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HISTORIA DEL DERECHO UNIDAD 7 Bibliografía: “NOCIONES SOBRE EL PODER Y EL DERECHO en la historia argentina”, Miguel Ángel Ortiz Pellegrini.

 El congreso de 1824: origen. Leyes. El Tratado con Gran Bretaña. La guerra con Brasil. Constitución de 1826. A partir de 1820 el “poder” se reconoce distribuido en un grupo de “pequeñas” unidades de poder “autónomo”. Entre 1810 y 1820 la elite porteña continúa en cierta forma el ejercicio centralista del gobierno colonial borbónico, era la heredera de la autoridad del Virrey. Con la batalla de Cepeda (febrero de 1820) la Revolución de Mayo llega al seno de cada pueblo, artífices a partir de este momento de su propio destino. La Revolución de Mayo había producido en cada provincia un cambio en los titulares del poder local. Ellos representaban el poder real, era lógico que pretendieran su cuota de poder, tanto para afirmarse en el orden provincial, como para hacerse oír en el orden nacional. Había que recomenzar la organización de un “poder” a partir del “contrato” entre los poderes provinciales, convenios que resultaban consecuencias de los enfrentamientos violentos o solapadamente violentos; con esa intención se firmó el Tratado del Pilar, iniciando la política de pactos, sistema que construyó la base de la Constitución de 1853. El vacío de poder después de Cepeda, provocó anarquía y pánico en Buenos Aires, que se transformó en septiembre de 1820 de pretendida metrópoli en provincia y se estabiliza con el gobierno de Martín Rodríguez. La paz entre Santa Fe y Buenos Aires, llega con el Tratado de Benegas. El acuerdo consolida:  En Santa Fe, a Estanislao López.  En Córdoba, a Juan Bautista Bustos.  En Buenos Aires, a Martín Rodríguez. En Bs.As. aparece un nuevo concurrente al juego de poder: “la campaña”, personificada en Juan Manuel de Rosas. El Congreso de Córdoba encendió esperanzas de re-construir la autoridad nacional y fue una oportunidad única para ello. El predominio político del momento era federal – sobre todo Bustos, pero en agosto de 1821, Bernardino Rivadavia asume como primer ministro en la provincia de Bs. As. (enemigo público de San Martín y los federales), quien desalienta al Congreso. Conclusión: el Congreso de Córdoba fracasa porque Rivadavia no puede imponer su posición a las provincias, a su vez éstas no pueden prescindir de Bs. As. La “muerte política” del Congreso de Córdoba se declaró en el Tratado del Cuadrilátero, que posterga la reunión de un Congreso Nacional sin fecha. Simplemente Rivadavia espera una oportunidad para imponer su poder, y desecha un escenario que no le resulta propicio.

PRIMERO HAY QUE DEFINIR EL SUJETO DE PODER, LUEGO SE PUEDE ARMAR EL ESCENARIO, CON UN CONGRESO QUE ESTABLEZCA LAS REGLAS DE JUEGO. Las relaciones exteriores Durante estos años los reconocimientos internacionales y las relaciones exteriores fueron el único signo de unidad de las PUDRP, ejercidas de hecho, por la provincia de Bs. As. EE.UU reconoció nuestra independencia por ley en mayo de 1822, en diciembre de 1823, Gran Bretaña, con la Batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824) concluye la guerra de la independencia. La tercera convención constituyente 1824/1827, el “poder” unitario Rivadavia  adepto del ILUMINISMO: considera que la historia debe ser hija de la razón humana. Implica admitir la virtud del poder omnímodo legisferante. La historia es lo que el hombre racional quiere que sea. Punto de vista semejante debía terminar en dos políticas: despotismo ilustrado o revolución. Las dos fueron empleadas por el unitarismo: hicieron la revolución de Mayo de 1810 y desde entonces ejercieron el despotismo ilustrado. La máxima expresión de esta segunda política fue la constitución rivadaviana de 1826. El 27 de febrero de 1824, por ley provincial a iniciativa del ministro Rivadavia, se convoca a un Congreso nacional a reunirse en Bs. As, con diputados elegidos por el sistema proporcional para que la ciudad tenga mayoría. Proyecto central = constitución unitaria. La prioridad era resucitar el Ejecutivo Nacional y deslindar sus atribuciones con las del Congreso, a cuyo fin se aprueba el proyecto de Francisco Acosta, el 25 de enero de 1825 denominado Ley Fundamental; el congreso se declara constituyente, y fija sus atribuciones. Constitución pensada como instrumento de domesticación de las provincias. En el medio se les cruzó la “guerra con el Brasil”, más el Congreso de La Florida del 25 de Agosto de 1825, que resuelve volver al seno de la Patria, a la provincia Oriental secuestrada por el Brasil, aceptada por el Congreso el 25 de octubre del mismo año. Esta corta conflagración tuvo por escenario el mar y el territorio, Brown y Alvear, con el triunfo de las armas argentinas. El escenario bélico inesperado apura los planes unitarios:  El 4 de febrero de 1826 se sanciona la ley de capitalización de Buenos Aires, declarándola capital del Estado, y se la dota de un enorme territorio, haciendo desaparecer en los papeles la provincia de Bs. As.  El 6 de febrero a iniciativa del diputado por Córdoba, Elías Bedoya, se sanciona la ley de presidencia.  El 7 de febrero el Congreso elige como presidente a Bernardino Rivadavia y el 8 de febrero asume.  El programa se completa el 24 de diciembre de 1826, con la Constitución Unitaria, redactada sobre la base de la constitución monárquica de 1819. El 27 de junio de 1827 Rivadavia cae, su constitución se evapora. Comenzando por su reforma enfitéutica, el Banco Nacional, el empréstito con la Baring Brothers, la explicación de las minas de Famatina, el triste fin de la Asociación Agrícola del Río de la Pata, su fracasada política inmigratoria y la decapitación de la provincia más poderosa desmembrada por la ley de federalización, es evidente que su gobierno no podía seguir adelante.

