Introducción: Determinadas profesiones se agrupan en organizaciones propias e independientes, reguladas por estatutos internos y jerarquías que son respetadas por sus miembros, con el objetivo de lograr apoyo, organización, desarrollo, valorización de la profesión, etc. Tal es el caso del colegio de profesores o de medicina. Estas organizaciones trabajan sobre la solidaridad de sus miembros, por estar unidos por intereses comunes inherentes del ejercicio de la profesión y que van más allá de lo puramente humano. Existen entre ellos tradiciones, costumbres y sentimientos comunes por el hecho de ser médicos que les obliga determinados comportamientos recíprocos de lealtad, respeto y asistencia que bajo el alero de la organización, son llamados deberes de confraternidad o compañerismo. Además de estos deberes, poseen una relación jerárquica establecida democráticamente que vigila, controla y disciplina la práctica médica con el fin de salvaguardar el bien común. Este conjunto de deberes, en el ámbito de la medicina, tiene una larga y antigua tradición proveniente del Juramento Hipocrático y que se ha consolidado y estipulado legalmente en documentos modernos como son la Declaración de Ginebra (1948), referendada en Sydney (1968) y el Código de Londres, adoptado por la Tercera Asamblea General de la Asociación Médica Mundial (1949). A partir de estos documentos y con las respectivas enmiendas en cada país, se inspiran los Códigos Nacionales de Deontología Médica. La confraternidad entre médicos es un deber moral y una necesidad práctica. Los médicos siempre han de trabajar juntos o apoyándose en la solución de algún problema y es gracias a esta confraternidad que los médicos aprenden a trabajar juntos por el bien al paciente, olvidando, si es que existen sus enemistades personales ya que la enemistad entre los médicos es causa inevitable de perjuicios a los pacientes. La confraternidad profesional es universal por cuanto la colegiación reúne a los médicos en una confraternidad producto de una vocación común que hace partícipes a todos los médicos de ideales básicos de servicio a los pacientes y a la sociedad; además de los mismos principios científicos en su formación. Es así como a pesar de las diferencias jerárquicas dentro de la colegiación, los médicos son colegas, todos al mismo nivel y se debe dejar de lado cualquier desavenencia frente a la atención de los pacientes. La deferencia con el compañero, exige una disposición condescendiente, mostrarse de acuerdo con la decisión de un compañero. En no pocas ocasiones, ante las mismas pruebas científicas, existirán más de una soluciones posibles, ante lo cual, cada médico se verá obligado a decidir por alguna. Ante esta
situación, el médico no deberá desautorizar a un médico ante un paciente, sino por el contrario, tratará de hacerla suya y justificarla. La lealtad favorece el cumplimiento de los compromisos comunes y confiere fuerza vinculante a los deberes mutuos. Este es el fin último de la lealtad en la práctica médica. No de be ser convertida en un corporativismo, es decir, una institución de protección entre colegas donde se cubren los colegas de mala conducta. Por esto, jamás debe utilizarse la lealtad como justificación ante el encubrimiento de una acción negligente o incompetente de un compañero que conlleve daños a otro colega, la sociedad o por sobre todo, a los pacientes.
Resumen El ser médico, es una realidad distinta que la de ser humano. El ser médico, exige deberes de compañerismo entre colegas, siempre procurando el bien de los pacientes y de la propia profesión. Es así como no debe confundirse el ámbito personal con el ámbito profesional a la hora de tratar con los colegas. El pertenecer a una misma profesión, exige respeto, lealtad en las relaciones con otros colegas, no así en el ámbito netamente personal. Esta lealtad es fundamental a la hora de cuestionar una decisión frente al paciente, pero no debe ser utilizada como justificación para encubrir un acto negligente de un colega.
