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FILOSOFÍA UNIDAD II ANÁLISIS DE INTERPRETACIÓN DE LA FILOSOFÍA ANTIGUA Y MEDIEVAL
2.1 Distingue las ideas principales de la filosofía de la Edad Antigua, considerando los planteamientos de la perspectiva presocrática, socrática, platónica y aristotélica. PRINCIPALES FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS TALES DE MILETO: es el primer griego que admite una causa natural de las cosas. Para Tales "todo procede del agua", esta afirmación implica la idea de la unidad de todas las cosas; hay, por lo tanto, dos novedades decisivas: a) que todas las cosas tienen un común y natural origen b) la idea de que tras los cambios de los fenómenos se oculta un principio común a todas las cosas e invariable (Arjé). ANAXIMANDRO: el gran descubrimiento de Anaximandro es el concepto de "Cosmos " entendido como la interdependencia de todo el mundo visible, en el cual se hace patente un orden sistemático. Todo está regido por una ley poderosa que se denomina "ley del Cosmos". Además desarrolla claramente la esencia del concepto Arjé: para él no es lícito buscar el origen de las cosas en los elementos visibles, que continuamente se transforman unas en otras; Anaximandro busca el arjé detrás de esa capa apariencial y por abstracción de lo sensible concluye que el arjé es lo ápeiron (lo infinito) en el sentido de "materia infinita". Cómo repercute en la formación del mundo: concibe al infinito como una masa uniforme e indeterminada de la que, por separación surgen los contrarios: caliente (cielo) - frío (aire) y seco (tierra) - húmedo (mar). ANAXÍMENES: Permanece intelectualmente prisionero del mundo de lo sensible; el agua no le aparece apropiada como arjé, sin embargo, la atmósfera, y concretamente el aire satisface su exigencia de no tener límites: el aire que llena el cuerpo del hombre es idéntico al principio que lo anima, a su alma. Mientras que en la elección del arjé parece haber un paso atrás, desde el punto de vista de la acción del arjé representa un notable progreso: del aire brotan todas las cosas por condensación y rarefacción. PITAGORAS de SAMOS: más bien debemos hablar de una comunidad de carácter ascéticoreligioso. Para los pitagóricos el arjé es el número, ya que todo es explicable a partir de ellos y el orden es un conjunto; así, la unidad se representa por un punto, con dos puntos tenemos una línea, con tres la superficie y con cuatro el volumen. La suma de estos cuatro números básicos es igual a 10 (Tetraktys) y se representa por un triángulo. Así pues, las cosas son números, y por ello el arjé no es algo físicamente material sino algo formal y abstracto: todo es matematizable, es decir, reducible a números.
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FILOSOFÍA HERÁCLITO: es el primer pensador que se separa de la tradición física, y por lo tanto es el primer filósofo especulativo: el tema central de su reflexión ya no es la physis, sino el pensamiento mismo. Será el primero en plantear el tema del lenguaje (Logos) que es algo común a todos los hombres. Sus escritos aforísticos se pueden agrupar en cuatro temas: 1.- "La guerra es el padre de todas las cosas": se entiende como el enfrentamiento perpetuo de fuerzas contrarias del que surge la armonía que constituye lo real ante nuestros ojos. 2.- La unidad de todas las cosas: el reconocer la unidad de todas las cosas bajo la diversidad aparente se plantea como signo de sabiduría a la que aspira el filósofo (derivada de su doctrina sobre el Logos). Para Heráclito el fuego es el arjé, pero este fuego es algo siempre vivo, alimentándose de toda materia y transformándola. Ello nos lleva al siguiente punto: todo cambia, nada permanece, lo único que permanece es el cambio. 3.