La Convención de Santa Fe El 3 de julio de 1827, el cargo de Presidente se transformó en “provisorio”, se elige a Vicente López y Planes, y se convoca a una convención nacional “para nombrar presidente de la República (…) y recibir los votos de las Provincias sobre la aceptación o repulsa de la Constitución (…)”. En sus pocos días Planes destituyó a Carlos María de Alvear como Jefe del Ejército Republicano y lo reemplazó por Juan Antonio Lavalleja, y en “ejercicio de la dirección del gobierno de la ciudad y el territorio de Bs.As., nombró Comandante de Campaña a Juan Manuel de Rosas. La ley del 18 de agosto dispuso que el Congreso y el Gobierno Nacional queden disueltos. Tras el fracaso unitario, se repite la situación de 1820, pero en un escenario distinto, Bs. As. Había resultado beneficiado con la “provincialización”. Las provincias, por carecer de recursos propios, formaron permanentemente ligas interprovinciales. Ahora la solución no era la imposición de una sobre otras, sino un “acuerdo” entre todas. El coronel Manuel Dorrego, elegido en agosto gobernador de la provincia de Bs. As, estrena el cargo con el decreto que declara abolida la leva como “marca” de su mandato. Firma un primer acuerdo con la Córdoba de Bustos, el 21 de septiembre de 1827, convocando a la reunión de una “Convención Nacional” con el objeto de designar un presidente provisional y establecer las bases de un congreso constituyente, que sancionaría una Carta Magna conforme al modelo de EE.UU, luego vendrían otros pactos, con el mismo objetivo; se construye poder a partir de acuerdos. En estos pactos provinciales el Gobierno de Buenos Aires recibió en forma expresa la delegación de las atribuciones nacionales para los negocios de guerra, paz y relaciones exteriores hasta la reunión de la Convención Nacional, fueron “pactos multilaterales federativos”, donde se rechaza en forma expresa la Constitución de 1826, y aparece por primera vez el “mandato” para la redacción de una constitución bajo la forma federal. La reunión de la Convención Nacional se consigue finalmente el 25 de septiembre de 1828, el proyecto de reunir el Congreso Constituyente no llego a madurar, la usurpación del gobierno legítimo de Buenos Aires lo dejó trunco. El 29 de septiembre de 1828, el gobernador Dorrego firmó el documento de ratificación de la Convención Preliminar de paz celebrada entre el “Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata” y el Emperador del Brasil, en base a la “ley provincial” del 27 de agosto de 1827 y la autorización de la Convención Nacional del 26 de septiembre, por el cual se reconoce la secesión e independencia del Uruguay.

El golpe unitario de 1828 En un contexto de intolerancia absoluta, “la clase distinguida”, los unitarios, inspirados por Julián de Segundo Agüero, el 1 de diciembre de 1828, lanzó a los generales Juan Galo Lavalle y José María Paz a la usurpación del poder; Lavalle derroca al “loco” Dorrego, disolvió la Sala de Representantes y, además, fusila al gobernador en forma humillante el 13 de diciembre de 1828; así comienza el terror y la división del país.

Los autores del movimiento son Rivadavia y sus satélites. La instigación al asesinato de Dorrego, por parte de los unitarios, está documentado en cartas de Salvador María del Carril, Varela, Agüero y demás secuaces. Al cadáver de Dorrego le cortaron la cabeza y lo destrozaron a culatazos, además establecieron el sistema de “clasificaciones”, que era una lista de los adversarios para ejecutarlos o desterrarlos; estos actos de barbarie del “sector decente y culto” es el origen del lema “salvajes unitarios” que se usaría años después. La corta dictadura de Lavalle, suministra casos aislados de todos los abusos y delitos oficiales que la tiranía de Rosas practicaría como régimen. Paz, tras sangrientas batallas, y desplegando la represión feroz de Lavalle en forma generalizada, se queda con el gobierno de la Provincia de Córdoba. La barbarie de los intelectuales unitarios ejercía el poder. La “campaña de las sierras”: realizando una vigorosa campaña que llamó de pacificación, cuando en realidad fue de guerra abierta, cometiéndose algunos actos reñidos con elementales normas de consideración con los vencidos, el acosamiento a los partidarios del sistema federal lejos de aplacarse con los triunfos decisivos alcanzados por “el manco” contra el Brigadier Juan Bautista Bustos y las huestes de Facundo, se intensificaron en todos los niveles. Paz no trepida en aprovechar la victoria para someter a su hegemonía política a las provincias que giraban en la órbita del General Quiroga, en pocos meses los gobiernos satélites del caudillo riojano, se desploman. En el año 1829, el crecimiento demográfico fue negativo. Los que han dado el escándalo, dice Bustos, “son los mismos que en 1814 pidieron a Carlos IV un vástago de la casa de Borbón, los mismos que en 1815 protestaron al embajador español en Río de Janeiro, que si habían tomado intervención en las cosas de América, había sido con el objeto de asegurar mejor los derechos de Su Majestad; son los mismos que en 1816 nos vendieron a Juan VI, que en 1818 nos vendieron al Príncipe de Luca, son los autores de todas las desgracias”.

Convención de Cañuelas y Barracas En Buenos Aires, Lavalle no pudo sostenerse en el poder, luego de escaramuzas y tratativas (Convención de Cañuelas y Convención de Barracas) debe huir al Uruguay, la Sala de Representantes disuelta por el usurpador se vuelve a reunir el 1 de diciembre de 1829 y elige a Juan Manuel de Rosas gobernador, con el título “Restaurador de las Leyes”. Buenos Aires se convierte en el motor del polo federal.

 La Liga del Interior En Córdoba, al revés, José María Paz agrupa el polo unitario, nueve provincias sometidas por las armas, dan origen a la Liga del Interior el 31 de agosto de 1830, como supremo poder militar provisorio. En el camino quedaron derrotados Juan Bautista Bustos y Facundo Quiroga.

El pacto federal de 1831 La organización militar federal se acuerda en el Pacto Federal del 4 de enero de 1831. Se prevé una autoridad nacional – Comisión Representativa y una futura organización constitucional federal “cuando estén en plena libertad y tranquilidad las provincias”.  En ese momento no existía ni libertad, ni tranquilidad, existía una guerra civil entre unitarios y federales, el resultado de la batalla definiría el rumbo futuro.

El Pacto Federal es un tratado militar, defensivo y ofensivo, y secundariamente un Pacto organizativo del país. Es la prueba documental de lo que en la antigua Roma caracterizaba el “tumultus” y el tumultus producía el “iustitium”, es decir, la “interrupción, suspensión del derecho”; la supremacía del más fuerte, imponía sus armas y sus normas. La Comisión Representativa federal declaró la guerra al gobierno de Paz y las fuerzas de las armas resolverían el pleito. En víspera del enfrentamiento, el jefe unitario, por casualidad, fue hecho prisionero, en mayo de 1831, y el frente unitario se derrumbó, desparramando emigrados que huyeron. Resta triunfante el sector federal con el liderazgo del Gobernador Juan Manuel de Rosas, el poder ahora y por 20 años sería rojo punzó. Las provincias se dieron una estructura confederal en torno a la provincia de Buenos Aires y la persona de su gobernador. Por entonces, el “poder” giraba en torno a las personas de Rosas en Bs. As., Estanislao López en el Litoral y Facundo Quiroga en el interior del país, una triarquía, paulatinamente las provincias fueron delegando los negocios de paz, guerra y relaciones exteriores en el gobierno de Bs. As.

