Sandoval

  • October 2019
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EL CONSUMO DE ALCOHOL Y LOS DIVERSOS MÉTODOS PARA COMBATIRLO. VALPARAÍSO A COMIENZOS DEL SIGLO XX. Erick Sandoval G.*

Resumen El alcoholismo es un tema recurrente en casi todas las sociedades del mundo, y claramente es síntoma de un problema mayor relacionado con dificultades económicas y sociales de un momento histórico determinado. Para el caso de la realidad porteña a comienzos del siglo XX la preocupación que existe por partes de la elite con respecto al consumo de alcohol nos muestra lo profundamente enraizado del flagelo. La moralización fue el arma utilizada para poder controlar y educar al bajo pueblo, una especie de profilaxis social que pretendía la solución a problemas sociales. A pesar de los esfuerzos del Gobierno y otras instituciones, mediante leyes y acciones sociales, la batalla contra el consumo de bebidas persiste de forma continua durante el periodo. Abstract Alcoholism is a recurrent topic in almost all societies of the world, and clearly it is a symptom of a major problem related to economic and social difficulties of a determined historical moment. For Valparaíso, at the beginning of the 20th century the concern that exists on segments of the local elite with regard to the consumption of alcohol shows the deep roots of this scourge. Moralizing was the weapon used to control and educate the lower classes, a kind of social prevention that claimed the solution to social problems. In spite of the efforts of the government and other institutions, by means of laws and social actions, the battle against the consumption of alcohol persists during the period examined.

El problema del consumo de alcohol en la población era un tema preocupante para las autoridades de principios del siglo pasado, “la plaga del alcoholismo cebada en la sociedad chilena ha preocupado a las clases dirijentes del país, con justa alarma, a causa de los estragos cada vez mayores que el mal ha venido haciendo en el pueblo”.1 Distintos esfuerzos se habían realizado desde el periodo colonial y durante los primeros años de la República para reglamentar la situación de tabernas y chinganas, además de los cientos de lugares de expendio de alcohol que funcionaban a lo largo de todo el territorio nacional. El vicio de la embriaguez era muy extendido, principalmente en el bajo pueblo, según la opinión general del periodo se había observado “que este mal se propaga más rápidamente entre las clases bajas de nuestra sociedad, fenómeno que algunos sociólogos atribuyen a la miseria que reina jeneralmente en ellas” 2; aunque el mal no era excluyente de los sectores más desposeídos de la sociedad; para los albores del 1900 “el consumo anual de alcohol por habitante sumaba 18 litros... dos o tres veces el de un país corriente”.3 Además era un tema en el ámbito nacional, no sólo un problema de las ciudades. El campo también fue atacado por la plaga del alcohol; las reacciones de los hacendados eran disímiles desde organizar jornadas deportivas para alejar al trabajador del alcohol, hasta la venta de alcohol por los dueños de los predios.

* Licenciado en Historia con Mención en Ciencia Política por la Pont. Universidad Católica de Valparaíso. 1. RODRIGAN, Samuel; El Alcoholismo y la Ley de Alcoholes, Imp. Cervantes, Stgo. de Chile, 1904, p 13. 2. CARDENAS, Antonio; El Alcoholismo en Chile: Sus Causas y Efectos, Imp. El Globo, Stgo. de Chile, 1909, p 25. 3. VIAL CORREA, Gonzalo; Historia de Chile 1891 -1973, V. I, T. II. Ed. Santillana, Stgo. de Chile 1981, p 51. 269

