RASGO UNARIO Y OTRO Ricardo ROJAS
La escogencia de este binario en relación al trabajo de Comentario de Texto del Seminario XI de Jacques Lacan «De un Otro al otro» que hemos realizado durante casi año y medio, tiene que ver con el interés particular que me ha suscitado esta noción de Rasgo Unario. Esta noción es capital en la enseñanza de Lacan, por lo tanto ella aparece fugazmente la primera vez en el Seminario V Las Formaciones del Inconsciente, reaparece en el Seminario VIII La transferencia para no desaparecer nunca más en su enseñanza, sin embargo se podría decir que no es el único termino para referirse a una misma función, pues esta función también es llamada: 1. Ideal del yo, 2. La función del Uno distintivo o de la pura diferencia, uno contable o el uno
de la identidad numérica. 3. y finalmente sus múltiples referencias al del-Uno {d’l’Un} durante toda su
enseñanza. Intentar abarcar esta noción en la enseñanza de Lacan sería un largo trabajo que daría prácticamente para la producción de un libro sobre el tema.
Nos
limitaremos entonces hoy a realizar un recorrido por el Seminario del que nos ocupamos en esta Jornada y en particular su relación con el Otro.
Lacan hace un
recorrido en este Seminario por la lógica y nos presenta una topología del Otro, a partir de la relación entre uno y otro significante, y a partir de ello deducirá el lugar del Sujeto y del objeto a minúscula, así como los vínculos de esto con el goce y la repetición. Es como si Lacan esta vez apoyado por la lógica, la teoría de los conjuntos, la serie de Fibonacci y la Apuesta de Pascal retornará nuevamente sobre una serie de aspectos del rasgo unario que no han sido tomados en cuenta por su auditorio, en sus anteriores intentos de hacer pasar lo mismo. Estos apoyos parecen resultar mucho más esclarecedores que sus intentos anteriores, aunque evidentemente si uno trata de medir la importancia que en el medio de los lacanianos se le ha dado a esta noción, vemos que definitivamente hay una resistencia para que todos esos elementos sean tomados a partir de sus consecuencias. Por ello intentaré en este trabajo examinar los aportes presentados por Lacan en este Seminario XVI, que por cierto con el Seminario IX La Identificación, es donde Lacan avanza más elementos sobre esta noción fundamental que es el rasgo unario.
Trataré entonces de volver a hacer el recorrido realizado por Lacan en este Seminario, tomando de allí los elementos que permitan entender como él avanza esta noción articulada a otras nociones o elementos. La lección inaugural de su Seminario nos muestra unos esquemas en el pizarrón muy significativos y nos dice que ellos representan lo que está en juego.
Vemos aquí esbozado por primera vez, las bases lo que desarrollará un año después en su Seminario XVII El Reverso del Psicoanálisis, es decir los cuatro elementos que harán parte entonces de los discursos. Nos dice que la primera fórmula indica que «en su relación con otro significante S2, un significante representa al sujeto, S barrado, que nunca podrá atraparse (…) La segunda pretende indicar que un significante cualquiera en la cadena, aquí S3, puede ponerse en relación con lo que no es sin embargo más que un objeto, el a, que se fabrica en relación con el plus-degozar.»1 Vemos entonces la preocupación de Lacan por las relaciones de significación entre el S1 y el S2, y su relación con los dos elementos del fantasma, el S y el a. Igualmente nos dice que por la apertura del juego del organismo, el objeto puede asumir la figura de entidades evanescentes, los objetos parciales, en las que puede producirse el plus-de-gozar como renuncia al goce como resorte de estas fabricaciones del discurso. Y nos presenta a continuación en esta especie de Prefacio a su Seminario, otro esquema que permite concebir cómo se juega en torno del fantasma lo que atañe a la producción del a:
Lee este esquema de la siguiente manera: «La reiteración del significante que representa al sujeto, S barrado, en relación con él mismo es correlativa del a ubicado bajo la barra. Inversamente, la relación del sujeto y el objeto adquiere por esto consistencia (S a), donde se produce algo que ya no es ni sujeto ni objeto, sino que se llama
fantasma.
