Problemas Morales A La Luz De La Doutrina Espirita Ivone Ghiggino

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Problemas morales a la luz de la doctrina espírita - Ivone Molinaro Ghiggino En el diccionario, este es el significado de la palabra “problema”: “Cuestión no resuelta que es objeto de discusión en cualquier dominio del conocimiento. Cualquier cuestión que de margen a hesitación o perplejidad, por ser difícil de explicar y resolver.” Ahora, “moral” se define como “conjunto de valores, como la honestidad, la bondad, la virtud, etc., considerados universalmente como guías de las relaciones sociales y de la conducta de los hombres.” Sin embargo, el Espiritismo le da a la moral un significado mucho más completo. En “El Libro de los Espíritus”, veamos la respuesta a la pregunta 629: ¿Qué definición se le puede dar a la moral? “La moral es la regla del buen proceder, o sea, de distinguir el bien del mal. Se funda en la observancia de la Ley de Dios. El hombre actúa bien cuando hace todo por el bien de todos, porque así cumple la Ley de Dios” (3ª. Parte: “De las Leyes Morales”, cap. I: “De la Ley Divina o Natural”, ítem “El Bien y el Mal”). Y en la pregunta siguiente: ¿Cómo se puede distinguir el Bien del Mal? “El Bien es todo lo que está de acuerdo con la Ley de Dios; el Mal, todo lo que le es contrario. Así, hacer el bien es actuar de acuerdo a la Ley de Dios. Hacer el mal es infringirla.” La Tierra, por ser un mundo de pruebas y expiaciones, está habitada por espíritus todavía imperfectos, que presentan desvíos de comportamiento con acciones contrarias a las Leyes Divinas. Son disturbios de la pasión, siempre generados por desequilibrio de las energías psíquicas… Varios estudios dentro de la Psiquiatría y de la Psicología explicaron que existen dos tipos básicos de desvíos comportamentales: con o sin un gran peso material, o sea, un motivo relacionado a algún valor esencialmente material. En el primer tipo mencionado, existen varios casos de desvíos morales: desvíos sociales, como robo o deshonestidad de todo tipo (buscando obtener dinero, objetos, etc.); violencia (siempre resultante de alguna carencia, incluso material); desvíos sexuales; desvíos del apetito: anorexia (relacionado a la forma física) o bulimia (relacionado directamente a la comida); dependencia viciosa (relacionada a drogas lícitas e ilícitas); narcisismo, etc. Ahora, entre los del segundo tipo (sin un peso directamente material), se pueden citar la ansiedad pura y la depresión (cuando generadas por el egoísmo y la consecuente falta de actividad en el Bien); habladurías (siempre generadas por un complejo de inferioridad); inercia; indiferencia, y muchos más. Esos desvíos de comportamiento se estructuran, sin duda, sobre el orgullo, el egoísmo y la vanidad… Son personas imprudentes que buscan “anestesias ficticias”, “puertas anchas” para su existencia terrestre… La Doctrina espírita nos alerta sobre las graves consecuencias de ese comportamiento, porque nos enseña que el sembrado es libre – nosotros escogemos lo que vamos a sembrar con nuestros pensamientos, sentimientos y acciones – pero la cosecha es obligatoria – tendrá que ser siempre de aquello que sembramos… Así, sembrando débitos, despreciando las enseñanzas del Cristo, seremos devueltos al camino del bien a través un aprendizaje no pacífico: el dolor (en esta misma encarnación, al desencarnar, en la erraticidad - periodo en el plano espiritual entre dos encarnaciones – y también en la futura encarnación)… además, se establece, todavía en el cuerpo físico, una sintonía negativa, afinada con espíritus todavía atrasados, lo que dificulta más la asistencia de los queridos bienhechores. Solución: ¡Aprender a amar! El espíritu Hammed, por psicografía de Francisco del Espíritu Santo, afirma repetidamente que “Cada acto de agresividad en este mundo tiene como origen alguien que no aprendió a amar”. El austriaco Kurt Baier, uno de los más importantes filósofos de su época (siglo XX) dedicados al estudio de la moral (seguido por el catarinense W. Frankena – importante filósofo y economista), en su libro “Ética”, página 270, recomendaba a la Humanidad: a) No ser egoísta; b) Actuar con base en un principio: la Ley de Dios; c) Reconocer ese principio como universal; d) Al actuar así, considerar el bien de todos en términos de igualdad. De esa manera, basado en los principios de benevolencia y de justicia, el hombre pensará y hará el Bien, evitará el Mal y tratará a los otros como iguales, porque la conducta moral se refiere tanto a lo que sucede dentro del agente cuanto a su influencia sobre los otros: en su campo de acción están sus legítimos intereses e igualmente los intereses del prójimo. ¡Eso es Evangelio! ¡Eso es Espiritismo! Los amigos espirituales nos repiten incansablemente que el que distribuye flores, antes, perfuma sus propias manos… Recordando a Joanna de Ângelis (“Vida: desafíos y soluciones”, cap. 8, psicografía de Divaldo P. Franco), vamos a vigilar nuestros pensamientos para que sean buenos, para que generemos sentimientos buenos, lo que nos llevará a “acciones libertadoras”, eliminando deudas pretéritas y construyendo un futuro de luz. ¡Vamos a amar de verdad!

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