Desarrollo: Declaración de ginebra (1948) EN EL MOMENTO DE SER MIEMBRO DE LA PROFESIÓN MÉDICA:
ADMITIDO
COMO
PROMETO SOLEMNEMENTE consagrar mi vida al servicio de la humanidad; OTORGAR A MIS MAESTROS los respetos, gratitud y consideraciones que merecen; EJERCER mi profesión dignamente y a conciencia; VELAR solícitamente y ante todo por la salud de mi paciente; GUARDAR Y RESPETAR los secretos a mí confiados, aun después que un paciente haya muerto; MANTENER incólume por todos los conceptos y medios a mi alcance el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica;
CONSIDERAR como hermanos a mis colegas; HACER CASO OMISO de credos políticos y religiosos, nacionalidades, razas, rangos sociales, evitando que éstos se interpongan entre mis deberes profesionales y mi paciente; VELAR con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, aun bajo amenaza y no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas. SOLEMNE Y LIBREMENTE, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho. La crítica. La crítica entre los médicos es muy común. Siempre habrá algo que decir sobe el actuar de un colega. Podemos clasificar esta crítica en tres grandes grupos. 1. La Crítica chismosa Es el criticar por criticar, sin otro afán que el de comentar el actuar de un colega. No posee sustento ni una finalidad importante. Además constituye una conducta deplorable puesto que falta al principio de respeto que debe tenerse entre los pares. Sin embargo, si se realiza este tipo de crítica frene a un paciente, éste puede llegar a perder la confianza en su médico, por esto se debe tener sumo cuidado sobre a quien y donde criticarlo, puesto que se puede llegar a minar la labor de un colega. 2. La crítica malévola Esta forma de crítica tiene como objetivo el de destruir la reputación de un colega. Inventar, falsear o exagerar situaciones cualquiera sea el medio utilizado o simplemente el criticar despectivamente el actuar de un compañero o al compañero mismo. Se constituye en un agravante si este tipo de crítica es realizado en presencia de enfermos, familiares de estos o personas ajenas a la profesión. Una forma más sutil d este tipo de crítica es cuando un médico expresa frases como “suerte que llegué a tiempo” “que lástima que haya estado perdiendo el tiempo con,,,” “podría haber venido antes conmigo”, etc. poniendo de manifiesto su opinión negativa sobre el actuar del colega o que él lo hubiese hecho mejor. Este comportamiento es el que merece el mayor de los reproches éticos. 3. La crítica sincera
Como he mencionado anteriormente, la crítica es común entre los médicos, puesto que es lógico que distintos médicos no estén de acuerdo con el camino seguido por uno u otro. De este tipo de situaciones, nacen antipatías, rencores e incluso odio entre los colegas, siendo muchas veces el origen de la disputa, no la crítica malévola, sino que la firmeza con que cada médico defiende su postura. La asistencia moral entre colegas. Los médicos están obligados a una ayuda reciproca en asuntos de naturaleza moral. Momentos comunes para prestar ayuda a un colega: -
Cuando un colega pide consejo a otro para resolver una situación deontológica difícil.
-
Tomar alguna decisión difícil que afecta a su trabajo profesional
-
Cuando un compañero atraviesa situaciones de salud que merman su rendimiento o le ponen en riesgo de abusar de estimuladores
-
Cuando por inadvertencia o ignorancia comete errores repetidos y debe advertírsele fraterna pero convincentemente
El deber moral de ayudar al compañero cobra particular vigor cuando esté es victima de una denuncia sin fundamento o cuando se le somete a trato laboral o psicológico discriminatorio La ayuda frente a un compañero injustamente atacado debe ser prioridad de los médicos que gocen de reputación en el área en que ocurrió la denuncia, siendo obligados si así se les solicita, a actuar, por medio de su influencia en la opinión publica o como peritos, en defensa del colega. La defensa del compañero ha de realizarse dentro de la más estricta justicia. La asistencia profesional entre colegas Constituye un deber de confraternidad en virtud del cual loa médicos se ayudan entre si, sustituyendo al compañero cuando es necesario o atendiéndole profesionalmente cuando este lo requiera. a) La sustitución profesional del colega Los problemas éticos ligados a las sustituciones se presentan con muy diferentes características según el medio profesional en el que surgen, también si se producen por enfermedad, necesidad o mutuo acuerdo. -
Sustitución de compañero por mutuo acuerdo.
