Filosofía de la Ciencia Social
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Algunas distinciones de trabajo
Hemos estado discutiendo cuestiones de terminología. Estas, aunque constituyen un importante delimirado del campo, no nos ponen directamente en contacto con dos problemas fundamentale; a tratar. Para ello tenemos que utilizar ciertos conceptos o distinciones, herramientas que han sido fabricadas sobre todo en la filosofía de la ciencia contemporánea. De hecho, serán utilizadas de forma tan significativa en ¡o que sigue, que comprenderlas es una condición previa para poder darles pleno sentido. Es conveniente subrayar las distinciones operantes entre: (a) método y técnicas; (b) el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación (o validación); (c) ciencia como proceso y. ciencia como producto. a)
Método científico y técnicas científicas
En el pasado se ha seguido frecuentemente el criterio de que las ciencias sociales eran radicalmente diferentes de las otras ciencias, debido a que sus objetivos requerían una «metodología» radicalmente diferente de la de éstas'. Con demasiada frecuencia los defensores de este criterio lo han sido por confusión entre metodología y técnica, contusión que ha viciado bien el significado, bien la aceptabilidad del mismo. Conviene subrayar que las afirmaciones sobre diferencias técnicas entre disciplinas son mucho menos fundamentales que las referentes a diferencias en metodología. Por ejemplo, se ha sostenido con cierta frecuencia, y por cierto, con bastante razón, que ciertas técnicas de observación o experimentación o de control experimental aplicables a fenómenos físicos no lo son a fenómenos sociológicos. Pero está claro que la tesis metodológica sobre los problemas sociales no equivale en manera alguna a la afirmación trivial y simple de que los sociólogos no pueden acelerar a los profesores de Cambridge en ciclotrones. 1 Si bien este criterio parece haber sido plenamente desacreditado, sin embargo ha sido resucitado en una serie de argumentos de gran peso procedentes de filósofos que, al parecer, se han visto influidos por el análisis wittgensteiniano de las acciones gobernadas por reglas (véase la sección 2 del cap. 4 y la bibliografía para las obras de Winch, Oakeshott, Peters, Hayek y Cowling).
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En términos generales, ser consciente de que distintas disciplinas científicas utilizan diferentes técnicas de investigación no equivale a ser consciente de algo importante sobre la naturaleza de la ciencia social. Ni siquiera está claro que las técnicas de las ciencias sociales y no sociales difieran entre sí más de lo que las técnicas ce las ciencias no sociales difieren entre sí. ¿Qué razones se podrían aducir, por ejemplo, para defender el criterio de que el uso de un telescopio en astronomía difiere del uso de un espejo de observación en la investigación de pequeños grupos, más de lo que difiere del uso de una batisfera en ictiología? Defender que existe una diferencia metodológica entre dos disciplinas o dos tipos de disciplinas es, por el contrario, defender un criterio muy radical. Pues hay que tener en cuenta que la metodología de una disciplina científica no es algo que concierna a sus técnicas transitorias, sino a su lógica de la justificación. El método de una ciencia es. sin duda, la exposición razonable sobre la que basa la aceptación o el rechazo de una hipótesis o teoría. Por tanto, mantener que las ciencias sociales son metodológicamente distintas de las ciencias no sociales, es mantener no sólo (o quizás en absoluto) el punto de vista de que las ciencias sociales utilizan técnicas de investigación diferentes, sino más bien mantener la sorprendente opinión de que las ciencias sociales requieren una lógica de investigación distinta. Más aún, mantener semejante punto de vista equivale a negar que todas las ciencias se caracterizan por una lógica de la justificación común en lo que respecta a la aceptación o rechazo de hipótesis o teorías. Nuestro propósito aquí no ha sido valorar la cogencia (fuerza) de tales criterios (véanse los caps. 4 y 5, donde se estudia precisamente este aspecto), sino más bien indicar la importancia de nuestra distinción entre técnica y metodología. Esta distinción de trabajo se puede presentar más claramente atendiendo a una segunda distinción que utilizaremos en repetidas ocasiones. b)
