DESARROLLO AUDITIVO
La práctica musical es una actividad artística que involucra diversos frentes, tales como ejecución instrumental, lectura y análisis de partituras, composición, arreglos y dirección. Lógicamente, y teniendo en cuenta que tales quehaceres tienen como elemento común el trabajo con elementos sonoros, el correcto uso del sentido del oído siempre debería ocupar un papel preponderante dentro de tal escenario. Pero contrario a lo “lógico” que pudiese parecer, no siempre es así. Existen infinidad de profesionales de la música que han llegado a desempeñarse en tales actividades ya sea por sus excelentes habilidades motrices (uso de los dedos, por ejemplo), su afinidad hacia el metódico y riguroso trabajo de análisis desde una perspectiva “científica”, por así llamarla (como el estudio –con partitura en mano- del encadenamiento de los acordes utilizados por L.V. Beethoven en una de sus sinfonías) o su creatividad (composición). Pero ello no implica forzosamente que estén usando adecuadamente sus habilidades auditivas. Sin entrar a discutir el nivel de desempeño de tales profesionales, es importante mencionar que sus resultados serían aún superiores si todos pusieran en práctica sus habilidades auditivas, por las razones que expondremos en este escrito. Pero es importante también llamar la atención hacia el hecho de que de ninguna manera es saludable irse al otro extremo: De igual manera, son muy numerosos los profesionales de la música que han confiado su desempeño a sus innatas habilidades auditivas, dejando de lado una formación técnica adecuada que les permita comprender con claridad el por qué de lo que han logrado hacer. En este caso, nuestra intención es dar inicio a la canalización de tal disposición innata. En cualquiera de los dos casos, un trabajo de entrenamiento auditivo es requerido (ya sea a manera de iniciación o de complemento) para redondear las habilidades que todas aquellas personas interesadas en el ejercicio de la práctica musical debieran incluir dentro de su arsenal en condiciones ideales.
Entrenamiento auditivo. El entrenamiento auditivo es un proceso durante el cual el estudiante aprende a reconocer diversos elementos básicos de la música tales como intervalos, acordes y ritmos sin depender de la utilización de un instrumento musical para lograrlo. En líneas muy generales, un trabajo de entrenamiento auditivo consiste en, dada una referencia sonora, aplicar diversos criterios ofrecidos mediante una explicación teórica para medir lo que puede estar ocurriendo dentro de un determinado fenómeno acústico y poder entenderlo y diferenciarlo de otros con claridad. Por tal razón el canto se convierte en una herramienta primordial de trabajo, ya que ante el requerimiento de no utilización de un instrumento musical, el único recurso con que cuenta el estudiante para transmitir el resultado de su “medición interna” es su voz.
¿¡Cantar!? Esa es la inquietante pregunta que puede surgirle al principiante en estas lides que, muy probablemente, no ha tenido la inquietud de entonar sonidos con su voz. Por tal razón es necesario hacer una precisión: En lo referente al trabajo con la voz, podemos diferenciar dos frentes, a saber: -
El uso de la voz como medio de transmisión del pensamiento.
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La correcta utilización de la voz con miras a una adecuada emisión del sonido.
En el primero, que es el que nos ocupa en este curso, la voz es simplemente el medio con que cuenta el estudiante para expresar el resultado del análisis que ha realizado internamente. No es necesario contar con “calidades vocales” para ello, siendo únicamente necesaria la capacidad de replicar con exactitud lo que esté pensando. El segundo frente se refiere al trabajo conocido comúnmente con el nombre de técnica vocal, durante el cual el estudiante se prepara para utilizar su voz como un instrumento musical que produzca una grata impresión a los sentidos. Es este un trabajo de otra naturaleza, en el cual se asume que el estudiante sabe de antemano “utilizar su voz como medio de transmisión del pensamiento” (adicionalmente al hecho de pensar correctamente), pero se pretende aquí ejercitar su calidad tímbrica. El trabajo de técnica vocal no está contemplado dentro de una labor de entrenamiento auditivo. Dicho en términos coloquiales, no es necesario “cantar como una mirla” para utilizar la voz como herramienta de demostración de un resultado de análisis, aunque desde luego unas adecuadas condiciones vocales nunca sobran.