- "Panta rei": el perpetuo fluir de todas las cosas implícito en el principio del fuego como arjé.4.La búsqueda del arjé ya no apunta a la exterioridad y a los posibles principio materiales, sino al principio que rige el suceder y que está implícito también en el hombre mismo: el Logos. La unidad del cosmos se rige por una ley, que es el Logos, la Razón, que es tanto como Dios; es una ley que todo lo ordena; así el mundo no es un caos, no es producto del azar, sino que todo está regulado, por esta regla, por esta ley, este Logos. PARMENIDES: Nos propone dos formas de conocimiento: 1) Vía de la verdad: se resume en la frase "El Ser Es y el No Ser no Es". La realidad, el Ser, sea cual fuere su naturaleza es, existe, y no puede no ser. Del Ser puede hablarse, en el Ser podemos pensar. Si pudiendo ser pensado y pudiendo ser sin embargo no fuese, entonces sería la nada. Ahora bien, la nada no puede ser objeto de habla ni de pensamiento, ya que pensar en nada es no pensar y hablar de nada es no hablar. Si del Ser sólo puede decirse que es, y del no-Ser que no es, implica una serie de consecuencias: a) el Ser es Eterno: no puede tener ni principio ni fin: ello equivaldría a decir que antes de Ser era No-Ser o que después pasará a No-Ser, lo que va en contra de la vía de la Verdad. b) el Ser es Contínuo: si afirmáramos lo contrario aceptaríamos que junto al Ser hay "lagunas" de No-Ser. e) el Ser es Único: en la medida que afirmar la existencia de cualquier otra cosa es afirmar que el No-Ser es. d) el Ser es Inmóvil: si el vacío (No-Ser) no existe, y el ser es contínuo y único no puede moverse. De estas propiedades se sigue un rechazo a la idea de vacío, de pluralidad y de movimiento, y por ello una crítica radical a los datos de los sentidos. 2) Vía de la Opinión: se pasa de las cosas pensables a las sensibles, es la vía de la "apariencia" en la que se mueven los hombres. EMPÉDOCLES: sus principales proposiciones son las siguientes: 1.-la realidad está sometida a un ciclo cósmico interminable 2.-en el curso de ese ciclo se pasa de lo Uno (todos los seres unificados en un ser perfecto como una esfera) a lo Múltiple (dispersión)
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FILOSOFÍA 3.-Los entes son mezclas o compuestos de cuatro elementos básicos: Fuego, Aire, Tierra y Agua. 4.-dos fuerzas antagónicas mueven este ciclo cósmico: el Amor, que tiende a reunir todos los elementos en lo Uno, y la Discordia que tiende a separarlos en la multiplicidad. 5.-el dominio del Amor y la Discordia es alternativo, con dos períodos de transición, en los cuales surge la vida: el hombre surge en el paso de la Discordia al Amor. ANAXÁGORAS: 1.-en el principio era el Caos (la mezcla de todas las cosas infinitas en número y pequeñez) 2.-este Caos entra en movimiento por la acción de un principio exterior a él: el NOUS, la Inteligencia que le impone un movimiento circular. 3.- las cosas no nacen ni perecen, sino que se componen y se disuelven a partir de lo existente 4.-las cosas no son una combinación de sólo cuatro elemento sino que hay muchas más cualidades irreductibles y distintas unas a otras 5.- las cosas están compuestas por una multitud de partículas (semillas u homeomerías), según la que predomina se nos aparecen bajo un aspecto u otro (ello explica las transformaciones). Cada una de ellas contiene en esencia lo mismo que ha de producirse. 6.- los seres vivos llevan en sí un fragmento de Nous, por medio del cual participan en el movimiento. El Nous es causa de todo movimiento y ordenador de todo lo real. (A veces se ha identificado con Dios, no como creador, sino como Arquitecto del Mundo). DEMÓCRITO Y LEUCIPO: 1.- las causas materiales de lo existente están constituidas por dos elementos: lo lleno (el ser) y lo vacío (el no-ser) 2.- El no-ser existe, es el vacío que permite el movimiento; el ser está constituido por cuerpos indivisibles, infinitos, invisibles e imperecederos llamados átomos 3.-los átomos se distinguen por su forma, orden y posición, y al agregarse se componen los cuerpos perceptibles. 4.-los átomos, al moverse en el vacío, forman un torbellino en el cual chocan unos con otros formando el universo en su orden actual: para ello siguen dos leyes: el azar y la necesidad ( los choques son fortuitos e infinitos, pero sólo unos cuantos dan origen a lo existente).
