DISEÑO DE TAPA: GONZALO BARTHA
Primera edición: 2001 Segunda edición: 2004
Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Multicopy, sitos en calle Catamarca 3002 de la ciudad de Mar del Plata, en el mes de junio de 2004 Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 de Propiedad Intelectual. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización de las autoras. IMPRESO EN ARGENTINA EDITORIAL MARTIN - 2004 e-mail:
[email protected] ISBN: 987-543-27-4
SUMARIO PRÓLOGO
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CAPÍTULO 1: LA ORGANIZACIÓN DEL TEXTO
19
1.1.
Canon, género y convenciones del discurso académico
19
1.2.
El texto y sus unidades
19
1.3.
Código escrito y composición textual
21
1.4.
La escritura del comienzo al fin
23
1.5.
La máquina de la escritura y sus técnicas de activación
25
1.6.
La corrección
28
1.7.
Las figuras del pensamiento y su relación con la forma de la escritura: la Retórica
29
1.8.
Algunos problemas en la argumentación
32
1.9.
Clases de argumentos
35
1.10.
Formas de organización del discurso
37
CAPÍTULO 2: LA PRODUCCIÓN TEXTUAL EN GÉNEROS ACADÉMICOS
41
2.1.
El proyecto de investigación o el origen de la tarea
41
2.2.
Del proyecto de investigación a la Tesis
42
2.3.
Informes
49
2.4.
Monografía
51
CAPÍTULO 3: ALGUNOS GÉEROS ACADÉMICOS CON PROYECCIÓN PERIODÍSTICA
57
3.1.
Artículo científico y de divulgación
57
3.1.1.
El artículo científico
57
3.1.2.
El artículo de divulgación
59
3.1.3.
Cuadro comparativo
61
3.2.
La reseña
62
3.2.1.
Composición de una reseña
62
3.2.2.
Objetivos y utilidad
63
3.2.3.
Tipos de reseña: académica y periodística
64
3.3.
La entrevista
64
3.3.1.
Consideraciones sobre un género hegemónico
64
3.3.2
La entrevista académica y de divulgación: el artificio de la oralidad
67
3.3.3.
Hacia una posible definición y tipología
69
3.3.4.
Etapas de elaboración
70
CAPÍTULO 4: DE LA ESCRITURA A LA ORALIDAD
73
4.1.
Otra senda: revalorizar la oralidad
73
4.2.
Actualizar la oratoria
75
4.3.
Los géneros orales intermedios en el discurso académico: ponencia y conferencia
80
4.4.
Otros géneros orales frecuentes: panel, debate, mesa redonda
84
4.5.
Cómo evaluar los géneros orales
84
APÉNDICE II
127
“Las citas bibliográficas: contribuciones a una guía para su elaboración” de Nilda Pastoriza
129
Para empezar a citar
132
1. Qué son las citas bibliográficas. Por qué y cuándo se usan. Dónde se ubican 2. Cómo se elaboran 2.1. La cita textual: elementos; redacción; ubicación de las referencias 2.2. Redacción de la referencia bibliográfica 2.3. El autor/a 2.3.1. Un solo autor 2.3.2. Seudónimos 2.3.3. Fragmento de un texto mayor 2.3.4. Fragmento de un texto propio 2.4. Más de un autor 2.4.1. Dos o tres autores 2.4.2. Más de tres autores 2.5. Cuando el autor es una entidad 2.5.1. Entidad internacional
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2.5.2. Organismos oficiales del Estado 2.5.3. Congresos y Jornadas 2.6. Autor anónimo 2.7. Editor, compilador, etc. 2.8. Mención de edición 2.9. Mención de publicación 3. Aspectos particulares de la citación 3.1. Para trabajos monográficos 3.2. Para artículos en publicaciones periódicas 3.2.1. Publicaciones periódicas 3.2.2. Publicaciones seriadas 3.3. Para separatas 3.4. Para diccionarios y enciclopedias 3.5. Para formas no publicadas 3.6. Para fuentes bibliográficas electrónicas 3.6.1. Textos electrónicos, programas de informática y/o bases de datos 3.6.2. Partes de textos electrónicos, bases de datos y programas informáticos 3.6.3. Publicaciones seriadas electrónicas 3.6.4. Sistemas electrónicos de boletines de noticias, listas de discusión y mensajería
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Capítulo 2 La producción textual en géneros académicos
2.1. El proyecto de investigación, el origen de la tarea Cuando en el lenguaje corriente se alude al vocablo "proyecto" se piensa precisamente en el designio, previsión y ordenamiento de una serie de actividades para ejecutar una obra u obtener un producto. Su propósito siempre es alcanzar un resultado dentro de un periodo acotado y sujeto a determinadas condiciones y objetivos previstos en su diseño. Pero antes de definir los alcances y sentido de un 'proyecto', sería bueno delimitar qué entendemos por 'investigación'. Señala De Bruyne que, en el ámbito de las ciencias sociales y humanas, son cuatro los polos que articulan el proceso de investigación: el polo epistemológico que explícita las problemáticas de la investigación, el polo teórico que formula el objeto y elabora las hipótesis, el polo morfológico que enuncia las reglas de estructuración y formación del objeto, y el polo técnico que controla los datos y la metodología (De Bruyne, 3436.) En el marco académico el 'proyecto de investigación' constituye una estructura discursiva, que opera como disparador de múltiples tipos discursivos académicos. Aprender a elaborar proyectos es una destreza importante a desarrollar por el investigador, aunque para ello no exista una normativa fija; más bien existen series de pautas para organizar ideas, planificar actividades, adecuar objetivos, formular hipótesis, etc. Cuando se desarrolla una carrera de investigación formalmente inserta en una institución académica, se advierte la necesidad de enmarcar toda la producción 1 discursiva (los resultados materiales del proceso de investigación) en un 'plan unificador. De esta forma los trabajos adquieren la solidez que ofrece un marco teórico rigurosamente examinado y definido, y la coherencia que emerge de un planteo global sobre el cual se asientan. Sin embargo, también sabemos que es frecuente que quien se inicia en una carrera académico-profesional, no posea aún trabajos escritos de envergadura ni proyectos en marcha y sus experiencias de escritura académica están materializadas en textos apresurados
LA PRODUCCIÓN TEXTUAL EN GÉNEROS ACADÉMICOS
u ocasionales, urgidos por términos perentorios. Precisamente, es el proceso contrario el que deviene en experiencia útil para la elaboración de géneros académicos; debemos privilegiar otro tipo de trabajo -el que va de la confección de un plan de trabajo a la producción de textos unitarios- y será este proceso el que habilite al nuevo investigador para sentirse seguro de lo que está comunicando. Discutir la organización y elaboración detenida de un proyecto de investigación nos permite pues focalizar las distintas fases de preparación de un plan, que representan las etapas necesarias para la conformación de una actitud y comportamiento peculiar, el del proceso mismo de la investigación científica. Del desarrollo de un proyecto se pueden extraer reseñas e informes de lectura de los libros consultados; progresivamente se pueden confeccionar informes donde se vuelca no sólo la información que se va recopilando sino las propias ideas; también se pueden armar ‘estados de la cuestión' de ciertos temas una vez recopilada la bibliografía completa sobre ciertos aspectos que atañen al proyecto. Además, los estudios dejan de ser escritos ex professo para tal o cual presentación aislada. Después de un tiempo del desarrollo sostenido de un proyecto, se van produciendo artículos de divulgación y científicos que son secciones específicas del plan propuesto, o bien monografías que aíslan un aspecto y lo tratan en amplitud; también pueden extraerse conclusiones en forma de ponencias para jornadas o congresos o bien transponer un informe en conferencia. Finalmente, el género mayor, la tesis (tesina de licenciatura o grado menor o tesis doctoral) sólo puede concretarse a partir de la realización in extenso de un proyecto de investigación. Más adelante nos dedicamos especialmente a dos de estos géneros académicos (el informe y la monografía) que tienen una estricta derivación del plan de investigación y que no tienen una proyección en otros medios como, por ejemplo, los periódicos o las revistas científicas. 2.2. Del "proyecto de investigación" a la Tesis De la abundante bibliografía, aunque dispersa e inconexa, el libro de Umberto Eco, ¿Cómo se hace una tesis?, resulta uno de los más amenos, interesantes y provocativos. Allí el autor meticulosamente se dedica a describir y aconsejar, desde su amplia trayectoria académica, los pasos fundamentales para la elaboración de este género mayor, la tesis. Sin embargo, extrapolando muchos de sus razonamientos
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y afirmaciones, el libro constituye un aporte utilísimo, en realidad, para abordar no sólo este género, sino su fundamento, la realización de un proyecto, desde la elección del tema a la búsqueda del material, incluyendo la preparación de un plan de trabajo que culminará en la redacción definitiva.1 Como ya adelantamos, reflexionar sobre este género nos permite discutir las implicancias de la mayor parte de los trabajos escritos en géneros académicos, resaltar su provecho como experiencia crítica, como adquisición de una capacidad de localizar un problema. La experiencia intelectual de producción de un proyecto, y su corolario en la escritura de una tesis, nos habilita y entrena para analizar un problema, rastrear fuentes y documentos relativos a él, manejar ciertas técnicas y métodos, elaborar opiniones personales, originales y complementarlas con una descripción rigurosa del campo. Elaborar un proyecto y escribir una tesis como resultado, en palabras de Eco, "constituye un trabajo original de investigación con el cual el aspirante ha de demostrar que es un estudioso capaz de hacer avanzar la disciplina a la que se dedica" (18). Hablaremos pues conjuntamente de ambas experiencias, porque consideramos que van inextricablemente unidas, y nos referiremos al final de este apartado a ciertos esquemas y pautas recurrentes de la estructura y desarrollo de un proyecto de investigación. Una fase importante del proyecto es localizar un tema concreto; después recopilar documentos sobre él y ordenarlos; es necesario reexaminar el tema a la luz de estos documentos y configurar una hipótesis de trabajo. Se trata de un trabajo metódico donde construimos el objeto de nuestra investigación. En cuanto al tema, es siempre aconsejable acotarlo al máximo y elegir un tema preciso que nos permita demostrar que controlamos un material desconocido para la mayoría; los temas excesivamente generales o panorámicos nos exponen a toda clase de objeciones. Como con perspicacia apunta Eco, cuanto más se restringe el campo, mejor se trabaja y se va más seguro (32). 1 Eco divide su libro en seis secciones donde presenta los pasos graduales a seguir para la elaboración de una tesis: I- "¿Qué es una Tesis doctoral y para qué sirve?" II- "La elección del Tema" III- "La búsqueda del material" IV- "El Plan de Trabajo y las Fichas" V- "La Redacción" VI- "La Redacción definitiva"
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LAURA SCARANO- AYMARÁ DE LLANO
Resulta útil repasar los criterios de cientificidad que rigen un proyecto académico. Suele afirmarse que un trabajo es científico cuando cumple los siguientes requisitos: cuando la investigación versa sobre un objeto reconocible y definido de tal modo que también sea reconocible para los demás; cuando la investigación dice cosas sobre este objeto que todavía no han sido dichas, hace avanzar el conocimiento, o bien revisa con óptica diferente cosas que han sido dichas; cuando la investigación resulta útil y añade algo al campo de conocimiento disciplinar; cuando suministra elementos para la verificación y refutación de las hipótesis que presenta (Eco 49). Otra fase capital es la búsqueda del material, la distinción entre fuentes primarias y secundarias, entre textos básicos y literatura crítica de apoyo, dependiendo de la disciplina. Se acepta un tema sólo sí se puede tener acceso a las fuentes, al menos a las más importantes, y preferentemente de primera mano (no traducciones o antologías o fuentes de segunda mano). La Bibliografía resulta de una investigación bibliográfica, que tiene como protagonista esencial a las bibliotecas y ahora a Internet también. En realidad, coincidimos con Eco cuando afirma que, por lo general, no se acude a la biblioteca con la bibliografía hecha, sino para elaborar una bibliografía; el buen investigador está capacitado para entrar en una biblioteca sin tener ni idea sobre un tema y salir de ella sabiendo algo más sobre el mismo (79). Para ello es útil copiar la bibliografía entera de los libros relacionados con el tema para ver cuáles son más citados al cruzarlos y establecer así una primera jerarquía que constituirá una base de partida. Para algunos es útil hacer un fichero bibliográfico con todas las referencias de los libros que existen sobre el tema, no sólo los encontrados, y otro fichero de lectura donde se registran datos, citas y opiniones personales sobre esos fragmentos que destacamos. Las normas de citación bibliográfica son normas funcionales y de cortesía erudita; su observación revela a la persona familiarizada con la disciplina y su violación traiciona la experiencia científica y arroja una sombra de descrédito sobre un trabajo que puede estar bien hecho (Eco 88). Hemos querido dejar para un apéndice final la presentación de las normas internacionales de citación y referencia bibliográfica, por su importancia en la presentación formal de los trabajos y porque hemos querido incluir un cuidadoso estudio de una destacada alumna graduada de nuestro Taller -experimentada docente además del Departamento de Documentación de nuestra Facultad-, quien resume en este anexo la conjunción de usos habituales del medio local y nacional con la normativa
LA PRODUCCIÓN TEXTUAL EN GÉNEROS ACADÉMICOS
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prescriptiva internacional, en una guía de fácil e imprescindible consulta. Investigar y, en consecuencia, escribir sobre nuestro objeto significa casi siempre reunir una gran cantidad de libros en el ámbito de las ciencias humanas: aquellos de los que se habla -fuentes primarias- y aquellos con la ayuda de los que se habla -fuentes secundarias, crítica y teoría-. El objeto y la literatura sobre ese objeto. La investigación nos lleva a un vaivén de lecturas, ya que sin la bibliografía crítica preliminar el texto puede resultar ilegible y sin el conocimiento del texto es difícil valorar la crítica. Hay que abordar de inmediato dos o tres textos críticos entre los más generales y reiteradamente citados, a fin de tener una idea del telón de fondo sobre el que se mueve el autor o texto elegido, y a continuación se irá a él y después se verificará el resto de la literatura crítica existente y por fin se vuelve a examinar el tema e hipótesis a la luz de las nuevas ideas adquiridas (135). Es muy importante visualizar que todo proyecto consta de dos elementos básicos: un Plan de Trabajo y una Bibliografía. Eco recomienda como una de las primeras tareas que se han de hacer para empezar a trabajar sobre un plan la escritura de tres ítems: el título, el índice y la introducción. El Plan de trabajo en un proyecto debe contar desde sus inicios con un título, que Eco define como "secreto", no público; un título útil y explicativo, que después quizás pueda funcionar como subtítulo definitivo: es el que 2 enfoca el área temática. El título es una parte importante de cualquier texto. En más de una ocasión, el lector decide si procederá a la lectura, solamente, en base a lo que el título le sugiere. Aun cuando ese lector estuviera obligado por circunstancias académicas, por ejemplo, a leer un trabajo, es deseable que se sienta atrapado desde el inicio y, además que sepa, con claridad, cuál es el tema sobre el que iniciará la aventura de leer. Se suele recomendar que el título sea breve para que se capte con rapidez. Quien redacta títulos extensos y excesivamente analíticos cree que, de esa manera, es más preciso, cuando, en general, se pierde el sentido y -lo que es peor-, para el lector se torna a menudo complejo o tedioso visualizar con rapidez de qué se trata. Si es imprescindible expresarlo en forma extendida, entonces conviene agregarle un subtítulo. El subtítulo puede ser más explicativo y da una idea de los alcances del título. Por otro lado, hoy en día hay otro factor para tener en cuenta: un título breve 2 Lo Indicado en este apartado es válido para la titulación de cualquier tipo discursivo académico.
