Romanos 6
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- Words: 2,023
- Pages: 62
Un Estudio de la Epístola a los Romanos CLASE 6
Anunciar la justificación por fe causa
a veces más conflictos que alegrías. Surge la pregunta: “¿Quiere decir que si un secuestrador y asesino, en el último instante de su vida, se arrepiente, es salvo por la fe en Cristo, mientras que una persona buena y decente toda su vida, pero que no cree en Cristo, se irá al infierno?”
El judío que leía la carta de Pablo, le
preguntaría: “¿Quieres decir que Dios aceptaría a un réprobo gentil, mientras que nuestra padre Abraham sería rechazado porque no conoció a Cristo?”
Abraham era el estándar de fe para
la nación judía. Dios lo había llamado “su amigo”. Isaías 41:8 Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo
Para el hebreo, la obediencia era el
rasgo más destacado de Abraham.
Génesis 26:5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
Era inadmisible para el judío que
Pablo pareciera decir que no era suficiente para Abraham haber sido obediente, y ser amigo de Dios. El apóstol va a explicar, en la vida del más venerado de los patriarcas, cómo obra la justificación por fe. Obviamente que si es válido para Abraham, debería serlo para todos, judíos y gentiles.
Romanos 4:1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
Romanos 4:2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
Romanos 4:3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
Lo que Abraham hizo, cómo él vivió,
ciertamente es encomiable, y el patriarca tendría de qué gloriarse. Pero, dice el apóstol, lo que importa no es lo que los hombres ven, sino lo que Dios ve.
En Génesis 15, Dios le recuerda a
Abraham: “Yo soy tu escudo, y tu recompensa será grande”. Pero el anciano patriarca pregunta: “¿Cómo será, si no tengo hijos?” Dios le contesta: “Tendrás un hijo”.
A pesar de las evidentes dificultades
físicas y de edad, Abraham creyó a Dios. Génesis 15:6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Pablo muestra que la aceptación de
Abraham ante Dios no estuvo basada en sus obras, sino en su fe.
Pablo muestra que la aceptación de
Abraham ante Dios no estuvo basada en sus obras, sino en su fe. Dios no declaró justo a Abraham a causa de sus obras, sino más bien Abraham vivió en justicia a causa de su fe.
La palabra “contado” (le fue contado
por justicia) en griego es logizomai, de donde proviene nuestra palabra “lógica”. Significa “poner en la cuenta de uno”, por ejemplo, en la cuenta bancaria. Abraham recibió la justificación, no por obras propias que le hubieran permitido gloriarse, sino por la gracia de Dios.
El apóstol Pablo va más allá de la
experiencia del patriarca Abraham. Incorpora al rey David en su argumento
Romanos 4:6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras
Romanos 4:7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.
Romanos 4:8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
Está citando al Salmo 32. Dios
atribuye o imputa justicia aparte de las obras, y esto conduce a un estado de bienaventuranza (makarios, en griego) Es un estado de felicidad que tiene su origen en el perdón de pecados. Los pecados son cubiertos y las iniquidades perdonadas. El Señor, entonces, no inculpa de pecado.
Dios, por un lado, “no inculpa”. Por
otro lado, “atribuye justicia”. Usa aquí el apóstol la misma palabra para “contar a favor”, que es logizomai.
Es como si un contador comercial
estuviese viendo que un generoso donante continúa agregando grandes sumas de dinero a nuestra cuenta, y al mismo tiempo rehúsa a debitar cualquier gasto. Incluso, paga las cuentas de sus propios recursos. En la carta a Filemón vemos un ejemplo de esto:
Filemón 1:18 Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.
Filemón 1:19 Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré.
Onésimo era un esclavo fugitivo que
corrió a refugiarse con Pablo. Filemón era su amo. Pablo le pide que reciba a Filemón ya no como un esclavo, sino como un hermano en Cristo. Si hubiera incurrido en algún gasto, o hubiera causado un daño, Pablo (no Onésimo) lo pagaría.
Onésimo experimentaba,
seguramente, la misma bienaventuranza que el rey David al saberse perdonado y sus faltas (o gastos) cubiertas.
