El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.
I Presentación Es claro para todos, la inminente presencia que la iglesia católica posee en los ámbitos público y privado actualmente, sobre todo en este país, considerado uno de los más católicos del mundo. Este fenómeno obedece a múltiples determinantes históricos de larga y corta duración, cuya pertinencia ha sido asumida a un nivel aun muy bajo por la academia de ciencias sociales, y todavía muy alto por los investigadores pertenecientes a la institución eclesiástica. No queremos calificar aquellos estudios como inválidos por el mero hecho de ser autoría del mismo clero católico, sin embargo consideramos que es necesaria la participación investigativa de individuos cuyas hipótesis no tengan que obedecer a los parámetros impuestos (ya sea explícita o implícitamente) por la autoridad de la institución a tratar. Pero entonces, ¿a qué se debe esta reticencia de gran parte de la academia colombiana a asumir esta temática como eje problemático de reflexión? La primera respuesta que se nos viene a la mente es que carece de relevancia: es al parecer más comprometido con la crítica situación colombiana preguntarnos por los problemas económicos (PIB, ISI, producción, circulación, exportación, crecimiento, etc.) o políticos (la nación, los grupos armados, el neoliberalismo, la democracia, la burocracia gubernamental, etc.) pues ejercen una influencia aparentemente mayor en la vida de los que se consideran a sí mismos como colombianos. Esta respuesta es interesante, (aunque controvertible) sin embargo, no nos es suficiente. Otra posible respuesta -y para nosotros la más acertada- sería entonces que el tema posee una gran nebulosidad, que su objeto es impreciso y que por lo tanto, es mucho más complejo que los anteriores. Sea cual sea la respuesta a nuestro interrogante, ninguna es del todo convincente: la primera por injustificada ortodoxia convencionalista, y la segunda por facilismo. Por lo mismo, creo que este proyecto se convierte en un primer paso hacia el esclarecimiento del campo temático aludido y a su abordaje metodológico. A modo de introducción haré algunas precisiones en este sentido. Existen diversas aproximaciones metodológicas al fenómeno religioso que están en gran medida determinadas por los objetivos propuestos y las perspectivas desde las cuales cada área del conocimiento conoce dicho objeto. Sin embargo, podríamos agruparlas en tres grandes categorías, dos de las cuales no las considero como meritorias de profundización, pues su objetivo es el análisis de las formas de sensibilidad religiosas en sí mismas en la primera (que llamaremos vivencial), y la manifestación e interpretación objetiva de fuerzas ultraterrenales (hierofanías) en la segunda, denominada teológica. Por el contrario este proyecto se sitúa en la tercera (sociológica), que al reflexionar sobre la expresión social de dichos fenómenos denominados religiosos cobra una mayor relevancia científica. Durante los siglos XVIII y XIX la curiosidad intelectual alrededor del problema religioso se incrementó notoriamente en el mundo académico europeo, resultando una serie de estudios de la más variada índole. Sin embargo, algunos se caracterizaron por su afán descriptivo respecto a la sensibilidad religiosa que subyacía a la organización eclesiástica particular, y que por lo tanto, podría dar una explicación genética a la posterior exteriorización socialmente ordenada de símbolos, mitos y prácticas presente en todas las culturas “humanas”. Este trabajo aparentemente teológico, provino de estudiosos y filósofos preocupados por las experiencias extáticas propias que el sujeto particular vivía “objetivamente” dentro de una religión, lo que daría un punto de partida para expresar desde la lógica causal el resto de los fenómenos religiosos. No podríamos dar dicha búsqueda por concluida pues los resultados hallados oscilan siempre entre una determinación cultural particular y la interpretación sesgada del investigador lo que dificulta establecer con claridad la naturaleza de dicha experiencia. Un investigador de renombre como Francisco García Bazán ha llegado a la conclusión (por cierto transitoria)