Desde
entonces
los
otros
significantes,
encadenándose,
articulándose, y al mismo tiempo congelándose en el efecto de significación, pueden 1Lacan J., De un Otro al otro, 1ª edición, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 21
introducir este efecto de metonimia que suelda el sujeto.»2 Vemos entonces dibujarse un poco más claro las relaciones entre los cuatro elementos. Me parece que en este Seminario XVI, Lacan se dedica a presentarnos los detalles de estas relaciones y de esta manera nos prepara para sus desarrollos ulteriores, cuando estos cuatro elementos ocupen los cuatro lugares del Discurso.
Igualmente podemos
apreciar como precisa nociones tales como verdad, agente, trabajo y producción, es decir precisamente los cuatro lugares del Discurso.
Pero retornemos a nuestro
objetivo, el de las Relaciones entre el rasgo unario y el Otro, retornemos al camino recorrido por Lacan en este Seminario. En esta primera lección se plantea una pregunta similar a la de esta Jornada: ¿Qué es el Otro» » y nos responde que: «Es ese campo de la verdad que definí como el lugar en el que el discurso del sujeto adquiriría consistencia, y donde se coloca para ofrecerse a ser o no refutado. Descartes se preguntaba si es o no un Dios el que garantiza este campo. Pero hoy este problema está totalmente desplazado, ya que no hay en el campo del Otro posibilidad de entera consistencia del discurso.»3 Entonces sigamos con lo señalado en las primeras lecciones del Seminario en relación a que la determinación del sujeto la da el hecho o depende de que un significante uno lo representa ante otro significante dos, cuya forma mínima Lacan llama el par ordenado (S1S2). El otro significante S2 representa la conexión radical al saber, pero un saber donde el sujeto se desvanece, siendo este el sentido de la Urverdrängung, la represión primordial, a la que se acopla toda una cadena significante donde el sujeto aparece como inconsciente en la relación de un significante a otro significante. Donde en el Je {Yo} hablo se trata de otra cosa que de lo que se dice. El sujeto está excluido de la posibilidad de una totalización del saber como absoluto, pues está excluida la posibilidad de una universalización. A partir de la lógica matemática, particularmente de la formalización en la teoría de los conjuntos que no se contienen a sí mismos, Lacan va a tomar de su grafo un significante por S y al otro significante por A, el lugar o tesoro de significantes (SA), donde se subraya la necesidad de la alteridad del otro significante, la cual es capturada al nombrar este par ordenado con este mismo significante A, donde el conjunto del par ordenado se considera idéntico al A que lo designa. Al explorar entonces las relaciones de S con A se produce una topología particular, donde se produce una repetición indefinida de S y un retroceso de A, 2 Ibid., p. 22. 3 Ibid., p. 23.
que se mantiene o
subsiste siempre, con una apariencia de mayor interioridad, y que al mismo tiempo marcaría su inasibilidad, por ello es el lugar de la Urverdrängung, de la represión primordial.
Entonces A se inscribe al interior y al exterior, el circulo externo siempre volverá a unirse o a conjugarse con el circulo de partida [pero dado vuelta= botella de Klein], envoltura disimétrica, fuga que hace que «en su interior mismo una envoltura encuentre su exterior», que no es otra que la forma topológica del plano proyectivo materializado para el ojo por la figura del cross-cap. Señala entonces Lacan que la posibilidad del sujeto está suspendida del lugar del Otro y lo que lo garantizaría, el lugar de la verdad está agujereado, y este agujero que se designa en el lugar del Otro cuando se lo examina en su relación con el sujeto, es el objeto a. Al examinar de cerca esta relación observamos que el S está excluido de pertenecer al conjunto A, no sabemos dónde alojar este conjunto si dentro o afuera, con lo que todo elemento significante se extrae de una totalidad concebible, lo que conlleva la división del sujeto que es tangible con una metáfora espacial que llamamos agujero, donde a se plantea como ausencia. [Nuevamente esta es la estructura del cross-cap y la botella de Klein].. Utilizando luego la teoría de los conjuntos concluye entonces que «en último término el sujeto, más allá de cómo pretenda subsumirse, ya sea a partir de una primera posición del gran Otro como incluyéndose a sí mismo, ya sea en el gran Otro limitándose a los elementos que no son elementos de ellos mismos, no podría universalizarse. No hay definición englobante respecto del sujeto »4. El sujeto no está incluido en el campo del Otro, el punto donde el se significa como sujeto es entonces «exterior» a este campo, es decir al Universo de Discurso, lo que diría o calificaría lo que es el sujeto estaría fuera de esta totalidad que sería el Otro, lo cual introduciría