Erick Sandoval G. - Revista Archivum año VIII nº 9

En las ciudades el “San Lunes” era casi una institución; la costumbre de beber alcohol el día domingo, ante la ausencia de otras actividades de esparcimiento, era tan habitual que el ausentismo laboral era evidente; “se estimaba que seis de cada diez 4 trabajadores celebraban religiosamente el San Lunes todas las semanas”. En Valparaíso, esta especie de tradición también estaba presente; así nos lo muestra la revista porteña Sucesos: “No es para quinta esenciados escritores ni para aristócratas damas esta pagina, en que nuestro fotógrafo ha acumulado todo lo que “bota la ola” al amanecer de cada lunes. Valparaíso ofrece el día lunes por la mañana, un aspecto sobremanera interesante si no fuera a veces repugnante, con sus curados de todas clases y talantes”.5 Ante semejante situación, era obvia la preocupación tanto del Estado como de organizaciones privadas. Importante papel desempeñan en esta actividad las iglesias, tanto Católica como Protestantes, además de algunas sociedades benéficas como la Liga Contra el Alcoholismo, fundada en el puerto de Valparaíso en 1899; según esta institución la plaga del alcoholismo “ha hecho más estragos que los tres flagelos históricos: hambre, peste y guerra; él diezma más que el hambre y la peste, mata más que la guerra; hace más que matar, deshonra”.6 La preocupación desde el Estado se venía demostrando con una serie de reglamentos que buscaban regular la producción y venta de alcohol; la máxima expresión de éstos, en el periodo, fue la Ley de Alcoholes (Ley 1.515) promulgada en enero de 1902. Estas actividades, dirigidas por la elite, se enmarcan dentro de la idea de moralización de la sociedad, “en Valparaíso hubo conciencia que la moralización de las costumbres era tarea de todos, de ahí que en el cumplimiento de ese cometido se comprometen autoridades tan disímiles como la iglesia y la masonería. Por medio de la prensa, de folletos y libros se machaca la conciencia de la gente para que aprecie las buenas costumbres y destierre los malos hábitos” .7 El nivel de consumo de alcohol en el puerto era tal que “en 1909 Valparaíso tenía aproximadamente mil quinientos bares, uno por cada treinta y cinco porteños, sin contar a las mujeres - que según El Mercurio, no tomaban y los niños”.8 Debemos considerar, además, los locales de venta clandestina que existían por todos los barrios de la ciudad. Otro dato que nos muestra la gravedad de la embriaguez porteña son las cifras que nos entrega Antonio Fuentes, quien nos dice que “en 1909 hubo en Santiago 19.335 infracciones por embriaguez- mientras que en Valparaíso, en ese mismo tiempo, hubo 21.712, siendo ésta última ciudad de menos población que la capital”.9 Es evidente que ante los estados alterados de conciencia, estimulados por el alcohol, existió una constante preocupación moralizadora por parte de la elite nacional. Así, a comienzos del siglo XX, cuando en Valparaíso y en la capital se tiene la sensación de vivir una profunda crisis moral, proliferan las iniciativas tendentes a corregir el problema en la ciudad.

4. COLLIER, Simon & SATER, Williams; Historia de Chile 1808-1994, Cambridge University Press, Cambridge, 1998, p. 146. 5. Revista Sucesos. Valparaíso, Chile, 20 de enero de 1910, p. 36. 6. Liga Contra el Alcoholismo de Valparaíso. Ediciones Universo, Valparaíso 1908. p. 5. 7. LORENZO, Santiago; “Iniciativas para Moralizar a los Porteños. Sus Efectos sobre la Sociabilidad Popular en Valparaíso”. 1840 1930, p. 122. En: “Boletín de la Academia de Historia” N°112. 8. COLLIER, Simon & SATER, Williams. Op. cit., p. 162. 9. FUENTES, Antonio; El Alcoholismo Considerado Desde el Punto de Vista Médico Legal, p.26. 270

El consumo de alcohol y los diversos métodos para combatirlo. Valparaíso a ...