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de que dicha experiencia es vivida como una inaprensible amalgama de miedo y fascinación frente a una energía numinosa presente en el mundo. Como lo he dicho antes, estos estudios no pueden aportar al estudio científico más que especulaciones que oscilan entre una búsqueda filosófica y un tratado esotérico. Sin embargo, mucho antes que los “vivencialistas” empezaran a hacer sus consideraciones respecto al fenómeno religioso, los estudios teológicos ya habían aparecido en escena. Éstos últimos se diferenciaron de los demás por la peculiaridad de su objetivo: establecer un juicio adecuado sobre la naturaleza de lo sagrado desde la creencia en su objetividad. Por lo mismo, sus pretensiones trascienden los parámetros epistemológicos de la razón ilustrada y se instalan en un nivel de aprehensión logopático que sintetiza las ideas deducidas por la razón (logos) y las inducidas por la sensibilidad (pathos). Una primera acepción de teología, en su sentido amplio, es la creación de discursos racionalizados que refieren sus significados a un nivel de existencia transhumano: mitos, cosmogonías, hierofanías, etc. Estos discursos están motivados, bien por inspiración, bien por revelación; su lenguaje narrativo está caracterizado por la utilización de premisas enigmáticas, metáforas y alegorías. Ahora bien, una segunda acepción de teología (y la más generalizada) es la proveniente de la tradición cultural cristiana, quien la circunscribe a la interpretación de esos primeros discursos desde una perspectiva que -gracias a la heredad helénica- se vale tanto de la razón como de la fe; este ambivalencia será su principal derrotero desde los inicios de la edad moderna debido al auge empirista del que nuestra actualidad es efecto. Para ejemplificar podríamos citar el suceso narrado por Pablo de Tarso en los Hechos de los Apóstoles, donde al montar en su caballo una luz enceguecedora lo derriba y lo sumerge en un éxtasis religioso en el que Dios le revela la santidad de Cristo, haciéndole renunciar a la sinagoga. Este relato se encuentra dentro de la primera categoría teológica. La interpretación que se hace de este a lo largo de la baja Edad Media de la cual se concluye que la más pura manifestación divina en el mundo humano es la luz, se encuentra dentro de la segunda categoría teológica. Posteriormente, a finales del Siglo XIX y a lo largo del XX, se intenta aplicar al análisis de la religión la metodología científica del movimiento filosófico positivista en auge 1, de donde surge en primera medida una explosión de estudios historiográficos de corte historicista por una parte (por ejemplo, la historia de los papas de Leopold Von Ranke), y análisis conductistas por parte de los pioneros de la psicología, expertos en especulación. Con ulterioridad vendrán las valiosas contribuciones que la sociología y la antropología de la religión, basados en la prenoción empirista aportan para estudios como los que aquí se proponen. La configuración del objeto al que nos acercamos depende en nuestro caso, de las manifestaciones fenoménicas y fenomenológicas de la acción social típicamente religiosa en un tiempo/espacio particular. Es decir, tal como aparece en su forma y en su esencia la acción cuyo sentido se refiere principalmente al Otro2, en una época y una región específicas, corresponde al científico interpretar en su desarrollo y efectos.
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Aunque las posturas teóricas positivistas han sido constantemente refutadas por muchas escuelas en el ámbito de las ciencias sociales contemporáneas, es innegable la presencia apabullante de sus premisas epistemológicas en el método aceptado y utilizado en varias disciplinas. Si bien el énfasis pragmático resulta en algunos casos innecesario, y en otros reiterativo hasta la saciedad, es necesario considerar también que los avances teórico-conceptuales más valiosos en el tratamiento de la religión se derivan causalmente de las prenociones empiristas. 2 Como categoría psicoanalítica. Ver Jacques Lacan, “Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, ed. Paidós, 1986, seminario Libro 11.
