DEPARTAMENTO DE PREPARATORIA AGRÍCOLA ÁREA DE CIENCIAS SOCIALES ACADEMIA DE ECONOMÍA
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA DEL CURSO “PROBLEMAS SOCIOECONÓMICOS DE MÉXICO”
COMPILACIÓN DE BIBLIOGRAFÍA: Luz María Hermoso Santamaría Rosa Isabel Norman Quintero Ma. Elena Rojas Herrera Marco A. Rocha Sánchez Fermín Jaimes Albíter Luis Llanos Hernández Luis Espejo González REGISTRO ELECTRÓNICO Maricruz Rodríguez Herrera
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Para comprender los problemas socioeconómicos y ambientales más relevantes que hoy en día aquejan a nuestro país, así como los retos y oportunidades que implica el desarrollo sustentable como modelo alternativo de desarrollo, es imprescindible conocer las relaciones entre Población, Economía y Medio Ambiente. Atentamente Academia de Economía
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ÍNDICE
Presentación del Programa del Curso “Problemas Socioeconómicos de México”…3 Objetivos Generales…………………………………………….………………………4 Acreditación…………………………………………………………………………….5 Unidad I. La Relación Hombre-Naturaleza y la Economía…………………...…..... 6
Unidad II. Generalidades sobre la Ciencia Económica……………..………………41
Unidad III. Sistemas Económicos Contemporáneos………………………………119 Unidad IV. Estructura Económica de México…………………….……………….170 Unidad V. Sustentabilidad en México……………………………..………………..213 Bibliografía………………………………………………………….………………. 296
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PRESENTACIÓN DEL PROGRAMA DEL CURSO "PROBLEMAS SOCIOECONÓMICOS DE MÉXICO"
Las características políticas, económicas, sociales y culturales que presenta la sociedad mexicana a fines del siglo XX, han sido conformadas a través de su desarrollo histórico, en tal medida que modernidad, democracia, sustentabilidad, justicia social, desarrollo económico y crisis económica son conceptos relevantes para analizar las condiciones que permitan acceder a una sociedad más equitativa y que al mismo tiempo, se beneficie de los aumentos de productividad derivados de la modernización económica. De acuerdo a lo anterior, el presente curso tiene como objetivo analizar los aspectos más significativos de la población, la economía y el medio ambiente con objeto de caracterizar cuantitativa y cualitativamente, los principales problemas socioeconómicos de México, enfatizando aquellos que tengan mayor relación con el Proceso de Producción Agrícola que se da en nuestro país, lo que permitirá vislumbrar las perspectivas del país en los próximos 25 años.
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OBJETIVOS GENERALES
1. Conocer el campo de estudio de la Economía, su método de estudio, y la importancia de esta ciencia en el desarrollo de la sociedad. 2. Analizar los principales conceptos, principios, teorías, leyes y modelos económicos, que sirven para explicar simplificadamente la realidad económica para poder investigarla científicamente. 3. Comprender la estructura de la Economía Mexicana, identificando las características más relevantes del Modelo Económico vigente y las posibilidades que éste aporta para que México logre un Desarrollo Económico Sustentabilidad.. 4. Describir las relaciones entre Población, Economía y Medio Ambiente, para comprender los problemas socioeconómicos y ambientales más relevantes de nuestro país, así como los retos y oportunidades qua implica el desarrollo sustentable como modelo alternativo de desarrollo.
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ACREDITACIÓN
La forma de acreditación del curso dependerá de la orientación y criterios que los profesores consideren pertinentes, pero tendrá como base los siguientes aspectos: a) Dos o tres exámenes parciales (60%) b) Controles de lectura y resúmenes (20%) c) Problemarios y cuadros-rerumen (10%) d) Trabajo de investigación por equipo (10%)
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CONTENIDO: UNIDAD I. LA RELACIÓN HOMBRE-NATURALEZA Y LA ECONOMÍA (4.5 hrs) Objetivo: Reconocer que desde sus inicios, el hombre ha enfrentado a la napuraleza y que en la actualidad debe seguir relacionado a ella armónicamente. 1.1. Relación hombre-naturaleza. 1.2. El papel del trabajo en la relación naturaleza-sociedad (aparición de la tecnología). 1.3. La división social del trabajo y los inicios de la Economía (especialización, excedentes e intercambio). 1.4. El necesario equilibrio en la relación hombre-naturaleza. UNIDAD II. GENERALIDADES SOBRE LA CIENCIA ECONÓMICA (9.0 hrs) Objetivo: Examinar cuál es al campo y método da estudio de la Economía, identificando los problemas fundamentales que trata de resolver y de qué manera lo hace. 2.1. Definición, objetivo y metodología de la Economía. 2.2. La Economía y sus principales divisiones. 2.3. Producción, escasez, costo de oportunidad y frontera `e posibilidades de producción. 2.4. Los problemas económicos fundamentales (Problema Económico). UNIDAD III. SISTAMAS ECONÓMICOS CONTEMPORÁNEOS (15.0) Objetivo: Reconocer los elementos que integran un sistema económico y analizar las principales características de los sistemas vigentes, así como la participación del Estado en cada uno de ellos. 3.1. Estructura de los sistemas económicos. 3.2. El flujo circular en la economía y la división social del trabajo. 3.3. Economía de mercado. 3.3.1. Demanda, oferta y determinación de precios. 3.3.2. Funciones de los precios. 3.4. Economía centralizada. 3.4.1. La crítica socialista: mercancía, plusvalía, ganancia, eliminación de la propiedad privada de los medios de producción. 3.4.2. Planificación integral (global). 3.4.3. Países que subsisten con el sistema socialista. 3.5. Participación del Estado en la economía. UNIDAD IV. ESTRUCTURA ECONÓMICA DE MÉXICO (9.0 hrs) Objetivo: Identificar cómo está integrada la estructura económica de México, reconociendo la relación existente entre población y producción nacional. 4.1. Recursos o factores de la producción en la Economía Mexicana. 4.2. Población. 4.2.1. Estructura y dinámica. 4.2.2. Composición. 4.2.3. Indicadores `democráticos. 4.3. El producto de la actividad económica. 4.3.1. Sectores, Divisiones y Ramas Productivas que instauran la Economía Nacional 4.3.2. Producto Interno Bruto (PIB). 4.3.3. PIE nominal y PIE real. 4.3.4. El PIE por sectores de la actividad económica. 4.4. Distribución de la riqueza generada (PIA per cápita).
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UNIDAD V. SUSTENTABILIDAD EN MÉXICO (10.5 hrs) Objetivo: Comprender las principales relaciones entre economía y medio ambiente, describiendo a partir de ello, los problemas ambientales de México, así como los retos y oportunidades que implica el desarrollo sustentable como forma alternativa de desarrollo. 5.1. Economía y medio ambiente. 5.1. 1 Crecimiento y desarrollo económico. 5.1.2 Sustentabilidad y desarrollo. 5.2. La contabilidad económica y ecológica de México. 5.2.1 El Producto Interno Bruto y los costos ambientales. 5.2.2 El Producto Interno Neto Ecológico. 5.3. El desarrollo sustentable. 5.3.1 Conceptos básicos. 5.3.2 ¿Cómo lograrlo? 5.3.3 Factores que lo condicionan.
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UNIDAD I. LA RELACIÓN HOMBRE-NATURALEZA Y LA ECONOMÍA
Autor: Miguel Ángel Gallo y Roberto Salgueiro. Obra: Introducción a las Ciencias Sociales I Tema: “El Hombre y la Naturaleza” Páginas: 23-31 LA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD SUBTEMA 1.l.1. EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA RELACION NTURALEZA SOCIEDAD TOPICOS RELÁCION HOMBRE-NATURALEZA EL TRABAJO DEL HOMBRE COMO MEDIO PARA SATISFACER SUS NECESIDADES TRANSFORMACION DE LA NATURALEZA DIVISION SOCIAL DELTRABAJO INFLUENCIA DEL MEDIO EN LA SOCIEDAD Objetivos: El alumno conocerá la relación hombre-naturaleza como fundamento de la sociedad, y la cultura producto de ella. Conocerá la relación entre el hombre y la naturaleza con base en el papel del trabajo y su organización para la producción. Describirá el trabajo como el proceso mediante el cual el hombre transforma a la naturaleza para satisfacer sus necesidades. Hemos visto ya en la introducción algunas diferencias entre la naturaleza y la, sociedad, y cómo, siendo realidades diferentes precisan diversos enfoques para su estudio. Partiendo de esta idea conviene tomar en cuenta los siguientes tres aspectos en el análisis de la sociedad: EL hombre forma parte de la naturaleza, en tanto que es un ser con vida y necesidades materiales. El hombre se relaciona con la naturaleza y esta relación adquiere diversas características y modalidades según el tipo de sociedad y el momento histórico. El hombre vive en sociedades que lo influyen, a su vez, éste influye en ellas. Las sociedades se sitúan en entornos físicos, naturales; en una palabra, geográficos y entran en relación dinámica con éstos. El medio geográfico determina en primera instancia los elementos primarios del tipo de sociedad que en este entorno se asienta. Mientras más evolucionadas son las sociedades mayor será el dominio que éstas ejercen sobre la naturaleza. Para satisfacer sus necesidades el hombre realiza un trabajo entendido como la relación del hombre con la naturaleza. Toda sociedad es histórica y por ello mismo ésta sujeta a innumerables cambios cuya complejidad es mayor mientras más evolucionada se encuentre. Como la sociedad tiene diferentes aspectos que reflejan, entre otras cosas, diversas actividades hum5anas, las ciencias sociales se dedican al estudio de
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estas distintas facetas. Así por ejemplo, la Economía, la Sociología, la Política, la Historia, etc. El ser humano es producto de una compleja, larga y penosa evolución, si estamos de acuerdo con las tesis científicas. De una especie de antropoide, se fue derivando poco a poco este producto especial que fue apuntando en su lento proceso una serie de cambios físicos y mentales que lo llevaron, a final de cuentas. A convertirse en el animal más avanzado. Federico Engels, en un estudio, clásico, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, nos hace ver que gran parte de estos cambios se dieron gracias al trabajo y a la convivencia social: el hombre es producto del trabajo. Entre los cambios físicos más notables podemos destacar: Posición erecta, lo que implicó mayor desarrollo de los huesos femorales. Conformación craneal que alberga un cerebro proporcionalmente más grande. Desarrollo particular de las manos como un verdadero instrumento de instrumentos. Cambios en los órganos del habla. Conformación de la dentadura en forma de U, a diferencia de la posición en V de los primates inferiores. En estos procesos evolutivos, que tuvieron largos períodos de duración, estos antropoides se fueron influyendo unos a otros, en grupos y mediante el trabajo. En estas transformaciones se sucede el perfeccionamiento de la mano (con ello la toma paulatina de una posición erecta, el abandono de los árboles como hábitat, etc.). Al perfeccionarse las manos, vienen por consecuencia la elaboración de instrumentos de trabajo cada vez mejores, la diferenciación creciente de la dieta alimenticia mediante una mayor cantidad de ingestión de alimentos con proteínas animales, lo que provocó lógicamente el crecimiento del cerebro (con los consiguientes cambios en la cavidad craneal). A medida que estos homínidos, en franco proceso ascendente, van sufriendo estos cambios, su sociedad se vuelve más compleja, lo mismo que sus ideas. De ahí la necesidad de comunicación, que al principio seguramente se limitaba al intercambio de ruidos, gruñidos y señas que implicaban emociones elementales: miedo, gusto, alarma, etc. Poco a poco, él contenido a comunicar se fue haciendo más complejo, y por lo tanto fue apareciendo el lenguaje, por el que se comunican además ideas abstractas, concepciones del mundo. Consecuencia: el perfeccionamiento de los instrumentos anatómicos del habla y por lo mismo del idioma. Y a través del lenguaje se da la comunicación entre generaciones, hecho que los antropólogos consideran fundamental. Ralph Linton concibe así este aspecto cuando afirma: ''El lenguaje, como instrumento de comunicación, ha jugado el papel más importante en la constitución de la herencia social humana. Sin la transmisión fácil y exacta de ideas que hizo posible el lenguaje, la cultura nunca hubiera llegado a existir".a Trabajo-lenguaje-crecimiento cerebral traen aparejados el uso y la invención de nuevos instrumentos de trabajo, el cual se vuelve, cada vez más complejo y diverso: uso del fuego, caza, pesca, domesticación de animales, agricultura. Cada una de estas actividades implica nuevas invenciones, nuevas aplicaciones: alfarería, hilados v tejidos, armas, arco y flecha, trabajo de metales, etc. A partir de la agricultura y el pastoreo, que implican una verdadera revolución en tanto que provocan el paso del hombre nómada al sedentarismo, se dan ya las condiciones para un gran desarrollo cultural, apareciendo poco a poco el comercio, a
Linton, Ralph. Estudio del hombre. México. Editorial Fondo de Cultura Económica. 1970.
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nuevas divisiones del trabajo, los rudimentos de la ciencia, las religiones y las organizaciones políticas. El hombre entra ya por derecho propio, en los umbrales de la civilización. Relación hombre-naturaleza El hombre en sociedad está inmerso en la naturaleza en tanto ser vivo. Preciso es, entonces, referimos al espacio que lo rodea. Las relaciones entre los animales y el medio físico circundante son el objeto de estudio de una nueva ciencia llamada Ecología y a su vez las relaciones entre el ambiente natural y las sociedades produjeron una rama de aquella disciplina, llamada Ecología Humana. El ser humano, decíamos, está inserto en el medio ambiente, que a su vez se integra con la correlación estrecha de dos elementos: el llamado "Hábitat" (naturaleza), y el medio Socio Cultural. En este orden de ideas podríamos definir al medio ambiente como aquel conjunto de condiciones en que se inserta el hombre en una relación dialéctica, y que se forman del contorno natural y sociocultural. Marx definió al hombre como “ser natural”, lo que para Jorge Juanes implica los siguientes puntos: 1) Indicar que el hombre es, antes que nada, ser material, corpóreo, que participa de los elementos constitutivos de la naturaleza viva: el instintivo o activo, el objetivo y paciente, el finito o relativo. La naturaleza no solo nos circunda, sino que nos constituye. 2) Si bien este hecho del hombre como “ser natural” acaso no alcance a definir lo propio del hombre (“lo humano”), si nos pone en aviso de construir una definición del hombre que ignore la naturaleza. 3) La mera existencia del hombre supone la condición de que para sobrevivir se mantengan las condiciones naturales a las que debe su propia vida: sol, oxígeno, agua, etc. 4) En cuanto el ser humano es un “ser natural” o sea, objetivo, finito, dependiente y relativo, tiene por campo único de sus manifestaciones vitales a objetos sensibles reales; tiene así que desear, percibir y apropiarse de objetos externos, materiales e integrar a la naturaleza como base o sistema material de sus necesidades. 5) La forma, "el metabolismo del hombre con la naturaleza; esto es, s relación estrecha, es precisamente el trabajo”.b El trabajo del hombre como medio para satisfacer sus necesidades Hasta aquí se ha afirmado que el hombre es un ser integrado a las leyes naturales. Y éstas se manifiestan como relaciones necesarias, precisas, ineludibles, muchas de las cuales se manifiestan en el ser humano bajo la forma de una serie de necesidades. ¿ ¿Cómo satisface el hombre sus necesidades? Mediante el desarrollo de alguna actividad física o mental; esto es, por medio del trabajo. Así pues por trabajo entendemos el proceso entre los hombres y la naturaleza, mediante el cual éstos, usando los instrumentos adecuados, y creados por ellos, modifican los objetos de la naturaleza para satisfacer sus necesidades. EL trabajo es la condición primera y fundamental de la existencia humana y tiene una doble condición: social e histórico. Al trabajar el hombre no precisamente se adecua a la naturaleza sino que pretende transformarla, es decir, humanizarla, adecuarla a su medida: cambia los cursos de los ríos, produce mediante hibridación nuevas especies animales y vegetales, etc. “Si esto es cierto, podemos afirmar que la relación práctica del hombre con la naturaleza por medio del trabajo, da lugar a la transformación de la naturaleza como a la del hombre mismo. De la naturaleza, en tanto ésta pierde su figura originaria a favor de b
Ver: Juanes, Jorge. Historia y naturaleza en Marx y el Marxismo. México, Universidad Autónoma de Sinaloa. 1980.
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adoptar aquella querida por el hombre, esto es, a favor de cargarse de contenidos humanos. Del hombre, en tanto que éste supera su estatuto natural a favor de un humano".c Transformación de la Naturaleza A medida que el hombre, mediante el trabajo, conoce y domina a la naturaleza, puede transformarla. Es un intercambio cuyos factores son, por un lado el medio físico y por el otro el hombre y sus productos culturales, sobre todo científicos y tecnológicos. Así, .la vida humana se vuelve más “cómoda” y confortable de acuerdo a su mayor influencia sobre el medio físico, siempre y cuando no rompa ese famoso “equilibrio ecológico”. Cuando así sucede la naturaleza cobra venganza. El hombre ha sido capaz, como decíamos, de desviar y aprovechar el curso de los ríos, de secar pantanos, abrir túneles en las montañas, captar el agua de las lluvias, trasladar de un hábitat a otro numerosas especies animales y vegetales, etc. Pero también ha provocado fenómenos tales como la erosión, las inundaciones, la contaminación, la desaparición de especies completas amenazando incluso con la extinción total de la vida sobre el planeta con el poder nuclear. División social del trabajo El trabajo, corno concepto abstracto, es inútil en una primera instancia. Pero debemos avanzar en su conocimiento refiriéndonos ahora a la división del mismo. El diccionario define a la división del trabajo como la “Distribución y diferenciación de las tareas en cualquier sociedad entre aquellos que, de hecho, las cumplen".d La divisi6n del trabajo tiene un desarrollo histórico y va de acuerdo a la complejidad de las distintas sociedades: a mayor complejidad social, mayor distribución, división del trabajo. La primera división fue la natural. Esta es históricamente anterior a la división social y se estableció por el sexo y la edad desde los tiempos de la Comunidad Primitiva, incluso antes de que culminara la transformación del mono en hombre. Lógicamente por las características físicas se comprende se haya dedicado a las actividades que requerían de mayor riesgo y esfuerzo; caza, pesca, guerra, etc. De ahí que la mujer realizara labores relacionadas con la maternidad y la crianza, la preparación de alimentos, etc. Algo parecido sucedió con respecto a la edad, quedando a los niños y ancianos las labores menos difíciles aunque tomando muy en cuenta las opiniones de de los viejos verdaderos depositarios de la "memoria colectiva" de la tribu. Conforme la sociedad se desarrollaba mediante innovaciones técnicas que acarreaban distintos avances y nuevas actividades económicas, fueron apareciendo nuevas divisiones sociales de trabajo. Así, la primera división social del trabajo se dio entre tribus ganaderas y tribus agricultoras. Ello provocó los primeros intercambios, antecedentes del comercio propiamente dicho. La segunda división social del trabajo se manifestó con la separación de los artesanos del resto de cada grupo social. Esto no significa una separación física, simplemente el hecho de que estas personas ya no estaban obligadas a realizar una serie de actividades comunes a la tribu; por ejemplo, cazar, pescar, etc. El resto de la tribu se c
Idem. Patt Fairchild, Henry /Editor). Diccionario de Sociología. México, Editorial Fondo de Cultura Económica. 1980. d
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encargaba de resolver sus necesidades y ellos, a su vez, las de la tribu por medio de los productos que elaboraban. Al paso del tiempo se han seguido dando nuevas divisiones del trabajo. Es el caso, por ejemplo, de la aparición de las clases sociales como derivación de la propiedad privada. Así se desarrolla la división entre propietarios y desposeídos de los medios de producción; más adelante los comerciantes se forman como un grupo separado de los productores; o los sacerdotes que ya no se integran al trabajo productivo. Otro ejemplo es, en la época moderna, la gran división entre productores directos (obreros) y empleados de oficina (secretarias, contadores, administradores, etc. Influencia del medio en la sociedad Con anterioridad habíamos definido al medio natural o hábitat como el conjunto de condiciones naturales que rodean la vida cotidiana del hombre. Este medio se forma de condiciones climáticas, orográficas, territoriales, flora y fauna, etc. Tenemos en esta forma las sociedades insertas en un hábitat determinado, al cual se pueden adaptar o intentar su modificación. El hecho de que se conformen, se adapten o transformen depende de muchas circunstancias como las tradiciones, la tecnología y otras. Cuando se examina el punto sobre la relación entre el hábitat y las sociedades, se ha caído en dos extremos igualmente falsos. El primero, que podríamos llamar determinismo geográfico, pretende explicar a las sociedades e incluso su movimiento histórico en función únicamente del medio. El segundo se caracteriza por ignorar casi por completo las condiciones geográficas, dando énfasis a los aspectos puramente socio-históricos. A nuestro modo de ver la posición más correcta consiste en reconocer que el medio natural influye en las sociedades sin determinarlas completamente, pero también que éstas modifican, hasta cierto punto, el medio en que se insertan. CUESTIONARIO 1.- ¿Cuál es la importancia del hombre dentro de la naturaleza? 2.- ¿Qué es lo que determina en primera instancia el medio geográfico? 3.- Señala seis de las principales ciencias sociales. 4.- ¿De qué es producto el hombre? 5.- ¿En qué consiste el medio socio cultural? 6.- ¿Qué es el medio ambiente? 7.- ¿Qué papel juega el trabajo en la transformación de la sociedad? 8.- ¿De qué manera y para qué el hombre transforma la naturaleza? 9.- Señala las dos principales etapas de la división del trabajo. 10.- ¿Cómo influye el medio en la sociedad?
Autor: Friedrich Engels 13
Obra: El papel del Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre. Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún lugar de la zona tropical - quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las profundidades del Océano Indico- una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas. Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezaron a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre. Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos, como un cojo que camina con muletas. En general, aún hoy podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos ésta última ha pasado de ser un recurso circunstancial. Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos. Como hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con las manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.
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Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que puede presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del período de transición. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en generación. Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él. Únicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini. Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era únicamente un miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dos aspectos. Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó de la correlación del crecimiento. Según ésta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres orgánicos siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras. Así, todos los animales que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera vértebra por medio de dos cóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias para la alimentación de sus crías. Así también, la pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada por regla general a la presencia de un estómago multilocular adaptado a la rumia. Las modificaciones experimentadas por ciertas formas provocan cambios en la forma de otras partes del organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal conexión. Los gatos totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre sordos. El perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación concomitante de los pies a la marcha en posición erecta repercutieron indudablemente, en virtud de dicha correlación, sobre otras partes del organismo. Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiada que aquí no podemos más que señalarla en términos generales. Mucho más importante es la reacción directa -posible de demostrar- del desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como ya hemos dicho, nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas; evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados. Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir
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forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro. La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo poco que los animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los unos a los otros puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada. Ningún animal en estado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablar o de comprender el lenguaje humano. Pero la situación cambia por completo cuando el animal ha sido domesticado por el hombre. El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y en el caballo un oído tan sensible al lenguaje articulado, que estos animales pueden, dentro del marco de sus representaciones, llegar a comprender cualquier idioma. Además, pueden llegar a adquirir sentimientos desconocidos antes por ellos, como son el apego al hombre, el sentimiento de gratitud, etc. Quien conozca bien a estos animales, difícilmente podrá escapar a la convicción de que, en muchos casos, ésta incapacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como un defecto. Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallan demasiado especializados en determinada dirección. Sin embargo, cuando existe un órgano apropiado, ésta incapacidad puede ser superada dentro de ciertos límites. Los órganos bucales de las aves se distinguen en forma radical de los del hombre, y, sin embargo, las aves son los únicos animales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro, es la que mejor habla. Y no importa que se nos objete diciéndonos que el loro no entiende lo que dice. Claro está que por el solo gusto de hablar y por sociabilidad con los hombres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo su vocabulario. Pero, dentro del marco de sus representaciones, puede también llegar a comprender lo que dice. Enseñad a un loro a decir palabrotas, de modo que llegue a tener una idea de su significación (una de las distracciones favoritas de los marineros que regresan de las zonas cálidas), y veréis muy pronto que en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas con la misma corrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la petición de golosinas. Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección. Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos. De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo. El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su
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desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad. Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años -que en la historia de la Tierra tienen menos importancia que un segundo en la vida de un hombre*- antes de que la sociedad humana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban por los árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió. ¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La manada de monos se contentaba con devorar los alimentos de un área que determinaban las condiciones geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un lugar a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de alimentación: pero era incapaz de extraer de estas zonas más de lo que la naturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la manada, al abonar el suelo con sus excrementos. Cuando fueron ocupadas todas las zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimiento de la población simiesca fue ya imposible; en el mejor de los casos el número de sus animales podía mantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias. A diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra montés que habría de proporcionarle cabritos al año siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes de que puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país. Esta «explotación rapaz» llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel en la transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que no son los habituales para ellas, con lo que cambia la composición química de su sangre y se modifica poco a poco toda la constitución física del animal; las especies ya plasmadas desaparecen. No cabe duda de que ésta explotación rapaz contribuyó en alto grado a la humanización de nuestros antepasados, pues amplió el número de plantas y las partes de éstas utilizadas en la alimentación por aquella raza de monos que superaba con ventaja a todas las demás en inteligencia y en capacidad de adaptación. En una palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al organismo nuevas y nuevas substancias, con lo que fueron creadas las condiciones químicas para la transformación de estos monos en seres humanos. Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido de la palabra. El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos. ¿Y qué son los instrumentos más antiguos, si juzgamos por los restos que nos han llegado del hombre prehistórico, por el género de vida de los pueblos más antiguos que registra la historia, así como por el de los salvajes actuales más primitivos? Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como armas. Pero la caza y la pesca suponen el tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso de suma importancia en la transformación del mono en hombre. El consumo de carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más esenciales para su metabolismo. Con ello acortó el proceso de la digestión y otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida propiamente animal. Y cuanto más se alejaba el *
Sir William Thomson, autoridad de primer orden en la materia calculó que ha debido transcurrir poco más de cien millones de años desde el momento en que la Tierra se enfrió lo suficiente para que en ella pudieran vivir las plantas y los animales. (Nota de Engels)
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hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba sobre los animales. De la misma manera que el hábito a la alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en servidores del hombre, así también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal contribuyó poderosamente a dar fuerza física e independencia al hombre en formación. Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidad que antes las substancias necesarias para su alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido de generación en generación. Debemos reconocer -y perdonen los señores vegetarianos- que no ha sido sin el consumo de la carne como el hombre ha llegado a ser hombre; y el hecho de que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos conocidos, el empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún en el siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar a sus progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la menor importancia. El consumo de carne en la alimentación significó dos nuevos avances de importancia decisiva: el uso del fuego y la domesticación de animales. El primero redujo aún más el proceso de la digestión, ya que permitía llevar a la boca comida, como si dijéramos, medio digerida; el segundo multiplicó las reservas de carne, pues ahora, a la par con la caza, proporcionaba una nueva fuente para obtenerla en forma más regular. La domesticación de animales también proporcionó, con la leche y sus derivados, un nuevo alimento, que en cuanto a composición era por lo menos del mismo valor que la carne. Así, pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente para el hombre en nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a examinar en detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que hayan podido tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen nos apartaría demasiado de nuestro tema. El hombre, que había aprendido a comer todo lo comestible, aprendió también, de la misma manera, a vivir en cualquier clima. Se extendió por toda la superficie habitable de la Tierra siendo el único animal capaz de hacerlo por propia iniciativa. Los demás animales que se han adaptado a todos los climas -los animales domésticos y los insectos parásitos- no lo lograron por sí solos, sino únicamente siguiendo al hombre. Y el paso del clima uniformemente cálido de la patria original, a zonas más frías donde el año se dividía en verano e invierno, creó nuevas necesidades, al obligar al hombre a buscar habitación y a cubrir su cuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Así surgieron nuevas esferas de trabajo y, con ellas, nuevas actividades que fueron apartando más y más al hombre de los animales. Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los hombres fueron aprendiendo a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada vez más elevados. El trabajo mismo se diversificaba y perfeccionaba de generación en generación extendiéndose cada vez a nuevas actividades. A la caza y a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y más tarde el hilado y el tejido, el trabajo de los metales, la alfarería y la navegación. Al lado del comercio y de los oficios aparecieron, finalmente, las artes y las ciencias; de las tribus salieron las naciones y los Estados. Se desarrollaron el Derecho y la Política, y con ellos el reflejo fantástico de las cosas humanas en la mente del hombre: la religión. Frente a todas estas creaciones, que se manifestaban en primer término como productos del cerebro y parecían dominar las sociedades humanas, las producciones más modestas, fruto del trabajo de la mano, quedaron relegadas a segundo plano, tanto más cuanto que en una fase muy temprana del desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo
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proyectado por ella. El rápido progreso de la civilización fue atribuido exclusivamente a la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro. Los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas). Así fue cómo, con el transcurso del tiempo, surgió esa concepción idealista del mundo que ha dominado el cerebro de los hombres, sobre todo desde la desaparición del mundo antiguo, y que todavía lo sigue dominando hasta el punto de que incluso los naturalistas de la escuela darviniana más allegados al materialismo son aún incapaces de formarse una idea clara acerca del origen del hombre, pues esa misma influencia idealista les impide ver el papel desempeñado aquí por el trabajo. Los animales, como ya hemos indicado de pasada, también modifican con su actividad la naturaleza exterior, aunque no en el mismo grado que el hombre; y estas modificaciones provocadas por ellos en el medio ambiente repercuten, como hemos visto, en sus originadores, modificándolos a su vez. En la naturaleza nada ocurre en forma aislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influenciado por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y de ésta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con claridad las cosas más simples. Ya hemos visto cómo las cabras han impedido la repoblación de los bosques en Grecia; en Santa Elena, las cabras y los cerdos desembarcados por los primeros navegantes llegados a la isla exterminaron casi por completo la vegetación allí existente, con lo que prepararon el suelo para que pudieran multiplicarse las plantas llevadas más tarde por otros navegantes y colonizadores. Pero la influencia duradera de los animales sobre la naturaleza que los rodea es completamente involuntaria y constituye, por lo que a los animales se refiere, un hecho accidental. Pero cuanto más se alejan los hombres de los animales, más adquiere su influencia sobre la naturaleza el carácter de una acción intencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivos proyectados de antemano. Los animales destrozan la vegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la vid, conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo sembrado por ellos. El hombre traslada de un país a otro plantas útiles y animales domésticos modificando así la flora y la fauna de continentes enteros. Más aún; las plantas y los animales, cultivadas aquéllas y criados éstos en condiciones artificiales, sufren tales modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre que se vuelven irreconocibles. Hasta hoy día no han sido hallados aún los antepasados silvestres de nuestros cultivos cerealistas. Aún no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el animal que ha dado origen a nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las actuales razas de caballos, también tan numerosas. Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos la intención de negar a los animales la facultad de actuar en forma planificada, de un modo premeditado. Por el contrario, la acción planificada existe en germen dondequiera que el protoplasma -la albúmina viva- exista y reaccione, es decir, realice determinados movimientos, aunque sean los más simples, en respuesta a determinados estímulos del exterior. Esta reacción se produce, no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula de ninguna clase. El acto mediante el cual las plantas insectívoras se apoderan de su presa, aparece también, hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque se realice de un modo totalmente inconsciente. La facultad de realizar actos conscientes y premeditados se desarrolla en los animales en correspondencia con el desarrollo del sistema nervioso, y adquiere ya en los mamíferos un nivel bastante elevado. Durante la caza inglesa de la zorra puede observarse siempre la infalibilidad con que la zorra utiliza
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su perfecto conocimiento del lugar para ocultarse a sus perseguidores, y lo bien que conoce y sabe aprovechar todas las ventajas del terreno para despistarlos. Entre nuestros animales domésticos, que han llegado a un grado más alto de desarrollo gracias a su convivencia con el hombre, pueden observarse a diario actos de astucia, equiparables a los de los niños, pues lo mismo que el desarrollo del embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de toda la historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros antepasados del reino animal, a partir del gusano, así también el desarrollo mental del niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos. Pero ni un solo acto planificado de ningún animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello de su voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo. Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo.e Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras. Los italianos de los Alpes, que talaron en las laderas meridionales los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas septentrionales, no tenía idea de que con ello destruían las raíces de la industria lechera en su región; y mucho menos podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte del año sin agua sus fuentes de montaña, con lo que les permitían, al llegar el período de las lluvias, vomitar con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie. Los que difundieron el cultivo de la patata en Europa no sabían que con este tubérculo farináceo difundían a la vez la escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente. En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza y a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de nuestra intromisión en el curso natural de su desarrollo. Sobre todo después de los grandes progresos logrados en este siglo por las Ciencias Naturales, nos hallamos en condiciones de prever, y, por tanto, de controlar cada vez mejor las remotas consecuencias naturales de nuestros actos en la producción, por lo menos de los más corrientes. Y cuanto más sea esto una realidad, más sentirán y comprenderán los hombres su unidad con la naturaleza, y más inconcebible será esa idea absurda y antinatural de la antítesis entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma e
Acotación al margen: «Ennoblecimiento».
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y el cuerpo, idea que empieza a difundirse por Europa a raíz de la decadencia de la antigüedad clásica y que adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo. Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en cierto grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos dirigidos a la producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas consecuencias sociales de esos mismos actos. Ya hemos hablado más arriba de la patata y de sus consecuencias en cuanto a la difusión de la escrofulosis: Pero, ¿qué importancia puede tener la escrofulosis comparada con los efectos que sobre las condiciones de vida de las masas del pueblo de países enteros ha tenido la reducción de la dieta de los trabajadores a simples patatas, con el hambre que se extendió en 1847 por Irlanda a consecuencia de una enfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba a un millón de irlandeses que se alimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas y obligó a emigrar allende el océano a otros dos millones? Cuando los árabes aprendieron a destilar el alcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habían creado una de las armas principales con que habría de ser exterminada la población indígena del continente americano, aún desconocido, en aquel entonces. Y cuando Colón descubrió más tarde América, no sabía que a la vez daba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde hacía mucho tiempo en Europa, y sentaba las bases de la trata de negros. Los hombres que en los siglos XVII y XVIII trabajaron para crear la máquina de vapor, no sospechaban que estaban creando un instrumento que habría de subvertir, más que ningún otro, las condiciones sociales en todo el mundo, y que, sobre todo en Europa, al concentrar la riqueza en manos de una minoría y al privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la población, habría de proporcionar primero el dominio social y político a la burguesía y provocar después la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, lucha que sólo puede terminar con el derrocamiento de la burguesía y la abolición de todos los antagonismos de clase. Pero también aquí, aprovechando una experiencia larga, y a veces cruel, confrontando y analizando los materiales proporcionados por la historia, vamos aprendiendo poco a poco a conocer las consecuencias sociales indirectas y más remotas de nuestros actos en la producción, lo que nos permite extender también a estas consecuencias nuestro dominio y nuestro control. Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente. Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. La primitiva propiedad comunal de la tierra correspondía, por un lado, a un estado de desarrollo de los hombres en el que el horizonte de éstos quedaba limitado, por lo general, a las cosas más inmediatas, y presuponía, por otro lado, cierto excedente de tierras libres, que ofrecía cierto margen para neutralizar los posibles resultados adversos de ésta economía positiva. Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la decadencia de la propiedad comunal. Todas las formas más elevadas de producción que vinieron después condujeron a la división de la población en clases diferentes y, por tanto, al antagonismo entre las clases dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los intereses de las clases dominantes se convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de los oprimidos. Donde esto halla su expresión más acabada es en el modo de producción capitalista que prevalece hoy en la Europa Occidental. Los capitalistas individuales, que dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la
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utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad -por cuanto se trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada- pasa por completo a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta. * * * La ciencia social de la burguesía, la Economía Política clásica, sólo se ocupa preferentemente de aquellas consecuencias sociales que constituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por los hombres en la producción y el cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya expresión teórica es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas aislados producen o cambian con el único fin de obtener beneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos en cuenta, primeramente, los resultados más próximos y más inmediatos. Cuando un industrial o un comerciante vende la mercancía producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Igual ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas acciones. Cuando en Cuba los plantadores españoles quemaban los bosques en las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡poco les importaba que las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo, privada de la protección de los árboles, y no dejasen tras sí más que rocas desnudas! Con el actual modo de producción, y por lo que respecta tanto a las consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de los actos realizados por los hombres, lo que interesa preferentemente son sólo los primeros resultados, los más palpables. Y luego hasta se manifiesta extrañeza de que las consecuencias remotas de las acciones que perseguían esos fines resulten ser muy distintas y, en la mayoría de los casos, hasta diametralmente opuestas; de que la armonía entre la oferta y la demanda se convierta en su antípoda, como nos lo demuestra el curso de cada uno de esos ciclos industriales de diez años, y como han podido convencerse de ello los que con el «crac» han vivido en Alemania un pequeño preludio; de que la propiedad privada basada en el trabajo de uno mismo se convierta necesariamente, al desarrollarse, en la desposesión de los trabajadores de toda propiedad, mientras toda la riqueza se concentra más y más en manos de los que no trabajan; de que [...]. ***
Escrito por Engels en 1876 Publicado por primera vez en la Revista Die Neue Zeit, Bd. 2, No. 44, 1895-1896.
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Se publica de acuerdo con el manuscrito. Traducido del Alemán.
Aquí se interrumpe el manuscrito. (Nota de la Edit.)
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Autor: José Paschoal Rossetti Obra: Introducción a la Economía Tema: “La división del Trabajo y lo Flujos Real y Monetario” Paginas: 151-152
SUBCAPITULO 8.3 LA DIVISION DEL TRABAJO Y LOS FLUJOS REAL Y MONETARIO Los flujos que acabamos de describir y que explican la interrelación entre los diferentes elementos que componen el cuadro de la actividad económica están directamente relacionados con la especialización y la diferenciación de las funciones individuales. Originados en la necesidad de una mayor eficiencia, ellos explican, básicamente, la sistemática división del trabajo. A pesar de haber sido practicada en gran escala sólo después de la Revolución Industrial del siglo XVIII, esta sistemática división del trabajo constituye una de las más antiguas conquistas del conocimiento económico de los pueblos. En todas las épocas de la historia universal, para darle una mayor eficiencia a la solución de sus problemas económicos fundamentales, las sociedades siempre recurrieron a los principios de la especialización. Incluso los pueblos primitivos no desconocían las ventajas de tal expediente. “Los (flacos) cazaban, los gordos pescaban y los expertos eran curanderos”, señala Samuelson jocosamente. Al pasar el tiempo, el recurso de la especialización se acentuó cada vez más. Poco a poco, fueron desapareciendo los antiguos sistemas de economías cerradas y autosuficientes. Paulatinamente, las técnicas rudimentarias cedieron lugar a la tecnología avanzada de producción, hasta que la fuerza de trabajo de los sistemas económicos pasó a integrarse por responsables de un sinnúmero de tareas altamente especializadas e interdependientes. Hoy, cada día que pasa, el universo de las unidades de producción se enriquece con el surgimiento de nuevas empresas, que proveen al mercado de bienes y servicios de un creciente y diversificado volumen de producción. Basados en la división del trabajo, los sistemas económicos contemporáneos integran complejas redes de actividad. En la desorientadora realidad económica del mundo en que vivimos, cada unidad familiar se dedica a una insignificante parte de la actividad productiva. Cada uno de nosotros forma una pequeña parte del todo y recibe una remuneración teóricamente compatible con la importancia de la actividad desarrollada. El estibador de Santos, el metalúrgico de Volta Redonda, el ganadero de Campo Grande y el citricultor de la Araraquarense desempeñan tareas aparentemente aisladas pero se que integran y se complementan en el cuadro general de la actividad económica interna. Uno depende del otro, y cada cual, al desarrollar su tarea, adquiere junto a la sociedad el derecho de disfrutar de cierta proporción de la producción global. Ese derecho, como vimos, se caracteriza por la remuneración recibida. Y con ésta cada cual adquiere los bienes y servicios finalmente disponibles en el mercado. El funcionamiento de ese mecanismo no choca con presupuestos político-ideológicos. Dicho mecanismo constituye –universalmente- una de las principales armas para la lucha contra la escasez y para la solución de las cuestiones económicas fundamentales. Tanto en las economías de libre empresa capitalista, como en las socialistas, el esfuerzo colectivo está basado en la especialización de las funciones individuales. Aquí, como allá, las unidades familiares y de producción se
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intercomplementan a través de los flujos fundamentales de la producción y de la renta, formando indescriptibles sucesiones de operaciones económicas interdependientes. Esas operaciones son posibles por la utilización de la moneda y son orientadas por el sistema de precios. La moneda hace posible el sistema de cambios, así como la denominación común de los valores de los bienes y servicios producidos. A través del sistema de precios se orientan las actividades de la producción, determinándose no solo las cantidades posibles que deben ser producidas de cada uno de los bienes y servicios sino también cuáles son efectivamente deseados por la sociedad. Asimismo el sistema de precios es el que orienta a las empresas en la solución de las cuestiones tecnológicas, indicando, también, la manera en que debe ser repartido el producto global realizado por los agentes de la actividad económica. Para comprender mejor estos conceptos fundamentales, examinaremos lo concerniente a la formación del sistema de cambios y al surgimiento de la moneda, así como su evolución y su función en las modernas economías. Con esto, ingresaremos al terreno de la oferta y de la demanda, para estudiar la formación, el equilibrio, los movimientos y las funciones de los precios en los sistemas económicos.
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Autor: Diego Azqueta Oyarzun Obra: Introducción a la Economía Ambiental Tema: “Los problemas Ambientales” Páginas: 1-20 CAPÍTULO UNO LOS PROBLEMAS AMBIENTALES Los problemas ambientales constituyen el objeto de estudio del presente libro. Sin embargo, siendo éste un texto de economía, y economista quien lo escribe, no puede aspirar a presentar una información exhaustiva y completa de los mismos, ni siquiera como primera aproximación al tema: para ello están los manuales e informes especializados. Lo que sí interesa, desde la perspectiva de la economía ambiental, es caracterizar los problemas más relevantes en este ámbito, en función de una serie de variables que tienen una incidencia clara sobre la aplicabilidad de las herramientas del análisis económico a una mejor gestión de los mismos. Con este propósito en mente, el presente capítulo está estructurado como sigue. En primer lugar, se recuerda el inventario de los que están considerados como los principales problemas ambientales a los que se enfrenta la humanidad en la actualidad. Se añadirá, en su caso, el tipo de instrumentos normativos (convenios, protocolos, conferencias, etc.), que se han ido discutiendo y aprobando, para proveer a los distintos agentes involucrados en resolverlos, de un marco normativo supranacional en el que abordar su solución. Esta primera fotografía de los problemas se disecciona, en un segundo epígrafe, para introducir en ella una taxonomía que tome en cuenta la diversidad y el número de actores afectados, tanto desde el punto de vista de la génesis de los problemas, como de las consecuencias de los mismos. A continuación, se contemplan algunas características diferenciales de los distintos problemas ambientales, en función de las particularidades de las fuentes que los originan, su distribución en el espacio, su permanencia en el tiempo y la reversibilidad de sus impactos. El tercer epígrafe llama la atención sobre la conveniencia de contar con la información que los datos existentes proporcionan sobre la evolución de estos problemas, y su relación con algunas de las variables macroeconómicas más significativas. El establecimiento de algunas relaciones de dependencia recíproca entre la evolución de las variables ambientales y las económicas, fundamentalmente la renta per cápita, permitiría distinguir, en una primera aproximación, los problemas ambientales ligados a la pobreza y el subdesarrollo, de aquellos que caracterizan a las llamadas, empleando la expresión de Kenneth Galbraith, «sociedades opulentas». Como será habitual a lo largo del libro, el capítulo se cerrará con un resumen y una nota para consultas adicionales. 1.1. PRINCIPALES PROBLEMAS AMBIENTALES: A MODO DE INVENTARIO Como se apuntaba un poco más arriba, los principales problemas ambientales, si bien constituyen la materia prima sobre la que se pretende aplicar el razonamiento propio del análisis económico, no son el objeto de estudio del economista como tal, por lo que este epígrafe no puede sino presentados a grandes rasgos, de una forma sencilla e intuitiva (y seguramente con errores), siguiendo alguno de los textos especializados que se ocupan de ello. Teniendo en cuenta que la sociedad ya ha abordado, en mayor o menor medida, la resolución de algunos de estos problemas, se mencionará, en su caso, el marco institucional internacional dentro del cual se pretende encontrar la misma. 25
En la línea apuntada, una reciente publicación institucional, al hacer el diagnóstico de la situación del medio ambiente en el mundo, presentaba el siguiente catálogo de problemas ambientales (PNUMA, 2000): 1.1.1. El cambio climático y el «efecto invernadero» El mecanismo que regula la temperatura de la Tierra es, muy simplificadamente, el siguiente: una parte de la radiación solar que recibe y absorbe el planeta se remite a la atmósfera en longitudes de onda infrarrojas. Esta radiación es reflejada por las nubes y los gases de invernadero (GEl: GHG en sus siglas inglesas)f y devuelta a la Tierra, lo que permite que su temperatura promedio sea aproximadamente 35 grados superior a la que 'existiría en ausencia de este fenómeno (Hernández, 1999). El problema aparece cuando, por efecto de la acción de los seres humanos, aumenta la concentración de algunos de estos gases, y el fenómeno apuntado se refuerza, elevando la temperatura promedio de la Tierra. El cambio climático en general, y el calentamiento global en particular, se encuentra entre los problemas ambientales más serios con los que se enfrenta la humanidad. El Panel intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) hace tiempo que llegó a la conclusión de que «hay una clara influencia humana sobre el clima mundial» (PNUD, 2000, página 25). De hecho podría afirmarse que existe un consenso generalizado con respecto a dos puntos: que las emisiones antrópicas de GEl están generando cambios evidentes en la composición química de la atmósfera, y que dichos cambios en la composición química de la atmósfera están provocando un calentamiento de la biosfera. Los efectos más relevantes de este calentamiento atmosférico podrían resumirse como sigue:
Un aumento en el nivel medio del mar, «que obligará a desplazarse a millones de personas que habitan en zonas bajas en los deltas de los ríos, y que posible mente llevará a la desaparición de cierto número de pequeños Estados insulares» (id.).
Una producción agrícola mayor en las altas latitudes de los hemisferios septentional y meridional, pero una reducción de la producción en los trópicos.
Un eventual incremento en la biomasa forestal, contrarrestado por una mayor vulnerabilidad a plagas, y una mayor frecuencia de incendios.
En cuanto al ciclo hídrico en general, el aumento de la temperatura puede alterar el régimen de corrientes y los niveles de agua en lagos, ríos y zonas pantanosas, intensificando y agravando las consecuencias de inundaciones y sequías.
La expansión de las zonas calientes puede aumentar y ampliar la acción de poblaciones de mosquitos y de otros insectos, aumentando la incidencia de la malaria (que podría reaparecer en Europa), y de otras enfermedades transmitidas por estos vectores.
f «Los principales gases con efecto invernadero son: vapor de agua. dióxido de carbono (CO,), metano (CH,), ozono (03), óxido nitroso (N,O), clorofluorocarbonos (CFC-] 1 Y 12) Y halones. De todos estos gases es el CO, el que se encuentra en mayor proporción en la atmósfera, pero como su efectividad en la captura de la radiación no es muy elevada, se estima que sólo interviene en la mitad del calentamiento total. Los gases de mayor efectividad son los CFC cuyas moléculas tienen una capacidad para absorber la radiación infrarroja siete mil veces superior a la del CO,» (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 29).
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Con respecto a los intentos de solución de este problema, vale la pena señalar que en 1979 se celebró la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima, yen 1988 .el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), junto con la Organización Mundial de Meteorología (OMM) y el Consejo Internacional de Uniones Científicas (ICSU) pusieron en marcha el ya' mencionado Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Los primeros resultados de sus trabajos, aparecieron dos años más tarde, en 1990, año asimismo de la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima. De resultas de todo ello, en 1992, y en el marco de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro, se aprobó el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, firmado por 155 países, y que entró en vigor en 1994. En la Tercera Conferencia de las Partes del Convenio, se aprueba el conocido Protocolo de Kioto (1997), en el que se pretende abordar de manera ya decidida el problema del cambio climático, introduciendo una serie de objetivos cuantitativos. Las subsiguientes Conferencias de las Partes han tratado de arbitrar algún tipo de solución al problema, con escaso éxito hasta el momento. En el Capítulo 12 se analizarán con más detalle los aspectos principales del Protocolo. Desgraciadamente, la inercia del sistema climático lleva a que cualquier medida que se adopte en un momento determinado tarde bastantes años en traducirse en algún tipo de cambio. Si a ello se añade que los objetivos propuestos en el Protocolo de Kioto son más bien modestos, y están lejos de ser alcanzados, las perspectivas no pueden ser muy optimistas.g 1.1.2. El adelgazamiento de la capa de ozono La capa de ozono, situada a una altura que oscila entre los 20 y los 55 km de la superficie de la Tierra, actúa como una especie de escudo protector que absorbe una parte de las radiaciones ultravioletas procedentes del Sol. Sin embargo, a comienzos de los años ochenta del siglo pasado, se detectaron los primeros indicios de que esta capa protectora se estaba deteriorando. En septiembre de 1987, un informe de la NASA mostraba que había aparecido un agujero en dicha capa, del tamaño de los Estados Unidos, en el que se había perdido el 97 por 100 del ozono original (Ministerio de Medio Ambiente, 1996). El motivo aparente de esta pérdida de la capa de ozono era el incremento en la concentración de cloro en la atmósfera, producto de las emisiones de clorofluorocarbonos (CFC). Las consecuencias de este adelgazamiento, debido a la producción, consumo y posterior liberación de sustancias agotadoras del ozono (SAO), son de todos conocidas:
Un aumento en las radiaciones ultravioletas (UV-B) que, verosímilmente, provocará incrementos de la incidencia y gravedad de diversos efectos nocivos sobre la salud humana, en concreto sobre los ojos, el sistema inmunológico y la piel. El incremento en las radiaciones UV-B es probable que afecte,
g «Aunque se alcancen todos los objetivos convenidos en Kioto. serán insignificantes los efectos para los niveles de estabilización del dióxido de carbono en la atmósfera [ ... ]. Los modelos del ciclo del carbono indican que la estabilización inmediata de la concentración atmosférica de CO, a su nivel actual de unos 360 ppm sólo se puede conseguir si se reducen inmediatamente las emisiones en un 50 a 70 por 100 y se siguen reduciendo después» (PNUMA, 2000, página 26).
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asimismo, al equilibrio de distintos ecosistemas, al incidir sobre la competencia de las plantas superiores, el grado en que éstas son consumidas por los insectos y la susceptibilidad de las plantas a los elementos patógenos. Finalmente, la evidencia parece indicar que el adelgazamiento de la capa de ozono está relacionado con el proceso de cambio climático. Por un lado, debido a que la pérdida de ozono provoca un enfriamiento de la baja estratosfera. Por otro, porque el carbono es un elemento importante en la absorción de radiaciones UV.
Este segundo problema ambiental, sin embargo, y a diferencia del anterior, parece mejor encarrilado, quizá por la existencia de sustitutivos coste-eficientes para los CFC, y la elevada concentración de su producción. La notable reducción de las emisiones de SAO, debida fundamentalmente al éxito del Protocolo de Montreal de 1987 (que desarrollaba el previo Convenio de Viena de 1985), puede suponer que la capa de ozono recupere su nivel de 1980 en el año 2050h. Sin embargo, el hecho de que continúe la producción de algunos de estos productos en los países subdesarrollados (a pesar de las ayudas del Fondo Multilateral y del Fondo para el Medio Ambiente de Naciones Unidas dirigidas a facilitar su erradicación), unido al comercio ilegal de los mismos, así como al incremento en la producción de otros (halógenos) igualmente perjudiciales, hacen que no se pueda bajar todavía la guardia en este campo. 1.1.3. La alteración del ciclo del nitrógeno El tercer problema mencionado en el informe del PNUMA es el relativo a la carga de nitrógeno: «Entre los investigadores se está difundiendo un consenso en el sentido de que la escala de ruptura en el ciclo del nitrógeno puede tener consecuencias mundiales comparables a las que causó la ruptura del ciclo del carbono» (página xxi). La humanidad está fertilizando abusivamente el planeta mediante una agricultura intensiva, la quema de combustibles fósiles y el cultivo de leguminosas: esto hace que cantidades excesivas de nitrógeno se depositen en los ecosistemas terrestre y acuático i. Las consecuencias principales de esta ruptura del ciclo son:
El aumento de la cantidad de nitrógeno y de fósforo ha sido la causa de un crecimiento exuberante de plantas y algas en los hábitats de agua dulce (ríos y lagos), así como en las zonas costeras. Este proceso de eutrofización, que se traduce en una falta de oxígeno para otras especies, termina por afectar
h Una vez abordado el problema de controlar y reducir la producción y utilización de los CFC, la atención internacional se ha dirigido hacia productos como el bromuro de metilo, utilizado como pesticida. sobre todo en cultivos bajo plástico (fresa, tomate, pimiento, etc.). La IX Conferencia de las Partes del Protocolo de Montreal aprobó su eliminación por parte de los países desarrollados en 2005, y por parte de los países subdesarrollados diez años más tarde. i
La causa fundamental de este aumento antrópico de la cantidad de nitrógeno es la utilización de fertilizantes de nitrógeno inorgánico en la agricultura (60 por 100), teniendo en cuenta que las plantas sólo captan aproximadamente la mitad del nitrógeno que reciben, y que el resto se pierde: en la atmósfera,' disuelto en las aguas de superficie o absorbido por las aguas subterráneas. El cultivo de leguminosas (saja, guisantes, alfalfa) representa aproximadamente el 25 por 100 del total del nitrógeno antrópico, y la quema de combustibles fósiles, el 12 por 100 (PNUMA, 2000, página 28).
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negativamente la fitodiversidad. El empobrecimiento progresivo puede dar por resultado una disminución de los recursos pesqueros. La diversidad biológica de los ecosistemas marinos se ve seriamente amenazada por la aparición de estas llamadas marea marrón, o marea roja, de algas.
La elevada concentración del nitrógeno altera asimismo la calidad del agua potable, exigiendo costosos sistemas de depuración o, en su ausencia, afectando negativamente a la salud de la población. El óxido de nitrógeno es un poderoso gas de efecto invernadero que refuerza el proceso de calentamiento global. En la atmósfera superior, este gas contribuye también al agotamiento de la capa de ozono. Por otro lado, sin embargo, como el nitrógeno es un factor que ayuda al crecimiento de las plantas, en dicha medida ayuda a fijar el carbono atmosférico, contribuyendo eventualmente a resolver, aunque sea de forma parcial, el problema del calentamiento global.
Desde otro punto de vista, los oligogases de base nitrogenada emitidos durante la quema de combustibles fósiles (automóviles) constituyen un elemento fundamental de la contaminación atmosférica. Los óxidos de nitrógeno (NOJ, conjuntamente con los de azufre (SOx), y el amoniaco (NH3), son los principales causantes de la lluvia ácidaj, cuyas consecuencias más nocivas se hacen sentir en las zonas húmedas, los bosques y las tierras cultivadas: merma o desaparición de poblaciones piscícolas, aumento de la acidez del suelo, disminución de la calidad de los nutrientes, etc. Asimismo, en combinación con ciertos hidrocarburos, y bajo el efecto de una fuerte insolación, dan lugar a agentes oxidantes como el ozono, y a la aparición de las nieblas fotoquímicas, muy nocivas para la salud y la productividad de los cultivos.
Finalmente, algunos ecosistemas terrestres también se ven negativamente afectados por la presencia de cantidades excesivas de nitrógeno, debido a que concentraciones elevadas del mismo en el suelo aumentan la lixiviación de minerales como el potasio y el calcio, necesarios para el crecimiento de las plantas y como barrera contra la acidez. El aumento de la acidez lleva a una movilización de los iones de aluminio que puede dañar las raíces de los árboles y causar la muerte de los peces cuando el aluminio llega a las vías acuáticas.
Las perspectivas futuras con respecto a la evolución del problema no son muy halagûeñas. El crecimiento sostenido de la población previsible en el corto y medio plazo, y la presión que dicho aumento ejerce sobre la producción agrícola, probablemente se traduzcan en un incremento de la utilización de fertilizantes. Por otro lado, el auge del transporte de personas y mercancías que acompaña a los fenómenos de integración y especialización crecientes, también provocará un aumento de las emisiones de óxidos de nitrógeno, por lo que es difícil ser muy optimista en cuanto a la evolución de este problema en el futuro previsible, teniendo en cuenta que tampoco se han dado pasos sustanciales para abordar la solución de este problema de una forma multilateral y coordinada. j Se considera «lluvia ácida» aquella cuyo pH es inferior a 5,6. Existen zonas enteras de Europa y el este de los Estados Unidos con precipitaciones cuyo pH promedio es de 4,5 e incluso de 4: cuarenta veces más ácidas de lo que serían con una atmósfera no contaminada. En total, se considera que están afectados por este problema más de medio millón de km2 de bosques en el mundo (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 38).
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1.1.4. La pérdida de diversidad biológicak Es costumbre definir la diversidad biológica como el
Diversidad genética. Hace referencia a la suma de información genética que existe en el interior de cada especie, de forma que incluso si una especie en peligro de extinción se salva de la misma, es probable que haya perdido gran parte de su propia diversidad genética interna. Diversidad de especies. En un segundo escalón, más agregado, aparece la diversidad de especies, caracterizadas como conjuntos de individuos que se cruzan naturalmente entre sí, y no se cruzan con los de otras especies. No se conoce con certeza el número de especies, así definidas, existentes en el planeta, aunque las estimaciones oscilan entre 5 y 100 millones, de las que han sido descritas y clasificadas 1,7 millones. Diversidad de ecosistemas. Hace referencia a la presencia de hábitats, comunidades bióticas y procesos ecológicos, y a la diversidad funcional, de comunidades y de paisaje del territorio.
A ellas habría tal vez de añadirse la diversidad funcional, que reconoce la sinergia pero también la redundancia entre los servicios ecológicos que emanan de diferentes especies que conviven como parte de una misma biocenosis. La primera dificultad que presenta esta caracterización de la diversidad biológica hace referencia al problema de su medición, fundamental no sólo para conocer la magnitud del problema de su eventual pérdida, sino la eficacia y eficiencia comparativa de las medidas adoptadas para conservadal. La preservación de la diversidad biológica es un objetivo social global, así recogido en el Convenio sobre Diversidad Biológica (producto también de la Cumbre de la Tierra de Río) debido, entre otras cosas, a los servicios positivos de toda índole que proporciona. A pesar de las dificultades que se encuentran en el empeño, poco a poco va lográndose establecer una relación estadísticamente significativa entre el número de especies de un ecosistema y su estabilidad, resiliencia y velocidad de recuperación (Tilman y Downing, 1994; Tilman et al., 1996; Naeem y Li, 1997). Por otro lado, también parece establecido que el tamaño de un eco sistema, así como su grado de aislamiento, influye sobre su riqueza en especies. En este sentido, la selvas k
Siguiendo las recomendaciones de Margalef, se ha preferido el término diversidad biológica al más utilizado de biodiversidad. l
Con respecto a la medida de la diversidad biológica genética, se han utilizado tres indicadores: - La diversidad de genotipos. - La diversidad de alelos. - La diversidad en la secuencia de pares de bases del ADN. La medición de la diversidad de especies de un ecosistema se suele hacer con base en una muestra del territorio, observando el número de especies presentes en el mismo y la distancia genética existente entre ellas. Finalmente, la diversidad de ecosistemas es la más complicada de medir. aunque probablemente sea la variable más operativa desde el punto de vista de la política ambiental. El lector interesado en los problemas que involucra la medición de la diversidad biológica encontrará de gran utilidad el texto de Marrugan (1988).
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tropicales húmedas, que cubren aproximadamente el 8 por 100 de la superficie del planeta, son los hábitats más ricos, albergando más del 90 por 100 de las especies mundiales. Al contrario de lo que ocurre en los trópicos, en las zonas templadas del planeta las zonas de transición entre ecosistemas tienden a ser las más ricas en especies. Una dificultad añadida en la problemática de la diversidad biológica es que se desconocen los umbrales críticos a partir de los que la capacidad del ecosistema para mantener su diversidad se pierde de manera exponencial y frecuentemente irreversible. En otras palabras, un ecosistema no intervenido puede asumir pérdidas marginales de su territorio sin que ello se traduzca en una modificación de su diversidad biológica. Si la pérdida de territorio continúa, comenzará a erosionarse levemente esta riqueza. La relación no es sin embargo lineal, de modo que, a partir de un cierto umbral, esta pérdida puede resultar abrupta y catastrófica. Por ello es frecuente la identificación de especies «llave», de cuya existencia depende la de muchas otras; de especies «paraguas»; de especies «carismáticas»; y de especies «vulnerables». No puede perderse de vista el hecho de que la incertidumbre anterior con respecto a la relación existente entre la superficie del ecosistema y su capacidad de preservar la diversidad biológica se halla agravada por el desconocimiento de la inmensa mayoría de las especies existentes, cuya pérdida misma pasa desapercibida. Las consecuencias de la pérdida de diversidad biológica, indeseable desde un punto de vista intrínseco, ya han sido mencionadas. Van desde la amenaza al equilibrio de los propios ecosistemas y su resistencia a las presiones, hasta el impacto que la misma tiene sobre las posibilidades de investigación de la agronomía, industria farmacéutica, etc. En definitiva: una pérdida de la capacidad de los ecosistemas para proporcionar productos y servicios esenciales. Como en el caso anterior, es difícil ser optimista con respecto a la evolución del problema, debido a que las fuerzas que impulsan esta pérdida de diversidad biológica están ligadas a la pobreza, al crecimiento de la población y al propio crecimiento económico. Esto provoca la consiguiente expansión de la frontera agrícola, fragmentación de hábitats y desarrollo de técnicas de agricultura intensiva de mayor uniformidad genética, por un lado, y la creciente demanda de madera, tanto como combustible como materia prima, por otro. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente señala asimismo que «la pérdida de diversidad biológica se debe a políticas y sistemas económicos que no valoran adecuadamente el ambiente y sus recursos, a sistemas jurídicos e institucionales que promueven una explotación insostenible, y a la desigualdad en materia de propiedad y acceso a recursos naturales, incluidos los beneficios obtenidos de su utilización» (PNUMA, op. cit., página 40). Cabría añadir, para finalizar este epígrafe, que un problema estrechamente relacionado con la pérdida de diversidad biológica es el de la seguridad biológica, recogido en el Protocolo de Bioseguridad. En este contexto es en el que han aparecido las dificultades inherentes a los Organismos Vivos Modificados (OYM) y, en particular, a los productos transgénicosm. 1.1.5. La contaminación atmosférica Ya se han mencionado en los epígrafes anteriores algunos de los principales elementos causantes de la degradación atmosférica y sus efectos sobre distintos equilibrios m
La Conferencia Extraordinaria de las Partes del Protocolo de Bioseguridad celebrada en Cartagena (1999) fue incapaz de alcanzar un acuerdo sobre el comercio de estos productos, principio de acuerdo que finalmente se alcanzaría en la Conferencia de Montrea1 (2000).
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ecológicos y ecosistemas: calentamiento atmosférico, adelgazamiento de la capa de ozono, etc. Junto a estos problemas globales, la actividad antrópica supone la emisión a la atmósfera de toda una serie de elementos que han deteriorado la calidad de ésta de forma más localizada, pero igualmente perniciosa. Es el caso de la contaminación generada por las emisiones de dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOx), monóxido de carbono (CO), ozono (O3), plomo y partículas en suspensión, entre otros. Las fuentes principales de emisión de estos contaminantes son la producción de energía (dióxido de azufre), las emisiones de los vehículos de motor (monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, plomo y partículas) y la producción industrial (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 37). En este apartado se pasa revista, brevemente, a la problemática generada por esta contaminación en los grandes núcleos urbanos, sobre todo del mundo subdesarrollado. Esta reviste dos formas fundamentales:
En primer lugar, la contaminación exterior, «de puertas afuera», que afecta a la salud de millones de personas, sobre todo en los países subdesarrollados: más de mil millones de personas están expuestas a niveles de contaminación atmosférica que amenazan seriamente su salud. Los mayores problemas se deben a la exposición a las partículas en suspensión y al plomo. «Se calcula que aproximadamente 1.300 millones de personas vivían en la década de los ochenta, especialmente en los países en desarrollo, en ciudades con niveles de partículas en suspensión superiores a los valores-guía establecidos por la OMS, y más de 600 millones habitaban en áreas urbanas donde las concentraciones de dióxido de azufre excedían los límites establecidos como tolerables.» Las fuentes fundamentales de contaminación, en este caso, son las emisiones de los vehículos a motor, las calefacciones, la producción de energía eléctrica y la quema de residuos. Esta contaminación del aire en las ciudades del Tercer Mundo causa entre 300.000 y 700.000 muertes prematuras cada año, lo que equivale a entre un 2 y un 5 por 100 del total de muertes que se producen en estas zonas urbanas (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, páginas 39 y siguientes). En segundo lugar, menos conocido pero igualmente grave, se encuentra el problema de la contaminación «de puertas adentro», en el interior de la propia vivienda. El origen de la misma suele ser la utilización de biomasa como combustible para cocinar y calentar la casa. «Para cientos de millones de entre los ciudadanos más pobres del mundo, el humo generado por la combustión de biomasa utilizada como combustible (leña, paja o excrementos animales) en el interior de la vivienda supone un riesgo para la salud muy superior al de la contaminación fuera de la casa. Son las mujeres y los niños los más expuestos a esta forma de contaminación, y sus efectos sobre la salud son a menudo equivalentes a los que ocasionaría el fumarse varios paquetes de cigarrillos al día» (World Bank, 1992, página 5). «La contaminación del aire en el interior de las viviendas, producto de la combustión de la madera, carbón vegetal y estiércol, pone en peligro la salud de 400 a 700 millones de personas» (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 27). En el mundo desarrollado el fenómeno revierte una menor importancia, y viene generado normalmente por la presencia del gas radón, el tabaco, las pinturas de paredes y muebles, y la utilización de ambientadores, pesticidas y repelentes que desprenden compuestos orgánicos volátiles (COY). La evolución en este caso presenta una notable asimetría. La situación de la
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calidad del aire, salvo las excepciones ya apuntadas, tiende a mejorar en los países desarrollados: las concentraciones de SO2 en áreas urbanas han descendido entre un 30 y un 75 por 100; las de plomo, un 85 por 100 en los Estados Unidos, y un 50 por 100 en las grandes ciudades europeas; las de partículas en suspensión se han reducido prácticamente a la mitad. Por el contrario, han aumentado las emisiones de óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, debido al incremento del tráfico rodado (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 42). En el otro extremo, la situación empeora rápidamente en los países subdesarrollados. Dada la diferencia de nivel entre unos y otros, y las pautas de! crecimiento demográfico y la pobreza, tampoco existen aquí muchos motivos para el optimismo. 1.1.6. La contaminación hídrica y el acceso al agua potable El agua dulce, esencial para el mantenimiento de la vida, puede convertirse en el principal problema mundial en el corto o medio plazo, a pesar de que las disponibilidades del recurso (9.000 km3 anuales) serían suficientes para abastecer a 20.000 millones de personas. Por un lado, porque el agua no está uniformemente repartida en el planeta, por lo que 26 países se consideran deficitarios y otros 18 se encuentran en situación precaria. Por otro, porque la contaminación del recurso, sea superficial, sea subterráneo, continental o costero, no deja de aumentar. Algunas de las fuentes de contaminación hídrica han sido mencionadas en los epígrafes anteriores, destacando la utilización de fertilizantes nitrogenados en la agricultura y la lluvia ácida. A ellos han de añadirse las cargas contaminantes provenientes de la industria (metales pesados, compuestos orgánicos persistentes); las originadas en los grandes núcleos urbanos (aguas residuales sin tratamiento); y la intrusión marina en acuíferos sobreexplotados. Todo ello genera consecuencias muy negativas de varios tipos:
En primer lugar, sobre la salud de la población. A la población que carece de un acceso adecuado al agua potable, se añade aquella que ve deteriorarse la calidad del agua que utiliza para beber, cocinar, lavarse o bañarse, hasta niveles incompatibles con el mantenimiento de la salud. «En el mundo se estima que las aguas contaminadas influyen en la salud de aproximadamente 1.200 millones de personas y contribuyen al fallecimiento de 15 millones de infantes cada año» (PNUMA, op. cit., página 42). Añádase a lo anterior el incremento de la morbilidad generado por el consumo de productos (vegetales, pescados, moluscos) tratados con, o capturados en, aguas contaminadas. En segundo lugar, sobre la salud de los ecosistemas. Ya se ha mencionado con anterioridad el impacto de los procesos de eutrofización y de aparición de mareas rojas o mareas marrones sobre la estabilidad y preservación de la diversidad biológica en ecosistemas hídricos interiores y costeros. En tercer lugar, la contaminación del agua afecta negativamente a la riqueza piscícola de ríos, lagos, mares interiores y franja costera. En los países desarrollados, la contaminación de ríos y mares con aguas residuales urbanas y agrícolas, junto con la explotación forestal, se traduce en un aporte de nutrientes a la franja costera que termina por asfixiar a muchos ecosistemas. Finalmente, la sobreexplotación de los acuíferos, de los que depende un tercio de la población mundial para su abastecimiento, ha llevado a que la tabla freática haya descendido, en ocasiones, decenas de metros, lo que puede provocar un hundimiento del terreno (con el consiguiente daño a bienes inmuebles, infraestructuras y explotaciones agrícolas de todo tipo).
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Adicionalmente, la sobreexplotación de los acuíferos refuerza el proceso de intrusión de agua salada, desplazando hacia el inte110r la interfaz salina maragua subterránea, que no sólo contamina el agua de pozos para el consumo humano, sino que degrada la calidad de las tierras agrícolas costeras, hasta llevar a su pérdida total.
La evolución de la presión sobre el uso del recurso hídrico dependerá, en primer lugar, del papel de la agricultura de regadío para hacer frente al incremento en la demanda mundial de alimentos que acompañará, previsiblemente, al aumento de la población: la agricultura es el sector que 'consume la mayor parte de los recursos hídricos mundiales, entre un 65 y un 70 por 100, habiendo crecido en un 500 por 100 la superficie puesta en regadío a lo largo del siglo XX. En segundo lugar, dependerá asimismo de la demanda industrial de agua en los países subdesarrollados, donde las previsiones apuntan hacia aumentos espectaculares: la industria es el segundo sector consumidor de agua, con un 23 por 100 promedio en el mundo. Por último, dependerá también de una eventual generalización a sociedades emergentes de los patrones de consumo del mundo occidental desarrollado: a pesar de que el consumo doméstico absorbe únicamente el 8 por 100 del recurso, las diferencias existentes entre los distintos países en cuanto a su consumo son espectaculares, y una generalización de los primeros podría suponer cambios sustanciales. No es de extrañar por tanto que, a la vista del crecimiento de la población, así como de su demanda unitaria de agua, un número creciente de países y regiones se encuentren actualmente en una situación de estrés hídricon. 1.1.7. La contaminación y pérdida del suelo: erosión, deforestación y desertificacióno «En las últimas décadas, la intensificación de la producción agrícola, la deforestación y el incremento de los niveles de contaminación de origen industrial han supuesto la pérdida de la función y estructura de los suelos en un gran número de áreas del planeta» (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 59). Los bosques tropicales, fuente principal de subsistencia para unos 140 millones de personas, desaparecen a razón de un 0,9 por 100 anual, unos 16 millones de hectáreas, al añop. Los incendios son una de las causas fundamentales de esta pérdida de bosque tropical. La mayoría de ellos están causados por la quema intencionada de árboles para la conversión del terreno en cultivos o pastizales, pero es muy probable que el cambio c1imático, con la mayor gravedad de las sequías que acarrea, haya aumentado, asimismo, la incidencia de los incendios naturales. Estos incendios no sólo generan una pérdida irreparable de diversidad biológica, sino que son los responsables, junto con la quema de biomasa y n
El consumo de agua promedio anual per cápita de los Estados Unidos era de 1.868 m) a finales de los años ochenta del siglo pasado. En el continente africano, era de 245 (Ministerio de Medio Ambiente, 1996). o
Se suele entender por desertificación, neologismo que no aparece en el Diccionario de la Lengua española, el proceso físico-geológico de transformación del suelo en desierto, mientras que desertización se reserva para el proceso de abandono de la población en un territorio dado. p
Por el contrario. la superficie boscosa de los países de la OCDE, que representa el 25 por 100 de la superficie bascas a mundial, ha permanecido estable o ha aumentado en las últimas décadas. El problema en este caso radica en el hecho de que, al haber sido la superficie original sustituida por plantaciones forestales, se ha generado una pérdida de diversidad biológica y una menor resistencia a plagas y enfermedades.
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desechos agrícolas, de aproximadamente la mitad de las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono. Asimismo, la contaminación ácida que generan estas emisiones supone un riesgo muy elevado para la salud de las poblaciones afectadasq. La pérdida de estas masas boscosas (el 80 por 100 de los bosques que cubrían la Tierra ha sido degradado de una u otra forma), junto con prácticas agrícolas equivocadas, el sobrepastoreo y la urbanización, agrava los fenómenos de erosión y desertificación que amenazan a las tierras secas, áridas y semiáridas del planeta. Cada año se pierden 25.000 millones de toneladas de capa superficial de materia orgánica, con el consiguiente empobrecimiento del suelo, fenómeno que, afectando a unos 3.000 millones de hectáreas anuales, se calcula que genera unas pérdidas de más de 360 mil millones de euros en el mismo lapso de tiempo. Estas tierras cubren el 40 por 100 de la superficie terrestre, y su degradación amenaza directamente la supervivencia de 250 millones de personas, e, indirectamente, la de más de mil millones, que encuentran en ellas su sustento. Las zonas amenazadas (las sabanas de África, las grandes llanuras y pampas de América, las estepas de Europa Sudoriental y Asia, los territorios despoblados de Australia y las márgenes del Mediterráneo: en total, 110 países), son particularmente susceptibles a la erosión hídrica (provocada por lluvias infrecuentes y torrenciales) y eólicar. Finalmente, a los fenómenos anteriores se suma la degradación de las tierras debida a una deficiente gestión agrícola y de los recursos híd11cos, al uso excesivo de fertilizantes y plaguicidas, al vertido incontrolado de desechos, y a la propia contaminación atmosférica. El resultado de todo ello no es otro que una creciente incapacidad de las regiones afectadas, muchas de ellas situadas en países subdesarrollados, para alimentar a una población, por otro lado, creciente. Las Naciones Unidas aprobaron en 1994 un Convenio para la Lucha contra la Desertización, que introduce un enfoque regional al problema (el Anexo I cubre África; el n, Asia; el III, América Latina y el Caribe; y el IV, el Mediterráneo Norte). Es un primer paso, en la dirección correcta, pero que requiere de un desarrollo posterior muy intenso, que apenas se está produciendo. 1.1.8. Generación de residuos En los párrafos anteriores se han mencionado distintos ejemplos de la agresión ambiental que supone el vertido de distintos tipos de residuos a la atmósfera, al medio hídrico y al suelo. El inventario, sin embargo, es algo más amplio. Tres tipos de residuos singulares, además de los mencionados, son objeto de particular atención:
En primer lugar, los metales pesados: plomo, mercurio, etc. Su impacto negativo sobre la salud de las personas, y su persistencia, son cada vez mejor conocidos, así como su paso por la cadena trófica, lo que hace que se hayan adoptado medidas para su control en cada vez mayor número de países. En segundo lugar, los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), las dioxinas y los furanoss Este segundo grupo de contaminantes genera una
q
«La estimación de la precipitación ácida provocada por los incendios en Asia Sudoriental [en 1997] sugiere que 20 millones de personas corrieron el peligro de sufrir problemas respiratorios. El costo estimado para la salud de la población ( ... ) fue de 1.400 millones de dólares, en su mayoría como consecuencia de problemas de salud a corto plazo» (PNUMA. 2000, página 34). r De acuerdo a los datos de la FAO, el 70 por 100 de los pastizales, el 40 por 100 de las tierras agrícolas de secano y el 30 por 100 de las de regadío se encuentran amenazadas por la desertificación. En el continente africano la situación es particularmente grave, ya que el 65 por 100 de las tierras agrícolas se encuentra afectado por este fenómeno. En España, que contiene la mitad de la superficie europea afectada por el problema, el 18 por 100 del territorio se encuentra sometido a una amenaza extrema, y el 43 por 100 a un nivel positivo de degradación.
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preocupación creciente al irse descubriendo cada vez mayores impactos negativos, y muy graves, de su presencia sobre la salud de las personas. En tercer lugar, los residuos radiactivos, procedentes fundamentalmente de las centrales nucleares de producción de energía eléctrica. La gestión adecuada de estos residuos de alta actividad, a la vista de sus potenciales impactos negativos sobre la salud de las personas y ecosistemas, y su larguísima vida (miles de años), es un problema no resuelto todavía en la actualidad, y que probablemente se agravará en el futuro inmediato como consecuencia del cierre y desmantelamiento de las centrales nucleares que se van quedando obsoletas (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 124).
La preocupación sobre la salud del planeta está llevando a que cada vez se investigue con mayor detenimiento el impacto de un creciente número de productos y desechos sobre el equilibrio del ecosistema. Por un lado, esto es algo positivo, además de justificado, ya que permitirá evitar algunos de los errores cometidos en el pasado. Por otro, y dada la persistencia en el sistema de muchos de estos productos nocivos, hoy todavía desconocidos o insuficientemente analizados, es de suponer que la Situación que irá apareciendo en el próximo futuro no será demasiado brillante. Al margen de los casos apuntados, tampoco se puede perder de vista la problemática que genera la producción de residuos en sí misma, con independencia de su carácter tóxico o peligroso. La creciente generación de basuras, en efecto, supone la necesidad de un tratamiento adecuado de las mismas que requiere de unos recursos, terrenos, energía, etc., crecientes: más del 60 por 100 de los residuos urbanos generados en Europa Occidental y los Estados Unidos son depositados en vertederos, mientras que el 50 por 100 de los residuos municipales de países como Japón, Suecia y Suiza son incinerados. Muchos de estos residuos depositados en vertederos, aun cuando no sean tóxicos o peligrosos, terminan contaminando el aire, el suelo y los acuíferos por lixiviación: es el caso de los compuestos nitrogenados, clorados y orgánicos, los gases generados por la biodegradación, la eutrofización del medio hídrico ya mencionada, etc. Cuando se opta por la incineración, y ésta no se lleva a cabo en condiciones adecuadas, además de la producción de cenizas y escorias se emiten a la atmósfera furanos y dioxinas altamente tóxicos. Por último, es necesario mencionar la relevancia que reviste, en este contexto, el comercio internacional de residuos y, más concretamente, su exportación por parte de los países adelantados a los países subdesarrollados. «Según estimaciones de la OCDE, a finales de la década de los ochenta se exportaron anualmente un millón de toneladas de residuos peligrosos para su eliminación en el mar, de 250.000 a 450.000 para reciclado y 700.000 para su eliminación en un país distinto al de origen. En el contexto europeo de la OCDE, más de dos millones de toneladas de residuos peligrosos atraviesan anualmente las fronteras de los países europeos de la OCDE» (en dirección Oeste-Este). Junto a un comercio legal de residuos existe, sin embargo, un tráfico ilegal, sobre todo de los considerados tóxicos y peligrosos, que pone en peligro la salud, el medio ambiente y el desarrollo de los países subdesarrollados, que los reciben sin las medidas de control ni la tecnología adecuadas (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, páginas 126 y siguientes). Estos abusos han llevado a que, como se analizará con más s
La lista completa incluye 12 productos: aldrín. clordano, DDT, clieldrín, dioxinas, endrín, furanos, heptacloro, hexaclorobenceno, mirex, policlorobifeniles (PCB) y toxafenos. La conferencia paneuropea de Aarhus (1998), en la que participaron 52 países, aprobó un Protocolo para la eliminación de 10 de ellos: se excluía de la prohibición el DDT, siempre y cuando su utilización se encaminara a combatir los vectores de transmisión de enfermedades, y no existiera sustitutivo ambientalmente menos perjudicial.
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detalle en el Capítulo 12, este comercio esté fuertemente restringido a partir del Convenio de Basilea (1989). 1.1.9. La contaminación de los mares y la sobreexplotación de los recursos pesqueros Los océanos constituyen los mayores ecosistemas de la Tierra, albergando tanta diversidad biológica como los terrestres. La degradación en ambos casos, sin embargo, corre paralela. El litoral costero se halla negativamente afectado por las descargas de la población ribereña y de las explotaciones agrícolas, problema que se agrava por la concentración creciente de población en la franja costera: si actualmente la mitad de la población del mundo vive en una banda de 100 km de anchura con respecto a la línea de la costa, esta proporción podría alcanzar alas tres cuartas partes de la humanidad para el año 2020. Estas concentraciones urbanas, conjuntamente con los aportes de los ríos, se traducen en que los mares y océanos reciben todos los años más de 20.000 millones de toneladas de materiales disueltos y en suspensión, de los que el 75 por 100 son de origen terrestre. Por otro lado, y en sentido contrario, la construcción de presas y embalses en el curso de los ríos interrumpe sustancialmente el aporte de sedimentos naturales. La degradación de los arrecifes de coral, manglares, estuarios y tierras pantanosas es una buena muestra de ello: la mitad de las marismas y de los manglares del mundo ha desaparecido; un 10 por 100 de los arrecifes de coral han sufrido un proceso de agresión tal que ya son irrecuperables, mientras que un 60 por 100 adicional corre el riesgo de desaparecer en los próximos 25-30 años (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 52). El resultado es la pérdida de unas zonas de transición particularmente ricas y protectoras, y una mayor vulnerabilidad frente a las tormentas y la erosión. Por último, la pesca excesiva, por un lado, y el desarrollo anárquico y no planificado de la acuicultura, por otro, completan un panorama de degradación creciente de los ecosistemas costeros. La situación se agrava en aquellos sistemas cerrados con menores posibilidades de regeneración: los lagos y mares interiores se encuentran prácticamente muertos o muy contaminados, de resultas de los impactos mencionados, así como de la influencia de la contaminación atmosférica y de los derrames de crudo provocados por los accidentes marítimos (derrames que, sin embargo, han mostrado una tendencia a la disminución en los últimos años). El cambio climático, al elevar la temperatura de la superficie del mar, no sólo pone en peligro la supervivencia de distintas poblaciones costeras, sino que puede interrumpir la cadena trófica al reducir la productividad del fitoplancton, efecto reforzado por la acidez de las precipitaciones atmosféricas y la mayor presencia de las radiaciones ultravioletas. Finalmente, cabe señalar que el crecimiento de la capacidad de captura de las distintas flotas mundiales ha sido muy superior al de la biomasa pesquera. El crecimiento de las capturas no ha sido tan espectacular, pero ha hecho que aproximadamente el 60 por 100 de las pesquerías oceánicas mundiales hayan sobrepasado el punto en el que comienzan los rendimientos decrecientes, o estén a punto de hacerlo (PNUMA, 2000, página 45) t. Esta degradación afecta a la fuente del 16 por 100 del consumo mundial de proteínas de la dieta humana, de la que dependen al menos 1.000 millones de personas, sobre todo en t
El crecimiento anual de las capturas de pesca fue del 6-7 por 100 entre 1950 y J970, pasando de 20 millones de toneladas en 1950, a 65 en 1969. A partir de 1970 este ritmo de crecimiento se des acelera hasta caer al 1 por 100 anual, como consecuencia del progresivo agotamiento de los caladeros, estancándose en 80 millones de toneladas anuales, muy cerca ya de los 100 millones establecidos por la comunidad científica como techo a las capturas mundiales, si los bancos de pesca se gestionaran adecuadamente. No es ése todavía el caso: 13 de las 15 zonas de pesca más importantes del mundo han visto disminuir en los últimos años las capturas (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 56).
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Asia, las regiones costeras de África y las naciones insulares (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 57). 1.1.10. Contaminación acústica Introducimos el fenómeno del ruido en este último epígrafe, no por su importancia en sí, sino como una muestra de que la situación con respecto a lo que se considera contaminación es dinámica y cambiante. Hace algunos años la preocupación social por este fenómeno era más bien escasa. Quizá dentro de algún tiempo su puesto como ejemplo lo ocupe la contaminación luminosa. La elevación de los niveles de vida, así como un mayor conocimiento de los impactos que sobre la salud y el bienestar de las personas produce la presencia del ruido, han hecho en efecto que la contaminación acústica se haya incorporado al catálogo de las agresiones ambientales. Este retraso en la incorporación de la contaminación acústica a las preocupaciones ambientales se traduce en que todavía sean pocos los pasos dados en la dirección de conocer, cuantificar y corregir la incidencia del fenómeno. Así, por ejemplo, la Unión Europea, en cuyo territorio el 17 por 100 de la población está sometida a un nivel de ruido superior a 65 dB(A), que es el límite aprobado por la Organización Mundial de la Salud, aprobó en julio de 2000 una propuesta de directiva que contemplaba la obligatoriedad de elaborar una serie de mapas de ruido para todas aquellas aglomeraciones urbanas de más de 250.000 habitantes, vías de circulación con más de 6 millones de movimientos anuales, vías férreas con más de 60.000, y aeropuertos con más de 50.000 movimientos. Obsérvese que se trata apenas de un primer paso necesario para comenzar a conocer la incidencia del fenómeno. En resumen, las ciencias de la naturaleza son las encargadas de proporcionar la información necesaria sobre las características de los problemas ambientales, su dinámica e implicaciones, así como sobre las relaciones existentes entre ellos. El análisis económico, sin perder de vista la importancia de esta información de partida, y haciendo hincapié en la necesidad de desviar una serie de recursos financieros y humanos para potenciar la misma (a la vista de su elevada rentabilidad social), va a introducir una perspectiva nueva en el estudio de la problemática ambiental, en un doble sentido. Por un lado, va a tratar de establecer los posibles vínculos existentes entre los procesos de cambio ambiental y la actividad económica. Por otro, intentará introducir modificaciones en esta última que tengan un impacto positivo sobre los primeros. En este contexto, va a contemplar una nueva taxonomía en la problemática ambiental, de acuerdo con este doble propósito. Así, convendrá, a efectos del análisis económico, introducir una serie de clasificaciones adicionales con respecto a los problemas ambientales apuntados. 1.2. CLASIFICACIÓN DE LOS PROBLEMAS AMBIENTALES Los problemas ambientales pueden ser clasificados con arreglo a multitud de criterios. Desde el punto de vista de su gestión, sin embargo, algunos de ellos son particularmente relevantes. En primer lugar, el que hace referencia a la cobertura geográfica de sus efectos y, como consecuencia, al tipo de agente llamado a resolverlos: 1.2.1. Problemas globales, problemas regionales y problemas locales En efecto, los problemas ambientales podrían ser clasificados, en función de su ámbito
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de incidencia, en las siguientes categorías:
Problemas globales. Son fundamentalmente cuatro de los mencionados más arriba: el calentamiento global, la pérdida de la capa de ozono, la pérdida de diversidad biológica, y el agotamiento y contaminación de los recursos de los madres extracontinentales. Como tal, son problemas que afectan, en mayor o menor medida, al bienestar de toda la humanidad, por lo que su solución cae parcialmente en el marco de análisis de los bienes públicos, que se tratarán con mayor detenimiento en el Capítulo 2. Todos los países del mundo están pues interesados en su solución, aunque no todos con la misma intensidad. Por otro lado, también son numerosos los países en los que se asientan las actividades que dan lugar a la aparición de estos problemas, y con los que habría que contar para alcanzar una eventual solución de los mismos. La dificultad principal que aparece en este contexto, como se analizará con más detalle en el Capítulo 12, estriaba en que, si bien un gran número de países del mundo es responsable de la aparición de estos problemas, y prácticamente todos sufrirán las eventuales consecuencias de no solucionarlos, ni la responsabilidad actual e histórica en la génesis de los mismos es comparable, ni las consecuencias de su no solución afectarán a todos por igual. Conviene añadir, a lo anterior, el hecho de que no existe una autoridad supranacional, con poder coactivo suficiente, que pudiera imponer, tras el acuerdo correspondiente, un comportamiento determinado. El resultado es que el analista se ve obligado a plantear el problema en un marco teórico caracterizado por la presencia de distintos interlocutores, independientes, aunque con distinta fuerza, que han de negociar su adscripción voluntaria a una solución de compromiso: su inclusión en un acuerdo que les compromete en una determinada dirección. Como es natural, la dificultad principal estriba en la necesidad de diseñar de tal forma el marco de acuerdo que los eventuales participantes resulten convencidos de que tienen más que ganar dentro del mismo que fuera. Esta es la gran dificultad que han tenido, y tienen que resolver, los acuerdos internacionales que, como se ha visto en los epígrafes precedentes, se han ido configurando alrededor de los. principales problemas ambientales globales a los que se enfrenta la humanidad. Problemas trasnacionales. En este caso se encuentran algunos problemas ambiéntales que afectan a más de un país, pero no a todo el conjunto de países. Son, por ejemplo, algunos problemas de contaminación atmosférica (lluvia ácida), o hídrica (degradación de ríos, lagos o mares que bañan distintos Estados). A veces se denominan también regionales, haciendo referencia al hecho de que se manifiestan en una región del planeta que engloba a varios países: la deforestación de algunas áreas selváticas, por ejemplo. En este segundo caso, a pesar de que tampoco suele existir una autoridad supranacional que pueda forzar la adopción de un determinado tipo de comportamiento, la presencia de un número menor de agentes involucrados en la búsqueda de solución, así como el hecho de existir entre ellos una multitud de lazos previos, debido a su cercanía, facilita en mayor medida la búsqueda de una solución cooperativa. Problemas nacionales, que circunscriben tanto el ámbito de sus efectos como el origen de su nacimiento a las fronteras de un Estado. Podrían incluirse en este mismo grupo aquellos problemas específicos de áreas administrativas autónomas de menor entidad territorial que la del Estado (regiones, departamentos, comunidades autónomas). En este tercer caso, lo normal es que
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exista una autoridad con capacidad de coerción sobre los agentes causantes del problema. No quiere ello decir que éste se encuentre ya resuelto, pero sí que su eventual solución se plantea en un marco distinto: será necesario que la autoridad conozca de la existencia del problema y de sus principales características (sobre todo con respecto a las actividades económicas que se encuentran en su origen), así como que cuente con la voluntad política y el poder social suficiente para resolverlo. Sin embargo, una vez definida la solución, el problema que se plantea aparecerá en términos de las inversiones necesarias para hacer cumplir las directrices emanadas del organismo competente a agentes sometidos a su autoridad. Problemas locales. Finalmente, aparece el grupo de problemas ambientales cuyo nivel de dispersión geográfica es muy limitado, y concentran por tanto sus efectos en un espacio muy reducido. Es el caso, por ejemplo, de la mayoría de las expresiones de la contaminación acústica y lumínica, de algunas manifestaciones de contaminación atmosférica e hídrica, así como de suelos. Al igual que en el caso anterior, la autoridad ambiental correspondiente (ayuntamiento, comunidad autónoma) se enfrentará al problema de diseñar el conjunto de mediadas de política ambiental sectorial más eficiente (regulación, permisos, tasas, etc.) y tomar las previsiones necesarias para controlar el comportamiento de los agentes afectados y hacer cumplir lo estipulado bajo la amenaza de las sanciones correspondientes.