Los gobiernos de Juan Manuel de Rosas. La Confederación Argentina y sus relaciones con las políticas extranjeras. Es una época de “restauración” en el mundo occidental conformada por sistemas políticos absolutistas, fuertes tendencias nacionales, por un lado, y manifestaciones del imperialismo por otro, las revoluciones nacionales y la lucha contra la opresión, caracterizan estos dos decenios durante los cuales tienden a prevalecer ideas de subido tono autoritario y a imponerse rudamente el orden burgués.  España: muerte de Fernando VII en 1833, guerra civil.  Independencia de Grecia, la guerra de liberación contra los turcos.  Independencia de Bélgica,  Rebeliones en Italia. Todo ello implicaba fuertes sentimientos nacionales que tendían a la formación de nuevos Estados.  Inglaterra, en el proceso de la revolución industrial, llegaría a ser la oficina del mundo, para lograr la hegemonía mundial en los últimos decenios de siglo. En 1837 nace la “época victoriana” de la mano de la Reina Victoria, y un estilo de vida “old england” – Inglaterra por un lado y el mundo por el otro.  Se abre paso al historicismo.  Existía una tendencia fuertemente monárquica en Europa.  La dialéctica hegeliana se transformó luego en la izquierda hegeliana.  La concepción de un gobernante empírico, como era Rosas, se acercaba a los teóricos de la época.  En Europa y en EE.UU. la industria comenzó a dominar la economía a partir de 1880, y en varios países de manera muy incompleta, la Europa del siglo XIX seguía siendo un país rural.

 El siglo XIX fue un lugar de experimentación de formas híbridas entre una burguesía ascendente (pero todavía no dominante) y una aristocracia que trataba de adaptarse a la nueva situación. La aristocracia seguía siendo un modelo para las nuevas elites sociales y económicas que entablaban con ella relaciones simbióticas. Unitarios y federales, cada uno con su proyecto, disputaban el poder: Unitarios Federales Son la ciudad, principalmente Bs. As, Tienen base en la campaña, generalmente constituyen una minoría cohesionada, iletrados, constituyen la masa, la plebe, ilustrados, son doctores letrados, una elite dirigidos por caudillos, democráticos, social, la clase principal, liberales y partidarios tradicionalistas, proteccionistas, prefieren el del libre comercio, aristocráticos y aún ordenamiento del país a través de pactos, monárquicos, preconizan el ordenamiento carecen de la cohesión interna de un grupo nacional a través de una constitución, amigos político, son un “partido flexible”, sin una de las reformas sociales “desde arriba”. Se doctrina coherente, “constituyen una ataban a las vías legales, sin embargo, esa federación imprecisa de organizaciones legalidad no era para todos, algunos estaban sectoriales, unidas por la oposición a los excluidos. “La legalidad no es un arma para unitarios”, dentro de cada provincia tenían batir a esa gente en países como el nuestro” objetivos propios. (Echeverría). Deberían usarse “otros métodos” y si la legalidad no sirve, solo nos queda la arbitrariedad. “Civilización o Barbarie”, solo fue un eslogan de propaganda política de gran éxito, para imponer una colonización cultural: “Civilización”: era Europa y todos aquellos que pretendían en nuestro país, ser europeos. “Barbarie”: eran las tradiciones criollas y cristianas, los federales, los caudillos, los provincianos, la plebe de gauchos, mulatos, indios, orilleros, es decir lo nuestro, que supuestamente no servía para el progreso ni para la civilización en sus acepciones europeizadas. (O’ Donell). Rosas representaba un gran frente social, llega al poder acompañado de todas las clases sociales:  Los estancieros – ganaderos (a los cuales pertenecía) de Bs. As. y el Litoral.  Los jefes federales del interior descreídos de la experiencia unitaria.  Las clases bajas, los gauchos y los negros. López lo describe así: “Rosas significa el orden y el respeto por las instituciones… el pueblo de Bs. As. Desea aferrar al hombre que signifique el orden, la paz. La clase burguesa de Bs. As., aunque reducida, desea la paz en la Gran Aldea, quieren que el comercio siga el ritmo natural del progreso, por eso sostienen a Rosas al margen de los ideales políticos. La oligarquía porteña, en el orden económico, apoya también al hombre que sabe defensor de sus intereses. El nuevo gobernador, como ellos, es también un estanciero. Es el principio de autoridad reconocido en su figura, sobreestimado por una cierta aureola de héroe legendaria…” Rosas ejerció una dominación carismática, y contó con la inestimable ayuda de dos mujeres, rasgo increíble para la época, su esposa doña Encarnación Ezcurra y su cuñada María Josefa Ezcurra.

En el segundo gobierno de Rosas comenzó el proceso de centralización, fase inicial de construcción del Estado. Para ello contaba:  Con la representación del espectro social.  Con el dispositivo militar de siete divisiones (capacidad de imponer obediencia).  Un activo sistema de fabricar significados partiendo de los discursos a través de los cuales los actores sociales guían sus acciones, de allí que todos los documentos públicos llevarían como encabezamiento “Viva la federación”, el uso obligatorio del cintillo punzó a empleados públicos.  Su intento de homogeneizar a la sociedad se manifestó con signos exteriores de adhesión, como vestimenta, exuberante bigote y largas patillas, el color rojo en las ropas. Su programa fue establecer la ley y el orden. Sin ellos no existe sociedad civil. En esta primera fase, el gobierno es autoritario, personalista, como lo dice la crítica de Alberdi a Rosas. El federalismo de Rosas se sostenía sobre el respeto a la autonomía económica y política de cada provincia, y al mismo tiempo, defendía la integridad política del conjunto de la nación, era un federalismo “empírico. Sus pilares fueron el desarrollo y fortalecimiento de la burguesía ganadera y asegurar la protección de las industrias y artesanías del interior a través de la ley de Aduanas. En la provincia de Buenos Aires, luego de cumplido el primer mandato de Rosas (1832) se vivió un clima de “desorden y caos político”, pero al desorden provinciano se sumó el desorden nacional, con el enfrentamiento de las provincias de Salta y Tucumán y un nuevo asesinato, esta vez de Facundo Quiroga, el 16 de febrero de 1835. Lo asesinó Santos Pérez, un hombre al servicio de los hermanos Reynafé, que por entonces gobernaban Córdoba. De ese desconcierto surgió la ley que le confirió la suma del poder público con que fue investido, ratificado por un plebiscito de apoyo, el “tumultus” generado por el asesinato de Facundo y la posibilidad de una nueva guerra civil, justificó el “senatus consultus ultimun”, que fue la ley del 7 de marzo de 1835. Al asumir por segunda vez, Rosas confirmó en su discurso la voluntad de mano dura para imponer el orden en el país. La cuestión de la suma del poder público Toda la literatura constitucional argentina cita como fuente del art. 29, CN, la suma del poder público ejercida por Rosas a partir de 1835. Sin duda, era una situación de excepción, que reconoce la tradición española, y sobre todo la Ordenanza de Intendentes, donde la suma del poder público era un instituto previsto por la ley. Existían también antecedentes patrios que ya lo habían desplegado (triunvirato en 1811, Martín Rodríguez en 1820). Aún más, desde el punto de vista jurídico no existía una constitución que prohibiera semejante delegación, en consecuencia su aplicación fue legal y obedecía a una suerte de derecho consuetudinario.

