El Papa proclama los motivos del cometido de esta carta entre los cuales se encuentra fundamentalmente la vergonzosa diferencia que se da entre la clase proletaria y la empresarial, llegando incluso a los abusos, influida sobre todo, por el avance de la Industria y de la técnica. El Papa hace un juicio negativo de la solución proclamada por el socialismo con respecto a la cuestión obrera, pues es una solución perjudicial al obrero, ya que le niega el derecho que por naturaleza tiene a la propiedad privada. Es por lo tanto un remedio injusto, tanto para el individuo, ya que como se ha dicho antes por propia naturaleza tiene derecho a una propiedad privada y a usarla libremente, como para la familia, pues al igual que el Estado, la familia es una verdadera sociedad, que se rige por una potestad propia, esto es, la paterna. Por último, es además un remedio subversivo, pues es totalmente contrario a la paz, ya que fomenta la lucha odiosa de clases. La Iglesia experta en humanidad tiene el derecho y el deber de proponer soluciones a la luz del Evangelio. Se ha constatar en primer lugar que, a pesar de la radical igualdad en cuanto a la dignidad, hay notables diferencias entre los hombres. El trabajo es una realidad que está en la misma naturaleza humana, por lo cual no es algo malo. Sin embargo, por el pecado este se convirtió en motivo de expiación pues se tornó duro y fatigoso. Por lo tanto, ahora el padecer y el sufrir es cosa humana y hay que tomarlo como tal. Se ha de procurar la paz entre las clases sociales, pues son necesarias y se necesitan mutuamente. Se les exhorta tanto a la clase proletaria como a la capitalista que se relaciones en razón de la justicia, respetando los derechos de cada uno en una sincera amistad y caridad cristiana. Todos lo bienes de este mundo no son el fin, sino solo medios, pues el ser humano no ha sido creado para este mundo, sino para la eternidad. Sin embargo, para alcanzarla es necesario, a ejemplo de Jesús, pasar por la cruz. La posesión de grandes riquezas no asegura la felicidad eterna, esta se logra en la medida en que soy capaz de renunciar al excedente en bienes necesarios para satisfacer mis necesidades de la legítima propiedad privada, para con un espíritu de caridad cristiana lo doy en limosna a los que tienen menos. La pobreza no ha de considerarse como un deshonra, sino todo lo contrario, un Evangelio, pues Cristo mostró su especial predilección por ella, de hecho el mismo siendo rico se hizo pobre. Lo importante es que se cultive la virtudes, pues estas son bienes comunes a todos, ricos y pobres. Se ha de poner en práctica los preceptos de Cristo para así lograr una verdadera fraternidad. La Iglesia es la encargada de transformar la sociedad con la luz del evangelio de Jesucristo y la fuerza del Espíritu Santo, de modo que encuentre la vida plena en Cristo. Haciéndolos buenas personas y alentándolos a cultivar las virtudes cristianas.
El recurso humano es muy importante también para solucionar la cuestión obrera. Pues es deber del estado, con una correcta política basada en la recta razón y en conformidad con la naturaleza, aceptando, además las enseñanzas de la sabiduría divina, velar por el bien común. Estado debe promover y defender el bien del obrero en general, a través de la práctica de la Justicia distributiva. Teniendo en cuenta, además, que es verdad incuestionable que la riqueza nacional proviene no de otra cosa que del trabajo de los obreros. Por tanto el Estado ha de procurar velar sobre todo, por el bienestar de los más débiles, respetando sus derechos y deberes. El Estado debe promover el bienestar moral del obrero, ya que es un ser humano creado a imagen y semejanza de Dios, por lo que su destino no es la vida mortal, sino la vida eterna El Estado debe promover el bienestar material del obrero, procurando que los patrones, en paz con los obreros, aseguren un salario adecuado y el descanso necesario a los obreros, de modo que mantengan la integridad física, el cumplimiento de sus deberes religiosos y el derecho de poseer bienes en privado que por naturaleza le corresponde. Derecho de Asociación, corresponde a la misma naturaleza humana este derecho, sin embargo, la sociedad civil ha de procurar que toda asocieación privada sea honesta y no atente contra la salud pública. Injusta persecución a las Congregaciones religiosas Necesidad de la Asociación para los obreros católicos, ante la injusta e insoportable opresión nace la legítima. La cooperación a las obras sociales en bien de los obreros, es digno de elogio, sin embargo, el afán caritativo de muchos cristianos que contribuyen. Organización de las Asociaciones obreras católicas, se ha de hacer con espíritu cristiano, fundando las leyes sociales en la religión. De modo que los miembros de dichas organizaciones contribuyan al aumento de los bienes del cuerpo, del alma y de familia. Benéfico influjo de tales Asociaciones Se inculca a que los principios de la religión sean los que fundamenten la labor social y exhorta a los pastores a que anuncién la verdad del EVNAGELIO con respecto a esto, sobre todo la práctica de la caridad señora y maestra de todos las virtudes.