La deontología de la sustitución del compañero parte en el principio de que todos los médicos tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones éticas. El médico sustituto, ha de estar capacitado, tener los títulos legales y tener la competencia exigida para desempeñar el trabajo que se le encomienda. La atribución, en su integridad, de los honorarios profesionales al medico sustituto y la prohibición de dividirlos con el médico sustituido es la primera y tangible manifestación de que el trabajo proporcionado por el que sustituye es de igual dignidad que el trabajo del sustituido. El medico sustituido debe abstenerse de toda actividad médica durante el tiempo que dura la sustitución. Durante la sustitución debe contemplar una cláusula en la cual el medico sustituto se compromete a abonar una justa compensación económica por el uso del consultorio y por los servicios del personal auxiliar que se le pone a su disposición. Pasado el tiempo pactado, el sustituto cesará en su actividad y comunicara a su compañero todas las observaciones que este deba conocer para la mejor atención futura de los pacientes tratados en su ausencia. Se prohíbe al medico sustituto aprovechar la situación para atraer clientes del medico al que reemplaza. Por ello, se abstendrá de desacreditar al colega o de expresar, directa o indirectamente, juicios negativos sobre su competencia profesional. En la actualidad existen algunas formas de intermediarios, los cuales tenían como misión captar pacientes para ser dirigidos hacia la consulta de un determinado medico del que recibían la correspondiente gratificación, pero mas refinadas, pero mas indignas en la cual se desvía preferentemente paciente de la asistencia publica a la asistencia privada. Para ello el medico que trabaja en la asistencia pública, recurre a conductas gravemente reprobables desde el punto de vista ético tales como: -
Degradar hasta niveles ínfimos la calidad de la atención, al tiempo que se ofrece como remedio el consultorio privado, utilizando diversas estrategias
o Inflar artificialmente las listas de espera o Provocar averías tratamiento
en
aparatos
o Oponer objeción de conciencia
de
exploración
o
o Exagerar el nivel de inseguridad accidentes o de infección. -
con
peligros
de
Dando a entender que ninguna de tales circunstancias se dan en su consulta o clínica particular
b) La sustitución del compañero por enfermedad o necesidad Es un deber de confraternidad cuando es necesario, la sustitución se justifica éticamente, como recurso necesario para servir los legítimos intereses de los pacientes. Esta es la razón primordial para sustituir a un colega en determinadas situaciones tales como: -
Enfermedad
-
Necesidad por cumplir con ciertos deberes importantes o ineludibles de carácter
Familiar
Social
Colegial
Laboral
Formación profesional
Uno de los problemas éticos es cuando se produce un abuso en el cual un médico se hace sustituir por causas injustificadas o por razones fingidas o inexistentes, es particularmente injusto abusar de una posición jerárquica superior para obtener de los subordinados una sustitución que ahorra los trabajos molestos o que benefician al sustituido y perjudican a quien lo reemplaza. Una sustitución nunca puede provocar menoscabo de la calidad de los servicios que se dan a los pacientes. Por otra parte, la negativa por mala voluntad para asumir un reemplazo razonablemente respaldado, no es ética negarse a sustituir a un colega enfermo o cuando el colega debe ausentarse por necesidad cuando dicha negativa nace de la pereza o de mala voluntad. Puede sin embargo estar justificada cuando la sustitución supondría un abandono de los propios enfermos, cuya atención quedaría perjudicada. Es también razón suficiente, para no aceptar una sustitución, carecer de la competencia profesional, pudiendo dañar a los enfermos. c) La atención medica entre colegas Es deber de buen compañerismo y una geninua y tradicional manifestación de la confraternidad médica que no debe perderse, eximir o tener una especial consideración al establecer los honorarios
