TEJIENDO MENSAJES: una lectura de los textiles arqueológicos de Arica WEAVING MESSAGES: a reading of Arica’s archeological textiles
ÁLVARO LUIS ROMERO GUEVARA*
Palabras clave: textiles arqueológicos, identidades sociales, Arica, Andes Centro Sur Keywords: archaeological textiles, social identities, Arica, South Central Andes
RESUMEN Se pone a prueba la hipótesis de que los distintos objetos textiles utilizados por las poblaciones prehispánicas de los valles de Arica, aparte de sus funciones relativas al vestuario y desempeño, conllevaron mensajes acerca de diferentes tipos de identidades. Estos mensajes, principalmente visuales, debieron variar dependiendo de los contextos en los cuales fueron utilizados. Los resultados cuantitativos de un análisis de más de 700 piezas señalan que túnicas, inkuña y bolsas presentan distinciones técnicas y de composición espacial significativas, lo que indicaría que, pese a aparecer juntos en contextos funerarios, en su vida útil debieron estar funcionando e interviniendo en la conformación de diferentes identidades. ABSTRACT The hypothesis that the different textile objects used by the prehispanic populations of the Arica valleys, beside their functions relative to clothes and performance, carried messages about different kinds of identities, is tested. These messages, principally visual, should have changed depending on the contexts in which they were used. The quantitative results of an analysis of more than 700 pieces indicate that tunics, inkuña and bags present significative distinctions of technical and space composition, what would show that, regardless of appearing together in funerary contexts, in their useful life they must have been working and intervening in the conformation of different identities.
Recepción: 28 de Septiembre de 2004 Aceptación: 1 de Febrero de 2005 *
Licenciado en Antropología-Arqueología. Alumno becario MECESUP, Programa Magíster en Antropología UCN-UTA.
[email protected]
Revista Werken No 7, Segundo Semestre 2005, Santiago de Chile. Pág. 111 - 131
111
Álvaro Romero
I.INTRODUCCIÓN Existe un amplio consenso que lo indicado por ciertos cronistas andinos (por ejemplo, Guaman Poma, Betanzos y Cieza de León, citados por Berenguer 1993), sobre la importancia del atuendo para señalar identidades étnicas, fue realmente efectivo en tiempos prehispánicos (entre otros, Agüero et al. 1997, Berenguer 1983, Oakland 1992; para una versión distinta ver Cassman 1997). Litoescultura, escenas rupestres, cerámicas decoradas e incluso los mismos gorros, túnicas y adornos encontrados en distintos lugares y épocas de los Andes no dejarían de sugerir tal idea. Por otro lado, es bastante reconocido el influjo que también alcanzaron los textiles dentro del sistema de economía política Inka (Murra 1975). Las características de la técnica textil, permiten la intervención sobre varias de sus etapas de elaboración. De esta forma se podría controlar los rebaños y seleccionar distintas calidades de fibras. O bien, controlar directamente la mano de obra, ya sea para las labores de hilar o tejer. Este control de la producción le permitió al estado Inka otorgar un gran prestigio a ciertas piezas de alta calidad (k’umbi) que circularon para reforzar las relaciones de reciprocidad asimétrica. En consecuencia, la creación y reproducción de la etnicidad y la jerarquía fueron fundamentales en el desarrollo de la sociedad andina. Sin embargo, no es casualidad que ambos criterios (etnicidad y jerarquía) sean los de mayor visibilidad y auge en la metodología arqueológica (p. e., Shortman 1989). En cierto sentido, las diferencias formales en el registro arqueológico tradicionalmente se han interpretado como jerarquía/estatus o como cultural/étnica. Consiste en una dicotomía que ha oscurecido un aspecto fundamental de la adscripción de los sujetos, es decir, su carácter personal y situacional. Si no exploramos nuevas posibilidades de auto-definición a los grupos sociales, quedará siempre la duda si este énfasis en la etnicidad y las clases sociales no son sólo un reflejo de nuestra actual sociedad en la práctica arqueológica (Shennan 1989).
112
En este trabajo planteamos que la jerarquía y la etnicidad, son sólo uno de los procesos identitarios en juego durante tiempos prehispánicos. En este sentido, la teoría de estilo como intercambio de información de Wobst (1977, 1999) puede ser aplicada para identificar distintas pautas formales en la cultura material que pueden intervenir en distintos procesos de identidad. Nuestra hipótesis consiste en que distintos objetos textiles utilizados por las poblaciones prehispánicas de los valles de Arica, a parte de sus funciones prácticas relativas al vestuario y desempeño, conllevaron distintos mensajes, principalmente visuales, dependiendo de sus potenciales receptores sociales y contextos de uso. El material estudiado corresponde a un conjunto de más de 700 piezas textiles provenientes de contextos funerarios de los valles de Arica, ocupados principalmente entre los 800 a 1400 d.C.
II. IDENTIDAD, CULTURA MATERIAL INTERCAMBIO DE INFORMACIÓN
E
La etnicidad y la diferenciación social han sido conceptos que han servido en gran medida a la interpretación de los desarrollos culturales en la arqueología de diversas regiones. Pero así como el término de “cultura arqueológica” ha caído en el descrédito por su significado normativo y hegemónico, el término de “etnicidad” en arqueología debería dar paso al de “identidad”, una etiqueta que no implica la conciencia de una entidad supra-local, sino sólo una identificación personal por oposición y que surge en situaciones específicas, como por ejemplo el conflicto (Hodder 1979). Por tanto, no queremos negar la importancia de la etnicidad, ni menos su existencia, sólo queremos iniciar nuestra reflexión desde el hecho más general: que los procesos de identificación y adscripción cultural corresponden a conductas esencialmente individuales dentro de particulares contextos sociales
TEJIENDO MENSAJES...
(Shennan 1989). Aunque este comportamiento personal se desenvuelve en un escenario social preexistente, corresponde en todo momento a creaciones particulares, dinámicas e incluso irrepetibles por parte de una misma persona frente a distintos escenarios. Estudiando un fenómeno complejo en la Atacama del s. XVI, Martínez (1992) distingue distintos niveles dentro de un amplio proceso de identidad. De esta forma, la “etnicidad” correspondería a un nivel plenamente consciente y relativamente objetivo, aunque también dinámico. La “identidad”, en cambio, correspondería a un fenómeno más inconsciente, y menos dinámico, posiblemente ligado a la comunidad local. En el extremo de este continuo están las “diferenciaciones”, que son respuestas individuales y/o espontáneas por las cuales una persona se identifica con cierto grupo. Ya que es difícil llegar a una nomenclatura unificada en este aspecto, con este ejemplo sólo queremos llamar la atención de cómo actúan asuntos distintos y paralelos en la auto-identificación individual y su reproducción social. Aunque teóricamente la identidad puede manifestarse en distintas sociedades mediante una infinidad de formas, es inaceptable presentarla como un fenómeno completamente arbitrario (Shennan 1989: 16). Se trata de un proceso de conformación histórica, que puede llegar a ser muy complejo. Podemos definir finalmente la identidad social como un proceso histórico, subjetivo, siempre individual y sobre todo discursivo. En este proceso juegan un rol fundamental una serie de objetos que refuerzan la identidad que se quiere representar. Es este arreglo particular de distintos objetos lo que da cuenta de una expresión individual de las identidades sociales. En cambio, los objetos culturales por sí solos son productos sociales, provenientes de un conjunto preexistente de hábitos y técnicas (Dietler y Herbich 1998). Para entender cómo se articula la cultura material y la conformación de identidades, utilizamos la teoría de intercambio de información de Wobst (1977). Antes de su artículo, la cultura material había sido vista mediando entre el hombre y su medio, pero Wobst (1977: 320) fue el primero en señalar que los objetos también participan intensamente dentro de las relaciones sociales especialmente reforzando el intercambio de información. Dentro del paradigma funcionalista Wobst enfatizó que la efectividad de los mensajes enviados vía artefactos, por sobre otros tipos de comunicación humana, yacía en su estandarización, durabilidad y su frecuente característica portátil. Anticipó que los mensajes trasmitidos por tales objetos serían simples, recurrentes e invariados (1977: 323). Agrega que mensajes de este tipo serían los referidos a la emoción, autoría, autoridad, religiosidad e identidad, en su sentido más amplio, incluyendo identidad de clase, linaje, género y jerarquía (Wobst 1977: 323). A diferencia de los objetos domésticos y de uso público restringido, los artefactos que acompañan a los individuos en situaciones sociales donde existe una alta probabilidad de interactuar con desconocidos, tienen una mayor probabilidad de llevar este tipo de mensajes. En dicho caso, los objetos son puestos por los individuos para facilitar la comunicación y hacer más predecible la relación, ya que a través de los objetos se entregan recíprocamente mensajes de afiliación, obediencia a ciertas normas de conducta y otros datos de interés mutuo (Wobst 1977:327). Se le ha criticado a Wobst su base funcionalista y sistémica, especialmente su excesivo uso del concepto de eficiencia (Dietler y Herbich 1998). Sin embargo, recientemente Wobst (1999) ha comentado su trabajo original, extrayendo todos los supuestos excesivamente funcionalistas y rectificando las lecturas erróneas que los procesuales, y por consiguiente, los críticos post-procesuales han hecho a su teoría. Una de las aclaraciones que realiza es que su concepción de estilo no debe ser entendida como un reflejo de las afiliaciones sociales. Los objetos más bien “intervienen” activamente en la conformación de distintos mensajes que los individuos en determinados contextos desean entregar o reforzar (Wobst 1999: 121, también Schiffer 1999: 204). También recalca que toda variación formal informativa no siempre es extraordinariamente visible a un observador externo, como el arqueólogo (Wobst 1999: 124). Además, la continuidad formal no señala la continuidad del mensaje. Inversamente, tampoco una variación formal indica la transformación del mensaje.