El judío trazaba orgullosamente su
línea genealógica hasta Abraham. Llevaba en su cuerpo la marca de su pertenencia a la familia de Abraham: la circuncisión.
Pablo hace notar que la circuncisión
vino después de haber creído. En realidad, catorce años después de haber sido contado por justo por Dios. Por lo tanto, la justificación por fe vino antes de la circuncisión.
Romanos 4:9 ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
Romanos 4:10 ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión
Romanos 4:11 Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;
Dios no está interesado en saber si
una persona está o no circuncidada. A Él le interesa saber si es hombre o mujer de fe.
Dios no está interesado en saber si
una persona está o no circuncidada. A Él le interesa saber si es hombre o mujer de fe. La circuncisión no es barrera, entonces, para los gentiles. Tampoco lo es para las mujeres.
Gálatas 3:28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
La justificación por fe se extiende a
los gentiles. La historia de Abraham en el Antiguo Testamento enseña que Dios no es solamente Dios de los judíos, ni su perdón se limita a ellos, sino que Él es Dios de los gentiles y su gracia los abraza igualmente a ellos.
Aún cuando Abraham era
incircunciso, fue hecho “padre de muchas gentes”, llegando a ser el padre de todos aquellos que tienen fe, sean judíos o gentiles. Tanto Abraham como su simiente recibieron la promesa, no por la ley, sino por la fe (v. 13-25)
A Abraham su fe le fue contada por
justicia, es decir, por su fe Dios lo declaró justo. Lo mismo sucede con nosotros. Romanos 4:23-24 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro.
Por lo tanto, de la única manera que
podemos ser justos es aceptando el don de Dios en Jesucristo y en eso consiste la justificación.
Al saber que es justificado
libremente, por fe, el ser humano no puede sino gozarse en el Señor.
Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
Romanos 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
“Tener entrada” es la palabra griega
prosagogē, que significa “ser introducido o presentado”. No estamos solos, sino que Cristo mismo nos acompaña en nuestra entrada a la familia de Dios.
Podemos gozarnos en los problemas
y tribulaciones Romanos 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
Las dificultades están para
perfeccionarnos, no para destruirnos. Romanos 5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
Las dificultades están para
perfeccionarnos, no para destruirnos. Romanos 5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y nos regocijamos en la persona de
Dios por Cristo. Romanos 5:11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
Esta parte del capítulo 5 podría ser
un nuevo capítulo. El año 69 de nuestra era se conoce
como “el año de los cuatro emperadores”: Nerón, que se suicida para evitar una vergonzosa ejecución, el ejército, el Senado romano, y las familias patricias de Roma.
Pablo presenta el reino de cuatro
monarcas: El pecado, la muerte, la gracia y la vida. Es importante para el apóstol
mostrar, siempre teniendo en mente el Imperio Romano y su reino universal, que el hombre no es enteramente libre, aunque así lo proclame.
Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
El pecado “entró” al mundo. Dios no
creó al mundo y al pecado. El mundo fue creado bueno, y así lo declaró Dios. Pero la maldición entró por Adán, cuando desobedeció a Dios. Y por el pecado de Adán todos fuimos constituidos pecadores.
Y por la puerta que Adán abrió al
pecado, la muerte se ganó en el mundo. Como Dios ya lo había anunciado: Génesis 2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. morirás
Y la muerte entró con autoridad, para
reinar.
Romanos 5:14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
Así como el pecado y la muerte son
reales, así de real es la gracia. Romanos 5:15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.
Se ve la abundancia de pecado en el
mundo. Pero la gracia de Dios es también abundante. Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
Cuando el pecado clavaba las manos
del Salvador en la cruz, la gracia de Cristo era mayor, proclamando: “Padre, perdónalos”. Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
Así como por el pecado entró la
muerte, por la gracia entró la vida
Romanos 5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
La vida no es sólo un poder. Pablo se
refiere a ella como “calidad de vida”. El pecado y la muerte son tiranos. Subyugan a los que están bajo ella. La vida enaltece. Hace reyes a todos los que la reciben. Ahora hay abundancia de vida y regalos de justicia.