Como toda clasificación, ésta tiene algo de arbitraria y, en ocasiones, no resultará fácil encuadrar un determinado problema en una de las categorías anteriores. En ocasiones, asimismo, un impacto determinado (emisiones de CO2) generará problemas globales (calentamiento atmosférico) nacionales y locales (contaminación atmosférica urbana). El punto más relevante de la misma, sin embargo, y el que invita a hacer el esfuerzo, es que proporciona una primera información sobre un aspecto esencial para la resolución del problema ambiental: el marco institucional en el que han de operar los interesados en resolverlo, y los causantes del mismo. En los problemas globales, por ejemplo, los actores no son muchos (los distintos países del mundo), pero sus intereses son a menudo contrapuestos, la percepción sobre las responsabilidades respectivas es divergente, y el marco institucional prácticamente inexistente. La solución de los mismos pasa precisamente por la construcción de este marco en el que tenga cabida un catálogo detallado de derechos y deberes, y un mecanismo real de imposición del mismo: un tratado, por ejemplo, con fuerza legal, y las Agencias pertinentes, que puedan definir, vigilar, controlar y sancionar el comportamiento de los distintos países firmantes. En el caso de los problemas trasnacionales, el problema se simplifica notablemente, ya que no sólo es más frecuente encontrar un marco institucional específico que regule las relaciones entre los países afectados, sino que, en su ausencia, es más fácil construirlo, dado el menor número de participantes y la existencia de una multitud de intereses recíprocos ya consolidados. Finalmente, los problemas nacionales y locales, aunque muchas veces de difícil solución a la vista de los intereses contrapuestos de las partes enfrentadas, pueden plantearse en un marco legal definido, y con una autoridad reconocida que posee, en principio, un poder de coerción sobre las partes implicadas: no cabe duda de que, bajo este prisma, la solución al problema se hace sustancialmente más sencilla. Esta primera caracterización de los problemas ambientales, por tanto, facilita al analista la comprensión del marco institucional en el que ha de moverse y de las restricciones que el mismo impone, y con las que ha de contar a la hora de buscar un
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compromiso que altere el comportamiento de los agentes implicados. 1.2.2. Las fuentes del problema La degradación ambiental de carácter antrópico se origina, generalmente, porque una serie de agentes económicos (personas, empresas, instituciones públicas) se comportan de tal forma que, al resolver determinados problemas particulares, generan como consecuencia un deterioro ambiental. Como se señalaba en el epígrafe anterior, es probable que la solución del problema pase por diseñar una serie de medidas, de toda índole, dirigidas a modificar este comportamiento. Por esto es por lo que interesará conocer algunas características de los agentes que generan el deterioro, y de la actividad en concreta que se encuentra detrás del mismo: de las fuentes de la degradación ambiental, en definitiva, relevantes para el diseño de la mejor política de solución del problema. La Tabla 1.1 muestra una doble clasificación que encuadraría, por ejemplo, las fuentes responsables de un problema ambiental, resaltando algunas características pertinentes para diseñar una política de solución del mismo. En ella se ilustra esta doble clasificación para un hipotético caso de contaminación atmosférica en un área urbana. Como puede comprobarse, cuatro son las causas identificadas que originan el problema, aunque sus características difieren en aspectos fundamentales para el decisor. Así, por ejemplo, las escasas fuentes fijas serán más fáciles de controlar que las múltiples fuentes móviles que entran y salen del área urbana. A medio camino entre ellas, las fuentes fijas pero muy numerosas pueden suponer un gasto de identificación y vigilancia elevado, algo que probablemente también ocurrirá con las fuentes esporádicas y móviles. Como el lector tendrá ocasión de comprobar en el Capítulo 9, las medidas más adecuadas para abordar los distintos problemas de contaminación ambiental dependen en gran medida de dónde se inserte el problema en cuestión, en esta tipología. Tabla 1.1 Fuentes Numerosas Pocas
Fijas Calefacciones Centrales térmicas
Móviles Automóviles Quema incontrolada materia orgánica
de
1.2.3. Grado de persistencia En tercer lugar, conviene distinguir aquellas agresiones al medio ambiente que tienen un carácter permanente, o muy duradero, como las emisiones de ciertos gases-traza cuya permanencia en la atmósfera se mide por décadas, de aquellas otras que tienen una duración muy limitada o desaparecen prácticamente al instante, como algunos casos de contaminación acústicau Algunos autores distinguen, en este mismo sentido, entre contaminantes flujo, que son asimilados rápidamente por el medio; y los contaminantes fondo, que tienden a permanecer largo tiempo en él, sin ser eliminados o transformados en sustancias menos nocivas (Kolstad, 2000, página 164). Especial relieve adquieren u
Los CFC, causantes como se vio del adelgazamiento de la capa de ozono, tardan, una vez emitidos, entre diez y quince años en llegar a la atmósfera. Su vida media es bastante larga: el CFC-l 1, uno de los más utilizados, dura un promedio de 78 años, mientras que el CFC-12, asimismo de uso generalizado, 139 años, El más longevo es el CFC115, que tiene una vida media de 380 años, El dióxido de carbono y el óxido nitroso también tienen una vida media alta (100 y 170 años, respectivamente). Los halocarburos oscilan entre los 60 y los 100 años, mientras que el metano tiende a durar unos 10 años. En el extremo opuesto se encuentran el monóxido de carbono (meses), los NO, (días) y el dióxido de azufre (días-semanas) (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, páginas 35 y 37).
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aquellos tipos de degradación ambiental que generan consecuencias irreversibles, como es el caso de la pérdida de diversidad biológica. 1.2.4. Concentración geográfica Finalmente, el analista estará interesado en saber si una determinada fuente de contaminación produce una emisión que se dispersa en el medio de manera uniforme, o tiende a concentrarse en un determinado ámbito geográfico. La diferencia radica en que, en el segundo caso, habrá de contemplarse no sólo la necesidad de reducir las emisiones contaminantes, sino que será necesario establecer también el dónde, lo que hará más complejo el diseño de las medidas adecuadas. Por ejemplo, ante el fenómeno del cambio c1imático, las emisiones de CO2 agravan el problema con independencia de cuál sea su origen geográfico, así como una reducción de las mismas, sea donde sea, ayuda a resolverlo. Por el contrario, el vertido de aguas residuales en el cauce de un río puede no generar ningún problema en determinados tramos del mismo, o en ciertas épocas del año, dada su capacidad de absorción y regeneración natural, pero puede resultar desastroso en otro momento, o en un tramo distinto. En este segundo caso, sería difícil arbitrar medidas de aplicación general, sin incurrir en ineficiencias patentes. 1.3. LA EVOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS AMBIENTALES En el campo del análisis económico se ha insistido con frecuencia en que tan importante como el valor de una variable, absoluto y relativo, es su tendencia: tan importante, si no más, que saber si el nivel de paro es más o menos alto, es conocer si está subiendo o bajando. La misma apreciación es aplicable a la situación ambiental. Por ello, un último tipo de información relevante con respecto a los problemas ambientales, y a una eventual solución de los mismos, es la relativa a su evolución: no sólo a su evolución natural en el tiempo sino, sobre todo, a la posible vinculación de los cambios en la situación ambiental con algunas variables económicas clave. En otras palabras: ¿existe algún tipo de patrón identificable que relacione la situación con respecto al medio ambiente en una sociedad determinada con algunas variables macroeconómicas? ¿Tienden a cambiar los problemas ambientales cuando cambia la situación económica del país? ¿Son los mismos los problemas ambientales de las sociedades atrasadas que los de las sociedades más adelantadas? ¿Resuelve el crecimiento económico los problemas ambientales, los agrava o simplemente sustituye unos problemas por otros? Éste es el tipo de preguntas cuya respuesta contiene una información sin duda valiosa para una mejor gestión de la problemática ambiental. En efecto, el gestor que se enfrenta a un determinado problema agradecerá que se le informe sobre si la presión que lo origina tenderá a aumentar conforme cambia alguna característica económica relevante (por ejemplo, la renta per cápita), cuya evolución además es previsible; o si, por el contrario, esta evolución no parecerá introducir ningún cambio en la situación ambiental o finalmente, si tenderá a aliviado. Como se analizará con más detalle en el Capítulo 11, para intentar resolver los interrogantes planteados, el procedimiento más utilizado ha sido el de obtener la información correspondiente a la situación de un determinado problema ambiental, y analizar la posibilidad de que pudiera establecerse una relación estadísticamente significativa entre el valor de la variable ambiental objeto de estudio (la calidad del aire o la generación de residuos sólidos urbanos, por ejemplo), y el valor de alguna variable económica particularmente significativa. Dada la carencia de datos sobre la situación ambiental en muchos contextos, sobre todo con una perspectiva histórica, no resulta
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fácil establecer la existencia de este tipo de regularidades empíricas entre las variables económicas y la evolución de los problemas ambientales, pero no cabe duda de que el esfuerzo bien vale la pena, ya que puede ayudar a comprender mejor la génesis y evolución de los distintos problemas ambientales, su vinculación con la situación de la economía en general, y la percepción social con respecto a su importancia y gravedad. De esta forma se conseguiría, en definitiva, hacer más eficiente el comportamiento de las autoridades públicas llamadas a resolverlo. 1.4. RESUMEN En el presente capítulo se ha pasado una breve revista a los principales problemas ambiéntales a los que se enfrenta la humanidad, mencionando asimismo, en su caso, algunos de los pasos que se han dado en el plano internacional para resolverlos. Estos problemas constituyen la materia prima sobre la que se aplicarán las herramientas del análisis económico, tanto para intentar comprender la relación que guarda su evolución con la de la economía, en general, como para tratar de arbitrar las medidas más eficientes para solucionarlos. Como tales problemas ambientales, son las ciencias de la naturaleza las llamadas a abordar su estudio. Desde el punto de vista del análisis económico, que es el que caracteriza este libro, lo primero que se puede establecer es la necesidad de este conocimiento previo y de dedicar los recursos necesarios para obtenerlo, dada la rentabilidad social de hacerlo así: distinguiendo incluso entre unos y otros en función de la incidencia que tienen sobre el equilibrio global del sistema, y el grado de incertidumbre que rodea su conocimiento. Una vez establecida la necesidad de contar con una información suficiente sobre estos problemas, el analista ha de volver la vista hacia el marco institucional en el que se plantean, tanto el problema como su eventual solución, para saber con qué tipo de agentes ha de contar para abordarlo y qué grado de coerción puede ejercer sobre ellos. Si son muchos o pocos, fácilmente identificable s y controlables, o no. Si su actividad genera efectos que se disipan en el corto plazo, o tienden a permanecer durante largo tiempo, ocasionando incluso efectos irreversibles; si se requiere una particular atención a la localización geográfica o concentración en el tiempo de las emisiones, o si éstas tienden a disiparse uniformemente en el tiempo y en el espacio, y son por tanto susceptibles de un tratamiento global. Finalmente, es probable que el decisor también agradezca la eventual información que se le pudiera proporcionar sobre la evolución esperada, en el tiempo, del problema ambiental al que se enfrenta. Si el problema en cuestión guarda algún tipo de relación, por ejemplo, de dependencia, con variables económicas cuya dinámica de comportamiento es previsible, el analista sabe que se enfrenta a un problema que no se mueve en el vacío, sino que está sometido a una serie de presiones que inciden sobre su comportamiento en una dirección determinada: contaría incluso con información sobre las variables económicas sobre las que podría intentar incidir para obtener la respuesta ambiental deseada.
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UNIDAD II. GENERALIDADES SOBRE LA CIENCIA ECONÓMICA
Autor: José Paschoal Rossetti Obra: Introducción a la Economía Tema: “Definiciones, objetivo, metodología y leyes de la economía” Páginas: 24-45 CAPITULO 2 DEFINICIONES, OBJETIVO, METODOLOGÍA Y LEYES DE LA ECONOMÍA Este capitulo se centrará en las definiciones de la economía, tratando de destacar tanto su contenido, en cuanto ciencia, como su objeto central y aspectos metodológicos empleados en su desarrollo. El aspecto histórico incluido en este capítulo tiene el Propósito de señalar aspectos relevantes de la evolución de la ciencia económica. 2.1 DEFINICIONES DE LA ECONOMÍA: UN BREVE PERFIL HISTÓRICO Aunque la historia del pensamiento económico señala que la expresión economía política apareció publicada en el siglo XVII con la publicación en 1616 del Traité del' economie politique, del mercantilista francés Antoine de Montchretien (1575-1621), hay autores que la atribuyen a Aristóteles (384-322, a.C.)
Primeras definiciones En realidad, haya sido o no Aristóteles quien empleó esa expresión para designar la compleja ciencia que hoy se ocupa del desarrollo, de la inflación, de los precios, del desempleo, del nivel del ingreso social, de las recesiones y de la utilización total de los escasos recursos del sistema económico, el hecho es que el notable discípulo de Platón “es considerado el fundador de muchas ciencias y también -señala J. F. Bell- el primer analista económico”. En su época, sin embargo, la economía fue considerada como la ciencia de la administración de la comunidad doméstica. El núcleo de las ciencias económicas, su campo de acción y. su definición se derivaron, entonces, de la etimología de la palabra economía (del griego oikonomia, de oikos: casa, nomos: ley). Se trataba pues, de una rama del conocimiento destinado a abarcar sólo el campo de las comunidades familiares en su actividad económica, en sus más simples funciones de producción y de distribución. Como la había definido Aristóteles, la economía era “la ciencia del abastecimiento, que trata del arte de la adquisición”. Desde la Antigüedad hasta el Renacimiento las cuestiones económicas adquirieron gradualmente mayor importancia, con la aparición de formas de organización más complejas que las del régimen primitivo de las comunidades domésticas. En ese periodo se examinaron ampliamente los sistemas de propiedad territorial, la servidumbre, la recaudación tributaría, de las corporaciones de propietarios, de los artesanos, la organización y de las fraternidades, la exploración precapitalista de las haciendas y hasta las cuestiones relacionadas con la concesión de mercados, el comercio interregional, las aldeas y la acuñación y empleo de moneda.
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Sin embargo, las dimensiones de la economía Únicamente se ampliaron en el periodo posrrenacentista, cuando el desarrollo de los incipientes Estados naciones de Francia, Alemania, Inglaterra, España y Portugal y, particularmente, con e! descubrimiento de América impusieron la necesidad de que el análisis económico se desligara de las cuestiones puramente éticas, a las que se mantuvieron unidas como por un cordón umbilical y por las cuales se dejó eclipsar durante siglos. En ese nuevo periodo, los mercantilistas desarrollaron diversos estudios sobre la administración de los bienes y los ingresos del Estado, con lo que se abrió, en forma extraordinaria, el campo de acción de la economía. En esa nueva fase, debido a la ampliación de las dimensiones del mundo económico y a la consolidación de la figura política del Estado-nación, la economía pasó a ser considerada mucho más que una simple rama del conocimiento dedicada a la administración de la comunidad doméstica. Sus funciones y dimensiones también se ampliaron. En la mayoría de las obras de los escritores posrrenacentistas la economía se definió como una rama del conocimiento esencialmente enfocada hacia una mejor administración del Estado, con el objetivo central de promover su fortalecimiento.
Definiciones clásicas Ese gran salto, sin embargo, no fue definitivo, pues en el siglo XVIII economía se desarrolló e ingresó en su fase científica. En ese siglo, considerado como la Edad de la razón o la época de la Ilustración, los pensadores trataron de reformular los principios fundamentales de la economía. En 1758 y 1776 se publicaron dos importantes obras: Tableau economique, de Francois Quesnay, y An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations, de Adam Smith (mejor conocida como The wealth of nations. Tr.). Después de las obras de esos dos autores -fundadores de dos importantes escuelas económicas en Francia y en Inglaterra-, los pensadores económicos quisieron dedicarse al descubrimiento y análisis de los principios de las teorías y de las leyes que rigen en cada uno de los tres grandes aspectos de la actividad económica: producción, distribución y consumo de las riquezas. Esos tres segmentos sentaron las bases de una nueva trilogía teórica, sobre la cual, a partir de entonces, se fundaron las definiciones clásicas de la economía. Se basaron en ella las definiciones del pastor Malthus, del financiero John Law, del político Stuart Mill, del médico-economista Francois Quesnay, del banquero Richard Cantillon, del bolsista David Ricardo y del teórico Jean Baptiste Say. Este último, considerado como uno de los más notables representantes del clasicismo francés, en su Traité d'economie politique, publicado en 1803, afirma: La economía política permite conocer la naturaleza de la riqueza; de ese conocimiento de su naturaleza deduzco los medios de su formación, el orden de su distribución y los fenómenos involucrados en su destrucción, ejercida por medio del consumo. Las definiciones clásicas de la economía se fundamentaron, además, en las tres divisiones básicas de la actividad económica. De la formación al consumo de las riquezas, pasando por su distribución, toda la actividad económica fue cuidadosamente clasificada, investigada y sometida a un coherente y completo conjunto de principios, teorías y leyes. Esta nueva concepción indicó que las ciencias económicas se habían liberado definitivamente de los patrones posrrenacentistas, sin someterse sólo al requerimiento de los objetivos políticos del Estado. A partir de las aperturas liberales desarrolladas en el siglo XVIII, la economía se interesa por penetrar en cada uno de los aspectos de la actividad económica libre, investigando los factores implicados en el proceso de formación de las riquezas,
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examinando los aspectos relacionados con su distribución y llegando, finalmente, a considerar la última etapa del consumo. Esa mayor apertura se adecuaba al espíritu del cientificismo en el siglo XVIII. La trilogía Producción, distribución y consumo, en lugar de considerar los momentos esenciales de la actividad económica, intentó profundizar en la investigación científica de la vida económica. Además, desde tales perspectivas las ciencias económicas experimentaron un extraordinario desarrollo, como una rama del conocimiento enfocada hacia la percepción y al análisis, sobre todo, en aspectos relacionados con la riqueza.
El acceso socialista En el siglo XIX al concepto clásico de economía, se sumó el de acceso socialista de inspiración marxista. El binomio producción-distribución (entendiéndose distribución en el sentido de proceso repartitivo o simplemente repartición) fue la base a partir de cual la perspectiva socialista construyó su concepción sobre la materia de la que se ocupa la economía. Los puntos básicos de dicha perspectiva fueron señalados por Lange:
El hombre, viviendo en su sociedad que se encuentra en cierto nivel de desarrollo histórico, siente necesidades de índoles diversas. Una parte de estas necesidades es de carácter biológico como lo es su indispensable satisfacción de la vida; otra parte es la consecuencia de la vida en común, en la sociedad y producto de un conjunto de condiciones determinadas por el nivel cultural alcanzado. Igualmente las necesidades biológicas tienen un carácter y una forma que son función de la cultura de la sociedad. Las necesidades de los hombres, aunque primitivamente originadas por las biológicas, son consecuencia de un producto de la vida social y en común. Por lo tanto, dependen del grado de desarrollo de la sociedad humana. Para satisfacer las necesidades humanas, es indispensable la producción o usufructo de bienes que el hombre extrae de la naturaleza, transformándolos, modificando sus características, movilizándolos en el espacio y guardándolos. La actividad humana que consiste en adaptar los recursos y las fuerzas de la naturaleza con la finalidad de satisfacer las necesidades del hombre, se designa con el término producción. Se trata de una actividad consciente e intencional, fundamentada en el trabajo. De la unión de producción y trabajo se extraen dos elementos vitales del proceso económico. La producción es un acto social que implica la división del trabajo combinado y en conjunto de todos los miembros de la sociedad. Es una parte del trabajo social, cuyo producto se representa por los bienes que sirven directa o indirectamente para satisfacer las necesidades humanas, manifestadas en diferentes formas en distintas sociedades. La realización completa de ese proceso social incluye finalmente, la distribución o repartición del producto social del trabajo. La distribución se cubre también de un carácter social. Por su naturaleza, es un acto social, que asume diferentes formas de acuerdo con los grados de desarrollo de la sociedad. Existen vínculos que destacan históricamente entre las formas de producción y la manera como se lleva a cabo la distribución del esfuerzo social de la producción. En su "Introducción a la Crítica de la Economía Política", Marx recalcó que "las relaciones y los mecanismos de distribución aparecen
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simplemente como el reverso de la producción. La estructura de la distribución se determina por la estructura de la producción". Concluyendo: mientras que las relaciones de producción dependen del nivel histórico de las fuerzas productivas, o sea, de la actuación social del hombre en el trato con la naturaleza, las relaciones de distribución dependen de las relaciones de producción. La manera como se opera la distribución de los productos en la sociedad se determina por la manera de cómo los hombres participan en el proceso de Producción. El estudio de las leyes sociales que regulan la producción y la distribución de los medios materiales destinados a satisfacer las necesidades humanas, resume el campo del que se ocupa la economía.
Compendio Neoclásico Las definiciones clásicas y la perspectiva socialista se centraron como ya lo estudiamos, en el trinomio producción-distribución-consumo y en el binomio produccióndistribución. Las diferencias esenciales entre ambos resultaron del énfasis dado a cada uno de esos términos, principalmente al entendimiento de los procesos sociales que conducen a su movilización. Debemos señalar que Ricardo, se colocó entre las dos teorías. Anticipándose al socialismo marxista, señaló el binomio produccióndistribución como una razón de ser del estudio sistemático del proceso económico. Ya en el paso de los siglos XIX-XX, una nueva línea conceptual se propondría por Alfred Marshall, ilustre profesor de economía de la Universidad de Cambridge, autor de la llamada síntesis neoclásica. En su PrincipIes of economics (Principios de economía), editado en 1890, Marshall enfocó su atención en la comprobación de que el proceso económico tendía a satisfacer las aspiraciones humanas y la satisfacción de sus necesidades materiales. Desvió a conceptos más extensos como los de riqueza y bienestar social, las cuestiones cruciales de la economía. Los puntos fundamentales de esa teoría, son:
Las necesidades y los deseos humanos son innumerables y de varios tipos. Sólo en etapas primitivas de la civilización son susceptibles de ser satisfechos. En verdad, el hombre no civilizado no tiene más necesidades que las de un animal, pero a medida que va progresando, éstas aumentan y se diversifican al mismo tiempo que surgen métodos capaces de satisfacerlas. Los cambios en las etapas culturales de las sociedades organizadas, implican mayor. cantidad y diversidad de servicios. La economía examina la acción individual y social en sus aspectos ligados más estrictamente a la obtención y uso de los elementos materiales de bienestar. Por un lado, es un estudio de la riqueza y por el otro, que es más importante, es una parte del estudio del hombre. La economía es el estudio de los hombres tal como viven, actúan y piensan en los asuntos normales de la vida. Pero expresan atención, principalmente a los motivos que los afectan, de modo intenso y constante, la conducta del hombre en el trato con las cuestiones que interfieren en su riqueza y en las condiciones materiales de su bienestar.
Cabe mencionar que la síntesis de Marshall no se limitó a la descripción y análisis de los procesos económicos relacionados con la riqueza y el bienestar. Además
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fue para discutir aspectos éticos ligados a la conducta humana y a las formas de organización de la sociedad que podrían ampliarse o disminuirse, en función del proceso distributivo, el número de los que tienen, de hecho, acceso a las condiciones materiales posibles de alcanzarse en una cierta etapa cultural. Rasgos de la organización social como la libertad de empresa y la competencia, fueron analizadas bajo el punto de vista de su influencia en la generación y difusión de bienestar social. De ahí se derivaron algunas de sus más contundentes observaciones sobre el carácter social de la economía. Entre la más nombrada sobresale: “En un mundo en el cual todos los hombres fueran perfectamente virtuosos, todos pensarían sólo en sus deberes y nadie desearía tener un volumen de comodidad mayor que el de sus vecinos. Los más fuertes, fácilmente soportarían el bulto más pesado y admitirían que sus vecinos más débiles, aún produciendo menos elevarían su consumo. Felices con esa manera de pensar, trabajarían para el bien general con toda la energía, espíritu creativo en la iniciativa que tuvieran”. Pero la historia en general, y especialmente la de los riesgos socialistas mostrarían que los hombres comunes raramente son capaces de un ideal altruista por un tiempo considerable. Pero, en contraparte, tienen una capacidad de servicio desinteresado mucho mayor de la que demostraron. Y la competencia por su parte, no muestra sólo efectos perniciosos, sino que su proscripción podría ser más antisocial que la propia. Por lo tanto, constituye el último fin de la economía, descubrir como se puede combinar la latente actividad social de las virtudes humanas con las fuerzas de la competencia para la promoción del bienestar social.
La perspectiva de Robbins Aparentemente menos influenciado por sistemas ideológicos, un intento más reciente (y también más atractivo) de conceptuar la economía. Este nuevo intento de sistematización, trató de identificar en qué consiste el aspecto propiamente económico de la conducta de la humanidad. Comenzó en la primera mitad de los años treinta, en un ensayo notable de Lionel Robbins, An essay of nature and significance of economic science (Un ensayo de la naturaleza y significado de la ciencia de la economía). La sistematización de Robbins no partió como todas las que le antecedieron, del polinomio producción-distribución-gasto-acumulación. Los puntos fundamentales en que se basó fueron los siguientes:
Independientemente de su clasificación como económicos o no-económicos, son múltiples los fines que la actividad humana trata de alcanzar. Además de ser muchos, los fines posibles anhelados por el hombre, tienen importancia diversa y pueden c1asificarse por orden de prioridad, ya sea que ésta varíe en tiempo o espacio y respetada la individualidad de cada quien, pueda también variar de persona a persona. Los medíos para alcanzar la multiplicidad de los fines posibles son limitados. Los medios tienen usos alternativos y por lo tanto, pueden movilizarse para los fines más diversos.
Para Robbins, ninguna de esas cuatro condiciones, considerada aisladamente, es suficiente para caracterizar el hecho económico. Este se caracteriza por un importante elemento, que establece los eslabones de unión entre las cuatro condiciones vistas en su conjunto. Este eslabón es la capacidad humana de elegir, en vista de la multiplicidad de los fines que se pretenden y aún de la diversidad de medios para alcanzarlos. Además
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los actos de elección también se derivan, de hecho, de los recursos que puedan movilizarse para diferentes fines, aunque sean escasos o limitados. La primera lección que obtenemos de esa sistematización muestra respeto a la economía de la acción humana. Esta se deriva de lo inevitable de elegir. Entre una multiplicidad de opciones sobre las acciones que presumiblemente conducirán a la generación y acumulación de las más variadas categorías de riqueza y a las más diversas etapas de prosperidad y bienestar, el hombre está actuando económicamente cuando procede a una elección determinada. Sea cual fuere esta elección, conducirá: 1. Al alcance total o parcial de un fin propuesto, bajo diferentes grados de eficiencia. A esto se le da el nombre genérico de beneficio. 2. A la utilización de medios disponibles, también bajo diferentes grados de eficiencia. A esto se le da el nombre genérico de costo. 3. A la determinación de cómo se utilizarán los medios disponibles para la consecución del fin propuesto. A los mecanismos y criterios que involucran el destino de los medios utilizados se le da la denominación genérica de localización. 4. A la no consecución de otros fines. La elección de determinado fin y la consecuente utilización de medios escasos implica necesariamente la reducción de la capacidad efectiva de la sociedad para obtener otros beneficios. A esta cuarta etapa del proceso de elección, se le da la denominación de costo de oportunidad. Cualesquiera elecciones hechas por personas, empresas, gobiernos u otros agentes económicos en cuanto a la localización de recursos implican por lo tanto, una relación entre costos (los medios empleados) y beneficios (los fines alcanzados), así como la aparición de costos de oportunidad (otros fines que con los mismos recursos, podrían haber sido alcanzados). De esta sistematización se puede entonces con alguna exactitud conceptual, aclarar que es de lo que se ocupa la economía. Desde que el hecho económico se manifiesta a través de actos de elección entre fines y medios, la economía puede verse como una rama de las ciencias sociales que se ocupa de la administración eficiente de los escasos recursos existentes, empleados en la consecución de los fines que hayan sido establecidos por la sociedad, ya sea por medio de un proceso decisivo descentralizado, ya sea por medio de un poder central. O como Robbins la definió: la economía es, pues, la ciencia que estudia las formas del comportamiento humano, resultado de la relación existente entre las necesidades ilimitadas que se deben satisfacer y los recursos que, aunque escasos, ofrecen usos alternativos. La posición de Robbins fue reforzada por el gran despertar de los pueblos subdesarrollados; vale decir, por la concientización de los contrastes entre la opulencia y la miseria. Con esto, la economía pasó a ser considerada, en la más simple de sus definiciones, como la ciencia de la escasez. Los teóricos contemporáneos sintieron, más que en otras épocas, que el cumplimiento de cualquier objetivo de bienestar o de universalización del desarrollo económico dependía, esencialmente de una mejor administración de los escasos recursos disponibles. Esa es la razón por la cual propusieron la siguiente definición: La economía es el estudio de la organización social mediante la cual los hombres satisfacen sus necesidades de bienes y servicios escasos (Myron H. Umbreit, Elgin F. Hunt y Charles V. Kinter). Así, aunque no siempre sea fácil la demarcación de las fronteras que separan a la economía de las otras disciplinas o campos del conocimiento social, hay actualmente coincidencia general en relación con
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su contenido principal. Al ocuparse de las condiciones generales de bienestar, el estudio de la economía incluye la organización social que implica la distribución de recursos escasos entre necesidades humanas alternativas y el uso de esos recursos con la finalidad de satisfacerlas en un nivel óptimo (Richard H. Leftwich). Se insertan en esta misma línea de definiciones de otros autores contemporáneos significativos. Veamos tres de ellos. Paul A. Samuelson: La economía es la ciencia que se preocupa por el estudio de las leyes económicas que indican el camino que se debe seguir para que sea mantenido un nivel elevado de productividad, se mejoren las condiciones de vida de las poblaciones y se empleen correctamente los escasos recursos. Raymond Barre: La economía es la ciencia dirigida a la administración de los escasos recursos de las sociedades humanas; estudia las formas que adopta el comportamiento humano en el uso, con un costo, de los recursos del mundo exterior, en la tensión existente entre los deseos ilimitados y los medios limitados de los agentes de la actividad económica. Stonier y Hague: Si no hubiera escasez ni la necesidad de distribuir los bienes entre los hombres, no existirían tampoco sistemas económicos y menos aún economía. La economía es fundamentalmente el estudio de la escasez y de los problemas de la distribución. Volveremos a considerar esta línea conceptual al examinar, más adelante, los fundamentos del problema económico. Al retomar este análisis verificaremos más detalladamente las razones por las cuales la trilogía clásica de formación, distribución y consumo de las riquezas fue sustituida por la dicotomía escasos recurso-necesidad ilimitados. TABLA 2.1 Definiciones de economía: tres perspectivas distintas La perspectiva neoclásica La perspectiva socialista
La sistematización de Robbins
La economía es el estudio de, 1os hombres, de sus ideas y vida cotidiana
Las necesidades humanas son determinadas por el aprendizaje cultural de la sociedad
Las sociedades tienen objetivos múltiples, ilimitados, pero carecen de los medios necesarios. La conducta económica consiste en elegir entre fines posibles y medios insuficientes para lograrlos
Destaca principalmente el comportamiento de los hombres en la relación con cuestiones que interfieren en su riqueza y bienestar
Para satisfacer a un patrón de necesidades los hombres se dedican a un acto social: la producción
La economía es un área que estudia las formas del comportamiento humano que resultan de las relaciones entre necesidades ilimitadas y recursos escasos
El fin último que cu ida la economía consiste en descubrir cómo las virtudes humanas y la concordancia pueden conducir al bienestar social
La distribución de ese proceso se completa con una distribución del producto social
Medios escasos, fines alternativos, elección y localización verdadero a los elementos a partir de los cuales se define el campo de que se ocupa la economía
El estudio de las leyes sociales que regulan la producción y la distribución resume el campo de que se ocupa la economía
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2.2 EL OBJETO DE LA ECONOMÍA: SU EVOLUCIÓN Y POSICIÓN ACTUAL Siguiendo el curso de las definiciones, la exacta comprensión del objeto de la economía evolucionó desde las primeras escuelas económicas del siglo XVIII hasta la actualidad. Para el autor de The wealth of nations, el objeto de la economía era hacer investigaciones sobre la naturaleza y los orígenes de la riqueza de las naciones. Esta concepción prevaleció hasta David Ricardo, uno de los grandes economistas de la escuela clásica inglesa, que trató de desviar el objeto de la economía hacia el terreno de las investigaciones sobre la distribución de la riqueza. "No se puede someter a ninguna ley -escribió Ricardo en 1820- la cantidad de riquezas producidas, pero se puede enunciar una ley que se refiere satisfactoriamente a su distribución. Esto y cada vez más convencido de que el primer estudio es vano e ilusorio y de que el segundo es el verdadero objeto de la ciencia económica." Entendía Ricardo que el objeto de la economía debería centrarse en el estudio de la distribución de la riqueza, en lo que se diferencia de Smith, para quien la economía tiene por objeto central el estudio de la formación de la riqueza. Esas dos posiciones básicas, particularmente la de Ricardo, fueron definidas por los discípulos de la escuela clásica inglesa y no se apartaron de ellas, al menos sustancialmente, los economistas de las demás escuelas del pensamiento económico, que se desarrollaron en el periodo comprendido entre la aparición de la obra de Adam Smith y la publicación, en 1936, de la Teoría general de John Maynard Keynes. Keynes, sin embargo, adoptó un tercer camino al intentar demostrar que el objeto de la economía debía centrarse en la investigación de las fuerzas que gobiernan el volumen de la producción y del empleo en su conjunto. En cierto sentido, Keynes retomó uno de los caminos clásicos, para colocarse en el plano de la producción; incluso superó el plano de Adam Smith, al tratar específicamente de los factores determinantes de las fluctuaciones del ingreso nacional y del volumen de empleo, Viviendo la crisis de los años treinta, Keynes se orientó a partir de entonces hacia el análisis de las fluctuaciones de la actividad económica como objeto central de la economía. La corrección de los desajustes y desequilibrios parecía ser, en efecto, la preocupación fundamental de las ciencias económicas en aquella época. Después de la Segunda Guerra Mundial, el objeto de la economía sufrió una nueva revisión. El análisis de las fluctuaciones, que ocupó una posición central en la década de 1930, dio lugar al examen de las condiciones necesarias para la promoción del desarrollo económico de los países. Al mismo tiempo, los economistas de todo el mundo también se dedicaron al examen de la ampliación de los beneficios del progreso en la colectividad empeñada en su promoción. En suma, mientras los teóricos del siglo XVIII se interesaron en la formación de la riqueza y los del siglo XIX en su distribución, los modernos economistas prefirieron dedicarse a un objeto doble, resultando, por un lado, del estudio de las fluctuaciones de la actividad económica y de la promoción del desarrollo y por otro lado, de las investigaciones sobre la distribución de la riqueza. Así, la posición más reciente parece ser, una síntesis de los enfoques de los siglos anteriores. Los economistas contemporáneos estudian la producción de la riqueza y del desarrollo, con el mismo empeño con el que se dedican a las cuestiones vinculadas a la distribución. La promoción simultánea del progreso y de la distribución satisfactoria de sus frutos parece ser un mismo objeto de la economía moderna. Las fluctuaciones de
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la actividad económica (mediante la permanente búsqueda del equilibrio general de los niveles de empleo y de los precios), aunque ya no tengan la importancia que les atribuyó la década de los treinta, y en verdad no fueron, completamente separadas las preocupaciones centrales de la ciencia económica. Sin embargo, el principal enfoque del análisis contemporáneo, en particular en las economías aún no desarrolladas satisfactoriamente, se dirige hacia el binomio desarrollo-distribución. El tratamiento del binomio desarrollo-distribución, a nivel del enfoque central de la economía contemporánea, se mantiene ligado a la bifurcación de escasos recursos y necesidades ilimitadas, en las que se basan, como ya vimos, las definiciones contemporáneas de la economía. La preocupación por el desarrollo está formalmente ligada al aprovechamiento óptimo de los escasos recursos disponibles. Y la mayor eficiencia en los dominios de la distribución está relacionada con la ampliación de los resultados del desarrollo de las diversas condiciones sociales movilizadas en su promoción; esto equivale a una interrelación formal entre la distribución y las necesidades ilimitadas, ya que éstas últimas pueden ser atendidas progresivamente a medida que las estructuras de la distribución de la riqueza pudieran ser más igualitarias. Hay, además, nítidas relaciones formales entre las bases de las definiciones contemporáneas y los fundamentos del binomio que parece ser uno mismo en la economía moderna.
2.3 LA METODOLOGÍA DE LA ECONOMÍA: ALGUNAS OBSERVACIONES GENERALES Examinaremos, algunos aspectos de la metodología empleada en el campo de la economía. Señalaremos básicamente los procesos de investigación en que se fundamentan la elaboración de principios, leyes, teorías y modelos económicos. Además, ahora debemos situamos en la compleja área de la elaboración de la ciencia económica. En la tarea de hacer a la economía, como ocurre con cualquier otra ciencia, la metodología que se emplea generalmente descansa en tres principios legítimos del conocimiento y del raciocinio, mediante los cuales la realidad puede ser juzgada objetivamente: 1. el reconocimiento; 2. la inducción; y 3. la deducción. El reconocimiento es la base de los sistemas metodológicos de investigación científica. Está constituido por el conjunto de operaciones mediante las cuales los hechos reales se describen y clasifican adecuadamente. A partir del volumen de información disponible sobre los hechos observados, el proceso se puede encaminar hacia la inducción, que consiste en la formulación de la hipótesis sobre el comportamiento de la realidad, ya que pueden ser elaborados principios, teorías, leyes o modelos explicativos de esa realidad. En este sentido, la inducción puede ser considerada una especie de generalización de la experiencia, pues parte del conocimiento de varios hechos particulares, descritos en la fase de reconocimiento, para establecer finalmente determinada hipótesis cuya validez se supone general. Se puede llegar también a, resultados semejantes mediante la deducción, que consiste en un proceso apriorístico que partiendo del conocimiento de determinados
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aspectos de la realidad, elabora hipótesis sobre el comportamiento de otros aspectos no completamente conocidos, o sobre las relaciones entre los hechos conocidos y otros aún desconocidos. Si las deducciones pueden ser posteriormente probadas por la experiencia, son reales o factibles. Así, se dirija hacia procesos inductivos o deductivos, la metodología de la economía parte inevitablemente de la observación sistemática de la realidad, mediante la cual se ordenan y clasifican los hechos, los fenómenos y los acontecimientos normales de la actividad económica. De esa observación generalmente resulta la comprobación de que hay cierto ordenamiento inherente a los hechos económicos. La realidad no se describe a partir de un conjunto de procesos que acontecen caóticamente, sino que parece estar sujeta a un determinado tipo de orden, registrándose cierta uniformidad en las principales causas y consecuencias de cada uno de los fenómenos clasificados por la observación. Además, cuando se tratan estadísticamente, los hechos por lo general muestran que la realidad económica se comporta en forma ordenada, observándose asimismo ciertas relaciones funcionales de dependencia entre determinadas series de datos ordenados históricamente. Entre los precios de los bienes y servicios y las correspondientes cantidades analizadas, por citar un ejemplo, hay evidentes correlaciones de esa naturaleza; el crecimiento del ingreso nacional mantiene claras relaciones funcionales con la expansión del consumo agregado; mientras el nivel general de empleo parece estar influido positivamente por la totalidad de las inversiones realizadas. Esas relaciones causales, así como muchas otras, comprueban que los hechos económicos no ocurren incidental o aisladamente, sino que son parte integrante de un todo complejo, se manifiestan mediante cierta regularidad y de acuerdo con determinados parámetros. Su comportamiento, sin embargo, si se observa sistemáticamente, puede dar lugar a la elaboración de algunos principios generales, de teorías, de leyes o de modelos que sirvan para representar simplificadamente la realidad y para investigada en un nivel científico. Así entendidos, los principios, las teorías, las leyes y los modelos económicos se refieren esencialmente a la representación y a la interpretación de la realidad. Son generalizaciones o comprobaciones de regularidades concernientes a las actividades de los agentes económicos. Un modelo, por ejemplo, es un cuadro simplificado de la realidad, una generalización abstracta de cómo ciertos procesos ocurren en la realidad. Para su concepción, los economistas recurren a los principios que preceden a la aparición de los hechos y a las teorías subyacentes, a los procesos que se representan; recurren además a las leyes que explican las interrelaciones de las variables económicas en consideración, procurando conjugar en un solo elemento todas las hipótesis relativas a los mecanismos que gobiernan la realidad. Todas las simplificaciones posibilitadas por los principios, teorías, leyes y modelos económicos deben ser, sin embargo confrontadas permanentemente con la realidad, para que sean validadas o elaboradas nuevamente de acuerdo con las nuevas observaciones. Esta permanente interrelación de hechos y sus generalidades teóricas se consideran vitales en el contexto metodológico de la economía. Ninguna ciencia social -observa Herskovits- puede cumplir sus objetivos si desatiende el principio de que los problemas sólo pueden ser juzgados con claridad y los datos solamente pueden lograr una interpretación válida mediante la constante y continua interrelación entre las hipótesis y los hechos. Esa secuencia metodológica se encuentra esquematizada en la Figura 2-1. Como en ella advierte, el proceso se origina en la observación sistemática de la realidad. En los dominios de la investigación económica, la observación, la descripción y la
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clasificación de los hechos son actividades preparatorias mediante las cuales lo que se desea es alcanzar un conocimiento más profundo de la interdependencia de los fenómenos económicos. A partir de ahí, el empleo del método inductivo, del deductivo o de una combinación de ambos depende de la naturaleza de la investigación que se pretende desarrollar. Ambos son igualmente útiles para la formulación de hipótesis sobre las cuales se edificará la economía. Y en el ciclo que se renueva permanentemente, todo el proceso se revitaliza por la observación continua de la realidad. Esto es fundamental para validar los supuestos ya establecidos o para informar sobre la necesidad de elaborados de nuevo. FIGURA 2-1 Esquema explicativo de la metodología usual de la economía. Inducción Observación sistemática Deducción
Validez, por la permanente comparación con la realidad
Reelaboración o confirmación de acuerdo con las nuevas observaciones
Hipótesis sobre el comportamiento de los hechos conocidos y observados Hipótesis sobre el comportamiento de hechos no conocidos o sobre las posibles relaciones entre éstos y los observados Formulación de principios, teorías, leyes o modelos explicativos o interpretativos de la realidad
2.4 LAS LEYES ECONOMICAS: SU CONCEPCIÓN Y SU NATURALEZA Después de las observaciones generales que acabamos de presentar acerca de la metodología de construcción de la ciencia económica, examinaremos la concepción y la naturaleza de las leyes económicas. Debemos diferenciar inicialmente el carácter de las leyes establecidas en el campo de las ciencias sociales y compararlo con el que prevalece en las ciencias experimentales. Los principios, las leyes, las teorías y los modelos económicos deben ser entendidos dentro de los límites circunstancial es de las ciencias sociales. Para cada una de las leyes económicas ya formuladas, en torno a las cuales gravita la concepción científica de la economía, existe la posibilidad de pruebas de hechos o de comprobaciones en el nivel de confrontación con la realidad. Sin embargo, el grado de certeza y exactitud con que los economistas formulan y controlan sus leyes no puede ser comparado con el que prevalece en las ciencias experimentales. Éstas, para la verificación de sus leyes pueden aislar, por medio de pruebas de laboratorio, cada uno
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de los factores que intervienen en el sistema bajo observación; la prueba en ese caso, puede ser, en general, perfectamente controlada. En el caso de la economía, no obstante, debido a su inserción en el campo de las ciencias sociales, no siempre todos los factores que intervienen en determinado sistema del proceso pueden ser aislados y mantenidos bajo riguroso control. De ahí que las leyes de la economía deben entenderse como menos absolutas que las de las ciencias experimentales. Sus agentes son hombres, seres racionales, capaces de influir voluntariamente en la dirección y en la intensidad de los hechos en que participan. Además, las condiciones sociales dentro de las cuales las leyes económicas son válidas, se modifican constantemente, provocando acciones y reacciones inesperadas, toda vez que el comportamiento humano puede asumir posiciones que no 'están situadas con rigor dentro del campo de la normalidad previamente establecido. En física, una ciencia experimental por excelencia, los principios, las leyes, las teorías y los modelos explicativos del comportamiento de las fuerzas de la naturaleza por lo general pueden ser determinados con alto grado de certeza. Las leyes de las fuerzas gravitacionales y los principios de la termodinámica, por ejemplo, pueden ser reducidas a rigurosas expresiones matemáticas. Las observaciones de laboratorio que resultaron de esas expresiones pueden repetirse tantas veces como sea necesario para su demostración completa. Además, existe la posibilidad de construir elementos complejos para probar los principios y las leyes establecidas. En tales circunstancias, la aproximación obtenida suele ser impresionante. La ley de la constancia de la velocidad de la luz, por ejemplo, está establecida con un grado de precisión realmente asombroso: c = (2 997 930 ± 0.000003) x 108 m/s donde el signo ± determina los límites dentro de los cuales se conoce la velocidad c. Las medidas de magnitud en el campo de una ciencia experimental como la física son igualmente susceptibles de notable exactitud. Para las grandes y pequeñas magnitudes, las medidas pueden establecerse con un reducido margen de error relativo. La distancia media de la Tierra al Sol, por ejemplo, se estima en 149 597 900 kilómetros. Esos millones de kilómetros son datos con un grado de certeza realmente impresionante. La medida es exacta. Pero aunque no lo fuese y hubiera errores en los tres últimos guarismos, éstos serían necesariamente inferiores a 0.000007%, debido a la magnitud de los valores representados. Con equiparable grado de certeza, la física llega a estimar distancias orbitales recorridas por electrones; en el átomo de Bohr, la magnitud de esa distancia es estimada en 33.10-6 micrones. La noción del tiempo en el campo de las ciencias experimentales puede también calcularse con márgenes de error igualmente reducidos: el tiempo de vibración del sonido audible más alto es igual a 10-4 segundos y, por citar un último ejemplo, las relaciones entre los fenómenos naturales también pueden calcularse con precisión. Entre la temperatura ambiente y la dilatación de los cuerpos, se calculan las posibles relaciones funcionales de dependencia con elevado grado de certeza. Los termómetros de mercurio, con escalas en décimas de grados centígrados, constituyen un ejemplo de la exactitud con que pueden establecerse esas relaciones. En la economía, una ciencia social, el tratamiento dado a fenómenos observados y las leyes que resultan de ellos no alcanzan la exactitud numérica típica de las ciencias experimentales. Las leyes económicas, tal vez en su mayoría, son cambiables en tiempo y espacio y no tienen un exacto grado de precisión. No resultan de observaciones realizadas en tubos de ensayo o probetas, con el auxilio de instrumentos de alta precisión. E1aboratorio de la economía es la propia Saciedad humana, cuyo comportamiento -por preciso que sea el orden inherente a los hechos observados- no puede ser enteramente condicionado o controlado. No es posible aislar de la matriz
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sociocultural en que esa sociedad se inserta, todos los cambiantes y complejos factores que interfieren en su comportamiento. Así, a pesar de la constancia y la uniformidad de los hechos que dieron origen a las leyes económicas, éstas siempre deben ser tratadas como leyes sociales. Involucran la acción combinada de varias tendencias y decisiones individuales independientes, cuya cuantificación exacta no siempre es posible. Ésta es la razón fundamental por la cual las leyes de la economía son menos precisas que las de las ciencias que tratan con la naturaleza. Primero, porque las condiciones sociales en las que esas leyes son válidas, pueden modificarse profundamente con el paso del tiempo. Segundo, porque las uniformidades que les dieron origen siempre están sujetas a acentuadas e imponderables oscilaciones. Esto no quiere decir que las leyes de la economía estén privadas de fundamentos. En realidad, lo que se afirma es que su grado de precisión no es equiparable al que alcanzan las ciencias experimentales. La dilatación de los cuerpos está en función de la temperatura ambiente. En el caso del termómetro de mercurio, esta función es exactamente lineal y su grado de precisión es en verdad notable. En el campo de la economía, hay muchos acontecimientos que pueden ser entendidos como funciones de otros. Entre los precios y las cantidades demandadas de determinado producto existe, por ejemplo, una relación funcional de dependencia que nos sugiere la posibilidad de formular la llamada ley de la demanda: a medida que los precios se reducen, las cantidades demandadas tienden a aumentar. En la hipótesis de intentar comprobar experimentalmente esta ley, registrando los resultados en la gráfica cartesiana en escala simple como de la Figura 2-2, se obtendrían una multitud de puntos. En varios de los mercados en que se realizara el ensayo experimental, las reacciones individuales serían las más diversas, pero la tendencia general confirmaría la validez de la ley. A lo largo de la multitud de puntos obtenidos, podría ajustarse una curva indicativa de la relación entre las dos variables en observación: precios y cantidades demandadas. El comportamiento de un individuo podría no ajustarse a la curva obtenida. No obstante, ésta representaría el lugar geométrico más probable de las apariencias observadas. Estadísticamente, se habría confirmado la ley. FIGURA 2-2 Relación entre precios y cantidades demandadas
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Para controles en términos agregados (considerando la suma del comportamiento conjunto, global, de todos los individuos de un sistema dado), los resultados estadísticos podrían ser ajustados con mayor perfección a una relación funcional. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la relación entre el ingreso personal disponible y el consumo agregado, a lo largo de cada serie histórica de datos anuales como los del ejemplo en la Figura 2-3. En la medida en que el ingreso personal disponible se eleva, el consumo agregado también tiende a aumentar, aunque no en una misma proporción y sin una regularidad lineal. Esto indica que existe una relación funcional de dependencia entre las dos variables consideradas, que puede ser expresada por una recta teórica existente entre los puntos reales observados. Una proyección de la recta obtenida sería una indicación satisfactoria de los valores esperados para el consumo agregado, dados determinados niveles futuros del ingreso personal disponible. Los dos ejemplos que mostramos parecen ser suficientes para indicar que las leyes económicas son leyes de probabilidad y no relaciones exactas. “Son leyes hipotéticas y estadísticas, como señala Zamora. Hipotéticas, porque sólo se demuestran si se reúnen las condiciones e hipótesis que se establecieron previamente para su formulación. La realidad sólo funcionará en la forma prevista cuando no intervengan causas perturbadoras de la constancia de la relación entre los elementos considerados para la formulación de la ley bajo control. Estadísticas, porque siempre se refieren al resultado global de una infinidad de hechos elementales, diversos e independientes, cuyas características se distribuyen incidentalmente, aunque se entrelacen en su juego simultáneo, determinando la uniformidad de medios estadísticos, demostrables matemáticamente por el cálculo de probabilidades”. Para concluir estas observaciones generales sobre la concepción y la naturaleza de las leyes económicas, consideramos de extrema importancia apuntar algunas palabras finales sobre la condición ceteris paribus y el sofisma de composición. FIGURA 2-3 Relación entre los niveles de ingreso, personal disponible y del consumo agregado
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La condición ceteris paribus Como hemos visto, que el aspecto hipotético y estadístico de las leyes económicas índica que éstas sólo deben ser entendidas como válidas dentro de los límites de las hipótesis simples que se han mencionado. Los dos casos que desarrollamos (implicando la ley de la demanda y la función consumo) pueden considerarse como ejemplos típicos de simplificación de la realidad, basados no en las acciones y reacciones de un agente económico único y aislado, sino en el resultado estadístico de la observación del comportamiento de un gran número de individuos. Evidentemente, si observáramos las acciones y reacciones de un solo agente -un consumidor individual, por ejemplo- no tendríamos la suficiente seguridad para formular, con base en su comportamiento, una ley de demanda o una función de consumo que pudieran generalizarse como válidas y representativas de la realidad. Para una generalización y validación es necesario un número estadísticamente significativo de observaciones. Algunas de éstas podrán ser atípicas, no situadas en las franjas de normalidad definidas por el comportamiento del conjunto. Algunos consumidores individuales podrán mantener inalteradas las cantidades demandadas de determinado producto, además de que su precio sufra sucesivos cambios reales hacia arriba o hacia abajo; otros, aun cuando tengan sus niveles reales de ingreso aumentados, podrán mantener o, en ciertos casos incluso menos comunes, hasta reducir niveles usuales de consumo. Estadísticamente, sin embargo, con base en un número mayor de observaciones, esos comportamientos serán considerados atípicos, pues el conjunto revelará, en el caso de la demanda, que las cantidades demandadas varían inversamente respecto a la variación de los precios y, no en el caso del consumo agregado: éste varía en la misma dirección, aunque no en las mismas proporciones que la variación del ingreso personal disponible. Con base en el resultado general de esas observaciones serán formuladas la ley de la demanda y la función consumo. Se habrá observado que hay una relación funcional de dependencia entre las cantidades demandadas (CD) y los precios (P), que puede expresarse por la función siguiente: CD = f (P) Por otra parte, la comprobación estadística de las relaciones entre el ingreso personal disponible (Y) y el consumo agregado (C) lleva a otra función, que puede expresarse por: C = f (Y) La primera función indica que las cantidades demandadas dependen del nivel de precios. La segunda indica que el consumo agregado depende del nivel del ingreso personal disponible. La variable CD, en el primer caso la variable C, en el segundo, son dependientes, respectivamente, de las variables P y Y. En el primer caso, como se puede observar en la gráfica de la Figura 2-2, estamos frente a una función decreciente, ya que CD aumenta a medida que P disminuye. En el segundo caso, como se puede observar en la gráfica de la Figura 2-3, estamos frente a una función creciente donde los valores absolutos de las dos variables se mueven hacia la misma dirección en el que los valores absolutos asumidos por las dos variables se mueven en la misma dirección: un aumento en Y conduce a un aumento en C. En esas relaciones funcionales simples (como decenas de otras que pueden formularse en el campo de la economía), a pesar de su carácter estadístico están influenciadas por numerosas causas. Las cantidades demandadas fueron consideradas
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como una función de los precios; el consumo agregado, como una función del ingreso personal disponible. Sin embargo interfieren otras causas en el movimiento de esas variables, además de que se encuentran interrelacionadas en una compleja red de relaciones económicas y pueden ser afectadas por factores aparentemente distantes de aquellos que actuaron estrictamente en el medio que se realizaron las observaciones iniciales. Así, la validez de las leyes formuladas implica que se mantengan inalterados todos los demás factores que puedan interferir en las magnitudes asumidas por las variables en observación. Exactamente a este particular, los economistas quieren referirse cuando recurren a la expresión ceteris paribus. Se trata de una expresión subyacente al carácter esencial de las leyes económicas. Es una condición que significa, literalmente, si todos los demás factores se mantienen inalterados, también si permanecen iguales todos los demás elementos. Las leyes económicas presuponen, por tanto, un conjunto de hipótesis simples. Se formulan teniendo en cuenta los factores principales (previsibles o mensurables) que intervienen preponderantemente en el fenómeno bajo observación. Los demás factores se admiten como constantes. Cualquier alteración que registren puede cambiar la dirección y la intensidad de las reglas básicas formuladas. Por esas razones y por la imposibilidad del economista de mantener bajo control riguroso todos los factores que pueden intervenir en el proceso de determinado hecho económico, las leyes de la economía están siempre sujetas a la condición ceteris paribus. Ateniéndonos a los dos ejemplos que estamos considerando, debemos afirmar: ceteris paribus, las cantidades demandadas constituyen una función de los precios. En tal caso, ceteris paribus, el consumo agregado es la función del nivel del ingreso personal disponible.
El sofisma de la composición Otra advertencia que nos parece oportuna a estas alturas se relaciona con el sofisma de la composición. Se trata de una forma incorrecta de raciocinio, muy común en el campo de la economía, que pretende imputar al conjunto, ciertos principios o leyes que son válidos sólo para una parte del todo. No siempre un principio válido en el caso de un individuo o de una empresa será válido también para el sistema económico considerado en su conjunto. Veamos algunos ejemplos. Supongamos que un productor agrícola individual, cuya producción sólo atienda una pequeña porción del mercado, obtenga una cosecha excepcional que exceda incluso los patrones habituales de productividad agrícola en su región. Evidentemente, su ingreso superará las mejores expectativas. Sin embargo, si el conjunto de los productores agrícolas obtienen excelentes cosechas en razón, por ejemplo, de condiciones atmosféricas favorables, no se podrá decir que el ingreso de todos los agricultores aumentará, en comparación con los años de cosecha no tan satisfactorias. Es probable igualmente que el ingreso agrícola se reduzca, pues las excelentes cosechas contribuirán a la reducción de los precios. Esto podrá dificultar la obtención de ganancias. Y las ganancias reducidas podrán disminuir el rendimiento real de la actividad agrícola. Por tanto, lo que era válido para el productor individual no lo es para el conjunto. El siguiente es ejemplo que ilustra los engaños a que pueden conducir los sofismas de composición: el ahorro, en escala individual, se considera una virtud, así como el que sus niveles sean elevados en relación con el rendimiento personal. Sin
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embargo, si el nivel del ahorro agregado fuera excesivamente elevado en relación con el ingreso nacional, el consumo desgraciadamente se reducirá, en función de que el nivel de declive de la producción sufrirá bajas, reduciéndose el empleo y consecuentemente, el ingreso de la sociedad. A pesar de ello, el ahorro -una virtud en escala individualpuede convertirse en la causa de una depresión económica. Así, como observa Lipsey, “la validez de una ley económica está condicionada por determinada escala de observación. Se deben distinguir las que son válidas en escala microeconómica de las que definen relaciones entre magnitudes globales o entre fenómenos percibidos en escala macroeconómica”. Cuando imputamos al conjunto ciertos principios válidos sólo para una parte del todo, incurrimos en un sofisma de composición. Para quienes se inician en el estudio de la economía, este tipo de equivocaciones constituye uno de los más severos engaños. La ciencia económica, por sus principios, sus leyes, sus teorías y sus modelos, presenta -no sólo en los sofismas de composición más comunes, sino también en razón de las demás particularidades que abordamos en este capítulo- mayor número de obstáculos que de facilidades hacia el raciocinio directo y las generalidades. Los ayunos de conocimientos económicos deben estar advertidos sobre el peligro del raciocinio simplista y deformado. El campo de la economía parece atraer, con facilidad, a los no advertidos. Paradójicamente, sin embargo, la economía es cruel con los que menosprecian o malinterpretan sus leyes fundamentales. Éstos, por más vuelo que den a su imaginación, quedarán confusos frente a los muchos obstáculos a los que se enfrentarán. El campo de la economía es, sin duda, fértil, pero exige un conocimiento correcto y sistemático.
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Autor: Joseph Stiglitz Obra: Economía Tema: “El automóvil y la economía” Páginas: 19-45 CAPITULO 1 EL AUTOMÓVIL Y LA ECONOMÍA Para un adolescente, el automóvil es un símbolo de estatus, de libertad de movimientos y de aventura. Para un mecánico, puede parecer una criatura enferma que necesita una cura. Para un conductor atascado en medio del tráfico, puede parecer una prisión de paredes acolchadas. Para el trabajador de una cadena de montaje, es posible que no sea más que un conjunto parcialmente terminado de piezas sueltas y un puesto de trabajo. Para el ladrón de bancos o para el corredor de carreras de coches es un caballo mecánico modernizando. En la vida de cada una de estas personas -y su ejemplo podría multiplicarse indefinidamente- la combinación de metal, caucho y plástico que llamamos automóvil desempeña un importante papel, cuyo carácter va desde la utilidad práctica más absoluta hasta el romanticismo de un descapotable en una autopista iluminada por la luna. Para un economista, el automóvil puede servir de punto de partida para ilustrar casi cualquier parte de la economía. Examinando este objeto tan familiar desde la perspectiva del análisis económico, podemos aprender mucho sobre el modo de pensar de la ciencia económica. El automóvil: una breve historia Tras cerca de cien años produciendo automóviles, resulta difícil imaginarse la época en la que no existían. Pero como ocurre con cualquier otro producto nuevo, el automóvil tuvo que comenzar con una idea. Naturalmente, las ideas no bastan por sí solas. Han de traducirse en productos comerciables y producirse a precios asequibles y el proceso de producción ha de financiarse. Antes de que los inversores presten ayuda financiera, hay que convencerlos de que la idea propuesta no sólo es viable, sino también de que probablemente es lo suficientemente rentable como para que les compense asumir los riesgos de la inversión. No fue un solo descubrimiento el que llevó a desarrollar el automóvil; la idea de un carruaje motorizado se le ocurrió a muchos en Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña a finales del siglo XIX. Los problemas técnicos que habían de resolverse eran fáciles de formular, aunque difíciles de abordar. Por ejemplo, a diferencia de la locomotora de vapor, el carruaje sin caballos no podía llevar el combustible en otro vagón, por lo que era fundamental desarrollar un motor de combustión interna poderoso, pero relativamente ligero.
Preguntas clave 1. ¿Qué es la economía? ¿Cuáles son las cuestiones básicas que aborda? 2. En las economías occidentales, ¿Cuáles son los respectivos papeles que desempeñan el Estado y el sector privado o de «mercado»? 3. ¿Qué son los mercados y cuáles son los principales que integran la economía? 4. ¿Por qué se dice que la economía es una ciencia? 5. ¿Por qué los economistas discrepan tan a menudo sobre si la economía es una ciencia?
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Si el lector visita un museo de coches antiguos, observará que los problemas técnicos se resolvieron de modo independiente y de distintas formas. A finales del siglo XIX y principios del XX, los alrededores de Detroit estaban llenos de innovadores dedicados a desarrollar sus distintos automóviles: Ransom E. Olds, los hermanos Dodge y Henry Ford, que fue quien finalmente tuvo más éxito de todos. El ambiente debió de ser muy parecido al que ha reinado en los últimos veinticinco años en Silicon Valley (el área californiana situada entre San Francisco y San José), centro del desarrollo de las nuevas tecnologías informáticas: un ambiente de entusiasmo y de avances e hitos importantes. Los distintos innovadores del automóvil pudieron servirse de las ideas que «flotaban en el aire». También contaron con la ayuda de empresas especializadas que habían desarrollado toda una variedad de nuevas tecnologías y habilidades inusuales en esa época, como, por ejemplo, las nuevas aleaciones que permitían construir motores más ligeros y las nuevas técnicas de acabado mecánico que permitían conseguir una mayor potencia, precisión y durabilidad. Los innovadores pudieron servirse de las nuevas tecnologías para complementar sus propias ideas. Es a Henry Ford a quien se le atribuye, por lo general, el mérito de haberse dado cuenta del valor que podía encerrar un vehículo que pudiera fabricarse a un precio razonable. Antes de que apareciera él, los automóviles eran bienes de lujo, a los que sólo podían acceder los ricos. Ford vio el beneficio que podía reportar la creación de un transporte barato. Aun después de introducir el modelo T en 1909 al precio aparentemente de ganga de 900 dólares, en 1914 lo rebajó a la mitad, 440 dólares, y en 1916 volvió a rebajar casi un quinto, fijándolo en 360 dólares. El público respondió: las ventas aumentaron súbitamente, pasando de 58.000 en 1909 a 730.000 en 1916. Se había confirmado la predicción de Ford de que existía un gran mercado para los automóviles baratos. El éxito de Ford no se debió simplemente a que bajó el precio de sus automóviles. También diseñó un sistema para producirlos de un modo menos caro. Su principal innovación fue la cadena de montaje, que permitía producir en serie; ésta fue la clave que explica el hecho de que los precios de sus automóviles fueran más bajos. Ford consiguió, además, los recursos financieros necesarios para contratar y formar trabajadores que pudieran producir los automóviles. Tras todos sus demás éxitos se encuentra la creación de la organización -la Ford Motor Company- en el seno de la cual tenía lugar la producción, la financiación y la comercialización. El riesgo del proyecto era grande. ¿Conseguiría Ford desarrollar su automóvil? ¿Le tomaría otro la delantera? ¿Sería el precio de los automóviles lo suficientemente bajo como para que los pudiera comprar mucha gente? Si tenía éxito, ¿Copiarían los imitadores su invento y producirían tantos automóviles que no pudiera ganar ningún dinero? Quienes invirtieron en el proyecto de Ford tuvieron en cuenta estos riesgos cuando consideraron la posibilidad de suministrarle o no los recursos que necesitaba. Tal como evolucionaron los acontecimientos, los inversores deberían haber previsto pero probablemente no lo hicieron- un problema más. Ford formó una sociedad colectiva para desarrollar su primer automóvil. Él iba a poner principalmente las ideas y el trabajo, mientras que sus socios iban a aportar el dinero. Pero la sociedad colectiva quebró antes de que se iniciara la producción y los críticos de Ford afirmaron que se debía a que dedicaba todo su tiempo y energía a pensar en sus próximas ideas en lugar de ponerse a fabricar de una vez los automóviles. Basándose en sus ideas más desarrolladas, Ford convenció entonces a otros inversores de que lo financiaran. La experiencia anterior tal vez debiera haberles
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provocado un cierto recelo, pero siguieron adelante. De nuevo, fracasó la sociedad y, de nuevo, pareció que Ford estaba dedicándose a desarrollar nuevas ideas. Por fin, en su tercera sociedad, consiguió producir automóviles. ¿Fueron tratados injustamente los dos primeros grupos de socios? Ford podría muy bien haber argumentado que él entró en las dos sociedades de buena fe, pero que no fue capaz de llevar a cabo la hazaña de producir automóviles hasta la tercera ocasión. Podría haber dicho, además, que el éxito de esa empresa era atribuible a sus ideas y a sus esfuerzos más que al dinero aportado por sus socios. Al margen de lo que ocurriera realmente en el caso particular de Ford, este tipo general de problema -uno o más socios piensa que ha aportado proporcionalmente más de lo que indica su participación en los beneficios o uno o más socios trata de «engañar» a otros incumpliendo lo que éstos consideran que son sus obligaciones- se repite una y otra vez. El éxito de Ford se debió tanto a su capacidad para ingeniar métodos innovadores que dieran incentivos y organizar la producción como a su habilidad para resolver los problemas técnicos. Y lo demostró con su original política laboral. En lugar de tratar de mantener bajos los salarios de los trabajadores, ofrecía más del doble del salario vigente y pagaba a sus trabajadores la magnífica suma de 5 dólares al día. Sin embargo, a cambio, Ford les hacía trabajar mucho; la cadena de montaje que inventó le permitió obligar a sus obreros a trabajar a un ritmo rápido y persistente. La cantidad producida por trabajador aumentó enormemente. Aún así, era evidente que los elevados salarios constituían una gran compensación por el esfuerzo adicional. De hecho, poco faltó para que estallaran disturbios al clamar los obreros por los puestos de trabajo que se ofrecían. Ford había redescubierto una vieja verdad: pagando a los trabajadores más de lo que pueden ganar en cualquier otro lugar, era posible conseguir una mano de obra que trabaje con mayor ahínco, sea más leal y tenga unos niveles de interrupción del trabajo y absentismo más bajos. En algunos casos, los empresarios consiguen una mayor productividad pagando unos salarios más altos. El éxito de Ford en la utilización de incentivos para compensar a sus trabajadores por su mayor productividad le permitió vender sus automóviles a un precio más bajo que el de sus rivales. Estos precios más bajos y el mayor volumen de ventas concomitante le permitieron aprovechar al máximo las ventajas de las técnicas de producción en serie que había desarrollado. Sin embargo, hubo un momento en el que los planes de Ford estuvieron a punto de desbaratarse cuando un abogado inventor llamado George Baldwin Selden alegó que Ford había usurpado su patente. Los gobiernos conceden patentes a los inventores para que éstos puedan recoger los frutos de sus innovaciones. Se conceden generalmente por inventos específicos, como un nuevo tipo de sistema de frenado o un nuevo mecanismo de transmisión. Una patente concede al inventor el derecho exclusivo a producir su invento durante un período limitado, contribuyendo así a garantizar que podrá ganar algún dinero por los inventos que tengan éxito. Como consecuencia de las patentes, los precios de estos productos pueden ser más altos, ya que nadie más puede hacer esos mismos productos, pero se supone que los beneficios que reporta a la sociedad el fomento de la innovación compensan con creces las pérdidas que experimentan los consumidores por tener que pagar unos precios temporalmente más altos. Para conseguir una patente es preciso satisfacer determinados criterios. Por ejemplo, la idea de la cadena de montaje de Ford es un invento que no podía patentarse, por lo que fue imitado por otros fabricantes de automóviles. Uno de los criterios para conceder una patente (y juzgar si alguna otra persona está usurpándola) es el de la «novedad». Generalmente, las ideas no pueden patentarse; sólo las innovaciones específicas. Selden había solicitado patentar un carruaje sin caballos y autopropulsado,
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y lo había conseguido. Pidió que los demás fabricantes de automóviles le pagaran un royalty, que es una cuota que se abona por el derecho a utilizar una innovación patentada, y creó, al mismo tiempo, una asociación que garantizaría que los precios de los automóviles serían altos. Ford recusó la patente en los tribunales alegando que el concepto de «carruaje sin caballos y autopropulsado» que Selden declaraba haber patentado era demasiado vago para ser patentable. Ford ganó y se convirtió en un héroe nacional. Ofreciendo automóviles a las masas por un precio razonablemente bajo, ganó millones de dólares y mejoró el bienestar de muchos millones de americanos, permitiéndoles ir donde quisieran de un modo más fácil, barato y rápido. EL RENACIMIENTO DE LA INDUSTRIA AMERICANA DEL AUTOMÓVIL Actualmente, la gente, cuando se refiere a las nuevas tecnologías, no piensa en los automóviles, sino en los ordenadores y en la ingeniería genética. La historia del automóvil ha dejado de ser un símbolo de los avances tecnológicos más recientes. El cambio de la suerte de la industria automovilística americana en las dos últimas décadas es un reflejo de la redefinición del sector. En el otoño de 1903, había más de cien fabricantes de automóviles, de los cuales veintisiete representaban más del 70 % del total de ventas de la industria. Sin embargo, a principios de los años sesenta, sólo tres empresas eran responsables del 88 % de las ventas de automóviles americanos. Muchos de los fabricantes existentes a comienzos de siglo habían quebrado o habían abandonado en busca de actividades más rentables; el resto se había unido para constituir algunas de las empresas dominantes o había sido absorbido por ellas. En la década de 1960, salvo una o dos excepciones, los fabricantes de automóviles de otros países no podían fabricar coches de la calidad y el precio que muchos americanos querían comprar. Al desaparecer el acicate de la competencia que enfrentara a muchas empresas entre sí, los precios de los automóviles americanos eran relativamente altos y la tasa de innovación de la industria relativamente baja. Los problemas más graves que tenía la industria automovilística en los años sesenta se referían a la calidad del medio ambiente y a la seguridad de los automóviles. Comenzó a admitirse que el automóvil estaba contribuyendo significativamente a la contaminación del aire. El Estado reguló a través de la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección del Medio Ambiente) el tipo de humos que podía expulsar un automóvil, lo que llevó a introducir modificaciones en los diseños. Por lo que se refiere a la seguridad, las empresas respondieron inmediatamente a las exigencias colocando cinturones. No obstante, se negaron a poner bolsas de aire que se inflaran automáticamente en caso de colisión. Este panorama relativamente favorable cambió espectacularmente en 1973. Ese año, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) -formada principalmente por países de Oriente Medio- aunó sus fuerzas para reducir la oferta de petróleo, provocar una escasez y elevar así su precio. De hecho, la OPEP interrumpió todas las exportaciones de petróleo durante unas tensas semanas a finales de 1973. Su poder sorprendió a muchos, incluida la industria americana del automóvil. Entonces los automóviles americanos tendían a ser más grandes y pesados que los japoneses o europeos. Esta tendencia tenía una fácil explicación: las rentas eran más altas en Estados Unidos, lo que significaba que los americanos podían permitirse automóviles mayores y la gasolina que engullían. Además, en Japón y Europa los impuestos sobre la gasolina
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eran muy altos, lo que animaba a los consumidores a comprar automóviles más pequeños y más eficientes desde el punto de vista del ahorro de combustible. La industria americana del automóvil esperaba que el gusto americano por los automóviles grandes y devoradores de gasolina no variara, por lo que no estaba preparada para la crisis de los precios del petróleo que provocó la medida de la OPEP. Pero otros países, sobre todo Japón, estaban preparados para sacar provecho de la situación con automóviles más pequeños, más baratos y más eficientes desde el punto de vista del consumo de gasolina. Las importaciones de automóviles en su conjunto casi se duplicaron en los años setenta, pasando de un 15% del total de automóviles vendidos en Estados Unidos en 1970 a un 27% en 1980, y se mantuvieron en ese elevado nivel tanto durante toda la década de 1980 como en lo que va de la presente. La Figura 1.1 representa las importaciones de automóviles nuevos procedentes de Canadá, Japón y Alemania, correspondientes al período 1965-1990. Ésta muestra de inmediato que las importaciones de automóviles japoneses aumentaron vertiginosamente, tanto en términos absolutos como en comparación con otros países. Para un economista, un cambio tan repentino de una tendencia puede ser el desencadenante de una investigación más a fondo de las causas.
FIG. 1.1. Importaciones americanas de automóviles de Canadá. Japón y Alemania. Las importaciones procedentes de Canadá y Alemania aumentaron a finales de los años sesenta. En los setenta, sin embargo, experimentaron un enorme incremento las procedentes de Japón, y los fabricantes japoneses consiguieron una enorme cuota de mercado de la que aún disfrutan hoy. Fuente: Ward's Automotive Reports (1991).
Era evidente que las empresas japonesas estaban ofreciendo lo que querían los consumidores americanos, pero la explosión de las importaciones produjo un efecto devastador en la industria americana del automóvil. Los beneficios cayeron y muchos trabajadores fueron despedidos. Mientras que Henry Ford creía que pagando a los trabajadores unos salarios más altos podía conseguirse una mano de obra más productiva, en los años setenta el elevado precio de los automóviles americanos se atribuyó, en gran medida, a los elevados salarios que estaban pagándose en la industria automovilística. El nivel de productividad de los trabajadores no justificaba esos salarios.
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CHRYSLER: EL ESTADO ACUDE EN SU AUXILIO A finales de los años setenta, una empresa, Chrysler, se encontraba al borde de la quiebra. Los bancos se negaron a prestarle dinero, temiendo que no pudiera devolverlo. La empresa no tenía liquidez para devolver los créditos que vencían, por lo que pidió ayuda al Estado. En el debate resultante sobre si el Estado debía hacer algo para salvar a Chrysler, los partidarios de la concesión de un aval (que supondría salvarse de la ruina financiera) pintaron un panorama de trabajadores parados -hace tiempo que se considera que una de las responsabilidades del Estado es mantener el pleno empleo- y fábricas vacías, despilfarradas. Sus detractores señalaron que los trabajadores y demás recursos podían reasignarse, pues, al fin y al cabo, los trabajadores, las máquinas y los edificios de una empresa en quiebra no desaparecen sino que son arrendados o vendidos a nuevas empresas gestionadas por otros directivos. Sostenían que la reasignación era oportuna porque la quiebra demostraba que la dirección de Chrysler no había sido capaz de gestionar bien sus recursos. Los papeles políticos tradicionales se invirtieron a veces en el debate. Algunos conservadores que eran partidarios desde hacía tiempo de que el Estado tuviera una función limitada, que habían criticado las «limosnas» que éste daba a los pobres y a los necesitados, fundándose en que esas prestaciones sociales hacían perder a aquéllos confianza en sí mismos, se mostraron partidarios de dar esta ayuda a Chrysler. Algunos liberales que creían que el gasto público ayudaba a resolver muchos otros problemas sociales se convirtieron de repente en defensores del libre comercio, argumentando que la concesión de una subvención federal a Chrysler reduciría los incentivos de otras empresas para gestionar bien sus activos. Finalmente, el Estado avaló algunos nuevos créditos solicitados por Chrysler. Lo que significaba el aval era que si Chrysler no devolvía los créditos, lo haría el Estado con dinero procedente de los impuestos. Gracias a este aval, Chrysler pudo conseguir préstamos de inversores y bancos privados a un tipo de interés relativamente bajo. Así pues, el dinero que recibió lo obtuvo, al menos en parte, a expensas de otras empresas que estaban solicitando créditos en ese momento, por lo que en realidad se desviaron recursos hacia Chrysler. La empresa pudo devolver los préstamos sin quebrar y recuperarse. La historia del éxito posterior, del que Lee Iacocca, presidente de Chrysler, se atribuyó el mérito, se ha contado ya muchas veces. En realidad, el Estado tenía poderosos incentivos para intervenir y ayudar a Chrysler. No sólo le preocupaba perder una de las tres mayores empresas de la industria del automóvil sino que corría el riesgo de perder mucho dinero como consecuencia de un programa de seguro que había establecido varios años antes para pagar una pensión a los trabajadores. Este programa garantizaba a los trabajadores una pensión aunque quebrara la empresa. Si Chrysler hubiera quebrado, el Estado tendría que haber pagado a sus trabajadores cientos de millones de dólares en pensiones. El Estado también terminó obteniendo mucho dinero al salir fiador de Chrysler, pues a cambio de avalar los préstamos, inasistió en que se le diera una participación en la propiedad de la empresa. Con el éxito posterior, esta participación adquirió un gran valor. Como cabía esperar, Chrysler pidió al Estado que renunciara a lo que parecía (retrospectivamente) un pago excesivo por nada más que una promesa, una garantía por la que el Estado nunca había tenido que pagar nada. Éste se negó y se quedó con el dinero.
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PROTECCIÓN CONTRA LA COMPETENCIA EXTRANJERA General Motors y Ford también tuvieron, aunque en menor medida, los mismos problemas que Chrysler. Pero a principios de los años ochenta, las tres empresas de automóviles comenzaron a recuperarse de las dificultades de los setenta por varias razones. Los sindicatos redujeron espectacularmente sus demandas salariales. Se desarrollaron automóviles más pequeños y más eficientes desde el punto de vista del consumo de combustible. Y, mientras ocurrían todos estos cambios, el Estado intervino de nuevo, en esta ocasión para ayudar a proteger a la industria de la competencia extranjera. De nuevo, volvieron a preocupar las suspensiones de empleo que estaban registrándose en la industria nacional del automóvil: en Michigan, importante Estado productor de automóviles, el paro había alcanzado en 1980 la cifra de 12,6% (mientras que la tasa total de paro de Estados Unidos era de un 7,1 %). Pero en lugar de imponer un arancel (un impuesto) sobre las importaciones de automóviles, el gobierno americano negoció con el japonés para restringir las exportaciones japonesas de automóviles. Aunque se dijo que las restricciones eran voluntarias, en realidad se negociaron bajo presiones. Si los japoneses no hubieran tomado la medida «voluntaria» de limitar las exportaciones, el Congreso habría aprobado probablemente una ley que los hubiera obligado a tomarla involuntariamente. En cualquier caso, la reducción de la oferta de automóviles japoneses elevó no sólo las ventas de automóviles americanos, sino también los precios tanto de los automóviles japoneses como de los americanos. La industria americana fue subvencionada no sólo por los contribuyentes en general, sino también por quienes compraron automóviles, a través de los precios más altos que pagaron. Ni siquiera los fabricantes de automóviles japoneses tuvieron mucho de que quejarse, ya que también salieron beneficiados de la subida de los precios. De hecho, si un grupo de fabricantes americanos se hubiera reunido y hubiera acordado reducir su producción, se habría considerado que esto era una violación de las leyes antimonopolio de Estados Unidos, cuyo objetivo era velar por la competencia. Pero en este caso el propio gobierno americano fomentó la reducción de la competencia. CUADRO 1.1. Quién fabrica los automóviles en Estados Unidos Producción nacional (Estados Unidos y Canadá) General Motors Ford Chrysler Pequeños fabricantes a Total producido en Estados Unidos por empresas de propiedad americana Total producido en Estados Unidos por empresas de propiedad extranjera b Producción total de automóviles en Estados Unidos Más importaciones Compras totales de automóviles en Estados Unidos
1960
1990
2.869.799 1.749.308 921.337 528.517 6.068.955 0 6.068.955 498.785 6.567.740
3.141.157 1.880.389 795.096 0 5.816.642 1.080.246 6.896.888 2.404.416 9.301.304
a
En 1960, los pequeños fabricantes eran American Motors, Studebaker y Packard; en 1990, ninguna de estas empresas seguía siendo independiente. b Comprende Honda, Nissan, Toyota, Mazda, Mitsubishi y Subaru-Isuzu. Fuente: Ward's Automotive Yearbook (1961, 1991).
Los japoneses respondieron también de otro modo a estas restricciones. Decidieron soslayar las limitaciones de sus exportaciones fabricando automóviles en Estados Unidos. Esta respuesta supuso una irónica inversión de la pauta. En las 67
primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las empresas americanas habían instalado fábricas en todo el mundo, demostrando que los conocimientos técnicos y la capacidad de gestión americanos podían producir bienes mejores y más baratos. Ahora los japoneses estaban entrando en Estados Unidos dando lecciones de tecnología y de gestión. El Cuadro 1.1, que muestra quiénes producían los automóviles que compraron los consumidores americanos tanto en 1960 como en 1990, es un poderoso testimonio de la creciente importancia que cobraron en ese período las importaciones y de los automóviles extranjeros producidos en Estados Unidos. A los economistas suele gustarles traducir los números en gráficos y cifras. La Figura 1.2 resume, en parte, la información del Cuadro 1.1. El panel A muestra la proporción de la producción total de Estados Unidos que representaban General Motors, Ford, Chrysler y «otras» empresas en 1960 yen 1990. Mientras que en 1960 las demás empresas eran todas de propiedad americana, en 1990 eran todas de propiedad extranjera. La figura muestra que la producción está muy concentrada. Así, por ejemplo, GM, que representa algo menos del 50 % de la producción total, tiene algo menos de la mitad de la tarta. El panel B representa gráficamente el significativo aumento que experimentó durante el período en cuestión la proporción correspondiente a las importaciones. A finales de los años ochenta, aunque la industria automovilística americana no había recuperado la posición dominante que ocupaba unos veinticinco años antes, mostraba crecientes signos de vitalidad, reflejados no sólo en sus elevados niveles de beneficios, sino también en los nuevos diseños e innovaciones. Pero la recesión de 1991 trajo consigo unos niveles de pérdidas sin precedentes. Sólo GM perdió cerca de 4.500 millones de dólares ese año, cifra récord para cualquier empresa.
FIG. 1.2. Reparto del mercado de automóviles de Estados Unidos. Esta tarta representa algunos de los cambios que ha sufrido el mercado de automóviles de Estados Unidos en las últimas décadas. Los gráficos del panel A muestran que la producción ha continuado estando concentrada. En 1960, las «otras» empresas eran pequeñas empresas americanas, como Studebaker y American Motors; en 1990, eran empresas de propiedad extranjera, como Honda. Los gráficos del panel B muestran el espectacular aumento que han experimentado las importaciones. Fuente: Ward's Automotive Reports (1960, 1991).
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La Figura 1.3 muestra la historia de la producción americana de automóviles. Los altibajos de la curva reflejan el auge, la caída y la recuperación de la industria a los que nos hemos referido antes. Se representa la producción de automóviles en relación con los principales acontecimientos que afectaron a la economía en su conjunto. En el eje de abscisas se muestran los años y en el de ordenadas el número de automóviles vendidos. Basta echar un vistazo a la figura para darse cuenta de que la producción anual de automóviles ha disminuido considerablemente desde el máximo registrado en la década de 1960. Las mejoras en las técnicas de producción en serie provocaron el auge de las ventas de automóviles que se registró a comienzos de siglo. Durante la Gran Depresión de los años treinta, éstas disminuyeron acusadamente, y durante la Segunda Guerra Mundial la producción de automóviles para uso civil se detuvo por completo. A continuación, aumentó vertiginosamente durante la expansión de la posguerra de los años cincuenta y sesenta. En los setenta, las enormes subidas del precio de la gasolina contribuyeron a desencadenar dos recesiones mundiales, reduciendo las ventas de automóviles, antes de que la economía de Estados Unidos volviera a mostrar una pauta de crecimiento continuo a mediados de la década de 1980, que permitió que se detuviera, al menos, el descenso de las ventas de automóviles. La competencia extranjera causó otra disminución de la producción de automóviles americanos a finales de la década, que se vio exacerbada por la recensión de 1991.
FIG. 1.3. Producción anual de automóviles de Estados Unidos, desde 1900 hasta la actualidad. La evolución de la producción de automóviles de Estados Unidos refleja los acontecimientos ocurridos en su economía y en el mundo durante el siglo XX, al tiempo que se ha visto influida por ellos. Fuente: Ward's Automotive Reports (varios años).
¿Qué es la economía? Aunque este breve relato ilustra numerosas facetas de la economía, procede definir ahora nuestra disciplina. La economía estudia el modo en que eligen los individuos, las empresas, el Estado y otras entidades de nuestra sociedad y en que esas elecciones determinan la manera en que se utilizan los recursos que ésta tiene. El término escasez ocupa un lugar destacado en economía: las elecciones son importantes
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porque los recursos son escasos. Imaginemos el caso de una persona inmensamente rica que puede comprar todo lo que quiere. Cabe pensar que la escasez no figura en su vocabulario, hasta que se considera que el tiempo es un recurso y que debe decidir a qué caro juguete va a dedicarlo cada día. Teniendo en cuenta el tiempo, pues, la escasez es un hecho cierto en la vida de todo el mundo. Para producir un solo bien, como un automóvil, es preciso tomar miles de decisiones. Como una economía se compone no sólo de automóviles, sino también de millones de productos, es una maravilla que funcione, y mucho más que funcione tan bien como lo hace la mayor parte del tiempo. Esta maravilla es especialmente evidente si se examinan los casos en los que las cosas no funcionan tan bien: la Gran Depresión que afectó a Estados Unidos en los años treinta, en la cual el 25 % de la población trabajadora no encontraba trabajo; los países de la antigua Unión Soviética, en los que sencillamente a menudo no hay bienes de consumo ordinarios, como zanahorias o papel higiénico o botas; las economías menos desarrolladas de muchos países de África, Asia y Sudamérica, en las cuales los niveles de vida siguen siendo persistentemente bajos o incluso han disminuido en algunos lugares. El hecho de que haya que elegir se aplica tanto a la economía en su conjunto como a cada persona. Los individuos, las economías domésticas, las empresas y el Estado toman de alguna manera decisiones que determinan conjuntamente cómo se utilizan los recursos limitados de la economía, entre los cuales se encuentran la tierra, el trabajo, las máquinas, el petróleo y otros recursos naturales. ¿Cómo es que la tierra que se utilizó en un momento para la producción agraria puede utilizarse en otro para instalar una fábrica de automóviles? ¿Cómo es que en sólo dos décadas se transfirieron recursos de la producción de carruajes de caballos a la fabricación de carrocerías de automóvil y se reemplazaron los herreros por mecánicos de automóviles? ¿De qué manera las decisiones de miles de consumidores, trabajadores, inversores, directivos y autoridades determinan conjuntamente la utilización de los recursos escasos de que dispone la sociedad? Los economistas reducen estas cuestiones a cuatro preguntas básicas que se refieren al modo en que funcionan las economías: 1. ¿Qué se produce y en qué cantidad? El consumo ha experimentado grandes cambios en los últimos cincuenta años. Por ejemplo, en Estados Unidos el gasto en asistencia sanitaria sólo representaba en 1950 un 3,5% del consumo personal total. En 1990, más de uno de cada ocho dólares se gastaba en este concepto. En 1950, más de uno de cada cuatro dólares se gastaba en alimentos. A finales de los años ochenta, solamente uno de cada seis. En los últimos veinte años, los consumidores han sustituido los automóviles devoradores de gasolina por otros más eficientes desde el punto de vista del consumo de combustible. ¿A qué puede deberse ese tipo de cambios? La economía parece vomitar nuevos productos, como magnetoscopios, y nuevos servicios como cajeros automáticos. ¿A qué se debe este proceso de innovación? El nivel global de producción también varía de un año a otro y va acompañado a menudo de grandes variaciones de los niveles de empleo y de paro. ¿Cómo pueden explicar los economistas estos cambios? En Estados Unidos, la interacción privada de las empresas y los consumidores explica en gran medida qué se produce y en qué cantidades, aunque también desempeña un papel importante el Estado. Los precios son fundamentales en la determinación de los bienes que se producen. Cuando sube el precio de un bien, las empresas tienen incentivos para producir una cantidad mayor de ese bien, para
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aumentar sus beneficios. Una cuestión esencial que interesa a los economistas es, pues, por qué unos bienes son más caros que otros y por qué sube o baja su precio. 2. ¿Cómo se producen estos bienes? Las cosas pueden hacerse generalmente de muchas maneras. Los textiles pueden hacerse con telares manuales. Las máquinas modernas permiten a un número menor de trabajadores producir una cantidad mayor de tela. La maquinaria muy moderna puede estar muy informatizada y permitir a un trabajador el control de muchas más máquinas que antes. Las máquinas mejores generalmente cuestan más, pero exigen menos mano de obra. ¿Qué técnica se utilizará? ¿La tecnología avanzada o la intensiva en trabajo? Henry Ford introdujo un nuevo sistema para fabricar automóviles, la cadena de montaje. Últimamente, los fabricantes de automóviles han comenzado a utilizar robots. ¿Qué determina el ritmo de cambio de la tecnología? En las economías de los países occidentales, las empresas responden a la pregunta sobre el modo en que se producen los bienes, de nuevo con la ayuda del Estado, curias reglamentaciones y leyes afectan a todo, desde la organización global de las empresas hasta la manera en que se relacionan éstas con sus trabajadores y con sus clientes. 3. ¿Para quién se producen estos bienes? Una vez producidos los bienes, surge la cuestión de la distribución. ¿Quién consume los bienes que se producen en una sociedad? En los países occidentales, las personas que tienen una renta más alta pueden consumir más bienes. Pero esa respuesta nos lleva únicamente un paso más atrás: ¿qué determina las diferencias de renta y de salarios? ¿Qué papel desempeñan la suerte, la educación, la herencia, los ahorros, la experiencia y el tesón? Es difícil responder a estas preguntas. De momento, basta decir que aunque, una vez más, las rentas son determinadas principalmente por la interacción privada de las empresas y las economías domésticas, el Estado también desempeña un importante papel, con impuestos y programas que redistribuyen la renta. La Figura 1.4 muestra la remuneración relativa de algunas ocupaciones. A juzgar por la renta, en Estados Unidos la proporción de la producción de la economía que recibe cada médico es el quíntuplo de la que recibe un bombero y el séptuplo de la que recibe un carnicero.
FIG.1.4. ¿Quién se lleva a casa lo que produce Estados Unidos? Este gráfico mide los ingresos de algunas profesiones en relación con los salarios del trabajador medio. Los bomberos ganan un 25 % más que el trabajador medio, mientras que los médicos ganan el séxtuplo.
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4. ¿Quién toma las decisiones económicas y por medio de qué procedimiento? En una economía basada en un sistema de planificación central, como era la Unión Soviética, el Estado asume la responsabilidad de casi todos los aspectos de la actividad económica. Responde tanto a las tres primeras preguntas como a la cuarta. Un organismo central de planificación económica indica a través de una burocracia qué se producirá, con qué método y quién lo consumirá. En el otro extremo del espectro se encuentran las economías que determinan el qué, el cómo y el para quién, basándose principalmente en el libre intercambio de los productores y sus clientes. Se dice que los países occidentales, que se encuentran cerca de este último extremo, tienen una economía mixta, es decir, las decisiones son tornadas por el sector público (por el gobierno) y por el sector privado. Los productores hacen, dentro de ciertos límites, lo que quieren; utilizan el método de producción que les parece oportuno; y la producción colectiva se distribuye entre los consumidores de acuerdo con su renta. Cuando los economistas examinan una economía, quieren saber hasta qué punto las decisiones económicas son tomadas por el Estado y hasta qué punto son tomadas por los particulares. En los países occidentales, aunque se permite a los ciudadanos tomar sus propias decisiones sobre el tipo de automóvil que van a comprar, el Estado interviene de muchas formas: por ejemplo, toma medidas que afectan a las importaciones de determinados productos, que limitan la cantidad de contaminantes que puede emitir un automóvil y que fomentan el ahorro de gasolina y la seguridad. También cabe preguntarse si los consumidores toman las decisiones económicas en beneficio propio o en beneficio de un patrono, por ejemplo, de una empresa o de un organismo público. Esta distinción es importante. Cabe esperar que las personas que actúan en representación propia tomen decisiones que les beneficien. Sin embargo, cuando actúan en nombre de organizaciones, puede existir un conflicto de intereses. Los observadores suelen referirse a las sociedades anónimas y a los Estados como si se tratara de una única persona. Los economistas señalan que las organizaciones se componen, por definición, de una multitud de personas y que sus intereses no tienen por qué coincidir entre sí, ni, si vamos a eso, con los de la propia organización. Éste no es sino un ejemplo del hecho de que las organizaciones plantean algunos problemas específicos al análisis de la elección. A los economistas les interesa saber no sólo cómo responde la economía a los cuatro interrogantes básicos, sino también con qué grado de satisfacción, como lo demuestra su interés por el modo en que se toman las decisiones. Se preguntan si la economía es eficiente, si podría producir una mayor cantidad de algunos bienes sin producir una menor de otros, y si sería posible mejorar el bienestar de algunas personas sin empeorar el de otras. Los mercados y el Estado en la economía mixta El hecho de que en los países occidentales las decisiones sean tomadas principalmente por el sector privado refleja la creencia de los economistas de que ello es conveniente y necesario para la eficiencia económica; sin embargo, los economistas también creen que son deseables algunos tipos de intervención del Estado. Hallar el equilibrio adecuado entre el sector público de la economía y el privado es una de las cuestiones fundamentales del análisis económico.
