Cómo mejorar la calidad de la educación en Colombia. Propone Julian de Zubiría que existen unas acciones obligatorias que deberíamos seguir para mejorar el proceso académico de los estudiantes.
Realizar una profunda reestructuración curricular: Debe esforzar el proceso de pensar, comunicarse y convivir de los estudiantes. Todo lo demás será un plus en su proceso de desarrollo. O sea que todas las materias deben enfocarse en ese proceso, no importa qué materia sea, si matemáticas, arte o demás, deben procurar que el estudiante aprenda a desarrollar esas capacidades puesto que son aprendizajes transversales, que se aprenden para siempre. Por eso deben consolidad la lectura, la escritura y la escucha, el pensamiento y el conocimiento y la comprensión de sí mismo y de los otros.
La formación de los maestros también debe ser rigurosa, estos deberán enseñar en pro de las capacidades antes mencionadas con intención de fortalecerlas, pero antes de enseñarlas deben dominarlas de una manera excepcional. También se deberán transformar los rectores, estos necesitan ser líderes que hagan parte de su comunidad. Muchas veces los rectores se han convertido en unos administradores innatos y han dejado a un lado la escolaridad y todo lo que esta representa. Por eso, el mismo Julián dice que un método funcional es que cada rector sea responsable de dar mínimo 2 horas de clase a la semana, para que pueda conocer así mejor a sus estudiantes y todos los familiares de los mismos. El rector no puede ser sólo una figura casi que inexistente y meramente “espiritual”, debe estar presente y ser conocido por todos los vinculados a la institución. Y por último el clima y el aula institucional, este es de los más importantes y necesarios para el óptimo desarrollo de todas las anteriores. Si se tiene un ambiente claro y bien planteado, todos los procesos serán adaptados y bien ejecutados por cada uno de los responsables de este.
Universidad autónoma indígena intercultural. Un proceso para consolidad y cualificar la educación indígena y comunitaria en el marco de la interculturalidad. Es necesario crear y fortalecer las raíces que anteceden a nuestras generaciones y que han perdurado hasta la actualidad, donde se involucren todas las demás lenguas y que se vinculen por medio de universidades bilingües donde el desarrollo prima y se evidencia desde temprana edad, no solo primando la educación superior, sino, todos los niveles educativos desde la primera infancia.
¿Por qué una universidad indígena e intercultural?
En Colombia existen unos 85 pueblos indígenas que hablan aproximadamente unas 65 lenguas autóctonas donde llega muy poca información y la escolaridad tiene un nivel muy bajo, por eso es importantísimo una universidad en estos sitios, donde se les pueda enseñar y así se les permita una oportunidad de desarrollo más amplia para cada uno de sus habitantes. A este sitio y por la estructuración Colombiana, es muy difícil el acceso a una educación étnica y bien planteada en la que los habitantes de estos pueblos indígenas se sientan bien adecuados y puedan aprender sin tantas limitaciones culturales y de desarrollo. Por otra parte no se busca crear una universidad que imponga unos conocimientos que atenten contra la crianza y tradiciones de estos pueblos, sino por el contrario que potencie y permita crear un proceso de revitalización cultural, una cosmovisión y pensamientos propios y el fortalecimiento y recuperación de toda la identidad cultural Viéndolo como una conclusión la Universidad es una minga que acoge pensamientos y procesos, donde el saber indígena y toda su cultura es tan bienvenida como los saberes universales, y donde se entrelazan para crear unos conocimientos que no desbaraten las bases de la vida indígena.
La conclusión es que el acoso, el abuso sexual y otras violencias contra la mujer en las universidades permanecen un tema secundario. Ni los planteles lo tienen en su lista de prioridades, ni las denuncias hechas por activistas son suficientemente escuchadas, ni las víctimas se sienten atendidas, ni el Estado interviene para reducir el fenómeno. En el fondo, a lo largo de 20 años, todos los estudios que existen sobre el tema han concluido lo mismo: que el acoso y el abuso sexual son una realidad en las universidades, que afectan principalmente a las mujeres estudiantes y que son un problema que necesita atención urgente. A pesar de esto –y más allá del esfuerzo de algunas personas, de grupos de docentes y de unas pocas universidades–, la violencia sexual no es una preocupación evidente, ni un tema que se discuta abiertamente. Ni por parte de las universidades, ni tampoco por parte del Estado. Un documento que se comenzó en el 2014, siendo