El poder nacional A partir del segundo mandato de Rosas como gobernador de Bs. As, comienza a ejercer, de hecho, una serie de funciones nacionales, aún sin una completa organización legal, que por repetición de actos generó una “costumbre” que constituyó el intento más orgánico para establecer las bases de un Estado Nacional desde que el país adquiriera su independencia. Se comenzó a percibir la desintegración de la estructura legal económica del Virreinato del Río de la Plata. La “nueva” conformación económica estaba vinculada al mercado internacional como exportador de bienes agropecuarios e importador de productos industriales, y permitió a la región pampeano litoraleña, especialmente Bs.As., adquirir una estructura diferenciada del resto de las provincias, que garantizaba la estabilidad política interna; la estancia era la unidad productiva y al mismo tiempo unidad político social, como núcleo organizativo de la vida en la campaña. El control de la Aduana de Bs. As., y su ley de aduanas, constituyó la clave para comprender el período. La Ley de Aduanas fue positiva y permitió reactivar la agricultura y la industria. Esta situación duró hasta el inicio del bloqueo francés (1838 – 1840) que terminó afectando por igual a Bs. As. Y a las Provincias. La cuestión de la Constitución Nacional Rosas representa el sistema de dominación carismático en la clasificación de Max Weber, destinada a transformarse en una forma racional (constitucional) o en una forma tradicional (monarquía); descartada la monarquía definitivamente desde 1820, la confederación rosista estaba destinada irreversiblemente a concluir en una organización constitucional, con o sin Rosas. Por ello la cuestión constitucional, formó parte de la agenda nacional desde el principio. El Pacto Federal creó una “autoridad nacional”: la “Comisión Representativa” y se decidió invitar a todas las demás provincias, cuando estén en plena libertad y tranquilidad. Derrotado el bloque unitario del General Paz, la Comisión Cayó como autoridad. La organización racional, la constitución, fue preocupación de los referentes federales: Rosas, Estanislao López y Facundo Quiroga, que discutieron el tema entre 1832 y 1834, y concluyó con la Carta de la Hacienda de Figueroa del 20 de diciembre de 1834, donde Rosas insiste en el motivo central: si hay tumultus, no es tiempo de sancionar una constitución nacional. Sin embargo, en el mismo período se sancionaron varias constituciones provinciales: Corrientes, Jujuy, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero. La bandera de la organización constitucional supo convertirse en el punto más fuerte de la crítica a Rosas. Terminó siendo el argumento central para derrocarlo, aceptado, tardíamente, por Rosas al borde de la batalla de Caseros. Entre 1846 y 1850 se había consolidado el poder de Rosas, el orden había sustituido a la guerra civil y la guerra exterior, pero el “orden” estaba adherido a la persona de Rosas (“autorictas más potestas”). Apenas asumido su segundo gobierno, Rosas debió afrontar: 1) La guerra iniciada por el Mariscal Andrés de Santa Cruz, protegido del Rey de Francia y apoyado por los unitarios. Rosas encargó al Coronel Alejandro Heredia, la defensa del Norte Argentino, luego de idas y vueltas la guerra concluyó con el triunfo chileno en la batalla de Yungay el 20 de enero de 1839. 2) Simultáneamente Francia inició la “guerra” de bloqueo el puerto de Bs. As en marzo de 1838 y ocuparon la isla Martín García; ese bloqueo afectó la recaudación aduanera que era el ingreso principal de Bs. S. 3) La Comisión Argentina formada en diciembre de 1838, por los mismos unitarios que instigaron el asesinato de Dorrego, se convirtieron en “auxiliares franceses” y

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financiados por Francia equiparon el llamado “Ejército Libertador” al mando de Juan Lavalle. Con la misión de derrocar a Rosas, fueron embarcados en navíos franceses e invaden la provincia de Entre Ríos, sin suerte en el combate, el ejército es conducido en las mismas naves a la provincia de Bs. As, donde el avance sobre la ciudad es detenido por la masiva deserción de sus soldados; Lavalle se vuelve a Santa Fe con un “Ejército Saqueador”, que es deshecho en la batalla de “Quebracho Herrado” por Manuel Oribe. Se suma a la guerra civil la sublevación de Genaro Berón de Astrada, gobernador de Corrientes que declaró la guerra Rosas y a Pascual Echagüe (gobernador de Entre Ríos) el 28 de febrero de 1839; Fructuoso Rivera – desde la Banda Oriental – declaró la guerra a la Confederación en complicidad con los franceses. La revolución de los Libres del Sud La Coalición del Norte, todos intentos de complicidad entre argentinos y franceses se mantuvo hasta el tratado Arana – Mackau del 29 de octubre de 1840 entre la Confederación Argentina y Francia. Posteriormente debió superar la sublevación de Corrientes dirigida por el gobernador Ferre y el Gral. José María Paz. La sublevación siguió con la Corrientes gobernada por Joaquín Madariaga, concluida en la batalla de los Potreros de Vences el 17 de noviembre de 1847, donde es derrotado por Urquiza. En 1843, Oribe con el apoyo de Rosas sitió la Ciudad de Montevideo, Inglaterra interviene invocando la libertad de navegación de los ríos interiores, lo que llevó a un segundo bloqueo, esta vez anglo francés iniciado el 22 de septiembre de 1845, y que produjera el enfrentamiento en la “Vuelta de Obligado”, el 20 de noviembre de 1845, donde las tropas de la Confederación, al mando de Mansilla, derrotan a los países que los unitarios admiraban, y fundan el “poder soberano” de la Argentina. El conflicto armado concluyó por parte de los británicos por el Tratado Arana Southern el 24 de noviembre de 1849, y por parte de los franceses por el Tratado Arana – Le Predour el 31 de agosto de 1850.

Rosas puso un freno a la expansión colonialista inglesa y francesa, derrotándolos y protegiendo la unidad e integridad nacional. Urquiza se vistió con la sucesión que inevitablemente ocurriría. Ello fue posible porque Rosas dejo al país en el umbral del “poder institucionalizado”. Ese “orden” comenzó con la Confederación – de hecho y como efecto del poder personal de Rosas – al punto que podemos transcribir tres documentos que todavía hoy gozan de actualidad:  La carta que Felipe Ibarra le dirige a Solá, gobernador de Salta, el 26 de mayo de 1840, cuando este trata de convencer a Ibarra que se pliegue a la Coalición del Norte, sublevada contra Rosas, y el primero expresa: “no quiero ni querré jamás que la constitución del país sea obra de bayonetas y la exaltación de los partidos (…) Nadie ignora que una constitución debe ser el fruto de la paz de la calma de las pasiones, de la sabiduría y de una saludable experiencia (…)Si estamos unidos con el general Rosas, es porque él está defendiendo con firme valentía lo mismo que nosotros”.  Entrevista a Rosas en el exilio, en 1873: Le preguntan por qué no constituyó el país, cuando le hubiera sido tan fácil. Rosas respondió que si la anarquía del país

