“Rincón Gaucho tiene mucho gusto en presentar…”
de Jorge García Carregha
Dos o tres veces por semana solía ir al restaurante de Américo Caggiano y Wolf Ruvinskis. Localizado frente al Parque Luis G. Urbina, más conocido como “el Parque Hundido”. Como de costumbre al entrar Américo dijo por el micrófono –“¡ya llegó Jorgito!” y su grupo, “Terceto Tango” interrumpió lo que tocaba para entonar “Garufa”, claro que esta entrada me la regalaban cuando veían que aparecía acompañado de una chica “nueva”, nueva para este lugar, porque en cuanto a su no uso era algo francamente dudoso. El capitán Pimentel le acomodaba la silla y ceremoniosamente nos dio la bienvenida. Sin preguntar, sirvieron “matambre” y morcilla, mientras le preguntaban a la chica que es lo que iba a tomar. -“un curvoisier con coca-cola”- no se inmutaron ante la aberración que escucharon… -“¿Para usted lo de siempre señor García?” Así comenzó aquella noche en este lugar del que guardo tan gratos recuerdos… Al poco rato apareció el actor Andrés García y nos pasamos todos a una mesa, su acompañante lucía un profundo y encantador escote, me pareció más reconfortante que el “matambre”. Mi pareja no podía creer lo que estaba pasando, era tratada como realeza y tenía a la mano a uno de los galanes más populares del cine mexicano. Sus padres habían estado un poco remolones en dejarla salir conmigo, le habían advertido muy enfáticamente que debería estar de vuelta a la una de la mañana. En alguna ocasión un paterfamilias le dijo a su hija –“… y regresa con los calzones, porque si no, el honor está perdido…” Después de varias copas de vino tinto el capitán Pimentel se me acercó y me susurró: -“unos señores dicen que son los padres de la señorita, quieren pasarse a su mesa” Volteé y vi a los padres de mi amiga, estaban sentados en una mesa al fondo, supongo ya tendían rato observándonos, a menos vieron que llegamos al restaurante donde dijimos que íbamos a cenar, y no a algún Hotel de los que abundan por la carretera vieja a Cuernavaca… -“¡Trágame tierra!”- dijo mi amiga con una sinceridad que me conmovió. Los meseros hicieron la mesa más grande y nos acomodamos, la mamá de mi amiga aprovechó los movimientos y se colocó junto a Andrés García, yo
“Rincón Gaucho tiene mucho gusto en presentar…”
de Jorge García Carregha
quedé junto a la mamá de mi amiga y el papá de mi amiga se sentó junto al escote esplendoroso. Las carnes era la especialidad del lugar y en verdad eran excelentes, cortes argentinos salpicados con vino tinto, la música de tango invadía el lugar, no podíamos estar mejor. -“Jorge: ¿no sé cómo le haces para estar acompañado siempre por damas tan hermosas si tú eres feo?”- dijo Andrés García por halagar a mi amiga. -“Es que nunca he necesitado ser bonito” -“Yo sí sé como le hace…”- dijo el escote ya entonada en copas… -“¡Champagne para la señorita por saber tanto! – dije halagado. En eso Wolf, con la voz magnífica que poseía dijo como todas las noches -“Rincón Gaucho tiene mucho gusto en presentar un acto de mentalismo o telepatía, mi hija Elsa, de espaldas a ustedes adivinará los objetos que ustedes me vayan pasando…” El acto era fantástico, ella adivinaba números de serie de billetes, objetos de lo más diverso, etc. Américo contaba chistes, tocaba el bandoneón y cantaba, yo me perdía concentrado en el acto, de repente la mano de la mamá de mi amiga me sacó de el mundo del tango y el champagne, no hice el menor movimiento, miraba al padre de mi amiga embebido con el escote esplendoroso y a mi amiga que no parpadeaba viendo a Andrés García. Todos parecíamos estar muy contentos con la “repartición”… Rematamos la noche con “café gaucho”, capaz de hacer palidecer de envidia al “café irlandés”. Y aunque las cosas no salieron como se esperaba todos tuvimos nuestro amor aquella noche. Pasé excelentes momentos en ese restaurante, pero creo que esta fue la noche más divertida y sensual que pasé en este lugar, no tengo la menor duda…