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LOS MERCADOS Cuando los economistas son partidarios de que las decisiones sean tomadas principalmente por el sector privado, suelen decir que las decisiones económicas deben dejarse «al mercado». El concepto moderno de mercado es una extensión del mercadillo tradicional de los pueblos, en el que los compradores y los vendedores se reunían para intercambiarse bienes. En muchos países menos desarrollados aún existe este tipo de mercado y en la mayoría de las ciudades algunos agricultores acuden a vender sus productos a un mercado de productos agrarios. En las economías modernas, existen algunos mercados en lugares perfectamente definidos: por ejemplo, las acciones se comercian en su mayoría en el «mercado de valores» situado en lugares como la Bolsa de Nueva York, la Bolsa de Tokio o la Bolsa de Madrid. Actualmente, el concepto de mercado se utiliza para referirse a cualquier situación en la que se realicen intercambios, si bien éstos pueden no parecerse a los mercados de los pueblos. En los grandes almacenes y en los centros comerciales, los clientes raras veces regatean sobre el precio. Cuando los fabricantes compran las materias primas que necesitan para producir, no las intercambian por otros bienes sino por dinero. La mayoría de los bienes, desde las cámaras hasta la ropa, no se vende directamente de los productores a los consumidores, sino de los productores a los distribuidores, de los distribuidores a los minoristas, de los minoristas a los consumidores. El concepto de economía de mercado engloba todas estas transacciones. En las economías de mercado competitivas, los consumidores toman decisiones que reflejan sus propios deseos. Y las empresas toman decisiones que maximizan sus beneficios, para lo cual deben producir los bienes que desean los consumidores y deben producidos con un coste más bajo que el de otras empresas. Cuando las empresas compiten entre sí en busca de beneficios, los consumidores se benefician, tanto por el tipo de bienes que se producen como por los precios a los que se ofrecen. Por lo tanto, la economía de mercado da respuesta a tres de los cuatro interrogantes económicos básicos -qué se produce, cómo se produce y cómo se toman estas decisiones-, y las respuestas garantizan, en conjunto, la eficiencia de la economía. La economía de mercado también responde a la cuestión restante -para quién se producen los bienes-, pero la respuesta no resulta aceptable para todo el mundo. Los mercados asignan los bienes a quienes quieren y pueden pagar el máximo por ellos. Como los postores que intervienen en una subasta, los participantes en el mercado que quieren y pueden pagar el precio más alto son los que se llevan los bienes, pero lo que quieran y puedan pagar depende de su renta. Es posible que algunos grupos de personas -entre las que se encuentran las que carecen de calificaciones valoradas por el mercadoperciban una renta tan baja que no puedan sobrevivir o alimentar y educar a sus hijos sin una ayuda externa. El Estado les presta esa ayuda tomando medidas para aumentar la igualdad de la renta. Sin embargo, estas mediadas a menudo afectan negativamente a los incentivos económicos. Aunque las prestaciones sociales constituyen una importante red de seguridad para los pobres, los elevados impuestos que se necesitan para financiarlas pueden reducir los incentivos para trabajar y ahorrar. Al fin y al cabo, si el Estado se queda con una de cada tres -o incluso dos- pesetas que ganan las personas de renta alta, tal vez éstas no se sientan inclinadas a trabajar mucho. Quizá decidan no trabajar los sábados y tomarse más vacaciones. Y si el Estado se queda con una de cada dos o tres pesetas de intereses que gana una persona gracias a sus ahorros, tal vez ésta decida ahora gastar más y ahorrar menos. La cuestión del equilibrio correcto entre la preocupación por la igualdad, denominada a menudo preocupación por la equidad, y la
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eficiencia es, al igual que el problema del equilibrio correcto entre el sector público y el privado, una de las' cuestiones fundamentales del análisis económico moderno. EL PAPEL DEL ESTADO Aunque el mercado da respuesta, en conjunto, a los interrogantes económicos básicos que garantizan la eficiencia, existen algunas áreas en las que las soluciones no son buenas o eso les parece a muchas personas. Cuando el mercado no funciona bien o no se percibe que funcione bien, suele recurrirse al Estado. Sin embargo, ésta no es más que una de sus funciones. El Estado desempeña un importante papel en las economías modernas, por lo que es necesario comprender cuál es éste y por qué realiza las actividades que realiza. En el relato de la industria del automóvil, nos encontramos varios casos de intervención del Estado. En los comienzos de la historia del automóvil, George Baldwin Selden casi pudo valerse de la legislación sobre las patentes creada por el Estado para alterar el rumbo de la industria. A finales de los años setenta, los préstamos avalados por el Estado permitieron sobrevivir a Chrysler. La industria del automóvil resultó extraordinariamente beneficiada por las restricciones que impuso el Estado sobre las importaciones japonesas, pero probablemente resultó perjudicada por otras reglamentaciones, como las relativas a la seguridad y a la contaminación. El poder de los sindicatos del automóvil, cuando consiguieron subir considerablemente los salarios, fue, en parte, el resultado de los derechos que la legislación federal les había reconocido. Más adelante en este libro, veremos otras vías por las que el Estado ha influido en la industria del automóvil y en otras industrias. En general, el Estado establece el marco jurídico por el que se rigen las empresas privadas y los particulares. Regula las empresas para garantizar que no discriminen por razones raciales o sexuales, que no engañen a los clientes, que velen por la seguridad de sus trabajadores, que no contaminen el aire y el agua. En algunas industrias, el Estado funciona como una empresa privada; en Estados Unidos, la Tennesse Valley Authority (TVA), de propiedad pública, es uno de los mayores productores de electricidad; la mayoría de los niños asisten a escuelas públicas; y la mayor parte del correo siguen repartiéndolo las oficinas de correos de propiedad pública. En otros casos, como el de la defensa nacional, la construcción de carreteras y la emisión de dinero, el Estado suministra bienes y servicios que no suministra el sector privado. Los programas públicos ayudan a los ancianos a través de la Seguridad Social (que paga una renta a las personas jubiladas y financia sus necesidades médicas). El Estado ayuda a quienes han sufrido algún tipo de problema económico, por medio del seguro de desempleo destinado a las personas que están temporalmente en paro, y del seguro de invalidez, destinado a las personas que ya no pueden trabajar. El Estado también intenta ofrecer una «red de seguridad» a los pobres, especialmente a sus hijos, a través de algunos programas de asistencia social. Sin embargo, es fácil imaginar un Estado que controle la economía más directamente. En los países en los que la autoridad encargada de tomar las decisiones está centralizada y concentrada en el Estado, los burócratas pueden decidir qué y cómo debe producir una fábrica y dictar leyes sobre los niveles salariales que deben pagarse. En algunos países europeos, el Estado gestiona empresas siderúrgicas, minas de carbón y el sistema telefónico. En algunos, como en la antigua Unión Soviética y China, han intentado controlar, al menos hasta hace poco, casi todas las grandes decisiones relacionadas con la asignación de los recursos.
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LOS TRES PRINCIPALES MERCADOS La economía de mercado, en su forma sencilla, gira en torno al intercambio entre las personas (o las economías domésticas), que compran bienes y servicios a las empresas, y las empresas, que utilizan factores, es decir, distintos materiales de producción, y obtienen productos, es decir, los bienes y servicios que venden. Cuando reflexionan sobre las economías de mercado, los economistas centran la atención en tres grandes categorías de mercados en las que se interrelacionan los consumidores y las empresas. Los mercados en los que las empresas venden sus productos a las economías domésticas se denominan colectivamente mercados de productos, es decir, mercados de bienes. Muchas empresas también venden sus bienes a otras; los productos de las primeras se convierten en factores de las segundas. También se dice que estas transacciones se realizan en el mercado de productos. Por lo que se refiere a los factores, las empresas necesitan (además de los materiales que compran en el mercado de productos) alguna combinación de trabajo y maquinaria con la que poder producir sus bienes. Compran los servicios de trabajadores en el mercado de trabajo. Reúnen fondos, con los que comprar factores, en el mercado de capitales. Tradicionalmente, los economistas también han resaltado la importancia de un tercer factor, la tierra, pero en las economías industriales modernas, ésta tiene una importancia secundaria. Por lo tanto, en la mayoría de los casos basta centrar la atención en los tres grandes mercados aquí mencionados y ésa es la pauta que seguiremos en el presente libro. Como muestra la Figura 1.5, los individuos participan en los tres mercados. Cuando compran bienes o servicios, actúan como consumidores en el mercado de productos. Cuando actúan como trabajadores, los economistas dicen que «venden sus servicios de trabajo» en el mercado de trabajo.
FIG. 1.5. Los tres mercados. Para los economistas, la gente desempeña varios papeles: normalmente es un consumidor en el mercado de productos, un trabajador en el de trabajo y un prestatario y prestamista en el de capitales.
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Cuando los individuos compran acciones de una empresa o le prestan dinero, los economistas señalan que participan en el mercado de capitales y los denominan inversores. La industria del automóvil ofrece algunos ejemplos gráficos de la complejidad de los tres mercados. El mercado de productos. Los economistas utilizan el término «mercado de productos» para referirse a la venta de bienes por parte de las empresas a las economías domésticas y a otras empresas. Entre las características más importantes del mercando de productos se encuentra el grado de competencia. A principios de la década de 1900, la industria automovilística americana estaba integrada por un gran número de empresas que competían entre sí; en una época más reciente, en los años sesenta, tres empresas dominaban el sector; y en la actualidad las empresas extranjeras compiten poderosamente con las americanas. Sin embargo, la competencia económica no es más que una de las preocupaciones económicas importantes. Los derechos de patente constituyen un caso en el que la sociedad está dispuesta a arriesgarse a que no exista competencia durante un período limitado de tiempo a cambio de que los inventores tengan incentivos para producir nuevos productos. El caso de Chrys1er, que llegó a estar al borde del colapso, es un ejemplo en el que el sistema político americano consideró inaceptable los resultados de la competencia del mercado: una gran empresa se vio abocada a la quiebra. El mercado de trabajo. Los economistas suelen utilizar el término «mercado de trabajo» para referirse a las transacciones en las que se contratan trabajadores o se compran servicios de trabajo. Las empresas no sólo deben contratar trabajadores y formarlos; también deben ofrecerles incentivos para que trabajen mucho y no se vayan. Henry Ford descubrió que podía ser rentable pagar unos salarios superiores a los de los competidores y las empresas de automóviles observaron, a principios de los años ochenta, que unos salarios excesivamente altos podían impedir1es competir con los automóviles importados. El mercado de capitales. El término «capital» se utiliza en economía en dos sentidos diferentes, pero estrechamente relacionados entre sí. El primero se refiere a las máquinas y a los edificios, que a veces se denominan bienes de capital. El segundo se refiere al dinero que se utiliza para comprar y vender bienes de capital o para comprar y vender empresas (que pueden poseer, a su vez, bienes de capital). Cuando los economistas se refieren al «mercado de capitales», generalmente se refieren a los mercados en los que se reúnen y se transfieren fondos, incluidas todas las instituciones que conceden y piden préstamos. En este libro tenemos cuidado de utilizar el término «bienes de capital» para referimos exclusivamente a las máquinas y a los edificios. El mercado de capitales comprende toda la gama de instituciones por medio de las cuales las empresas (y los individuos) reúnen dinero de otras empresas e individuos. Desde la óptica del economista, los consumidores pueden hacer dos cosas con su dinero: gastárselo o ahorrado. Lo que ahorran lo ingresan en cuentas bancarias, en cuentas financieras y en muchos otros instrumentos a través de los cuales entran fondos en el mercado de capitales. Éste desempeña un importante papel no sólo en la financiación de nuevos proyectos y nuevas inversiones -como cuando Henry Ford buscó inversores con los que debía compartir los ingresos derivados de sus innovaciones- sino también en la ayuda a las empresas ya establecidas cuando atraviesan dificultades. La imposibilidad de Chrysler de reunir fondos sin un aval del Estado puso a la empresa al borde de la quiebra.
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Los mercados de capitales influyen de manera determinante en el modo en que se asigna el ahorro de un país. Los inversores y las empresas, como los bancos o los fondos de pensiones, que reciben y guardan los ahorros de los consumidores deben decidir no sólo qué industrias parecen más prometedoras, sino también qué empresas de esas industrias parecen tener más probabilidades de ser rentables. Para financiar sus empresas de automóviles, Henry Ford tuvo que competir con un gran número de innovadores y de empresas ya establecidas, muchos de los cuales tenían tanta fe en sus propias ideas como él en las suyas. Las ramas de la economía La economía es una extensa disciplina. Para comprender incluso el desarrollo de una única industria, como la del automóvil, es necesario estudiarla desde distintas perspectivas. Microeconomía y macroeconomía El estudio detallado de los mercados de productos, de trabajo y de capitales, se denomina microeconomía. La microeconomía («micro» viene del griego y significa «pequeño») centra la atención en la conducta de las unidades -las empresas, las economías domésticas y los individuos- que integran la economía. Se ocupa del modo en que las unidades toman decisiones y de los elementos que influyen en esas decisiones. En cambio, la macroeconomía («macro» viene del griego y significa «grande») examina la conducta de la economía en su conjunto, en concreto, la conducta de indicadores agregados como las tasas globales de paro, de inflación y de crecimiento económico, así como la balanza comercial. Las cifras agregadas no nos dicen qué está haciendo una empresa o una economía doméstica, sino qué está ocurriendo en total o en promedio. Es importante recordar que estas perspectivas económicas no son más que dos maneras de examinar lo mismo. La microeconomía es una visión de la economía de abajo arriba y la macroeconomía es una visión de arriba abajo. La conducta de la economía en su conjunto depende de la conducta de las unidades que la integran; por ejemplo, la tasa global de paro es, en parte, el resultado de las decisiones de empleo de los miles de empresas que forman la economía; la tasa de inflación es el resultado de miles de decisiones sobre los precios que deben cobrarse; la tasa de crecimiento económico es determinada por miles de decisiones sobre la inversión, la investigación y el desarrollo y los nuevos productos. La evolución de la industria del automóvil tiene aspectos tanto microeconómicos como macroeconómicos. Es, en parte, una historia de interrelaciones microeconómicas de empresas, inversores y sindicatos. Es, en parte, una historia de fuerzas macroeconómicas globales, como la escasez de petróleo y el aumento de la competencia extranjera. Cuando las empresas automovilísticas americanas suspendieron de empleo a los trabajadores a finales de los años setenta, sus problemas elevaron la tasa global de paro. La recesión de principios de los años noventa provocó una gran reeducación de las ventas de automóviles.
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La ciencia económica La economía es una ciencia social. Estudia el problema social de la elección desde un punto de vista científico, lo que significa que se basa en una exploración sistemática del problema de elección, que implica tanto la formulación de teorías como el examen de datos. Una teoría consiste en un conjunto de supuestos (o hipótesis) y de conclusiones extraídas a partir de esos supuestos. Las teorías son ejercicios lógicos: si los supuestos son correctos, entonces se siguen los resultados. Si todos los titulados universitarios tienen mayores posibilidades de conseguir trabajo y Elena es titulada universitaria, entonces tiene mayores posibilidades de conseguir trabajo que los no titulados. Los economistas hacen predicciones con sus teorías. Pueden utilizar una teoría para predecir qué ocurrirá si sube un impuesto, si se suprime alguna reglamentación o si se limitan las importaciones de automóviles extranjeros. Las predicciones de una teoría son del tipo «si sube un impuesto y si el mercado es competitivo, disminuirá la producción y subirán los precios». Otra palabra para referirse a la teoría en economía es modelo. Para comprender cómo utilizan los economistas los modelos, consideremos el caso de un fabricante moderno de automóviles que está tratando de diseñar un nuevo automóvil. Es sumamente caro construirlo. En lugar de crear un coche totalmente desarrollado acorde con la concepción que tiene cada ingeniero o diseñador de cómo le gustaría que fuera éste, la empresa utiliza modelos. Los diseñadores pueden utilizar un modelo de plástico para estudiar la forma general del vehículo y valorar las reacciones a la estética del automóvil. Los ingenieros pueden utilizar un modelo de ordenador para estudiar la resistencia al aire, a partir del cual pueden calcular el consumo de combustible. Otra cuestión importante es la comodidad de los ocupantes; los ingenieros pueden construir un modelo independiente para el interior del automóvil. Y los diseñadores de interiores pueden tener poco interés por los detalles de la forma exterior y utilizar su propio modelo del interior. Al igual que los ingenieros construyen modelos diferentes para estudiar una determinada característica de un automóvil, así también los economistas construyen modelos de las economías -con palabras o ecuaciones- para describir las características de la economía a la que se refieren. Un modelo económico puede describir una relación general («cuando aumenta la renta, se incrementa el número de automóviles comprados»), una relación cuantitativa («cuando la renta aumenta un 10 %, el número de automóviles comprados se incrementa, en promedio, un 12 %») o realizar una predicción general («una subida del impuesto sobre la gasolina reduce la demanda de automóviles»). UN EJEMPLO ECONÓMICO: CÓMO ELEGIR EL MEDIO DE TRANSPORTE PARA IR A TRABAJAR La congestión del tráfico es un gran problema en casi todas las grandes ciudades del mundo. A los planificadores urbanos les gustaría animar a los ciudadanos a utilizar más a menudo el transporte público. Pensando cómo hacerlo mejor, han encontrado sumamente útiles los modelos sencillos del modo en que éstos deciden ir a trabajar. Aun reconociendo que en la decisión de tomar el autobús o el metro frente a utilizar el automóvil privado entra una amplia variedad de consideraciones, los planificadores pueden centrar la atención en dos: el coste y el tiempo. Pero, como dice el refrán, el tiempo es oro. Por lo tanto, los planificadores suman el coste real de transporte y el
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valor del tiempo. Una vez más, aunque admiten que cada persona valora el tiempo de un modo distinto, pueden simplificar diciendo que el tiempo se valora en función del salario percibido. Para ver cómo puede utilizarse un modelo de ese tipo, examinemos el caso de la ciudad de Urbania, que está considerando la posibilidad de sustituir su lento servicio actual de ferrocarril al Parque Industrial Idílico por una línea de trenes de alta velocidad, que reduciría la duración del viaje en 30 minutos. El viaje en tren dura actualmente 1 hora y en automóvil 45 minutos. El coste actual del primero es de 100 pesetas; en el caso del segundo, el coste estimado de la gasolina más el desgaste del automóvil es de 125 pesetas. El trabajador medio de Parque Industrial Idílico gana 2.000 pesetas por hora, por lo que el valor de quince minutos adicionales es de 500. El coste total de ir en automóvil es de 1.500 (valor del tiempo) + 125 = 1.625 pesetas y de ir en tren 2.000 (valor del tiempo) + 100 = 2.100 pesetas. El modelo predice que pocos trabajadores tomarán el lento tren actual. El tren de alta velocidad obligará a subir el billete a 200 pesetas. El coste total de un viaje será, pues, de 200 (billete) + 1.000 (valor del tiempo) = 1.200 pesetas, es decir, considerablemente menor que el coste de ir en automóvil, que es de 1.625. El modelo predice que muchos trabajadores cambiarán de medio de transporte, y sostiene que debe prestarse una atención considerable a la velocidad. Aunque este ejemplo es hipotético, cuando se debatió la construcción del sistema de transporte rápido BART (Bay Area Rapid Transit) en el área de San Francisco, surgieron consideraciones parecidas. Y surgen repetidamente cuando las ciudades consideran la posibilidad de ampliar o mejorar su sistema de transporte subterráneo. DESCUBRIMIENTO E INTERPRETACIÓN DE RELACIONES Una variable es cualquier elemento que puede medirse y que varía. Los precios, los salarios, los tipos de interés, las cantidades compradas y vendidas, todos son variables. El precio del pan varía con el tiempo, así como la cantidad vendida. Lo mismo acure con el precio del trigo, el número de personas que tienen trabajo, el tipo de interés que nos paga el banco. Lo que les interesa a los economistas es la relación entre las variables. Cuando ven lo que parece ser una relación sistemática entre variables, se preguntan si surgió por casualidad o si existe, de hecho, una relación. Ésta es la cuestión de la correlación. Los economistas utilizan contrastaciones estadísticas para medir y contrastar las correlaciones. Consideremos, por ejemplo, el problema de averiguar si una moneda está o no equilibrada. Si tiramos una moneda al aire 10 veces y sale 6 veces cara y 4 veces cruz, ¿es una moneda equilibrada o está sesgada en favor de la cara? Las contrastaciones estadísticas dirán que el resultado de 6 veces cara y 4 veces cruz podría salir fácilmente por casualidad, por lo que los datos no demuestran que la moneda esté desequilibrada. Naturalmente, tampoco demuestra que no lo esté en alguna medida. Las pruebas no son 10 suficientemente poderosas como para extraer ninguna de las dos conclusiones. En cambio, si tiramos una moneda al aire 100 veces y sale 80 veces cara, las contrastaciones estadísticas nos dirán que la posibilidad de que eso ocurra por casualidades extraordinariamente pequeña. Por lo tanto, los hechos confirmarían la afirmación de que la moneda está desequilibrada. Una lógica similar puede utilizarse cuando se trata de averiguar si existen correlaciones entre los datos económicos. Las personas que tienen un nivel de estudios más elevado tienden a percibir unos salarios más altos. ¿Es esta relación meramente
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casual? Las contrastaciones estadísticas muestran si los datos son demasiado débiles para extraer una conclusión o si confirman una determinada respuesta. CAUSACIÓN FRENTE A CORRELACIÓN A los economistas les gustaría hacer algo más que afirmar simplemente que diferentes variables están, de hecho, correlacionadas. Les gustaría llegar a la conclusión de que los cambios de una variable son la causa de los cambios de la otra. Esta distinción entre correlación y causación es importante. Si una variable «causa» la otra, el cambio de una altera necesariamente la otra. Si la relación es una mera correlación, puede no alterarla. Por ejemplo, la Figura 1.6 muestra la relación entre el nivel de estudios terminados y la renta anual. No cabe duda de que las personas que tienen un nivel de estudios más elevado perciben una renta más alta. Pero esta relación tiene, al menos, dos explicaciones posibles. En primer lugar, las empresas están dispuestas a pagar más a los trabajadores que son más productivos y la educación aumenta la productividad de las personas. En esta explicación, existe una causación. Los niveles de estudios más altos «causan» una mayor productividad, lo que «causa» unos salarios más altos. En segundo lugar, las empresas están dispuestas a pagar salarios más altos a las personas más listas, aunque no tengan aún muchas cualificaciones productivas (y es posible que las que tengan guarden una escasa relación con lo que han aprendido en la escuela), y las personas más listas perduran más tiempo en la escuela. Desde este punto de vista, las personas más capacitadas permanecen más tiempo en la escuela y perciben salarios más altos, pero las escuelas no aumentan la productividad. Existe una correlación, pero no una causación. A veces hay relaciones sistemáticas entre las variables en las que es difícil decir cuál de ellas es la causa y cuál el efecto. Por ejemplo, existe una relación sistemática entre el número de hijos que tienen las mujeres y los salarios que ganan. Pero la explicación de esta relación no está clara. El hecho de que los salarios sean bajos significa que la renta a la que debe renunciar la mujer cuando deja de trabajar para tener un hijo es menor; en cierto sentido, los hijos son «menos caros». ¿Tienen, pues, las mujeres más hijos cuando los salarios son bajos? ¿O se muestran menos deseosas de hacer carrera cuando tienen muchos hijos, por lo que perciben unos salarios bajos? ¿O existe un tercer factor que explica tanto el nivel de salarios como el número de hijos?
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FIG. 1.6. La educación y la renta anual. La renta de una persona aumenta conforme es más alto su nivel de estudios, medido por el número de años de estudios terminados. Sin embargo, esta correlación no demuestra por sí sola que un factor sea la causa del otro. Fuente: Digest of Education Statistics (1991).
LOS EXPERIMENTOS EN ECONOMÍA Muchas ciencias realizan experimentos para contrastar distintas explicaciones, ya que éstos permiten al científico alterar un factor cada vez y ver qué ocurre. Pero la economía no es un laboratorio de química. Es, más bien, como la astronomía, en el sentido de que ambas ciencias deben valerse de los experimentos que ofrece la naturaleza. Los economistas buscan situaciones en las que sólo varíe un factor y estudian las consecuencias de esa variación. Un ejemplo de experimento natural es una modificación del sistema del impuesto sobre la renta. Pero la naturaleza no suele ser amable con los economistas; el mundo no permanece inmóvil. Cuando cambia el sistema impositivo, también cambian otros rasgos de la economía y los economistas suelen tener dificultades para saber si los cambios que observan son el resultado del nuevo sistema de impuestos o de algún otro cambio económico. A veces pueden valerse de lo que se denomina econometría, que es la rama de la estadística que se ha desarrollado para analizar los tipos específicos de problemas de medición que se plantean en economía. En algunos casos, los economistas han realizado experimentos sociales. Por ejemplo, han entregado a un grupo una tabla del impuesto sobre la renta o un programa de asistencia social. Han ensayado diferentes maneras de proporcionar vivienda o educación a los pobres. En los últimos años, también han estudiado algunos aspectos de la conducta económica en situaciones de «laboratorio». Una forma de ver cómo responden las personas al riesgo consiste en crear una situación artificialmente arriesgada en forma de juego y ver cómo reaccionan cuando participan en él. Una manera de ver cómo responden los compradores a distintos modos de organizar una subasta es simular diferentes clases de subastas en una situación de laboratorio controlada. Tanto los experimentos sociales como los de laboratorio han aportado a los economistas valiosas ideas sobre la conducta económica. Pero incluso utilizando todos los instrumentos existentes, es muy difícil encontrar diferentes correlaciones entre varios tipos distintos de datos y tener que distinguir entre las que son reales y las que sólo son aparentes. El interés de los economistas por estas cuestiones se debe a algo más que a una mera curiosidad, si bien ésta también influye. A menudo algunas importantes cuestiones que plantea la política económica dependen de que uno crea que las diferencias salariales que se observan entre las personas que tienen título universitario y las que no lo tienen se deben en gran parte a las cualificaciones y los conocimientos adquiridos en la universidad o que están relacionadas principalmente con diferencias de capacidad entre las personas que consiguen terminar los estudios universitarios y las que no. Las lecciones importantes que debemos recordar aquí son las siguientes: 1) el hecho de que exista una correlación no demuestra que exista una causación; 2) el modo
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de contrastar diferentes explicaciones causales es mantener constantes todos los factores, excepto uno y dejar que éste varíe; 3) los datos no siempre son definitivos y a veces no permiten extraer conclusión alguna. Por qué discrepan los economistas A menudo se les pide a los economistas que emitan su opinión sobre cuestiones relacionadas con la política, económica. ¿Debe reducir el gobierno el déficit? ¿Y la inflación? En caso afirmativo, ¿cómo? En estas discusiones, las discrepancias entre los economistas suelen ser objeto de gran atención. Pero las discrepancias, debidamente enfocadas, pueden servir para aprender más. Los economistas tratan de definir cuidadosamente las causas y las razones de sus diferencias. En el reino científico de la economía existen dos grandes motivos de discrepancia. En primer lugar, los economistas pueden discrepar sobre el modelo que es adecuado para una economía, sobre el grado en que los consumidores y las empresas son capaces de percibir y calcular lo que les interesa y sobre si se interrelacionan en un mercado competitivo o en uno no competitivo. Cada modelo suele dar unos resultados diferentes. A menudo los datos de que disponemos actualmente no nos permiten decir qué modelo de dos rivales describe mejor un mercado. En segundo lugar, aun estando de acuerdo en cuál es el modelo teórico adecuado, los economistas pueden discrepar sobre las magnitudes cuantitativas y, por lo tanto, sus predicciones serán diferentes. Pueden coincidir, por ejemplo, en que la reducción del impuesto sobre la renta procedente de intereses induce a los consumidores a ahorrar más. Pero unos economistas pueden sostener, basándose en sus estudios, que los consumidores sólo ahorrarán un poco más; otros, que mucho más. Muchas de estas discrepancias se deben, una vez más, a la ausencia de datos apropiados. Podemos tener muchos datos sobre el ahorro en España en el siglo pasado, pero las instituciones y la situación económica actuales son muy diferentes de las que existían hace cincuenta o incluso diez años. Existe otro motivo de discrepancia, pero éste no pertenece al mundo científico. Es frecuente que los economistas se hagan preguntas corno las siguientes: «¿Debe el gobierno reducir el impuesto sobre las ganancias de capital para fomentar el ahorro?» «¿Debe bajar los impuestos para estimular la economía y reducir el paro?» Para responder a estas preguntas, los economistas deben averiguar las consecuencias de la política en cuestión, para lo cual es necesario formular primero un modelo de la economía o del mercado. Aunque los objetivos de la política sean evidentes, puede haber discrepancias por cualquiera de las dos razones antes citadas. Pero si los objetivos no están claros, pueden interferir los propios valores del economista y es entonces cuando interviene el tercer motivo de discrepancia. Toda política tiene, por lo general, muchas consecuencias, unas beneficiosas, otras perjudiciales. Cuando se comparan dos medidas, una, puede beneficiar más a unas personas, otra puede beneficiar a otras. Una política no es inequívocamente mejor que otra. Depende de lo que nos preocupe más. Una reducción de los impuestos sobre los beneficios derivados de la venta de acciones podría fomentar el ahorro, pero al mismo tiempo, como la mayoría de los beneficios van a parar a las personas muy ricas, aumentaría la desigualdad. Una reducción de los impuestos para estimular la economía puede reducir el paro, pero puede aumentar también la inflación. Aun cuando dos economistas estén de acuerdo sobre un modelo, pueden hacer recomendaciones diferentes. Por ejemplo, al valorar el efecto que produce la reducción de un impuesto en el paro y en la inflación, un economista al que le preocupe más el paro tal vez la
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recomendará, mientras que otro que esté preocupado por la inflación, quizá se muestre contrario. En este caso, el motivo de la discrepancia es una diferencia de valores. ECONOMÍA POSITIVA Y NORMATIVA Los economistas tratan de identificar cuidadosamente los puntos de su análisis en los que intervienen sus valores. Cuando describen la economía y construyen modelos que predicen cómo evolucionará ésta o los efectos de diferentes medidas, realizan lo que se denomina economía positiva. Cuando intentan evaluar distintas medidas, sopesando los diferentes beneficios y costes, realizan lo que se denomina economía normativa. La economía positiva se ocupa de lo que «es», describe el modo de funcionamiento de la economía; la economía normativa se ocupa de lo que «debería ser», hace juicios de valor sobre la conveniencia de diferentes cursos de acción. La economía normativa utiliza la economía positiva. No podemos emitir una opinión sobre la conveniencia de una medida si no tenemos una idea clara de sus consecuencias. La buena economía normativa también trata de indicar explícita y exactamente cuáles son los valores o los objetivos que incorpora. Trata de expresar sus afirmaciones de la forma «si éstos son sus objetivos..., ésta es la mejor política posible». Consideremos los aspectos positivos y normativos de una propuesta para establecer un impuesto sobre la cerveza de 100 pesetas por caja. La economía positiva describiría el efecto que produciría el impuesto sobre el precio de la cerveza: ¿subiría el precio 100 pesetas o absorberían los productores una parte de la subida? Basándose en ese análisis, los economistas predecirían cuánto disminuiría el consumo de cerveza y quién resultaría afectado por el impuesto. Podrían observar, por ejemplo, que como las personas de renta más baja gastan una parte mayor en cerveza, resultarían más afectadas. Es posible que algunos estudios hayan indicado que existe una relación sistemática entre la cantidad de cerveza que se consume y los accidentes de carretera. Basándose en esta información, podrían intentar estimar cómo afectaría el impuesto sobre la cerveza al número de accidentes. Estos pasos forman parte todos ellos de la descripción de todas las consecuencias del impuesto, sin hacer juicios de valor. Sin embargo, al final la cuestión es la siguiente: ¿debe adoptarse el impuesto? Esta cuestión es normativa y para responder los economistas sopesan los beneficios de los ingresos fiscales, las distorsiones que introduce el impuesto en el consumo, las injusticias que causa el hecho de que una parte proporcionalmente mayor del impuesto recaiga en las personas de renta más baja y las vidas salvadas en accidentes de carretera. Por otra parte, al evaluar el impuesto, los economistas también desearán compararlo con otras vías para recaudar una cantidad similar de ingresos. LECTURA COMPLEMENTARIA Primer plano: Rusia y el Este de Europa tratan de dar nuevas respuestas a viejos interrogantes Durante la mayor parte del siglo XX, el sistema económico de planificación central de la antigua Unión Soviética ha dado respuestas directas a cuatro interrogantes económicos básicos. ¿Qué se producía en una economía de ese tipo y en qué cantidades? Los planificadores estatales fijaban los objetivos y los trabajadores y las empresas se esforzaban por cumplirlos. ¿Cómo se producían estos bienes? De nuevo, como los planificadores estatales decidían lo que se entregaba a cada fábrica, decidían, de hecho, cómo se producía.
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¿Para quién se producían estos bienes? El Estado tomaba decisiones sobre la remuneración de cada puesto de trabajo, lo cual afectaba a la cantidad que podía consumir la población. En principio, ésta podía elegir lo que compraba en tiendas gestionadas por el Estando, a precios fijados por el gobierno. Pero en la práctica, en estas tiendas faltaban muchos bienes. Quienes ocupaban posiciones de poder e influencia podían hallar otras fuentes de bienes, pero no así los consumidores medios. El Estado también controlaba directamente muchos bienes, como los apartamentos, decidiendo quién podía vivir en ellos. ¿Quién tomaba las decisiones económicas y mediante qué procedimiento? Los planificadores del Estado decidían, basándose en sus ideas sobre los objetivos económicos nacionales. Hubo un tiempo en que toda esta planificación pareció muy sensata, como dijo en una ocasión el ex primer ministro soviético Nikita Krushev: «La economía es una materia que no respeta mucho nuestros deseos.» Pero cuando llegó al poder Mijail Gorbachov a mediados de los años ochenta, era evidente para los ciudadanos soviéticos y para los observadores exteriores que era necesario realizar algunos cambios. Podrían citarse muchos ejemplos de calamidades económicas soviéticas, pero bastarán dos. En el mercado del calzado, la Unión Soviética era el mayor productor nacional del mundo. Sin embargo, el zapato medio era de tan mala calidad que se rompía en unas semanas, por lo que había grandes existencias de zapatos que nadie quería pudriéndose en los almacenes. En la agricultura, el gobierno soviético había permitido tradicionalmente la existencia de pequeñas parcelas agrícolas privadas. Aunque limitaba el tiempo que podían tenerlas los agricultores, la gestión pública de la agricultura era tan improductiva que el 3 % de la tierra soviética gestionada por particulares solía representar alrededor de un 25 % de la producción agrícola total. Actualmente, el nivel de vida de la antigua Unión Soviética no sólo es más bajo que el de países industrializados como Estados Unidos y los de Europa occidental, sino que apenas es superior al de países en vías de desarrollo como Brasil y México. Los trabajadores de la Unión Soviética se decían con un humor macabro unos a otros: «Fingimos trabajar y ellos fingen pagamos.» Gorbachov llegó al poder promocionando las ideas de la perestroika (reestructuración) y la glasnost (apertura). En términos políticos, estas ideas tuvieron consecuencias muy rápidas y poderosas. En los países del Este de Europa, los dirigentes comunistas fueron derrocados en 1989 y 1990. La propia Unión Soviética se desintegró a finales de 1991, dividiéndose en Rusia, Ucrania y otros Estados independientes. Muchos de estos países celebraron elecciones para determinar, al menos en parte, quién gobernaría. Sin embargo, decidir celebrar elecciones es relativamente fácil en comparación con la tarea de reestructurar toda una economía. A menudo pareció que los deseos políticos de la población que luchaba por la libertad relegaban a un segundo plano las consideraciones económicas. Sin embargo, a principios de los años noventa, comenzaron a vislumbrarse algunas sendas generales para introducir reformas económicas en estas economías. Es preciso que los trabajadores tengan más incentivos para trabajar más, aunque eso signifique una mayor desigualdad salarial. Es necesario que las empresas tengan más incentivos para ser más eficientes y producir lo que desea la población, aunque eso signifique de vez en cuando paro y quiebra. Parece evidente que el papel de los planificadores del Estado debe disminuir. En 1989 y 1990 se establecieron programas de este tipo en muchos países del Este de Europa y a principios de 1992 en Rusia durante el mandato de Boris Yeltsin.
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Pero tras siete décadas de planificación económica central, la transición a una economía en la que las fuerzas del mercado tengan mayor poder promete ser extraordinariamente difícil. Podría muy bien ocurrir que la situación empeorara antes de mejorar y que los resultados no se vieran hasta dentro de años o incluso décadas.
Repaso y práctica RESUMEN 1. La economía es el estudio del modo en que los individuos, las empresas y el Estado eligen en nuestra sociedad. Las elecciones son inevitables porque los bienes, los servicios y los recursos que se desean son inevitablemente escasos. 2. Los economistas se hacen cuatro preguntas básicas sobre cualquier economía. 1) ¿Qué se produce y en qué cantidades? 2) ¿Cómo se produce? 3) ¿Para quién se produce? 4) ¿Quién toma las decisiones económicas y por medio de qué procedimientos? 3. Los países occidentales son economías mixtas; las decisiones son tomadas por el sector público y por el sector privado. La economía se basa principalmente en la interrelación privada de los individuos y las empresas para responder a los cuatro interrogantes básicos, pero el Estado también desempeña un importante papel. Una cuestión fundamental en cualquier economía mixta es el equilibrio entre el sector público y el privado. 4. El término «mercado» se utiliza para describir cualquier situación en la que se realicen intercambios. En las economías de mercado de los países occidentales, los individuos, las empresas y el Estado se interrelacionan en los mercados de productos, de trabajo y de capitales. 5. Los economistas utilizan modelos para estudiar el funcionamiento de la economía y hacer predicciones sobre lo que ocurrirá si varía algo. Un modelo puede expresarse verbalmente o por medio de ecuaciones, y tiene por objeto reflejar las características esenciales de los fenómenos que se pretende estudiar. 6. Existe una correlación cuando el cambio de una variable provoca un cambio predecible en otra. Sin embargo, la mera existencia de una correlación no demuestra que uno de los factores provoque un cambio del otro. Los factores externos adicionales pueden influir en ambos. 7. Los economistas pueden discrepar por tres grandes razones: sobre cuál es el modelo adecuado de la economía o del mercado; sobre el valor de alguna estimación empírica importante y, por lo tanto, sobre las magnitudes cuantitativas de las consecuencias de un cambio; y sobre los valores, es decir, sobre la manera de sopesar los diferentes costes y beneficios resultantes del cambio.
TÉRMINOS CLAVE
Economía mixta
Economía basada en un sistema de planificación central Economía de mercado
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Mercado de productos Mercado de trabajo Mercado de capitales Bienes de capital
Microeconomía Macroeconomía Teoría Modelo Correlación Causación Economía positiva Economía
normativa
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TEMAS DE REPASO 1. ¿Por qué es inevitable elegir? 2. ¿Cómo responde la economía de su país a los cuatro interrogantes económicos básicos? 3. ¿Qué es una economía mixta? Describa algunos de los papeles que podría o no desempeñar el Estado en una economía mixta. 4. Cite los tres principales mercados económicos y describa cómo podría participar una persona en cada uno como compradora y como vendedora. 5. Ponga dos ejemplos de cuestiones económicas que sean principalmente microeconómicas y dos ejemplos de cuestiones económicas que sean principalmente macroeconómicas. ¿Qué diferencia general existe entre la microeconomía y la macroeconomía? 6. ¿Qué es un modelo? ¿Por qué utilizan modelos los economistas? 7. Cuando existe una causación, ¿También es de esperar que exista una correlación? Cuando existe una correlación, ¿también es de esperar que exista una causación? Explique su respuesta. 8. «Todas las discrepancias entre los economistas son puramente subjetivas.» Comente esta afirmación.
PROBLEMAS 1. Indique si los siguientes acontecimientos son macroeconómicos, macroeconómicos o las dos cosas a la vez. a) El paro ha aumentado este mes. b) Un laboratorio farmacéutico inventa y comienza a comercializar un nuevo medicamento. c) Un banco presta dinero a una gran empresa pero se lo deniega a una pequeña. d) Los tipos de interés bajan para todos los prestatarios. e) Un sindicato negocia una subida salarial y una mejora del seguro médico. f) Sube el precio del petróleo. 2. Indique si los siguientes acontecimientos forman parte del mercado de trabajo, del mercado de capitales o del mercado de productos. a) Un inversor trata de decidir en qué empresa invertir. b) Con la práctica, los trabajadores de una cadena de montaje se vuelven más eficientes. c) La apertura de las economías de Europa oriental ofrece nuevos mercados para los productos de Europa occidental. d) Una gran empresa que está perdiendo dinero decide ofrecer a sus trabajadores incentivos para jubilarse anticipadamente, con la esperanza de reducir sus costes. e) Un consumidor deambula por un centro comercial en busca de regalos de cumpleaños. f) El gobierno federal necesita prestar más dinero para financiar su nivel de gasto.
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3. Analice las cuestiones que podría plantear cada una de las siguientes situaciones desde el punto de vista de los incentivos (pista: recuerde la historia de la industria del automóvil expuesta al principio de este capítulo). a) Usted tiene algún dinero para invertir y su asesor financiero le presenta a una pareja de ejecutivos de software que quieren poner en marcha su propia empresa. ¿Qué debe preocuparle antes de decidir invertir o no? b) Usted dirige una pequeña empresa y sus trabajadores le prometen que trabajarán más si les sube el salario. c) Una gran industria está a punto de quebrar y pide ayuda al Estado. 4. Indique de qué manera la intervención del Estado ha ayudado a la industria del automóvil en las dos últimas décadas y de qué manera la ha perjudicado. 5. En el dorso de una bolsa de cama para gatos dice «los gatos que utilizan cama para gatos viven tres años más que los que no la utilizan». ¿Cree usted que la cama para gatos aumenta, de hecho, su esperanza de vida o que hay algunos otros factores que explican esta correlación? ¿Qué datos podría tratar de reunir para contrastar su explicación? 6. En Suecia, la esperanza de vida es de 78 años; en la India, de 57. ¿Demuestra eso que si un indio se trasladara a Suecia viviría más años? Es decir, ¿demuestra eso que vivir en Suecia aumenta la esperanza de vida o se le ocurre algún otro factor que pueda explicar estos hechos? ¿Qué datos podría tratar de reunir para contrastar su explicación?
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Autor: Michael Parkin Obra: Microeconomía Tema: “Producción, especialización e intercambio” Páginas: 52-74
CAPITULO 3 PRODUCCIÓN, ESPECIALIZACIÓN E INTERCAMBIO Después de leer este capitulo, usted será capaz de: Definir la frontera de posibilidades de producción. Calcular el costo de oportunidad. Explicar por que el crecimiento económico y el cambio tecnológico no proporcionan regalos gratuitos. Explicar la ventaja comparativa. Explicar por que la gente se especializa y como se beneficia del comercio. Explicar por que los derechos de propiedad y el dinero han evolucionado. Vivimos de una manera que la mayoría de nuestros abuelos no podría ni siquiera haber imaginado. Los progresos de la medicina han curado enfermedades que a ellos los aterrorizaban. La mayoría de nosotros vivimos en casas mejores y más espaciosas. Comemos más, tenemos mayor estatura, incluso nacimos con mayor talla que la que ellos tuvieron al nacer. Nuestros padres se asombran de la manera despreocupada con la que manejamos los computadores. También de esta manera usamos productos que no existían cuando ellos eran jóvenes: hornos de microondas, raquetas de tenis de grafito, relojes digitales. El crecimiento económico nos ha vuelto más ricos que nuestros padres y abuelos. Pero ni el crecimiento económico ni el cambio tecnológico, ni la riqueza que otorgan, nos han liberado de la escasez. ¿Por qué no? ¿Por qué, a pesar de nuestra inmensa riqueza, nos tenemos que enfrentar todavía con los costos? ¿Por qué no hay "almuerzos gratuitos"?. Observamos una cantidad increíble de especialización y de comercio en el mundo moderno. Cada uno de nosotros se especializa en un empleo en particular: como abogado, fabricante de automóviles, constructor de casas. Los países y las regiones también se especializan: Florida en jugo de naranja, Idaho en papas, Detroit en automóviles y el Silicon Valley (Valle del Silicio) en productos relacionados con los computadores. Nos hemos especializado a tal grado que un trabajador agrícola puede alimentar a 100 personas. Sólo uno de cada cinco de nosotros trabaja en las manufacturas; más de la mitad trabajamos en los comercios mayorista y minorista, la banca y las finanzas, otros servicios y el gobierno. ¿Por qué nos especializamos? ¿En qué forma nos benefician la especialización y el intercambio? Las instituciones y los arreglos sociales que hoy damos por sentados han evolucionado a lo largo de muchos siglos. Uno de ellos son los derechos de la propiedad privada, junto con el sistema legal que los protege. Otro es el dinero. ¿Por qué han evolucionado estas instituciones? ¿Y de qué manera amplían nuestra habilidad para especializamos y aumentar la producción? Éstas son las preguntas que abordamos en este capítulo. Comenzaremos precisando aún más la idea de escasez. Después veremos en qué forma podemos medir el costo de oportunidad. También veremos cómo la especialización y el intercambio aparecen cuando cada individuo trata de obtener lo máximo de los recursos escasos. Es 89
decir, la gente se especializa en lo que hace mejor e intercambia sus productos con otros especialistas. También veremos por qué existen instituciones como la propiedad privada y el dinero y cómo surgen de los intentos de la gente por obtener el máximo provecho de sus recursos limitados. La frontera de posibilidades de producción ¿Qué queremos decir con producción? Producción es la transformación de tierra, trabajo y capital en bienes y servicios. Ya hemos definido los factores de la producción en el capítulo 1. Recordemos brevemente lo que son: Tierra son todos los dones de la naturaleza. Incluye el aire, el agua y la superficie terrestre, así como los minerales que yacen en el subsuelo. Trabajo es toda la fuerza muscular y cerebral de los seres humanos. Las voces y el arte de los cantantes y actores, la fuerza y coordinación de los atletas, el arrojo de los astronautas, la habilidad política de los diplomáticos, también se incluyen en esta categoría las habilidades mentales y físicas de los millones de personas que hacen automóviles y refrescos de cola, goma y pegamento, papel tapiz y regaderas. Capital son todos los bienes que han sido producidos y que luego pueden usarse en la producción de otros bienes y servicios. Algunos ejemplos son: el sistema de carreteras interestatales, los magníficos edificios de las grandes ciudades, los proyectos de presas y energía, los aeropuertos y aviones jumbo, las líneas de producción de automóviles, las fábricas de camisas y las tiendas de galletas. Una clase especial de capital se llama capital humano. El capital humano es el conjunto de habilidades y conocimientos acumulados de los seres humanos, que provienen de su entrenamiento y educación. Bienes y servicios son todas las cosas de valor que produce la gente. Los bienes son tangibles: automóviles, cucharas, videocaseteras y pan. Los servicios son intangibles: cortes de pelo, subirse a los juegos en los parques de diversiones y llamadas telefónicas. Hay dos tipos de bienes: bienes de capital y bienes de consumo. Bienes de capital son los bienes que se usan en el proceso de producción y que pueden utilizarse muchas veces antes de que se desgasten. Bienes de consumo son los bienes que pueden usarse sólo una vez. Como ejemplos tenemos los pepinillos en escabeche y la pasta de dientes. Consumo es el proceso en el que se agotan los bienes y servicio. Nuestros recursos limitados y las tecnologías disponibles para transformar esos recursos en bienes y servicios fijan un límite a lo que se puede producir. Ese límite se describe mediante la frontera de posibilidades de producción. La frontera de posibilidades de producción (FPP) señala el límite entre las combinaciones de bienes y servicios que es posible producir y las que no. Es importante entender la frontera de posibilidades de producción en el mundo real, pero para alcanzar ese objetivo con mayor facilidad, en lugar de observar la economía del mundo real, primero estudiaremos una economía más sencilla que la nuestra, una economía modelo. Una economía modelo Construiremos un modelo de economía que incluirá las características esenciales para entender la economía real, pero haremos caso omiso de la mayor parte de la inmensa cantidad de detalles de la realidad. Nuestro modelo de la economía será más simple en tres aspectos importantes: 1. Todo lo que se produce también se consume, de tal manera que en nuestro modelo, los recursos de capital ni aumentan ni disminuyen. (Más adelante
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examinaremos lo que ocurre si consumimos menos de lo que producimos y agregamos a los recursos de capital.) 2. Existen sólo dos bienes: maíz y tela. (En el mundo real usamos nuestros recursos escasos para producir innumerables bienes y servicios.) 3. Sólo hay una persona, Silvia, quien vive en una isla desierta y no tiene contacto con otras personas. (Más adelante veremos qué ocurre cuando la economía insular de Silvia establece vínculos con otra economía. También ampliaremos nuestro panorama al mundo real con sus cinco mil millones de habitantes.) Silvia utiliza todos los recursos de su economía insular para producir maíz y tela. Trabaja 10 horas al día. La cantidad de maíz y tela que Silvia produce depende de cuántas horas dedica a ello. La tabla 3.1 muestra las posibilidades de maíz y de tela que ella tiene. Si no trabaja, no produce nada. Con dos horas diarias que dedique al cultivo del maíz, produce 6 kilos al mes. Si dedica más horas al maíz, aumenta la producción, pero se observa una disminución en la cantidad extra de maíz que obtiene del esfuerzo adicional. La razón de esta disminución es que Silvia tiene que usar en forma progresiva tierra que no es adecuada para el cultivo del maíz. Al principio, ella siembra maíz en la pródiga planicie. Al último, cuando ya ha usado toda la tierra cultivable, tiene que empezar a sembrar en las rocosas colinas y a la orilla de la playa. Las cantidades de la segunda columna de la tabla muestran en qué forma aumenta la producción de maíz conforme aumenta el número de horas dedicadas a su cultivo. Para producir tela, Silvia obtiene lana de las ovejas que viven en la isla. Cuantas más horas dedica a obtener lana y fabricar tela, más aumenta su producción. Las cifras de la tercera columna de la tabla 3.1 muestran en qué forma aumenta la producción de tela según aumenta la cantidad de horas dedicadas a esta actividad. Si Silvia dedica todo su tiempo al cultivo del maíz, puede producir 20 kilos de maíz en un mes. Sin embargo, en ese caso, no puede producir tela. A la inversa, si dedica todo su tiempo a hacer tela, puede producir 5 metros al mes pero no le quedará tiempo para cultivar maíz. Silvia puede dedicar parte de su tiempo al maíz y parte a la tela, pero en total no más de 10 horas al día. Así, ella puede dedicar 2 horas al cultivo del maíz y 8 horas a producir tela o 6 horas en una actividad y 4 horas en otra (o cualquier otra combinación de horas que sume 10 horas). TABLA 3.1 Posibilidades de producción de Silvia Horas trabajadas (al día)
Tela producida (metros al mes)
Maíz (kilos al mes)
O
ya sea
O
o
O
2
ya sea
6
o
4
ya sea
11
o
2
6
ya sea
15
o
3
8
ya sea
18
o
4
10
ya sea
20
o
5
1
Si Silvia no trabaja, no produce maíz ni tela. Si trabaja 2 horas diarias y dedica todo ese tiempo a la producción de maíz, obtiene 6 kilos de maíz al mes. Si se dedica ese mismo tiempo a la producción de tela, se produce un metro de tela, pero nada de maíz. Las últimas cuatro filas de la tabla muestran las cantidades de maíz o de tela que pueden producirse al mes conforme se dedican más horas a cada actividad.
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Hemos definido la frontera de posibilidades de producción como el límite entre lo que se puede alcanzar y lo inalcanzable. Usted puede calcular la frontera de posibilidades de Silvia con la información de la tabla 3.1. Estos cálculos se resumen en la tabla de la figura 3.1 en la que también se representan gráficamente como la frontera de posibilidades de producción de Silvia. Nos concentraremos primero en la tabla de la figura 3.1 para poder ver cómo se calculó dicha frontera. La posibilidad a muestra a Silvia dedicando sus 10 horas completas de trabajo diario al maíz y nada a la tela. En este caso, ella puede producir 20 kilos de maíz al mes y nada de tela. Para la posibilidad b, ella pasa 2 horas al día elaborando tela y 8 horas en el cultivo del maíz, para producir un total de 18 kilos de maíz y 1 metro de tela al mes. El patrón sigue hasta la posibilidad f, en la que ella dedica 10 horas al día a la tela y nada al maíz. Estas mismas cantidades están marcadas en la gráfica que se muestra en la figura 3.1. Los metros de tela se miden en el eje horizontal y los kilos de maíz en el eje vertical. Los puntos a, b, c, d, e y f representan las cantidades que se observan en la fila correspondiente de la tabla. FIGURA 3.1 Frontera de posibilidades de producción de Silvia
La tabla enumera seis puntos de la frontera de posibilidades de producción de Silvia. La fila e nos dice que si ella produce 6 kilos de maíz, la máxima producción de tela posible es de 4 metros. Estos mismos puntos se representan en la gráfica como los puntos a, b, e, d, e y f. La línea que pasa por estos puntos es la frontera de posibilidades de producción de Silvia, que separa lo alcanzable de lo inalcanzable. El área naranja alcanzable contiene todos los puntos de producción posibles. Silvia puede producir en cualquier parte dentro de esta área o en la frontera de posibilidades de producción. Los puntos que quedan fuera de la frontera son inalcanzables. Silvia prefiere los puntos que están en la frontera a cualquier punto del interior. Prefiere los puntos que se sitúan entre b y d en la frontera al punto z que está dentro, porque aquéllos le proporcionan más de ambos bienes.
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Por supuesto, Silvia no tiene que trabajar en bloques de 2 horas, como en nuestro ejemplo. Puede trabajar 1 hora o 1 hora y 10 minutos cultivando maíz y dedicar el resto de su tiempo a la elaboración de tela. Todas las otras distribuciones factibles de las 10 horas de Silvia le permiten producir las combinaciones de maíz y de tela representadas por la línea que une los puntos a, b, c, d, e y f. Esta línea muestra su frontera de posibilidades de producción. Silvia puede producir en cualquier punto de la frontera o en su interior, dentro del área naranja. Éstos son los puntos alcanzables. Los puntos que se sitúan fuera de la frontera son inalcanzables. Para producir en los puntos que están más allá de la frontera, Silvia necesita más tiempo del que dispone: más de 10 horas al día. Cuando trabaja 10 horas al día en la producción tanto de maíz como de tela, ella puede elegir cualquier punto de la frontera que desee. Cuando trabaja menos de 10 horas diarias, o si no utiliza sus recursos en la mejor forma posible; si, por ejemplo, desperdicia parte de esos recursos, puede producir en un punto del interior de la frontera. Las preferencias de Silvia Silvia produce maíz y tela no para divertirse sino para alimentarse y estar abrigada. Ella quiere mucho más maíz y tela de lo que puede producir, y cuanto más tiene de cada uno, tanto más le agrada. Debido a que Silvia desea todo lo que sea posible de maíz y tela, lo mejor que puede hacer es producir, y por tanto consumir, en el punto de su frontera de posibilidades de producción. Para entender por qué, considere un punto como Z de la región alcanzable. En el punto Z, Silvia está desperdiciando recursos: puede estar reduciendo su tiempo de trabajo, pero el tiempo de ocio en la isla no tiene valor alguno para ella; o puede no estar usando sus ovejas y sembradíos de maíz de la manera más eficiente posible. Silvia puede mejorar la situación que tiene en Z pasando a un punto como b o d, o a un punto de la frontera situado entre b y d, como el punto c. Silvia puede tener más de ambos bienes en la frontera que en los puntos del interior. En el punto b puede consumir más maíz y tanta tela como en el punto Z. En el punto d puede consumir más tela y tanto maíz como en el punto Z. En el punto c puede consumir más maíz y más tela que en el punto Z. Silvia nunca escogerá puntos como Z ya que otros puntos preferibles como b, e y d están a su alcance. Es decir, Silvia prefiere algún punto de la frontera que un punto dentro del interior. Acabamos de ver que Silvia quiere producir en algún punto de su frontera de posibilidades de producción, pero aún se enfrenta con el problema de elegir su punto preferido. Al elegir entre uno y otro punto, Silvia se confronta con el costo de oportunidad. Por ejemplo, en el punto c, tiene menos tela y más maíz que en el punto d. Si elige el punto d, lo hace porque calcula que la tela extra vale igual que el maíz al que renunció. Exploremos más de cerca el costo de oportunidad y veamos de qué manera podemos medirlo.
REPASO La frontera de posibilidades de producción es el límite entre lo alcanzable y lo inalcanzable. Siempre existe un punto de la frontera que se prefiere a cualquier punto del interior de la misma. Pero movernos de un punto a otro de la frontera implica un costo de oportunidad: tener menos de un bien para obtener más de otro.
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Costo de oportunidad Hemos definido el costo de oportunidad como la mejor alternativa desechada: para un dormilón, el costo de oportunidad de asistir a una clase temprano por la mañana es una hora en la cama; para un corredor, es una hora de ejercicio. Se puede precisar más el concepto de costo de oportunidad usando una frontera de posibilidades de producción como la que se muestra en la figura 3.1. Veamos qué indica esa curva.
La mejor alternativa desechada La frontera de posibilidades de producción de la figura 3.1 traza el límite entre las combinaciones alcanzables e inalcanzables de maíz y tela. En vista de que sólo hay dos bienes, no es difícil encontrar cuál es la mejor alternativa desechada. Se puede cultivar más maíz solamente si se paga el precio de tener menos tela, y se puede elaborar más tela sólo si se incurre en el costo de tener menos maíz. Así, el cosito de oportunidad de un metro adicional de tela es la cantidad de maíz a la que renunciamos y el costo de oportunidad de producir un kilo adicional de maíz es la cantidad de tela a la que renunciamos. Demos valores numéricos a los costos de oportunidad del maíz y de la tela.
Medición del costo de oportunidad Mediremos el costo de oportunidad usando la frontera de posibilidades de producción de Silvia. Calcularemos a cuánta tela tiene que renunciar para obtener más maíz y de cuánto maíz tiene que privarse para obtener más tela. Si todo el tiempo de Silvia se usa en producir maíz, ella produce 20 kilos de maíz y nada de tela. Si decide producir 1 metro de tela, ¿a cuánto maíz tiene que renunciar? Usted puede ver la respuesta en la figura 3.2. Para producir un metro de tela, Silvia se mueve de a a b y renuncia a 2 kilos de maíz. Entonces, el costo de oportunidad del primer metro de tela es de 2 kilos de maíz. Si decide producir un metro adicional de tela, ¿de cuánto maíz se tiene que privar? En esta ocasión, Silvia pasa del punto b al e y renuncia a 3 kilos de maíz para producir el segundo metro de tela. Estos costos de oportunidad se presentan en la tabla de la figura 3.2. Las primeras dos filas presentan los costos de oportunidad que acabamos de calcular. La tabla también enumera los costos de oportunidad de moverse entre los puntos e, d, e y f de la frontera de posibilidades de producción de Silvia que aparece en la figura 3.1. Quizás usted quiera trabajar con otro ejemplo solo, para asegurarse de que comprende lo que está pasando. Calcule el costo de oportunidad para Silvia por pasar de e a f.
Costo de oportunidad creciente Como usted puede ver, el costo de oportunidad varía según la cantidad producida. El primer metro de tela cuesta 2 kilos de maíz. El siguiente metro de tela cuesta 3 kilos de maíz. El último metro de tela cuesta 6 kilos de maíz. Entonces, el costo de oportunidad de la tela aumenta conforme Silvia produce más tela. La figura 3.2(a) ilustra el costo de oportunidad creciente de la tela.
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FIGURA 3.2 Costos de oportunidad del maíz y de la tela para Silvia
La forma de la frontera Ponga especial atención a la forma de la frontera de posibilidades de producción de la figura 3.1. Cuando se produce una cantidad grande de maíz y poca tela, entre los puntos a y b, la frontera tiene una pendiente suave. Cuando se produce una gran cantidad de tela y poco maíz, entre los puntos e y f, la frontera tiene mucha pendiente. Toda la frontera es cóncava al origen. Estas características de la frontera de posibilidades de producción reflejan el costo de oportunidad creciente. Usted puede observar la relación entre el costo de oportunidad creciente y la forma de la frontera de posibilidades de producción en la figura 3.2 (b). Entre los puntos a y b, se puede obtener 1 metro de tela renunciando a una pequeña cantidad de maíz. Aquí el costo de oportunidad de la tela es 95
bajo y el costo de oportunidad del maíz es alto. Entre los puntos e y f, se debe renunciar a una gran cantidad de maíz para producir 1 metro extra de tela. En esta región, el costo de oportunidad de la tela es alto, y el costo de oportunidad del maíz es bajo. Todo tiene un costo de oportunidad creciente Acabamos de calcular el costo de oportunidad de la tela. Pero, ¿qué podemos decir del costo de oportunidad del maíz? ¿También aumenta conforme se produce una mayor cantidad? Usted puede ver la respuesta en la figura 3.2. Al renunciar a 1 metro de tela para producir algo de maíz, Silvia pasa de f a e y produce 6 kilos de maíz. Así, el costo de oportunidad de los primeros 6 kilos de maíz es 1 metro de tela. Al pasar de e a d, usted puede ver que los siguientes 5 kilos de maíz cuestan 1 metro de tela. Entonces, el costo de oportunidad del maíz también aumenta conforme Silvia obtiene más maíz. El costo de oportunidad creciente y la concavidad al origen de la frontera de posibilidades de producción surgen del hecho de que los recursos escasos no tienen la misma utilidad en todas las actividades. Por ejemplo, parte de la tierra de la isla de Silvia es extremadamente fértil y produce un buen rendimiento por cosecha, mientras que otra parte es rocosa y árida. Sin embargo, las ovejas de la isla prefieren esta última parte. Silvia utiliza la tierra más fértil para cultivar maíz y las partes más áridas para las ovejas. Sólo cuando quiere una mayor cantidad de maíz, intenta cultivar las áreas relativamente áridas. Si dedica todo su tiempo a cultivar maíz, tiene que usar alguna tierra poco apropiada y de bajos rendimientos. Si emplea parte del tiempo en la elaboración de tela y reduce el tiempo dedicado a cultivar maíz en la misma proporción, habrá una pequeña disminución de la producción de maíz, pero un fuerte aumento en la producción de tela. A la inversa, si Silvia utiliza todo su tiempo en la elaboración de tela, una pequeña reducción en la recolección de lana genera un gran aumento de la producción de maíz. Posibilidades de producción en el mundo real La isla de Silvia es muy diferente del mundo en que vivimos. Sin embargo, la lección fundamental que nos enseña se aplica al mundo real. El mundo tiene un número fijo de personas dotadas de cierta cantidad de capital humano y tiempo limitado. El mundo también tiene una cantidad fija de tierra y equipo de capital. Estos recursos limitados pueden emplearse para producir bienes y servicios, usando la disponible pero también limitada tecnología. Sin embargo, existe un límite para los bienes y servicios que pueden producirse, una línea de demarcación entre lo alcanzable y lo inalcanzable. Ese límite es la frontera de posibilidades de producción de la economía del mundo real. En esa frontera, producir más de cualquier bien requiere producir menos de alguno o algunos otros bienes. Por ejemplo, un candidato presidencial que promete mayor bienestar y mejores servicios de educación, al mismo tiempo, para tener credibilidad, debe prometer o recortes en los gastos de defensa o mayores impuestos. Mayores impuestos significa menos dinero disponible para vacaciones y otros bienes y servicios de consumo. El costo de mayor bienestar y mejores servicios de educación significa menos de otros bienes. En una escala más pequeña pero igualmente importante, cada vez que usted decide alquilar un vídeo, también decide no usar su ingreso limitado para comprar un refresco, palomitas de maíz o algún otro bien. El costo de un vídeo adicional representa menos de otra cosa.
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En la isla de Silvia, vimos que el costo de oportunidad de un bien se incrementaba al aumentar la producción del bien. Los costos de oportunidad en el mundo real aumentan por las mismas razones que lo hacen los costos de oportunidad para Silvia. Por ejemplo, considere dos bienes esenciales para nuestro bienestar: alimentos y atención médica. Al distribuir nuestros recursos escasos, empleamos la tierra más fértil y a los agricultores más hábiles para producir alimentos. Utilizamos a los mejores médicos y la tierra menos fértil para la atención médica. Si quitáramos la tierra fértil y los tractores a la agricultura y pidiéramos a los agricultores que hicieran cirugía, la producción de alimentos bajaría en forma drástica y el aumento en la producción de servicios de atención médica sería mínimo: el costo de oportunidad de los servicios de atención médica aumentaría. De manera similar, si quitáramos recursos a la atención médica y los dedicáramos a la agricultura, tendríamos que usar más médicos y enfermeras como agricultores y más hospitales como granjas hidrológicas de tomates. La baja en los servicios médicos sería considerable, pero el aumento en la producción de alimentos sería insignificante: el costo de oportunidad de producir más alimentos aumentaría. Este ejemplo es un caso extremo y poco probable, pero estas mismas consideraciones son aplicables a cualquier par de bienes que a usted se le ocurra: cañones y mantequilla, vivienda para los necesitados y diamantes para los ricos, sillas de ruedas y carritos de golf, programas de televisión y cereales para el desayuno. No podemos escapar de la escasez y del costo de oportunidad. Dados nuestros recursos limitados, más de algo siempre significa menos de otra cosa, y cuanto más tengamos de cualquier cosa o más produzcamos algo, mayor será su costo de oportunidad.
REPASO El costo de oportunidad es el valor de la mejor alternativa a la que renunciamos. Se mide a lo largo de la frontera de posibilidades de producción, calculando la cantidad de unidades de un bien a la que tenemos que renunciar para obtener una unidad adicional del otro bien. La frontera de posibilidades de producción es cóncava al origen porque no todos los recursos son igualmente útiles para producir todos los bienes. Los recursos más útiles se emplean primero. Debido a que la frontera es cóncava al origen, el costo de oportunidad de cada bien va aumentando conforme se incrementa la cantidad producida de dicho bien.
Crecimiento económico Aunque la frontera de posibilidades de producción define el límite entre lo que es alcanzable y lo que es inalcanzable, ese límite no es estático; cambia constantemente. Algunas veces dicha frontera se desplaza hacia adentro, reduciendo nuestras posibilidades de producción. Por ejemplo, las sequías y otras condiciones climatológicas extremas desplazan la frontera hacia dentro. En ocasiones, la frontera se desplaza hacia fuera. Por ejemplo, las condiciones excelentes de cultivo y cosecha producen este efecto. A veces la frontera se desplaza hacia fuera porque tenemos una idea nueva. Repentinamente se nos ocurre que hay una manera mejor de hacer algo que nunca antes habíamos pensado que fuera posible: inventamos la rueda. En el transcurso de los años, nuestras posibilidades de producción han experimentado una expansión gigantesca. La expansión de nuestras posibilidades de
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producción se llama crecimiento económico. Como consecuencia del crecimiento económico, en la actualidad podemos producir mucho más de lo que se podía hace cien años e incluso algo más de lo que era posible hace diez años. De continuar con el mismo ritmo de crecimiento, a finales de la década de 1990 nuestras posibilidades de producción serán aún mayores. Impulsando hacia fuera la frontera, ¿podemos evitar las restricciones que nos imponen nuestros recursos limitados? Es decir, ¿podemos obtener nuestro almuerzo gratuito después de todo? El costo del crecimiento económico Descubriremos que a pesar de que podamos aumentar nuestras posibilidades de producción y de que lo hagamos, no podemos tener crecimiento económico sin incurrir en costos. Cuanto más rápido sea el ritmo de crecimiento económico, menor será lo que podamos consumir en el presente. Investiguemos los costos del crecimiento examinando por qué crecen y prosperan las economías. Dos actividades clave generan crecimiento económico: la acumulación de capital y el progreso tecnológico. La acumulación de capital es el crecimiento de los recursos de capital. El progreso tecnológico es el desarrollo de nuevas y mejores formas de producir bienes y servicios. Como consecuencia de la acumulación de capital y el progreso tecnológico, contamos con una cantidad enorme de automóviles y aviones que nos permiten producir más transporte que cuando sólo teníamos caballos y coches; tenemos satélites que hacen posible la comunicación intercontinental en una escala mucho mayor que la producida por la anterior tecnología del cable. Pero la acumulación de capital y el desarrollo de nueva tecnología son costosos. Para entender por qué, regresemos a la economía insular de Silvia. FIGURA 3.3 Crecimiento económico de la isla de Silvia
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Acumulación de capital y cambio tecnológico Hasta ahora hemos supuesto que la economía insular de Silvia puede producir sólo dos bienes: maíz y tela. Pero supongamos ahora que al perseguir algunas ovejas, Silvia se tropieza con un afloramiento de pedernales y un bosque de los que no tenía conocimiento. Se da cuenta de que puede hacer algunas herramientas de pedernal y empezar a construir vallas para cercar el maíz y las ovejas, provocando con ello un incremento en la producción de ambos bienes. Sin embargo, para hacer herramientas y construir cercas, Silvia tiene que dedicar tiempo a esas actividades. Sigamos suponiendo que sólo tiene 10 horas de trabajo disponibles diariamente. El tiempo dedicado a fabricar herramientas y a construir cercas es tiempo que podría haber empleado en el cultivo del maíz y la elaboración de tela. Así que para aumentar su producción futura, Silvia debe producir menos maíz y tela hoy, de manera que sea posible dedicar parte de su tiempo a producir herramientas y construir cercas. La disminución de su producción actual de maíz y tela constituye el costo de oportunidad de la expansión de su producción de estos bienes en el futuro. La figura 3.3 proporciona un ejemplo concreto. La tabla presenta las posibilidades de producción de Silvia para producir capital (herramientas y cercas), así como bienes de consumo corriente (maíz y tela). Si ella dedica toda su jornada de trabajo a la producción de maíz y de tela (fila e), no produce capital: ni herramientas ni cercas. Si dedica el tiempo suficiente para producir una unidad de capital cada mes (fila d), su producción de maíz y de tela baja al 90 por ciento de su máximo nivel posible. Todavía puede dedicar más tiempo a la acumulación de capital, y al hacerlo, su producción de maíz y de tela desciende en cantidades cada vez mayores. Las cantidades de la tabla se representan en la gráfica de la figura 3.3. Cada punto, de a hasta e, representa una fila de la tabla. Observe la similitud entre la figura 3.3 y la figura 3.1. Cada una muestra una frontera de posibilidades de producción. En el caso de la figura 3.3, la frontera delimita la producción de equipo de capital (herramientas y cercas) y la producción de bienes de consumo corriente (maíz y tela). Si Silvia produjera en el punto e de la figura 3.3, no produciría bienes de capital y se quedaría atorada en la frontera de posibilidades de producción de maíz y tela que se muestra en la figura 3.1. Pero si ella se desplaza al punto d de la figura 3.3, podrá producir una unidad de capital por mes. Para hacerla, Silvia reduciría su producción actual de maíz y tela al 90 por ciento de lo que podría producir si todo su tiempo lo dedicara a esas actividades. En términos de la figura 3.1, la frontera actual de posibilidades de producción de maíz y tela de Silvia se desplaza a la izquierda al dedicar menos tiempo a la producción de estos bienes y ocupar parte de su tiempo en la producción de bienes de capital. La disminución de su producción de maíz y tela, aunada a la producción de herramientas y a la construcción de cercas, contribuye a que Silvia esté en condiciones de aumentar sus futuras posibilidades de producción. Una creciente acumulación de herramientas y cercas la vuelve más productiva para el cultivo de maíz y la producción de tela; puede incluso usar las herramientas para hacer otras mejores. En consecuencia, la frontera de posibilidades de producción de Silvia se desplaza hacia fuera como lo indica la flecha de desplazamiento: Silvia experimenta el crecimiento económico. Sin embargo, la magnitud del desplazamiento de la frontera de posibilidades de producción de Silvia depende de cuánto tiempo dedique a la acumulación de capital. Si no dedica tiempo a esta actividad, la frontera permanece en a, b, c, d, e; que es la frontera original de posibilidades de producción. Si ella reduce la producción actual de maíz y de tela y produce una unidad de capital cada mes (punto d), su frontera se
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moverá en el futuro a la posición que muestra la curva en rojo de la figura 3.3. Cuanto menos tiempo dedique a la producción de maíz y de tela y más tiempo dedique a la acumulación de capital, más lejos se desplazará la frontera. Pero el crecimiento económico no es un obsequio gratuito para Silvia. Para que ocurra, tiene que dedicar más tiempo a la producción de herramientas y a construir cercas, y menos a producir maíz y tela. El crecimiento económico no es ninguna fórmula mágica para abolir la escasez. FIGURA 3.4 Crecimiento económico en Estados Unidos, La Unión Europea y Japón
El crecimiento económico en el mundo real Las ideas que hemos explorado en el contexto de la isla de Silvia se aplican también a nuestra economía del mundo real. Si consagramos todos nuestros recursos a producir alimentos, ropa, vivienda, vacaciones y otros numerosos bienes de consumo de los que disfrutamos y no dedicamos nada a la investigación, el desarrollo y la acumulación de capital, el día de mañana no dispondremos de más capital ni de mejores tecnologías de los que tenemos en la actualidad. Nuestras posibilidades de producción serán exactamente las mismas que las que tenemos hoy en día. Para poder extender nuestras posibilidades de producción en el futuro, debemos producir menos bienes de consumo en el presente. Los recursos que liberamos hoy nos permitirán acumular capital y desarrollar mejores tecnologías para producir bienes de consumo en el futuro. El recorte de la producción actual de bienes de consumo representa el costo de oportunidad del crecimiento económico. La experiencia reciente de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón son ejemplos muy claros del efecto que tienen las elecciones de los consumidores y las empresas en la tasa de crecimiento de la economía. En 1965, las fronteras de posibilidades de producción per cápita de Estados Unidos y de la Unión Europea eran
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mayores que la frontera de posibilidades de producción per cápita de Japón (figura 3.4). Tanto Estados Unidos como los países de la Unión Europea dedicaron una quinta parte de sus recursos a la producción de bienes de capital, mientras que los recursos restantes se dedicaron a la producción de bienes de consumo, como lo muestra el punto a de la figura 3.4 (a) y (b). En contraste, Japón dedicó una tercera parte de sus recursos a la producción de bienes de capital y el restante a la producción de bienes de consumo, como lo muestra el punto a en la figura 3.4 (c). En los tres casos se presentó crecimiento económico, pero la tasa a la cual crecieron fue diferente. Japón creció a una tasa mayor que la Unión Europea y Estados Unidos. La razón de ello es obvia: Japón dedicó un mayor porcentaje de sus recursos a la producción de bienes de capital en comparación con los otros dos, por lo que el acervo de capital creció más rápidamente en este caso, así como su frontera de posibilidades de producción per cápita. Como resultado de ello, la frontera de posibilidades de producción per cápita de Japón está muy cerca de ser igual a la frontera de posibilidades de producción de la Unión Europea y Estados Unidos. Si Japón continúa dedicando un tercio de sus recursos a la producción de bienes de capital (punto b de su frontera de posibilidades de producción de 1994), seguirá creciendo a una tasa mayor a las de la Unión Europea y Estados Unidos; así, su frontera de posibilidades de producción será mayor a la de los casos anteriores. Si Japón dedicara un mayor porcentaje de sus recursos a la producción de bienes de consumo y un menor porcentaje a la producción de bienes de capital (moviéndose al punto e de su frontera de posibilidades de producción de 1994), entonces la tasa de crecimiento económico de Japón sería menor y tendería a igualarse a las tasas de crecimiento de la Unión Europea y Estados Unidos.
REPASO E1 crecimiento económico es el resultado de la acumulación de capital y del desarrollo de mejores tecnologías. Para cosechar los frutos del crecimiento económico, debemos incurrir en el costo de una cantidad menor de bienes y servicios para el consumo corriente. Reduciendo la producción actual de bienes de consumo, podemos dedicar más recursos a la acumulación de capital y a la investigación y el desarrollo que conducen al cambio tecnológico; éstos son los propulsores del crecimiento económico. Así, el crecimiento económico no proporciona un almuerzo gratuito, tiene un costo de oportunidad: la caída de la producción corriente de bienes de consumo.
Las ganancias del comercio Nadie sobresale en todo. Una persona es más atlética que otra; otra persona tiene más agilidad mental o una memoria mejor. Lo que una persona realiza fácilmente, a otra persona le parece difícil. Ventaja comparativa: Silvia conoce a Pepe La existencia de diferencias en las habilidades individuales significa que también existen diferencias en los costos de oportunidad individuales que surgen en la producción de diversos bienes. Esas diferencias dan origen a la ventaja comparativa: decimos que una persona tiene ventaja comparativa en la producción de un bien en
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particular si esa persona puede producir el bien a un costo de oportunidad menor que cualquier otra. La gente puede producir para sí misma todos los bienes que consume, o puede concentrarse en la producción de un solo bien (o quizás de unos cuantos bienes) y posteriormente intercambiar parte de sus productos por los de otras personas. El hecho de concentrarse en la producción de un solo bien o de unos cuantos bienes se denomina especialización. Descubriremos en qué forma puede ganar la gente cuando se especializa en el bien en el que tienen ventaja comparativa e intercambia su producción con otros. Volvamos una vez más a nuestra economía insuflar. Supongamos que Silvia ha descubierto otra isla muy próxima a la suya y que sólo tiene un habitante: Pepe. Silvia y Pepe tienen acceso, cada uno, a un bote sencillo que es suficiente para que se transporten entre las dos islas junto con sus bienes. La isla de Pepe, igual que la otra, sólo puede producir maíz y tela, pero el terreno es diferente del de la isla de Silvia. En tanto que ésta tiene abundante tierra fértil para el cultivo del maíz y un pequeño rebaño de ovejas, la isla de Pepe tiene poca tierra apropiada para cultivar maíz y gran abundancia de terrenos escarpados y de ovejas. Esta importante diferencia entre las dos islas significa que la frontera de posibilidades de producción de Pepe es diferente de la de Silvia. La figura 3.5 ilustra estas fronteras de posibilidades de producción. La frontera de Silvia tiene el rótulo "FPP de Silvia" y la de Pepe "FPP de Pepe". Silvia y Pepe pueden ser, cada uno por su parte, autosuficientes en maíz y tela. La autosuficiencia es la situación en la que las personas producen sólo lo suficiente para su propio consumo. Supongamos que Silvia y Pepe son autosuficientes. Silvia elige producir y consumir 3 metros de tela y 11 kilos de maíz al mes, el punto d. Pepe elige producir y consumir dos metros de tela y 7 kilos de maíz al mes, el punto b'. Estas elecciones se identifican en sus respectivas fronteras de posibilidades de producción, las que se muestran en la figura 3.5. (Cada uno de ellos podía haber elegido cualquier otro punto de su frontera de posibilidades de producción.) La producción total de maíz y de tela es la suma de lo que Silvia y Pepe produjeron: 18 kilos de maíz y 5 metros de tela. El punto n de la figura representa esta producción total. FIGURA 3.5 Ganancias de la especialización y el intercambio
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Ventaja comparativa de Silvia. ¿En cuál de los dos bienes tiene Silvia ventaja comparativa? Hemos definido la ventaja comparativa como la situación en la que el costo de oportunidad de una persona en la producción de un bien es menor que el costo de oportunidad de otra persona en la producción del mismo bien. Entonces, Silvia goza de ventaja comparativa en la producción de cualquier bien que produzca a un menor costo de oportunidad que Pepe. ¿Cuál es ese bien? Usted puede responder la pregunta observando las fronteras de posibilidades de producción de Silvia y Pepe en la figura 3.5. En los puntos en los que están produciendo y consumiendo, la frontera de posibilidades de producción de Silvia tiene una pendiente más pronunciada que la de Pepe. Para producir un kilo adicional de maíz, Silvia renuncia a menos tela que Pepe. Por tanto, el costo de oportunidad que Silvia paga por un kilo de maíz es menor que el de Pepe. Esto significa que Silvia tiene una ventaja comparativa en la producción de maíz. Ventaja comparativa de Pepe. La ventaja comparativa de Pepe se encuentra en la producción de tela. Su frontera de posibilidades de producción tiene menor pendiente que la de Silvia. Esto significa que Pepe tiene que renunciar a menos maíz para producir un metro adicional de tela que Silvia. El costo de oportunidad de un metro de tela para Pepe es menor que para Silvia, así que él tiene ventaja comparativa en la producción de tela. Obtención de las ganancias del comercio ¿Pueden Silvia y Pepe estar mejor que siendo autosuficientes? En especial, ¿qué ocurriría si cada uno se especializara en la producción del bien en el que tiene ventaja comparativa y después intercambiara con el otro? Si Silvia, quien tiene ventaja comparativa en la producción de maíz, dedicara todo su tiempo al cultivo de maíz, podría cosechar 20 kilos. Si Pepe, quien goza de ventaja comparativa en la producción de tela, dedicara todo su tiempo a la producción de tela, podría obtener 9 metros. Al especializarse, entre Silvia y Pepe pueden producir 20 kilos de maíz y 9 metros de tela (la cantidad que tiene el rótulo s en la figura). El punto s muestra la producción de 20 kilos de maíz (producidos por Silvia) y 9 metros de tela (producidos por Pepe). Evidentemente, Silvia y Pepe producen más tela y maíz en el punto s de lo que producían en el punto n, cuando cada uno se ocupaba sólo de sus propias necesidades. Silvia y Pepe prefieren el punto s al punto n porque, entre ambos, tienen más maíz y tela en el punto s que en el punto n. Tienen 2 kilos de maíz y 4 metros de tela adicionales. Para lograr las ganancias del comercio, Silvia y Pepe tienen que hacer algo más que especializarse en la producción del bien en el que cada uno tiene ventaja comparativa: deben intercambiar los frutos de su producción especializada. Supongamos que Silvia y Pepe acuerdan intercambiar 5 metros de tela por 8 kilos de maíz. Silvia tiene 20 kilos de maíz y Pepe tiene 9 metros de tela antes del intercambio. Después de realizado el intercambio, Pepe consume 8 kilos de maíz y Silvia 12 kilos; Pepe consume 4 metros de tela y Silvia 5 metros. En comparación con la situación en la que cada uno era autosuficiente, Silvia tiene ahora un kilo más de maíz y 2 metros adicionales de tela y Pepe tiene un kilo extra de maíz y 2 metros más de tela. El aumento en el consumo de ambos bienes que cada uno de ellos obtuvo representa las ganancias del comercio. Los dos consumen en un punto situado más allá de su frontera de posibilidades de producción individual.
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Productividad y ventaja absoluta La productividad se define como la cantidad de producción obtenida por cada unidad de factores que se utilizan para producida. Por ejemplo, la productividad de Silvia en la elaboración de tela se mide por medio de la cantidad de tela que hace en una hora de trabajo. Si una persona tiene una mayor productividad que otra en la producción de todos los bienes, se dice que esa persona tiene ventaja absoluta. En nuestro ejemplo, ni Silvia ni Pepe tienen ventaja absoluta. Silvia es más productiva que Pepe en el cultivo de maíz y Pepe es más productivo que Silvia en la elaboración de tela. Con frecuencia se ha sugerido que las personas y los países que tienen una ventaja absoluta pueden ser más competitivos que otros en la producción de todos los bienes. Por ejemplo, a menudo se sugiere que Estados Unidos no puede competir con Japón porque los japoneses son más productivos que los estadounidenses. Esta conclusión es errónea, como usted está a punto de descubrirlo. Para entender por qué, observemos nuevamente a Pepe y Silvia. Supongamos que un volcán sepulta la isla de Silvia y la obliga a buscar otra. Y más aún, supongamos, que este desastre le trae buena suerte: Silvia se topa con una isla que es mucho más productiva que la anterior, lo que le permite producir el doble de maíz y de tela por cada hora de trabajo. Las nuevas posibilidades de producción de Silvia aparecen en la tabla 3.2. Observe que ella goza ahora de una ven e taja absoluta. TABLA 3.2 Nuevas posibilidades de producción de Silvia
Posibilidad
Maíz (kilos al mes)
Tela (metros al mes)
a
40
y
O
b e d e f
36 30 22 12 O
y y y y y
2 4 6 8 10
Ya hemos averiguado que las ganancias del comercio surgen cuando cada persona se especializa en la producción del bien en el que tiene ventaja comparativa. Recuerde que una persona tiene ventaja comparativa en la producción de un bien en particular si esa persona puede producido a un menor costo de oportunidad que cualquier otra. Los costos de oportunidad de Pepe siguen siendo los mismos de antes. ¿Qué le ha pasado a los costos de oportunidad de Silvia ahora que ha duplicado su productividad? Usted puede determinar los costos de oportunidad de Silvia utilizando exactamente el mismo cálculo que se usó en la tabla de la figura 3.2. En primer lugar fíjese en el costo de oportunidad de maíz de Silvia. Los primeros 12 kilos de maíz que ella cultiva le cuestan 2 metros de tela. Así que el costo de oportunidad de 1 kilo de maíz es de 1/16 de metro de tela (igual que el costo de oportunidad original de maíz de
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Silvia). Si usted calcula los costos de oportunidad para las posibilidades de producción de Silvia de a hasta f, descubrirá que cada uno de ellos conserva su valor original. Ya que el costo de oportunidad de la tela es el inverso del costo de oportunidad del maíz, el costo de oportunidad de tela de Silvia tampoco ha cambiado. Veamos un ejemplo. Si Silvia pasa del punto a al b para hacer 2 metros de tela, tendrá que reducir su producción de maíz en 4 kilos, de 40 a 36 kilos. Así, los dos primeros metros de tela cuestan 4 kilos de maíz. El costo de 1 metro de tela es, por lo tanto, de 2 kilos de maíz (exactamente igual que antes). Cuando Silvia duplica su productividad, por cada hora de su tiempo obtiene más productos; sin embargo, sus costos de oportunidad no varían. Una unidad adicional de maíz cuesta lo mismo que antes, en términos de tela a la que renuncia. Como ni los costos de oportunidad de Silvia han cambiado ni tampoco los de Pepe, éste sigue teniendo ventaja comparativa en la producción de tela. Tanto Silvia como Pepe pueden disponer de una mayor cantidad de ambos bienes si Silvia se especializa en la producción de maíz y Pepe en la producción de tela. El punto clave que debe destacarse es que no es posible que una persona que goza de ventaja absoluta tenga ventaja comparativa en todo. REPASO Las ganancias del comercio provienen de la ventaja comparativa. Una persona tiene ventaja comparativa en la producción de un bien si esa persona puede producir el bien a un costo de oportunidad menor que cualquier otra. Así, las diferencias en los costos de oportunidad son el origen de las ganancias de la especialización y el intercambio. Cada persona se especializa en la producción del bien en el que tiene ventaja comparativa y después intercambia parte de su producción por los bienes que otros produjeron. Si una persona puede producir un bien con menos factores que otra, es más productiva, tiene una ventaja absoluta pero no necesariamente ventaja comparativa. Incluso una persona con ventaja absoluta gana con la especialización y el intercambio.
El intercambio en el mundo real En el mundo real, los países pueden ganar al especializarse en la producción de aquellos bienes y servicios en los que tienen ventaja comparativa. Un ejemplo al respecto se presenta en la “Lectura entre líneas”, que se presenta mas adelante. No obstante, para lograr las ganancias del comercio en el mundo real, en donde miles de millones de personas se especializan en millones de actividades diferentes, es necesario que el comercio se organice. A fin de organizar el comercio, hemos desarrollado reglas de conducta y mecanismos para hacer que esas reglas se cumplan. Uno de esos mecanismos son los derechos de propiedad privada. Otro es la institución del dinero. En la economía insular de Silvia y de Pepe, es factible el intercambio directo de un bien por otro. En la economía del mundo real, el intercambio directo de un bien por otro sería extremadamente incómodo. Para engrasar los ejes del intercambio, las sociedades han creado el dinero: un medio que permite el intercambio indirecto de bienes por dinero y dinero por bienes. Examinemos con más detalle estos dos aspectos de los arreglos de intercambio.
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Derechos de propiedad Los derechos de propiedad son acuerdos sociales que rigen la pertenencia, uso y traspaso de la propiedad. La propiedad es cualquier cosa de valor, incluidas la tierra y las construcciones, las cosas que llamamos propiedad en el lenguaje común; también comprende las acciones y los bonos, los bienes duraderos y los equipos y plantas; también la propiedad intelectual. La propiedad intelectual es el producto intangible del esfuerzo creativo, protegido por derechos de autor y patentes. Este tipo de propiedad incluye libros, música, programas de computador e invenciones de todos tipos. ¿Qué pasaría si no existieran los derechos de propiedad? ¿Cómo sería ese mundo de ciencia ficción social? Un mundo sin derechos de propiedad. Sin derechos de propiedad, la gente podría tomar posesión de todo aquello de lo que su fuerza le permitiera apoderarse. En un mundo así, la gente tendría que dedicar una gran parte de su tiempo, de su energía y de sus recursos a proteger lo que hubiera producido o adquirido. En un mundo sin derechos de propiedad sería imposible cosechar todas las ganancias de la especialización y el intercambio. La gente tendría escasos incentivos para especializarse en la producción de aquellos bienes en los que tuviera ventaja comparativa. De hecho, cuanto más produjera alguien de un bien en particula1; mayor sería la posibilidad de que otros se apropiaran de ese bien sin dificultad. Así mismo, si una persona pudiera tomar los bienes de otros sin dar nada a cambio, entonces no tendría caso especializarse en la producción de algo para el intercambio. En un mundo sin derechos de propiedad, nadie disfrutaría de las ganancias de la especialización y el intercambio, y todos se especializarían únicamente en improductivos actos de piratería. Los derechos de propiedad se han desarrollado precisamente para superar los problemas que acabamos de describir. Examinemos el funcionamiento de estos derechos de propiedad que rigen la vida económica actual de un país con economía de mercado. Los derechos de propiedad en el capitalismo de empresa privada. La economía de los países con economía de mercado funciona, en gran medida, basada en los principios del capitalismo de empresa privada. La empresa privada es un sistema económico que permite a los individuos decidir acerca de sus propias actividades económicas. El capitalismo es un sistema económico que permite a los particulares ser dueños de los recursos de capital utilizados en la producción. Con los derechos de propiedad en un sistema económico de esta naturaleza, los individuos son dueños de lo que han hecho, de lo que han adquirido en un intercambio voluntario con los demás, o de lo que se les ha dado. Cualquier intento de quitar a alguien su propiedad contra su voluntad se considera un robo, delito que es castigado con una pena lo bastante severa como para desalentar a la mayoría de la gente a convertirse en ladrones. Se puede ver fácilmente que los derechos de propiedad basados en estas ideas pueden generar un comercio benéfico: las personas pueden especializarse en la producción de los bienes que, para ellas, tienen el menor costo de oportunidad. Algunas se especializarán en hacer que se respeten y mantengan los derechos de propiedad (por ejemplo, los políticos, los jueces y los policías), y todos los individuos tendrán un incentivo para comerciar entre sí, ofreciendo el bien en el que tienen ventaja comparativa a cambio de los bienes producidos por los demás.