por la atención médica a colegas y a las personas que dependen económicamente de ellos. La costumbre de eximir del pago de honorarios se ha establecido como muestra de amistad colegial y en respuesta a la distinción que para un medico significa que otro colega le confíe el cuidado de su propia salud o de la salud de sus allegados más íntimos. Esto obliga a ambas partes a actuar con extrema delicadeza, pero también con toda naturalidad, la cual consiste en aceptar que el medico enfermo o sus allegados enfermos tienen derecho a recibir, aunque no satisfagan los honorarios, una asistencia médica normal y ordinaria en todo, es decir, de la misma calidad y competencia que se presta a los demás enfermos. El medico llamado se sentirá plenamente gratificado con el privilegio de servir al colega que ha depositado en el su confianza. La responsabilidad sobre el enfermo le incumbe plenamente al medico de quien se ha requerido la asistencia y no se permitirá, por ningún motivo, que se rebaje el nivel de la calidad de su prestación asistencial. Se exigirá del medico solicitante la practica de una consulta formal, tanto si es este el enfermo como si lo es alguno de sus allegados. Se evitara, muy cuidadosamente, despachar la asistencia requerida mediante una conversación telefónica o mediante un cambio de impresiones en el pasillo de la clínica o el hospital. Solo los honorarios del medico son objeto de exención. Los gastos del material utilizado en exploraciones, curas y tratamientos han de ser abonados. Es una manifestación de delicadeza y sensibilidad que el medico que ha requerido, para si o para sus familiares cercanos, la asistencia del colega, reclame el pago de dichos gastos, pues no es justo que obligue a su colega, que le ha dedicado tiempo y esfuerzo, a costearlos de su propio patrimonio. Relaciones más relevantes entre colegas: Como se había señalado anteriormente, la convivencia profesional entre médicos implica que éstos se traten con deferencia, respeto, lealtad y solidaridad. De todas las posibles relaciones profesionales, algunas merecen especial consideración, debido a su gran exigencia de tipo ética. a) En los asuntos económicos: La primera relación de importancia entre médicos se da en los asuntos económicos. Dicha relación se da cuando dos o más médicos participan en la atención de un mismo paciente, colaborando tanto en el diagnóstico como en el tratamiento. En estos casos, la ética
establece que los honorarios de cada médico han de presentarse por separado, y en caso de acordar presentarlos en conjunto, en una lista o minuta, se han de especificar en ésta el honorario de cada uno de los médicos. Las ventajas de éste proceder radican en que se gana transparencia en la gestión económica y fiscal, se impiden prácticas dicotómicas y además se evitan conflictos entre compañeros. En caso de que la asistencia se realiza por equipos médicos, para que la distribución de los honorarios sea ética, se necesita el consentimiento de todos los médicos del grupo, que éste último esté constituido sólo por médicos en ejercicio y que todos ellos hayan participado en la asistencia del enfermo. Así mismo, la ética prohíbe que los médicos exploten a otros, imponiéndoles condiciones abusivas de trabajo y que personas no licenciadas como médicos en ejercicio participen directamente de las ganancias, no por los costos de ciertos procedimientos diagnósticos y quirúrgicos, sino más bien por lo que simboliza el honorario: la independencia del profesional, su trabajo intelectual y su responsabilidad tanto moral como personal, por lo que el honorario no puede compartido con quienes no han participado en la atención médica del paciente. Otro asunto importante a considerar, es que dentro de un grupo de médicos que traten a un mismo paciente, se ha de señalar la contribución de cada uno de ellos a los gastos generales (de la misma forma en que se señalaban los honorarios fijados por cada uno). El principio informador que aquí subyace es que, entre colegas, existe una igualdad ética. Cualquier forma jurídica en la que los médicos se asocien es éticamente correcta en tanto que todos los médicos que forman el grupo se hayan mostrado de acuerdo con la distribución de los honorarios y que éstos sean justos, equitativos y de carácter público, para evitar así, cualquier tipo de práctica dicotómica. b) En las prácticas dicotómicas: Otro tipo de relación relevante se da en las prácticas dicotómicas. La dicotomía o distribución de los honorarios entre médicos (o entre éstos y miembros de otras profesiones del área de la salud), ocultada al paciente, corresponde una grave falta ética. Es típico de la dicotomía la distribución más o menos asimétrica de los honorarios médicos, y su marcado carácter mercantilista. Esta práctica es claramente una injusticia (elevación de los honorarios habituales), causa importante de desprestigio ético de la profesión y una forma de agresión económica al paciente. La injusticia es mayor aún si se induce un abuso de prescripciones o se sientan indicaciones superfluas de procedimientos tanto diagnósticos como terapéuticos, puesto que esto corresponde a un grave abuso de la confianza y también de la ignorancia del paciente, estableciéndose una complicidad agresora entre médicos.