113
Álvaro Romero
Es bastante probable que un mensaje, para que siga siendo perceptible a través del tiempo y el espacio, necesite variar, es decir, hacerse más intenso, más suave, más complejo, trasladarse a nuevos soportes o nuevos contextos sociales (Wobst 1999: 131). Sin embargo, el aspecto más sustancioso de la teoría de Wobst es el hecho de que el contexto de uso de los artefactos es el que determina fundamentalmente su utilización como mensaje y las formas de su emisión. Hemos acudido a la teoría de Wobst, ya que hace un fuerte hincapié en los contextos sociales significativos en los cuales se desenvuelven los individuos. Si bien, los individuos pueden no tener conciencia de los mensajes emitidos por cada artefacto, conocen muy bien el funcionamiento general del contexto social. Wobst advierte además, que dentro de este contexto social comunicativo, ciertos atributos visuales de los objetos juegan un rol importante. Aunque es cierto que pueden existir rasgos significativos menos perceptibles, esto para nada quita el valor a los rasgos más visibles. Esta apreciación puede ser reforzada si constatamos que ciertos artefactos que técnicamente podrían conllevar rasgos para incrementar su visibilidad, carecen de tales; y por tanto, su aplicación en ciertos objetos y no en otros, revelan una aplicación consciente de tales características. En el marco de nuestro trabajo partimos de la idea que los artefactos con ciertas características visuales distintivas y utilizados en particulares contextos de uso, estarían sirviendo para reforzar, participar e intervenir ciertos mensajes de identidad o de otro tipo. Descartamos, siguiendo a Shennan (1989), la existencia a priori de identidades étnicas en el sentido más objetivo y actual del término. También descartamos, siguiendo una lectura cuidadosa de Wobst (1977, 1999), que los objetos emitan exclusivamente mensajes referidos a la identidad étnica. A continuación detallamos las características de la muestra estudiada y se resumen algunos antecedentes culturales de las sociedades que produjeron dichos textiles.
114
III. MATERIAL Y CATEGORÍAS DE ANÁLISIS El material textil estudiado proviene de cuatro yacimientos de la zona de Arica (Figura 1) excavados principalmente por Guillermo Focacci. El cementerio Az-141 (Chuval) se localiza a más de 22 km. de la costa emplazado en una terraza alta del valle, adyacente a un sistema de vertientes hoy en día inactivas. Se conservan 55 contextos funerarios de este cementerio. El cementerio Az-6, próximo al pueblo de San Miguel fue excavado en 1973, y hoy en día disponemos de 206 contextos funerarios (Chacama y Espinosa 2000, Focacci 1990). El cementerio Az-71 se dispuso en el interior del actual Cementerio de San Miguel de Azapa. La colección excavada por Focacci se denomina Az-71A y comprende 200 tumbas, en tanto que Calogero Santoro registró casi 400 contextos en la sección Az-71B (Santoro 1980, 1982). En último lugar, a fines de la década de los 70 el cementerio Plm-9 fue descubierto durante la ampliación del camino costero de Arica y corresponde a la sección más meridional de la gran área funeraria de Playa Miller (Focacci 1982a). Su colección comprende 44 tumbas. La presente muestra fue analizada mediante una ficha técnica aplicada a cada una de las piezas elaborada por las especialistas en textiles Jacqueline Correa, Liliana Ulloa y Paula Koch. Esta ficha consta de una serie de atributos técnicos y de composición espacial, que fueron desarrollados por sucesivos proyectos FONDECYT (Chacama 2004, Correa y Romero 1999, Romero et al. 1999). Tenemos dos maneras de caracterizar estos cementerios. La primera es a través de una adscripción de sus contextos. Esta adscripción se ha hecho principalmente mediante el examen de la cerámica decorada asociada (Santos y Chacama 2000); también por medio de la información de campo de los arqueólogos y otros elementos del patrón funerario (Chacama 2004, Chacama y Espinosa 2000). De acuerdo a esta información podemos definir tres categorías culturales o tradiciones. Una tradición Formativa, caracterizada por tumbas de las fases Azapa y Alto Ramírez. Otra tradición la denominamos Influencia
TEJIENDO MENSAJES...
Figura 1: Mapa del valle de Azapa y costa de Arica con los yacimientos que conforman la muestra de estudio. Fuente: Carta IGM y Catastro del Museo Arqueológico San Miguel de Azapa (MASMA), Universidad de Tarapacá, Arica.
Tiwanaku, caracterizada por contextos asociados a cerámicas Cabuza y Tiwanaku. Una tradición de Desarrollos Regionales, que incluye contextos con cerámica Maitas y San Miguel. Una cuarta categoría contiene los contextos sin cerámica o materiales de varias tradiciones. En la tabla 1 se observa la distribución de estas categorías en los yacimientos. El único cementerio que tiene contextos de la tradición Formativa es Az-71, y es bastante probable que una buena parte de los contextos no diagnosticados correspondan también a esta categoría. Una mayoría de contextos de Influencia Tiwanaku aparecen en Az-141, y en menor medida en Az-6 y Az-71; pero en Plm-9 estas influencias son prácticamente inexistentes. El Desarrollo Regional está bien representado en Plm-9, y algo menos en Az-6. La aparición de contextos Desarrollo Regional en Az-71 y Az-141 es mínima.