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El sistema económico de estos países está basado en los derechos de propiedad privada y el intercambio voluntario. Los impuestos modifican los derechos de propiedad privada. Los impuestos sobre el gasto, el ingreso y la riqueza transfieren propiedad de los individuos a los gobiernos. Esas transferencias limitan los esfuerzos de la gente para crear más propiedad y reducen las ganancias que obtienen de la especialización y el intercambio. Pero los impuestos en sí no son arbitrarios. Todo el mundo se enfrenta con las mismas reglas y puede calcular los efectos de sus propias acciones sobre los impuestos a los que estará sujeto. La regulación modifica los derechos de propiedad privada. Algunos intercambios voluntarios están prohibidos o regulados. Por ejemplo, los fabricantes de alimentos y de medicinas no pueden colocar un producto en el mercado sin antes obtener aprobación de una oficina gubernamental. El gobierno controla o prohíbe la venta de muchos tipos de medicamentos y también restringe el comercio de seres humanos y de sus componentes, es decir, prohíbe la venta de esclavos, niños y órganos humanos. Estas restricciones sobre el alcance de la propiedad privada y la legitimidad del intercambio voluntario, a pesar de ser importantes, no obstaculizan en mayor medida la especialización y el comercio lucrativo. Casi todos piensan que los beneficios de la regulación (por ejemplo, la prohibición de la venta de fármacos peligrosos) sobrepasan los costos que se imponen a los vendedores. Pasemos ahora a la otra institución social que permite la especialización y el intercambio: el desarrollo de un medio eficiente de intercambio. Dinero Hemos visto que los derechos de propiedad bien definidos y basados en el intercambio voluntario permiten a los individuos especializarse e intercambiar su producción entre ellos. En nuestra economía insular, sólo estudiamos el caso de dos personas y dos bienes. El intercambio en una situación así era cosa sencilla. Sin embargo, en el mundo real, ¿cómo es posible que miles de millones de personas logren intercambiar millones de bienes que son el fruto de su trabajo especializado? Trueque Los bienes pueden sencillamente intercambiarse por otros bienes. El intercambio directo de un bien por otro se conoce como trueque. Sin embargo, el trueque limita considerablemente la cantidad de comercio que puede llevarse a cabo. Imagine que tiene usted unos gallos pero quiere rosas. En primer lugar, usted debe buscar a alguien que tenga rosas y quiera gallos. Los economistas llaman a esto la doble coincidencia de deseos: cuando la persona A quiere vender justo lo que la persona B quiere comprar y la persona B quiere vender justo lo que la persona A quiere comprar. Como el propio término lo da entender, esos casos son coincidencias y no se ocurrirán con frecuencia. Una segunda forma de comercio mediante el trueque consiste en realizar una secuencia de intercambios. Si usted tiene naranjas y quiere manzanas, quizás tenga que cambiar naranjas por ciruelas, ciruelas por granadas, granadas por piñas y entonces, finalmente piñas por manzanas. A pesar de lo incómodo que esto es, se lleva a cabo una gran cantidad de trueques. Por ejemplo, cuando la estrella del rock británico, Rod Stewart, actuó en Budapest, Hungría, en 1986, recibió parte de su remuneración de 30 000 dólares en equipo de sonido húngaro, cables eléctricos y en los servicios de un camión con un elevador de canastilla. Y antes de los cambios recientes en Europa Oriental, los
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peinadores de Varsovia, Polonia, conseguían su equipo de trabajo de Inglaterra a cambio del cabello que suministraban a los fabricantes de pelucas de Londres. Aunque de hecho existe el intercambio por trueque, se trata de un medio ineficiente de intercambio de bienes. Por fortuna se ha inventado una alternativa mejor. Intercambio monetario Una alternativa para el trueque es el intercambio monetario: un sistema en el que alguna mercancía o un símbolo sirve como medio de cambio. Un medio de cambio es cualquier cosa que se acepta en forma general a cambio de bienes y servicios. El dinero también puede definirse como un medio de cambio: algo que puede darse a los demás a cambio de bienes y servicios. El dinero disminuye el costo de transacción y hace posibles millones de operaciones que simplemente no valdría la pena llevar a cabo mediante el trueque. ¿Puede usted imaginar la cadena de transacciones de trueque que tendría que realizar a diario para conseguir su café, su refresco de cola, sus libros de texto, su tiempo con el profesor, sus vídeos y todos los demás bienes y servicios que consume? En un sistema de intercambio monetario, usted cambia su tiempo y esfuerzo por dinero y utiliza ese dinero para comprar los bienes y servicios que consume, eliminando así el increíble lío con el que se enfrentaría todos los días en un mundo de trueque. Los metales como el oro, la plata y el cobre han sido utilizados como dinero durante mucho tiempo. En su forma más común desempeñan el papel del dinero al ser acuñados como monedas. Las sociedades primitivas tradicionalmente han usado varias mercancías como dinero, por ejemplo, las conchas marinas. Durante la guerra civil estadounidense y por varios años más, la gente utilizó estampillas postales como dinero. Los prisioneros de guerra en los campamentos alemanes de la Segunda Guerra Mundial usaron los cigarrillos como dinero. El uso de cigarrillos como medio de cambio no debe confundirse con el trueque. Cuando los cigarrillos desempeñan el papel de dinero, la gente compra y vende bienes utilizando los cigarrillos como medio de cambio. En las sociedades modernas, los gobiernos proporcionan el papel moneda. El sistema bancario también proporciona dinero en la forma de cuentas de cheques. Las cuentas de cheques pueden usarse para pagar deudas mediante la simple escritura de una instrucción al banco (expedir un cheque), en la que se solicita que los fondos se transfieran a otra cuenta de cheques. Los enlaces electrónicos entre las cuentas bancarias, que se están extendiendo ampliamente, permiten la transferencia directa entre diferentes cuentas sin necesidad de expedir cheques. Está usted comenzando a ver cómo se las arreglan los economistas cuando intentan contestar algunas preguntas importantes. El simple hecho de la escasez y el concepto asociado de costo de oportunidad nos permiten entender por qué se especializa la gente, por qué comercia entre sí, por qué adopta convenciones sociales que definen y hacen respetar los derechos de propiedad privada y por qué usa dinero. Una idea sencilla (la escasez y su consecuencia directa, el costo de oportunidad) ¡explica tanto!
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LECTURA ENTRE LINEAS “Las Ganancias de la especialización y el intercambio”
The New York Times, 21 de febrero, 1991 Bush reafirma la necesidad de petróleo del extranjero Por: Matthew L. Wald Al señalar que estaba comprometido “con el poder del mercado”, el presidente Bush presentó hoy una política de energéticos que, según afirmó, ahorraría energía, aumentaría la producción nacional de combustibles y mejoraría las condiciones del medio ambiente sin necesidad de nuevos impuestos o decretos gubernamentales severos... El plan otorga una considerable atención al petróleo. A diferencia de las iniciativas que en materia de política de energéticos presentaron los presidentes Richard Nixon y Jimmy Carter con motivo de las crisis petroleras que ocurrieron durante sus mandatos, la propuesta de Bush afim1a que Estados Unidos tendrá que aceptar un elevado nivel de dependencia del petróleo del extranjero. El secretario de energía, James D. Watkins, defendió esta orientación de la política hacia la eficiencia energética, diciendo que los que la critican “desean que el gobierno controle lo que debemos hacer con nuestras vidas”. © The New York Times, lnc., Reservados todos los derechos. Reproducido con autorización .
FORTUNE, 31 de diciembre de 1990 La exportación más popular de Estados Unidos: La cultura pop Por: John Huey Los industriales de tipo duro como Henry Ford, Andrew Camegie y George Westinghouse probablemente no tomarían muy a pecho lo que vamos a informar, pero hay buenas noticias hoy en día en el frente de las exportaciones. Alrededor del mundo, la gente no se cansa de las cosas de Estados Unidos; quizás ya no quiera su hardware: automóviles, acero o televisores. Pero cuando quiere una sacudida de cultura popular, y siempre quiere más, cada vez se fija más en el software estadounidense: películas, música, programas de televisión y vídeos, que en conjunto representan hoy un superávit comercial anual de 8 mil millones de dólares. Solamente la industria aeroespacial, aviones y equipo conexo, superan a la cultura pop en exportaciones. Nos guste o no, Mickey Mouse, Michael Jackson y Madonna (sus ventas en el extranjero son 2 y media veces superiores a las internas) apuntalan lo que resta de nuestra balanza comercial. Radio Europa Libre y Radio Moscú quedaron fuera; las transmisiones internacionales de CNN y MTV están de moda. © Fortune Inc., Reservados todos los derechos. Reproducido con autorización .
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LECTURA ENTRE LINEAS Lo esencial del artículo
La política energética de la administración del presidente Bush se apoya en una gran cantidad de importaciones de petróleo. El secretario de energía pretende que esta orientación suministre energía en una forma eficiente. Una de las principales exportaciones de estados Unidos es la cultura pop: películas, música, programas de televisión y videos. Solo el equipo aeroespacial supera a la culturar pop en materia de exportaciones. Las ventas de Madonna en el exterior son 2 y media veces superiores a sus ventas en Estados Unidos.
Antecedentes y análisis
Al mantener constante la producción de todos los otros bienes y servicios, Estados Unidos puede producir cultura pop y petróleo a lo largo de la frontera de posibilidades de producción, marcada FPP de EU en la figura. Sin especialización ni intercambio, los estadounidenses podrían consumir 3 millones de horas de cultura pop y 6 mil millones de barriles de petróleo al día, el punto a de la figura (las cantidades son hipotéticas) Al especializarse en la producción de cultura pop y reducir su producción interna de petróleo, Estados Unidos puede producir 8 millones de horas de diversión diarias y 3mil millones de barriles de petróleo en el punto b de la figura. Estados Unidos puede intercambiar cultura pop por petróleo con el resto del mundo, en todos los puntos que están a lo largo de la línea roja de la figura. Esta línea muestra sus posibilidades internacionales de comercio. En el punto b, el costo de oportunidad por producir petróleo para los estadounidenses (las horas de diversión a las que deben renunciar para producir un barril adicional) es mayor que el costo de oportunidad en el resto del mundo: la cantidad de diversión a la que deben renunciar para obtener un barril adicional de petróleo del exterior. Al especializarse en cultura pop y venderla al resto del mundo a cambio de petróleo, puede aumentar su consumo tanto de cultura pop como de petróleo y consumir en el punto c de la figura.
FIGURA
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RESUMEN La frontera de posibilidades de producción La frontera de posibilidades de producción es el límite entre lo que es alcanzable y lo inalcanzable. La producción puede llevarse a cabo en cualquier punto que se localice dentro de la frontera de posibilidades de producción, o en ella, pero es imposible producir más allá de la frontera. Siempre existe un punto en la frontera de posibilidades de producción que es mejor que un punto del interior. Costo de oportunidad El costo de oportunidad de cualquier acción es la mejor alternativa de acción a la que se renuncia. El costo de oportunidad de adquirir un bien es equivalente a la cantidad de otro bien a la que se debe reanunciar. El costo de oportunidad de un bien aumenta conforme se incrementa la cantidad producida de dicho bien. Crecimiento económico Aunque la frontera de posibilidades de producción marque el límite entre lo alcanzable y lo inalcanzable, ese límite no está fijo. Cambia con el transcurso del tiempo, en parte debido a fuerzas naturales (por ejemplo: los cambios del clima y la acumulación de ideas acerca de mejores formas de producción) y en parte debido a las elecciones que hacemos (elecciones acerca del consumo y el ahorro). Si utilizamos cierta cantidad de los recursos actuales para producir bienes de capital y para investigación y desarrollo, podremos producir más bienes y servicios en el futuro. La economía crecerá. Pero el progreso no se da sin incurrir en costos: el costo de oportunidad de más bienes y servicios en el futuro es el menor consumo de bienes y servicios hoy. Las ganancias del comercio Una persona tiene ventaja comparativa en la producción de un bien si esa persona puede producir el bien a un costo de oportunidad menor que cualquier otra. La gente puede salir ganando con el comercio si cada quien se especializa en la actividad en la que tiene ventaja comparativa. Cada persona produce el bien en el que su costo de oportunidad es menor que el de cualquier otra persona. Luego, las personas intercambian lo que producen. Por medio de esta actividad, cada persona puede consumir en un punto fuera de su frontera de posibilidades de producción. Cuando una persona es más productiva que otra (es decir, cuando puede producir más con menos factores) esa persona tiene ventaja absoluta. Pero el tener ventaja absoluta no significa que no haya ganancias del comercio. Aun cuando alguien sea más productivo que el resto de la gente en todas las actividades y siempre que otra persona tenga un costo de oportunidad menor en algún bien, las ganancias por la especialización y el intercambio son posibles. El intercambio en el mundo real El intercambio en el mundo real implica la especialización de miles de millones de personas en millones de actividades diferentes. Se han desarrollado instituciones y mecanismos para que valga la pena que cada individuo se especialice y para permitir que las sociedades cosechen las ganancias del comercio; los más importantes entre ellos son los derechos de propiedad privada, junto con el sistema político y legal para hacer que se respeten, y el sistema de intercambio monetario. Estas instituciones permiten a la gente especializarse, cambiar su trabajo por dinero y su dinero por bienes, cosechando así las ganancias del comercio.
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ELEMENTOS CLAVE Términos clave
Acumulación de capital Autosuficiencia, Bienes de capital Bienes de consumo Bienes y servicios Capital humano Capitalismo Consumo Crecimiento económico Derechos de propiedad Dinero Doble coincidencia de deseos Empresa privada Especialización Frontera de posibilidades de producción Intercambio monetario Medio de cambio Producción Productividad Progreso tecnológico Propiedad intelectual Propiedad Trueque Ventaja absoluta Ventaja comparativa
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Figuras clave Figura 3.1 -Frontera de posibilidades de producción de Silvia Figura 3.2 -Costos de oportunidad del maíz y de la tela para Silvia Figura 3.3 -Crecimiento económico en la isla de Silvia
PREGUNTAS DE REPASO 1. ¿En qué forma la frontera de posibilidades de producción es ilustrativa de la escasez? 2. ¿En qué forma la frontera de posibilidades de producción es ilustrativa del costo de oportunidad? 3. Explique cómo influyen nuestras elecciones sobre el crecimiento económico. ¿Cuál es el costo del crecimiento económico? 4. ¿Por qué es conveniente para la gente especializarse y comerciar entre sí? 5. ¿Cuáles son las ganancias del comercio? ¿En qué forma surgen? 6. Explique qué factores desplazan la frontera de posibilidades de producción hacia fuera y hacia dentro. 7. ¿Por qué son necesarios contratos sociales como los derechos de propiedad y el dinero? 8. ¿Qué es el dinero? Dé algunos ejemplos de dinero. A finales de la década de 1980, la gente en Rumania podía usar cigarrillos Kent para comprar casi cualquier cosa. ¿Constituía esto intercambio monetario o trueque? Explique su respuesta. 9. ¿Cuáles son las ventajas del intercambio monetario en comparación con el trueque? PROBLEMAS 1. Suponga que el clima en la isla de Silvia cambia, lo que eleva considerablemente los rendimientos del maíz. Esto permite a Silvia producir las siguientes cantidades: Horas trabajadas (por día) 0 2 4 6 8 10
Maíz (kilos por mes) 0 60 100 120 130 140
Sus posibilidades de producción de tela son las mismas de la tabla 3.1. a. ¿Cuáles son los seis puntos de la nueva frontera de posibilidades de producción de Silvia? b. ¿Cuáles son los costos de oportunidad para Silvia del maíz y de la tela? Señálelos en cada uno de los cinco niveles de producción. c. Compare el costo de oportunidad de la tela para Silvia con el de la tabla 3.2. ¿Ha subido, ha bajado o ha permanecido igual su costo de oportunidad de la tela? Explique por qué.
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2. Amada vive con sus padres y asiste a la universidad local. La universidad es manejada por el gobierno estatal y la colegiatura es gratuita. En la ciudad hay empleos para los egresados del bachillerato que pagan 7 dólares por hora. La madre de Amada, que tiene el bachillerato, acepta un empleo de tiempo parcial para que Amada pueda asistir a la universidad. Los libros de texto cuestan 280 dólares y Amada recibe un estipendio de 140 dólares mensuales de su mamá. Enumere los rubros que integran el costo de oportunidad de que Amada asista a la universidad. 3. Suponga que Tierra del Ocio produce sólo dos bienes: alimentos y crema bronceadora. Sus posibilidades de producción son: Alimentos por mes) 300 200 100 0
(kilos Y Y Y Y
Crema bronceadora (litros por mes) 0 50 100 150
Tierra Activa también produce sólo alimentos y crema bronceadora y sus posibilidades de producción son: Alimentos (kilos Crema bronceadora por mes) (litros por mes) 150 Y 0 100 Y 100 50 Y 200 0 Y 300 a. ¿Cuáles son los costos de oportunidad de los alimentos y de la crema bronceadora en Tierra del Ocio? Señálelos para cada nivel de producción dado en la tabla b. ¿Por qué son iguales en cada nivel de producción? c. ¿Cuáles son los costos de oportunidad de los alimentos y de la crema bronceadora en Tierra Activa? Enumérelos en cada nivel de producción dado en la tabla.
4. Suponga que en el problema 3 Tierra del Ocio y Tierra Activa no se especializan ni comercian entre sí (cada país es autosuficiente). Tierra del Ocio produce y consume 50 kilos de alimentos y 125 litros de crema bronceadora al mes. Tierra Activa produce y consume 150 kilos de alimentos al mes y nada de crema bronceadora. Estos países empiezan entonces a comerciar entre sí. a. ¿Qué bien exporta Tierra del Ocio y cuál importa? b. ¿Qué bien exporta Tierra Activa y cuál importa? c. ¿Cuál es la cantidad máxima de alimentos y de crema bronceadora que ambos países pueden producir si cada uno se especializa en la actividad en la que tiene el costo de oportunidad más bajo?
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5. Suponga que Tierra Activa se vuelve tres vences más productiva de lo que se enuncia en el problema 3. a. Muestre en una gráfica el efecto del incremento de productividad sobre la frontera de posibilidades de producción de Tierra Activa. b. ¿Tiene ahora Tierra Activa ventaja absoluta en la producción de ambos bienes? c. ¿Puede Tierra Activa ganar con la especialización y el comercio que ha establecido con Tierra del Ocio, ahora que es dos veces más productiva? De ser así, ¿qué producirá? d. ¿Cuáles son las ganancias totales del comercio? ¿De qué dependen estas ganancias? 6. Andrés y Roberto trabajan en “El palacio de la pizza” de Mario. En una jornada de 8 horas, Andrés puede hacer 240 pizzas o bien 100 helados especiales, y Roberto puede hacer 80 pizzas o bien 80 helados especiales. ¿A quién pondrá Mario a preparar helados? ¿Quién hará las pizzas? Explique su respuesta.
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Autor: José Paschoal Rossetti Obra: Introducción a la Economía Tema: “Los problemas económicos fundamentales: una apreciación de conjunto” Páginas: 130-138 CAPÍTULO 7 LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS FUNDAMENTALES: UNA APRECIACIÓN DE CONJUNTO El análisis de la escasez de los recursos productivos y de las limitadas necesidades humanas debe haber conducido a la conclusión de que la economía es una ciencia avocada a tres tipos de problemas. El primero se relaciona con la determinación del limitado conjunto de bienes y servicios que deben producirse, así como de sus cantidades respectivas. El segundo se relaciona con la utilización óptima de los recursos disponibles; siendo éstos escasos, se hace necesario adoptar procedimientos tecnológicos que conduzcan a la mejor forma de extraer de cada uno el máximo posible de su capacidad productiva. Y el tercero se relaciona con los procesos y la estructura de distribución de los bienes y servicios producidos. Este trío de problemas centrales está directamente ligado a la escasez de recursos y al carácter ilimitado de las necesidades. Ante los recursos disponibles escasos siempre fue preciso optar por soluciones óptimas. Los primeros grupos humanos eligieron primordialmente la subsistencia. Otros, no obteniendo los medíos necesarios para la subsistencia, canalizaron recursos hacia la guerra; aunque esta elección puede parecer paradójica, su objetivo último era la sobrevivencia del grupo. De igual manera, las sociedades modernas, si bien complejas y organizadas, no consiguieron superar las limitaciones tecnológicas y reprimir necesidades humanas. Además, las varias alternativas que hoy se ofrecen a las sociedades modernas distan de eliminar el problema de las opciones, tal vez les sea más difícil, conduciendo a los economistas contemporáneos a la consideración de que tales problemas continuarán siendo relevantes, como señala Samuelson, no exactamente el Brave new world (El intrépido nuevo mundo) imaginado por Huxley. Esto Significa que, más allá de las opciones básicas (armas o arados; consumo o inversión), las economías modernas se enfrentan con todo un conjunto de alternativas económicas que requieren optimizarse. Si la sociedad opta por las inversiones en la producción de base y de infraestructura, resta saber qué industrias de base serán desarrolladas, qué productos serán elaborados, en qué cantidades y a través de qué procesos deberán fabricarse y, finalmente, cómo distribuir el producto de esa actividad entre los miembros de la sociedad. De igual manera, si la sociedad elige la producción de bienes de consumo, falta saber en qué cantidades y cuántos de ellos serán efectivamente producidos. Elegidos los productos y decididas las cantidades, también deberán seleccionarse los métodos de producción y elegirse la estructura de distribución del producto social entre los individuos que conforman el cuadro de la actividad económica. En tales condiciones, tras las opciones básicas se ocultan otros problemas más graves, cuya solución representa, como señala Shackle, “la propia razón de ser de
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nuestra área de conocimiento”. Esos problemas se refieren a tres conocidas cuestiones, resumidas en tres preguntas aparentemente simples: 1. ¿El qué y cuánto producir? 2. ¿Cómo producir? 3. ¿Para quién producir? Esas preguntas abarcan prácticamente todo el vasto campo de la teoría económica. Los capítulos que siguen de esta obra girarán en torno de ellas, directa o indirectamente. Por ahora, restringiendo esta rápida exposición de los fundamentos del problema económico, sólo vamos a examinarlos un poco más. Conocer su naturaleza y evaluar su sana extensión son nuestros objetivos iniciales.
7.1 MÁS ALLÁ DE LOS DILEMAS BÁSICOS: LOS TRES PROBLEMAS CENTRALES Decidir entre, seguridad o bienestar, entre bienestar inmediato o producción de base, de infraestructura para la expansión del bienestar en el futuro, constituyen, como vimos, dos dilemas básicos, con los que las sociedades siempre se enfrentan. Pero, como acabamos de señalar, más allá de esos dilemas básicos, se presentan a las sociedades otros problemas que involucran más específicamente toda la complejidad de la organización económica. Tales problemas, que existen sea cual sea la opción básica adoptada, se sitúan en tres niveles diferentes. En el nivel económico se decide sobre el qué y cuánto producir. En el tecnológico, sobre cómo producir. En el social, para quién producir o, más claramente, cómo distribuir el producto. La escasa disponibilidad de recursos conduce a las sociedades a un sin número de decisiones económicas sobre la naturaleza y lo cantidad de los bienes que deberán ser producidos en cada uno de los sectores del aparato productivo. El significado económico del problema de qué y cuánto producir se desarrolla a partir del conocimiento de las máximas posibilidades económicas, pues la eficiencia exige que las diferentes combinaciones se localicen sobre la curva de posibilidades de producción. Si al optar por determinadas cantidades de un conjunto de bienes y servicios la sociedad se sitúa fuera (de aquel lado) sus líneas de producción, aunque ese conjunto de bienes y servicios se ajuste perfectamente a los deseos de la sociedad, el sentido económico de las alternativas adoptadas no habrá sido atendido. Una posición fuera (de aquel lado) de la curva implica desperdicios de posibilidades, no compatibles con la necesidad económica de plena utilización de los recursos escasos. De igual forma, no se debe olvidar que el conjunto de las combinaciones sobre el qué y cuánto producir no podrá, también en atención a principios económicos, situarse más allá de las líneas de producción, porque, en ese caso, advierte Mcdonnel, “la sociedad estaría colocando sus objetivos en lugares obviamente inalcanzables”. En el nivel tecnológico, será solucionada la pregunta de cómo producir. Se trata aquí de la obtención de la máxima eficiencia productiva, que deberá ser alcanzada no sólo por la movilización de todas las Posibilidades, sino también por la mejor combinación posible de los recursos disponibles. Los mejores métodos de producción deberán adoptarse. Las unidades de producción deberán saber combinar de la mejor manera sus recursos patrimoniales y humanos y la sociedad saber graduar la absorción de la tecnología, de tal forma que la penetración de la técnica en el aparato productivo no implique desperdicio del potencial humano, debido al desempeño tecnológico. Al contrario, compatibilizando las metas de empleo con las de expansión tecnológica, la
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sociedad no deberá rechazar la utilización de técnicas que realmente le posibiliten la máxima eficiencia productiva. Finalmente, en el nivel social, el sistema económico deberá abordar el más complejo de los tres problemas fundamentales. Se trata de decidir la manera en que será distribuido el producto total obtenido. En este nivel, no sólo se pensará en alcanzar la máxima eficiencia productiva, sino también en promover una ideal distribución de la producción elaborada. Tal objetivo es tan antiguo como los anteriores. Los primeros economistas, todavía en la etapa precientífica de la economía, se preocuparon de la eficiencia distributiva tal vez tanto como de la productiva. El propio Adam Smith, no obstante haber trasladado hacia el terreno de la producción el objetivo de la economía, escribió en su Wealth of nations (La riqueza de las naciones) que “Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayoría de los que la constituyen son pobres y miserables”. Con Ricardo y con los socialistas, el objetivo de la economía pasó al terreno de la distribución, y en el siglo XIX fue éste, sin duda, el asunto que más interés despertó entre los economistas. En el siglo XX, el análisis económico tuvo que atender al problema de las fluctuaciones de la actividad. El empleo total de los recursos disponibles y la crisis de los años 30 llevaron a los economistas a un profundo examen de los determinantes del ingreso nacional y del volumen de empleo. Y no obstante, el propio Keynes, en el último capítulo de su General theory, (Teoría general), admitió que la incapacidad para garantizar el empleo total, y la arbitraria y desigual distribución de la riqueza constituyen los dos defectos principales del mundo en que vivimos.
7.2 LOS TRES PROBLEMAS PRINCIPALES: EL QUÉ Y CUÁNTO, CÓMO Y PARA QUIÉN PRODUCIR En esta línea de análisis, observamos de entrada que todas las sociedades enfrentan, siempre, además de los dilemas básicos, un trío de problemas fundamentales, que se interrelacionan en los niveles económico, tecnológico y social. El problema económico sólo será completamente solucionado si la eficiencia tecnológica convenientemente dosificada, se complementa a través de un sistema de distribución eficaz. Al contrario, una solución del problema tecnológico solamente alcanzaría su plenitud si las opciones económicas y sociales fueran lógicas y pertinentes. Como indica Shackle, la eficiencia técnica presupone la eficiencia económica; ningún método de producción puede alcanzar su más alto grado de eficiencia económica si no alcanza, ante determinada combinación de factores de producción, su más elevado grado de eficiencia técnica. De igual manera, la cuestión social, íntimamente ligada a los problemas del bienestar, sólo será solucionada satisfactoriamente estando también integrada a la solución de los problemas económico y tecnológico. En la Tabla 7-1 presentamos resumidos, a partir de sus niveles de referencia, los esquemas básicos de solución aplicables a los tres problemas económicos fundamentales. Como se observa, la solución del problema del qué y cuánto producir implica la elección de opciones lógicas, situadas necesariamente sobre las líneas de producción de la economía. Las unidades de producción instaladas en el sistema solamente deberán dedicarse a la producción de té, cacahuate, revistas, lana, medicinas, electrodomésticos y carne de res, si a la saciedad (o a quien esté decidiendo por ella) juzga que esos bienes, en las cantidades que están produciéndose, son los que responden
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más adecuadamente a las necesidades y deseos existentes. En caso contrario, como la finalidad esencial del proceso productivo de la economía es atender, en escala óptima, las prioridades sociales manifestadas, si esos bienes no satisfacen plenamente las aspiraciones colectivas, otras alternativas deberán ser adoptadas, hasta que las unidades productivas realmente se ajusten a las escalas ideales de preferencia.
TABLA 7.1 Niveles de referencia y esquemas de solución de los problemas económicos fundamentales Problemas fundamentales
económicos
Nivel de referencia
1) En qué y cuánto producir
Económico
2) Cómo producir
Tecnológico
3) Para quién producir
Social
Esquema de solución Elección de opciones lógicas, que satisfagan plenamente las necesidades y los deseos de la sociedad. Presupone que las líneas de producción sean atendidas. Lograr la eficiencia productiva. Presupone una eficiente combinación, una óptima elección de los recursos y la maximización de los niveles de producción por la plena movilización de los factores productivos Obtención de la eficiencia distributiva. Presupone que las líneas de1 bienestar individual y social sean alcanzadas.
Por otro lado, la solución del problema de cómo producir implica la obtención de la máxima eficiencia en la combinación y en la elección de los recursos disponibles. Como los recursos son escasos y las necesidades ilimitadas, las existencias o inventarios de factores productivos deben ser combinados con vistas a la realización de niveles óptimos de producción. Las técnicas de producción empleadas deben conducir a la máxima relación entre la producción total obtenida y la cantidad utilizada de recursos. Si la combinación y la elección de los recursos movilizados no condujeran a los máximos niveles posibles, entonces métodos nuevos de producción deberán adaptarse con el objeto de que no se desperdicien las potencialidades existentes. Por último, la solución del problema para quién producir implica la consecución de la máxima eficiencia en la selección de los recursos disponibles. En este punto no se trata de alcanzar las líneas de producción, sino las del bienestar social e individual. Maximizar el producto es, sin duda, una meta importante, pero distribuido satisfactoriamente entre los participantes en el proceso productivo es también un objetivo de fundamental importancia. Se enfrentan, igualmente, los sistemas económicos constituidos no sólo con los problemas relacionados a la optimización de las opciones de producción y de empleo de los recursos, sino también con los derivados de la retribución, a los propietarios de los recursos movilizados, de porciones justas y compatibles con las contribuciones individuales. Esas consideraciones indican que la formación de un sistema económico ideal, capaz de armonizar con perfección la solución de los tres problemas económicos
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fundamentales, tal vez represente el objetivo-síntesis de la organización económica de las naciones. Como señalamos en la Figura 7-1, los tres problemas económicos fundamentales están fuertemente interrelacionados, de tal suerte que -logrando compatibilizar las soluciones referidas- un sistema ideal debería obtener una elevada eficiencia productiva, combinada con una apreciable eficiencia distributiva. La primera sería alcanzada a través de correctas medidas económicas y tecnológicas; la segunda, a través de una correcta distribución de la producción elaborada.
Figura 7-1 Interrelación de los tres problemas económicos fundamentales.
En tal sentido, la solución integral de los problemas aludidos deberá llevarse a su nivel máximo, de tal manera que se eleve a la más alta expresión el área representada por el entrecruzamiento de los tres círculos de la figura referida. En una situación extrema, si hubiera perfecta armonización y compatibilización en la conducción de los tres problemas fundamentales, los tres círculos quedarían yuxtapuestos y el área de entrecruzamiento alcanzaría su más alta expresión. En otra situación extrema -naturalmente desaconsejable bajo todos los aspectos- si no se lograse cualquier armonización en el encauzamiento y en la solución de los tres problemas fundamentales que nos ocupan, los tres círculos estarían distantes entre sí. La falta total de entrecruzamiento evidenciaría, en ese caso, un sistema incapaz de armonizar la solución de los tres problemas económicos fundamentales en sus niveles económico, tecnológico y social. Esa esquematización sugiere que, si fuera posible medir el grado de perfección de un sistema económico ciertamente la medición sería hecha a través de elementos que posibilitaran la correcta delimitación del área de entrecruzamiento de los tres círculos, cuanto mayor fuera ella mayor el grado de perfección del sistema económico. Inversamente, cuanto más alejadas entre sí estuviesen los círculos, menor el área de entrecruzamiento y menor el grado de perfección correspondiente. Evidentemente, la armonización de los tres problemas fundamentales no es fácil alcanzarse. Ella constituye la propia razón de ser del análisis económico. Cada uno de
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los tres problemas básicos es de difícil solución, toda vez que sintetizan objetivos económicos, tecnológicos y sociales no siempre totalmente alcanzados, y más aisladamente. Hay sistemas que tal vez hayan conseguido, sobre todo en periodos de plena movilización, elevadísimos grados de eficiencia económica y tecnológica. Otros quizá se hayan aproximado a la ejecución de programas distributivos aparentemente justos. Pero ciertamente serán menos comunes los ejemplos de sistemas que hayan conseguido en el pasado o que logren en nuestros días una combinación satisfactoria de la necesaria eficiencia técnico-productiva con la reivindicación de la justicia en la distribución. 7.3 DE lOS TRES PROBLEMAS FUNDAMENTALES Y LA ORGANIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA Las reflexiones que acabamos de desarrollar debieron haber evidenciado que los tres problemas económicos fundamentales, sobre todo cuando son examinadas conjuntamente, califican o implican un conjunto de cuestiones de la más alta complejidad, no sólo debido a sus raíces económicas sino sobre todo en relación a su contenido social ético o igualmente político. Tal es el grado de complejidad implicada: que los pueblos de todas las épocas y lugares siempre se enfrentaron con la necesidad de organizar mejor sus sistemas económicos, intentando optimizar la solución de sus problemas centrales. Además, la organización de la actividad económica se encuentra directamente relacionada con la solución de los problemas económicos fundamentales: el qué y cuánto, el cómo y el para quién producir. Siempre con el objetivo de asegurar una mayor eficiencia en la elección de sus recursos, los países desarrollados se han avocado a la difícil y controvertida procuración del sistema económico ideal. En el ámbito económico y tecnológico también los pueblos atrasados, aunque practiquen la autosuficiencia, descubrieron que la solución de sus problemas económicos fundamentales podría ser facilitada por la división del trabajo, expediente que imprime mayor eficiencia a la actividad económica. Las ventajas de este descubrimiento fueron definitivamente aseguradas después de la Revolución Industrial, se consolidaron en el siglo XIX y condujeron a la extrema especialización de las funciones individuales observadas en nuestros días. Paradójicamente, no obstante, si la división del trabajo condujo a la identidad y a la mejor solución de los asuntos relacionados con la eficiencia productiva, tal vez haya traído mayor complejidad a las cuestiones relacionadas con la justicia distributiva. El aumento de la eficiencia económica y tecnológica, observado en las primeras décadas del siglo XIX, cuando se da la construcción histórica del capitalismo industrial, fue paralelo al agravamiento de las cuestiones sociales atribuido a los insatisfactorios patrones de distribución del producto social. A medida que las actividades se especializan, se torna más compleja la medición exacta de las contribuciones individuales. De ahí que, al lado de los objetivos de disciplinar y coordinar las tareas desarrolladas por millones de individuos y unidades de producción que forman el marco de la actividad económica, se impone la necesidad de desarrollar y de aplicar modelos de organización que reduzcan los desequilibrios de la distribución. Los liberales de los siglos XVIII y XIX propusieron que las bases del modelo de organización económica deberían ser el individualismo, la libre iniciativa y la competencia empresarial. Según su propuesta, el funcionamiento libre del sistema de precios y de los mecanismos del mercado conduciría a la óptima elección de los recursos disponibles, garantizando el empleo total y la eficiencia económica general. En
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contraste con ese modelo, sin embargo, los críticos del sistema liberal capitalista, actuando a partir de las bases ideológicas elaboradas por Marx, propondrían el bloqueo de la libertad empresarial, el colectivismo y la dirección estatal. En lugar de los mecanismos libres antes propuestos, serían implantados sistemas centralizados de control, capaces de coordinar las metas de Producción de la economía, la elección de los recursos y la repartición de lo producido. A partir de esas dos proposiciones, colocadas como diametralmente opuestas, también son posibles muchos modelos menos extremistas. Todos ellos, sin embargo, en cuanto al análisis de su eficacia implican juicios de valor, debido a sus implicaciones o contenido; ético y político. ¿Cuál seria -se pregunta- el modelo ideal? Dentro de las varias opciones posibles, ¿Cuál es la que mejor combina los presupuestos de eficiencia económica con los ideales de la justicia en la distribución? ¿Cuál debería ser el modelo de organización idea/? ¿Debería la sociedad instituir una autoridad central que dirija y coordine todas las actividades individuales? ¿Debería realmente existir esa autoridad suprema, para que decida sobre cuáles son los bienes que debieran producirse, sobre sus cantidades, sobre cómo deberían ser producidos y cómo proceder a su distribución? o, al contrario, ¿debieran las sociedades confiar en la acción autorreguladora de una organización espontánea y liberal? La planeación global, tipo colectivista, ¿es más eficiente en la solución de todas las cuestiones fundamentales, comparativamente al laissez-faire? ¿Cómo soluciona cada uno de esos sistemas los complejos problemas fundamentales con que se enfrentaron todas las sociedades? La evaluación de la eficiencia de los sistemas alternativos constituye, en verdad, una de las más complejas cuestiones del análisis económico. Más adelante examinaremos pormenorizadamente los sistemas económicos contemporáneos, sus principios, estructuras y dinámica. Hasta entonces, posiblemente, reuniremos elementos e informaciones que quizá posibiliten algunas tentativas de evaluación y la fijación de algunos parámetros de comparación. Mas hay, sin embargo, antes de acercamos a reunir esas condiciones, un largo camino por recorrer. Para que discutamos de mejor manera sobre los sistemas económicos contemporáneos, precisamos conocer los mecanismos esenciales de la organización económica, El objetivo de las observaciones que ahora concluimos fueron solamente resaltar y evidenciar los problemas centrales de la actividad económica, relacionados -todos ellos- con el desajuste fundamental entre la escasez de los recursos y la aparente ilimitación de las necesidades humanas. Desde ahora, sin embargo, siempre será útil tener presente que no hay sistema económico que haya sido capaz de reprimir para siempre la expansión de las necesidades humanas o de eliminar la limitación de los recursos. Por eso, independientemente de su modelo de organización social o política, difícilmente las naciones modernas conseguirán escapar al trío de problemas económicos fundamentales. Los sistemas colectivistas y los liberales darán solamente respuestas diferentes a esos problemas, pero no conseguirán y ciertamente jamás consiguieron eliminarlos.
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UNIDAD III. SISTEMAS ECONÓMICOS CONTEMPORÁNEOS
Autor: José Paschoal Rossetti Obra: Introducción a la Economía Tema: “La primera caracterización de la organización económica” Páginas: 141-152 CAPITULO 8 LA PRIMERA CARACTERIZACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA En los capítulos anteriores analizamos la naturaleza y la causa de los problemas fundamentales con que se enfrentan todas las sociedades económicamente organizadas, los dilemas básicos sobre el qué y cuánto producir, pasando por la elección de procesos tecnológicos que optimicen el uso de los recursos disponibles, hasta los procesos que conduzcan a la distribución ecuánime de los resultados del esfuerzo social de producción. Lógicamente, el cuadro que describimos seria completamente distinto si no fueran escasos los recursos y en caso de que las comunidades nacionales no persiguieran nuevos patrones de bienestar individual y colectivo. Difícilmente por lo tanto, podrán ser bloqueadas las aspiraciones individuales por mejores condiciones de vida y las ansias de superar los determinismos de toda especie que han dificultado la erradicación de las condiciones de pobreza absoluta. Es intuitivo que los resultados de esta lucha obstinada tienen mucho que ver con las formas de organización de la actividad económica. La eficiencia de los diferentes sistemas de organización es influenciada por un gran número de factores: condiciones geoeconómicas, modelos de colonización, nivel de desarrollo ya alcanzado, diversificación del aparato productivo, propensión social a la acumulación, madurez y concientización política. Además, los resultados alcanzados por las diferentes naciones dependerán también de los mecanismos que, en el trayecto de su formación económica, han impulsado el progreso individual y social. Sin embargo, independientemente de cuáles hayan sido los mecanismos de impulso para el progreso económico, el avance tecnológico y el cambio social, no hay nación que haya alcanzado niveles superiores de desarrollo que no haya practicado, a gran escala, la división social del trabajo, con sus consecuencias naturales: el uso de la moneda, el funcionamiento de los mercados, el comportamiento del sistema de precios y el carácter regulador y estimu1ador de la competencia. La comprensión de ese conjunto de instrumentos de organización económica constituye un paso indispensable para que el estudio de los sistemas económicos contemporáneos, se sustente en la libre iniciativa empresarial (base de la organización capitalista), o se fundamente en la planificación centralizada (base del socialismo de Estado). Este y los tres próximos capítulos tratarán e identificarán este conjunto de mecanismos en que se apoya la organización de la vida económica de las naciones. Inicialmente caracterizaremos los elementos o recursos físicos de los sistemas económicos: recursos, unidades de producción e instituciones básicas. Después examinaremos cómo esos elementos se interrelacionan, en la generación de los flujos
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fundamentales de producción y de la circulación monetaria. Pero, antes de ocuparnos de la dinámica de los sistemas económicos contemporáneos, profundizaremos en el estudio del trinomio moneda-precios-competencia. Aunque a nivel introductorio, el examen de la organización monetaria evidenciará su importancia para el funcionamiento regular de los sistemas económicos. Complementariamente, mostraremos el papel que el sistema de precios puede ejercer para optimizar el empleo de los recursos disponibles para la producción. Por último, al examen del sistema de precios seguirá una evaluación de sus imperfecciones, hecho fundamental para comprender algunas de las motivaciones de la intervención del Estado en la vida económica de los países.
8.1 LA PRIMERA APROXIMACIÓN: LA ESTRUCTURA DE LOS SISTEMAS ECONÓMICOS Adoptando, en una primera aproximación, la fusión de criterios con que los autores europeos contemporáneos (Barre y Sombart) y los latinoamericanos (Holanda, Castro y Lessa) desintegran la estructura de los sistemas económicos, comprobamos que éstos pueden ser desintegrados en tres grandes grupos de elementos básicos, conforme el esquema de la Figura 8-1: 1. Existencias de recursos productivos. 2. Complejo de unidades de producción. 3. Conjunto de instituciones. El primero de estos tres elementos constituye la base misma de la actividad económica. Sin la reunión de recursos humanos y patrimoniales, ninguna forma de actividad económica es posible, pues ésta sólo se desarrolla a partir de la existencia de cierto núcleo de población económicamente activo, de capacidad empresarial, de capital, de tecnología y de recursos naturales. Las existencias o inventarios de esos elementos condicionan la existencia, la extensión y la propia eficiencia del aparato productivo. Debemos subrayar, sin embargo, la importancia económica de esos elementos sólo se concreta y se realiza cuando son reunidos y combinados. Por si solos, ninguno de ellos es capaz de constituir un sistema. En cambio, cuando se reúnen se complementan mutuamente, combinándose para organizar la compleja estructura de los sistemas económicos. Una simple existencia de recursos humanos y patrimoniales no puede constituir, por ejemplo, por sí solo, ningún sistema económico. Aunque sean la base misma de la actividad, tales recursos sólo alcanzan su plena significación económica cuando son movilizados por las unidades de producción (empresas) que integran el aparato productivo de la sociedad. Y son precisamente las unidades de producción -principales células de los sistemas económicos- las que dan origen, utilizando los recursos disponibles, a los flujos real y monetario (o de producción y de ingreso), ejecutando las principales tareas relacionadas a la solución del trío de problemas económicos fundamentales: el qué y cuánto, el cómo y para quién producir. Por otro lado, complementando el cuadro, todos los sistemas económicos deben disponer de un conjunto de instituciones jurídicas, políticas, sociales y económicas que den forma a las actividades desarrolladas por la sociedad. Las instituciones definen las relaciones entre las unidades de producción y los centros de disposición de los recursos productivos. Ningún sistema económico es posible sin que un conjunto de elementos jurídicos discipline las actividades individuales y colectivas, determinando las esferas
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de acción, los deberes y las obligaciones de los poseedores de los recursos y de las unidades que los emplearán. De igual forma, los sistemas económicos no pueden prescindir de instituciones políticas que definan precisamente las relaciones entre el Estado, las empresas y la colectividad, y, también, de un conjunto de instituciones sociales que establezcan normas de conducta para los diferentes sectores de la actividad económica, FIGURA 8.1 Elementos constitutivos de los sistemas económicos.
Debemos añadir que estos tres elementos básicos de los sistemas económicos -existencia de recursos, unidades de producción e instituciones- están directamente ligados al proceso de crecimiento, teóricamente señalado por el desplazamiento positivo de las curvas de posibilidades de producción. La existencia de recursos humanos y patrimoniales es uno de los dos principales condicionantes del crecimiento económico: tecnología incipiente, recursos humanos mal preparados, insuficiencia de capital, capacidad empresarial poco agresiva y reducidas posibilidades de incorporación de los recursos naturales a las actividades económicas constituyen, evidentemente, barreras al proceso de expansión de las posibilidades de producción, pues esto exige existencias satisfactorias de factores productivos. Por otro lado, el crecimiento económico depende -también en gran medida- de cómo operen las unidades de producción: la debilidad del complejo empresarial es incompatible con la promoción del crecimiento, por cuanto la eficiencia del aparato productivo, directamente relacionada al nivel de las posibilidades de producción, se manifiesta a partir de la mejor utilización posible de los recursos disponibles, tarea que se exige de cada una de las unidades de producción, sea cual fuere d sector en que se ubiquen. Por último, las instituciones -sean las de naturaleza jurídica, política, social o económica- están también relacionadas al crecimiento: para que éste se lleve a cabo, las sociedades deben disponer no sólo de suministros satisfactorios de recursos y de la eficiente actuación de las empresas, sino también de un conjunto de instituciones que faciliten -y no estorben- los procesos económicos del sistema.
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8.2 LOS FLUJOS REAL Y MONETARIO: ANÁLISIS DE lOS MODELOS SIMPLIFICADOS Los tres conjuntos de elementos que constituyen la base organizativa de los sistemas económicos, aunque han sido examinados aisladamente, no deben ser considerados como tres entidades divorciadas, sino al contrario, como interdependientes. Las existencias de recursos, los distintos sectores de las unidades de producción así como conjunto de instituciones sociales, jurídicas, políticas y económicas forman tres partes intercomplementarias de un todo. La funcionalidad de los sistemas económicos, en la solución de cada uno de los tres problemas económicos fundamentales, involucra, a través de procedimientos que se intercruzan, todos los elementos básicos que describimos. La sociedad organiza sus actividades económicas a partir de la conjugación de esos elementos, manteniendo una serie de mecanismos y de flujos, organizados para resolver los problemas básicos originados por la escasez. A medida que profundiza en el campo de la funcionalidad de los sistemas, el análisis económico -analizando las micro y macro dimensiones de la actividad- deberá considerar todos los factores y fuerzas que interfieren en los flujos de movilización de los recursos y de la producción de bienes y servicios. La consideración de esos flujos, así como de sus subyacentes organizaciones, constituye, también, una de las primeras abstracciones del análisis económico, destinadas a explicar la dinámica de las economías y de su funcionamiento. No obstante lo anterior, en la descripción de los elementos constitutivos de la estructura de los sistemas económicos, caracterizamos la realidad como a través de una fotografía instantánea. En nuestra primera aproximación, clasificamos y fijamos cada uno de los elementos sin preocupamos de los posibles flujos que los interrelacionan, ni con los continuos movimientos que se llevan a cabo cuando se da su utilización. Nuestro primer acercamiento estableció solamente una especie de imagen instantánea, sin ningún tipo de movimiento. La estructura de los sistemas económicos fue descrita como si estuviera en estado estacionario. Los recursos de producción fueron caracterizados a partir de su presencia física y de sus existencias. En cuanto a las unidades de producción, aunque las hemos caracterizado como movilizadoras de recursos, no llegamos a evidenciar de qué manera y a partir de qué movimientos se realiza esa movilización. Las instituciones fueron descritas como simples propiciadoras de las posibles conexiones entre los componentes del sistema. Ese tipo de descripción, cuya finalidad principal fue la de definir y situar cada uno de los elementos constitutivos de los sistemas económicos, debe ser entonces complementado por un segundo acercamiento, en el que se evidencien los movimientos, los flujos y la dinámica de la organización económica. En realidad, todos los componentes descritos están en permanente movimiento así como en continuo proceso de trasformación. La población económicamente activa, motivada por las crecientes necesidades que se incorporan a los patrones de vida, no constituye solamente existencias disponibles sino también un conjunto activo, empleado o en la búsqueda de empleo. Por otro lado, la capacidad empresarial no constituye un simple acervo de talentos; los hombres que la integran componen un agitado y agresivo grupo, en la búsqueda de mejores alternativas de acción y oportunidades de crecimiento. Los recursos de capital también se encuentran permanentemente accionados, la incesante
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actividad productiva promueve su desgaste y motiva su sustitución, movilizándose así, recíprocamente, el flujo de conocimientos tecnológicos. Complementando esos movimientos y participando directamente de todos ellos, lo complejo de las unidades de producción genera un permanente flujo de bienes y servicios, a través de los cuales la sociedad podría satisfacer sus crecientes necesidades, sean éstas vitales o simplemente destinadas a incrementar los niveles de bienestar ya existentes. Y por fin, las propias instituciones también evolucionan, ajustándose a las cambiantes exigencias de la vida real. Desde el punto de vista de las actividades de la producción, de la generación de poder adquisitivo y del destino de los bienes y servicios finales, la dinámica de la organización económica puede ser descrita a través de dos flujos fundamentales. El primero, generalmente identificado como flujo real, describe las relaciones entre las unidades familiares (propietarias de los recursos) y las unidades de producción (movilizadoras de los recursos existentes). Y el segundo, generalmente identificado como flujo monetario, describe el proceso de generación del ingreso y del poder adquisitivo, así como su utilización y destino. Caracterización del flujo real En la Figura 8-2 se aprecia una caracterización del flujo real. Para su caracterización, presentamos frente a frente los dos agentes más importantes de la actividad productiva: las unidades familiares y las unidades de producción. FIGURA 8-2 Caracterización del flujo real entre las unidades familiares y las de producción.
Las unidades familiares incluyen a todos los individuos que directa o indirectamente participan de las actividades productivas desarrolladas por el sistema y que consumen los bienes finales elaborados. Bajo un tratamiento teórico más riguroso, la existencia de una unidad familiar presupone cierta capacidad de contribución en el desarrollo de las actividades productivas y de cierta capacidad de decisión en relación a las remuneraciones recibidas. Asimismo, un individuo aislado puede constituir, desde el
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punto de vista de la teoría económica, una unidad familiar. Sin embargo, los grupos familiares que generalmente viven bajo el mismo techo y que son constituidos por individuos que ejercen actividades productivas, así como por sus dependientes, son consideradas como unidades familiares típicas. Por otro lado, las unidades de producción, como señala Leftwich, forman un grupo más limitado, avocado a la compra, alquiler y utilización de los recursos de producción, así como en la venta de los bienes y servicios por ellos elaborados. Caracterizándolas con un lenguaje más directo, las unidades de producción se representan por las empresas. A ellas se destinan todos los recursos de producción disponibles. Así, las actividades económicas dependen, en gran mediada, del dinamismo de las empresas. Cuantos más recursos las unidades de producción pudieren absorber y utilizar, tanto más significativo sería el volumen real de los bienes y servicios producidos. Así, desempeñando sus funciones económicas esenciales, esos dos agentes se interrelacionan directamente, dando origen a la producción real de bienes y servicios. Los recursos de producción, con excepciones no significativas, pertenecen de hecho a las unidades familiares. Éstas aportan trabajo, capacidad empresarial, capacidad tecnológica, recursos de la tierra y ahorros para la formación de capital. Tales aportaciones fluyen hacia las unidades de producción, donde son utilizadas y combinadas para la elaboración de bienes o para la prestación de servicios. Finalmente, completando el flujo o proceso, los bienes y servicios fluyen de las unidades de producción hacia las familias, destinándose a su subsistencia y a su confort material. Caracterización del flujo monetario A medida que se desarrolla el flujo real, se genera simultáneamente el flujo monetario, tal como se esquematiza en la Figura 8-3. Al utilizar los recursos aportados por las unidades familiares, las unidades de producción son renumeradas, pagándoseles salarios, alquileres y otros ingresos de activos reales, intereses, ganancias y dividendos. Con el volumen de remuneraciones recibidas, las unidades familiares tienen poder adquisitivo, para disfrutar de los bienes y servicios disponibles, básicamente para alimentación, habitación, vestido, salud, educación, transporte y pasatiempo. Y, al adquirir los bienes que cubran más adecuadamente sus necesidades y deseos posibles, las unidades familiares retransfieren a las unidades de producción, a las empresas, a través de los precios pagados en los momentos de las adquisiciones, los flujos monetarios por ellas originados. FIGURA 8-3 Caracterización del flujo monetario entre las unidades familiares y las de producción .
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Esa visión esquemática sugiere que el derecho de consumir una parte de los bienes y servicios producidos por la sociedad es adquirido por medio de la participación en el proceso productivo. Las unidades familiares que participan en el proceso productivo aportan a las unidades de producción los recursos de que disponen. En función de la capacidad de contribución de los recursos utilizados, recibirán una remuneración compatible. Las remuneraciones recibidas pueden, así, ser consideradas como una especie de crédito adelantado a la sociedad. Crédito que será usado en el momento de la adquisición de una porción de los bienes y servicios elaborados por la actividad social de producción. Por último, los pagos hechos, cuando esas adquisiciones, agotan el crédito social existente y posibilitan, por el incesante dinamismo del proceso, la contratación de nuevos recursos y la continuidad de los flujos. Interrelación de los flujos real y monetario En la Figura 8-4 podemos apreciar de mejor manera la interdependencia de los flujos real y monetario, así como la caracterización de los dos grandes mercados en que se fundamenta la organización económica. De un lado, el mercado de recursos para la producción. De otro lado, el mercado de bienes y servicios.
FIGURA 8-4 Caracterización de la interdependencia de los flujos real y monetario
En el mercado de recursos para la producción (en el que se inscriben el mercado de trabajo y el mercado de capitales), las unidades familiares ejercen funciones típicas de oferta, mientras que las unidades de producción ejercen las de demanda. Las remuneraciones recibidas por las unidades familiares y pagadas por las de producción reflejan, además, las magnitudes de los movimientos de oferta y de demanda de los
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recursos. Es claro que los recursos más escasos y las habilidades profesionales más especializadas o raras reciban remuneraciones más altas. Éstas reflejan, por tanto, los movin1ientos, las tendencias y las disponibilidades observadas en el mercado de recursos. En el mercado de bienes y servicios (en el cual son negociados todos los bienes y servicios finales necesarios para la satisfacción de las necesidades de las unidades familiares), los papeles se encuentran invertidos. En este mercado, las unidades de producción ejercen actividades típicas de oferta, mientras que las unidades familiares ejercen las de demanda. También aquí los precios reflejan la disponibilidad y las presiones de demanda dirigidas a los diferentes tipos de bienes y servicios disponibles. En función de determinada escala de escasez y de utilidad, los precios también se moverán, señalando las prioridades y las necesidades manifestadas por las unidades familiares. Una síntesis de todos esos movimientos, tanto en el mercado de recursos como en el de bienes y servicios, se presenta en el Tabla 8-1. Se muestran ahí las posiciones de las unidades familiares y de las de producción, en cuanto a su papel de oferentes y demandantes de recursos y de bienes y servicios. Asimismo, se presenta un resumen de los flujos real y monetario, en cada uno de los dos mercados descritos.
TABLA 8-1 Características principales de los mercados de recursos para la producción de bienes y servicios Características del mercado de recursos para la producción Flujo Real Se negocian recursos (factores, insumos) necesarios a las actividades productivas del sistema empresarial de la economía: Trabajo Capacidad empresarial Capacidad tecnológica Recursos naturales Ahorros para la formación de capital
Características del mercado de bienes y servicios Flujo Real Se negocian bienes y servicios finales (productos, bienes finales) necesarios para la satisfacción de las necesidades de las unidades familiares: Alimentación Habitación Vestido Salud Educación Transporte Comunicaciones Pasatiempos Oferta Oferta Ejercida por las unidades familiares Ejercida por las unidades de producción Demanda Demanda Ejercida por las unidades de la producción Ejercida por las unidades familiares (empresas) FLUJO MONETARIO FLUJO MONETARIO Por la utilización de los recursos, las unidades Por la adquisición de los bienes y servicios, de producción pagan remuneraciones a las las unidades familiares retransfieren a las de unidades familiares: producción los pagos por éstas recibidos: Salarios Precios pagados por los bienes y servicios adquiridos Alquileres y otros ingresos de activos fijos Intereses Ganancias Dividendos
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8.3 LA DIVISIÓN DEL TRABAJO Y LOS FLUJOS REAL y MONETARIO Los flujos que acabamos de describir y que explican la interrelación entre los diferentes elementos que componen el cuadro de la actividad económica están directamente relacionados con la especialización y la diferenciación de las funciones individuales. Originados en la necesidad de una mayor eficiencia, ellos explican, básicamente, la sistemática división del trabajo. A pesar de haber sido practicada en gran escala sólo después de la Revolución Industrial del siglo XVIII, esta sistemática división del trabajo constituye una de las más antiguas conquistas del conocimiento económico de los pueblos. En todas las épocas de la historia universal, para darle una mayor eficiencia a la solución de sus problemas económicos fundamentales, las sociedades siempre recurrieron a los principios de la especialización. Incluso los pueblos primitivos no desconocían las ventajas de tal expediente. “Los (flacos) cazaban, los gordos pescaban y los expertos eran curanderos”, señala Samuelson jocosamente. Al pasar el tiempo, el recurso de la especialización se acentuó cada vez más. Poco a poco, fueron desapareciendo los antiguos sistemas de economías cerradas y autosuficientes. Paulatinamente, las técnicas rudimentarias cedieron lugar a la tecnología avanzada de producción, hasta que la fuerza de trabajo de los sistemas económicos pasó a integrarse por responsables de un sinnúmero de tareas altamente especializadas e interdependientes. Hoy, cada día que pasa, el universo de las unidades de producción se enriquece con el surgimiento de nuevas empresas, que proveen al mercado de bienes y servicios de un creciente y diversificado volumen de producción. Basados en la división del trabajo, los sistemas económicos contemporáneos integran complejas redes de actividad. En la desorientadora realidad económica del mundo en que vivimos, cada unidad familiar se dedica a una insignificante parte de la actividad productiva. Cada uno de nosotros forma una pequeña parte del todo y recibe una remuneración teóricamente compatible con la importancia de la actividad desarrollada. El estibador de Santos, el metalúrgico de Volta Redonda, el ganadero de Campo Grande y el citricultor de la Araraquarense desempeñan tareas aparentemente aisladas pero que se integran y se complementan en el cuadro general de la actividad económica interna. Uno depende del otro, y cada cual, al desarrollar su tarea, adquiere junto a la sociedad el derecho de disfrutar de cierta proporción de la producción global. Ese derecho, como vimos, se caracteriza por la remuneración recibida. Y con ésta cada cual adquiere los bienes y servicios finalmente disponibles en el mercado. El funcionamiento de ese mecanismo no choca con presupuestos políticoideológicos. Dicho mecanismo constituye –universalmente- una de las principales armas para la lucha contra la escasez y para la solución de las cuestiones económicas fundamentales. Tanto en las economías de libre empresa capitalista, como en las socialistas, el esfuerzo colectivo está basado en la especialización de las funciones individuales. Aquí como allá, las unidades familiares y de producción se intercomplementan a través de los flujos fundamentales de la producción y de la renta, formando indescriptibles sucesiones de operaciones económicas interdependientes. Esas operaciones son Posibles por la utilización de la moneda y son orientadas por el sistema de precios. La moneda hace posible el sistema de cambios, así como la denominación común de los valores de los bienes y servicios producidos. A través del sistema de precios se orientan las actividades de la producción, determinándose no sólo
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las cantidades posibles que deben ser producidas de cada uno de los bienes y servicios sino también cuáles son efectivamente deseados por la sociedad. Asimismo el sistema de precios es el que orienta a las empresas en la solución de las cuestiones tecnológicas, indicando, también, la manera en que debe ser repartido el producto global realizado por los agentes de la actividad económica. Para comprender mejor estos conceptos fundamentales, examinaremos lo concerniente a la formación del sistema de cambios y al surgimiento de la moneda, así como su evolución y su función en las modernas economías. Con esto, ingresaremos al terreno de la oferta y de la demanda, para estudiar la formación, el equilibrio, los movimientos y las funciones de los precios en los sistemas económicos.
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Autor: Mankiw, N. Gregory Obra: Principios de Economía Tema: “Las Fuerzas de Mercado de la Oferta y la Demanda” Páginas: 59-84
CAPÍTULO 4 LAS FUERZAS DE MERCADO DE LA OFERTA Y LA DEMANDA Cuando una ola de frío sacude Florida, el precio del zumo de naranja sube en los supermercados de todo Estados Unidos. Cuando comienza a hacer calor en Nueva Inglaterra todos los veranos, cae el precio de las habitaciones de hotel en el Caribe. Cuando estalla una guerra en Oriente Medio, sube el precio de la gasolina en Estados Unidos y baja el de los Cadillac usados. ¿Qué tienen estos hechos en común? Todos ellos muestran el funcionamiento de la oferta y la demanda. La oferta y la demanda son las dos palabras que más utilizan los economistas y por una buena razón. Son las fuerzas que hacen que funcionen las economías de mercado. Determinan la cantidad producida de cada bien y el precio al que se vende. Si queremos saber cómo afectará a la economía un acontecimiento o una medida económica, debemos pensar primero cómo afectará a la oferta y a la demanda. En este capítulo introducimos la teoría de la oferta y la demanda: Consideramos cómo se comportan los compradores y los vendedores y cómo se interrelacionan. Mostramos de qué manera la oferta y la demanda determinan los precios en una economía de mercado y cómo éstos asignan, a su vez, sus recursos escasos. LOS MERCADOS Y LA COMPETENCIA Los términos oferta y demanda se refieren a la conducta de las personas cuando se interrelacionan en los mercados. Un mercado es un grupo de compradores y vendedores de un determinado bien o servicio. Los compradores determinan conjuntamente la demanda del producto y los vendedores la oferta. Antes de analizar el comportamiento de ambos, veamos primero más extensamente qué entendemos por «mercado» y cuáles son los distintos tipos de mercados que observamos en la economía.
Los mercados competitivos Los mercados adoptan muchas formas. A veces están muy organizados, como los mercados de muchos productos agrícolas. En estos mercados, los compradores y los vendedores se reúnen en un momento y un lugar específicos y un subastador ayuda a lijar los precios y a organizar las ventas. Pero es más frecuente que los mercados estén menos organizados. Consideremos, por ejemplo, el mercado de helado de una ciudad. Los compradores de helado no se reúnen en ningún momento. Los vendedores se encuentran en lugares distintos y ofrecen productos algo diferentes. No existe ningún subastador que anuncie el precio del helado. Cada vendedor anuncia el precio de un helado y cada comprador decide cuánto helado comprará en cada tienda.
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El grupo de compradores y vendedores de helado constituye un mercado, aun cuando no esté organizado. Cada comprador sabe que hay varios vendedores entre los cuales puede elegir y cada vendedor es consciente de que su producto es similar al que ofrecen otros vendedores. El precio del helado y la cantidad vendida no son determinados por un único comprador o vendedor, sino por todos los compradores y los vendedores cuando se interrelacionan en el mercado. El mercado de helado es muy competitivo, al igual que la mayoría de los mercados de la economía. Un mercado competitivo es aquel en el que hay muchos compradores y muchos vendedores, por lo que cada uno ejerce una influencia insignificante en el precio de mercado. Cada vendedor de helado controla en un grado limitado el precio, ya que otros ofrecen productos similares. Tiene pocas razones para cobrar un precio inferior al vigente, y si cobra más, los compradores acudirán a otros. Asimismo, ningún comprador de helado puede influir en su precio, ya que cada uno sólo compra una pequeña cantidad.
En este capítulo vemos cómo se interrelacionan los compradores y los vendedores en los mercados competitivos y de qué manera las fuerzas de la oferta y la demanda determinan tanto la cantidad vendida del bien como su precio. La competencia: perfecta y de otros tipos En este capítulo suponemos que los mercados son perfectamente competitivos. Los mercados perfectamente competitivos tienen dos características principales: (1) los bienes que se ofrecen en venta son todos iguales y (2) los compradores y los vendedores son tan numerosos que ningún comprador ni ningún vendedor puede influir en el precio de mercado. Como los compradores y los vendedores de los mercados perfectamente competitivos deben aceptar el precio determinado por el mercado, se dice que son precio-aceptantes. Hay algunos mercados en los que se aplica perfectamente el supuesto de la competencia perfecta. Por ejemplo, en el mercado de trigo, hay miles de agricultores que venden trigo y millones de consumidores que utilizan trigo y productos derivados del trigo. Como ningún comprador ni ningún vendedor puede influir en el precio del trigo, cada uno considera dado el precio. Sin embargo, los mercados de muchos bienes y servicios no son perfectamente competitivos. Algunos sólo tienen un vendedor y éste fija el precio. Este tipo de vendedor se llama monopolio. Por ejemplo, la compañía local de televisión por cable puede ser un monopolio. Los residentes de la ciudad probablemente sólo tendrán una compañía de televisión por cable a la que comprar este servicio. Algunos mercados sólo tienen unos cuantos vendedores y éstos no siempre compiten ferozmente. Este tipo de mercado se llama oligopolio. Por ejemplo, algunas rutas aéreas son oligopolios. Si sólo son dos o tres compañías aéreas las que cubren la ruta entre dos ciudades, probablemente tratarán de evitar una competencia feroz con el fin de mantener altos los precios. Algunos mercados contienen muchos vendedores que ofrecen productos algo diferentes. Como no son iguales, cada vendedor tiene una cierta capacidad para fijar el precio de su propio producto. Ese tipo de mercado se denomina monopolísticamente competitivo. Un ejemplo es la industria de programas informáticos. Muchos programas de
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tratamiento de textos compiten entre sí por los usuarios, pero todos son diferentes y tienen su propio precio. A pesar de la diversidad de tipos de mercados que encontramos en el mundo, comenzamos estudiando la competencia perfecta. Los mercados perfectamente competitivos son los más fáciles de analizar. Por otra parte, como existe un cierto grado de competencia en la mayoría, muchas de las lecciones que aprendemos estudiando la oferta y la demanda en condiciones de competencia perfecta también son válidas en el caso de los mercados más complicados. LA DEMANDA Comenzamos nuestro estudio de los mercados examinando la conducta de los compradores. Aquí vemos cuáles son los determinantes de la cantidad demandada de un bien, que es la cantidad que los compradores quieren y pueden comprar. Para centrar el análisis, consideremos un bien específico: el helado. Cantidad demandada. Cantidad de un bien que los compradores quieren
y pueden comprar Los determinantes de la demanda individual Considere el lector su propia demanda de helado. ¿Cómo decide cuánto va a comprar al mes y qué factores influyen en su decisión? He aquí algunas de las respuestas que podría dar. El precio. Si el precio del helado subiera a 20$ la bola, compraría menos. Podría comprar yogur en su lugar. Si el precio del helado bajara a 0,20$ la bola, compraría más. Como la cantidad demandada disminuye cuando sube el precio y aumenta cuando baja, decimos que la cantidad demandada está relacionada negativamente con el precio. Esta relación entre el precio y la cantidad demandada es cierta en el caso de la mayoría de los bienes de la economía y, de hecho, es tan general que los economistas la llaman ley de la demanda: manteniéndose todo lo demás constante, cuando sube el precio de un bien, disminuye la cantidad demandada.
La renta. ¿Qué ocurriría con su demanda de helado si perdiera el empleo un verano? Lo más probable es que disminuyera. Una reducción de la renta significaría que tendría menos para gastar en total, por lo que habría de gastar menos en algún bien y probablemente en la mayoría. Si desciende la demanda de un bien cuando disminuye la renta, el bien se denomina bien normal. Bien normal: Un bien es normal cuando aumenta la cantidad demandada si aumenta la renta, manteniéndose todo lo demás constante.
No todos los bienes son normales. Si la demanda de un bien aumenta cuando disminuye la renta, ese bien se denomina bien inferior. Un ejemplo podrían ser los desplazamientos en autobús. Cuando disminuye nuestra renta, es menos probable que 135
compremos un automóvil o que tomemos un taxi y más probable que nos desplacemos en autobús. Bien inferior: un bien es inferior cuando diminuye la cantidad demandada si aumenta la renta, manteniéndose todo lo demás constante.
Los precios de los bienes relacionados con él. Supongamos que baja el precio del yogur. La ley de la demanda afirma que compraremos más yogur. Como el helado y el yogur son postres fríos, dulces y cremosos, satisfacen deseos parecidos. Cuando el descenso del precio de un bien reduce la demanda de otro, los dos se denominan sustitutivos. Otros pares de bienes sustitutivos son los perritos calientes y las hamburguesas, los jerseys y las sudaderas y las entradas de cine y los alquileres de películas de vídeo.
Supongamos ahora que baja el precio del chocolate caliente. Según la ley de la demanda, compraremos más chocolate caliente. Sin embargo, en este caso también compraremos más helado, ya que el helado y el chocolate caliente suelen tomarse juntos. Cuando el descenso del precio de un bien eleva la demanda de otro, los dos se denominan complementarios. Otros pares de bienes complementarios son la gasolina y los automóviles, las computadoras y los programas informáticos y los esquíes y los billetes de los telesillas. Complementarios: dos bienes son complementarios cuando la subida del precio de uno de ellos provoca una disminución de la demanda del otro.
Los gustos. El determinante más evidente de nuestra demanda son nuestros gustos. Si nos gusta el helado, compraremos más. Los economistas normalmente no tratan de explicar los gustos de los consumidores porque se basan en fuerzas históricas y psicológicas que están fuera del campo de la economía. Sin embargo, sí examinan lo que ocurre cuando cambian los gustos. Las expectativas. Nuestras expectativas sobre el futuro pueden influir en nuestra demanda actual de un bien o servicio. Por ejemplo, si esperamos ganar una renta más alta el próximo mes, es posible que estemos más dispuestos a gastar algunos de nuestros ahorros actuales en la compra de helado. Por poner otro ejemplo, si esperamos que el precio del helado baje mañana, es posible que estemos menos dispuestos a comprar un helado al precio actual. La tabla de demanda y la curva de demanda Hemos visto que hay muchas variables que determinan la cantidad de helado que demanda una persona. Imaginemos de momento que se mantienen constantes todas estas variables, salvo el precio. Veamos ahora cómo afecta el precio a la cantidad demandada. La Tabla 4.1 muestra cuántos helados compra Catalina cada mes a diferentes precios. Si el helado es gratis, Catalina consume 12 helados. A 0,50$ el helado, compra
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10. A medida que va subiendo más el precio, demanda una cantidad cada vez menor de helado. Cuando el precio llega a ser de 3,00$, no compra ninguno. La Tabla 4.1 es una tabla de demanda, que muestra la relación entre el precio de un bien y la cantidad demandada. Tabla de demanda: cuadro que muestra la relación entre el precio de un bien y la cantidad demandada
La Figura 4.1 representa gráficamente las cifras de la Tabla 4.1. Convencionalmente, el precio del helado se encuentra en el eje de ordenadas y la cantidad demandada en el de abscisas. La línea recta de pendiente negativa que relaciona el precio y la cantidad demandada se llama curva de demanda. Curva de demanda: Grafico de la relación entre el precio de un bien y la cantidad demandada
Figura 4.1
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Ceteris paribus Siempre que el lector observe una curva de demanda, recuerde que se ha trazado manteniendo todo lo demás fijo. La curva de demanda de Catalina representada en la Figura 4.1 muestra qué ocurre con la cantidad de helado que demanda cuando sólo varía su precio. La curva se traza suponiendo que la renta, los gustos y las expectativas de Catalina y los precios de los productos relacionados con el helado no varían. Los economistas emplean el término ceteris paribus para indicar que todas las variables pertinentes, salvo las que están estudiándose en ese momento, se mantienen constantes. La expresión latina significa literalmente “manteniéndose todo lo demás constante”. La curva de demanda tiene pendiente negativa porque, ceteris paribus, una reducción de los precios significa un aumento de la cantidad demandada.
Aunque el término ceteris paribus se refiere a una situación hipotética en la que se supone que algunas de las variables se mantienen constantes, en el mundo real muchas cosas varían al mismo tiempo. Por esta razón, cuando utilizamos los instrumentos de la oferta y la demanda para analizar acontecimientos o medidas económicas, es importante tener presente qué se mantiene fijo y qué no. La demanda del mercado frente a la demanda individual Hasta ahora nos hemos referido a la demanda de un producto por parte de una persona. Para ver cómo funcionan los mercados, necesitamos hallar la demanda del mercado, que es la suma de todas las demandas individuales de un determinado bien o servicio. La Tabla 4.2 muestra las tablas de demanda de helado de dos personas: Catalina y Nicolás. La tabla de demanda de Catalina y la de Nicolás nos indican cuánto helado compra cada uno. La demanda del mercado es la suma de las dos demandas individuales. Como la demanda del mercado se obtiene a partir de las demandas individuales, la cantidad demandada en un mercado depende de los factores que determinan la cantidad demandada por los distintos compradores. Por lo tanto, la cantidad demandada en un mercado depende no sólo del precio del bien, sino también de las rentas, los gustos, las expectativas de los compradores y de los precios de los bienes relacionados con ése. También depende del número de compradores (si se sumaran más consumidores a Catalina y Nicolás, la cantidad demandada en el mercado sería mayor a todos y cada uno de los precios). Las tablas de demanda de la Tabla 4.2 muestran qué ocurre con la cantidad demandada cuando varía el precio y se mantienen constantes todas las demás variables que determinan la cantidad demandada. Tabla 4.2 Tabla de demanda individual y de demanda del mercado
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La Figura 4.2 muestra las curvas de demanda que corresponden a estas tablas de demanda. Obsérvese que sumamos horizontalmente las curvas de demanda individuales para hallar la curva de demanda del mercado. Es decir, para hallar la cantidad total demandada a un precio cualquiera, sumamos las cantidades individuales que encontramos en el eje de abscisas de las curvas de demanda individuales. Como nos interesa analizar el funcionamiento de los mercados, utilizaremos casi siempre la curva de demanda del mercado. Ésta muestra cómo varía la cantidad total demandada de un bien cuando varía su precio. Figura 4.2
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Desplazamientos de la curva de demanda Supongamos que el Colegio de Médicos anuncia de repente un nuevo descubrimiento: las personas que toman helado habitualmente viven más tiempo y disfrutan de una salud mejor. ¿Cómo afecta este anuncio al mercado de helado? El descubrimiento cambia los gustos de los consumidores y eleva la demanda de helado. Ahora los compradores quieren comprar una cantidad mayor de helado a cualquier precio dado y la curva de demanda de helado se desplaza hacia la derecha. Siempre que varía un determinante cualquiera de la demanda que no sea el precio, la curva de demanda se desplaza. Como muestra la Figura 4.3, cualquier cambio que eleva la cantidad demandada a todos y cada uno de los precios desplaza la curva de demanda hacia la derecha. Asimismo, cualquier cambio que reduce la cantidad demandada a todos y cada uno de los precios desplaza la curva de demanda hacia la izquierda. La Tabla 4.3 enumera las variables que determinan la cantidad demandada en un mercado y el modo en que influye una variación de la variable en la curva de demanda. En resumen, la curva de demanda muestra qué ocurre con la cantidad demandada de un bien cuando varía su precio, manteniendo constantes todos los demás determinantes de la demanda. Cuando varía uno de estos otros determinantes, la curva de demanda se desplaza. Figura 4.3
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CASO PRÁCTICO: DOS FORMAS DE DEMANDADA DE CONSUMO DE TABACO
REDUCIR
LA
CANTIDAD
Los poderes públicos a menudo quieren reducir la cantidad de tabaco que consumen los fumadores. Pueden intentar alcanzar este objetivo de dos formas. En primer lugar, pueden intentarlo desplazando la curva de demanda de cigarrillos y de otros productos derivados del tabaco. Las campañas de sensibilización, las advertencias sobre la salud que deben llevar obligatoriamente los paquetes de cigarrillos y la prohibición de los anuncios de cigarrillos en la televisión son todas ellas medidas que pretenden reducir la cantidad demandada de cigarrillos a cualquier precio dado. Si tienen éxito, desplazan la curva de demanda de cigarrillos hacia la izquierda, como en el panel (a) de la Figura 4.4. En segundo lugar, los poderes públicos pueden tratar de subir el precio de los cigarrillos. Si el gobierno grava, por ejemplo, la fabricación de cigarrillos, las compañías tabaqueras trasladan una gran parte de este impuesto a los consumidores en forma de unos precios más altos. Una subida del precio anima a los fumadores a reducir la cantidad de cigarrillos que fuman. En este caso, la reeducación de la cantidad de consumo de tabaco no representa un desplazamiento de la curva de demanda, sino un movimiento a lo largo de esa misma curva de demanda a un punto que corresponde a un precio más alto y una cantidad menor, como en el panel (b) de la, Figura 4.4. ¿En qué medida responde la cantidad de consumo de tabaco a las variaciones del precio de los cigarrillos? Los economistas han intentado responder a esta pregunta viendo qué ocurre cuando varía el impuesto sobre los cigarrillos. Han observado que una subida del precio de un 10 por ciento provoca una reducción de la cantidad demandada del 4 por ciento. Se ha visto que los adolescentes son especialmente sensibles al precio de los cigarrillos: una subida del precio del 10 por ciento provoca un descenso del consumo de tabaco por parte de los adolescentes de un 12 por ciento. Figura 4.4
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LA OFERTA Pasamos ahora a analizar el otro lado del mercado y la conducta de los vendedores. La cantidad ofrecida de un bien o un servicio es la cantidad que los vendedores quieren y pueden vender. Una vez más, para centrar el análisis, consideremos el mercado de helado y examinemos los factores que determinan la cantidad ofrecida. Cantidad ofrecida: cantidad de un bien que los vendedores quieren y pueden vender
Los determinantes de la oferta individual Imaginemos que el lector dirige la empresa Dulces Estudiantiles S. A. (DESA), que produce y vende helado. ¿Qué determina la cantidad de helado que usted está dispuesto a producir y ofrecer en venta? He aquí algunas respuestas posibles. El precio. El precio del helado es uno de los determinantes de la cantidad ofrecida. Cuando es alto, la venta de helado es rentable y, por lo tanto, la cantidad ofrecida es elevada. Como vendedor de helado, usted trabaja muchas horas, compra muchas máquinas para fabricarlo y contrata muchos trabajadores. En cambio, cuando el precio es bajo, su negocio es menos rentable, por lo que produce menos. Si el precio es aún más bajo, es posible que decida abandonar totalmente el negocio, por lo que su cantidad ofrecida descenderá a cero. Como la cantidad ofrecida aumenta cuando sube el precio y disminuye cuando baja, decimos que la cantidad ofrecida está relacionada positivamente con el precio del bien. Esta relación entre el precio y la cantidad ofrecida se denomina ley de la oferta: manteniéndose todo lo demás constante, cuando sube el precio de un bien, también aumenta la cantidad ofrecida. Ley de oferta: ley que establece que manteniéndose todo lo demás constante, la cantidad ofrecida de un bien aumenta cuando sube su precio.
Los precios de los factores. Para producir helado, DESA utiliza varios factores: nata, azúcar, aromatizante, máquinas, edificios en los que se hace el helado y trabajo de los trabajadores para combinar los ingredientes y manejar las máquinas. Cuando sube el precio de uno de estos factores o de más, la producción de helado es menos rentable, por lo que su empresa ofrece menos helado. Si los precios de los factores suben significativamente, es posible que cierre la empresa y no ofrezca helado alguno. Por lo tanto, la cantidad ofrecida de un bien está relacionada negativamente con el precio de los factores utilizados para producirlo. La tecnología. La tecnología empleada para transformar los factores en helado es otro determinante más de la cantidad ofrecida. Por ejemplo, la invención de la máquina mecanizada para producir helado redujo la cantidad de trabajo necesaria para producirlo. Al reducir los costes de las empresas, el avance tecnológico incrementó la cantidad ofrecida de helado. Las expectativas. La cantidad de helado que ofrece usted hoy puede depender de sus expectativas sobre el futuro. Por ejemplo, si espera que el precio del helado suba en el
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futuro, almacenará una parte de su producción actual y hoy ofrecerá menos en el mercado. La tabla de oferta y la curva de oferta Veamos cómo varía la cantidad ofrecida con el precio, manteniendo fijos los precios de los factores, la tecnología y las expectativas. La Tabla 4.4 muestra la cantidad ofrecida por Ben, vendedor de helado, a algunos precios del helado. A un precio inferior a 1,00$, Ben no ofrece ningún helado. Cuando sube el precio, ofrece una cantidad cada vez mayor. Esta tabla se denomina tabla de oferta. Tabla de oferta: Cuadro que muestra la relación entre el precio de un bien y la cantidad ofrecida.
Tabla 4.4 Tabla de oferta de Ben
La Figura 4.5 representa gráficamente la relación entre la cantidad ofrecida de helado y el precio. La curva que relaciona el precio y la cantidad ofrecida se llama curva de oferta. La curva de oferta tiene pendiente positiva porque, ceteris paribus, una subida del precio significa un aumento de la cantidad demandada. Curva de oferta. Grafico de la relación entre el precio de un bien y la cantidad ofrecida.
Figura 4.5
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La oferta del mercado frente a la oferta individual De la misma manera que la demanda del mercado es la suma de las demandas de todos los compradores, la oferta del mercado es la suma de las ofertas de todos los vendedores. La Tabla 4.5 muestra las tablas de oferta de dos productores de helado: Ben y Jerónimo. La tabla de oferta de Ben y la de Jerónimo nos indican cuánto helado ofrece cada uno. La oferta del mercado es la suma de las dos ofertas individuales. La cantidad ofrecida en un mercado depende de los factores que determinan la cantidad ofrecida por los distintos vendedores: el precio del bien, los precios de los factores utilizados para producido, la tecnología existente y las expectativas. La cantidad ofrecida en un mercado depende, además, del número de vendedores (si Ben o Jerónimo abandonaran el negocio del helado, la cantidad ofrecida en el mercado disminuiría). Las tablas de oferta de la Tabla 4.5 muestran qué ocurre con la cantidad ofrecida cuando varía el precio y se mantienen constantes todas las demás variables que determinan la cantidad ofrecida.
Tabla 4.5 tablas de oferta individual y del mercado.
La Figura 4.6 muestra las curvas de oferta que corresponden a las tablas de oferta de la Tabla 4.5. Para hallar la curva de oferta del mercado sumamos horizontalmente las curvas de oferta individuales, al igual que en el caso de las curvas de demanda. Es decir, para hallar la cantidad total ofrecida a un precio cualquiera, sumamos las cantidades individuales que se encuentran en el eje de abscisas de las curvas de oferta individuales. La curva de oferta del mercado muestra cómo varía la cantidad total ofrecida cuando varía el precio del bien.
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Figura 4.6
Desplazamientos de la curva de oferta Supongamos que baja el precio del azúcar. ¿Cómo afecta este cambio a la oferta de helado? Como el azúcar es un factor que se utiliza para producir helado, el descenso de su precio aumenta la rentabilidad de la venta de helado, lo cual eleva la oferta de helado: a cualquier precio dado, ahora los vendedores están dispuestos a producir una cantidad mayor. Por lo tanto, la curva de oferta de helado se desplaza hacia la derecha.
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Siempre que varía cualquier determinante de la oferta que no sea el precio, la curva de oferta se desplaza. Como muestra la Figura 4.7, cualquier cambio que eleva la cantidad ofrecida a todos y cada uno de los precios desplaza la curva de oferta hacia la derecha. Asimismo, cualquier cambio que reduce la cantidad ofrecida a todos y cada uno de los precios desplaza la curva de oferta hacia la izquierda. Figura 4.7
La Tabla 4.6 enumera las variables que determinan la cantidad ofrecida en un mercado y el modo en que un cambio de la variable afecta a la curva de oferta. En resumen, la curva de oferta muestra qué ocurre con la cantidad ofrecida de un bien cuando varia su precio, manteniendo constantes todos los demás determinantes de la oferta. Cuando varia uno de estos otros determinantes, la curva de oferta se desplaza. Tabla 4.6 Determinantes de la oferta
LA OFERTA Y LA DEMANDA JUNTAS Una vez analizadas la oferta y la demanda por separado, a continuación las combinamos para ver cómo determinan la cantidad de un bien vendida en un mercado y su precio.
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El equilibrio La Figura 4.8 muestra tanto la curva de oferta del mercado como la curva de demanda del mercado. Obsérvese que hay un punto en el que se cortan; este punto se llama equilibrio del mercado. El precio al que se cortan estas dos curvas se llama precio de equilibrio y la cantidad se denomina cantidad de equilibrio. En este caso, el precio de equilibrio es de 2,00$ el helado y la cantidad de equilibrio es de 7 helados. Equilibrio situación en la que la oferta y la demanda se igualan. Precio de equilibrio precio que equilibra la oferta y la demanda. Cantidad de equilibrio cantidad ofrecida y demandada cuando el precio se ha ajustado para equilibrar la oferta y la demanda.
Figura 4.8
Según la definición del diccionario, la palabra equilibrio es la situación en la que diversas fuerzas se compensan mutuamente; esta definición también describe el equilibrio de un mercado. Al precio de equilibrio, la cantidad del bien que las compradores quieren y pueden comprar es exactamente igual a la cantidad que las vendedores quieren y pueden vender. El precio de equilibrio se llama a veces precia que vacía el mercado porque a este precio todos los agentes del mercado están satisfechos: los compradores han comprado todo lo que querían comprar y los vendedores han vendido todo lo que querían vender. Las acciones de los compradores y los vendedores llevan de forma natural a los mercados hacia el equilibrio de la oferta y la demanda. Para comprender por qué, veamos qué ocurre cuando el precio de mercado no es igual al de equilibrio. Supongamos primero que es superior al de equilibrio, como en el panel (a) de la Figura 4.9. A un precio de 2,50$ cada helado, la cantidad ofrecida del bien (10 helados) es superior a la demandada (4 helados). Hay un excedente del bien: los oferentes no son capaces de vender todo lo que desean al precio vigente. Esta situación se llama exceso
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de oferta. Cuando hay un exceso de oferta en el mercado de helado, por ejemplo, los vendedores de helado observan que sus congeladores están cada vez más llenos de helado que les gustaría vender, pero no pueden. Exceso de oferta: Situación en la que la cantidad ofrecida es mayor que la demanda.
Responden al exceso de oferta bajando sus precios. Éstos continúan bajando hasta que el mercado alcanza el equilibrio. Supongamos ahora que el precio de mercado es inferior al de equilibrio, como en el panel (b) de la Figura 4.9. En este caso, el precio es de 1,50$ el helado y la cantidad demandada del bien es superior a la ofrecida. Hay una escasez del bien: los demandantes no pueden comprar todo lo que quieren al precio vigente. Esta situación se denomina exceso de demanda. Por ejemplo, cuando hay un exceso de demanda en el mercado de helado, los compradores tienen que hacer largas colas para poder comprar los pocos helados que hay. Cuando hay demasiados compradores a la caza de demasiados pocos bienes, los vendedores pueden responder al exceso de demanda subiendo sus precios sin perder ventas. Cuando suben los precios, el mercado se traslada de nuevo al equilibrio. Exceso de demanda: situación en la que la cantidad de demanda es mayor que la ofrecida.
Figura 4.9
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Por lo tanto, las actividades de los numerosos compradores y vendedores llevan al precio de mercado hacia el precio de equilibrio. Una vez que el mercado alcanza su equilibrio, todos los compradores y los vendedores están satisfechos y no existen presiones al alza o a la baja sobre el precio. El tiempo que tardan los mercados en alcanzar el equilibrio varía de unos a otros, dependiendo del ritmo al que se ajusten los precios. Sin embargo, en la mayoría de los libres mercados los excedentes y las escaseces sólo son temporales porque los precios acaban trasladándose a sus niveles de equilibrio. De hecho, este fenómeno es tan general que a veces se denomina ley de la oferta y la demanda: el precio de un bien se ajusta para equilibrar su oferta y su demanda. Ley de la oferta y la demanda. Ley que establece que el precio de un bien se ajusta para equilibrar su oferta y su demanda
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Autor: José Paschoal Rossetti Obra: introducción a la Economía Tema: “Los sistemas socialistas de estado y la dinámica de la planificación global” Páginas: 289-309
CAPÍTULO 13 LOS SISTEMAS SOCIALISTAS DE ESTADO Y LA DINÁMICA DE LA PLANIFICACIÓN GLOBAL En este capítulo examinaremos la dinámica de la planificación global. Inicialmente vamos a analizar las relaciones de ese sistema con las doctrinas socialistas desarrolladas en el siglo XIX. Luego estudiaremos la evolución del centralismo económico en la ex-URSS y en otras dos economías que adoptaron el modelo colectivista de la posguerra, una del este de Europa, Yugoslavia, y otra no europea, China continental, con el propósito de tener una visión histórica de tres modelos básicos de socialismo, así como de los cambios recientes a que han sido sometidos. 13.1 LA CRÍTICA SOCIALISTA Y LA PLANIFICACIÓN DE ACTIVIDADES La planificación global se desarrolló en el presente siglo a partir del momento en que los revolucionarios de 1917 se enfrentaron a los problemas prácticos relacionados con la construcción de un nuevo orden económico en la ex-URSS, inspirado en las doctrinas socialistas del siglo XIX y opuesto a las clásicas instrucciones de liberalismo. Aunque a pesar de que esa forma de organización de actividades está directamente ligada a las doctrinas socialistas, son raras las referencias explícitas a los propósitos prácticos de la planificación en las obras de los primeros pensadores Socialistas, así como en los escritos de Marx y Engels. Los franceses Como Babeuf, Blanc y Proudhon elogiaron los sistemas nacionales de cooperativas de trabajo, mientras que Fourier propuso la organización de comunidades autosuficientes cuya producción sería repartida equitativamente entre la colectividad. Entre los socialistas ingleses Como Owen, Gray, Thornpson y Hall lo más común es encontrar referencias de ciertos tipos de organización que eliminarían la competitividad, el autointerés, así como la moneda, por medio de la socialización integral de la actividad económica. Por otra parte, como señala Lange, “los fundadores del socialismo científico, Marx y Engels, dedicaron todos sus esfuerzos al análisis de la economía capitalista y sólo hicieron unas cuantas observaciones muy generalizadas sobre la economía socialista. Por cuestiones de principio, se negaron a examinar el problema más
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detalladamente, tal vez por temor a que sus escritos recibieran el título de utopías”. Además, corno reflexiona Bobrowski, es igualmente difícil encontrar en las obras de Marx referencias relacionadas con la planificación. En el final del primer libro de su Das Kapital (1867), Marx advirtió que se rehusó a formular recetas para las organizaciones sociales del futuro. Lo que los socialistas deseaban explícitamente era la eliminación de la propiedad privada de los medios de Producción. El móvil predominante de la actividad sería la supresión de las necesidades de la colectividad y el no lucro, institución básica del capitalismo. La desigualdad en la repartición de la riqueza, se atenuaría sensiblemente por medio de la eliminación de rentas de propiedad y, según creían, una vez “desaparecido el patrón capitalista, el obrero trabajaría libremente, en lugar de estar bajo la mano dura y tantas veces arbitraria de la autoridad”. Con tales expectativas, los escritores socialistas no visualizaban los rigores de la planificación global. Todos, en cierta forma, subestimaban los problemas prácticos que gravemente surgían para la eliminación de las instituciones económicas tradicionales del liberalismo. Aún después de los primeros años de la revolución socialista soviética, Lenin enfrentó los problemas prácticos surgidos de la construcción de un nuevo orden social y económico, y no tuvo otra opción que establecer las bases de una organización altamente centralizada, según la cual la economía sería dirigida por medio de una planificación integral de todas las tareas relacionadas con la solución de las cuestiones económicas fundamentales. Surgieron entonces los primeros estudios sobre la planificación global de actividades, desarrollados por Gusov, Perobrazhenk y Bukharin, mientras que otros autores se dedicaron a los aspectos sectoriales: Krennikov y Gartvan, del sector industrial; Kondratev y Oganovski, del agropecuario; Neopikanov del de transportes y otros servicios básicos. Según esos autores, una vez eliminada la propiedad privada de los medios de producción, convendría al Estado la tarea de dirigir centralmente las unidades productoras. Los organismos de planificación establecerían planes globales y sectoriales y cuidarían del control de su ejecución. Los problemas relativos a la inversión, a la distribución regional y sectorial de los recursos, a la fijación de los objetivos que se habrían de alcanzar, a los sistemas de distribución de la renta social, al establecimiento de estructuras económicas y al ritmo de actividades, serían competencia de las agencias de planificación. Por último, una vez socializadas integralmente las actividades y evitadas las relaciones concurrentes entre las unidades de producción, la fijación de precios se constituiría también en tarea de responsabilidad de los organismos estatales. La planificación global de las actividades, incluida una compleja problemática económica, desde la determinación de los objetivos macroeconómicos que se habrían de alcanzar, hasta el establecimiento de precios para la diversa producción interna, debería estar controlada, a nivel superior, por una Central de Planificación a la que se subordinarían otros organismos del sistema nacional de planificación. Los primeros estudios de la planificación socialista sostienen que para el control integral de la economía, la Central de Planificación y los numerosos organismos subordinados a ella deberían elaborar planes de variada envergadura; desde los de perspectiva para largos periodos, pasando por los quinquenales hasta los pormenorizados planes operacionales. Los primeros se ocuparían de fijar las metas económicas, regionales y sectoriales para periodos de 10 a 15 años, caracterizándose claramente por sus funciones provisionales. Los quinquenales indicarían el conjunto de las medidas prácticas en todas las esferas de la política económica, que asegurarían el
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crecimiento previsto de la economía interna. Los operacionales, formulados para periodos anuales, determinarían en el nivel microeconómico, los procedimientos que deberían ser adoptados por las diversas unidades de producción del sistema, teniendo a la vista las metas físicas fijadas para cada uno de ellos. Esos últimos planes, desarrollados anualmente, serían además conductores de las correcciones o cambios de dirección que la Central de Planificación determinara en función de los planes inicialmente trazados. En la Figura 13-1 se encuentra una representación esquemática de esas propuestas. FIGURA 13-1 Estudio de los planes estatales de las economías colectivistas en la planificación global.