Eran parte del conocimiento de la época las consecuencias que el alcohol tenía para el cuerpo humano, como, por ejemplo, los trastornos gástricos, cutáneos, pulmonares y sobre todo los efectos que produce el consumo de alcohol en el sistema nervioso; la mayoría de los fisiólogos “creen que las bebidas espirituosas ejercen una función excitante en el sistema nervioso. Así lo demostraría el hecho de que bajo la influencia de la embriaguez, los espíritus reacios i apocados se vuelven locuaces i despiertos, experimentando cambios por demás radicales”.10 Además de las consecuencias de carácter físico podemos encontrar las de tipo pecuniario, como el “mal aprovechamiento de los salarios por la distracción de éstos en la taberna, hábito que tiene como efecto el llegar a carecer de lo necesario para la subsistencia”.11 También estaban presentes los estragos morales que el vicio causaba en los asiduos a su consumo; se consideraba cómo afectaba sus facultades, sobre todo la voluntad, dejando al individuo a “merced de las pasiones ilícitas, sin sujeción a las leyes de la naturaleza que establecen los deberes entre padres, hijos etc., i hacen imposible la vida de familia”.12 Según las descripciones recién realizadas lo que el alcohol producía, en general, era un individuo no apto para desarrollarse en un contexto social de ninguna índole. Podemos encontrar un gran número de factores que inciden en la propensión hacia el alcoholismo. Para los autores de la época el alcoholismo, como fenómeno patológico individual y social, tenía factores antropológicos y sociales. Con factores antropológicos se alude a “la necesidad natural que tiene el hombre de esparción i que lo impulsa a buscar impresiones i a excitar sus sentidos y sensibilidades” 13; los factores sociales pueden ser de distinta índole; por una parte la miseria y fatiga inducen al vicio de la embriaguez, “forzando al hombre a buscar alegría y bienestar tan transitorios como fatales en los vapores del alcohol; y por otra parte la ociosidad i la lucha febril por el dinero, en las clases acomodadas, son fuente copiosísima de alcoholización y muerte”.14 Otros autores también dan como causas una serie de factores prenatales, como le herencia y la influencia negativa que puede tener el alcohol en la vida intra uterina; y otras de tipo postnatales, entre las cuales estaría, en primer lugar, el industrialismo, que al desgastar la energía del trabajador, sería el causante de que éste buscara restaurar la misma a partir del alcohol para satisfacer una alimentación deficiente. Hay otros factores que también debemos considerar como importantes, y que son los que más afectan a escala nacional, “el gigantesco desarrollo que tuvo la producción nacional de vinos; (...) las deficiencias de nutrición por la escasez y carestía alimenticias, que encontraban en el vino una pasajera y engañosa compensación; el comercio clandestino de alcohol”.15 De esta extensa lista de causales entregadas, analizaremos las que eran más importantes en el desarrollo del vicio alcohólico en la época.

10. CARDENAS, Antonio; Op. cit., p. 21. 11. CORREA, Hernán; El Alcoholismo y la Lei, Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1910, p. 7. 12. Idem. 13. CARDENAS, Antonio; Op. cit., p. 8. 14. Ibidem., p. 9 15. VIAL CORREA, Gonzalo; Op. cit., p. 511 512. 271

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Uno de los factores de gran importancia en la propagación del mal era la falta de educación. Al estar el pueblo poco instruido, era difícil que se enterara de los perjuicios que conllevaba para su salud el consumo excesivo de bebidas espirituosas. Para “1908 la población escolar de ambos sexo era alrededor de unos ciento cincuenta mil, se ha calculado que para una población de 3.248.224 habitantes, los escolares debieran llegar a los seiscientos mil”,16es decir, que en Chile solo obtenían algún tipo de instrucción la quinta parte de los que debían recibirla, quedando el resto, según palabras del mismo autor, en la más absoluta ignorancia. La necesidad de una mejor educación, y sobre todo de una educación antialcohólica era un punto con el que coincidían distintos ámbitos de la elite. La Liga contra el Alcoholismo de Valparaíso es clara en este punto al proponer que ésta “debía empezar en la escuela y terminar en las humanidades, y debe hacerse en todos los cursos, debe exijirse su aprendizaje como cualquier otro ramo de los conocimientos humanos. Su enseñanza a de ser obligatoria, académica y metodizada”.17 La enseñanza no sólo se debía impartir en la escuela a los niños, siendo estos el objetivo más importante, sino también a los adultos en diversas instituciones como la porteña Sociedad de Temperancia, sociedad benéfica antialcohólica que realizaba reuniones periódicas con el objetivo de combatir la obra perniciosa del alcohol; en el mismo sentido, la Sociedad de Obreros San José instruía a los trabajadores. La falta de habitación higiénica (conventillo), acompañada de la miseria, es sindicada dentro de las causas más funestas e importantes por las cuales las clases pobres se doblegan al vicio del alcoholismo: “la falta de habitación confortable i la escasez de alimentos para reparar sus fuerzas; lo que hacen que encuentren en el alcohol el remedio para encontrar la primera y reparar las segundas”.18 La falta de bienestar material tenía en el alcohol una vía de escape omnipresente en nuestra sociedad. La miseria en la que la gran parte de los obreros vivía no hacía más que fomentar la inclinación alcohólica, tan común dentro de la población, “cargados de hijos que piden pan, en una habitación sin luz y sin calor, donde se aposentan todos los microbios que pueden destruir el organismo, el hombre del pueblo pasa su existencia, teniendo el corazón siempre lacerado por el aguijón de la miseria”.19 Ante esta dura situación del diario vivir, los vapores de las “bebidas espirituosas” parecían una solución; la alegría falaz y rápida, además de barata, del alcohol tenía en los pobres una víctima fácil. Entre las preocupaciones principales que generaba este tipo de habitación, se encuentra la decadencia moral que usualmente asolaba los conventillos, “clasificados como una “escuela del delito”, además de foco de enfermedades sociales, (...) convirtiéndose en la antesala del prostíbulo y de la taberna”.20 Quienes más fuertemente recibían la influencia de la delincuencia en los conventillos eran los niños, quienes