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se puede ubicar rápidamente en las bases de datos que toman sólo una parte del mismo. Durante la redacción del trabajo, se pueden intentar varias versiones del título hasta llegar a la final, incluso se llega a veces a rectificarlo o modificarlo por completo. Pero durante el proceso de investigación, en el Plan, el título sirve siempre como brújula de orientación. En suma, un buen título debe ser suficientemente explicativo, atraer la atención del lector para leer el trabajo y ser conciso, específico y claro, sin emplear vocablos excesivamente generales. En cuanto al vocabulario, no debe ser muy complicado, hay que omitir palabras innecesarias y abreviaturas, y siempre debe apuntar a la tesis mayor que se sostiene. La formulación de este punto constituye una especie de pregunta que nos permitirá al elaborarla, definir las etapas de trabajo que conformaran el índice (Eco 137). Escribir cuanto antes el índice como hipótesis de trabajo sirve para definir y acotar el radio del proyecto. Este índice será pues «hipotético», ya que será reestructurado varias veces, pero sirve como punto de partida. Este índice hipotético es provisional, y cuanto más analítico mejor; conviene que a cada título de sección o capítulo le corresponda un breve resumen, produciendo así una especie de sumario, en el que se puede usar la estructura ramificada. El índice establece cuál será la subdivisión lógica de la tesis en capítulos, subcapítulos, partes o secciones. Una parte breve pero importante está concentrada en la elección de los denominados descriptores o palabras claves que identifican un trabajo científico. Se utilizan para introducirlos en los soportes informáticos o bases de datos de tal manera que reproduciendo cualquiera de ellos se acceda a la consulta como fuentes de información (Dalmagro, 27). Es común además añadir un resumen o abstract que en pocas palabras defina el radio de extensión del planteo. Otra fase del Plan es la introducción que no será sino el comentario del índice; Eco la denomina "ficticia" en esta etapa de elaboración, pues seguramente nada tendrá que ver con la final y definitiva de la Tesis o proyecto, pero es esencial como mapa de ruta. Permite fijar la idea a lo largo de una línea directriz que no será cambiada a menos que se lleve a cabo una reestructuración consciente del índice. Esta introducción puede incluir el marco teórico a usar, la especificación de la metodología, la delimitación del tema como hipótesis o problema y los pasos a seguir en el proyecto -paráfrasis del índice-. Con ella establecemos cuál es el centro de
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la tesis y cuál su periferia. Sirve para exponer al profesor o director lo que nos proponemos hacer con este proyecto; demuestra que hemos empezado a leer la bibliografía porque hemos podido proponer una hipótesis y un plan a seguir. Dice Eco que si no podemos escribir un título, índice e introducción es que no tenemos ideas claras todavía para empezar, y, en ese caso, hay que volver a la etapa inicial: la inspección bibliográfica (142). Si el título secreto, la introducción ficticia y el índice hipotético se encuentran entre las primeras cosas a hacer para elaborar un proyecto, debemos recordar que ninguna de ellas es la primera, ya que no hay nada sin una previa investigación en una bibliografía o fuentes preliminares, sin material, sin objeto a investigar. La Redacción es otro de los pasos centrales de una Tesis o proyecto: es la producción de trabajos escritos sobre los distintos problemas o partes del Plan de Trabajo. Es importante tener en cuenta el destinatario (a quién se escribe): ¿a un tribunal especializado, o a un público general? Una Tesis, ¿es un libro para todos o sólo orientado a la academia científica? Esto determinará la forma narrativa, el uso de tecnicismos, el nivel de claridad interna. Cuando se trata de una tesis doctoral, por motivos ocasionales se dirige al Tribunal, pero en realidad se supone que puede ser leída y consultada por muchos otros con desigual rango de competencia en el tema. Por eso, por debajo de un primer nivel de obviedad, es bueno proporcionar al lector todas las informaciones necesarias, definir todos los términos técnicos usados. Una vez decidido a quién se escribe, es preciso definir cómo se escribe, el estilo discursivo; si bien no hay reglamentación exhaustiva se puede seguir una serie de consejos útiles. Sólo conviene escribir "lo que se les pasa por la cabeza" en una primera versión, después re-escribir mucho, volver a menudo al principio, usar un lenguaje referencial que no se preste a equívocos, definir los términos técnicos usados, etc. (186). En cuanto a las citas de textos o fuentes, son utilizadas por lo general de dos maneras: se cita un texto que después se interpreta o se cita en apoyo de la interpretación personal. Es mejor no citar con abundancia (a menos que sea el análisis crítico de un texto del que se extraen fragmentos a analizar, aunque si son muy extensos conviene reproducirlos en un anexo al final del trabajo). Las citas demasiado largas pueden ser
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una manifestación de desidia en cuanto a que no somos capaces de resumir una serie de datos y dejamos que lo haga otro citándolo. Las notas, por el contrario, tienen otra funcionalidad múltiple. Sirven a veces para indicar el origen de las citas (si no se usa el más práctico sistema autor-fecha en el corpus del trabajo, complementado con una bibliografía de referencia al final). En general, su uso más difundido es para añadir a un tema discutido otras indicaciones bibliográficas, de refuerzo, o para citar algo que en el corpus molestaría, para corregir afirmaciones o ampliar aseveraciones con más detalle, o rebatir y objetar posiciones de otros. Nunca tiene que ser demasiado larga, ya que si lo es, es un apéndice o anexo, ubicado al final. En síntesis, Fragnière define once etapas para el desarrollo de una investigación (51-54), que él reduce a la escritura de una monografía, pero creemos que es más bien aplicable a todo proceso de investigación, especialmente a la Tesis: 1. la aparición de la idea 2. la búsqueda de información y las primeras lecturas 3. el enunciado sistemático del objeto 4. la aplicación de una prueba de verificación (la factibilidad) 5. la elección definitiva del objeto y las lecturas complementarias 6. la elaboración de un plan operativo detallado 7. la realización de las tareas previstas en el plan 8. el balance intermedio 9. la elaboración de un plan de redacción 10.1a redacción propiamente dicha 11.1a preparación final del original y su difusión Cuando nos reducimos a la presentación formal de un proyecto, debemos añadir que cada institución requiere un formato uniforme del plan a presentar -para aspirar a becas o subsidios, ingresar a la carrera de investigador, o presentarse a un concurso de oposición-. Sin embargo, las partes comentadas son fijas y están siempre presentes, aunque con variedades formales, en todo plan o proyecto de investigación. Reproducimos una serie de ítems recurrentes en todas las planillas institucionales de presentación de proyectos: -denominación o título -descripción del proyecto o abstract -origen y fundamentos de la investigación -palabras claves
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-duración -hipótesis -objetivos generales y particulares -metodología a emplear -cronograma de fases o actividades -recursos disponibles -fuentes de datos y bibliografía -probables aportes o impacto de los resultados -financiamiento e inversiones (costo total) -sede de trabajo, grupo de pertenencia institucional -director/a Estos ítems recurrentes constituyen en realidad formas de sistematizar las preguntas básicas que un buen proyecto debe formularse, como el útil cuadro que reproducimos a continuación muestra (AnderEgg y Aguilar Idáñez, 1996, 24): QUÉ POR QUÉ PARA QUÉ CUÁNTO DÓNDE
se quiere hacer se quiere hacer se quiere hacer se quiere hacer se quiere hacer
CÓMO
se va a hacer
CUÁNDO A QUIÉNES QUIÉNES CON QUÉ
se va a hacer va dirigido lo van a hacer se va a costear
Naturaleza del proyecto Origen y fundamentación Objetivos, propósitos Metas Localización física y cobertura espacial Actividades y tareas, métodos y técnicas Calendarización o cronograma Destinatarios o beneficiarios Recursos humanos Recursos financieros y materiales
2.3. Informes Hay distintos tipos de informes que emergen de un proyecto en curso o finalizado y tienen algo en común: generalmente se presentan a requerimientos de una entidad o institución ante una comisión, para referir la tarea o trabajo desempeñado, o bien por estar en
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representación de un cuerpo mayor en cuyo caso revestiría el objetivo de informar la situación observada haciendo una síntesis de la información relevante según sea cada caso. El tipo de lengua debe ser claro, preciso y breve aunque no debe omitir las partes centrales de su desarrollo. Nuestro objetivo es describir las características de otro tipo, el 'informe de investigación' en grado de 'avance' o 'final', que se presenta para comunicar por escrito los resultados provisorios -avance- o finales de un proyecto de investigación. También en este caso, las instituciones solicitantes acostumbran a pedirlos en un formato único a los efectos de facilitar la tarea de evaluación de los mismos. De todas maneras, se reiteran algunos apartados identificatorios del proyecto original, como por ejemplo: título, director e integrantes, palabras claves. Luego se describen los pasos de la investigación con los logros alcanzados y las dificultades presentadas, su grado de cumplimiento. En caso de que los obstáculos hayan sido la causa de no haber ejecutado parte del proyecto, se deberá hacer el descargo y fundamentación correspondiente con la consiguiente reorganización del cronograma de trabajo en el tiempo que resta para finalizar el estudio proyectado, y en algunos casos va acompañado de una reformulación de la hipótesis de trabajo y de sus objetivos. Se repasarán los marcos teóricos y métodos utilizados, así como la verificación o no de la hipótesis, los que se confrontarán constantemente con el diseño presentado en un principio. Es vital que quede aclarado debidamente qué se estudió, cuál es el grado de avance, cómo se proseguirá dicha labor, con qué medios se cuenta para ello y quiénes actuarán hasta el final. El objetivo de cualquier tipo de informe de investigación y/o de docencia es el seguimiento de la tarea realizada. La extensión, en general, está fijada de antemano por el tipo de formulario en cantidad de palabras, fuentes a utilizar, número de líneas y/o páginas. La producción discursiva y las participaciones en encuentros académicos se adjuntan en un anexo como material de consulta y probatorio de la comunicación científica de los resultados de la investigación. El objetivo de los Informes es básicamente desarrollar competencias discursivas para estructurar y ordenar los resultados de la investigación con propiedad y corrección, cumpliendo normas de redacción y estilo con procedimientos a menudo ya estandarizados. Si bien la naturaleza de los informes difiere según sean los requerimientos de la institución que los solicita, todos ellos responden a los contenidos específicos del proyecto en desarrollo.
