PROMOCIÓN DE LA SALUD Por: Elkin Martínez López MD. MSC. MPH.
Si alguien se queja de congestión nasal, estornudadera, ligero dolor de cabeza y presenta además un poco de fiebre, se podría decir que esta persona está enferma de una infección respiratoria alta, probablemente de origen viral. En verdad está enferma, pero qué tan enferma? Acaso su corazón no está sano, y su cerebro, sus órganos digestivos, sus huesos, sus músculos, sus articulaciones? O que tan sano está? Es su propia percepción de estar enfermo un fiel reflejo del estado real de salud o de enfermedad? Los seres humanos no pueden clasificarse simplemente como enfermos o sanos. No se trata de un asunto dicotómico, de estar enfermo o de estar sano. En realidad el estado de salud es un proceso continuo que va desde el estado ínfimo de salud, en el caso de alguien que padece múltiples complicaciones orgánicas y funcionales con alto riesgo de morir, hasta el estado de salud óptimo, en el caso de alguien que por el contrario goza de una excelente integridad orgánica, acompañada de una considerable reserva funcional y un genuino bienestar mental. En el medio de estos dos niveles extremos de salud cabe una inmensa gama de estados intermedios. Promoción de la salud es toda acción orientada a promover a un individuo o a una comunidad, hacia un mejor estado de salud, en un sentido muy general y, y hacia el más alto nivel de salud posible en su acepción sanitaria más aceptada. Desde este punto de vista, quien realiza una terapia hace promoción, pues busca librar al paciente de un padecimiento específico. Quien hace rehabilitación también hace promoción de la salud, pues intenta habilitar de nuevo a un individuo que perdió temporal o parcialmente su capacidad funcional habitual, el único momento en el cual no sería posible la promoción de la salud es cuando una persona fallece, pero aún los intentos de resucitación cabrían dentro de está amplia concepción de la promoción de la salud. La promoción es más dinámica y ambiciosa que la prevención. Quien se ocupa de prevenir la enfermedad, considerará exitosa sugestión, en tanto logre que los individuos estén exentos de enfermedad. Pero... salud no es simplemente ausencia de enfermedad!. Quienes se encuentran exentos de evidencia clínica de enfermedad, todavía tendrían la posibilidad de progresar hacia estados de mayor fortaleza estructural, mayor capacidad funcional y mayores sensaciones subjetivas de bienestar. Este es en esencia el verdadero sentido la promoción de la salud propiamente dicha. Para la prevención el evitar la enfermedad es el objetivo final, y por lo tanto la ausencia de enfermedad sería un logro suficiente. Para la promoción de la salud, el objetivo continuo es propender por el óptimo nivel de salud, por lo tanto la ausencia de enfermedad no es suficiente, sino que ante cualquier nivel de salud que pueda ser registrado en un individuo, siempre habrá algo que hacer para promoverse hacia un nivel de salud mejor. Los modelos clásicos de capacitación y formación de los médicos y en general de los distintos profesionales del área de la salud, se han concentrado en enfoques asistenciales terapéuticos y restauradores, por razones quizá de prioridad histórica, ante la amenaza de tantas enfermedades que atentan contra la sobrevivencia de la especie humana.
A medida que se ha controlado mejor a un buen número enfermedades infecciosas, se ha reducido considerablemente la mortalidad infantil y con ello se ha mejorado sustancialmente la esperanza de vida. Ahora no se trata solamente de sobrevivir, el mejor conocimiento de la génesis multicausal de las enfermedades y la identificación de específicos factores de riesgo como permiten proponer perspectivas más ambiciosas de acción. Se trata de vivir dignamente, el mayor tiempo posible, con el menor sufrimiento posible y con el más alto disfrute que sea posible. Este es ahora el objetivo de los abordajes de intervención sanitaria: la calidad de vida. La pregunta obvia es... será esto posible? Y en caso de ser posible, que hay que hacer para lograrlo? DETERMINANTES DE LA SALUD Para actuar sobre el estado de salud es necesario conocer los factores que la determinan. Modernamente el modelo propuesto por el Dr. Mark Lalonde, sobre los cuatro grandes determinantes de la salud, es ampliamente aceptado. Se admite que hay factores BIOLÓGICOS, de naturaleza hereditaria o genética que afectan la salud pero que no pueden en ninguna medida alterarse, tales como el sexo, la edad, la raza, ciertos rasgos físicos y metabólicos, etc. Se reconocen factores del AMBIENTE social, económico, cultural y físico, los cuales si bien pueden alterarse, en general su modificación es difícil y depende de fenómenos colectivos o naturales de gran magnitud. Estar los factores relacionados con los SERVICIOS DE SALUD, calidad, accesibilidad, diversidad, tecnología como oportunidad, etc. Éstos en cierta forma serían también parte del entorno social y económico de los individuos. Por último, están los factores del ESTILO DE VIDA, los cuales son imputables al individuo, a su libre albedrío, a su forma particular de decidir sobre su vida cotidiana. La actividad física que realiza, los alimentos que ingiere, las formas de recrearse que adopta, sus pensamientos, su aceptación o negación al cigarrillo, las drogas, el alcohol etc. La participación de estos factores en la producción de las enfermedades es variable. En las enfermedades infecciosas y parasitarias hay un claro predominio de los factores ambientales. La pobreza está claramente ligada a ellas, por tal razón las enfermedades infecciosas configuran el perfil de mortalidad y morbilidad predominante en los países pobres y subdesarrollados. Las enfermedades crónicas no transmisibles, no dependen de la pobreza o del subdesarrollo. Están en estrecha relación con factores del estilo de vida, con factores del comportamiento individual, bien sea que se presenten entre ricos o entre pobres. Hoy en día, estas enfermedades son la primera causa de incapacidad, enfermedad y muerte en todo el mundo, incluidos allí nuestros países en vía de desarrollo.