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FILOSOFÍA SÓCRATES Sócrates es un ciudadano ateniense nacido en el 470 a. C. y muerto en el 399 a. C. Coetáneo de los sofistas -tiene unos cincuenta años en tiempos de la sofística- no es uno de ellos. Sócrates era un hombre con carisma, y con una excepcional capacidad de fascinación, y que asume, espontáneamente, la defensa de las costumbres y las instituciones de Atenas constituyéndose en una especie de conciencia pública que denuncia la corrupción y fustiga el vicio a diestro y siniestro, lo que le hace merecer el sobrenombre del "tábano de Atenas". Una conspiración de sus opositores le lleva a juicio bajo la acusación de impiedad, de cobrar por enseñar y de corromper a los jóvenes. Es condenado a muerte. En el 399 bebe la cicuta, un veneno mortal como cumplimiento de la condena y muere. La profesión de sus padres influiría de manera sutil pero palpable en el modo de afrontar la filosofía, permitiéndole trasladar a un plano racional aquello que sus padres realizaban en el plano material o más palpable. Su padre, un escultor capaz de liberar de un bloque informe de piedra, formas y figuras que aparecen ocultas ante nosotros; se casó con Fenáreta, una comadrona, cuya misión era asistir durante el parto. Del mismo modo, Sócrates ayudaría a sus discípulos a alumbrar nuevas ideas. Este método conocido como mayéutica fue la aportación más novedosa de su pensamiento. Se le recuerda paseando por el ágora y la Acrópolis, acompañado de un séquito de aprendices y curiosos, a quienes sometía a constantes preguntas en aras de desarmar cualquier argumentación. Precisamente en eso consistía la mayéutica; en acompañar a sus interlocutores hasta la toma de conciencia de la propia ignorancia y posicionarlos en el camino del conocimiento, la verdadera virtud o excelencia de los hombres. No escribió ninguna obra, tal vez porque consideraba que el diálogo, la comunicación directa e interpersonal, es el único método válido para la filosofía. Tanto la imagen que poseemos de él como su pensamiento nos ha llegado principalmente a través de los diálogos escritos por Platón que fue ferviente alumno suyo. Además de esta imagen, que está idealizada, tenemos otras más críticas de contemporáneos suyos. Jenofonte, que es un historiador griego, a través de su obra "Recuerdos de Sócrates" y Aristófanes a través de su obra "Las nubes", una comedia donde se da una imagen de Sócrates como un hombre ridículo. Sócrates fue un personaje perteneciente al ámbito cultural de los sofistas pero los combatió enérgicamente. Con ellos comparte su interés por el ser humano, por las cuestiones morales y políticas y por la vinculación de éstas al problema del lenguaje. De ellos se distingue, fundamentalmente, en cuatro aspectos: 1. El modo de enseñar. No cobra por sus enseñanzas, ni lo hace en lugares cerrados sino que aprovecha los mercados, las casas de los amigos, el gimnasio, el ágora o cualquier lugar donde haya gente que quiera escucharlo. No enseña sólo a las elites sino a todo el que lo desea, aunque preferentemente a los jóvenes. 2. Adopta un método totalmente opuesto. A diferencia de los sofistas no empleará un discurso grandilocuente (la retórica), ni intentará seducir a las multitudes para hacerles cambiar de opinión o de intención de voto. El único método válido para Sócrates es el diálogo (la dialéctica), la pregunta y la respuesta con la intención de que sea su interlocutor el que llegue a la verdad por sí mismo.