4 Ibid., p. 70.
entonces una profunda incompletud, una inconsistencia o falla en el campo del Otro y marcaría entonces el exilio del Sujeto del Otro. La Apuesta de Pascal que sigue en su itinerario lleva a Lacan a preguntarse por la postura o la puesta {cantidad que se pone para ganar o perder} y principalmente por la postura pérdida, y eso en particular porque en el abordaje mismo de una regla de concatenación significante se trata de un efecto de pérdida y el análisis nos dice Lacan nos confronta en todo momento con este efecto. Es una herida narcisista que depende de un efecto simbólico que se produce en la hiancia producida entre el cuerpo y su goce, y esto en la medida en que el rasgo unario determina o agrava esta hiancia por la incidencia del significante o de la marca. Nos dice Lacan entonces que «se dibuja, pues una relación entre el efecto de pérdida, a saber, el objeto perdido en la medida en que lo designamos por a, y ese lugar llamado del Otro, lugar desconocido y aún no medido sin el cual no podría producirse.»5 Es así como comienza a interrogarse sobre las relaciones del 1 —Uno no siendo más que el rasgo unario, uno inaugural reducido a su función de marca pero absolutamente necesario para que cualquier serie exista— con el a —la función de la perdida— y a partir de series de Fibonacci crecientes y decrecientes y con la ayuda del número de oro, logra concluir mediante la pérdida, la medida del campo del Otro como 1, lo que es absolutamente distinto de su pura y simple inscripción como rasgo unario. Lacan se interroga entonces por la génesis de este Otro como 1, y lo distingue del Uno que está antes del 1 que nos dice es el Uno del goce antes del 1 y termina ilustrando la relación de a como falta proveniente del Otro, con el 1 como el campo completado del Otro que podríamos edificar así:
5 Ibid., p. 116.
Tenemos por un lado el Je {Yo} que sustenta el campo del Otro y que se totaliza como campo del saber en el 1+a, pero que implica la imposibilidad de su totalización, la imposibilidad del saber absoluto hegeliano en tanto el Je {Yo} del goce permanece enteramente excluido, el Je {Yo} permanece dividido. Tenemos aquí otro exiliado del Otro, el goce. Los místicos nos adelanta Lacan intentaron por su vía la relación del goce con el Uno. Pero la diferencia entre estos dos sujetos —el sujeto del Goce y el sujeto dividido por la marca— sigue siendo irremediable, la diferencia está en la a, inscrita originalmente como balance de la pérdida de un término al otro, precisamente en esta relación. Y nos dice Lacan que «la pérdida a la que apuntamos, que está en el horizonte de nuestro discurso, la que constituye el plus-de-gozar — no es más que efecto de la posición del rasgo unario.»6 Nos señala en relación a la Apuesta de Pascal que el nos muestra que es posible acercarse al a, de un modo no menos infinito, presentándonos lo que obtiene de manera analógica a lo que ocurre a las relaciones del 1 con el <1+a>, es decir «este a en el cual solo puede asirse lo que atañe al goce respecto de lo que se crea por la aparición de una pérdida.» Entonces solo en el a puede saberse algo del goce, de ese goce que se crea en relación a una pérdida. No hay un saber absoluto de la totalidad de un Otro como S2 unificante, hay un saber marcado por la perdida, por el a, por el plus-de-gozar y ese es el Saber en el lugar de la Verdad que le interesa al discurso psicoanalítico. Las relaciones entre la Verdad y el Saber son en este Seminario, las relaciones entre el 1 y el a. Concluyendo sus lecciones sobre la Apuesta de Pascal, al retornar a la relaciones de (SA), Lacan es enfático en afirmar que el significante no se funda ni se caracteriza por algo que se fija como sentido, que se adheriría y permitiría identificarlo sino que se funda y se caracteriza por su diferencia, es decir por el hecho de que todos los otros significantes son distintos de él. No se trata en el Otro del Uno como rasgo unario, sino del Uno unificante que define su campo y esto es algo que se repetirá indefinidamente, «con algo que no encuentra su nombre, a menos que se lo den de manera arbitraria. Precisamente, para decir que no hay nombre que lo nombre, lo designo con la letra más discreta, la letra a.» esquematizar así:
6 Ibid., p. 131.
Asunto que Lacan va a
Vemos aquí las relaciones del par ordenado con el Otro (A) y en su repetición indefinida el surgimiento de a. Retornando a su Seminario VII La Ética del psicoanálisis, al asunto de Das Ding nos va indicar que el Otro es «un terreno limpio de goce»7 y nos recuerda la topología de ex-timidad del objeto a, como vacuola al interior del goce y las formas que tiene el objeto.
Retoma el asunto más adelante señalando que si el objeto a puede funcionar como equivalente del goce es debido a una estructura topológica. Nos presenta el objeto a en el lugar que designa con el término de éxtimo, a partir de conjugar varios esquemas utilizados anteriormente en uno, lo cual lo pongo yo en conjunción a otro de los esquemas para comprender mejor lo que Lacan avanza aquí:
7 Ibid., p. 207.
«Para percibirlo basta considerar la función por la que el sujeto ya no se funda, ya no se introduce más como efecto de significante y remitirse al esquema que repetí cientos de veces ante ustedes desde el comienzo del año, del significante como representante del sujeto para un significante que por su naturaleza es otro. Por eso lo que representa solo se plantea como anterior a este otro, por lo que necesita la repetición de la relación del S con esta A como lugar de los significantes otros. (…) Esta relación deja intacto el lugar en que inscribí el a. (…) El se encuentra en el lugar que designamos como éxtimo, conjugando lo íntimo con la radical exterioridad. Debe saberse que en la medida en que el objeto a es éxtimo, y exclusivamente en la relación que se instaura a partir de la institución del sujeto como efecto de significante, determina por sí mismo en el campo del Otro una estructura de borde.»8 Esta estructura de borde nos lleva a las diferentes figuras topológicas, y como los cuatro objetos se reflejan en estas estructuras, y lleva a Lacan a preguntarse por la función que desempeña el objeto a en la clínica. Este es un Seminario donde Lacan constantemente nos está presentando las características estructurales de la perversión y las neurosis. Es quizás esta un retorno a este Seminario con esta vertiente la que nos queda pendiente, pero primero era necesario esclarecer las nociones puestas en juego, pienso que en la clínica es siempre necesario este ir y venir. Tener claro el lugar del saber, del goce y del objeto a para dimensionar los alcances del termino de elección de estructura. El rasgo unario no tiene nada que ver con el Uno unificante, que es el Uno de Dios, el Uno del Imperio, el Uno de Proclo, el Uno de Plotino; el Uno de la meditación platónica. El rasgo unario tiene que ver es con el uno de la diferencia, con el Uno númerico, que es el que engendra una infinidad de sucesores, siempre que haya un cero, es el Uno contable entonces, conteo que tiene sus efectos en lo imaginario con la aparición del objeto a. Y más aún los efectos «maliciosos» como dice Lacan a nivel de la estructura misma del campo de lo simbólico, del campo del Otro, es decir la producción en el campo del Otro del llamado por Lacan enforma de a, es decir este a 8 Ibid., p. 226-227
que agujerea el campo del Otro, en la medida que la repetición indefinida de lo que se inscribe en S2 como A.