no se lograba modificar de raíz, éste se diluiría definitivamente en una serie de republiquetas sin importancia y malograban así para siempre el porvenir. Se propuso reorganizar la administración, consolidar la situación económica y poco a poco, ver que las demás provincias hicieran lo mismo. Todo su gobierno se pasó en defenderse de conspiraciones, de invasiones y de intervenciones navales extranjeras, los hábitos de anarquía, desarrollados en 20 años de verdadero desquicio gubernamental, no podían modificarse en un día. Es preciso preparar al pueblo para ello, creando hábitos de orden y de gobierno, porque una constitución no debe ser el producto de un iluso soñador, sino el reflejo exacto de la situación del país. La base de un régimen constitucional es el ejercicio del sufragio, y esto requiere no solo un pueblo consciente y que sepa leer y escribir, sino que tenga la seguridad de que el voto es un derecho, y a la vez, un deber.  En un apartado especial de su testamento, José de San Martín dijo: “El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur le será entregado al General Juan Manuel de Rosas como prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”. El Estado Nacional La concepción y gestación del EN fue un largo proceso, cuyo parto se produjo a partir de la herencia que dejó Rosas. Su legado fue: a) El surgimiento y consolidación de una elite rural. b) Encausar y calmar las pasiones populares que habían señalado límites estrictos a lo que era políticamente posible en la Argentina posrevolucionaria; impuso una disciplina social indispensable para la organización constitucional. c) Crear condiciones que hicieron posible la apertura de una nueva etapa en la vida del país en la que, una vez llamadas al orden las clases subalternas, la iniciativa política se localizó decididamente en el campo de las elites que tuvieron protagonismo a partir de 1852. Herencia institucional:  La conducción unificada de las relaciones exteriores en general, pudiendo declarar la guerra, acordar la paz y celebrar tratados internacionales, sujetos a la ratificación legislativa.  Interpretación y aplicación del Pacto Federal de 1831.  El derecho de intervenir las provincias: así como también la función de árbitro y mediador oficioso en los diferendos provinciales.  El otorgamiento de concesiones mineras a los extranjeros, así como también autorizaciones para enajenarlas y arrendarles tierras en jurisdicción provincial.  Resolver las cuestiones de límites interprovinciales.  El ejercicio del derecho del patronato.  El cargo de General en Jefe de los Ejércitos Federales en todo el país.  El ejercicio de la función judicial federal para juzgar los delitos políticos contra el Estado Nacional cometidos en cualquier lugar del país.  El indulto.  La vigilancia acerca de la circulación de escritos sediciosos en toda la República.

 El control del tráfico fluvial por los ríos Paraná y Uruguay.  La concesión de permisos de ingreso al país.  La competencia federal para juzgar ciertos delitos: delitos contra la Nación, como el caso del Gral. Paz y el caso de los hermanos Reynafé, Santos Pérez y otros, autores del asesinato de Facundo Quiroga en 1835. Las provincias ejercían por sí la legislación sustancial (civil, comercial y penal); la acuñación y circulación de moneda metálica; la contribución directa en materia impositiva; la reglamentación del derecho de minería; los derechos aduaneros locales y los derechos de tránsito.

La generación de 1837: ideología. Echeverría, Alberdi. Se conoce con este nombre a un conjunto de jóvenes que tuvieron una destacada actuación en el país, como Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Benjamín Villafañe, Juan María Gutiérrez, Vicente Fidel López, José Mármol , Bartolomé Mitre, Miguel Cané, Carlos Tejedor, Félix Frías, Jacinto Peña, Domingo Faustino Sarmiento, etc.; comienzan su actividad pública luego del derrumbe unitario con el deseo de hacer un replanteo de la situación política, y el afán de renovar la realidad heredada, pese a sus diferencias, se pueden anotar los siguientes principios comunes:  Superación de la antinomia, unitarios/federales, intentaron una “fusión”, considerando el Pacto Federal de 1831 como ley fundamental de la Nación.  Proyección de las instituciones a través de una constitución. Rosas aparecían así como el anti mayo, era (para esta generación), la vuelta a las tradiciones coloniales y su empirismo en cuanto a su acción del gobernante se traducía en la adecuación a los hechos sólo para mantener el ordenamiento colonial.  Las tradiciones de mayo como fundamentación institucional del país.  Búsqueda de una cultura nacional.  Organización democrática del país, por oposición a la dictadura: sobre la base de una constitución.  La idea de progreso. En nuestro país se traducía como oposición a la “restauración”, significaba “vencer el desierto”, de allí su obsesión con “gobernar es poblar”, atraer la inmigración europea con tolerancia religiosa, desarrollo de las comunicaciones, etc.  Partidos políticos orgánicos por sobre las facciones: entendían que los unitarios y los federales eran facciones, que solo representan personas; mientras que los partidos representan un interés social.  Coherencia entre teoría y la práctica. La revolución debía salir del país mismo, y la debían encabezar los caudillos que se habían levantado, y que formulaban un plan coincidente con las ideas de esta generación. Los objetivos de la generación de 1837, eran los propios de su tiempo. Las diferencias surgen al analizar los medios por los cuales quieren obtener estos resultados. En la primera mitad del siglo XIX, las diferencias regionales eran más importantes que las filiaciones políticas. El conflicto entre federalismo y unitarismo, no fue sino una expresión política de una contradicción económica mucho más profunda.

 No se puede obtener un progreso, sin previamente asegurar un orden. Rosas debía construir ese poder, durante su construcción, resulta dificultoso realizar en forma paralela – simultánea – su organización jurídica. Maquiavelo argumenta que los educadores originales, los fundadores de la sociedad, no pudieron ser educados en la virtud. La moralidad es posible solo dentro de un contexto que no puede ser creado por la moralidad, puesto que la moralidad no se puede crear a sí misma. El contexto dentro del cual la moralidad es posible es creado por la inmoralidad. Toda legitimidad, en definitiva, descansa sobre fundamentos revolucionarios.  Una nación, un Estado, requiere de un pueblo con autoestima, con un mínimo de orgullo. La generación de 1837 rechaza nuestros orígenes, nuestra gente, y ensalza a nuestros ocasionales adversarios. La democracia encarnaba lo que muchos aristócratas de la antigüedad temían: la “tiranía de las mayorías”. La democracia solo podía ser aceptada como un elemento subordinado a otros elementos no democráticos incluidos en una constitución mixta, como la que propiciaban los intelectuales de esta generación. “La guerra de los gauchos del Plata contra los unitarios del Uruguay representa en el fondo la lucha del trabajo indígena contra el capital y el monopolio extranjero, y de este modo encierra para los federales una doble cuestión: de nacionalidad y de socialismo. A sus ojos, Rosas es un vecino peligroso para Brasil a título de propagandista y libertador de los esclavos. El general Rosas realiza en el Plata lo que se habría realizado en Francia. Lo que hay de cierto es que si el poder de Rosas se apoya en efecto sobre el elemento democrático, lo que hay de cierto es que si hace todo lo que hace sin necesitar revoluciones y barricadas, puesto que la soberanía nacional es la única que lo ha elevado al poder donde lo mantienen invariablemente la confianza, la gratitud, y el entusiasmo de sus conciudadanos.” (Publicado en diario de París, 1850). La ruralización de las bases del poder y su militarización confirmó a las clases populares como interlocutores ineludibles del nuevo orden republicano. Consciente de que quien lograse volcar en su favor las energías plebeyas gozaría de una superioridad incontrastable frente a las facciones que se disputaban el control del poder, desde ese momento Rosas dedicó sus mejores esfuerzos a afirmar sus apoyos y extender su influencia entre los sectores subalternos de la población, y gracias a su ascendiente sobre un mundo popular hondamente politizado y movilizado el Restaurador de las Leyes alcanzó el poder supremo sobre Buenos Aires. El rechazo a nuestros orígenes por parte de la generación del 37 se potencia, cuando se sostiene que el motor del progreso son los extranjeros, despreciando a nuestra gente como raza inferior. La exclusión racial de nuestra gente fue un gravísimo error. El progreso no puede ser construido a partir de un genocidio, tampoco de la exclusión de importantes sectores sociales. Este sentido de inferioridad, de minoridad, se relaciona con el “poder, pues a partir de esta consideración, se construye la antinomia: el poder de un criollo es “bárbaro”; el poder solo puede ser “civilizado” – organizado – desde afuera, y lo peor es que no solo a partir de sus ideas, sino a partir de sus intereses.