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FILOSOFÍA 3. La finalidad de su enseñanza. Su interés no se halla en hacer carrera política, conseguir el éxito o la fama sino en indagar en aquellos temas que interesan a todos los seres humanos como por ejemplo, qué es la justicia, el bien o la virtud. 4. Su pensamiento. Aporta en los temas políticos y morales unas soluciones diferentes. Es antirrelativista y defiende la teoría que se denomina intelectualismo moral. Sócrates, como muchos otros atenienses, no está de acuerdo con el relativismo de los valores que tanto había seducido a una parte de la juventud porque este relativismo, que parecía llevar a la conclusión de que todo estaba permitido, amenazaba de muerte su ciudad, uno de sus sueños más preciados: "Estoy orgulloso de ser humano y no animal, y de ser ateniense y no ser bárbaro", confesará. La obsesión de Sócrates es la de eliminar el relativismo de valores que invade Atenas. El relativismo es fruto de la diversidad de opiniones que da derecho a creer a todos que su parecer vale igual o más que el del resto. Si no existe ninguna verdad absoluta, ¿cómo discutir si las leyes de la ciudad son justas o injustas si no tenemos antes una idea clara de la justicia en sí? Los seres humanos no podrán ser justos, virtuosos o felices si ignoran qué quieren decir éstas palabras. La ciudad ha perdido los papeles y se hace preciso volver a mirar la brújula que nos encamina hacia valores válidos para todos, universales, e incluso, eternos como los dioses. La primera labor que se habrá de proponer será la búsqueda de la correcta definición de estos conceptos, una definición que sea universal y válida para todos. Es necesario encontrar un punto de referencia, la piedra de toque que fundamente no las opiniones personales sino la verdad. Sócrates cree que esta piedra de toque es la razón humana. La claridad intelectual, aquello que la razón ve claro, ha de ser común a toda la especie humana (racionalismo socrático). Él cree que dentro de cada uno hay unas verdades innatas (innatismo) que es necesario alcanzar, hacer aflorar en nosotros. Ello se puede conseguir mediante la palabra pero no con el estilo de los sofistas –la retórica- sino con el juego de la pregunta-respuesta, en definitiva, con el diálogo – la dialéctica -. Considera que la verdad está en cada uno de nosotros y que podemos llegar a conocerla a través de la inducción mayéutica. Así el punto de partida será la máxima délfica: “Conócete a ti mismo”. Ahora es necesario profundizar en la búsqueda de la definición del concepto que queramos hallar. Hemos de buscar en el interior de nosotros mismos y apoyarnos en nuestra razón. ¿Cuál es el camino a seguir? Sus diálogos siempre comenzaban con la pregunta ¿Tú qué sabes de tal o cual cosa?, o bien, cuando se decía de una persona que era buena o justa aprovechaba para preguntar ¿Qué es la justicia?, ¿Qué es la verdad? Si el interlocutor le daba una definición, él seguía preguntando hasta que aquél incurría en contradicción. Sólo si en este momento el interlocutor reconoce su ignorancia está en condiciones de encontrar las verdades absolutas. Hay, pues, dos pasos en este camino hacia el conocimiento: 1. En primer lugar eliminar de las mentes de los seres humanos todas las opiniones que son relativas o subjetivas. El método socrático utiliza para ello dos elementos: a. La ironía. Por medio de la ironía finge ignorar las tesis del contrario pero lo acorrala mediante preguntas hasta que consigue hacerle negar su propia tesis.
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FILOSOFÍA b. Reconocer la propia ignorancia: “Sólo sé que no sé nada”. Sólo el que tiene conciencia de su ignorancia está en disposición de llegar a la verdad. 2. Una vez limpia la mente de erróneos prejuicios y de falsas opiniones ya se puede aspirar a conocer las verdades absolutas, por un camino plano que parte de las pequeñas cosas conocidas y mediante el uso de la inducción mayéutica. Por ejemplo, para saber qué es la belleza, podemos comenzar dando su definición (método deductivo rechazado por Sócrates y utilizado por los sofistas) o bien buscar cosas bellas -una flor, una persona, una puesta de sol, etc.- y ver entre todos en qué cosas coincidimos acercándonos al modelo de belleza que hay en nuestra mente. Este modelo será en último extremo universal y común a todos los seres humanos. Lo mismo podemos decir de la justicia, el bien o la felicidad. Es el camino de las cosas concretas y conocidas a las desconocidas y abstractas. La moral socrática es intelectualista, es decir, se alcanza la virtud a través de un proceso de clarificación racional, mediante el cual se encuentra la verdad en el interior de nosotros mismos, o bien haciendo un buen uso de la razón, o bien con la ayuda del diálogo (mayéutica) para ir de las cosas conocidas a las verdades absolutas. El ser humano virtuoso deja de actuar ciegamente y pasa a actuar por sabiduría. "Quien piensa correctamente, actúa correctamente, luego la ignorancia es el mal" El que obra mal no es malo ni peca, es ignorante, ignora el bien, por lo tanto "Nadie obra mal a sabiendas" (voluntariamente). Una vez descubierta la verdad