas y verificarlas; por esta razón, el lenguaje constituye el instrumento del conocimiento, pero al mismo tiempo de la comunicación social. En esta investigación pretendemos relacionar la estrecha vinculación comunicativa que existe entre los objetos culturales y los creyentes de diversas expresiones religiosas que se practican en la ciudad de Santiago de Cuba y sus nexos con las tradiciones que nos han llegado por transmisión oral. En las religiones populares e históricas se adoran por lo general objetos que constituyen símbolos, los que son portadores para creyentes y oficiantes de poderes, y, por tanto, se convierten en fetiches que son adorados en los actos rituales. Hay que tener en cuenta, a partir de la semiosis, que existen dos grandes tipos de asociaciones significantes: los signos naturales y los signos artificiales. Los primeros están basados en relaciones de fenómenos que se originan en la naturaleza, como por ejemplo, la asociación "nubelluvia", "humo-fuego", entre otros, los que adquieren valor de signo en la medida en que los asociemos en nuestra mente. Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. CUBA
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Referente a los actos de culto, prevalecen los llamados signos artificiales, pertenecientes al segundo grupo, los cuales son de factura humana (o relacionados con animales y plantas), los que por lo general son utilizados para "comunicarse" con otro ser. Estos signos artificiales son convencionales; constituyen símbolos que para los religiosos trascienden la realidad y, por ende, se convierten en objetos "protectores" o proveedores de "maleficio". Los signos de comunicación son convencionales en esencia: su significado resulta siempre de un acuerdo entre quienes los emplean. En el caso de los signos litúrgicos, la utilización de éstos está en correspondencia con el carácter histórico tradicional de los mismos respecto a su significación simbólica: Veamos un ejemplo: En la Regla de Palo al "alimentarse" algunos "símbolos de poder" se efectúan diversas acciones, entre ellas la de asperjar a la prenda o nganga con aguardiente, e incluso echar ron a algunas figuras sacralizadas que como el Elegguá (según la tradición), gusta de esta bebida. El signo en este caso es la acción de ofertarle aguardiente a la divinidad, pero haciendo extensivo este ritual al ámbito popular; encontramos en muchas ocasiones hombres que por lo general al destapar una botella de ron echan al suelo una pequeña cantidad del mismo y acto seguido exclaman: "esto es para el santo o para los santos". En este ejemplo pueden estar presentes creyentes o no creyentes, pero la tradición establece la convención artificial de "alimentar" al santo dondequiera que la persona se halle para que ciertas acciones sociales se efectúen con el esperado éxito. De romperse la botella e interrumpirse la libación se ha escuchado la exclamación: "esto sucedió por no echarle al santo".
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Este ritual que acabamos de describir ilustra no sólo una tradición vinculada a ciertas liturgias populares, sino también la identificación del grupo social hacia el conocido rito, el que establece la norma de ser dadivosos con la divinidades para que las mismas se manifiesten bondadosas. La interrelación comunicativa entre los objetos culturales y los creyentes de las religiones populares que se practican en la ciudad Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. CUBA
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de Santiago de Cuba es evidente, cuestión que afirmamos a partir de las experiencias adquiridas mediante el trabajo de investigación realizado directamente con practicantes de diversas expresiones religiosas que abarcan el espiritismo cruzado, la Regla de Ocha y los paleros. Numerosas son las formas en que se pone de manifiesto esta interrelación comunicativa objeto cultural-creyente; hay que tener en cuenta en este sentido cómo actúa el objeto venerado como símbolo de fuerza mágica, así como el creyente como sujeto que deposita toda su fe en los fetiches a los cuales rinde tributo. Dado el carácter utilitario de la religión, así como la trascendencia de la realidad que para el devoto poseen los objetos "trabajados" o sacralizados, estos últimos se convierten en