En las economías planificadas globalmente, los planes prospectivos generalmente se ocupan de fijar las directrices del sistema en el largo plazo. Los planes quinquenales tienen objetivos en el mediano plazo y los operacionales, traducidos en cifras anuales de control de economía, determinan detalladamente en el nivel de unidades de producción, las metas de corto plazo.
¿Ese cuadro ideal de la planificación socialista habría sido efectivamente adoptado por la ex-URSS, inmediatamente después de la Revolución de 1917? ¿Habrían sido mantenidas sus características básicas a lo largo de los 70 años de experiencia socialista? ¿Y sobre qué bases se implantaron los sistemas centralistas de los países del este de Europa y de China continental en la segunda posguerra? ¿Cómo evolucionaron? ¿Caminaron en la dirección de un centralismo cada vez más rígido e inflexible o mitigaron el modelo planificador? En fin, ¿cómo se encuentran actualmente? Todas estas preguntas no tienen una respuesta única. Primero porque los modelos de planificación adoptados en la ex-URSS, en los países del este de Europa y en China continental no fueron exactamente iguales en sus objetivos centrales ni en los grados en que se practicó el centralismo democrático. Segundo, porque las formas de intervención de las centrales de planificación también variaron. Se situaron entre el colectivismo centralista extremo (ex-URSS stalinista y China maoista) y la práctica de autogestión (Yugoslavia), contentándose con la adopción de sistemas mixtos colectivistas-liberales que permitían la presencia creciente de la iniciativa privada en el sistema de producción (Hungría). No hubo, por tanto, un sistema único de planificación. En el este de Europa, los sistemas practicados por Hungría, Polonia y Checoslovaquia fueron menos rígidos que los implantados por Alemania Oriental, Bulgaria y Rumania. Yugoslavia cimentó un modelo propio, flexible y más abierto. En el otro extremo Albania, inflexible, siguió el camino de la ortodoxia centralista. En posiciones también ortodoxas y alineadas al marxismo-leninismo extremo, se
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mantuvieron las economías socialistas no europeas de que son ejemplos; en Asia, Corea del Norte; en África, Angola y Mozambique; en América Latina, Cuba. En los 70 años de su experiencia socialista-colectivista la ex-URSS vivió momentos de centralismo inflexible, con frecuentes revisiones de flexibilidad. Sus marchas y contramarchas desembocaron en la glasnost/perestroika de Gorbachov. Siguiendo su desarrollo más de cerca veremos cada uno de esos modelos y sus evoluciones recientes.
13.2 LA PLANIFICACIÓN GLOBAL: LA EXPERIENCIA Y EL MODELO DE LA EX-URSS El fracaso militar del gobierno zarista, la crisis política resultante que se extendió en la ex-URSS en los últimos años de la Primera Guerra Mundial y la resistencia oficial a las reformas económicas fueron los principales factores determinantes de la revolución socialista de octubre de 1917, que sustituyó al gobierno provisional de Kerenski, instalado en febrero de ese año. Después de los primeros años de la revolución socialista, el Comité Revolucionario de Petrogrado buscó eliminar las instituciones básicas del capitalismo e instalar un nuevo orden económico, político y social, a partir de la apropiación estatal de los medios de producción y de la centralización del poder económico por un Consejo Supremo. Para formarnos una idea de cómo evolucionó a partir de entonces la planificación global de la ex-URSS, describiremos algunas características de sus fases más significativas. Los primeros años y la NPE Dos meses después de la revolución de octubre, Lenin (primer dirigente revolucionario del sistema político-económico de la ex-URSS) creó el Consejo Supremo de Economía Nacional o Vesenkha. Reuniendo amplios poderes operacionales, ese organismo promovió la centralización de las decisiones económicas tratando de nacionalizar y estatizar los sectores principales de la economía. El nuevo sistema implantado, subordinado a las directrices establecidas por el Vesenkha, aboliría a partir de entonces los mecanismos indicadores de mercado y del sistema de precios. En su lugar, se fijarían las bases de un nuevo orden económico cuya característica principal sería la planificación global de todas las actividades internas de producción, distribución, consumo e inversión. Los primeros años de esa fase estuvieron marcados por el fracaso. La sustitución de los mecanismos inherentes a la libre iniciativa por un nuevo sistema con base en la planificación global creó, inicialmente, un conjunto de barreras institucionales y psico-sociológicas. De 1917 a 1921 la economía rusa registró severas crisis sectoriales. La producción agrícola mostró una sensible caída y la administración de las industrias basadas en comités obreros no se consideró satisfactoria. “La política de la nacionalización total de las empresas agrícolas, comerciales e industriales -según relata Niveau había creado entre el poder central y la población, graves malentendidos, provocado anarquía, hambre y rebelión. Los precios subieron vertiginosamente mientras la producción se desmoronaba y la moneda, devaluada dejaba de ser un medio normal de cambio. Los pequeños campesino; se sintieron frustrados en la esperanza de acceso a la propiedad individual. Los obreros incidieron en el mismo contrasentido al considerar que las fábricas bajo su control, eran de su propiedad. La carencia de nuevos cuadros
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dirigentes y la pura y simple destrucción de los mecanismos de mercado condujeron, por tanto, al caos económico. Los mecanismos de sustitución no pudieron ponerse inmediatamente en acción, entre otras razones por tratarse de una experiencia sin precedentes históricos: el funcionamiento de un sistema colectivista centralmente planificado”. El fracaso de los primeros años condujo a Lenin a llevar a cabo profundas modificaciones en la economía, por medio de la redefinición de las directrices estatizantes establecidas inicialmente. Los cambios introducidos recibieron la denominación general de Nueva Política Económica (NPE), cuya característica básica era una especie de retorno a las instituciones capitalistas. El objetivo esencial de ese retroceso era la reanimación de la actividad económica, seriamente respaldada por los procesos revolucionarios implantados originalmente. Con vistas a esta finalidad, la NPE restituyó a la iniciativa privada un amplio campo de acción, llegando así mismo a admitir procedimientos que estimularan el interés personal. La libertad del comercio sería restablecida para la mayor parte de los sectores económicos, permitiéndose también la propiedad y la empresa privadas para la agricultura, tanto para la pequeña como para la mediana industria urbana. Con la tolerancia del comercio privado serían restablecidas las bases del sistema de mercado, a partir de lo cual se fijarían los precios en función de los mecanismos de oferta y demanda. A pesar de haber sido creada en ese año la Comisión Estatal de Planificación General (Gosplan) para operar al lado del Vesenkha, con la tarea de realizar estudios en el largo plazo con miras a una futura planificación integral de actividades, el hecho es que se descentralizaron las decisiones económicas bajo las nuevas determinaciones de la NPE. Era transitorio, mientras tanto, ese cambio de orientación. En realidad, el retroceso tuvo el fin específico de reanimar el sistema, mientras las centrales de planificación no concluyeran los estudios técnicos de implantación del régimen colectivista de dirección central. La era de los planes quinquenales Con la reanimación del sistema y con la disponibilidad de planes técnicamente elaborados para una estatización y colectivización del sistema, a partir de 1924 se desvanecieron las tentativas de descentralización y supresión del poder absoluto del Estado, lanzadas por Lenin a través del NPE. En ese año, con la desaparición de su dirigente se reforzaron definitivamente las ideas favorables a la planificación global. El Vesenkha retoma sus poderes operacionales y el Gosplan intensifica sus estudios prospectivos, con miras a la preparación e implantación de los primeros grandes planes sectoriales. Se elabora para la industria pesada un plan de desarrollo para el periodo 19241928. En 1925 surge el primer plan global para la colectivización de la agricultura y en 1926 se publica un plan general para las operaciones financieras internas. En ese último año surgen los primeros planes globales, todavía anuales, denominados Cifras de Control de Economía Nacional, y en 1928, 11 años después de haber sido implantado el sistema socialista, fue elaborado el primer Plan Quinquenal. Publicado en septiembre de ese año, el plan establecía metas para el quinquenio 19281932. El segundo y el tercer Planes Quinquenales vinieron luego para los periodos 1933-1938 y 1938-1943. La era de los Planes Quinquenales ponía fin a la NPE y la economía soviética, que alcanzaba entonces altos grados de colectivización y centralización, fue efectivamente controlada por el Vesenkha.
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El Vesenkha, organismo superior del sistema nacional de planificación, era asesorado por ministerios que se dedicaban a la elaboración de planes sectoriales. En 1932 había tres de esos ministerios, que se fueron subdividiendo al paso de los años y llegaron a 32 en la época de la Segunda Guerra Mundial. Operando a través de esa organización ministerial, Stalin (que asumió el control del sistema después de la muerte de Lenin) promovió el control global de la economía, colectivizó la agricultura y construyó un sistema central para la dirección de la industria y el comercio. La planificación global tomó entonces su forma definitiva al abarcar también el sector bancario, por medio del Gosplan y de los bancos estatales de inversión para la industria, la agricultura y el comercio. Durante todo el periodo de esos primeros Planes Quinquenales, la economía soviética conoció varios grados de centralización y de rigor operacional. Permaneció sin cambios, por lo menos durante los tres primeros planes, el objetivo de promover esencialmente el desarrollo de la industria pesada y de la infraestructura económica. Las actividades dirigidas al consumo eran menos significativas. “En esta transición -como aclara Lajugie- la moneda desempeñó, en el establecimiento de los objetivos de los planes centrales, un papel de segunda importancia. Los productos se distribuyen entre los consumidores mediante tarjetas de racionamiento. No sólo se determina la parte de la actividad social de producción que pertenece a cada quien, como aún indica la central de abastecimiento a la que se debe dirigir, y los diferentes precios se fijan autoritariamente. Con esos primeros planes se eliminaron, por tanto, las funciones básicas de mercado”. El criterio de firmes inversiones en áreas de base y reducción de consumo al mínimo admisible sólo fue menos riguroso al inicio del tercer Plan Quinquenal. Se esbozó a partir de entonces un mercado incipiente y, aunque limitadamente, se restableció el poder de opción del consumidor. Sin embargo, los rigores de la Segunda Guerra Mundial impidieron la continuidad de dicha tendencia. Durante la posguerra se elaboró el cuarto Plan Quinquenal para el periodo 19461950. La contención del consumo permaneció no sólo en razón de continuidad de los objetivos de implantación de infraestructura, sino para hacer posible la aceleración de las obras de reconstrucción y reequipamiento del sistema. Esos objetivos permanecieron sin cambio durante el quinto Plan Quinquenal, en el periodo 1951-1955. En ese documento las actividades básicas se mantenían estimuladas, aunque algunas industrias ligeras (como la textil) recibieran un volumen de inversión un poco más significativo que en los planes anteriores. La idea subyacente en un sistema de ese tipo “encierra la pretensión -como señalan Cornejo e Iturrioz- de alcanzar una sociedad organizada científicamente, sin concesiones a los deseos, veleidades y caprichos de los habitantes, pero sí de acuerdo con las concepciones de sus gobernantes y planificadores. Los que dirigen la economía se proclaman intérpretes de las aspiraciones de la colectividad y de las necesidades sociales. Parten de la premisa de que la libre iniciativa conduce al desperdicio en la escala social, aunque pueda maximizar los intereses privados de las empresas. Los intereses colectivos, según los dirigentes de los sistemas socialistas del Estado, se sitúan más bien en centrales de planificación que por medio de mercados libres, aunque esa concepción implica el riesgo de subordinar por entero las aspiraciones de la sociedad a las opciones de los asesores técnicos del gobierno. Además, la planificación integral al destruir la ansiedad de lucro y de competencia, elimina las motivaciones para la reducción de costos y mejoramiento de los productos”. Al lado de esas consideraciones existe aún la cuestión de la burocratización del sistema, incompatible con la deseada expansión de la productividad y de equipamiento
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económico. Cuando son excesivamente centralizados, los mecanismos de la planificación reducen los grados de eficacia del sistema económico. Las posibles ventajas resultantes de opciones socialmente justificables se pierden con los posibles impedimentos operacionales de la implantación de los planes. Debido a tales razones, serían internamente contestadas en la década de los cincuenta las virtudes de la planeación global. Y como resultado se operaron nuevos cambios en el sistema nacional de planificación. El debate en tomo de ellos obtuvo mayor consistencia después de la muerte de Stalin en 1953. A partir de entonces se inició una nueva experiencia histórica, políticamente conocida como periodo de desestalinización. La desestalinización del sistema En 1956 Kruschev (que asumió el mando del sistema soviético después del periodo de Stalin) anunció el inicio de un proceso de desestalinización de la economía: no un regreso a los tiempos de la NPE, sino una búsqueda de mayor descentralización de las decisiones. Los cambios enfocaban el fin del sistema ministerial. Y había, como señala A. Nove, “suficientes motivos económicos para las nuevas modificaciones. Cada ministerio industrial mostraba marcadas tendencias a tornarse en un imperio económico independiente, no había autoridad responsable de la planificación regional y la concentración de autoridad en Moscú, sobre empresas esparcidas por todo el país, causaba retrasos burocráticos en el ajuste de muchas cuestiones cotidianas que invariablemente surgen”. Anunciadas en 1956, las reformas se concretaron en 1957, a la terminación del sistema ministerial. El Gosplan, que hasta entonces se dedicaba a la elaboración de planes y análisis prospectivos, se transformó en un organismo central del sistema nacional de planificación. Sus atribuciones fueron determinadas por un decreto publicado en ese último año y desde entonces le correspondió el estudio permanente de las necesidades económicas nacionales, la preparación de planes de corto y largo plazos para la economía interna y la ejecución de la política descentralizada para el desarrollo de los sectores claves de la economía, la distribución regional de los recursos y la adopción de normas que aseguraran la integral disciplina estatal en las entregas de la producción industrial. Las reformas introducidas en el sistema nacional de planificación económica se esquematizan en la Figura 13-2. Durante la vigencia del sistema ministerial (a), el Vesenkha ocupaba la posición de un organismo de mando y de centralización. Todo el proceso de elaboración, implantación y control de los rígidos planes económicos nacionales se desarrollaba bajo la orientación centralizada de ese Consejo Supremo. El Gosplan, durante la vigencia del sistema ministerial, se comportaba como un organismo de asesoría, cuidando de la preparación de proyectos de gran envergadura, de estudios prospectivos y de análisis globales y sectoriales del desempeño de la economía, suministrando igualmente al Vesenkha bases técnicas y estadísticas para las actividades de planificación. Al Vesenkha se subordinaban los ministerios (M1,..., Mk,..., Mn) y a cada uno de éstos, enfocado fundamentalmente hacia determinado sector de actividad económica, se subordinaban las respectivas industrias. Con base en esa organización, la dirección del proceso de planificación, seguía las líneas jerárquicas de un mando inflexible de arriba hacia abajo. Los planes y los detalles de su ejecución provenían del Vesenkha. Eran impuestos obligatoriamente a cada ministerio y a partir de allí se distribuían a cada industria. En el caso de error u omisión, las correcciones necesarias se encaminaban en dirección opuesta; se consultaban obligatoriamente los niveles
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superiores y al final se canalizaba al Vesenkha toda la información de las distorsiones sucedidas. En ese organismo centralizado se efectuaban las correcciones. Éstas regresaban a las industrias siguiendo de nuevo todo el compleja y largo proceso de la burocracia. Las dificultades burocráticas creadas por el sistema ministerial surgían sobre todo cuando sucedía la ejecución e implantación de los dos últimos Planes Quinquenales, lo que reducía sensiblemente la eficiencia del sistema económico. Para la corrección de los vicios existentes en 1957 se modificaron, las bases organizacionales de planificación. El sistema ministerial se desarticuló, suprimiéndose el Vesenkha. El Gosplan se reorganizó y se reestructuró para colocarse en el centro de una nueva sistemática de planificación económica, cuyas bases principales serían los sounarkhozes (Consejos económicos regionales). FIGURA 13-2 Diferencias fundamentales entre los sistemas ministerial y sovnarkhoz.
El sistema sounarkhoz (b) permitió la descentralización de los ejes de decisión. Se crearon 107 Consejos económicos regionales, establecidos en regiones con características geoeconómicas diferentes. Su misión era elaborar y ejecutar planes de producción en el interior de cada región, accionando directamente las industrias y las respectivas empresas instaladas en su jurisdicción. El organismo central cuidaría sólo de las directrices globales de la economía, de la planificación en el largo plazo y de la conformación de los objetivos nacionales máximos. Las cifras globales esperadas, así como la distribución de las inversiones, eran comunicadas a los sounarkhozes, que luego procedían a una planificación más
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pormenorizada, con base en las proposiciones de las mismas industrias. Esta planificación llegaba al Gosplan para su consolidación y sus ajustes cuando fueran necesarios. Esa nueva sistemática implicó, por tanto, un cambio radical de dirección. Los centros de decisión se establecieron en la periferia del sistema. El organismo central cuidaría mucho más de supervisar las acciones de la jurisdicción de los organismos regionales, que de establecer planes y proyectos detallados para cada una de las unidades de producción de la economía nacional. De acuerdo con ese nuevo sistema se desarrollaron el sexto Plan Quinquenal, para el periodo 1956-1961, y el séptimo Plan para el periodo septenal 1961-1970. Esos dos últimos planes, además de haber transferido la espina dorsal de la planificación y el eje de decisión de la economía de los ministerios hacia las regiones, estimularon la producción de bienes de consumo, que alcanzaron niveles superiores a los registrados desde 1917. En ese mismo periodo también habían sido lanzadas las semillas de un sistema híbrido: el socialismo del mercado dirigido por la demanda del consumidor. Según la nueva orientación que a partir de entonces se deseaba imprimir, los medios de producción continuarían perteneciendo a la sociedad, pero la distribución de los recursos y la producción de la industria ligera dejarían de ser determinadas por una agencia central de planificación. Tales cambios se iniciaron en 1962 cuando Yesei G. Liberman, de la Universidad de Kharkov, sugirió al gobierno central, en un artículo publicado en el periódico Pravda, la adopción de la política descentralizada y el recurso de estímulos propios de las economías liberales. En 1964 se inició esta experiencia y en 1965 se extendió a 400 fábricas, en relación con las que organismos gubernamentales retenían poderes suficientes para la fijación de precios y de tasas salariales. Los dirigentes de las fábricas obtuvieron mayor autonomía y el lucro sustituyó el volumen físico de la producción corno indicador básico de eficiencia. El camino de nuevos cambios A pesar del vigor con que fueron implantadas y de la rapidez con que se extendieron a varios sectores y unidades de producción de la economía soviética, las reformas sugeridas por Liberman no llegaron a sustituir por completo el sistema de planificación central. El liberalismo, asociado al sistema de Sovnarkhoz, promovió la clara descentralización de las decisiones económicas. Pero el Gosplan, como central de planificación, no se apartó enteramente del mando y la dirección de la economía. La propiedad colectiva de los medios de producción en algún momento había sido sustituida por la propiedad privada y por la libre iniciativa. La esencia y la profundidad de las reformas iniciadas en 1957 aún tenían nuevos rumbos y no llegaron a modificar las bases ideológicas del sistema ni a eliminar todas las herencias históricas del stalinismo. La fuerza de esos legados, al término del periodo comprendido por el séptimo Plan, promovió nuevos cambios radicales. Se abandonaron las tendencias radicales. El Estado volvería a controlar más de cerca las actividades internas de producción. La planificación centralizada desempeñó un papel preponderante en la distribución de recursos humanos, materiales y fondos monetarios entre las necesidades competitivas de economía. El mercado, como centro de orientación de los procesos económicos, volvió a ser sustituido por la administración descentralizada. Se suprimieron los Consejos económicos regionales y se restableció la planificación por sectores. La resistencia de la burocracia central había vencido las tendencias liberales, sugeridas por Liberman. Y el octavo plan quinquenal para el periodo 1966-1970 sería un marco de retroacción. Sin embargo, las técnicas de planificación habían sido perfeccionadas;
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ese último plan se formuló por entero por la central de planificación y las industrias básicas volvieron a ser privilegiadas. El nuevo plan quinquenal para 1971-1975 se implantó a partir de esa misma línea operacional, no obstante que había sido el primer plan en proyectar una tasa de crecimiento más elevada para la industria ligera que para la industria pesada. El décimo y el decimoprimero Plan Quinquenal, para 1976-1980, 1981-1985, mantendrían la prioridad de la industria ligera, duplicando los programas de producción de algunos bienes de consumo de uso duradero. Estas nuevas directrices fueron la respuesta a las exigencias sociales ejercidas a través de presiones de demanda, por lo general manifestadas en mercados paralelos. El rigor de los postulados técnicos de centralización fue suavizado por la capacidad orientadora de mercado. Como dijeron en 1980 dos renombrados analistas del sistema soviético, “las extensas filas, la limitada capacidad de elección y la mala calidad de los productos forman parte de la vida del consumidor y todo parece indicar que no habrá una transformación considerable en lo que toca a las fuerzas de oferta y demanda en cuanto éstas no actuaran más activamente en la determinación de aquello que se produce”. Al término del plan de 1981-1985, la planificación en la URSS sufrió un duro golpe lanzado por la glasnost (apertura) y la perestroika (reestructuración) anunciadas por Mikhail Gorbachev. En su libro Perestroika: nuevas ideas para mi país y el mundo, lanzado simultáneamente en todo el mundo, Gorbachev confesó: “La situación que surgió en nuestro país en la década de los ochenta hizo la perestroika necesaria e inevitable. El país comenzó a perder impulso. Los fracasos económicos se hicieron más frecuentes. Surgió una especie de freno que afectaba todo el desarrollo económico y social. La mejoría del nivel de vida venía disminuyendo y había dificultades en el abastecimiento de alimentos, habitaciones, bienes de consumo y servicios. Y se inició también una erosión gradual de valores morales e ideológicos”. Las reformas entonces desencadenadas se propusieron para restablecer mecanismos descentralizados de coordinación económica y para democratizar las relaciones sociales, restablecer el espíritu creativo y ampliar los grados de independencia de empresas y asociaciones.
13.3 OTROS DOS MODELOS DE SOCIALISMO DE ESTADO: YUGOSLAVIA Y CHINA En la segunda posguerra, las reformas liberales de transición de los años ochenta a noventa Yugoslavia, en el este de Europa y China continental en Asia, practicaron dos modelos diferentes de socialismo centralista. El yugoslavo, más abierto y flexible; y el chino, cerrado e inflexible. El modelo yugoslavo contrarió, en sus aspectos operacionales, la ortodoxia marxista-leninista al sustituir el centralismo decisivo por la descentralización y planificación global, por una mezcla de orientación central y auto administración de empresas. En seguida el modelo chino se alineó tanto en sus bases doctrinarias como en su formato operacional, al centralismo colectivista. El stalinismo y el maoísmo se revelaron alineados en sus trazos esenciales: a) propiedad colectivizada de los medios de producción, sin concesiones a cualquier forma de libertad de emprendimiento. b) iniciativas empresariales limitadas a la acción del Estado; e) centralización de decisiones sobre la generación de PIB (Producto Interno Bruto) y sobre las estructuras de producción y apropiación de rentas y d) economía planificada centralmente. A continuación profundizaremos en esas dos diferentes experiencias históricas.
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Autoadministración: base del modelo yugoslavo El modelo yugoslavo se caracterizó desde su nacimiento como una experiencia histórica diferente, fundada en los principios de descentralización y autoadministración, ambos dirigidos en el sentido de apartar el Estado de la conducción central de la actividad económica. No obstante que mantuvo, como economía incorporada a la “Cortina de hierro”, algunos de los rasgos característicos del modelo socialista de que es ejemplo la colectivización de la propiedad, el modelo yugoslavo se anticipó a los cambios flexibles que las economías del este de Europa practicaron al final de los años ochenta, abriendo espacio a la contrarrevolución de los años noventa. El régimen colectivista de Yugoslavia enfrentó, en su implantación, una serie de confrontaciones contra oposiciones internas y externas, vencidas por Tito, jefe militar de la posguerra. La lucha se dio inicialmente en una forma de guerri1la altamente organizada y bien llevada a cabo, contra los alemanes, desde su conquista en 1944. Luego asumió forma de guerra civil. El dirigente victorioso y héroe militar no deseaba someterse al sistema soviético stalinista, en relación con el cual se desalineó, rompió con él en junio de 1948 y dio inicio a un proceso de descentralización en la economía y de implantación, en 1952, de criterios típicos de sistemas de mercado. El sistema económico característico que Yugoslavia desarrolló en los primeros años de la década de 1950, después de muchas tentativas y errores, se enfocó a un grado relativamente elevado de descentralización de actividad económica como medio de combatir la burocratización y de conceder a los agentes económicos la oportunidad de coparticipar en procesos de decisión y de elección, no obstante bajo directrices de tendencia socialista. En particular, según Lipsey-Steiner, “los yugoslavos tratan de evitar tres aspectos de la experiencia soviética: primero, las ineficiencias y desastres resultantes de la producción agrícola; segundo, las pequeñas deficiencias de la producción industrial; tercero, la responsabilidad de una planificación extensa y de una administración centralizada, para lo cual faltaba personal adecuadamente capacitado y motivado”. La visión yugoslava del sistema económico socialista ideal contempla, por tanto, tres ingredientes principales: a) propiedad social de los medios de producción; b) una mezcla de mercado y planificación central con énfasis en lo primero, como proceso de un control y coordinación social, y c) autoadministración de los obreros y control sobre la producción. Así, la versión yugoslava de socialismo puede ser descrita como una mezcla de autoadministración de obreros y socialismo de mercado. En relación con el modelo soviético, de acuerdo con Dalton, ocurrieron tres cambios radicales en el modelo yugoslavo: a) la institución de la autoadministración obrera, una variante del socialismo gremial: los obreros y no el gobierno son los propietarios, participan en la elección de funciones necesarias y participan igualmente en las utilidades obtenidas; b) instituyeron el “socialismo de mercado”, con la finalidad de sustituir la planificación centralizada, y c) ampliaron en forma deliberada su comercio exterior con los países del mundo occidental. De acuerdo con este conjunto de diferencias de reordenamiento institucional, Yugoslavia desestimuló la planificación global y el gobierno desencadenó, desde el inicio de la década de los cincuenta, un proceso de derretimiento del Estado, con la clara intención de construir una economía competitiva de mercado, aún conservando la característica fundamental de las economías socialistas: la propiedad colectiva de los medios de producción. Como señala Hoover, el motivo de los cambios era la construcción de una especie de capitalismo sin accionistas individuales.
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Con ese objetivo, el Estado transfirió a los obreros la administración de las unidades de producción, para que fueran controladas por comités de administración electos por consejos sociales, constituidos por un tercio de los trabajadores de cada empresa. Los comités administrativos como organismos de autoadministración empresarial dejarían de recibir de la Central de planificación los objetivos por cumplir. El Estado establecería sólo las metas vitales de la economía, como la fijación de tasas de crecimiento globales, la relación entre consumo y acumulación, el destino de fondos de inversión y la regulación de la distribución del producto. En ese sentido, la iniciativa empresarial seria estimulada y el sistema de haciendas colectivas se sustituiría por pequeñas propiedades agrícolas, a las que tampoco se les fijarían metas rígidas, a no ser en casos especiales de producción de materias primas para el sector industrial. El Estado yugoslavo se mantuvo en una posición de regulador y coordinador del crecimiento económico, cuidando sobre todo de la definición de los niveles de aumento y de inversión, y programando las aplicaciones en los sectores clave del sistema. Las empresas aún de propiedad estatal, tuvieron autonomía para decisiones administrativas, técnicas, de producción y de canalización de los resultados obtenidos. Estos eran redistribuidos a los obreros o destinados a diversos fondos de reinversión de las empresas. La decisión relativa a las partidas para cada una de esas dos finalidades era privativa de los comités administrativos. El Estado suspendió poderes sólo fiscalistas, apropiándose de una tasa-patrón incidente sobre los resultados difíciles. Esa tasa, finalmente, restituía el propio sistema empresarial, por ser la base de la constitución de los fondos estatales de inversiones básicas. Esa separación del Estado en el modelo yugoslavo no quedó solamente en el plan de regulación de actividad económica urbano-industrial, sino que se extendió a la estructura de propiedad de la superficie cultivable. En el transcurso del incierto comportamiento de las empresas agrícolas estatales-colectivizadas el modelo yugoslavo admitió, sobre todo a partir del Plan Quinquenal de 1961-1965, propiedad privada en el medio rural. En los años setenta las haciendas estatales ocupaban cerca de un 15% del área cultivable. El restante 85% estaba constituido por una estructura minifundiaria privada, cuya área media era de alrededor de cinco hectáreas. De estos minifundios provenía un 70% de la economía de la producción agrícola. En el propio medio urbano, al lado de las empresas estatales-colectivas cuyos recursos eran administrados con base en el sistema de autoadministración, subsistía la pequeña empresa de propiedad privada. La iniciativa de establecimientos que emplearan un máximo de cinco obreros, era libre. La coexistencia de esa estructura de propiedad y de administración con el modelo de socialismo de Estado se aseguró debido al estrecho régimen de consultas y de información entre los diferentes peldaños del sistema. Evidentemente, hubo discordancias técnicas, así como de directrices. Al comprobar su existencia, el Estado asumía la posición de un centro de regulación, para alejarse después de la corrección del error y mantenerse en la posición de un organismo destinado a asegurar el equilibrio global de la economía, a dirigir los rumbos de su crecimiento y a decidir sobre la estructura de la oferta global. Las empresas se otorgaban un grado de autonomía que las aproximaba a un modelo estructuralmente competitivo. Muchas de sus decisiones, referentes a productos y procesos se adoptaban con base en las indicaciones señaladas por el mercado. Sólo en casos especiales el Estado fijaba precios. Pero la estructura de los precios se movía bajo la influencia de las fuerzas del mercado. China: de la centralización a la apertura
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China se volvió una economía colectivista de planificación centralizada cuatro años después que hubo terminado la Segunda Guerra Mundial, después de 100 años de colonización parcial por parte de las potencias occidentales y más de 50 años de inestabilidad política. La conversión del sistema a la ideología socialista bajo el control centralizado del Estado ocurrió con la renuncia del gobierno de Chiang Kai-Shek en 1949. Con su huida a Taiwán junto con las tropas que lo apoyaban, se constituyó la República Popular de China, dirigida por Mao Tsé-Tung y por el primer ministro Chou En-Lai. Inicialmente se implantó un modelo centralizado, según el patrón con el que la ex-URSS fue precursora. Los rasgos principales eran los siguientes: a) el gobierno como propietario de los principales medios de producción; b) la adopción de la planificación central por medio de planes sectoriales, que posteriormente serían adicionados en un único plan quinquenal, y c) la colectivización de la agricultura. En los primeros momentos de la implantación del sistema colectivista, los chinos adoptaron la técnica soviética (en que se basaron los tres primeros planes del periodo stalinista) de planificación integral de las actividades económicas. Como en la economía rusa, se concedió total prioridad a las industrias básicas y a la infraestructura económica. La rigidez de la planificación global fue empleada desde 1950, algunos meses después de la instalación de la República Popular. El primer plan elaborado para el trienio 1950-1953 demostró la disposición del gobierno chino para controlar, desde el centro y minuciosamente, toda la actividad económica. Terminado el periodo del primer plan trienal, China Popular se inclinó hacia la planificación quinquenal. Su primer Plan Quinquenal se estableció para el periodo 1953-1957. Con el segundo plan para 1958-1963 se inauguró en China la era de los planes de largo alcance, para lapsos no inferiores a siete años. A lo largo de todo ese periodo, el sistema de planificación adoptado por la China Popular abarcó toda la actividad económica interna. El plan global, elaborado por una Central de planificación, establecía los objetivos de producción y la relación entre el consumo global y la tasa de crecimiento del sistema; separaba (regional y sectorialmente) las inversiones previstas y establecía las metas que deberían alcanzar las unidades del aparato productivo interno. Además, los planes en China determinaban los pormenores de la repartición del producto y las tasas de remuneración de los factores, fijando los precios que las unidades productivas deberían considerar. Para llegar a tales pormenores, la Central de planificación recibía planes parciales de diversas unidades periféricas, para entonces revisarse y consolidarse. El plan consolidado minimizaba la autonomía empresarial y reflejaba las decisiones de la administración central. Su característica básica era la poca flexibilidad y la rigidez con que se fijaban las metas económicas que se habrían de alcanzar. Este proceso de centralización marcó dos periodos singulares de evolución de colectivismo en China Popular: el periodo del Gran salto hacia adelante, entre 1958-1960, y de la Gran revolución cultural, entre 1966-1969. El Gran salto procuró acelerar la industrialización del periodo anterior al destacar la producción industrial de bienes de producción, y la relacionada con la seguridad nacional adoptó nuevas: formas de estímulos materiales y dio énfasis a la descentralización y a la formación de grandes comunidades agrícolas. Pero esquemáticamente, el Gran salto conllevaba cuatro aspiraciones muy importantes: 1) La obtención de una industrialización más acelerada y el crecimiento del producto a tasas superiores que las obtenidas mediante las técnicas de planificación y organización económica adoptadas por la ex-URSS. 2) El desarrollo simultáneo de la agricultura y la industria evitándose el retraso agrícola. 3) El establecimiento de la igualdad económica y social y la prohibición del surgimiento de
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grupos elitistas conformados por técnicos, gerentes, burócratas y dirigentes partidistas. 4) La autonomía e independencia de todo control externo. La Revolución cultural reafirma el papel de las ideas y las motivaciones del pueblo en la consecución de los objetivos económicos. Fue una tentativa genuina para la eliminación de visibles símbolos de poder, así como de privilegios en la sociedad china. Su objetivo principal era hacer que cada individuo trabajara por la nación en tiempo de paz con el mismo entusiasmo con que lucharía en tiempo de guerra, dedicando su esfuerzo a la construcción de una sociedad igualitaria. Los discípulos de Mao no buscaban sólo crear una nueva conciencia social, sino cambiar la naturaleza de los individuos. El país se volvió una gran escuela de filosofía moral. La Guardia Roja se encargó de bloquear desacuerdos, reprimir disputas ideológicas y encaminar a la readoctrinación a los que no asumieran la conciencia colectiva que la Revolución cultural pretendía homogeneizar. Con la muerte de Mao Tsé-Tung en 1976, el furor del individualismo que la Revolución cultural pretendió sofocar, se manifestó con creciente intensidad. Las disputas y los desacuerdos ideológicos rompieron las barreras de represión hasta entonces mantenidas por la Guardia Roja. A esas manifestaciones se sumaron las dificultades operacionales de la economía, que vinieron a tono para mejorar el cuadro de razones que llevarían a la expurgación de los exponentes del maoísmo ortodoxo. En 1978, con el ascenso al poder de Deng Xiaoping se inició un nuevo proceso revolucionario, enfocado en direcciones no alineadas como las de la Revolución cultural. Sin embargo, no se abandonó por completo la senda del modelo socialista. La fase iniciada en 1978 se caracterizó como liberalizante. Sus principales rasgos fueron los siguientes: 1. Mayor autonomía de las empresas. 2. Mayor flexibilidad en la planificación de la economía. 3. Racionalización del sistema de precios, con mayor atención a las indicaciones de los mercados interno y externo. 4. Estimulación a los procesos de competencia y de sujeción de las empresas a la competitividad, con el objeto de elevar los niveles de eficiencia operacional de la economía y volver a los chinos más prósperos. 5. Aumento de las tasas de participación de tecnología y de capital extranjero en la economía. La liberalización de Deng, en los 10 años subsecuentes a su implantación, produjo resultados económicos significativos. Se extrajo del exterior cerca de 40 billones de dólares estadounidenses para inversiones, de los cuales el 25% adoptaba la forma de capital de riesgo. Diez años después de la apertura, en un solo año (1988) el comercio exterior chino totalizó 100 billones, contra los insignificantes 10 billones totales del último decenio de la Revolución cultural (1967-1977). Con el aspecto liberal de Deng, el PIB de China continental se duplicó en 10 años en el periodo 1979-1988. En el transcurso de esa fase liberalizante, que se evidenció notablemente en las provincias costeras como Jiangsu, Canton y Fujian, bajo la probable influencia del efecto testimonial derivado del éxito de los modelos de T aiwan y Hong Kong, China continental mantuvo aún cierto dualismo ideológico. La flexibilidad del sistema en dirección a una experiencia protocapitalista, de rasgos occidentales, convivió con las señales no retiradas de la administración centralizada y de una fuerte estatización, combinadas con un centralismo político incompatible, monopartidista. El sistema se mantuvo así entre los dos aspectos: el revolucionario y el contrarrevolucionario de Deng.
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En esas condiciones de dualismo ideológico se tornó difícil diferenciar los rasgos distintivos del socialismo chino, después de Mao, que desembocó en el mediano y largo plazos en una forma de organización de actividad económica, progresivamente retirada del centralismo característico del socialismo de Estado. O si son menos profundas desde el punto de vista de revisión doctrinaria, se constituyeron sólo en su primer decenio en un conjunto de medidas pragmáticas y temporales para revelar los niveles del desarrollo de la economía y del producto social. Con el episodio de la Plaza de la Paz Celestial, en junio de 1989, se reforzaron las dudas en cuanto a la apertura liberalizante del modelo chino; los trazos de la revolución maoista no estaban del todo separados de la estructura del poder establecida en China continental. Tal vez quedaron apenas cubiertos. De cualquier forma, debido a la repulsa universal a la represión de libertad y por el desgaste a que el sistema se expuso con los sangrientos episodios de 1989, difícilmente en el largo plazo China continental, con su masa demográfica de 1.1 billón de habitantes, se mantendrá reprimida por el aspecto encubierto de la era de Deng: el centralismo y la rigidez represiva. Causas centrales de las diferencias Aunque rápida, la información que acabamos de proporcionar de dos diferentes modelos de planificación adoptados por Yugoslavia y China: continental, se ha evidenciado que ambos terminaron por alejarse del modelo soviético ortodoxo, debido a sus tendencias liberalizantes. En cierto sentido, a pesar del retroceso chino de 1989, ambos se adelantaron a los rangos dominantes de la glasnost/perestroika. Esas diferencias estructurales existentes entre los modelos de administración económica centralizada se derivan directamente de los distintos grados de crecimiento o del desarrollo que se requiera. A medida que las economías socialistas buscan un crecimiento más acelerado o una mayor eficiencia operacional, la planificación global minuciosa y centralizada, de que fueran ejemplos claros las practicadas en la ex-URSS stalinista y en la China maoista, tienden a ser sustituidas por sistemas más flexibles como los adoptados por Yugoslavia, por la China posmaoísta, y en la transición a los años noventa, por Europa del este como un todo, y por la ex-URSS. Con la promoción del desarrollo, los mecanismos de planificación son dominados por la diversificación de la producción interna y por la creciente complejidad de la actividad económica. Como señala Golob, “La planificación global obtiene mayor éxito en los lugares donde el nivel básico de vida popular es bajo, y las decisiones deben ser adoptadas en lo que se dice respecto a las actividades esenciales, porque los artículos suntuarios son raros o carecen de importancia. La economía planificada es deseable, en la mejor de las hipótesis, para los países pobres que se esfuerzan por crear una industria básica. Cuando es impuesta por decisión política a una nación ya industrializada, en poco tiempo obliga a sus gobernantes a enfrentar la alternativa de mayor planificación y un nivel de vida más bajo y más sencillo o renunciar a la planificación en favor de la riqueza y de la diversificación”. Lapin, Krzheza y Naumova señalan otro aspecto decisivo que también dio origen a los cambios operacionales de las economías colectivistas: la consideración que los diferentes sistemas de planificación dan a la naturaleza humana. “El hombre es un objeto de análisis y de dirección totalmente singular. Como evidenció la práctica de la planificación social, de la cual se convencieron sus teóricos, todo lo que se relaciona con el hombre implica los aspectos más complejos de la planificación. La dirección
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centralizada de la economía tiene que ver, en forma real y directa, con el individuo determinado y con todos los medios educativos, de estímulo y de reglamentación armónica adoptados para influir en su conciencia, conducta y reacciones. Para que los pormenores del hombre no se transformen en obstáculo infranqueable es necesario integrarlos en un esfuerzo social de organización intentado por el poder central”. La administración stalinista y la revolución cultural maoista trataban de modelar un nuevo hombre, en el sentido de una nueva conciencia y de una nueva conducta social. Las reformas a que la ex-URSS y China se sometieron y la contrarrevolución del Este de Europa, en cierta forma anticipadas por la experiencia yugoslava, evidenciaron, como habría previsto Keynes, que “la tarea de modificar la naturaleza humana no debe confundirse con la de administrarla”. Una de las razones más poderosas en los cambios que han sido introducidos en los sistemas colectivistas reside posiblemente en la difícil sustitución de los estímulos resultantes de libertad por las formas autoritarias y centralizadas de conducción de la economía.
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Autor: José Paschoal Rossetti Obra: Introducción a la Economía Tema: “La organización de la actividad económica” Páginas: 279- 288 CAPITULO 12 LA ORGANIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA Examinaremos ahora, en éste y en los tres próximos capítulos, los principios, las estructuras y las dinámicas de los sistemas económicos de mayor relevancia histórica. Centraremos la atención en los sistemas de libre iniciativa empresarial y en los sistemas planificados centralmente. Las raíces históricas de los sistemas apoyados en la libre iniciativa empresarial se encuentran en el pensamiento liberal del siglo XVIII. Desde el punto de vista económico, el liberalismo se cimentó en la convicción de que la libre actuación de las fuerzas de oferta y demanda, la estimulación del lucro y los mecanismos de un mercado perfectamente competitivo, serían capaces de garantizar el orden automático y eficiente de la actividad económica. Semejante convicción llevaría a la supresión de la intervención económica del Estado, jurisdicción nociva para el buen desempeño del régimen de libertad económica. Las propuestas de la organización liberal formuladas en el siglo XVIII sufrieron, por tanto, a pesar de la reconocida capacidad orientadora del sistema de precios, la respuesta de las teorías colectivistas desarrolladas en el siglo XIX, que pretendían exactamente la sustitución de la libre iniciativa y la competencia empresarial por un sistema que fuera totalmente controlado por el Estado. En caso de esta segunda alternativa, las funciones de los precios de mercado y de la libre afluencia serían desdeñados. En su lugar serían implantadas centrales de planificación económica. Evidentemente, esas dos opciones, ahora ya alejadas de circunstancias extremas, constituyen el resultado de un largo ciclo evolutivo que se inició con las conocidas formas primitivas basadas en la tradición y en la autoridad, pasando por la concepción mercantilista y, finalmente, alcanzando el periodo de las revoluciones ideológicas iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII y madurado a lo largo del siglo XIX y primeras décadas del actual. Como hemos señalado, éste y los tres próximos capítulos serán destinados a examinar esa evolución. Comenzaremos por describir las formas primitivas de organización de la actividad económica, la concepción del periodo mercantilista y las ideas desarrolladas por los liberales del siglo XVIII y por los socialistas del siglo XIX. Profundizaremos entonces en las dinámicas de los dos sistemas polarizados, para finalmente descubrir su evolución reciente.
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12.1 TRADICIÓN Y AUTORIDAD: FORMAS PRIMITIVAS DE ORGANIZACIÓN La tradición y la autoridad pueden ser consideradas como las dos bases principales de las formas primitivas de organización de la actividad económica. La tradición como base de organización social, política y económica dominó los sistemas que garantizan la continuidad de su esfuerzo productivo, “trasmitiendo -como observa Heilbroner-las diferentes y necesarias tareas de generación en generación según la costumbre y el hábito: el hijo acompañaba al padre y el sistema tenia continuidad”. En esos sistemas, los escasos recursos disponibles no eran distribuidos de acuerdo con las directrices de una autoridad central. No eran tampoco colocados según las indicaciones del sistema de precios, porque las comunidades que acudían a la tradición para su organización económica no poseían un sistema monetario capaz de soportar el funcionamiento de una preparación productiva guiada por los precios de los recursos movilizados y de los productos obtenidos. La tradición era igualmente la única conductora de la acción económica: los recursos se utilizaban según esquemas que no se modificaban con el transcurso del tiempo. Las ocupaciones se trasmitían tradicionalmente en el refugio de la propia organización familiar, de tal forma que se perpetuaban las fuentes de integración de bienes y servicios necesarios. “En el antiguo Egipto -observó Adam Smith- todo hombre era impuesto por ley, por principio religioso, a seguir la ocupación de su padre; y cometía el sacrilegio más terrible si la cambiaba por otra". Pero también es en Egipto donde se encontraron formas primitivas de organización basadas en la autoridad. Actividades como la construcción de pirámides se desarrollaban a partir de órdenes provenientes de una eficiente organización central, que dominaba igualmente toda la acción económica de la sociedad. En las organizaciones fundamentadas en la tradición, los problemas de organización social y de sobrevivencia económica se solucionaban por el carácter hereditario de las ocupaciones y por la transmisión -de generación a generación- de los principales conocimientos productivos acumulados. Por el contrario, en las organizaciones basadas en la autoridad, esos mismos problemas admitían una solución diferente: era un poder central el que indicaba cómo deberían utilizarse los recursos disponibles, cuáles serian los objetivos principales del sistema y además en que forma se procedería a la distribución del producto obtenido. Los controles centrales dirigían las actividades, que estaban subordinadas a una disciplina autoritaria. En las organizaciones primitivas fundadas en la autoridad -aclara G. A. Steiner“los controles económicos eran extremadamente duros y llegaban a la sociedad en sus menores detalles. El modelo típico era el control central, en grados variables, sobre salarios, precios, costo de servicios profesionales, producción, propiedad y distribución de mercaderías y servicios. Las carreteras, los mercados, las tierras y prácticamente todas las demás facilidades existentes eran posesión, en general, directamente del Estado. Esas autocracias por lo común estaban fundadas en una sanción religiosa para tal dominio y control. Los faraones egipcios, por ejemplo, eran frecuentemente considerados corno los representantes en el mundo de la suprema divinidad”. Ese cuadro general no sufrió modificaciones muy profundas durante la Edad Media. Ya que las unidades feudales promovían la fusión de los principios de autoridad y tradición al principio de protección, el señor feudal mantenía en sus dominios los dos principios que venían orientando de generación en generación el esfuerzo productivo de todos los pueblos, pero a ellos incorporó la mística de la protección: los siervos de los
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señores feudales, así como los arrendatarios de sus dominios, les tributaban importantes porciones del resultado de su trabajo, a cambio de cierta protección, aunque ésta fuera, frecuentemente, mucho más engañosa que real. Los procedimientos y los impuestos que vinculaban a siervos y arrendatarios a los señores feudales de la Europa Occidental no fueron considerablemente modificados sino hasta las vísperas del Renacimiento. Además, el feudalismo y el medievalismo -interpretados económicamente- parecen reunir importantes características que los hacen semejantes. Hasta el siglo XVI, la organización de la producción parece haber permanecido limitada por criterios extremos de localismo y autosuficiencia. La lenta expansión urbana de la Edad Media, iniciada en el siglo XII, no llegó a favorecer considerablemente el desarrollo de las actividades comerciales. La intensidad de los cambios permaneció débil; la economía feudal, así como la de los más importantes centros urbanos de la Edad Media, parecía prácticamente completa en sí misma. No había suficientes estímulos para que la producción se ampliara más allá de las necesidades locales. Las dificultades de transporte, las malas condiciones de las rutas terrestres, la inexistencia de patrones internacionales de peso, medidas y monedas, constituían los principales elementos de retardo en la eficiencia económica y en la motivación para la expansión de la industria y el comercio. Fue hasta las vísperas del Renacimiento cuando ese contexto general sufriría modificaciones considerables, acondicionando la aparición de una verdadera revolución económica. El extremo localismo que caracterizó a la saciedad feudal comenzó a ser abatido durante los siglos XV y XVI por la búsqueda de nuevas rutas comerciales. Paralelamente, mercaderes, artesanos, manipuladores de trueque de moneda y hombres de negocios obtuvieron nuevos estatus en la sociedad. Sus actividades recibieron el reconocimiento general, al mismo tiempo en que se estimuló la acumulación de capitales al valorizarse las tareas vinculadas con la promoción del progreso económico y al adquirir nuevo valor las ya descubiertas, así como los nuevos procedimientos tecnológicos. Lógicamente, la organización de la actividad económica sufrió el efecto de tales cambios. Los principios de tradición, de autoridad y de protección cedieron lugar a nuevas concepciones, desarrolladas entonces a la sombra de los ideales mercantiles. 12.2 LA CONCEPCIÓN MERCANTILISTA: El ESTADO COMO AGENTE CENTRAL Aún sin confiar en el papel regulador del sistema de precios y en la capacidad orientadora de mercado, la organización de actividades en el periodo comprendido entre el siglo XVI y la revolución liberal de la segunda mitad del siglo XVIII se basó en la fuerte intervención económica del Estado. El proteccionismo, restriccionismo, concesión de subsidios a las actividades industriales y desaliento a las importaciones, así como la publicación de reglamentos para prácticamente todas las actividades de naturaleza económica eran algunos de los procedimientos que los Estados mercantilistas adoptaron hasta el surgimiento del Estado liberal. En ese largo periodo de duración de la concepción mercantilista, ningún aspecto de la vida económica escapó del ojo reglamentador de la planificación del gobierno. Reglamentaciones detalladas sobre el trabajo, el consumo, las finanzas, la agricultura y las manufacturas de la metrópoli y de la colonia se aceptaron como funciones normales del gobierno. El mercantilismo construiría la economía del Estado. Sus
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reglamentaciones cubrían todos los aspectos de la vida económica, en una tentativa de promover el mayor engrandecimiento del poder central. Aún con sus objetivos enfocados en la acumulación de metales y en el fortalecimiento del Estado, la organización mercantilista culminó en la constitución de un sistema social poco favorable a su propia conservación: su última finalidad era el aumento de poder del Estado, aunque eso implicase la colocación del individuo y de las clases sociales no directamente ligadas al gobierno como simples instrumentos del Estado y por la acumulación de metales, la política económica mercantilista no favoreció el entendimiento de que el progreso de una nación implica mejor distribución de renta, igualdad de oportunidades y extensión de los beneficios obtenidos para todos los que son movilizados para su realización. Separadas de tal enfoque, las restricciones, reglamentaciones e intervenciones directas sobre la actividad económica, promovidas en gran escala desde el siglo XVI, generaron entonces un medio de cultura favorable a la diseminación de nuevos ideales, que entonces se concentraron en torno de una nueva y revitalizante filosofía individualista. A ésta quedaron unidos los presupuestos liberalistas. La promoción del individuo -en sus aspectos económicos, sociales y políticos- pasó a constituir la preocupación fundamental de una nueva época. La libre iniciativa, con un mínimo de intervención del Estado en la actividad económica, debería dirigir la actividad productiva de la nación. Paralelamente a esos nuevos objetivos, la Revolución Industrial del siglo XVIII se sobrepuso a la revolución comercial de los siglos XVI y XVII. El estado mercantilista desapareció y la libre iniciativa empresarial encontró importantes corrientes de pensamiento económico para justificarlo. La intervención del gobierno en la vida económica fue sustituida por el libre mecanismo de sistema de precios. El individualismo, el interés propio, los mercados libres y la competencia empresarial aparecieron necesariamente en el surgimiento del estado liberal. 12.3 EL “LAISSEZ”: El INVENTO DEL PAPEL ORIENTADOR DE LOS PRECIOS Las doctrinas liberales que condujeron a los sistemas actuales de iniciativa libre se desenvolvieron particularmente en el siglo XVIII. En 1776 dos importantes acontecimientos marcaron la apertura definitiva de los sistemas liberales de organización de actividad económica: La declaración de Independencia de Estados Unidos de América y la publicación en Inglaterra, de una obra clásica: La riqueza las de naciones, de Adam Smith. Esos dos acontecimientos revelan una sorprendente interrelación. Como señala F. M. Watkins, “ambos fueron productos de corrientes comunes de pensamiento y sentimiento; que desde hacia mucho tiempo circulaban de uno y de otro lado del Atlántico. La riqueza de las naciones, al reflejar el clima liberal de opinión en términos de una clara e impresionante teoría, señala la madurez y la emancipación de una de las primeras entre nuestras ideologías actuales. La declaración de Independencia reflejó el mismo clima de opinión, por lo menos en parte, en su convocación a la rebeldía, inaugurando el primero de una serie de movimientos revolucionarios”. En la misma época, Francia vivía momentos de crisis. Su sistema tributario denunciaba privilegios insustentables. La pérdida de dos elementos de su imperio colonial fue el resultado de graves problemas políticos de la monarquía decadente. El ministro Colbert persistía en la ya entonces condenada política mercantilista: las tarifas aduaneras internas, los reglamentos impuestos a las corporaciones y otros controles
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burocráticos venían dificultando, desde mucho tiempo atrás, el buen desarrollo de las actividades económicas. En pocas palabras, mientras Inglaterra presenciaba el efecto de la doctrina liberal de los economistas clásicos y Estados Unidos de América buscaba un nuevo orden económico para la organización de una economía libre, Francia, embebida en los ideales revisionistas de la época, promovía su revolución liberal. Fue en esa época cuando las economías occidentales eligieron la expresión laissez-faire, laissez-passer, atribuida a Gournay, corno la máxima central del liberalismo en una corriente que pretendía la total no intervención del Estado en la organización económica nacional. Predicaban los liberales que la organización de la actividad debería ser confiada a las fuerzas naturales de oferta y demanda, correspondiendo al Estado funciones limitadas. Smith propuso, además, que el presupuesto del Estado fuera sólo para el mantenimiento de los servicios públicos indispensables, mientras los fisiócratas defendían la eliminación total de los controles que habían proporcionado a la creciente intervención de la monarquía francesa en las actividades económicas. La institución básica del liberalismo fue la propiedad privada de los medios de producción. Los productores no forzados por el Estado serian guiados por sus propios intereses. La competencia que entre ellos se estableciera obraría en el sentido de evitar que las pretensiones empresariales no atendieran a los intereses de la colectividad. El bienestar colectivo se obtendría por la capacidad empresarial de los medios de producción y no mediante la intervención estatal en el medio económico. Relacionando la propiedad privada de los medios de producción y la libre iniciativa, el lucro sería la segunda mayor institución liberal. Los empresarios serian atraídos hacia los sectores que presentaran las mejores perspectivas de lucro. Tales sectores no podrían ser otros que aquellos que se dedicaran a la producción de bienes efectivamente deseados por la colectividad. Guiados por el interés propio, los consumidores también tendrían libertad de maximizar su satisfacción de consumo en función de sus rendimientos y, una vez más, la competencia seria la contrapartida entre los intereses conflictivos de los productores y consumidores. Sobre estas dos instituciones, que presuponen todavía la no intervención del Estado en la economía, funcionarían libremente los flujos de producción y de renta. La colectividad dispondría de amplia libertad de acción para la negociación y las tasas de remuneración de esos recursos serían fijadas por el mecanismo libre de oferta y demanda. De igual manera, el libre juego de las fuerzas del mercado determinaría los precios de los bienes y servicios, mientras por medio de la capacidad de dirección e innovación de los empresarios, se ofrecerían nuevos productos a la colectividad y se adoptarían los mejores procesos de producción. En este contexto, el libre funcionamiento de sistema de precios sin intervención del Estado garantizó la solución de las tres interrogantes económicas fundamentales: el qué y cuánto, cómo y para quién producir. La solución de las dos primeras se encontró automáticamente en el mercado de bienes y servicios, donde el interés propio de los consumidores, que siempre desean maximizar su satisfacción en función de sus niveles de rendimiento, debería chocar con el interés de las unidades de producción que objetan la maximización de sus niveles de rentabilidad. De otra forma, la pregunta para quién producir se solucionaría en el mercado de factores de producción, donde también se daría un conflicto de intereses entre la colectividad y las empresas, siempre enfocadas a la repartición satisfactoria del producto social. En síntesis; el interés propio constituiría la forma motriz de organización económica liberal. Tal fuerza encontraría en la competencia los elementos necesarios
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para el perfecto funcionamiento del sistema. La competencia sería la contrapartida del interés propio. El Estado no debería en circunstancia alguna, interferir en la organización de la actividad. Ésta se guiaría por el libre mecanismo del sistema de precios.
12.4 LA CRÍTICA SEÑALA LAS IMPERFECCIONES DE LA COMPETENCIA: PLANIFICACIÓN GLOBAL El liberalismo alcanzó su apogeo en el periodo comprendido entre las últimas décadas del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, cuando ganaron impulso las nuevas corrientes socialistas. No se encontrará, mientras tanto, en el siglo XIX, ninguna revolución socialista que hubiera sustituido radicalmente por otras, las viejas instituciones de lassez-faire. Hasta 1917, fecha de la revolución soviética, “el capitalismo podría ser presentado -como observa Hoover- no sólo como el mejor y el más eficiente sistema económico que hubiera jamás surgido sino, también como un sistema universal”. Afortunadamente, sólo en la segunda década del siglo XX se había efectuado la primera gran revolución socialista, el liberalismo venía adoleciendo de grandes vicios y causando imprevistas decepciones desde la segunda mitad del siglo XIX. “La libre competencia -escribió Marshall- suelta como un gran monstruo salvaje, puede hacer su violenta carrera. El abuso de los nuevos poderes por hombres de negocios hábiles, pero incultos, llevó males por todos lados, inutilizó a las madres para que cumplieran sus deberes, llenó a los niños de cansancio y enfermedad y, en muchos lugares, degradó a la propia raza. En cuanto a eso, la negligencia de la ley, mucho más que la fría obstinación de la disciplina industrial hizo disminuir la energía moral y física del inglés, privando al pueblo de las cualidades que lo capacitarían para una nueva orden de cosas; fomentó el mal y disminuyó el bien, causado por la llegada de la libre iniciativa". Es bien cierto que la libre acción de las fuerzas de mercado, el sistema de competencia de la propiedad privada y los estímulos de la institución de lucro promovieron, en las primeras décadas de las revoluciones liberales, una sensible expansión de la eficiencia productiva y, consecuentemente, un cierto aumento del salario real en las clases trabajadoras. Aún así, las desigualdades económicas se hicieron flagrantes e insustentables; el crecimiento del rendimiento de las clases trabajadoras no podrían, en circunstancia alguna, ser comparado con el rápido enriquecimiento de las clases empresariales, que destinaban fuerzas de negociación incomparablemente mayores a las de la colectividad asalariada. Las esperanzas humanitarias del liberalismo no se realizaron y el sistema se constituyó casi exclusivamente en un premio a la capacidad de los emprendedores. El libre juego de las fuerzas del mercado y la no intervención del Estado no garantizaban, como esperaban los teóricos liberales, el funcionamiento perfecto y automático de la economía. Algunas crisis generales, y sobre todo sectoriales, adolecían de imperfecciones insustentables. Creían los socialistas que las instituciones básicas de liberalismo -lucro, competencia por medio del sistema de precios y propiedad privada de los medios de producción- eran las causantes de las desigualdades en la distribución de la renta social y de las continuas crisis sectoriales. Sustituyendo esas instituciones por otras constituiría el objetivo específico de la revolución socialista. La propiedad de los medios de producción debería pertenecer a la sociedad y la organización de la actividad,
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no debería ser guiada por el lucro, por el individualismo y por la competencia, pero sí por el único centro de decisiones que actuaría en pro del interés colectivo. El sistema liberal pluripolar fue así sustituido por la intervención directa y total del Estado. Los flujos de producción y de renta se reglamentaron por una central de planificación que establecía los objetivos de la economía, los medios para alcanzarlos, la remuneración de los recursos y los precios de bienes y servicios. La planificación global, diametralmente opuesta al laissez-faire, promovería la justa remuneración de los factores y eliminaría las desigualdades económicas. Además evitaría, por medio de fijación de metas compatibles con las reales necesidades colectivas, que ocurríeran crisis sectoriales o generales. Ese segundo sistema de organización de actividad económica propuesto en el siglo XIX sólo se practicó en la ex-URSS después de la Revolución de 1917. Solamente en la época de la Segunda Guerra Mundial y que otras naciones se sometieran a las reglas de planificación centralizada: Checoslovaquia, Yugoslavia, Hungría, Alemania Oriental, Polonia, Bulgaria y China continental. 12.5 LA REALIDAD CONTRA LOS IDEALES: LOS SISTEMAS MIXTOS De la exposición que acabamos de desarrollar inferimos que el laissez-faire y la planificación global se sitúan en dos extremos opuestos, como formas de organización de actividad económica. Difícilmente se encuentran en el mundo económico en que vivimos, los extremos del liberalismo pleno y de la total intervención del Estado en la economía. Hoy en día, como se destacó en un documento oficial, las naciones más tradicionalmente capitalistas recurren por lo menos a un embrión de planificación, a los que programaron sus inversiones públicas y a los que fijaron su legislación económica. Recíprocamente, ninguna economía real se abandona por completo a las fuerzas de mercado. Ni en los países socialistas más ortodoxos se encuentra una planificación integral, ya que es sabido que por lo menos algunas decisiones económicas, particularmente en lo referente al consumo, escapan al control central del gobierno. El mundo real se compone, así, de combinaciones de planificación y de sistemas de mercado. Las proporciones de la combinación varían conforme a los regímenes económicos, pero los sistemas nunca llegan a sustituirse por completo. Entre el laissez-faire y la planificación global se encuentran decenas de concepciones mixtas. Los extremos de esas dos formas de organización de la actividad fueron sustituidas por una combinación de libertad económica y de participación del Estado. Las instituciones de uno y otro sistema sufrieron diversas modificaciones a lo largo de los periodos revolucionarios en que fueron implantadas. En las economías liberales se admite hoy una participación del Estado mientras que los revolucionarios sistemas socialistas comienzan a admitir ciertas instituciones hasta entonces propias de sistema capitalista como el lucro y la competencia empresarial. Los sistemas liberales practicados hoy en día en Estados Unidos de América y en la mayor parte de la Europa Occidental no se subordinan a las reglas establecidas en el siglo XVIII por Paine, Smith y Quesnay; se abandonaron los extremos de la total libertad económica y del ausentismo del Estado. De igual forma, los extremos de la planificación global impositiva, las obligaciones económicas impuestas por el Estado y la completa eliminación de libre iniciativa ya no son las características esenciales de las economías de la ex-URSS ni del este europeo, que pueden ser los modelos próximos de los sistemas occidentales descentralizados. Igualmente en la China continental, no
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obstante la inesperada dureza de su régimen político después de las confrontaciones radicalistas de la Plaza de la Paz Celestial, se está flexibilizando la disposición de su sistema económico.
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UNIDADAD IV. ESTRUCTURA ECONÒMICA DE MÈXICO
Autor: Schettino Yáñez Macario Obra: México: Problemas Sociales, Políticos y económicos Tema: “La Naturaleza y México” Páginas: 77-87
CAPÍTULO 7 LA NATURALEZA Y MÉXICO 7.1 Geografía de México De acuerdo con el INEGI, l la extensión territorial de México es de 1 964 375 km 2, de los cuales 1 959 248 km2 son superficie continental y 5 127 km2 corresponden a islas. La frontera con Estados Unidos se extiende a lo largo de 3 152 km, desde el monumento 258, al noroeste de Tijuana, hasta la desembocadura del río Bravo, en el Golfo de México. Son estados limítrofes al norte del país: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. En el sur, la línea fronteriza con Guatemala tiene una extensión de 956 km, y con Belice de 193 km (no incluye 85.266 km de límite marítimo en la Bahía de Chetumal). Los estados fronterizos del sur y sureste del país son: Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, México destaca entre los países del mundo por la extensión de sus litorales, que es de 11 122 km, exclusivamente en su parte continental, sin incluir litorales insulares. El área de la Zona Económica Exclusiva de México es de 3 149 920 km2, esta superficie incluye islas y mar territorial, por lo que, al añadir a la superficie territorial la Zona Económica Exclusiva, obtenemos 5 114 295 km2 como superficie total de México. Los aproximadamente 2 millones de km2 que ocupa el territorio de la República se sitúan, casi por partes iguales, al norte y sur del Trópico de Cáncer. México se ubica en una zona de transición climática, con desiertos en el norte, climas cálidos húmedos y subhúmedos en el sur, y climas templados o fríos en las regiones elevadas. Si sumamos a esto las dos cordilleras que atraviesan el territorio de norte él sur, y el nudo volcánico arriba del istmo de Tehuantepec, nos quedará claro por qué el territorio mexicano es uno de los más complejos en características geológicas y de los más ricos en variedad de paisajes. El INEG1 ha dividido para su estudio al territorio mexicano en 15 provincias fisiográficas, que describen e integran el relieve del país con sus características más sobresalientes. Los límites políticos no suelen ajustarse a los naturales, por esto, algunas de las 15 provincias se comparten con los países vecinos, como los casos de la provincia Gran Llanura de Norteamérica, que se manifiesta con una pequeña penetración en México y se extiende hasta Canadá, y la Cordillera Centroamericana, que ocupa mayores territorios en los países septentrionales centroamericanos que en México. Edafología La edafología es la ciencia que estudia 1os suelos y sus usos. Aprovechamos el nombre para comentar aquí también de rocas y de minerales que tienen alguna utilidad para la economía nacional.
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La República Mexicana es rica en una gran variedad de rocas, estructuras y formaciones geológicas de interés económico, que surgieron como resultado de la acción de fenómenos volcánicos, tectónicos y otros, tanto internos como externos, ocurridos a lo largo del tiempo geológico. Aunque con un lenguaje muy técnico, transcribo íntegra la explicación del INEGI sobre las rocas en nuestro país: Las rocas predominat1tes en la Republica Mexicana son: al occidente, las ígneas extrusivas, principalmente cenozoicas, escasas metamórficas, ígneas intrusivas, extrusivas meso y paleozoicas, y aún más exiguas las sedimentarías paleozoicas. En la porción oriental se hallan profusamente rocas sedimentarias marinas meso y cenozoicas, principalmente calcáreas, y en menor grado, a partir de clásticos; además, depósitos continentales del Cenozoico Superior se encuentran ampliamente distribuidos, La porción septentrional de la península de Baja California está constituida de oriente a poniente por tres franjas: la primera, batolítico y metasedimentnria mesozoica, con una provincia cenozoica en el Golfo de California; la segunda, vo1cánico-volcanoclástica mesozoica, y la tercera sedimentaria del Mesozoico Superior. La porción austral de esta península es una zona de rocas sedimentarías marinas y volcánicas cenozoicas y algunos depósitos continentales del Cenozoico Tardío y plutónicas mesozoicas, así como una secuencia de afinidad oceánica también mesozoica. En la región de Sonora se encuentran rocas metamórficas y sedimentarias precámbricas; sedimentarías paleozoicas; ígneas, sedimentarias y metamórficas mesozoicas, con estructura, esencialmente de homoclinales en distribución errática de bloques colapsados, de sierras y cuencas, bajo una exigua cubierta volcánica cenozoica de la Sierra Madre Occidental que se interna en territorio estadounidense. Figura 7.1 Regiones Fisiográficas de México
Rocas metasedimentarias de plataforma afloran primordialmente en el flanco oeste de la Sierra Madre Occidental, cuyo núcleo lo constituyen las rocas intrusivas ácidas del Batolíto de Sinaloa. A mediados del Cenozoico sucede el evento volcánico piroclástico-ignimbrítico que origina la gran meseta volcánica, que es propiamente esta expresión fisiográfica, siendo la cubierta de este tipo más extensa de la Tierra. La porción norte y noreste de México está constituida principalmente por rocas sedimentarias mesozoicas y cenozoicas, así como por depósitos continentales recientes,
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que cubren gran parte de la Mesa Central, Sierras y Cuencas del Norte, y la Paleocuenca de Burgos, esta última cenozoica. En diversas localidades se tienen pequeñas ventanas de rocas metamórficas, principalmente del Precámbrico y Paleozoico. Un rasgo importante en esta zona de México es la Sierra Madre Oriental, cuya formación se inicia a mediados del Mesozoico y culmina al inicio del Cenozoico. En el Cenozoico Superior la neotectónica distensiva irrumpe en la mayor parte del territorio nacional, y adquiere su máxima expresión en la provincia de Cuencas y Sierras del Norte; como un reflejo de la apertura y migración del Golfo de California y quizá en la Cordillera Neovolcánica, se ubican rocas cenozoicas situadas transversalmente en las principales estructuras del país. En la zona centromeridional de México se tienen los terrenos tectonotestratigráficos Oaxaqueño, Mixteco y Juárez, respectivamente, con una orientación norte-sur, y los terrenos Guerrero y Xolapa y la parte mesozoica aflorante del terreno Maya, con dirección aproximadamente este-oeste, los cuales se correlacionan en gran parte de las secuencias meta-volcánica-sedimentarias aflorantes en Guerrero, a partir de un arco volcánico insular-marginal denominado “Teloloapan-Alisitos", superpuestos por rocas calcáreas mesozoicas de plataforma. El terreno Xolapa de la Sierra Madre del Sur, es un complejo cristalino intrusivo-metamórfico, principalmente del mesozoico, alineado a la Trinchera de Acapulco, que hacia el sureste de la República continúa corno el Macizo Chiapaneco del Paleozoico Superior. Al sureste de México continúa la Sierra Madre Frontales de Chiapas. En el área del Golfo de México, principalmente en el subsuelo de las cuencas terciarias Istmo y Tabasco, así como las correspondientes plataformas continentales de Campeche, principalmente, yacen las reservas más importantes de hidrocarburos con que cuenta el país. La península de Yucatán constituye una plataforma estable de rocas sedimentarias cenozoicas en posición horizontal, sin perturbación orogénica importante. Minerales Los yacimientos minerales se hallan profusamente distribuidos en la República Mexicana, a excepción de las áreas del Golfo de México y península de Yucatán; son generalmente volcanogenéticos y pertenecientes a un cinturón peripacífico. O lo que es lo mismo, producto del nacimiento de los volcanes alrededor de una cuenca volcánica que rodea todo el Océano Pacífico. Obligadamente, la distribución de los recursos naturales no renovables de México guarda una estrecha relación con las provincias geológicas del territorio. En la Sierra Madre Occidental existen importantes yacimientos minerales, principalmente en forma de vetas y filones a partir de fracturas, criaderos alojados en zonas de fallas y a lo largo contactos entre rocas ígneas intrusivas y sedimentarias, que originan minerales, principalmente fierro, cobre, oro, plomo y zinc. En los estados de Oaxaca, Sonora y Coahuila, particularmente en la Cuenca de Sabinas, se localizan importantes yacimientos de carbón. En la Cordillera Neovolcánica existen depósitos de manganeso, plomo, plata y zinc. Al sur de esta provincia se encuentran distritos mineros de sulfuros hidrotermales en los estados de México, Guerrero y Michoacán, de gran utilidad turística a través de los balnearios, y diversos criaderos de fluorita, caolín, diatomitas, vidrios, etc. En la Sierra Madre del Sur existen yacimientos de fierro, cobre, oro, manganeso, plomo y zinc.
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En Baja California se encuentran oro, plata, fierro, cobre, yeso, manganeso, talco, magnesia y fosforíta. Se han practicado estudios sobre yacimientos de uranio en el norte, centro y sur de México, los más conocidos son los de: Chihuahua (Plan de Guadalupe, Puerto del Ire y Sierra de Peña Blanca), Oaxaca (Telixtlahuaca) y Michoacán (La Piedad). También existen yacimientos de minerales no metálicos como: yeso, magnesio, arcillas, caolín, salinas y sales sódicas, los cuales se localizan en toda la República Mexicana. Suelos Debido a su ubicación geográfica, a su topografía y a sus climas, los suelos de México son complejos, pues se encuentran, al menos, 15 tipos. Por su extensión destacan tres de ellos: regosol, litosol y xerosol. El regosol es el de mayor extensión y puede definirse como la capa de material suelto que cubre la roca; sustenta cualquier tipo de vegetación, dependiendo del clima; sin embargo, su uso es principalmente forestal y ganadero, aunque también puede ser utilizado en proyectos agrícolas y de vida silvestre. Abarca la mayoría de las sierras del territorio y también se localiza en lomeríos y planos, así como en dunas y playas. El segundo en abundancia es el litosol, el cual puede sustentar cualquier tipo de vegetación, según el clima. Predominantemente es forestal, ganadero y excepcionalmente agrícola. El xerosol es el tercero de ellos y se caracteriza por ser un suelo de zona seca o árida; la vegetación natural que sustenta son matorrales y pastizales; el uso pecuario es el más importante, aunque, si existe riego, se obtienen buenos rendimientos agrícolas. Su ubicación está restringida a las zonas áridas y semiáridas del centro y norte del país.
Cuadro 7.1 Tipos de suelo en México
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7.2 Cuencas y Climas El clima está determinado por varios factores, entre los que se encuentran la altitud sobre el nivel del mar, la latitud geográfica, las diversas condiciones atmosféricas y la distribución existente de tierra y agua. Figura 7.2 Climas en México
Por tanto, México tiene una gran diversidad de climas, los cuales de manera muy general pueden clasificarse, según su temperatura, en cálido y templado; y de acuerdo con la humedad existente, en húmedo, subhúmedo y muy seco. Las características más importantes de estas regiones aparecen en el cuadro 7.2, y tenemos los mapas de temperatura y precipitación pluvial en las figuras 7.3 y 7.4.
Cuadro 7.2 Climas de México
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Figura 7.3 Temperaturas en México
Figura 7.4 Precipitación Pluvial en México
En el territorio mexicano los ríos se encuentran en tres vertientes: Occidental o del Pacífico, Oriental o del Atlántico (Golfo de México y Mar Caribe) e Interior, en la que los ríos no tienen salida al mar. En la vertiente Occidental o del Pacífico existen alrededor de 100 ríos, entre los que destacan por su caudal los ríos Balsas, LermaSantiago y Verde. Por su parte, la vertiente Oriental está constituida por 46 ríos importantes, entre los que destacan los ríos Usumacinta, Papaloapan, Grijalva, Coatzacoalcos y Pánuco. Finalmente, la vertiente Interior está formada por grandes cuencas cerradas. El sistema más importante de dicha vertiente es el del río
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Nazas-Aguanaval. El mapa se ilustra en la figura 7.5. Figura 7.5 Ríos de México
Recursos México presenta una gran variedad de vegetación y fauna; en él pueden encontrarse extensiones territoriales donde casi no se presenta vegetación, como sucede en las partes más áridas de los desiertos o cerca de las nieves perpetuas. En contraste, existen zonas como la selva Lacandona, en el estado de Chiapas, que constituye uno de los ecosistemas más importantes y representativos del trópico húmedo; su flora es rica en especies, destacando los árboles de maderas preciosas como la caoba y el cedro rojo; también constituye el hábitat de un gran número de especies animales, como el jaguar, entre otros. En plantas, México ocupa el cuarto lugar con 25 000 especies registradas, de las 250 000 que existen a nivel mundial, y se calcula que hay 30 000 más, aún no descritas dentro del territorio nacional, lo cual lo colocaría en segundo lugar en el mundo. La superficie forestal del país comprende 73.3% de su territorio. Fauna Las especies que forman la fauna están íntima y múltiplemente relacionadas entre sí y con el resto de las partes vivas (vegetación, microorganismos, etc.), y no vivas (suelo, climas, agua, etc.), que componen a los ecosistemas. Existen especies animales que son exclusivas de un determinado ecosistema, como los roedores llamados perros de la pradera, en llanuras semiáridas y áridas de Norteamérica, por citar un ejemplo. Sin embargo, muchos otros animales son muy móviles o adaptables, y así tenemos especies migratorias, tanto terrestres como marinas; o bien, animales prácticamente universales. Es por ello que las regionalizaciones faunísticas no pueden hacerse utilizando la distribución de una o unas pocas especies, sino tomando en consideración a todas las que pueblan a cada región, y en particular, a aquellas que tienen relaciones ecológicas más estrictas con alguna parte de cada ecosistema.
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A nivel mundial, una de las regionalizaciones faunísticas más aceptables es la propuesta por P. L. Sclater y A.L. Wallace, que divide a América en dos regiones: Neártica y Neotropical, cuyos límites se encuentran precisamente en territorio mexicano y siguen, de manera muy irregular, la línea del Trópico de Cáncer. La primera es muy similar a sus contrapartes del norte euroasiático y se caracteriza, entre otras, por la presencia de grandes bóvidos (como el bisonte, Bison bison) y cérvidos (como el alce, Alce alce). Se supone que hace unos 12 000 años hubo otros mamíferos de buen tamaño, que se extinguieron coincidentemente con la aparición del ser humano por tierras mexicanas. Incluso hay quien cree que, gracias a esa invasión humana, se acabaron dichos animales. Figura 7.6 Fauna Mexicana
La fauna neotropical incluye marsupiales, como la zarigueya, mejor conocida corno tlacuache (Didelphis virginianus) y camélidos, como la llama (Lama lama), además de perisodáctilos como el tapir (Tapirus terrestris). En el caso de la fauna de los mares mexicanos, se distinguen tres grandes regiones: a) la zona del Golfo de México y el Caribe, con amplias plataformas continentales, aguas cálidas y abundantes arrecifes de coral; b) la del Pacífico Sur, de aguas profundas y cálidas, y c) la del Pacífico Norte y el Golfo de California, de aguas frías. Las dos primeras son bastante similares entre sí, salvo por la existencia en el Golfo de una proporción mayor de especies asociadas a los ecosistemas de arrecife y plataforma. En ambas, el número de especies es muy grande, aunque los individuos no son muy abundantes en cada caso. La región del Pacífico Norte y Golfo de California es, por el contrario, menos abundante en especies y más abundante en número de individuos. A esta región llegan especies migratorias como la ballena gris (Rachianestes glaucus), y en sus costas viven los elefantes marinos (Mirounga angustirrostris).
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El territorio nacional cuenta con zonas de invernación importantes para especies migratorias del norte del continente; destacan los bosques ubicados en los estados de Michoacán y México, a donde migra la mariposa monarca durante esta época. Por otra parte, en el Golfo de México y el mar Caribe, donde existen aguas cálidas y abundantes arrecifes de coral, se pueden encontrar importantes zonas con diferentes tipos de tortugas marinas y delfines. Respecto a la fauna que habita en el país, México ocupa importantes lugares en el mundo; tiene el primer lugar en reptiles, con 717 especies de las 6 300 clasificadas, y de las cuales 574 son propias del país; se ubica en el segundo lugar en diversidad de mamíferos, al contar con 449 de las 4 170 especies existentes; en anfibios ocupa el cuarto lugar, con 282 de las 4 184 especies que se han detectado, y en aves ocupa el decimosegundo lugar, con 1 150 de las 9 198 clases. Como decíamos cuando hablamos del territorio, México esta dividido en dos por el trópico, lo que lleva a dos regiones faunísticas distintas. Al norte, la neartica y al sur la neotropical. La región neártica abarca la mayor parte de Norteamérica, incluso las zonas áridas y semiáridas de Estados Unidos y el centro y norte de México, así como las zonas templadas y frías de las sierras Madre Oriental y Occidental; y las sierras volcánicas del centro del país. Los ecosistemas de esta región están formados por matorrales desérticos, chaparral, pastizal, matorrales semiáridos, bosques templados y matorrales asociados. En esos ecosistemas hay (o hubo) oso negro (Ursus americanus), tejón de Norteamérica (Taxidea taxus), lince (Lynx), lobo (Canis lupus), venado cola negra o bura (Odocoileus hemionus), borrego cimarrón (Ovis canadensis), berrendo (Antílocapra americana), rata canguro (Dipodomys), perro de la pradera (Geomys), correcaminos (Geococcys), camaleón o tepayatzin (Phyrnosoma). Al sur, la región neotropical comprende las tierras bajas cálido-húmedas o subhúmedas, así como algunas partes altas de las sierras de Chiapas y la Sierra Madre del Sur. Abarca también todo el Caribe, Centro y Sudamérica. Se trata de ecosistemas muy diferentes, con selvas altas y medianas, selvas bajas o bosques y matorrales asociados. Hay bosques de niebla o mesófilos, y bosques templados con sus matorrales asociados. También tenemos ecosistemas costeros tropicales y vegetación sabanoide. En ese entomo la fauna incluye al jaguar (Felis onca), ocelote (Felis pardalis), coatí (Nasua nasua), tapir (Tapirus bairdii), mono araña (Ateles geoffroyi), sarahuato (Aloutta), vampiro (Desmodus romundus), cuintle (Cuniculus paca), armadillo (Dasypus novenicintus), tlacuache o zarigueya (Dide1phis virginianus), chachalaca (Hortalis vetula), tucán (Rhamphastos suifuradis), iguana (Iguana iguana), garrobo (Ctenosaura), boa (Constrictor constrictor). Muchos de estos animales existieron en México durante siglos, sobreviviendo a la invasión humana que posiblemente acabó con mamíferos mayores. Sin embargo, no parece que puedan defenderse de la destrucción de los ecosistemas. De eso hablaremos en la cuarta y última parte de este libro. 7.3 Regiones de México A partir de las regiones fisiográficas, los suelos, clima, temperatura y muchas cosas más, podemos hacer una regionalización del país. Esto significa dividir el territorio en áreas que son muy parecidas a su interior y muy distintas a las demás. Es conveniente definir un grupo no muy numeroso, de manera que sea manejable, y no tan pequeño que resulte inútil. Tradicionalmente se ha utilizado una regionalización planteada por Ángel Bassols, en su libro Geografía económica de México, que aparece en la figura 7.7.
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Las ocho regiones son más o menos homogéneas, y si no somos demasiado estrictos con los límites, esta regionalización es de gran utilidad. En el cuadro 7.3 tenemos algunas características de estas regiones, que seguramente podrás discutir en clase, sobre todo, las de la región que te corresponde.
Figura 7.7 regiones geoeconómicas de México, según Bassols
Cuadro 7.3 Características de las regiones geoeconomicas
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Autor: Gustavo Vargas Sánchez Obra: Introducción a la Teoría Económica: Aplicaciones a la Economía Mexicana Tema: “La distribución del Ingreso” Páginas: 539-553
CAPÍTULO 22 LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO El ingreso que se genera en una economía se distribuye según la aportación que los agentes propietarios de los medios de la producción hacen a la misma: Al inversionista le corresponde el beneficio, al trabajador el sueldo o salario y al propietario de la tierra la renta. Así, dentro de cada economía coexisten estratos sociales diferentes, que se pueden clasificar de acuerdo con su ingreso. En este capítulo nos preguntamos: ¿Por qué dentro de una misma sociedad algunos individuos paseen más recursos que otros? ¿Por qué la brecha entre las que tienen más y los que tienen menos se agranda con el paso del tiempo? ¿Cómo se calcula la distribución del ingreso? ¿Cuál es la distribución del ingreso en México? ¿Qué relación hay entre crecimiento, empleo, distribución del ingreso y pobreza? Éstas son solamente algunas de las preguntas que nos hacemos al tratar de entender como está distribuido el ingreso en un país como México. Objetivo general: estudiar la distribución del ingreso y sus repercusiones en la economía. Objetivos particulares: que el estudiante conozca las determinantes de la distribución del ingreso, su metodología de cálculo, la distribución del ingreso en México y la relación entre distribución del ingreso y pobreza. Al finalizar el presente capítulo el estudiante podrá explicar: Qué es la distribución del ingreso. La interpretación de las escuelas neoclásica, poskeynesiana y marxista. La relación entre distribución del ingreso y pobreza. La evolución de la distribución del ingreso en México en las últimas décadas.
22.1 INTRODUCCIÓN Desde los capítulos iniciales expusimos que la riqueza de un país tiene su origen, siguiendo a Adam Smith, en la producción; es decir, en la generación de valor que la empresa lleva a cabo. Ésta es la unidad fundamental generadora de valor en una economía capitalista. En ella, ahora podemos ver, se realiza una actividad igualmente importante: la distribución de la riqueza. A su vez, la distribución descansa en un principio social fundamental: la propiedad privada. La distribución del ingreso tiene su origen, en primer lugar, en la aportación que cada uno de los agentes de la producción realiza al proceso de generación de valor de
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una empresa. Esto significa un reconocimiento social e institucional de la propiedad que aporta cada uno de los participantes. Al trabajador o empleado, como individuo libre en un estado de derecho, se le reconoce como propietario de su fuerza de trabajo y posee la oportunidad de ofrecerla o venderla a quien él decida; a cambio de su trabajo obtiene un sueldo o salario. El propietario que arrienda sus tierras para la producción, por ejemplo, de semillas, recibe una renta por el uso de su propiedad. El empresario o el accionista, propietario de los recursos financieros y del capital en forma de medios de producción, recibe, a cambio del uso de sus recursos, una ganancia o un interés. En un momento posterior, el uso de los recursos producidos y distribuidos por la empresa, ya sea en forma de consumo o de nueva inversión, determinará la dinámica de crecimiento de la misma y de toda la economía en su conjunto. La participación de cada uno de los agentes en la distribución del ingreso dependerá de las modalidades de la distribución, de las condiciones sociales y políticas y de la productividad y desarrollo de la economía. A su vez, la fortaleza de una economía depende en mucho de la magnitud de los recursos que se ocupen para la nueva inversión. Existe una gran controversia entre las cuestiones que rodean a la distribución del ingreso. Hay quienes sostienen que las rentas altas son el resultado del poder de mercado, de la acción de las grandes empresas. Otros piensan que los salarios y los beneficios no son más que la consecuencia del funcionamiento de los mercados competitivos. Otros más consideran que es deber del Estado intervenir en la redistribución de la renta, de modo que los que más poseen actúen en favor de quienes menos tengan mediante impuestos y transferencias. En este capítulo abordaremos, en primer término, los conceptos de ingreso, riqueza, impuestos, transferencias, desigualdad, pobreza, marginación y exclusión social, así como los factores que conducen a la desigualdad. Posteriormente, se analizarán los tres principales enfoques de la distribución del ingreso: el neoclásico, el poskeynesiano y el marxista. En el siguiente apartado se hará un análisis específico de la distribución del ingreso en México durante el periodo de 1984 a 1998, a partir de la curva de Lorenz y el coeficiente de Gini. A continuación, se establece la relación que existe entre crecimiento, empleo, pobreza y desigualdad social y por último se presentan las conclusiones generales. Conceptos básicos de la distribución del ingreso Los ingresos primarios son el resultado de la producción (por ventas de las empresas). Se distribuyen a los hogares, para remunerarles el uso de los servicios productivos que han prestado a la empresa: al gobierno en forma de impuestos; a los inversionistas en forma de excedente de explotación (mejor conocido como ganancia), y al trabajador en forma de sueldos y salarios. El siguiente paso en la distribución del ingreso primario nos lleva a la categoría de ingresos finales (llamados también Ingreso Nacional Disponible). De esta manera, una porción del excedente de explotación de las empresas es entregada a los hogares (en forma de dividendos) y al Estado (como impuestos directos). Por otro lado, el gobierno efectúa, con base en la recaudación de impuestos y cuotas sociales, transferencias de ingresos que no son la contrapartida de una prestación productiva inmediata, sino transferencias unilaterales de apoyo al bienestar de las familias (prestaciones de seguridad social, asignaciones familiares, jubilaciones, pensiones, subvenciones, etcétera). De estas operaciones, tenemos que los ingresos primarios originados en la producción son ajustados a una doble modificación: en primera instancia, experimentan
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una deducción impositiva por parte del gobierno; por otro lado, se incrementan por pagos de transferencias realizadas por éste. Este doble movimiento transforma los ingresos primarios en ingresos finales disponibles para el consumo o la inversión: Ingresos finales = Ingresos primarios - Impuestos + Transferencias El gobierno, a través de impuestos y de transferencias, interviene en la redistribución del ingreso. Como el lector se puede dar cuenta, tanto la política fiscal en su campo impositivo, como la política social en el redistributivo, están fuertemente ligadas con objeto de alcanzar metas de bienestar diseñadas por los economistas que trabajan en el gobierno. Estas metas dependen de la política social y de los grandes rezagos sociales existentes en el país, expresados en los niveles de pobreza y pobreza extrema. (Véase capítulo 23.) Ahora pasemos a definir lo que entendemos como nivel económico de una persona. Por un lado, éste es resultado de su riqueza (acervo) y, por otro, de sus ingresos (flujo). Veamos en qué consiste cada uno. El ingreso: es la cantidad total de dinero que recibe una persona o una familia en un periodo determinado y que proviene ya sea de los ingresos derivados del trabajo, de la renta de la propiedad, como los alquileres, los dividendos o ganancias del capital, o de las transferencias (prestaciones sociales, seguro de desempleo, etcétera) que puede recibir por parte del gobierno. La riqueza: consiste en el valor monetario neto de los activos que un individuo o una familia posee en un momento dado; nos referimos a un acervo de valor como la herencia, la propiedad de inmuebles, de vehículos, etcétera. Los individuos o las familias que poseen una riqueza que ha sido generada en periodos anteriores en forma de acervos monetarios, financieros, o en bienes inmuebles, tienen un status económico superior al de quienes no la tienen. Esta riqueza se puede incrementar si parte, o toda ella, se invierte en actividades productivas ya sea en inversión directa, en la producción o en actividades financieras. La renta que genera una propiedad (riqueza en forma de capital, tierra, acciones y títulos financieros) tiene cierta proporcionalidad con el monto invertido y el estado de la economía, por lo que a una mayor inversión le corresponde un mayor ingreso. Es fácil comprender que las desigualdades en la renta de la propiedad (es decir asociadas a la riqueza de cada persona) son, en la mayoría de los casos, muy superiores a las observadas en la del ingreso que proviene del trabajo. La riqueza y su utilización son una de las fuentes más importantes de la desigualdad social y de los contrastes en la distribución del ingreso. El propietario de cierta riqueza se puede convertir en rentista o en inversionista. La segunda fuente, pero no menos importante, de la desigualdad del ingreso, proviene de las diferencias en la remuneración que percibe un trabajador, aspecto que tratamos más adelante. Es comprensible que la pobreza se relacione directamente con el nivel de ingreso que perciben las familias, pues, en general, quienes se encuentran en esta situación no son propietarios de algún tipo de riqueza, hablando desde el punto de vista económico, La definición de pobreza hace alusión a la carencia de satisfactores: “el pobre es el necesitado, menesteroso y falto de lo necesario para vivir”22. 22
Julio Boltvinik y Enrique Hernández Laos. Pobreza y distribución del ingreso en México, Siglo XXI, México, 1999, pág. 38.
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Por otra parte, cuando hablamos de distribución del ingreso hacemos referencia a la manera cómo se distribuye la riqueza generada en una región o en un país entre los distintos segmentos de la población en un periodo determinado, Es importante señalar que mientras la pobreza se mide en términos absolutos (cuantificación), la distribución del ingreso se hace en términos relativos. Así la distribución del ingreso nos permite ubicar las condiciones de desigualdad y grados de concentración que presenta una sociedad.