La tolerancia generalizada de la dicotomía trastorna la práctica médica, puesto que el médico prima su propia ventaja económica por sobre la protección de los intereses del paciente (como lo exige su vocación de servicio). Un ejemplo de esto se da cuando un médico envía a un paciente no con el colega más competente, sino al que le soborna con la comisión más dadivosa. De esta forma, pierde su independencia de juicio, pues sus decisiones se ven influenciadas por sus propios intereses económicos. En casos como éstos, los pacientes suelen pagar mucho más dinero por un servicio de menor calidad. Dar comisión y recibirla son por igual acciones injustas y condenables, lo mismo que solicitar la subdivisión de los honorarios, puesto que la dicotomía acaba con la confraternidad e instaura la injusticia entre los colegas: aquellos médicos que rechazan la dicotomía tendrán siempre una situación económica menor que la de sus colegas que sí la practican, por lo que muchos médicos competentes quedan marginados, en tanto que otros menos calificados consiguen más trabajo y mejores honorarios. Por todos estos motivos, se dice que la dicotomía es una competencia desleal hacia el compañero. b) En el deterioro psicosomático: Una relación fundamental entre los médicos es la que se presenta en el deterioro psicosomático de un colega. Aquí es cuando la obligación ética de no hacer daño cobra particular importancia. En algunos casos (drogas, alcohol, enfermedades orgánicas, trastornos psiquiátricos y edad), el deterioro psicosomático de un médico puede ser tal, que éste pierda su capacidad de efectuar diagnósticos y se le haga imposible tratar a sus pacientes. Cuando el médico nota que no se encuentra bien, y que su estado psicosomático afecta su trabajo, tiene el deber ético de acudir a un colega de su confianza y no tratarse a sí mismo. El colega que lo trate le ayudará a decidir si debe suspender temporal o definitivamente su actividad profesional. Si un médico observa que la conducta de un colega, influenciada por la enfermedad es deficiente y/o nociva para los pacientes, está obligado a hacérselo ver a su colega, al mismo tiempo que le brinda su ayuda para hacer frente a la situación. En caso de que el médico enfermo se rehúse, el colega tiene el deber de poner dicha situación en conocimiento de la autoridad médica apropiada, siempre con la máxima discreción. Pese a que esto puede parecer una forma de violar el valor primordial de la confraternidad entre los colegas, pero se ha de tener en mente que sobre ésta última prevalecen los intereses de los pacientes. c) En funciones de inspección y control: En general, la mayoría de los médicos lleva a cabo su actividad profesional (diagnosticar y tratar enfermos) en consultorios privados o
en instituciones sanitarias públicas y privadas; sin embargo, el médico puede desarrollar su actividad profesional en directa dependencia de ciertos organismos públicos, inspeccionando el trabajo de otros médicos o evaluando alguna situación que exige particular competencia. En estas situaciones, la relación médico – paciente se modifica por el hecho de que sobre el médico existen otros intereses que pueden interferir en los valores éticos que regulan las relaciones interprofesionales entre los médicos. El principio subyacente es el de la unidad ética médica para una determinada corporación, por lo que los médicos que se dedican a la inspección o al control deben acomodar su conducta profesional a las exigencias éticas. Ninguna de estas actividades exonera al médico de su deber de ciencia, de su obligación de guardar el secreto, de prescindir del libre consentimiento del paciente, de no practicar sus deberes de confraternidad con sus colegas o de abdicar su conciencia profesional, para cumplir con las órdenes de la autoridad sanitaria o judicial. Funciones de inspección: Cuando el trabajo del médico inspector consiste en examinar a un enfermo que es atendido por un colega, es necesario que éste último le entregue al inspector la información clínica del paciente. Pese a que el inspector tiene derecho a conocer la información clínica, no puede inmiscuirse en la relación del enfermo con el médico que lo trata, permitiéndose criticar o modificar el tratamiento ya prescrito, puesto que el médico inspector está obligado a cumplir con los deberes éticos que rigen las relaciones jerárquicas y la confraternidad profesional. Si en el examen de un paciente, el inspector descubre elementos importantes que han pasado inadvertidos para el médico tratante, está obligado a informarle a su colega de dichos elementos. En el caso de que el colega haga caso omiso de ellos, es deber del inspector comunicárselo a la autoridad sanitaria, pero nunca ha de informárselo al paciente. Funciones de control: Cuando el trabajo del médico perito consiste en valorar la patología del enfermo que está siendo atendido por otro médico, debe seguir cumpliendo con sus deberes de prudencia, secreto e imparcialidad, incluso con más celo que en la situación anterior. En ningún momento puede descalificar la competencia profesional de su colega. Su deber de secreto le obliga a callar cuando ha llegado a conocer algo que no se relacione estrictamente con la misión encomendada. El deber de prudencia e imparcialidad obliga al inspector a dialogar con el médico tratante, si es que nos está de acuerdo con el diagnóstico o el tratamiento asignado. Tan sólo en caso de que sea imposible el acuerdo, el médico inspector se lo comunicará a la autoridad judicial, absteniéndose de informárselo al paciente. Los deberes de prudencia,
