Resumen Alexander.docx

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Para Jeffrey los clásicos son producto de la investigación a los que se le concede un rango privilegiado frente a las investigaciones contemporáneas del mismo campo; bajo este enfoque, menciona que los clásicos ocupan un lugar central en la Ciencia Social contemporánea pero que esta posición, es discutida por positivistas e historicistas, afirmando que estos pensadores son producto de la investigación y que a través de las reinterpretaciones, se ha permitido conformar nuevas corrientes, lo que ha dado un punto de partida para descubrir la relación entre los clásicos y las ciencias sociales De esta manera se da por supuesto que la calidad clásica de una obra debe establecer criterios fundamentales en ese campo en particular, y por tanto la investigación de un autor clásico obedece a una especie de continuidad a través de la historia conformando varias corrientes y varios objetos de estudio, en distintas áreas y disciplinas. En la crítica empirista a la centralidad de los clásicos se menciona que las Ciencias Naturales no tienen en la actualidad clásicos, y bajo los supuestos de la ausencia de textos clásicos en las Ciencias Naturales que indican el estatus puramente empírico de estas; y es que, de acuerdo con el autor, las ciencias naturales y las ciencias sociales son básicamente idénticas, por lo que se cree que a largo plazo las ciencias sociales prescindan de los clásicos. Por otro lado, el modelo de teoría sistemática de Merton, considera que la teoría científica es de esta manera sistemática, porque contrasta leyes de subsunción, es decir que inducen algo como clasificación más abarcadora, mediante procedimientos experimentales acumulando continuamente conocimiento verdadero, luego entonces en esta medida que se da esa acumulación, se considera que no hay necesidad de textos clásicos los cuales pasan a ser solamente historia de la disciplina De esta manera, Merton ofrece dos alternativas: la primera desde una perspectiva sistémica, considerando a los textos según su utilidad; así los clásicos, apuntaron hacia el futuro científico y no hacia el pasado científico y en segundo lugar, desde la perspectiva histórica, en un entorno de ideas evitando la exégesis, brindando desde las propias ideas lo que se debe estudiar en las ciencias sociales; es decir, un análisis contextual. En esta tesitura de ideas, Merton considera a los clásicos como una anticipación a los conocimientos actuales, pero también menciona que las ciencias sociales se orientan en función del problema y no del paradigma, donde se organizan por especialidades empíricas más que por escuelas tradicionales y así de esta forma confía en que la historia de las ciencias ha de progresar de forma inevitable, pues el fracaso de la sociología para distinguir entre la alternativa historia y la sistemática de la teoría será finalmente corregida. Por otro lado, la antítesis, por así llamarla, de esa centralidad de los autores clásicos, supone que una ciencia es acumulativa en tanto que es empírica y que, si es acumulativa, es decir que se está regenerando constantemente, luego entonces, no estará en posición de crear clásicos. Sin embargo, Jeffrey sostiene que el hecho de que una disciplina posea clásicos no depende de su empirismo, sino del consenso que existe dentro de ella acerca de cuestiones no empíricas, así esta visión positivista de la ciencia, se basa en cuatro postulados: el primero es que existe una ruptura epistemológica radical entre la observación empírica y las proposiciones no empíricas; la segunda es que las proposiciones empíricas no tienen una importancia fundamental para la práctica de una disciplina de orientación empírica; tercera que las cuestiones de índole general abstracta y teóricas sólo pueden ser evaluadas en relación con observaciones empíricas, de esta manera la teoría debe ser formulada de forma provisional y los conflictos teóricos se decidirán a través de contrastaciones empíricas o experimentos y finalmente el cuarto postulado menciona que el desarrollo científico es progresivo lineal y acumulativo.