Lacan nos invita a extraer de allí las consecuencias: 1. «La formula está destinada a mostrar lo que ocurre verdaderamente con el a, a saber, con la estructura topológica del propio A, con lo que el A no esté completo, no sea identificable con un 1 ni, en ningún caso, con un todo. En suma se lo debe percibir y representar absolutamente como lo que incumbe al conjunto en el plano de la paradoja llamada del conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos, paradoja que por algo fueron los lógicos quienes la concibieron.» 2. «Esta alteridad del significante respecto de sí mismo es lo que designa precisamente el término del Otro con mayúscula marcado por una A. Si inscribimos este Otro con mayúscula marcado por una A, si hacemos de él un significante, lo que el designa es el significante como Otro. El primer Otro, cualquiera que sea, el primero encontrado en el campo del significante, es Otro, radicalmente, es decir, Otro distinto de sí mismo, es decir que introduce el Otro como tal en su inscripción, en la medida en que está separado de esta inscripción misma.» 3. «En la medida en que es exterior a S2, este A inscribe el enforma de A, es decir la misma cosa que a. Ahora bien, como sabemos, este a es el sujeto mismo, en la medida en que solo puede ser representado por un representante, que en este caso es S1. La primera alteridad, la del significante, no expresa el sujeto más que bajo la forma de lo que aprendimos a delimitar en la práctica analítica por una particular extrañeza.(…) Por lo demás, ya enumeré hace bastante tiempo los a, del seno al excremento, de la voz a la mirada, para que se sepa lo que significa en su ambición el termino extrañeza, con su nota afectiva y también su indicación de margen topológico»9
Para sacarnos de lo extraño que el a sirva para representar al sujeto, Lacan nos introduce en lo que representa un tipo de materialidad que designa como vulgar y que sería la huella. Pero no es cualquier significante el que él toma, sino la huella — que yo hubiera preferido traducir como la traza — íntimamente ligada a la noción de rasgo unario que se comporta como esa traza, así entendemos aún más la traza que se basta a sí misma. El se pregunta ¿Podemos situar de aquí en más lo que hace poco llame el sentido del sujeto? A lo que responde: «En lo sucesivo nos preguntamos en que se convierte lo que significa un sujeto
cuando, contrariamente a la huella
{traza} natural, a la impresión, la huella {traza} ya no tiene más soporte que el enforma de A. (…) ¿Qué quiere decir? La huella {traza} pasa a la enforma de A, según las diversas maneras como es borrada. El sujeto son estas maneras mismas en las que la huella como impresión se encuentra borrada»10 El a, la huella, la traza, el S1 es el sujeto mismo, en tanto que «el sujeto al identificarse con a, se vuelve lo que es en 9 Ibid., p. 283-285. 10 Ibid., p. 285
verdad, es decir, el sujeto barrado.»11 y los objetos parciales son «los cuatro borramientos — o las cuatro formas — con los que se inscribe el sujeto, que sigue siendo sin duda inaprehensible porque solo puede ser representado por un representante porque solo subsiste en la medida en que se inscribe en el campo del Otro.».12 Las últimas tres sesiones del Seminario son cruciales en cuanto a la dilucidación de las relaciones del rasgo unario con el Otro.
Es importante señalar que Lacan
nuevamente aquí durante todo este Seminario pero esta vez apoyado en otros elementos, nos presenta el proceso de constitución del sujeto. Parte de explicitar algo incluido en el titulo del mismo:
Yo diría De un Otro (1) al otro Otro (1) que termina enforma de a, es decir finalmente «De un Otro al otro».
Pero no nos adelantemos en su progresivo
desarrollo en esta parte final del Seminario. El esquema anterior pone de presente que se trata del Uno numérico el del rasgo unario, rasgo que marca la pura diferencia en la medida en que nada la especifica, el otro no es el otro por nada, y «justamente por eso es el otro». Armado de la lógica innovadora, problematiza este que se ha llamado el Otro, con articulo definido. Este Otro provisto de A mayúscula nos dice «adquiere valor destacado no por ser el Otro entre todos ni tampoco por ser el único, sino solamente porque podría no estar y en su lugar solo habría un conjunto vacío. Esto lo designa como el Otro.»13 El Otro es reducido a la función más simple, ser el conjunto que lleva el Uno, es decir ese significante necesario por ser aquel ante el cual se representará, del Uno al Otro, el Uno del sujeto. Más simple, porque finalmente podemos reducir estos dos S, S1 y S2, a un mismo Uno, pero que se distinguirán por una pertenencia diferente.