115 CATEGORÍA CULTURAL
AZ-71
AZ-141
AZ-6
PLM-9
TOTAL DE TUMBAS
Formativo
75 (13%)
Influencia Tiwanaku1
33 (22%)
39 (71%)
105 (51%)
1 (2%)
278 (31%)
Desarrollo Regional
64 (11%)
4 (7%)
72 (35%)
26 (59%)
166 (18%)
Indeterminada
326 (55%)
12 (22%)
29 (14%)
17 (39%)
384 (43%)
TOTAL
598 (100%) 55 (100%)
206 (100%)
44 (100%)
903 (100%)
75 (8%)
Tabla 1: Categorias culturales de tumbas en cada yacimiento
Otra forma de caracterizar los yacimientos es a través de sus fechados radiocarbónicos. Considerando todos los yacimientos y descartando 5 dataciones de Az-71B correspondientes al Formativo Temprano (Santoro 1982), disponemos de 35 fechas radiocarbónicas (Cassman 1997, Focacci 1982b). Si consideramos una sigma de error se distribuyen en un amplio rango entre 400 y 1450 años d.C. Además, los rangos para cada yacimiento son: Az-71: 900–1470 d.C.; Az-141: 970–1365 d.C.; Az-6: 420–1300 d.C.; y Plm-9: 430–1450 d.C. Sin duda, la mayoría de los sitios tienen un rango de ocupación relativamente largo: Az-71, con una bien documentada fase Formativa; Az-6 con la fecha Cabuza más temprana; y Plm-9, siendo parte de un cementerio mucho más amplio que también incluye un sector Formativo (Plm-7). Este proceso de ocupación continua también ha sido develado por la denominada “estratigrafía horizontal” descrita
Álvaro Romero
para Az-6 (Focacci 1990) y Az-71 (C. Santoro, comunicación personal). Pero, la situación de Az-141, a diferencia de los otros yacimientos, parece corresponder tanto por las fechas como por sus contextos a una ocupación mucho más acotada correspondiente a los inicios del segundo milenio1 . En conclusión, los materiales analizados agrupan un gran lapso de tiempo de más de 1000 años, sin embargo nuestros análisis no considerarán las diferencias cronológicas para contrastar nuestras hipótesis. Agrupamos dentro de un mismo conjunto distintos cementerios y contextos funerarios de distintas épocas, asumiendo que con esta lectura podremos dar cuenta de rasgos generales de la participación de ciertas prendas textiles en la conformación de distintos tipos de identidad. Pese a que frecuentemente han sido involucrados conceptos de identidades y multietnicidades en las interpretaciones de varios de los períodos incluidos en nuestro análisis (por ejemplo, Berenguer y Dauelsberg 1989, Hidalgo y Focacci 1986, Santoro et al. 2003), acá no someteremos a contrastación tales explicaciones. De las más de 1000 piezas estudiadas y fichadas a nuestra disposición, se han seleccionado tres tipos de prendas, tanto por su alta frecuencia como por sus distintas características morfológicas y funcionales. Túnicas, bolsas chuspa e inkuña, son las prendas tejidas que aparecen con más frecuencia en los ajuares mortuorios estudiados. Aunque es bastante probable que sean artefactos personales usados por los personajes enterrados, también podemos asumir que cada tipo de prenda fue utilizada diferencialmente por dichos personajes. Además, el hecho que hayan sido elaborados con similar tecnología de telar, permite su comparación técnica, ya que similares atributos pueden situarse indistintamente en cada tipo de prenda.
116
Las túnicas (también denominadas camisas o unku) son las prendas más numerosas de nuestro universo de estudio (Figura 2). Corresponde a la prenda de vestir más típica y fue utilizada tanto por hombres, como mujeres y niños. Su confección se basa en un paño largo, generalmente rectangular, que es doblado por la mitad y cosido en los extremos laterales dejando una abertura para los brazos. Este tipo de piezas aparecen en todos los períodos estudiados (Agüero 2000). Las bolsas chuspa, están compuestas por un paño rectangular cosido en los extremos dejando una boca superior (Figura 3). Se le añade un asa que sirve para cruzar la prenda al cuerpo. A diferencia de otros contenedores portátiles, la chuspa
Figura 2: Túnica o camisa de forma trapezoidal, ejemplar Nº 7468 de PLM-4. Depositado en el MASMA. 1
Cada vez se hace más evidente que los materiales relativos a la influencia Tiwanaku (Cabuza) en los Valles Occidentales aparecen, en su gran mayoría, después del año 1000 d.C. (Owen 1993, Cassman 1997)
TEJIENDO MENSAJES...
Figura 3: Bolsa chuspa, ejemplar Nº 8052 de PLM-4. Depositada en el MASMA.
ha sido adscrita a un contexto ritual, portando preferentemente hojas de coca y presentando una elaborada decoración a través de su técnica y terminaciones (Horta y Agüero 1997). Por último, las inkuña son paños de forma cuadrangular o rectangular que aparecen en los contextos funerarios indistintamente cubriendo la cabeza de los individuos o como atados como parte de su ajuar (Figura 4). Por analogía etnográfica podemos señalar que las inkuña serían paños relacionados con las mesas rituales andinas (Zorn 1987). En la Tabla 2 se observa la distribución de los tres tipos de prendas en los distintos yacimientos. La túnica es amplia mayoría en Az-71 y Az-141, en tanto, la presencia es moderada en Az-6 y Plm-9. Al contrario, las chuspa aumentan su presencia desde Az-71 y Az-141 bordeando el 10%, hasta los yacimientos de Az-6 y Plm-9, alrededor del 30%. La prenda denominada inkuña tiene una distribución bastante variable en cada yacimiento, desde escasa en Az-141, hasta relativamente abundante en Az-6.
Figura 4: Inkuña, ejemplar Nº 8884 de PLM-4. Depositada en el MASMA.
117
Álvaro Romero
TIPO PRENDA
AZ-71
AZ-141
AZ-6
PLM-9
TOTAL DE PIEZAS
Túnica
360 (76%)
51 (86%)
51 (38%)
39 (44%)
501 (66%)
Bolsa chuspa
43 (9%)
6 (10%)
37 (28%)
27 (31%)
113 (15%)
Inkuña
72 (15%)
2 (3%)
46 (34%)
22 (25%)
142 (19%)
TOTAL
475 (100%)
59 (100%)
134 (100%)
88 (100%)
756 (100%)
Tabla 2: Tipo de prenda en cada yacimiento.
Nuestro estudio busca caracterizar la variabilidad de estos tres tipos de prendas a partir de tres atributos técnicos estructurales y de planificación general del espacio tejido, que se presentan en todas las piezas, y lograr en definitiva una comparación entre las prendas. En tal sentido, se deja de lado una serie de atributos específicos para ciertos tipos de prendas, tales como terminaciones e iconografía, que imposibilitan la comparación. También se descartaron atributos generales que no tuvieron mayor variabilidad o no se distribuían de manera sensible en la muestra, tales como la densidad, la forma geométrica y las distintas características de los hilados (Correa y Romero 1999, Romero et al. 1999). Este nivel de análisis reúne una serie de decisiones llevadas a cabo por los tejedores con antelación o durante las primeras etapas de fabricación de la pieza, y que tienen un efecto directo en el aspecto visual final de las piezas.
118
El primer atributo estudiado es el análisis del ligamento base, o técnica fundamental, y de otras técnicas estructurales y su relación con el grado de elaboración. Entre las técnicas fundamentales tenemos el ligamento tela –cuando los hilados de tramas y urdimbres se presentan en similar número y densidad–, y la faz de urdimbre –cuando la densidad de urdimbre es mayor que la densidad de trama. El caso opuesto, es decir, faz de trama, se registra de manera escasa en los tejidos arqueológicos del Extremo Norte de Chile (Ulloa 1982). El uso de otras técnicas estructurales se hace principalmente sobre el ligamento base de faz de urdimbre. Algunas variaciones implican la existencia de urdimbres que modifican la morfología final del tejido, como la técnica de urdimbres de aumento, mientras que otras sirven para efectos decorativos, como las urdimbres flotantes. El uso de distintos ligamentos base y la adición de otras técnicas estructurales al ligamento base es un buen indicador de inversión técnica en virtud al resultado final y visual de las prendas. Un segundo atributo a estudiar es el número de hilados utilizados en cada una de las prendas. Es evidente que un mayor número de hilados, con diferentes medidas de torsión, grosor y color, señalan una mayor inversión para conseguir determinados resultados visuales de la prenda. El tercer y último atributo es la composición espacial de las prendas, es decir, el ordenamiento del espacio tejido fundamentalmente en torno a la distribución de listas y las características decorativas de éstas. Aunque se incluye de manera indirecta las variables de color e iconografía, éstas en particular no son analizadas en detalle. Un examen iconográfico como el desarrollado por Horta (1997) correspondería a otro nivel de análisis que incluiría todas las prendas decoradas bajo el supuesto que participan en contextos sociales más específicos y de mayor cercanía espacial.