Hemos mencionado que la riqueza y el flujo de ingresos son los factores más importantes del nivel económico de los individuos. Otros factores que conducen a situaciones de desigualdad son: 1. Las diferencias de capacidad y cualificación del trabajo. Los individuos se diferencian considerablemente por su capacidad intrínseca y por su habilidad y potencialidad en el trabajo, lo que explica las diferencias en sus salarios o productividad. 2. Las diferencias de ocupación e intensidad del trabajo. Por lo general, la mayor parte de la población con trabajos asalariados de baja remuneración se encuentra en escalas inferiores de ingreso, principalmente en los sectores primario y de servicios. Los sectores profesionales de la población alcanzan mejores remuneraciones, dependiendo del tipo de profesión. Con respecto a la intensidad del trabajo, en la mayoría de los casos, quienes destinan más tiempo al trabajo suelen obtener una remuneración mayor. 3. Las diferencias educativas. La educación es un factor más que explica las diferencias de ingresos. Quien dedica más tiempo a su preparación profesional suele recibir mejores oportunidades de empleo y, por lo tanto, mejores remuneraciones que quien no lo hace. 4. El acceso a oportunidades de trabajo. El sector privado y el sector público, como generadores de empleo influyen en el ingreso de la población y, según sus necesidades, incorporan al mercado de trabajo a individuos con una capacitación muy variada. Por el contrario, el proceso de desincorporación y privatización afecta tanto el ingreso de las familias que laboran en dichas empresas como su permanencia en el mercado laboral. 5. La discriminación y la exclusión. La discriminación y la exclusión en algunas ocupaciones también explican una buena porción de las diferencias de los trabajadores; esto se puede observar en los a inmigrantes (trabajadores centroamericanos al sur de México, o mexicanos en Estados Unidos), así como a indígenas. 6. La situación del ciclo económico. En Una situación de crisis mundial se produce una reducción de la demanda, la cual afecta a los países que, en el actual contexto de globalización, sustentan su economía en las exportaciones. El caso de México a principios del 2001 constituye un ejemplo claro de esa situación: al formar parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y eliminar las barreras comerciales, se registró una mayor integración de la economía mexicana a la estadounidense, y una mayor dependencia económica. Con la reducción de la actividad económica mundial, el FMI, a través de su publicación semestral Econimic Outlook, estima que ya no crecerá en 4.7%, sino en 3.2%, y puesto que el crecimiento de los Estados Unidos se ha ajustado a sólo 1.5%, las expectativas sobre la marcha de la economía mexicana también se han ajustado.
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Luego de un crecimiento de 6,9% en el 2000, a principios del segundo trimestre de ese año la OCDE estimó para México un crecimiento de sólo 3.7%, el FMI 3.5%. BANXICO 3.0%, el sector privado 3.0% y el gobierno de 2.5% a 3.0%. Sin duda, el ciclo económico influye en el empleo, la producción de la riqueza y su distribución. 22.2 ENFOQUES DE LA DISTRBUCIÓN DEL INGRESO Podemos distinguir al menos tres enfoques que explican de forma diferente los contrastes en la distribución del ingreso: la teoría neoclásica, la neokeynesiana y la marxista. Teoría neoclásica El enfoque marginalista de la producción tiende a explicar la determinación de los ingresos de factores de producción, trabajo y capital, independientemente de la personalidad de quienes los perciben. Según esta teoría, dada una cierta tecnología, el ingreso generado -que se distribuye entre los factores capital y trabajo, lo que comúnmente se denomina distribución funcional- estaría determinado por la productividad marginal de esos factores (trabajo y capital) en el proceso productivo, y por la intensidad con que los utiliza, lo cual dependería de los precios relativos del capital y del trabajo. La teoría microeconómica tradicional se encarga de analizar el comportamiento y la interacción de los agentes económicos (consumidores y productores) en un escenario de competencia perfecta en el cual ninguno de ellos incide en la determinación del precio de mercado. Se trata de establecer óptimos y niveles de eficiencia que garanticen niveles de satisfacción y de bienestar general en un contexto de equilibrio. Por medio de la estancia comparativa, dan por hecho que a través de las productividades marginales de los factores de la producción se llegaría a la asignación eficiente de los recursos. La distribución o participación en el ingreso no es mas que su productividad marginal. Este análisis, realizado dentro de un marco microeconómico, se ha extendido a la macroeconomía, por lo que, usando una función de producción agregada, se intenta determinar que parte del ingreso nacional corresponde al trabajo y que parte al capital en una economía. El punto de vista de un análisis es, en consecuencia, funcional y no personal. A largo plazo, se establece una tendencia a la igualdad entre la remuneración de un factor y su productividad marginal. Teoría poskeynesiana En esta corriente la distribución del ingreso es función de la demanda. La teoría descansa en las diferentes propensiones a consumir (y ahorrar) de asalariados y capitalistas. Mientras los primeros, gastan una alta proporción del ingreso corriente en consumo, los capitalistas destinan una parte importante de sus ingresos al ahorro, que canalizan luego a la inversión, por lo cual se expande la capacidad productiva. Así, la forma en que se distribuye el ingreso entre capitalistas y asalariados pasa a constituir un factor determinante del nivel y composición del gasto total. Si hay un exceso de gasto, los precios tenderán a elevarse, y con ellos la tasa de utilidades, mientras se reducen los salarios reales. El nivel del gasto y su composición dependerán de las expectativas de expansión de la demanda que los capitalistas visualicen, las cuales determinarán una tasa deseada de inversión. Dadas las propensiones a ahorrar, esta última sólo podrá sostenerse si las
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utilidades superan un determinado nivel de participación en el ingreso. De esta forma, se cierra el ciclo en el que la distribución del ingreso aparece como resultado del nivel agregado de la demanda, particularmente de su composición, de la acumulación de capital y de la forma en que capitalistas y asalariados disponen de su ingreso, sean utilidades o salarios reales. Teoría marxista Un tercer enfoque al problema de la distribución del ingreso proviene de la corriente del pensamiento marxista, que lo ubica en el marco de la lucha entre dos clases sociales antagónicas: capitalistas y trabajadores. Las relaciones de producción son las que determinan el resultado de ese conflicto. En una economía capitalista, el ingreso tenderá a concentrarse en el sector propietario de los medios de producción. Este proceso de concentración se produce a través de la apropiación, por parte de los capitalistas, de la plusvalía generada por el trabajo. El salario se puede mantener, según Marx, al nivel mínimo de subsistencia mientras exista un exceso de fuerza de trabajo no empleada, denominado “ejército industrial de reserva”. Los capitalistas destinan la plusvalía, de la cual se han apropiado, tanto a consumo como a acumulación. A medida que la economía se mantenga en un ritmo de crecimiento, la acumulación generará a su vez una concentración creciente del capital en manos de los capitalistas y una distribución cada vez más desigual del ingreso. De este modo, la distribución se polariza.
22.3 LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO EN PAÍSES DESARROLLADOS Y SUBDESARROLLADOS
Las sociedades actuales están organizadas por estratos, los cuales están determinados por la modalidad de distribución del ingreso vigente en su país. Desde el enfoque de la distribución del ingreso, podemos encontrar tres clases sociales: alta (o de mayores ingresos), media (o de pobreza primaria)23 y baja (o pobre en extremo). La forma en que la sociedad está distribuida en estos “niveles de vida” se ejemplifica de manera muy sencilla si dividimos a los individuos de una sociedad en diez grupos según sus ingresos, a los que se les conoce como deciles, y se puede ilustrar apoyándonos en figuras geométricas como las que a continuación observaremos. FIGURA 22.2 Distribución del ingreso para países desarrollados.
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La pobreza primaria es aquella donde el individuo carece de bienes y satisfactores que no ponen en riesgo su simple existencia física: muy a menudo, estos bienes y servicios son superfluos pero determinantes de estándares de vida socialmente aceptados.
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En el caso de los países desarrollados, la figura geométrica que representa la población de un país asume la forma de un rombo vertical, en el cual se ubica en el extremo inferior la población que vive en condiciones de pobreza extrema, y en el extremo superior quienes concentran la mayoría del ingreso generado a nivel nacional. Por lo general, como se puede apreciar en la figura 22.1, en estos países la clase media abarca la mayoría de la población. Por el contrario, en los países subdesarrollados la clase con mayores ingresos per cápita representa una minoría, la clase media tendrá una participación alta, y la población de menores ingresos, una presencia considerable, con lo que se describe una figura geométrica en forma de pirámide, como en la figura 22.2. Figura 22.2 Distribución del ingreso en países subdesarrollados.
La distribución del ingreso en sí no se puede caracterizar como negativa o positiva, pero cuando se adoptan mecanismos concentradores del ingreso en ciertos países (a través de políticas económicas), la brecha entre las clases sociales se va haciendo cada vez más amplia, hasta reflejarse en el deterioro o estrechamiento del mercado, lo que limita las posibilidades de crecimiento de una economía, siendo éste uno de los principales problemas para el crecimiento económico de nuestro país. De forma simultánea, se generan invariablemente los efectos negativos que presenta el “círculo vicioso de la pobreza”24. Económicamente, el efecto de la polarización del ingreso es la ausencia de un mercado interno fuerte que apoye un círculo virtuoso de crecimiento y, desde el punto de vista social, la consecuencia más evidente de una mala distribución del ingreso es el deterioro gradual de las condiciones de vida de las capas de la población menos favorecidas; dicho deterioro puede verse reflejado, en primera instancia, en la desaparición gradual de las capas de ingreso medio (principalmente por la disminución de su capacidad de consumo, que tiende a pauperizarlas), con lo que se establecen 24
Dicha situación se encontrará más detallada en el siguiente capítulo.
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solamente dos estratos: los de altos ingresos y los de bajos ingresos; simultáneamente, surge la condición más radical de la desigual distribución del ingreso, que es la pobreza extrema. Cómo medir la distribución del ingreso La distribución del ingreso refleja el estado que presenta un segmento de familias (clasificadas normalmente por deciles) respecto a otro segmento de la población, en función de sus niveles de ingresos; es decir, su participación en el ingreso nacional generado. El análisis de la distribución del ingreso se realiza aplicando el instrumental estadístico, que nos permite diferenciar el ingreso que percibe la población, a partir de una clasificación en forma ascendente de los ingresos que perciben las familias. En palabras de la CEPAL: “El análisis de una distribución dada del ingreso, así como el de sus desigualdades intrínsecas, sólo tendrá pleno sentido si se le compara con otras distribuciones. Una de las posibilidades que se ofrece es la de hacer la comparación con una distribución 'óptima', en la que se dé una completa igualdad del ingreso o se presenten desigualdades que se estimen deseables. Pero no hay un acuerdo general acerca de lo que podría ser tal distribución 'óptima', por lo que una comparación de esta suerte sería en gran medida conceptual, dejando en duda la aplicación a las estructuras económicas que efectivamente existen”25 La distribución del ingreso en México En México, la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH), que realiza el INEGI cada dos años, da cuenta de la percepción y el destino de los ingresos de cada familia. A partir de ello, el total de las familias encuestadas se divide en deciles (quintiles o percentiles) y se ordena en forma creciente de acuerdo a los ingresos que percibe cada familia. De esta manera, se obtiene la información de la distribución del ingreso en nuestro país. A continuación se presenta el cuadro de la distribución del ingreso, de 1984 a 1998. CUADRO 22.2 Distribución del Ingreso en México.
25
CEPAL, La distribución del ingreso en América Latina, Naciones Unidas, 1970, pág. 4
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Si graficamos las participaciones acumuladas de cada uno de los deciles en los diferentes años, construimos la llamada Curva de concentración de Lorenz. Visualmente, la curva presenta el grado de concentración del ingreso en el país. Para su construcción se requiere incorporar en la gráfica una línea teórica que marque la equidistribución (que divida el cuadrante en dos partes iguales), de tal forma que cuanto más alejada esté la curva de Lorenz de dicha línea, existe mayor nivel de concentración del ingreso, es decir, dicha distribución se vuelve más inequitativa (véase la figura 22.3). FIGURA 22.3 Distribución del Ingreso en México (Curva de Lorenz)
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Como observamos, de 1984 a 1998 se registró una tendencia hacia una mayor concentración del ingreso. En efecto, la curva de Lorenz de 1998 está más alejada de la línea de equidistribución que la de 1984, lo que manifiesta una tendencia hacia una mayor concentración del ingreso en México. La mayor pendiente se observa en el último decil: mientras en 1984 10% de la población con mayores ingresos percibió 32.8% del ingreso nacional, en 1998 captó 38.1 %; es decir, aumentó su participación en 5.3 puntos porcentuales (véase cuadro anterior), dicho incremento fue resultado de la pérdida de la participación en el ingreso de los nueve deciles anteriores, en particular el segmento de la población entre el decil V y el VIII, que tuvo una disminución de 2.8 puntos porcentuales en el mismo lapso. Se puede observar, que mientras en México 40% de la población en 1998 percibía apenas 12.5% del ingreso nacional, 10% de la población más rica percibió 38.1 %, lo que marca el tremendo contraste en la percepción de ingresos y refleja el nivel de desigualdad que prevalece en nuestro país. Existe otra forma de cuantificar el grado de desigualdad en la distribución del ingreso, se trata del Coeficiente de Gini, que se deriva de la curva de Lorenz. R. J. Nicholson26 lo define como: “el ratio entre la curva de Lorenz y el área total de la diagonal, de modo que su valor varía de cero (igualdad completa) a uno (desigualdad completa)”. CUADRO 22.2
A partir de la información de la ENIGH, el coeficiente de Gini en México se incrementó de 0.429 en 1984 a 0.476 en 1998, lo que demuestra una vez más la tendencia de una mayor concentración del ingreso de los últimos 15 años del siglo XX. Tanto desde el punto de vista económico como del social, el análisis y la consideración de la desigualdad y la pobreza deberían ser el centro de preocupación de toda propuesta y medidas de política económica que busquen promover el crecimiento y el bienestar social. A nivel mundial, las disparidades en la distribución del ingreso son aún más contrastantes. Esto se manifiesta, por ejemplo, en el caso de la población rural y urbana de la India y de Indonesia y la población rural de China, que representan 42% de la población mundial y que únicamente reciben 9% del ingreso mundial total. En el otro extremo, Alemania, EU, Francia, Japón y el Reino Unido, con sólo 13% de la población mundial, reciben 45% del ingreso global27. Crecimiento económico y empleo: bases para enfrentar la pobreza y reducir la desigualdad social
26
Nicholson, R. J. "Economic Estadistic and Economic Problems", McGraw-Hills Publishing Co. Ltd. 1976 27 CEPAL: "Una década de luces y sombras: América Latina y el Caribe en los años noventa". Tomo 1, CEPAL y Alfaomega, noviembre del 2000, pág. 6.
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La capacidad de trabajar es el activo más importante que posee la mayoría de las personas; por ello, la obtención de un empleo y de un ingreso constituyen el principal medio para acceder a los satisfactores esenciales (alimentación, vestido, vivienda, educación, salud, etc.). Una de las condiciones estructurales para superar la pobreza y mejorar la distribución del ingreso es lograr un crecimiento económico que tenga un efecto sobre la generación de empleos, que garantice mayores ingresos y un incremento en la productividad. Sin embargo, no existe una correlación directa e inmediata entre crecimiento, distribución del ingreso y reducción de la pobreza. En este sentido, un estudio de la CEPAL28 señala que “... si la distribución del ingreso no experimentara variaciones importantes, el ritmo de la reducción de la pobreza podría ser bastante lento aún en condiciones de crecimiento sostenido; incluso, si la distribución del ingreso se deteriora como ha sucedido en la región de América Latina y el Caribe durante las últimas décadas, se reduce el potencial de crecimiento para disminuir la pobreza”. En efecto, en situaciones de crisis recurrentes los incrementos de la pobreza son más rápidos, en tanto que en los periodos de crecimiento, los descensos de los niveles de la pobreza se toman más lentos; y más aún en aquellos países donde no se implementan políticas sociales que compensen, aunque sea parcialmente, la caída en los niveles de ingreso en los periodos de crisis. En dicho estudio se señala que “para disminuir la pobreza y desigualdades se precisa una acción más decidida que incorpore políticas redistributivas del ingreso, de generación de empleo e ingreso, y en general, de apoyo directo a los sectores más desfavorecidos en materia de educación y protección social”29. Si bien se han encontrado relaciones positivas entre crecimiento y reducción de pobreza, no ocurre lo mismo entre crecimiento y distribución del ingreso, ya que esto último depende de las condiciones específicas de los países, de las políticas de compensación social y de la cantidad y calidad de los empleos. En México, el dinamismo de la economía está directamente vinculado a la industria manufacturera de exportación y a las maquiladoras, las cuales benefician solamente al empleo calificado, sin que se genere un mecanismo de transmisión positiva hacia los trabajadores no calificados y al empleo informal. Nuevas desigualdades y política social Las últimas dos décadas del siglo XX fueron sin duda un periodo de transición e inflexión en varios aspectos del desarrollo social y político de América Latina, donde aumentaron las desigualdades estructurales y han surgido otras con un carácter mucho más dinámico, que están ligadas al cambio de la tendencia de la demanda y de la oferta de trabajo, derivados de nuevos procesos de producción y de desregulación institucional que han originado un mayor desempleo, inflación y altas tasas de interés. Asimismo, el progreso técnico que favorece al trabajo calificado a menudo genera desempleo y excluye a los trabajadores no calificados, elevando el margen de empleo informal y subempleo en nuestros países. Estas situaciones de exclusión profundizan las desigualdades por la desocupación masiva que se ha generado a partir del fenómeno de la globalización. 28
CEPAL: "Equidad, desarrollo y ciudadanía" Tomo II, Agenda Social. CEPAL y Alfaomega, noviembre del 2000, pág.25. 29 Ídem. Para un mayor detalle sobre la relación y causalidad entre crecimiento, desigualdades y carencias, véase a Birdsall y Londoño, 1998; Londoño y Szekély, 1998; Bourguignon, 1998; Morley, 1995 y 1998.
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En particular, en América Latina la mayor parte de la población (84%) reside en países donde se acentúa la desigualdad en la distribución del ingreso, lo que se sumó al agudo deterioro experimentado durante los ochenta. En las fases recesivas, la participación de los sectores de menores ingresos se redujo más que proporcionalmente y, en contraparte, la de los sectores de mayores ingresos aumentó sobre el promedio durante los periodos de auge, observándose un comportamiento asimétrico en las fases del ciclo económico. Se estima que la pobreza se elevó 1.8% por cada punto porcentual de caída del producto en las fases recesivas, mientras que declinó sólo 0.6% por cada punto porcentual de crecimiento en los periodos de auge30. Estratificación de necesidades La propia naturaleza humana determina que a medida que se logran ascensos sociales y económicos se jerarquizan nuevas necesidades hasta llegar a una situación de autorrealización. La pirámide de Maslow31 representa gráficamente dicha aseveración. En efecto, en un primer plano de necesidades se ubican aquellas que satisfacen los requerimientos necesarios para garantizar un desarrollo físico y mental. En un segundo plano se ubican aquellas necesidades que dan seguridad y protección. Si se aplica esta clasificación en el caso de los países de América Latina y en particular para México, no se logran satisfacer estos dos primeros planos, lo cual significa que la problemática que se enfrenta en términos sociales, es la de mejorar el nivel de vida que permita generar expectativas de mayores capacidades a la población con mejores oportunidades, para obtener un ingreso digno que satisfaga las necesidades básicas de la población. En cambio, los países desarrollados tienen como principal preocupación mejorar la calidad de vida de sus habitantes, una vez cubiertos los peldaños de la pirámide de Maslow. A medida que tienen un mayor ascenso económico y una vez cubiertas las necesidades fisiológicas y de seguridad, su principal preocupación es cubrir las necesidades de aceptación social (tercer escalón), las necesidades de autoestima, y finalmente cubrir un quinto escalón vinculado a las necesidades de autorrealización, que los ubica en una situación del mayor bienestar posible. FIGURA 22.4 Pirámide de Maslow
30
Ídem. Abraham Harold Maslow, psicólogo judío estadounidense (1908-1970) propuso la "Pirámide de necesidades de Maslow", según la cual las necesidades del ser humano están jerarquizadas y escalonadas de tal forma que cuando quedan cubiertas las necesidades de un orden, surgen necesidades de un orden superior de creatividad y autorrealización, lo que conduce a mayores niveles de eficiencia. 31
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CONCEPTOS BÁSICOS
Ingresos primarios Ingresos finales Ingreso Consumo Inversión Producción Salarios Ganancias Transferencias Desigualdad Pobreza Marginación Distribución del ingreso Coeficiente de Gini Necesidades Nivel de vida Calidad de vida
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CUESTIONARIO 1. ¿Qué es la distribución del ingreso? 2. ¿Dónde tiene su origen la distribución del ingreso? 3. ¿Qué función cumplen los ingresos primarios en la distribución del ingreso en una economía? 4. ¿Cuáles son los determinantes de la distribución del ingreso? 5. ¿Cuáles son los principales factores que generan desigualdad en la distribución del ingreso? 6. ¿Cuáles son los principales efectos de una inequitativa distribución del ingreso? 7. ¿Cómo se construye la curva de Lorenz y qué representa el coeficiente de Gini? 8. ¿Cuál es la diferencia entre nivel de vida y calidad de vida? 9. ¿Qué tipo de distribución presentan los países desarrollados y los subdesarrollados? 10. ¿Cuál es la relación entre crecimiento, distribución del ingreso y pobreza?
RESUMEN Y CONCLUSIONES La distribución del ingreso está asociada al régimen de propiedad de una sociedad y de los activos que posean los agentes que participan en el proceso de generación de valor en la empresa. Los ingresos de los individuos son diferentes según provienen del empleo de la riqueza de los individuos, ya sea en forma de renta o de beneficios, en el caso de un arrendatario y de un inversionista, y toma la forma de sueldo o salario para aquellos que venden su fuerza de trabajo. Finalmente, la desigualdad en la distribución del ingreso proviene de la propiedad de los factores de la producción. La desigualdad en las economías subdesarrolladas, como la mexicana, es mucho más acentuada que la que se observa en las economías desarrolladas. Para reducir la desigualdad y la pobreza se requiere crear las condiciones para aumentar empleos para los trabajadores, en particular los de hogares pobres. Por otra parte, es indispensable establecer programas de protección social y de transferencias monetarias del sector público hacia esos hogares. Las políticas de estabilización aplicadas en varios países como México, han ocasionado un menor crecimiento y, por tanto, la generación de menos empleos, lo cual ha retroalimentado el problema de la pobreza, sobre todo ante la ausencia de políticas públicas de apoyo y protección social. El reto es evitar que la pobreza se reproduzca bajo un esquema de transmisión intergeneracional (que los hijos de padres pobres tengan una mayor probabilidad de ser pobres cuando lleguen a adultos), mejorando las oportunidades de educación y la certidumbre de un ingreso permanente. Se trata de revertir el proceso de concentración del ingreso que ha ocurrido en los últimos quince años en nuestro país, y que se puede observar claramente en la curva de Lorenz y/o en el coeficiente de Gini. Un país como México, con una gran desigualdad, donde la mitad de la población presenta algún nivel de pobreza, se ubica en la base de la pirámide de Maslow, ya que ni siquiera logra cubrir las necesidades fisiológicas a que hace alusión dicha estratificación de necesidades.
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Autor: Macario Schettino Yánez Obra: México: Problemas Sociales, Políticos y Económicos. Tema: “La sociedad mexicana en el siglo XXI” Páginas: 199-211
CAPÍTULO 19 LA SOCIEDAD MEXICANA EN EL SIGLO XXI Cuántos somos, de qué edad, con qué relaciones y estudios: constituyen determinantes fundamentales de la vida social. No es lo mismo un país con una mayoría de niños y jóvenes que uno de adultos, o más todavía, de adultos madurones. Un primer punto de vista lo da el cambio demográfico. Sobre esto hay varios enfoques interesantes. Primero, la velocidad a la que crece la población parece ser, en sí misma, un factor de cambio social. No se entiende totalmente el porqué. Tal vez sea por la presión que esto genera sobre los recursos (alimentos, vivienda, vestido), o tal vez es sólo un síntoma de otros cambios que se presentan (como mejorías en la salud, o en la alimentación misma). Aunque no haya claridad sobre ello, lo que sí sabemos es que grandes periodos de crecimiento poblacional van acompañados de grandes cambios en la sociedad. En la figura 19.1 se ilustra el caso de México, en donde hemos estimado la curva poblacional anual a partir de los datos censales (de cada diez años) y hemos proyectado el crecimiento de los próximos 60 años, usando para la primera mitad las proyecciones del Consejo Nacional de Poblaci6n como referencia. La curva tiene precisamente la apariencia de una curva “logística”, curva en forma de S, muy común en el estudio de poblaciones, en donde se pasa de un momento con cierto número de población a otro con uno mucho mayor, é1 través casi de un escalón brusco. Ese escalón, que en la figura aparece sombreado, es precisamente el momento de transición entre sociedades.
FIGURA 19.1
Fuente: Cálculos propios con base en en el IEGI, “Estadísticas históricas”, y CONAPO, “Situación demográfica de México”, 1998.
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A nivel mundial, se han asociado estas etapas de transición con grandes cambios en la forma en que las sociedades se manejan (como vimos en la primera parte). Se cambia por completo la relación entre grupos de edad, se incrementa la presión sobre los recursos (que, evidentemente son mayores que antes, pues de otra forma no se daría el crecimiento poblacional, pero que ahora deben mantenerse en ese nuevo nivel superior, so pena de escasez), y se requieren mecanismos políticos muy distintos. Otra forma de ver la población como parte de los factores determinantes de la vida en sociedad es a través de la densidad poblacional. No es lo mismo que 100 millones de habitantes habiten en un territorio como el nuestro, de dos millones de kilómetros cuadrados, a que esos mismos 100 millones habiten en Alemania, que apenas supera el medio millón de kilómetros cuadrados. La comunicación entre habitantes es, por fuerza, mayor, conforme viven mas personas por kilómetro cuadrado (o por manzana o barrio, como se quiera). También de forma más intuitiva que rigurosa, hay quien ha identificado una cierta densidad poblacional como la diferencia entre la sociedad urbana y la rural, en cuestiones relacionadas con normas de gobierno. A decir de Alain Peyrefitte, cuando se supera la barrera de los 40 habitantes por kilómetro cuadrado, las relaciones dejan de ser meramente ocasionales para convertirse en propiamente sociales. Así, él identifica ese momento como fundamental en la construcción de la Europa del Renacimiento y la Ilustración. Para el caso de México, entre 1982 y 1997, la densidad poblacional se encuentra entre los 35 y 45 habitantes por kilómetro cuadrado, que correspondería, grosso modo, con los límites mencionados por Peyrefitte. Pero hay que tomar este argumento con cuidado. No queda claro que la cifra de 40 habitantes sea una referencia adecuada. Por ejemplo, la Ciudad de México tiene, desde que existen datos, más de 100 habitantes por kilómetro cuadrado, y lo mismo ocurre con zonas del sur de China y la India, que no se caracterizan por un alto nivel de desarrollo, mientras que, todavía hoy, Estados Unidos mantiene un promedio de habitantes por kilómetro cuadrado inferior a 30. Sin embargo, es importante tener esta medición en cuenta por varias razones. En primer lugar, una alta densidad poblacional sólo puede sostenerse con una alta productividad agrícola, o con transferencias de otras zonas menos pobladas. Por otra parte, el ser humano es un animal eminentemente social, cuyo cerebro está construido para mantener relaciones con otros de su especie, aunque de manera limitada: ya hemos dicho que un ser humano puede mantener relaciones sociales con poco más de un centenar de personas. Cuando la densidad poblacional alcanza los 30 o 40 habitantes por kilómetro cuadrado, un habitante puede conocer personalmente (y tener relaciones sociales con ellos) a todos los pobladores ubicados a una hora de camino a la redonda. Después, será imposible. El desarrollo de las ciudades, en cuarteles, barrios, colonias, en cierta forma proviene de esa dificultad de mantener relaciones sociales permanentes con un número elevado de personas, y que obliga a concentrar los esfuerzos en los más cercanos. Los mecanismos de comunicación necesarios para mantener la cohesión social en ciudades son indudablemente un invento humano, algo para lo que los seres humanos no estamos provistos de manera natural. Regresando a México, a nivel estatal, la densidad poblacional en 1995 superaba los 35 habitantes por kilómetro cuadrado en 19 de los 32 estados de la República, notoriamente en el centro del país (ver figura 19.2), aunque también en estados del norte, como Sinaloa y Nuevo León, o en estados del sur, como Tabasco, Chiapas y Yucatán. Es importante notar que la región central (los demás estados sombreados en la figura), es precisamente donde se desarrolla la mayor parte de la historia del país en el siglo XIX, puesto que desde entonces se trataba de regiones densamente pobladas. Por
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otra parte, es también relevante recordar que, si bien en los estados del norte del país la densidad promedio es inferior a los 20 habitantes por km2, existe un número considerable de ciudades con densidades muy superiores a esto, que han sido precisamente los espacios de cambio social y político. FIGURA 19.2
Urbanización y migración La urbanización es, ciertamente, mucho más que el traslado del campesinado a las fábricas, o el aprovechamiento de economías de escala; es también un proceso social extremadamente complejo que obliga al ser humano a abandonar las cosas que instintivamente sabe hacer (comunicarse con un puñado de congéneres, mantener relaciones con un centenar) para enfrascarlo en un proceso de comunicación que debe ser aprendido. Este proceso de urbanización, que tiene mucho que ver con la densidad, pero que es también más que eso, ocurre en México de manera acelerada durante este siglo, a diferencia de lo ocurrido con Europa o Estados Unidos, donde había comenzado desde mucho antes. A principios del siglo XX, prácticamente tres cuartas partes de los mexicanos vivían en el campo, en pequeñas comunidades. A fines del mismo siglo, la relación se ha invertido. En 1995, de los casi 91 millones de habitantes del país, poco más de 58, el 73% de [a población, vivía en zonas urbanas, esto es, en comunidades de más de 2500 habitantes (ver figura 19.3). FIGURA 19.3
200
La urbanización consiste en un proceso amplio de migración del campo a la ciudad, pero también entre ciudades. No solo crecen las zonas urbanas a costa de de la población rural, sino que se generan metrópolis a costa del engullimiento de pueblos y barriadas, y de la educación, en términos relativos, de las ciudades pequeñas y medianas. Un ejemplo de estos flujos migratorios se da entre el Estado de México y el Distrito Federal, que forman la zona urbana más grande del país, y una de las más grandes del mundo. Podemos resumir estos flujos en la figura 19.4, en donde se comparan los que ocurrían entre 1990 y 1995. Claramente, la gran atracción que ejercía la capital del país en el periodo más lejano se ha reducido sustancialmente, y ha crecido la importancia del centro-norte y el norte, en particular el noreste, el núcleo mas importante de la industria maquiladora. FIGURA 19.4
Es cierto, parte de esta migración hacia el norte del país no tiene como destino final esa región, sino los Estados Unidos. Se estima que existen más de siete millones de mexicanos (nacidos en México) en los Estados Unidos, aunque, por razones de migración legal, no es muy confiable la cifra. Poco más de la mitad de ellos son varones, con una distribución por edades concentrada entre los 20 y los 40 años. Perfil poblacional La población no es relevante sólo por su crecimiento, su distribución geográfica o su movilidad, sino también por su estructura de edades. Es muy diferente un país poblado por gente mayor que otro en donde los jóvenes son mayoría. México se acerca más a esta segunda definición. En la (figura 19.5 puede verse la pirámide de edades en México, según el conteo de 1995. En dicha grafica aparecen representados los grupos de edad de cinco en cinco años, como se muestra en su lado izquierdo, y se presentan hombres y mujeres en ambos lados de ella. La pirámide poblacional no solo muestra la cantidad de gente con que contamos, sino su distribución por edades, lo que nos permite realizar varios análisis de importancia. La pirámide va cambiando su perfil conforme cambia la composición de la población. En la figura 19.6 esto puede verse claramente. En 1940, la pirámide era mucho más pequeña (eran menos mexicanos), y con un perfil mucho más esbelto, mostrando un crecimiento poblacional persistente. En ese año, incluso, se nota una
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pequeña joroba a la mitad de la pirámide que corresponde a los sobrevivientes de la Revolución, que entonces tendrían entre 40 y 50 años de edad. Para 1970, la pirámide ha ampliado mucho su base, mostrando un mayor crecimiento de la población y, por lo tanto, una mayor proporción de niños y jóvenes (se trata de una “sociedad progresiva”). Pero, además, es una pirámide más grande, resultante de una mayor población total. En 1995 se tiene, por primera vez en la historia reciente, que los mexicanos menores de cuatro años son menos que los que tienen entre cinco y nueve, iniciándose, por fin, una época de menor crecimiento poblacional. Conforme pase el tiempo, llegaremos a la figura pronosticada para el 2030, cuando predominara definitivamente un perfil distinto (tendremos ya una “sociedad regresiva”).
FIGURA 19.5
FIGURA 19.6
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A como vamos creciendo, para el año 2030 la pirámide será muy distinta a la actual. Abandonamos, en definitiva la imagen del triangulo para llegar a la pagoda, lo que implica destinar menos esfuerzo a sacar adelante a los jóvenes, para orientarlo ahora a mantener vivos a los ancianos 8adultos mayores, les dicen ahora). Este cambio es extraordinariamente significativo. Por primera vez, en 1998, llegaron a primaria menos niños que en el año inmediato anterior, y esto seguirá así para siempre. El problema educativo, que fue lo más representativo de nuestro país desde los años 70, se va reduciendo (aunque por varios años más no desaparecerá) y va cediendo su lugar a otro nuevo: la seguridad social y la salud, aunque ello será mucho más adelante. Otra forma de ver esta información aparece en la figura 19.7. El tamaño del grupo de entre 14 y 65 años de edad representa la capacidad que tiene la economía para producir y sostener a los otros dos, que no son, en su mayoría, productivos. Unos porque empiezan y otros porque terminan. De hecho, existe una medida llamada “relación de dependencia”, que resulta de comparar estos grupos. Esta medida se obtiene dividiendo los dos grupos no productivos entre el grupo productivo, por lo que un índice de 100 indicaría que cada persona de entre 14 y 65 años debe trabajar para sostener a otra que, o es menor de 14 o es mayor de 65. En cualquier caso, lo importante aquí es notar que el grupo de edad entre 14 y 65 será sustancialmente mayor a los otros dos juntos, lo que significa que México tendrá, para las próximas décadas, una población en edad productiva muy grande. FIGURA 19.7
19.2 Desarrollo Humano A fines de los años 80, la ONU aceptó la idea de medir el desarrollo de los países no sólo utilizando el ingreso per cápita, como se acostumbraba, sino, siguiendo la idea de Amartya Sen, ampliando la medición a otros factores que son de gran importancia en el desarrollo de las personas. Esta medición se ha denominado “índice de desarrollo humano” y comenzó tomando en cuenta el ingreso, la educación y la salud, aunque desde hace un par de años incorpora también mediciones de equidad. (Ver Caso VI Desarrollo humano, Pobreza.)
203
Educación y género La figura 19.8 muestra el analfabetismo femenil en México, por estados. Esta medición es relevante porque no parece existir otra más útil para describir el grado de desarrollo de una región. Es una variable muy significativa, porque la educación de las mujeres, en sociedades de origen machista, es siempre de menor importancia que la educación de los hombres; pero es también relevante, porque educar a las mujeres redunda en muchos más beneficios, Una mujer educada tiene menos hijos, pero éstos tienen menos riesgo de enfermar y morir, y tienen muchas más posibilidades de recibir, a su vez, educación. FIGURA 19.8
FIGURA 19.9
Los datos son verdaderamente impactantes. En lo relacionado con la fecundidad, en 1994, una mujer sin instrucción tenía, en promedio, poco más de 4 hijos, mientras que con algún estudio de primaria reducía su fecundidad en 10%. Este número se reducía a 3 hijos con la primaria completa y a 2.4 hijos con estudios superiores a la secundaria. La relevancia de la educación en cuestiones de fertilidad no puede menospreciarse, aunque no es, definitivamente, el único factor que influye. El mismo grupo sin instrucción, que en 1994 tenía cuatro hijos por mujer, en 1974 tenía casi ocho. 204
Para 1994, la posibilidad de sobrevivir para un bebé se multiplicaba por 2.3, si la madre tenía más de seis años de estudios. En ese mismo año, las condiciones de la vivienda sólo lograban ampliar las posibilidades de sobrevivencia infantil en 1.4 veces, al pasar de piso de tierra a firme, y al tener agua entubada y drenaje. Dicho de otra forma, frente a la opción de nacer de una mujer con 7 años de educación, o nacer en una casa con piso, agua y drenaje, por bastante (2.3 contra 1.4) es preferible una madre con estudios (CONAPO, 1997, Págs. 10-12), A mayor abundamiento, en 1994, el índice de mortalidad de niños nacidos de una mujer sin instrucción era de 48 (por cada mil nacidos vivos), mientras que si la madre tenía algún estudio de primaria, bajaba a 42, caía hasta 36 con la primaria terminada, y se reducía a 20 (prácticamente de primer mundo), si la madre tenía al menos la secundaria terminada. Como evidencia clara de que el nivel de alfabetización femenina y el desarrollo están muy relacionados, la figura 19.10 te muestra el índice de bienestar de los estados, recientemente publicado por el INEGI. Como puedes ver, no es muy diferente de la figura anterior. (Ver caso VI, Desarrollo Humano, Educación). FIGURA 19.10
Sin embargo, a pesar de que la inversión en educación de las mujeres es, socialmente, mucho más importante, resulta que la tradición machista se mantiene. Existen más hombres que saben leer que mujeres, y esto puede usarse como una medida de la disparidad existente entre géneros en nuestro país. En la figura 19.11 se muestra precisamente esta información. El índice de distancia entre géneros se construyó dividiendo el porcentaje de analfabetismo masculino entre el femenino, para cada estado. Por tanto, un índice mayor a uno representaría que por cada mujer analfabeta existe más de un hombre analfabeto. Por el contrario, si el índice es menor, esto significa que habrá menos de un hombre analfabeto. Pongamos, por ejemplo, el caso de lo que llamamos baja distancia entre géneros, en donde por cada 100 mujeres analfabetas, hay más de 85 hombres en la misma circunstancia. En cambio, en los estados de alta distancia, por cada 100 mujeres analfabetas, hay menos de 65 hombres que no saben leer y escribir, lo que es una diferencia considerable. Nótese que hay cierta
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coincidencia entre los estados con alto nivel de analfabetismo femenil y los de alta distancia entre géneros. FIGURA 19.11
19.3 La esencia nacional: Desigualdad Ejemplifiquemos lo que hemos hablado de pirámides poblacionales y de analfabetismo y discriminación sexual con un caso extremo. En 1995, el INEGI no pudo censar a un cierto grupo de municipios chiapanecos, para los que, de cualquier forma, se publicaron cifras agregadas. Este grupo de municipios esta formado por Altamirano, Bochil, el Bosque, Chanal, Chenalhó, Huixtan, Huitiupan, la Independencia, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Sabanilla, Simijovel, Tumbalá, San Juan Cancuc. En la figura 19.12 aparece su pirámide poblacional. Dos cosas saltan a la vista: primer, se trata de los municipios en el EZLN se levanto en armas; segundo, hablamos de una población de, prácticamente, niños. En esa región, y siempre de acuerdo con los datos del INEGI, vivían en 1995 casi 132 mil mujeres, de las cuales casi 78 mil eran analfabetas: 59% de analfabetismo femenil. Casi dos de cada tres mujeres mayores de 15 años no saben leer y escribir en la zona a que nos referimos; ignoro cuántas hablan español, pero no creo que sean muchas. FIGURA 19.12
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En esas condiciones, no es extraño que el EZLN haya podido obtener base social para una lucha armada. Creo que estas cifras bastan, por muy escuetas que sean, para entender el tamaño del problema que se enfrenta, no sólo en esa región de Chiapas, sino en todas las áreas pobladas mayoritariamente por indígenas que se dedican al campo: ignorancia, población muy joven, corta esperanza de vida y desnutrición severa en muchas partes. Con eso encima, no importa cuántos millones de pesos se utilicen para el desarrollo social: serán inútiles, mientras no se haya logrado dotar de un piso mínimo de supervivencia (medida en términos del siglo XX, o sea, incluyendo educación) a todos sus habitantes. Insisto, preferentemente a las mujeres. Sin embargo, no sólo la educación de las mujeres es un indicador de desarrollo o bienestar, también es importante la calidad de las viviendas de la población. En este renglón, hay cuatro indicadores fundamentales: agua entubada, piso firme, drenaje y electricidad. En la figura 19.13 aparece, también por estados, un índice formado por el porcentaje de las viviendas que tienen cada uno de estos servicios. Claramente, el índice no tiene un significado claro, porque no representa el porcentaje de nada, sino propiamente un indicador general de la calidad de las viviendas en el estado. Para hacer más informativo el mapa, se incluye una medición de la variación entre cada uno de los servicios.
FIGURA 19.13
Por ejemplo, el estado de Zacatecas se incluye entre los estados que tienen un índice medio. Adicionalmente, cuenta con una variación de 18, lo que representa el mayor indicador de variación que tenemos en el mapa. Esto significa que, aunque medianamente bien, las viviendas en Zacatecas varían mucho en términos de los cuatro satisfactores mencionados. Esta variación proviene de que, mientras 93% de las viviendas tienen electricidad, 87% tiene piso firme, menos de 84% cuenta con agua entubada, y apenas 60% con drenaje.
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CUADRO 19.1
Índice de Bienestar en viviendas Buenas condiciones
Condiciones medias
Malas condiciones
Distrito Federal Aguascalientes Nuevo León Colima Jalisco México Coahuila Tlaxcala Morelos Chihuahua Baja California Quintana Roo Sonora
B. C. Sur Guanajuato Nayarit Querétaro Prom. Nacional Sinaloa Tamaulipas Durango Michoacán Tabasco Zacatecas Yucatán Campeche Puebla Hidalgo
San Luís Potosí Veracruz Chiapas Guerrero Oaxaca
98.3 96.5 93.5 93.1 92.1 91.6 90.3 89.5 89.1 88.9 88.1 86.9 86.7
86.4 85.5 85.5 85.4 84.3 83.4 83.1 82.9 82.4 81.7 79.9 77.9 76.9 75.6 75.4
73.0 70.7 65.1 65.0 63.0
En suma, México sigue siendo un país extremadamente desigual: en educación, en condiciones de vida, en ingreso y en riqueza. Y esta desigualdad es un hecho que juega en contra de la idea de nación. Una nación es una comunidad, aunque sea imaginaria. Si México continua ampliando esta brecha (que sin duda ha crecido, por la política económica de los últimos 20 años, el TLC que impulsa al norte pero no al sur, y la propia dinámica demográfica y humana), será difícil mantener esta visión “comunitaria” necesaria para la existencia de la nación. Vale la pena empezar a discutir este asunto, antes de que, como muchas otras cosas, nos tome por sorpresa. A ti y a mí. (Ver caso VI, Desarrollo Humano, Distribución del Ingreso)
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Autor: Macario Schettino Yánez Obra: México: Problemas Sociales, Políticos y Económicos. Tema: “Desarrollo Humano” Páginas: 351-359
ESTUDIO DE CASO VI DESARROLLO HUMANO Pobreza La pobreza es un problema profundo en las sociedades modernas que presenta, al menos, tres principales implicaciones: economía, política y ética. Tiene implicaciones políticas porque, cuando hay una cantidad considerable de personas en la pobreza y son pocos los ricos, existe siempre el riesgo de un ajuste de cuentas, que puede llegar a ser tan brutal como el ocurrido en México en las dos grandes guerras civiles: la Independencia y la Revolución. Es un problema económico porque quienes están en la pobreza no pueden participar adecuadamente en el marcado, y no contribuyen a generar riqueza, ni paro si mismos ni para nadie mas; en consecuencia, cuanto mayor sea el número de pobres, menor será la capacidad económica promedio de lo población. Y es un problema ético porque, como dice Díaz Mirón, el poeta veracruzano, “nadie tiene derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto”. Pero la pobreza es también un problema estadístico: ¿cómo se mide? La medición de la pobreza ha sido un problema muy complejo. El Banco Mundial, para simplificar su vida, utiliza una forma sencilla de medición; supone que cada persona debería gastar dos dólares diarios para vivir razonablemente como ser humano, y si alguien gana menos de esa cantidad, se le considera pobre. Si el ingreso por persona es menor a un dólar diario, su condición se llama de “pobreza extrema”. Con este criterio, en México se ha calculado que hay 40 millones de pobres y cerca de 20 millones de personas en pobreza extrema. Esta forma de medir la pobreza no parece muy adecuada, pero tampoco es fácil definirla con claridad. Amartya Sen, economista hindú ganador del premio Nobel, define a la pobreza en términos de capacidades, esto es, de la posibilidad que tiene alguien de desarrollar su potencial. La pobreza no permite a la persona integrarse a la economía, ni tampoco desarrollar esas capacidades. En México, Julio Boltvinik se ha dedicado a encontrar una forma de medir adecuadamente la pobreza, y propone el uso de una canasta de bienes y servicios que se requieren para tener acceso al desarrollo del potencial. Con esa canasta de bienes y servicios como índice, cerca del 80% de la población resulta ser pobre en México. Como hemos dicho, no es fácil definir la pobreza, de modo que no es posible saber con precisión cuántos mexicanos viven en dicha condición. Cabe esperar que el número sea mayor que el que utiliza el Banco Mundial, pero menor que el que Boltvinik encuentra. En cualquier caso, hablamos de que la mitad de la población en México vive en condiciones de pobreza. Hay algunos factores sociodemográficos muy relacionados con la pobreza que, hasta cierto punto, nos pueden servir para identificarla e intentar erradicarla. En la figura 1 puedes ver la pirámide de población en la región de Chiapas en donde ocurrió el levantamiento del EZLN. Ese tipo de pirámide impide cualquier esfuerzo de desarrollo, porque en esa región son muy pocos los habitantes en posibilidad de trabajar,
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y muchas las bocas que alimentar. Al no poder acumular (capital, semilla, lo que sea), no es posible salir de la pobreza. No es coincidencia que esa pirámide poblacional responda a una región con una gran proporción de indígenas. En México hay una correlación muy alta entre ser indígena y ser pobre, en parte por la distribución geográfica de las comunidades indígenas, y en parte por un problema social que no hemos resuelto aún: la discriminación que estas comunidades padecen. Para eso ha servido el levantamiento del EZLN, para recordarnos la injusticia con que hemos tratado siempre a los indígenas en México. Sin embargo, no sólo los indígenas son pobres en México. Prácticamente todos los que viven del campo son pobres, y no todos los campesinos son indígenas. Al término del siglo XX vivían en el campo cerca de 22 millones de mexicanos, que generaban un PIB de 5% del total. Esto es, en promedio un mexicano en el campo tiene un ingreso cuatro veces menor que uno de la ciudad. Y, además, en el campo ese ingreso está distribuido en forma más desigual.
FIGURA 1
Fuente: INEGI (2006)
Por ocupación, Boltvinik encuentra que precisamente los trabajadores del campo representan la mayor cantidad: casi 29% del total. Con la mitad de participación; están los trabajadores industriales y (también con la mitad) los trabajadores de servicios. Esto es, 14 y 7 %, respectivamente. A una cifra similar ascienden los trabajadores en la economía informal. Aunque hemos dicho que la estimación de Boltvinik resulta muy elevada, nos puede servir de referencia. En la figura 2 aparecen los porcentajes de pobreza en diversas actividades económicas.
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FIGURA 2
Fuente: Boltivinik, J. y Hernandez-Laos, E. “Pobreza y distribución del ingreso en México”, Siglo XXI, 1999. Cuadro 6.11
Distribución del ingreso El problema de la distribución del ingreso es distinto al de la pobreza. Un país puede no tener pobres y, sin embargo, tener una distribución muy desigual de su ingreso (aunque, en verdad, no hay ninguno así), o puede tener una distribución muy uniforme, pero con un gran número de pobres (esto sí ocurre mucho, un buen ejemplo es la India). El ingreso de los habitantes de un país es muy diverso. Unos tienen más ingreso que otros, a veces por nacer en mejores condiciones (lo cual es el determinante más importante, por cierto), otros por poseer más conocimientos, o por ejercer mejor ciertas actividades, o por muchas otras razones. De hecho, no podemos pensar en un país en donde todos tuviesen el mismo ingreso; ni siquiera algo así parecería justo. Sí podemos decir, pues, que hay distribuciones muy desiguales. Aunque en pobreza México no tiene los primeros lugares del mundo, en mala distribución sí destacamos entre los primeros. De hecho, sólo Brasil nos gana, y disputamos con Chile el segundo lugar. Es interesante observar que los tres países más desiguales son latinoamericanos. La distribución de la riqueza es diferente a la del ingreso. La riqueza consiste en lo que una persona o un hogar han acumulado, mientras que el ingreso es lo que entra en un cierto periodo. Es común que la distribución de la riqueza sea ligeramente menos igualitaria que la del ingreso (o un poco peor, queremos decir). En la figura 3 puedes ver la información de la distribución del ingreso en México, antes de la década de los ochenta. Cada renglón (decil) representa 1 0% de la población, y se acostumbra a denominar I al más pobre y X al más rico. Cada columna corresponde a una diferente medición de la distribución, y los que aparecen en esta figura no son comparables entre sí, ni con las que aparecen en la figura 4. Se hicieron de manera distinta; y no, es posible compararlas con facilidad. De cualquier forma, ésa es
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la información que tenemos de los tiempos del desarrollo estabilizador. En particular, la información de 1975 parece ser bastante menos correcta que las otras. FIGURA 3
Fuente: IMMS/COPLAMAR Necesidades Básicas en México, tomo V. 1981
A partir de 1984, el INEGI emprendió la aplicación de la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares, gracias a la cual conocemos mucho mejor lo que ha pasado con la distribución del ingreso. Estas encuestas se realizaron en 1984,1989, 1992, y de ahí en adelante, cada dos años (aunque tardan casi lo mismo en publicarse). En la figura 4 puedes ver lo que ha ocurrido en los últimos 20 años con esta medición económica. En sentido estricto, la encuesta de 1984 es distinta de las siguientes, y son comparables por completo de 1992 en adelante. Sin embargo, se puede establecer una comparación razonable entre todas ellas. Así, podemos ver que la crisis de principios de los ochenta fue reduciendo el ingreso del decil I de manera importante, y aparentemente se recupera en 1996, aunque eso puede ser sólo reflejo de la caída de ingreso de todos los demás, dada la crisis de 1995.
FIGURA 4
Fuente: INEGI, ENIGH (diversas fechas)
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Las mediciones de ingreso, cuando dependen de la realización de encuestas, tienden a no representar de manera realista ni a los más ricos ni a los más pobres. No se encuesta a los primeros porque son muy pocos y no son fáciles de seguir durante un trimestre, y a los segundos porque tampoco es posible darles seguimiento, dada su dispersión por el territorio, Así, una forma que también se utiliza para constatar si la distribución mejora o empeora es comparar al 20% más rico con el más pobre, o al 10% más rico con el 50% más pobre. La figura 5 te muestra, para estas últimas encuestas, cuáles han sido los resultados con esta medición.
FIGURA 5
Fuente: INEGI, ENIGH (varias fechas). Cuántas veces representa el ingreso del 10% más rico frente al 50% más pobre.
Educación La educación es uno de los pilares del desarrollo económico, y también parte de lo que la ONU considera en el índice de desarrollo humano. La educación es un tema muy complejo, con muchos y muy variados aspectos, que en este limitado espacio no podemos abordar a fondo. Por un lado, las investigaciones realizadas en los años noventa en teoría económica han confirmado que la mayor aportación al crecimiento económico de un país se debe ola educación. Por otro, no cualquier tipo de educación es útil para esto. Sobemos, por ejemplo, que un país con educación básica tiene más capacidad de crecimiento que uno sin educación, aunque este último tenga un puñado de sabios e investigadores. El crecimiento parejo de la educación es lo más importante. En la figura 6 puedes ver el impresionante crecimiento de la educación en México. Para ejemplificar, hemos utilizado el número de maestros. Nota cómo la educación primaria despega en los años setenta (junto con un crecimiento muy importante de la población), y después se detiene. Crece entonces la secundaria. En todo
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el periodo hay un crecimiento de la educación media superior y superior, aunque a un ritmo menor que las otras dos. FIGURA 6
Fuente: EH, c.2.3., 1-95. Media superior incluye educación técnica y normal. Superior incluye postrado.
En la figura 7 se muestra el gasto público en educación. Para no tener complicaciones con el diferente valor de la moneda, lo que presentamos es la proporción que le corresponde a la educación con respecto al gasto público total. Igualmente se tiene un gran crecimiento en los años setenta, que al parecer se reduce al final de lo década por lo gran cantidad de gasto público que entonces se destinó al petróleo. Sin embargo, para recuperarse tardó muchos años, y lo hizo por un pequeño periodo. Actualmente, la educación sigue representando un porcentaje muy importante del gasto público total, pero como éste es muy pequeño, al final en educación se gasta muy poco. FIGURA 7
Fuente: EH, C.2.4., 1-98.
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Este gasto reducido produce serios problemas de calidad en la educación y provoca también que muchos niños y jóvenes no puedan continuar con sus estudios. La figura 8 te muestra cómo los estudiantes que comienzan se van reduciendo considerablemente, en particular en el paso entre la primaria y la secundaria, y entre ésta y la preparatoria.
FIGURA 8
Nota: El número en el primer cuadro corresponde a ingresos en ese nivel. El segundo cuadro indica egresados. Son datos para el ciclo 1997-1998. Fuente: INEGI-CEE ITESM 2000. INEGI. Estadísticas Educativas de Hombres y Mujeres 2000.
Salud Junto con la educación, la salud es el otro elemento que Naciones Unidas considera parte del desarrollo humano, la salud pública es un problema del Estado, y por eso éste debe dedicarle una fracción importante de su gasto. En la figura 9 puedes ver el rápido crecimiento en los inicios del régimen, y luego la gran caída producto de la crisis de 1982. La recuperación tarda bastante en llegar, y sólo por un pequeño periodo hay un gasto superior a 6% del gasto total del gobierno (que de cualquier manera es muy pequeño). Sin embargo, los avances en salud pública en nuestro país fueron, durante décadas, uno de los grandes logros del régimen emanado de la Revolución Mexicana. En los años cuarenta la comisión para la erradicación del paludismo (CNEP eran sus siglas, que todavía pueden verse en miles de viviendas en el campo mexicano) logró efectivamente minimizar esta terrible enfermedad. Lo mismo ocurrió con todas aquellas que aquejan a la niñez y para las cuales hay vacuna (difteria, tos ferino, tétanos, poliomielitis, viruela); todas ellas se redujeron de manera notable. A partir de 1982, con la crisis económico, que afectó igualmente o otros países latinoamericanos, uno de las enfermedades infecciosos que no se conocían en nuestro continente resultó una amenazo importante. El cólera, enfermedad de la pobreza, causo estragos en nuestro país, en las zonas del sureste, desde 1985. Aunque no ha llegado a ser un problema de salud pública muy grave, no debe olvidarse que está presente.
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FIGURA 9
Fuente: Cálculos propios con base en EH, c.4.8., y c.2.4.
Por otro lado, a pesar del gran avance logrado en materia de enfermedades infecciosas, se ha registrado también el crecimiento de otro tipo de dolencias, igualmente fatales: las enfermedades cardiovasculares. En la figura 10 podemos ver este cambio. En los años treinta, la inmensa mayoría de las muertes eran provocadas por enfermedades infecciosas. Para las últimas décadas del siglo XX, éstas siguen cobrando vidas en nuestro país, pero son la tercera e incluso la cuarta causa de muerte, mientras que los accidentes y las enfermedades propias de la urbanización, como las cardiovasculares y el cáncer (tumores) van en aumento. FIGURA 10
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Fuente: EH, 11., 1-157.
El SIDA es otra grave enfermedad infecciosa que constituye un problema de salud pública en todo el mundo, pero cuyo contagio puede evitarse (o, al menos, reducirse sustancialmente) con medidas adecuadas de protección (evitar el contacto directo con sangre contaminada: semen y otras secreciones sexuales; reducción del número de parejas sexuales; uso de condón; evitar el uso compartido de agujas o jeringuillas contaminadas, entre otras). En la actualidad, la infección por VIH debida a transfusiones sanguíneas es muy improbable, gracias a las pruebas que se han desarrollado para detectar el virus en la sangre. En nuestro país, si bien este mal no ha sido atendido de manera tan eficiente como sería deseable, tampoco se les ha ido, de ido de las manos a las autoridades sanitarias como ha ocurrido en la mayor parte de los países del África negra (al sur del Sahara). En esas regiones, el SIDA ha diezmado a la población de manera dramática, a tal punto que, en algunos lugares, la esperanza de vida al nacer es de 25 años; una gran cantidad de niños y mujeres, en África están infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), y sin posibilidades de acceso a tratamientos que, en países occidentales, logran reducir los niveles del virus en la sangre y frenar la evolución de la enfermedad, permitiendo a los enfermos una vida prácticamente normal. Es importante disponer de información completa y confiable, relacionada con la prevención de ciertas enfermedades. Asimismo, conviene que conozcas que las causas de muerte más importantes en el grupo de edad en que te encuentras son, precisamente, los accidentes (para hombres), y los tumores y enfermedades infecciosas (para mujeres). Mueren más varones que mujeres a tu edad, y en muchas ocasiones esto ocurre por otro tipo de enfermedad que no se reconoce como tal: las adicciones, en particular, al alcohol y a las drogas de diverso tipo. Nunca es buena idea morir joven.
UNIDAD V. SUSTENTABILIDAD EN MÉXICO Autor: Macario Schettino Yánez
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Obra: Problemas Sociales, Políticos y Económicos. Tema: “Biodiversidad y ecología en México en el siglo XXI” Páginas: 213-221
CAPÍTULO 20 BIODIVERSIDAD Y ECOLOGÍA EN MÉXICO EN EL SIGLO XXI Hablar del ambiente y de la economía es un asunto complicado. Existe una especie de religión de lo ambiental, el ecologismo, que exagera el cuidado que debemos dar a la naturaleza. Al final, si le hiciésemos caso a estos grupos extremos, acabaríamos viviendo como lo hicieron nuestros antepasados hace unos 20 mil años. Y no olvidemos que, desde entonces, éramos depredadores. Más allá de esta religión, existe la posibilidad de encontrar combinaciones adecuadas entre la naturaleza y el ser humano. Dicho de otra forma, nuestra obligación es buscar cómo podemos mantener un nivel de vida adecuado (para seis mil millones de humanos, no lo olvides) y al mismo tiempo evitar el daño natural. Este enfoque se conoce como desarrollo sustentable, o también sostenible. Éste será el tema de este capítulo. 20.1 Recursos y desechos Una forma de analizar esta combinación entre economía y ambiente la podemos ver en la figura 20.1. Las actividades económicas, para producir bienes y servicios, utilizan recursos del ambiente y factores económicos (trabajo, capital, conocimiento). Aparte de esta utilización de recursos, producen otras cosas además de los bienes y servicios: desechos. En los dos extremos, los recursos y los desechos, las actividades económicas corren el riesgo de dañar el ambiente. FIGURA 20.1
O mejor dicho, tradicionalmente las actividades económicas han dañado al ambiente. Este esquema lo podemos aplicar a prácticamente cualquier actividad humana: el transporte, las comunicaciones, la producción y, claro, el esparcimiento, en donde un tema muy especial es el turismo. Todas las actividades humanas utilizan recursos naturales y producen desechos. Mientras estas dos relaciones con el ambiente
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se mantuvieron en niveles pequeños (cuando éramos menos de 1000 millones de humanos) el daño ambiental fue relativamente pequeño, pero conforme la población creció, también creció el daño ambiental. (Ver caso VII: Estado y economía, Desarrollo sustentable). Recursos Este punto merece un poco más de dedicación. Por alguna razón extraña, los ecologistas también son primitivistas. Esto es, tienen la idea de que las comunidades primitivas dañaban menos ambiente. Ello es falso, incluso, en muchos casos, las tecnologías productivas de dichas comunidades son mucho más costosas en materia ambiental. Por ejemplo, durante siglos en nuestro país el método agrícola era el famoso roza, tumba y quema, que consiste en acabar con el bosque o la selva para limpiar y sembrar grano. Este procedimiento es muy dañino, porque la eliminación del bosque lleva consigo, tarde o temprano, erosión y destrucción del suelo fértil. Si quieres tener una idea de lo que es esto, buena parte de las colinas de la Oaxaca mixteca (por Huajuapan, hacia la capital del estado) te sirve de ejemplo. La razón por la que los métodos primitivos no dañaron tanto el ambiente no tiene que ver con la tecnología, sino con el volumen de producción. Alimentar 10 o 15 millones de personas sembrando maíz en México es algo bastante fácil de lograr. Ello lo logramos en tiempos precolombinos y nuevamente en el siglo XIX y los primeros años del XX. Pero alimentar 30 millones exige mucho más esfuerzo. De hecho, más del doble, porque la productividad de la tierra no es constante. Cuando la población ya no es de 30, sino de 60 millones, la situación se vuelve crítica, y la deforestaci6n alcanza niveles acelerados. La tierra no tiene tiempo de recuperarse, y la erosión va ganando terreno. Eso es lo que ha pasado en México durante el resto del siglo XX: un exceso. En la figura 20.2 puedes apreciar estimaciones de la velocidad a la que acabamos con nuestros bosques. Como ves, son muy distintas. Entre los especialistas, se acostumbra a usar la cifra de 700 mil hectáreas por año, que es la más frecuente de las estimaciones. FIGURA 20.2 Deforestación en México Fuente Toledo, 1989 Repetto, 1988 Myers, 1989 FAO, 1988 FAO, 1995 WRI, 1992 WRI, 1994 SARH, 1990 SARH. 1991 Castillo, 1989 Maser, 1992 Semarnat, 2001
Deforestación Global 1500 460 700 615 678 615 678 370 370 746 668 1000
Fuente: INEGI, EMA, p. 214
Como sea, esta velocidad es impresionante. Aunque México tiene 200 millones de hectáreas de territorio, nada más 140 millones son “forestales”, y esto por la forma de clasificar. En realidad, teníamos (en 1994) 30 millones de hectáreas de bosques, 26 de selva, y 85 millones de vegetación de chaparrales, desértica y de zonas perturbadas. 219
Tomando en cuenta estas cifras, en un año nos acabamos poco más del 1.2% de las selvas. De 1994 al momento de escribir este libro habríamos perdido más de 5 millones de hectáreas de bosques y selvas, Hay que recordar que parte de estas pérdidas tienen que ver con asentamientos humanos (crecimiento de ciudades y pueblos, carreteras), con la producción de alimentos (sea agricultura o ganadería) y con el simple deterioro ambiental producto del mal manejo de la producción (abuso de la madera, contaminación de mantos de agua que destruyen ecosistemas, por ejemplo). El caso más difícil de tratar es el segundo, los bosques que se acaban para tener terreno para sembrar o para que paste el ganado. Es difícil, porque se tienen dos, alternativas nada deseables: acabar con el ambiente o no tener suficiente alimento, Esto es más marcado cuando la producción de alimentos es de autoconsumo, como ocurre en buena parte del sur y sureste del país, en donde las comunidades (muchas de ellas indígenas) necesitan destruir selva para sembrar maíz y comer. La ineficiencia es impresionante, porque no sólo se acaban recursos naturales que no son recuperables (la selva puede tardar hasta 100 años en recuperarse, dependiendo del daño), sino que, además, la tierra ni siquiera sirve para producir alimentos. El suelo selvático tiene un espesor tan escaso y es tan bajo en nutrientes que apenas da para una o dos cosechas medianas. Tal vez esto te sirva para comprender la relación tan estrecha entre la economía y el ambiente. Si una comunidad no tiene otras alternativas para producir sus alimentos, destrozará el ambiente y vivirá en la pobreza durante un tiempo, antes de tener que emigrar o desaparecer. El daño es grave, y su origen está en una economía incapaz de producir riqueza para todos (o, al menos, evitar la pobreza extrema). Un caso distinto es la destrucción de selva para ganadería, algo muy común en el sureste (Veracruz, Tabasco y Chiapas, sobre todo). Ésta es una falla de mercado. La carne es un bien superior (como vimos en el capítulo 2), un bien en el que las personas gastan más cuando tienen más dinero. Por lo mismo, es negocio tener vacas y venderlas. Y es más negocio que sembrar maíz, cuando la economía crece. Sin embargo, las vacas son ambientalmente ineficientes, comen más de lo que producen. Esto ocurre con todos los animales, que son menos eficientes en el uso de la energía que las plantas. De hecho, desde el punto de vista técnico, si los humanos consumiéramos más vegetales y menos carne, utilizaríamos de manera más eficiente la energía ambiental. Pero esto no se resuelve por decreto, y la gente sigue comiendo carne. Sin embargo, la ineficiencia de las vacas en el uso de los recursos no está considerada dentro del precio del bistec, y el público no puede calcular el costo ambiental de comérselo. Este fenómeno, que ilustramos con los pobres animales, ocurre con todos los productos. Los precios vigentes en el mercado no toman en cuenta ni el uso de los recursos ni la generación de desechos. Si lo hicieran, entonces estaríamos en un sistema económico sustentable. Esto no sucede, ni va a suceder nunca, por lo que lo más cercano que tenemos es el uso de instrumentos gubernamentales. Veremos cuáles son y cómo funcionan en la tercera sección de este capítulo. Antes de ello, un asunto más sobre los recursos. El uso excesivo de un recurso no sólo acaba con él, sino que daña irremediablemente al ecosistema. Como decíamos en el capítulo 6, naturaleza funciona mediante sistemas, que son conjuntos de piezas relacionadas entre sí de manera que, sin una de ellas, el sistema ya no funciona bien. Así, el uso excesivo de un manto de agua no sólo acaba con él, sino que destruye el sistema que la naturaleza fue construyendo a su alrededor: la vegetación y la fauna, e incluso el ambiente físico va cambiando. En la naturaleza, los cambios no son buenos ni malos, son cambios nada más.
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En varias ocasiones, la misma naturaleza ha producido hecatombes ecológicas. Han ocurrido al menos tres grandes destrucciones de la vida en la Tierra, en los casi cuatro mil millones de años que tiene de existencia. En todos los casos, la vida renace. El problema no es de la naturaleza, sino de los humanos, que se sumarían a una de las tantas especies destruidas en el devenir evolutivo. Desechos Ya hablamos de los recursos lo suficiente. Corrijo: nunca sería suficiente; pero es bastante para este libro. Hablemos ahora, también de manera somera, de los desechos. Como decíamos antes, cualquier actividad humana genera desechos, y buena parte de ellos son necesarios para el ecosistema (incluso los cadáveres cumplen con su función de nitrogenar el suelo). El problema, igual que con los recursos, es la cantidad que generamos. Sin embargo, a diferencia del otro caso, los desechos también tienen otro problema. Resulta que, desde hace algún tiempo (unos 100 años) no sólo usamos recursos naturales, sino que hemos sido capaces de construir cosas que no existían antes de nosotros. Y hemos construido desechos que la naturaleza no conocía, y que todavía no puede aprovechar ni degradar. Acostumbramos a hablar de los desechos como contaminación. Así es cuando son tantos, que la naturaleza no los puede asimilar, o cuando constituyen este nuevo tipo de desechos qué la naturaleza ni conocía. En el primer caso, el problema es de cantidad y, por lo mismo, su solución tiene que ver con el distinto ritmo de la naturaleza y la economía. Un ejemplo muy evidente es la contaminación del aire en la Ciudad de México. La región en que se encuentra la ciudad es una cuenca cerrada, con elevaciones considerables a su alrededor, que la hacen funcionar como una especie de olla enorme. Los gases que entran al ambiente de la ciudad no salen fácilmente de la olla, y el aire de la ciudad se contamina con rapidez. Ciertamente, hay gran cantidad de autos en la zona metropolitana de la Ciudad de México, y muchos de ellos son muy viejos y producen mucho humo, pero si la ciudad estuviese en un valle más amplio, o las montañas que la rodean fuesen más bajas, la contaminación del aire sería menor. Dicho de otra manera: la contaminación es producto de los dos factores, la generación de los desechos y la capacidad de la naturaleza para asimilarlos. La solución en este tipo de problemas es equilibrar ambas variables. En el caso de la Ciudad de México no es fácil ampliar la capacidad natural (una forma sería tener más árboles, lo cual es posible; otra sería achaparrar las montañas, lo cual es imposible), por lo que hay que trabajar en reducir la producción de desechos. El programa de “un día sin auto”, al principio, sirvió para ello, pero luego resultó peor. El cambio de gasolinas ha reduce la cantidad de contaminantes, pero sí su peligrosidad. Las mejoras tecnológicas en los automóviles son de gran importancia. Para terminar con este primer caso de la contaminación, la generación excesiva de desechos, no olvidemos la basura (desechos sólidos, le dicen los conocedores), que es un problema mayor. Nuevamente, es fácil resolver estos asuntos cuando hablamos de unos cuantos seres humanos. Pero cuando se trata de millones de éstos, todo es difícil. El segundo caso de la contaminación es mucho más complicado, y también más peligroso. Hasta hace 100 años, más o menos, los humanos vivíamos aproximadamente igual que durante los tres millones de años anteriores. Ya se usaban algunas cosas nuevas, o en mayor cantidad de lo “normal”, pero esencialmente no había cambios. Por ese entonces, la química empezó a comprenderse bien, y se empezaron a construir sustancias (y hasta elementos) que la naturaleza nunca había “conocido” y, por lo mismo, no sabía utilizar. El caso más común es el de los plásticos, en todas sus
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versiones. Un plástico es un polímero (esto es, una misma molécula pequeña repetida cientos, miles o millones de veces) que parte de cosas naturales, pero que en esa forma no existe naturalmente. Todas las cosas que existen naturalmente son utilizadas por alguna forma de vida. Hasta el azufre de los balnearios es utilizado por un cierto tipo de bacterias. De la misma manera, la naturaleza en algún momento del futuro sabrá qué hacer con los desechos que hoy producimos. Igual que cuando hablábamos de los recursos, el problema para nosotros es que lo haga pronto, porque después no estaremos para contarlo. El gran avance tecnológico alrededor de la química (inorgánica, orgánica y recientemente la genética), nos ha dado mucho, pero también nos ha provocado serias dificultades. Gracias a este avance, hoy tenemos muchas medicinas para evitar enfermedades que antes mataban en forma masiva. Por eso mismo, hoy somos seis mil millones de humanos, y no mil. Tenemos también telas que permiten a esos seis mil millones vestirse (incluyendo el nylon, el rayón, el poliéster y la likra). Tenemos materiales que nos permiten hacer muchísimas cosas que antes no hacíamos. Pero que, al desecharse, pueden durar millones de años y, mientras tanto, provocar serios problemas ambientales. Hemos hablado ya del plástico, que no se deteriora naturalmente (aunque hay científicos tratando de desarrollar una bacteria que se lo coma), pero ése es el menos preocupante. Las baterías (pilas) utilizan mercurio, y cada vez que desechamos pilas, contribuimos al envenenamiento de los mantos acuíferos subterráneos. Y la contaminación por mercurio es verdaderamente grave. Varias ciudades mineras en México sufren de esté envenenamiento; porque el beneficio de la plata durante el siglo XIX se hada con mercurio. Después de 100 años, sigue envenenado el agua, y seguirá así por los siglos de los siglos. Otro ejemplo, los askareles. Este horrible nombre corresponde a un cierto tipo de aceites usados para enfriar los transformadores eléctricos. Para que un aceite funcione en un transformador: se requiere que sea químicamente muy estable (porque el campo eléctrico del transformador acaba con todo). Después de mucha investigación, lograron fabricar estos askareles, químicamente, muy estables. El problema es ése, son tan estables que no hay manera de destruirlos, y su vida media es de como diez mil millones de años (o sea que, cuando el Sol se acabe, los askareles estarán ahí). Y estos aceites son poderosos cancerígenos. Así que la electricidad que usamos, indirectamente, está produciendo un desecho de gran peligrosidad. Resumiendo acerca de los desechos: existen dos problemas diferentes, uno tiene que ver con la cantidad, y puede resolverse con cambios tecnológicos, de conducta, y a través de señales económicas adecuadas (impuestos, precios y leyes). Pero el segundo problema tiene que ver con las cosas que la naturaleza no conocía y que no sabe cómo aprovechar. La solución en este caso debe ser otra. Si los dejamos de usar, no podremos seguir viviendo como hasta ahora (yeso está difícil). Así, la solución es el reciclado y la separación de los desechos para ello, y ayudar a la, naturaleza para que produzca formas que aprovechen estos desechos. Aunque luego, a ver qué hacemos con esos animales.
20.2 Nuevos equilibrios A riesgo de aburrir: la naturaleza funciona mediante sistemas. Y los sistemas no tienen equilibrios permanentes, sino equilibrios dinámicos. Los sistemas se estabilizan, y
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cuando hay alguna perturbación, el sistema entero se mueve hasta que encuentra un nuevo punto estable, y así sigue, por siempre. La idea de que hay un equilibrio permanente es equivocada. Entonces, lo qué debe, preocuparnos es como podemos encontrar nuevos puntos de equilibrio entre el subsistema económico y el gran sistema ecológico. De todas las posibilidades vamos a revisar solo algunas Agua Posiblemente, el recurso más importante en este momento sea el agua. No sólo porque es esencial para la vida, sino porque está en un nivel de riesgo preocupante. En México, por ejemplo, usamos el agua de manera irresponsable. En la Ciudad de México, cada habitante usa, al día, 300 litros de agua. Se trata de un promedio, claro, pero nos da una idea del desperdicio. En ciudades más cuidadas, el consumo es, cuando mucho, de 200 litros por habitante. Pero la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene unos 22 millones de habitantes, lo que significa 6600 millones de litros al día, o bien 76 metros cúbicos por segundo. Para que tengas una idea más gráfica: son 75 tinacos por segundo. Si el agua llegase al DF por pipas, tendrían que entrar a la ciudad 3 pipas cada segundo. Es absurdo. Esa inmensa cantidad de agua viene, a mitades, del subsuelo de la ciudad y de zonas muy lejanas. Es tanta agua la que hay que mover, que el DF es e! mayor cliente de la Comisión Federal de Electricidad, porque las bombas de agua usan electricidad. Y se saca tanta agua del suelo, que la ciudad se va hundiendo poco a poco. Estos hundimientos rompen las tuberías, y el agua se pierde. Afortunadamente, el agua que se fuga de las tuberías regresa al subsuelo, pero el costo de potabilizarla y moverla se pierde. FIGURA 20.3
Usamos el caso de la Ciudad de México como ejemplo porque es extremo, Y porque implica a la quinta parte de los mexicanos, si bien no es el único. El desperdicio de agua es una constante en el país, y la contaminación de mantos de agua, también. 223
Buena parte del agua que se evapora al final se pierde, porque cuando llueve, cae en lagos, presas y ríos que están contaminados. Lo mismo en el subsuelo. Al respecto, antes hemos mencionado el caso de los mantos contaminados con mercurio. El agua es un problema no nada más para México, sino un problema mundial. Esto significa que hay un componente de estrategia geopolítica en el agua. Nuestro país tiene dos zonas diferentes en esto: una en donde sobra y otra en donde falta el agua. Pero en cualquier caso, no somos de los países con mayor dotación de este líquido, Es prioritario actuar para salvar este recurso. Aire La contaminación del aire es relevante en las zonas urbanas. Esto es así por la generación de contaminantes aéreos del transporte. El caso que se usa como ejemplo normalmente es la Ciudad de México, pero otras zonas metropolitanas tienen serias dificultades (Monterrey y Guadalajara, entre otras). Como antes hemos mencionado, el problema de equilibrio tiene que ver con la capacidad de la naturaleza para asimilar la generación de bióxido de carbono. Los otros contaminantes aéreos son más peligrosos, pero algo hemos mejorado en eso (por ejemplo, el azufre y el plomo ya se redujeron mucho; los óxidos de nitrógeno, el ozono y las partículas pequeñas, menos). Sin embargo, la generación de bióxido de carbono ha sido tan alta en los últimos tiempos, en todo el mundo, que todos los bosques y selvas del planeta han sido insuficientes para transformarlo en oxígeno. El resultado ha sido un incremento en la proporción de este gas en la atm6sfera, lo que aparentemente genera un problema. La energía solar entra a la atmósfera, pero no puede salir, y la Tierra se va calentando. Esto se conoce como efecto invernadero, y dicen los especialistas que la temperatura del planeta subirá, en los próximos 20 años, hasta cuatro grados centígrados. En verdad, no sabemos bien si así será o no. Pero si así fuese, estaremos en problemas (o estarás tú), porque ese incremento en la temperatura provocara el deshielo de parte de los polos, y eso elevaría el nivel del mar hastíen un metro. Parece poco, pero con eso alcanza para que desaparezcan Veracruz, Acapulco y Cancún, junto con todas las playas del mundo. Flora y fauna La alteración de los ecosistemas provoca dificultades a todos los organismos que viven en ellos. Los que más sufren son los organismos mayores, porque son menos flexibles. Las bacterias y los hongos, por ejemplo, aguantan todo, pero los pandas y los orangutanes no aguantan ni un cambio de dieta. Es normal que algunas especies desaparezcan, porque estaban adaptadas a ambientes que desaparecen también. Y es normal que otras especies se transformen, adaptándose a nuevas circunstancias. Pero, como veíamos en el capítulo 6, la naturaleza no está preparada para cambiar en cuestión de días o meses. Los tiempos de la naturaleza son, cuando rápidos, de miles de años. Así, cada vez que alteramos un ecosistema, destruimos una inmensa cantidad de especies, tanto de la fauna como de la flora. Esta segunda se nota menos, porque, también por naturaleza, nos preocupamos más por los animales que por las plantas. De hecho, desaparecen más especies animales y vegetales por la destrucción de sus ecosistemas que por su matanza directa. Los pandas y orangutanes que ya mencionamos, o el gorila de montaña, han sufrido una reducción en su población, sobre todo porque su ambiente ha desaparecido. Aunque se les caza y mata por razones absurdas, es mayor la pérdida por deterioro ambiental. .
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20.3 Revertir el desastre Hemos provocado un desastre ecológico. De eso no hay duda. La discusión que hemos mantenido entre ecologistas y sustentabilistas no tiene que ver con ello; para todos está claro que hemos cometido una gran cantidad de errores. La diferencia entre estos enfoques está en cómo resolver los problemas. Para los ecologistas, la única solución está en respetar a la naturaleza de manera absoluta. Pero eso implicaría abandonar todo lo que se ha logrado con el desarrollo económico. Eso es tan poco probable que no merece mayor comentario. Sólo diremos que los países menos desarrollados prefieren, hoy, desarrollarse a ser ecologistas. Por ahí no hay salida. La otra perspectiva es buscar nuevos equilibrios, reduciendo el consumo de recursos y la generación de desechos, y abriendo posibilidades para que los contaminantes complicados puedan asimilarse con mayor facilidad. Para evitar el mismo riesgo de los ecologistas, que es ir en contra de la corriente económica, la forma de hacerla es construir instrumentos de política económica que permitan esos objetivos. Estos instrumentos son, en general, de dos tipos. Por un lado, hay forma de afectar el precio de los recursos y los desechos, de manera que consumidores y productores modifiquen su comportamiento y, sin pensarlo, actúen en beneficio del ambiente. Pero, a veces, las modificaciones en los precios no son suficientes, y entonces se puede modificar la cantidad de recursos y desechos directamente. En economía es normal que exista esta diferencia entre precios y cantidades, y que para cada una existan instrumentos distintos. Para modificar los precios, el gobierno utiliza impuestos. En el caso que nos interesa, estos impuestos se llaman pigovianos, por el nombre de un economista inglés que los explicó, por primera vez, hace unos 80 años (A.c. Pigou). Estos impuestos se calculan de manera teóricamente sencilla: se establece el costo de los recursos (o los desechos), y se transforma en un sobreprecio que debería pagar quien los usa (o los produce) para reducir su consumo de manera que sea sostenible a largo plazo. Digo que teóricamente es fácil, porque en la realidad no es común que sepamos cuánto debería costar un recurso, o cuánto daña un desecho. Por eso, a veces lo que se hace es no poner directamente el impuesto, sino reducir la cantidad. Una posibilidad para ello es subastar cantidades. Por ejemplo, esto se usa en la cacería: se autoriza la caza de un individuo de alguna especie (a los borregos cimarrones de Baja California les ha tocado), y el permiso se subasta. Así, la demanda fija el precio (en el caso, de estos borregos, ello puede costar 300 mil dólares). En otros casos, el impuesto no sirve de mucho porque, aun subiendo mucho el precio, los consumidores no cambian su comportamiento. En un estudio reciente, Luís Miguel Galindo ha encontrado que aun subiendo sustancialmente el precio de la gasolina, los consumidores de la Ciudad de México no reducirían su consumo notoriamente. Es tanta la necesidad del transporte, y es tan marcada la preferencia por el uso del automóvil privado, que habría que elevar el precio cinco veces para reducir el consumo a la mitad. Esto no es políticamente factible. En esos casos, existe la posibilidad de aplicar medidas legales para reducir el consumo de recursos o la generación de desechos. En el caso de la gasolina está un tanto complicado, pero sí puede usarse en otros casos, corno en la generación de desechos líquidos, obligando a su tratamiento antes de verterlos al drenaje público, o imponiendo la obligación de separar desechos sólidos, etc. Revertir el desastre ecológico no es cosa sencilla, pero tampoco imposible. La dificultad viene de la necesidad de crecimiento económico, de la presión demográfica,
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de la natural tendencia humana a menospreciar los resultados de las acciones propias, y de las complicaciones políticas de todas las sociedades humanas. El desarrollo sustentable busca soluciones a todo esto, y poco a poco las va encontrando.
Autor: Gustavo Vargas Sánchez Obra: Introducción a la Teoría Económica: Aplicaciones a la Economía Mexicana Tema: “Economía y Sustentabilidad”
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Páginas: 585- 597
CAPITULO 25 ECONOMÍA Y SUSTENTABILIDAD Actualmente, uno de los principales retos que la humanidad enfrenta es el de una administración responsable, efectiva e inteligente de los recursos con que cuenta el planeta. L os ecologistas insisten repetidamente en el hecho de que nuestra sociedad está agotando muy de prisa sus recursos naturales. Sin embargo, la viabilidad económica y ecológica son tratadas aún como variables independientes por casi todos los gobiernos y sus políticas, de modo que la reflexión sobre estos temas y su incorporación en las políticas económicas es una tarea que los economistas debemos enfrentar de manera urgente. Objetivo general: Conocer la importancia de la administración responsable de los recursos naturales. Objetivos particulares: Concebir el desarrollo sustentable en el entorno teórico-económico. Al terminar el presente capítulo el estudiante será capaz de: Entender las premisas de la sustentabilidad. Entender el desarrollo sustentable en el entorno teórico-económico. Entender el desarrollo sustentable en su entorno ecológico. Comprender la necesidad de la adopción de un desarrollo sustentable global. Conocer las actividades mexicanas en torno al desarrollo sustentable.
25.1 INTRODUCCIÓN La comprensión de los procesos económicos y sociales que contribuyen al cambio ambiental es aún endeble a pesar de que esos problemas se remontan a mucho tiempo atrás. Ha sido en los últimos decenios, por la aceleración en el ritmo, la escala y complejidad de la gestión de los recursos, que han comenzado a surgir preguntas, preocupaciones y algunas respuestas respecto a la estrecha vinculación entre la actividad humana y el medio natural. Son muchos los sucesos que afectan directamente a todos los países del planeta, por lo que probablemente sólo el conjunto de la especie humana, mediante esfuerzos coordinados, tendrá alguna expectativa de gestionar y orientar la transformación del planeta por el camino de lo que se ha llamado “desarrollo sustentable”. La expresión desarrollo sustentable fue difundida (pero no creada) en 1987 por medio de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, más conocida como la Comisión Brundtland, que a través de un informe titulado Nuestro futuro común caracterizó al desarrollo sustentable como aquél que asegura satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones. En la actualidad (2002), vivimos poco más de 6,000 millones de personas en el planeta, pero el impacto sobre el medio ambiente no es homogéneo: varía de país a país, según el nivel de desarrollo. También varía en cada grupo social dentro de una misma comunidad o nación. Por lo cual, si bien es cierto que las políticas mundiales sobre desarrollo sustentable deben tener como uno de sus ejes principales el control de la
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población mundial y el control de la pobreza en el planeta, también es cierto que para los fines de la sustentabilidad debe tomarse en cuenta el hecho decisivo de que en las regiones con elevada renta per cápita del mundo industrializado, el uso exosomático de energía es mucho mayor. William C. Clark afirma, por ejemplo, que 15% de la población más rica del mundo consume más de un tercio del fertilizante y más de la mitad de la energía del globo. El reto no es sencillo. La condición de que las necesidades y aspiraciones de hoy pudieran conciliarse con las de mañana reside en que las naciones cambien radicalmente el modo de dirigir, gestionar, administrar y distribuir el producto de la economía mundial y de los recursos naturales. En México, como en casi todos los países del mundo, se comienza a reconocer que existen interrelaciones entre el crecimiento económico y la desigualdad, o entre la pobreza y los problemas ecológicos, o entre estos últimos y el desarrollo industrial, mas tales relaciones ni son unívocas ni son simples. El ideal de un desarrollo con equidad y que al mismo tiempo sea ecológicamente sano (desarrollo sustentable), es indiscutiblemente necesario y deseable; pero en los hechos parece haber tensiones y contradicciones entre, por ejemplo, los imperativos del crecimiento económico y las demandas de justicia social, entre las necesidades ecológicas y los requerimientos técnicos productivos, entre las exigencias de la lucha contra la pobreza y la conservación deseable de la biodiversidad (es decir, existe un trade off entre eficiencia y equidad). En esta perspectiva, una política eficaz de desarrollo económico parece requerir urgentemente la constitución y fortalecimiento de un Estado verdaderamente moderno, capaz de cumplir y hacer cumplir la legalidad, y ser capaz de establecer relaciones socialmente productivas con una sociedad civil que asuma sin restricciones sus derechos, pero también sus obligaciones y responsabilidades fundamentales: “La reforma del Estado es uno de los problemas económicos y políticos actualmente más debatidos. Los cambios por los que atraviesa el Estado y, al mismo tiempo, la necesidad de su reforma, responden a una necesidad estructural y de modificaciones de fondo que trascienden con mucho las exigencias inmediatas de su ajuste y/o redimensionamiento y las demandas y presiones de grupos o instituciones". Lo anterior apunta a una presencia más responsiva y responsable de un Estado más representativo y, por ende, más capaz de asumir los problemas e intereses generales de la sociedad.
25.2 MEDIO AMBIENTE, ECONOMÍA Y ECOLOGÍA La toma de conciencia por parte de los países en cuanto a que la actividad económica produce un impacto directo sobre el medio ambiente y que puede cambiarlo irremediablemente, e incluso sacrificar la viabilidad de las generaciones futuras, ha obligado -si bien con lentitud- a que las decisiones económicas se tomen con mucha mayor responsabilidad para tratar de evitar, en la medida de lo posible, el incremento en el deterioro causado al medio ambiente. Se han generado, al menos, dos corrientes distintas de pensamiento sobre el problema de las relaciones entre el medio ambiente y la economía: la economía ambiental y la economía ecológica. Los recursos naturales constituyeron una de las preocupaciones fundamentales de los economistas “clásicos” como Malthus, Ricardo o Mili, especialmente en lo relativo a la actividad agrícola. Sin embargo, la especialización y profundización para incorporar como tema prioritario de la economía
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y la política a la posible escasez de los recursos naturales, se ha desarrollado vigorosamente en las últimas décadas. Economía ambiental La primera de estas dos corrientes ha sido resultado de la aplicación del aparato conceptual neoclásico al campo del medio ambiente. Su sustento teórico se encuentra en la teoría de las externalidades de Marshall, Pigou y Coase, la teoría de los bienes públicos de Wicksell y Bowen, la teoría del equilibrio general de Walras y el campo de aplicación del análisis costo-beneficio. En el diagrama clásico de flujo circular se muestra el esquema representativo de la economía neoclásica, en el cual se basa el razonamiento de la economía ambiental. La economía aparece como un sistema cerrado, simple, en el que los individuos y las familias se relacionan a través de los mercados, donde se fijan precios, y las empresas, al vender bienes y servicios, remuneran los factores de la producción (tierra, trabajo y capital). La economía neoclásica, conocida en su rama de economía ambiental, por lo común centra su atención en cómo y por qué las personas toman decisiones que tienen consecuencias ambientales. Se ocupa de estudiar y sugerir cambios en las políticas e instituciones económicas, con el propósito de equilibrar los impactos ambientales con los deseos humanos y las necesidades del ecosistema en sí mismo. En su ámbito de estudio destacan dos grandes problemas: a) la existencia de externalidades, que es abordado con gran inquietud por Pigou, Coase y Mishan, y b) la asignación intergeneracional óptima de los recursos agotables. La economía ambiental aborda esta cuestión asignando a los recursos un valor y un lugar en el sistema de precios y en la contabilidad nacional y privada. a) La existencia de externalidades Una externalidad es un costo o beneficio real que no aparece en el estado de pérdidas y ganancias de la empresa, pero que es asumido por algunos miembros de la sociedad; es decir, es un costo externo para las compañías, pero interno para toda la sociedad; sus efectos no son medidos por los precios del mercado. Existen externalidades tanto positivas como negativas. El razonamiento de Coase está en función del costo social que puede traer una externalidad negativa, refiriéndose en especial a las acciones de las empresas que tienen efectos perjudiciales en terceros. La solución que el autor plantea es la de intentar una negociación que incorpore (“internalice”) la externalidad, asignándole un precio a la misma, como puede ser el costo de restauración del perjuicio causado o el costo de reemplazo del recurso natural agotado; el problema es que este razonamiento es efectivo sólo si los derechos de propiedad están bien definidos y si los agentes son capaces de atribuir a las externalidades un valor monetario actual. Pigou presta gran atención a los acuerdos voluntarios, se preocupa por descubrir cómo se pueden introducir mejoras en los acuerdos existentes que determinan el uso de los recursos, ya que existen las llamadas fallas del mercado, que para ser corregidas requieren la intervención del gobierno. Por esta razón, a Pigou se le recuerda de manera popular por el llamado “impuesto pigouviano”, el cual es exactamente igual al costo marginal que produce la externalidad en un nivel óptimo de la teoría neoclásica (esto no significa que lo que la empresa paga elimine por completo la contaminación, el desperdicio de los recursos o alguna otra externalidad).