11 Ibid., p. 290 12 Ibid., p. 289 13 Ibid., p. 326
Lacan escribe de nuevo el Uno y después un circulo que le sirve para inscribir el Otro. Toma luego este círculo en función de conjunto, con dos elementos, a la izquierda el Uno y a la derecha el conjunto vacío, el Uno en el Otro no podría no implicar el uno-en-más del conjunto vacío. Es decir la definición lógica del Otro como conjunto vacío
S(A) {significante del Otro}.
Es necesario que este Otro absorba,
inscriba un rasgo unario, el de la derecha para que el sujeto pueda bajo la forma de un significante ser representado ante este otro rasgo unario. Para que el sujeto venga de afuera a hacerse representar en el Otro, es preciso que encuentre Otro significante y solo puede encontrarlo ahí, donde apuesta por su subsistencia. El Uno del significante inscrito en el Otro, es condición necesaria para que el sujeto se enganche, es decir este Uno primero tiene por condición necesaria la existencia del Otro. Pero para volverse el uno-en-más, lo que es el mismo o sea el conjunto vacío, el Otro necesita otro, un segundo significante, otro Uno que a diferencia del primero, está incluido en el Otro y al cual llama un Otro. A consecuencia de ello «la relación del uno con el otro hace que el sujeto solo sea representado a nivel del segundo uno, de S2, si quieren escribirlo así.
El primer uno, el S1, interviene ciertamente como
representación del sujeto, pero esta intervención no implica la aparición del sujeto como tal más que a nivel de S2.»14 Pero nos dice Lacan «ocurre que algo debe anunciar al sujeto, antes de su enganche a otro. Ese algo está allí de la manera más simple, la de ese mismo uno unario, al que, en la hipótesis estricta, reducimos eso a lo que puede engancharse en el campo del Otro»15 Se pregunta: ¿De dónde viene este significante que representa al sujeto para otro significante? Y responde: «De ninguna parte, porque solo aparece en este lugar en virtud de la retroeficiencia de la repetición.
Como el rasgo unario apunta a la
repetición de un goce, otro rasgo unario surge aposteriori [après-coup] nachträglich. 14 Ibid., p. 346. 15 Ibid., p. 331.
(…) El rasgo unario surge aposteriori en el lugar entonces del S1 del significante en la medida en que representa un sujeto para otro significante (…) Aquí en el extremo derecho, está el signo del conjunto vacío que es el enforma de A (…) Allá, digo — todo lo que surja de la repetición, de la reproducción de este enforma, es cada vez este enforma mismo. Y esto es el objeto a »16
Lacan abre una serie de interrogantes en relación al Goce que me parece solo serán retomados en Seminarios posteriores en relación a la sexuación del ser hablante y la localización de los goces en el nudo borromeo. Retomemos dos principales: ¿Qué habría en el S1, el uno de la izquierda? Nos dice Lacan hay «ese goce enigmático corroborado porque en todos los niveles donde se distingue, y que reproduciré, lo único que se sabe de él es que quiere otro, otro goce» y nos recuerda que «conviene plantear el a como lo hice este año, a saber, como plus-de-gozar, en otras palabras como la postura de la apuesta para la ganancia de otro goce.»17 Igualmente le permiten estos desarrollos finales retomar el esquema de la relación del S1 con el S2, que es el otro significante del sujeto, porque el S1 representa al sujeto respecto de otro significante:
Nos dice en relación a esto que «el S1 se ubica fuera de un circulo, A, que designa precisamente el límite del campo del Otro como conjunto vacío. inscribe en este campo del Otro.
El S2 se
Esto indica las relaciones del S1 con el S2 (…)
También insistí que el límite de A, que es lo vuelvo a decir, conjunto vacío, se
16 Ibid., p. 358 17 Ibid., p. 359
renovará con el S3, y tantos otros significantes que después podrán asumir la función de un relevo.»18. En conclusión entre un Otro (S1) y el otro Otro (S2), que implica siempre un tercero, conjunto vacío, en la repetición significante surge en el intervalo entre los rasgos un enforma de a, un sujeto tachado (S) en relación a esta. Vemos surgir acá los elementos a partir de los cuales se constituyen los discursos, siempre alrededor de la relación de significación entre un S1→S2.