TEJIENDO MENSAJES...
IV. ANÁLISIS Y RESULTADOS 4.1. Elaboración Técnica Se ha tabulado como una variable ordinal a partir de la complejidad invertida para lograr distinciones visuales. Se establecieron cuatro categorías: La categoría 1 reúne a las piezas elaboradas con la técnica de ligamento tela, y sería la de menor elaboración técnica pues no implica un jerarquía entre hilados visibles e invisibles; la categoría 2 corresponde a piezas que utilizan la técnica de faz de urdimbre como única técnica, ya que es posible preparar sólo el conjunto de hilados de la urdimbre para lograr un efecto visual; la categoría 3 se relaciona a piezas elaboradas en faz de urdimbre junto con urdimbres de aumento, lo que implica un efecto visual en la morfología general de la pieza o forma geométrica; y la categoría 4 corresponde a prendas en faz de urdimbre con otras técnicas, tales como urdimbres flotantes y otras, que indican una serie de aplicaciones a la técnica fundamental que son inversiones directamente ejecutadas para lograr un efecto visual, por tanto tiene el valor más alto de la escala ordinal. En la tabla 3 se observa la distribución de las diferentes técnicas de ligamento base en las prendas estudiadas. Entre las túnicas tiene un amplio predominio la técnica de faz de urdimbre (92%), utilizada aisladamente, pero también están representadas las otras técnicas. La bolsa chuspa presenta mayormente el rango de elaboración superior (64%), destinado hacia efectos decorativos, pero también hay piezas que presentan sólo la técnica de faz de urdimbre (34%). Inverso a lo registrado en las inkuña, que han sido elaboradas en su mayoría utilizando sólo la técnica faz de urdimbre (73%), pero también se registran piezas con aplicaciones decorativas a la faz de urdimbre (26%). ELABORACIÓN TÉCNICA
Túnica
Bolsa chuspa
Inkuña
TOTAL DE PIEZAS
Ligamento tela (1)
3 (0,6%)
Sólo faz de urdimbre (2)
461 (92,0%)
39 (34,5%)
Faz de urdimbre y u. aumento(3)
27 (5,4%)
1 (0,9%)
Faz de urdimbre, y u. flotantes (4)
10 (2,0%)
73 (64,6%)
38 (26,8%)
TOTAL
501 (100,0%)
113 (100,0%)
142 (100,0%) 756 (100,0%)
3 (0,3%) 104 (73,2%)
604 (73,8%) 28 (2,5%) 121 (23,4%)
Tabla 3: Tabla de contingencia entre tipo de prenda y rango de elaboración técnica.
Con la aplicación de la prueba K-W (Kruskall-Wallis) podemos comparar si las diferencias observadas entre las diferentes prendas según el rango de elaboración técnica son significativas. Los resultados expuestos en la tabla 4, indican claras diferencias en el rango promedio, estableciéndose que las túnicas tienen el rango de menor elaboración, seguidas por las inkuña, y finalmente las bolsas chuspa que poseen el mayor rango de elaboración. El valor H es una medida de diferencia entre los rangos promedios entre los tres grupos. El valor P indica su significación. En este caso como es muy inferior a 0.05, señala una alta significación del resultado, es decir, existe una diferencia entre el grado de elaboración técnica y los tipos de prenda. Finalmente, con este análisis de la variable de elaboración técnica medida en términos ordinales, podemos concluir que existe una diferencia significativa entre la elaboración de las distintas prendas estudiadas. Las túnicas fueron producidas mayoritariamente con la técnica faz de urdimbre; las inkuña presentan un mayor grado de elaboración, siendo producidas con técnicas faz de urdimbre y además otras técnicas decorativas; las bolsas chuspa fueron fabricadas con las técnicas más elaboradas, es decir, que junto a la faz de urdimbre se ejecutaron otras técnicas destinadas a la decoración.
119
Álvaro Romero
TIPO PRENDA
N
Rango promedio
Túnica
501
328,5
H
221,8
Inkuña
142
410,0
GL
2
Bolsa chuspa
113
560,6
P
6,98159E-49
Tabla 4: Prueba K-W para elaboración técnica y tipo de prenda.
4.2. Número de Hilados Esta variable fue analizada realizando un conteo de los distintos tipos de hilados presentes en cada prenda a partir de características, tales como, color, grado de torsión, y título (grosor). Se asume que un mayor número de hilados tiene una directa relación con el resultado visual final de las piezas. Esto a pesar de que existen en la muestra analizada algunos casos, especialmente de hilados de color natural, en que los hilos se distinguen por la torsión o el título que no afectan en gran medida las características visuales de las piezas. Según la tabla 5 todas las piezas registradas tienen al menos dos hilados distintos. El conjunto de túnicas presenta el mayor rango de hilados, registrándose tres piezas con 17 hilados. La chuspa que presenta el mayor número de hilados posee 13 hilados. En tanto, las inkuña presentan un rango menor, contando con dos piezas compuestas por 11 hilados. También se debe señalar que la muestra incluye 13 piezas a las que no se les registró sus hilados.
120
Además, en la Tabla 5 se señalan las distintas medias aritméticas del número de hilados por tipo de pieza. Se observa que las túnicas tienen el promedio más bajo, con 3,8 hilados por pieza. Inkuña y bolsas chuspa tienen, al contrario, un promedio mayor, 5,8 y 5,9 hilados por pieza, respectivamente. Si bien existen importantes diferencias en los promedios, no es posible aplicarles el análisis de varianza (ANOVA) para determinar si estas diferencias son significativas, porque dicha prueba requiere que los grupos dispongan de una curva de distribución simétrica y que las varianzas y la dispersión sean semejantes. En la Tabla 5 se señalan finalmente los valores de varianza y curtosis (medida de asimetría) de cada prenda y del total de piezas, señalando que los grupos no se distribuyen de similar forma. Sin embargo, al analizar la distribución de las características de los colores de los hilados, es decir, su origen natural o artificial (teñido), surgen diferencias significativas. En la Figura 5 se grafica las proporciones de cada uno de los tipos de prendas según hilados artificiales y naturales, junto con tres
Figura 5: Distribución de piezas según número de hilados y media de hilados por tipo de piezas.
TEJIENDO MENSAJES...
Nº HILADOS
Túnica
Bolsa chuspa
Inkuña
TOTAL DE PIEZAS
Sin datos 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 17
9 220 67 79 32 28 25 13 10 6 3 2 1 2 1 3
2 1 5 18 25 26 12 11 8 1
2 7 11 21 22 26 25 17 6 3 2
13 228 83 118 79 80 62 41 24 10 5 5 2 2 1 3
TOTAL DE PIEZAS
501
113
142
756
Media
3,8
5,9
5,1
4,5
Varianza
6,4
4,5
4,0
6,6
Curtosis
6,2
1,4
-0,3
2,4
3 1
121 Tabla 5: Gráfico de rangos de error de proporciones de hilados naturales y artificiales según tipo de prenda.
rangos de confidencia (Drenan 1996). Se observa que las túnicas tienen un promedio de 1,3 hilados de color artificial, lo que contrasta con el promedio superior a 3 de las chuspa e inkuña. Esta diferencia parece significativa si consideramos el rango de confidencia de 95%, de esta manera los intervalos de túnicas e inkuña no se interceptan. Al contrario, todos los tipos de piezas tienen similar promedio de hilados de color natural. En conclusión, estos análisis nos señalan que existe una diferencia entre el promedio menor de hilados utilizados en la elaboración de túnicas, en relación al mayor número de hilados usados en inkuña y bolsas chuspa. Pese a que no hemos podido determinar si esta diferencia es significativa, podemos advertir, en cambio, que el uso de hilados con color artificialmente añadido es significativamente mayor entre inkuña y chuspa, en oposición a las túnicas, que usan una menor cantidad de hilados con color artificial. Finalmente, todos los tipos de prendas utilizan un promedio similar de fibras con color natural, siendo tal número cercano a 2,5.