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Qué elección hagan los agentes económicos dependerá de cuál de las opciones les represente un costo menor. Las empresas tienen que comparar el monto del impuesto contra el costo marginal de descontaminar, y preferirán pagar el impuesto mientras éste sea más barato que descontaminar. b) Asignación intergeneracional óptima El problema de la asignación intergeneracional óptima de los recursos agotables tiene su origen en la regla del ritmo óptimo de extracción de un recurso agotable, presentada por Lewis Gray en 1913 y posteriormente retomada por Hotelling en 1931; el gran problema de la aplicación de la regla Gray-Hotelling (como la llaman frecuentemente) es que su análisis requiere conocer la tasa de interés y los precios futuros. R. M. Solow retoma este problema coincidiendo con el razonamiento; según Solow, el valor de mercado de un depósito natural depende de las perspectivas de su explotación y venta. Su valor de equilibrio debe aumentar al mismo ritmo que la tasa de interés, por lo que si su precio aumentara lentamente, la producción se incrementaría y el recurso se agotaría más rápidamente; si, por el contrario, los precios aumentaran de prisa, los depósitos naturales constituirían una forma excelente de conservación de la riqueza. Uno de los problemas fundamentales a que se enfrenta la economía ambiental es el de la valoración monetaria de los beneficios y costos ambientales. Para solucionarlo, normalmente se usa el método del análisis costo-beneficio, el cual exige la traducción a términos monetarios de dichos elementos, utilizando para ello técnicas de valoración monetaria de “no mercado” y suponiendo que existe una única medida común para clasificar los problemas ambiéntales, pues todos los bienes se pueden expresar en términos monetarios equivalentes con base en la utilidad que tienen para todas las personas. Este análisis puede valorar los costos y beneficios futuros aplicando una tasa de descuento para obtener así un valor actualizado. Puede incorporar a las generaciones futuras y a los seres no humanos a través del concepto de necesidad: no podemos saber sus preferencias con exactitud, pero podemos conocer algunas de sus necesidades, por ejemplo, el aire y el agua limpios. El gran problema con el que se enfrenta el análisis costo-beneficio es la manera de incorporar a los no humanos y a las generaciones futuras, ya que su representación normalmente es precaria y el peso de sus intereses, por la representación indirecta de las preferencias actuales, es inferior al que en realidad debería fijarse. Economía ecológica La segunda corriente de pensamiento que busca dar respuesta al problema de las relaciones entre economía y ecología, es la que se conoce como “economía ecológica”. En la figura 25.1 se representa a esta escuela de pensamiento con las limitaciones que esta tarea puede acarrear. Como podemos observar, la economía ecológica ve al mundo como un sistema abierto a la entrada de energía solar. La economía necesita entradas de energía y materiales. La economía produce dos tipos de residuos: el calor disipado (por la segunda ley de la termodinámica), y los residuos materiales que, mediante el reciclaje, pueden volver a ser parcialmente utilizados. FIGURA 25.1 Relaciones de la economía ecológica
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La economía ecológica reclama un enfoque “ecointegrador” el cual, como lo señala José Manuel Naredo, teórico de la misma, es un mirador que apunta a evitar la habitual disociación entre los planteamientos económicos y ecológicos, reconciliando en una misma raíz “ecointegradora” dos componentes: la utilidad propugnada por los economistas y la estabilidad analizada por los ecologistas. Boulding, Daly, Holling, Ehrlich, Raven, Norgaard, entre otros, van desarrollando las bases para concebir la economía y la ecología como sistemas complejos, en constante transformación y bajo grandes incertidumbres. La comprensión del proceso ecoevolutivo en el que sociedad y naturaleza se interconectan y cambian, dice Norgaard, sugiere nuevas direcciones para que la organización social mejore la sustentabilidad ambiental, la justicia social y la dignidad humana. Los economistas ecológicos afirman que la economía no puede tener una medida común y, por tanto, las evaluaciones de las externalidades no pueden ser la base de políticas ambiéntales racionales. Es imposible dar valores actualizados a todas las externalidades porque muchas son desconocidas o inciertas, y muchas son irreversibles. La economía ecológica plantea que el funcionamiento de la economía exige el suministro adecuado de la energía y los materiales por un lado y, por otro, disponer de los residuos de manera no contaminante. Su planteamiento se basa en tres nociones biofísicas fundamentales: la primera ley de la termodinámica, según la cual la materia y la energía no se crean ni se destruyen, sólo se transforman; la ley de la entropía o segunda ley de la termodinámica, que enuncia que la materia y la energía se degradan continua e irrevocablemente desde una forma disponible a una forma no disponible, sean usadas o no. La tercera noción se refiere a la imposibilidad de generar más residuos de los que pueden asimilar los ecosistemas y a la regla de no extraer de los sistemas biológicos más de lo que se puede considerar su rendimiento sostenible, ya que de no cumplirse esta tercera noción acabaríamos con los ecosistemas y, a la vez, con nosotros mismos. La determinación de las políticas a seguir exige un esfuerzo de investigación interdisciplinaria que va más allá de la competencia de los economistas, pero que no puede realizarse sin ellos. Una gestión que además de ser económica pretenda ser sostenible, ha de preservar el ambiente considerando los estados críticos derivados tanto de la falta de recursos como del exceso de residuos. El riesgo que señala la economía ecológica es que hemos pasado de un “mundo vacío” a un “mundo lleno” en el que los límites están marcados por la capacidad de carga del ecosistema planetario. FIGURA 25.2 El ecosistema global finito en relación con el subsistema económico (según Goodland, Daly y El Serafy 1992)
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Desde este punto de vista, el mercado deja de ser el garante del óptimo económico, desplazando el centro de las preocupaciones desde los simples valores mercantiles hasta las condiciones que impone el mundo físico e institucional en el que se desenvuelven las acciones económicas. Además, la economía ecológica pone especial interés en los acuerdos políticos como forma de resolver los problemas ambientales.
25.3 SUSTENTABILIDAD Y DESARROLLO ECONÓMICO La sustentabilidad, como ya se señaló, hace referencia a la preocupación por satisfacer las necesidades humanas para mejorar el bienestar, considerando una equidad intergeneracional en función de la magnitud y composición de recursos que una generación deja a la que le sucederá. La noción de sustentabilidad, y por tanto la de desarrollo sustentable, no pueden proporcionar directamente metas o límites al deterioro del medio ambiente porque es prácticamente imposible saber cuál es el nivel de actividad económica y de bienestar que puede mantenerse indefinidamente. Una opción para alcanzar el desarrollo sustentable consiste en garantizar que cada generación herede a la que le suceda un stock agregado de capital al menos igual al que ella recibió de la anterior. Se permitiría así una sustitución de capital natural por capital hecho por los humanos, a condición de poder medir de alguna forma los bienes ambientales y su deterioro. Sin embargo, esta opción no nos resuelve el problema por completo, debido a que ciertos recursos naturales y servicios ambientales son
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difícilmente sustituibles con la tecnología existente o la que se puede prever a corto y mediano plazo. Existen tres características básicas de los recursos que ponen de manifiesto las dificultades para una gestión racional de los mismos. La primera es el libre acceso en el uso de muchos recursos. Al respecto, en 1968 G. Hardin publicó en la revista Science que “en situaciones en que los recursos naturales son de acceso abierto a todos o de acceso libre, entonces no existe ningún incentivo para preservar el recurso, no ya de cara a las generaciones futuras sino incluso para la generación actual”. La segunda característica que dificulta la gestión de los recursos es el “descuento del futuro”. La economía convencional hace este descuento a través del cálculo de una tasa determinada caso por caso, en donde la elección de una tasa elevada supone el sacrificio del bienestar de las generaciones futuras en favor de las generaciones presentes. En este punto, Juan Martínez Alier, teórico de la economía ecológica, retama el planteamiento propuesto por W. Kapp en 1950 y señala que tal vez se pueda encontrar un cálculo monetario en valor actual al aplicar un tipo de descuento arbitrario a utilidades y desutilidades futuras. Pero este procedimiento no ahorra el dilema de la elección y el hecho de poner en peligro la salud humana y la supervivencia. La tercera característica tiene que ver con la incertidumbre propia de los recursos. No se tienen conocimientos suficientes para pronosticar con exactitud el ritmo del cambio climático o el impacto hecho sobre diferentes ecosistemas, así como tampoco conocemos con precisión el total de biodiversidad que se pierde día tras día, ni el impacto que tienen sobre la salud determinados químicos, ni de qué forma se van a comportar los precios y los costos de las materias, etcétera. Por todo lo anterior, incorporar a las decisiones económicas el problema del medio ambiente no es una tarea sencilla. Hay un gran debate sobre si las restricciones al medio ambiente pueden limitar el desarrollo o no y si el proceso de desarrollo causará más problemas ambientales graves que pudieran reducir la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras. Al crecer la economía, el impacto sobre el medio ambiente crece y se hace sentir lo mismo en forma positiva que negativa. A primera vista, varios indicadores mejoran casi automáticamente por el incremento en el ingreso que el crecimiento económico trae; así, el bienestar de la población, en general, aumenta, existe una mayor población con sistemas de agua potable, sistemas higiénicos de evacuación, etcétera. Otros indicadores empeoran; por ejemplo, aumenta la emisión de bióxido de carbono, se incrementa la emisión de residuos radiactivos, aumenta la cantidad de fosfatos en el agua, aumentan las enfermedades producidas por la contaminación, etcétera. En la figura 25.3 podemos observar dos modelos alternativos de la actividad económica. En el primero de estos modelos se presenta la visión económica convencional. Los factores primarios de tierra, trabajo y capital se combinan en el proceso económico para producir bienes y servicios (PNB) que se divide en consumo (único contribuyente a la utilidad y bienestar individual) e inversión (que se dirige a mantener y acrecentar los stocks de capital). Las preferencias son fijas. Los factores son sustitutos perfectos entre ellos mismos. Los derechos de propiedad se simplifican a privados o públicos y su distribución suele tomarse como fija y dada. En el segundo modelo, la visión de la economía ecológica, hay una sustituibilidad limitada entre las tres formas básicas de capital: natural, humano y manufacturado, y los regímenes de derechos de propiedad son complejos y flexibles. El capital natural captura energía solar y se comporta como un sistema complejo
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autónomo. Tanto los bienes y servicios económicos como los ambientes ecológicos, contribuyen de distintas formas a la satisfacción de las necesidades humanas básicas y a la creación de bienestar tanto individual como comunitario. FIGURA 25.3 Modelos alternativos: economía ambiental y economía ecológica
El proceso económico también origina producción de desperdicios, lo que contribuye negativamente al bienestar y tiene un impacto negativo sobre el capital y los servicios ecológicos. Las preferencias están en proceso de adaptación y cambio pero las necesidades humanas son constantes. El punto de partida más importante de la discusión aquí reseñada reside en la conciencia, cada vez más apremiante, de que las fuentes de los recursos son limitadas, como lo es la capacidad del planeta para absorber las emisiones contaminantes. El que esto sea una limitante al crecimiento dependerá, primero, de que tal preocupación sea plenamente incorporada en los valores, temas e instrumentos de las decisiones políticas, en las posibilidades de sustitución, en el progreso técnico y en el cambio de la política hacia modos de coordinación internacional. El Banco Mundial ha trasladado el debate sobre el medio ambiente, de la preocupación sobre las limitaciones físicas, al crecimiento hacia el interés acerca de los incentivos al comportamiento humano y las medidas que pueden superar las deficiencias del mercado y las políticas. Política ambiental Los principios de una política ambiental apropiada son difíciles de introducir para los gobiernos nacionales. La formulación de políticas supera frecuentemente la capacidad
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administrativa y la capacidad para hacer cumplir las normas y leyes ambientales, abriéndose con esto una brecha entre los buenos propósitos y la formulación frente a la aplicación o implementación de las políticas. A nivel mundial, la Declaración de Río o Agenda 21, considera que el desarrollo sustentable requiere una alianza mundial y equitativa para atender los problemas del desarrollo y el medio ambiente. En este nivel el problema es particularmente complicado, ya que no existe una autoridad global que pueda formular las políticas apropiadas y vigilar su cumplimiento, además de que las grandes diferencias de necesidades, preferencias y recursos entre los países, complican extraordinariamente la formulación de normas que sean equilibradas y justas. Las políticas y los programas para lograr un desarrollo sustentable no surgirán por sí solos; es crucial contar con instituciones fuertes y políticas eficientes para la protección y el uso de los recursos. Por tanto, el Estado debe jugar un papel central, insustituible, ya que los mercados ofrecen pocos incentivos para reducir el impacto causado al medio ambiente. El crecimiento no debe ser enemigo de los ecosistemas, un desarrollo sustentable debe contemplar políticas de protección del medio ambiente, que pongan en práctica los conocimientos y la experiencia acumulados y donde se exija un mayor compromiso, no sólo por parte del sector público sino también del sector privado de todos los países. La característica del desarrollo sustentable es que da a la noción de desarrollo una perspectiva más amplia que la tradicional. Convencionalmente, el desarrollo se refería al proceso de mejoramiento de las condiciones económicas y sociales de una nación, y las diferentes vertientes teóricas hacían énfasis en condiciones específicas para lograrlo, o privilegiaban a alguno de sus componentes. El desarrollo sustentable se refiere a un proceso que permite la superación de la pobreza actual de tal forma que en lo futuro sigan existiendo las condiciones naturales requeridas para mantener una calidad de vida adecuada para la población. En la figura 25.4 se puede tener una imagen un poco más clara de las relaciones entre desigualdad y medio ambiente. FIGURA 25.4 Relaciones entre desigualdad y medio ambiente
Por lo general, detrás del manejo no sustentable de los recursos comunes subyacen fallas institucionales, en el sentido de que no existe un conjunto de reglas o de mecanismos que regulen de manera eficiente el acceso y el uso por parte de la sociedad en su conjunto o de ciertos grupos específicos. En el caso de los más pobres, esta falla
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institucional en hacer respetar umbrales críticos y en regular el acceso a los recursos y funciones ambientales, se agudiza ante la ausencia de redes de seguridad, arreglos contractuales o de transferencias explícitas, lo que dificulta, en la realidad política o ética, una gestión ecológica enérgica y eficiente. Por último, no está de más subrayar que las políticas ambientales deben pasar al primer plano de la formulación de una estrategia de desarrollo. Ya no se trata de una serie de medidas planteadas como consecuencia de los problemas generados por la actividad humana, sino de parámetros y de valores que están desde el principio y se mantienen a lo largo de las decisiones económicas. Esto supone un cambio radical en la forma en que se concibe la política económica en el mundo.
25.4 LA REFORMA DEL ESTADO Y EL DESARROLLO SUSTENTABLE Para abordar la reforma del Estado primero debemos tener claro el concepto de la misma. En un sentido amplio, la reforma del Estado es una estrategia para redefinir las reglas del juego y las instituciones y cambiar las políticas e instrumentos que habían articulado el intercambio económico y político entre los grupos sociales. De acuerdo con R. Putman, no podemos engañamos al creer que la acción de reformar es tarea sencilla; por lo general, las reformas prometen mucho, pero sus resultados son a largo plazo y dependen de factores como quién gobierna y cómo lo hace, las negociaciones y el burocratismo, la capacidad para remodelar la identidad de los agentes, la redistribución del poder político y económico, entre otros. En efecto, para reformar al Estado se debe tomar en cuenta desde el tipo de régimen y de gobierno, el tipo de modelo decisional, y hasta las instituciones. El posible éxito de las reformas estará en función de los elementos antes mencionados y del entorno que cree entre el Estado y la sociedad. Ante el cambio en el gobierno mexicano del PRI al PAN, nos encontramos tal vez en las primeras etapas de análisis y discusión nacional sobre los esfuerzos, costos y beneficios inherentes a la construcción de un nuevo Estado. Y en ese nuevo perfil del Estado destaca, desde la perspectiva de un desarrollo sustentable, la necesidad de: a) Un Estado que impulse la gestión del gobierno federal hacia áreas estratégicas de competitividad nacional. b) Un Estado permeado en su estructura y en su interacción con la sociedad, por un objetivo central: el desarrollo humano. c) Un Estado que comprometa a los diferentes niveles de gobierno a una gestión descentralizada y sustentada en verdaderas políticas públicas y, por tanto, sujeta a contrapesos efectivos entre los poderes y una amplia fiscalización social. Desde esta perspectiva, la reforma del Estado significa una acción estatal estratégica descentralizada y altamente flexible, capaz de convocar y compartir responsabilidades y tareas que incluyan el factor sustentabilidad en los sistemas de producción y en los patrones de consumo, y un Estado corresponsable en potenciar las posibilidades de desarrollo de las regiones y la sustentabilidad en los sistemas de producción e incidir en los patrones de consumo de los diversos segmentos de la población. En México la política ambiental se inicia en 1971 con la entrada en vigor de la Ley federal para prevenir y controlar la contaminación ambiental; hasta 1983, los problemas ambientales eran considerados como problemas de salubridad y saneamiento.
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En 1982, la ley federal para la protección al ambiente, y la creación de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología avanzan hacia una política ambiental que busca un cierto equilibrio ecológico. En 1987, mediante modificaciones constitucionales, el Estado se atribuyó el deber de preservar y restaurar el equilibrio ecológico y la protección ambiental, por lo que en 1988 expide la Ley general del equilibrio ecológico y la protección al ambiente (LGEEPA). La creación de la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, (SEMARNAP), del Instituto Nacional de Ecología (INE) y de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), en los noventa, constituye el marco institucional en el que el nuevo esquema de política ambiental apunta hacia el logro de un desarrollo sustentable. Señala como estrategias la contención de procesos de deterioro del medio ambiente y de los recursos naturales, el fomento a una producción limpia y sustentable, el mejoramiento del bienestar social y la mitigación de la pobreza. Si bien se han realizado avances significativos en la institucionalidad y en la legislación ambiental, en términos instrumenta1es los tres imperativos inmediatos para recuperar los procesos de p1aneación y crista1izar1os efectivamente en la administración pública cotidiana son la descentralización, la regiona1ización transectoria1 y la integración de políticas. Por último, cabe apuntar que el tránsito al desarrollo sustentable también requiere y apunta hacia un real Estado de derecho y un país de leyes. La legislación ambiental y sus reglamentaciones no se deben marginar ante los imperativos de la crisis y el ajuste económico; por otra parte, la regulación ambiental bien aplicada y desarrollada significa un aporte importante para la construcción de un horizonte de certidumbre para los agentes económicos.
CONCEPTOS BÁSICOS
Sustentabilidad Desarrollo sustentable Comisión Mundial Sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo Ecosistema Medio ambiente Extemalidades Primera ley de la termodinámica Ley de la entropía (segunda ley de la termodinámica) Economía ambiental Economía eco1ógica Legislación ambiental Política ambiental
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CUESTIONARIO 1. ¿Cuáles son los fundamentos del llamado desarrollo sustentable? 2. ¿Es el desarrollo sustentable una cuestión exclusiva del Estado? 3. ¿La economía neoclásica, conocida como economía ambiental, en qué centra sus esfuerzos? 4. ¿En qué consiste la valoración monetaria de los beneficios y los costos ambientales? RESUMEN Y CONCLUSIONES En este capítulo hemos analizado lo que es el desarrollo sustentable, esto es, aquel que asegura la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las que le serán propias. Para comprender el significado del desarrollo sustentable se debe iniciar por reconocer que existen interrelaciones entre el crecimiento económico y la desigualdad, o entre la pobreza y los problemas ecológicos, o entre estos últimos y el desarrollo industrial y que tales relaciones ni son unívocas ni son simples. En su estudio se han desarrollado dos corrientes distintas de pensamiento sobre el problema de las relaciones entre el medio ambiente y la economía: la economía ambiental y la economía ecológica. La primera de estas dos corrientes ha sido resultado de la aplicación del aparato conceptual neoclásico del medio ambiente. Su sustento teórico se encuentra en las teorías de las externalidades, de los bienes públicos, del equilibrio general, y en el campo de aplicación del análisis costo-beneficio. Destacan dos grandes problemas: a) la existencia de externalidades, b) la asignación intergeneracional óptima de los recursos agotables. La economía ambiental aborda esta cuestión asignando a los recursos un valor y un lugar en el sistema de precios y en la contabilidad nacional y privada. La economía ecológica reclama un enfoque ecointegrador y recupera dos componentes: la utilidad propugnada por los economistas y la estabilidad analizada por los ecologistas. Se trata de concebir la economía y la ecología como sistemas complejos, en constante transformación y bajo grandes incertidumbres. La comprensión del proceso ecoevolutivo en el que la sociedad y la naturaleza se interconectan y cambian, sugiere nuevas direcciones para que la organización social mejore la sustentabilidad ambiental, la justicia social y la dignidad humana. El concepto de sustentabilidad surge de la preocupación por satisfacer las necesidades humanas para mejorar el bienestar, considerando una equidad intergeneracional en función de la magnitud y composición de recursos que deja una generación a la que le sucederá. En tal sentido, el desarrollo sustentable se refiere a un proceso que permite la superación de la pobreza actual, de modo que en el futuro sigan existiendo las condiciones naturales requeridas para mantener una calidad de vida adecuada para la población. Desde esta perspectiva, la reforma del Estado significa una acción estatal estratégica descentralizada y altamente flexible, capaz de convocar y compartir responsabilidades y tareas que incluyan el factor sustentabilidad en los sistemas de producción y en los patrones económicos de crecimiento y desarrollo humano.
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Autor: Diego Azqueta Oyarzun Obra: Introducción a la Economía Ambiental Tema: “Contabilidad Ambiental” Páginas: 197-236
CAPÍTULO 8 CONTABILIDAD AMBIENTAL A lo largo de las páginas precedentes se ha podido observar la complejidad de relaciones que se establecen entre el mundo de la economía y el de la naturaleza. La necesidad de tomar en cuenta las repercusiones sobre el medio ambiente de la actividad económica ha llevado a tratar de introducir estos impactos en el proceso de toma de decisiones de los agentes individuales. El capítulo anterior mostraba un marco de análisis en el que hacer operativa esta internalización de los impactos ambientales. Sin embargo, es probable que el analista requiera también información sobre las relaciones entre el medio ambiente y la economía a un nivel más agregado: trascendiendo el mundo de la microeconomía (de las decisiones de los agentes individuales) y entrando en el terreno de la macroeconomía (el campo de los grandes agregados como, por ejemplo, la Renta Nacional). No puede olvidarse, asimismo, que la creciente importancia de las negociaciones internacionales con respecto a los problemas ambientales obliga a contar con una base de datos e información común, que haga operativas las discusiones y los eventuales acuerdos alcanzados entre los distintos países. El presente capítulo está dedicado al análisis de esta problemática. Se pretende, a lo largo del mismo, explorar los mecanismos existentes para facilitar la presentación de los datos relativos a la situación ambiental, de forma que el decisor público cuente con una información sencilla y precisa con respecto al estado del medio ambiente y sus vinculaciones con la evolución general de la economía. De esta forma se analizarán, en primer lugar, algunas propuestas relevantes para la organización de la información ambiental; que gozan de una creciente aceptación, y que consisten en la utilización de una serie de indicadores ambientales. Entre ellas destacan dos: el modelo estadopresión-respuesta de la OCDE y la denominada huella ecológica. En segundo lugar, y adentrando al lector en la herramienta básica utilizada para el análisis del estado de la economía y su evolución, la Contabilidad Nacional y sus derivados, se presentarán los principales problemas que supone la práctica ausencia de consideraciones ambientales en su elaboración, y las distorsiones que ello introduce tanto en el diagnóstico de la situación económica, como en el diseño de medidas de política económica y social, general o sectorial. A partir de aquí, en el tercer epígrafe, se irán introduciendo, secuencialmente, las distintas propuestas aparecidas y, en su caso, ensayadas, para superar estos problemas. Así, se abordará en primer lugar la posibilidad de depurar las cifras de la Contabilidad Nacional para que éstas reflejen con mayor precisión el bienestar social derivado del flujo de bienes y servicios producidos en el sistema económico, detrayendo del mismo aquellos que únicamente responden a una degradación ambiental previa. A continuación, y centrando la atención en la sustentabilidad de los patrones de consumo obtenidos a lo largo del tiempo, se introducirá el concepto de capital natural y, de la mano del mismo, el estudio de las cuentas de los recursos naturales. En este sentido, juega un papel importante el concepto de ahorro genuino, debido al Banco Mundial. Por último, el epígrafe se cierra con el análisis del Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica Integrada (SCAEI) recomendado por Naciones Unidas. Como colofón de todo lo anterior, y a modo de
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ilustración de las herramientas presentadas, se abordará un estudio de caso referido a la elaboración de las Cuentas del Agua en España. Finalmente, el capítulo se cerrará, como es habitual, con un resumen y una nota para consultas adicionales. 8.1. INDICADORES AMBIENTALES El primer requisito para introducir las variables ambientales de una forma operativa en el proceso de toma de decisiones en el ámbito agregado, así como para comprender su incidencia en el acontecer económico, es contar con la información relevante en un formato que facilite su comprensión, el análisis y las eventuales comparaciones de la situación, tanto desde una perspectiva trasversal (entre países o regiones), como histórica. A resolver este primer problema van dirigidos los distintos sistemas propuestos de indicadores ambientales. El reto fundamental al que se enfrentan los distintos sistemas de indicadores ambientales es el de lograr un difícil equilibrio entre dos grandes tipos de requerimientos. Por un lado, y en función de la complejidad de los distintos problemas ambientales relevantes, no resulta fácil la tarea de identificar una serie de indicadores físicos que muestren de manera completa y fehaciente el estado del problema y de su evolución. El científico especializado en el tema tenderá a enfatizar la necesidad de contar con un muestrario muy amplio de indicadores que recojan, tanto la situación del activo ambiental objeto de estudio, como su evolución en el tiempo y su interrelación dinámica con otros activos ambientales o ecosistemas. Esta necesidad de precisión y exhaustividad se ve reforzada cuando se trata de integrar la información anterior en el marco del funcionamiento del sistema económico, para tratar de descubrir las relaciones de dependencia mutua que pueden establecerse en las dos direcciones, y obrar en consecuencia. Atender a estos requerimientos, sin embargo, choca con una doble limitación: En primer lugar, el hecho de que una información excesivamente precisa y detallada, se escapa de la comprensión del no especialista, lo que dificulta su utilización fuera de los circuitos más profesionalizados. En segundo lugar, tampoco puede perderse de vista que la información, y el campo del medio ambiente no constituye una excepción, es en ocasiones un bien muy costoso de adquirir. Completar la información demandada por el experto sectorial correspondiente es un proceso que consume recursos, tanto financieros como humanos (cuantitativa y cualitativamente) y tiempo. Tomando en cuenta, pues, esta doble limitación (información comprensible y, a ser posible, ya existente o fácil de conseguir), los indicadores ambientales deberán tratar de satisfacer las exigencias que, en función de su propia relevancia para el problema objeto de atención, plantea el especialista, sin por ello convertirse en una utopía irrealizable e incomprensible. 8.1.1. El modelo presión-estado-respuesta En este contexto, ha adquirido una particular relevancia la propuesta de indicadores ambiéntales originada en el trabajo pionero de Friend y Rapport (1979), adoptada con posterioridad por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): el modelo presión-estado-respuesta. La propuesta de la OCDE presenta un planteamiento muy sencillo, que agrupa la información relativa a los distintos aspectos ambientales alrededor de tres grandes ejes, que se van a presentar a continuación,
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ilustrándolos con ayuda del sistema español de indicadores ambientales para el área de los bosques32: a) Indicadores de presión Son aquellos que deben proporcionar una información sintética y representativa con respecto a las fuentes de degradación y deterioro a que se encuentra sometido el medio natural o recurso ambiental analizado. Estas fuentes, tanto antrópicas (las más importantes a efectos del análisis) como naturales, pueden ejercer una presión tanto directa como indirecta. Los indicadores de presión propuestos para el caso de los bosques en el sistema español son los siguientes: Producción total de madera. Superficie arbolada incendiada. b) Indicadores de estado Los indicadores de estado deben describir sucintamente la situación del recurso ambiental objeto de estudio, así como su evolución en el tiempo, cuando se tiene constancia de la misma. Los propuestos en el sistema español son: Daños en bosques. Superficie arbolada. c) Indicadores de respuesta Los indicadores de respuesta recogen la información pertinente con respecto a las medidas que la sociedad está adoptando para resolver el problema planteado. Los recogidos en el sistema comentado son: Repoblación forestal. Superficie forestal protegida. Conviene no olvidar que los indicadores así estructurados forman parte, en cualquier caso, de un sistema. En otras palabras, el análisis de la situación en un área ambiental determinada, por ejemplo «bosques», no se detiene en el estudio de sus indicadores correspondientes: algunos de los indicadores recogidos en el área «atmósfera» (como las emisiones netas de SO2 por ejemplo) resultan ser, asimismo, muy relevantes para la salud de los bosques. Tratando de evitar duplicidades, y teniendo en cuenta que para hacer operativo el esquema no son muchos los indicadores que se pueden recoger en cada grupo, se evita que un mismo indicador aparezca en dos áreas distintas, pero ello no significa que, cuando sea relevante, no se consulte para analizar la situación de un área diferente. El segundo punto que conviene tener en cuenta, en este sentido, es el hecho de que el diseño de los indicadores, y la selección de los más relevantes para cada caso, no sólo depende de la disponibilidad de información, sino que estará en función de una serie de objetivos ambientales, implícitos o explícitos. Así por ejemplo, y para no abandonar el caso mencionado, los indicadores seleccionados para el área «bosques» no serán los mismos si, en la función objetivo del decisor social, 32
En el caso de España, en el momento de escribir estas líneas, además de un documento de carácter general, han aparecido las propuestas relativas a biodiversidad y bosque (Ministerio de Medio Ambiente, 1996), agua y suelo (Ministerio de Medio Ambiente, J 998), atmósfera y residuos (Ministerio de Medio Ambiente, 1999), medio urbano (Ministerio de Medio Ambiente, 2000) y costas y medio marino (Ministerio de Medio Ambiente, 2001). Se ha escogido para ilustrar el modelo aquí presentado el relativo a bosques, simplemente por su sencillez, lo que facilita su exposición en un texto de esta naturaleza, permitiendo al lector hacerse una idea de los elementos más esenciales del modelo de la OCDE. También la Comunidad de Madrid ha publicado su propia propuesta (García Cañete et al., 1999).
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la meta fundamental es preservar la diversidad biológica, que si lo es capturar carbono atmosférico, proporcionar servicios recreativos o prevenir la erosión del suelo. Como puede comprobarse, la propuesta del sistema español de indicadores ambientales para el subárea «bosques» pretende recoger, de la mano de un puñado de indicadores elementales, pero significativos, una información muy valiosa con respecto al estado de la cuestión y su evolución reciente. La primera pareja de indicadores, los referentes a la presión, identifican dos de las causas más importantes de pérdida de masa forestal: la extracción de madera y leña, y los incendios forestales. Los autores han tornado en cuenta no sólo la relevancia de ambos factores en la génesis del problema, sino el hecho de que son indicadores de fácil elaboración, a la vista de la información disponible33. Los dos segundos, indicadores de estado, recogen información relevante con respecto al estado del problema desde un punto de vista cualitativo (daños), y cuantitativo (superficie). De nuevo se han escogido dos variables para las que se dispone de información adecuada, dentro de la relatividad de un término de esta naturaleza. Finalmente, los dos indicadores de respuesta, informan sobre el tipo y la importancia de algunas de las medidas que la sociedad está adoptando para la solución del problema. Abundando en lo anteriormente apuntado, los autores de la propuesta reacuerdan que, junto a los indicadores seleccionados, existen otros también relevantes, encuadrados en otras áreas. Asimismo, mencionan expresamente el hecho de que el objetivo que ha inspirado la selección de los indicadores finalmente elegidos ha sido la conservación de los bosques en el estado más natural posible. El sistema de indicadores presión-estada-respuesta obedece a una estructura fundamentalmente lineal: las actividades humanas degradan el medio de distintas maneras, y los indicadores correspondientes (de presión) recogen las principales; ello se traduce en una situación inaceptable, expresada en los indicadores de estado; y, como resultado, se adoptan distintas medidas correctoras, que quedan reflejadas en los indicadores de respuesta. Con ello se cierra el círculo, puesto que esta intervención sobre el medio corrige o neutraliza las fuentes de presión, modificando positivamente el estado del medio. En todo el proceso se supone, por tanto, una correspondencia lineal entre el indicador, o familia de indicadores, y la situación que pretenden reflejar. Ésta es tanto su gran virtud, ofrecen una visión sintética y fácilmente comprensible de la situación y su tendencia, como su gran debilidad: invitan a pensar en unas relaciones causa-efecto muy simples y unidireccionales. Normalmente, sin embargo, las relaciones entre las variables que afectan al medio y, dentro de éste, las que se establecen entre sus distintos componentes, son bastante más complejas: las inf1uencias son en ocasiones recíprocas, se manifiestan sobre distintas variables interrelacionadas simultáneamente, afectan a procesos complejos con multitud de ramificaciones, que difícilmente son susceptibles de ser reducidos a un modelo lineal y uniecuacional. Por ello, los autores de la propuesta advierten de que las relaciones de causalidad que se establecen entre los indicadores y las variables representadas, así como en la secuencia de estas últimas, son meramente funcionales, no científicas: funcionales, en el sentido de que son las que se establecen lógicamente en el proceso de decidir el mejor curso de acción posible. Con las cautelas mencionadas, la información contenida en los indicadores ambientales es muy útil para llevar a cabo el diagnóstico de la situación ambiental en distintas áreas. Conecta el estado del medio ambiente con una serie de actividades humanas, tanto negativas como positivas, que ayudan a comprender asimismo su 33
Las series históricas publicadas en el Anuario de Estadística Agraria sobre producción y valor, y el balance del consumo nacional para los períodos 1962-93, 1970, Y 1975-93; y los datos publicados por el Arca de Defensa contra Incendios Forestales, 1961-95.
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eventual tendencia. Se conoce, al mismo tiempo, la importancia que las actividades analizadas tienen a la hora de explicar la situación ambiental pero, dado su carácter local, no informan sobre los límites que la biosfera impone a la actividad económica, y la cercanía o lejanía a la que se encuentran dichos límites. 8.1.2. La huella ecológica Entre aquellos indicadores que han tratado de establecer una relación entre las actividades humanas y los límites que establece la capacidad de carga de la biosfera, destaca la llamada «huella ecológica». La huella ecológica correspondiente a una población determinada se define como «la superficie de tierra productiva y agua (eco sistemas acuáticos) necesaria para producir los recursos que la sociedad consume, y asimilar los residuos que produce, dondequiera que se encuentren dicha tierra y dicha agua» (Rees, 2000). La idea de que las posibilidades de producción y consumo de la sociedad no pueden sobrepasar las posibilidades que ofrece la biosfera, su capacidad de carga, es antigua. Varios han sido, asimismo, los intentos de computar estos límites biofísicos en un índice agregado que pudiera resultar informativo con respecto al estado de la cuestión34. De todos ellos, sin embargo, ha sido el concepto de huella ecológica el que ha terminado gozando de una mayor popularidad, no exenta, como se comprobará enseguida, de debate. a) El cálculo de la huella ecológica La huella ecológica de una persona, región, país, o cualquier otro grupo social, pretende recoger, como se ha apuntado, los recursos naturales necesarios, dada la tecnología disponible, para sostener su nivel de consumo y asimilar los desechos que produce. El reto que trata de enfrentar, por tanto, es el de reducir todos estos componentes a un único indicador común, cuantificable y comparable, tanto transversalmente, como en el tiempo. El procedimiento seguido para ello es el de agrupar los distintos requerimientos de consumo y generación de residuos en grandes bloques, y traducidos a este único denominador común: superficie biológicamente productiva (Wackemagel y Rees, 1996; Wackernagel et al., 1999):
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En primer lugar, el consumo de productos naturales (alimentos, madera, fibras, etc.) se asocia a la cantidad de tierra necesaria para producirlos, atendiendo a su productividad media a nivel mundial (información ofrecida por la FAO, por
Entre ellos podrían mencionarse (Deutsch et al., 2000):
El concepto de «parcela fantasma» (ghost acreage) de Borgstrom, que hace referencia a la superficie agrícola necesaria para alimentar a una determinada población. Las «áreas-sombra» de Odum, que recogen los requerimientos urbanos en términos de energía. El «Índice de apropiación» por parte del ser humano de los productos de la fotosíntesis, introducido por Vitousek et al., (1986). Asimismo, podría mencionarse en este apartado el «índice de desarrollo humano sustentable», propuesto por Daly y Cobb (1993), en el que se introduce expresamente el problema de la distribución de la renta, junto a las variables ambientales. La sección inglesa de Amigos de la Tierra tiene una página web interactiva en la que se puede encontrar información sobre este índice: http://wwwIoe.co.uk/progress (Roca. 1998). El problema con este indicador, tal y como ha señalado Roca (id.) es que, paralelamente a los basados en la sustentabilidad débil, asume implícitamente sustituibilidad entre los distintos argumentos del indicador: la desigualdad en la distribución de la renta podría ser compensada por un aumento del consumo.
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ejemplo). Como los distintos productos requieren de distintos tipos de superficie (tierra agrícola, pastos, bosques) y la productividad por hectárea difiere entre unas y otras, se introducen unos factores de equivalencia, que multiplican los distintos tipos de superficie utilizada por un escalar que refleja su mayor productividad con respecto al promedio de la superficie del globo: la tierra agrícola, por ejemplo, tiene asociado un factor 2,8. De esta forma, todos los requerimientos que el consumo de estos productos conlleva quedan reducidos a una cantidad de hectáreas de superficie biológicamente productiva, con un rendimiento promedio35. Para calcular la huella eco lógica del consumo de un determinado producto en un país cualquiera, a la producción interna (Qi) se le suman las importaciones (Mi) y se le restan las exportaciones (Xi). Este numerador se divide por el rendimiento promedio de la tierra en la producción de dicho cultivo (Yi), y el resultado es la huella ecológica correspondiente: Huella (i) = Qi + Mi - Xi Yi
Finalmente, el resto de los productos consumidos se considera que únicamente demandan, además de los recursos naturales ya computados, energía.
El cómputo de las demandas energéticas de la sociedad dentro de la huella ecológica merece una pequeña digresión independiente, teniendo en cuenta que explica casi la mitad de la cuantía de la huella en muchos países desarrollados.
En el caso de la energía de origen hidroeléctrico, el cómputo es sencillo: se suma a la extensión de terreno ocupada por el embalse, el que inutilizan los tendidos eléctricos. En el caso de la energía nuclear, los autores afirman que, tomando en cuenta tanto los terrenos agrícolas perdidos por el establecimiento de zonas de exclusión alrededor de cada central, como las pérdidas resultantes de los desastres nucleares habidos, su huella supera a la de las centrales térmicas convencionales, por lo que recomiendan la adopción de este último valor, aun a sabiendas de que se trata de una infravaloración. Finalmente, el caso más relevante es el de las centrales térmicas convencionales que queman combustibles fósiles. El procedimiento seguido para calcular su huella es sencillo: consiste en estimar la superficie que sería necesario reforestar para absorber («secuestrar») las emisiones de CO2 originadas en ellas. La información con respecto a la capacidad de absorción de carbono por parte de las distintas especies forestales en los diferentes terrenos, se obtiene de los estudios realizados por el ya mencionado Panel de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC).
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Un segundo grupo de productos de consumo, introducido en las últimas versiones del indicador, es el que hace referencia a los obtenidos en el mar.
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Utilizando pues la metodología apuntada, los requerimientos del consumo energético pueden sumarse a los anteriores, ya que se expresan en las mismas unidades: hectáreas de superficie biológicamente productiva36. A partir de este punto, los autores comparan los requerimientos de las distintas sociedades (ciudades, regiones, países) con su dotación correspondiente de tierra biológicamente productiva, para llegar a la conclusión de que los ciudadanos de los países desarrollados tienen una huella ecológica que supera su dotación, por lo que es a través del comercio con el mundo subdesarrollado como salvan este diferencial. En el ámbito agregado, la huella ecológica de la humanidad como un todo supera las disponibilidades del planeta37. b) La huella ecológica como indicador de sustentabilidad: ventajas e inconvenientes Las ventajas e inconvenientes de un indicador como el presente se encuentran en función del uso que del mismo quisiera hacerse. Existe un elevado grado de consenso con respecto a la utilidad de la huella eco lógica en un aspecto concreto: su papel como elemento clave para elevar la conciencia social con relación a los límites medioambientales que impone la biosfera. A partir de aquí, sin embargo, las opiniones divergen sustancialmente. Los padres del indicador, así como sus defensores, argumentan que la huella ecológica es un indicador muy útil de sustentabilidad, debido a las siguientes razones:
En primer lugar, se trata de un índice sintético, expresado en unidades físicas, fácilmente comprensible, y que permite las comparaciones entre distintas situaciones y países. Los defensores de la huella ecológica señalan que los índices de sustentabilidad expresados en unidades monetarias son particularmente perniciosos, debido a que introducen implícitamente la idea de sustituibilidad (sustentabilidad débil), operan con magnitudes marginales (y no medias), e introducen el descuento del futuro (Wackernagel et al., 1999): de ahí la superioridad de medidas físicas que no incurren en esta serie de errores, y reconocen la importancia de la segunda Ley de la Termodinámica: «el área representada por la huella ecológica puede concebirse como la superficie necesaria para producir la fotosíntesis requerida para reemplazar la energía libre, o neguentropía, disipada por los seres humanos y su metabolismo industrial» (Rees, 2000).
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Es difícil sustraerse a la tentación de recordar las reminiscencias que guarda este indicador con el intento, por parte de Sir WiIliam Petty (1623-1687), de encontrar una medida invariable del valor de las cosas. A partir de su afirmación de que «el trabajo es el padre y la tierra la madre del valor» propuso una contabilidad-tierra que utilizara las hectáreas de tierra de calidad promedio como numerario al que todas las demás magnitudes deberían referirse. Así, por ejemplo, una hora de trabajo se traduciría en términos de tierra computando la superficie necesaria para mantener vivo al trabajador durante esa hora. Como es bien sabido, los autores clásicos posteriores invirtieron el proceso utilizando el trabajo como numerario. 37
En efecto: tomando en cuenta la población mundial existente en este momento (6.000 millones de personas), a cada habitante del planeta le corresponderían 0,25 hectáreas equivalentes de tierra agrícola; 0,6 de pastos: 0,9 de bosque; 0,06 de terreno construido y 0,5 hectáreas de mar; lo que suma un total de 2,3 hectáreas equivalentes por persona. Si a ello le restamos un 12 por 100 necesario para la preservación de la diversidad biológica, el resultado son 2 hectáreas por persona. La huella eco lógica promedio en el planeta es de 2,8 hectáreas (la de España es de 3,8, la de Estados Unidos de 10,3): de ahí el déficit agregado (Wackernagel et al., 1999).
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En segundo lugar, es una medida muy poco demandante de información: los datos necesarios se pueden obtener fácilmente de las publicaciones oficiales de las Naciones Unidas, la FAO, etcétera. Finalmente, sus conclusiones son inmediatas: la humanidad está viviendo por encima de sus posibilidades, y los países ricos están disfrutando de una huella ecológica muy superior a la que su naturaleza les permitiría, gracias al comercio internacional con los países subdesarrollados, lo que introduce un elemento de injusticia y explotación en el sistema. Igualmente simples son las recomendaciones sugeridas para reducir la huella, sin comprometer los niveles de vida alcanzados: aumentar la productividad de la naturaleza por unidad de superficie; utilizar mejor los recursos obtenidos (ecoeficiencia: hacer más con menos)38; y reducir los niveles globales de consumo, bien sea a través de la reeducación del consumo per capita, bien sea mediante la reducción de las tasas de crecimiento de la población (Wackernagel et al., 1999).
|Los defensores de este indicador son conscientes de que hay algunos elementos fundamentales para la sustentabilidad del sistema que no se encuentran contemplados en él. Fundamentalmente, la descarga de distintos contaminantes en la biosfera, más allá del CO2, que pueden poner en peligro la salud del mismo, y comprometer seriamente el desarrollo futuro: «la supervivencia de la humanidad en el siglo XXI depende de algo más que de la demanda de recursos que le planteemos a la biosfera. Depende de que seamos capaces de mantener y restaurar la salud de los ecosistemas» (Rapport, 2000). Por ello, la huella ecológica tal y como se calcula en la actualidad no puede ser contemplada más que como una simplificación que subestima la gravedad de los problemas. No es esta falta de completitud, sin embargo, lo que ha motivado la mayoría de las críticas que este concepto ha recibido corno tal indicador de sustentabilidad:
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Por un lado, se argumenta, no tiene mucho sentido la oposición al comercio internacional como elemento equilibrador de las distintas huellas ecológicas, ni la denuncia de este intercambio como algo injusto y no equitativo. Al fin y al cabo, el comercio internacional puede conseguir una mayor eficiencia en la forma en que la humanidad utiliza sus recursos para satisfacer las necesidades de la gente. Si los países subdesarrollados aceptan voluntariamente este intercambio es porque tienen algo que ganar con él. Otra cosa es que estos países no decidan libremente el tipo de relaciones comerciales que desean establecer, y lo hagan las empresas multinacionales, por ejemplo, o no planifiquen los intercambios comerciales para mejorar el bienestar de sus ciudadanos, sino para enriquecer a unos pocos. Pero, en este caso, es todo el comercio internacional de los países subdesarrollados el que queda bajo sospecha, con independencia del balance neto que en el mismo se dé con respecto a la huella ecológica. Estos problemas se analizarán con más detenimiento en el Capítulo 1239.
En el Capítulo 10 encontrará el lector un análisis más pormenorizado de la ecoeficiencía.
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No parecen ser los humanos los únicos seres vivientes que utilizan eficientemente el intercambio para optimizar su huella ecológica. Obsérvese el siguiente texto de Aldo Leopold sobre las migraciones de los gansos salvajes: "Por medio de este comercio internacional de los gansos, el grano sobrante de Illinois es llevando entre las nubes hasta las tundras árticas, para asociarse allí a la luz sobrante de un junio sin noches y criar polluelos de ganso para todas las tierras que hay en medio. Y en este trueque anual de comida por luz, y de calor invernal por soledad estival, todo el continente recibe como ganancia neta un poema salvaje que cae de los tenebrosos cielos sobre los lodos de marzo» (Leopold, 1999, página 59).
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Por otro lado, parece un poco fuera de lugar la preocupación por la huella ecológica de los distintos países. Efectivamente, hay países, normalmente desarrollados, que tienen una huella que supera sus disponibilidades, y lo contrario ocurre en los subdesarrollados. Pero también es cierto que en estos últimos hay personas, y grupos sociales, cuya huella supera sustancialmente la del ciudadano medio de los países desarrollados. Por otro lado, da la impresión de que la unidad geográfica de medida tiene algo de arbitrario, si de lo que se trata es de decidir a qué cantidad de huella tendría derecho cada persona: ¿a lo que le corresponde como residente de un municipio, habitante de una Comunidad Autónoma, ciudadano de un país, de una agrupación de países, de un continente, del planeta? Lo realmente relevante es que hay personas que tienen, y patrones de consumo que generan, una huella mayor que lo que deberían poder permitirse como habitantes del planeta Tierra. En tercer lugar, el «déficit» descubierto por el cálculo de la huella ecológica global no sólo toma como dada la tecnología de producción prevaleciente en un momento del tiempo (presenta una fotografía de la que no se pueden derivar tendencias, a no ser que se acompañe de un estudio de su evolución: es una variable fondo), sino que parte del supuesto de que la actual distribución de la superficie terrestre biológicamente productiva es óptima. En efecto, la comparación se hace con respecto a la productividad promedio de la superficie terrestre, dada su distribución actual. Un cambio en la misma (la transformación de bosque en terreno agrícola, por ejemplo), elevaría la productividad de la superficie terrestre biológicamente productiva, reduciendo el déficit aparente. Finalmente, vale la pena recordar que prácticamente la mitad de la huella ecológica de los países desarrollados se origina en sus emisiones netas de CO2 a la atmósfera, debido a la quema de combustibles fósiles para obtener energía. En este sentido, cualquier cambio tecnológico a favor de otro tipo de generación de energía, o que disminuyera las emisiones netas de CO2, reduciría la huella en correspondencia.
En definitiva, los detractores de la huella ecológica no dudan de su utilidad para despertar la conciencia ambiental de la sociedad y señalar la existencia de unos límites a la actividad humana, pero no aceptan que pueda servir como indicador de sustentabilidad, ni que de su estudio pudieran derivarse orientaciones de política económica o ambiental, más allá de una serie de recomendaciones genéricas (disminución del consumo, freno al crecimiento de la población) a las que se hubiera llegado prácticamente por cualquier camino. En cualquier caso, y con independencia de la utilidad de este indicador, falta por conocer el otro extremo de la cadena. La degradación ambiental es el resultado de una serie de actividades económicas. Ahora bien, ¿qué importancia tienen las actividades que aparecen como responsables de la situación ambiental, en el conjunto de la economía? ¿Son actividades fundamentales o son, por el contrario, marginales? Por otro lado, los propios recursos naturales y ambientales afectados por los procesos de degradación también inciden en el desarrollo de la actividad económica: una parte de la misma se apoya en ellos: ¿hasta qué punto son relevantes estos activos para el desarrollo y mejora del bienestar de la sociedad? Se hace necesario, por tanto, tratar de establecer un puente más directo entre los cambios en la situación ambiental y la evolución del sistema económico. Para ello, habrá de comenzarse por analizar los modelos y herramientas más comúnmente utilizados para el estudio del funcionamiento del sistema económico en términos agregados.
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8.2. CONTABILIDAD NACIONAL Y MEDIO AMBIENTE El conjunto de herramientas básicas que el análisis económico utiliza para abordar el estudio agregado de una determinada realidad económica es el derivado de la llamada Contabilidad Nacional. Con el paso del tiempo y el agravamiento de los problemas ambientales, se ha ido acumulando una abrumadora evidencia sobre la incapacidad de estos instrumentos para proyectar una imagen fiable con respecto a la situación de la economía que pretenden representar. Se analizarán por tanto, en primer lugar, los rudimentos de la Contabilidad Nacional para pasar, en un segundo momento, a identificar los principales problemas que supone la no consideración en ellos de las variables ambientales. 8.2.1. Los rudimentos básicos de la Contabilidad Nacional La Contabilidad Nacional, en términos generales, es un conjunto de herramientas que tratan de reflejar, de manera sintética y agregada, la realidad de un determinado sistema económico, en un momento dado. El punto de partida conceptual de la misma lo constituye el llamado flujo circular de la renta que, como el lector recordará, es una de las primeras construcciones analíticas que se encuentran en cualquier libro de introducción a la economía. La Figura 8.1 reproduce uno de los más sencillos.
FIGURA 8.1
La información contenida en la misma es fácil de interpretar. La economía está compuesta únicamente por economías domésticas (familias) y empresas. No existe pues gobierno, ni sector exterior. Las relaciones de estos dos grandes grupos sociales son muy simples: las empresas producen bienes y servicios que las familias adquieren (línea quebrada superior). Por otro lado, las familias, que son las propietarias de los medios de producción que utilizan las empresas en el proceso productivo, les alquilan éstos (línea quebrada inferior): trabajan para ellas, arriendan terrenos, locales e instalaciones, etc. Las dos flechas discontinuas recogen estos flujos llamados reales: el de arriba representa una corriente de bienes y servicios que va de las empresas a las familias, y el de abajo, una serie de factores productivos (trabajo, tierra) que va de las familias a las empresas. A cambio, las familias pagan una cantidad de dinero por los productos que han comprado a las empresas, flujo monetario representado por la línea continua de la parte superior de la figura (compras). A su vez, reciben de las empresas otro flujo monetario a
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cambio de los servicios de sus factores productivos (pagos a los factores: salarios, alquileres, rentas del capital). Esto último es lo que proporciona a las economías domésticas el poder de compra necesario para adquirir los bienes y servicios que compran en el mercado. El modelo, pues, queda cerrado. Nótese que el flujo real representado en la parte superior de la figura incluye únicamente bienes y servicios de uso final: es decir, todos los insumos intermedios que se han producido, y utilizado o almacenado, no aparecen reflejados allí, son transacciones reales (con su contraparte monetaria) que nacen y mueren dentro del bloque «Empresas», sin salir del mismo. Esta es la razón por la que se afirma que el flujo real que recoge el valor de la producción de bienes y servicios que las empresas ponen a disposición de las familias es el valor añadido generado por el sistema económico durante el período: valor añadido que sirve para remunerar a los propietarios de los factores de producción40. Analizando la cuantía de estos flujos se obtienen las principales magnitudes macroeconómicas de un país: el Producto Nacional Bruto (PNB), el Producto Nacional Neto (PNN) y la Renta Nacional41. Dada la igualdad existente en el valor de todas las flechas representadas en la Figura 8.1, la Renta Nacional, por ejemplo, podría estimarse sumando el valor de la producción de bienes finales de las empresas; sumando el valor de las compras de las economías domésticas a las empresas; o sumando las remuneraciones (salarios, rentas del capital) pagadas por las empresas a las economías domésticas. La Contabilidad Nacional, por tanto, presenta, de forma ordenada, las interrelaciones que se producen entre los distintos sectores de la economía, y los flujos (monetarios y reales) que conectan unos con otros. El punto de partida para la construcción de estas cuentas nacionales son las denominadas matrices insumo producto (o tablas input-output), que representan las relaciones que se establecen entre los diferentes sectores productivos de la economía, y entre éstos y los demandantes finales, mediante unas tablas de doble entrada como la que aparece representada en la Tabla 8.1. En ella están representados los sectores productivos de la economía: en este ejemplo muy sencillo, cuatro. Cada fila recoge el destino de la producción del sector considerado: producción que adquieren tanto los otros sectores económicos, como el propio sector en cuestión y las economías domésticas (demanda final). Cada columna, a su vez, informa de los requerimientos de dicho sector con respecto a los demás: lo que necesita de la producción de los otros, de sí mismo, y de los factores de producción propiedad de las economías domésticas (mano de obra, recursos naturales, capital). Por ejemplo, en este caso hipotético, el valor total de la producción del sector «Energía» sería de 90 unidades monetarias, de las que 15 estarían destinadas al sector Agricultura, 15 a la Minería, 10 al propio sector Energía, 10 a la Industria y 40 a la Demanda Final (economías domésticas). Para producir estas 90 unidades ha necesitado productos de la Agricultura por valor de 10, de la Minería por valor de 5, del sector de Energía, como ya se ha dicho, por valor de 10, de la Industria por valor de 30, y ha contratado servicios de los factores de producción por valor de 35. Como puede comprobarse fácilmente, la suma de las remuneraciones de los factores (205) es idéntica a la suma del valor añadido generado en cada sector, y que aparece en la columna correspondiente a la Demanda Final. Esta cifra es el Producto Nacional Neto (o Renta Nacional) si se ha computado correctamente la depreciación del stock de capital.
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La Contabilidad Nacional incluye también, como es lógico, los bienes y servicios que ofrecen las Administraciones públicas, computados de acuerdo a su coste monetario. 41 Al tratarse de una economía cerrada, no existe diferencia entre el Producto Nacional y el Producto Interior, bruto o neto, distinción que es irrelevante para los propósitos de este texto.
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Tabla 8.1
El cuerpo central de la tabla (sombreado) está constituido pues por las transacciones que se establecen entre los distintos sectores productivos, los requerimientos de unos con respecto a la producción de otros. El desarrollo y perfeccionamiento de los sistemas de Contabilidad Nacional ha supuesto una ayuda inestimable para el mejor conocimiento de la estructura y evolución de las distintas economías. A pesar de que en un principio estuvo orientada a proporcionar un marco teórico que permitiera conocer con mayor precisión la evolución de la economía, y facilitar la intervención del sector público dirigida a combatir las crisis coyunturales del sistema, poco a poco fue ampliándose el elenco de problemas económicos para los que la Contabilidad Nacional ofrecía una información relevante. Tres han sido los campos específicos en los que la información proporcionada por la Contabilidad Nacional permitía responder algunos interrogantes:
La determinación del nivel de actividad económica. En efecto, al cuantificar el tamaño del flujo de bienes y servicios producidos a lo largo del año, ofrece una primera información sobre cómo va evolucionando en el tiempo una magnitud clave: la economía va elevando su nivel de producción, éste se mantiene estancado o da muestras de desaceleración. El nivel de consumo sustentable. El stock de capital utilizado en el período de referencia para producir el correspondiente flujo de bienes y servicios sufre un proceso de desgaste a lo largo del mismo: se deprecia. Una parte de la producción, por tanto, debería dedicarse a sustituir este porcentaje del capital gastado, de modo que, al final del período, la economía mantenga la misma capacidad de producción que al principio. Ésta es la partida que se denomina depreciación (D), y que permite pasar del Producto Nacional Bruto, al Producto Nacional Neto (PNN = PNB - D) o Renta Nacional. Si las tasas de depreciación del capital en todas sus manifestaciones están bien calculadas y reflejadas, el analista puede concluir que el nivel de consumo que permite el valor añadido producido en el año, se puede mantener en períodos sucesivos. Esto es así porque ya se han descontado del valor total de la producción final todos los requerimientos de materias primas, energía, insumos intermedios en general, y el desgaste de instalaciones y equipo. En este sentido, el Producto Nacional Neto sería el nivel de consumo que la sociedad podría permitirse durante un período
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cualquiera, sabiendo que su riqueza seguirá siendo la misma al comienzo que al final42. El nivel de bienestar de la sociedad. El concepto de bienestar no es ciertamente sencillo, pero no cabe duda de que se tiende a establecer una asociación positiva entre el mismo y la Renta Nacional: a mayor producción de bienes y servicios, a mayor Renta Nacional, mayor bienestar. Los países que disfrutan de una renta per cápita elevada, «están mejor» que los que tienen una baja renta per cápita. Si la renta per cápita de un país está subiendo de forma sostenida, los responsables económicos muestran satisfechos este indicador de «desarrollo».
Las cifras de la Contabilidad Nacional, por tanto, ayudan a diagnosticar el estado de la economía; permiten determinar el nivel de producción que puede aspirarse a mantener en el futuro; y orientan con respecto al nivel de satisfacción que deriva la población del uso de los recursos de que se dispone. Sin embargo, todo ello se ha elaborado sin tener en cuenta el medio ambiente. 8.2.2. Los problemas que la ausencia de las variables ambientales implica en la Contabilidad Nacional En efecto, las actividades de producción, distribución y consumo de bienes y servicios que constituyen una parte fundamental de la esfera de lo económico, no pueden entenderse de forma autocontenida, como parecía desprenderse de la Figura 8.1: no se encuadran en el vacío. La esfera de la economía está incrustada dentro de otra, la biosfera, que no sólo la contiene, sino que la nutre por un lado, y la limita por otro. La Figura 8.2 se acerca más a la realidad. En ella lo único que se ha hecho ha sido introducir las funciones que proporciona la biosfera en el flujo circular de la renta, y lo que la actividad económica devuelve a cambio. Así se observa como empresas y economías domésticas captan recursos naturales y ambientales, que utilizan directa o indirectamente, y devuelven a cambio residuos y entropía. La actividad económica se nutre, por tanto, de la base de recursos de todo tipo que proporciona la biosfera, y deposita en ella, como retorno, unos residuos no queridos y una mayor entropía. Buscando una mayor aproximación a las categorías de la Contabilidad Nacional, podría afirmarse que:
Por un lado, la biosfera proporciona una serie de recursos naturales, renovables y no renovables, producidos o no producidos, que son utilizados en los procesos de producción de bienes y servicios de forma que su cantidad se ve disminuida. Forman parte del llamado capital natural. Por otro lado, las personas y las empresas utilizan los servicios de algunos activos ambientales sin modificarlos cuantitativamente, no hay pues una disminución de su cantidad, pero que sí pueden verse alterados cualitativamente, produciéndose un proceso de degradación. En este segundo caso estaríamos frente a los servicios ambientales o recursos ambientales de la biosfera, que también forman parte del capital natural.
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De la misma forma que el nivel de consumo de una persona que gasta todo su sueldo, más una parte de la herencia que ha recibido, no es sustentable indefinidamente (al final la herencia termina por agotarse), si el stock de capital no se mantiene, el nivel de producción alcanzado no puede sostenerse. Como demostrara Weilzman, el nivel de consumo sustentable es el sentido que tiene la definición de renta en el pionero trabajo de Hicks.
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FIGURA 8.2
La base natural impone, por tanto, una doble limitación. Por un lado, proporciona el conjunto de recursos en cuya transformación (valorización) se apoya la actividad económica. Por otro, mantiene el equilibrio del sistema, introduciendo una serie de restricciones a su funcionamiento. Desde el punto de vista de la utilización de la Contabilidad Nacional para los fines antes apuntados, la presencia de esta dependencia no reflejada con respecto a las variables ambientales, se traduce en la aparición de serias desviaciones:
En primer lugar, la Contabilidad Nacional no refleja el hecho de que la actividad económica, el nivel de producción de bienes y servicios, no depende únicamente de lo que ocurra en la propia esfera económica, sino que depende de los recursos que proporciona la biosfera. Si este capital natural no se sustituye (no se sustituyen sus servicios), las tasas de crecimiento de la producción reflejadas en la Contabilidad Nacional son ilusorias: no podrán mantenerse indefinidamente y el nivel de gasto que permite la posesión de una herencia tarde o temprano comenzará a caer. Se estaría produciendo un proceso de depreciación del capital natural no corregido. No sólo eso: muchos de los indicadores macroeconómicos del estado de salud de una economía (relación deuda externa-PNN, o déficit 252
público-PNN, por ejemplo) tendrían que ser modificados en consecuencia, una vez que se revisaran las cifras del PNN para tener en cuenta esta pérdida de capital natural. En segundo lugar, la generación de residuos se suma al proceso de depreciación del capital natural, al dificultar la provisión normal de servicios de la biosfera, provocando un doble problema. Por un lado, contrae en términos cualitativos y cuantitativos la base natural sobre la que se apoya el sistema productivo, reduciendo las posibilidades de producción directa e indirectamente (la contaminación reduce la productividad de los factores de producción al afectar a la vida útil de maquinaria e infraestructuras, así como a la salud de los trabajadores). Por otro, reduce el bienestar global que la sociedad deriva de los frutos de este proceso, en tanto en cuanto incide negativamente sobre las funciones de producción de utilidad de las economías domésticas: la contaminación del aire, el aumento del nivel de ruido o la degradación del paisaje, disminuyen el bienestar de la gente. Al no quedar este extremo reflejado en las magnitudes de la Contabilidad Nacional, ésta ofrece una imagen distorsionada sobre el nivel de bienestar social alcanzado. En tercer lugar, y abundando en lo anterior, resulta que una parte de los bienes y servicios finales producidos, y recogidos en las cifras correspondientes a la Renta Nacional, no son sino el resultado del proceso de degradación anterior: se producen como consecuencia de la degradación ambiental y como respuesta a la misma. Es el caso, por ejemplo, de las ventanas con doble cristal que se fabrican porque la gente quiere protegerse del ruido. Esta parte de la producción no representa un incremento del bienestar total, sino un intento de neutralizar el impacto negativo de la contaminación.
En definitiva, la información que proporcionan los agregados de la Contabilidad Nacional deja de ser fiable en al menos dos aspectos: no informa sobre el bienestar real que la sociedad deriva de la producción de bienes y servicios que obtiene con sus recursos, y no indica tampoco si el nivel de consumo conseguido con ello (con independencia del bienestar asociado al mismo), se podrá mantener en el futuro. Para tratar de sortear estas dificultades han ido apareciendo toda una serie de propuestas y recomendaciones que se irán presentando a continuación, comenzando por las más sencillas. 8.3. LA MODIFICACIÓN DE LA CONTABILIDAD NACIONAL PARA INCORPORAR LAS VARIABLES AMBIENTALES A partir de la constatación de los problemas mencionados, varias han sido las recomendaciones que se han sugerido para resolverlos. Procederemos al análisis de cada una de ellas, teniendo en cuenta que no se trata de propuestas excluyentes, sino complementarias. 8.3.1. La depuración de los flujos de la Contabilidad Nacional: Los gastos defensivos La producción de bienes y servicios recogida en la Contabilidad Nacional, y que es la base para el cálculo de la Renta Nacional, incorpora, como se ha dicho, una serie de bienes y servicios adquiridos por las empresas y las economías domésticas que se han
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producido como respuesta a la degradación ambiental que se genera en el propio proceso económico. Estos bienes son de tres tipos: Los adquiridos por las propias empresas, y agentes contaminantes en general, para neutralizar o reducir sus impactos sobre el medio. Por ejemplo, los desulfurizadores adquiridos por una central térmica para reducir sus emisiones de S02 a la atmósfera. Los adquiridos por los afectados para prevenir el impacto sobre su bienestar debido a la degradación ambiental generada por otros: las ventanas con doble cristal que compran las familias para protegerse del ruido. Los adquiridos por los afectados (empresas y economías domésticas) para remediar los resultados del impacto de la degradación ambiental sobre sus funciones de producción de bienes y servicios, o de utilidad: los costes de mantenimiento adicionales en los que tiene que incurrir una empresa de alquiler de automóviles como resultado de la contaminación atmosférica, o los fármacos que adquiere una persona debido a la irritación de los ojos que le produce la contaminación atmosférica. La producción de algunos de estos bienes y servicios forma parte de los consumos intermedios, y no se refleja por tanto en el valor añadido de la Contabilidad Nacional (Producto Nacional Neto o Renta Nacional). Otra parte, sin embargo, la adquirida por la Administración pública y los particulares, al dirigirse a la demanda final, sí queda recogida, y entra a formar, por tanto, parte de la Renta Nacional. Al no contribuir estos bienes a aumentar el bienestar, se ha sugerido la conveniencia de eliminar su producción del cómputo total del valor añadido. De esta forma se obtendría un valor más aproximado al verdadero nivel de bienestar que permite alcanzar la actividad económica. Algunos autores argumentan, incluso, que deberían ser sustraídos doblemente, y no solamente los que aparecen en la demanda final, ya que los recursos empleados en su producción tienen un coste de oportunidad en términos de bienestar: hubieran podido ser utilizados para elevar éste directa o indirectamente. En otras palabras: la contaminación genera una doble reducción del bienestar nacional, que no queda recogida en la Contabilidad Nacional. En primer lugar, produce un deterioro del bienestar que ha de ser neutralizado por la adopción de una serie de gastos defensivos, una parte de los cuales aparece indebidamente como una adición neta al bienestar social. En segundo lugar, los recursos utilizados en combatir la contaminación o sus efectos, hubieran podido utilizarse para elevar el bienestar. De ahí la recomendación de que la cuantía de estos gastos defensivos o preventivos se sustraiga de los agregados de la Contabilidad Nacional, para que ésta arroje una información más veraz con respecto al bienestar social. Llevar a cabo esta operación, sin embargo, no es algo exento de dificultades. Por un lado, el analista se enfrenta a una serie de problemas que podrían considerarse conceptuales: En primer lugar, el hecho de que no se puede dar por sentado que, desde la perspectiva del bienestar global, el valor de las medidas defensivas sea equivalente a la pérdida de bienestar generada por la degradación ambiental. En segundo lugar, porque también es cierto que la producción de bienes y servicios para luchar contra la contaminación, o para neutralizar y reducir sus efectos, genera empleo, tanto directa como indirectamente. «Los costes de un sector son los beneficios de otro» (Naciones Unidas, 2000, página 14). No se trata de defender la persistencia de la agresión al medio ambiente como mecanismo de generación de puestos de trabajo, sino de llamar la atención sobre
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sus implicaciones económicas, sobre todo cuando se recuerda que uno de los objetivos de la Contabilidad Nacional es el de informar sobre el nivel de actividad económica. Por otro lado, el analista se encuentra con una serie de problemas operativos. No es en absoluto sencillo aislar aquella parte de la producción, o de las compras de las economías domésticas, que responden a la necesidad de protegerse de la degradación ambiental. El gasto de las economías aparece en términos agregados. Incluso con la producción de determinadas empresas es difícil discriminar el uso final de lo producido: la oferta de ventanas con doble acristalamiento, ¿se dirige a satisfacer una demanda de protección contra el ruido, o va encaminada a hacer más eficiente en términos energéticos la vivienda? La propia evolución de las medidas defensivas, de acuerdo al principio de que más vale prevenir que remediar, ha hecho más compleja su identificación. Es relativamente más fácil identificar los gastos incurridos cuando se han adoptado medidas de «fin de tubería» que cuando se han introducido cambios complejos en los propios procesos de producción y consumo (Roca, 1998). Sea como fuere, la depuración propuesta de la Contabilidad Nacional, suprimiendo aquellas partidas que recogen simplemente gastos defensivos provocados por la degradación ambiental, ayuda a establecer una mejor vinculación entre la Renta Nacional y el bienestar social, aunque algunos autores e instituciones, sin embargo, no se muestran de acuerdo con esta depuración y recomiendan dejar las cosas como están, debido a las dificultades de identificar con precisión lo que se considera como una pérdida del estándar ambiental de referencia (Naciones Unidas, 2000). En cualquier caso, esta operación, que aborda el problema de calibrar mejor el bienestar derivado del proceso de producción de bienes y servicios, no proporciona, sin embargo, información sobre el producto nacional sustentable. La razón es, simplemente, que esta recomendación no analiza el problema de la depreciación del capital natural. A ello va dirigida la propuesta que se analiza a continuación. 8.3.2. Las cuentas de los recursos naturales El objetivo de las cuentas de los recursos naturales es el de presentar una información sobre el estado de los mismos y su evolución, en un formato paralelo al utilizado en la Contabilidad Nacional convencional. Es decir, una información sobre el estado del recurso, su stock inicial, los flujos de entrada y los usos que se hacen del mismo, de tal forma que el analista sepa cuál es la evolución previsible de dicho stock, y su relevancia en la esfera económica. La estructura, por tanto, de la cuenta estándar de un recurso natural concreto sería similar a la que aparece en la Tabla 8.2 que, a su vez, respeta la estructura clásica de las cuentas de activos de la Contabilidad Nacional. Conviene, de todas formas, precisar un poco más el concepto de recurso natural e introducir algunas categorías diferenciadas dentro del mismo.
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Por recurso natural se entienden aquellos activos de la biosfera que tienen un dueño identificable43 al que proporcionan un beneficio monetario. Los recursos naturales pueden ser tanto renovables (bosque, banco de pesca) como no renovables (depósitos minerales); cultivados (también llamados producidos) o silvestres. Los recursos naturales son considerados pues como activos
Una persona física o jurídica que tiene reconocido el uso y disfrute del recurso.
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económicos que proporcionan insumos tanto para las funciones de producción convencionales, como para las funciones de producción de utilidad. Los recursos naturales se distinguen de los recursos ambientales de la biosfera, que proporcionan una serie de servicios muy importantes (absorción de desechos, equilibrio climático), pero que no tienen una traducción monetaria fácil ni un dueño (en el sentido amplio mencionado más arriba) determinado. Los recursos ambientales no son por tanto activos económicos, sino activos ambientales. Esta distinción, menos nítida de lo que parece a primera vista, no impide, como es obvio, que los recursos naturales también proporcionen servicios ambientales: es el caso, por ejemplo, de la contribución de los bosques al equilibrio climático. Muchos de estos servicios también entran a formar parte de las funciones de producción y de producción de utilidad (servicios recreativos o estéticos, por ejemplo), pero con un carácter no apropiable.
En este sentido, será importante, en primer lugar, analizar las modificaciones que se producen en el stock del recurso. En el caso de un recurso renovable (bosques, por ejemplo), las cuentas habrán de informar de los incrementos que se produzcan en el mismo, bien sea por la acción humana (plantaciones) o por la de la propia naturaleza (crecimiento natural), tal y como queda recogido en la tabla anterior.
Tabla 8.2
Cuentas de los recursos naturales: Cuentas físicas.
En el otro extremo, las cuentas informarán, asimismo, de las distintas deducciones que se producen a lo largo del período en el stock del recurso: de los distintos usos que se hacen del mismo (explotación maderera, transformación en terreno agrícola), así como de las disminuciones debidas a causas naturales (incendios no provocados). Si el recurso es no renovable, la parte relativa a los usos será idéntica, mientras que la que se refiere a los aumentos en el stock deberá recoger la posibilidad
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del descubrimiento de nuevas reservas. En cualquier caso, el resultado no será otro que el de arrojar una primera información sobre los cambios habidos en la cantidad del recurso. En segundo lugar, es importante también contar con información relativa a los eventuales cambios producidos en la calidad del recurso. Desde el punto de vista de la sustentabilidad de un determinado nivel de consumo, no es sólo relevante el eventual cambio producido en la cantidad de un recurso natural, sino que también interesa conocer posibles cambios en la calidad del mismo que modifiquen su capacidad para generar insumos útiles en el proceso productivo, o servicios ambientales necesarios para la continuidad del proceso. Unas cuentas que informaran de que la superficie arbolada del país permanece constante, o que las reservas de petróleo no han disminuido, estarían arrojando una información incompleta si resulta que se está sustituyendo bosque virgen primario por plantaciones forestales o si las nuevas reservas de petróleo descubiertas en el período, en una cantidad equivalente a la que se ha extraído, resultan ser sustancialmente más costosas de explotar que las existentes. No es en absoluto sencillo reducir los múltiples aspectos que conforman la calidad de un activo ambiental a un pequeño grupo de indicadores que puedan dar una información cuantitativa y condensada sobre la misma, que sea al mismo tiempo relevante desde una perspectiva económica. El ejemplo de las cuentas del agua, que se analizarán al final de este capítulo, representa una buena prueba de ello. 8.3.3. Capital natural, ahorro genuino y riqueza Tratando de avanzar en la línea de una mejor representación de la situación real de los distintos países del mundo, el Banco Mundial estableció hace algunos años una Unidad de Valoración e Indicadores Ambientales en el Departamento de Medio Ambiente, que ha dado como resultado la aparición del trabajo que se va a resumir a continuación (World Bank, 1997). a) La tasa de ahorro genuino (genuine savings) El punto central de la propuesta de indicadores del Banco Mundial lo constituye el concepto de «ahorro genuino», es decir, la verdadera tasa de ahorro de un país, una vez se ha tenido en cuenta el agotamiento de los recursos naturales y el daño causado por la contaminación. Partiendo de los indicadores convencionales de la Contabilidad Nacional y, en concreto, del valor de la formación bruta de capital doméstica (inversión en infraestructuras, maquinaria y acumulación de inventarios), la tasa de ahorro genuino se obtiene restando de la misma la depreciación del capital natural. Ésta, a su vez, viene dada por dos componentes:
En primer lugar, el agotamiento de los recursos naturales que son considerados activos económicos en cuanto tales (depósitos minerales, bosques). En el caso de los recursos no renovables, su agotamiento se mide a partir de los beneficios netos de su explotación (valor de la producción a precios mundiales menos los costes de extracción, depreciación del capital producido utilizado y una tasa de rendimiento estándar de la inversión). En el caso de los recursos renovables (bosques), el agotamiento se produce si la extracción supera la tasa de crecimiento natural del recurso y se calcula como la diferencia entre el valor del rendimiento financiero que se está obteniendo del activo y el del crecimiento natural del mismo. Conviene recordar que este procedimiento de cálculo no
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toma en cuenta los servicios no estrictamente financieros del bosque (funciones económicas, recreativas, ecológicas y culturales). La pesca queda excluida, por ahora, de los cálculos de depreciación del capital natural, al igual que la erosión del suelo, por razones de índole práctica: fundamentalmente la falta de datos y la dificultad de medir un stock móvil, en el primer caso. En segundo lugar, la pérdida de calidad del capital natural, debida a la contaminación. Una parte de estas pérdidas ya queda reflejada en los datos de la Contabilidad Nacional al afectar a la depreciación del capital producido (daño sobre infraestructuras), los niveles de producción (daño sobre cultivos) o la productividad de los factores de producción (impactos sobre la salud de los trabajadores). Sin embargo, una parte importante de este deterioro no queda reflejado en estas cifras (cambio climático, pérdida de diversidad biológica), y es sobre el que se dirige la atención de la propuesta. A la vista de la dificultad de conseguir datos fiables y valorarlos adecuadamente, la propuesta del Banco Mundial comienza por tomar únicamente en cuenta la degradación ambiental generada por las emisiones de CO2, valorándola de acuerdo a la cifra proporcionada por el estudio de Fankhauser (1995): 20 dólares por tonelada emitida.
Una vez realizadas las operaciones anteriores, el resultado es la cifra de ahorro genuino de un país. La interpretación que podría hacerse de este dato ha de ser cuidadosa. Probablemente sea arriesgado afirmar que una tasa de ahorro genuino positiva garantiza que los niveles de crecimiento alcanzados, y los niveles de consumo asociados al mismo, son sustentables en el futuro: el concepto de ahorro genuino supone la sustituibilidad del capital natural por el capital producido, y esto no siempre es así. Lo que sí puede afirmarse, por el contrario, es que una tasa de ahorro genuino negativa es señal clara de no sustentabilidad. Las Figuras 8.3 y 8.4 muestran las tasas de ahorro genuino alcanzadas por distintas regiones del mundo en el período 1970-1993. La panorámica es francamente preocupante en el caso del África Subsahariana, del norte de África y Oriente Medio y, en menor medida, de América Latina44. FIGURA 8.3
FIGURA
8.4
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En el caso de América Latina, de acuerdo al informe del Banco Mundial, países con un fuerte ahorro genuino neto, como Chile y Brasil. coexisten con países con un fuerte ahorro negativo (Venezuela y Ecuador) y con países con ahorro cero (México).
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Ahora bien, además del capital producido y del capital natural, se encuentra el capital humano. Las cifras anteriores no han tomado en cuenta la evolución que se produce en el stock de esta tercera forma de capital, y que no ha sido reflejada en las cifras de la Contabilidad Nacional, ya que sólo una pequeña parte de los gastos en educación queda reflejada en la misma como inversión, siendo el resto computado como consumo. Pues bien, si se consideran todos los gastos realizados en educación como gastos de formación de capital humano, y el resultado se suma a las cifras anteriores sobre ahorro genuino, el resultado es el que aparece en la Tabla 8.3, que suaviza un poco el panorama que presentaban las figuras anteriores.
Tabla 8.3 Ahorro genuino
b) La riqueza de los países Una vez calculada la tasa de ahorro genuino (una variable flujo), la propuesta del Banco Mundial se encamina a redefinir la riqueza de cada país (una variable fondo), incluyendo nuevos componentes en la misma, y calculando su importancia cuantitativa. Si la riqueza de una persona cualquiera (física o jurídica) viene dada por el valor de sus 259
activos (de su capital), la riqueza de un país estará determinada por el valor que alcance el capital que posee en todas sus formas: capital producido, capital natural y capital humano. El problema estriba en calcular el valor de estas dos últimas formas de capital:
Con respecto al capital natural, su valor viene dado por la suma del que alcanza cada uno de sus componentes (minerales y combustibles fósiles; madera; tierras de cultivo; y pastos): el valor presente neto (con una tasa de descuento del 4 por 100) de la corriente de beneficios netos que su explotación podría proporcionar a perpetuidad. El valor de las áreas protegidas se calcula de acuerdo a su coste de oportunidad como tierras de pasto, y el de los recursos no maderables del bosque, suponiendo que un 10 por 100 de la superficie forestal generará una corriente perpetua de beneficios derivados del turismo, la caza y los servicios recreativos, cuyo valor oscilará entre 112 y l45 dólares al año, dependiendo de si se trata de un país subdesarrollado o desarrollado. Con respecto al valor del capital humano, el procedimiento seguido es el de calcular el valor presente neto de la producción no agrícola, añadirle los salarios pagados en la agricultura y restarle las rentas derivadas de la explotación de los recursos no renovables y la depreciación del capital producido. El resultado final se revalúa tomando en cuenta la Paridad del Poder Adquisitivo para traducirlo a dólares.
El resultado final de estas operaciones es el que aparece en la Tabla 8.3, en la que puede comprobarse la gran importancia del capital humano en prácticamente todas las regiones del mundo, y la mayor importancia relativa del capital natural con respecto al capital producido, en las regiones más atrasadas. La Tabla 8.4, por su parte, muestra la composición del capital natural en distintos países. Como puede comprobarse, las diferencias en la dotación de capital natural por persona son notables, así como la distribución del mismo entre sus distintos componentes. No puede decirse, desgraciadamente, que países con una elevada dotación de capital natural hayan sido siempre capaces de aprovechado en beneficio de sus ciudadanos.
Tabla 8.3
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Tabla 8.4 Capital natural por país: dólares per cápita (porcentaje total)
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8.4. EL SISTEMA DE CONTABILIDAD AMBIENTAL Y ECONÓMICA INTEGRADA DE NACIONES UNIDAS (SCAEI) En 1994, la División de Estadística de las Naciones Unidas presentaba una propuesta de contabilidad que pretendía integrar los componentes ambientales en el marco de la Contabilidad Nacional convencional (Naciones Unidas, 1994): el Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica Integrada de Naciones Unidas (SCAEI)45. Algunos años más tarde, y tras la experiencia obtenida en la aplicación de estas primeras recomendaciones, así como la recogida en otros países con sistemas complementarios, la división de Estadística del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales presentó un manual en el que se avanzaban las principales líneas de trabajo sugeridas para armonizar la construcción de un sistema integrado de contabilidad económica y ambiental (Naciones Unidas, 2000)46. La propuesta del SCAEI tiene un carácter fundamentalmente flexible, por lo que aparece estructurada en módulos, de forma que cada país avance en ella hasta donde sus datos, recursos e intereses le dicten. Por ello, la aproximación seguida por los expertos de Naciones Unidas en estos dos trabajos fue claramente secuencial: comenzando por lo más sencillo, y complicando progresivamente la tarea hasta culminar, idealmente, en un marco de cuentas nacionales perfectamente integrado. De esta forma, se recomendaba ir recorriendo prácticamente todas las etapas analizadas previamente a lo largo de este capítulo. La Figura 8.5 resume esta aproximación en sus distintos bloques. Cada uno de los numerales romanos hace referencia a una determinada tarea que, partiendo de la base conceptual del Sistema Integrado de Cuentas Nacionales (SCN), es decir, del marco de la contabilidad convencional, vaya complicando el escenario de forma progresiva, introduciendo metas cada vez más ambiciosas. Conviene, por tanto, seguir la presentación de estas recomendaciones paso a paso: a) Primer paso (Versión I): Es simplemente el marco básico de las Cuentas Nacionales, modificado para destacar las actividades económicas con relevancia ambiental. En concreto, se analizan con más detenimiento las cuentas de producción, usos y activos, para presentar en detalle las actividades económicas ambientalmente más relevantes. b) Segundo paso (Versión 1): desglose ambiental de las Cuentas Nacionales En esta etapa, se recogen las actividades económicas ligadas al deterioro ambiental, analizadas más arriba, y que requieren de la correspondiente depuración de los flujos finales de bienes y servicios. En particular, se trata de identificar los gastos defensivos en los que se ha incurrido. Las medidas adoptadas para evitar la degradación ambiental pueden ser de varios tipos:
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SEEA en terminología inglesa: System of' integrated Environmental and Economic Accounting. La propuesta de Naciones Unidas ha sido aplicada parcialmente en Canadá. Colombia. Corea, Estados Unidos, Filipinas, Ghana, Indonesia. Japón, México, Papua-Nueva Guinea y Tailandia; mientras que el World Resources Institute desarrolló la metodología de las cuentas de los recursos naturales en Costa Rica, Indonesia, Francia, Holanda y Noruega. 46
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Reducción o abstención de determinadas actividades económicas que tienen un impacto ambiental negativo: se sacrifica valor añadido. Sustitución de los resultados de estas actividades económicas (producción o consumo), con el consiguiente aumento en los costes. Sustitución de los insumos necesarios para obtener determinados productos, igualmente con el correspondiente incremento en los costes. Inversión destinada a evitar los impactos ambientales que degradan el medio (medidas de final de tubería) que se traducen también en un aumento de costes. Finalmente, y ya en un campo diferente, medidas destinadas a recuperar la calidad ambiental perdida.
Los gastos defensivos aparecerán, pues, en las cuentas de producción, consumo intermedio, consumo final, consumo de capital fijo, formación de capital, exportaciones, importaciones y valor añadido47. FIGURA 8.5
c) Tercer paso (Versión III): cuentas de los recursos naturales En esta etapa, la propuesta de Naciones Unidas introduce las cuentas de los recursos naturales, en términos físicos, así como los distintos balances materia-energía, como complemento de los distintos flujos monetarios48. Se sigue, por tanto, en primer lugar, una metodología similar a la explicada un poco más arriba, en el epígrafe 47
En el Anexo II del manual de Naciones unidas, el lector encontrará la clasificación de las actividades de protección ambiental. 48 Junto a las cuentas de los recursos naturales convencionales, existen las tablas insumo producto en unidades físicas, los balances materia-energía y los estudios de flujos materiales. Entre estos métodos alternativos destaca el NAMEA (Netherlands National Accounting Matriz including Environmental Accounts) que utiliza indicadores físicos de contaminación ligados a la actividad económica pero sin valorados monetariamente.
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correspondiente a las cuentas de los recursos naturales, restringida a aquellos recursos naturales que son considerados económicos. Una vez establecidas estas cuentas, en términos físicos, se procede a valorar monetariamente tanto el stock del recurso, como los cambios habidos en el mismo. Teniendo en cuenta que se trata de recursos económicos, que generan un beneficio monetario para su poseedor, la metodología recomendada para proceder a su valoración es la de atender a las señales que envía el mercado (precios) sobre el valor de los bienes o servicios que se obtienen a partir de ellos. De esta forma, se recomienda valorar el stock de un recurso natural determinado como el valor presente neto de los beneficios que se obtendrán en el futuro con su explotación. Es decir, si se trata, por ejemplo, de un depósito de minerales, se hace necesario estimar las reservas probadas del mismo, calcular su vida útil con el ritmo de extracción correspondiente, deducir los costes de extracción y obtener de esta manera el flujo de beneficios netos que su explotación generará con el paso del tiempo hasta su agotamiento. Esta corriente de ingresos se actualiza con una tasa de descuento apropiada (a la vista de lo expuesto en el Capítulo 6, lo más seguro sería, probablemente, seguir la recomendación de Weitzman) para obtener el VPN del recurso. Este procedimiento (denominado método del valor presente), sin embargo, es muy demandante de información, por lo que se han sugerido dos alternativas algo más sencillas:
El método del precio neto, recomendado por Robert Repetto y que, simplemente, toma el valor del stock del recurso al comienzo del período contable como el producto de la cantidad existente (reservas probadas) por su precio de mercado (o el de los productos obtenidos a partir del recurso analizado), neto de los costes de extracción o explotación (Repetto et al., 1989). En otras palabras, se prescinde del análisis de la evolución del uso de recursos en el futuro, y de la necesidad del descuento, bajo el supuesto de que el precio del recurso irá subiendo con el paso del tiempo a una tasa igual a la tasa de interés de la economía49. El método del coste del usuario, ya mencionado en el Capítulo 6 y recomendado por El Serafy, economista del Banco Mundial. Este método, algo más complejo, consiste en calcular el rendimiento que podría obtenerse, anualmente, de la explotación de un determinado recurso natural, y convertirlo en una anualidad perpetua. De esta forma, habría que separar, cada año, una parte de los beneficios de la explotación para que, invirtiéndola, se garantizara la anualidad mencionada en el futuro (El Serafy, 1989). Llamando R a los ingresos netos anuales producto de la venta del recurso, que se espera dure T años, y X al valor de la anualidad perpetua que resultaría de la inversión del coste del usuario a la tasa r: R – X = R / (1 + r)T + 1 A diferencia del método anterior, en este se supone que los rendimientos de la explotación de los recursos naturales pueden invertirse y transformarse en otros activos de capital que sustituyan al capital natural consumido. Es por ello que la aplicación de este método es congruente con el concepto de sustentabilidad débil mencionado en el capítulo anterior.
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Es decir, que en la extracción y explotación del recurso se estará cumpliendo la Regla de Hotelling (Gómez, 1994a).
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El SCAEI en su última versión considera el agotamiento de los recursos naturales, a diferencia de la propuesta anterior, no como un «cambio en el volumen» del activo, sino como un coste de producción. d) Cuarto paso (Versión IV): valoración económica de los activos ambientales Se aborda en esta etapa el problema de la depreciación del capital natural contemplado no en su papel de proveedor de activos económicos (analizado en la etapa anterior), sino en el de fuente de servicios ambientales, también necesarios para poder determinar el nivel de producción sustentable en el futuro. Vale la pena señalar, en este sentido, que no toda utilización de los servicios ambientales de la biosfera, por ejemplo, como receptor de residuos, ha de identificarse como una degradación del capital ambiental. En efecto, la degradación aparecerá cuando se exceda la capacidad de absorción del medio. Una vez traspasado este umbral, es cuando se plantea el problema de valorar monetariamente la pérdida de capital natural experimentada. A diferencia del caso de los activos naturales económicos, sin embargo, en esta etapa no se cuenta con la información que proporcionan unos precios de mercado para los productos obtenidos con su explotación. Los servicios contemplados ahora (absorción de residuos, diversidad biológica, estabilidad climática, recreación) no cuentan con estas señales. Se sugiere, por ello, utilizar, para su valoración, alguno de los métodos siguientes50:
Método de los costes de mantenimiento. Se trata de calcular, en este apartado, los costes en los que habría de incurrir el sistema económico para evitar la degradación ambiental producida. El método de los costes de mantenimiento, a diferencia de algunos de los conceptos anteriores (por ejemplo, el de ahorro genuino) es congruente con el principio de sustentabilidad fuerte, es decir, con la ausencia de sustituibilidad. Método de los costes de reposición. En esta segunda alternativa, el cálculo se efectúa para descubrir el monto de inversiones necesario para recuperar el nivel original de servicios ambientales. El problema con esta segunda opción es que, cuando la degradación ambiental ha sido irreversible, los costes de reposición podrían ser fácilmente infinitos.
El cálculo de los costes de agotamiento y degradación del capital natural (recursos naturales y activos ambientales) es el que permite, en definitiva, calcular algunas de las principales magnitudes de la Contabilidad Nacional «ambientalmente ajustadas»: por ejemplo, el «PIE verde», la formación de capital (Naciones Unidas prefiere el término acumulación de capital), etcétera. e) Extensiones (Versión V): valoración económica de los recursos ambientales Finalmente, en esta fase se ampliaría la frontera de las actividades económicas contempladas para incluir, por ejemplo, los impactos ambientales de la producción de las economías domésticas, así como activos ambientales adicionales (los servicios recreativos del espacio, por ejemplo). Asimismo, la propuesta de Naciones Unidas deja abierta la puerta para integrar la valoración de servicios ambientales adicionales, en un marco monetario estrictamente comparable e integrable con los flujos monetarios de la Contabilidad Nacional convencional. Para ello, como es natural, requiere de una 50
Hueting (1991) sería una referencia pionera en este campo.
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valoración monetaria integral de los recursos naturales y de los servicios de los recursos naturales y ambientales, en línea con lo apuntado en el Capítulo 4. Esta posibilidad, solamente dibujada en el texto que se está comentando, ha sido la defendida por Peskin desde hace ya vatios años. En cualquier caso, la integración entre las cuentas físicas de los recursos naturales y las monetarias de la Contabilidad Nacional, que idealmente debería tomar la forma que recoge la Figura 8.6, no es una tarea sencilla.
FIGURA 8.6 Vinculación entre estadísticas y cuentas ambientales.
8.5. ESTUDIO DE CASO: LAS CUENTAS DEL AGUA EN ESPAÑA El agua es un recurso natural que participa de los dos caracteres mencionados más arriba: es un recurso económico, ya que proporciona beneficios financieros para quienes tienen reconocido el derecho a su disfrute (regantes), pero también proporciona una serie de servicios que le confieren la categoría de activo ambiental. Desde el punto de vista de su cantidad, en principio, es un recurso renovable, pero un uso extractivo excesivo del mismo (la minería de un acuífero por encima de su capacidad de recarga) puede terminar por agotarlo. Los cambios en la calidad que muchos de los usos consuntivos del agua acarrean, puede tener una influencia decisiva sobre su capacidad de seguir proporcionando los referidos servicios ambientales51. De lo anterior se deduce que el recurso agua es uno de los más importantes y, al mismo tiempo, más difícil de insertar en el marco de la contabilidad convencional. Hace ya algunos años, un equipo dirigido por J. M. Naredo y J. M. Gascó se propuso elaborar las Cuentas del Agua en España, tomando en consideración todos los estadios del ciclo hídrico, con
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Así como para el desarrollo de toda una serie de recursos naturales económicos (pesca) que, por tener sus propias cuentas específicas, no se contemplarán en este apartado.
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independencia de que sus beneficios fueran o no apropiables52. Como se mencionó más arriba, dos tipos de información resultan de interés con respecto al estado del recurso: su cantidad y su calidad. Ello da origen al cálculo de Varios tipos de cuentas: 8.5.1. Cuentas de cantidad En primer lugar, una serie de cuentas de cantidad. Estas cuentas pretenden ofrecer información sobre el estado del stock del recurso, analizando la situación inicial del mismo, los aportes recibidos durante el período de referencia de las distintas fuentes, las detracciones (usos consuntivos) realizadas durante el mismo período, y la cantidad final del recurso a la finalización del mismo. Se parte para ello de la ecuación fundamental que iguala las entradas por precipitación (en España, a diferencia de Francia o Portugal, por ejemplo, no hay entradas externas) con la suma de la infiltración final, la evapotranspiración, las salidas al mar y el cambio en el stock acumulado. En la Tabla 8.5, puede observarse el stock de agua existente en España en un año hidrológico medio, y el equivalente del país vecino (para facilitar la comparación, y teniendo en cuenta la diferencia de superficie, se ofrecen las cifras por hectárea). Como puede comprobarse fácilmente, no sólo las disponibilidades españolas son sustancialmente inferiores a las francesas (un 68 por 100), sino que su distribución también es diferente (véase, por ejemplo, el peso de la regulación del agua en España). Tabla 8.5
La Tabla 8.6, por su parte, proporciona la misma información comparativa, pero esta vez referida al ciclo hidrológico: disponibilidades y usos. Varios aspectos resaltan de la observación de esta segunda tabla, entre los que no es el menos importante el peso de los usos agrícola e hidroeléctrico en España, comparado con el uso urbano e industrial en Francia. Destaca asimismo el hecho de que
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En el siguiente epígrafe se seguirá el trabajo, no publicado, realizado por José Manuel Naredo y José María Gascó «Las Cuentas del Agua en España: documento de síntesis», de 1995. Existen resúmenes del mismo en Gilberto (1996), Naredo (1997) y Aranda (2000). Los autores han seguido de cerca el modelo francés del INSEE (Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos), adoptado asimismo por la OCDE.