verdaderos "protectores" que realizan acciones de caridad a quienes la solicitan. Estos objetos de culto, no sólo están relacionados con la iconografía católica, sino que abarcan un amplio espectro en su forma material, los que pueden representar en ocasiones "trabajos" para el bien o para el mal. Lo mismo se adora que se le atribuyen poderes a "la Virgen de la Caridad del Cobre" y a "San Lázaro", a los que se les considera muy caritativos, como por ejemplo, una gallina negra muerta puesta en la puerta de la casa de una persona a la cual se le quiere hacer daño. Esto último está relacionado con la llamada "brujería". En el aspecto mágico de estas religiones populares hemos observado las siguientes manifestaciones: En algunas casas de la ciudad, cuando la familia se levanta temprano en la mañana se ha visto cómo abren la puerta y se echa un recipiente de agua a la calle. Esta operación es un ritual que se practica en la ciudad hace más de un siglo y consiste por lo general en poner detrás de la puerta el agua durante la noche con el objetivo de "ahuyentar" los malos espíritus que hayan podido estar deambulando durante la noche en la morada. Esta acción es realizada por personas de diversas edades, lo cual evidencia el arraigo popular de esta tradición centenaria. Lo curioso de esta "limpieza" es que muchos transeúntes que caminan en esa oportunidad por la calle, evitan pisar esa agua, porque, según planteamientos de los peatones, de hacer contacto con el líquido, pueden contraer el "maleficio" que se supone estuvo durante la noche en la casa. Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. CUBA
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En este caso, al igual que en muchos otros, está presente la tradición oral que trasmite de generación en generación todas estas creencias y supersticiones. Veamos en este ejemplo que al que evita pisar el agua, le proporciona el valor de signo que representa el "maleficio", pues conoce la función de la misma y establece de inmediato la interrelación líquido maligno, contacto con el mismo, relación con fuerzas negativas, y por tanto, evade pisarla. Respecto a la "brujería", relacionada también con la magia, se han observado diversas reacciones que de forma tradicional muchas personas realizan para evitar el "maleficio". Al preguntársele a varios informantes sobre qué harían en el caso de encontrar una gallina negra muerta en la puerta de su casa, nos han respondido de diversas formas: unos le prenden fuego, para así acabar con el mal de que es portadora; otros la cogen con la mano izquierda porque de este modo el "mal" no las daña; otros orinan encima del ave muerta para neutralizar el "maleficio", entre otras acciones. El animal muerto de color negro, que en ocasiones es amarrado con una cinta roja, es previamente "trabajado" por un oficiante o un simple creyente, el que constituye un objeto que por su condición de no poseer vida y tener un color que en la cultura occidental simboliza desgracias y muerte, se convierte en un símbolo proveedor de malestares hacia quien va dirigido el "trabajo" maléfico.
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Pensamos, en este sentido, que la comunicación oral entre los creyentes y no creyentes constituye una de las formas más importantes de transmitir toda la serie de conocimientos religiosos y relacionados con la superstición. No podemos dejar de señalar en este ejemplo, vinculado directamente con la brujería (de seguro proveniente de Eurasia y África), que este hábito de coger los objetos con la mano izquierda, también es extensivo a los bokor de Haití, los cuales son sacerdotes del maleficio, que realizan sus "trabajos" solamente con la mano izquierda. A modo de aclaración, estos "oficiantes del mal" de la vecina isla antillana, nada tienen que ver con el vodú que es la religión popular más extendida y practicada en el país. Existen en las expresiones religiosas populares de nuestro país, plantas que como la Ceiba están sacralizadas desde la época Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. CUBA