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2.4. Monografía Cuando hablamos de 'monografía' hay que referirse al uso del término en la Academia. Observamos que algunas cátedras solicitan un 'paper', una 'monografía' o un 'trabajo final', utilizándolos como conceptos afines y haciendo referencia a trabajos científicos en general. Veamos los rasgos comunes que justifican ese trasvasamiento terminológico. En primer lugar, todos tienen la particularidad de versar sobre un tema único, delimitado, preciso y resultan ser breves. La diferenciación surge no sólo por la estructuración del trabajo, que tiene partes definidas, sino porque en la 'monografía' se valora el uso de un aparato crítico bien estructurado, mientras que las otras denominaciones apelan a un trabajo menor habitual para estudiantes de educación superior de grado que no han adquirido aún la sistematización suficiente para incorporarse al mundo específico de la producción académica. Por otro lado, la bibliografía al respecto toma distintas posturas. Diversos libros en el mercado editorial de los últimos años reducen su objeto de análisis a la monografía; muchos de ellos se presentan como "guías" de preparación y otros asocian el estudio del género a un libro cercano a los manuales de auto-ayuda. Basta ver los titulares de la tapas del conocido Así se escribe una monografía de Jean-Pierre Fragnière (París, 1996), que en su traducción al español del mismo año concita la atención del lector con coloridas frases en la tapa como "Triunfe en los estudios", "¡Sáquele el jugo a sus ideas!", "Asegúrese el éxito profesional" o "Los mejores consejos para aprovechar su PC". Para críticos, como Dalmagro, el 'paper' es el vocablo inglés usado en EE.UU. para todo tipo de 'ponencias' y la 'monografía' tiene una entidad distinta ya que entrarían en su formato las tesinas de grado y las tesis de posgrado (menores y mayores) (Dalmagro 2000), ampliándose excesivamente a nuestro juicio el dominio del vocablo. Carlos Sabino, bajo el título "Diferentes tipos de trabajos científicos", dedica un breve apartado a 'Papel de trabajo", 'monografía', 'ponencia', 'trabajo de grado', 'tesina' y 'tesis' y, además, incluye al 'paper' dentro 3 del 'artículo científico'. (19-29). Como vemos, no hay criterios uniformes y, en gran medida, este tipo de sistematización responde a pautas institucionales, según la tradición impuesta por normas 'no dichas' pero conocidas en los distintos ámbitos académicos. 3 Sabino toma otros géneros; aquí solo mencionamos los que atañen al tema que estamos tratando de perfilar, es decir, a qué llamamos 'monografía'.
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Para el Diccionario de la Real Academia, "monografía" es la descripción y tratado especial de determinada parte de una ciencia o asunto particular. La difusa definición ha devenido en la bibliografía general a remitirá una exposición explicativa escrita de un tema de una ciencia, disciplina o tecnología sobre un asunto en particular, tratado de manera circunscripta. Esta delimitación temática estrecha determina que sea un género de una extensión menor pero con elevado rigor metodológico, que se propone aportar nuevos conocimientos (Ander-EggyValle, 10). Por lo expuesto privilegiamos la noción de 'monografía', como trabajo original en el que se estudia una temática particular en profundidad con rigor metodológico-crítico y que aparece fuertemente estructurado respetando la llamada IMRYD (Introducción, Métodos, Resultados y Discusión) a la que se 4 le agrega otra parte final que es la Conclusión. En la Introducción es aconsejable que se enuncie la hipótesis de trabajo, además de explicar por qué consideramos relevante tratar esa temática o problemática para inscribir el trabajo en la cadena disciplinar. La estructura IMRYDyC debe funcionar como un ordenamiento para quien redacta y no como algo rígido. Por ello, los métodos no siempre se tratan aisladamente; se pueden integrar en el proceso de análisis y explicación de los resultados; eso dependerá de una cuestión de 'estilo', de tradición en la disciplina y, también, de normativa institucional. De la misma manera pueden estar entrelazados los resultados y la discusión anterior a la producción de ese estudio monográfico así como a la posible proyección de polémicas posteriores a la publicación. Finalmente, la conclusión reunirá los conceptos estudiados y el aporte de nuevos saberes, confrontando con la hipótesis propuesta desde el inicio. Para muchos, la monografía -cercana al "paper" estadounidense-es el género académico en el que mejor se comunica un trabajo científico, y es común derivar de ella artículos científicos a publicar en revistas académicas o bien ponencias para comunicaciones en congresos. En realidad, los mismos géneros se extraen de las tesinas y tesis -de grado y posgrado-, pero como ya hemos dicho, son trabajos de mayor extensión e importancia que involucran lapsos más largos de tiempo. Las tesis coinciden con las monografías en la estructura de su parte principal -introducción, desarrollo y conclusiones- y cuentan, generalmente, con prólogos o prefacios y apéndices o anexos. Es 4 El American National Standards Institute lo ha establecido como norma desde 1972 y luego en 1979. (Citado en Moyano, 101).
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común afirmar, pues, que la monografía excede en extensión y profundidad al artículo, pero respecto del libro o tesis suele ser de menor envergadura. No hay duda que entra dentro de los requerimientos universitarios básicos y se ubica dentro del marco de lo que algunos llaman, un tanto difusamente, 'ensayo formal' para oponerlo al 'ensayo de opinión'. Para Miguel Ángel Caminos en su libro Dispuestos a escribir, el ensayo formal o académico, "se basa en el rigor de la investigación", con "un lenguaje neutro e informativo que subraya la objetividad", mientras que en el ensayo de opinión "el lenguaje tiende a ser persuasivo y el carácter reflexivo subraya la subjetividad" (62, 114). Como consignas para elaborar una monografía, es natural que las que hemos expuesto para elaborar proyectos y tesis, sean necesariamente aplicables aquí también. Tanto en cuanto a la consideración del tema como al método de investigación, la búsqueda de material e información y la puesta en discurso de los resultados. Pero la monografía también responde a ciertos criterios particulares o convenciones en el modo de presentación. La división en apartados con subtítulos permite recorrer distintos aspectos del tema planteado, en una extensión que promedia las veinte páginas por lo general. Algunos autores todavía recomiendan como estructura la tradicional de Introducción, Cuerpo o Desarrollo y Conclusiones. Suelen verse muchas monografías encabezadas por una cita textual o varias de otro autor, llamadas 'epígrafes'; su función es establecer una especie de diálogo con el autor citado, o poner el trabajo bajo su inspiración, ya sea para afirmar una afinidad intelectual o bien para polemizar. El epígrafe condiciona de entrada la lectura del trabajo, por eso es bueno que quede clara para el lector la relación que el autor quiere establecer, para no conspirar contra la inteligibilidad del texto y controlar mínimamente la deriva de sus significados (Ander-Egg y Valle, 21). La introducción debe servir claramente para plantear el tema de la monografía, sus alcances y objetivos; también se pueden añadir los motivos que han llevado a realizar este trabajo, pero, en caso de querer incluir motivaciones más privadas o personales, es recomendable agregar un Prólogo o Presentación anterior a la Introducción propiamente dicha. También allí se pueden agregar dedicatorias y/o agradecimientos, aunque en Tesis o libros suelen constituir paratextos independientes. El cuerpo de la monografía es el desarrollo propiamente dicho de
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la exposición de los resultados de la investigación. Ander-Egg destaca como exigencias las de todo discurso académico: unidad temática, orden lógico en la sistematización de ideas, progresión en la exposición y transición entre las partes, para evitar la imagen de una acumulación indiscriminada de ideas, análisis o hechos (22). Algunos sugieren la división en capítulos (más afín a la tesis o libro de mayor extensión); otros sólo apartados con subtítulos que orienten el contenido, como ya hemos señalado. Por último, las conclusiones concentran la fase discursiva más contundente del trabajo; en principio, conectan y reúnen las conclusiones parciales que se han diseminado a lo largo del cuerpo. De modo sintético y sistemático, la argumentación final debe dar cuenta del resultado de las hipótesis y objetivos planteados en la Introducción, resumiendo los principales hallazgos y los alcances finales de las propuestas. Es fundamental que las conclusiones se deriven lógicamente de las propuestas iniciales y de las exposiciones del cuerpo, y no se incluyan elementos novedosos, no previstos en el plan ni desarrollados posteriormente, excepto como potenciales derivaciones o hipótesis para nuevos trabajos. Como señalan Ander-Egg y Valle, la conclusión es una vuelta en espiral a la introducción, pero en un nivel superior y "no hay retórica que pueda paliar una falla en este punto" (23). Es frecuente en el discurso académico escrito el uso de la forma impersonal para eludir la primera persona gramatical ("Se aborda el objeto de estudio..."). Pero, cada vez es mayor el empleo de la primera persona plural, como forma de involucrar al lector en el discurso ("comprobamos..., analizamos..."), ya que el objeto de la ciencia es siempre su comunicación: "Se dice 'nosotros' porque se supone que aquello que se afirma puede ser compartido por los lectores. Escribir es un acto social: yo escribo a fin de que tú que me lees aceptes aquello que te propongo", argumenta Eco convencido de la conveniencia del plural mayestático (187). Sin embargo, otra razón es esgrimida con frecuencia para justificar su utilización. Como bien señala Pascal "Ciertos autores, al hablar de sus obras, dicen: mi libro, mi comentario, mi historia... Sería mejor que dijeran: nuestro libro, nuestro comentario, nuestra historia, ya que en ellas hay tanto trabajo ajeno como propio" (Fragnière, 134). Esta justificación nace de la evidencia de que la ciencia avanza a partir de resultados previos; los trabajos se consolidan en la medida que conocen los resultados existentes sobre el campo y objeto de la investigación. Más aún en el campo de las ciencias humanas, la
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escritura académica siempre trabaja sobre otros libros, autores, propuestas. De ahí la conveniencia de un uso del plural, como evidencia de la producción básicamente social del conocimiento científico. Pero quizás conviene aclarar también que, en lo que se refiere a las citas bibliográficas, una monografía o trabajo bien escrito tampoco es un collage de citas ajenas, que ahogan la propia voz de su autor, quien así parece no tener ideas propias ya que necesita excluyentemente de la opinión legitimadora de otros autores (práctica que, en ocasiones, al olvidar la transcripción de comillas para enmarcar los textos ajenos o la referencia de autoría, puede bordear el plagio). Como aconseja Caminos, "escribir una monografía supone un acto de honestidad intelectual y de creación propia. Hay que sentarse a investigar un tema, estudiarlo, profundizarlo hasta tanto sea posible, cotejar enfoques y luego, disponerse a escribir sobre ese tema" (67). Como vemos, existe una lógica y necesaria unidad de planteo, propósitos y desarrollo entre estos géneros académicos aquí examinados (especialmente la monografía y la tesis) y su fundamento epistémico, el proyecto de investigación. A diferencia de otros críticos, hemos querido evitar la presentación aislada y fragmentada de estos discursos para incluirlos primero en la actividad cognitiva e intelectual que les sirve de base. Por ello, nuestro análisis partió del proyecto a su género mayor, la tesis, para detenernos luego en el informe y la monografía, como subproductos discursivos, dentro de una secuencia de trabajo intelectual y discursivo, a todas luces indisoluble. Como anticipáramos, otros dos tipos, la reseña y el artículo, forman parte de esta secuencia enunciada, pero hemos reservado su tratamiento para el próximo capítulo, ya que ambos son susceptibles de otras derivaciones además de la académica; nos referimos a la proyección periodística y de divulgación de los resultados de la investigación científica. Esta doble articulación merece ser estudiada, ya que propicia la apertura de otros géneros, como la hoy muy difundida entrevista, a otros circuitos de difusión del conocimiento, que requieren un análisis detenido por imprimirle al objeto reglas y convenciones de naturaleza diferente a la red tradicional de la Academia y las instituciones científicas.
