Resumen Myers Y Botana

  • November 2019
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  • Words: 1,858
  • Pages: 4
JORGE MYERS, "LA REVOLUCIÓN EN LAS IDEAS: LA GENERACIÓN ROMÁNTICA DE 1837 EN LA CULTURA Y EN LA POLÍTICA ARGENTINAS (1830-1880)".

La Generación de 1837 constituye el primer movimiento intelectual con un propósito de transformación cultural total en el Río de la Plata. Sus integrantes, nacidos alrededor de 1810, se consideraron a sí mismos como "hijos de la revolución de mayo". Creían poseer una misión: "el desarrollo e implementación de la segunda fase de la Revolución, la revolución en las ideas que debía suceder a la revolución por las armas, y cuyo sentido central sería definir la nueva identidad nacional en términos de los valores de la revolución". Los jóvenes intelectuales articulados por las novedades teóricas y estéticas importadas desde Europa por Esteban Echeverría consideraron que intervenían en un "vacío" cultural. Vieron su contexto como un "desierto". En cierto modo tenían razón, porque los jóvenes románticos encontraron un campo relativamente libre que facilitó demandar y defender una originalidad conceptual. Sin embargo, fueron en plenitud hijos de su época. Una experiencia compartida por casi todos (menos por Sarmiento) fue el tránsito educativo en las instituciones laicas de la formación superior y universitaria erigidas durante los años 1820, bajo la inspiración del unitarismo rivadaviano. Las instituciones principales fueron la Universidad de Buenos Aires (fundada en 1821) y el Colegio de Ciencias Morales (1823). De esa experiencia conservarían una distancia "moderna" con la cultura eclesiástica. La formación recibida imprimió una fibra ilustrada que persistió como una de las dimensiones del complejo romanticismo de la nueva generación. ¿Cuáles fueron sus efectos? "En una aceptación de un esquema de valores universales cuya realización debía constituir una meta: el progreso económico, social, cultural y político, la instauración de patrones de racionalidad en el conjunto de la sociedad, mediante una eficaz acción del Estado sobre el cuerpo social y sus integrantes, y una creencia en la capacidad de la voluntad política para torcer el curso de los hechos, creencia que representaría una contradicción directa al postulado central del historicismo, según el cual los procesos históricos debían producirse siguiendo leyes inmanentes(providenciales o naturales) al margen de los deseos humanos". Myers propone una periodización de la trayectoria de la generación: 1830/1838-9: Organización y elaboración de un "programa". 1839/1842-44: Exilio y política facciosa. 1844/1854: Producción textual y concreción política de sus perspectivas. 1854 en adelante: Disolución en las diversas facciones políticas. 1830/1838-9: Organización y elaboración de un "programa". En 1830 llega al país Echeverría y da a conocer sus primeras producciones poéticas como Los Consuelos (1834) o Las Rimas (1837). Echeverría aparece en un ambiente donde se habían filtrado numerosas referencias del romanticismo pero no habían coagulado en una corriente cultural. De allí la veloz consagración "romántica" de Echeverría, quien se diferencia de la estética "clasicista" que se utilizaba. Pero la constitución de una presencia reconocible públicamente se produce en el bienio 1837-1838 con la cohesión adquirida por un grupo de jóvenes en el Salón