4.3. Distribución espacial de atributos decorativos estructurales Existen dos maneras de analizar este atributo. Por un lado se puede analizar la complejidad visual creciente de las piezas, desde piezas completamente lisas hasta piezas con diferentes tipos de listas decoradas. Otra forma es estudiar las distribuciones espaciales según el sector de las piezas enfatizadas por las listas decoradas.
Álvaro Romero
En el primer caso, la variable se ha cuantificado de forma ordinal, jerarquizando los distintos tipos de distribución espacial en seis conjuntos denominados grupos de composición. El grupo 1, el más sencillo, corresponde a textiles con superficie llana; el grupo 2 reúne a los textiles decorados únicamente con listas lisas; el grupo 3 incluye las piezas decoradas con listas lisas y con peines; el grupo 4 corresponde a piezas decoradas con listas lisas y en mayor medida listas con iconografía; el grupo 5 incluye piezas con listas lisas, con peines y listas con iconografía; finalmente, el grupo 6, corresponde a textiles decorados completamente con listas con iconografía, por tanto, son piezas con la mayor inversión en relación al efecto visual final. En la tabla 6 se observa la distribución de los distintos grupos de composición de acuerdo al tipo de prenda. Más del 95% de las túnicas presentan una composición espacial correspondiente a los grupos 1 (57%) y 2 (39%), es decir, muy sencillas. Es notorio en el caso de las chuspa la inexistencia de piezas del grupo 1, además la mayoría de tales prendas son del grupo 4 (64%) o bien del grupo 2 (23%). Las inkuña, por su parte, presentan una situación parcialmente inversa al caso de las chuspa, con una mayoría del grupo 2 (45%), seguidos por el grupo 4 (26%) y el grupo 3 (16%).
Grupo de
122
COMPOSICIÓN
Túnica
Bolsa chuspa
Inkuña
TOTAL DE PIEZAS
Sin datos
11 (2,2%)
3 (2,7%)
1 (0,7%)
15 (2,0%)
GC 1
286 (57,1%)
12 (8,5%)
298 (39,4%)
GC 2
197 (39,3%)
26 (23,0%)
65 (45,8%)
288 (38,1%)
GC 3
1 (0,2%)
6 (5,3%)
24 (16,9%)
31 (4,1%)
GC 4
5 (1,0%)
73 (64,6%)
37 (26,1%)
115 (15,2%)
GC 5
1 (0,2%)
2 (1,8%)
3 (2,1%)
6 (0,8%)
GC 6
3 (2,7%)
TOTAL
501 (100,0%)
113 (100,0%)
3 (0,4%) 142 (100,0%)
756 (100,0%)
Tabla 6: Tabla de contingencia entre tipos de prenda y grupo de composición.
Igual que en el caso del atributo de elaboración técnica podemos aplicar la prueba K-W (KruskallWallis) para evaluar si estas diferencias son significativas. Los resultados son expuestos en la tabla 7. Se verifica que las túnicas tienen el menor rango de complejidad visual, muy inferior a las inkuña y chuspa. La inkuña, a su vez, tiene una complejidad visual menor que las bolsas chuspa. El valor P al ser muy inferior a 0,05 corrobora la alta significación del resultado, es decir, existe una diferencia significativa en la complejidad del diseño y su efecto visual entre los tres tipos de prenda.
TIPO PRENDA
N
Rango promedio
Túnica
490
274,8
H
352,7
Inkuña
141
511,9
GL
2
Bolsa chuspa
110
618,9
P
2,5395E-77
Tabla 7: Prueba K-W para grupo de composición y tipo de prenda.
TEJIENDO MENSAJES...
La segunda manera de ordenar las distribuciones espaciales es agrupándolas de acuerdo al sector destacado por la posición de las listas decoradas. En este caso se trata de una variable nominal con cuatro estados: tejidos llanos sin listas (correspondiente completamente al grupo de composición 1 del análisis anterior); listas destacando el borde; listas en el centro; y piezas con listas distribuidas homogéneamente. Estos valores son independientes a si las listas decoradas son lisas, con peines o con iconografía. La tabla 8 señala la distribución de esta variable agrupada por los tipos de prenda. Hay que destacar que 19 piezas no han podido ser clasificadas dentro de estas categorías por su estado de conservación. Las túnicas presentan una amplia mayoría de tejido llano (58,6%), seguidas por piezas que tienen los bordes destacados (34%). Las bolsas chuspa, en cambio presentan una amplia mayoría de piezas completamente destacadas (86%). Las inkuña, presentan una distribución intermedia a los otros tipos de prenda: una mayoría relativa de piezas con bordes destacados (46%), seguidas muy de cerca por las piezas completamente destacadas (33%).
SECTOR
DESTACADO
TEJIDO LLANO
CENTRO DESTACADO
TODO DESTACADO
TOTAL DE PIEZAS
12 (8,6%)
298 (40,4%)
34,8
Frecuencia (%) 166 (34.0%)
9 (8,2%)
65 (46,8%)
Chi-cuadrado
20,1
8,6
Frecuencia (%) 1 (0,2%)
6 (5,5%)
16 (11,5%)
Chi-cuadrado
1,9
31,3
Frecuencia (%) 35 (7,2%)
95 (86,4%)
46 (33,1%)
Chi-cuadrado
57,0
179,8
4,9
TOTAL
488 (100.0%)
110 (100.0%)
139 (100.0%)
P
PHI
COEF. DE CONTINGENCIA V DE CRAMER
0,00
0,8
0,6
6
39,8
Inkuña
44,5
% CELDAS CON FREC. < 5 GL 17%
Bolsa chuspa
Frecuencia (%) 286 (58.6%) Chi-cuadrado
BORDE DESTACADO
Túnica
0,3
13,3
240 (32,6%)
23 (3,1%)
176 (23,9%)
123
737 (100.0%)
0,5
Tabla 8: Tabla de contingencia y prueba de chi-cuadrado entre tipos de prenda y composición espacial.