El pronunciamiento de Urquiza. Caseros. Antes del “Pronunciamiento”, en Buenos Aires se consideraba inminente un conflicto con el Imperio. En ese caso, Urquiza tenía asignada la jefatura de la vanguardia del Ejército Argentino. De ahí la honda satisfacción de la diplomacia imperial cuando supo que el caudillo, quien ya disponía de pertrechos enviados por Rosas, accedía a un plan que le permitiría al Brasil eludir la guerra y proyectar nuevamente su influencia hasta Plata. La política exterior de la Confederación disgustaba al Imperio. - Rosas insistía en considerar al Paraguay como una provincia argentina y se negaba a reconocer su soberanía y el derecho a navegar libremente los ríos interiores argentinos. - Intervenía en la “guerra grande” del Uruguay sosteniendo con tropas argentinas al gobierno de Oribe. Urquiza después del Pronunciamiento del 1º de Mayo de 1851, se ocupó de construir una fuerza militar superior, a la que contaba la Confederación Argentina: a tal fin celebró tratados con el Brasil y el Uruguay el 29 de mayo de 1851, con el objetivo de hacer salir del territorio oriental a Oribe. Ya no se trataba de una guerra que comprendía a los cuatro aliados contra Oribe para pacificar y reordenar el Estado Oriental, sino contra la Confederación gobernada por Rosas. Ese objetivo primario, determinó a la Confederación a declarar la guerra el 18 de julio de 1851. La caída de Oribe se produjo rápidamente y sin lucha, tras la derrota se declaró que “no había vencedores ni vencidos”. La victoria en batalla, adjudica para una misma conducta, la gloria o la condena, la vida o la muerte. Caseros en febrero de 1852, transformó a Urquiza en héroe.

Protocolo de Palermo. Luego de Caseros, la organización del país requería un acuerdo con las provincias interiores que posibilitaría una rápida organización constitucional; con ese objetivo Urquiza comisiona al joven Bernardo Yrigoyen, y por otro lado el 6 de abril de 1852, reúne a las provincias originarias del Pacto Federal de 1831, para firmar el llamado Protocolo de Palermo, que otorgaba a Urquiza la dirección de las Relaciones Exteriores, al mismo tiempo que acordaba que “cada uno de los gobiernos procediese inmediatamente al nombramiento del plenipotenciario que debe concurrir a formar la Comisión Representativa de los Gobiernos, para que reunida en la capital de la provincia de Santa Fe, entre desde luego en el ejercicio…”.

El acuerdo de San Nicolás Dicha reunión finalmente no se concretaría, pues en una rápida y eficaz decisión, Urquiza convocó a todos los gobernadores a una reunión en San Nicolás, el 29 de mayo de 1852, y el 31 de mayo se suscribió el Acuerdo de San Nicolás que dispuso: a) La organización del gobierno provisorio. b) Los fundamentos y programa sobre las cuales habrá de versar la CN a dictarse – obligatoriamente bajo el sistema federal de Estado. c) La organización del Congreso Constituyente.

Llegó la hora de la clase letrada (la generación de 1837) justificada por su posesión exclusiva del sistema de ideas de cuya aplicación depende la salud política de la Nación. A medida que avanzaba la década del 40, comenzaba a ser cada vez más evidente que la Argentina había cambiado lo suficiente, para que el político ilustrado, si deseaba influir en la vida de su país, debía buscar modos de inserción en ellos. En 1852 esta generación se ve a sí misma como uno de los dos interlocutores cuyo diálogo fijará el destino futuro de la nación y reconoce otro sector directivo en la elite económica social. Son esos grupos poderosos que general la modificación del tablero nacional, pues la igualdad de las provincias para organizar el país, era una ficción, que Buenos Aires no estaba dispuesto a tolerar. Porteños y provincianos La unidad opositora creada para derrocar a Rosas se rompió a los pocos meses de Caseros. Las diferencias entre porteños y provincianos volvieron a dividir el país. El problema era ahora que Buenos Aires, no ejercía la conducción del proceso político, esta vez la cuestión central que los oponía, era la disputa por la hegemonía efectiva sobre todo el país. La victoria de Urquiza y el Acuerdo de San Nicolás, transformó a antiguos rosistas en porteños autonomistas seguidores de un antiguo unitario: Valentín Alsina; mientras notables opositores a Rosas, como Alberdi y Gutiérrez, antiguos fundadores de la generación de 1837, serán federales urquicistas. En junio de 1852, Mitre Crea el Partido Liberal, que en las Jornadas de Junio de 1852 en la Legislatura de Buenos Aires, a su instancia, y sobre todo de Vélez Sarsfield, se rechazó el acuerdo de San Nicolás, con argumentos pseudo jurídicos, aunque cabe recordar que: El poder constituyente originario siempre es un acto de poder, puro poder, que puede ser ejercido por una fuerza política o por representantes de fuerzas políticas o militares. En nuestra historia la reunión del primer Congreso Constituyente fue una decisión de los revolucionarios del 8 de octubre de 1812; el segundo congreso constituyente – el de Tucumán – se originó en el levantamiento militar de Fortezuelas y el Estatuto Previsional de 1815 dictado por la Junta de Observación de Bs. As.; el tercer Congreso – de 1824/1827 – nació parte del acuerdo de los gobernadores en el Cuadrilátero, que postergó el Congreso de Córdoba, reunido por iniciativa de gobernadores en el Tratado de Benegas.