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colonial, como muestra de la fitolatría presente en estas liturgias. Según Lidia Cabrera, en su libro El monte. La ceiba, como la palma real, es el árbol más característico de la isla y el árbol sagrado por excelencia, al extremo de que cabría preguntarse si es objeto de culto independiente, culto a la ceiba, en el que comulgan por igual con fervor idéntico, negros y blancos, si no supiésemos ya que todos los muertos, los antepasados, los santos africanos de todas las naciones traídos a Cuba, y los santos católicos, van a ella y habitan permanentemente. [...] La ceiba, ni se corta, ni se quema. Nadie sin hacer ebbó previamente, sin consultar a los orissas y tomar precauciones, se atrevería a derribar uno de estos árboles imponentes que se secan centenarios, adorados y temidos de todos, en nuestros campos. [...] "la ceiba es un santo": Iroko. "Es la Purísima Concepción". "En ella está Aremú, la Virgen de las Mercedes de los ararás y yemmú.1
Sobre este sagrado árbol, que simboliza la comunión de un sin número de muertos y santos, hemos preguntado a varios creyentes si serían capaces de derribar una ceiba, y éstos nos han expresado invariablemente que no, pues conocen las leyendas que sobre esta planta existen. Es bueno señalar que las preguntas fueron realizadas a un oficiante de espiritismo cruzado, un perro de prenda de Regla Conga y un creyente de Ocha, y es posible que sus respuestas comunes estén condicionadas por la raíz africana de estas expresiones religiosas populares, lo que puede deberse a que en la costa occidental del África subsaharana se adoraba un árbol similar (el baobab) y cómo los esclavos llegados a Cuba en la época colonial trajeron sus creencias y por transculturación las adaptaron al nuevo medio socio-económico al que fueron sometidos por la fuerza; la adoración de la ceiba parte de la adoración del baobab. Sobre la adoración que se le profesa a este legendario árbol, considerado por muchos como un "santo", aún existen creyentes que le piden permiso a la ceiba antes de pisar su sombra, cuando van a transitar bajo su follaje. En los casos antes mencionados se aprecia una enajenación por parte de los creyentes, los cuales actúan de este modo por considerar que en realidad en estos árboles "habitan" los ancestros y 1
Lidia Cabrera, El monte , La Habana, Ed. Letras Cubanas, 1989, págs. 189-190. Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. CUBA
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santos de la Regla de Ocha, con los cuales, según la tradición oral, hay que conducirse con urbanidad y respeto porque pueden castigar a los irreverentes. Hay que tener en cuenta que en las religiones populares de raíz afro, no existe una literatura escrita relacionada con los cultos, a diferencia de las religiones ecuménicas, que como el catolicismo posee la Biblia, la cual contiene los pasajes y versículos alegóricos a la religión y su concepción del universo. Al ser las sociedades africanas ágrafas, en su mayoría, todas las tradiciones y creencias mágico-religiosas, fueron transmitidas de forma oral, lo cual condicionó que estas historias y leyendas se transmitieran de este modo hasta nuestros días; esto, incluso, conduce a la alteración de algunas narraciones. Respecto a los llamados "trabajos" o "remedios" que se realizan en las casas-templo de espiritismo cruzado en Santiago de Cuba, hemos observado que existe una estrecha correspondencia comunicativa entre el objeto sacralizado y el creyente como sujeto, e incluso muchos de estos símbolos litúrgicos tienen una estrecha correspondencia entre las sustancias de que están compuestas y la acción de caridad que deben realizar. Veamos un ejemplo: Para lograr que una creyente pueda adquirir una casa, la oficiante realizó un "trabajo" consistente en introducir en un vaso de agua objetos como una cruz de madera, un medio prieto y un pedacito de caña de azúcar, La simbología de la composición del trabajo -según nuestra informante- era la siguiente: La cruz simbolizaba el poder de los santos que "establecería" el logro de la petición, la vía, para que "mediara" entre la creyente solicitante de la caridad y la casa, el favor solicitado, y la caña para que pudiera "meter caña" y lograr que se realizara la petición. Observése cómo los objetos reciben un valor simbólico a partir de su forma léxica y no por su contenido. Al lado de este trabajo se encontraba la oración a la Virgen del Loreto, la cual -según nos dicen- es la que provee de viviendas a los necesitados.