Puede evaluarse la significación estadística de esta tabla de contingencia mediante la prueba del chicuadrado, mostrada en la tabla 8. El valor P inferior a 0,05 indica una alta significación de que los valores entregados por la tabla son producto de una dependencia real entre las variables analizadas y no producto del azar. Este resultado es validado, ya que el 17 % de las celdas tienen una frecuencia inferior a 5. Las medidas Phi, coeficiente de contingencia y V de Cramer, más cercanas a 1 que 0, confirman la existencia de una alta dependencia entre las variables analizadas, independiente del gran tamaño de la muestra. En consecuencia, nuestro análisis de la distribución espacial de las decoraciones estructurales, indica en primer lugar que los tres tipos de prendas poseen distintos grados de complejidad visual. Esto se expresa en la utilización significativamente diferente de listas lisas, con peines o con iconografía. Las túnicas mayoritariamente no presentan algún tipo de listas, o bien, sólo listas lisas. Las inkuña, en
Álvaro Romero
cambio, poseen una mayoría de listas lisas seguidas muy de cerca por composiciones que utilizan listas con peines y con iconografía. Las bolsas chuspa tendrían un mayor grado de complejidad visual, registrando una amplia mayoría de listas con iconografía, y en segundo término listas lisas. Otra diferencia significativa entre los distintos tipos de prenda es el énfasis en diferentes sectores de las piezas. Las túnicas, como ya se indicó, mayoritariamente no destacan ningún sector de la pieza, pues más de un 50% de dichas prendas no poseen decoración mediante listas. También se registran túnicas con bordes listados. Las chuspa, en cambio, presentan un 95% completamente decoradas con listas, por tanto destacan visualmente toda la superficie de la pieza. Las inkuña, a diferencia de bolsas chuspa y túnicas, tiene un registro de piezas que destacan los bordes y otro conjunto de piezas que tiene toda su superficie listada. Estas claras diferencias en la distribución espacial y efecto visual final entre túnicas, bolsas chuspa e inkuña, se ve reforzada por el siguiente dato de tipo cualitativo. Debemos considerar que los 6 grupos de composición referidos pueden ser subdivididos en 19 tipos más específicos analizados en el conjunto total de más de 1000 piezas, denominados tipos de composición espacial. Las túnicas reúnen 8 de estos tipos, de los cuales 5 no alcanzan una representación del 1%. Las bolsas chuspa presentan 13 tipos distintos de composición espacial, de los cuales 4 tipos están representados por valores inferiores al 1%. Las inkuña, dentro de esta medida son las prendas que poseen una mayor variabilidad de composiciones espaciales, alcanzando 14 tipos distintos, y sólo 1 de estos tipos tiene una representación que no alcanza el 1%.
V. DISCUSIÓN: CONTEXTOS Y MENSAJES DE LOS TEXTILES DE LOS VALLES DE ARICA 124
El análisis de distintas variables técnicas estructurales dan cuenta que túnicas, chuspa e inkuña presentan características significativamente diferenciales, lo que debería tener directa relación con el contexto de uso respectivo de cada una de las prendas. En primer lugar resumamos estas diferencias técnicas y visuales de las prendas. Caractericemos las túnicas o camisas. Se trata de prendas que en conjunto disponen de un limitado repertorio técnico, e incluso poseen el rango más bajo de elaboración con miras a su efecto visual. Si bien el gran tamaño de las túnicas, no evaluado en este estudio, puede ser de gran relevancia a la hora de decidir las técnicas estructurales a aplicar. Muy relacionado con esto es el hecho de que las túnicas presentan la composición espacial menos efectista del conjunto, es decir, piezas completamente llanas o decoradas con listas lisas en sus extremos. Otro aspecto importante de las camisas es el bajo número de hilados utilizados, y dentro de éstos el significativo promedio inferior de hilados teñidos. Podemos señalar, en contra de estas conclusiones, que también el gran tamaño de estas piezas puede favorecer el menor número de hilados, denotando la capacidad o disponibilidad del fabricante de una gran cantidad, de una sola fibra característica (ya sea por color, título, etc.). Esta situación hipotética sería una versión opuesta a lo descrito por Cereceda para las talegas (1990), al indicar que la maestría artesanal yace en la capacidad de utilizar de forma armónica una gran cantidad de hilados distintos en un espacio restringido. Las bolsas chuspa son prendas que presentan la mayor elaboración técnica siendo confeccionadas principalmente en faz de urdimbre adicionándoles otras urdimbres con efectos decorativos. Presentan a su vez la mayor cantidad de hilados, especialmente con colores artificiales. Y exhiben las composiciones espaciales más complejas del conjunto, siendo muy frecuentes las piezas decoradas con listas con iconografía. Finalmente, las chuspa presentan una amplia mayoría de piezas decoradas cubriendo toda la superficie de las piezas y dejando pocos espacios llanos.
TEJIENDO MENSAJES...
Las inkuña están justo en una posición intermedia de elaboración técnica entre túnicas y chuspa, presentando piezas que en su mayoría han sido confeccionadas sólo con la técnica de faz de urdimbre. Con respecto al número de hilados, las inkuña también se presentan en una situación intermedia entre túnicas y chuspa, lo que se hace más significativo al contabilizar los hilados teñidos. En relación a la composición espacial, existe una mayor diversidad y heterogeneidad decorativa al interior del conjunto de inkuña (comparar con Zorn 1987: 501). Además, las inkuña presentan decoraciones que destacan los bordes o bien las piezas en su totalidad. Entremos a comentar el contexto de uso de cada una de las prendas estudiadas. Sin duda, las túnicas son el componente más importante dentro del ámbito del vestuario cotidiano. Son piezas de grandes dimensiones que además se llevan en la parte más exterior de la vestimenta. Por tanto, son piezas altamente visibles y en constante exposición en muchos contextos de uso, desde el nivel doméstico hasta el público. Incluso a través de estas mismas prendas se pudieron establecer distinciones y jerarquías sociales dentro de la organización estatal Inka, como lo demuestran diversos estudios etnohistóricos e iconográficos (por ejemplo, Cummins 1997, Gisbert et al. 1996). Existe cierto consenso entre los que estudian tejidos arqueológicos del Norte de Chile, que es posible distinguir bolsas con un uso doméstico de otras de uso ritual (Cases 2003, Correa y Ulloa 2000, Horta y Agüero 1997). A las bolsas chuspa se les ha atribuido un uso ritual, debido al registro de hojas de coca en su interior (Belmonte et al. 2001) y principalmente por analogía etnográfica (Horta y Agüero 1997). Sin embargo, la anotación de Zorn (1987: 499) respecto a que las chuspa, en localidades aymara de Puno, serían piezas masculinas, en oposición a las inkuña, que cumplirían la misma función contenedora de hojas pero para mujeres, es sugerente para considerar una función adicional de las chuspa. Función que tiene que ver con la conformación de una identidad de género o de otro tipo. Esta función adicional se sustenta además por disponer de un asa, igual o incluso más decorada que la bolsa. El asa y sus características indicarían que son prendas esencialmente portátiles, visibles y accesorias a la vestimenta. Del mismo modo, aunque participarían en gran parte de los mismos contextos de uso de las túnicas, en determinados contextos la bolsa transportada al costado y con una boca permanentemente abierta dificultaría su presencia exterior en contextos de intensa actividad física. Del mismo modo, las bolsas cumplirían otro uso cuando es sacada de su posición accesoria de la vestimenta, y traspasa a un contexto social probablemente ritual. Las inkuña son paños relativamente pequeños utilizados para transportar una amplia serie de objetos (Zorn 1987). Si bien su tamaño, y su disposición característica en forma de atados, las hace portátiles, esta facultad no la ejecutarían de manera visibles, sino que posiblemente entre las ropas o amarradas junto con la faja. Por tanto, su plena visibilidad se ejecutaría en un contexto distinto al de movilidad, probablemente al interior de ritos donde la inkuña serviría de soporte a una serie de objetos dispuestos y ordenados en las misa (Zorn 1987). Además, las descripciones de Zorn se limitan a la función de las inkuña en el interior de una comunidad de pastores altiplánicos, señalando que participarían solamente en dos ritos anuales, y en el resto del ciclo anual, siempre conformando atados, servirían para conservar el aparataje ritual, productos al interior del hogar, y transportar diversos objetos personales entre las ropas. A partir de este conjunto de información contextual podemos clasificar las funcionalidades de las tres prendas estudiadas. Así, dentro del esquema inicial de Wobst (1977: 332), sobre las prendas de vestir yugoslavas, nuestras túnicas serían equivalentes a la categoría 1, es decir, prendas que son visibles a largas distancias. Esto no quita que pequeños detalles, como la iconografía de las listas laterales o los reforzamientos aplicados a la abertura de la cabeza (Agüero 2000), sean visibles sólo a menor distancia y por tanto también intervengan en procesos comunicativos de menor escala. Las bolsas chuspa, en tanto, equivaldrían a la categoría 2, prendas que son distinguidas a una distancia intermedia. Finalmente las inkuña, se agruparían en una categoría especial, sólo plenamente visibles en ciertos contextos rituales.