ACCIONES EN PROMOCIÓN DE LA SALUD Se admite que en materia de promoción de la salud, pueden emprenderse acciones en dos grandes frentes: 1. El ambiente 2. El estilo de vida En cuanto al ambiente social, económico y físico, se habla de acciones orientadas hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de todos los individuos de una comunidad. Esto implica vivienda, seguridad alimentaria, empleo, educación, recreación, ecosistemas estables y ambientes sociales saludables. En este campo se conciben acciones de gran arraigo político y su implementación está supeditada a la concertación entre diversas fuerzas sociales, a la acción intersectorial y ante todo, al desarrollo económico y social de cada país. Se enmarcan aquí políticas como las de los “Municipios saludables" impulsada desde la misma Organización Mundial de la Salud. El papel del agente de salud en esta perspectiva, se considere más como "dinamizador social", una especie de catalizador de acciones de amplia base comunitaria en una concepción intersectorial. El mayor impacto de una intervención exitosa en este sentido, se observaría sobre las enfermedades infecciosas y parasitarias con marcada mejoría en la sobrevivencia de la población materno infantil. En cuanto al estilo de vida, hablamos de acciones reeducativas del comportamiento de los individuos, del convencimiento racional de que la salud esta determinada sustancialmente por los cuidados que cada uno le confiere a su propio organismo, por las atenciones que le prodiga, por la responsable manutención de sus reservas funcionales y de su integridad física por En esta perspectiva se admite que nadie puede hacer tanto por la salud, como lo que haría uno mismo en calidad de primero y definitivo beneficiario. Se proclama entonces la evitación de tóxicos como el cigarrillo y las drogas, se recalca sobre el consumo moderado de alcohol, se estimula el consumo de los alimentos “más saludables”, al tiempo que se desestimula el consumo los alimentos “menos saludables”, se promociona la actividad física en sus múltiples expresiones, con énfasis en su finalidad formativa y recreativa. Se motiva hacia la generación de pensamientos positivos, hacia la tolerancia, el respeto, la amistad y el afecto. Se inculca la autovaloración y la valoración de la vida de los demás, su preservación y su construcción cotidiana. Se incita a los individuos e ingresar en un proceso gradual de fortalecimiento físico y mental hacia la búsqueda del estado óptimo que las condiciones ambientales y genéticas permitan. Ambos abordajes son importantes y mutuamente complementarios. Acciones en ambos frentes deben simultáneamente emprenderse, aunque hay que admitir que para los agentes de salud, los dos campos de acción resultan de alguna manera exóticos e inexplorados. La formación convencional de los profesionales de la salud ha sido tan centrada en la alta capacitación tecnológica para el diagnóstico y la terapéutica que no permite fácilmente ubicar al médico o a cualquier profesional de la salud, en el contexto de un activista político y social, o aun en un contexto educativo y preventivo. El sistema organizado de prestación de servicios de salud se ha estructurado también centrado casi totalmente en los procesos restauradores y curativos, por lo cual se puede afirmar que la cultura de la prevención y la promoción, a pesar de su racionalidad y de su aceptación conceptual, no es una práctica real y cotidiana de la estructura sanitaria.
LA NUEVA ALTERNATIVA Las cosas bien así desde hace mucho y seguirán de la misma forma quizás indefinidamente, si no fuera por el brusco despertar al cual nos obliga, el reajuste sectorial del país como forzado a su vez por análisis de tipo económico de un nuevo ordenamiento mundial y apoyado coyunturalmente por análisis de tipo epidemiológico. Sencillamente los costos de la atención m se édica restaurativa y curativa en todo el mundo muestran un crecimiento insostenible que no se acompañan de un correspondiente mejoramiento del estado de salud de las personas y de las comunidades. Las economías personales, familiares o estatales no soportan la carga generada por las enfermedades modernas y ello determina que el imperativo sea la prevención. Como dirían algunos, ya no podemos darnos el lujo de desatender la prevención, es un lujo demasiado costoso en lo económico y en lo social. El prevención la mejor opción, la más oportuna y rentable es la prevención primaria, es decir todo aquello que se hace antes de que aparezca la enfermedad, para que ésta no se presente o si se presenta no cause muchos estragos. Pero todavía existe una estrategia que como dijimos va más allá de la prevención, es la promoción de la salud! y todo aquello que hacemos para que las personas permanezcan sanas, pero no solamente exentas de enfermedad sino en proceso de alcanzar o en plena posesión del más alto nivel posible de bienestar físico y mental. Las experiencias exitosas en otras partes del mundo son muy alentadoras; en algunos países se ha podido registrar marcada disminución en la incidencia de enfermedades crónicas, en el transcurso de los últimos años y gracias en buena medida a intervenciones orientadas a la difusión y adopción de estilos de vida saludables en la población. También es muy prometedor, el resultado de estudios analíticos y de intervención donde se evalúa el impacto conjunto o por separado de programas de promoción de la salud que abordan la nutrición saludable, la actividad física, la recreación y la actitud mental positiva. Lo que es claro es que el mundo ha cambiado, han cambiado con él las reglas del juego. La prevención y la promoción ya no son tan sólo palabras bonitas, son la mejor, o tal vez la única alternativa que nos queda, si es que queremos reducir contundentemente la enfermedad y aumentar la duración, la calidad y el disfrute de la vida.
__________________ ELKIN MARTÍNEZ LÓPEZ Profesor de Salud Pública Universidad de Antioquia