El contexto de descubrimiento y el contexto de validación
Que la ciencia social se distinga metodológicamente de las otras ciencias, es un problema que cae dentro del área de interés filosófía) denominada contexto de validación o contexto de justificación, a diferencia de aquella área de la investigación empírica denominada
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contexto de descubrimiento. Conviene notar que de lo que se trata es más bien de una tesis sobre lógicas de la investigación, es:o es, sobre metodologías, más que de un problema de técnicas; igual de conveniente es ver que los problemas de metodología o de la lógica de la investigación científica pertenecen a su vez ai contexto de validación. De hecho, nadie ha demostrado que haya o pueda haber una lógica del descubrimiento. Por otro lado, una lógica, o metodología de la validación o de la explicación o de la predicción, es precisamente a la que se hace referencia cuando se afirma o niega que, independientemente de diferencias en las técnicas de observación o experimentación, el método científico se encuentra en todas las ciencias, y es aplicable tanto en la investigación de los fenómenos sociales como los no sociales. En general, el contexto de validación es lo que nos preocupa cuando, independientemente de cómo hayamos llegado a descubrir o mantener una hipótesis o teoría científica, nos planteamos la cuestión de si aceptarla o rechazarla, por otra parte, pertenecen al contexto de descubrimiento cuestiones tales como: de qué manera se llega a dar con una hipótesis buena o qué condiciones sociales, psicológicas, políticas o económicas pueden ayudar a dar con una hipótesis valiosa. Resumiendo, los problemas o cuestiones propios de! contexto de descubrimiento, son también problemas o cuestiones fundamentales en las ciencias sociales. Como llegó a dar Harvey con la hipótesis de la circulación de la sangre, es una cuestión fundamental para la historia de la ciencia. Pero, qué se quiere decir cuando se afirma que esta hipótesis ha sido suficientemente confirmada por las pruebas acumuladas para ello, es una cuestión totalmente distinta, que pertenece a la filosofía de la ciencia. La idea de que las ciencias sociales son metodológicamente distintas ha sido defendida algunas veces falazmente con argumentos que confunden no sólo las nociones de técnicas y métodos, sino también las de descubrimiento y validación, que acabamos de tratar. Lo que conviene que quede claro es que un argumento sobre el método de la ciencia social (es decir, que pertenezca al contexto de validación) no puede en manera alguna ser defendido en ningún ejemplo destinado a demostrar que en las ciencias sociales resulta más difícil formular teorías o hipótesis, o que algún fenómeno social que otro es relativamente inaccesible a la observación o experimentación.
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No obstante, el atractivo de semejantes ejemplos ha resultado, a! parecer, demasiado grande para poderlo resistir. Por ejemplo, se ha planteado con cierta frecuencia el siguiente tipo de argumento, cuyo análisis nos ayudará a ponernos en guardia contra los argumentos de su clase, además de facilitarnos una ilustración de cómo esa distincion sirve de herramienta de trabajo. Este tipo falaz de argumento es a veces como sigue: supongamos que un marciano se ve depositado inesperadamente en la Tierra. Supongamos también que lo primero que presencia es un acto social consistente en un hombre, N, que vota en una elección por el partido demócrata. Por muy bien que el marciano describiera las características puramente físicas de este acontecimiento, o lo explicara como un acontecimiento