Anunciar la justificación por fe causa
a veces más conflictos que alegrías. Surge la pregunta: “¿Quiere decir que si un secuestrador y asesino, en el último instante de su vida, se arrepiente, es salvo por la fe en Cristo, mientras que una persona buena y decente toda su vida, pero que no cree en Cristo, se irá al infierno?”
El judío que leía la carta de Pablo, le
preguntaría: “¿Quieres decir que Dios aceptaría a un réprobo gentil, mientras que nuestra padre Abraham sería rechazado porque no conoció a Cristo?”
Abraham era el estándar de fe para
la nación judía. Dios lo había llamado “su amigo”. Isaías 41:8 Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo
Para el hebreo, la obediencia era el
rasgo más destacado de Abraham.
Génesis 26:5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
Era inadmisible para el judío que
Pablo pareciera decir que no era suficiente para Abraham haber sido obediente, y ser amigo de Dios. El apóstol va a explicar, en la vida del más venerado de los patriarcas, cómo obra la justificación por fe. Obviamente que si es válido para Abraham, debería serlo para todos, judíos y gentiles.
Romanos 4:1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
Romanos 4:2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
Romanos 4:3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
Lo que Abraham hizo, cómo él vivió,
ciertamente es encomiable, y el patriarca tendría de qué gloriarse. Pero, dice el apóstol, lo que importa no es lo que los hombres ven, sino lo que Dios ve.
En Génesis 15, Dios le recuerda a
Abraham: “Yo soy tu escudo, y tu recompensa será grande”. Pero el anciano patriarca pregunta: “¿Cómo será, si no tengo hijos?” Dios le contesta: “Tendrás un hijo”.
A pesar de las evidentes dificultades
físicas y de edad, Abraham creyó a Dios. Génesis 15:6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Pablo muestra que la aceptación de
Abraham ante Dios no estuvo basada en sus obras, sino en su fe.
Pablo muestra que la aceptación de
Abraham ante Dios no estuvo basada en sus obras, sino en su fe. Dios no declaró justo a Abraham a causa de sus obras, sino más bien Abraham vivió en justicia a causa de su fe.
La palabra “contado” (le fue contado
por justicia) en griego es logizomai, de donde proviene nuestra palabra “lógica”. Significa “poner en la cuenta de uno”, por ejemplo, en la cuenta bancaria. Abraham recibió la justificación, no por obras propias que le hubieran permitido gloriarse, sino por la gracia de Dios.
El apóstol Pablo va más allá de la
experiencia del patriarca Abraham. Incorpora al rey David en su argumento
Romanos 4:6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras
Romanos 4:7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.
Romanos 4:8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
Está citando al Salmo 32. Dios
atribuye o imputa justicia aparte de las obras, y esto conduce a un estado de bienaventuranza (makarios, en griego) Es un estado de felicidad que tiene su origen en el perdón de pecados. Los pecados son cubiertos y las iniquidades perdonadas. El Señor, entonces, no inculpa de pecado.
Dios, por un lado, “no inculpa”. Por
otro lado, “atribuye justicia”. Usa aquí el apóstol la misma palabra para “contar a favor”, que es logizomai.
Es como si un contador comercial
estuviese viendo que un generoso donante continúa agregando grandes sumas de dinero a nuestra cuenta, y al mismo tiempo rehúsa a debitar cualquier gasto. Incluso, paga las cuentas de sus propios recursos. En la carta a Filemón vemos un ejemplo de esto:
Filemón 1:18 Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.
Filemón 1:19 Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré.
Onésimo era un esclavo fugitivo que
corrió a refugiarse con Pablo. Filemón era su amo. Pablo le pide que reciba a Filemón ya no como un esclavo, sino como un hermano en Cristo. Si hubiera incurrido en algún gasto, o hubiera causado un daño, Pablo (no Onésimo) lo pagaría.
Onésimo experimentaba,
seguramente, la misma bienaventuranza que el rey David al saberse perdonado y sus faltas (o gastos) cubiertas.