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en España la disponibilidad neta natural mínima del agua es negativa 53, así como el hecho de que en España se produce una desacumulación del stock en un año normal. Tabla 8.6
Las cuentas de cantidad facilitan un análisis, en definitiva, de las entradas y salidas del recurso y sus variaciones, tanto antrópicas como naturales, expresadas en metros cúbicos, que permite comparar la disponibilidad natural del recurso con sus usos. Entrando ya en el marco más específico de la contabilidad, se construyen tres familias de tablas: a) En la primera de ellas (origen del agua), se recogen los flujos de agua, las entradas y salidas del sistema y, por tanto, el balance de los recursos totales del sistema, en tres matrices, que son las recogidas en la Tabla 8.7: La matriz de recursos totales, que describe para cada subsistema de aguas continentales (columnas) el origen de sus recursos hídricos (filas). La matriz de transferencias intermedias, que resume los intercambios habidos entre los distintos subsistemas de aguas continentales: salidas (columnas) y transferencias recibidas (filas). La matriz de extracciones primarias y usos finales, que informa sobre la manera en que se reparten los recursos hídricos de cada subsistema entre las extracciones primarias de los distintos agentes, la evapotranspiración, los t1ujos naturales y la acumulación neta. 53
La evapotranspiración potencial hace referencia a la demanda de agua que se generaría por parte de árboles y plantas si la totalidad del territorio tuviera una cubierta vegetal. La disponibilidad neta mínima negativa quiere decir que no habría agua suficiente para mantenerla.
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Tabla 8.7 Cuentas de aguas interiores: Tabla de origen del agua (input-output)
b) La segunda tabla (agua almacenada y su variación) recoge, en otras tres matrices, las variaciones habidas en los recursos hídricos de cada subsistema en el período de referencia: La primera matriz refleja el total de entradas primarias al sistema como suma de las precipitaciones, los flujos naturales, y los aportes de los agentes exteriores. La segunda calcula las entradas intermedias, con base en el balance de transferencias intermedias ya mencionado, y las operaciones de desagite y riego de los distintos agentes, lo que arroja, finalmente, la disponibilidad bruta anual del sistema. La tercera matriz (extracciones primarias y usos finales), es similar a la correspondiente de la tabla anterior. Estas tres matrices se encuentran representadas en la Tabla 8.8.
Tabla 8.8 Cuentas de aguas interiores: Tabla de agua almacenada y su variación.
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c) La tabla de usos del agua, que cierra esta primera parte de las cuentas, es la expresión final de los usos antrópicos del recurso, y se articula también en tres submatrices (Tabla 8.9), en las que los agentes que utilizan el recurso se agrupan por filas, y los usos del agua en columnas: La matriz de flujos de entrada para cada uno de los agentes, extracciones primarias (superficiales o subterráneas) y flujos intermedios. La matriz de transferencias intermedias entre ellos, básicamente originadas en las empresas suministradoras de agua. La matriz de salidas del sistema: usos del agua, pérdidas e infiltraciones, descarga o retorno, consumo y salida al exterior.
Tabla 8.9 Cuentas de aguas interiores: Tabla de usos del agua
Esta primera parte de las cuentas del agua recoge, por tanto, la evolución de la cantidad del recurso a lo largo del año, y permite comprobar si se está haciendo un uso sustentable del mismo, acorde con la dotación natural. 8.5.2. Cuentas de calidad Con respecto a los cambios habidos en la calidad del agua, el problema es, como se apuntaba más arriba, algo más complejo. Las variables que determinan la calidad del agua son múltiples, pero desde el punto de vista del papel del recurso como activo económico, hay dos que destacan sobre las demás: su altura (gradiente de potencial), y su contenido en sales (capacidad de dilución, poder osmótico). La primera hace referencia al uso potencial del agua en la generación de energía, la segunda en el abastecimiento (urbano y de agua de riego). A mayor altura y menor contenido en sales,
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mayor valor del agua. La gran ventaja de estos dos indicadores de calidad, expresados en términos físicos, es que pueden ser traducidos a una unidad de medida común, también en unidades físicas (poder energético), o en unidades monetarias (coste energético de devolver la calidad original del agua: costes de bombeo y desalación). En España, la caída de la calidad del agua es muy acusada, al ir perdiendo altura e incrementando su salinidad, no tanto por la descarga de efluentes producto de las actividades humanas, como por las características del suelo (pobre en materia orgánica y rico en sales)54. En el caso de las cuentas del agua en España, los autores de las mismas presentan una información completa sobre las características de las distintas cuencas hidrográficas con respecto a las dos variables mencionadas, una vez normalizada la unidad de medida en el llamado kilómetro de cuenca normalizado (km-cn: un cauce de un kilómetro de longitud que lleva un caudal de un metro cúbico por segundo). En la Tabla 8.10 puede apreciarse la calidad del agua en las distintas cuencas de acuerdo a su contenido en sales, mientras que la Tabla 8.11 informa sobre el otro componente (el poder osmótico), así como sobre la calidad total promedio.
Tabla 8.10 Síntesis de las cuentas en calidad según nivel de salinización en km-cn
54
Problema que. como señalan los autores, no se resuelve exclusivamente con medidas de depuración de aguas residuales.
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Tabla 8.11
Potencia hidráulica, osmótica y total (KW) por unidad de flujo respecto a las entradas, salidas y media de cada cuenca
8.5.3. Cuentas monetarias Finalmente, las cuentas del agua en España se cierran con una tercera familia de cuentas monetarias, que informan sobre los flujos monetarios (ingresos y gastos) derivados de las operaciones que realizan los agentes económicos productores de servicios de gestión del agua. Como tales, están derivadas de los datos de la Contabilidad Nacional, de forma que podrían ser consideradas como unas cuentas satélite de la misma. Las operaciones fundamentales contempladas en dichas cuentas son las de regulación, recogida y distribución del agua, por un lado, y las de alcantarillado, tratamiento y protección de la calidad, por el otro. Las instituciones involucradas en estas operaciones son, además del Gobierno Central, las Confederaciones Hidrográficas, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos. Las cuentas muestran que, en términos agregados, los ingresos derivados de la venta de los servicios del agua (235.000 millones de pesetas en 1991, aproximadamente 1.412 millones de euros) son insuficientes para cubrir los gastos de provisión del mismo, generando un déficit anual de aproximadamente 330.000 millones de pesetas (€ 1.983 millones). En términos unitarios, las 7,6 pesetas (€ 0,045) por metro cúbico que se pagan, en promedio, por el agua, no cubren unos gastos medios de 18 pesetas (€ 0,108) por metro cúbico, tal y como se observa en la Tabla 8.12.
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Tabla 8.12 Tabla de gasto en la gestión del agua: (Gasto nacional total por agentes y funciones. Año 1991, en millones de pesetas)
8.6. RESUMEN La Contabilidad Nacional un lado, condicionan la posibilidad del propio crecimiento de la producción y, por otro, se ven afectadas por el comportamiento de los agentes económicos. La esfera de lo económico se halla contenida en la esfera de lo ecológico, y esta realidad no se puede perder de vista. En este capítulo se han revisado distintas posibilidades de integrar las variables económicas y ambientales en un marco común que resulte de utilidad para el analista o el decisor público. En primer lugar, se ha presentado el modelo de indicadores ambientales recomendado por la OCDE para condensar la información relativa a distintas áreas y subáreas ambientales: el modelo presión-estado-respuesta. A continuación, y en esta misma línea, se ha introducido el concepto de huella eco lógica que, siendo también un indicador físico, muestra ya los eventuales límites de los patrones de producción y consumo de la sociedad. Las cuentas de los recursos naturales, dentro ya del marco teórico de la Contabilidad Nacional, presentan una información más pormenorizada de los recursos con los que cuenta la sociedad, su capital natural, y el uso que hace del mismo. En este sentido, el concepto de ahorro genuino, introducido por el Banco Mundial, permite detectar posibles modelos de crecimiento insostenibles. Previamente, se había hecho referencia a la posibilidad de depurar la información proporcionada por la Contabilidad Nacional con respecto al bienestar social, para tomar en cuenta que una parte de los bienes y servicios producidos no son sino la respuesta a una degradación ambiental previa. El Sistema de Cuentas Ambientales y Económicas Integrado de Naciones Unidas, analizado a continuación, es el esquema más ambicioso
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de integración sugerido hasta el momento, e incorpora prácticamente todos los pasos previos, si bien de una forma gradual y adaptada a las posibilidades y requerimientos de cada país. Finalmente, ha parecido oportuno ilustrar todo lo anterior con la ayuda de un estudio de caso, las Cuentas del Agua en España, que muestran los tres aspectos que resultan de interés con respecto al recurso: la disponibilidad del mismo con respecto a sus usos (cuentas de cantidad), su adecuación cualitativa (cuentas de calidad), y la importancia de las operaciones económicas derivadas de su gestión (cuentas monetarias).
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Autor: Alan Gilpin Obra: Economía Ambiental: Un Análisis Crítico Tema: “Desarrollo Sostenible” Páginas: 89-112
CAPÍTULO 4 DESARROLLO SOSTENIBLE 4.1 Introducción El desarrollo sostenible es el desarrollo económico que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para cubrir sus propios requerimientos. Se trata de un concepto muy difundido, pero pocos pueden o desean traducir este noble concepto en políticas diferentes de las ya existentes. Es posible que la mayoría esté de acuerdo con que la deforestación de los bosques del mundo, la captura de todos los peces en los océanos, la indiferencia ante la pérdida de la biodiversidad a una escala creciente, el desmedido calentamiento global, la contaminación radioactiva, la acumulación de desechos tóxicos, y una población mundial que rebasó los medios para alimentarse de manera adecuada, conducirían a un futuro desastroso. Sin embargo, la mayoría de las políticas actuales tratan de prevenir este tipo de desastres. Aparte de la alimentación, vestido y vivienda, es casi imposible anticipar las necesidades de la gente dentro de unas ocho generaciones. En el cuadro 4.7 se demuestra, con toda certeza, que en 1800 habría sido prácticamente imposible pronosticar las necesidades de la población en el año 2000. Asimismo, en el 2000 es casi imposible visualizar las necesidades de las personas en el año 2200. Tal vez se construyan ciudades subterráneas (como lo anticipó Wells); los climas se controlen de manera rigurosa; los alimentos se diseñen en términos genéticos; todos los desechos se reciclen en forma productiva; el transporte se revolucione tanto, que se elimine el riesgo de muerte o lesiones; y el día laboral se reduzca a dos horas. Es posible que el reto consista en combatir el hastío y reflexionar sobre la esterilidad de una población decreciente. No obstante, aún es posible hoy, como se demuestra en este capítulo, establecer un plan de desarrollo que se traduzca en muchas de las mejoras descritas. En realidad, la conclusión a la que se llega es que los problemas de la equidad intergeneracional se abordan con mucha más facilidad que los problemas de la equidad intrageneracional. El problema fundamental hoy día es que el progreso material avanza con rapidez, aunque los antecedentes sociales y políticos son opacados por el bagaje del tribalismo, la intolerancia, el odio por los demás, la desigualdad creciente entre las naciones y las personas en la misma sociedad, y los extremismos religiosos y políticos. El capítulo termina con reflexiones sobre los recursos naturales y la contabilidad de los mismos. 4.2 Desarrollo sostenible: significado
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El desarrollo implica la aplicación de recursos humanos, físicos, naturales y financieros para satisfacer las demandas del mercado efectivas o prospectivas, y otras necesidades humanas. No siempre se aprecia la amplitud del concepto como se aplica no sólo a las instituciones industriales, comerciales o financieras, sino al abasto de infraestructura, sanidad, instalaciones educativas, servicios hospitalarios y de salud, vivienda, carreteras, parques nacionales e instalaciones turísticas y recreativas. En todos los países, el desarrollo es una función de los sectores público y privado de la economía, y las labores voluntarias. Es posible que este tipo de actividades se lleven a cabo con el afán de obtener ganancias; que se realicen sin fines de lucro, o que sean cuestión de políticas públicas. Tal vez el efecto general sea un aumento del ingreso per cápita, acompañado por el mejoramiento o el detrimento de la calidad de vida a nivel local, regional, nacional o global. El desarrollo puede ser sostenible si los recursos utilizados son renovables, o no sostenible si la base de los recursos se agota a corto plazo, o si resulta imposible encontrar sustitutos. Las actividades no sostenibles pueden provocar el agotamiento de los recursos pesqueros, la erosión masiva del suelo, la salinización a un grado tal que lleve a la degradación de los suelos y de la vegetación, el azolvamiento de los ríos, la destrucción de tierras pantanosas y manglares, el peligro de extinción de especies exóticas, la pérdida de áreas de alto valor genético y de conservación, un legado de fabricas y canteras abandonadas, plagas urbanas, niveles crecientes de ruido y contaminación del aire y el agua a un grado inaceptable. La historia del rendimiento y el desarrollo sostenibles es larga, y va aparejada con la tierra en las comunidades agrícolas. Rendimiento sostenible significa depender de los intereses, más que del capital o el abasto de un recurso. En 1908, el presidente Theodore Roosevelt declaró: “La nación se comporta de manera adecuada si trata sus recursos naturales como activos que debe heredar a la siguiente generación con un valor mayor, no menor” (cuadro 2.3). Entonces, este comentario del presidente Roosevelt hizo eco a lo que otros propusieron, en algún momento de la historia. En 1980, la Unión de Conservación del Mundo (WCU, de World Conservation Union), lanzó el Programa del Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, de World Wide Found for Nature) formularon la Estrategia para la Conservación del Mundo (WCS, de World Conservation Strategy). Se demostró que el desarrollo únicamente puede sostenerse a través de la conservación de los recursos vivos de los que depende el desarrollo, y mediante la integración de políticas de desarrollo y conservación. Se instaba a todos los países a establecer su propia estrategia de conservación nacional, y muchos así lo hicieron. El principal sucesor de la WCS fue el documento, Caring for the Earth: A Strategy for Sustainable Living, publicado por los mismos organismos en 1991. Se incluyó una amplia variedad de recomendaciones para la reforma legal, institucional y administrativa. En 1987, la Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo (la Comisión Brundtland), en Our Common Future, su informe al Consejo de Gobierno del UNEP, definió el desarrollo sostenible como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para cubrir sus propios requerimientos”. El desarrollo sostenible considera la base de recursos vivos y materiales respecto de la conservación, y las ventajas y desventajas de las medidas alternas para las generaciones futuras. Permite el uso de recursos no renovables en forma eficiente con miras a la sustitución de otros recursos en su debido momento. El desarrollo sostenible, señala el informe, implica un énfasis mucho mayor en la conservación de la base de recursos naturales de la que depende todo el desarrollo; y más atención a la equidad en la sociedad y entre las naciones ricas y pobres, con un
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horizonte de planeación que va más allá de las generaciones actuales. Requiere la integración de consideraciones económicas, sociales y ambientales en la toma de decisiones a nivel gubernamental y corporativo. Más adelante, el Banco Mundial (Serageldin 1996) propuso un concepto más positivo: “La sostenibilidad consiste en brindar a las generaciones futuras más oportunidades de las que nosotros tuvimos, si no es que más... dejan a las generaciones futuras, más capital per cápita del que a nosotros nos dejaron, aunque la composición del capital que dejemos a la siguiente generación será diferente en términos de su composición, que los que se utilizan en esta generación”. Por supuesto, estos iluminados conceptos de la sostenibilidad se contraponen de manera inevitable a las consideraciones de corto plazo de muchas empresas. Además, la conceptualización de las necesidades de las generaciones futuras no está exenta de problemas. Habría sido imposible a principios del siglo XVIII o XIX anticipar los acontecimientos y, por lo tanto, las necesidades de los siguientes 100 años. La cuestión de la equidad en esta generación es plena de desafíos, por no hablar de la equidad entre generaciones. Es posible que las acciones de esta generación disminuyan el suministro de recursos a las generaciones futuras, pero no hay forma de saber si éstas podrían, o deberían, ser compensadas de alguna manera, pues sus necesidades son impredecibles. Tal vez sea inútil dejar de explotar el carbón cuando quizá las generaciones futuras no le den ninguna aplicación. Por ejemplo, es factible que entre las fuentes futuras de energía esté la solar o la geotérmica, las cuales liberan cantidades ilimitadas de energía. Tal vez se controle la contaminación global, en niveles hoy no imaginados, mediante diferencias en el uso de la energía. Los cambios en el estilo de vida y en el transporte podrían tener efectos semejantes. El principal problema en la implantación de políticas de largo plazo, aunque benéfico, es que los gobiernos y otras entidades encargadas de tomar decisiones responden a demandas y presiones de corto plazo, en especial cuando son atractivas en términos políticos, en detrimento de las consideraciones futuras, incluso las que involucran a las generaciones presentes. Asimismo, la industria se enfoca a las consideraciones de corto plazo pues es aquí donde muchas veces radica la competitividad en el futuro. En el cuadro 4.1, reconocidos autores vierten importantes comentarios sobre el crecimiento económico y las políticas ambientales, lo cual hace más profundo el análisis de la naturaleza de la sostenibilidad. En el cuadro 4.2 se intenta resumir los principios de una sociedad sostenible, tomados de la Estrategia de Conservación Mundial. Por su parte, en el cuadro 4.3 se deriva de un extraño intento por especificar algunos de los elementos del desarrollo sostenible. Son pocos los conferenciantes o autores que han tratado de hacerlo. No es difícil entender el porqué. En esencia, implica un giro total de las expectativas normales: en las naciones más ricas, los niños deben esperar menos que sus padres o abuelos; el racionamiento del combustible, los automóviles y el transporte aéreo; promoción de actividades de mano de obra intensiva, como tejer canastas; partidas presupuestarias mayores para las importaciones; contribuciones más sustanciales en forma de ayuda financiera; crecimiento económico negativo, y la expansión ilimitada de los países menos favorecidos. El efecto general es la depresión en términos humanos y materiales, con tasas cada vez más elevadas de desempleo masivo. Se dice, con acierto, que el recurso más escaso será la voluntad política, seguido sin duda por la resistencia humana. La miseria es algo que nadie desea.
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En el cuadro 4.4 se analiza la Regla de Hartwick, una forma de convertir el desperdicio de recursos en desarrollo sostenible.
Cuadro 4.1 Crecimiento económico y política ambiental El crecimiento económico no es la panacea para la calidad ambiental; de hecho, ni siquiera es el aspecto primordial. Lo importante es el contenido del desarrollo: la composición de los insumos. (Incluidos los recursos ambientales), y los productos (incluidos los de desecho). Este contenido lo determinan, entre otras cosas, las instituciones económicas dentro de las que se llevan a cabo las actividades humanas. Tales instituciones se deben diseñar de modo que proporcionen 105 incentivos adecuados para preservar la elasticidad de los sistemas ecológicos. Estas medidas no sólo fomentarán una mayor eficiencia en la asignación de recursos ambiéntales en todos los niveles de ingreso, sino que asegurarán una escala sostenible de actividad económica en el sistema ecológico del que depende la vida. Preservar la capacidad de los sistemas ecológicos para sostener el bienestar es tan importante para las naciones pobres, como para las más favorecidas. Fuente: K. Arrow, B. Bolin, R. Costanza, P. Dasgupta, C. Folke, y otros (1995), Economic Growth, Carrying Capacity, and the Environment, Science, 268 (28 de abril): 521.
Cuadro 4.2 Los principios de una sociedad sostenible 1. El deber de cuidar a los demás y otras formas de vida, ahora y en el futuro; compartir de manera equitativa los beneficios y costos de la explotación de los recursos y la conservación del ambiente. Se trata de un principio ético. 2. La orientación del desarrollo y el crecimiento económico hacia el mejoramiento de la calidad de la vida humana en el sentido más amplio. 3. La conservación de los sistemas que sostienen la vida y la biodiversidad, asegurando que la explotación de los recursos renovables sea sostenible, y que esté dentro de la capacidad de los recursos para renovarse. 4. Reducción al mínimo del agotamiento de los recursos no renovables, como minerales, petróleo, gas y carbón, mediante el reciclaje, la economía en su uso y la utilización de sustitutos renovables. 5. Ajustarse a la capacidad de conducción de la Tierra. Las cifras y el estilo de vida del hombre se deben mantener dentro de la capacidad de conducción del planeta, al tiempo que dicha capacidad se expande mediante la administración cuidadosa. 6. Reconsiderar los valores y alterar las conductas para sustentar la nueva ética; desalentar los valores que no sean compatibles con el estilo sostenible de vida. 7. Alentar a las comunidades locales a que se preocupen por sus entornos y que participen en los procesos de toma de decisiones y debates activos. 8. Un esquema nacional para integrar el desarrollo y la conservación, implicar todos los intereses, tratar de identificar y prevenir todos los problemas antes de que se presenten. 9. Una alianza firme entre todas las naciones para lograr la sostenibilidad global; los recursos globales y comunes, especialmente la atmósfera, océanos, ecosistemas principales y las especies en peligro de extinción deben manejarse, teniendo en cuenta el propósito y la decisión comunes. Fuente: Tomado de Caring for the Earth: A strategy for Sustainable Living (1991), UICN, UNEP, WWF, Gland, and Suiza.
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Cuadro 4.3 Prioridades para el desarrollo sostenible
Transición a la estabilidad poblacional, para reducir la necesidad de crecimiento en todas partes. El abatimiento de la pobreza requerirá un crecimiento y desarrollo considerables en las naciones en desarrollo, equilibrado por el crecimiento negativo de las naciones más ricas. La transferencia en gran escala de los recursos de los países más ricos a los más pobres. Precios más elevados para las exportaciones de las naciones menos favorecidas. Los mercados tendrán que aprender a funcionar sin expansión, guerras, desperdicios y publicidad. Las políticas económicas deberán suprimir algunas actividades para permitir el desarrollo de otras, para que todas se mantengan dentro del presupuesto biofísico. Será necesario acelerar la transición a la energía renovable. Mejoramiento del capital humano a través de la educación, la capacitación y el empleo adecuado; creación de fuentes de trabajo, en lugar de la automatización. Abatimiento de la pobreza a través del mejoramiento directo y la ayuda específica. Transferencias importantes de tecnología de los países ricos a los pobres. Limitación, control y hasta disminución de las actividades económicas en los países más ricos. Cuando se presenten conflictos entre las realidades biofísicas y políticas, estas últimas terminarán por ceder. Debido a que la estabilidad económica en las naciones más ricas puede deprimir los términos del comercio y frenar la actividad económica en los países en desarrollo, se requerirán más transferencias en gran escala a los países más pobres. La necesidad fundamental radica en la redistribución del ingreso y la estabilidad poblacional. Se necesitará liderazgo y tino político excepcionales; la voluntad política será el recurso más escaso. Entre otros criterios está el incremento neto de la concentración de los gases que contribuyen al efecto invernadero en la atmósfera; ningún aumento neto de la acidificación de las aguas superficiales y los suelos; ningún incremento neto de las sustancias químicas tóxicas y concentraciones de metales pesados en el suelo y el agua; ninguna erosión neta de la capa vegetal superior; ningún agotamiento neto de los mantos acuíferos; la preservación de todos, o la mayor parte de los bosques naturales restantes, zonas de estuarios, arrecifes de coral y otras biomasas ecológicamente críticas de 105 ecosistemas; no más extinción de otras especies en manos del hombre; disminución de la intensidad energética del PIB; aumento de la proporción de energía de los recursos renovables; incremento del reciclaje; eliminación del pastoreo excesivo. Parte de las ganancias obtenidas por el consumo de productos no renovables, se deberá asignar a la investigación de sustitutos sostenibles. El índice de aprovechamiento de los recursos renovables deberá permanecer dentro de los límites de la capacidad de los recursos no renovables que los generan. Si un recurso no renovable no tiene un sustituto renovable, su explotación deberá compartirse con cierto número de generaciones éticamente determinado.
Fuente: Tomado de R. Goodland, H Daly y S. El Serafy (1992) The Urgent Need for Environmental Assessment and Environmental Accounting for Sustainability, en Memorias del XII Congreso Anual de la Asociación Internacional para la Evaluación del Impacto, abril de 1992, pp. 106-27.
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Cuadro 4.4 Regla de Hartwick La regla de Hartwick establece que el consumo puede ser sostenido cuando se utilizan recursos no renovables, solamente cuando las ganancias netas de éstos se invierten en capital regenerable. Esta regla requiere suficiente sostenibilidad entre materias primas agotables y reproducibles. Así; se puede mantener constante la producción agregada per cápita. Esta regla simplemente significa que si el consumo depende en gran medida del agotamiento de los recursos, se requiere la acumulación de otros recursos que ofrezcan ganancias sostenibles a largo plazo, en lugar de derrochar todas las utilidades netas en el consumo corriente. Ahora se dice que el agotamiento de los recursos naturales se debe reflejar en las cuentas nacionales. Solow también consideró antes esta cuestión, en el mismo entorno. Fuentes: J.M. Hartwick (1977) Intergenerational Equity and the Investing of Rents from Exhaustíble Resources, American Economic Review, 66: 972-4; R. Slow (1974), Intergenerational Equity and Exhaustible Resources, Review of Economic Studies Symposium, 29-45.
4.3 Derechos y obligaciones de propiedad Los derechos y obligaciones de propiedad son los privilegios o deberes derivados de la tenencia o control de recursos, como el suelo o el agua, además de los deberes inherentes que pueden ser impuestos por la tradición, las leyes ambientales y de los recursos, limitaciones de planeación, convenios internacionales y condiciones de autorización o arrendamiento. Entre los derechos sin dominio absoluto están los derechos ribereños, los de libre tránsito, los pesqueros, los de las tierras nacionales, los de paso, los de entrada, los mineros, los aéreos y los del agua. Todos están sujetos a determinadas condiciones. La propiedad puede ser del dominio absoluto del sector público en diferentes niveles de gobierno; este último la puede arrendar para distintos fines, o utilizarla de manera directa para carreteras, puertos, aeropuertos, fines militares, bosques, selvas, parques y jardines, proyectos autorizados, recreación, puentes, programas patrimoniales y de conservación, faros, reservas de flora y fauna, túneles, ferrocarriles, proyectos residenciales, selvas tropicales, zonas pantanosas, manglares, parques nacionales y marinos, plantaciones, zonas de amortiguamiento, escuelas y universidades, y muchos otros propósitos. El sector privado, a niveles que van desde el casero hasta la corporación, puede poseer y aprovechar el suelo y el agua para muchos propósitos parecidos, dependiendo de las condiciones y los límites legales. Es más probable que el sector corporativo se dedique a actividades de manufactura en gran escala, generación de energía, centros comerciales importantes, manufactura automotriz, acerías, explotación de carbón y otros minerales, pesca comercial, hoteles y centros vacacionales, centros recreativos, construcción de aeronaves, restaurantes, centros comerciales y de negocios, construcción naval y servicios. Otro tipo de propiedad todavía es común con titularidad colectiva o cooperativa, como los condominios y los multifamiliares, las cooperativas agrícolas y los talleres con este mismo esquema como en Gran Bretaña, las empresas mutualistas o las áreas comunes abiertas al público. También existe la propiedad de acceso abierto, la cual no tiene dueño, como el Ártico y la Antártida, los océanos y la atmósfera; es más probable que se abuse y se
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exceda en el uso de estos recursos comunes, si no se sujetan a los convenios y acuerdos internacionales. Por eso, la ballena fue explotada hasta casi su extinción. Se ha dicho que la concesión de derechos de propiedad es esencial para la asignación racional de los recursos y la resolución de las controversias. En realidad, se puede reconocer que la propiedad con responsabilidades es mejor que el acceso abierto, sin ninguna responsabilidad. Esta posición tiene cierta validez. Al mismo tiempo, muchas catástrofes ambientales han ocurrido en situaciones con derechos de propiedad plenamente adjudicados, como los incidentes en la isla Three-Mile y las plantas nucleares de Chernobyl, el desastre del buque Exxon Valdez, la contaminación de la marea del Támesis, la salinidad del río Murray-Darling que afectó varios estados en Australia o las regiones de sequía en Estados Unidos. Se puede decir que, cuando los derechos de propiedad se ejercen de manera adecuada, se logra un mejor manejo del ambiente. En realidad, es posible que no represente una mayor contribución que la de los responsables. En el mejor de los casos, se puede reconocer que los derechos de propiedad son un requisito necesario, pero insuficiente, para el manejo eficiente de los recursos y la protección del ambiente. Asimismo, es factible que las presiones que ejerce la población sobre los recursos impidan el manejo efectivo y sostenible, y rompan las reglas de la costumbre y la tradición. Como se dijo en el capítulo 1, Coase (1960) sostenía que, por lo general, no se requería acción gubernamental alguna para encargarse de los aspectos externos; los derechos de propiedad, ni los actos de gobierno, resolverían los problemas. El teorema de Coase simplemente es superado por la experiencia. Sin embargo, otros han tomado la estafeta, como si la propiedad y las ganancias privadas tuvieran algo de especial cuando se trata del ambiente. Si esto tuviera siquiera algo de verdad, nunca habría surgido el control directo por parte de los gobiernos, ni se habría logrado el apoyo popular. Arrow (1996) va más allá de la propiedad privada y el control directo: Cuando falla la propiedad privada individual, por lo general los economistas piensan en la intervención estatal..., pero... los derechos de propiedad privada, que muchas veces son difíciles de definir, por una parte, y la supervisión del Estado por la otra, sólo comienzan a agotar la lista de mecanismos sociales para equilibrar la iniciativa individual y la prevención de daños a terceros. Hanna y otros (1996), también concuerda que: Los regímenes actuales de derechos de propiedad respecto de los recursos naturales, muchas veces no ayudan a prevenir la degradación y explotación desmedida de los recursos. Más aún, resultan inadecuados cuando son superados por el incremento del crecimiento absoluto de la población, y la demanda per cápita de los recursos ... Los regímenes de derechos de propiedad son una condición necesaria, pero insuficiente, para la sostenibilidad de los sistemas naturales. Fallaron en el pasado, y lo siguen haciendo en la búsqueda de ganancias en el corto plazo: los rápidos cambios tecnológicos, los cambios culturales, los elevados niveles de crecimiento absoluto de la población, mayor demanda per cápita de recursos y políticas gubernamentales inadecuadas. Respecto a la resolución de controversias mediante negociación, de la que se habló en el capítulo 1, con la que se puede alcanzar la eficiencia económica en un sentido más estrecho, pero no la equidad social, Cropper y Oates (1992) comentan lo siguiente:
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Debido a que la mayoría de los casos de contaminación del aire y el agua, por ejemplo, implican una cantidad mayor de agentes contaminantes y víctimas, o ambas cosas, son muy pocas las probabilidades de una resolución negociada del problema: simplemente, los costos de negociación son muy elevados para lograr una solución como la de Coase para la mayoría de los problemas ambientales. (Vea cuadro 4.5).
Cuadro 4.5 Derechos y obligaciones de propiedad en relación con los recursos naturales: regímenes
Régimen de sector público: el Estado posee el suelo y controla el uso de los recursos sobre el mismo. La propiedad publica de los puertos y canales navegables, parques nacionales y marinos, bosques y reservas nacionales, zonas de defensa, derechos aéreos, vivienda pública e infraestructura estatal, son algunos ejemplos. Régimen de sector privado: el suelo está en manos de particulares, personas o empresas, y los recursos del mismo son controlados por particulares según la planeación y requisitos de control de la contaminación por parte del gobierno. Los bosques privados, las zonas habitacionales particulares, muchas empresas agrícolas, de pastoreo e industriales, aeropuertos, minas, compañías de multimedia, complejos corporativos, infraestructura privada y edificios de oficinas, entre otros ejemplos. Régimen de propiedad común: suelo, viviendas y recursos en manos de un grupo de personas. Los condominios, cooperativas, compañías de seguros mutuos y la tierra común, por señalar algunos casos. Régimen de acceso abierto o libre: situación en la que no existen derechos de propiedad, y en la cual todo mundo tiene acceso ilimitado a todos los recursos. Entre los ejemplos de este régimen, están los océanos y los recursos no asignados como la Antártida, sujetos a convenios y convenciones internacionales que puede aplicarse como los derechos pesqueros, las restricciones a la captura de ballenas, zonas económicas exclusivas, derechos de exploración petrolera, convenciones para el control de la contaminación, restricciones a la explotación minera, medidas de protección del lecho marino y contra la importación a precios arbitrarios. Las medidas de control se establecen después de la sobreexplotación del suelo o el mar.
4.4 Equidad intrageneracional (justicia en la sociedad contemporánea) El de equidad intrageneracional es un concepto de justicia entre individuos y grupos, en la sociedad, a nivel local, regional, nacional y global. El concepto de los derechos y la dignidad humanos fue incluido en la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1948, y en diversas convenciones y declaraciones desde entonces. Tales derechos incluyen la igualdad ante la ley; protección contra arrestos arbitrarios; derecho a un juicio justo; derecho a poseer bienes; libertad de pensamiento, conciencia y religión; libertad de opinión y expresión; libertad de reunión y asociación pacíficas; derecho al trabajo; derecho a un salario proporcional al trabajo realizado; derecho a la afiliación sindical; derecho al descanso y el ocio; derecho a un nivel de vida adecuado, y derecho a la educación. Estos derechos se ven comprometidos en todas las naciones por razones de nacimiento, género, raza, propiedad, clase, casta, división política, ambición territorial, desigualdad en el ingreso, negación de derechos, persecución, genocidio, conquista, prejuicio, intolerancia, arrogancia, prevaricación y formas no democráticas de gobierno. Estos factores van en detrimento del manejo ambiental efectivo y el desarrollo sostenible.
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A pesar del impresionante progreso material (como se resume en el cuadro 4.7), el mundo a nivel social sigue siendo demasiado tribal y bárbaro. En realidad, las formas democráticas de gobierno han logrado avances importantes y han desaparecido algunas dictaduras. No obstante, la sociedad continúa siendo, relativamente primitiva; es el área de menor progreso. Parece que éste a veces se da por casualidad o gracias a los actos de unos cuantos héroes. Todo parece indicar que a la gente le es más fácil odiar que amar, en especial a quienes se ven o escuchan diferentes. Todo el tiempo se presentan problemas raciales, y el autor recuerda su encuentro con el Ku Klux Klan en 1968. La humanidad está en decadencia, aunque se haya llegado a Marte. Estas reflexiones no deben distraer la atención en la carga, cada vez mayor, que recae sobre la mano de obra actual, misma que tiende a reducirse al tiempo que se vuelve cada vez más productiva. Quienes se dedican a la producción de alimentos, a la explotación minera y a las actividades manufactureras, cada vez más sucumben ante quienes ofrecen servicios, mientras que la fuerza laboral se convierte en una pequeña proporción de la población total. En el cuadro 4.6 se trata de resumir esta situación, antes de considerar las exigencias de las próximas generaciones. Cuadro 4.6 Carga sobre la población trabajadora
Necesidad de una mano de obra en constante disminución, aunque demasiado productiva, para lograr el flujo adecuado de materias primas, alimentos, bienes y servicios, para una población en constante crecimiento y cada vez más dependiente de una mayor calidad de vida. Incremento constante de la edad de aquellos que abandonan sus estudios, con una proporción mayor de quienes pasan a niveles superiores de educación. Una población madura que se jubila más joven y vive más que generaciones anteriores; una característica de todos los países. Desempleo en todas las sociedades que adoptan principios de mercado. Desempleo por hospitalización, enfermedades, accidentes, incapacidad, crianza por parte de un solo padre, empleo de medio tiempo y temporal, víctimas, licencia por gravidez y por situaciones especiales, y confinamiento en penales y otras instituciones. Impuestos al ingreso y el consumo para destinar recursos a la defensa, salud, educación, servicios del gobierno local, seguros, procuración de justicia, carreteras y ferrocarriles, esquemas públicos de jubilación, gobierno, ayuda al exterior, subsidios, seguridad social y actividades internacionales.
4.5 Equidad intergeneracional (justicia entre generaciones) La igualdad intergeneracional es el concepto de que quienes viven actualmente no deben comprometer o restringir las oportunidades abiertas a las generaciones venideras. Considera la asociación entre todas las generaciones que esperarán aprovechar los recursos mundiales. Por lo menos implica que cada generación debe dejar a la siguiente un mundo lo más ordenado posible, y con los beneficios plenos del desarrollo sostenible. La Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo, en Our Common Future, establece que “el desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de cubrir sus propios requerimientos”. El problema está en la aplicación del concepto. Es evidente que un planeta sin árboles y yermo, abrasado por las radiaciones ultravioleta y repleto de
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desechos radioactivos, no cubriría tales criterios. Sin embargo, teniendo en cuenta escenarios más probables, es poco viable considerar las condiciones en las que vivirán las generaciones futuras. Sólo basta con preguntarse si alguien en 1800 podía anticipar las necesidades y aspiraciones de quienes vivirían en 1900, y si estos últimos serían capaces de predecir las necesidades y requerimientos de las personas que vivirían en el año 2000. (Vea el cuadro 4.7, en el que se hace referencia a algunos de los logros entre 1800 y 2000). No se considera el avance general en la calidad de vida de la mayoría de la población, el importante decremento de los índices de mortalidad infantil, las mejoras en los regímenes alimenticios, y la sorprendente prolongación de la esperanza de vida. Algunos sugieren la necesidad de crear fondos de compensación que, con intereses compuestos, ayudarían a compensar a las generaciones futuras por los estragos del presente. Aparte de los riesgos de tales fondos que podrían verse afectados por la inf1ación, o sólo ser aprovechados por la gente equivocada, estas propuestas no pueden ser moralmente válidas. Si se torna el presente como punto de referencia, las generaciones futuras estarán mucho mejor que las que viven en la actualidad. El futuro heredará el presente con todo su progreso en el campo de la electrónica y las tecnologías avanzadas. Dejar un planeta en buenas condiciones, es todo lo que se necesita del presente desde el punto de vista moral. Cuadro 4.7 Acontecimientos desde 1800 que demuestran la incapacidad de las generaciones futuras de anticipar el progreso 1800 1801 1803
Se inventa la lámpara de arco Se inventa la máquina de vapor Trevithick Se inventa la máquina Fourdrinier para producir papel; Dinamarca proscribe la importación de esclavos a las Indias Occidentales danesas 1804-5 Expedición de Lewis y Clark por América; se formula la teoría atómica de Dalton 1809 Se introducen los alimentos enlatados 1815 Se inventa la lámpara Davy, de minero 1820 Alumbrado con gas en Pall Mall, Londres 1829 Se inventa la locomotora Rocket, de Stephenson 1833 Se declara la abolición de la esclavitud en el Imperio Británico; se establece la Sociedad Estadounidense contra la Esclavitud 1834 Se inventa la máquina de coser Hunt 1839 Grove inventa la pila de combustible; nace la fotografía 1840 Se introduce el servicio postal en Gran BretalÍa 1842 Se inventa el aparato de aire acondicionado de Gorrie; primera prensa de vapor 1843 Se hace a la mar el trasatlántico Great Britain; primera transmisión por facsímil 1844 Se inventa el código Morse 1846 Se introducen los anestésicos 1848 Se celebra la Convención de Seneca Falls sobre el derecho a votar de la mujer; se publica el Manifiesto Comunista 1849 Hunt inventa el alfiler de seguridad 1850 Se inventa la lámpara eléctrica de Swan 1851 Se introduce la refrigeración mecánica 1852 Se publica la obra La cabaña del tío Tom; se inventa el fósforo de seguridad 1853 Se inventa el mechero Bunsen 1859 Teoría de Darwin sobre la evolución de las especies; primer pozo petrolero 1860 Se introducen los tranvías en Gran Bretaña; primer telégrafo submarino trasatlántico; se inventa la cerradura de seguridad Yale 1862 Se inventa el motor de combustión interna de cuatro tiempos 1863 La Convención de Ginebra 1865 Se declara la abolición de la esclavitud en Estados Unidos; se introducen los procedimientos quirúrgicos antisépticos de Lister; genética 1867 Primera máquina de escribir; Nobel inventa la dinamita 1868 Se introducen los primeros plásticos 1869 El tren transcontinental de Estados Unidos; la tabla periódica de los elementos; en Francia se patenta la margarina
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1870 1872 1876 1879 1882 1883 1884 1886
La lámpara incandescente de Swan y Edison; se pasteuriza la leche, el vino y la cerveza Yellowstone se declara parque nacional Bell inventa el teléfono; se identifica la bacteria causante del ántrax Primera locomotora eléctrica Primeras centrales eléctricas en Londres y Nueva York Koch identifica los bacilos del cólera y la tuberculosis Se patenta la leche evaporada; se aíslan los gérmenes causantes de la difteria Se inventa el automóvil Benz con motor de gasolina; se produce aluminio de manera comercial 1889 Primera cinta cinematográfica; se inaugura la torre Eiffel 1890 Se pone a funcionar el primer tren eléctrico subterráneo en Londres 1892 Se inventa el motor diesel 1895 Se descubren los rayos X; Ross identifica los agentes patógenos que causan el paludismo; se inventa la radiotelefonía 1896 Radioterapia para el cáncer de mama 1897 Aspirina; se identifican virus 1898 Los Curie descubren el polonio y el radio; se funda la psiquiatría 1900 La agricultura absorbió 68% de la mano de obra en Japón, 44% en Estados Unidos y 20% en Gran Bretaña; el dirigible Zepelín; teoría cuántica de Planck 1901 Se otorgan los primeros premios Nobel 1903 Los hermanos Wright vuelan el primer aeroplano; se inventa la motocicleta 1904 Feria Mundial de St. Louis; se inventa el cono de helado 1905 Ferrocarril traosiberiano; teoría de la relatividad de Einstein 1908 Aparece el modelo T de Ford 1909 Bleriot vuela sobre el Canal de la Mancha 1912 Se descubren las vitaminas 1914-18 Primera Guerra Mundial 1919 Primer supermercado del mundo en Memphis; Alcock y Brown hicieron el primer vuelo continuo por el Atlántico 1920 Sufragio femenino, EUA; la Liga de las Naciones 1923 Se inventa el cierre de cremallera 1925 Se introducen las locomotoras con motores eléctricos y diesel 1926 Se inventa el sistema de televisión de Baird 1928 Locomotora Flying Scotsman; sufragio femenino en Gran Bretaña; Fleming descubre la penicilina 1929 Crisis en la Bolsa de Valores de Nueva York 1916 Se introduce la tarjeta de circuito impreso; primer radiotelescopio 1938 Se hace a la mar el Queen Elizabeth; Libro del Año de la Enciclopedia Británica 1939 DDT como insecticida 1939-45 Segunda Guerra Mundial 1940 Precursores de los sistemas de cómputo de la actualidad; la computadora Colossus 1945 Detonación de bombas atómicas; creación de las Naciones Unidas 1947 Expedición Kon-Tiki; se inventan el transistor y la cámara Polaroid 1943 El telescopio más grande del mundo en el Monte Palomar 1950 Se inventa la fotocopiadora 1952 Primera videograbadora 1953 Se introduce el televisor a color; se inventa el pulmón artificial 1954 Pruebas de la bomba de hidrógeno; se desarrolla la vacuna de Salk para prevenir la poliomielitis 1956 Primeras estaciones de energía nuclear en Gran Bretaña y Estados Unidos 1957 Radiotelescopio de Jodrell Bank; Sputnik I 1958 Boeing 707; se funda la NASA 1959 Se inventa el aerodeslizador 1960 Píldora anticonceptiva 1961 Primeros lentes de contacto 1964 Se inventa el procesador de palabras 1966 Se introduce el avión Harrier
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1967 1968 1969 1972 1973 1977 1981 1986 1987 1992 1993 1997 1998 1999
Primer transplante humano de corazón Primer vuelo del Concorde Primer alunizaje por Estados Unidos; videograbadora Sony Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Humano; primer satélite Landsat Inauguración del Teatro de la Opera de Sydney Se erradica la viruela Se lanza el transbordador espacial de Estados Unidos Desastre en la planta nuclear de Chernobil Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo El túnel del Canal de la Mancha El Sojoumer explora la superficie de Marte La agricultura representa sólo el 7% de la mano de obra en Japón, 3% en Estados Unidos y 2% en Gran Bretaña La corrección de los defectos visuales y los teléfonos celulares marcan el fin de la era de los anteojos y la telegrafía; tratamiento quirúrgico mediante ultrasonido de alta intensidad
La equidad intergeneraeional sigue siendo un concepto noble, imposible de traducir en políticas útiles y prácticas, que no sea la búsqueda del manejo responsable de los recursos para servir a los intereses de las generaciones presentes. Existen razones de sobra para creer que se resolverán los problemas del crecimiento de la población, la silvicultura, la pesca, la biodiversidad, el calentamiento global, la capa de ozono y el abasto alimentario mundial, mientras el progreso material del orbe sigue ocurriendo en muchas partes del planeta. No existen pruebas en contrario. En el cuadro 4.7 se presenta un resumen de nuestra aportación a las generaciones futuras; no podrían pedir más. 4.6 Principio del que contamina paga, e internacionalización de los costos ambientales A lo largo del tiempo, son dos las versiones surgidas en relación con el principio del que contamina paga. El primero equipara el precio que se cobra por el uso de los recursos ambientales con el costo del daño infligido a la sociedad por su explotación. El precio cobrado se puede tasar en forma directa sobre el proceso que genera contaminación, o el precio que se debe pagar por las licencias que autorizan al poseedor a generar determinadas cantidades de contaminantes. Es posible que el contaminador considere que los cargos son más elevados que el costo por abatir la contaminación mediante equipo para el control de la misma, o la modificación de los procesos o combustibles. El problema con este procedimiento consiste en determinar el precio correcto que se debe cobrar, cuando resulta imposible evaluar en forma realista el daño a la sociedad en términos monetarios. Además, otorga el derecho a contaminar en cualquier escala; es decir, a continuar afectando la salud de los miembros de la comunidad en formas conocidas y desconocidas a través del tiempo. Asimismo, se tiene el problema inherente en el sentido de que es posible que las multas pagadas nunca lleguen a la comunidad afectada, o si así sucede, quizá no se distribuyan de manera equitativa. Los efectos de algunos contaminantes sólo se pueden evaluar con cierta dificultad, como el plomo en los niños; sugerir una compensación parece la respuesta menos indicada, cuando es necesaria la prohibición. Uno de los problemas avasalladores es el de achacar a
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determinada corporación la emisión de contaminantes a la atmósfera cuando existen varias plantas similares en la misma zona. Parece poco viable atribuirlo a los vehículos. En una versión posterior, el principio del que contamina paga establece que todo el costo del control de la contaminación, por cualquier medio a un nivel adecuado debe ser absorbido por el que contamina, de preferencia sin subsidios públicos ni concesiones fiscales. Por lo tanto, el posible costo de la contaminación a la sociedad en general se traduce en costos del control de la contaminación que se consideran y reflejan como costos de producción. Según la elasticidad de la demanda, estos incrementos de costos se pueden aplicar al público consumidor. En muchos casos, el principio del que contamina paga se convierte en el principio de que el público paga, aunque este último se beneficia con las medidas tomadas. No obstante que todas las medidas pertinentes se ven reflejadas en los costos contables de los contaminadores, se reducen al mínimo o se abaten los efectos ambientales adversos sobre el público. El principio del que contamina paga se confirmó en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente Humano celebrada en Estocolmo en 1972, y por la OECD ese mismo año. En 1985 este principio fue reafirmado por la OECD. Desde entonces surgió una filosofía híbrida que subraya la necesidad de una reglamentación general estatutaria para el control de la contaminación, y el establecimiento de topes aumentados por los instrumentos económicos, con el fin de fomentar las actividades de control más allá de las necesidades de los reglamentos, para crear un mercado de créditos de contaminación. 4.7 Principio precautorio Este principio se adoptó en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo (la Cumbre de la Tierra) en 1992, en la cual se acordó que para proteger el ambiente se debía aplicar de manera generalizada un enfoque precautorio. La Declaración de Río para el Ambiente y el Desarrollo (Principio 15), interpreta que el enfoque precautorio significa que cuando existen amenazas de daños serios o irreversibles al ambiente, la falta de certeza científica no se debe tomar como una razón para postergar medidas efectivas de costos con el fin de evitar la degradación ambiental. Los críticos de este enfoque se preocupan por el gran compromiso de los recursos para encargarse de abordar problemas vagamente definidos. Sin embargo, conviene destacar que la referencia a las medidas efectivas en términos de costos, implica un alto grado de certeza sobre la naturaleza del problema. El principio precautorio ya tenía una larga historia. Surgió por primera vez en 1980 en Alemania, cuando fue considerado por el Consejo Europeo de Expertos sobre Asuntos Ambientales en relación con la contaminación de los mares. En el transcurso de algunos años, apareció en diversos documentos y tratados, como el Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Destruyen la Capa de Ozono, de 1988; la Declaración Ministerial de Bergen sobre Desarrollo Sostenible, de 1990; la Convención para la Protección del Ambiente Marino del Báltico, de 1992; la Convención Estructural de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y la Convención de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad de 1992. Desde entonces, el concepto se incorporó al Tratado de Maastritcht de 1993. Son pocas las guías que existen para su interpretación. En el Documento Británico Blanco sobre el Ambiente de 1992, se establece: Cuando se ve involucrado nuestro planeta, los riesgos pueden ser tan elevados y los costos de las acciones correctivas tan grandes, que la prevención es mejor y más barata que el remedio ... Cuando son muy importantes los riesgos
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de dañar el ambiente, el gobierno estará preparado para tomar las medidas preventivas pertinentes con el fin de limitar el uso de materiales potencialmente peligrosos o la diseminación de contaminantes potencialmente nocivos, aun cuando la información científica no sea concluyente, si lo justifica el balance de posibles costos y beneficios. El Acuerdo Australiano Intergubernamental sobre el Ambiente de 1992, ofrece las siguientes normas: En la aplicación del principio precautorio, las decisiones públicas y privadas se deben basar en la evaluación minuciosa para evitar, cuando sea posible, daños graves o irreversibles al ambiente; y en la valoración de las consecuencias de los efectos ponderados. Evidentemente, existen diferentes interpretaciones del principio, y hay muchas ideas distintas respecto de su aplicación. Tal vez, sólo se considere como lo contrario del principio de la carga de las pruebas, en el sentido de que quienes proponen proyectos deben presentar pruebas de que las propuestas no dañarán el ambiente, y que cumplen con las condiciones. En cuyo caso no dista mucho de la actual consulta pública, ahora muy común en varios países. Una cuestión fundamental hoy día, de acuerdo con el Protocolo de Kyoto, es si se necesitan adoptar medidas demasiado onerosas para evitar el calentamiento global, cuando las pruebas científicas aún no son concluyentes. Ahora, el principio precautorio será puesto a prueba hasta el límite. 4.8 Recursos naturales Un recurso natural es cualquier porción o aspecto del ambiente natural, como la atmósfera, agua, tierra, minerales, fauna silvestre, manglares, bosques, flora, fauna, radiación, belleza, costas, montañas y los recursos ambientales en general. Los recursos naturales no son más que uno de los factores de la producción, que forman parte de todas las actividades económicas. Los recursos naturales pueden ser de diferentes tipos: 1. Recursos no renovables, como el carbón, petróleo, gas natural, uranio y minerales de todo tipo, los cuales, una vez consumidos, no vuelven a existir de esa forma. 2. Recursos renovables, como el agua, peces, madera, cosechas y el ganado. 3. Recursos no fácilmente valuados como el panorama y los recursos con un valor existencial, que se valoran por sí mismos. 4. Especies exóticas y en peligro de extinción que pueden llegar a un nivel de disminución irreparable, después del cual se perderán para siempre. Es factible que los cambios tecnológicos, el reciclaje, las innovaciones, la exploración, el descubrimiento y la sustitución ayuden a resolver los problemas de algunos recursos no renovables durante algún tiempo. Asimismo, es posible que el manejo cuidadoso y las actividades sostenibles aumenten la producción de recursos renovables y protejan la fauna silvestre exótica y en peligro de desaparición. Existe cierto grado de elasticidad de sustitución entre los recursos renovables y no renovables, como cuando la energía solar desplaza el uso de hidrocarburos en los sistemas domésticos de calefacción y la generación de electricidad. Con frecuencia, la
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disponibilidad de recursos naturales es la clave del éxito económico. La civilización egipcia floreció gracias a la fertilidad del valle del Nilo; España lo hizo por el oro proveniente de las Américas; Gran Bretaña prosperó debido al mineral de hierro y el carbón; Nueva Zelanda y Argentina lo lograron gracias a la agricultura, y los estados del sur de la Unión Americana en razón del algodón y la esclavitud. Sin embargo, en la actualidad muchas naciones con un sorprendente éxito económico tienen muy pocos recursos naturales, como Japón, Corea, Taiwán, Dinamarca y Suiza. Australia se rezagó en relación con otras naciones de la liga de la OECD, a pesar de su impresionante cantidad de recursos naturales que de otra forma habría hecho que fuera considerada como la nación más rica del orbe. Otros países, ricos en recursos naturales, corno México, Nigeria, Brasil, Rusia y Papúa Nueva Guinea, tienen niveles de vida relativamente bajos para las masas (aunque no para las minorías). Resulta evidente que son muchos más los factores que intervienen en el éxito económico además de la disponibilidad inmediata de recursos naturales, como un contexto político en el que predomine la paz y la estabilidad, un clima de incentivos, el desarrollo de habilidades Y talentos, la facilidad de movimiento del capital y mano de obra, la infraestructura financiera, la sencillez en el comercio y el transporte en distancias largas, la accesibilidad de los mercados y la energía liberada en las naciones no muy favorecidas, pero que están decididas a triunfar. En el cuadro 4.8 se presenta una clasificación de los recursos naturales, y en el cuadro 4.9 se incluye el famoso texto de Garrett Hardin sobre la “La tragedia de las tierras comunales”. Para ilustrar la tragedia del agotamiento de los recursos, en el cuadro 4.10 se cita el caso de Nauru que acabó con su base de recursos, y mantuvo elevado su PIB durante muchos años. Cuadro 4.8 Clasificación de los recursos naturales Recursos renovables
Pastizales Cultivos agrícolas Forrajes Cultivos forestales Ganadería Cacería de animales silvestres Árboles y madera Peces Aves Flores Insectos Aire Agua (superficial y subterránea) Biomasa Combustible de madera Energía solar Energía geotérmica Sistemas de rocas incandescentes Hidroelectricidad Cuerpos de magma Energía térmica oceánica Energía de las mareas Energía de las olas Energía eólica
Recursos no renovables
Petróleo Esquisto petrolífero Gas natural Carbón Turba Uranio Mineral de hierro Bauxita Oro y plata Cobre Cromo Zinc Cobalto Plomo Manganeso Mercurio Molibdeno Níquel Platino Tungsteno Estaño Muchos otros minerales
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Cuadro 4.9 La tragedia de las tierras comunales La tragedia de las tierras comunales ocurre de esta manera. Imagínese un pastizal abierto a todo mundo. Es de esperar que cada ganadero trate de llevar el mayor número de cabezas a estas tierras comunales. Es posible que este esquema funcione en forma bastante razonable durante siglos porque las guerras entre tribus, los asaltos y las enfermedades mantienen la población humana y animal por debajo de la capacidad llevadera de la tierra. Sin embargo, finalmente, llega la prosperidad; es decir, el día cuando se alcanza el objetivo durante tanto tiempo esperado de la prosperidad. En ese momento, la lógica inherente de las tierras comunales, lamentablemente se traduce en tragedia. Como ser racional, cada ganadero trata de incrementar al máximo sus ganancias... el ganadero racional llega a la conclusión de que el único propósito que debe tratar de lograr es agregar otro animal a su rebaño. y otro y otro más ... , pero es a la conclusión que llegan todos y cada uno de los ganaderos racionales que comparten una tierra comunal. Ahí está la tragedia. Cada hombre se ve atrapado en un sistema que lo obliga a hacer crecer su rebaño sin límite..., en un mundo que es limitado. La ruina es hacia donde se dirigen todos los hombres, quienes buscan el mayor provecho personal en una sociedad que cree en la libertad de las tierras comunales. La libertad en las tierras comunales acarrea la ruina a todos. Fuente: G. Hardin (1968) The tragedy of the commons, Science, 162: 1243-8.
Cuadro 4.10 Nauru: el agotamiento de la base de recursos Nauru es una república situada en una isla al suroeste del Océano Pacífico, con un área de 21 km2 y una población de poco más de 9 000 habitantes. La economía de esta nación se basa de manera casi exclusiva en la minería, el procesamiento y la exportación de fosfato; la isla está cubierta con manto de rocas de fosfato formadas con los ricos depósitos de guano, que es el excremento de las aves marinas. El producto interno bruto (PIB) de este país fue el más alto en el Pacífico, y se encuentra entre los más elevados de todo el mundo. A mediados de la década de 1990, los depósitos de fosfato prácticamente se agotaron, a la vez que se rezagó la demanda de tierras de cultivo. Tras décadas de explotación minera, Nauru quedó como un paisaje lunar. En 1993, Australia, Gran Bretaña y Nueva Zelanda acordaron otorgar un paquete de compensación, cuyos pagos se realizarían durante 20 años. El gobierno de Nauru emprendió un programa de rehabilitación para "restaurar el Jardín del Edén que alguna vez fue la nación". Nauru entabló una demanda contra Australia ante la Corte Internacional de Justicia, mediante la cual busca una compensación masiva. En 1993 Australia llegó a un acuerdo extrajudicial.
En la figura 4.1 se muestra el esquema de McKelvey, que es un sistema de clasificación de los recursos sólidos no renovables, desarrollado por el Departamento de Estudios Geológicos y la Oficina de Minas de Estados Unidos. Recibe el nombre del doctor V.F McKelvey, director del Departamento de Estudios Geológicos. Define las categorías de recursos en términos generales, de certeza de ocurrencia y viabilidad económica de extracción. El esquema de McKelvey ilustra en forma resumida el estado 291
actual de nuestro conocimiento de determinados recursos, y puede servir como una guía general para determinar las categorías que es más probable que satisfagan las necesidades futuras. Una deficiencia importante de la clasificación es que no permite formarse una idea de la disponibilidad, o posible disponibilidad de los recursos a lo largo del tiempo. Las figuras representan una opinión en determinado momento y en términos de economía corriente de un recurso o reserva. La falta de consideración de la naturaleza de las reservas y los recursos ha hecho cometer errores a algunos autores. En el cuadro 4.11 se muestran los pronósticos de Jevons.
Figura 4.1 Clasificación de Mckelvey
Cuadro 4.11 Opiniones de Jevons sobre la crisis británica del carbón, 1865 Llegué a la conclusión a la que creo que llegarían todos, que ya no podemos mantener nuestra tasa actual de aumento del consumo..., el precio de nuestro progreso será muy evidente dentro de un siglo; que el costo del combustible se elevará, quizá en mucho tiempo, a un ritmo que amenazará nuestra supremacía comercial y manufacturera; y la conclusión es inevitable, que nuestra feliz condición progresiva tendrá una duración limitada. La supremacía de Gran Bretaña no perduró, pero el precio del carbón no tuvo nada que ver con la misma, mientras que el consumo de energía se incrementó de manera exponencial.
Fuente: William Stanley Jevons (1835-82) en su obra The Coal Question (1865).
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4.9 Cuentas de ingreso nacional y contabilidad de los recursos nacionales Las cuentas de ingreso nacional, publicadas por todas las naciones con la guía de las Naciones Unidas, representan un intento por medir el ingreso y la producción de cada país. El indicador más común de la producción nacional es el producto interno bruto (PIB), que es el parámetro del valor total del mercado de los bienes terminados, producidos en la actualidad, y el valor de los servicios ofrecidos. Aunque existen problemas de carácter estadístico, el resultado es información bastante precisa de la producción de un país. Algunas actividades en realidad trascienden su alcance, como un gran número de servicios domésticos, la economía informal, pérdidas de la base de recursos y los efectos adversos sobre el ambiente, o las posibilidades de desarrollo sostenible. Tampoco ayuda a determinar con precisión ese concepto más sutil, la calidad de vida. No obstante, la regla en el sentido de que sólo se pueden considerar los bienes terminados o finales, evita considerar dos o tres veces las materias primas y los productos intermedios. Por ejemplo, el valor final de los automóviles ya incluye el valor del acero, vidrio, caucho, plástico, componentes electrónicos y otros elementos que se utilizan en su manufactura. La contabilidad del ingreso nacional sigue siendo una ciencia inexacta, aunque indispensable en la planeación económica nacional y causa de debates continuos. Sigue siendo uno de los inventos más importantes del siglo XX. Aunque el objetivo de la contabilidad del ingreso nacional consiste en proporcionar un esquema para el análisis del sistema económico fundamental y su desempeño, existe una marcada asimetría con respecto al valor de los recursos naturales. Los recursos hechos por el hombre, por ejemplo, los edificios y el equipo se valúan como recursos productivos y se eliminan contra el valor de la producción conforme se deprecian. Los recursos naturales no se valúan de esa manera, y su pérdida no implica ningún cargo contra el ingreso que refleja una disminución en la posible producción futura. La imposibilidad de las cuentas del ingreso nacional de medir el agotamiento de los recursos naturales fue uno de los temas primordiales de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo, de 1992. En la Agenda 21, adoptada por dicha conferencia, se incluyó un programa para establecer sistemas de contabilidad ambiental y económica integrada. En efecto, el Sistema de Cuentas Nacionales de las Naciones Unidas, (SNA, de Syslem of National Accounts), que data de 1968, se modificaría de alguna manera para registrar las pérdidas en la base de recursos, de la que finalmente dependen todas las actividades económicas. En diversos talleres de trabajo, al amparo del Banco Mundial y la UNEP, se encontró una amplia gama de opiniones respecto a la forma de lograr dicha integración. En años recientes se han hecho propuestas para modificar el sistema de contabilidad nacional en lo que se refiere a los factores ambientales. Sin embargo, la mayoría de los expertos en cuentas nacionales rechaza las posibilidades de cambios sustanciales a las cuentas nacionales convencionales. En realidad, se decidió establecer un sistema satélite aparte del esquema tradicional de las cuentas nacionales para describir las relaciones ambientales y económicas (Naciones Unidas, 1993). Un sistema de esta índole permitiría la incorporación de una gama más amplia de información. Se mantendría una relación estrecha entre el sistema tradicional de contabilidad y el nuevo sistema satélite. El interés se centraría en la información nacional. La contabilidad de los recursos naturales como se concibe en la actualidad, se encarga de la existencia y las modificaciones de la misma respecto a los recursos naturales. Estos últimos incluyen recursos biológicos, como las plantas y animales vivos de relevancia económica; recursos subterráneos, como reservas probadas, aire, tierra,
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suelos yagua, incluidos los ecosistemas territoriales y acuáticos. En la contabilidad de los recursos naturales se requieren parámetros en unidades físicas y monetarias, que incluyan cuentas de flujo y activos. Gracias a estudios piloto que realizó la Organización de las Naciones Unidas y el Banco Mundial en México, Papúa Nueva Guinea y Tailandia, se obtuvo experiencia práctica sobre la forma de integrar las cuentas nacionales existentes con las cuentas ambientales. Asimismo, algunas naciones desarrolladas, incluidas Francia, Noruega, Canadá, Japón, los Países Bajos, Australia y Estados Unidos, propusieron o establecieron sistemas de cuentas ambiéntales. Los recursos naturales son prioritarios en las cuentas de Francia y Noruega, mientras que la contaminación y la calidad del ambiente son asuntos relevantes en Japón y Estados Unidos. Los enfoques de Canadá y los Países Bajos se ubican en un punto intermedio. Para conocer algunos comentarios sobre el enfoque australiano, en el que se sugiere tener cuidado, vea el cuadro 4.14. En Francia y Noruega se adoptaron los sistemas de contabilidad de recursos como complemento del sistema de cuentas nacionales, no corno un sustituto. La experiencia francesa fue documentada por J. Theys en Ahmad y otros (1989) Y por P. Corniere (1986). La Oficina Central Noruega de Estadística (1987) describió el sistema noruego. En Pearce et al. (1989) también se describen los sistemas francés y noruego. Las cuentas francesas del patrimonio natural se determinan en unidades físicas adecuadas para cada tipo de recurso, casi siempre sin tratar de asignar valores. El sistema noruego incluye cuentas de recursos naturales para los recursos energéticos más importantes, como el carbón, petróleo, gas natural, madera y la hidroelectricidad, medidos en términos de sus unidades físicas. No se ha hecho ningún esfuerzo por asignar valores a estos recursos físicos. Aunque un proceso de contabilidad puramente físico tiene muchos inconvenientes, sí permite a los encargados de tomar decisiones considerar el impacto de las decisiones inherentes a las políticas relevantes sobre la existencia de recursos naturales a nivel nacional. A pesar de ello, como sugieren Repetto et al. (1989), todavía es insuficiente ajustar el producto nacional con el margen de agotamiento que refleje la explotación, o extracción, de los recursos naturales previamente contabilizados como regalos de la naturaleza. No obstante, se reconoce que existen límites para la valuación monetaria, planteados básicamente por la lejanía de los recursos en cuestión de la economía de mercado. Algunos recursos, como los minerales y el agua del subsuelo se pueden estimar con facilidad, pero otros, corno los animales salvajes, no contribuyen de manera directa a la producción y se pueden calificar en términos monetarios, sólo a través de métodos indirectos. Aunque las deficiencias son evidentes, las soluciones propuestas son muchas; ha sido poco el consenso. A la larga se adoptará y aplicará una técnica de valuación están dar confiable para determinar los niveles de agotamiento con respecto a los diferentes recursos, en diversos países. El trabajo emprendido por la Organización de las Naciones Unidas (1993) representa un paso preliminar, pero vital en este sentido. A pesar de los avances logrados, muchos ambientalistas aún desean establecer un parámetro único estimado del efecto del daño ambiental en el crecimiento económico. El propósito de tener un PIB verde sigue siendo un faro, una luz en la montaña, pero muchos expertos en estadística concluyen que es prácticamente imposible en el sentido de asignar valores a cuestiones como los parques públicos, especies exóticas y en peligro de extinción, y las selvas en proceso de desaparición. Los valores marginales son aún más difíciles de evaluar, debido a que la pérdida de un recurso total puede ser devastadora, pero la pérdida de una pequeña porción puede ser
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insignificante. Asignar valores monetarios a los recursos ambientales sigue siendo una especie de magia negra (The Economist, 18 de abril de 1998). En consecuencia, la tendencia general consiste en relacionar la actividad económica, medida en términos monetarios, con los recursos ambientales evaluados en unidades físicas. Esto no cumple con los objetivos de los ambientalistas que cuentan con el apoyo del Banco Mundial. En el cuadro 4.12, que es una paráfrasis de Our Common Future, el informe de la Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo (1987), se retoma el tema de la contabilidad verde, y el cuadro 4.13 refuerza el argumento (Repetto et al. 1992). En el cuadro 4.14, McCarthy (1993) plantea una actitud reservada en Australia, mientras que en el cuadro 4.15 se plantea la posición actual de las Naciones Unidas sobre la contabilidad ambiental y económica integrada.
Cuadro 4.12 Comisión Mundial sobre los Recursos Naturales ... por lo general, el ingreso proveniente de la explotación forestal se mide en términos del valor de la madera y otros productos extraídos, menos los costos de extracción. No se consideran los costos de la regeneración forestal, si es que en realidad no se utilizan recursos monetarios en dicha actividad. Por lo tanto, cuando se calculan los ingresos obtenidos de la tala de árboles, pocas veces se toman en cuenta de manera cabal las pérdidas en el ingreso futuro debido a la degradación de los bosques..., también se da una contabilización incompleta en la explotación de otros recursos naturales, especialmente en el caso de los recursos que no se capitalizan en las cuentas empresariales o nacionales: aire, agua y suelo. En todos los países, ricos y pobres, el desarrollo económico debe considerar por completo en sus parámetros de crecimiento, el mejoramiento o deterioro en el abasto de recursos naturales. Fuente: World Commission on Environment and Development (1987), Common Future, Oxford Uníversity Press, Oxford, p. 52.
Cuadro 4.13 Recursos naturales ignorados en la mayoría de las cuentas nacionales Un país podría agotar sus recursos minerales, acabar con sus bosques, erosionar sus suelos, contaminar sus mantos acuíferos y extinguir sus especies silvestres y piscícolas, pero el ingreso medido no se vería afectado por la desaparición de tales recursos. Irónicamente, a las naciones con pocos ingresos, que por lo general dependen más de los recursos naturales para generar empleos, ingreso y utilidades cambiarias, se les instruye para utilizar un sistema de cuentas nacionales, y análisis macroeconómico que casi pasa totalmente por alto sus principales recursos ... Codificado en el sistema de cuentas nacionales de las Naciones Unidas, que es aplicado de manera muy puntual por la mayoría de los países, esta diferencia en el manejo de los recursos naturales y otros recursos tangibles, ofrece señales falsas a los encargados de formular políticas..., confunde la depreciación de los recursos valiosos con la generación de ingresos..., los resultados pueden ser ganancias ilusorias en términos de ingreso, y pérdidas permanentes en términos de riqueza. Fuente: R. Repetto, W. McGrath, M. Wells, C. Beer y F. Rossini (1992) Wasting assets: natural resources in the national income accounts, The Earthscan Reader in Environmental Economics (eds. A. Markandya y J. Richardson), Earthscan, Londres.
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Cuadro 4.14 Cuentas nacionales australianas Por último, la Agencia Australiana de Estadística trata de alterar el rumbo sugerido por el Sistema Revisado de Cuentas Nacionales, es decir, crear cuentas satélite que permitan la derivación del PIB ajustado en términos ambientales ... Sin embargo, es preocupante que en algunos sectores se tengan expectativas poco realistas en relación con la eficiencia de los parámetros propuestos, el nivel de la base de datos requerida, la precisión de los valores derivados tomando en cuenta que no se pueden basar en valores de mercado observados, y los espacios de tiempo en que se pueden lograr de manera realista. Fuente: P McCarthy (1993) Problems and Prospects for Green Gross Domestic Product (CDP) in the Australian National Accounts, Environmental Economics Conference, Department of the Environment, Sports and Territories, Canberra.
Cuadro 4.15 Contabilidad ambiental y económica integrada En los últimos años, un número cada vez mayor de científicos ha tratado de hacer una síntesis de las opiniones ecológicas y antropocéntricas. La exploración de la naturaleza con fines económicos ha llegado a su límite..., los beneficios de algunas aplicaciones ambientales han tenido consecuencias negativas con respecto a otros usos contrarios... la explotación de la naturaleza llegó a un punto en que los seres humanos afectan sus propias condiciones de vida. La explotación a corto plazo de los recursos naturales se debe sustituir con el concepto a largo plazo de la preservación del ambiente para satisfacer las necesidades humanas y naturales... No sólo hay que mantener intactas las funciones del ambiente para el ser humano, sino para el ambiente mismo, aunque no exista un uso aparente para el mismo. Se piensa que un ambiente intacto forma parte del patrimonio natural, y resulta indudable que es un requisito para la supervivencia humana. Estas consideraciones incluyen en el diseño de un sistema integrado para la contabilidad ambiental y económica. Fuente: Departamento de Información Económica y Social de las Naciones Unidas y Policy Análisis Hand book of National Accounting (1993), Integrated Environmental and Economic Accounting, Series F, No. 61, ONU Nueva York, pp. 2-3.
4.10 Resumen En este capítulo se hace hincapié en la visión del verdadero desarrollo, a diferencia del crecimiento en sí, que puede ser únicamente materialista, estrecho, distorsionado y perjudicial en términos sociales y ambientales. El verdadero desarrollo hace extensivos los beneficios del progreso, y reduce sus efectos más perniciosos. Favorece a todo mundo. Sin embargo, definir el “desarrollo sostenible” es mucho más difícil, incluso cuando se tienen en cuenta los esfuerzos de la Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo y el Banco Mundial. La sostenibilidad, como el pastel de manzana y la maternidad, es la preferida de todos. Los empresarios son muy afectos a las utilidades, crecimiento e inversiones sostenibles; es posible que los académicos busquen argumentos sostenibles; los diseñadores pueden buscar obras sostenibles. A final de 296
cuentas, sostenibilidad sólo significa lograr que las cosas funcionen durante un largo espacio de tiempo, quizá de manera permanente. Los conceptos de agricultura, silvicultura y piscicultura sostenibles también reflejan la idea de permanencia. Una sociedad sostenible es aquella que depende del interés de sus actividades, no de su capital básico. En este capítulo se habla de las características de una sociedad sostenible y se presenta la regla de Hartwick. Además se analiza la importancia de los derechos de propiedad en la asignación eficiente de los recursos, pero no se encuentra la magia que muchas veces les atribuyen los autores. Los derechos de propiedad, sólo representan beneficios sociales cuando conllevan responsabilidades. Es necesario abordar el espinoso tema de la equidad intergeneracional, aunque hay que hacerlo con cautela, pues es la piedra angular de la historia, y pone de manifiesto la injusticia de gran parte del quehacer humano. No obstante, tiene una función en la evaluación del impacto ambiental. A pesar de ello, la equidad intergeneracional es tratada con más aspereza. Muchos autores sostienen que quienes forman parte de esta generación deben compensar a las generaciones futuras por los recursos que utilizan en la actualidad. Se han sugerido las inversiones en fondos, que se incrementan con tasas de interés compuesto; aunque mantener una base de recursos de manera arbitraria ha sido la alternativa predilecta. En este capítulo se rechazan tales propuestas, y se sostiene que el presente no le debe nada al futuro. En primer lugar, es imposible anticipar las necesidades de las próximas generaciones. En segundo lugar, éstas heredarán en forma automática los avances técnicos y científicos del presente. Los logros actuales se agregan a la herencia de las generaciones futuras. No necesitan nada más. Sin embargo, para el beneficio de las generaciones que viven en la actualidad es necesario administrar mejor este pequeño planeta. El capítulo concluye con un análisis del principio del que contamina paga, la internacionalización de los costos ambientales, el enfoque precautorio, la naturaleza de los recursos naturales y la contabilidad de los mismos.
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Autor: Diego Azqueta Oyarzun Obra: Introducción a la Economía Ambiental Tema: “Sociedad, Mercado y Medio Ambiente” Páginas: 389-394
CAPÍTULO 14 EPÍLOGO: SOCIEDAD, MERCADO Y MEDIO AMBIENTE Como hemos visto a lo largo de las páginas de este libro, la biosfera en general, y el conjunto de recursos naturales y ambientales que la componen, cumple una serie de funciones que tienen un indudable valor para la sociedad. Es responsabilidad del decisor público garantizar un acceso eficiente y equitativo al disfrute de las mismas. Eficiente, en el sentido de que el conjunto de las necesidades satisfechas con el uso de estos recursos genere el mayor bienestar social; equitativo, por la necesidad de respetar el principio de que todas las personas (presentes y futuras) tienen derecho, en pie de igualdad, al disfrute de estos servicios. Para ello, el Estado ha de descubrir el conjunto de funciones de la biosfera, y los bienes y servicios ligados a ellas, que satisfacen las necesidades sociales más valiosas, más urgentes; ha de priorizar en consecuencia unos usos frente a otros, dentro de la matriz de compatibilidades propia de cada recurso; y ha de arbitrar el conjunto de medidas que propicien esta utilización eficiente y equitativa. Nuestra sociedad se define a sí misma, desde el punto de vista económico, como una economía de mercado. El mercado, pues, tanto como sistema real de asignación, como en su papel de proveedor de una lógica de valoración, está adquiriendo una creciente importancia en este proceso de ordenación del acceso al disfrute de los servicios de la biosfera, no sólo en un ámbito meramente académico, sino, sobre todo, en las recomendaciones y aplicaciones prácticas que del mismo se han derivado. Sin embargo, con el logro de niveles superiores y crecientes de vida (que se traducen en una ampliación del conjunto de necesidades cubiertas por los miembros del grupo social e incluso en un ensanchamiento del subconjunto de necesidades consideradas básicas), este papel debería ir reduciéndose. En efecto, al ir la sociedad cubriendo de forma progresiva sus necesidades más esenciales, la biosfera va perdiendo importancia como oferente de una serie de recursos sobre los que se apoyan, directa o indirectamente, un conjunto de actividades productivas, para ir adquiriendo mayor relevancia en su concepción de patrimonio natural, cuyo valor se desliga progresivamente de esta función económica. En este contexto, la lógica de valoración del mercado pierde parte de su validez y, en consecuencia, ha de ser sustituida por un conjunto de normas sociales derivadas de un proceso colectivo de decisión, transparente y participativo, que obliga a una presencia decidida del sector público, en su papel de árbitro y garante de los derechos de las generaciones futuras y de todos aquellos grupos sociales imposibilitados de manifestarse. Quizá sea conveniente, para concluir, ahondar un poco más en esta idea.
14.1 LA BIOSFERA COMO RECURSO Y COMO PATRIMONIO El acceso a los recursos naturales y ambientales que, entre otras cosas, constituyen la biosfera, permite a la sociedad la satisfacción de un conjunto no desdeñable de necesidades, incluidas las más básicas. Ahora bien, teniendo en cuenta el carácter no producido de estos recursos originales, su gestión debe apoyarse en el reconocimiento
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de un derecho igual y universal al disfrute de sus servicios, y no en la lógica de la apropiación privada55. Éste es precisamente el reto al que se enfrenta el administrador público o decisor social: garantizar el acceso a los servicios de la biosfera a todo el mundo en igualdad de condiciones, consiguiendo al mismo tiempo priorizar aquellos usos de la misma que maximicen el bienestar social, que generen un mayor valor social. Cuando el nivel de desarrollo económico y social alcanzado es relativamente bajo, prima la utilización de los recursos de la biosfera con una orientación productivista: explotando directamente estos recursos para la satisfacción de necesidades materiales o para, cuando no son «consumidos» directamente, apoyar sobre ellos la puesta en marcha de una serie de actividades productivas que generan riqueza y empleo. En el primer caso se encontraría, por ejemplo, la transformación de determinados espacios naturales en terreno agrícola; en el segundo, el trasvase del agua para poner en regadío nuevas tierras o la transformación del litoral costero para su explotación turística. Es lógico, dada la urgencia de las necesidades que con ello se satisfacen. En ambas instancias, sin embargo, la satisfacción de una serie de necesidades por parte de la población que utiliza el recurso, transforma a éste, en ocasiones de forma irreversible. Sin embargo, cuando la sociedad va elevando su nivel de desarrollo y, paralelamente, el conjunto de necesidades de sus miembros que podría considerarse cubierto, la demanda social con respecto a los atributos de la biosfera empieza a cambiar. Comienza a primarse su conservación o reversión al estado natural, no intervenido, tanto por el valor que se otorga al disfrute de una serie de actividades en contacto con el medio natural, como por el papel que éste recupera en términos culturales, históricos e incluso de identidad colectiva. Junto a los simples valores de uso del recurso (ahora básicamente valores de uso indirectos y no consuntivos), se comienza a valorar su existencia. Esta evolución del carácter de la demanda con respecto a los servicios de la biosfera viene acompañada, al mismo tiempo, de otro cambio no menos importante: las personas van a dar mayor importancia al disfrute colectivo y compartido del patrimonio natural que al consumo individual de sus atributos. La persona, en definitiva, abandona su papel de consumidor de los recursos de la biosfera y se transforma en un ciudadano que establece con ella una relación basada en el aprecio, más allá de la utilidad que proporcionaba el consumo individual y excluyente de sus atributos. De esta forma, se produce un cambio fundamental en el contenido de las relaciones que la sociedad, la especie humana, establece con el resto de la biosfera y, de resultas de lo anterior, consigo misma. 14.2. EL PAPEL DEL MERCADO El mercado permite la comparación entre el bienestar derivado de los distintos usos alternativos de los recursos naturales y ambientales en términos del valor que cada sujeto afectado otorga a la necesidad que ha satisfecho con ello. Es una posibilidad, ciertamente, aunque tributaria de una perspectiva estrictamente individualista. 55
Esta afirmación, que probablemente no encuentre grandes objeciones en el terreno de los recursos ambiéntales (agua. aire, diversidad biológica, paisaje), parece ser más difícil de aceptar en el caso de los recursos naturales (minerales, pesca, bosques vírgenes). Sin embargo, el principio subyacente en ambos casos es el mismo, se trata de «regalos de la naturaleza», y lo cierto es que el análisis económico convencional ha tendido a tratar la apropiación privada de los servicios de estos recursos (de las «propiedades indestructibles del suelo», para utilizar la terminología ricardiana) como difícilmente justificable desde una perspectiva ética. La popularidad de la que han gozado las distintas variantes del impuesto único sobre las rentas de la tierra (Quesnay, J. S. Mill, Walras) no reposa únicamente en consideraciones de eficiencia.
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En efecto, la explotación de los recursos de la biosfera para la producción parece tener un valor fácilmente identificable: el valor monetario de los bienes y servicios obtenidos refleja la disposición a pagar de la sociedad por los mismos y, por tanto, el incremento en el bienestar individual que, para cada persona, su disposición proporciona. Por ejemplo, el valor del recurso agua en un regadío vendría dado por el valor económico (esto es, descontadas las subvenciones directas o indirectas) del incremento neto en la producción que gracias a su presencia se consigue. Alternativamente, el valor de dejar el agua donde está vendría dado por el bienestar que proporciona a sus demandantes el disfrute de sus servicios in situ: la contemplación del agua en su estado natural o el desarrollo de actividades de ocio en su entorno. El hecho de que el recurso posea dichas propiedades en su estado «natural» se traducirá en una revalorización de las propiedades desde las que se puede acceder a su disfrute y, o, a la puesta en marcha de estas actividades ligadas al turismo de la naturaleza. Si las cosas son tan sencillas, ¿por qué no dejar que sea un mercado el que asigne el recurso? Cada uno de los usuarios potenciales «pujaría» por garantizarse su acceso, ofreciendo una cantidad que reflejaría el valor de los servicios que con él genera: la disposición a pagar de la gente por los productos agrícolas, en el primer caso, el disfrute de la naturaleza, en el segundo. Como es natural, en el caso del regadío habría de restarse el coste total de poner el agua a disposición del agricultor: los recursos empleados en posibilitar su trasvase, el impacto ambiental del mismo y la pérdida de calidad de la parte del recurso devuelta al ciclo hídrico. Aun cuando las cosas fueran como acaban de dibujarse, no sería el mercado una buena opción desde un punto de vista operativo, y ello por varios motivos: En primer lugar, porque quedarían fuera del proceso de decisión una serie de colectivos afectados por lo que se hace, pero imposibilitados de expresarse. Por un lado, como es obvio, las generaciones futuras. Por otro, todos aquellos que, dentro de la generación presente, utilizan el recurso de forma no organizada o simplemente no lo utilizan directamente, valorando su mera existencia. Esta ausencia de organización, así como, en el último caso, la no exclusión y la no rivalidad en el consumo, dificulta a estos grupos hacer explícita su disposición a pagar por el recurso, por lo que su demanda no quedaría reflejada en este hipotético mercado. En segundo lugar, porque la rentabilidad del acceso a un determinado recurso natural o ambiental (el agua o el litoral costero, pongamos por caso), para el agente que ha de competir en un mercado y que refleja lo que estaría dispuesto a pagar por él, viene determinada por el papel de los servicios de este recurso (agua para riego o para abastecimiento urbano, emplazamiento para un complejo hotelero o un puerto deportivo) en la función de producción de bienes y servicios, o en la función de producción de utilidad de las economías domésticas. En el caso de la agricultura, por ejemplo, la rentabilidad del agua de riego para el agricultor viene dada por la mayor productividad de las tierras de regadío frente a las de secano. El incremento que cuenta, sin embargo, es el que se expresa no en términos físicos, sino en términos de valor, y éste está condicionado tanto por el precio de los insumos utilizados (entre ellos, el agua), como por el de los bienes finales. Podría, en este sentido, resultar muy rentable desde el punto de vista individual utilizar el agua para producir bienes que, por estar altamente subsidiados, representan un incremento muy tenue del bienestar colectivo, siendo la elevada rentabilidad financiera de la operación el efecto de la redistribución de renta que suponen los subsidios a la producción, y no el reflejo de una utilización óptima del recurso. En tercer lugar, porque el agente individual que proyecta en su disposición a pagar por el recurso el valor del bienestar social que su uso depara, no tiene en cuenta
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las externalidades que la utilización concreta del recurso representa para la sociedad. A modo de ejemplo: El papel del recurso agua en este caso, en una u otra alternativa, como elemento que propicia el asentamiento de la población en el sector rural (gracias al desarrollo de las actividades productivas que permite: agricultura, servicios turísticos y de ocio), y el consiguiente freno a eventuales procesos de desertización56. Ligado a lo anterior, el mantenimiento de una determinada forma de vida y del acervo cultural ligado a ella. Finalmente, el efecto multiplicador que ello tiene sobre las rentas y el empleo de la zona: el impacto directo, indirecto e inducido que las actividades productivas ligadas a la utilización del recurso (agricultura de regadío, explotación de servicios turísticos de disfrute de la naturaleza) tienen sobre la economía de la zona. Como es obvio, junto a estas externalidades positivas, también harán su correspondiente aparición un conjunto de externalidades negativas. Lo fundamental, en cualquier caso, es que el decisor individual no tomará en cuenta estos efectos positivos ni negativos, ya que no se traducen directamente en su cuenta de resultados, y no los reflejará en el precio que estará dispuesto a ofrecer por el acceso a los servicios del recurso natural por cuyo acceso puja en un mercado. De la discusión precedente se sigue que, en definitiva, la sociedad no debería dejar que fuera el mercado el que decidiera en favor de quién se reserva el uso de un determinado recurso natural o ambiental: el mercado refleja la rentabilidad privada (financiera) del acceso a sus servicios, que no tiene por qué coincidir con su rentabilidad económica y social. 14.3. LAS FUNCIONES DE LA BIOSFERA Y LA LÓGICA DEL MERCADO Estas razones han sido suficientemente reiteradas en las páginas anteriores, y no debería hacer falta insistir en ellas. Más interesante, desde la perspectiva de las responsabilidades del Estado, es analizar hasta qué punto el decisor social, aun cuando no se apoye en la mecánica de un mercado, podría incorporar la lógica de asignación del mismo, su lógica de valoración, para distribuir el derecho al disfrute de los servicios de la biosfera. El administrador público, en efecto, podría dilucidar el problema de elegir entre los distintos usos potenciales (y competitivos) de un recurso natural o ambiental, mediante un proceso de valoración que incluyera todos los efectos directos, indirectos e inducidos de cada una de las alternativas posibles, así como los derivados de las externalidades mencionadas, sobre el bienestar social. Se trataría, en última instancia, de construir sobre el papel unos mercados perfectos, de los que se puede eliminar, si se quiere, la influencia de la distribución de la renta, para ver cómo se distribuiría en estas condiciones el acceso a los servicios de un determinado recurso ambiental o natural. Ahora bien, conviene recordar que, aun depurada de cualquier tipo de imperfecciones, la lógica del sistema de mercado es apropiada para la valoración de mercancías. No parece haber gran cosa de objetable en que las mercancías, poseedoras de un valor de uso que la sociedad considera legítimo que una persona pueda intercambiar por una determinada cantidad de dinero, se produzcan y distribuyan de acuerdo a las normas 56
Como es natural, este fenómeno tiene su contraparte negativa, ya que mantiene la presión de la población sobre los recursos naturales, y puede evitar procesos de regeneración natural del medio.
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de una institución (el mercado) que establece este tipo de relaciones sociales en su dominio. Sin embargo, esta lógica comienza a dejar de ser aplicable si de lo que se trata es de valorar la biosfera como patrimonio natural, ya que cuando la sociedad así la considera, es porque está afirmando que se trata de un conjunto de bienes que no sólo tienen un valor superior, no exclusivamente instrumental y de uso, sino que se quieren disfrutar de forma colectiva y compartida. En definitiva, que no pueden ser tratados como mercancías. En este sentido, los mecanismos de valoración de necesidades sociales, a los que podría acudir el administrador público para escoger entre alternativas excluyentes de utilización de los recursos de la biosfera, cambian sustancial mente. 14.4. CONCLUSIÓN Éste es, pues, el dilema al que se enfrenta el decisor social: ha de administrar un recurso clave, con respecto al que la sociedad reconoce la igualdad de derechos a todos sus miembros, incluidos los todavía no nacidos. La búsqueda de la eficiencia, en el sentido más completo del término, debería priorizar el acceso al uso y disfrute de los recursos naturales y ambientales de acuerdo al valor social que se otorga a las necesidades que con ello se cubren. El problema radica en que el tipo de demanda que la sociedad prioriza con respecto a los servicios de la biosfera va cambiando, por lo que los beneficios derivados de la conservación del patrimonio natural comienzan a desplazar en importancia a los derivados de su explotación productiva. En este contexto, el peligro de acudir al mercado en busca de ayuda, sea como mecanismo de priorización de usos alternativos, sea como proveedor de una lógica aplicable a la resolución social del problema, es muy alto, ya que va a incentivar la explotación de la naturaleza como fuente de recursos naturales y ambientales, degradando, a veces de forma irreversible, el patrimonio natural que contiene y cuya demanda aumentará al tiempo que lo hace el nivel de desarrollo económico y social. Abríamos estas páginas con ayuda de una cita de Marcel Proust. Llegado el momento de cerrarlas, quizá resulte oportuno recabar de nuevo la ayuda de este gran novelista, a modo de reconocimiento y de recordatorio de nuestra deuda con el arte: «Y aquella voluptuosidad de estar enamorado, de no vivir más que de amor, que muchas veces dudaba que fuera verdad, aumentaba aún de valor por el precio que, como dilettante de sensaciones inmateriales, le costaba: lo mismo que se ve a personas dudosas de si el espectáculo del mar y el ruido de las olas son cosa deliciosa convencerse de que sí, y de que ellos tienen un gusto exquisito en cuanto tienen que pagar cien francos diarios por la habitación de la fonda donde podrán gozar del mar y sus delicias.»
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Bibliografía básica 1. Azqueta Oyarzun, Diego. 2002. Introducción a la Economía Ambiental. McGraw-Hill. España. 420 p. 2. Engels, Friedrich. 1984. El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Ed. Ediciones y distribuciones hispánicas. México, D. F. 20 p. 3. Gallo, Miguel Angel y Roberto Salgueiro. s/a. Introducción a las Ciencias Sociales 1. Ediciones Quinto Sol-Textos Universitarios. México. 175 p. 4. Gilpin, Alan. 2003. Economía Ambiental: un análisis crítico. Ed. Alfaomega. México. 334 p. 5. INEGI. 2001. xn Censo de Población y Vivienda. México. 6. Mankiw, N. Gregory. 1998. Principios de Economía. Ed. McGraw-Hill. España. 726 p. 7. Parkin, Michael. 1995. Microeconomía. Ed. Addison-Wesley Iberoamericana. México. 626 p. 8. Schetino Yánez, Macario. 2002a. Introducción a la Economía para no Economistas. Ed. Prentice HallPearson Educación. México. 311 p. 9. Schetino Yánez, Macario. 2002b. México: Problemas Sociales, Políticos y Económicos. Ed. Prentice HallPearson Educación. México. 373 p. 10. Stiglitz, Joseph E. 1994. Economía. Ed. Ariel. Barcelona, España. 1292 p. 11. Rossetti, José Paschoal. 1991. Introducción a la Economía. Ed. Oxford, 15" ed. Sao Paulo, Brasil. 722 p. 12. Vargas Sánchez, Gustavo. 2002. Introducción a la Teoría Económica: Aplicaciones a la Economía Mexicana. Ed. Prentice Hall-Pearson Educación. México. 632 p. Bibliografía complementaria 1. Delgado de Cantú, Gloria M. 1996. México: Estructuras Política, Económica y Social. Ed. Addison Wesley Longman. México. 452 p. 2. Field, Barry C. 1995. Economía Ambiental: una introducción. Ed. Mc Graw Hill. Colombia. 587 p. 3. Marx, Carlos y Federico Engels. Obras Escogidas. Tomo n. Ed. Progreso. Moscú, URSS. 537 p. 4. Parkin, Michael y Gerardo Esquivel. 200 l. Macroeconomía: versión para América Latina. Addison WesleyPearson Educación, 5" ed. México. 600 p. 5. Varas, Juan Ignacio. 1998. "Economía del medio ambiente en América Latina". Edit. Alfaomega, 2da ed. México.
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