16. Ibidem., p. 11. 17. LA LIGA CONTRA EL ALCOHOLISMO; Op. cit., p. 6. 18. CORREA, Hernán; Op. cit., p. 22. 19. CARDENAS, Antonio; Op. cit., p. 13. 20. URBINA, María Ximena; Los Conventillos en Valparaíso 1880-1920. Fisonomía y percepción de la vivienda popular urbana, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso 2002, p. 165. 272

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empujados por el ejemplo que les rodeaban comenzaban a delinquir tempranamente. La Ley de Habitación Obrera de 1906 no había logrado los cambios propuestos por el gobierno del Presidente Montt, cambios que tampoco logró en Valparaíso el terremoto del mismo año. Así lo expresa esta nota de 1908: “Viven estos en inmundas pocilgas, sin aire respirable, sin higiene alguna, amontonados de forma que repugna a todos los sentidos. La prensa clama, la policía denuncia de vez en cuando, se dicta una que otra orden previsora; pero el interés mezquino del propietario, las influencias, cualquier cosa entran en juego y dejan las cosas como están”.21 Se tenía fe de que, si esta situación variaba, se podría alejar al obrero de la taberna, según la Liga Contra el Alcoholismo, y la Revista Católica “el padre, viendo su casa aseada y arreglada, le tomaría también más cariño, no iría tanto a la taberna y sentiría más agrado de estar al lado de su familia”,22 con el buen ejemplo que eso significaba. Otro de los factores fue la producción y distribución de alcohol. Este era uno de los puntos en que la acción del gobierno era más criticada, puesto que no estaba sólo la producción nacional, sino también ingresaba al país un gran número de licores, vinos y cervezas importadas, de esto nos dan testimonio las publicaciones de este periodo. El diario La Unión publicaba de forma regular anuncios de bebidas alcohólicas, tanto nacionales como importadas; esto sirvió para que se sugiriera que “la Iglesia contribuía a agravar el mal, ya que este diario perteneciente al obispado de Valparaíso, no tenía reparo en incluir propagandas comerciales de bodegas y locales que expendían productos etílicos”.23 Aun más lo hacia la laica revista Sucesos, donde los avisos de licores a página completa eran habituales en todas sus ediciones, aumentando para las fechas de fiestas de septiembre o fin de año. La producción nacional de vino alcanzó en 1907 la cantidad de “2.5 millones de hectolitros (la misma publicación nos dice que) Chile se encuentra en noveno lugar a nivel mundial”.24Según Luís Emilio Recabarren, esto significaba un “aumento de 479.958 galones de vino tinto, aumentando el vino blanco en 51.397 galones, ambos con respecto al año anterior”.25 Este autor criticaba fuertemente el alcoholismo del cual eran, desde su perspectiva, víctimas los obreros, ya que como él mismo decía, la clase pobre no fabrica vino. Es la clase rica, la alta clase, la que legisla, gobierna y administra. A las cifras anteriormente dadas debemos sumar la gran cantidad de alcohol que se importaba, como se había mencionado más arriba; para el mismo año 1907 ingresaron al país, entre muchos otros licores, la siguiente cantidades (expresadas en botellas): “326.510 de Whisky, 144.553 de Oporto, 264.695 de vino tinto, 233.288 de Champaña, 610.230 de cerveza, 212.940 de Coñac”,26etc. En el caso de los licores importados por lo menos se podía tener cierta certeza de su calidad, pero para el caso de los nacionales este era uno de los principales problemas.