ya no se puede dejar de desear el llevarla a la práctica porque lo contrario significaría violentar nuestra propia conciencia e ir en contra de nuestros intereses como seres racionales. La virtud, el obrar bien, no es otra cosa que saber lo que es el bien, lo que es la justicia, la libertad, las leyes, etc. Porque una vez ves claro qué es cada una de esas cosas es tanta la fuerza que tienen estas verdades que todos las querrán alcanzar (El conocimiento nos lleva a la virtud, a ser virtuosos). En definitiva, "ser bueno" equivale a "saber": "No hay seres humanos malos, sino simplemente ignorantes". Cuando el hombre conoce el bien no puede sino hacerlo. Esta es la tesis que defiende con el optimismo antropológico que le caracteriza. Resumiendo, a través del conocimiento llegamos a la virtud y a través de esta llegamos a la felicidad. (Esto es el intelectualismo moral). Para Sócrates ni se hereda, como pensaba la aristocracia, ni es convencional ni relativa como pensaban los sofistas. Tampoco puede enseñarse, es decir, no puede ser el resultado de seguir simplemente patrones o normas que otros nos han indicado. La virtud debe aparecer como el resultado de una búsqueda racional infatigable en el curso de la cual el ser humano se va adentrando en sí mismo a medida que va desechando toda vana curiosidad, todas las falsas opiniones. Es la búsqueda de la definiciones universales: belleza, justicia, bien…
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FILOSOFÍA PLATÓN Platón nació en Atenas el 427 a. C., era hijo de Aristón y Perictione, que procedía de una de las familias más antiguas y nobles del país. Su juventud transcurrió en la época de la guerra del Peloponeso que Atenas vivió en el esplendor de la cultura de Pericles. El suceso más importante en su formación intelectual fue su encuentro con Sócrates del que fue discípulo durante ocho años. La influencia de Sócrates, de la que hablaremos más adelante, se muestra en la misma forma externa de los escritos platónicos, los diálogos, que, en un principio, Platón dedicaba a presentar a su maestro. Algunos años después de la muerte de Sócrates (399) en el 390 a. C., Platón emprende un gran viaje. En primer lugar, visita Egipto, de allí marchó a Cirene donde, bajo la dirección del matemático Teodoro, estudia profundamente la Geometría. Parte después a la Magna Grecia, estableciendo una estrecha relación con los pitagóricos: conoce sus matemáticas, su teoría de los números y las doctrinas que sobre el alma mantenían estos filósofos. Desde la Magna Grecia emprende el que será el primero de sus tres viajes a Sicilia. Allí conoce a Dión, hermano de Aristómaca que estaba casada con el tirano Dionisio de Siracusa. Parece ser que el tirano después de haberle tratado amistosamente, lo hizo conducir a bordo de un barco de guerra y vender como esclavo en Egina. De esta situación lo rescata Aniceris de Cirene y Platón regresa a Atenas. A su regreso, en el año 387 a. C., funda Platón La Academia. Esta institución, dedicada a la enseñanza, tomó el nombre de su emplazamiento, un lugar a escasos dos kilómetros de las murallas de la ciudad, consagrado al héroe Academos, e incluía un huerto con árboles, jardines, un gimnasio y otros edificios. La mayor parte de la instrucción tenía lugar por medio del método dialéctico, aunque Platón también daba continuamente conferencias. El plan de estudios que se seguía en La Academia, que es razonable suponer que no difería mucho del diseñado en La República, incluía las matemáticas (que contenían, además de las materias clásicas, la teoría de la harmonía y la astronomía) y la teoría política. En algún período se enseñó ciencia natural. El objetivo principal de esta instrucción era la formación de políticos expertos. Platón tenía la intención de que muchos de sus discípulos, al terminar sus estudios, se dedicasen a la política, no para participar en la lucha por el poder, sino para legislar o aconsejar a los que estaban en posesión de él, y es cierto que algunos así lo hicieron. Platón fue, hasta su muerte, el director de esta institución y tan sólo interrumpió su trabajo por dos veces con ocasión de dos nuevos e importantes viajes a Sicilia. Este ateniense, nacido en el siglo V a. C., empezó interesándose por seguir desarrollando la filosofía moral que había caracterizado a su maestro, pero terminó creando algo muy diferente, centrado en la naturaleza de lo que existe más que en lo que debe hacerse y lo que no. Esta contribución es conocida como la teoría de las ideas de Platón. El mundo de lo ideal Platón regresó a las preguntas fundamentales desde las que partieron los filósofos presocráticos: ¿qué es lo que existe? ¿Cómo funciona el cosmos? El ateniense se fijó en que, mientras que los grandes ideales que guían los actos de los hombres, como por ejemplo el bien y la justicia, son perfectos y válidos en todas partes independientemente del contexto, el mundo que nos rodea es siempre cambiante, dependiente de todo lo que ocurre en el tiempo y el espacio: los árboles crecen y se secan, las personas envejecen y desaparecen, las montañas son modificadas por las tormentas, el mar cambia de forma dependiendo del viento, etc.