Lo anterior conllevara consecuencias
principalmente en cuanto a la interpretación y el final de análisis, situación que será examinada por Lacan principalmente en su texto L’etourdit. La interpretación y el final del análisis no podrán ser pensados como un significante primero o un significante último que ordenaría el sentido de una vida, la topología de la relación de significación entre S1 y S2, convierte el asunto en algo más complejo ordenado por una lógica del triple exilio: del sujeto, del objeto y del otro goce. Lacan nos conducirá en su enseñanza posterior a extraer la lógica exsistencial del ser del sujeto que como rasgo unario o recta infinita conduce a un final lógico del análisis, con las consecuencias de esta extracción de la cifra o letra, seguido de un saber-hacer-ahí-con del sinthoma. Sé que estas afirmaciones últimas requieren mayor argumentación, las deduzco de una aproximación inicial al trabajo ulterior de Lacan con respecto a la relación del rasgo unario a la letra, la letra en relación al sinthoma y el final del análisis en relación a la letra y al sinthoma. En ese trabajo estamos y continuaremos. Presentemos entonces para terminar esta topología del Rasgo Unario que articula la relación de significación entre un S1 y un S2, circunscribiendo a la vez las relaciones del Sujeto al Otro.
Topología que llamaremos «Topología del Caballo de
Troya en sentido inverso.» motivo del afiche que anunció este Seminario. Veamos la construcción de Lacan de su Topología a través del Seminario.
18 Ibid., p.326
A partir de esto construimos la «Topología del Caballo de Troya en sentido inverso.»
Nos dice Lacan que « Ese es el primer tiempo en que se constituye el Otro. Si la última vez comparé este lugar del Otro con un caballo de Troya que funcionaría en sentido inverso, a saber, que engulliría cada vez una nueva unidad en su vientre en lugar de verterlos de noche sobre la ciudad, es porque, en efecto, la entrada del primer uno es fundadora debido, simplemente, a que es el mínimo necesario para afirmar que el Otro no podría de ninguna manera contenerse a sí mismo, salvo como subconjunto.»19
19 Ibid 345.
No sería vértelos de noche sobre la ciudad:
Es más bien engullir «cada vez una nueva unidad en su vientre»
No pasemos por alto, antes de terminar, uno de los numeradores del esquema presentado por Lacan en la primera lección del Seminario:
S(S(Sa)) Es decir en lugar del par ordenado S→A encontramos el fantasma Sa.
Podríamos pensar a partir de ello en la representación de los diversos enformas de a, que pueden asumir «el relevo» como S2 renovado en S3 hasta Sn.
Podríamos
pensar un análisis como una rasuración de sentido hasta arribar al sin-sentido o absentido de la letra, rasgo unario, en relación al par ordenado tomado como el fantasma fundamental, imagen reina, organizador imaginario del encadenamiento significante del sujeto, enforma de a originario surgido de la inscripción de un
significante unario en el Otro, trazo tomado del Otro como Uno que representa al sujeto tachado, trazo que en su repetición hace surgir el objeto a, pero que aposteriori hace surgir el significante unario primero, ese Otro que representa al sujeto o más bien la exsistencia del ser del sujeto, del sujeto de antes de su aparición como sujeto dividido por la marca, es decir que representa al sujeto del Goce, al Uno del Goce. Esto nos lleva al punto en que Lacan señala que es en torno al significante del goce que se ordenan todas las biografías que conciernen a las que la literatura psicoanalítica tiende a reducir en lo que tiene que ver con las neurosis, es decir que la historia del sujeto «solo adquiere sentido y peso debido al lugar que ocupan en la articulación del saber {(S2)} del goce {(S1)} y de cierto objeto». Es decir veo aquí una indicación de Lacan de cómo pensar el final de análisis en relación a estas articulaciones, que no podremos entender sino a partir de sus desarrollos del Seminario XVI: «De un Otro (S1) al otro (S2→a)» 1 R.U.
1 R.U. + a
Siendo el rasgo unario del final R.U. o R.I. o E.L., letra que bien puede ser una frase, una palabra o una o varias letras. Me parece que muchos de los testimonios del pase de nuestra Escuela ejemplifican este asunto del Saber en el final del análisis y la topología de las relaciones de significación de las que nos habla Lacan en su texto L’etourdit.