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Capítulo 3 Algunos géneros académicos y su proyección periodística Al final del capítulo anterior, anticipamos que reservaríamos el tratamiento autónomo de otros dos géneros, derivados también por lo general de un proyecto y sus subproductos discursivos, como el de la reseña y el artículo, para examinar sus correlaciones con otro circuito de circulación, producción y consumo que resulta afín, el periodístico. Estos dos géneros, que indudablemente forman parte de la práctica académica, resultan ser a menudo trasladados a la práctica periodística, primariamente con fines de divulgación y difusión de los resultados de la investigación científica a un auditorio más amplio y no especializado. Esta doble articulación es la que nos proponemos abordar aquí, extendiéndola al tan mediático y difundido género de la entrevista, tratando de establecer las diferencias cualitativas entre ambas concreciones: la académica y la periodística, atendiendo a sus peculiaridades de registro, estilo, audiencia, soporte, estructuración, objetivos, etc.
3.1. Artículo científico y de divulgación Es común encontrar trabajos que se diferencian con el vago rótulo de ensayo entre los trabajos académicos o científicos, destinados a una audiencia especializada en la disciplina, de aquellos otros llamados de ideas u opinión, donde la argumentación no recurre a un aparato erudito bibliográfico y se plantean un destinatario más amplio, no especializado (Caminos, 114). Aquí abordaremos concretamente las diferencias que existen entre el llamado paper o artículo científico y académico y el artículo de divulgación, partiendo de la base de que ambos trabajos emergen de un proyecto de investigación disciplinar y científico, pero se plantean diferentes objetivos, lo cual afectará su forma de presentación, registro, audiencia y formato.
3.1.1. Artículo Científico Un artículo científico es un texto para publicar, que presenta un tema específico y sugiere posibles investigaciones futuras. Relativamente
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breve comparado con géneros como la monografía o tesis, en muchas ocasiones son síntesis de informes o trabajos de mayor envergadura. Su finalidad es contribuir al avance del conocimiento en determinada disciplina. Señala Sabino que "la palabra inglesa paper posee una acepción bastante semejante a la de esta denominación" (23). Aunque muchas veces es monográfico en cuanto a su contenido -entendiendo por ello la reducción a un tema único bien delimitado y preciso- se destina siempre a la publicación en revistas especializadas. Los artículos científicos facilitan la comunicación parcial e inmediata de las investigaciones en marcha hasta tanto se corroboren y se publiquen en toda su extensión en el formato libro; en esto radica la importancia que tienen en el mundo de la ciencia. Generalmente, en el momento de la redacción se tiene en cuenta especialmente el tipo de comité de lectura o referato de la revista adonde va dirigido, así como el tipo de publicación. La lógica con que se maneja este formato, tradicionalmente, puede resumirse en algunos interrogantes lo suficientemente amplios para ser Desosados desde distintas áreas disciplinares, que orientan acerca de a la preparación con que se debe contar antes de pensar en la redacción de un artículo científico: • ¿Qué problema se estudió? ¿Qué hipótesis se manejó? Generalmente, estos puntos aparecen explicados en la parte introductoria. • ¿Cómo se estudió el problema? ¿A través de qué material y métodos usados? Esta información se ofrece en algunos casos al principio o en apartados que le siguen. • ¿Cuáles fueron los hallazgos? Los resultados obtenidos ya forman parte del desarrollo constituido por los apartados centrales del artículo. • ¿Qué significan esos resultados? Esta parte de corte evaluativo es la más creativa y original y es la que puede generar discusión sobre el artículo. Antes de escribir finalmente un artículo, el autor debe plantearse: 1) ¿qué decir? 2) ¿qué importancia tiene el artículo? 3) ¿cuál es la forma más adecuada para el mensaje? 4) ¿a quién va dirigido? 5) ¿cuál es la revista apropiada para publicarlo?
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Como vemos todas estas cuestiones apuntan a ordenar la redacción en una estructura semejante a la IMRDyC (Introducción, métodos, resultados, discusión y conclusión) que ya hemos citado en el capítulo anterior. Recordemos que los artículos científicos, en gran parte de los casos, son de corte monográfico. La extensión característica de una monografía ronda entre las veinte y las treinta páginas. En las revistas académicas, a veces se restringe la extensión de los artículos entre 15 y 20 páginas. Presentan una bibliografía sintética, que suele restringirse a los libros citados en el desarrollo del trabajo. Por lo general es conveniente no segmentarlo en las partes tradicionales de una monografía (Introducción, Desarrollo o Cuerpo y Conclusiones), ya que se trata de evitar la reproducción de un formato más escolar; por el contrario se prefiere incluir los contenidos de Introducción y Conclusiones en apartados con subtítulo de encabezamiento y cierre, destinándole la mayor extensión al desarrollo del tema. Nunca incluyen índices o sumarios, pero sí es frecuente encontrar epígrafes en su apertura. Lo referido respecto de las Notas y Citas son aplicables también a estos artículos. Una de las características más visibles es la inclusión de jerga y tecnicismos propios de la disciplina, y un aparato de referencias bibliográficas sólido y riguroso.
3.1.2. El artículo de divulgación Cuando nos referimos a un artículo de divulgación estamos proponiendo en principio otro objetivo primario y otro destinatario: la difusión de un conocimiento a un público no especializado en nuestro tema de estudio. Esto influye notoriamente en el nivel de lengua dominante, ya que se tratará de evitar un lenguaje excesivamente técnico, y si se usara, se deberán proporcionar los datos necesarios para su comprensión. El lenguaje tiende a ser más llano y accesible, evitándose la profusión de notas y referencias bibliográficas, ya que aquí la meta no es sostener una trabada y rigurosa argumentación, sino dar a conocer las ideas principales sobre un tema. La estructura suele ser más laxa y flexible, enfatizando el valor explicativo. Este género, muy utilizado en las ciencias llamadas duras, para divulgar conocimientos de poca difusión, suele preferir presentaciones panorámicas de temas, atendiendo a un interés general más que acotadamente disciplinar. Y su circuito convencional de circulación son las revistas (generalmente en formato tabloide, no libro) llamadas de interés general o más precisamente de divulgación. Estos textos a menudo son exigidos en las instituciones tecnológicas
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para difundir entre los beneficiarios directos o los patrocinadores de determinados proyectos, los resultados de una investigación, con un formato y lenguaje más adecuado a un público general que al especialista. Es común cierta resistencia de los investigadores a producir estos textos por dos razones de diferente naturaleza: una se asienta en una creencia infundada sobre el poco valor 'científico' de estos textos que trasvasados a un discurso semi-periodístico, perderían su habitual rigurosidad; la otra razón, menos admitida, se apoya en la visible dificultad para redactar sus conclusiones en un lenguaje más accesible y dirigido a un lector no versado en dicha ciencia, sin perder por ello su carácter científico y objetivo.1 En el ámbito de las ciencias humanas y sociales, los artículos de divulgación son escritos por lo general por investigadores y científicos, expertos en el tema que, paralelamente a la redacción y publicación de artículos académicos, ven la conveniencia de ampliar la difusión de sus resultados a una audiencia mayor. Por eso el canal de publicación privilegiada son los periódicos o revistas de mayor circulación.
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Llega a nuestras manos en el momento de revisión de este libro el útil trabajo de Estela Moyano, Comunicar ciencia. El artículo científico y las comunicaciones a congresos, donde examina este género y lo distingue del artículo de divulgación, a partir de nociones y prácticas más frecuentes en el ámbito de las ciencias exactas y naturales. Véase el capítulo 4 para la discusión de este género en particular y sus modalidades de estructura.
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3.1.3. Cuadro comparativo de ambos géneros índices de comparación VÍA DE CIRCULACIÓN NIVEL DE LENGUA DOMINANTE LECTORES OBJETIVOS PRODUCTOR/AUTOR
CONTENIDO
ESTRATEGIAS DOMINANTES
Artículo de divulgación Periódicos, semanarios, revistas de interés general Llano, coloquial, argumentación liviana Público en general y/o interesado en el tema Difusión, prevención, opinión, explicación
Artículo científico Libros, revistas eruditas y/o académicas Técnico, erudito, neutro, rigurosa argumentación Lector especializado, técnico, disciplinar. Experto Comunicación de investigación básica y/o aplicada
Experto competente en el tema o especializado en el mismo, generalmente personalizado, aparición de marcas de subjetividad General, acompañado por ilustraciones, esquemas, fotos o infografía para despertar el interés Primera persona singular, interrogación retórica, giros coloquiales, referencias autobiográficas, modalizadores de opinión, ("creo que...", "me parece"), digresiones y figuras retóricas (ironía), rara vez aparecen notas al pie o al final; se utilizan colores en el diseño gráfico
Técnico-especialista Experto
Específico. El acompañamiento gráfico aparece cuando es indispensable. Primera persona del plural u oraciones impersonales, uso de notas y profusión de referencias bibliográficas, sin disgresiones ni lenguaje figurado o metafórico. Argumentación fuerte.
ESTRUCTURA
No estructurado, puede revestir Estructuración interna aunque no distintas modalidades. Aparecen se haga evidente; subtitulación recuadros con información anexa
PERSONAL INTERVENIENTE
Experto invitado por un Centro de estudios o de investigación, experto del sfaff editorial o invitado por la editorial
El experto es evaluado por distintos grupos: comité editorial, consejo de redacción, referato, comité de evaluadores
ASPECTO FÍSICO
No estructurado, libro, generalmente tabloide, otros
Formato libro: contratapa, retiros
tapa,
En el Apéndice I incluimos artículos de divulgación aparecidos en diarios de amplia tirada y difusión masiva, con un breve análisis de sus componentes distintivos, que ayudará a la confrontación con el tipo de artículos académicos disciplinares a que está habituado el
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estudioso o investigador en su profesión. No hemos incluido ejemplos de estos últimos ya que son los trabajos más conocidos y consultados por el lector de este libro, y exigirían la delimitación de un tema específico en una disciplina particular.
3.2. La reseña El interés por abordar la reseña como género discursivo nace de la creciente utilización en el ámbito académico de textos referidos a otros textos, que buscan informar sobre sus aportes distintivos y permiten concentrar las ideas relevantes en escritos de reducida longitud. Carlos Sabino define la reseña como "un escrito breve que intenta dar una visión panorámica y a la vez crítica de alguna obra. Es frecuente que en revistas científicas aparezcan reseñas de libros de la especialidad, que ayudan a los lectores a conocer mejor las posibles fuentes de información existentes." Luego especifica que "sus dimensiones no superan usualmente las tres o cuatro páginas" (28). Estamos refiriéndonos aquí obviamente a lo que denominaremos 'reseña académica' para diferenciarla luego de la 'reseña periodística', de menor extensión y sujeta a diferentes prescripciones de acuerdo a su ámbito de circulación y al medio gráfico que la contiene. Como definición general proponemos verla como un texto escrito de longitud variable -generalmente breve-, donde se presenta información sobre un texto literario o científico. La información contenida informa sobre las tesis principales del libro y su montaje o estructura, junto con todos aquellos aspectos útiles para el lector de la obra reseñada. Generalmente incluye además una opinión, valoración o interpretación del mismo donde aflora la perspectiva subjetiva del reseñador. A veces conviene distinguir la reseña meramente informativa de la llamada reseña 'crítica', que aspira a añadir al resumen del contenido y descripción formal del texto , una valoración personal que implica un juicio sobre la obra, tendiente a obtener un efecto sobre el lector, ya sea recomendando su lectura, o bien, en casos de juicios negativos, desalentando la misma. Este nuevo orden valorativo necesita sostenerse sobre una cuidada argumentación y fundamentación, que avale la recomendación final.