Literario patrocinado por el librero Marcos Sastre. Allí coagula la autopercepción de una élite intelectual que pertrechada con las ideas románticas se propone explicar su realidad social y postular la proyección de una nación que aún no existía en tanto que tal. Se trata de una autoidentificación juvenilista y generacional, aunque el Salón era frecuentado por intelectuales de la generación precedente (como el propio Sastre, Pedro de Angelis y Vicente López y Planes). La ruptura se producirá con el fin del Salón y la conformación de la Asociación de la Joven Argentina, inspirada en las asociaciones políticas europeas, como La Joven Italia. A partir de entonces el romanticismo se enfrentó filosóficamente al "materialismo" dieciochesco atribuido al clima intelectual unitario. La nueva asociación adquirió su perfil conceptual en un conjunto de textos elaborados por Alberdi y Echeverría: las "Palabras simbólicas", el "Juramento de la Asociación" y el "Dogma socialista". La corriente lograría una repercusión pública con el periódico El Iniciador (1838-1939). En esa etapa buscaron un entendimiento con Rosas, de quien reconocían la adhesión popular que disponía. Sus críticas románticas se dirigían con mayor impiedad contra el iluminismo abstracto de los unitarios. Para pensadores como Alberdi, no obstante, el proceso revolucionario argentino participaba de una dinámica más amplia: era una larga revolución que se inició con la Reforma protestante, atravesó la Revolución Francesa y continuaba en su propia época. Rosas no aceptó la dirección intelectual de los jóvenes ni su asociacionismo. La profundización del clima represivo los condujo finalmente al exilio hacia 1939. El tema fundamental fue la producción de un discurso de la "nación" en ciernes. Otro elemento conceptual importante fue el "socialismo" que aceptaba las libertades individuales pero no era liberal. El individualismo era considerado como un egoísmo, que debía ceder vigencia a la solidaridad colectiva y la armonía social. De allí que socialismo y nación no fueran incompatibles. El socialismo consistía en la prevalencia de la sociedad sobre el individuo, la defensa del valor de la igualdad y la espera de una "regeneración" que continuara la obra revolucionaria fundacional, aunque sobre todo en los planos moral e intelectual. El socialismo fue desplazado del vocabulario de la joven generación tras las revoluciones europeas de 1848, salvo en el caso de Echeverría. La recolocación del lugar del socialismo reveló la debilidad del igualitarismo, que dejó mayor lugar a la preservación de la libertad. 1839/1842-44: Exilio y política facciosa. En este período la acción política consumirá la mayor parte de las energías de los emigrados. La mayoría se distribuyó entre Montevideo, Chile y Bolivia. Su identidad intelectual cederá lugar a entendimientos prácticos con los unitarios que combatían al rosismo. Sus militancias terminarán en fracasos militares estrepitosos y decisiones como la de apoyar el bloqueo francés del Río de la Plata como parte de la lucha contra Rosas. Un momento de notable influencia fue la experiencia chilena, que proveyó un modelo de sociedad ordenada y jerárquica, desigual pero que lograba el mantenimiento de una autoridad. Chile ofreció un modelo de institucionalidad que creyeron superior a la represión sin progreso del rosismo. También allí adquirieron la vivencia de poseer una "nacionalidad" común, "argentina", que se impuso sobre la "americana" o las igualmente vigentes hasta entonces que se ligaban a pertenencias provinciales. 1844/1854: Producción textual y concreción política de sus perspectivas. Este fue el período de redacción de los libros esenciales de la generación, precedidos por algunos textos importantes como los mencionados anteriormente y el Fragmento preliminar al estudio del derecho de Alberdi (1837). Los escritos muestran una peculiaridad del