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FILOSOFÍA Además. nada de lo que podamos saber acerca de nuestro entorno es universal, ya que depende del punto de vista de cada persona o, incluso, de la información de la que dispongamos. Un buey puede resultar relativamente grande visto desde lejos, pero si nos acercamos podemos ver que el árbol que tiene a su lado es prácticamente un arbusto y que el animal, por consiguiente, es más bien pequeño. Y, a pesar de esto, detrás de las cosas que vemos parecen existir ideas gracias a las cuales entendemos ese caos de materia cambiante que conforma los paisajes por los que nos movemos: cuando vemos un olivo sabemos que eso es un árbol, y cuando vemos un pino, que es muy diferente, también sabemos que es un árbol. Las ideas sirven para permitirnos pensar correctamente y no perdernos en la confusión constante, ya que, si están bien fundamentadas, son válidas en todas partes. Pero, según Platón, las ideas no formaban parte del mismo plano de existencia que lo que nos rodea en el mundo físico. Para él, cuando vemos diferentes tipos de sillas y las reconocemos como tales, no nos limitamos a reconocer las propiedades físicas comunes de estos objetos, sino que evocamos una idea de "silla" que existe más allá de ellos. Lo material está compuesto por sombras Según la filosofía de este pensador, detrás de cada elemento del mundo físico hay un ideal, la idea perfecta de cada cosa, que aparece en nuestra mente de manera más o menos imperfecta pero que, definitivamente, no emerge del reino de lo material, porque pertenece al mundo de las ideas, un lugar de elementos perfectos, universales e inmutables. Este concepto es central en la teoría de las ideas de Platón. Así, la realidad que percibimos a través de los sentidos es para Platón fundamentalmente un engaño, un conjunto de malas copias de los elementos que componen el mundo de las ideas, cada una con unas imperfecciones que la alejan de su verdadera esencia. Por ejemplo, las figuras geométricas solo existen en las ideas, ya que no hay ningún elemento de la naturaleza que las reproduzca fielmente: ni siquiera los cuerpos más o menos esféricos, como las burbujas o las gotas de agua, forman una esfera real. La verdad está en las ideas Platón no se limitó a señalar que existe una brecha insalvable entre el mundo de las ideas y el de las cosas materiales; también defendió la idea de que lo verdadero pertenecía al primer reino y no al segundo. Para demostrar esto recurrió a las matemáticas, tal y como lo habían estado haciendo las sectas pitagóricas: las relaciones geométricas y numéricas son siempre ciertas en sí mismas, independientemente de lo que ocurra en el mundo de la materia. Del mismo modo, Platón llegó a creer que la verdad existe más allá de lo que puedan percibir nuestros sentidos. Si las matemáticas y la geometría son ciertas independientemente de lo que podamos encontrar a nuestro alrededor, tiene que existir un reino de ideas en el que todas ellas puedan ser encontradas. Un lugar en el que exista la idea perfecta de silla, de flor, de río y de todo lo que existe. Plasmó esta idea en una de sus alegorías más recordadas, conocida como: el mito de la caverna, lo cierto existe aunque nadie haya podido acceder a ella a causa de las limitaciones que conlleva vivir en el mundo de lo físico. Las ideas innatas según Platón
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FILOSOFÍA Pero la teoría de las ideas de Platón planteaba un interrogante que no podía ser ignorado: ¿cómo puede ser que siendo el mundo de las ideas y el de lo material dos reinos separados, nosotros estemos en contacto con ambos? Para responder a esto, el filósofo ateniense partió de la idea de que aquello que identificamos con nuestra persona es, en realidad, la combinación de dos elementos: cuerpo y alma. Nuestra mente, relacionada con la consciencia de nosotros mismos y nuestra capacidad de pensar, es en realidad una entidad perteneciente al mundo de las ideas que, a pesar de ser eterna, ha quedado encerrada provisionalmente en una prisión material (nuestro cuerpo). El cuerpo, por su parte, dispone de sentidos para saber lo que ocurre en el mundo de lo físico, pero es imperfecto, fácil de dañar y además está sujeto al engaño de las apariencias, mientras que el alma dispone de la razón y, como pertenece al mundo de los ideales, tiene la capacidad innata de evocar los elementos del mundo de las ideas. Para Platón, por lo tanto, conocer es recordar a través del uso de la razón, volver a hacer aparecer en nuestra consciencia imágenes y conceptos que ya llevábamos con nosotros desde nuestro nacimiento y que corresponden a un reino eterno y universal.