21. La Unión. Valparaíso. Chile, 27 de agosto de 1908, p 12. 22. Revista Católica, Valparaíso, Chile, 16 de octubre de 1909, p 26. 23. LORENZO, Santiago; Op. cit., p. 140. 24. Revista Sucesos, Valparaíso, Chile, 19 de diciembre de 1907, p 17. 25. RECABARREN, Luís Emilio, Recabarren: Escritos Políticos, Compiladores: Ximena Cruzat y Eduardo Devés, Editorial Nuestra América, Santiago de Chile, 1985, p. 55. 26. CARDENAS, Antonio; Op. cit., p. 15. 273

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La calidad de los licores locales era dudosa, debido a la gran cantidad de productoras, así como de expendios clandestinos; es ésta una de las situaciones atacadas por la Ley de Alcoholes de 1902, que pretendía fiscalizar esta conducta de los productores y taberneros nacionales. La principal causa de la preocupación por la mala calidad del alcohol o las bebidas adulteradas se producía porque éstas eran más perjudiciales para la salud que el alcohol rectificado o mejorado. Según la opinión de la época, otro de los factores que incidían fuertemente en el alto nivel de alcoholismo nacional era la falta de lugares de esparcimiento adecuados para la clase obrera. Como ya quedó establecido, la habitación obrera o conventillo no hacía más que ahuyentar al obrero y llevarlo hacia la cantina. Una de las sociedades benéficas de Valparaíso, La Liga Contra el Alcoholismo, proponía “la creación de jardines para obreros y la multiplicación de las universidades populares, ya que tienden a la felicidad obrera, así como los sindicatos de consumo. Es necesario dar al obrero un halago por la vida, la perspectiva del descanso y del bienestar”.27 Enmarcada en la misma idea están otras actividades de la Liga, como la educación, la propaganda de prensa, una publicación quincenal llamada “El Amigo del Pueblo”, y la promoción de eventos deportivos; pero el más ambicioso de sus proyectos fue la construcción del Coliseo Popular, edificio ubicado en la Avenida Brasil, esquina General Cruz, que se retrasó en su construcción por falta de dinero y a causa del terremoto de 1906; aun así, cuando estuvo terminado, tampoco representó el éxito que se esperaba, “el biógrafo anti-alcohólico del Coliseo Popular exhibía películas ante un público que brilla por su ausencia” 28en 1910. En Valparaíso además de la loable iniciativa de la Liga contra el Alcoholismo, el gobierno regional también era consciente de los pocos lugares de diversión con los que contaban las clases populares. Es por ello que “el Alcalde Bermúdez, que a implantado los días festivos en Playa Ancha una serie de juegos populares. Palo ensebado, carreras de burros, de gatos, olla encantada, elevación de globos, etc., que ha sido recibido por el público con el más franco entusiasmo”,29 la iniciativa tenía por objeto conquistar al pueblo mediante diversiones agradables, alejándoles así de la taberna. Es por ello que la idea era gratamente acogida, “expresando que la hermosa obra realizada por él merecía los aplausos de Valparaíso entero y que no pasaría mucho tiempo sin que pudiera apreciarse los benéficos resultados de esta empresa que, tendía a arrancar al hijo del pueblo de la taberna”.30 Según la misma publicación, la concurrencia fue de unas 3.000 personas, tanto así que el transporte público fue insuficiente. Por su parte el consumo de alcohol estaba asociado a todo tipo de comportamiento negativo, a la pobreza y la criminalidad; así lo demuestra el pensamiento de la época al decirnos que “en el ser alcohólico se encuentran reunidos, la miseria, la debilidad de la intelijencia, la descomposición de la voluntad i enerjias individuales, el relajamiento del alma, la torpeza de la conciencia i la personalidad, en una palabra estinguido mortalmente el elemento moral i por la concentración de éstos i aglomeración de