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La relación objeto cultural-creyente, que en este caso la constituye la composición interna del vaso con agua y la confianza depositada por la religiosa hacia el "remedio" realizado, así como las Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. CUBA
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velas encendidas por ésta alrededor del mismo, constituye un ejemplo de cómo existe una estrecha interrelación comunicativa entre los objetos "trabajos" y los que solicitan sus favores. Cuando este tipo de "labor" logra los fines perseguidos, los creyentes comentan los aciertos del jefe de culto, lo que constituye al aumento del "prestigio" de los oficiantes. Dado el carácter utilitario de la religión y la necesidad de los creyentes de resolver sus problemas, ya sean de enfermedad, laborales, judiciales o de otra índole, hemos observado verdaderos soliloquios por parte de muchos creyentes. En una ocasión, al visitar el santuario de nuestra Señora de la Caridad del Cobre, pudimos ver cómo una señora de edad avanzada, luego de encender varios cirios en el altar de Jesús Cristo, comenzó a explicarle el porqué hacía mucho tiempo no había podido pagar una promesa que le había hecho: expresando los impedimentos que no la dejaron asistir al pago de la misma, que no obstante le agradecía los favores que éste le había concedido. En este caso que acabamos de describir, hallamos una verdadera identificación del sujeto con el símbolo religioso; en este sentido hay que señalar que la asistencia de la religiosa al santuario del Cobre y la promesa a pagar allí, está condicionada además por la fe profesada hacia Jesús, por el respeto y la adoración que sienten los feligreses por este sagrado templo, y además por la tradición nacional que existen de visitar este poblado con el fin de hacer patente la simpatía y fe depositada por los creyentes hacia la Virgen de la Caridad. La existencia en ese mismo santuario de numerosas promesas pagadas, constituye un ejemplo palpable de la interrelación comunicativa objeto cultural-creyente. En esa catedral se pueden apreciar disímiles objetos ofrendados como muletas, prendas de todo tipo, tierras de diversas partes del mundo, flores, casas y automóviles en miniatura, fotografía y gran variedad de objetos que evidencian el agradecimiento de los devotos hacia La Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba. Uno de los santos más adorados y temidos en el panteón de la santería, lo constituye el Elegguá que en sus avatares aparece como dueño de los caminos y las encrucijadas, y que en ocasiones se manifiesta bondadoso o maléfico. Sobre esta divinidad pudimos apreciar en una oportunidad en un centro de culto cómo uno de los creyentes le pedía al oficiante que Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. CUBA
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le concediera el favor de regalarle una de las tantas figuras en piedra que representaba esta deidad. La figura en cuestión estaba realizada en una piedra de río de plana y ovoidal configuración, con tres pequeños cauris en representación de los ojos y la boca. El oficiante, para conceder la petición del creyente, hizo girar en cinco ocasiones el Elegguá y todas las veces, cuando la figura dejaba de girar, sus ojos quedaban mirando hacia el babalawo, el cual exclamó en la última oportunidad, ¿ves?, el negro no quiere irse de la casa. De este modo, el creyente quedó privado de la figura solicitada. En este caso, el "diálogo" establecido por el oficiante y el Elegguá, fue circunscrito al sí o no, lo cual fue expresado por el fetiche al final de cada giro, de acuerdo con la posición en que cayeron sus ojos. En la Regla de Ocha o santería se establece una estrecha comunicación entre los santos y el oficiante, cuando este último quiere conocer el deseo de las divinidades. En tal sentido, el rito está relacionado con tirar al suelo pedazos de la copra del coco, y según como caigan, el babalawo traduce el código del mensaje, conocido por los practicantes de esta expresión religiosa como "letra". A modo de conclusión podemos decir que la interrelación comunicativa objeto cultural-creyente tiene su modo de manifestarse a partir de la identificación espiritual que el practicante como sujeto establece con el objeto venerado; este último, en muchas ocasiones, es "trabajado" para lograr los fines que persigue el religioso. Esta intercomunicación se corresponde estrechamente con la simbología del objeto y su significado que, para el sujeto trasciende la realidad y se convierte en un verdadero "protector" o proveedor "del mal" de acuerdo con su función representativa.
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En el caso de la comunicación, que no sólo se limita a la interrelación objeto cultural-creyente, la tradición oral forma parte importante de la trasmisión de creencias y supersticiones que abarca no sólo a los creyentes sino también a los no creyentes, como reflejo de las tradiciones que perviven en el subconciente colectivo de gran parte de la población en Santiago de Cuba y otros pueblos.
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