Rogel Castro Ensayo.docx

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Mexicano Rogel Castro Bernardo Alejandro Filosofía de la Educación 12 de junio de 2018 ¿Por qué el hombre necesita educarse? El presente ensayo tiene por objetivo demostrar que el ser humano posee una necesidad de educación, pues él, al estar incompleto —lo está en el sentido de que, a lo largo de su vida, debe asimilar una cultura dada, ya que, al nacer, no está totalmente integrado a ella, ni ella se encuentra incorporada a él— busca, y es ayudado por otros, a completarse en un proceso continuo de perfeccionamiento de todas sus facultades, proceso que se entenderá en este trabajo como educación. Primeramente, es preciso indicar que cultura se definirá, junto con Octavi Fullat, como una manera de ver el mundo con base en símbolos.1 En segundo lugar, se comprenderá el carácter incompleto del ser humano como la falta de asimilación de símbolos –propios de la cultura– que nunca se logra superar totalmente. En tercer lugar, se entenderá perfeccionamiento humano como la asimilación constante, para superar el ser incompleto e inacabado del hombre2, de los elementos culturales considerados valiosos, pues todo perfeccionamiento implica una idealización de lo que debería ser o hacer un ser humano, y ese deber-ser,3 o deber-hacer, necesariamente requiere de la valorización de algunos elementos culturales. Por último, cabe acarar que los conceptos de ser humano y de hombre se utilizarán indistintamente para referirse al ser biológicoracional de la especie homo sapiens sapiens. La educación, al estar conformada por diversas ideas, símbolos y concepciones sobre el ser humano, es producto de la cultura humana y solamente puede surgir en la misma. A su vez, la cultura, menciona María García Amilburu, trasciende los parámetros meramente materiales de la vida biológica del hombre y “[…] constituye una continuación del mundo físico hecha desde la libertad, que es asumida por el hombre a modo de

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Octavi Fullat, La educación es un dato. Estructura educanda del ser humano. Finalidades antropológicas de la educación. 15-41; 71-125. Filosofía de la educación (Madrid: Síntesis, 2004), 16. 2 María García Amilburu y Juan García Gutiérrez, “Capítulo 2: Presupuestos antropológicos de la educación”, “Capítulo 3: Conceptualización y ámbitos del proceso educativo,” en Filosofía de la educación. Cuestiones de hoy y de siempre (Madrid: Narcea/UNED, 2012), 50. 3 Fullat, Filosofía…,110.

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segunda naturaleza […]”.4 Por ello, la educación es parte de esa segunda naturaleza del hombre y, además de esto, es el proceso a través del cual es asimilada, dicha naturaleza, continua e indeterminadamente. Esto es posible gracias a que la condición biológica del ser humano, particularmente del cerebro, otorga mayor importancia al desarrollo de las habilidades y capacidades cognitivas que al de las capacidades sensoriales y motrices, las cuales son más propias de los restantes animales —aquellos típicamente catalogados como no-racionales—;5 además, el individuo humano no se basta a sí mismo para alcanzar un estatuto antropológico, necesita de sus congéneres para que, a partir de las habilidades cognitivas comunes, haya una asociación que le permita ingresar en la vida social, en la historia, en la realidad simbólica humana, pues, de lo contrario, el hombre no pasaría de ser un animal cualquiera.6 Al ser la cultura una segunda naturaleza, el ser humano no puede encontrarse totalmente completo, ya que no nace con esta naturaleza asimilada, sino que debe iniciar su proceso educativo con el fin de ir alcanzando todas aquellas actitudes, habilidades, comportamientos, ideas, etc., que conforman el profundo simbolismo de la cultura humana, simbolismo que, si bien no es infinito, es inconmensurable por la gran variedad de expresiones culturales —manifestadas a través de actos, sentimientos y conocimientos humanos— que han existido a lo largo de la historia y en cada sitio particular del planeta. Por la misma inconmensurabilidad de la cultura, el hombre — individual y restringido—no es capaz de asimilar completamente su segunda naturaleza, tarea que no necesita ser alcanzada por otros animales, pues estos “[…] nacen prefabricados […]. Lo que vayan a hacer está ya programado en su código genético. […] El animal humano, por el contrario, tiene la sensación de que es inconcluso, que siempre está por hacer”.7 Y esa inconclusión es la incapacidad de asimilar, por completo, su segunda naturaleza. No obstante, el ser humano no puede resignarse a no asimilar en modo alguno, por el hecho de no poder asimilarla toda, su segunda naturaleza, o su cultura, ya que estaría en contra de la posibilidad biológica con la que fue dotado para subjetivar en sí García, Filosofía…, 36. Fullat, Filosofía..., 81. 6 Ibid., 85. 7 Ibid., 75. 4 5