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II Problema Este proyecto de investigación asume como problema histórico a desarrollar el Concilio de Trento como una manifestación de la organización eclesiástica católica donde se definen los parámetros doctrinales y teológicos que darán forma a la religión contrarreformista exitosamente implantada en América. Como es sabido la Iglesia Católica ha utilizado este mecanismo conciliar desde sus inicios para establecer de forma oficial y consensuada las orientaciones que se deben tomar en materias administrativas, litúrgicas, teológicas, y en general, los principales aspectos relacionados con la organización interna de la iglesia. Sin embargo las condiciones en las cuales surge el concilio tridentino le otorgan a este unas características históricas que lo destacan y diferencian de los concilios precedentes 3. A continuación procederé a hacer un breve esbozo de este contexto para aclarar el nivel problemático del suceso. Recordemos que veinte años antes de haberse convocado dicho concilio, la iglesia ha sufrido el cisma eclesiástico más significativo de su historia: la reforma luterana. La acogida inesperada de las controversiales tesis de Martín Lutero4, le significó al catolicismo una enorme disminución del rango de influencia en la Europa occidental, rompiendo de esta forma con la hegemonía mantenida durante más de quinientos años. La pérdida del control ejercido sobre instituciones de culto, de enseñanza, de producción, de administración y de prédica en varios principados septentrionales dio inicio a un proceso de desmembramiento territorial que se extendería paulatinamente a otras regiones. Esto derivó a su vez en toda una suerte de conflictos políticos y bélicos que no pretendo abordar aquí; lo que me interesa resaltar es cómo a través de estos hechos, la Iglesia Católica se ve obligada a convocar un concilio donde se estipulen claramente las directrices organizacionales, defensivas ante la propagación de la “herejía protestante”, y ofensivas en búsqueda de una reconquista de los territorios perdidos y expansión de sus fronteras5. Para tales fines son necesarias, tanto la estratégica alianza política con influyentes personajes de la época (por ejemplo Carlos V), como la definición de los paradigmas fundamentales que deben orientar de este momento en adelante la religión y la religiosidad católicas6; es ésta la motivación principal para dar inicio a las cesiones conciliares en la ciudad de Trento (en los Alpes nor-italianos) entre 1545 y 1563. Son los resultados obtenidos de estos largos 3
Existen dos tipos de concilios: Diocesales y Ecuménicos. Los primeros, como su nombre lo muestra, son agenciados por la autoridad episcopal y a diferencia de los segundos no tienen un carácter decisorio sobre materias doctrinales o teológicas y la participación eclesiástica es reducida. El concilio de Trento pertenece a la segunda categoría, convocado por la autoridad papal en la búsqueda de determinaciones perentorias convenidas consensualmente, reuniendo a las figuras más representativas de toda la jerarquía eclesiástica; de esta última característica deviene su nombre. 4 Cabe anotar que la publicación de las 95 tesis ocurre en el año 1517; su rápida difusión hace que tres años después el papado redacte la bula de amonestación, y que en los 50 años siguientes Europa occidental viva una coyuntura de transformaciones paradigmáticas en todo sentido. 5 La sangrienta guerra entre católicos y protestantes solo llegaría a una relativa tregua en la paz de Westfalia, 1648. 6 Cabe en este punto aclarar que planteamos lo anterior como un deber ser, lo que no sugiere que los dictámenes ahí postulados se hallan cumplido a la perfección: evidentemente existen condiciones sociales previas que resignifican en su contexto particular la normatividad organizacionalmente establecida, lo que de entrada refuta que el anhelo de una religiosidad homogénea pretendido por el documento mismo, haya tenido lugar históricamente hablando. Sin embargo, es también claro que existe en la Iglesia Católica una aplicación relativamente efectiva de esta norma, estableciendo de este modo un nivel de dominación religiosa suficiente para ser considerado (el concilio) un documento histórico relevante en sí mismo; ahora bien, la determinación científica del nivel concreto de influencia en la religiosidad solo es posible a través de una serie de estudios de caso no solamente enfocados teórico-metodológicamente en el mismo sentido, sino también exhaustivamente minuciosos. Este análisis “empírico” no se ha hecho aun, probablemente porque el primer paso, el análisis del Concilio en sí mismo, no ha sido dado.