imparcialidad y secreto se refuerzan aún más cuando el inspector debe dictaminar sobre la actuación de un colega, por el hecho de verse siempre obligado a mantener con la confraternidad profesional con sus otros colegas. e) En los servicios jerarquizados: La organización jerárquica dentro de un grupo médico de trabajo, cualquiera que sea su denominación y ubicación, por estar al servicio de la mejor atención al paciente y de la vocación científica de la Medicina, debe ser respetada. Con la necesidad funcional básica de crear orden y eficacia en el trabajo medico, el grupo elige a un representante que tenga la potestad suficiente y que garantice la participación de todo el grupo en la toma de decisiones. Quien asuma la dirección del trabajo, le es un deber respetar las convicciones ideológicas de los integrantes del grupo, aceptando las objeciones de algunos médicos a determinadas actuaciones que no pueden realizar ya sea por materia de ciencia o de conciencia, pero si la objeción es solo una excusa para no realizar la tarea asignada, este deberá compensar equitativamente lo que no hizo gracias a su abstención, esto para mantener su integridad moral. Quien tenga la responsabilidad del grupo deberá supervisar y autorizar las actuaciones hacia el exterior de sus integrantes, respetará su libertad, y cuando estos por su cuenta formulen algún trabajo científico será el encargado de exigir una cláusula de exclusión de responsabilidad haciendo constar que las ideas expresadas por sus autores no representan la opinión del grupo médico. Es una exigencia ética que el grupo médico celebre reuniones para discutir temas que lleven al mejor funcionamiento de este. f) En la objeción de conciencia: Es conforme a la Deontología Médica que por razones éticas o científicas el médico se abstenga a la práctica de determinados actos profesionales, tales como aborto, fecundación in Vitro o esterilización legalmente despenalizados. Cuando sucede esto un médico no está obligado a proponer un colega para realizar lo que él no puede hacer. Esto sería inmoral para la persona ya que estaría colaborando a una acción que él mismo es inmoral. Es falta deontológica presionar, perjudicar o discriminar al médico que alega objeción de conciencia para realizar dichas prácticas,
aunque la experiencia médica nos muestra que tales objeciones son causa de presiones y discriminaciones por parte de los colegas y quienes dirigen las instituciones médicas donde trabajan. La libertad ideológica está garantizada como derecho fundamental en la práctica de la medicina. Existen causes legales para contrarrestar represalias impuestas por los superiores, como lo son destituciones o traslados, pero no hay causes legales para contrarrestar torturas ideológicas como por ejemplo asignación de horarios desfavorables, tareas rutinarias, negación de permisos para congresos y la participación en comisiones de investigación científica. Es deber deontológico la defensa del compañero cuando está siendo sometido a un trato laboral o psicológico discriminativo como consecuencia de haber presentado objeción de conciencia para la realización de dichas prácticas inmorales para el. Desacuerdo profesional entre colegas. Es un deber Deontológico no sacar a la calle la discusión de los desacuerdos en materia profesional. Este deber Deontológico no limita ni el libre pensamiento ni la libre expresión, sino que su contenido hace referencia a la madurez ética del médico y a la tolerancia para la legítima diversidad, fomentando la libertad profesional al permitir la discusión de temas sin originar polémicas públicas. Ventilar diferencias de opinión podría causar confusión entre quienes siguen la polémica y dañar al compañero de profesión, por lo tanto el ardor de una polémica no es lo más correcto para mantener relaciones correctas con los colegas. Los disentimientos entre colegas tienen su modo y sede. La sede adecuada es la discusión verbal en privado o el intercambio de escrito, pero en la prensa profesional. Si los interesados no han llegado a un acuerdo, la primera vía es acudir a los colegios de médicos, si esta no es suficiente es ético apelar a la vía judicial para dirimir, aunque la idea no es polemizar más allá de lo razonable. Los profesionales en desacuerdo no deben tomar actitud indiferentes, al contrario deben darse cuenta que la experiencia va dando que hay muchas cuestiones abiertas que admiten varias soluciones y la discusión no debe seguir más allá de un punto razonable. Conviene que desde la perspectiva Deontológica del disentimiento profesional ofrecer mutuos puntos de vista nuevamente, pero si la polémica se enciende, la única solución razonable es el “desacuerdo educado”, es decir, “ponerse de acuerdo en que no se está de acuerdo y seguir, a pesar de ello, conviviendo profesionalmente como colegas”
La denuncia del colega por razones profesionales Es inevitable que haya médicos cuya conducta esté por debajo de la práctica médica aceptable y debido que el objetivo de la medicina es el bien del paciente, se debe informar al órgano directivo del colegio profesional. Se debe hacer la diferencia en esos actos que causan errores ocasionales o inadvertidos provenientes de la complejidad del trabajo médico y que son inevitables y aquellos que sí deben ser penalizados, como lo es el servicio descuidado o la incompetencia. Tener que denunciar a algún colega debe ser una situación muy desagradable, pero hay ciertos Códigos Internacionales que imponen los deberes del médico como “denunciar al médico débil de carácter y a los que incurren en fraude o engaño. Antes de una denuncia formal se le debe dar la oportunidad al médico denunciado, para defenderse, ya sean escritos o reuniones, solo así la denuncia estará objetivamente fundada, muchas veces el inculpado prefiere hacer omisión de las sospechas en su contra, es aquí donde el médico que denuncia debe encargarse de formalizar la denuncia ante el órgano rector del colegio profesional. Aunque la denuncia al colega debe ser lo más objetiva posible, hay médicos (en la mayoría de los casos) que acusan a su compañero de trabajo injustamente por razones personales, esta es una falta Deontológica muy grave, pero también están aquellos que no denuncian a su colega. Esto puede causar un daño peor no tan solo al médico que no fue denunciado, sino a toda la comunidad médica ya que al fin y al cabo el encargado de dar a luz el problema es el público, y si la denuncia es pública puede haber una pérdida de prestigio moral en toda la comunidad médica.