3.2.1. Composición de una reseña Conviene iniciar la reseña con un título propio del reseñador que sintetice la idea principal del libro. A continuación le debe seguir la
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referencia bibliográfica completa (autor, título, lugar de edición, editorial, año de edición y cantidad de páginas.) Generalmente el primer párrafo de la reseña está dedicado a un encabezamiento que introduzca la tesis principal del libro. Luego, se deben desarrollar las ideas relevantes que conforman el libro, y a menudo conviene hacerlo mediante el seguimiento de la estructura del libro por partes y/o capítulos. El párrafo (o párrafos) final está dedicado generalmente a resumir los aspectos esenciales, a destacar características del montaje de la obra y, en caso de proponerse como una reseña crítica, enunciar los juicios valorativos del mismo. Para elaborar una reseña es necesario cumplir ciertas fases: 1. lectura cuidadosa del libro a reseñar 2. elaboración de un esquema de contenidos de las ideas esenciales, ya sea mediante un índice analítico de las tesis tal como se desenvuelven linealmente en el libro, o bien respetando la división en partes y/o capítulos del libro 3. descripción del montaje del texto, de su línea y modalidades argumentativas, de los niveles de narración 4. análisis de los paratextos (título del libro, subtítulos, prólogos de otros autores, dedicatorias, epígrafes) 5. listado de juicios o valoraciones propias respecto de dichos contenidos y formas 6. redacción de un texto corto mediante párrafos, de acuerdo al esquema sugerido en el punto anterior: título y ficha bibliográfica, párrafo de encabezamiento o presentación, párrafos informativos de los contenidos y estructura, párrafos valorativos y conclusivos. 3.2.2. Objetivos y utilidad de la reseña La cercanía de la reseña con el resumen la convierte en un instrumento eficaz para relevar la información nuclear de un libro, dar cuenta de la secuencia de ideas, aislar sus tesis, identificar sus aportes a un tema o disciplina, y brindar evaluaciones o juicios críticos que puedan alentar al lector a su lectura y adquisición. Su proximidad con el resumen nos permite con Van Dijk concebirla como una serie de "macroproposiciones que ejecutan lo que la memoria hace de manera automática: seleccionar y reducir información" (221). El lector atento tendrá no sólo que comprender las oraciones de un texto a reseñar, sino también advertir de qué manera están organizadas las informaciones de un texto, resumirlo correctamente identificando las ideas relevantes y
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"relacionar finalmente las estructuras textuales con las funciones pragmáticas y sociales de esos textos" (Van Dijk 229).
3.2.3. Tipos de reseña Podemos distinguir dos tipos de reseña, basándonos principalmente en el medio gráfico de publicación de la misma. Las reseñas 'periodísticas' de libros se circunscriben a diarios, periódicos o revistas de divulgación, de gran tirada y publicación frecuente. Las reseñas 'académicas' se publican generalmente en revistas científicas, eruditas, disciplinares, de menor tirada y periodicidad, con un circuito de circulación menos masivo. Por el canal en el cual circulan, se ven a menudo afectadas estructuralmente por una serie de características que ayudan a distinguirlas. Las reseñas periodísticas suelen ser más breves -algunos párrafos-, escritas en un lenguaje llano y general, destinadas a un público masivo, con una estructura más laxa y cercano al comentario o resumen de contenido. Las reseñas académicas suelen ser más largas -entre 2 y 4 páginas-, escritas en un lenguaje más técnico y científico, dirigidas a un público especializado en una disciplina, y acentuando la fundamentación crítica con notas al pie, citas y bibliografía. En el Apéndice I incluimos un análisis de ambos tipos de reseña que resultará de utilidad para contrastar sus componentes específicos.
3.3. La entrevista 3.3.1. Consideraciones sobre un género hegemónico La entrevista se ha convertido en el mundo contemporáneo, gobernado por los medios de comunicación, en su 'género estrella', especialmente si hablamos del discurso periodístico y la investigación social. El efecto de realidad y autenticidad que contribuye a crear reside en esta fabulación de enfrentarnos directamente con la voz y el rostro de ilustres personajes, personalidades destacadas, astros inalcanzables. O, en el caso de catástrofes, atentados, guerras, el rostro y la voz del informante, el testigo casual, la víctima; siempre en una cercanía mayor que la de los otros géneros del relato o la crónica. En ella se da la máxima aproximación de la escritura al registro oral; aunque leamos la entrevista como discurso escrito la percibimos
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como conversación, en una suerte de género mixto que parece borrar o difuminar el distanciamiento y la mediación de la letra. Este efecto de proximidad y cercanía la hace aparecer como 'más verdadera' que otros géneros, lo cual le permite ser el género privilegiado de la videopolítica, en el caso de las entrevistas orales. En la explosión massmediática, la entrevista recupera esa apuesta de contacto directo con el mundo y contribuye a su mayor credibilidad. En su excelente y útil libro, La entrevista, una invención dialógica (1995), Leonor Arfuch pasa revista a diferentes componentes del género periodístico -sin hacer un estudio particular del género en su utilización académica-, que pueden servir de base para discutir los aspectos centrales involucrados en su producción. Si bien es claro su parentesco con la conversación, es un registro discursivo complejo que se aleja de aquella por su grado de institucionalización, por su intencionalidad, por su articulación con el espacio público, por la notoriedad o status de sus protagonistas y por el tipo de competencia exigida en el rol del entrevistador (ajuste entre preguntas y respuestas, requisito de mantener el interés del público, resumir, repreguntar, volver sobre un tema pendiente, hacer avanzar el diálogo, anular silencios, abrir una polémica). (49) En particular resulta interesante cómo el diálogo de la entrevista configura "una figura de tres vértices: entrevistador, entrevistado y público". Este último como tercero en discordia se interpone y aleja así la entrevista de la mera conversación -que se realiza entre dos puntos-. El principio dialógico que la organiza es el de "uno pregunta - otro responde" (27); allí se establece un pacto de cooperación con ciertas reglas y reparto de papeles que, a veces, se transgreden y vuelven hostil el diálogo -es el caso común de cuando se invierten los roles, o los turnos de participación, en el caso de entrevistadores que buscan sobresalir y alardear de sus conocimientos por encima del entrevistado-. Resulta curioso que este efecto de realidad, en la entrevista escrita, persiste hasta tal punto que resulta difícil distinguir entre la persona entrevistada en carne y hueso y el personaje discursivo que habla en el diálogo transcripto. Señala Arfuch que "a pesar de su cercanía no deben confundirse ambas figuras", entrevistadores y entrevistados son personajes construidos para su exhibición escrita (55). Para los potenciales entrevistados -¿quién puede serlo?- la entrevista resulta ser un ritual de consagración (59), pero es obvio que la persona elegida debe tener algún tipo de competencia particular identificable con un rol, que justifique
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el género, ya sea por sus condiciones especiales o bien por su participación en eventos -los sin voz testigos de catástrofes, los anónimos de los reality shows, etc.-. Cabe destacar la importancia de la escenografía en algunas entrevistas acompañadas de fotos, donde el espacio es registrado a veces no sólo como lugar de encuentro sino como símbolo del personaje -rincones, bibliotecas, ventanas, edificios públicos, calles, derrumbes, barrios periféricos-: "a veces es justamente el escenario el que hace al personaje" (73). Otra idea fructífera es pensar la entrevista desde sus efectos retóricos: la autenticidad, el juego de presencia directa, el simulacro del 'cara a cara' supone un contrato de lectura, donde la verdad de lo dicho se transforma en un valor -aunque se reconozca difícil su verificación-. Esta idea de que la voz hegemoniza la entrevista y la letra se subordina a ella es uno de sus fundamentos nucleares; la escritura aparece como subsidiaria de la voz, como la transcripción de un "suceder, pensar, decir" previo y exterior. Se desarrolla, en general, fragmentariamente: la interrogación va a ir desencadenando relatos -historias, anécdotas, recuerdos- que operan como pequeños detalles o fragmentos de una totalidad a aprehender -la persona del entrevistado-. Estos relatos alternan la esfera pública con la privada y, dependiendo del énfasis en una u otra, estamos cerca de su registro periodístico e informativo o bien del científico o académico. No es lo mismo la biografía de un político, una estrella de cine, un héroe deportivo, que la de un científico premiado o una escritora célebre. Así como el objetivo de la entrevista determinará el registro y clase de la entrevista, la persona del entrevistado reglamentará también la índole de las preguntas, las esferas involucradas, etc. Arfuch dedica un interesante capítulo a otra modalidad massmediática del género, "Reality shows y la vida sin fronteras" (82). Entre los personajes canónicos de la entrevista es posible encontrar al hombre común, al portavoz de grupos, al héroe accidental, a la víctima, etc. De lo testimonial a lo antropológico, su intervención es diferente a la de las vedettes de turno. Los temas, léxicos e intencionalidad difieren, ya que el objetivo va más allá de su persona (82). La calle se ha transformado en un verdadero espacio televisivo para la entrevista, de tal modo que lo que no vemos en la pantalla parece no haber existido. (86). Otro capítulo interesante es el relacionado con "La política como conversación" (109): la entrevista aparece
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hoy como la forma más cotidiana del discurso político; es el lugar de la confesión, el desmentido y la réplica, donde se produce la espectacularización de la política. Finalmente, la entrevista en la investigación periodística entroniza la figura mítica del reportero: mezcla de investigador, periodista y detective en busca de la primicia, el enigma, las pruebas para la denuncia (131).
3.3.2. La entrevista académica y de divulgación: el artificio de la oralidad En el caso de la entrevista académica el objetivo dominante es el de divulgación de una ciencia, arte o esfera de la cultura. La entrevista pretende articular la vida con la obra, la persona con el área de conocimiento, desnudando a veces el lado 'oscuro' o secreto o desconocido de la autoría que el producto en sí no alcanza a iluminar (Arfuch, 24). Por más científica que sea la entrevista, igualmente tiende a alejarse de la impersonalidad y fría objetividad del discurso informativo, ya que es imposible desterrar los efectos de afectividad que conlleva en el registro de reacciones y sentimientos (admiración, reconocimiento, identificación). La entrevista de divulgación suele darle popularidad a figuras cuyo ámbito de desarrollo e incidencia es bastante restringido: escritores, artistas, profesores, científicos. "La entrevista de divulgación propiamente dicha privilegia el registro del saber" y busca difundir en un registro comprensible cuestiones de alta complejidad (75). "Es uno de los lugares confirmatorios de una identidad profesional por la importancia creciente que asume la aparición en los medios para la configuración de una posición de prestigio en el campo académico e intelectual" (76). La entrevista está muy emparentada con los géneros de la intimidad como la autobiografía o las memorias. La gran diferencia es que en ella hay un sujeto que pregunta y el que contesta es aquel que expone su intimidad. Si bien en la entrevista académica esto está más oculto, en ocasiones también se evidencia esta incursión a la esfera privada vinculada con su faceta pública o científica. Conviene tener siempre presente que en este género escrito -como en todo texto- se fabrica un artificio que consiste en hacer creer que hay transcripción de la oralidad cuando, en realidad, hubo tanto montaje que de lo oral casi no queda nada. Cuando ya ha pasado la entrevista 'real', es decir, el acto de preguntarle a alguien una serie de cuestiones que nos interesan, en ese momento se empieza a editar. Se
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verá cómo comenzar, qué título poner y se elige un final. Estos recortes no deben alterar la palabra del entrevistado. Graciela Gliemmo, en Las huellas de la memoria, entrevista a trece escritores latinoamericanos y, en la Introducción, dice que es ésta una "labor artesanal"; más adelante advierte que, después de haber sido publicadas en suplementos culturales y revistas, "las [ha] reescrito en su mayoría, [ha] desplazado bloques de preguntas y respuestas" (12). Gliemmo aclara a pie de página qué tipo de reescritura -versión reducida, versión completa, versión de conferencia de prensa, versión ampliada, primera versión de entrevista inédita- tuvo cada entrevista según el medio en el que fuera publicada pero, también, declara que ha mantenido "títulos, subtítulos y copetes" porque "tienen las marcas del momento [...y...] transmiten las huellas de una impresión inmediata" sobre los entrevistados. Esto pone a la luz el trabajo de armado de una entrevista escrita y, al mismo tiempo, la necesidad de jugar con artificios de escritura que simulen y mantengan la frescura de un acto oral. En el Apéndice I reproducimos una de sus entrevistas, además de otra periodística, con un breve análisis de su desarrollo y características. El caso del rol del entrevistador revela en muchos casos una relación de poder; asume el espacio social de la interrogación y puede, a veces, ubicarse en un plano igualitario donde interesa más la pregunta que su eventual respuesta. Es interesante preguntarse en nombre de quién habla, ya que suele asumir la representatividad de un interés social general. Es el gran mediador entre el público y el entrevistado. Puede hacerse transparente, casi oblicuo o interponer con sus marcas la relación más directa entre los otros dos participantes. Pero aun cuando simule casi no estar presente, es quien dirige, desvía, agrega, selecciona, oculta, provoca. La entrevista es además una narrativa (89), relato de historias diversas, diseña identidades, legitima figuras, refuerza ámbitos de poder... Cabe destacar algunos de sus rasgos más recurrentes: aceleración, discontinuidad, ritmo del clip, continuidad espacio-temporal, composición de personajes, narración de argumentos. Reconstruye temas o vidas a partir de pinceladas y detalles, fragmentos de totalidades inapresables. La biografía es una de sus poéticas fundamentales; las memorias, la obsesión biográfica pone en sintonía lo personal con lo documental, dice Arfuch (100), en una pretensión de dar cuenta de "la vida tal cual es" (103): "el que recuerda focaliza hechos y situaciones que van más allá de su propia experiencia y forman parte de la
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memoria colectiva" (101). La ilusión de inmediatez que crea la entrevista simboliza en una sociedad cada vez más individualista y desigual la recuperación del interés por la voz del otro: "Podemos no creer lo que el entrevistado nos dice pero tendemos a creer que alguien dice" (153), que es posible la comunicación, que podemos conocer a la persona, dejar que nos cuente, apresar en su vivencia el latido social. Antes de tratar de sistematizar los conceptos centrales respecto del género, resultará útil enumerar todos estos aspectos que hasta aquí hemos analizado ya que constituyen sus lados más fructíferos e interesantes: -efecto de realidad (de la letra a la voz, el cara a cara, la ilusión de inmediatez) -montaje escrito de la oralidad (potencialidad oral del diálogo) -situación comunicativa: diálogo entre tres participantes -cruces entre lo público y lo privado, interés social y obsesión personalizadora de lo biográfico -tensión entre el fragmento y el detalle como formas de condensación de totalidades -cruce entre géneros y tipos discursivos (informativo, descriptivo, narrativo) -impronta de subjetividad y afectividad (vaivén desde la cordialidad a la eventual hostilidad en el diálogo, se tiende a evitar la erudición retórica o la cita técnica, ya que se potencia el registro divulgativo, y un ritmo cercano a la conversación). -Puesta en escena o simulacro escrito de un encuentro dialógico, físico, oral.