125
Álvaro Romero
Pasemos finalmente a interpretar los mensajes en los cuales preferentemente intervienen cada una de las categorías estudiadas. Las túnicas, pese a ser las piezas más comunes desde el período Formativo hasta el Tardío, presentan una gran homogeneidad técnica estructural. El hecho de que sean prendas visibles a larga distancia contrasta con el hecho de que sus atributos visuales sean muy limitados, no utilizando demasiado las listas, ni hilados de colores artificiales. Si nos mantenemos en los supuestos de la teoría de Wobst, esto podría deberse al hecho de que no existieran mayores necesidades de identificarse a grandes distancias al interior del valle de Azapa, ya que habrían existido instituciones de reciprocidad y complementariedad que podrían haber normado las interacciones comunales (Santoro et al. 2003), o bien, porque se estaban utilizando otros objetos para reforzar las identidades a un nivel supra-local, como gorros y tocados (Berenguer 1993, Horta 2000). Sin embargo, si observamos la distribución de las técnicas desde una perspectiva regional, se observa la presencia de distintas tradiciones de túnicas (Agüero 2000, Agüero et al. 1997) donde contrasta la denominada Tradición de Valles Occidentales con otras de Tierras Altas, de Atacama y del Desierto. Éstas se distinguen por atributos visuales, tales como forma geométrica, terminaciones, aplicaciones y colores, pero también por atributos estructurales invisibles, como el tipo de trama. Las características visuales distintivas, especialmente la forma de la túnica, pueden estar funcionando en el sentido propuesto por Wobst para hacer previsibles y exitosas nuevas relaciones sociales y económicas dentro de un contexto de interacción regional, principalmente a través de los mecanismos de complementariedad (Murra 1972) y movilidad giratoria (Núñez y Dillehay 1995). En tanto, los atributos invisibles, compartidos ampliamente, pueden estar dando cuenta de los procesos de enculturación grupal. En conjunto todos estos atributos, visibles e invisibles, junto con otros artefactos, pueden estar sirviendo a los individuos para conformar identidades macroétnicas regionales (en el sentido usado por Rostworoski 1993), necesarios en particulares contextos sociales de interacción.
126
Las bolsas chuspa, por otro lado, son piezas portátiles, altamente decoradas y que pueden ser visibles fácilmente a distancias sociales intermedias. Se trataría de objetos que están interviniendo en relaciones sociales locales, ya no para encauzar relaciones de complementariedad o intercambios regionales, sino posiblemente para denotar otro tipo de identidades, funcionales quizás a la reciprocidad, al funcionamiento de la organización social interna, en donde el uso de la coca sería fundamental. Como sea, no es osado pensar que tal tipo de identidad podría ser equivalente al descrito mediante la tipología cerámica, debido a una participación conjunta en dichos contextos sociales dada la condición portátil de ambos artefactos y ser soportes altamente decorados. Esta relación entre estilos cerámicos y estilos de chuspa es sugerida por los trabajos de clasificación iconográfica y estilística de chuspa, realizados por Horta y Agüero (1997). Sin embargo, por todo el debate ya expuesto considero improbable que todas las piezas del repertorio textil participen de este tipo de clasificación estilística. Si tras 40 años de tipología cerámica en Arica, se sigue aceptando que los alfares decorados representan grupos culturales (por ejemplo, Santoro et al. 2003), las chuspa deberían dar cuenta de los mismo, o por lo menos una entidad similar. Las inkuña, durante la mayor parte de su existencia habrían permanecido en atados, en contextos domésticos o personales. Sólo en determinados contextos sociales, posiblemente rituales, desplegaron literalmente su fuerza decorativa, poniendo a disposición su composición espacial a un grupo selecto. Este supuesto de la analogía etnográfica es reforzado por el hecho arqueológico de que las inkuña son el conjunto de mayor diversidad en cuanto a composiciones espaciales. También podemos reseñar las conclusiones de un estudio intercultural de Jones y Hegmon, señalando que objetos altamente decorados y visibles sólo en contextos privados pueden estar sirviendo para emitir mensajes relativos al ritualismo y el sistema de creencias (citado por Hegmon 1992: 521). Todo esto nos sugiere en un plano especulativo que las inkuña participaron en la conformación de identidades más restringidas, posiblemente familiares o linajes. Un dato arqueológico que podría sustentar esta idea sería el registro de inkuña en una variedad de posiciones dentro de los fardos funerarios, ya sea como envoltorio cefálico, prenda anexada al cuerpo mediante fajas o bolsas fajas, u ofrenda independiente.
TEJIENDO MENSAJES...
Todos estos distintos procesos de conformación de identidades, donde habrían participado preferentemente túnicas, chuspa e inkuña, funcionarían de manera paralela y en conjunto. Así, un individuo de un determinado linaje, también tendría la necesidad de reforzar su afiliación cultural, y en otro contexto dar cuenta de su identidad macro-regional. Para cada uno de estos procesos debió hacerse partícipe portando, vistiendo y llevando distintos objetos a su disposición.
VI. CONCLUSIONES Con este trabajo afirmamos que tres prendas textiles, las más representativas de los períodos agrícolas de la prehistoria de Arica, presentan distintos atributos visuales. Esto nos ayuda a entender la manera en que tales prendas se utilizaron en contextos sociales distintos, ayudando a los individuos a emitir diversos mensajes de identidad o de otro tipo. Aunque muchas de las conclusiones ya habrían sido expresadas e intuidas por quienes han trabajado con textiles, hemos querido hacer este trabajo comparativo y cuantitativo entre prendas para sostener más fehacientemente que las distintas piezas en el ajuar funerario, y sobre todo en su contexto de uso original, están interviniendo de distinta manera en la vida social de sus creadores. Mayores avances al respecto se han hecho y se seguirán haciendo analizando, desde similar o perspectivas contrastantes, las distintas terminaciones, los colores y sobre todo características detalladas de las iconografías. No hemos pretendido agotar el tema de las identidades, sino por el contrario hemos dado pequeñas suposiciones a problemas futuros de investigación. Hemos puesto en duda, parcialmente, las distinciones de etnicidad y jerarquía social como las centrales o únicas al interior de las sociedades pre-estatales estudiadas.
Agradecimientos Se agradece el apoyo de FONDECYT a través de sus proyectos 1970840 y 1970059, y especialmente a sus investigadores responsables Liliana Ulloa y Juan Chacama, respectivamente. Sin duda la base de este trabajo es el análisis especializado de los textiles, por tanto se agradece enormemente a las especialistas Jacqueline Correa, Liliana Ulloa, Paula Koch y Mariela Santos por haberme facilitado sus fichas técnicas, sus explicaciones y haber confiado en lo que una visión cuantitativa podría otorgar. Se agradecen las lecturas críticas y sugerencias de Calogero Santoro y Ann Peters. Finalmente, a Gustavo Espinosa, Mariela Santos y Teresa Cañipa por haber ayudado a contextualizar las piezas.
VII.REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Agüero, C. 2000
Las tradiciones de tierras altas y de valles occidentales en la textilería arqueológica del valle de Azapa. Chungara 35(2); 217-225.
Agüero, C., M. Uribe, P. Ayala y B. Cases. 1997
Variabilidad textil en el valle de Quillagua durante el período Intermedio Tardío: Una aproximación a la etnicidad. Estudios Atacameños 14: 263290.
Belmonte, E., M. Ortega, P. Arévalo, V. Cassman y L. Cartmell. 2001
Presencia de hojas de coca en el ajuar funerario de tres cementerios del período Tiwanaku: Az-140, Az-6 y Plm-3. Chungara 33(1): 125-135.