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debates eclesiásticos los que pretendo abordar, haciendo énfasis en la argumentación utilizada para la legitimación de determinadas instituciones7 religiosas, y dejando de lado lo concerniente a materias administrativas y organizacionales. Hago esta deliberada exclusión temática considerando que no es mi propósito hacer una historia política de la entidad burocrática eclesiástica, como lo ha hecho la mayoría de estudiosos (sobre todo los pertenecientes a la iglesia) que a historiar la religión se dedican; mi interés radica en la oficialización y legitimación de dogmas y prácticas religiosas a través de una argumentación esencialmente teológica que se mantendrá prácticamente intacta hasta el Concilio Vaticano I (1869), y más precisamente hasta el Vaticano II (1962-65). Como ejemplificación de los objetos temáticos acotados se pueden incluir grosso modo: las sagradas escrituras, el credo, los sacramentos, el pecado, la eucaristía, la veneración, la censura, entre otros. Ahora bien, dado que las 25 cesiones del concilio en cuestión se realizaron de forma interrumpida durante aproximadamente 20 años8 en cuyo transcurso tres personas diferentes ocuparon el cargo pontifical, es conveniente como primer paso del análisis establecer los niveles de coherencia interna en el texto: rastrear minuciosamente las contradicciones manifiestas o latentes (si es que estas existen) en las proposiciones mismas. Una vez aclarado este primer aspecto se sabrá si es posible asumir el problema como un conjunto discursivo “homogéneo” o como uno que presenta variables internas; si este es el caso, se puntualizarán las características diferenciadoras. También es necesario tener en cuenta que la connivencia existente entre el Imperio Hispánico y la Iglesia Católica, no solo en el período en el que se lleva a cabo el concilio sino también mucho antes y después, conlleva hipotéticamente tanto a una aplicación efectiva de las políticas tridentinas en los dominios imperiales (peninsulares y coloniales), como la intervención de factores exógenos típicamente políticos en la concreción del suceso. Mientras la primera reitera aun más la pertinencia de mi trabajo, la segunda introduce una nueva faceta problemática del concilio que no estoy dispuesto a asumir, pues para hacerlo sería necesario un rastreo minucioso de la participación de cada uno de los monarcas, pesquisa que no es posible mientras el Archivo Secreto Vaticano mantenga casi toda su documentación inaccesible. Además, en la especificidad de mi objeto resulta irrelevante la incidencia de los intereses políticos, pues como he dicho anteriormente, me enfocaré principalmente en los temas propiamente doctrinales y teológicos. Por último, deseo poner de manifiesto algunas hipótesis consideradas apriorísticamente válidas, de las cuales parto para justificar y abordar mi problema investigativo9: -La vigencia oficial del concilio (400 años aproximadamente) nos permite hacer ciertas conjeturas: a) La iglesia implantada en América durante este mismo período se orienta por sus cánones. b) El trabajo de síntesis religiosa logrado en el concilio fue relativamente exitoso, dado que dichas determinaciones no se discuten nuevamente hasta el Siglo XIX. -El Concilio de Trento fue un mecanismo eclesiástico que le permitió a la iglesia reafianzar oficialmente los atributos esenciales del cristianismo medieval occidental. Por lo tanto, está implícitamente contenida en éste una posición reticente frente a las transformaciones socio-políticas acaecidas en el mundo atlántico a lo largo de su periodo de vigencia. -El Concilio de Trento es una manifestación del vehemente deseo por parte del catolicismo, de recuperar la hegemonía perdida sobre el ámbito público “mundial”. 7
Utilizo el concepto institución en el sentido propuesto por Peter Berger: Véase numeral VI. Este es el concilio más largo de la historia de la iglesia. 9 Queda claro que demostrar su validez no entra dentro de los límites de mi investigación; solo las utilizo como un conocimiento previo obtenido a lo largo de la carrera, que corrobora la necesidad del análisis. 8
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III Objetivos Generales El propósito general de esta investigación radica en la posibilidad de rescatar la importancia del Concilio de Trento como un acontecimiento que definirá las directrices fundamentales de la religión Católica Apostólica y Romana durante un largo periodo en el cual el mundo conocido como “Occidente” sufrirá transformaciones que ahondarán la brecha existente entre la modernidad y la contra-modernidad por ella representada. De lo anterior deviene un segundo objetivo general: Hacer evidente cómo la religiosidad católica ideal aquí sintetizada surge como la oposición al nacimiento de otras formas de religiosidad y sociabilidad acordes con los procesos de desarrollo de la modernidad, inauguradas (al menos en el ámbito público) por la teología luterana. En conclusión, podría decir que el objetivo principal de esta investigación es el acercamiento al significado de un tipo particular de conducta cotidiana religiosa presente en nuestra sociedad desde la expansión misional católica, a través de su legitimación de orden legalracional manifestada en el documento rector de la organización. IV Objetivos Específicos -Rastrear las condiciones históricas que motivan la convocatoria ecuménica del concilio (1520-1540). -Rastrear el desenvolvimiento cronológico del concilio (1540-1563) -Analizar la estructura formal del texto. -Establecer los niveles de coherencia interna en el texto. -Exponer el tipo ideal de religiosidad católica manifestado en el texto. -Analizar la retórica10 discursiva utilizada en la argumentación. -Comparar los preceptos dictaminados con la contraposición protestante (en las mismas materias) de vertiente luterana.
