Revista Horizonte Para Una Convivencia

  • November 2019
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TODAVIA NO HAY MOTIVO PARA FESTEJAR PERO… Por Moshé Rozén Revista Horizonte Noviembre de 2008 Los próximos comicios en Israel se desarrollan en el ya histórico encuadre del escenario político de este país: un bloque religioso-nacionalista, un sector liberal centrista y una izquierda, otrora potente y vigorosa y hoy fracturada en distintas fracciones. Pero –para sorpresa de muchos- el sionismo progresista, pese a su definición problemática en tiempos de desideologización posmoderna, recupera el color de sus mejillas y parece querer dar batalla a sus contendientes: se registran cambios en el partido Meretz, surgido, como se recordará, de la fusión entre el socialismo sionista (Mapam) y agrupaciones -como Ratz- de militantes en el campo de los derechos humanos y civiles , el reconocimiento de los palestinos y la reinvidicación de un judaísmo plural. Meretz necesita superar su minoritaria ubicación parlamentaria: los cinco escaños reducen su capacidad de incidencia en el horizonte político israelí. De allí el virage estratégico desplegado por el presidente de este movimiento. Jaim Orón –más conocido como Yumes- abre ahora, desde Meretz, un frente con otros grupos, principalmente con figuras de relieve en el ámbito de la prensa y la cultura. Activistas de “Paz Ahora” como Tzali Reshef, hombres de la academia –Zeevik Tzajor_ personalidades del laborismo –Uzi Baram, Tzvika Kase- aseguran, con su apoyo, una apertura a corrientes que hasta hoy circulaban por calles políticas paralelas y permite avisorar una alternativa unificada que puede convertirse en opción para buena parte del electorado israelí. Se trata de un camino difícil: la construcción de plataformas mancomunadas es siempre es más compleja que la permanente división y confrontación, tan propia de las izquierdas. Este proceso se topa con otra dificultad para nada desdeñable: las elecciones tendrán lugar en febrero del 2009, breve márgen para consolidarse y conquistar votantes. Pero hay otras piedras en el camino: el ciudadano israelí, como los electores en otros lugares del mundo, ya no se guia tanto por grandes ideas, por programas de pensamiento. O sea, es posible que no pocos votantes, identificados, por ejemplo con lemas de paz y negociación con el entorno árabe, elijan al partido Kadima, carente de una cosmovisión ideológica, pero dueño de un pragmatismo que –inclusive desde el flanco izquierdo del abanico político- se percibe como potable para esta coyuntura. La dureza de Tzipi Livni hacia el Likud de Netanyahu alimenta esta percepción. No olvidemos tampoco al laborismo: es probable que su candidato, Ehud Barak, aproveche la imagen “intelectual” del proyecto de Meretz para aparecer como adalid de las causas sociales, que, ciertamente, fueron ejes del activismo de Meretz hasta que la bandera de la paz las eclipsó.

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