3.3.3. Hacia una posible definición y tipología Se trata de un género emparentado con la "conversación", pero no espontáneo sino pautado, sujeto a un plan o guía de interrogantes y cuestiones, con el objetivo de recopilar información sobre un tema o personalidad destacada. La tipología de la entrevista es amplia, ya que puede centrarse en una sola persona ('individual'), generalmente centrada en sus cualidades profesionales (científicas, deportivas, artísticas), o bien 'colectiva', cuando participan varias personas, generalmente orientada a investigar un tema o acontecimiento para el cual se requieren diversos puntos de vista u opiniones. Puede fluctuar entre un formato libre y quasi espontáneo,
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que se va modificando al ritmo de la conversación y según el giro que va proponiendo el entrevistado a través de sus respuestas, o bien puede ser muy dirigida con un cuestionario con un número fijo de preguntas. Cada vez es más común la publicación de entrevistas académicas en revistas científicas que se han desarrollado sin contacto oral entre sus participantes, exclusivamente por medios escritos (correo, correo electrónico). Muchos científicos prefieren esta modalidad ya que les permite pensar mejor las respuestas y dominar completamente su discurso, al reducir a un grado mínimo la libre interpretación que pueda hacer el entrevistador en la transcripción de sus respuestas. Del mismo modo, es posible matizar la entrevista focalizando múltiples aspectos y metodologías: puede tener un registro fuertemente "documental" cuando el objetivo es indagar y transmitir lo que la persona entrevistada sabe sobre un tema o acontecimiento, añadiendo material documental probatorio. Otras veces la entrevista va dirigida a captar el registro emocional, informando sobre actitudes, sentimientos, reacciones ante determinados hechos o cuestiones.
3.3.4. Etapas de elaboración La Preparación supone acotar claramente el objetivo de la entrevista, previa selección de la persona o personas a entrevistar, y preparar un plan o guía de posibles interrogantes y cuestiones a debatir, que organizan los puntos centrales del futuro diálogo. El hecho de la selección del futuro entrevistado implica operar con el prestigio del mismo y del propio entrevistador. Es decir que hay una negociación de status entre los interlocutores que se establece antes de la conversación propiamente dicha. La Realización de la entrevista consiste básicamente en el diálogo entre ambos participantes: encuentro en fecha y lugar pactado, aclaración del objetivo e importancia del trabajo, desarrollo de las preguntas y sus respuestas y registro de la misma ya sea de forma escrita o con grabador (procurando la máxima fidelidad y literalidad en el registro, que servirá de base para la siguiente etapa). La Composición escrita de la entrevista es la fase donde deben conjugarse la necesaria fidelidad a la información recabada, junto con la evaluación e interpretación crítica de las respuestas. Esta tarea de revisión del material registrado supone llenar posibles vacíos que hayan quedado en la transcripción del diálogo, inferir, deducir, relacionar respuestas,
ALGUNOS GÉNEROS ACADÉMICOS Y SU PROYECCIÓN PERIODÍSTICA
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corregir en caso de que haya información equivocada. Se trata de una labor de verdadero montaje que, de acuerdo al medio gráfico donde se publicará la entrevista, puede contar con un aparato textual de apoyo como una Nota biográfica sobre el entrevistado, lista de sus obras o actividades más destacadas, notas, citas, etc. Asimismo para una lectura más ágil y comprensiva, a menudo el entrevistador reescribe y reorganiza el texto, dividiéndolo en secciones de acuerdo a los temas tratados, con posibles subtítulos aclaratorios. Un útil ejercicio para examinar los componentes del género y advertir sus alcances y objetivos, es organizar un plan o guía de entrevista. Para ello es necesario conocer mínimamente la trayectoria del entrevistado, seleccionar el campo de interés de acuerdo al objetivo principal de la entrevista, y realizar una serie de preguntas-guía como sostén del futuro diálogo, estando abiertos a la incorporación de los nuevos interrogantes que suscite la conversación misma. 1. ¿Quién es el entrevistado? (¿qué sabemos de él y qué deseamos conocer)? 2. ¿Cuál es su campo de especialización? ¿En qué se destaca? (logros más significativos, repercusión social o institucional) 3. ¿Cuáles son los temas de interés del entrevistador y público que constituirán los núcleos semánticos de la entrevista? 4. ¿Cuál es el objetivo de nuestra entrevista y qué registro discursivo será dominante? 5. ¿Cuál será la metodología que usaremos para su realización (diálogo grabado, copia de preguntas y posterior respuesta escrita, etc.)? 6. El último paso, en cuanto a la composición de la entrevista una vez realizada, nos impondrá otra serie de decisiones: ¿qué aspectos destacaremos, qué organización le daremos, si será copia fiel del diálogo o reagruparemos temáticamente las cuestiones debatidas, si dividiremos la entrevista en secciones con subtítulos, si la acompañaremos de fotografías, notas biográficas, citas biobibliográficas, etc.?
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Capítulo 4 De la escritura a la oralidad Aunque las palabras están fundadas en el habla oral, la escritura las encierra tiránicamente para siempre en un campo visual.
Walter Ong
4.1. Otra senda: revalorízar la oralidad Nuestra sociedad está fuertemente marcada por la escritura y todo lo que deriva de ella. Esto hace que incorporemos las particularidades de lo oral como 'errores' o 'defectos' cuando son características constitutivas de dicho código, diferente al código escrito. La oralidad es heterogénea: necesita de la fragmentación porque se construye por trozos; las pausas son apoyadas por la gestualidad y el desplazamiento corporal; la repetición es indispensable como forma de fijación de un contenido y la presencia de titubeos muestran el devenir del pensamiento del expositor. Sin embargo, hay organización aunque de distinta índole respecto de la escritura porque prevalece una codificación que no sobrevalora la normativa, ya que se encuentra apoyada permanentemente por la entonación que suple más de un nexo ausente o más de una correlación faltante. En general, cuando se habla de lo oral, el parámetro que se utiliza es el código escrito; si se superara esta dicotomía, se podría vencer la idea de 'incorrección' ya que, en el imaginario colectivo, existe la creencia de que el sistema oral conlleva un menor grado de complejidad, cuando se trata en realidad de una complejidad de otra naturaleza. Nociones centrales para el código escrito como oración o párrafo, no son determinantes para la normativa de la oralidad. Pero sí emergen otras, como la reiteración y la redundancia, la persuasión, las inflexiones de la voz y la gestualidad. No existe duda sin embargo de que hay una relación indiscutible entre la oralidad y la escritura. Un primer paso para entender la índole de este vínculo es indagar sobre la necesaria dependencia que existe entre la escritura y la lectura. Sabemos todos que el texto escrito en su versión final -listo para publicar, por ejemplo- es fruto de un proceso de re-escritura y, para que esto ocurra, debió entrar necesariamente en juego otra práctica fundamental y complementaria: la de la 'lectura'. Sólo mediante ella podemos empezar a corregir un texto escrito.
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Por ello, ambas -lectura y escritura- son las dos caras de un mismo proceso; el producto de estas dos actividades humanas es un texto escrito: no hay lectura sin texto escrito, no hay texto para leer sin escritura. Ahora bien, si tornamos nuestra mirada hacia el análisis de cualquier producción oral, observaremos que tiene mucho más de espontaneidad -aunque no enteramente- que la escritura. Hay pocas oportunidades de escuchar formas orales elaboradas, sin embargo estamos permanentemente expuestos a intervenciones orales espontáneas; mientras que la escritura requiere trabajo y un proceso de elaboración como el ya analizado en capítulos anteriores, el lenguaje oral está teñido de espontaneidad y formas repentistas. Para reflexionar acerca de cuestiones como las que nos ocupan en este capítulo, paradójicamente deberemos valemos de la escritura, ya que no podemos discutir aquí la problemática de la oralidad sino escribiendo sobre ella. Evidentemente, esto se debe al orden cultural en el que estamos inscriptos desde nuestros ancestros y en el que el conocimiento se vuelca en actos de escritura. Por otro lado, el camino desarrollado históricamente ha ido desde la culturas puramente orales a la escritura, sin embargo, hoy, estamos haciendo el recorrido inverso -es indudable la influencia de la nueva sociedad mediática y visual-. Debemos llamar la atención sobre esta cuestión: si nos desautomatizamos, comprenderemos que, aunque haya transferencia de lo oral a lo escrito, existe más transposición aún desde la escritura a la oralidad, y tal sería el caso de las reflexiones presentes. Dice Walter Ong al respecto: "En una cultura que conoce la escritura, el aprendizaje de memoria, palabra por palabra, por lo general se logra basándose en un texto, al cual la persona recurre tan a menudo como sea necesario para perfeccionar y poner a prueba el dominio literal." (Ong, 62). Es muy difícil, casi imposible, la transcripción fiel de lo oral al código escrito. Tal como lo hemos visto ejemplificado en las entrevistas, después de desgrabar, se necesita 'producir' la escritura; 'producir' significa, aquí, trabajar sobre el sentido desde todas las normas del código escrito. En la escritura ese trabajo de corrección y re-escritura queda bajo la superficie significante de la última versión. En la oralidad, en primer término, no se puede ocultar el error y, en segundo término, la rectificación o reparación de lo dicho queda expuesta; toda transformación modifica lo emitido con anterioridad, sin anularlo.