27. LIGA CONTRA EL ALCOHOLISMO; Op. cit., p. 6. 28. Revista Sucesos, Valparaíso, Chile, 17 de febrero de 1910, p. 16. 29. Revista Sucesos, Valparaíso, Chile, 21 de febrero de 1907, p. 18. 30. Idem. 274

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las familias, la miseria jeneral, que concluye por tomar el ánimo de indijente haciéndolo perder toda esperanza de bienestar”.31 Esta disminución de la riqueza a causa del alcohol era mucho peor en las familias pobres; como lo indica Cesar Lombroso, la situación en el caso de los que poseen menos era más dramática, ya que cuando hay menos recursos se “bebe el alcohol para suplir la insuficiencia de vestidos y alimentos, para aplacar la sed y soportar mejor el hambre y el frió. El alcohol, a su vez, hace más impotente y pobre a quien lo usa, y le retiene cada vez más estrechamente encadenado a su dominio”.32 Como podemos apreciar a partir de esta cita, el alcohol y la pobreza eran comprendidos como un círculo vicioso, puesto que al ingresar el pobre al mundo del alcoholismo, era muy probable que se hiciera más pobre, y siguiera consumiendo bebidas alcohólicas para sobrellevar su pobreza. La otra asociación directa que se hace con el alcohol es la criminalidad. Era fácil encontrar el vínculo entre ambos problemas sociales, sobre todo si se considera que “gran numero de los detenidos por asesinatos o lesiones se encontraban en estado de ebriedad, esto se comprende muy bien, porque las riñas surgen con mayor facilidad en las tabernas que en los almacenes de aguardiente, donde la estancia es demasiado corta como para que de lugar a querellas”.33 Todos los criminalistas de este periodo atribuían al alcoholismo el carácter de factor criminológico de primera magnitud. A continuación, un cuadro estadístico de los principales delitos cometidos en el país entre 1904 y 1907.

* Fuente: Estadística Carcelaria de 1907, en: El Alcoholismo y la Ley de Alcoholes, Samuel Rodrigan

31. CORREA, Hernán; Op. cit., p. 8. 32. LOMBROSO, Cesar; El Delito: sus Causas y Remedios. Librería General de Victoriano Suárez, Madrid 1902, p. 125. 33. Ibidem., P.127. 275