Conclusiones:
A partir del trabajo realizado, podemos concluir que: Al igual que otras profesiones, los médicos cuentan con organizaciones reguladas por estatutos internos y jerarquías, respetadas por sus miembros. Existe una antigua tradición, proveniente del Juramento Hipocrático que se ha consolidado y estipulado legalmente en documentos modernos como la Declaración de Ginebra (1948), referendada en Sydney (1968) y el Código de Londres, adoptado por la Tercera Asamblea General de la Asociación Médica Mundial (1949). El ser médico, exige deberes de compañerismo entre colegas, siempre procurando el bien de los pacientes y de la profesión. Aunque el compañerismo sea un deber, es normal que entre colegas haya diferencias tanto de opinión. El no estar de acuerdo con un colega puede generar críticas. Existen de tres tipos: la chismosa, la malévola y la sincera. Dada la relación de compañerismo, es usual que el médico deba asistir a algún colega. Dicha asistencia puede brindarse sustituyéndolo, tratarlo a él o su familia sin cobrar sus honorarios (sólo los gastos de los materiales), ayudándole en algún acto éticamente complejo y/o en diagnósticos y tratamientos. Existen relaciones entre colegas que destacan por su importancia, como: en los asuntos económicos, en las prácticas dicotómicas, en el deterioro psicosomático, en funciones de
inspección y control, en los servicios jerarquizados y en la objeción de conciencia. En las relaciones económicas en un grupo médico, es importante que cada uno de los integrantes sea médico en ejercicio y fije tanto sus honorarios como su aporte a los gatos generales. Las prácticas dicotómicas son éticamente incorrecta tanto para los pacientes (que han de pagar más por servicios de menor calidad), como para otros médicos que no la aceptan, pues sus honorarios serán siempre inferiores a los de otros médicos que lucran con sus pacientes, aunque su calidad profesional sea mejor. Si un médico sufre un deterioro psicosomático importante, ha de pedir ayuda a un colega para que lo trate. Si el colega se niega a tratarse, es necesario notificar al colegio médico. Si un médico cuenta con un puesto como inspector o perito, debe seguir tratando a sus colegas con la misma igualdad. Tiene derecho a conocer la información del paciente, pero no a criticar a éste último. En un grupo, hay una jerarquía establecida democráticamente, con un representante que asuma la dirección del grupo, respetando siempre la libertad y la ideología de cada colega. En caso de que un médico no esté de acuerdo en realizar algún proceso, tiene le derecho de objetar conciencia. Su opinión ha de respetarse. En caso de disentir con un colega, no se debe discutir públicamente con él, sino intentar un acuerdo. En caso de que no sea posible, se recurre a las autoridades. En caso de que el actuar de un colega sea reprobable éticamente, entonces el médico tiene la obligación de notificar la situación a las autoridades pertinentes, siempre y cuando la acusación sea objetiva y tenga fundamento. Universidad Católica de la Santísima Concepción Facultad de medicina Medicina Antropología
Profesora: Mº Angélica Moncada Integrant es: Pablo Fernández Constanza Fuentes Jaime Medina Jhonnattan Soto Curso: 2do de Medicina Fecha de entrega: 23/08/07