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FILOSOFÍA ARISTÓTELES Aristóteles (384-322 a. C.) nació en Estagira (Macedonia), por eso se le llama el "estagirita". Su padre, Nicómaco, era médico al servicio del rey de Macedonia, y probablemente heredó de él su interés por la naturaleza. A los diecisiete años ingresó en la Academia de Platón, en Atenas, donde permaneció veinte años hasta la muerte de su maestro (347 a. C.). A partir de ese momento comenzó a elaborar su propia filosofía apartándose de algunos de los planteamientos de su maestro, y dedicándose de forma cada vez más intensa a la investigación naturalista. En el 342 Filipo de Macedonia le encargó la educación de su hijo de trece años, el que será Alejandro Magno. En el 335 regresa a Atenas contando con la protección de su antiguo alumno, ahora dueño de Grecia y del mundo. Funda su propia escuela "el Liceo", donde se trataban los temas paseando, y de ahí, el apelativo de peripatéticos. En el año 323 muere Alejandro Magno, y Aristóteles, temiendo la reacción antimacedónica, huye a la isla de Eubea, donde muere al año siguiente en el año 322 a. C. Aristóteles cree que el bien supremo del hombre es la felicidad. Ésta es la máxima virtud. Pero a diferencia de su maestro Platón, para quien el Bien es único, la felicidad (o el bien en Aristóteles) consiste en el ejercicio perfecto de cada actividad propia del hombre. En este sentido, hay muchos tipos de bien, unidos cada uno de ellos a una virtud distinta. Es necesario partir de la experiencia propia y de los hechos para alcanzar el máximo grado de perfección y virtud en cualquier actividad. De este modo, se alcanza la felicidad o la bondad, a la que se llega por muchos caminos. La ética aristotélica es eudemonista, pues considera que la felicidad es el fin u objetivo último del ser humano. En su obra Ética a Nicómaco (o Ética Nicomáquea), Aristóteles compara al ser humano con un arquero apuntando al blanco, donde, de la misma forma que el objetivo de aquel es dar en el blanco, el fin del hombre no puede ser otro que el de ser feliz (cualquier otra finalidad, como el dinero, la salud, etc. no es sino un instrumento o medio para alcanzar el fin supremo que es la felicidad). La felicidad, según Aristóteles, consiste en una forma de vida, estable y duradera, y no en momentos concretos que sólo nos pueden dar un disfrute pasajero. La auténtica felicidad consiste para él en una tarea a realizar a lo largo de toda nuestra vida. Más concretamente, para Aristóteles la felicidad del ser humano se basa en llevar una vida conforme a la razón y la sabiduría (puesto que lo peculiar del hombre es que es un ser racional), y guiados siempre por la virtud. Por ello considera que el hombre más feliz es el filósofo. Además de la vida basada en la razón (sabiduría) y la virtud, Aristóteles considera que para alcanzar la felicidad es necesario disponer de los bienes materiales necesarios para poder tener una vida digna (lo cual sólo se puede conseguir en el seno de la polis).