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Sobra en este punto aclarar que no utilizamos el término “retórica” en su acepción vulgar y más difundida que pretende vindicarla como un juego demagógico carente de sentido y adecuación en sus enunciados. Por el contrario, entiendo por “retórica” un discurso estructurado de tal forma que logra crear en el interpretante un efecto explicativo de la temática tratada; por consiguiente, en la retórica está implicada de forma inexorable la intencionalidad del hablante. Que los juicios sean verdaderos o falsos, es irrelevante para una investigación como esta, pues dicho carácter de verdad depende de las condiciones pragmáticas en las que dicho juicio es emitido e interpretado.
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V Impacto Académico Existen en la doctrina católica una serie de enunciados coherentes entre sí que configuran desde una cosmovisión religiosa el deber ser de un mundo humano, corpus discursivo que como es comúnmente aceptado, se convierte en el orientador fundamental en la constitución de aquello que denominamos sociedad colombiana. Estos conceptos axiológicos se evidencian históricamente a través de a) manifestaciones normativas estipuladas por la organización eclesiástica como tal, y b)representaciones sociales cotidianas comunes de origen religioso. Dentro de la primera están contenidas implícitamente las prenociones de origen teológico oficialmente aceptadas por la Iglesia; de forma explícita, especificaciones en materia doctrinal y litúrgica, y los dictámenes político-administrativos propiamente dichos. Dentro de la segunda, encontramos imaginarios concretos referentes a todos los dominios de la vida social: moral, poder, deseo, emotividad, economía, tiempo, etc. Son estos “universos de significado” los que en última instancia le otorgan sentido a la conducta cotidiana del sujeto social. Aunque evidentemente existe una relación necesaria entre uno y otro campo de acción, la determinación absoluta no es posible en a) por la variabilidad normativa y distinción en la relevancia de objetos teológicos dentro de las distintas corrientes de la organización misma y en b) por los distintos factores que inciden en la sociedad particular para la configuración de una ética religiosa. El establecimiento de los niveles de incidencia pragmática entre uno y otro campo (desde una perspectiva crítica), es todavía una tarea muy poco asumida en los espacios académicos. Dicho análisis requiere tanto de una profunda conceptualización que permita el análisis crítico de la normatividad eclesiástica, como de un trabajo empírico exhaustivo que defina sus niveles de influencia. Así las cosas, creo que este trabajo se vindica como una primera aproximación pertinente al esclarecimiento del primer campo temático, es decir, la legitimación (e imposición) de los distintos objetos y prácticas religiosas a través de una argumentación retórica con pretensiones de “verdad” por una parte, y de una normatización coactiva ejercida por una organización burocráticamente estructurada, por otra. De esta forma, la investigación aquí propuesta es un primer paso hacia la construcción de un nuevo tipo de historia social que no solo tiene la capacidad de decir más sobre nuestra actualidad colombiana, sino que sugiere el replanteamiento de las prenociones y los prejuicios dentro de las cuales nos movemos en nuestro diario discurrir, que nos impiden desde hace siglos la participación comprometida dentro de un proyecto de sociedad moderna. Ahora bien creo que el nivel de impacto académico solo puede determinarse como parte de la empresa intelectual de objetivos más ambiciosos expuesta arriba; es decir, solamente dentro de un conjunto de estudios históricos sobre la religión y la religiosidad católica que participen del mismo enfoque teórico-metodológico (y que por lo tanto sean complementarios) es posible percatarse de la verdadera importancia de los resultados investigativos propuestos. De otra forma, no dejará de ser una monografía que si bien posee un cierto nivel de refinamiento en el objeto temático y su tratamiento, no conllevará ningún tipo de repercusiones ni en la historiografía contemporánea, ni en la sociedad de cuyos conflictos se inspira el trabajo mismo. No obstante lo anterior, espero de igual forma que la realización de este trabajo sea interpretada como una invitación a la reflexión científica de estas temáticas tan desafortunadamente olvidadas y tan erróneamente menospreciadas.