romanticismo local: mientras en Europa se inspiraba de motivos ligados al Antiguo Régimen (prerrevolucionario), en la Argentina estaba marcado por el republicanismo postrevolucionario, según el cuál el pueblo es el origen del poder. --------------------------------------------------------------------------------------------------------NATALIO BOTANA, LA TRADICIÓN REPUBLICANA. La tesis fundamental de Botana es que existe una corriente republicana en la historia política argentina, de la cual Sarmiento y Alberdi representan dos vertientes. La perspectiva de Sarmiento se articula alrededor de la figura de la "república de la virtud". Si bien consiste en un armado de ideas modernas, sus arquetipos son antiguos: se trata de considerar el modelo de una polis compuesta por ciudadanos virtuosos, comprometidos con la cosa pública. La adopción de motivos antiguos (por ejemplo, situada en un horizonte de sociabilidad política municipal), por lo tanto, carecía de cualquier nostalgia del pasado. La república de la virtud era moderna y pronto los Estados Unidos ocuparían el espacio de la sociedad modélica. Ese compromiso es lo que define la civilización. Lo otro es la barbarie. Para el espacio nacional, Sarmiento imaginó la agricultura como un antídoto de la "extensión" de la pampa sin límite. He aquí un fragmento de Botana que resume su perspectiva sobre el tema y lo articula con la función asignada a la ciudad: "Sarmiento había encontrado en la agricultura un medio eficaz para frenar a la pampa salvaje. Una frontera ocupada por labriegos independientes, que rodease a la ciudad, era la mejor defensa frente al peligro todavía cierto de la invasión rural. Entonces la ciudad podría por lo menos vivir en paz. El momento parecía propicio para completar el tríptico de la virtud. A la educación y la democracia agraria se sumaba la reconstrucción de la ciudad. En la república moderna, que venía después de Caseros [es decir, la derrota de Rosas en 1852], la ciudad debía restañar sus heridas y albergar nuevamente la libertad política" (328). El ciudadano virtuoso no expresa una disposición natural sino que deriva de una acción deliberada, a saber, la labor educativa. Si bien, como se vio en el texto de Myers, Sarmiento desconfió pronto de una visión ingenua del igualitarismo, siempre conservó una vocación hacia la igualdad ligada a la educación. Ésta tenía una importancia capital para el proceso de nacionalización de la inmigración que debía poblar el "desierto" argentino. Botana muestra el desencanto tardío de Sarmiento respecto de la presencia inmigratoria en la Argentina, que lo conduciría del entusiasmo progresista de Benjamin Franklin al apesadumbrado positivismo de Hyppolite Taine. El punto de vista de Alberdi consiste en cambio en un ideal de la "república del interés". Alberdi defiende la relevancia de conocer las "costumbres" para fundar una sociabilidad deseable. El objetivo no es crear instituciones sino modificar las costumbres, que en el caso argentino se debe realizar a través de un transplante inmigratorio. El objetivo es constituir una sociedad industrial y mercantil, bajo la matriz de un mercado, donde prime el interés individual. Éste no está orientado meramente por un egoísmo aislado, sino que es entendido en su contribución al beneficio colectivo. Según el razonamiento liberal, ese beneficio es inintencional. En modo alguno Alberdi propone exigir compromisos subjetivos a los nuevos contingentes inmigrantes que deben reemplazar al tipo humano criollo, cuyas costumbres son incompatibles con una sociedad moderna. De allí que el proceso histórico,

nuevamente en contraste con la visión sarmientina, sea espontáneo y no precise de un Estado poderoso. La desconfianza de la formación propuesta por Sarmiento se explica porque Alberdi espera una "educación por las cosas", es decir, por las acciones prácticas. Los modelos educativos tradicionales son inútiles porque producen tipos coloniales, como clérigos y doctores (abogados), que se ocupan de actividades improductivas y entorpecen las ocupaciones prácticas. Los límites de la acción estatal deben mantener, sin embargo, un orden que estaría inspirado en la república portaliana (Chile). El siguiente párrafo quizás condense lo fundamental del contraste propuesto por Botana, aunque debe aclararse que en su recorrido de más de cuarenta años de devenir intelectual de Sarmiento y Alberdi el autor analiza transformaciones de diverso tipo: "Para Alberdi la forma de gobierno era un límite, el marco que aguardaba confiado el contenido que le infundirían el individuo y las cosas. Sarmiento era más ambicioso. En 1842 escribió que 'difundir las luces en todas las clases de la sociedad es la empresa de nuestro siglo'. Alberdi no habría vacilado en compartir este juicio, siempre que esa faena quedase reservada a la acción espontánea en la sociedad. Sarmiento, en cambio, imaginaba esas luces emanando de la cosa pública y de quienes participaban en ella. La república era una forma de gobierno que educaba. En su recinto la comunidad política discutía y aprobaba planes obligatorios de educación. De este modo, las instituciones moldeaban al ciudadano". (318).

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