De esta manera, se genera un debate entre los postulados de la corriente positivista quienes reducen la teoría de los hechos; en contra de la corriente post-positivista la cual rehabilita los aspectos teóricos. De esta manera la corriente pos-positivistas menciona en primer lugar que los datos empíricos de la ciencia están inspirados por la teoría, y así, esta distinción de teoría y hechos, es analítica; en segundo lugar los compromisos científicos no se basan únicamente en la evidencia empírica; por otro lado y en tercer lugar mencionan que la elaboración general teórica es normalmente horizontal y dogmática, y no escéptica y progresiva; finalmente un cuarto postulado de esta corriente post-positivista, menciona que sólo se dan cambios fundamentales en las creencias científicas cuando los cambios empíricos van acompañados de la disponibilidad de alternativas teóricas convincentes. La postura de Jeffrey, en relación con el primer supuesto señala que es insostenible si las consideraciones no empíricas generales desempeñan un papel decisivo, de igual forma se rehúsa a creer en el sostenimiento del segundo postulado ya que la ciencia natural y la ciencia social no se parecen y que la primera no recurre a los clásicos. Pero, ¿por qué no hay clásicos en la ciencia natural?, de acuerdo a la visión post positivista menciona que hay un reconocimiento en lo que distingue a las ciencias naturales de las humanas, y es que las primeras, centran su saber explícitamente en problemas empíricos, en este sentido Habermas, señala que el consenso espontáneo y permanente es aquello que diferencia la actividad científica de la no científica y explica que el verdadero logro de la ciencia moderna no consiste fundamentalmente en la producción de verdad; sino, que se distingue por un método para llegar a un consenso espontáneo y permanente acerca de nuestros puntos de vista Por otro lado, sólo si existe desacuerdo acerca de los supuestos de fondo de una ciencia es como darán pie a la discusión de forma explícita a estas cuestiones no empíricas, lo cual es llamado por Kuhn: Crisis De Paradigma. Y es en este sentido, que toma validez la pregunta hecha en el principio, pues en la ciencia natural no hay clásicos porque la atención se centra en sus dimensiones empíricas mientras que las no empíricas están enmascaradas. Por tanto, Jeffrey considera que la ciencia natural no es menos apriorística que la ciencia social, pues la ciencia natural tiene modelos ejemplares y se refiere a ejemplos concretos de trabajo empírico exitoso. De acuerdo con Kuhn, estos incluyen necesariamente definiciones y conceptos, pero orientan hacia cuestiones de operacionalización y técnica, a quienes los estudian. De esta forma son interiorizados por razón de su posición de privilegio en su proceso de socialización más que en virtud de su validez científica, de esta manera los procesos de aprendizaje son idénticos en la ciencia social; la diferencia está, en que los científicos sociales interiorizan clásicos además de modelos ejemplares. Continuando con la visión positivista de los clásicos, surge la defensa, y en este sentido es posible obtener conocimientos acumulativos desde puntos de vista rivales y leyes de subsunción relativamente predictivas en las Ciencias Sociales, asegura Jeffrey. Y es que, aunque las condiciones hacen casi improbable el acuerdo acerca de la naturaleza exacta de estos los debates, se presentan a todo nivel y no sólo en el empírico. Y llegamos aquí a un punto muy importante para nosotros como estudiantes de la maestría en educación, pues Jeffrey comenta que hay razones que explican aquellos grandes diferencias en el grado de consenso; el primero de ellos es que los objetos situados en un mundo físico externo a la mente humana pueden ser verificados con mayor facilidad mediante la comunicación interpersonal, pero es posible confundir los estados mentales del observador con los estados mentales de los sujetos observados de forma endémica; es por ello que, dentro de las ciencias sociales se mezclan aspectos valorativos ideológicos, lo que implica y conlleva a grandes cambios en las estructuras sociales, mientras que en las ciencias naturales, su impacto es menor, por tanto, se vuelve difícil lograr un consenso sobre las abstracciones en donde se basan los referentes