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De esta criminalidad asociada al consumo de “bebidas espirituosas”, también nos da evidencias la revista Sucesos. En el poco espacio que este semanario dedica a la crónica roja, podemos encontrar noticias que evidencian la reconocida relación entre el alcohol y los delitos. Como ejemplo, podemos tomar un drama pasional ocurrido en el Cerro Barón, cuando Jorge Zamorano mató a su mujer, Blanca Arriagada; la publicación nos informa: “Zamorano desde hacía algún tiempo atrás se dedicaba a la bebida, motivo por el cual se suscitaban violentas escenas en el seno del hogar. Es un nuevo drama en el que ha obrado como único móvil el alcoholismo”.34 Los actos de violencia bajo la influencia del alcohol eran variados: lesiones y violencia intra-familiar eran los más habituales, aunque en publicaciones de la época también podemos encontrar asesinatos, donde el alcohol juega un papel importante. Las soluciones propuestas por los distintos sectores de la sociedad para combatir el alcoholismo son diversas, pero una de las más claras es lo que se vino a denominar la Represión de la Embriaguez, y que tenía por objetivo atacar el vicio de manera más inmediata de lo que podía hacerlo la educación. La represión de la embriaguez contaba con varios puntos, todos ellos destinados a dificultar el fácil acceso que la población tenía al alcohol. Entre las principales iniciativas estaba la carestía del artículo, con lo que trataba de gravar la producción o venta de alcohol, haciendo más difícil su adquisición. Ante esta idea se debía ser cuidadoso, ya que el gravamen debería ser tal “que haga casi imposible el consumo, porque de otra manera el vicioso dejará de satisfacer otras necesidades pero siempre consumirá la cantidad de alcohol que acostumbra, lo cual producirá más miseria dentro de la vida familiar”,35 produciendo el efecto contrario al deseado. La más popular de las ideas fue el control de la taberna; debido a que las cantinas en general eran vistan como el foco del vicio, el ataque contra estos recintos no se hizo esperar. La taberna, asociada a toda clase de males sociales, fue el blanco preferido de los moralizadores anti-alcohólicos, quienes emprendieron una campaña contra los bares y expendios del país. Las restricciones que se pretendían eran entre otras: “prohibir el acceso al público en los días festivos, no permitir la venta sino entre la salida i la entrada del sol, no permitir fiestas al interior de los locales, cerrar los días sábados, o cada quincena según se acostumbre el pago en la comarca, además de la responsabilidad del tabernero por los delitos cometidos en el negocio” 36. Otras de las soluciones propuestas es el mejoramiento de la calidad del alcohol. La proliferación de fábricas clandestinas impedía cualquier tipo de control por parte de la autoridad. La iniciativa pretendía suprimir todas las sustancias venenosas que se encuentran en la disolución del alcohol; esta idea se complementaba de la obligación de entregar un certificado que garantizara su pureza al momento del consumo. Al igual que otras medidas tendientes a reducir la ingesta de alcohol, el mejoramiento de la calidad de los productos etílicos encontró una serie de dificultades en su aplicación. La acción del Estado, sobre todo su labor como ente fiscalizador, fue criticada

34. Revista Sucesos, Valparaíso, Chile, 2 de marzo de 1906, p. 48. 35. CORREA, Hernán; Op. cit., p. 12. 36. Ibidem., p. 17. 276

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durante todo el periodo. Las objeciones provenían de diversos sectores de la sociedad; se era consciente que la acción realizada por organizaciones particulares era de gran ayuda, pero aunque esta fuera eficaz “no basta para luchar con éxito contra un mal que tiene raíces tan profundas en todas las capas sociales” ;37por lo mismo se consideraba indispensable que el “Estado acuda con medios poderosos a la protección de la sociedad amenazada de muerte por el terrible enemigo” 38. La Revista Católica va mas allá en su crítica, individualizando a las instituciones responsables, “que los poderes públicos hagan cumplir las leyes (...) que los Tribunales de Justicia y las policías nacionales y comunales repriman con energía la embriaguez (...) que los Senadores y Diputados trabajen para que se modifique la ley de alcoholes”39, buscando hacer más eficaz la represión y más efectiva la fiscalización. La Ley de Alcoholes busca regular, por lo menos en el papel, diversos puntos de la producción, venta, patentes enseñanza, impuestos, funcionamiento de tabernas, mejoramiento de la calidad del alcohol, rehabilitación de alcohólicos, sanciones legales a los ebrios y la mayoría de los puntos considerados como soluciones que en la época se perseguían. La promulgación de la ley 1515 produjo una serie de contradicciones, sobre todo de parte de las fábricas productoras de alcohol, la cual era una de las pocas industrias florecientes; de este modo la falta de aplicación había hecho de la ley más un estorbo que una ayuda para la vida del país. Los impuestos que gravaban la producción de alcohol fueron a su vez objeto de críticas desde distintos puntos de vista. Para el caso del impuesto a la producción, se argumentaba que la “paralización de fábricas importantes i la pérdida de capitales invertidos en costosas instalaciones, han sido la primera e inmediata consecuencia del impuesto creado” 40. El precio de bebidas alcohólicas también aumentó, pero según Zorobabel Rodríguez esto “no convertirá en temperante a ningún borracho. Los que tengan como hacerlo seguirán satisfaciendo su vicio a un costo mayor; los pobres, para satisfacerlo, cortarán en proporción la parte del salario que conservan para el sustento de las familias” 41, o también se verían obligados a consumir alcohol más barato, a la vez de menor calidad, y más nocivo para su salud. Una de las medidas aplicadas por la ley vigente fue la enseñanza anti-alcohólica. Era importante que la enseñanza comenzara en la infancia, donde se encontraba “un terreno virgen que, sembrado en forma intelijente, jerminará i echará raíces hondas que fertilizarán el espíritu i será difícil su aniquilamiento por esta plaga social” 42. La ley estipulaba que en todas las “escuelas i colejios del Estado se deberá enseñar obligatoriamente la Higiene con nociones de Fisiolojía i Temperancia” 43. Dicho ramo ocuparía un lugar independiente en el programa de estudios, siendo su examen requisito indispensable para poder ser promovido a otro curso superior.