La revolución secesionista porteña El gran acuerdo nacional propuesto por Urquiza, estaba muerto, su rechazo formal se realizó el 22 de junio; el 23 de junio Urquiza declaró disuelto el cuerpo legislativo, ordenó el arresto y destierro de Mitre, Vélez Sarsfield y “demás agitadores”, dispuso la clausura de los periódicos opositores y asumió por breve tiempo el gobierno provincial, sosteniendo que la primera de sus obligaciones era salvar la patria de la demagogia después de haberla libertado de la tiranía. El 11 de septiembre una revolución local, encabezada por los generales Piran y Madariaga, bajo la conducción política de Alsina, “designado” gobernador, dividió en dos pedazos a la Confederación Argentina. A partir de septiembre, Buenos Aires rompió relaciones con el resto del país, a través de una ley provincial inspirada por Vélez Sarsfield el día 20 de ese mes, retirando los constituyentes y la delegación de las Relaciones Exteriores efectuada en el Protocolo de Palermo a favor de

Urquiza. Se designó a José María Paz como jefe de un ejército, con orden de arrestar a los convencionales de Santa Fe e invadir Entre Ríos. Re comenzaba la guerra entre provincianos y porteños por la “hegemonía del poder sobre todo el país”.

4. El Congreso Constituyente de 1853 Con la protección de Urquiza, la Convención Constituyente inició sus sesiones preparatorias el 15 de noviembre. El 20 de noviembre de 1852, se instaló la Convención reunida en Santa Fe, en ejercicio del poder constituyente originario, para cumplir con el objetivo declarado de la sublevación contra Rosas. En realidad, tal cual lo había dicho Vélez Sarsfield en las Jornadas de Junio, el poder constituyente originario fue ejercido por los gobernadores en el Acuerdo de San Nicolás, cuando fijaron las pautas a las que se debía sujetar la redacción de la nueva CN. Habría que agregar también el Pacto Federal de 1831 que establece la obligación de una constitución federal. Se dejó transcurrir un mes sin cumplir tarea alguna, por el temor que inspiraba la presencia del general Paz, con la intención de apresar a todos los convencionales; afortunadamente el pronunciamiento del coronel Hilario Lagos y el sitio a la ciudad de Bs. As, permitió a la Convención seguir deliberando y el 20 de diciembre de 1852 se designó la comisión de negocios constitucionales encargada de redactar el magno proyecto.

Constitución de 1853. Fuentes ideológicas. Entre las fuentes principales del proyecto se anota las “Bases” de Alberdi, caracterizado como un sistema autoritario progresista. Construye Alberdi una enorme concentración del poder en el presidente, y también un sistema que a la vez impida que el régimen autoritario pueda convertirse en régimen arbitrario. El 18 de abril de 1853, se presentó el proyecto de Constitución, el 20 de abril comienza su tratamiento en general. El proyecto está vaciado, en palabras de Goroastiaga, en el molde de la Constitución de los Estados Unidos. Facundo Zuviría, presidente de la Convención, contesta que su opinión es que se aplace la sanción y promulgación de la carta constitucional hasta esperar siquiera la completa pacificación de la República. El concepto de la constitución como instrumento de pacificación, es equivocado, solo será tal, si el poder la sostiene y la hace obedecer. La sanción de la constitución era la forma de legitimar la insurrección de Urquiza; al mismo tiempo – dada la secesión porteña – se transformaba en la Bandera de Guerra de la Confederación contra el Estado de Buenos Aires. El escrito de Facundo Zuviría es una descripción exacta de la relación entre poder y derecho, desde el punto de vista teórico, y desde el análisis de la situación histórica en que se realizó el debate. Una lectura atenta al debate producido, evidencia que las posiciones de los Sres. Convencionales de 1853, estaban fundadas en el análisis del trasfondo político del momento: los

que proponen postergar la sanción de la CN, apoyaban sus argumentos en la situación bélica existente entre la Confederación y Buenos Aires; los que sostenían la sanción inmediata de la CN, replican que la misma es enseña de guerra, que la Confederación tiene frente a la separatista Bs. As, su carta de triunfo. Tiempo después, superado el sitio de Buenos Aires, Goroastiaga, del Carril y Zapata notificaron por nota del 13 de julio de 1853 a Bs. As. El texto de la CN recién sancionada; la respuesta fue el rechazo del Ministro de Gobierno Lorenzo Torres.

Las relaciones entre la Confederación y el Estado de Buenos Aires El 20 de febrero de 1854, Urquiza es proclamado Presidente de la Confederación por el Congreso Constituyente, asumió el 1º de mayo, instaló su gobierno provisoriamente en Paraná, como capital provisoria de la Confederación; en octubre instaló el Congreso, iniciando sus primeras sesiones extraordinarias, el 26 de agosto de 1853 Urquiza designó a la Primera Corte Suprema de Justicia de la Nación. El día de la asunción de los ministros, la ausencia de la mayoría de ellos impidió que ocurriera. La Corte no se constituyó como poder constitucional durante todo el período de la Confederación. El 11 de abril de 1854, Buenos Aires sanciona su propia constitución, que rigió los gobiernos de Pastor Obligado, Valentín Alsina y Bartolomé Mitre. En noviembre, el general Gerónimo Costa invade la provincia de Bs. As. pero es derrotado por las tropas porteñas del coronel Hornos, en El Tala el 8 de noviembre de 1854, que concentró sus fuerzas en forma amenazante en la frontera de Santa Fe, lo que motivo aprestos por parte de Urquiza, pero la misión mediadora de Daniel Gowland y José María Cullen fructifica el 20 de diciembre de 1854 y el 8 de enero de 1855, con los llamados “pactos de convivencia”, que fueron un suspiro, pues en diciembre de 1855 el General Flores invade la provincia de Buenos Aires, en combinación con el General Costa. Mitre batió a Flores y siguiendo el impulso de su triunfo, invadió de nuevo la provincia de Santa Fe; Gerónimo Costa y los suyos fueron masacrados en la matanza de Villamayor. La confederación tenía enormes dificultades económicas y financieras, carecía de fuentes tributarias. La solución para “zafar” fueron los empréstitos externos, insuficientes. En 1856 se sanciona la ley de derechos diferenciales, por la cual la Confederación establecía que las mercaderías que arribaran a su territorio, sin escala en Buenos Aires, tenían considerables ventajas económicas en el puerto de Rosario. Las tratativas de paz, se suceden sin llegar a buen término. El asesinato del Gral. Benavidez, en San Juan en 1858, precipitó las cosas, el crimen es atribuido al gobierno de Buenos Aires. Por su parte, el gobernador Alsina potenció el conflicto con un decreto de febrero de 1859 por el cual los productos procedentes de la Confederación sufrirían el mismo trato impositivo que los procedentes del extranjero. Al poco tiempo, el mismo gobernador propicia una ley que declara la guerra al gobierno de las provincias, a lo que el Congreso de Paraná responde otro tanto. La Confederación con asiento en Paraná, vivía sobre las escuálidas rentas de la provincia de Entre Ríos; Buenos Aires del producido de su aduana y del comercio exterior. El interior pretendía imponer a Buenos Aires una política proteccionista que asegurara la colocación de sus productos en el mercado, como también una participación más equitativa en la recaudación de la aduana bonaerense. El circuito de la provincia de Buenos Aires y el comercio exterior, eta todo lo que existía con capacidad de solventar la construcción del aparato institucional de la Nación.