físico, nunca podría explicar o describir ninguno de sus aspectos sociales (afirma el argumento); ya que el significado del acontecimiento, el hecho mismo que lo constituye en un fenómeno social, se le escaparía irremediablemente. Lo primero que conviene notar sobre-este argumento es el hecho de que nos sitúa ante una hipótesis empírica en sociología de la ciencia: una hipótesis empírica sobre la-psicología de los marcianos, o más generalmente, sobre las limitaciones de la imaginación de seres extraños. El ejemplo mismo plantea la hipótesis de que criaturas de cierto tipo de cultura u origen son psicológicamente incapaces de pensar cierto tipo de hipótesis. Desde luego, no hay ninguna evidencia científica que pueda garantizar la aceptabilidad de semejante hipótesis. Más aún, la hipótesis misma está acuñada en conceptos que no pueden precisarse en términos de ninguna teoría sólida psicológica o sociológica. Pero supongamos que dejamos a un lado todos estos impedimentos sobre la aceptabilidad científica de esta hipótesis acerca de las limitaciones de una imaginación extraña. Supongamos que la hipótesis fuera aceptada como verdadera. Lo importante, entonces, es observar que ello establecería a lo sumo un resultado empírico en el contexto de descubrimiento. Establecería que la investigación de los fenómenos sociales por un ser extraño es técnicamente muy difícil, o incluso empíricamente imposible (es decir, contrario a la ley psicológica empírica), puesto que los seres extraños no están capacitados para pensar ciertas hipótesis. Sin embargo, inferir de esta hipótesis una tesis en el contexto de la justificación, a saber, que la metodología —la lógica de la validación— de las ciencias sociales tiene que ser radicalmente
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distinta de la metodología de las ciencias no sociales, es simplemente
un non sequilar. Ante el fracaso de este tipo de ejemplos que pretenden defender una metodología especial para la ciencia social. la conclusión de que ningún claco extraído del contexto ce descubrimiento podría apoyarlos es bien manifiesta. Pero, sea como sea, la distinción entre ambos contextos puede ser considerada corno una útil herramienta para el análisis2. c)
Ciencia como proceso y ciencia como producto
La tercera herramienta de trabajo que conviene tener en cuenta está directamente relacionada con las otras dos sin coincidir con ninguna de ellas. Implica usos del término «ciencia». Con considerable frecuencia, tanto en el discurso ordinario como en el discurso técnico de la ciencia y de la filosofía, el termino «ciencia» aparece con sistemática ambigüedad, y frecuentemente esto es totalmente inocuo. Pero en algunas ocasiones, y sobre todo en aquellas en las que la —discusión se centra sobre la naturaleza de la ciencia misma, o cuando el uso del término en cualquier discusión presenta peligro de equivocidad, la combinación de dos de los significados puede resultar en una peligrosa confusión. Los dos significados de «ciencia» más pertinentes para la presente consideración se pueden distinguir con bastante facilidad; y el daño que puede resultar de su confusión puede evitarse simplemente adoptando una convención explícita como la que se propone a continuación. El término «ciencia» pertenece a una clase de términos bastante numerosa —todos los cuales exhiben una ambigüedad similar—, una clase lo suficientemente manifiesta como para haber sido escogida por los filósofos del lenguaje3, que la han denominado de manera especial: la ambigüedad proceso-producto. Todos los términos que presentan esta ambigüedad (y entre ellos figuran, además del de «ciencia», términos tan dispares como «cosecha», «educación», «deducción», «fabricación», «voto», etc.), son términos que se utilizan haciendo referencia a una cierta actividad o proceso, y también a un 1 Para una esclarecedora discusión de este tema, véanse págs. 7-10 de Logic, de Wesley C. Salmón (véase la bibliografía). J Por e¡emplo, por Max Black, Crítical Thinkimg, 2.* edición (véase !a bibliografía).