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mismo cualquier cultura posible — específicamente la cultura subjetiva, es decir, la interiorización que realiza cada persona de la cultura en la que vive 8—, no desarrollándose, entonces, como un verdadero ser humano que, si bien nunca estará completo, al menos se esfuerza siempre por alcanzar algún nivel mayor de perfección, pues “Los seres humanos, […], debido a la plasticidad biológica, la carencia de instintos y la inadaptación natural al medio físico que nos distingue, sólo somos viables en un ámbito cultural, y privados de él no podemos desarrollarnos en cuanto humanos.9 Dado que el ser humano no puede evitar la cultura —por ser su segunda naturaleza y constituir el único ambiente donde le es posible desarrollarse—, debe ser partícipe de la educación con el fin de asimilar la cultura misma. Es necesario aclarar que toda cultura concede un valor especial a ciertos elementos de sí, expresados en forma de actitudes, conocimientos, habilidades, etc., y que son idealizados para que el ser humano los pueda alcanzar —aun cuando haya teorías pedagógicas que propongan la ausencia de modelos humanos, como las existencialistas, ya la propuesta de un individuo construido por sí mismo sin modelo humano a alcanzar constituye un ideal de ser humano: el individuo que no posee modelo—. Los logros que cualquier individuo humano realice en su esfuerzo por alcanzar los ideales culturales serán el perfeccionamiento humano que, aunque no complete en su totalidad al sujeto, al menos le otorga la satisfacción de ser cada vez más humano, en el sentido de que asimila paulatinamente su segunda naturaleza. La educación es imprescindible en este proceso de perfeccionamiento, pues, como ya se ha dicho, es la asimilación de la cultura en el más amplio sentido. En consecuencia, el ser humano no puede ni debe evitar la educación, sino que necesita educarse, ya que le es indispensable para poder desarrollarse como persona, como miembro de una cultura y como ser vivo que tiende al perfeccionamiento. No está completo su ser, debe tratar de completarlo y, aunque “[…] no hay consenso acerca del qué, del para qué y, consiguientemente, del cómo del ser humano”,10 al menos se tiene la certeza de que se anhela alcanzar la condición de ser humano, pues, como menciona

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García, Filosofía..., 37. Ibid., 36. 10 Fullat, Filosofía…, 119. 9

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Octavi Fullat: “Ser hombre es un indesmayable querer serlo. No nacemos hombres; queremos ser hombres”.11 Este deseo de ser hombres concuerda con la incansable búsqueda de sentido llevada a cabo por los seres humanos, en la cual se crean constantemente nuevos símbolos culturales que puedan otorgarles una satisfacción más grande con respecto a su propia existencia, apuntando siempre hacia un perfeccionamiento de la realidad humana, ya sea en su dimensión individual o social. Y es que el perfeccionamiento de la propia realidad —individual o social—es impulsado por la educación, pues esta última siempre supone que el ser humano es perfectible. Para finalizar, el hombre no podría no educarse, al contrario, requiere obligatoriamente de la educación, ya que, de no tenerla, no podría considerarse hombre en un sentido cultural, pues no adquiriría la segunda naturaleza a la que tiende a modo de proyectil12 —apuntando hacia ella—, sino que se estancaría en su mera condición biológica de homo sapiens sapiens, sin abrirse a las posibilidades que esta misma condición le ofrece: la capacidad de asimilación de una cultura, el perfeccionamiento de la propia persona, y la satisfacción de verse, continuamente, un poco más completo como ser humano. Así, la educación no es opcional en la construcción del ser humano cultural, sino que es imperativa y necesaria, pues el hombre “No es animal educabile —que puede o no ser educado—, sino animal educandum —que tiene que ser forzosamente educado so pena de quedar en simple bestia—“.13 Bibliografía García Amilburu, María y García Gutiérrez, Juan. Capítulo 2: Presupuestos antropológicos de la educación. Capítulo 3: Conceptualización y ámbitos del proceso educativo. Filosofía de la educación. Cuestiones de hoy y de siempre, 35-64. Madrid: Narcea/UNED. 2012. Fullat, Octavi. La educación es un dato. Estructura educanda del ser humano. Finalidades antropológicas de la educación. 15-41; 71-125. Filosofía de la educación. Madrid: Síntesis. 2004.

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Ibid., 112. Ibid., 106. 13 Ibid., 75. 12

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