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VI Campo Conceptual A continuación, procederé a esbozar el contenido de los conceptos de los cuales me valgo para asumir el problema de investigación. Sobra decir que solamente dentro de los límites teóricos por ellos planteados es posible entender tanto la importancia como las hipótesis inherentes al trabajo. Ahora bien, la definición conceptual aquí propuesta no se remite directa y literalmente al texto de algún autor, pues además de ser el resultado de una interpretación personal, en busca de una síntesis que provea una complementariedad es necesario exponerlo con mis propias palabras; no significa esto que obviaré lo planteado por el autor que lo propone, más bien quiere decir que me tomaré la libertad de definir desde mi criterio los límites desde los cuales entiendo el concepto. Por último, advierto que en este breve esbozo solo es posible caracterizar los conceptos tratados de forma somera: su contenido profundo solo se hará visible en el resultado concreto de la investigación. Sin más prolegómenos, entremos en materia. Institución/Organización: Dentro del modelo de lo que se ha denominado “Sociología del conocimiento”, Peter Berger y Thomas Luckmann11 hacen una redefinición del concepto de institución que se aleja de su acepción comúnmente aceptada. Podemos resumir la propuesta de la siguiente forma: el sujeto social, desde sus primeras etapas de socialización es impelido a incorporar para sí toda una suerte de órdenes que configuran la objetividad del mundo humano en el que vive. Este proceso de objetivación, una vez interiorizado, posibilita la reificación de los distintos dominios de cosas a los cuales el sujeto insta cotidianamente: el trabajo, el parentesco, la sexualidad, la religiosidad, etc. Estos tres procesos constituyen la institucionalización, que podemos empezar a definir como una acción social habitualizada cuyo sentido subyace a la acción misma como efecto de su rutinización. Ahora bien, la institucionalización de un acto se subdivide en las tres fases hipotéticas planteadas: Objetivación (dota a las cosas de una objetividad socialmente establecida) Interiorización (el sujeto incorpora los órdenes de la objetivación como propios) y Reificación o externalización (se proyecta el significado como inherente a las cosas mismas. Por lo tanto, el sentido comúnmente atribuido al término “institución” realmente corresponde al concepto de “organización”; por organización entiendo una entidad legalmente establecida que estructurada las más de las veces de forma burocrática, subdivide funciones, establece deberes y derechos (bien sea explícita o implícitamente) en su interior, y administra recursos materiales y humanos de acuerdo a un fin preestablecido. Recordemos que dentro de toda organización existe una compleja jerarquización que le permite incrementar el rango de influencia de su ejercicio de poder, pero que a su vez lo fragmenta; por consiguiente, se ve obligada a estipular una normatividad ideal que cohesione los fragmentos de poder de acuerdo al fin primariamente determinado. Religión/Religiosidad: Dos conceptos cuya complejidad ha estado en debate (al menos académico) desde el Siglo XIX, y cuya diferenciación no ha sido unánimemente aceptada por todas las corrientes teóricas en todos los tiempos, y es fruto de un desarrollo histórico, donde los límites entre una y otra categoría no son siempre los mismos. Sin embargo podríamos establecer una delimitación de acuerdo a los dos conceptos anteriormente trabajados, donde la religión representa un sistema organizado de culto y creencia en fuerzas sobrenaturales, y la religiosidad se refiere a la práctica vivencial e institucionalizada de los distintos aspectos contenidos en dicho sistema: el mito, el rito y la doctrina. Aunque el tema es prolijo, nos abstendremos de abordarlo en su profundidad 11