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resultado, acontecimiento, o producto de este proceso. En el caso de la distinción de referencia es perfectamente clara. Por un lado (como término que significa un proceso) se utiliza para, hacer referencia a las actividades o trabajo de los científicos o de .as Instituciones científicas, a saber, experimentar, observar, razonar, leer, organizar, investigar proyectos, etc. Por otro lado, el mismo término se utiliza para hacer referencia al resultado de estas actividades o procesos, es decir, al producto de las actividades científicas; esto es, un «corpus» de enunciados que pretenden descubrir un aspecto u otro del universo y que incorpora lo que constituye nuestro conocimiento científico. Para la comprensión de ios capítulos siguientes, es importante distinguir entre la ciencia-como-producto y ciencia-como-proceso. Conviene subrayar, en especial, que «ciencia» (como producto) se refiere a entidades lingüísticas solamente, y que «ciencia* (como proceso) se refiere a fenómenos extralingüísticos. Este libro se ocupará, fundamentalmente, de la ciencia como producto. Todos los usos del termino «ciencia», o (más usualmente) «ciencia social», deberán tomarse como referidos al corpus de enunciados que comprende el producto de las actividades científicas, a no ser que se especifique previamente lo contrario. De esta forma, trataremos de problemas que surgen fundamentalmente en conexión con aquellos conjuntos de enunciados relacionados lógicamente, que constituyen las teorías u otras construcciones teoréticas de la ciencia social. \ Al centrar nuestra atención sobre lo que son aspectos lingüísticos de la empresa científica, se podría pensar que estamos limitando nuestra atención excesivamente o que nos estábamos quedando en un nivel de investigación relativamente trivial. De hecho, existe la opinión tan extendida como curiosa (conocida por el uso indiscriminado de la frase «meramente verbal») de que ocuparse del análisis lingüístico o del análisis lógico de cualquier discurso, o problemas lingüísticos en general, es superespecializarse, o incluso trivializar los propios intereses. No cabe duda de que esta disparatada opinión sobre las preocupaciones lingüísticas tiene su génesis en la convicción de que hay muy pocos problemas reales y acuciantes que se puedan construir como «meras cuestiones de lenguaje». Pero sea cual sea la génesis de semejante opinión, de lo que no cabe la menor duda es de que está equivocada.
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Es de esperar que esto quede suficientemente claro con el contenido de este libro. Pero incluso una breve reflexión a este nivel demostrará que no es una opinión sostenible. Considérense ios siguientes problemas: 1. El almacenamiento de armas nucleares por parte de la nación A ¿disuadirá a la nación B de Iniciar un ataque nuclear? 2. El hecho de que el acto de una persona S estuviera causalmente determinado ¿exime a S de la responsabilidad moral de dicho acto? 3. El hecho de que las actividades científicas de un individuo estén socialmer.te condicionadas, al igual que la mayor parte de su conducta aprendida, ¿implica que la ciencia no puede alcanzar la objetividad? Está claro que todos estos problemas son de una magnitud o importancia suficiente para desmentir cualquier acusación de trivialidad. Sin embargo, está igualmente claro que cada uno de ellos, sin disminuir ni un ápice en su importancia, puede ser reconstruido cerno problema lingüístico, precisamente en el sentido de que cada uno de ellos puede interpretarse como un problema que plantea una cuestión sobre entidades lingüísticas. De esta forma, el problema sobre la disuasión del ataque nuclear, planteado en la pregunta número 1, se construye como problema lingüístico al plantearlo de la siguiente forma: 1'.
¿Tenemos suficientes pruebas para aceptar la hipótesis 'El almacenamiento de armas nucleares por parte de la nación A disuadirá a la nación B de iniciar un ataque nuclear'?
Alternativamente la cuestión 1 se puede construir como «problema lingüístico» de la manera siguiente: 1".
¿El enunciado 'El almacenamiento de armas nucleares por parte de la nación A disuadirá a la nación B de iniciar un ataque nuclear', es un enunciado verdadero?
Es obvio que reconstruir el problema 1 como 1', o 1", no implica disminución alguna en su importancia, ni tampoco se ha eludido ninguna «responsabilidad humana» o «compromiso» por referirnos al problema en la forma 1' o l", en lugar de en la forma 1. Nótese que encontrar una respuesta a 1' o a l" nos proporciona una respuesta a 1. Lo que se pretende con estos ejemplos no es mostrar que ningún problema lingüístico es trivial, ni siquiera que reformular un im-
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portante problema no lingüístico como un problema lingüístico de igual importancia sea siempre un procedimiento trivial, ya que, sin duda, hay problemas lingüísticos triviales. Más aún, puede ocurrir que construir 1 como 1", aunque no disminuya la importancia de; problema lingüístico no trivial, nos dé como resultado que el proceso es trivial en el sentido de que la conversión es mera rutina y no nos aproxima más a la solución deseada. El objeto de estos ejemplos es demostrar lo absurdo que resulta tratar todo problema lingüístico despreciativamente, o interpretar «lingüístico» y «trivial» corno sinónimos en discusiones y problemas. Los problemas importantes siguen siendo importantes aunque admitan una conversión fácil a problemas lingüísticos.