DE LA ESCRITURA A LA ORALIDAD
4.2
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Actualizar la oratoria
Hablar en público es cada vez más una actividad recurrente en nuestra profesión. Se trata de hablar "uno a muchos" como señalan Ander-Egg y Aguilar en su libro ¿Cómo aprender a hablar en público? (1994,16). El modelo de la oratoria clásica se preocupaba por la apariencia formal del discurso, apuntando a una estética del estilo, del "buen decir", centrada más en el orador que en su eventual auditorio. Más tarde se procuró estudiar la oratoria como herramienta privilegiada por sus efectos perlocucionarios, como estrategia de persuasión, para captar la atención e interés del público y producir efectos, actitudes desde una sutil manipulación de las estrategias discursivas. En el ámbito académico la oratoria consiste en la capacidad de comunicar eficazmente conocimientos, demostrando solidez argumentativa pero, a la vez, claridad y amenidad en la expresión. Con frecuencia quienes se inician en estas experiencias reconocen que la dificultad mayor no reside en los contenidos a comunicar -"qué decir"sino en las formas y modalidades de la exposición -"cómo decir"-: "aprender a decir lo que sabemos implica el aprendizaje de habilidades específicas que denominamos técnicas de comunicación oral" (Ander-Egg y Aguilar, 17). Si la oratoria es una forma especial de comunicación exige establecer una relación entre orador y oyentes por medio de las palabras. El futuro orador debe preparar lo que va a decir, ordenarlo, embellecerlo con adornos y complementarlo con ejemplos, grabarlo en la memoria y, finalmente, decirlo con gracia ante un auditorio (Iriarte et al., 121). Ander-Egg y Aguilar sintetizan así las tres formas principales de hablar en público (16-17): el modelo de la oratoria clásica con su preocupación por el "buen decir" y la belleza formal del discurso; el modelo de la oratoria como técnica de persuasión -que a veces encubre modos de captación y manipulación-, y el modelo de la oratoria como comunicación eficaz de contenidos. Este último es el modelo sobre el que se formalizan los discursos académicos orales, sin ignorar ingredientes esenciales de los otros dos modelos, respecto del estilo atractivo y las técnicas de efecto y atracción de la atención del oyente. Repasemos algunos de los núcleos fundamentales comprometidos en el discurso oral: •
El orador. Capacidad, preparación, condiciones innatas,
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cualidades y obstáculos en la comunicación resultan ser algunos de los ejes que nos permiten reflexionar sobre el rol y desempeño del conferenciante. Se ha afirmado que la capacidad para hablar en público es una combinación de características innatas y adquiridas, conocimiento de reglas y despliegue de "dones naturales" (Ander-Egg y Aguilar, 24). La preparación del orador consiste en saber reunir y ordenar sus ideas, encontrar una forma adecuada de presentación y exposición, y aprender a expresarlo adecuadamente. Señalan los autores citados que tal preparación comprende dos momentos: la preparación remota -su cultura general, su enciclopedia, su experiencia académica y de vida, las ideas asimiladas- y la preparación inmediata -su capacitación sobre el tema específico y el entrenamiento para hablar en público-. No hay duda también que el miedo y la timidez suelen ser obstáculos psicológicos para la exitosa comunicación, pero es natural que existan y se debe aprender a manejarlos para que no paralicen física y psíquicamente el llamado "miedo escénico"- (31). Para superarlo hay que afianzar el conocimiento del tema -"la seguridad intelectual da seguridad psicológica" (33)-, controlar la respiración y la mecánica corporal y desarrollar "actitudes mentales de sostén". Muchas veces, esmerarse con un buen comienzo, seguro y firme, da seguridad para avanzar en la exposición, ya que sabemos que cuando se comienza a hablar, disminuye la tensión nerviosa "Las secreciones internas de adrenalina se nivelan [...] y estamos en mejores condiciones de dominar la situación" (35)-. Asimismo, el conocido consejo de concentrarse más en el tema que en uno mismo o el público, puede liberar en parte el temor a la exposición a tantos juicios y miradas simultáneas. Respecto de las supuestas cualidades que distinguen al orador, resulta obvio mencionar que la llamada elocuencia responde más a un aprendizaje y a una práctica que a un don natural. Actuar con naturalidad, sin impostar la voz ni adquirir posturas afectadas o artificiales, y expresarse con claridad, sin apelar a frases artificiosas o rebuscadas, son algunas de las normas que un buen orador, independientemente de su personalidad, puede y debe seguir. • La elaboración del discurso oral. Tema, motivos y finalidades, tareas de preparación del material, lenguaje y estilo, junto con eventuales apoyos visuales son elementos constitutivos de esta fase de la experiencia.
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Son aplicables a la elección del tema de la exposición muchas de las afirmaciones que hicimos referente a los trabajos escritos. No hay duda de que, al llegar a esta instancia oral, el investigador va a hablar de un tema que sabe, sobre el cual ha investigado y, seguramente, producido otros trabajos paralelos. Pero además debe tener claro el objetivo de su intervención y el tipo de instancia en la que se desarrollará. No será igual el estilo y forma adoptada, si su meta es sólo informar sobre resultados, que si privilegia polemizar y discutir una serie de postulados susceptibles de debate sobre su objeto de estudio. Informar, divulgar, convencer, discutir, persuadir son diferentes funciones que afectarán naturalmente la elaboración de su discurso. Aún cuando no esté prevista la lectura del trabajo, nunca es conveniente improvisar. Preparar un discurso no significa redactarlo por completo, o darle formato escrito, sino planificar, reunir previamente las ideas que se desarrollarán, delimitar los núcleos de contenido según su importancia, determinar los objetivos y estilo a adoptar y, además, informarse sobre el tipo de audiencia a la que se comunicará el discurso. Aún cuando no escribamos nuestra exposición, ésta se organizará de todos modos según el patrón básico de introducción -anunciar lo que se va a decir-, desarrollo decirlo- y final -sintetizar lo que se ha dicho-. Señalaba Jean Guitton que "el secreto de todo arte de expresarse consiste en decir la misma cosa tres veces: se dice lo que se va a decir, se dice, se dice lo que se ha dicho" (Ander-Egg, 67). Es recomendable preparar un esquema provisional con un encadenamiento lógico, ya sea en forma de cuadro sinóptico, con palabras, números, flechas o claves, que revele la unidad, el orden, la progresión y transición de las ideas que habremos de comunicar (64). Y ya que afirmamos la importancia del comienzo, porque atrae la atención del oyente y disminuye la tensión del orador, también cabe destacar la relevancia del final. Por ello resulta útil planificarlo de antemano: se trata del punto estratégico del discurso, "el que deja el sabor más fuerte -para bien o para mal-" (66). Cuando se habla de la inclusión de apoyos visuales en una exposición oral es un lugar común recordar el célebre refrán de "Una imagen vale más que mil palabras". Vienen en defensa de esta tesis, las estadísticas y estudios que muestran que "el auditorio recuerda del 10 al 15% de lo que escucha y del 30 al 35% de lo que ve" (76). Los recursos visuales -desde el clásico pizarrón a mapas, gráficos, diagramas, cuadros, transparencias o filminas, videograbaciones, etc., correctamente usadas –sin dejar que
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desplacen por completo la exposición del orador, sino que sirvan como instrumento pedagógico para afirmar su discurso- cumplen diversas funciones. Una conocida es la de disminuir los nervios y ansiedad del orador, que así focaliza su atención en otra actividad complementaria fuera de la de hablar. Pero además es evidente que facilita la fijación de la atención de los oyentes, estimula su interés, colabora con la comprensión de las ideas expuestas, simplifica la información y destaca lo principal, ayuda a retener datos, etc. Quisiéramos reproducir un acertado párrafo donde estos autores citados abordan el debatido aspecto de la duración del discurso. Rigurosamente exigido cuando se trata de comunicaciones en congresos y simposios, el tiempo efectivo de nuestra exposición suele ser siempre demasiado breve para el orador y demasiado largo para la audiencia. Esta experiencia psicológica del tiempo y su duración no debe, sin embargo, distraernos de la realidad material del reloj. El orador debe respetar el tiempo de su exposición, preferentemente reloj en mano, dando así señales a los oyentes de que es consciente y se hace responsable de la duración de su discurso: Una vez frente al auditorio, es recomendable que el conferenciante coloque el reloj en la mesa y controle el tiempo. Conviene que lo haga también en los relojes de la gente que escucha... ¿Le parece extraño? Hay un tiempo psicológico según la recepción que el auditorio hace del discurso, y ello sólo se puede controlar en la cara de la gente que está escuchando y... en la forma que mira el reloj. [...] Otros mensajes no verbales -toses, cuchicheos, movimientos en los asientos- pueden indicarnos que la conferencia se ha hecho demasiado larga y que ya no interesa... En estos casos, lo mejor es redondear lo que se está diciendo y terminar de la mejor manera posible y cuanto antes. (81) • La presentación: formas, factores condicionantes, recursos expresivos, estilo y pausas, elocución y dicción, recursos visuales, gestualidad y ademanes, postura y actitud general van diseñando el armado de nuestra exposición propiamente dicha. Por lo general la bibliografía especializada aborda aquí el arsenal de recursos propios de la oratoria, al que apela el orador en la puesta en acto de su discurso. Entre los posibles procedimientos básicos citan el discurso leído -sobre cuyas ventajas y deficiencias ya hemos
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hablado-, el discurso memorizado -que siempre da una impresión de artificialidad-, el discurso oral con ayuda-memoria -que puede ser todo el texto escrito que será una guía para su explicación, o bien fichas o esquemas con palabras, notas, citas y/o datos claves que organizan la exposición-. Todos coinciden en que este último resulta el más recomendable, por la sensación de seguridad y libertad que ofrece al orador, y porque resulta el más ameno y fácil de seguir por la audiencia. Otros factores que a menudo afectan la exposición exceden la preparación y responsabilidad del orador, tales como el lugar físico donde se desarrolla la exposición -tamaño del salón, comodidad de los asientos, sistema de sonido, acústica, iluminación, escritorio o atril donde apoyar las fichas o notas-. Todos ellos condicionan también la efectiva recepción del mensaje y afectan a menudo la valoración de la intervención. Si bien no entra dentro de las competencias del orador, es bueno tener en cuenta este aspecto y procurar conocer de antemano estas condiciones materiales. Por último, además del estilo de la exposición cabe recordar la importancia de la llamada "elocución" en la oratoria clásica. Actualmente los especialistas hacen hincapié en el destacado papel que juega la voz del orador. Afirmaba Cicerón que "el orador debe desear una buena voz. Pero si no la tiene, podrá, al menos, cultivar y fortificar la que posee. El orador ideal debe estudiar las variaciones y cadencias de la voz; y aprenderá a recorrer toda la gama de bajos y agudos de la propia voz" (110). Tono, timbre e intensidad son sus componentes principales. El uso del micrófono puede compensar la falta de volumen y ayuda a variar el tono, para hacer menos monocorde la exposición. Pero además de la voz, es fundamental la dicción, que designa el acto mismo de decir en su materialidad, es decir, la articulación -que depende de la buena apertura de la boca para pronunciar adecuadamente las consonantes y no "mascullar entre dientes" (117)- y la vocalización -el sonido que se da a las vocales-. Y a la dicción y la voz, habrá que sumarle la gestualidad para concluir este circuito del "lenguaje somático" del orador: gestos, mímica, ademanes, posturas, expresión de la cara, todos significan y concitan efectos en el auditorio. Si bien no hay normas universales y cada persona expresa su personalidad a través de su cuerpo, es bueno saber que puede reforzar su mensaje con su cuerpo, que su postura general, su uso de las manos, sus miradas a los oyentes, los gestos de su cara y hasta su vestimenta comunican conjuntamente con sus palabras.