El judío trazaba orgullosamente su
línea genealógica hasta Abraham. Llevaba en su cuerpo la marca de su pertenencia a la familia de Abraham: la circuncisión.
Pablo hace notar que la circuncisión
vino después de haber creído. En realidad, catorce años después de haber sido contado por justo por Dios. Por lo tanto, la justificación por fe vino antes de la circuncisión.
Romanos 4:9 ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
Romanos 4:10 ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión
Romanos 4:11 Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;
Dios no está interesado en saber si
una persona está o no circuncidada. A Él le interesa saber si es hombre o mujer de fe.
Dios no está interesado en saber si
una persona está o no circuncidada. A Él le interesa saber si es hombre o mujer de fe. La circuncisión no es barrera, entonces, para los gentiles. Tampoco lo es para las mujeres.
Gálatas 3:28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
La justificación por fe se extiende a
los gentiles. La historia de Abraham en el Antiguo Testamento enseña que Dios no es solamente Dios de los judíos, ni su perdón se limita a ellos, sino que Él es Dios de los gentiles y su gracia los abraza igualmente a ellos.
Aún cuando Abraham era
incircunciso, fue hecho “padre de muchas gentes”, llegando a ser el padre de todos aquellos que tienen fe, sean judíos o gentiles. Tanto Abraham como su simiente recibieron la promesa, no por la ley, sino por la fe (v. 13-25)
A Abraham su fe le fue contada por
justicia, es decir, por su fe Dios lo declaró justo. Lo mismo sucede con nosotros. Romanos 4:23-24 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro.
Por lo tanto, de la única manera que
podemos ser justos es aceptando el don de Dios en Jesucristo y en eso consiste la justificación.
Al saber que es justificado
libremente, por fe, el ser humano no puede sino gozarse en el Señor.
Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
Romanos 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
“Tener entrada” es la palabra griega
prosagogē, que significa “ser introducido o presentado”. No estamos solos, sino que Cristo mismo nos acompaña en nuestra entrada a la familia de Dios.
Podemos gozarnos en los problemas
y tribulaciones Romanos 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
Las dificultades están para
perfeccionarnos, no para destruirnos. Romanos 5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
Las dificultades están para
perfeccionarnos, no para destruirnos. Romanos 5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Nos regocijamos en nuestras
posesiones espirituales. Romanos 5:10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y nos regocijamos en la persona de
Dios por Cristo. Romanos 5:11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
Esta parte del capítulo 5 podría ser
un nuevo capítulo. El año 69 de nuestra era se conoce
como “el año de los cuatro emperadores”: Nerón, que se suicida para evitar una vergonzosa ejecución, el ejército, el Senado romano, y las familias patricias de Roma.
Pablo presenta el reino de cuatro
monarcas: El pecado, la muerte, la gracia y la vida. Es importante para el apóstol
mostrar, siempre teniendo en mente el Imperio Romano y su reino universal, que el hombre no es enteramente libre, aunque así lo proclame.
Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
El pecado “entró” al mundo. Dios no
creó al mundo y al pecado. El mundo fue creado bueno, y así lo declaró Dios. Pero la maldición entró por Adán, cuando desobedeció a Dios. Y por el pecado de Adán todos fuimos constituidos pecadores.
Y por la puerta que Adán abrió al
pecado, la muerte se ganó en el mundo. Como Dios ya lo había anunciado: Génesis 2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. morirás
Y la muerte entró con autoridad, para
reinar.
Romanos 5:14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
Así como el pecado y la muerte son
reales, así de real es la gracia. Romanos 5:15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.
Se ve la abundancia de pecado en el
mundo. Pero la gracia de Dios es también abundante. Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
Cuando el pecado clavaba las manos
del Salvador en la cruz, la gracia de Cristo era mayor, proclamando: “Padre, perdónalos”. Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
Así como por el pecado entró la
muerte, por la gracia entró la vida
Romanos 5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
La vida no es sólo un poder. Pablo se
refiere a ella como “calidad de vida”. El pecado y la muerte son tiranos. Subyugan a los que están bajo ella. La vida enaltece. Hace reyes a todos los que la reciben. Ahora hay abundancia de vida y regalos de justicia.
