Cine y literatura hispana
Javier Omar Figueroa
Prof. I. Recinos
28 de noviembre del 2007
Simbolismo fílmico versus simbolismo escrito
Siempre que llega una película basada en un libro, hay dos poblaciones que van a verla: los individuos que van a verla creyendo que va a ser una traducción exacta de la obra; y los individuos cultos (los cuales van a evaluar cuan fiel es tal traducción). Tras experimentar la sensación ven que los primeros ven la película como una entretenida, pero los segundos salen malhumorados debido a que se perdió la premisa principal ya que los elementos simbólicos fueron sobreactuaros en lo burdo. Se nota que el mensaje fue uno dividido. De ahí partimos en que existe un balance entre el texto y el filme, pero que se basa en tres elementos importantes: la asociación, el contexto histórico, y las imágenes sensoriales. El simbolismo (no el movimiento artístico) consta una de las partes más importantes para que la trama se pueda entender. Notamos que este es el que ayuda a que el lector o el observador entre profundamente a la obra y salga de ese nivel superficial en el cual fue codificado. La diferencia entre ambas es el acercamiento a
esa profundidad. Para el lector se necesita conocimiento del material y tratar de adentrarse en la mente del autor para poder descifrar el mensaje mediante el texto. En los filmes es un juego totalmente diferente: se necesita saberse el texto para luego poder descifrar lo que el director sustrajo de la mente del autor para plasmar a la pantalla, sólo para saber cuan arraigada al texto está la película. A esto se le añade que la mayoría de las descripciones se transforman en elementos audiovisuales, tales que para la gente que no experimentó el escrito quedan desapercibidas. Queremos asociar el cuento con la película y casi siempre funciona. La asociación es, de los tres elementos del simbolismo, el más balanceado. Hablamos de asociación cuando vemos el significado de nombres, títulos, personajes, lugares, etc. Esta es la única parte de la obra que no se afecta, a menos que el guionista o el director prefieran que tal personaje represente otra cosa. Un ejemplo es cuando Benjamín Otálora se emborracha en la última escena de “El muerto” (texto).
“La última escena de la historia corresponde a la agitación de la última noche de 1894. Esa noche, los hombres del Suspiro comen cordero recién carneado y beben un alcohol pendenciero. Alguien infinitamente rasguea una trabajosa milonga. En la
cabecera de la mesa, Otálora, borracho, erige exultación sobre exultación, júbilo sobre júbilo; esa torre de vértigo es un símbolo de su irresistible destino.”
Borges muestra a un Otálora que cumplió su hazaña antes de poder ejecutarla, como si predijera que Bandeira no se iba a fijar en la trampa. Ahora comparado con “El muerto” (filme), el director hace que Otálora esté determinado a aniquilar a Bandeira justo después de duodécimo campanazo. Esta es una excepción a la regla. Como “El coronel no tiene quién le escriba”, la cual fue tan fiel al texto que fue un desastre. Siguiendo con lo mencionado anteriormente, casi todas las obras fílmicas dejan el rol y representación de los personajes intacta, para que el filme no pierda la esencia, al igual que el contexto histórico, el cual es importante si esta insertado en el mensaje del autor. Nos referimos a todo lo que tenga que ver con base histórica verdadera, sea eventos, fechas y como eso afecta a dichos personajes. Este elemento es el que puede o no ser disfrazado para poder atraer a más personas a ver una adaptación. La fidelidad aquí es cuestionada, debido a que puede tomar vertientes: añadir o eliminar. El añadir contexto histórico funcionaría en historias como “Pedro Páramo” (las guerras Cristera y Revolucionaria) y “El muerto” (los gauchos de finales del siglo XIX), pero
dañaría a aquellas que tienen ese contexto con igual importancia pero escondido, como “Cría cuervos” (la vida tras la muerte de Franco) y “El coronel no tiene quién le escriba”, ya que perderían la esencia de misticismo con la cual son reflejadas las obras de Carlos Saura y García Márquez. Se les recomienda a los directores que adaptan historias de ese calibre que aumenten las imágenes sensoriales para que el público esté atento. El simbolismo de imágenes sensoriales es más llamativo en el film, pero más completo en el texto. No es lo mismo tu oír “¿Por qué te vas?” o la canción que sirve de traslación para “El muerto” que tú imaginarlas cuando las lees. Esa sensación cinematográfica es la que tiene más peligro de alterarse, sea porque quieren añadir algún detalle para que el vidente pueda entender o que el director piense que no son necesarias en la historia, como la descripción de un personaje. Sacando otro ejemplo de “El muerto”, vemos que en el texto el narrador describe a Otálora cuidadosamente:
“Benjamín Otálora cuenta, hacia 1891, diecinueve años. Es un mocetón de frente mezquina, de sinceros ojos claros, de reciedumbre vasca; una puñalada feliz le ha revelado que es un hombre valiente; no lo inquieta la muerte de su contrario, tampoco la inmediata necesidad de huir de la República.”
El espectador del film que no haya leído el cuento, se fija en todas estas facciones de inmediato sin ninguna descripción, inclusive obviando algunas importantes. Sólo sabríamos que tiene diecinueve años si alguien se lo pregunta o el narrador sale en el film. Todas estas cosas son las que se evalúan al momento de saber si el film es mejor que un texto. Resumiendo, siempre existe una larga posibilidad de que los filmes le ganen a los textos, pero yo creo que ese mito es falso. Vemos, que la esencia de los personajes la mayoría de las veces no es cambiada, porque perdería todo sentido lógico, a menos que sean mínimos y que no confinan a que se altere la obra por completa. Eso sí, se puede cambiar el lugar en donde se ejecuta el filme, a menos que la locación sea un personaje aparte, como en “Pedro Páramo”, el cual como asociamos con la novela con el pueblo fantasma de Comala, esta pueda perder su imagen sensorial de ocurrir en un tiempo distinto. Lo mismo con los sentidos, los cuales pueden ser complementados con música en ‘over’ o ‘off’ para el agrado del público, pero con cautela para que no se salgan de la premisa principal. Como buen encuentro de boxeo, veamos como nuestros dos gallitos de pelea son ejecutados bajo las tres categorías ya mencionadas:
Categoría: ganador
Asociación: empate Contexto histórico: simbolismo escrito Imágenes sensoriales: simbolismo fílmico
Decisión: Empate 2 a 2
Directores, cojan consejos: sigan lo que he mencionado anteriormente. Como vieron, existen varias adaptaciones de texto que llegan al cine y cautivan a multitudes. ¿Por qué? Porque siguen las indicaciones: tener un buen entendimiento del texto, de los personajes con que vas a trabajar, el desarrollo de la historia y si converge con el mundo real y que tenga buenos visuales descriptivos al texto, con la libertad de adaptar facciones, vestimentas, etc. De poder cumplir con estas indicaciones, serían más las películas que iría a ver con buenas vibras.
Referencias:
Análisis literario de Pédro Páramo , tomado 5 octubre 2007. del Rincón del Vago;
Borges, José. El muerto, tomado 24 noviembre 2007. de Biblioteca Digital Ciudad Seva;
Corrigan, Timothy. A Short Guide to Writing about Films, 5ta edición. USA: Pearson & Longman, 2003
Gibaldi, Joseph. MLA Handbook for Writers of Research Papers. New York: Mod. Lang. Assn., 2003.
Análisis y ensayos variados: El coronel no tiene quien le escriba. Tomado 20 noviembre 2007, de