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y por el momento, solo partiremos de la hipotética correspondencia religión/organización y religiosidad/institución. Ahora, apelaré al repertorio conceptual weberiano sobre la sociología de la religión12, concretando un poco las generalidades expuestas arriba en el caso católico. Soteriología: Weber utiliza este término de origen religioso para referirse al énfasis existente en la doctrina cristiana hacia la salvación del alma humana13. Podríamos decir que casi todos los elementos que componen la doctrina se enfocan en definir la posibilidad o imposibilidad del hombre para proveerse la salvación. Pero, ¿salvación de qué? Podríamos hipotéticamente argumentar que el cristiano quiere salvar su alma Sin embargo, dentro de éste está contenido implícitamente un nivel problemático que el mismo autor nos expone: el camino hacia la salvación solo puede ser garantizado al creyente de acuerdo al nivel de obediencia que éste manifieste hacia la organización, (Weber la llama instituto) dado que ésta ha sido legitimada como mediadora entre el mundo humano y el mundo ultraterreno o divino. De esta forma la acción en sí misma queda vaciada de su contenido ético pragmáticamente establecido, y configura una religiosidad de la sumisión ante la autoridad legal y burocratizada dispensadora de los bienes de salvación. Ultramundano/Intramundano: En su obra, Weber se vale de esta diferenciación conceptual para caracterizar los atributos éticos propios del catolicismo en el primer caso, y del protestantismo en el segundo. Aunque en ambos casos está presente la creencia en un plano de existencia metaterrenal como proyección de la axiología instituida, solo en el caso protestante la religión enfatiza las relaciones humanas cotidianas en sí mismas como las causantes de la gracia ante Dios (justificación por las obras), cuando por el contrario en el caso católico se reafirma la convicción de que las acciones humanas solo en relación con la iglesia como proveedora de la verdadera fe pueden cobrar un sentido metafísico (justificación por la fe).14 Dadas estas condiciones, Weber considera al protestantismo como creador de una religiosidad intramundana (dentro del mundo), en oposición al catolicismo, cuya vehemencia soteriológica lo vindica como ultramundano (más allá del mundo). Ambas tienen profundas implicaciones derivadas del nivel de valoración otorgado a las relaciones sociales concretas y a la existencia en general. Racionalidad (para el caso de la religión): comúnmente malinterpretado como un eurocentrismo, este concepto pretende designar el grado de complejización en la interacción de los elementos presentes en una religión, manifestada en una sistematización de tipo teológico. Para el caso católico, Weber anota que es la única religión que desarrolla en su interior una casuística normativa tan detallada y compleja, y por consiguiente, racional. Otros conceptos e hipótesis weberianas se verán aclaradas y utilizadas de acuerdo a su pertinencia en el resultado investigativo. VII Proceso Metodológico 12
WEBER, Max, Ensayos sobre sociología de la religión, III Vol, Editorial Taurus, Madrid, 1983. Recordemos que las categorías propuestas se utilizan como tipos ideales de los cuales el caso particular se puede acercar o distanciar de acuerdo a sus características; además sus límites son siempre “fluidos”. 13 Está implícitamente enunciada aquí la bipartición de la categoría filosófica “hombre” en un plano material expresado por el cuerpo, y otro espiritual expresado por el alma; esta convicción, como es comúnmente aceptado, tiene su origen (para el caso católico) en la teología agustiniana que a su vez es la síntesis y la aplicación de la creencia propiamente helénica. 14 Este es uno de los debates más candentes entre la doctrinaria católica y la vertiente luterana del protestantismo para la época de la coyuntura tridentina. Evidentemente será considerado.