El Pacto de San José de Flores. La batalla obligó a los dos bloques a pactar, se firmó en San José de Flores el 11 de noviembre de 1859: El Estado de Buenos Aires “se declara parte integrante de la Confederación Argentina y verificara la incorporación por la aceptación y jura de la Constitución Nacional”, previamente se convocará a una convención que “examinará la Constitución de Mayo de 1853”. Con relación a la aduana, se dispone que “como por la Constitución Federal corresponden las aduanas exteriores a la Nación, queda convenido en razón de ser casi en su totalidad, las que forman las rentas de Buenos Aires su presupuesto de 1859 hasta cinco años después de su incorporación para cubrir sus gastos, inclusive su deuda interior y exterior”. El art. 30 de la CN declaraba que la Constitución no podía reformarse hasta pasados 10 años desde el día en que la juren los pueblos, este obstáculo jurídico fue rápidamente superado con una interpretación acorde a la situación de poder existente. Desde el punto de vista jurídico, la misma era sólida, pero no se correspondía con la realidad, pues “borra” la violencia fundante de la batalla de Cepeda, una violencia constituyente que ni siquiera se menciona, y sin embargo sin ella el problema jurídico que resuelve Seguí sería inexistente. Sin la batalla, no habría unidad nacional. El 24 de noviembre de 1859 se eligen los convencionales, obteniendo mayoría el “Club Libertad” con Mitre a la cabeza y el 5 de enero de 1860 la convención provincial comenzó sus sesiones. El 25 de abril de 1860 presentó su informe el convencional Mitre, con un plan de reformas en 26 artículos que dividía en 5 secciones, a saber: 1. Las relativas a las declaraciones, derechos y garantías 2. Las relativas a la composición de los poderes 3. Las relativas a las atribuciones de los poderes, 4. Las relativas a las materias económicas y 5. Las relativas a las reformas del Pacto o que eran su consecuencia. Mitre le responde a Seguí en su informe, con la realidad, que en este caso, está alejada de la abstracción jurídica. Según aquel, Zuviría tenía razón en su exposición en la Convención de 1853. El pacto complementario Para resolver diferencias con Buenos Aires surgidas con posterioridad al Pacto de San José de Flores, se firmó un pacto complementario el 6 de junio de 1860; el presidente Derqui designa como representantes a Benjamín Victorica y Daniel Araoz y el gobernador de Buenos Aires Bartolomé Mitre, a Vélez Sarsfield, y se acuerda la forma de realizar la convocatoria y elecciones de convencionales que habrán de sancionar las reformas a la Constitución nacional, incorporación posterior de los diputados y Senadores de Buenos Aires al Congreso nacional. Dicho acuerdo fue ratificado por ley de la Confederación el 23 de junio de 1860.

La Reforma Constitucional de 1860 En cumplimiento del art. 5 del Pacto de San José de Flores y art. 1° del Convenio mencionado supra, se reunió en Santa Fe la Convención Reformadora el 14 de septiembre de 1860. En la sesión del 19 de septiembre se aprobó el reglamento, que tenía como particularidad el art. 10: “Las reformas a la Constitución propuestas por la Convención de Buenos Aires no pasarán por discusión en general, bastando para su resolución la discusión en particular sobre cada una de ellas”. Se nombró una comisión de siete miembros para que informe in voce sobre todas y cada una de las reformas presentadas por Buenos Aires. En la sesión del 23 de septiembre se leyó el informe de la comisión aconsejando aprobar las reformas propuestas, las que comenzaron a ser discutidas por el plenario. Apenas iniciada,

Sarmiento pidió un cuarto intermedio. Vueltos al recinto, Elizalde fue vocero de “dos pequeñas modificaciones al dictamen”, que fueron aceptadas: - Que se agregue entre las condiciones para ser elegido diputado de la nación, el ser natural de la provincia donde se verifique la elección, reducir a dos años la residencia inmediata el término de tres. Pavón En febrero de 1860 la Confederación elige como presidente a Santiago Derqui y vicepresidente al Gral. Juan Estaban Pedernera; en julio de 1860, Mitre, como gobernador de Bs. As, agasaja a Derqui y Urquiza y en septiembre reúne la Convención Nacional aprobando las reformas propuestas por la provincia de Buenos Aires. Desde el poder, las desconfianzas subsisten, y sobre todo la lucha por el predominio, se vistió nuevamente de conflicto armado. A raíz del asesinato de su gobernador, Derqui decretó la intervención federal de San Juan. A esta contienda se sumó la pretensión de los diputados de Buenos Aires de incorporarse al Congreso Nacional, electos en base a una ley provincial, y no por la ley nacional electoral; los diputados electos de esta forma, modificaban las mayorías de la Cámara y con ellas las condiciones en las que opera el poder. En abril de 1861, el Senado aprobó La diplomas de los senadores de Bs. As. Pero dos diputados no se presentaron. El 7 de abril, entonces, la Cámara de Diputados de la nación rechazó los diplomas de los diputados porteños. Y la guerra vuelve al escenario. El 16 de mayo de 1861, el gobernador Félix Frías en Córdoba, convocó a las milicias provinciales. El 18 de Mayo el Congreso de la Confederación autorizó a Derqui a llamar a las armas a las milicias de Santa Fe, Córdoba, San Luis y Santiago del Estero, el 13 de junio se instaló con su ejército en la Tablada y el 14 de junio se hizo cargo del gobierno de la Provincia, y declara el estado de sitio en su territorio, organizando el “ejército del centro”. La Confederación sanciona la ley del 6 de julio de 1861 y declara en Buenos Aires en sedición, que el gobierno nacional debe sofocar y reprimir con arreglo al art. 109 de la CN. Mitre, por su parte, resolvió desconocer todos los pactos vigentes y organizar las milicias… y así sobrevino Pavón, el 17 de septiembre de 1861. No obstante obtener la victoria en batalla, Urquiza se retiró del campo. Mitre se proclama vencedor. La última resistencia federal se intentó infructuosamente en Cañada de Gómez el 22 de noviembre de 1861. El 12 de diciembre de 1862, Pedernera dicta el “acta de defunción” de la Confederación.

La instalación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación La ley N° 27 de 1862 estableció en cinco el número de miembros de la CSJN y un Procurador General, y por decreto del 18 de octubre de 1862 del presidente Mitre, se designó a Carreras, Alsina, Del Carril, Delgado y Barros Pazos. Etapas 1) Etapa formativa (1862 – 1880) 2) Etapa de la libre empresa (1880 – 1930) 3) La era de la problemática social y el intervencionismo estatal (1930 – 1980) 4) El derecho constitucional internacional

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