empíricos; de esta manera, mientras no se produzca un acuerdo, ni sobre los referentes empíricos, ni sobre las leyes sustantivas, todos los elementos no empíricos añadidos a la percepción empírica serán objeto de debate. Derivado de estas razones, surge el discurso, el cual se convierte en una característica esencial de la Ciencia Social; Alexander entiende por discurso, aquella forma de debate que se vuelve más especulativo y está más consistentemente generalizados, que las discusiones científicas ordinarias. En este sentido, se centran más disciplinadamente, en evidencias empíricas específicas, en la lógica inductiva y deductiva, en la explicación mediante leyes subjuntivas, y en los métodos que permiten verificar o falsear estas leyes. De esta manera, se encuentra que el discurso es argumentativo, de razonamiento, como un medio de persuasión mediante argumentos y no mediante predicciones. A este respecto, los discursos de la Ciencia Social, tienen como objeto la verdad y siempre están sujetos a estipulaciones racionales de cómo debe llegarse a la verdad y en qué debe consistir está, por lo tanto, estas características hacen a las ciencias sociales polivalentes y se vuelven desacertados los intentos por seguir la lógica de las ciencias naturales, toda vez que la existencia de desacuerdos empíricos e ideológicos, permite que se operacionalicen las proposiciones de varios modos distintos; así toda proposición, de la Ciencia Social está sujeta a la exigencia de justificación por referencia a principios generales o dicho de otra forma, es posible cuestionar una tesis mediante argumentos ideológicos discursivos entre otros y no solamente de una situación empírica. Pero es necesario mencionar, que el discurso no implica el abandono de las pretensiones de verdad, sino que la verdad no se alcanza solamente de manera empírica contrastable; así pues, es preciso mencionar que todo plano de discurso supra empírico incorpora criterios distintivos de verdad, estos van más allá de lo empírico, y se refieren a pretensiones relacionadas con las consecuencias e implicancias de la suposición, la adecuación de modelos, la consecuencia de las ideologías, etcétera ; es decir, son esfuerzos por racionalizar y sistematizar las complejidades del análisis social y de la vida social captadas intuitivamente. Para ir cerrando este reporte de lectura mencionaré, que la relevancia de los clásicos, tienen dos motivos uno funcional y el otro intelectual o científico y que los desacuerdos respecto a los atributos no empíricos, lleva a problemas en la comprensión mutua; es por ello, qué se necesita partir de una base de entendimientos mínima para que sea posible un desacuerdo coherente y consistente, que no interrumpa la marcha de la ciencia. Debido a esto Luhmann establece que un clásico, reduce la complejidad, es un símbolo que condensa diversas tradiciones generales y, esta condensación, se basa en cuatro ventajas funcionales o también llamadas raciones funcionales o extrínsecas que la Ciencia Social otorga a un grupo reducido y selecto de obras anteriores: en este sentido, en primer lugar simplifica y facilita la discusión teórica-; en segundo término, los clásicos hacen posible sostener compromisos generales sin que sea necesario explicar los criterios de adhesión a esos compromisos; en tercer lugar, tiene un carácter irónico; y finalmente, otorga potencialidades tan privilegiadas que el tomarla es como punto de referencia y adquiere importancia por razones puramente estrategias e instrumentales. Desde mi particular punto de vista, concuerdo con el autor al mencionar que los clásicos y su estudio son un parteaguas para el logro de cierta disciplina y vienen constituyendo el cimiento en donde se edificarán una serie de campos de conocimiento, que como la misma sociedad tan dinámica y cambiante no deben estancarse en la historia de aportes meramente sustanciales, sino más bien que nosotros desde nuestra propia investigación, podamos adoptar una mentalidad de resignificación contextualizada a el mundo que nos rodea, y no solamente que nos centremos en lo que en su momento un clásico dijo, expuso o hizo notar: pues estaríamos realizando, bajo esta premisa, los

mismos estudios que Ptolomeo, o que Pitágoras hizo en su tiempo; seguiríamos aprendiendo logaritmos con reglas y no con la tecnología que hay en la actualidad. Retomar estas ideas, nos permite ir avanzando y descubriendo el mundo tal cual es, y es necesario hacer hincapié en el tema de contextualización de una teoría, pues si bien, una teoría clásica se analiza desde el contexto histórico, en el cual como ya dije surgió en un momento debido a una necesidad o a una inquietud, es preciso preguntarnos si existen las condiciones realizar una extrapolación hacia este, de ese momento; ¿cuál sería la idea o el concepto que pueda generar el conocimiento para aplicarlo en mi realidad?, y de aquí la importancia de la concatenación o el engranaje entre las ideas de los clásicos con la realidad, pero adaptadas y contrastables por supuesto con el momento de estudio, ofreciendo una oportunidad para el análisis, que permita de forma empírica, observar líneas teóricas de los clásicos que se dan en la realidad de hoy y de cómo se producen pues cada contexto social es diferente. Finalmente expongo que los clásicos y sus obras, para mi han sido fuente de inspiración y estimulación para el abordaje de procesos de la realidad social, más no estoy diciendo que sea la única vía para explicar la sociedad, pues existen otras como las positivistas. De igual forma tampoco se debe interpretar estas palabras de “adoptar las teorías de un clásico” como sinónimo de privilegio, de seguridad o de alabanza hacia él, ni tampoco como una explicación única y absoluta de la realidad, sino más bien como el consejo de un hermano mayor que vivió en su tiempo alguna problemática y nos menciona como es que lo solucionó y bajo este discurso argumentativo desde nuestra perspectiva, dar cuenta de nuestra propia realidad, de nuestra propia situación, y a partir de ello, generar conocimiento necesario para afrontar y resolver tal cual situación de la vida cotidiana.

Jeffrey, A. (1990) Teoría social y práctica científica; La centralidad de los clásicos, en Giddens, Anthony y Jonathan Turner, comps. 1990 La teoría social hoy. CNCA-Alianza. México. P.p. 22-80

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