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Como punto de partida para la delimitación metodológica del proyecto, es claro que este proyecto se inscribe dentro del rango acotado por el análisis discursivo; sin embargo las variables (no todas por mí conocidas) que este puede presentar de acuerdo al objetivo propuesto, requieren un ejercicio de precisión que si bien puedo exponer aquí de forma muy general, no estoy aun en capacidad de acotar con total claridad. No utilizaré la metodología del denominado “análisis de contenido” pues además de enfocar su interés en índices de frecuencia y otros cálculos de tipo cuantitativo, deja de lado el contenido profundo presente en el discurso que estudia y por consiguiente, no lo considero meritorio de aplicación. Tampoco haré en este trabajo una disquisición teológica sobre la validez o invalidez de dicho contenido, pues mi objetivo se instala en la aproximación crítica y comparativa al texto. Pretendo en primera medida ubicar un contexto estructural donde se ubica temporal y espacialmente el suceso, para posteriormente adentrarme en la crítica interna del documento, enfatizando las características otorgadas a los dogmas principales dentro de la doctrina católica y comparando estas con la contraposición luterana. El análisis del texto comprometerá todo el bagaje intelectual que poseo, por lo que es prudente contemplar dentro de este proceso metodológico una constante documentación que permita al desarrollo del problema llegar a los niveles de profundidad esperados. VIII Cronograma Segundo Semestre de 2006: Perfeccionamiento del proyecto. Primer semestre de 2007: Estado de la cuestión, revisión bibliográfica. Segundo semestre de 2007: Revisión de fuentes y redacción IX Presupuesto Dado que casi todo el material bibliográfico se encuentra reservado en la biblioteca Luís Ángel Arango, es necesario estimar dentro del presupuesto su visita. Transporte: 150.000 pesos Hospedaje: 30.000 pesos Alimentación: 30.000 pesos Fotocopias: 100.000 pesos Total: 310.000 pesos
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X Bibliografía básica sugerida IGLESIA Católica, Sacrosanto ecuménico y general Concilio de Trento, Milán, [S.N.] 1870? (versión en latín y castellano) -----------------------, Catecismo del santo Concilio de Trento para párrocos, ordenado por disposición de san Pio V, París, 1884, Librería de Bouret. ACADEMIA de Estudios Históricos Sociales de Valladolid, Colección de documentos inéditos para la historia de España y de sus Indias, Volumen I: El Concilio de Trento15, Madrid, Editorial Voluntad, 1928. JEDIN, Hubert, Historia del Concilio de Trento, Pamplona, Editorial EUNSA, 1981. LAMBORGHINI, Leonidas, Trento, Buenos Aires, Editorial Adriana Hidalgo, 2003. JANELLE, Pierre, The Catholic Refermation, Milwaukee, The Bruce Publishing, 1949. CAMBRIDGE University Press, The Counter Reformation And Price Revolution, en The New Cambridge Modern History, volumen III, R.B. Wernham ed. Londres, 1971. LUTZ, Heinrich, Reforma y contrareforma, Editorial Alianza, Madrid, 1992. CASTELLOTE, Salvador, Reformas y contrarreformas en la Europa del Siglo XVI, Akal Editores, Madrid, 1997. JONES, D.W. Martin, La contrarreforma: religión y sociedad en la Europa moderna, Akal Editores, Madrid, 2003. FEBVRE, Lucien, Martín Lutero: un destino, editorial Fondo de Cultura Económica, 10ª reimpresión 2004, edición de 1956, México D.F. WEBER, Max, Ensayos sobre sociología de la religión, III Vol, Editorial Taurus, Madrid, 1983. -------------------, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2003. BERGER Peter y LUCKMANN Thomas, La Construcción Social de la Realidad, ed Amorrurtu, Buenos Aires 1979.
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Documentos procedentes del Archivo General de Simancas, fundado en 1540 por voluntad del Emperador Carlos V.
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