37. RODRIGAN, Samuel., Op. cit., p. 14. 38. Idem. 39. Revista Católica, Valparaíso, Chile, 16 de octubre de 1909, p. 8. 40. Ibidem., p. 21. 41. Zorobabel Rodríguez; en: El Alcoholismo y la Ley de Alcoholes, Samuel Rodrigan. 42. CORREA, Hernán, Op. cit., p. 18. 43. Ley de Alcoholes, Art. 161. 277

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Además de la educación, era de vital importancia la represión del alcohol, como método más tangible e inmediato de luchar contra el vicio. El primer ataque fue en contra de la taberna, el centro de esparcimiento popular más satanizado por los anti-alcohólicos. La ley permite la fiscalización de “todos los restaurants, cafées, tabernas, fondas, pulperías i demás lugares en que se vendan al público, para ser consumidas en el mismo local, bebidas destilada fermentadas, capaces de embriagar” 44, los que estarán sujetos a la vigilancia e inspección de la policía. La disposición legal no llegó solo hasta este nivel, sino que también reguló el número de tabernas y los horarios de funcionamiento. Comenzó a ser obligación poseer una patente para poder mantener algún negocio relacionado con el alcohol; asimismo esta patente sería renovada cada tres años según el cumplimiento con la totalidad de las normas. Existía también la prohibición de instalar cantinas a menos de 200 metros de lugares de enseñanza, templos y cárceles. Esta normativa tampoco fue cumplida; la mayoría de las veces se buscaban brechas legales o argucias a la poco precisa legislación respecto al tema. Con respecto al horario de funcionamiento, la ley es clara e impone restricciones al funcionamiento de las tabernas, además de cerrar los locales en días de manifestaciones publicas. Este punto en particular concita disputas, ya que se decía que restringir el número de locales y su horario de funcionamiento atentaba contra la libertad de trabajo e industria, que estaba garantizada constitucionalmente. De todas maneras, esta reglamentación no se cumplía cabalmente; en el caso de Valparaíso podemos apreciar que para las actividades del 1 de Mayo en donde según “el cumplimiento de la orden alcaldicia todas las cantinas debieron permanecer cerradas, pero fueron muchas, especialmente en los sitios más centrales, los que infringieron lo ordenado por la autoridad”45. La ley también es específica en cuanto a las penas a las que están sujetos quienes se encuentren en estado de ebriedad en lugares públicos. En este aspecto la ley tuvo una aplicación mayor, “en el año 1901 el número de reos a nivel nacional llegó a los 34.265; para 1902, a partir de la aplicación de la ley 1515, la suma se amplió a 63.448” 46, fluctuando en torno a esa cifra hasta 1905 donde el número de reos disminuyó hasta los 55.000 aproximadamente. En un comienzo las medidas fueron aplicadas “sin debilidad y el alcoholismo disminuyó. Pero después se relajó aquella energía, cumpliéndose flojamente la ley” 47.

44. Ibidem., Art.71 45. Revista Sucesos, Valparaíso, Chile, 10 de junio de 1907, p. 14. 46. CARDENAS, Antonio; Op. cit., p. 33. 47. VIAL CORREA, Gonzalo; Op. cit., p. 519. 278

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