“Tener oído”. “Tener oído” y “desarrollar el oído” son dos conceptos que, si bien están estrechamente relacionados, son muy diferentes. Básicamente, la idea es que no se puede (O resulta extremadamente complicado, en el mejor de los casos) desarrollar el oído partiendo de la nada. El interesado en este trabajo debe contar con unas condiciones naturales mínimas que se pueden resumir en la capacidad de la imitación vocal de sonidos (primera instancia del uso de la voz). Para ello, basta con utilizar un instrumento musical (un teclado electrónico es ideal pues garantiza una correcta afinación) y tocar una nota cualquiera en un registro intermedio. Hecho esto, proceder a cantar ese mismo sonido (No simultáneamente con el instrumento) y repetir el ejercicio con diferentes alturas (notas). Normalmente, una persona con “buen oído” puede percatarse de si lo está haciendo bien o no, pero si existen dudas, puede pedírsele a alguien calificado su apreciación respecto al trabajo o en su defecto utilizar una grabadora, la cual nunca miente y permite escuchar el resultado del trabajo sin distracciones de ningún tipo. La intención al incluir este apartado ha sido la de llamar la atención hacia el hecho de que realmente no es posible “enseñar” a tener buen oído. El trabajo de entrenamiento auditivo
consiste en brindar al estudiante herramientas y “trucos” que le permitirán encauzar sus habilidades auditivas naturales de forma que logre tener una adecuada comprensión de todos aquellos fenómenos que muy seguramente reconoce, pero no sabe identificar ni reproducir al verse formalmente exigido a ello.
Oído relativo y oído absoluto. He aquí dos conceptos sobre los que también es pertinente hacer claridad. La primera precisión: El entrenamiento auditivo apunta al desarrollo del oído relativo. Este término se utiliza para describir la habilidad de establecer una o varias comparaciones entre un sonido dado y otro que le sea requerido al estudiante. Dicho de otra forma, se trata de conocer las relaciones que permiten diferenciar cualidades de las alturas musicales tales como las distancias que las separan o el tipo de sonoridad que producen varios sonidos ejecutados simultáneamente. En ese orden de ideas, es necesario no perder de vista el hecho de que durante el trabajo de desarrollo auditivo siempre habrá un sonido de referencia que sirva como punto de partida para realizar un ejercicio (Por regla general el La de la primera octava – A 440). Digamos que tal referencia sirve adicionalmente para identificar nombres de notas, pero los nombres de las notas no son tan importantes como la relación existente entre ellas. Se trata entonces de un trabajo primordialmente de comparación. El oído absoluto, por otra parte, consiste en la habilidad de identificar y reproducir sonidos teniendo como única base la memoria, sin ningún referente auditivo que permita establecer una comparación. A diferencia del oído relativo, los nombres de las notas sí constituyen parte de la “gracia” de poseer tal habilidad, pues la persona está en capacidad de decir “esa nota es un Mi Bemol” sin ninguna referencia real que le permita verificarlo. Se trata pues, de una habilidad basada en la memoria auditiva. Contrario a lo que puedan manifestar algunos, consideramos que el oído absoluto no es una habilidad que se pueda enseñar, ya que el hecho de no depender de referentes para lograrlo deja el trabajo sin piso teórico suficiente para fundamentarlo. Es, por tanto, una destreza innata que algunas personas logran desarrollar. El trabajo de “enseñanza” más aproximado que puede intentarse en este ámbito es ayudarle al estudiante a descubrir si posee tal habilidad o no, mediante ejercicios que pongan a prueba su capacidad de replicar sonidos “de pura memoria”, pero esto no debe convertirse en una “obligación” y solo debe probarse con personas que durante el trabajo de desarrollo auditivo den luces de su disposición hacia el oído absoluto. Vale la pena aclarar que el oído absoluto no es de ninguna forma sinónimo de “oído perfecto”. Si bien es cierto que puede resultar una habilidad divertida (Y para algunos hasta “circense”), su utilidad práctica en el quehacer musical es mínima comparada con los beneficios que un buen oído relativo puede brindar. Como ya se manifestó anteriormente, los nombres de las notas (objeto del oído absoluto) no son tan importantes como las relaciones existentes entre ellas (objeto del oído relativo).
Consideraciones finales. La combinación de un oído hábil con una adecuada instrucción teórica, ya sea que apunte a la ejecución instrumental, la dirección o la composición, redunda inevitablemente en una mayor eficiencia en el desempeño de la actividad musical en la que el individuo haya decidido concentrar sus energías. Abundan los ejemplos de instrumentistas extremadamente hábiles y veloces, pero que al igual que los loros no tienen idea de lo que están haciendo. Solistas que efectivamente descuellan desempeñándose solos, pero que son incapaces de interactuar con una agrupación en razón a su desconocimiento de lo que ocurre a su alrededor (en términos de sonoridades). Es pues el objeto de este curso brindar una primera aproximación a la labor que implica tener un oído bien educado, capaz de “descifrar” rápida y acertadamente los fenómenos acústicos que suceden durante la ejecución de una pieza musical. Esperamos que el final del curso represente una fuerte motivación para continuar adelante en ese largo camino.