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• El auditorio: características y motivaciones, competencias y formas de participación son, como ya anticipamos, un ingrediente fundamental del proceso oratorio. Todo mensaje está orientado a un receptor "modelo", hacia él -figura del discurso desde un programa de escritura específico- va enfocado el mensaje. Si efectivamente se encuentran ese diseño de receptor ideal o modélico con el receptor real del mensaje, es otra cuestión. Pero es indudable que el discurso, en todas sus formas, más aún las aquí tratadas, adopta ciertas características según sea el receptor al que va dirigido: "Se trata de saber a quién se dice lo que se dice para saber cómo se dice" (143). Informarse acerca del auditorio es indispensable pues para organizar nuestra exposición al nivel del contenido y de su forma de presentación. Tamaño de la audiencia, edad, sexo, competencias y conocimientos sobre el tema, procedencia y origen, nivel social o cultural, religión, costumbres... son cuestiones cuyo interés varía según el tipo de exposición que se planea, de carácter científico o político, especializado o general, etc. Es frecuente escuchar hablar de la necesidad de 'sintonizar' con el auditorio para lograr una eficaz comunicación (151). No basta con un orador experto en el tema; si no existe la llamada "retroalimentación orador/público/ orador" los esfuerzos por exponer convincentemente un tema pueden quedar malogrados. "Flexibilidad, ductilidad y rapidez para adaptar el mensaje a las reacciones del público" (152) suelen ser atributos del buen orador que no duda en modificar si es necesario el rumbo de su disertación, atento a dichas reacciones. El corolario de la existencia de esta empatia entre ambos suelen ser los debates y diálogos que se suscitan después de una exposición y que es recomendable planificar de antemano, otorgándole un tiempo predeterminado, para profundizar ese circuito de ida y vuelta tan valioso para el progreso y comunicación del conocimiento. 4.3. Los géneros orales intermedios en el discurso académico: ponencia y conferencia Existen algunos géneros orales que requieren preparación previa y que nosotros hemos denominado 'géneros intermedios': la ponencia para encuentros científicos y la conferencia, por ejemplo. En estos tipos discursivos se prepara el texto por escrito de antemano para ser leído
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o, en el mejor de los casos, para ser comentado oralmente, pero siempre con la apoyatura de una 'producción' escrita. Sabemos que estos textos oralizados no son de ninguna manera espontáneos: "el grado de formalidad de la comunicación científica y el tipo de contenido que tiene por objeto obligan a la preparación cuidadosa de lo que va a exponerse" (Moyano, 90). Es por ello que por lo general existen pocas diferencias entre estos géneros y las comunicaciones científicas escritas. Sin embargo, es posible impregnarlos de cierto estilo oral, cuando el investigador se propone, más que 'leer' su trabajo, 'decirlo'. Para ello, en el momento de exposición, puede hacer referencias al contexto de emisión, a la circunstancia en que se desarrolla; puede apelar al público con la segunda persona gramatical "Uds. escucharán..."-; puede hacer referencias a sí mismo -"Mi interés en el tema surge..."-, puede matizar con anécdotas biográficas el desarrollo de su investigación -"Conocí al autor..."-; puede emplear interrogaciones retóricas para aclarar los pasos de su argumentación -"¿Qué me proponía hacer al plantear esta hipótesis...?"-, o bien matizar su discurso con expresiones coloquiales. La ponencia es, generalmente, un texto escrito para ser expuesto oralmente en voz alta en una mesa compartida con otros expositores en un congreso o jornada científica. Generalmente ha sido enviada por escrito con anterioridad o bien ha sido aceptada a partir de un resumen o abstract y el texto completo se entrega durante los días que dure la reunión científica. La conferencia suele ser dictada en sesiones plenarias por investigadores de marcada trayectoria en el tema (Moyano, 28 y 175). El hecho es que, en estos casos, difícilmente nos encontremos ante los titubeos y/o repeticiones que caracterizan el código oral. Si nos ponemos exigentes y observadores, advertiremos que este tipo de texto no admite la vacilación ni una excesiva gesticulación, sino una disposición corporal que remite más a la lectura que a la charla abierta y espontánea. Los recursos auxiliares (como el retroproyector, transparencias o filminas) son apoyos que promueven la lectura por parte del público y, también, en la mayoría de los casos, por parte del propio expositor, que lo usa como ayuda-memoria o material auxiliar y lo tranquiliza ante la primera dilación. Como vemos, una ponencia o una conferencia no tienen las características plenas de otros discursos orales porque, además, son solicitadas para su publicación o, por lo menos, a eso aspiran sus autores y obran en consecuencia antes de que dicha oportunidad se haga efectiva.
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Con relación a las apoyaturas escritas para las presentaciones que deben ser oralizadas -ya sean clases, charlas, o conferencias no formales- es necesario destacar que, cuando se trate de quienes aún están en las primeras experiencias al respecto, deben despegarse del texto escrito porque de otra manera el resultado es, por lo general, la lectura 'disimulada' de ese texto escrito con incorporación de cierta gestualidad que no suple la espontaneidad del discurso oral aunque se pretenda. Para no caer en esas presentaciones patéticas, es conveniente no llevar el texto 'redactado' -aunque haya sido necesario hacerlo con anterioridad-, sino apoyarse con datos o la información indispensable en una ficha con palabras claves o gráficos que nos 'pongan en la circunstancia' de 'explicar' nuestro objeto de estudio en ese momento. Se pueden preparar distintos tipos de planes para disertar. El más común es el plan analítico que suele contrastar semejanzas y diferencias, generalidades y particularidades o elementos cualitativos o cuantitativos. También -según el área disciplinar a la que pertenezca el expositor- puede seguir una secuencia histórico-cronológica, basada en fechas o intentar un plan sintético en dos o más partes con movimientos binarios en cada una de ellas.
ello, se procura ajustar al máximo la temática, proveerse del material necesario y planificar la exposición en un esquema que dé cuenta al menos de:
¿Cuáles son los puntos elementales a tener en cuenta ante una presentación oral? En primer término, acopiar información sobre el tema y elaborar un plan estructurado de exposición que deberá contener:
No es nuestra intención insistir en las numerosos recomendaciones que los libros sobre oratoria reiteran a modo de 'ayuda', pero cabe destacar, a pesar de la obviedad, ciertas ideas que garantizan el 'éxito' de una exposición oral: adecuada preparación y conocimiento del tema, confianza y serenidad al exponer -superando el inevitable temor a hablar en público-, modulación de la voz -tono, volumen y velocidad-, control del auditorio -especialmente a través de la mirada-, uso adecuado de gestos y ademanes con una disposición corporal normal -ni la inmovilidad ni una gesticulación exagerada-. "Ubicarse donde se domine al auditorio, tomar una posición erguida, hacer movimientos controlados, ser expresivo, hablar con entusiasmo, no adoptar aires de superioridad" (Iriarte et al., 125) son algunos de los conteos eficaces que obligatoriamente recomiendan los especialistas en el tema.
* las ideas principales de la disertación, * las subdivisiones temáticas y * las señales personales para momentos de transición entre una parte y otra. Hay que tener en cuenta que se puede volver a los puntos fundamentales de nuestra disertación en más de una oportunidad con el objetivo de que queden expuestos con claridad. Por otra parte, se deberá prestar especial atención a qué función se ejercerá ante ese auditorio, a qué tipo de público nos dirigimos, cómo legitimamos nuestro saber. Conviene prever las expectativas de la audiencia, su competencia y grado de interés en el tema, así podremos orientar el discurso para que se adapte a su capacidad y tenga una buena recepción. Finalmente, es importante conocer el lugar, las circunstancias y el tipo de reunión en la que se desarrollará la presentación. En la preparación de una exposición oral es necesario analizar no sólo el auditorio sino la ocasión en la que se va a hablar, determinando los objetivos generales y a partir de allí seleccionar el tema. Para
1. Título 2. Objetivos 3. Introducción 4. Núcleos o macroenunciados del cuerpo 5. Conclusiones. Si en la introducción procuramos captar la atención del público despertando su interés y circunscribiendo nuestro objeto, en el desarrollo presentamos las ideas a partir de un estilo atractivo, una dicción clara, con variedad de registros de voz y evitando la inmovilidad corporal. Podemos usar ilustraciones, guías, anécdotas, ejemplos, para arribar a una conclusión que resuma las ideas principales sin temor a caer en la redundancia, pero asegurándonos de haber transmitido por diversas vías y modos los núcleos centrales de nuestro trabajo.
Estas exposiciones orales tienen siempre una apoyatura escrita ya que se prevé su publicación en forma de Actas, por ello suelen conllevar un estilo formal pautado y riguroso. Sin embargo, como arriba apuntábamos, es decisión del orador no sujetarse a una lectura lineal de la misma y exponerlo en forma de comentarios, para hacer más atractiva y llevadera su intervención. De todos modos, si se opta por la lectura, se debe recordar que será necesario darle al texto características de estilo intermedias entre el discurso oral y el escrito, con el fin de mantener la atención del receptor. Un error frecuente, en quienes se
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inician, es la memorización, que tiene malos efectos en el receptor o público que escucha, porque lo gestual no se relaciona con lo dicho y el oyente o bien se distrae y no escucha el contenido o bien se fastidia por la falta de naturalidad. 4.4. Otros géneros orales frecuentes en la vida académica: panel, debate, mesa redonda El panel es generalmente definido como una discusión informal realizada por un grupo de expertos en un tema para analizar sus diferentes aspectos, en muchos casos controvertidos. Requiere siempre de un moderador y ciertas estrategias de desarrollo, como un lapso de tiempo para cada panelista, un período para contestar preguntas del auditorio, un espacio para el debate posterior (Iriarte et al., 187) Los tipos de panel se definen por el carácter de sus integrantes -expertos en un mismo tema, especialistas con posiciones antagónicas, personas interesadas en un tema-, o bien por su modalidad - discusión informal, interrogación frente a otro grupo, oposición en dos equipos, etc.- (Iriarte et al., 188). El debate es otra modalidad que acentúa la confrontación de información sobre un tema, con personas o grupos con enfoques opuestos (Iriarte et al., 224). También exige un moderador y un auditorio interesado en el tema que asiste y participa con preguntas. Este género oral se caracteriza porque sus integrantes deberán agudizar su capacidad persuasiva mediante el uso de un discurso argumentativo, especialmente cuando los integrantes del mismo tengan opiniones encontradas. La mesa redonda es una forma de comunicación oral en grupo, generalmente utilizada no sólo para informar sobre un tema sino para buscar solución a determinados problemas. Distribuidos sus participantes en forma circular, supone un grupo pequeño -entre tres y ocho integrantes- con un moderador que orienta la reunión, un relator que toma notas y resume luego las conclusiones y una serie de expositores que, en un tiempo limitado, presentan información sobre el tema. El auditorio por lo general no participa (Iriarte et al., 181).
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4.5. Cómo evaluar los géneros orales Hablar bien en público es siempre un desafío. Pero el éxito de una comunicación oral, sea ésta cual fuera, no radica exclusivamente en el dominio del tema por parte del expositor. Todos seguramente tenemos conocimiento de magníficos especialistas, expertos en su disciplina, que a la hora de una exposición defraudan las expectativas del auditorio por la pobreza o confusión de su intervención oral. Así como es necesario lograr niveles de adecuación en la escritura, "hay reglas de lógica que guían todo tipo de exposición" (Caminos, 8). Ser conscientes de las deficiencias más comunes en la oralidad nos permite evaluar nuestro propio discurso y conocer las dificultades que existen para generar mensajes claros y convincentes. Muchas de ellas pueden ser identificadas en este breve inventario, que sintetiza Caminos (8): -no concluir las frases ^ -dar marchas y contramarchas-'sin seguir un orden lógico -revelar pobreza de vocabulario -memorizar y no razonar lo expuesto -apelar a digresiones por temor a trabarse -no manejar bien las pausas -dilatar lo que se puede sintetizar eficazmente -utilizar muletillas En el curso de nuestras clases confeccionamos una planilla para evaluar una serie de aspectos fundamentales involucrados en la exposición, que permiten a los alumnos focalizar su atención en las características de estos géneros, tomando conciencia del grado de adecuación de su discurso -el propio y el de sus compañeros- a los estándares ideales de realización oral.
Planilla de evaluación para exposiciones orales (Cada aspecto se evaluará conceptualmente como Excelente, Bueno, Regular) Aspectos a valuar 1. actitud general 2. introducción 3. organización del plan 4. selección de contenidos 5. conocimiento del tema 6. manejo del tiempo
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7. estilo discursivo 8. gestos 9. manejo de la voz 10. material auxiliar 11. final (conclusiones) 12. disposición para debate Calificación global Señala acertadamente Caminos que "cuando la oralidad se traslada a la hoja" se advierte claramente que existe una distancia entre las estructuras de pensamiento y su inmediata concreción oral con la puesta en escritura (10). En realidad, es necesario señalar que ambas operaciones -oralidad y escrituraestablecen una distancia con el fluir del pensamiento. Ambas imponen sus reglas y lógica particulares. Si nuestra exposición reflejara especular y directamente nuestro pensamiento, veríamos que sería muy difícil su comprensión y comunicación. Más aún, cuando avanzamos en la segunda operación, la de escritura, veremos que se impone otro orden de síntesis y secuencia lógica. Tanto la oralidad como la escritura buscan modelar nuestro pensamiento. Por ello, aspirar a un correcto uso del lenguaje oral tanto como del escrito exige el conocimiento de sus normas y una tenaz puesta en práctica de sus modalidades.