Puede Una Computadora Escribir Una Novela.docx

¿Puede una computadora escribir una novela? Ante el primer intento (fallido, por cierto) de explicar esta teoría en clase, volveré a reforzar mi postura acerca de este interrogante que ha sido propuesto hace ya unos cuantos días más que largos. Como el título sugiere, me es dado explicar si una computadora puede escribir una novela. A lo que, sin lugar a dudas, digo que es técnica o virtualmente posible. Principalmente acudo a esta postura ya que podría plantearse un escenario bastante parecido al Teorema del mono infinito, que, más o menos, plantea esto: “Un mono pulsando teclas al azar sobre un teclado durante un periodo de tiempo infinito casi seguramente podrá escribir finalmente cualquier libro que se halle en la Biblioteca Nacional de Francia. En una nueva exposición del mismo teorema, más popular entre los angloparlantes, los monos podrían escribir las obras de William Shakespeare. En este contexto, el término casi seguramente es un término matemático con un sentido preciso y el "mono" no es en realidad un mono, sino que se trata de una metáfora de la creación de una secuencia aleatoria de letras ad infinitum.”

Trasladado al escenario de las computadoras, algo similar podría postularse. Procedo a explicar con detalle o con algún intento de hacer de mi explicación algo más rudimentario, para facilitar la comprensión de mi postulado. Imagínese que a cada espacio destinado a un caracter (denominando así a cualquier letra, número, signo de puntuación, espacio, etc) le corresponde una celda imaginaria, o un lugar determinado en un documento de Word. Así, sin escribir nada, tendríamos cada hoja subdividida en una cantidad de celdas en las cuales cabrían sendos caracteres para ser depositados en ellas. Ahora bien, supongamos que la computadora fuera capaz de generar, aleatoriamente, un caracter para cada celda en el documento, y que se guardara en ella cada combinación diferente de caracteres en un archivo diferente. Es decir, que, en un principio, pongamos como punto de partida un archivo que solamente tenga escrito la letra “a”; luego otro archivo que tenga escrito la letra “b”, producto del azar, supogamos, y así, pasando por los signos de puntuación, etc. Cabe aclarar que, a pesar de ser aleatorio, al depositarse un caracter “a” y nada más, esta variante sea la única existente, no pudiéndose guardar otro archivo que solamente contenga la letra “a”. Luego de agotarse las instancias de combinación en una sola celda, la sucederían otras variables, esta vez de dos celdas, como “aa”, “ab”, “ac”, y siguiendo. Existirían, por ejemplo, combinaciones tales como “?c”, “¿!”, “x*”, “3ñ”, totalmente ilógicas, pero

correspondientes a que se combinen todos los caracteres disponibles en una computadora de todas las maneras existentes. De esta manera, y agotando todas las combinaciones posibles para dos, tres, cuatro, veinte celdas, eventualmente nos encontraríamos con que el fruto de diversos caracteres generados automáticamente darían lugar a palabras o unidades de sentido. Por ejemplo, si disponemos de una extensión de diez celdas, ésta daría lugar a combinaciones que sean, por ejemplo “Lana suave”, “Tú estabas” o “abanderado”; habiendo diversas variables de las mismas, pudiéndose generar “abanderadp”, “abanderadq”, etc. O quizá simples garabatos como “asdfghjklñ”. Es decir, fruto del azar y la sucesiva combinación de caracteres, podrían generarse tanto estructuras sintácticamente correctas como bochornos gramaticales. Dicho esto, al disponer de una extensión indeterminada de millones de celdas, está la posibilidad de comenzar a llenarlas con diversos caracteres al azar, mediante el proceso anteriormente descripto. Se generarían palabras. Se generarían puntos. Se generarían comas, signos de exclamación, espacios, acentos. Con todo eso, eventualmente se llegaría a formar una unidad de sentido acorde a las expresiones de un lenguaje. Se llegaría a formar párrafos coherentes, habiendo sólo una posibilidad de que se genere ese mismo párrafo y habiendo demás imperfectos, con consonantes en lugar de vocales y signos incorrectos, pero existiría aquel que fuera el indicado. Luego, la combinación de signos llegaría a una extensión tal que, de acuerdo a la cantidad de celdas, habría diferentes posibilidades de combinación de caracteres que, finalmente, formaran una novela hecha y derecha. Es más: me atrevo a decir que en una extensión “x” de celdas puede escribirse una novela y en otra extensión “y” puede generarse la misma novela escrita en otro lenguaje totalmente diferente. Podría llegar a conmover, claro que sí. Crear mundos. Crear personajes, tramas, todo lo que se quisiera. Todo por la combinación aleatoria de caracteres que engendrarían, claro, en pocas oportunidades de todas las disponibles, los fenómenos gramaticales descriptos; entre la bazofia y podredumbre de los números, letras, y demás metidos en una computadora-licuadora que no darían resultado coherente alguno, habría bastiones de cultura, inspiración, causantes de la emoción al ser humano. Claro, vale decirlo, hecho por una computadora, que nunca jamás, ni aunque estuviera programada para fingirlo, podría procesar, identificar, darle significado y clasificar la pelota de signos que se pusieron en ella, seguiría siendo un menjunje de cosas inidentificables que sólo el ser humano instruido podría comprender.