127
Álvaro Romero
Berenguer, J. 1993
Gorros, identidad e interacción en el desierto chileno antes y después del colapso Tiwanaku. En Identidad y Prestigio en los Andes. Gorros, Turbantes y Diademas, pp. 41-63. Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago.
Berenguer, J. y P. Dauelsberg. 1989
El Norte Grande en la órbita de Tiwanaku (400 a 1.200 D. C.) En Prehistoria. Culturas de Chile, editado por J. Hidalgo, V. Schiappacasse, H. Niemeyer, C. Aldunate e I. Solimano, pp. 129-180. Editorial Andrés Bello, Santiago.
Cases, B. 2003
Las bolsas de Quillagua y su relación con el tráfico de caravanas. Werkén 4: 5-24.
Cassman, V. 1997
A reconsideration of prehistoric ethnicity and status in northern Chile: The textile evidence. Ph. D. Dissertation, Department of Anthropology, Arizona State University.
Cereceda, V. 1990
A partir de los colores de un pájaro… Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino 4: 57-104.
Correa, J. y Á. Romero. 1999
Forma y composición espacial de los textiles de la costa y valles de Arica (AZ-6, PLM-9 y PLM-3). Informe Proyecto FONDECYT 1970840. Arica. Manuscrito
Correa, J. y L. Ulloa.
128
2000
Bolsas de la costa sur de Arica, período Tardío. Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología 29: 9-19.
Cummins, T. 1997
La representación en el siglo XVI: la imagen colonial del Inca. En Mito y Simbolismo en los Andes. La Figura y la Palabra, compilado por Henrique Urbano, pp. 87-136. Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, Cusco.
Chacama, J. 2004
El Horizonte Medio en los Valles Occidentales del Norte de Chile (ca. 5001200 d.C.). Chungara Número Especial: 227-233.
Chacama, J. y G. Espinosa. 2000
Hacia la identidad social en arqueología. Las potencialidades de un cementerio, mitos y realidades. En Actas del Tercer Congreso Chileno de Antropología, Tomo II: 684-686. Colegio de Antropólogos de Chile, Temuco.
Dietler, M. e I. Herbich. 1998
Habitus, techniques, style: An integrated approach to the social understanding of material cultural and boundaries. En The Archaeology of Social Boundaries, editado por M. Stark, pp. 232-279. Smithsonian Institution Press, Washington.
TEJIENDO MENSAJES...
Drennan, R. 1996
Statistics for Archaeologist. A Commonsense Approach. Plenum Press, New York.
Focacci, G. 1982 a
Excavaciones en el cementerio de Playa Miller 9, costa de Arica. En Documentos de Trabajo 2: 126-213. Universidad de Tarapacá, Arica.
1982 b
Nuevos fechados para la época Tiahuanaco en la arqueología del norte de Chile. Chungara 8: 63-77.
1990
Excavaciones arqueológicas en el cementerio Az-6, valle de Azapa. Chungara 24-25: 69-124.
Gisbert, T., J. Jemio y R. Montenegro. 1996
El señorío de los caranga y los chullpares del río Lauca. Revista de la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia 70: 2-66.
Hidalgo, J. y G. Focacci. 1986
Multietnicidad en Arica, s. XVI. Evidencias etnohistóricas y arqueológicas. Chungara 16-17: 137-147.
Hegmon, M. 1992
Archaeological research on style. Annual Reviews of Anthropology 21:517536.
Hodder, I. 1979
Social and economic stress and material culture patterning. American Antiquity 44(3): 446-454.
Horta, H.
129
1997
Estudio iconográfico de textiles arqueológicos del valle de Azapa. Chungara 29(1): 81-108.
2000
Diademas de plumas en entierros de la costa del Norte de Chile: ¿Evidencias de la vestimenta de una posible parcialidad pescadora? Chungara 32(2): 235-243.
Horta, H. y C. Agüero. 1997
Definición de Chuspa: Textil de uso ritual durante el período Intermedio Tardío en la zona arqueológica de Arica. En Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo II: 45-82.
Martínez, J. 1992
Acerca de las etnicidades en la puna árida en el siglo XVI. En Etnicidad, Economía y Simbolismo en los Andes, compilado por S. Arze, pp. 35-65. Hisbol e IFEA., La Paz.
Murra, J. 1975 [1958]
La función del tejido en varios contextos sociales y políticos. En Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino, pp.145-170. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
1972
El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas. En Visita de la Provincia de León de Huánuco en 1562, pp. 427-476. Universidad Nacional Hermilio Valdizán, Huánuco.
Álvaro Romero
Núñez, L. y T. Dillehay. 1995
Movilidad Giratoria, Armonía Social y Desarrollo en los Andes Meridionales: Patrones de Tráfico e Interacción Económica. Ensayo. Segunda Edición. Universidad Católica del Norte, Antofagasta.
Oakland, A. 1992
Textiles and ethnicity: Tiwanaku in San Pedro de Atacama, North Chile. Latin American Antiquity 3(4): 316-340.
Owen, B. 1993
A Model of Multiethnicity: State Collapse, Competition, and Social Complexity. From Tiwanaku to Chiribaya in the Osmore Valley, Perú. Ph. D. Dissertation, Los Angeles, Universidad de California.
Romero, A., P. Koch y J. Correa. 1999
Los textiles de Azapa 6 y Azapa 71b: Un esquema estadístico. Informe Proyecto FONDECYT 1970059. Arica. Manuscrito.
Rostworowski, M. 1993
Las macroetnias en el ámbito andino. En Ensayos de Historia Andina. Elites, Etnias, Recursos, pp. 201-218. Instituto de Estudios Peruanos, BCRP, Lima.
Santoro, C.
130
1980
Estudio de un Yacimiento Funerario Arqueológico del Extremo Norte de Chile, 1300 A. C. – 1300 D. C. Memoria de Título para optar al Título de Arqueólogo. Universidad del Norte, Antofagasta.
1982
Formativo temprano en el extremo norte de Chile. Chungara 8: 33-62.
Santoro, C., A. Romero y V. Standen. 2003
Interacción social en los períodos Intermedio Tardío y Tardío, valle de Lluta, norte de Chile. En Taller Andino del Instituto de Investigaciones Andinas, editado por John Topic. En prensa.
Santos, M. y J. Chacama. 2000
Tradición alfarera prehispánica en los Valles Occidentales del área CentroSur Andina. Análisis de forma cerámica para el período Medio en el valle de Azapa. Manuscrito en posesión de los autores.
Schiffer, M. 1999
A behavioral theory of meaning. En Pottery and People. A Dynamic Interaction, editado por J. Skibo y G. Feinman, pp. 199-217. , The University of Utah Press. Salt Lake City
Shennan, S. 1989
Introduction: Archaeological approaches to cultural identity. En Archaeological Approaches to Cultural Identity, editado por S. Shennan, pp. 1-32. Unwin Hyman, Londres.
Schortman, E. 1989
Interregional interaction in prehistory: The need for a new perspective. American Antiquity 54(1): 52-65.
TEJIENDO MENSAJES...
Ulloa, L. 1982
Evolución de la industria textil prehispánica en la zona de Arica. Chungara 8: 97-108.
Wobst, H. 1977
Stylistic behavior and information exchange. En Papers for the Director: Research Essays in Honor of James B. Griffin, editado por C. E. Cleland, pp. 317-334. Anthropological Papers 61, University of Michigan, Museum of Anthropology, Ann Arbor.
1999
Style in archaeology or archaeologists in style. En Material Meanings. Critical Approaches to the Interpretation of Material Culture, editado por E. Chilton, pp. 118-132. The University of Utah Press, Salt Lake City.
Zorn, E. 1987
Un análisis de los tejidos en los atados rituales de los pastores. Revista Andina 10(2): 489-525.
131